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La civilización maya fue una de las más importantes y extendidas de todas las culturas

indígenas que habitaban Mesoamérica antes del descubrimiento europeo del continente. Se
extendía por México, Guatemala y el norte de Belice y se trataba de una civilización compleja y
avanzada que destacaba por su capacidad para adaptar y aprovechar los recursos de su entorno.
Joyas arquitectónicas como la ciudad de Chichén Itzá, redescubierta a finales del siglo XIX, generan
gran expectación y plantean preguntas sobre esta civilización entre las que se destaca una en
particular: ¿por qué desapareció la cultura maya?

Este es considerado uno de los misterios más intrigantes de la historia, que ha suscitado teorías
de todo tipo y animados debates entre historiadores, arqueólogos y expertos. El florecimiento de
la cultura maya suele situarse en torno al año 250 de la llamada Era Común y su periodo clásico
dura hasta el año 900 aproximadamente. Si bien este primer intervalo está caracterizado por ser
una época de bonanza (con sus naturales altibajos), el periodo post-clásico es en el que ese primer
crecimiento pasó factura a los mayas y acabó por provocar su decadencia en el siglo XVI. Chichén
Itzá, uno de sus mayores bastiones, fue abandonado en torno al año 1200.

Pero parece poco probable que esta caída en desgracia derive de un solo problema y se pueden
descartar teorías de castigos divinos similares al caso de la Atlántida. La desaparición de los
mayas se produjo a lo largo de un periodo de tiempo extenso y provocado por la suma de diversos
factores que llevaorn a su colapso.

Sequías, guerras y deforestación

Numerosos estudios recientes, destacando entre ellos el publicado por científicos


norteamericanos y suizos en la revista Science, parecen coincidir en que uno de esos elementos
clave que aceleró la caída de los mayas fue una serie de tres sequías prolongadas. Estas tuvieron
lugar en el 810, el 860 y el 810 y duraron aproximadamente una década cada una. Los sedimentos
de la fosa de Cariaco (Venezuela) registran las estaciones húmedas y secas del pasado y confirman
la catástrofe medioambiental, que inutilizó los complejos sistemas de canales y reservas
construidos por los mayas.

A estas sequías habría que sumar la capacidad que tenían los mayas para alterar el ecosistema en
que vivían para su propio beneficio. El uso de esta práctica sin cierto control podría provocar una
deforestación que agravaría los efectos de las sequías y obligaría a los habitantes de las primeras
zonas afectadas a huir y refugiarse en otras áreas o grandes ciudades. Estos movimientos de
población serían responsables del tercer elemento a tener en cuenta: las guerras internas.

Los distintos pueblos de la cultura maya habrían vivido numerosos periodos de guerras que
buscaban ampliar su territorio para dar cobijo a los nuevos habitantes desplazados. La falta de
recursos y el espacio necesario para las masificadas ciudades llevaría a una sucesión de
enfrentamientos que diezmarían la población, destruirían el entorno y desestabilizarían los
sistemas de gobierno y a la propia sociedad, conduciéndola a esta brillante civilización a su
inevitable final.

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