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Sobre el orden

y otros textos
Piotr Kropotkin
Piotr Kropotkin

Se agradece la Traducción y difusión de estos textos


a rebeldealegre.blogspot.com

Este material lo hacemos para aportar a la propaganda de las ideas


anarquista y la agitación permanente contra cualquier tipo de cárcel.
Incitamos la reproducción de esta y otras publicaciones
de la editorial mediante cualquier medio.
Ningún derecho reservado.

¡¡LA PROPIEDAD ES UN ROBO!!

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Sobre el orden y otros textos

ÍNDICE

Sobre el orden (1881) Pág. 4

¿Somos lo suficientemente buenos? (1888) Pág. 9

La acción de masas y la acción individual (1890) Pág. 14

La venganza organizada llamada justicia (1901) Pág. 19

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Piotr Kropotkin

Sobre el orden1
Se nos reprocha a menudo por aceptar como denominación esta palabra
anarquía, que asusta tanto a tantas personas. ―Sus ideas son excelentes‖,
nos dicen, ―pero deben admitir que el nombre de su bando es una
desafortunada elección. Anarquía en el lenguaje común es sinónimo de
desorden y caos; la palabra trae a la mente la idea del choque de intereses,
de individuos luchando, lo que no puede conducir al establecimiento de la
armonía‖.

Comencemos por señalar que un bando dedicado a la acción, un bando que


representa una nueva tendencia, rara vez tiene la oportunidad de escoger un
nombre para sí. No fueron los Mendigos de Brabante quienes inventaron su
nombre, que más adelante se hizo conocido. Sino que, comenzando como
un apodo — y uno bien escogido — fue asumido por el partido, aceptado
en general, y pronto se convirtió en su orgulloso título. Se verá más tarde
además que esta palabra resumía toda una idea.

¿Y los Sans-culottes de 1793? Fueron los enemigos de la revolución


popular quienes idearon este nombre; pero también resumía toda una idea
— aquella de la rebelión del pueblo, vestido de rabia, cansado de la
pobreza, en oposición a todos los monarquistas, los supuestos patriotas y
Jacobinos, los bien vestidos y los listos, aquellos que, a pesar de sus
pomposos discursos y de los homenajes que les hacían los historiadores
burgueses, eran los reales enemigos del pueblo, despreciándolo
profundamente por su pobreza, por su espíritu libertario e igualitario, y por
su entusiasmo revolucionario.

Fue igual con el nombre de los Nihilistas, que confunde a los periodistas
tanto y condujo a tantos juegos de palabras, buenos y malos, hasta que se
entendió que no se refería a una secta peculiar — casi religiosa —, sino a
una fuerza revolucionaria real. Acuñado por Turgenev en su novela Padres
e Hijos, fue adoptado por los ―padres‖, que usaron el apodo para vengarse
por la desobediencia de los ―hijos‖. Pero los hijos lo aceptaron y, cuando
más tarde comprendieron que daba pie a confusiones e intentaron
deshacerse de él, esto fue imposible. La prensa y el público no describirían

1
Publicado en Le Révolté, 1881

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Sobre el orden y otros textos

a los revolucionarios rusos con ningún otro nombre. De todos modos el


nombre no estaba para nada mal escogido, pues nuevamente resumía una
idea; expresa la negación de la actividad completa de la civilización
presente, basada en la opresión de una clase sobre otra — la negación del
presente sistema económico. La negación del gobierno y el poder, de la
moral burguesa, del arte por el bien de los explotadores, de las modas y
costumbres que son grotescas o nauseabundamente hipócritas, de todo lo
que la sociedad presente ha heredado de los siglos pasados: en una palabra,
la negación de todo lo que la civilización burguesa hoy trata con
reverencia.

Fue igual con los anarquistas. Cuando emergió un bando dentro de la


Internacional que negaba la autoridad a la Asociación y además se rebelaba
contra la autoridad en todas sus formas, este bando al comienzo se
denominó federalista, luego anti-estatista o anti-autoritario. En aquel
período de hecho evitaron usar el nombre anarquista. La palabra an-arquía
(así es como se escribía entonces) parecía identificar al bando demasiado
cerca de los Proudhonianos, a cuyas ideas sobre la reforma económica en
ese momento se oponía la Internacional. Pero es precisamente por esto —
para causar confusión — que sus enemigos decidieron hacer uso del
nombre; después de todo, hizo posible decir que el nombre mismo del
anarquista probaba que su única ambición era crear desorden y caos sin
preocupación por el resultado.

