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UNIVERSIDAD PRIVADA SAN JUAN BAUTISTA

FACULTAD DE DERECHO
ESCUELA ACADEMICO PROFESIONAL DE DERECHO

INVESTIGACION FORMATIVA

La reivindicación. La acción reivindicatoria. Los requisitos, características y pretensión


reivindicatoria. Condiciones y vías procedimentales. Puntos controvertidos.

AUTORES:

Basaldúa Campos Jeremy Ferdinand Fracchia Blanco Francesca


Alessandra Mariana

DOCENTE:
Salas Calderón Daniel Fernando

CURSO:
Derecho Procesal Civil II

CICLO: VI

ICA – PERÚ
2019-I

1
DEDICATORIA

Dedicamos el presente trabajo a


Dios, por darnos el valor y coraje.
A nuestros padres que siempre
nos apoyan para lograr nuestras
metas de ser profesionales y a
nuestros distinguidos docentes
que día a día nos acompañan en
nuestro trayecto universitario,
educándonos.
Los autores.

2
AGRADECIMIENTO

A Dios por permitirnos culminar nuestro trabajo de investigación.

A nuestros padres, quienes depositan su entera confianza en nosotros.

A la Universidad Privada San Juan Bautista, a sus autoridades, quienes responsablemente


ponen a nuestra disposición un espacio agradable y con múltiples opciones para desarrollar
nuestras capacidades de investigación.

A nuestro distinguido docente, Salas Calderón Daniel Fernando, por su apoyo constante y
profesionalismo en la culminación del trabajo de investigación

A la plana docente de la Escuela Profesional de Derecho de la Universidad Privada San Juan


Bautista; por compartir sus conocimientos, experiencias profesionales y participación en el
proceso de formación continúa mejorando la calidad educativa de nuestro país.

Los autores.

3
INDICE
LA REIVINDICACION
INTRODUCCION ........................................................................................................................ 5
1. Concepto. ........................................................................................................................... 6
2. La Acción Reivindicatoria .............................................................................................. 6
2.1. Definición ..................................................................................................................... 6
2.2. Requisitos de Procedencia ....................................................................................... 6
2.3. Características ............................................................................................................ 8
2.4. La Pretensión Reivindicatoria ................................................................................. 10
3. El desalojo del propietario contra el precario. ....................................................... 11
3.1. Condiciones. .............................................................................................................. 11
3.2. Vías procedimentales. ............................................................................................. 12
4. Puntos Controvertidos.................................................................................................. 14
4.1. El propietario del terreno sobre el cual otro sujeto ha construido de buena fe
¿puede valerse de la reivindicación? ................................................................................ 15
4.2. Reivindicación y mejor derecho de propiedad: ¿no generan cosa juzgada? . 17
4.3. La funcionalidad de la reivindicación en el sistema jurídico peruano frente al
conflicto de titularidades. ..................................................................................................... 21
4.4. La inexistencia de una definición legal sobre la acción de reivindicación. ...... 24
4.5. La inoperancia de la acción reivindicatoria. ......................................................... 25
4.6. La disfuncionalidad de la reivindicación en los casos de conflicto de
titularidades. .......................................................................................................................... 25
CONCLUSION .......................................................................................................................... 27
BIBLIOGRAFIA ........................................................................................................................ 28

4
INTRODUCCION

El derecho de propiedad en ocasiones es vulnerable por condiciones externas


como la falta de posesión en el tiempo, en el caso de la prescripción adquisitiva
de dominio o la falta de posesión continua que ocasiona que terceras personas
puedan hacerse con la posesión del bien. Ante estas circunstancias nace una
figura en el código civil, denominado la acción reivindicatoria. Esta figura es un
instrumento fundamental para proteger el derecho de propiedad ante terceros
que puedan tener la intención de hacerse con la titularidad del bien con paso del
tiempo por medio de la posesión. Dicho esto, es menester destacar que la
reivindicación en la doctrina peruana tiene puntos controvertidos, los cuales han
sido materia de casación o incluso materia en un pleno casatorio y por tal motivo
en el presente trabajo iremos desarrollando desde la definición de las figuras
presentadas el índice, hasta dilucidar en los puntos controvertidos.

Sin preámbulo, pasaremos a desarrollar el tema.

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LA REIVINDICACION

1. Concepto.

La palabra reivindicar significa: reclamar, recuperar lo que nos pertenece.

La reivindicación es el derecho inherente al dominio y derivado del mismo, que


asiste al dueño de una cosa para perseguirla, reclamarla y restituirla a su poder
cuando haya salido de este sin título jurídico o por título ilegítimo o insuficiente.

La reivindicación es una acción que tutela al derecho de propiedad: sirviendo


como instrumento para prevenir, impedir o reparar una lesión al derecho de
propiedad y al ejercicio de las facultades que él supone. De manera, que no se
puede concebir el ejercicio de la propiedad, sin que puedan ser ejercidas algunas
acciones necesarias para su defensa o tutela, frente a las eventuales
intromisiones ajenas.

2. La Acción Reivindicatoria
2.1. Definición

La acción reivindicatoria puede definirse como el instrumento típico de


protección de la propiedad de todo tipo de bienes, muebles o inmuebles, por
cuya virtud, se declara comprobada la propiedad a favor del actor, y, en
consecuencia, se le pone en posesión del bien para hacer efectivo el ejercicio
del derecho. Es por tanto, una acción real (protege la propiedad frente a
cualquiera, con vínculo o sin él, en cuanto busca el reconocimiento jurídico del
derecho y la remoción de los obstáculos de hecho para su ejercicio); de doble
finalidad (declarativa y de condena); plenaria o petitoria (amplia cognición y
debate probatorio, con el consiguiente pronunciamiento con autoridad de cosa
juzgada) e imprescriptible1.

2.2. Requisitos de Procedencia


a) El actor debe probar la propiedad del bien. No basta acreditar que el
demandado no tiene derecho a poseer, pues si el demandante no prueba
su pretensión entonces la demanda será declarada infundada. El efecto
de una sentencia negativa es rechazar definitivamente, y con efecto de

1
Artículo 927º C.C.- La acción reivindicatoria es imprescriptible. No procede contra aquél que adquirió
el bien por prescripción.

