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Las comunidades humanas explotan cotidianamente a miles de millones de animales no humanos

en una vasta red de lucro y provecho. Los matamos para hacer abrigos de piel y carteras, los
matamos por su carne para sobrealimentarnos. Incluso los matamos por diversión y a eso le
llamamos deporte o tradición cultural. Algunos de ellos son utilizados en experimentos científicos en
los cuales la línea entre investigación y sufrimiento es tan fina que en algunos casos la hace
prácticamente equiparable a la tortura.

El veganismo está siendo cada vez más común, puesto que más personas descubren que
pueden ayudar a evitar el sufrimiento y la muerte de animales sencillamente al reemplazar los
alimentos y otros productos de origen animal por alternativas. Además, la extensión de esta
actitud lleva a una reducción del especismo, la discriminación de los animales en función de su
pertenencia a una especi.
Veganismo no es una dieta, es una ética de vida, en la cual no se consumen animales ni sus
dericados, no se consumen productos procedentes de su esclavitud, tampoco productos que
necesiten algún componente animal o derivado en su proceso. Esto abarca a la alimentación,
vestimenta, diversión, cosmética, en ésta última además de algunos de sus productos contener
derivados es una de las mayores industrias de tortura animal mediante la realización de testeos y
experimentos junto a la industria farmacéutica.

Algunos animales son discriminados en comparación con otros. Por ejemplo, en los países
occidentales se considera inaceptable comer perros y gatos, pero no hay problema con criar y
matar cerdos, pollos o peces con el propósito de comerlos. Sin embargo, al igual que los perros
y gatos, todos los demás animales sintientes son también individuos con la capacidad de sufrir
y sentir alegría. Quieren vivir.

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