El bando anarquista rápidamente aceptó el nombre que se le había dado. Al


comienzo insistió en el guión entre an y arquía, explicando que de esta
forma la palabra an-arquía — que viene del griego — significa ―sin
autoridad‖ y no ―desorden‖; pero pronto aceptó la palabra como era, y dejó
de darle trabajo extra a los correctores y lecciones de griego al público.

Así que la palabra volvió a su significado básico, normal, común, como fue
expresado en 1816 por el filósofo inglés Bentham, en los siguientes
términos: ―El filósofo que desea reformar una mala ley‖, dijo, ―no predica
una insurrección en su contra… El carácter del anarquista es muy distinto.
Él niega la existencia de la ley, rechaza su validez, incita a las personas a
rehusarse a reconocerla como ley y a levantarse contra su ejecución‖. El
sentido de la palabra se ha vuelto más amplio hoy; el anarquista niega no
sólo las leyes existentes, sino todo poder establecido, toda autoridad; sin

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Piotr Kropotkin

embargo su esencia ha seguido siendo la misma: se rebela — y es aquí


desde donde comienza — contra el poder y la autoridad en cualquiera de
sus formas.

Pero, se nos dice, esta palabra trae a la mente la negación del orden, y en
consecuencia la idea de desorden, o caos.

Sin embargo asegurémonos de entendernos — ¿de qué orden hablamos?


¿Es de la armonía con la que soñamos los anarquistas, la armonía en las
relaciones humanas que se establecerá libremente cuando la humanidad
deje de dividirse en dos clases, una de las cuales es sacrificada para el
beneficio de la otra, la armonía que emergerá espontáneamente de la unión
de intereses cuando todos pertenezcan a una y la misma familia, cuando
cada cual trabaje por el bien de todos y todos por el bien de cada cual?
¡Obviamente no! Aquellos que acusan a la anarquía de ser la negación del
orden no están hablando de esta armonía del futuro; están hablando del
orden como se piensa en nuestra sociedad presente. Así que veamos qué es
este orden que la anarquía quiere destruir.

Orden hoy — lo que ellos quieren decir con orden — es nueve décimos de
la humanidad trabajando para proveer de lujos, placer y satisfacción a las
más desagradables pasiones para un puñado de ociosos.

Orden es nueve décimos siendo privados de todo lo que es condición


necesaria para una vida decente, para el desarrollo razonable de las
facultades intelectuales. Reducir a nueve décimos de la humanidad al
estado de bestia de carga viviendo de día en día, sin nunca osar pensar en
los placeres provistos al hombre por el estudio científico y la creación
artística — ¡eso es orden!

Orden es pobreza y hambruna vueltos el estado normal de la sociedad. Es


el campesino irlandés muriendo de inanición; e los campesinos de un tercio
de Rusia muriendo de disentería y tifus, y de hambre tras la escasez — en
un tiempo en que el grano almacenado está siendo enviado al exterior.

Es el pueblo de Italia reducido a abandonar su fértil campo y a vagar por


Europa buscando túneles que cavar, donde arriesgan ser enterrados luego
de existir sólo unos pocos meses. Es la tierra usurpada al campesino para

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Sobre el orden y otros textos

criar animales para alimentar a los ricos; es la tierra abandonada y sin


trabajar en vez de ser restaurada para quienes no piden más que cultivarla.

Orden es la mujer vendiéndose para alimentar a sus hijos, es el niño


reducido a estar callado en una fábrica o a morir de inanición, es el
trabajador reducido al estado de máquina. Es el fantasma del trabajador
alzándose contra el rico, el fantasma del pueblo alzándose contra el
gobierno.

Orden es una minoría infinitesimal elevada a posiciones de poder, que por


esta razón se impone sobre la mayoría y que cría a sus hijos para ocupar las
mismas posiciones más tarde de modo de mantener los mismos privilegios
mediante el engaño, la corrupción, la violencia y la matanza.

