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EL REGISTRO DE INFORMACIÓN EN LA ATENCIÓN PSICOLÓGICA1

Gloria María Berrío Acosta2


Septiembre de 2015

Resumen: El presente documento tiene por objetivo clarificar qué se entiende por registro de
información en el ámbito de la práctica profesional de la psicología. Con ello en mente se abordan
cuestionamientos como cuál es la normatividad que rige el asunto, qué tipo de registros
psicológicos existen, qué información es susceptible de ser consignada en un registro para
terceros y cuáles son los principios éticos que debe tener en cuenta el psicólogo en la toma de
decisiones respecto del registro de información.

Palabras Clave: Registro de información, normatividad, tipos de registro, tipos de información,


principios éticos.

La Real Academia Española de la Lengua define el registro de diferentes maneras. Sin embargo,
una de las acepciones que llama la atención es aquella según la cual se trata del “asiento que
queda de lo que se registra” (Rae, 2014). En este escrito se entenderá, por lo tanto, que un
registro de información en psicología hace referencia a un documento público o privado en el que
1
el profesional deja constancia de algo.

El registro de información es un tema central en el ejercicio profesional de la psicología, debido a


que las anotaciones sobre las actividades profesionales y la información que se obtiene del
usuario en cualquier campo de la profesión, son una herramienta que puede ser retomada por el
profesional en diferentes momentos del servicio, ya sea para recapitular o clarificar los objetivos
del servicio profesional, o para sustentar la información que incluirá en los informes o conceptos
que le son solicitados. Es importante destacar que los datos que el psicólogo anota pueden
limitarse a ser apuntes profesionales de carácter privado, pero también algunos de ellos pueden
convertirse en información susceptible de ser compartida bajo características de reserva que se
indicarán más adelante.

Para el psicólogo no es optativo llevar registro de sus actuaciones profesionales. El artículo 10 de


la Ley 1090, literal c, prescribe que es un deber y una obligación llevar registro en las historias
clínicas y demás acervos documentales de los casos que le son consultados. Se observa, por lo

1
Publicación autorizada por el Tribunal Nacional Deontológico de Psicología, Acta No. 9 de septiembre 24 de 2015,
sin embargo el documento expresa las reflexiones personales de la autora y no compromete la postura de Colpsic ni
de los Tribunales Deontológicos y Bioéticos de Psicología.
2
Psicóloga, P. U. Javeriana, Ma. en Bioética, Directora Ejecutiva de Tribunales, Colpsic, gmberrio@gmail.com.
tanto, que la obligación de registro de información es vinculante en todas las áreas de desempeño
en la cual el profesional se identifique como psicólogo clínico, educativo, organizacional, social,
comunitario, deportivo, jurídico, etcétera.

La información registrada puede utilizarse para reorientar el proceso de atención o para la


remisión a otros profesionales. Previo consentimiento del usuario o de su representante legal
según sea el caso, puede emplearse en actividades de docencia e investigación. Asimismo, puede
ser requerida para determinar responsabilidades, con fines de peritaje o de concepto profesional
con destino concreto, o bien puede ser requerida como elemento material probatorio en
procesos judiciales.

La gran mayoría de estos registros son fuente de información a partir de la cual el profesional
escribe documentos o informes cuyas características dependerán del campo de trabajo del
psicólogo y de la actuación específica que se haya requerido con el usuario y que, dependiendo
de las circunstancias, tendrán lectores o destinatarios diferentes. No es lo mismo enviar un
informe psicológico clínico que será revisado en una junta médica, a producir un informe de
aptitud psicofísica para un comité de calificación de enfermedad profesional, o un informe que
será debatido en un entorno judicial. Es un sentimiento común entre los psicólogos la falta de
claridad sobre qué tipo de información puede o no ser consignada en los documentos propios del 2
registro profesional y qué tanto de esa información es permitido compartir con otros.

A propósito de esta dificultad surgen varias inquietudes:

a) ¿Cuáles normas señalan la obligatoriedad que tiene el psicólogo de registrar información


sobre el servicio profesional que presta?
b) ¿Qué clase de registros se deben diligenciar en las actividades propias del servicio
profesional en psicología?
c) ¿Qué información debe incluir el psicólogo en sus registros profesionales?
d) ¿Qué información debe incluir el psicólogo en los informes o conceptos que emite?
e) ¿Cuáles son los principios éticos que se deben tener en cuenta en el registro de
información en psicología?

A continuación se dará respuesta a estos cinco interrogantes.


a) ¿Cuáles normas señalan la obligatoriedad que tiene el psicólogo de registrar
información sobre el servicio profesional que presta?

El artículo 10 de la Ley 1090 de 2006, que versa sobre los deberes y obligaciones de los psicólogos,
señala en sus literales c y e que en todos los campos del ejercicio profesional, el psicólogo está
llamado a hacer registro de todos los casos que le son consultados, así como de las prácticas y los
procedimientos que implemente. Por su parte, el artículo 5 de la misma ley, señala que “dentro
de los límites de su competencia el psicólogo ejercerá sus funciones de forma autónoma pero
respetando siempre los principios y las normas de la ética profesional y [actuará] con sólido
fundamento en criterios de validez y utilidad social”.

