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LA MUERTE: ARTE E

ICONOGRAFÍA
Ana García GarcíaDic 1, 2016

Todos los seres vivos se mueren. Todas las culturas, creencias y


religiones abordan el tema de la muerte, de muy diversas maneras,
pero la manera de entenderla es dogma fundamental.Todos los seres
humanos saben que van a morir, y por ello es un pensamiento instalado
en toda mente. Las formas en que se ha buscado conocer y comprender la
muerte son multitudinarias. La ciencia siempre ha intentado encontrar la
respuesta a esta incógnita. Pero también la filosofía, la literatura, incluso
la música y las artes plásticas tratan de hacer aportaciones.

Vanitas, Toru Kamei || orderofthegooddeath.com

La búsqueda de respuestas y el interés por plasmar las ideas sobre qué es


esto de la muerte ha dado lugar al nacimiento de grandes obras.
Desde el mismísimo Libro de los Muertos egipcio hasta la figura del
vampiro o del resucitado, la literatura ha abordado este tema en todas sus
vertientes posibles. También la música ha plasmado el momento de la
muerte de manera magistral, desde la Traviata de Verdi hasta Wagner y
su aria sobre la Muerte de Isolda. La pintura también ha tenido mucho
que decir sobre este tema, en todas las épocas y en todos los
movimientos.

Vanitas y naturalezas
muertas
Las vanitas establecen el concepto de lo efímero y terrenal, mostrando lo
banal de todo lo mundano, los placeres o los bienes materiales, todo ello
enfrentado con el concepto sólido y espiritual de la muerte. Esto se ha
representado a través de la muestra de objetos que simbolizan tanto el
placer terrenal como el deseo de conocimiento. De este modo
la vanitas acoge libros, comida, instrumentos musicales e incluso joyas.
La calavera es el elemento principal, la presencia inminente de la
muerte.

Finis Gloriae Mundi, Valdés Leal || arte.laguia2000.com

En el caso de la naturaleza muerta, el artista se sirve sobre todo de la


plasmación de elementos florales, los cuales pueden contar con
multitud de significados, místicos, espirituales y religiosos. Las flores
escogidas, la posición en que se encuentran e incluso el estado de
descomposición, son constantes evocaciones a lo efímero y al paso del
tiempo.

El barroco fue el periodo de esplendor de dichas iconografías,


dejándonos grandes obras como Finis Gloriae Mundi de Valdés Leal.
También existen artistas actuales que continúan explorando estos
símbolos como el pintor japonés Toru Kamei.

La representación de la
muerte en la figura
humana
No todo han sido iconos y símbolos. El artista se ha servido del propio
ser humano para representar su concepto más rotundo, la certeza de que
va a morir. Para ello los artistas recurren a diferentes ideas como la
representación de las tres edades, la juventud, la madurez y la
vejez. Representa el hecho inevitable de paso del tiempo y proceso
que el cuerpo y el alma humana sufren de manera
progresiva. Artistas como Munch o Hans Baldung crearon grandes
pinturas utilizando esta temática.
Fragmento de Las edades y la Muerte, Hans Baldung Grien || rtve.es

La muerte forma parte de la mente colectiva desde que el ser


humano existe. Desde las primeras civilizaciones hasta la actualidad esta
idea ha obsesionado a hombres y mujeres. Los egipcios tomaron como
creencia fundamental que la muerte era la liberación del alma y por ello
pasaban gran parte de su vida preparándose para ella. Esto dio lugar a la
creación de auténticas obras de arte como culto a la muerte.