6
cosa juzgada, la invocada calidad propietaria del actor; sin embargo, la
sentencia negativa no produce efecto alguno en el demandado.
Evidentemente, una cosa es decir que el primer requisito de la acción
reivindicatoria es la prueba de la propiedad, pero otra muy distinta es
lograr la acreditación. No debemos olvidar que uno de los problemas
prácticos más serios del Derecho civil patrimonial es conseguir la
suficiente prueba del dominio.
b) El demandado no debe ostentar ningún derecho que le permita mantener
la posesión del bien. Sin embargo, durante el proceso, el demandado
pudo invocar cualquier título, incluso uno de propiedad. Por tanto, no es
correcto pensar que el demandado es un mero poseedor sin título, pues
bien podría tener alguno que le sirva para oponerlo durante la contienda.
En tal sentido, la acción reivindicatoria puede enfrentar, tanto a sujetos
con título, como a un sujeto con título frente a un mero poseedor. En
cualquiera de las dos hipótesis, el juez se encuentra legitimado para
decidir cuál de los dos contendientes es el verdadero dueño (verus
dominus).
c) El demandado debe hallarse en posesión del bien, pues la reivindicatoria
pretende que el derecho se torne efectivo, recuperando la posesión. Por
ello, el demandado podría demostrar que no posee, con lo cual tendría
que ser absuelto. También se plantean problemas si el demandado ha
dejado de poseer, pues la demanda planteada no tendría eficacia contra
el nuevo poseedor. ¿Qué pasa si el demandado pretende entorpecer la
acción reivindicatoria traspasando constantemente la posesión a una y
otra persona a fin de tornar ineficaz la sentencia por dictarse? En doctrina,
se admite que la acción es viable contra quien dejó de poseer el bien en
forma dolosa una vez entablada la demanda. Esta es la solución del
Derecho romano, pero, ¿cómo evitar las dificultades de la prueba del
dolo? Nuestra opinión es distinta: la reivindicatoria es una acción real y se
impone contra todo tercer poseedor, pues si el traspaso se produjo luego

7
de iniciado el proceso judicial, entonces la sentencia afecta al demandado
y a todos los que derivan sus derechos de aquel.2
d) No basta individualizar al demandante y al demandado, pues también es
necesario que el objeto litigioso sea identificado. Los bienes,
normalmente, constituyen elementos de la realidad externa, es decir, son
los términos de referencia sobre los cuales se ejercen las facultades y
poderes del derecho real. En caso contrario, este caería en el vacío, pues
no habría objeto de referencia. Por ello, los bienes deben estar
determinados, es decir, conocerse cuál es la entidad física (o ideal) sobre
la que su titular cuenta con el poder de obrar lícito. En tal sentido, los
bienes deben estar individualizados, aislados o separados de cualquier
otro bien; en resumen, deben contar con autonomía jurídica, fundada
sobre la función económica y social que el bien cumple de acuerdo a su
naturaleza y la voluntad de los sujetos. En efecto, el derecho de propiedad
se ejerce sobre cosas u objetos del mundo exterior que sean apropiables
y cuenten con valor económico. Estas cosas u objetos tienen
necesariamente límites físicos que permiten establecer con exactitud (o,
por lo menos, con determinación aproximada) hasta donde se extienden
las facultades del propietario. Si se prueba la propiedad del actor, pero no
se prueba que el objeto controvertido sea el mismo al que se refiere el
título de propiedad, entonces la demanda será rechazada.
2.3. Características

En primer lugar, la acción reivindicatoria es una acción real, es decir, la dirige


el propietario contra cualquier tercero que se encuentra en posesión del bien,
sea que mantenga vínculo, o no, con el titular. Esta es una diferencia radical
con los interdictos o el desalojo, que son remedios estrictamente posesorios.
Por tanto, el actor debe comprobar el dominio como presupuesto para el éxito
de la acción. Si así ocurre, entonces el efecto inmediato es reponer al
demandante en el ejercicio del derecho que le corresponde; hacer efectiva la
titularidad; remover los obstáculos para la actuación en el caso concreto de
la prerrogativa jurídica. En pocas palabras, si el propietario tiene derecho a

2
Articulo 123 Inc. 2 C. P. C. […] La cosa juzgada sólo alcanza a las partes y a quienes de ellas deriven sus
derechos. Sin embargo, se puede extender a los terceros cuyos derechos dependen de los de las partes o
a los terceros de cuyos derechos dependen los de las partes, si hubieran sido citados con la demanda […].

8
usar, disfrutar y disponer del bien3, entonces la acción reivindicatoria busca
restablecer ese goce.

El fin de la reivindicatoria es proteger la propiedad, pero, luego de


comprobado ello, la consecuencia es poner en posesión al actor. Por tanto,
la posesión solo es el fin subsidiario de la reivindicatoria, pero no el principal
ni el inmediato. En segundo lugar, la reivindicatoria cumple doble finalidad:
es acción declarativa y acción de condena. Es declarativa, en cuanto el juez
concluye con una comprobación jurídica de titularidad que elimina
definitivamente el conflicto de intereses. Es de condena, pues, la ejecución
de la sentencia produce un cambio en el mundo físico, por lo que el poseedor
vencido deberá ser despojado legítimamente para efecto de que el
propietario vencedor inicie el disfrute directo de la cosa. Así lo reconoce la
sentencia de la Corte Suprema de 07 de abril de 2008 (Casación N° 1734-
2007-Loreto). Conforme a la mejor doctrina, “resulta extremadamente natural
que el sistema normativo permita, en primer lugar, al propietario, la posibilidad
de reconciliarse materialmente con el bien objeto de propiedad”. Muchos
creen que la acción reivindicatoria es meramente posesoria, esto es, la
subsumen como acción exclusiva de condena, lo que es un grave error, pues
si fuera así, entonces el demandado debería ser el vencedor siempre, pues,
ya cuenta con la posesión actual; mientras que el actor solo tiene el título
dominical. Por tanto, lo que se pretende en primer término es el
reconocimiento del derecho real, y solo en vía complementaria, la puesta en
posesión. La confusión nace porque la acción reivindicatoria, sin duda
alguna, culmina también con el ejercicio posesorio a favor del demandante,
pero ello no elimina el paso previo que lo define y lo caracteriza: la
declaración jurídica de propiedad. En tercer lugar, la acción reivindicatoria es
un remedio procesal de carácter plenario o petitorio, es decir, la controversia
es amplia y no está sujeta a limitación de medios probatorios, por lo que se
trata de un proceso contradictorio, con largo debate, que concluye mediante
una decisión con autoridad de cosa juzgada. Esta es una de las grandes
diferencias con las acciones sumarias, como aquellas de tutela de la

3
Artículo 923º C.C.- La propiedad es el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y reivindicar
un bien. Debe ejercerse en armonía con el interés social y dentro de los límites de la ley.

