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SEMANA 7:

 INTERPRETACION CONSTITUCIONAL, CRITERIOS Y PRINCIPIOS.


 LA INTERPRETACION CONSTITUCIONAL DE LA LEY.
 EL PRECEDENTE VINCULANTE.

1. Interpretación Constitucional, criterios y principios.

A diferencia de las controversias ordinarias, los conflictos constitucionales gozan de


características especiales, en atención a que las incertidumbres que involucran, siempre estarán
referidas a derechos fundamentales.

En tal sentido, el problema a resolver implicará tener en cuenta cómo se desarrollan las
interactuaciones entre las normas ordinarias y las disposiciones constitucionales que prevén la
protección de derechos fundamentales.

Debemos entonces establecer que si nos encontramos ante una controversia compleja, son
óptimas para aplicar las teorías de la argumentación jurídica o que van simplemente más allá de
la lógica jurídica, deberíamos cuidar el detalle de qué prever si las reglas no resultan suficientes
y los criterios, incompletos. Bajo esta pauta, nos inclinamos por esbozar que resultará necesario,
optar por el uso de reglas, criterios orientativos y principios, en forma conjunta o separada.

Veamos unas ideas orientativas sobre los principios.

“Los principios son normas, pero no normas dotadas de una estructura condicional hipotética
con un supuesto de hecho y una sanción determinados. Los principios son mandatos de
optimización (…) los derechos fundamentales son el ejemplo más claro de principios que tenemos
en el ordenamiento jurídico.”

Los principios constituyen un modo de resolver igualmente conflictos constitucionales. Y aun


cuando no están conformados por una estructura silogística, su aplicación revela per se una
técnica de interpretación.

El Tribunal Constitucional, desarrolla didácticamente los principios constitucionales que viene


aplicando en varios de sus pronunciamientos:

Principios de interpretación constitucional

Reconocida la naturaleza jurídica de la Constitución del Estado, debe reconocerse también la


posibilidad de que sea objeto de interpretación.

No obstante, la particular estructura normativa de sus disposiciones que, a diferencia de la gran


mayoría de las leyes, no responden en su aplicación a la lógica subsuntiva (supuesto normativo
– subsunción del hecho – consecuencia), exige que los métodos de interpretación constitucional
no se agoten en aquellos criterios clásicos de interpretación normativa (literal, teleológico,
sistemático e histórico), sino que abarquen, entre otros elementos, una serie de principios que
informan la labor hermenéutica del juez constitucional.
Tales principios son:

a) El principio de unidad de la Constitución: Conforme al cual la interpretación de la


Constitución debe estar orientada a considerarla como un “todo” armónico y
sistemático, a partir del cual se organiza el sistema jurídico en su conjunto.
b) El principio de concordancia práctica: En virtud del cual toda aparente tensión entre
las propias disposiciones constitucionales debe ser resuelta “optimizando” su
interpretación, es decir, sin “sacrificar” ninguno de los valores, derechos o principios
concernidos, y teniendo presente que, en última instancia, todo precepto
constitucional, incluso aquellos pertenecientes a la denominada “Constitución
orgánica” se encuentran reconducidos a la protección de los derechos
fundamentales, como manifestaciones del principio-derecho de dignidad humana,
cuya defensa y respeto es el fin supremo de la sociedad y el Estado (artículo 1º de la
Constitución).
c) El principio de corrección funcional: Este principio exige al juez constitucional que,
al realizar su labor de interpretación, no desvirtúe las funciones y competencias que
el Constituyente ha asignado a cada uno de los órganos constitucionales, de modo
tal que el equilibrio inherente al Estado Constitucional, como presupuesto del
respeto de los derechos fundamentales, se encuentre plenamente garantizado.
d) El principio de función integradora: El “producto” de la interpretación sólo podrá ser
considerado como válido en la medida que contribuya a integrar, pacificar y ordenar
las relaciones de los poderes públicos entre sí y las de éstos con la sociedad.
e) El principio de fuerza normativa de la Constitución: La interpretación constitucional
debe encontrarse orientada a relevar y respetar la naturaleza de la Constitución
como norma jurídica, vinculante en todo y no sólo parcialmente. Esta vinculación
alcanza a todo poder público (incluyendo, desde luego, a este Tribunal) y a la
sociedad en su conjunto.

La premisa a destacar, en suma, en relación a estos principios enunciados, como mandatos cuyo
fin es optimizar el contenido constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales,
apunta a que los mismos sirvan para esclarecer mejor las decisiones jurisdiccionales en el
complejo campo de resolución de las controversias sobre tutela urgente. Y muchas veces,
devienen en una tarea harto impostergable.

2. Interpretación Constitucional de la Ley.

La Constitución es el parámetro del control de constitucionalidad de la ley. Esto es doctrina


común y significa que la ley debe interpretarse a la luz de la Constitución cuando se pretende
verificar si es conforme con ella o no.

El control de constitucionalidad de la ley consiste en la actividad de juzgar si la ley es conforme


con la Constitución. Cuando la interpretación de la ley supera esta prueba (v.gr. es conforme
con la Constitución), entonces es constitucional.

Es obvio que la ley debe ser interpretada para determinar si es constitucional, y que el canon de
interpretación es la Constitución. Sin embargo, la Constitución no es una regla cuyo significado
sea claro para el que la aplica; la Constitución también necesita ser interpretada.

