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Puesto que el discipulado no es tanto asunto ele enseñar algo sino asunto de pasar
un estilo de vida bíblico ele una persona a otra, la mayoría de nosotros tenemos
grandes dificultades en saber cómo implementar algo así. Puesto que nadie nos
discipuló a nosotros en esta forma, no sabemos cómo discipular a otras. Casi el único
modelo que tenemos en nuestras iglesias para discipular a los hermanos, para la
edificación del Cuerpo de Cristo, es el modelo académico que hemos tomado del
sistema ele educación pública y privada de nuestra sociedad.
Por lo menos en las décadas recientes este modelo se ha basado sobre
presuposiciones humanísticas contrarias a las Escrituras. El modelo académico se
centra más en la comunicación de información que en la formación de carácter.
Esto ha significado que a menudo, aún cuando un pastor se emociona con la idea
del discipulado, muchas veces la forma en que trata de estructurar el trabajo se
asemeja más a una clase que a lo que hicieron Jesús y Pablo. Hacer discípulos no
consiste principalmente en pasar material de un cuaderno a otro
cuaderno. No es enseñar a otro un montón de principios bíblicos que uno ha
aprendido, por buenos que sean estos principios. Hacer discípulos, aunque puede
incluir trabajos escritos y puede utilizar en dado momento lo que se podría llamar un
«currículum» consiste básicamente en trabajar con una persona para ayudarla a
aplicar la Biblia a su "vida” - a toda su vida. En última instancia hacer discípulos no
es cubrir cierto contenido o currículum sino lograr que el discípulo aplique en su vida
estos principios bíblicos. Es hacerse responsable por el crecimiento total de otra
persona. Es trabajar con él para que el carácter ele Cristo se refleje en su vida.
El mismo modelo académico muchas veces nos hace pensar que una vez que
alguien ha estudiado el «curriculum» o ha «tomado el curso» automáticamente está
calificado para enseñar lo mismo a otros. Hablamos de «graduar» alumnos de
nuestros programas de discipulado y en el afán de lograr la
famosa «multiplicación de discípulos» a todos les encargamos empezar su propio
grupo de discipulado sin evaluar si tienen la vida de un discípulo que lo calificaría
para tal tarea. Pasar por un material como El plan Maestro, la Serie 2:7,
Perfeccionando a los Santos u otro plan, no garantiza que uno sea un discípulo.
Acuérdense de que hay que ser discípulo antes de hacer discípulos. Se gana el
derecho de discipular a otros por una vida cambiada, no por material cubierto.
Hacer discípulos: ¿tarea o programa?
Hacer discípulos no es algo que se toma este año para dejar a un lado dentro de uno o dos
años a favor de una programación más novedosa. Es la tarea constante de la iglesia y una
vez comprendida como tal, formará la pieza central de todo lo que la iglesia hace de ahora
en adelante. Esto es decir que no debe haber énfasis especiales en la programación de la
iglesia.
Simplemente quiere decir que no importa cuáles otras cosas se estén enfocando en el
ministerio de la iglesia, siempre se estará trabajando en la producción de discípulos que sean
capaces de ganar, entrenar y enviar al campo de trabajo a otros discípulos.
Nunca se llegará al punto en que el pastor o líder espiritual pueda dejar de estar activo en
todas las etapas del discipulado desde el evangelismo y la conservación, hasta el
entrenamiento y apoyo de los que llegan a ser sus colaboradores. El discipulador que
entregue la dirección toral de esta faceta del ministerio aún a uno de sus hombres
entrenados y se dedique exclusivamente a otras cosas dejará sin modelo y ejemplo a los
que vienen avanzando en su propio discipulado. Esto no quiere decir que nunca llegará el día
en que mayormente la dirección de los discipuladores en la iglesia se tomará a un hombre
preparado para que el pastor pueda dedicarse a la oración y a la predicación de la Palabra.
Pero sí quiere decir que, si el pastor en alguna medida no marca el paso en hacer discípulos,
los demás tampoco lo harán.
Es formación más que información
Desafortunadamente en la iglesia tradicionalmente nos hemos concentrado más en
la comunicación de conceptos que en la formación de carácter. Y el producto final
que estamos produciendo es deficiente.