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posesión, particularmente el interdicto o el desalojo por precario. En cuarto
lugar, la acción reivindicatoria es imprescriptible (art. 927 CC), lo cual significa
que la falta de reclamación de la cosa no extingue el derecho. Una cosa
distinta es que hechos jurídicos sobrevenidos puedan extinguirla, como la
usucapión (posesión de tercero, sin interrupción) o el abandono (falta de
posesión o vinculación con la cosa). La Corte Suprema lo ha recordado en la
sentencia de 16 de septiembre de 2003 (Casación N° 65- 2002-La Libertad,
publicada en el diario oficial el 01 de marzo de 2004).

2.4. La Pretensión Reivindicatoria

Mediante la acción ponemos en actividad la función jurisdiccional del Estado.


Mediante la pretensión exigimos del demandado la satisfacción de nuestro
derecho. Entre la acción y la pretensión existe un elemento de contacto, que
es la demanda, con la que se ejerce la acción y contiene a la pretensión. Es
por ello que insistimos en que lo que comúnmente se denomina "acción
reivindicatoria" no es otra cosa que pretensión reivindicatoria.

La reivindicación exige dos condiciones. La primera, que el reivindicante sea


propietario de la cosa reivindicada. La segunda, que se haya perdido la
posesión de la cosa reivindicada. Nuestro Código Civil es lacónico en cuanto
a la reivindicación, limitándose a expresar que constituye uno de los atributos
de la propiedad, que es imprescriptible y que no procede plantearse contra
quien adquirió el bien por prescripción. A pesar de la brevedad en el
tratamiento legislativo, podemos obtener aquí la primera de las condiciones
de la reivindicación que reconoce nuestro legislador, y que es sostenida por
un sector de la doctrina en materia de derechos reales, en el sentido que la
reivindicación es una manifestación del derecho de propiedad. Es decir, la
reivindicación nace del dominio. Por esa razón se explica que el derecho a
reivindicar sea imprescriptible, pues nace de un derecho perpetuo como lo es
la propiedad, la que no se pierde por el transcurso del tiempo, sólo se
transmite a quien adquiere por usucapión. Podría intentarse argumentar
contra esta tesis, para sostener que la reivindicación no es un derecho que
se origine en la propiedad y que deba ser planteado sólo por quien la detenta,
haciendo referencia al artículo 1070 del Código Civil, que permite plantear la
reivindicación al acreedor prendario que ha perdido involuntariamente la
10
posesión del bien recibido en prenda. Pero este contra-argumento es en
realidad inconsistente, pues el artículo citado reconoce la "acción
reivindicatoria" al acreedor prendario "si ella corresponde al constituyente".
Es decir que, el acreedor prendario tiene en realidad un derecho a reivindicar
derivado del constituyente de la prenda, quien no es otro que el propietario.
Por ello, en realidad el artículo 1070 de nuestro Código Civil no hace sino
ratificar que la reivindicación corresponde sólo al propietario y, en todo caso,
en palabras de Salvat, cabría explicar esta facultad del acreedor prendario
diciendo que hay a favor de él "un mandato tácito del propietario de la cosa
dada en prenda". Por ello, concluimos que conforme al Código Civil peruano,
la reivindicación corresponde sólo al propietario. En cuanto a la segunda
condición, la pérdida de la cosa reivindicada, el propietario debe verse
privado de la posesión, la que busca recuperar a través de la reivindicación,
como expresión de su derecho de propiedad para el restablecimiento total de
ésta. Salvat resume esta segunda condición diciendo que "si el propietario es
molestado en el ejercicio de su derecho de propiedad, pero sin llegar a verse
privado de la posesión, en términos más concretos, sin llegar a perderla, la
acción de reivindicación es inadmisible". Obviamente que al ser privado de la
posesión, ésta es ejercida por un tercero de manera ilegítima.

3. El desalojo del propietario contra el precario.


3.1. Condiciones.

De lo expuesto en el punto precedente, se aprecia que en el proceso de


desalojo, en el supuesto mencionado en el epígrafe, se exigen dos
condiciones que coinciden de manera exacta con las condiciones para la
reivindicación, esto es, que el sujeto activo sea propietario del bien objeto de
la pretensión y que la posesión respecto de dicho bien se haya perdido y la
detente ilegítimamente un tercero a quien se le exige la restitución. En
síntesis, debe presentarse propiedad en el actor y posesión ilegítima en el
demandado. Al igual que en la reivindicación, la pretensión de restitución por
el propietario contra el precario será imprescriptible, pues nace del derecho
de propiedad que es perpetuo. El transcurso del tiempo impedirá el
planteamiento exitoso de la pretensión sólo en cuanto signifique que el
precario haya adquirido la propiedad por prescripción adquisitiva conforme a

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los artículos 950 y 951 del Código Civil, lo cual, como es obvio, significará
que el actor haya perdido la condición de propietario que lo legitimaría para
demandar.

3.2. Vías procedimentales.

Al plantear el propietario la restitución del bien ejerciendo la pretensión


reivindicatoria reconocida en los
artículos 923 y 927 del Código Civil, se distingue si el bien es mueble o
inmueble. En el primer caso se acudirá generalmente al proceso de
conocimiento o al proceso abreviado, respectivamente, al no tener el asunto,
aparentemente, una vía procedimental propia. Es entonces el juez quien, en
aplicación de lo dispuesto en los artículos 477 o 487 del Código Procesal
Civil, al calificar la demanda y dictar el auto admisorio, determina la vía
procedimental que considera aplicable. Si el bien que se reivindica es
inmueble, tratándose de una pretensión relativa a derechos reales, conforme
al artículo 12 del Código Procesal Civil, el valor del bien a la fecha de la
interposición de la demanda determina la competencia y la vía procedimental,
empleando para esto último las reglas de los artículos 475, inciso 2 y 486,
inciso 7 del Código Procesa. El desalojo contra el precario se tramitará en la
vía del proceso sumarísimo como lo establece el artículo 546, inciso 4 del
Código Procesal Civil. La utilización de una u otra vía procedimental tiene
marcadas diferencias entre sí. Nos referiremos a las más resaltantes:

 Los plazos procesales.


 La simplificación del proceso sumarísimo, donde en aplicación del
principio de concentración se llevan a cabo en una sola audiencia
varios actos procesales, como el saneamiento procesal, la
conciliación, la fijación de puntos controvertidos, el saneamiento
probatorio, la actuación de pruebas y hasta la expedición de la
sentencia.
 La improcedencia de la reconvención, del ofrecimiento de medios
probatorios en segunda instancia, de la variación de la demanda y de
los medios probatorios extemporáneos en el proceso sumarísimo.
 La imitación a medios probatorios de actuación inmediata en las
tachas y oposiciones en el proceso sumarísimo. Como sabemos, el
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proceso sumarísimo existe para que en él se ventilen cuestiones que,
por su poca complejidad, no requieren de plazos amplios ni de
despliegue de profusa actividad procesal para lograr la convicción
judicial y por lo tanto la declaración de certeza, siendo suficiente el
otorgar las garantías básicas para que las partes puedan formular sus
postulaciones y acreditarlas en forma proporcional a la complejidad del
asunto controvertido.

