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Por:
Nahuel Sugobono
TITULO:
El regreso de los dioses
COPETE: 310
La antigua mitología germánica no es cosa del pasado: millones de personas en todo el mundo
han revitalizado el neopaganismo, y hoy se dicen herederos del antiguo culto de los vikingos. La
Argentina también cuenta con seguidores de este movimiento, reconocido oficialmente como una
religión en varios países.
Exaltación de la mujer
En el imaginario colectivo aparece la idea de un vikingo estereotipado, grosero, medio borracho y
peleador, siempre dispuesto a violar a las mujeres indefensas que encuentra en su camino. Es
verdad que las metáforas que nos ha dejado la poesía nórdica (en donde a la mujer se la llama
“adorno del banco”) no ayudan del todo a contrarrestar esta imagen, pero la realidad es que la
mujer ocupa un lugar de gran importancia en la antigua mitología germánica. Odín es el “padre
de los dioses” y, como tal, a él le pertenece la mitad de los guerreros que caen en las batallas.
Pero la otra mitad es para Freya. Y les corresponde a las bellas valquirias elegir quiénes van a
morir en el campo de batalla y luego llevarlos al Valhalla. No se aplica precisamente a ellas el
epíteto de “sexo débil”. Por otra parte, Odín es capaz de hacer las cosas a su capricho, y es
conocido su carácter irascible y cambiante, pero esto no obsta para que le pida consejo a su
esposa, Frigg, al momento de planear una visita a un gigante. Así comienza un antiguo poema:
“Aconséjame, Frigg, pues tentado estoy de llegarme a ver a Vaftrúdnir”. A pesar de no seguir la
sugerencia de Frigg de quedarse, ésta lo despide cariñosamente: “¡Venturosa la ida! ¡Venturosa la
vuelta! ¡Venturosa tu marcha sea!”.
Odín posee un trono desde el cual ve el universo. Sin embargo, un poema de la Edda poética
incluye a Frigg: “Odín y Frigg estaban en el trono Hlidskialf y veían todos los mundos”. En la
Edda en prosa, por su parte, se dice: “los dioses divinos son doce en número”. Pero
inmediatamente se agrega: “las diosas no son menos sagradas y no menos poderosas”. El
neopaganismo heredó esta devoción por la mujer, que encuentra su máxima expresión en el lugar
privilegiado que ocupa “la Diosa” en la wicca. Ecos de esta exaltación de lo femenino (aunque
simplificados y hasta malinterpretados) pueden encontrarse en la novela El código Da Vinci.
Los neopaganos, como los antiguos germánicos, creen que el fin del mundo llegará mediante un
cataclismo universal, el Ragnarök, que acabará tanto con la humanidad como con los dioses,
aunque posteriormente la Tierra volverá a surgir del océano, y se poblará nuevamente de hombres
y dioses. No podemos saber si ese tiempo está cerca o lejos, pero hoy, al menos, los dioses
germánicos están más vivos que nunca.
RECUADRO 1: 1.270
Tor, el fuerte; Odín, el rey
Odín es, sin dudas, el padre de los dioses, pero Tor es el más fuerte, el defensor tanto del Midgard
(la tierra de los hombres) como del Asgard (la tierra de los Ases, los dioses). Con su martillo
invencible, el Mjollnir (que vuelve a su mano después de lanzarlo), destruye a los gigantes,
amenaza constante para hombres y dioses. Su manifestación visible es el rayo y, a diferencia de
Odín (cuyo estado de ánimo es mudable), siempre es considerado un dios favorable a los
hombres. Mientras que Odín es astuto, ingenioso y, en ocasiones, falaz, Tor es directo y franco,
aunque esto, en ocasiones, lo haga aparecer como menos refinado e inteligente. Los estudiosos de
las religiones consideran que la oposición Tor-Odín muestra que Odín es una divinidad de la
aristocracia, mientras que Tor lo es del pueblo llano. Esto lo confirma la distribución de los
muertos en combate: mientras que Freya y Odín se reparten los guerreros, a Tor le tocan en suerte
los siervos. En tiempos en que la aristocracia es una especie en extinción, los neopaganos suelen
inclinarse por el dios del martillo, lo que no obsta para que exista una corriente “odinista”, atraída
por la profunda sabiduría y el poder de Odín. Al fin y al cabo, uno de sus nombres el Allföd, “el
padre de todo”.
RECUADRO 2: 1.050
Pequeño glosario neopagano
Ases: la principal familia de los dioses germánicos, a los que pertenecen Odín, Tor, Frigg, Bálder,
Tyr y Heimdal.
Blót: el sacrificio a los dioses. En el pasado se mataban animales y, aunque en algunos lugares
esto se sigue haciendo, hoy el sacrificio es mayormente simbólico.
Forn Sidr: “viejas costumbres”. Variante del neopaganismo germánico.
Odinismo: variante del neopaganismo germánico que reverencia de manera especial a Odín.
Runas: signos de escritura de los antiguos germanos. Se “trazan runas” para hacer un pedido
particular y para encontrar algún consejo (de manera similar a la consulta del I Ching). También
sirven para realizar hechizos y adivinación, aunque los datos que aparecen en los textos son
escasos.
Seid: la magia de los antiguos germánicos, emulada por sus seguidores actuales. En su origen es
una actividad esencialmente femenina.
Sumbel: brindis ritual a los dioses y seres de la tierra.
Vanes: la segunda familia de dioses germánicos, entre los que se cuentan Niord, Freyr y Freya.
Son dioses del mar, de la fertilidad y de la prosperidad.