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CINCO MINUTOS A LAS PLANTAS DE NUESTRO PADRE

JESÚS DEL GRAN PODER


Aquí vengo Señor, cansado de las faenas y de las
contrariedades de la vida, a depositar mis tristezas y
secretos muy dentro de tu divino corazón.
Recuerdo, mi Jesús del Gran Poder, que dijiste: “Venid a
mí los que andáis agobiados que yo os aliviare”. Por eso
vengo lleno de confianza ante tu presencia soberana,
seguro de que mi corazón lacerado encontrará consuelo y
mi alma llena de tantas preocupaciones, que tú mismo
bien conoces…. Hallara la paz y el colmo de sus anhelos.
Cuantas cosas tengo que contarte Jesús mío… Tú sabes
lo que necesito para mí… Tú conoces los problemas que hoy me agobian… las inquietudes
que me atormentan… las noches que obscurecen la luz de mi existencia… los fardos que
me fatigan en la ascensión por las cumbres del deber y el ideal…
Tú dijiste: “Pedid y recibiréis, buscad y hallareis, llamad y se os abrirá”. Busco, pues, tus
bendiciones, Jesús del Gran Poder…
Esa tu bendita Imagen me está invitando con dulzura infinita y su dolor a cuesta que me
acerque a Ti. Golpeo, pues, las puertas de tu bondad inmensa, y pido a la generosidad de tus
manos paternales el remedio de mis culpas…la salud en mis quebrantos…. La alegría en
mis tristezas….
¡Cómo me conmueve esa actitud, Jesús mío! Esa actitud adorable me convence de que tu
compasión me será benéfica, quedando por ella restafiadas mis heridas… dulcificadas mis
amarguras… satisfechas mis aspiraciones….
Y si estás sudoroso y sangrante, siendo Dios, aquí a tus plantas recibo la lección más
elocuente sobre el valor del sufrimiento iluminado por la fe.
¿No dijiste tú mismo: “¿Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz y sígame? …. Si. Quiero seguirte, Jesús, pero soy débil…; quiero ir siempre de tus
santos mandamientos, el único camino para ir al cielo… pero, ay, me siento cuantas veces
languidecer en la ruta… salen a l paso tantos abrojos y peligros… Entonces necesito tú
ayuda y tu poder… ¿Acaso no eres Tú la misma omnipotencia, que basta que quieras para
que todo sea hecho, que con una sola palabras hiciste los astros y los mares, a los ángeles y
al hombre y cuanto existe en el mundo? ... te pido, pues en esos breves momentos que he
venido a visitarte tu imagen milagrosa, te apiades de mis miserias… de mis llantos y
problemas.
Pero no sólo de mi indigencia personal. Tu misma caridad me enseña que he de
preocuparme también de mis padres, hermanos, amigos y bienhechores. Cuantas penas y
pesares hay en esos hogares… pesares hondos y secretos… la ausencia de tantos seres
queridos, la enfermedad, la incomprensión… en fin Tú sabes mejor que nadie lo que les
hace falta… por ellos te suplico, para ellos también invoco tu poder.
No quiero omitir mi plegaria de sufragio por las almas de mis muertos. Descienda sobre
ellos el refrigerio de la paz y la dicha sempiterna de la gloria.
Y me despido; Jesús del Gran Poder; me voy a continuar con mi trabajo y las ocupaciones
que mi estado me reclama.
Me voy, pero mi corazón queda contigo.
Derrama sobre tus bendiciones y seré feliz.
Pronto volveré, ya que lejos de Ti no es posible sentirse bien: Tu solo eres la fuente de
aguas vivas, en donde se mitiga la sed de las almas.

*****
María, Madre Dolorosa y
Madre mía, haz que nuca
deje de ser amantísimo
devoto de esta prodigiosa
Imagen de tu Hijo…
Amén
Señor

Jesús del Gran Poder


Adoración de
Las Cinco llagas a
Jesús Crucificado

A la llaga del pie izquierdo: Te adoro, llaga santísima del pie


izquierdo de mi Señor Jesucristo, y por la sangre que por ella
derramaste, te suplico, benignísimo Salvador mío, me concedas una fe viva y perdones los
malos pasos y movimientos de mi vida disipada.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

A la llaga del pie derecho: te adoro, llaga sacratísima del pie derecho de mi Señor
Jesucristo; y por el dolor que en ella padeciste, te suplico dulcísimo Redentor mío, traspases
mi alma con el clavo de tu santo temor, concediéndome una firme esperanza y la gracia de
andar siempre por el camino recto de tu santa ley.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

A la llaga de la mano izquierda: te adoro, amantísimo Jesús mío, la llaga de tu mano


izquierda, y te doy gracias de haberla recibido por mi amor. Concédeme, por la sangre que
de ella derramaste una caridad sin límites, y perdóname las ofensas que te hice con mis
perversas acciones, palabras y sentidos.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
A la llaga de la mano derecha: te adoro pacientísimo Jesús, la llaga santísima de tu mano
derecha; y por tormentos que en ella padeciste por mi amor, te suplico me perdones el mal
uso que hice de mis potencias, y me otorgues la gracia de estar en el juicio final a tu
derecha con los escogidos.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

A la llaga del costado: te adoro, llaga amantísima del costado de Jesús. ¡Quién pudiere
morar siempre en ese sagrado asilo, en ese divino Corazón, en que descansa los escogidos!
Por la sangre y agua precisa que salió de ese costado abierto con una lanza por mi amor, y
por el agudo dolor que atravesó el corazón de tu amantísima madre, concédeme, Señor, la
perseverancia final y penetra mi corazón de los nobles afectos que anima a tu divino
corazón.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

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