Los problemas derivados de la coexistencia de la reivindicación y el desalojo.


Hemos visto que la pretensión restitutiva del actor se fundamenta en su
derecho de propiedad y en que la posesión del demandado es ilegítima.
Hemos visto también que la posesión del demandado puede ser ilegítima
básicamente por tres razones:

I) Porque descansa en un título inválido por defecto de forma o de


contenido.
II) Porque no existe título alguno.
III) Porque el título que existía ha fenecido.

En el primer caso, imaginemos que el propietario conoce del título inválido, el


que por las circunstancias que lo rodean resulta ser un título que el poseedor
puede razonablemente creer válido. La prueba que deberá aportar el actor
versará sobre su derecho de propiedad y sobre la invalidez del título del
poseedor demandado. La necesidad de probanza de esto último es lo que
justificará que el demandante proponga someter la pretensión reclamada a la
vía más dilatada del proceso abreviado o de conocimiento, pues se requiere
contar con mayores plazos y posibilidades de despliegue de actividad
probatoria para plantear, debatir y acreditar la validez o invalidez del título
invocado por el demandado justificando su posesión. Así, el demandante,
que al momento de demandar conoce del título del demandado, deberá
acreditar su derecho de propiedad y las razones alegadas por las que el
discutido título posesorio del demandado es inválido. Por su parte, este
deberá sostener la validez del título que invoca para poseer y aportar prueba
sobre ello. En los otros dos supuestos el demandante deberá acreditar
también propiedad, y el demandado deberá probar la existencia de un título
que sustente su posesión. Recordemos que al poseedor se le atribuye la
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calidad de poseedor sin título o con título fenecido. El problema central se
presenta justamente cuando el demandante ha acudido al desalojo por
precario en el proceso sumarísimo y el demandado, a quien se le atribuye la
calidad de precario o poseedor ilegítimo sin título alguno o con título fenecido,
al contestar a la demanda esgrime un título para justificar su posesión, y por
las circunstancias que rodean este título resulta discutible o sustentable por
el poseedor. Ello complicaría el proceso creando la necesidad de evaluar la
validez de ese título, para lo cual el proceso debe otorgar oportunidades y
medios para debatir y acreditar los extremos necesarios. Insistimos en que el
título presentado por el demandado debe ser verosímil o sustentable, pues
obviamente que no toda invocación por el demandado de un título para
poseer generará la necesidad de abrir el debate sobre la validez del mismo,
dado que habrá muchos casos en los que resulte evidente que el pretendido
título no tiene el menor elemento que permita sustentar la posesión. Es decir,
que no se presentan "las circunstancias", que exige al artículo 907 del Código
Civil, que permitan al poseedor creer razonablemente que posee
legítimamente. Estaríamos frente a lo que Jorge Walter Peyrano, haciendo
referencia a las conclusiones del VIII Congreso Provincial de Derecho
Procesal de Santa Fe en setiembre de 1993, llama "improponibilidad objetiva
de postulaciones". Como mencionamos en la introducción, no son poco
frecuentes los casos en que, después de haber soportado las partes las duras
cargas que impone someterse a un proceso judicial, demandando el desalojo
por precario, se declara improcedente la demanda en razón que el
demandado ha invocado un título justificando la posesión del bien, título que
se afirma requiere ser evaluado en una vía procedimental más amplia. Ello
puede obedecer sencillamente a que el propietario crea que el poseedor del
bien no tiene título alguno para poseer cuando en realidad sí tiene un título
inválido por razón de forma o de contenido, o desconoce bajo qué título posee
el tercero el inmueble de su propiedad, por ejemplo, al haberlo adquirido
ocupado.

4. Puntos Controvertidos

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4.1. El propietario del terreno sobre el cual otro sujeto ha construido de
buena fe ¿puede valerse de la reivindicación?

La Corte Suprema ha señalado que la reivindicación es el ejercicio de la


persecutoriedad que es una facultad de la cual goza el titular de todo derecho
real de perseguir el bien sobre el cual recae su derecho. Sin embargo, si de lo
actuado en el proceso se acredita que el demandado por reivindicación ha
construido de buena fe en el terreno de propiedad del actor, resulta de aplicación
la norma que contiene el artículo 941 del Código Civil, debiendo el actor optar,
en ejecución de sentencia, entre hacer suyo lo edificado u obligar al invasor a
que le pague el terreno.4
Sobre el tema, cabe señalar que un sector todavía numeroso de la doctrina
hispano parlante señala que uno de los llamados atributos de la propiedad está
dado por la facultad de reivindicar el bien. En efecto, para este sector de opinión,
la posibilidad que tiene el propietario de reivindicar, es una clara manifestación
del denominado ius reivindicandi, el cual, a su vez, sería una especificación de
la llamada persecutoriedad.
Esta manera de ver las cosas no puede ser compartida porque, entre otras
cosas, olvida que las situaciones jurídicas subjetivas, en tanto posiciones que
ocupan los sujetos respecto de las normas jurídicas, son solo instrumentos que
el legislador otorga a los sujetos para la satisfacción de sus intereses. Son éstos,
entonces, los que constituyen la base de la calificación jurídica operada por el
legislador. Ahora bien, nadie se atrevería a negar que el derecho de propiedad,
como todo derecho subjetivo (y no como poder, como erradamente lo denomina
el artículo 923 del Código Civil), es una situación jurídica subjetiva. Y si ello es
así, no se entiende cómo es que se puede sostener que la posibilidad de
reivindicar pertenece al contenido del derecho de propiedad. Nos explicamos, si
las situaciones jurídicas subjetivas son instrumentos para la satisfacción de
intereses, resulta evidente que el ordenamiento debe asignarles adecuados
medios de tutela en el caso que el interés que les sirve de presupuesto sea
efectivamente lesionado o, por lo menos, cuando exista la objetiva posibilidad de

4
CAS. N° 1783-2005-ICA (El Peruano, 1/08/06).

15
que la lesión se produzca. Si la lesión de produce, el interés cambia, ya no es el
mismo, de modo que el ordenamiento debe asignar otro instrumento para la
satisfacción de ese nuevo interés. Esto es, precisamente, lo que acontece con la
llamada acción reivindicatoria, disciplinada por el artículo 927 del Código Civil.

