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7 celebrities que pusieron en apuros a una marca

15 SEPTIEMBRE, 2019 POR JAVIER SALGADO 1 COMENTARIO

El reciente triunfo de Rafa Nadal en el US Open supone un


espaldarazo para todas aquellas marcas que mantienen acuerdos
comerciales con el tenista, desde Nike a Banco Sabadell.
Vinculándose a él están asociando su imagen a valores como el
sacrificio, el esfuerzo o la humildad, tres cualidades reconocibles
en el jugador.

A veces, sin embargo, contratar a un famoso como imagen de


marca puede convertirse en una pesadilla. Como no hay nada
mejor que aprender de los errores de otros, te dejo aquí 7 casos
de brand ambassadors que pusieron en serios aprietos a las
marcas que representaban.

1. Lance Armstrong, de héroe a villano. El del ciclista texano es,


sin duda, uno de los mayores engaños de la historia del deporte.
La Agencia Antidopaje de EEUU le acusó de montar el caso de
dopaje más sofisticado detectado hasta la fecha. La investigación
reveló, entre otros delitos, análisis de sangre manipulados y pagos
a médicos para recibir inyecciones de eritropoyetina (EPO), una
potente sustancia dopante. El heptacampeón del Tour de Francia
y superviviente de un cáncer había presumido hasta entonces de
no haber dado positivo nunca en un análisis. Cuando la farsa quedó
al descubierto, hizo una declaración pública en la que anunciaba
su intención de no rebatir las acusaciones, tras lo cual fue
desposeído de sus títulos. Se calcula que tras la cancelación de
contratos con marcas como Nike dejó de percibir unos 25 millones
de dólares.

2. Scarlett Johansson y la causa palestina. La actriz


norteamericana puso fin a su larga relación con Oxfam tras
protagonizar un spot para SodaStream, una empresa judía
radicada en un asentamiento hebreo. El anuncio desató la ira de la
comunidad palestina, que presionó a la ONG para que rompiera
con la artista. Johansson se negó a suspender su campaña
publicitaria y, al final, fue ella la que renunció a seguir siendo
embajadora de Oxfam. La decisión calmó el malestar de los
palestinos con esta organización, que se vio privada de su figura
más emblemática en un mundo como el del tercer sector, en el que
el apoyo de celebrities se considera vital para hacer llegar su
mensaje a todo el mundo.

3. Ryan Lochte, patinazo olímpico. Durante los Juegos de Río de


Janeiro, el nadador norteamericano inventó una patraña para
justificar los destrozos en una gasolinera durante una noche de
desenfreno. Para justificar lo ocurrido, Lochte afirmó que habían
sido objeto de un atraco a mano armada, versión desmentida por
las cámaras de seguridad, en las que se veía al deportista y sus
compañeros provocando los destrozos en medio de una
borrachera. Una torpe declaración de perdón y la salida precipitada
del nadador de Brasil completó un episodio lamentable que llevó a
marcas como Ralph Lauren o Speedo a romper sus contratos con
él.

4. El culebrón de Tiger Woods. En la cima de su carrera, Tiger


Woods vio cómo sus infidelidades ponían su carrera al borde del
abismo, además de su matrimonio. En septiembre de 2009, el
National Enquirer aseguró que el jugador de golf estaba viviendo
un romance extramatrimonial, en un país como EEUU, que mira
con lupa la vida privada de sus personajes públicos. Dos días
después, el deportista estrelló su Cadillac a pocos metros de su
casa en Florida. El escándalo arreció y algunos testigos afirmaron
haber visto a la esposa del jugador rompiendo una de las
ventanillas del coche con un palo de golf. Firmas como Accenture
o Gatorade rescindieron sus contratos con Woods, cuya carrera
inició una espiral destructiva. La postura de estas compañías
contrastó con la de Tag Heuer, el fabricante suizo de relojes, cuyos
directivos mantuvieron su relación con el jugador y afirmaron que “a
la marca no le importa la vida privada del golfista”. Pese a ello, se
calcula que Tiger Woods perdió unos 50 millones de dólares en
patrocinios como consecuencia del escándalo.

5. Bill Cosby, fin de un icono. El comediante norteamericano,


considerado durante años el Padre de América, se convirtió en la
primera celebrity condenada a prisión de la era #MeToo. Todo
empezó con la denuncia de la ex jugadora de baloncesto Andrea
Constand, que acusó a Cosby de abusar de ella en su mansión de
Filadelfia. El caso animó a otras mujeres a seguir los pasos de
Constand y al final fueron unas 50 las denuncias contra el actor.
Cosby, un auténtico emblema para los norteamericanos, fue
calificado por el magistrado que lo juzgó de “depredador sexual
violento”. Paradójicamente, no mucho antes de destaparse el caso
había sido premiado por el Hall of Fame de la publicidad por su
trayectoria en este campo. A raíz de las denuncias contra él,
marcas como Jell-O, Coca-Cola o Kodak no tuvieron más remedio
que darle la espalda y dejar de contar con sus servicios.

6. María Sharapova, dando la cara. El caso de la tenista


rusa, sancionada con dos años sin competir por consumir
meldonium, conmocionó al estamento deportivo. La sustancia
había sido prohibida pocos meses antes por la Agencia Mundial
Antidopaje (AMA), sin mediar un riguroso estudio que acreditara
sus efectos en el rendimiento.

Sharapova fue inteligente al adelantarse al anuncio oficial y dar su


versión de los hechos antes de que lo hicieran las autoridades
deportivas. En una comparecencia más que convincente, explicó
que llevaba 10 años consumiendo el producto por motivos de salud
y aludió a los antecedentes familiares de diabetes. Añadió que
durante las Navidades anteriores había recibido una carta de la
AMA comunicando la prohibición de meldonium, pero que no la
había leído al encontrarse de vacaciones. Pidió disculpas sinceras
por su error pero, sobre todo, dio una lección al no escurrir el bulto
y dar la cara en todo momento.

En este caso, marcas como Head y Nike salieron en defensa de


Sharapova, reconociendo su valentía y honradez.

7. O.J. Simpson, el juicio del siglo. Los asesinatos de su mujer,


Nicole Brown, y el amigo de esta, Ronald Goldman, dieron lugar a
uno de los crímenes que más expectación ha suscitado en las
últimas décadas. Su juicio, envuelto en polémica desde la misma
elección del jurado, terminó en absolución. Aunque posteriormente
un tribunal civil declaró culpable a O.J. Simpson de las muertes y
le condenó a pagar 33 millones de dólares como indemnización.
Su caso da una idea de hasta qué punto un famoso puede ser
relacionado por el imaginario colectivo con las marcas a las que ha
prestado su imagen durante un largo periodo de tiempo. El propio
vicepresidente de Hertz, compañía para la que el jugador había
trabajado en varias campañas, lamentó tras los asesinatos hasta
qué extremo el consumidor identificaba a la marca con O.J.
Simpson, “de la misma manera que él está identificado con el fútbol
americano”.

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