De infinitas maneras los seres humanos han tratado de acercarse y


comprender a la muerte. Esto ha provocado el nacimiento de un sinfín
de conceptos sobre qué es la muerte y qué sucede después. La
literatura, la música y el arte intentan elaborar un retrato de la propia
muerte y de lo que le ocurre al ser humano en el momento de morir. Es,
en definitiva, una búsqueda de conocimiento a través de la imaginación.
LA MUERTE NO DA LUGAR A DUDAS. ES LO MÁS CIERTO QUE HAY
EN ESTA VIDA. NOS ENCONTRAMOS CON ELLA DE FRENTE A
MENUDO Y CORREN RÍOS DE TINTA SOBRE ELLA. PERO, NO SE
PUEDE DECIR NADA MÁS ALLÁ DE LO FÁCTICO: “HAN
FALLECIDO 78 PERSONAS”. HECHOS, DATOS. POR ESO
PREFIERO ADENTRARME EN EL MISTERIO DE LA VIDA. SÍ, EN
ALGÚN MOMENTO LLEGAREMOS A DESTINO Y CRUZAREMOS LA
PUERTA. Y ENTONCES COMPRENDEREMOS Y AMAREMOS, Y
VIVIREMOS. PERO MIENTRAS ESE DON NO SE NOS CONCEDA,
MIENTRAS SIGAMOS EN LA COLA ESPERANDO NUESTRO TURNO,
ESTO ES LO QUE TENEMOS: LA VIDA. CERCANA Y
MISTERIOSA A PARTES IGUALES.
¿Qué hacemos? A veces tengo la sensación de que
simplemente ponemos un pie delante del otro, sin pausa.
Derecha, izquierda, derecha, izquierda. En la mente empiezan a surgir imágenes
de batallones que avanzan produciendo ese curioso ritmo de percusión con sus
botas. Delirando así puede que haya empezado a imitar sus andares por las calles
de Madrid. Observo a los demás transeúntes pero nadie me mira extrañado así
que asumo que todo ha quedado en mi mente. Pero volvamos, decía que hay
momentos en los que simplemente avanzamos, caminamos. ¿Hacía dónde? Suena
la alarma. Parón. Esa es la gran pregunta que nos lleva de vuelta a la muerte. Ya
nos dijeron esos griegos amantes de la sabiduría que la
filosofía era una propedéutica para la muerte. Meditatio
mortis unida a la meditatio vitae. Porque si la vida nos lleva a caer en la
cuenta de la muerte, pensar en ésta repercute en cómo afrontamos la primera.
La muerte da cierto tono solemne a la vida. Y seguimos
avanzando pero esta vez en el caminar hay deseos de permanecer y de
comprender mejor. Deseos de atrapar lo efímero y darle cierta
permanencia. He ahí el arte. Vida, muerte y arte se dan la mano. Ese
es el afán con el que esculpía por ejemplo Giacometti. El arte era su manera
de intentar comprender, de ver el mundo exterior. Sus manos se movían de arriba
hacía abajo y viceversa dando forma a la tierra. Un movimiento que no cesaba
intentando atrapar un mundo que se le escapaba una y otra vez. Pero gracias a
ello siguió jugando, siguió creando, siguió dejando que figuras con volumen
surgieran de lo plano. Y por eso decía que “en cierta manera no he
empezado todavía”. Así, el arte. Así, la vida.

Danza de la Muerte
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Para otros usos de este término, véase Danza macabra.
La Danza de la muerte o Danza macabra es un género artístico tardo-medieval cuyo tema
era la universalidad de la muerte. Se trata de un diálogo en verso y por tanto representable, en
que una personificación alegórica de la Muerte, como un esqueleto humano, llama a personas
de distinta posición social o en diferentes etapas en la vida para bailar alrededor de una
tumba. Típicamente estas figuras eran el Papa, el Obispo, el Emperador, el Sacristán, el
Labrador, etc. La muerte les recuerda que los goces mundanos tienen su fin y que todos han
de morir. Se cree que las danzas macabras eran de hecho bailadas y representadas
teatralmente en el siglo XIV

Índice

 1Edad Media
 2Influencia
o 2.1Literatura

o 2.2Música

o 2.3Cine

 3Véase también

 4Referencias

 5Enlaces externos

Edad Media[editar]
Este macabro espectáculo se desarrolló en toda la literatura europea, procedente de Francia.
En Escocia, por ejemplo, aparece en el Lament for the Makaris del poeta escocés William
Dunbar. El tema de la muerte dominó la Baja Edad Media y frente a ella no había resignación
cristiana, sino terror ante la pérdida de los placeres terrenales. Presenta, por un lado, una
intención religiosa: recordar que los goces del mundo son perecederos y que hay que estar
preparado para morir cristianamente (véase Memento mori); por otro lado, una
intención satírica al hacer que todos caigan muertos, con independencia de su edad o su
posición social, dado el poder igualatorio de la muerte. También tuvo expresión artística,
mereciendo destacarse los grabados que hicieron Hans Holbein el Joven (publicados en 1538)
y Heinrich Aldegrever (1541). Ya en el siglo XIX, el caricaturista Thomas Rowlandson lanzó
otra versión grabada de tono más humorístico.

La Danza de la Muerte de Michael Wolgemut.