Si el propietario es privado de la posesión del bien materia de su derecho por


parte de quien no ostenta una justificación para poseer, el ordenamiento le otorga
un medio de tutela, dándole el derecho de reivindicar que es otro derecho distinto
de aquél que tutela porque, entre otras cosas, está dirigido a satisfacer un interés
distinto. Por ello, resulta claro que, en tanto mecanismo de tutela, el derecho de
reivindicar no forma parte del contenido de la propiedad: sirve como un medio
que la tutela, pero no se confunde con ella. Solo surge, como todo medio de
tutela, en caso de que se verifique una situación anómala que, en este caso, es
la desposesión ilegítima del propietario por obra de un sujeto que no tiene título
para poseer. Ahora bien, la accesión es un modo de adquisición del derecho de
propiedad que se inserta en un supuesto de hecho complejo que hace depender
la adquisición del derecho de propiedad de la presencia de una serie de
circunstancias que pueden resumirse de la siguiente manera, tal como está en
indicado en el artículo 938 del Código Civil: adquiere la propiedad por accesión
el sujeto a cuyo bien se ha unido o adherido materialmente otro. Como señala
Gonzáles Barrón, el presupuesto para que opere este instituto es que existan
dos bienes, uno de los cuales tiene el carácter de principal y el otro de accesorio.5
En tal sentido, como anota el autor citado, es necesaria la modificación objetiva
del bien que adquirirá la calificación de principal como resultado de la adhesión
material del bien que será considerado como accesorio. Por otro lado, el artículo
941 del Código Civil, establece que: “Cuando se edifique de buena fe en terreno
ajeno, el dueño del suelo debe pagar el valor de la edificación, cuyo monto será
el promedio entre el costo y el valor actual de la obra. En el segundo caso, el
invasor debe pagar el valor comercial actual del terreno”. La idea que subyace a
esta norma es que la propiedad se mantenga en una sola esfera jurídica porque

5
Gonzáles Barrón, G. (2005). Derechos Reales. 2ª Edición. Jurista Editores.
Lima; p. 637.
16
la copropiedad acarrearía situaciones de conflicto no deseables porque
atentarían contra la eficiencia del sistema.

Como puede observarse, la norma otorga un derecho potestativo al propietario


del suelo para que pueda sujetar al sujeto que ha construido de buena fe en su
terreno, ya sea a la modificación de su esfera jurídica en virtud de la “apropiación”
de lo edificado, ya sea al pago de un crédito consistente en el valor del terreno,
convirtiéndose, de este modo, en su acreedor. Finalmente, y en relación con el
caso contenido en la sentencia materia de este comentario, debemos indicar que
el propietario del terreno sobre el cual ha sido levantada una construcción (con
buena fe) puede valerse de la llamada acción reivindicatoria, dado que esta,
como se ha visto, procede en los casos en que existe un propietario que ha sido
privado de la posesión del bien contra el sujeto que posee sin ser propietario,
cosa que, como se comprenderá, ha ocurrido en el caso materia de la sentencia
que antecede a estas líneas.

4.2. Reivindicación y mejor derecho de propiedad: ¿no generan cosa


juzgada?

Alan Pasco Arauco, critica que la Corte Suprema haya descartado que pueda
existir cosa juzgada en los procesos de mejor derecho de propiedad. Señala que
la judicatura no ha tomado en cuenta aquellos casos en donde la sentencia
expedida en una reivindicación es el resultado de una “oposición” de “derechos
de propiedad” que las partes invocan y acreditan al interior del proceso.

El 31 de octubre pasado fue publicada en el diario oficial El Peruano la Casación


N° 2937-2011-Arequipa, en donde la Corte Suprema resolvió que la pretensión
en un proceso de reivindicación no es idéntica a la de un proceso de mejor
derecho de propiedad (MDP) y, por ende, aquella no genera cosa juzgada.

Los hechos fueron los siguientes: “A” interpuso demanda de MDP contra “B”,
quien se defendió deduciendo excepción de cosa juzgada, ya que previamente
“A” había perdido contra él un proceso de reivindicación.

17
El Juez declaró infundada la excepción, pues señaló que se trata de pretensiones
distintas: mientras en la pretensión reivindicatoria el demandado necesariamente
se encuentra en posesión del bien en litigio, en el MDP es irrelevante que el
demandado ejerza posesión, pues lo que se busca no es acceder al bien sino
una declaración judicial que reconozca un mejor derecho sobre la contraparte.

La Sala Superior revocó la sentencia y amparó la excepción de cosa juzgada, en


tanto consideró que la pretensión de MDP se subsume en la reivindicatoria, pues
en ambos casos el factor motivante es ser declarado propietario del bien.

Finalmente la Corte Suprema amparó el recurso de casación y – en sentido


contrario a lo resuelto por la Sala Superior - desestimó la excepción de cosa
juzgada. El argumento fue el siguiente: "la pretensión reivindicatoria se dirige
contra el poseedor a efectos de que el accionante recupere la posesión del bien;
mientras que la pretensión de MDP sólo busca que se declare al demandante
como verdadero propietario del bien, siendo indiferente que el demandado se
encuentre en posesión del objeto litigioso”. Asimismo, "la acción de MDP tiene
como única finalidad obtener una declaración de que la accionante es la
verdadera propietaria del bien, por tanto, no se procura la restitución del bien a
favor del propietario no poseedor, como sí ocurre en la reivindicación”.

Si bien estoy de acuerdo con la distinción teórica entre ambas pretensiones, el


error de la Corte está en no advertir que existe un punto en donde ambas
pretensiones coinciden, por lo que correspondería (en ese caso puntual)
amparar la excepción de cosa juzgada.

En una reivindicación no siempre se enfrenta el propietario contra el mero


invasor. Dicho proceso podría confrontar al propietario contra alguien que invoca
algún derecho sobre el bien: un usufructo, uso, habitación, superficie, e incluso
el demandado podría alegar y probar su condición de propietario sobre el mismo
bien en litigio. En estos casos, la reivindicación se convierte internamente en un
proceso de oponibilidad.

Generalmente en clases se estudia la oponibilidad de derechos: el Art. 2022°


CC, la inscripción como elemento determinante, la buena fe con que debe darse
tal inscripción, el riesgo para aquel que adquiere y no inscribe, etc. Sin embargo,

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no siempre se dice que es en el proceso de reivindicación en donde las reglas
de la oponibilidad aterrizan y se materializan.