Se encuentra suficientemente expuesto en el ámbito de la ley que cuando el campo de trabajo


del profesional es el de la salud, el registro de información debe hacerse en la historia clínica.
Sobre la historia clínica la normatividad vigente está contemplada en la Resolución 1995 de 1999
del Ministerio de Salud, la cual establece las pautas para el registro y cuidado de la historia clínica
por parte de los profesionales y del equipo del área de la salud que interviene en cada caso. Se
trata de un documento privado, de obligatorio diligenciamiento, sometido a reserva y cuyo único
dueño es el paciente. En su artículo 3, la Resolución señala que la historia clínica debe reunir la
información de los aspectos científicos, técnicos y administrativos relativos a la atención en salud
en las fases de fomento, promoción de la salud, prevención específica, diagnóstico, tratamiento
3
y rehabilitación de la enfermedad, abordándolo como un todo en sus aspectos biológico,
psicológico y social, e interrelacionado con sus dimensiones personal, familiar y comunitaria
(Resolución 1995, 1999).

Asimismo, la resolución explica que el diligenciamiento y el registro de las acciones en salud


brindadas a un usuario, deben hacerse en forma lógica, clara y completa, de manera que se dé
cuenta del procedimiento que se realizó en la investigación de las condiciones de salud del
paciente, diagnóstico y plan de manejo.

El parágrafo transitorio del artículo 112 de la Ley 1438 de 2011, que reformó el Sistema de
Seguridad Social en Salud, indica que “la historia clínica única electrónica será de obligatoria
aplicación antes del 31 de diciembre del año 2013, esta tendrá plena validez probatoria”. Los
procedimientos que se utilicen en la Historia Clínica Única Electrónica deben garantizar lo
señalado por el artículo 18 de la Resolución 1995 de 1999 en cuanto a que los programas
automatizados que se diseñen y utilicen para el manejo de las historias clínicas, así como sus
equipos y soportes documentales, deben estar provistos de mecanismos de seguridad que
imposibiliten la incorporación de modificaciones a la historia clínica una vez se registren y guarden
los datos. La reserva de la historia clínica, sea en su versión física o electrónica, debe siempre
protegerse mediante mecanismos que impidan el acceso de personal no autorizado para
conocerla, y se deben adoptar las medidas tendientes a evitar la destrucción de los registros en
forma accidental o provocada.

Hacer un seguimiento estricto de la característica de integralidad de la historia clínica unido con


la de racionalidad científica, ambas incluidas en el artículo 3 de la Resolución 1995 de 1999, debe
ser una acción cuidadosamente sopesada por el psicólogo porque puede traer consecuencias
negativas importantes para el usuario, debido a que un registro detallado de la problemática del
paciente no se ajustaría necesariamente al deber de respeto por la confidencialidad que debe
atender el psicólogo.

Aunque estas normas fueron expedidas para los profesionales y el equipo de salud, por lo cual
son vinculantes para el psicólogo en las áreas clínica y de la salud, y aunque tienen explícito el
procedimiento de registro de información que se debe seguir, desconocen el carácter de
intimidad que conlleva la atención psicológica. El Artículo 105 de la Ley 1438 de 2011 se refiere a
la autonomía de los profesionales de la salud como

La garantía que [tiene] el profesional de la salud [para] emitir con toda libertad su opinión
profesional con respecto a la atención y tratamiento de sus pacientes con calidad, 4
aplicando las normas, principios y valores que regulan el ejercicio de su profesión (Ley
1438, 2011).

La norma que impone el registro detallado no debe adoptarse dejando de lado el cumplimiento
del principio de intimidad. La afirmación del artículo 114 de la Ley 1438 de 2011 que hace
referencia a la obligación de “…proveer la información solicitada de forma confiable, oportuna y
clara dentro de los plazos que se establezcan…” debe ser tomada por cuidado para no ir en
contravía con los principios propios de la práctica profesional de la psicología. Como se señala en
la Doctrina No. 1 de 2011 del Tribunal Nacional Deontológico de Psicología de Colombia, el
artículo 10 de la Resolución 1995 de 1999 abre una salida respecto a la protección de la intimidad
del paciente al permitir que el prestador de servicios de salud, en este caso el psicólogo en los
campos clínico y de la salud, pueda seleccionar la información que va a dejar consignada en
relación con la atención en salud brindada, de acuerdo con “los registros específicos que
correspondan a la naturaleza del servicio que presta”, y “[adoptando] los formatos y medios de
registro que respondan a sus necesidades, sin perjuicio del cumplimiento de las instrucciones
impartidas por las autoridades competentes”.

