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En tal sentido, el problema a resolver implicará tener en cuenta cómo se desarrollan las
interactuaciones entre las normas ordinarias y las disposiciones constitucionales que prevén la
protección de derechos fundamentales.
Debemos entonces establecer que si nos encontramos ante una controversia compleja, son
óptimas para aplicar las teorías de la argumentación jurídica o que van simplemente más allá de
la lógica jurídica, deberíamos cuidar el detalle de qué prever si las reglas no resultan suficientes
y los criterios, incompletos. Bajo esta pauta, nos inclinamos por esbozar que resultará necesario,
optar por el uso de reglas, criterios orientativos y principios, en forma conjunta o separada.
“Los principios son normas, pero no normas dotadas de una estructura condicional hipotética
con un supuesto de hecho y una sanción determinados. Los principios son mandatos de
optimización (…) los derechos fundamentales son el ejemplo más claro de principios que tenemos
en el ordenamiento jurídico.”
La premisa a destacar, en suma, en relación a estos principios enunciados, como mandatos cuyo
fin es optimizar el contenido constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales,
apunta a que los mismos sirvan para esclarecer mejor las decisiones jurisdiccionales en el
complejo campo de resolución de las controversias sobre tutela urgente. Y muchas veces,
devienen en una tarea harto impostergable.
Es obvio que la ley debe ser interpretada para determinar si es constitucional, y que el canon de
interpretación es la Constitución. Sin embargo, la Constitución no es una regla cuyo significado
sea claro para el que la aplica; la Constitución también necesita ser interpretada.
La jurisprudencia del Tribunal Constitucional enseña que la ley es un elemento en muchos casos
decisivo para interpretar la Constitución. Esta conclusión es consistente con varios motivos de
distinta naturaleza (política, hermenéutica, jurídica) que conducen al mismo resultado: la
interpretación de la Constitución es un proceso que normalmente no prescinde de la ley.
La posición que la Constitución ocupa en el orden jerárquico del ordenamiento jurídico, implica
la interpretación conforme con ella de todo el resto de las normas. "La supremacía de la
Constitución (…) y su carácter central (…) en la validez del ordenamiento (…) obligan a interpretar
este en cualquier momento de su aplicación (…) en el sentido que resulta de los principios y
deberes constitucionales (…) Este principio es una consecuencia derivada del carácter normativo
de la Constitución y de su rango supremo y está reconocido en los sistemas que hacen de ese
carácter un postulado básico"
La interpretación de la ley.
Esta independencia no significa lo mismo para la ley y para la Constitución, porque la ley –
aunque distinta de la Constitución– no puede aplicarse sino en conformidad con la Constitución
En cambio, la Constitución se aplicaría pura y simplemente. En este sentido, podría decirse que
la Constitución es una NORMA AUTOSUFICIENTE en su aplicación; mas no podría decirse lo
mismo de la ley.
La interpretación de la ley conforme con la Constitución es un deber que tiene por objeto la ley;
se trata de interpretar la ley. Y el canon de interpretación es la Constitución. Aunque sea riesgoso
servirse de una comparación gráfica para ilustrar la forma como opera el principio de
interpretación conforme, creo que la imagen de una horma o molde explica la función que en
este esquema se le atribuye a la Constitución: la ley debe ajustarse a ella como un objeto a su
molde.
3. El Precedente Vinculante.
En el Perú, las sentencias del Tribunal Constitucional que adquieren la calidad de cosa juzgada
constituyen precedente vinculante cuando así lo exprese la sentencia, precisando el extremo
de su efecto normativo, reza el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional. A partir de ello, el Tribunal Constitucional ha ejercido dicha facultad de manera
constante habiendo publicado diferentes precedentes, (con la salvedad que puedan ser más o
menos según se mire) que versan sobre diferentes temas: Derecho Penal, Procesal Penal,
Ejecución Penal, Laboral, Previsional, Administrativo, Parlamentario, Procesal Civil, Arbitraje y
Derechos Fundamentales.
Sin perjuicio de que podamos estar de acuerdo o no con el sentido de los precedentes adoptados
por el Tribunal Constitucional, es evidente que estamos ante una institución importante.
Por otro lado, siendo que el propio Tribunal Constitucional ha fijado los requisitos que deben
presentarse para proceder a fijar un precedente, podríamos tener la seguridad de que no
estamos en presencia de meras inspiraciones.
Su creación, en efecto, amerita actuar con mucha responsabilidad y por ello se ha dejado
establecido que procede fijarlos cuando:
Ello constituye un marco conceptual que, de alguna manera, establece límites a lo que podría
devenir en libre creación, que a nadie genera seguridad.
Es por ello mismo criticable la tendencia del Tribunal Constitucional de sustentar sus decisiones
en lo que denomina “autonomía procesal”, pues esa prerrogativa pone en riesgo el deber de
autorestricción en el ejercicio de estas potestades. Sea como fuere, lo esencial para el buen
desempeño del Tribunal Constitucional es la calidad de los magistrados que lo integran.