Orden es la continua guerra de hombre contra hombre, oficio contra oficio,


clase contra clase, país contra país. Es el cañón cuyo rugido nunca cesa en
Europa, es el campo abandonado, el sacrificio de generaciones completas
en el campo de batalla, la destrucción en un solo año de la riqueza
construida en siglos de duro trabajo.

Orden es esclavitud, el pensamiento encadenado, la degradación de la


especie humana mantenida por la espada y el látigo. Es la repentina muerte
por una explosión o la muerte lenta por sofoco de cientos de mineros que
estallan o son enterrados cada año por la codicia de sus patrones — y son
fusilados tan pronto como osan quejarse.

Finalmente, orden es la Comuna de París, ahogada en sangre. Es la muerte


de treinta mil hombres, mujeres y niños, cortados en pedazos por
proyectiles, fusilados, enterrados en cal viva tras las calles de París. Es el
rostro de la juventud de Rusia, encerrada en prisiones, enterrada en las
nieves de Siberia, y — en el caso de los mejores, los más puros, y los más
devotos — estrangulados en el nudo corredizo de la horca. ¡Eso es orden!
Y desorden — ¿a qué le llaman ellos desorden?

Es el alzamiento del pueblo contra este vergonzoso orden, rasgando sus


ataduras, rompiendo sus cadenas y avanzando a un futuro mejor. Es los
más gloriosos actos en la historia de la humanidad.

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Piotr Kropotkin

Es la rebelión del pensamiento en la víspera de la revolución; es la derrota


de hipótesis sancionadas por siglos inmutables; es la ruptura de un torrente
de ideas nuevas, o de osados inventos, es la solución de problemas
científicos.

Desorden es la abolición de la esclavitud ancestral, es el surgimiento de las


comunas, la abolición de la servidumbre feudal, los intentos de abolición
de la servidumbre económica.

Desorden es las revueltas campesinas contra sacerdotes y terratenientes,


quemando castillos para hacer espacio para cabañas, abandonando los
antros para tomar su lugar al sol. Es Francia aboliendo la monarquía y
asestando un golpe mortal a la servidumbre en toda la Europa occidental.

Desorden es 1848 haciendo temblar a los reyes, y proclamando el derecho


al trabajo. Es el pueblo de París luchando por una nueva idea y, cuando
muere en las masacres, dejando a la humanidad la idea de la comuna libre,
y abriendo el camino hacia la revolución que podemos sentir
aproximándose y que será la Revolución Social.

Desorden — lo que ellos llaman desorden — es períodos durante los que


generaciones completas mantienen una lucha sin cesar y se sacrifican por
preparar a la humanidad para una existencia mejor, por deshacerse de la
esclavitud pasada. Es períodos durante los que el genio popular toma libre
vuelo y en unos pocos años hace gigantes avances sin los cuales el hombre
habría seguido en el estado de esclavo ancestral, una cosa rastrera,
degradado por la pobreza.

Desorden es el estallido de las más finas pasiones y los más grandes


sacrificios, ¡es la épica del supremo amor a la humanidad!

La palabra anarquía, que implica la negación de este orden e invoca el


recuerdo de los mejores momentos en las vidas de los pueblos — ¿no está
bien escogido para un bando que avanza hacia la conquista de un mejor
futuro?

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Sobre el orden y otros textos

¿Somos lo suficientemente bueno?2


Una de las objeciones más comunes al comunismo es, que los seres
humanos no son lo suficientemente buenos como para vivir en una
situación comunista. Que no se someterían a un comunismo obligatorio, y
que aún no están maduros para el comunismo libre anarquista. Que siglos
de educación individualista les ha vuelto demasiado egoístas. Que la
esclavitud, la sumisión ante el fuerte, y el trabajo bajo el látigo de la
necesidad, les ha vuelto inadecuados para una sociedad en la que todos
fuesen libres y no supiesen de obligación excepto de la que resulta de un
compromiso adoptado libremente para con los demás, y de la
desaprobación si no cumpliese con tal compromiso. Por lo tanto, se nos
dice, es necesario un estado intermedio de transición de la sociedad como
un paso hacia el comunismo.