Sobre otros campos de la psicología no hay normas específicas de registro de información, sin
embargo, lo antes señalado respecto a los campos de la psicología clínica y de la salud, puede
servir de guía y punto de reflexión para todos los demás, especialmente para aquellos que
también llevan a cabo labores donde el tipo de información que se recauda es de carácter privado.
Los psicólogos en todos los campos deben tener presente lo señalado en la Ley 1755 de 2015, por
medio de la cual se regula el derecho fundamental de petición y se sustituye un título del Código
de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo. Esta ley, que en su artículo
24 hace referencia a las informaciones y documentos reservados, retoma lo señalado por el
artículo 74 de la Constitución Nacional según el cual el secreto profesional es inviolable. El
numeral 3 recuerda que tienen carácter privado los documentos que involucren derechos a la
privacidad e intimidad de las personas, incluidas las hojas de vida, la historia laboral y los
expedientes pensionales y demás registros de personal que obren en los archivos de las
instituciones públicas o privadas, así como la historia clínica, y todos “los amparados por el
secreto profesional”.

b) ¿Qué clase de registros se deben diligenciar en las actividades propias del servicio
profesional en psicología?

Cada campo de acción en psicología tiene unos objetivos específicos para el servicio que presta.
Estos objetivos determinan el tipo de información que se debe recolectar y la forma como se va
a registrar y a reportar cuando sea el caso. El registro puede consistir en anotaciones en la historia
clínica, en fichas de orientación escolar, de atención individual, de seguimiento psicopedagógico,
5
de atención y seguimiento, historias de atención psicosocial, historias socio familiares, historias
psicodeportivas o con cualquier otra denominación. Tales documentos pueden ser
institucionales, en el caso de la atención en organizaciones de salud, en colegios, en comunidades,
o privados cuando se trate de los archivos que lleva un profesional que trabaja de forma
independiente.

La psicología es una disciplina con múltiples campos de acción y dentro de ellos hay variadas
funciones y procedimientos que conducen a situaciones, prácticas, estrategias de evaluación y
técnicas de intervención y de seguimiento, que no permiten la comparación con otras profesiones
incluso del campo de la salud, debido a su cercanía con el contenido íntimo al que otro profesional
no accede. Para el psicólogo mismo, en muchas ocasiones, no es fácil acercarse a esta intimidad,
y por ello en algunos casos se ve obligado a indicarle al usuario que si no comparte este contenido
tan privado, el profesional no contará con suficientes elementos para prestar un óptimo servicio
y los resultados podrán verse afectados. Este tipo de cercanía sobre las acciones, ideas,
emociones y representaciones obliga a que las anotaciones privadas que haga el psicólogo sobre
esta información privilegiada, deban ser especialmente cuidadosas por las consecuencias que
puede acarrear el que lleguen a ser conocidas por terceros.
c) ¿Qué información debe incluir el psicólogo en sus registros profesionales?

Los registros profesionales de los psicólogos son de dos modalidades: aquellos registros
“borrador” que constituyen anotaciones literales de la información brindada por el usuario, las
reflexiones o inquietudes personales del profesional respecto a esta información, o los datos
confusos que están pendientes por aclarar. Por otra parte, se encuentran los “protocolos” o
registros “formales” de información, que son formatos institucionales diseñados concretamente
para estos propósitos, contienen secciones debidamente identificadas y deben ser anexados, por
ejemplo, a la historia clínica, a la historia psicosocial o al expediente, entre otros.

El concepto de utilidad social al que hace referencia el artículo 5 de la Ley 1090 de 2006 conduce
a que el profesional siempre considere cuál es el beneficio de lo que va a anotar en la historia
clínica, en la historia psicosocial o en cualquier formato de registro, en función tanto de la razón
inicial de la atención profesional como del destinatario de la información.

Se da el caso, por ejemplo, que en la historia psicosocial cuando se trabaja en ambientes


comunitarios no se deba incluir información clínica, ya que este no es el carácter de la atención.
Igual sucede con las referencias anecdóticas que obtiene un profesional: no pueden estar
anotadas en un formato de registro institucional al cual tendrán acceso indiscriminadamente 6
diferentes instancias jerárquicas, profesionales o empleados para quienes esta información no
tiene ninguna utilidad; sin decir, además, que tampoco tendrían cabida dentro del informe o
concepto que se emite debido a que se estaría violando el derecho a la intimidad de la persona.
La narrativa de un hecho íntimo, en cualquier campo de la psicología, le sirve al psicólogo para
plantearse hipótesis o para confirmarlas y a partir de allí ratificar su plan de trabajo con el usuario
o hacer ajustes en él; pero la transcripción de la narrativa, del suceso, de la anécdota no tiene
utilidad y pondría en riesgo, si queda plasmado en un documento que puede llegar a ser de
conocimiento por terceras personas, derechos fundamentales de una persona como su honra y
buen nombre.