La Danza general de la Muerte escrita en castellano se conserva en un manuscrito de


la Biblioteca de El Escorial, fue compuesta a principios del siglo XV. Consta de más de
seiscientos versos dodecasílabos en coplas de arte mayor en que van desfilando y
lamentándose todas las figuras representativas de los tres estamentos sociales medievales
(nobleza, clero y plebe) sucesivamente invitados por la Muerte a unirse a su danza.
El hombre medieval estaba familiarizado con la idea de la muerte y la convirtió en motivo
artístico. Las danzas de la muerte se representaban en semana santa. Son alegorías de este
tema en el que aparecen personas de todas clases sociales y económicas bailando con
esqueletos, personificando el tópico literario de la muerte igualadora.

Influencia[editar]

Grabado que representa a la muerte llevándose a un trovador (derecha) y a un abogado. La Danse


macabre, París, Guy Marchant, 1486.

Literatura[editar]
Su influencia se deja notar en autores españoles posteriores, como la Barca de la Gloria,
de Gil Vicente, Diálogo de Mercurio y Carón de Alfonso de Valdés, Farsa llamada Danza de la
Muertede Juan de Pedraza, La farsa de la Muerte de Diego Sánchez de Badajoz, Las Cortes
de la Muerte de Luis Hurtado de Toledo y Coloquio de la Muerte con todas las edades y
estados, de Sebastián de Horozco. En el capítulo XI de la segunda parte de El Quijote, Don
Quijote y Sancho encuentran a una compañía de cómicos que representan Las Cortes de la
Muerte, un auto sacramental de Lope de Vega.1 Finalmente, en el Barroco se encuentran las
últimas referencias en los autos de Calderón de la Barca y en los Sueños (1627) de Quevedo.
Música[editar]
Varias piezas musicales (sobre todo del siglo XIX) se vieron influenciadas por la temática de
la Danza de la Muerte. Una de las más destacadas es la Danse macabre de Camille Saint-
Saëns. En ese poema sinfónico un violín solista tocado alegóricamente por la muerte lleva la
voz cantante imponiéndose sobre el resto de instrumentos, representación de los mortales. La
composición de Franz Liszt traducida del alemán (Totentanz) al francés como Danse
macabre no comparte con la temática sino el nombre, pues la obra son unas variaciones del
tema medieval del Dies Irae para orquesta y piano concertante.
Cine[editar]
Una de las influencias más famosas a la Danza de la Muerte es la que se hace al final de la
película El séptimo sello, de Ingmar Bergman, en la que el personaje José (Jof en la versión
original) dice a su esposa: "La Muerte, severa, los invita a danzar. Van cogidos de las manos
haciendo una larga cadena y empieza la danza. Delante va la misma Muerte con su guadaña
y su reloj de arena.(...) Ya marchan todos, hacia la oscuridad, en una extraña danza. Ya
marchan huyendo del amanecer, mientras la lluvia lava sus rostros, surcados por la sal de las
lágrimas."

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ARTE

Las mejores pinturas de la muerte en la


historia del arte
Por: Eduardo Limón
21 de abril, 2016

¿Por qué capturar a la muerte como si ésta fuera algo que quisiéramos preservar por
siempre? Porque no hace falta en su cotidianidad. En extremo opuesto al morbo o a lo
oscuro, ambos elementos constitutivos en el retrato de lo muerto, la pintura se encargó de
este tema y sus estetizaciones con el paso del tiempo, a partir de una metáfora polifacética
en lo gráfico y en lo existencial, más allá de toda carga negativa con la que solía –o suele–
considerarse.

Sin importar las connotaciones religiosas que alguna pintura pueda o no tener desde la
antigüedad hasta la época actual, es innegable el intento metafísico por generar
representaciones vitales para el entendimiento y explicación de un hecho ineludible. Para el
abrazo de lo ya conocido. Con escenarios un tanto familiares y en cierto sentido
reconfortantes, el hombre ha supuesto en el hacer pictórico una posibilidad de aceptación y
reflexión en torno a un paso más.
Como si se tratara de la asimilación a otras formas de vida y se reconociera el carácter
pasajero de la existencia, la creación humana siempre buscó un soporte que diera
testimonio de la pérdida corpórea, pero obviara la transición de los planos. Por ejemplo, las
máscaras mortuorias, las efigies, los monolitos, etcétera, son producciones (que podrían
considerarse artísticas) con el propósito de la permanencia y la aparición del cuerpo
ausente.

Entre todas estas formas de materializar a la vida en la Tierra y su eterna dependencia con
la muerte, la pintura juega un papel principal; esa disciplina que vincula el pulso del
cuerpo, la inspiración del mundo y la mente del hombre con el fiel cometido de traer al
pensamiento mediante una experiencia estética la presencia de lo lejanamente cercano: el
desgaste o cese de la vida.