Viejas palabras en una forma nueva; palabras dichas y repetidas desde el


primer intento de toda reforma, política o social, en toda sociedad humana.
Palabras que oímos antes de la abolición de la esclavitud; palabras dichas
veinte y cuarenta siglos atrás por quienes gustan demasiado de su propia
quietud como para gustar de cambios rápidos, a quienes la osadía de
pensamiento les aterra, y quienes no han sufrido suficiente por las
injusticias de la sociedad presente como para sentir la profunda necesidad
de nuevas soluciones!

¿Los seres humanos no son lo suficientemente buenos como para el


comunismo, pero lo son para el capitalismo? Si todos los seres humanos
fuesen bondadosos de corazón, amables, y justos, nunca se explotarían los
unos a los otros, aunque poseyeran los medios para hacerlo. Con seres
humanos como tal la propiedad privada del capital no sería un peligro. El
capitalista se apresuraría a compartir sus ganancias con los trabajadores, y
los trabajadores mejor remunerados con aquellos que sufren por causas
ocasionales. Si los seres humanos fuesen previsores no producirían
terciopelo y artículos de lujo mientras se requiera alimento en los poblados:
no construirían palacios mientras aún existan tugurios.

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Publicado en Freedom, 21 de Junio de 1888

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Piotr Kropotkin

Si los seres humanos tuviesen un sentimiento de igualdad profundamente


desarrollado no oprimirían a otros seres humanos. Los políticos no
engañarían a sus electores; el parlamento no sería una caja de parloteos y
trampas, y los policías de Charles Warren se rehusarían a apalear a los
oradores y auditores de la plaza de Trafalgar. Y si los seres humanos fuesen
corteses, respetuosos de sí mismos, y menos egoístas, incluso un mal
capitalista no sería un peligro; los trabajadores pronto le habrían reducido
al papel de un simple administrador-de-camaradas. Incluso un rey no sería
peligroso, porque las personas le considerarían meramente como un
semejante incapaz de hacer mejor trabajo, y por ende encomendado a
firmar estúpidos papeles para enviarlos a otros excéntricos que se hacen
llamar reyes. Pero los seres humanos no son tales prójimos libres de mente,
independientes, previsores, amorosos y empáticos como nos gustaría
verles. Y precisamente, por eso, no deben seguir viviendo bajo el sistema
presente que les permite oprimir y explotar a otros. Tomemos, por ejemplo,
a aquellos sastres sacudidos por la miseria que desfilaron el pasado
Domingo en las calles, y supongamos que uno de ellos haya heredado cien
libras de un tío en América. Con esas cien libras es seguro que no
comenzará una asociación productiva para una docena de semejantes
sastres abatidos por la miseria e intentar mejorar su condición. Se volverá
un explotador. Y, por lo tanto, decimos que en una sociedad donde los
seres humanos son tan viles como este heredero es muy difícil para él
rodearse de sastres sacudidos por la miseria. Tan pronto como pueda les
explotará; mientras que si estos mismos sastres tuviesen un vivir
asegurado, ninguno de ellos sudaría para enriquecer a su ex-camarada, y el
joven explotador no se convertiría en la muy mala bestia en la que seguro
se convertiría si sigue siendo un explotador.

Se nos dice que somos demasiado serviles, demasiado pretenciosos, como


para situarnos bajo instituciones libres; pero nosotros decimos que ya que
por cierto somos tan serviles ya no debemos seguir más bajo las
instituciones presentes que favorecen el desarrollo del servilismo. Vemos
que británicos, franceses, y americanos despliegan el más desagradable
servilismo hacia Gladstone, Boulanger, o Gould. Y concluimos que en una
humanidad ya dotada de tales instintos serviles es muy malo tener a las
masas forzosamente privadas de una educación más elevada, y obligada a
vivir bajo la presente injusticia en riqueza, educación, y conocimiento. Una
instrucción más elevada y una igualdad de condiciones serían los únicos

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Sobre el orden y otros textos

medios para destruir los instintos serviles heredados, y no podemos


nosotros comprender cómo los instintos serviles pueden convertirse en
argumento para mantener, incluso por un día más, la desigualdad de
condiciones; para rechazar la igualdad de instrucción para todos los
miembros de la comunidad.

