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IMPUNIDAD"
INTEGRANTES:
INGRID BRAVO CHUNGA
NOEMI GARCIA LLACSAHUANGA
ASIGNATURA:
PSICOLOGIA FORENSE
DOCENTE:
OSCA MANUEL VELA MIRANDA
PIURA – 2019
ORIGENES DE LA AGRESIVIDAD HUMANA
En los tres años de edad los niños siguen mostrando los movimientos agresivos, pero
con mejor habilidad. Mientras, que a los cuatro años se reduce este tipo de agresividad y
surge la agresión indirecta. Esa última mencionada se aprende por situaciones sociales y
en ella los niños agreden por la espalda de la víctima. De esa forma evaden ser
golpeados. Esos hallazgos en niños llevaron a los científicos a decidirse por la
explicación lógica para este comportamiento.
La conclusión fue que la agresión es natural en los humanos y en los primates debido a
la necesidad de supervivencia. De hecho, los genes de cada organismo y el ambiente
que lo rodean ejercen influencia. Aunque, ambas especies poseen mecanismos para
apaciguar su agresión y vivir en grupos. Esos procesos son similares a los del control
del impulso sexual, ocurren en la parte pre frontal del cerebro y son regulados por el
neurotransmisor serotonina. Ese regulador surge desde el amino ácido triptófano que se
encuentra en diversos alimentos. Por otro lado, los asesinos muestran una corteza pre
frontal pobre lo que explica sus problemas de autorregulación, socialización,
aprendizaje y lenguaje. Algunas de las posibles causas son dietas pobres y consumo de
sustancias tóxicas durante el embarazo. Otros estudios indican que partos con
complicaciones aportan a la agresividad. En fin, la parte pre frontal del cerebro será
determinante en el comportamiento del individuo y la lectura es importante para su
desarrollo saludable.
Los mecanismos de apaciguar son activados por los castigos, el dolor, la soledad y la
lucha cuerpo a cuerpo entre niños. Esos ayudan a la interrelación de forma adecuada y
participan en el crecimiento del cerebro. Aunque, golpear a los niños puede reforzar la
agresividad, aun cuando cause dolor en ellos. El dolor que disminuye la agresividad es
el recibido luego de ser agresivo con otro niño en desarrollo. Preferiblemente la
retroalimentación negativa reduce la agresividad mejor que los golpes. Mientras, el
vocabulario contribuye para expresar lo que sienten, solucionar los problemas y reducir
la expresión física. Por tal razón, una forma de reducir la agresividad es aumentando la
capacidad lingüística del individuo.
Todas las investigaciones indicaron que la agresión se puede detectar desde la niñez. Por
tal razón, esa etapa debe ser el momento indicado para corregir ese comportamiento. De
hecho, los investigadores consideraron que corregir a los jóvenes es demasiado tarde.
En fin, la mejor forma de eliminar la criminalidad es tomando acción con las futuras
generaciones.
El origen del comportamiento agresivo es tan primitivo como complejo. Los factores
que lo provocan son tan numerosos y variados, por lo que habría que analizar el
fenómeno en su conjunto para poder comprenderlo.
Según el psicoanálisis, dentro de cada uno de nosotros existe una lucha entre los
impulsos instintivos (Libido y agresión) que requiere su satisfacción inmediata. Esta
necesitad se enfrenta contra las exigencias de la vida real que nos obliga a reprimir los
impulsos y en consecuencia nace la cultura. En resumen…todos nacemos con un
potencial de impulsos instivivos que pueden ser canalizados hacia fines constructivos.
Si en nuestro proceso de aprendizaje, durante la juventud, esto no se consigue,
prevalecerán los impulsos destructivos, incluso hacia nosotros mismos.
Actualmente los expertos coinciden en que el factor que más incide sobre la conducta
agresiva es el de la condición sexual. El fracaso y la frustración son, en gran medida,
sus detonantes.
Es importante destacar, que si bien la agresividad está ligada a la estructura del ser
humano, el comportamiento agresivo también se aprense. Por este motivo es muy
importante los modelos de conducta durante el proceso de aprendizaje en la niñez. Es
aquí donde la figura de los padres desempeña una labor crucial al enseñar a sus hijos
como canalizar sus impulsos.
Teorías de la agresividad
Las teorías que han explicado la agresión han atravesado por distintos elementos. Por
ejemplo, el carácter intencional de la agresión, las consecuencias aversivas o negativas
para los involucrados, la diversidad de expresión del fenómeno, los procesos
individuales que la genera, los procesos sociales implicados, entre muchos otros.
En este texto hacemos una lectura de Doménech e Iñiguez (2002) y Sanmartí (2006),
con la intención de repasar cuatro de las grandes propuestas teóricas que han explicado
la agresividad.
1. El determinismo biológico y teorías instintivas
Esta línea explica la agresividad como resultado del aprendizaje y varios factores
ambientales complejos. Se agrupan aquí una serie de trabajos que explican la
agresividad como consecuencia de un elemento externo que es el principal
desencadenante. Dicho de otra forma, antes de la agresión, hay otra experiencia,
relacionada con un evento ajeno a la persona: la frustración.
Esto último es conocido como la teoría de la frustración-agresión y explica que, tal
como las teorías instintivas lo propusieron, la agresividad es un fenómeno innato. No
obstante, depende en todo momento de si la frustración se genera, o no. A su vez la
frustración es generalmente definida como la consecuencia de no poder llevar a cabo
una acción tal como ha sido anticipada, y en este sentido, la agresividad sirve como
un calmante de los niveles altos de frustración.
3. El aprendizaje social
Más allá ser la respuesta biológica ante estímulos potencialmente riesgosos para la
sobrevivencia, la violencia pone en acto los significados socioculturales que atribuimos
a ciertos eventos comprendidos en términos de peligrosidad. En este sentido podemos
pensar que la violencia es un comportamiento que solo puede tener lugar entre los seres
humanos, mientras que la agresividad o la conducta agresiva, son respuestas que
pueden tener lugar también en otras especies.
En esta comprensión de la agresividad juegan un papel activo y relevante las emociones,
como el miedo, entendido también en términos innatos como un esquema adaptativo y
un mecanismo de sobrevivencia. Lo que nos lleva a considerar que tanto el miedo como
la agresividad pueden ser pensados más allá de ser “buenos” o “malos”.
Si es posible mirar la agresividad desde el punto de vista de los procesos por medio de
los cuales una persona se vuelve competente para la sociedad (la socialización), también
podemos poner atención a los distintos fenómenos y experiencias que son distintas, por
ejemplo, por las diferencias de clase, raza, género, condición socioeconómica,
discapacidad, etc.
En este sentido, la experiencia que provoca frustración y desencadena una conducta
agresiva, que quizá es después violenta, puede no ser desencadenante de la misma
forma en mujeres o en hombres, en niños o en adultos, en alguien de clase alta y alguien
de clase baja, etc.
Es así porque no todas las personas nos hemos socializado en relación con los mismos
recursos para vivir y manifestar tanto la frustración como la agresividad de la misma
manera. Y por la misma razón, el abordaje es también multidimensional y es importante
situarlo en el contexto relacional donde se genera