En todos los campos de su actuación profesional, el psicólogo debe dejar claro a los usuarios y
empleadores los aspectos relacionados con la confidencialidad de la información. Por lo tanto,
para asegurar el respaldo a la labor responsable y confidencial del psicólogo, los protocolos de
trabajo institucional deben incluir el tipo de información que ha de registrarse en cada proceso.
Igualmente este protocolo, que debe ser socializado y consensuado con los usuarios en el caso
del trabajo independiente, y con las instancias jerárquicas cuando la función se lleva a cabo en un
entorno institucional, debe señalar de manera inequívoca que la información que se registra va a
estar mediada siempre por el consentimiento del usuario. En el consentimiento informado debe
quedar señalado cuál va a ser el tipo y el uso que se dará a la información que se registre, además
de, en el caso de que hubiere necesidad de remitir a una persona externa este documento,
quiénes serán los destinatarios del informe final y con qué fin lo requieren.

d) ¿Qué información debe incluir el psicólogo en los informes o conceptos que emite?

La información que se incluirá en el informe depende de varios factores: el primero de ellos se


relaciona con lo que se haya estipulado en el consentimiento informado al inicio del servicio
psicológico, lo cual no debe desconocer que un informe psicológico debe contar con un mínimo
de información que le permita al destinatario la toma de decisiones. En el informe se deberá
señalar la disposición relacionada con el secreto profesional amparado por el artículo 74 de la
Constitución Nacional y la interpretación que hace la Corte Constitucional al diferenciar entre
divulgar y revelar el secreto profesional. Dicha Corte en Sentencia T- 073A de 1996, señaló que

[…] se entiende por divulgación el revelar ante el público una información, sin seleccionar
a los receptores. Así las cosas, divulgar implica difundir un hecho ante personas que no
tienen el deber de reserva. En cambio, no es tal conducta la comunicación natural entre
individuos legítimamente vinculados a un mismo asunto, reservado para ellos […] […]luego
una cosa es la divulgación y otra la información dentro de la reserva profesional (Sentencia
T-073A, 1996). 7
Los pares del psicólogo que están obligados por la reserva profesional y pueden ser
conocedores de la información obtenida por este profesional dependen del campo de acción. En
el área de la salud, por ejemplo, el equipo médico, enfermería, trabajadores sociales y terapeutas
serían quienes compartirían la reserva. En el campo escolar, el coordinador de la sección, el
director de grupo y el rector tendrían esta posibilidad. Como lo señala la actualización de la
Doctrina No. 2 del Tribunal Nacional, aprobada en junio de 2015:

para el caso específico del psicólogo, si este le confía a otro profesional situaciones
propias de su consulta, y lo hace por el bienestar de su usuario o en procura de algún tipo
de asesoría para su atención profesional, no estaría profanando lo establecido en el
artículo 74 de la Constitución de 1991, ni en los diferentes preceptos que sobre la reserva
del secreto profesional dispone la Ley 1090 de 2006; lo que estaría haciendo sería
revelando el secreto a otro profesional que tiene la misma obligación de reserva, lo que
lo hace depositario de la confianza de su colega, y con ello la información suministrada
por su usuario está a salvo. Situación distinta cuando el psicólogo, de manera abierta,
desconsiderada, antiética y antijurídica, divulga al público en general, o en situaciones en
que el público podría llegar a enterarse, los secretos de sus consultantes.
Cuando se envíe el informe psicológico se le hará especial énfasis al destinatario que la
información contenida en el documento es reservada y que sólo puede ser utilizada para los fines
de toma de decisiones acorde con los resultados. También se hará saber que los datos íntimos de
la persona, así como los relacionados con su salud, no pueden ser objeto de tratamiento según lo
establece el Decreto 1377 de 2013, por el cual se reglamenta parcialmente la Ley Estatutaria 1581
de 2012 relacionada con:

[…] el derecho al habeas data como una garantía del derecho a la intimidad […y a] los
datos que pertenecen a la vida privada y familiar, entendida como la esfera individual
impenetrable en la que cada cual puede realizar su proyecto de vida y en la que ni el Estado
ni otros particulares pueden interferir (Certicámara, 2013).

En el caso puntual de los informes psicológicos forenses se sigue una metodología especial, la cual
se encuentra consignada en la Resolución 430 de 2005 del Instituto de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, por la cual se adopta el protocolo para la presentación de dictámenes o informes
periciales emitidos por los laboratorios forenses.

e) ¿Cuáles son los principios éticos que se deben tener en cuenta en el registro de
información en psicología? 8
El respeto por los derechos humanos3, y entre ellos especialmente la intimidad y el bienestar del
usuario consagrados como derechos fundamentales, serán siempre el faro que guíe la actuación
del psicólogo dada la naturaleza de cercanía con los pensamientos, sentimientos y emociones de
las personas. Pero no son los únicos principios que deben tenerse en cuenta. En los códigos éticos
principialistas, que han formado parte de la tradición bioética, los estándares de conducta se
orientan y soportan en los principios que la comunidad psicológica reconoce como propios de su
naturaleza y acción. En Colombia la Ley 1090 de 2006 presenta algunos principios éticos,
concretamente en los artículos 2 y 13 los cuales son ampliados en el Manual Deontológico y
Bioético expedido por el Tribunal Nacional Deontológico de Psicología del Colegio Colombiano de
Psicólogos, en su Acuerdo No. 10 de 2012. Complementariamente, el lector puede acceder al
portal eticapsicologica.org donde se encuentra disponible para el gremio de la psicología, una
propuesta de Amaya, Berrío-Acosta y Herrera que contiene un modelo de 5 principios de amplia
tradición en la bioética y la ética aplicada a la psicología. A continuación se hará referencia a tal
propuesta con el fin de presentar una serie de posibles consecuencias para el registro de la
información psicológica.