El espacio es limitado, pero sometamos al mismo análisis cualquiera de los


aspectos de nuestra vida social, y verán que el presente sistema capitalista y
autoritario es absolutamente inapropiado para una sociedad de seres
humanos tan imprevisores, tan rapaces, tan egoístas, y tan serviles como lo
son ahora. Por lo tanto, cuando oímos a personas diciendo que los
anarquistas imaginan a los seres humanos mucho mejores de como
realmente son, nos preguntamos simplemente cómo personas inteligentes
pueden repetir aquel absurdo. ¿No decimos acaso continuamente que el
único medio para volver a los seres humanos menos rapaces y egoístas,
menos ambiciosos y menos serviles al mismo tiempo, es eliminar aquellas
condiciones que favorecen el crecimiento del egoísmo y la rapacidad, del
servilismo y la ambición? La única diferencia entre nosotros y aquellos que
formulan la objeción anterior es esta: Nosotros no exageramos, como ellos,
los instintos inferiores de las masas, y no cerramos nuestros ojos
complacientemente a los mismos malos instintos en las clases altas.

Mantenemos que ambos, dominadores y dominados se pudren con la


autoridad; ambos, explotadores y explotados se malogran con la
explotación; mientras nuestros oponentes parecen aceptar que existen unos
panes de dios — los gobernantes, los empleadores, los líderes — quienes,
con gusto, previenen que los seres humanos malos — los gobernados, los
explotados, los conducidos — se vuelvan peores de lo que son.

Ahí está la diferencia, y es una muy importante. Nosotros admitimos las


imperfecciones de la naturaleza humana, pero no hacemos excepciones
para los dominadores. Ellos sí lo hacen, aunque a veces inconscientemente,
y, debido a que nosotros no hacemos tal excepción, nos dicen ellos que
somos soñadores, que somos ‗poco prácticos‘.

Una antigua disputa, aquella entre los ‗prácticos‘ y los ‗poco prácticos‘, los
supuestamente utopistas: una disputa que se renueva ante cada cambio

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Piotr Kropotkin

propuesto, y que siempre termina en la total derrota de quienes se


autodenominan personas prácticas.

Muchos debemos recordar la disputa que se propagó en América antes de


la abolición de la esclavitud. Cuando se defendió la completa emancipación
de los negros, los prácticos solían decir que si a los negros ya no se les
obligara a trabajar mediante el uso de los látigos de sus amos, no
trabajarían en absoluto, y pronto se volverían una carga para la comunidad.
Los látigos gruesos podían ser prohibidos, decían, y el grosor de los látigos
podría ser reducido progresivamente por la ley a media pulgada primero y
luego a una pequeñez de unas pocas décimas de pulgada; pero algún tipo
de látigo debe mantenerse. Y cuando los abolicionistas dijeron — tal como
decimos nosotros ahora — que el goce del producto de la propia labor sería
un inductor mucho más poderoso para el trabajo que el más grueso de los
látigos, ‗tonterías, mi amigo,‘ les dijeron — tal como se nos dice ahora.
‗No conoces la naturaleza humana! Años de esclavitud les ha vuelto
imprevisores, flojos y serviles, y la naturaleza humana no puede cambiarse
en un día. Estás impregnado, claro, con las mejores intenciones, pero estás
siendo ―poco práctico‖.‘

Bueno, por un tiempo los prácticos tuvieron su propio modo de elaborar


planes para la emancipación gradual de los negros. Pero, ay!, los planes
probaron ser bastante poco prácticos, y la guerra civil — la más sangrienta
registrada — rompió. Pero la guerra resultó en la abolición de la esclavitud,
sin ningún período de transición; — y ya ven, ninguna de las terribles
consecuencias previstas por los prácticos acaeció. Los negros trabajan, son
industriosos y laboriosos, son previsores — demasiado previsores, de
hecho — y el único arrepentimiento que se puede expresar es, que el plan
defendido por el ala izquierda del campo poco práctico — la igualdad
completa y la distribución de tierras — no se realizara: hubiese ahorrado
muchos problemas.

Alrededor del mismo tiempo una disputa similar se propagó en Rusia, y su


causa fue esta. Había en Rusia 20 millones de sirvientes. Por varias
generaciones habían estado bajo la dominación, o mejor dicho, la vara, de
sus amos. Eran azotados por arar mal sus suelos, azotados para que hicieran
el aseo en sus hogares, azotados por la imperfección en el tejido de sus

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Sobre el orden y otros textos

vestimentas, azotados por no casar antes a sus niños y niñas — azotados


por todo. Servilismo, imprevisión, eran sus supuestas características.