Son tan variados los escenarios que se presentan dentro de la reivindicación,


que resulta factible que lo resuelto en un primer proceso no genere cosa juzgada
respecto de lo que se discute en un segundo proceso de reivindicación, siempre
que las situaciones confrontadas en ambos procesos no sean las mismas. Me
explico:

Imagínese que “A” (propietario) vende el bien a “B” pero éste no lo inscribe.
Luego “A” da el bien en usufructo (inscrito) a “C” por cinco años. Si “B” demanda
reivindicación perderá, porque el usufructo de “C” al estar inscrito goza de
oponibilidad (Art. 2022° CC). Supongamos que el plazo del usufructo vence pero
“C” se niega (esta vez sin derecho) a entregarle el inmueble a “B”. Si “B”
interpone una segunda demanda de reivindicación la excepción de cosa juzgada
que plantee “C” no debería ser amparada, porque lo que se controvirtió en la
primera reivindicación fue la propiedad no inscrita de “B” frente un usufructo
inscrito de “C”, mientras que aquello que será materia de litigio en el segundo
proceso es un derecho de propiedad de “B” frente a una posesión sin título de
“C”. No hay razón para cerrarle las puertas de la reivindicación a “B”, pese a que
perdió con anterioridad un proceso de reivindicación contra la misma persona.

Ahora analicemos lo dicho por la Corte ¿Lo resuelto en la reivindicación genera


cosa juzgada respecto de lo que se discuta en el MDP? La respuesta no siempre
será la misma. Podría no generar cosa juzgada. Me explico:

En el mismo caso recién planteado: “B” propietario sin derecho inscrito pierde la
reivindicación contra “C” porque éste tiene un usufructo inscrito. Al vencimiento
del usufructo “C” compra el bien del anterior propietario (“A”), el mismo que en
su momento se lo vendió a “B”. Enterado de ello “B” interpone una demanda de
MDP contra “C” para obtener una sentencia que reconozca que su derecho de
propiedad. Sin duda alguna lo resuelto en la reivindicación no genera cosa
juzgada respecto de aquello que “B” pretende ahora mediante el proceso de
MDP.

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Lo mismo pasaría si el proceso de reivindicación lo gana “B” porque el
demandado (“C”) no tenía ningún título con el cual defenderse. Luego de ello “C”
le compra el bien a quien él considera verdadero propietario y demanda a “B” por
MDP. Lo resuelto en la reivindicación no es impedimento para que se discuta la
oponibilidad de las propiedades en el MDP: en la reivindicación se discutió
“propiedad vs posesión”; en el MDP se discutirá “propiedad versus propiedad”.
Son distintas las situaciones en controversia, por lo que no se genera cosa
juzgada.

Sin embargo, y esto es lo que la Corte no vio, sí es posible que se genere cosa
juzgada cuando en el proceso de reivindicación se discutió un MDP. Por ejemplo:
si la demanda de reivindicación de “B” es contestada por “C” invocando un MDP
sobre el bien en litigio, se genera una confrontación de derechos que da lugar a
la aplicación de las reglas de oponibilidad. Lo que se resuelva en la reivindicación
determinará cuál de las partes tiene una mejor propiedad sobre el bien. Si este
análisis ya se hizo dentro de la reivindicación no hay ninguna razón para permitir
que el debate se reabra en otro proceso, que si bien llevará un nombre distinto
(MDP), se reducirá a determinar lo mismo que ya fue resuelto en la
reivindicación: quién tiene el MDP sobre el bien.

Como es obvio, en su demanda de MDP el accionante no solicitará la restitución


del bien, porque ello correspondería hacerlo mediante la reivindicación, pero el
demandante sabe que si plantea una reivindicación la excepción de cosa juzgada
será amparada sin problemas, porque previamente ya perdió una reivindicación.
La estrategia, entonces, es ganar en el MDP (evitando así la excepción de cosa
juzgada) y una vez se tenga la sentencia favorable interponer una demanda de
desalojo.

Esto generaría un efecto pernicioso, pues quedaríamos en un callejón sin salida:


si “B” ganó la reivindicación y “C” resulta ganador en el MDP, ¿cómo deberá
resolver el Juez en el eventual proceso de desalojo que plantee “C”? El
argumento de “C” será que cuenta con una sentencia expedida en un proceso
de MDP que lo reconoce como “mejor propietario” que “B”. Por su parte, “B”
sostendrá que cuenta con una sentencia expedida en un proceso de
reivindicación en donde se discutió la oponibilidad de derechos y se concluyó
que su derecho de propiedad era mejor que el de “C”. Si en ambos procesos
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judiciales se discutió lo mismo, sólo que con resultados opuestos, ¿por cuál de
los fallos deberá inclinarse el juez del desalojo? Este callejón sin salida se habría
evitado de haberse amparado la excepción de cosa juzgada planteada en su
momento.

Un segundo problema que podría generar la sentencia de la Corte Suprema es


que los jueces comiencen a tomar posición a favor de aquella postura según la
cual en la reivindicación no se puede discutir una oponibilidad de derechos,
porque ello es propio del proceso de MDP. Cada vez que en la reivindicación el
demandado se defienda invocando tener sobre el mismo bien un mejor derecho
de propiedad que el demandante, los jueces – aplicando la distinción teórica que
la Corte ha sustentado - podrían sostener que dilucidar la “oponibilidad” es
materia de un MDP y no de uno de reivindicación. Si esto sucede, entonces el
remedio dado por la Corte habría sido peor que la enfermedad, porque se
terminarían cerrarían injustificadamente las puertas para que en la reivindicación
se discutan derechos en conflicto (oponibilidad).

En conclusión, el problema lo ha generado la Corte Suprema al haber tomado


una decisión demasiado genérica (“no se genera cosa juzgada”), sin tener en
cuenta aquellos casos (bastante frecuentes) en donde la sentencia expedida en
una reivindicación es el resultado de una “oposición” de “derechos de propiedad”
que demandante y demandado invocan y acreditan al interior del proceso. Si este
caso se presenta. La excepción de cosa juzgada deberá ser amparada, pues los
derechos en disputa en ambos procesos (reivindicación y MDP) son los mismos.
Por el contrario, aquellos procesos de reivindicación que no hayan derivado
internamente en una controversia sobre MDP, no cierran la puerta para que
quien perdió en la reivindicación pueda, posteriormente, interponer una demanda
de MDP.

4.3. La funcionalidad de la reivindicación en el sistema jurídico peruano


frente al conflicto de titularidades.

Como sabemos, la reivindicación es el mecanismo de tutela de la propiedad más


completo, encarna la fundamental y más eficaz defensa de la propiedad.