3
Para conocer qué son los derechos humanos y su diferencia con los derechos fundamentales, se le recomienda al
lector consultar a Hernández, G (2010). Los derechos humanos, una responsabilidad de la psicología jurídica. En:
Diversitas Perspectiva Psicológica, Vol. 6 No 2, pp. 415-428. Bogotá: Universidad Santo Tomás.
Sin embargo, vale la pena recordar que se trata de principios que guían la práctica profesional
pero que no son absolutos, quiere decir que su aplicación nunca debe ser el resultado de una
operación técnica, sino de una reflexión que evalúa su pertinencia y sus límites en el marco de
una situación concreta, trátese de un dilema moral o de una decisión profesional cotidiana; la
importancia de esta aclaración reside en evitar los riesgos, como señala el profesor Herrera4, de
la inflexibilidad o fetichismo de la norma y de la solución arbitraria de los conflictos.

A propósito del registro de información y su relación con los principios es importante que el
psicólogo justifique éticamente sus decisiones ante sí y ante la sociedad, y que tenga varias
preguntas en mente como: ¿Estoy dando cuenta con mi acción de los principios éticos que guían
mi práctica profesional? ¿Cuáles son los límites del registro de información a propósito de los
principios éticos? ¿Cuáles son los límites de los principios de acuerdo con las obligaciones que
impone el registro? Estas preguntas, por supuesto, no pueden responderse de manera categórica
sino que deben ser analizadas a la luz de un contexto. Ahora bien, es fundamental que el psicólogo
comprenda la naturaleza de los principios éticos a fin de tener mejores criterios de juicio; se trata
de un conocimiento que constituye una suerte de deber, ya que abre la posibilidad para la toma
de decisiones responsables.
9
No tener suficientemente presentes estos principios éticos ha hecho que más de 20 psicólogos
hayan sido sancionados hasta septiembre de 2015 por parte de los tribunales deontológicos de
psicología con amonestaciones que van desde la verbal privada, hasta la censura escrita púbica.
Todas estas sanciones han sido acompañadas de un ejercicio pedagógico que busca lograr en el
profesional infractor una reflexión sincera sobre la actuación que le distanció de los estándares y
con la cual lesionó al usuario, dañó el buen nombre de la profesión y no supo corresponder al
legado social.

Beneficencia
El Principio de Beneficencia se caracteriza por poner de manifiesto la obligación de hacer el bien
al prójimo. ¿Pero, qué es el bien? En el marco de una sociedad pluralista y liberal como la nuestra,
no es posible definir tal concepto de manera sustantiva, ya que el principio del pluralismo es el
del reconocimiento de diferentes visiones sobre lo que es la vida buena. Una imposición de
criterios sustantivos al respecto, es una suerte de totalitarismo que debe ser evitado por el
profesional. Esto no quiere decir, sin embargo, que el profesional se encuentre en una sin salida.
Hacerle el bien a otro quiere decir, en un primer momento, actuar de tal modo que el usuario
obtenga el bienestar que requiere en sus propios términos. Ello exige de parte del psicólogo un

4
Ver ¿cómo abordar un dilema ético? En Diálogos éticos 1. Eticapsicológica.org
https://www.youtube.com/watch?v=q8ObbhqFqzc
trabajo profundo de comprensión y reconocimiento de la visión de mundo del usuario de suerte
que pueda, valiéndose de sus conocimientos, dar los elementos al usuario para que este pueda
tomar las decisiones que mejor favorezcan su concepción del bien.

Ahora, el psicólogo debe tener en cuenta que el Principio de Beneficencia no lo compromete tan
solo con su usuario sino con el grueso de la sociedad. Ello implica que es necesario considerar en
el marco de la actividad la manera como la atención prestada al usuario y la potenciación de “su
bienestar”, afecta el bienestar de los terceros. Para ponerlo en palabras sencillas: el bien de uno
no puede darse a expensas del bienestar de otros. De allí que el principio de beneficencia se
encuentre íntimamente ligado al principio de justicia, pues solo puede ser considerado como
bueno aquello que también es considerado como justo, esto es aquello que cada cual desde su
propio punto de vista, desde su propia concepción del bien, estaría dispuesto a suscribir y a
aceptar.