¿Cuántas veces no hemos predicado sobre la necesidad de reconciliarse con
personas con quienes hemos tenido conflicto, utilizando Mateo 5:23-24 y Mateo
18:15-17? Nosotros y los miembros conocemos las enseñanzas bíblicas. Pero
nunca he estado en un taller para entrenar a pastores y líderes en cómo discipular
a otros (donde se trata este tema) en que no haya habido reconciliaciones
cargadas de emociones entre pastores que por años no se habían hablado.
¿Conocían la enseñanza bíblica? ¡Claro! Simplemente no la estaban practicando.
A veces los miembros simplemente no saben cómo poner en práctica lo que saben.
A veces temen vivir así porque no están seguros de que la vida vivida así será
mejor. A veces el hombre carnal simplemente no quiere morirse a sí mismo y se
rebela contra conformar su vida al patrón de Cristo. Por esto es tan importante el
trabajo individual y en pequeño grupo con las personas a quienes estamos
discipulando. La aplicación es muy personal y a veces dolorosa.
Claro que sería imposible que el pastor trabajara así con todos los miembros de la
iglesia. Pero aquí es donde entra la importancia de la multiplicación espiritual.
Discipulando a unos cuantos el líder espiritual puede multiplicar el número de
personas capacitadas para hacer este tipo de trabajo individualizado y la calidad de
vida en la iglesia mejorará enormemente.
Discipular a otro es tener el interés y tornar el tiempo necesario para
asegurarnos de que los principios y conceptos que estamos presentando se
incorporen efectivamente en sus vidas. Es formar carácter más que comunicar
conceptos.
La medida ele evaluación para todo el programa de la iglesia debe ser, además de
las estadísticas de asistencia y membresía, el grado de cambio que se nota en la
vida de los miembros. Si los números están creciendo pero no vemos la formación
de carácter y cambios en la calidad de vida de los miembros, como dice Juan
Carlos Ortiz, estamos engordando a la iglesia, no haciéndola crecer. Para poder
decir que la Escuela Bíblica Dominical, o cualquier otra organización de la iglesia,
es un éxito, tendremos que poder observar vidas cambiadas, no solo más
miembros. Si los miembros viven tranquilos sabiendo cómo deben ser y cómo
deben comportarse, pero sin alinear sus vidas con este conocimiento, estamos
fracasando. Pero ¡cuán común es este mal en la iglesia!
2) Hacer discípulos tiene más que ver con el desarrollo de carácter que con
conocimientos adquiridos. Es más el intento de desarrollar en otro una
semejanza a Cristo que asegurar su conocimiento y aceptación de enseñanzas
y doctrinas. El carácter se forja más por experiencias y por un mayor
conocimiento de Dios, que por conferencias únicamente.
4) Para hacer discípulos será necesario pasar tiempo extendido con la otra
persona. Puesto que el discipulado se contagia más que se enseña, se
requerirá tiempo para que este proceso ocurra. Para conseguir este tiempo
muchas veces será necesario dejar a un lado otras actividades «buenas» pero
no esenciales a la tarea de hacer discípulos. Tanto el discipulador como el
discípulo tendrá que evaluar sus prioridades para decidir a cuáles dar tiempo.
Jesús no usó ningún material. No existía El Plan Maestro en los días de Pablo;
pero hicieron discípulos. Los materiales son de mucha ayuda y le doy gracias a
Dios porque hoy en día tenemos materiales que pueden servir de buenas
herramientas en la tarea de hacer discípulos. Pero los materiales no
son un fin en sí. El propósito de El Plan Maestro o cualquier otro material no es que
se empiecen grupos de El Plan Maestro o como quiera que se llamen. Conozco a
pastores que no hacen nada porque no encuentran ocho personas para formar un
grupo de discipulado. Sé de otros que no hacen nada porque han comprobado que
el material disponible para discipular demanda demasiado para el nivel educacional
o espiritual de su congregación. La tarea es hacer discípulos, no tener
adherentes a cierto material. Si no le sirve el contenido tal y como es, úselo como
material de referencia. Aproveche lo que pueda y elabore el resto, pero sobre todo
haga discípulos. Incorpore en su vida los principios mencionados antes y empiece
a ayudar a otros a crecer. Fortalezca su propia relación con el Señor, y cuando
tenga la calidad y estilo de vida de un discípulo usted mismo, páseles esta vida a
otros.