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ICONOGRAFÍA
Ana García GarcíaDic 1, 2016
Vanitas y naturalezas
muertas
Las vanitas establecen el concepto de lo efímero y terrenal, mostrando lo
banal de todo lo mundano, los placeres o los bienes materiales, todo ello
enfrentado con el concepto sólido y espiritual de la muerte. Esto se ha
representado a través de la muestra de objetos que simbolizan tanto el
placer terrenal como el deseo de conocimiento. De este modo
la vanitas acoge libros, comida, instrumentos musicales e incluso joyas.
La calavera es el elemento principal, la presencia inminente de la
muerte.
La representación de la
muerte en la figura
humana
No todo han sido iconos y símbolos. El artista se ha servido del propio
ser humano para representar su concepto más rotundo, la certeza de que
va a morir. Para ello los artistas recurren a diferentes ideas como la
representación de las tres edades, la juventud, la madurez y la
vejez. Representa el hecho inevitable de paso del tiempo y proceso
que el cuerpo y el alma humana sufren de manera
progresiva. Artistas como Munch o Hans Baldung crearon grandes
pinturas utilizando esta temática.
Fragmento de Las edades y la Muerte, Hans Baldung Grien || rtve.es
Danza de la Muerte
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Para otros usos de este término, véase Danza macabra.
La Danza de la muerte o Danza macabra es un género artístico tardo-medieval cuyo tema
era la universalidad de la muerte. Se trata de un diálogo en verso y por tanto representable, en
que una personificación alegórica de la Muerte, como un esqueleto humano, llama a personas
de distinta posición social o en diferentes etapas en la vida para bailar alrededor de una
tumba. Típicamente estas figuras eran el Papa, el Obispo, el Emperador, el Sacristán, el
Labrador, etc. La muerte les recuerda que los goces mundanos tienen su fin y que todos han
de morir. Se cree que las danzas macabras eran de hecho bailadas y representadas
teatralmente en el siglo XIV
Índice
1Edad Media
2Influencia
o 2.1Literatura
o 2.2Música
o 2.3Cine
3Véase también
4Referencias
5Enlaces externos
Edad Media[editar]
Este macabro espectáculo se desarrolló en toda la literatura europea, procedente de Francia.
En Escocia, por ejemplo, aparece en el Lament for the Makaris del poeta escocés William
Dunbar. El tema de la muerte dominó la Baja Edad Media y frente a ella no había resignación
cristiana, sino terror ante la pérdida de los placeres terrenales. Presenta, por un lado, una
intención religiosa: recordar que los goces del mundo son perecederos y que hay que estar
preparado para morir cristianamente (véase Memento mori); por otro lado, una
intención satírica al hacer que todos caigan muertos, con independencia de su edad o su
posición social, dado el poder igualatorio de la muerte. También tuvo expresión artística,
mereciendo destacarse los grabados que hicieron Hans Holbein el Joven (publicados en 1538)
y Heinrich Aldegrever (1541). Ya en el siglo XIX, el caricaturista Thomas Rowlandson lanzó
otra versión grabada de tono más humorístico.
Influencia[editar]
Literatura[editar]
Su influencia se deja notar en autores españoles posteriores, como la Barca de la Gloria,
de Gil Vicente, Diálogo de Mercurio y Carón de Alfonso de Valdés, Farsa llamada Danza de la
Muertede Juan de Pedraza, La farsa de la Muerte de Diego Sánchez de Badajoz, Las Cortes
de la Muerte de Luis Hurtado de Toledo y Coloquio de la Muerte con todas las edades y
estados, de Sebastián de Horozco. En el capítulo XI de la segunda parte de El Quijote, Don
Quijote y Sancho encuentran a una compañía de cómicos que representan Las Cortes de la
Muerte, un auto sacramental de Lope de Vega.1 Finalmente, en el Barroco se encuentran las
últimas referencias en los autos de Calderón de la Barca y en los Sueños (1627) de Quevedo.
Música[editar]
Varias piezas musicales (sobre todo del siglo XIX) se vieron influenciadas por la temática de
la Danza de la Muerte. Una de las más destacadas es la Danse macabre de Camille Saint-
Saëns. En ese poema sinfónico un violín solista tocado alegóricamente por la muerte lleva la
voz cantante imponiéndose sobre el resto de instrumentos, representación de los mortales. La
composición de Franz Liszt traducida del alemán (Totentanz) al francés como Danse
macabre no comparte con la temática sino el nombre, pues la obra son unas variaciones del
tema medieval del Dies Irae para orquesta y piano concertante.
Cine[editar]
Una de las influencias más famosas a la Danza de la Muerte es la que se hace al final de la
película El séptimo sello, de Ingmar Bergman, en la que el personaje José (Jof en la versión
original) dice a su esposa: "La Muerte, severa, los invita a danzar. Van cogidos de las manos
haciendo una larga cadena y empieza la danza. Delante va la misma Muerte con su guadaña
y su reloj de arena.(...) Ya marchan todos, hacia la oscuridad, en una extraña danza. Ya
marchan huyendo del amanecer, mientras la lluvia lava sus rostros, surcados por la sal de las
lágrimas."