Se trata, en cualquier caso, de un principio que llama al cuidado del otro, de su integridad, de su
mente y de su cuerpo para que aquel cuente con todo lo necesario para la persecución de sus
mejores intereses lo cual no significa, por supuesto, caer en un paternalismo pues es necesario
conocer los límites de la actuación y respetar, por ejemplo, la autonomía del usuario.
10
El Principio de Beneficencia es el primero en la lista de principios enumerados en el artículo 13 de
la Ley 1090 de 2013. Su relevancia ya había sido señalada en el artículo 2 de la misma Ley al hacer
referencia a la protección del bienestar de las personas y de los grupos con los cuales trabaja el
psicólogo. Los principios éticos están inter relacionados y el de Beneficencia tiene una estrecha
relación con el de Justicia y el de Integridad, como se puede observar al revisar la justificación de
estos 3 principios en el documento sobre Principios éticos escrito por Amaya, Berrío-Acosta y
Herrera (2015). La justificación del Principio de Beneficencia señala que “las acciones y normas
son justas y por tanto moralmente [correctas] cuando las consecuencias de ellas generan la mayor
felicidad o bienestar para el mayor número [de personas]”. El Principio de Beneficencia por lo
tanto clama por el cuidado en la observación de las consecuencias de las acciones profesionales.
Uno de esos cuidados es el que se relaciona con la protección de la intimidad de las personas y
por consiguiente con el respeto a la confidencialidad de la información obtenida.

El profesional de la psicología está obligado a la confidencialidad pues toda persona tiene derecho
a la intimidad, es decir, a conservar para sí o para pocas personas la información que ella
determine libre y voluntariamente; información que solamente revelará al profesional en función
de la beneficencia que aporte para la ayuda o asesoría que está solicitando. La búsqueda de la
beneficencia, por lo tanto, es mutua: el usuario proporciona información privada con miras a
obtener la ayuda que requiere, y el profesional utiliza esa información confidencial para brindar
el servicio solicitado a partir de un conocimiento disciplinar actualizado y una sólida competencia
profesional en el campo específico del servicio que ofrece.

Existen notables variaciones en la cantidad y en la intimidad de la información que se registra


dependiendo de los diferentes campos de la psicología, pero cualquiera que sea el caso se debe
garantizar que las anotaciones contengan la suficiente información para responder al servicio
profesional solicitado y favorezcan el seguimiento y continuidad de los procesos psicológicos
emprendidos.

No maleficencia
El Principio de No maleficencia está estrechamente vinculado al Principio de Beneficencia. No es
posible entender la idea de hacer el bien al otro si esta no es acompañada por su formulación
negativa, esto es que bajo ninguna circunstancia es aceptable realizar a otro el mal. Hablamos de
aquellas acciones que pueden generar daño y sufrimiento y que se encuentran en el ámbito de la
injusticia. Eso no significa, por supuesto, que en algunas ocasiones límite las consecuencias de los
actos no puedan generar el mal, es decir situaciones en las que se producirá un perjuicio
independientemente de lo que haga el profesional. En esas circunstancias lo importante está en
saber escoger el mal menor, pero teniendo siempre presente que este ha de ser entendido como
un doble efecto de una acción que busca el bien y nunca como el resultado de una intencionalidad 11
que persigue el perjuicio del otro.

El llamado es a evitar la vulneración de los intereses justos de los usuarios, a evitar la vulneración
de sus derechos. Un punto importante, que no debe ser dejado de lado, es que el mal no solo es
el resultado de una intencionalidad sino que, en muchos casos, puede ser el resultado de una
omisión. El profesional en psicología debe cuidar las consecuencias de sus omisiones pues, dado
que un acto por omisión también es un acto, hacen parte de su responsabilidad las consecuencias
que puedan generarse como fruto de un descuido prevenible. Al igual que el Principio de
Beneficencia, la No maleficencia compromete al psicólogo con la totalidad de la sociedad, de
suerte que este debe asumir un compromiso reflexivo para determinar cómo afectan sus
decisiones al resto de las personas. Se trata de un análisis moral que se pregunta por las
consecuencias que genera en el mundo, la particularidad de su ejercicio. Lo que este análisis ha
de poner de manifiesto es que sus actuaciones serán legítimas si con ellas no se genera, directa o
indirectamente, por intencionalidad o por omisión, un mal a terceros.

Para este principio es primordial tomar en serio los intereses de los otros (Amaya, Berrío-Acosta
y Herrera, 2015), razón por la cual el psicólogo debe poner especial atención en que los registros
que realice omitan la información que pueda poner en riesgo a la persona. Esto es importante ya
que, aun cuando la información es veraz, se trata de algo delicado e íntimo cuya divulgación
accidental o intencionada puede conducir a consecuencias negativas para el usuario del servicio
psicológico, incluyendo la violación a derechos fundamentales como la honra y el buen nombre.

Los registros deben ser cuidadosos con la introducción de descripciones o categorizaciones que
permitan una indebida percepción sobre la persona. Una impresión diagnóstica, evaluación,
narración o reporte puede conducir a prejuicios o interpretaciones inadecuadas. Con mayor razón
deberá ser cuidadoso el profesional cuando falten evidencias para esas impresiones o cuando la
información exponga interpretaciones o recuentos de actos e ideas de terceros identificables. La
información que no es necesaria para el seguimiento y remisión de la persona es de hecho,
innecesaria y potencialmente riesgosa. Por otro lado, se han de evitar en los resultados de los
procesos de evaluación las rotulaciones y los diagnósticos definitivos, tal como lo dispone el
ordinal d del artículo 36 de la Ley 1090 de 2006.