En la praxis esta categórica afirmación queda reducida no más que a una idea
previa de la reivindicación, en el Perú, ni es el más completo ni mucho menos el

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más eficiente medio de tutela de la propiedad, muy a despecho de que se le haya
etiquetado desde antaño como la “acción real por excelencia”. En los
pronunciamientos de los tribunales, hasta no hace mucho tiempo se declaraba
improcedente la demanda de reivindicación cuando el demandado exhibía un
título del cual, según sus argumentos, emanaba un derecho de propiedad sobre
el bien a reivindicar, lo que aparentemente justificaba la imposibilidad jurídica del
juez de pronunciarse sobre el fondo del litigio, quien optaba por la remisión a una
vía previa donde se dilucide el mejor derecho de propiedad para luego, sin
mayores obstáculos, por fin resolver la reivindicación. Claro entre ello
transcurrirían diez o quince años de litigio, pero eso no importaba. Cuando el
propietario no tiene la posesión del bien que le pertenece, se piensa en la
reivindicación como el mecanismo de tutela de la propiedad más antiguamente
conocido, pero cuando estamos ante un caso donde hay un conflicto de
titularidades como se ha dicho, aquí, se ha dudado respecto de cuál de las
personas podría implementarla exitosamente, si al parecer todos los que alegan
titularidad documentalmente serían propietarios, entonces, ninguno de ellos
podría hacerlo viablemente porque no se sabe quién es el “verdadero”
propietario. El germen de esta situación problemática, traducida en la ineficiencia
de la reivindicación como medio de tutela del derecho de propiedad en los casos
de conflicto de titularidades (entre reivindicante y reivindicado) sobre el bien a
reivindicar, radica en el hecho de que el Código Civil no dice nada sobre la
reivindicación, más allá de indicar erróneamente que es uno de los poderes
jurídicos que forma parte del contenido de la propiedad en el artículo 923, y que
es imprescriptible y no procede contra el usucapiente en el artículo 927, no hay
más nada. Por cuestión de pura lógica, para decidir sobre la restitución del bien
como efecto de la reivindicación, es condición sine qua non el esclarecimiento
de este conflicto de titularidades. El Pleno Jurisdiccional Nacional Civil Lima 2008
vino a superar este escollo, pero basado en una premisa errónea, planteando el
debate desde el prisma del mejor derecho de propiedad: ¿En un proceso de
Reivindicación puede discutirse y evaluarse el mejor derecho de propiedad?,
aunque en la conclusión plenaria, adoptada por mayoría, se puso en el centro a
la reivindicación y a su procedencia en el caso del conflicto de titularidades, sin
ninguna referencia al mejor derecho de propiedad: “en un proceso de
reivindicación, el juez puede analizar y evaluar el título del demandante y el

22
invocado por el demandado para definir la reivindicación”. Este pleno
jurisdiccional simboliza una salida pragmática, no obstante, consolida la inexacta
concepción de nuestros tribunales y doctrina, según la cual no está en la
naturaleza jurídica de la reivindicación la dilucidación del conflicto de
titularidades, y que la institución integradora de esta laguna es el mejor derecho
de propiedad, se cree que éste le lanza el salvavidas evitando que naufrague en
la improcedencia, es decir, en la más absoluta y estrepitosa inutilidad,
declarando pretorianamente que es viable dilucidar dentro de los procesos de
reivindicación algo que antes estaba fuera de su alcance. Este pleno
jurisdiccional impone algo así como el nobel primado de la reivindicación fuera
de sus confines, en una realidad que le era ignota y lejana. Entonces, el problema
de la ineficiencia de la reivindicación como medio protector de la propiedad
persiste, no se crea equívocamente que con el pleno jurisdiccional se zanjó el
asunto, precisamente, la aplicación jurisprudencial de este pleno en los casos
examinados contribuye a la verificación de nuestra hipótesis según la cual, “en
el Perú la reivindicación no es concebida como un medio eficiente de tutela de la
propiedad debido a su disfuncional regulación en el Código Civil”. La
comprobación de esta hipótesis pasa por determinar respecto de la
reivindicación: a) si es propia a su naturaleza jurídica la dilucidación del conflicto
de titularidades entre reivindicante y revindicado; b) de dónde surgió y por qué
se difundió en el Perú la idea de que no procede contra el poseedor que exhibe
un título de propiedad; y c) si debería tener este grado de aplicabilidad per se o
sólo por efecto del pleno jurisdiccional civil de 2008. Necesariamente, debemos
acudir a la doctrina extranjera, al derecho comparado y al estudio de la
circulación de modelos jurídicos, para indagar una definición de la reivindicación
coherente con la función que debe cumplir como eficiente mecanismo de tutela
de la propiedad, que sea aprovechada no sólo doctrinariamente sino en los
tribunales. Doctrinariamente se prueba nuestra hipótesis partiendo de la
definición de la reivindicación, que es una acción por excelencia que permite al
propietario recuperar su bien en cualquier momento, sim embargo ve limitado su
derecho porque el poseedor de mala fe adquiere la propiedad por usucapión
despojando al propietario verdadero deviniendo en consecuencia en inoperante
en la realidad la reivindicación que se intenta incoar.

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4.4. La inexistencia de una definición legal sobre la acción de
reivindicación.

El Código Civil derogado, no definió a la reivindicación; el artículo 850 se limitó


a indicar que “el propietario de un bien tiene derecho a poseerlo, percibir sus
frutos, reivindicarlo y disponer de él dentro de los límites de la ley”. En esta misma
línea, el Código Civil vigente sólo preceptúa que es uno de los factores
contenidos en el derecho real más importante, según el artículo 923, “la
propiedad es el poder jurídico que permite disfrutar, usar, disponer y reivindicar
un bien. Debe ejercerse en armonía con el interés social y dentro de los límites
de la Ley”. En la exposición de motivos de este dispositivo y la del artículo 927
C.C. “la acción reivindicatoria es imprescriptible. No procede contra aquél que
adquirió por prescripción”, no hallamos ningún atisbo que nos advierta o siquiera
nos insinúe qué entendió el legislador por reivindicación. No es un secreto que
la codificación civil latinoamericana, la nuestra en particular es en buena medida
un reflejo de los más notables Códigos de Europa, y ésta no es una técnica
legislativa desdeñable, lo crucial es importar el modelo jurídico que mejor
funcione en el sistema receptor. En lo que atañe a la reivindicación, el artículo
923, es la oportunidad perdida de una importación normativa satisfactoria, pudo
haberse adoptado el modelo italiano en el que es sistemáticamente regulada en
el capítulo “de las acciones para la defensa de la propiedad” o el alemán que
cataloga “las pretensiones derivadas de la propiedad”. El artículo 923 refiere a la
reivindicación con tanta superficialidad que es lo mismo decir que no está
regulada, porque, en sí, es una norma concerniente a la definición de la
propiedad más no a la reivindicación directamente. La apriorística renuncia a la
originalidad, por parte de los legisladores, puede generar toda la inconformidad
que se quiera; pero sigue siendo, al fin y al cabo, el punto de partida más común
de los cambios que tienen lugar en el derecho positivo. Los transplantes legales
(terminología acuñada por Alan Watson) e imitaciones (terminología preferida
por Rodolfo Sacco) son, qué duda cabe, la vía típica de la elaboración de las
normas en el mundo entero. Entonces, lo decisivo es ponderar si la norma a
importar será útil para regular eficientemente la realidad que justifica su
aprobación; aspecto esencial desatendido por los codificadores de 1984 en lo
atinente a la reivindicación.