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ARTE
¿Por qué capturar a la muerte como si ésta fuera algo que quisiéramos preservar por
siempre? Porque no hace falta en su cotidianidad. En extremo opuesto al morbo o a lo
oscuro, ambos elementos constitutivos en el retrato de lo muerto, la pintura se encargó de
este tema y sus estetizaciones con el paso del tiempo, a partir de una metáfora polifacética
en lo gráfico y en lo existencial, más allá de toda carga negativa con la que solía –o suele–
considerarse.
Sin importar las connotaciones religiosas que alguna pintura pueda o no tener desde la
antigüedad hasta la época actual, es innegable el intento metafísico por generar
representaciones vitales para el entendimiento y explicación de un hecho ineludible. Para el
abrazo de lo ya conocido. Con escenarios un tanto familiares y en cierto sentido
reconfortantes, el hombre ha supuesto en el hacer pictórico una posibilidad de aceptación y
reflexión en torno a un paso más.
Como si se tratara de la asimilación a otras formas de vida y se reconociera el carácter
pasajero de la existencia, la creación humana siempre buscó un soporte que diera
testimonio de la pérdida corpórea, pero obviara la transición de los planos. Por ejemplo, las
máscaras mortuorias, las efigies, los monolitos, etcétera, son producciones (que podrían
considerarse artísticas) con el propósito de la permanencia y la aparición del cuerpo
ausente.
Entre todas estas formas de materializar a la vida en la Tierra y su eterna dependencia con
la muerte, la pintura juega un papel principal; esa disciplina que vincula el pulso del
cuerpo, la inspiración del mundo y la mente del hombre con el fiel cometido de traer al
pensamiento mediante una experiencia estética la presencia de lo lejanamente cercano: el
desgaste o cese de la vida.
-
“Asunción de la Virgen” (1475-76) de Francesco Botticini
Para empezar, no se trata de cualquier muerte; es el deceso de la madre del dios católico y
no merecía menos homenaje visual que situarla en un paso divino al eterno lugar donde
será coronada. Claro, este sitio no se limita a la Virgen María, es también la promesa y la
esperanza de un porvenir sobrenatural mejor.
-
“Lamento por Ícaro” (1898) de Herbert Draper
Todos conocemos la historia del hombre que se quiso acercar más de lo permitido al Sol, de
alcanzar lo inalcanzable, y es así como esta pintura adquiere mayor relevancia en cuanto
enseñanza inmortal sobre la ambición y sus consecuencias.
“Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada
causa una dulce muerte”.
Da Vinci
-
“La decapitación de San Juan Bautista” (1608) de Caravaggio
-
“Gran escena de la muerte” (1906) de Max Beckamnn
La pintura que se encarga de representar a la perdida del hálito vital no podría estar
completa en su paso por la historia si no encontrara en algún cuadro la posibilidad de
mostrar fielmente el lamento, la tristeza y el dolor que le embargan.
“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”.
Borges
-
“El sueño de Dante” (1871) de Dante Gabriel Rossetti
Ese momento que en vida es tan similar a la muerte, el sueño, puede convertirse en un
acercamiento real al despojo y a la ausencia; en este cuadro, Rossetti captura ambos
momentos. El de la muerte del ser amado (Beatriz) y el sueño como momento de conexión
con el fallecimiento.
-
“La muerte de Marat” (1793) de Jacques-Louis David
¿El asesinato podría quedar fuera de la pintura mortuoria? Absolutamente no. Sea por las
razones que sea, la muerte tiene distintas vías de llegada y como humanos, debemos aceptar
que no toda partida a otro plano cósmico debe obedecer a un paso natural.
-
“Ofelia” (1852) de John Everett Millais
-
“Muerte y vida” (1916) de Gustav Klimt
Klimt, además del beso que le hizo famoso y otros cuadros mucho más conocidos, tiene en
su haber esta imagen que bien podría entenderse como un análisis de las edades en el
poderío de la muerte. El desarrollo de la vida, siempre observada por los ojos de El final.
Esta pintura podría considerarse como uno de los más grandes exponentes del barroco
andaluz, su producción fue un encargo y nos presenta una oscura reflexión sobre la
vanidad, la brevedad en el mundo y el triunfo de lo finito.
-
“Phoebe is dead/McQueen” (2010) de Michael Stavros
Observar a alguien en extremo cercano, en extremo amado y con una cara tan joven en
manos de la muerte siempre es un motor para detener o acelerar las cosas en la vida; algo
así experimentó Stavros al pintar a su hija en este lienzo, mientras ella aparentaba haber
partido.
“El hombre que no percibe el drama de su propio fin no está en la normalidad sino en la
patología, y tendría que tenderse en la camilla y dejarse curar”.
Jung
La muerte es un tema recurrente en las maneras de producir arte en nuestro mundo; ahora
sólo tuvimos la oportunidad de mencionar a la pintura y en sus cuadros más
representativos, pero el abandono de esta tierra atraviesa cualquier disciplina y cualquier
creencia que se tenga de ella. Hemos puesto en esta lista aquellas imágenes que
consideramos son las más representativas del tema; sin embargo, es seguro que alguna
faltó. Pensemos entonces que se encuentra levemente en ese reposo que retrata.