Justicia
Cuando hablamos de justicia nos referimos al problema de la cooperación social. ¿Cuáles son los
principios o límites que deben guiar los acuerdos entre las personas? Esta pregunta no puede
responderse sin tener en cuenta el tipo de sociedad que tenemos como paisaje para la reflexión.
En nuestro país contamos en un mismo territorio con una comunidad política diversa,
multicultural, llena de discursos y matices diferentes. Es en tal panorama donde el problema de 12
la justicia se vuelve fundamental pues las preguntas que están de fondo son cómo llegar a
acuerdos sociales provechosos para todos en el marco de la divergencia, cómo ponernos de
acuerdo aun cuando somos diferentes, qué nos debemos los unos a los otros aun cuando no
tenemos los mismos intereses.

El Principio de Justicia a propósito de la práctica psicológica, y a la luz de la diversidad, clama por


el reconocimiento de la diferencia y por la posibilidad de tener un trato igualitario sin importar
las condiciones particulares de las personas. Se trata de brindar a todos los usuarios las mismas
oportunidades independientemente de sus particularidades en virtud de su inalienable dignidad,
en virtud de su innegable humanidad. ¿Quiere esto decir que la justicia no admite la diferencia?
No, lo que está en juego es la necesidad de entender que las diferencias solo son aceptables en
la medida en que ellas generen un beneficio para los menos aventajados de la sociedad. Es justa
la diferencia económica si esta se transforma en un beneficio para los que menos tienen en virtud,
por ejemplo, de un programa de impuestos y redistribución efectivo.

En las sociedades democráticas, la justicia se refiere al respeto a la igualdad y a los derechos


humanos de los miembros de la comunidad política (Amaya, Berrío-Acosta y Herrera, 2015). Por
el respeto a derechos humanos como la honra, el buen nombre y la intimidad, el psicólogo deberá
ser particularmente cuidadoso en el registro de información confusa, poco clara o poco confiable
y en la presentación de resultados de evaluación que puedan ser malinterpretados o que no sean
concluyentes. Como la información escrita será potencialmente asumida como una evidencia
veraz, es particularmente importante confirmar y asegurarse de que los datos consignados
corresponden a la verdad. Las impresiones personales e ideas que deban ser posteriormente
validadas por el profesional no deberán quedar registradas en un documento que pueda ser leído
por auditores o por otro profesional con fines de seguimiento, evaluación, supervisión o decisión,
y mucho menos por personas ajenas a la atención psicológica que se está prestando.

Es frecuente que los profesionales lleven apuntes sobre sus impresiones o sus reflexiones
personales alrededor de sus casos en otro documento que no forme parte de los registros
profesionales y menos aún de la historia clínica. Estos apuntes están cubiertos por las mismas
medidas de prudencia exigidos a los registros formales del profesional.

Autonomía
La autonomía es uno de los principales principios y derechos que definen a una sociedad ilustrada,
democrática y liberal. Se trata del reconocimiento de la libertad del otro. Aun cuando diferentes
análisis ponen de manifiesto la gran influencia que tienen las instituciones y en general el ejercicio
del poder sobre las personas, lo cierto es que su alcance es el de influenciar la acción humana
pero nunca el de determinarla. Los seres humanos tienen la posibilidad de hacerse tal y como se 13
quieren, esto es de decidir su destino y el camino que desean dar a sus vidas en el marco de lo
que sus posibilidades les permiten. Ahora bien, el hecho de que las personas tengan tal
posibilidad ontológica, no significa que el ejercicio de la libertad en situaciones concretas sea algo
sencillo. Es un deber del psicólogo el proveer las diferentes herramientas y ayuda a las personas
para que estas puedan superar la heteronomía y logren tomar sus propias decisiones de manera
informada, esto es para que tengan la posibilidad y el coraje de servirse de su propio
entendimiento, de ser autónomas. Esto implica, por ejemplo, que en caso de conflicto, o cuando
el profesional considere que el usuario no está persiguiendo los mejores intereses, respete su
decisión.

Por supuesto la autonomía, como el resto de principios, haya su límite en el otro. El deber del
profesional es, a su vez, un deber con la autonomía de los terceros. Sus actuaciones siempre
deben estar orientadas a promover la autonomía del usuario siempre y cuando esto no genere
un detrimento en la autonomía o el bienestar de los demás.