Podríamos pensar que ahora, tomando la herramienta más grande de difusión y


representación existente —la TV— y al poder televisar cualquier cosa, el acercamiento
sería de mayor impacto , no necesitaríamos otro tipo de imágenes; sin embargo, la
intimidad y el vínculo con la muerte parece no surtir el mismo efecto de una representación,
como puede ser el lienzo de una pintura en el clásico acto intermediado por la creatividad
humana.

-
“Asunción de la Virgen” (1475-76) de Francesco Botticini

Para empezar, no se trata de cualquier muerte; es el deceso de la madre del dios católico y
no merecía menos homenaje visual que situarla en un paso divino al eterno lugar donde
será coronada. Claro, este sitio no se limita a la Virgen María, es también la promesa y la
esperanza de un porvenir sobrenatural mejor.

-
“Lamento por Ícaro” (1898) de Herbert Draper

Todos conocemos la historia del hombre que se quiso acercar más de lo permitido al Sol, de
alcanzar lo inalcanzable, y es así como esta pintura adquiere mayor relevancia en cuanto
enseñanza inmortal sobre la ambición y sus consecuencias.
“Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada
causa una dulce muerte”.
Da Vinci

-
“La decapitación de San Juan Bautista” (1608) de Caravaggio

En una atmósfera aterradora y de máxima viveza, Caravaggio logra en esta representación


de caprichos, vileza y angustia que el espectador se sienta apabullado ante la próxima
decapitación que está por suceder. Pensar que esa cabeza pronto descansará en una charola
de plata hace más escalofriante la idea de una muerte obligada.

-
“Gran escena de la muerte” (1906) de Max Beckamnn

La pintura que se encarga de representar a la perdida del hálito vital no podría estar
completa en su paso por la historia si no encontrara en algún cuadro la posibilidad de
mostrar fielmente el lamento, la tristeza y el dolor que le embargan.

“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”.
Borges

-
“El sueño de Dante” (1871) de Dante Gabriel Rossetti

Ese momento que en vida es tan similar a la muerte, el sueño, puede convertirse en un
acercamiento real al despojo y a la ausencia; en este cuadro, Rossetti captura ambos
momentos. El de la muerte del ser amado (Beatriz) y el sueño como momento de conexión
con el fallecimiento.
-
“La muerte de Marat” (1793) de Jacques-Louis David

¿El asesinato podría quedar fuera de la pintura mortuoria? Absolutamente no. Sea por las
razones que sea, la muerte tiene distintas vías de llegada y como humanos, debemos aceptar
que no toda partida a otro plano cósmico debe obedecer a un paso natural.

“Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el


principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo”.
Platón

-
“Ofelia” (1852) de John Everett Millais

Quizá la representación más famosa de Ofelia, esa mujer shakespeariana inmortalizada en


el agua. Extrañamente, esta pintura es capaz de reflejar una gran tranquilidad a la par de
una expresión terrorífica en una composición de peculiar oscuridad.

-
“Muerte y vida” (1916) de Gustav Klimt

Klimt, además del beso que le hizo famoso y otros cuadros mucho más conocidos, tiene en
su haber esta imagen que bien podría entenderse como un análisis de las edades en el
poderío de la muerte. El desarrollo de la vida, siempre observada por los ojos de El final.

“La muerte no es mas que un cambio de misión”.


Tolstoi
-
“Fin de la gloria del mundo” (1672) de Juan Valdés Leal

Esta pintura podría considerarse como uno de los más grandes exponentes del barroco
andaluz, su producción fue un encargo y nos presenta una oscura reflexión sobre la
vanidad, la brevedad en el mundo y el triunfo de lo finito.

-
“Phoebe is dead/McQueen” (2010) de Michael Stavros

Observar a alguien en extremo cercano, en extremo amado y con una cara tan joven en
manos de la muerte siempre es un motor para detener o acelerar las cosas en la vida; algo
así experimentó Stavros al pintar a su hija en este lienzo, mientras ella aparentaba haber
partido.

“El hombre que no percibe el drama de su propio fin no está en la normalidad sino en la
patología, y tendría que tenderse en la camilla y dejarse curar”.
Jung

La muerte es un tema recurrente en las maneras de producir arte en nuestro mundo; ahora
sólo tuvimos la oportunidad de mencionar a la pintura y en sus cuadros más
representativos, pero el abandono de esta tierra atraviesa cualquier disciplina y cualquier
creencia que se tenga de ella. Hemos puesto en esta lista aquellas imágenes que
consideramos son las más representativas del tema; sin embargo, es seguro que alguna
faltó. Pensemos entonces que se encuentra levemente en ese reposo que retrata.

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