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Esto corrobora la probanza de nuestra hipótesis porque nuestros legisladores no
son muy claros al tipificar la reivindicación, resultando el artículo 927 del código
civil contradictorio, existiendo la contradicción entre la primera y segunda parte
del mencionado artículo.

4.5. La inoperancia de la acción reivindicatoria.

Ante el vacío legal, la definición de la reivindicación ha sido diseñada por la


doctrina nacional que, como apropiadamente se ha advertido, hace eco de
aquella doctrina que asume la estructura conceptual básica, según la cual es la
pretensión que permite al propietario no poseedor exigir la restitución del bien al
poseedor no propietario. En este esquema conceptual básico -que aquí
calificamos de disfuncional- se establecen como requisitos de procedencia de la
reivindicación al sujeto activo (el propietario no poseedor), al sujeto pasivo (el
poseedor no propietario) y el hecho de que el bien no esté en posesión del
propietario. Esta disfuncional definición fue patentizada por el prestigioso jurista
Jorge Eugenio Castañeda en el primer tomo de Las Instituciones del Derecho
Civil. Los Derechos Reales, obra de consulta obligatoria desde aquellas décadas
en que estaba vigente el Código Civil de 1936 e inclusive hasta después su
derogatoria; la cual fue extraída del segundo tomo del Curso de Derecho Civil,
edición de 1940, de los profesores chilenos Alessandri Rodríguez y Somarriva
Undurraga, conforme revela la respectiva cita bibliográfica. Lucrecia Maisch Von
Humboldt, hace lo propio en Los Derechos Reales, edición de 1980, mediante la
cita de la cita hecha por el maestro de San Marcos de los profesores chilenos.
En los 90´, Carlos Ferdinand Cuadros Villena en el segundo tomo de sus
Derechos Reales, expone como uno de los requisitos de procedencia que el bien
esté poseído por otro que no sea el dueño. Esta definición se difundió por el sólo
prestigio de sus autores, lo que generalizó la consulta de sus obras en aulas y
tribunales, sin una ponderación del grado de eficiencia que esta definición
proporcionaba en la casuística de la protección de la propiedad.

4.6. La disfuncionalidad de la reivindicación en los casos de conflicto de


titularidades.

Esta noción disfuncional de la reivindicación ha sido repetida por la


jurisprudencia sin mayores reparos, afianzada por el Pleno Jurisdiccional

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Nacional Civil Lima 2008, que ha apelado al mal llamado mejor derecho de
propiedad para darle efectividad a la reivindicación; soslayando que esta figura,
propiciamente denominada por la doctrina italiana como acción –refiriéndose a
la pretensión- de declaración de certeza del derecho de propiedad, se distingue
de la reivindicación en el presupuesto y en el fin: su presupuesto no es la
privación de la posesión, sino la simple negación o discusión del derecho; su fin,
por lo tanto, no es la consecución del objeto mediante la condena (como en la
reivindicación), sino la declaración de pertenencia del derecho discutido. El
interés para accionar está en el perjuicio que el actor experimenta por la
incertidumbre del derecho sin desposesión. La inoperancia y la disfuncionalidad
de la reivindicación se prueba, no solamente por la doctrina nacional y extranjera,
sino por el tratamiento dado al tema por los operadores del derecho que no es
muy claro, lo que se evidencia en el pleno jurisdiccional Nacional Civil Lima
(2008) lo que corrobora la probanza de nuestra hipótesis en el sentido que la
reivindicación deviene en improcedente cuando se plantea después de los 10
años de posesión de emplazado no operando la primera parte del artículo 927
del código civil que prescribe que la acción reivindicatoria es imprescriptible;
disposición legal que queda únicamente en la norma pero en la realidad no
resulta aplicable.

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CONCLUSION

La reivindicación es el mecanismo de tutela de la propiedad que permite al


propietario la recuperación de un bien suyo que esté en posesión de un tercero,
siempre y cuando, éste no tenga un derecho (personal o real) oponible a aquél;
ínsitamente está consagrada a la determinación o declaración de certeza del
derecho de propiedad del reivindicante y a la condena del poseedor a la
restitución del bien. Debe difundirse esta definición funcional basada en criterios
de oponibilidad de derechos para determinar su fundabilidad en un proceso, a
fin de dotar de funcionalidad su ineficiente regulación en el Código Civil.

En la naturaleza jurídica de la reivindicación reside la dilucidación del conflicto


de titularidades entre reivindicante y revindicado, este es uno de sus supuestos
básicos, conforme lo fundamenta la doctrina italiana, francesa y alemana; en
nuestro sistema jurídico la instrumentalización de los principios aplicables a la
concurrencia de acreedores, de publicidad, de prioridad, fe pública y duplicidad
registrales, deben contribuir a su funcionalidad como mecanismo eficiente de
tutela de la propiedad, no precisamente por efecto del Pleno Jurisdiccional
Nacional Civil 2008.

En el Perú la reivindicación no es concebida como un medio eficiente de tutela


de la propiedad debido a su disfuncional regulación en el Código Civil

Ante la carencia de una definición legal, la idea de que no procede la


reivindicación cuando el poseedor alega contar con título de propiedad sobre el
bien que reclama el reivindicante, es producto de la disfuncional definición
recogida en las obras, se podría decir, fundacionales de la doctrina de los
derechos reales en nuestro país, difundida jurisprudencialmente, debido más al
prestigio de sus autores, que a una razonable ponderación del grado de
eficiencia que proporciona dicha definición en la dimensión casuística de la
protección del derecho de propiedad.

No opera la reivindicación después que el poseedor accione la prescripción


adquisitiva de dominio.

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BIBLIOGRAFIA

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propiedad: ¿no generan cosa juzgada? La ley. Lima.

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