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La fuerza mental y espiritual del ser humano es tan fuerte que su cuerpo se extiende
a más allá de sus capacidades para dar lugar a la esperanza, es importante
mencionar, como los reclusos en el campo vivían o más bien sobrevivían por un
deseo del futuro, por una mínima esperanza de condiciones mejores, en el momento
en el que estas esperanzas se perdían, se perdía la fuerza motivadora que
empujaba a un cuerpo en condiciones extremas a sobrevivir, y así llegaba la muerte,
no por una cámara de gas, no por los golpes de un capo violento, no por hipotermia
por las condiciones climáticas extremas, sino por falta de esperanza en la vida, es
decir, estos factores anteriores, que muestran ser determinantes de la vida o la
muerte, no pudieron acabar con la vida de estas personas, pero su falta de
esperanza en la vida si, entonces me pregunto. ¿Cuán fuerte es esa energía que
mueve la esperanza en nuestro ser? Eso tal vez pueda responderlo leyendo una
vez más las historias de aquellos reclusos que pudieron sobreponerse a la vida, al
destino que los llevó a morir a un campo de concentración, pero del que salieron
vivos únicamente arrastrados por la esperanza que se anidaba y se mantenía en
una parte de su ser.