El Principio de Autonomía se refiere al derecho que tienen las personas de defender su privacidad
y autodeterminación y, por consiguiente, a tomar decisiones libremente y sin interferencias
externas sobre asuntos que se relacionen con sus objetivos o proyecto de vida. Es por esto que
respecto a la información personal, el usuario de los servicios psicológicos tiene derecho a
determinar qué contenidos desea que se incluyan o se excluyan de cualquier registro. Como la
revelación de información se hace con el único motivo de favorecer sus mejores intereses, el
usuario puede exigir la reserva de aspectos específicos. El hecho de revelarlos al profesional no
significa que ceda y renuncie a sus derechos fundamentales. Es particularmente importante, por
tanto, que el consentimiento informado en el que se comenta al usuario sobre los límites de la
confidencialidad sea explicado y aceptado antes que comience cualquier intercambio de
información y datos. Frente a lo anterior, se ha de tener especial cuidado cuando se trata de
intervenciones en ambiente judiciales u organizacionales, ya que ocultar información podría
atentar contra la correcta toma de decisiones. En estos espacios profesionales se ha de ser
sumamente explícito con el usuario de que todo lo que diga y los resultados de sus evaluaciones
serán conocidos por terceros.

Integridad
La integridad es un principio que tiene que ver con la sinceridad ante uno mismo y frente a los
otros. Supone un proceso de evaluación y reconocimiento de las propias capacidades y
conocimientos junto con sus límites; una identificación de los roles y compromisos que deben ser
asumidos. Es el “tribunal personal” que tiene el psicólogo para guiar y evaluar su acción
profesional. Se trata, asimismo de un deber para con los otros, esto es el deber de actuar sin dejar
de lado ninguno de los principios que guían la práctica profesional y reconociendo la totalidad de 14
los derechos de los usuarios y de los colegas, lo cual supone actuar de manera responsable, veraz
y en conformidad con los compromisos adquiridos. Asimismo consiste en el compromiso a futuro
de un continuo desarrollo de las capacidades profesionales lo cual, empero, no va en detrimento
de las capacidades de la vida personal. La integridad es un principio que vincula la vida profesional
con la vida personal al señalar que el cumplimiento de los principios y compromisos con los otros
es algo que se juega todos los días y en la totalidad de las acciones.

“La integridad como principio ético está vinculado con la valoración de la honestidad, el respeto
y la transparencia en las interacciones profesionales” (Amaya, Berrío-Acosta y Herrera, 2015). En
aras de estos componentes del Principio de Integridad, los registros profesionales deben
establecer de forma clara los acuerdos profesionales y económicos, el tipo de servicio psicológico
que se realiza (para el cual el profesional debe estar adecuadamente calificado), las condiciones
de inicio, interrupción y finalización de la intervención, así como las consecuencias económicas
del incumplimiento de lo pactado. Esta información suele recogerse en el apartado
correspondiente al consentimiento informado, tema sobre el cual se pueden consultar
documentos en el portal de eticapsicologica.org y en la sección de Reflexiones del portal web de
Colpsic, en el link de Tribunales.
Referencias

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versión. Disponible en:
http://www.colpsic.org.co/aym_image/files/ACUERDO_No_10_MANUAL_DEONTOLOGIC
O_Y_BIOETICO_DEL_PSICOLOGO_Marzo_15_2012.pdf
Amaya, L., Berrío-Acosta, G. M. y Herrera, W. (2015). Principios éticos. Disponible en:
http://eticapsicologica.org/wiki/index.php
Certicámara (Agosto 29 de 2013). ABC para proteger los datos personales, Ley 1581 de 2012 y
Decreto 1377 de 2013. Disponible en:
http://www.colombiadigital.net/actualidad/articulos-informativos/item/5543-abc-para-
proteger-los-datos-personales-ley-1581-de-2012-decreto-1377-de-2013.html
Decreto 1377 (Junio 27 de 2013). Por el cual se reglamenta parcialmente la Ley 1581 de 2012.
Disponible en: http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=53646
Doctrina No. 1 del Tribunal Nacional Deontológico de Psicología sobre Manejo de la historia clínica
(2011). Disponible en: http://www.colpsic.org.co/aym_image/files/DOCTRINA_No_01-
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Doctrina No. 2 Revisada del Tribunal Nacional Deontológico de Psicología sobre Secreto
profesional (2015). Disponible en la sección de tribunales, link de Normatividad en la 15
dirección web: http://www.colpsic.org.co/
Ley 1090 (Septiembre 6 de 2006). Ley del ejercicio de la psicología en Colombia. Disponible en:
http://www.colpsic.org.co/aym_image/files/LEY_1090_DE_2006_actualizada_junio_2015.
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Social en Salud y se dictan otras disposiciones. Disponible en:
http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=41355
Ley 1581 (Octubre 17 de 2012). Por la cual se dictan disposiciones generales para la protección de
datos personales. Disponible en:
http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=49981#0
Ley 1755 (Junio 30 de 2015). Por medio de la cual se regula el derecho fundamental de petición y
se sustituye un título del Código de procedimiento administrativo y de lo contencioso
administrativo. Disponible en:
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Resolución 1995 (Julio 8 de 1999). Por la cual se establecen normas para el manejo de la Historia
Clínica. Disponible en:
http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=16737.
Resolución 430 (Abril 27 de 2005). Por la cual se adopta el protocolo para la presentación de
dictámenes o informes periciales emitidos por los laboratorios forenses. Instituto de
Medicina Legal y Ciencias Forenses. Disponible en:
http://www.avancejuridico.com/actualidad/documentosoficiales/2005/45899/r_mlegal_0
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