La ley no podría servir como criterio de interpretación de la Constitución, por ser


jerárquicamente inferior a la Constitución. Si se aceptara lo contrario, se estaría subvirtiendo
una parte fundamental de la estructura que sostiene al ordenamiento jurídico. En otras
palabras, sería incompatible con la supremacía constitucional sostener que la ley es útil para
determinar el sentido de la Constitución en el mismo acto en que la Constitución sirve para
interpretar la ley. Sin embargo, hay buenas razones para sostener precisamente eso. Y estas
razones están respaldadas por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.

La jurisprudencia del Tribunal Constitucional enseña que la ley es un elemento en muchos casos
decisivo para interpretar la Constitución. Esta conclusión es consistente con varios motivos de
distinta naturaleza (política, hermenéutica, jurídica) que conducen al mismo resultado: la
interpretación de la Constitución es un proceso que normalmente no prescinde de la ley.

La posición que la Constitución ocupa en el orden jerárquico del ordenamiento jurídico, implica
la interpretación conforme con ella de todo el resto de las normas. "La supremacía de la
Constitución (…) y su carácter central (…) en la validez del ordenamiento (…) obligan a interpretar
este en cualquier momento de su aplicación (…) en el sentido que resulta de los principios y
deberes constitucionales (…) Este principio es una consecuencia derivada del carácter normativo
de la Constitución y de su rango supremo y está reconocido en los sistemas que hacen de ese
carácter un postulado básico"

La interpretación de la ley.

La independencia que hay entre la aplicación de la ley y de la Constitución es lo que posibilita


que la Constitución sirva como canon de interpretación de la ley. Debido a que son normas
distintas y se aplican de manera independiente, es posible verificar si existe conformidad de la
una con la otra. Ley y Constitución son dos términos distintos de una comparación que tiene
como fin discernir si la ley es conforme con la Constitución

Esta independencia no significa lo mismo para la ley y para la Constitución, porque la ley –
aunque distinta de la Constitución– no puede aplicarse sino en conformidad con la Constitución

En cambio, la Constitución se aplicaría pura y simplemente. En este sentido, podría decirse que
la Constitución es una NORMA AUTOSUFICIENTE en su aplicación; mas no podría decirse lo
mismo de la ley.

La interpretación de la ley conforme con la Constitución es un deber que tiene por objeto la ley;
se trata de interpretar la ley. Y el canon de interpretación es la Constitución. Aunque sea riesgoso
servirse de una comparación gráfica para ilustrar la forma como opera el principio de
interpretación conforme, creo que la imagen de una horma o molde explica la función que en
este esquema se le atribuye a la Constitución: la ley debe ajustarse a ella como un objeto a su
molde.

3. El Precedente Vinculante.

En el Perú, las sentencias del Tribunal Constitucional que adquieren la calidad de cosa juzgada
constituyen precedente vinculante cuando así lo exprese la sentencia, precisando el extremo
de su efecto normativo, reza el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional. A partir de ello, el Tribunal Constitucional ha ejercido dicha facultad de manera
constante habiendo publicado diferentes precedentes, (con la salvedad que puedan ser más o
menos según se mire) que versan sobre diferentes temas: Derecho Penal, Procesal Penal,
Ejecución Penal, Laboral, Previsional, Administrativo, Parlamentario, Procesal Civil, Arbitraje y
Derechos Fundamentales.
Sin perjuicio de que podamos estar de acuerdo o no con el sentido de los precedentes adoptados
por el Tribunal Constitucional, es evidente que estamos ante una institución importante.

El precedente normativo, ejercido con ponderación, serenidad y visión de futuro, es un


instrumento noble que amerita ser reconocido y defendido. Es bastante conocida la tendencia
que cuestiona que los jueces puedan “crear” derecho, ya que estiman que su único papel es el
de interpretar “correctamente” para aplicar la ley al caso concreto.

Por otro lado, siendo que el propio Tribunal Constitucional ha fijado los requisitos que deben
presentarse para proceder a fijar un precedente, podríamos tener la seguridad de que no
estamos en presencia de meras inspiraciones.

Su creación, en efecto, amerita actuar con mucha responsabilidad y por ello se ha dejado
establecido que procede fijarlos cuando:

 Se aprecian contradicciones en la manera de concebirse o interpretarse los derechos,


principios o normas constitucionales o de relevancia constitucional;
 Se constata la presencia de interpretaciones erróneas de una disposición constitucional
o integrante del bloque de constitucionalidad, lo que a su vez genera una indebida
aplicación de la misma;
 Se comprueba la existencia de un vacío normativo;
 Se acredita que una norma jurídica admite varias posibilidades interpretativas;
 Tras el conocimiento de un proceso de tutela de derechos se aprecia que la conducta
reclamada se apoya en una norma jurídica que no sólo afecta al reclamante sino que
por sus efectos generales incide sobre una pluralidad de personas;
 Se hace necesario el cambio del precedente vinculante.

Ello constituye un marco conceptual que, de alguna manera, establece límites a lo que podría
devenir en libre creación, que a nadie genera seguridad.

Es por ello mismo criticable la tendencia del Tribunal Constitucional de sustentar sus decisiones
en lo que denomina “autonomía procesal”, pues esa prerrogativa pone en riesgo el deber de
autorestricción en el ejercicio de estas potestades. Sea como fuere, lo esencial para el buen
desempeño del Tribunal Constitucional es la calidad de los magistrados que lo integran.

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