Luego vinieron los utopistas y demandaron nada menos que lo siguiente:


completa liberación de los sirvientes; abolición inmediata de toda
obligación de los sirvientes hacia el señor. Más que eso: abolición
inmediata de la jurisdicción del señor y su abandono de todos los asuntos
sobre los que antes juzgaba, en tribunales campesinos elegidos por los
campesinos y que juzgaba, no de acuerdo a la ley, que no conocen, sino a
sus costumbres no escritas. Tal era el plan poco práctico del campo poco
práctico. Fue tratado como mero desatino por los prácticos.

Pero felizmente había en esos tiempos en Rusia una buena cantidad de poca
practicabilidad en los campesinos, quienes se sublevaron con palos contra
las armas, y se rehusaron al sometimiento, no obstante las masacres, y por
lo tanto reforzaron el estado mental poco práctico a un grado tal como para
permitir que el campo poco práctico forzara al zar a firmar su plan — aún
mutilado en algún grado.

Los más prácticos se apresuraron a abandonar Rusia, para que no les


cortaran la garganta pocos días después de la promulgación de aquel plan
poco práctico.

Pero todo continuó bastante bien, no obstante los diversos traspiés


cometidos aún por los prácticos. Estos esclavos a los que se les reputaba
como imprevisores, brutos egoístas, y demás, desplegaron tan buen sentido,
tanta capacidad de organización como para superar las expectativas de
incluso los más poco prácticos de los utopistas; y en tres años después de la
emancipación la fisionomía general de los poblados había cambiado
completamente. Los esclavos se estaban convirtiendo en seres humanos!

Los utopistas ganaron la batalla. Probaron que ellos eran los realmente
prácticos, y que quienes pretendían ser prácticos eran imbéciles. Y el único
arrepentimiento expresado ahora por todos quienes conocen el
campesinado ruso es, que demasiadas concesiones les fueron hechas a
aquellos imbéciles prácticos y egoístas estrechos de mente: que el consejo
del ala izquierda del campo poco práctico no haya sido seguido a
cabalidad.

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Piotr Kropotkin

No podemos ya dar más ejemplos. Pero invitamos fervorosamente a


quienes gustan de razonar por sí mismos a estudiar la historia de cualquiera
de los grandes cambios sociales que han ocurrido en la humanidad desde el
levantamiento de las comunas a la Reforma y a nuestros tiempos modernos.
Verán que la historia no es más que una lucha entre dominadores y
dominados, opresores y oprimidos, en la que el campo práctico siempre
toma parte del lado de los dominadores y los opresores, mientras que el
campo poco práctico toma parte del lado de los oprimidos; y verán que la
lucha siempre termina en una derrota final del campo práctico luego de
mucha sangre derramada y sufrimiento, debido a lo que llaman su ‗buen
sentido práctico‘.

Si al decir que somos poco prácticos nuestros oponentes quieren decir que
prevemos la marcha de los eventos mucho mejor que los cobardes prácticos
cortos de vista, entonces tienen razón. Pero si quieren decir que ellos, los
prácticos, tienen una mejor previsión de los eventos, entonces les enviamos
a la historia y les pedimos que se dispongan a concordar con sus
enseñanzas antes de realizar tan presuntuosa afirmación.

La acción de las masas y la acción individual3


Nuestros compañeros están perfectamente en lo correcto al decir (en su
carta) que las huelgas de Mayo son consecuencia de las condiciones
económicas generales. Si la vuelta al trabajo en las minas y en la industria
del hierro, y si la pobreza espantosa en otros oficios no existiese, no habría
huelga alguna, así como no las había a tan gran escala diez años atrás. Pero
lo que ignoran nuestros compañeros es que, fuera de todas las
organizaciones socialistas, ahora mismo, en los trabajadores de todas las
nacionalidades, se está desarrollando una inmensa labor por avanzar hacia
una huelga general. Demócratas, sindicalistas, socialistas, anarquistas,
tienen absolutamente nada que ver con ello. – ―Estamos abrumados por
este movimiento‖ nos dijo, hace dos años, un socialista Belga. En
Inglaterra, en una gran ciudad, los socialistas al menos, se agarraron de este
movimiento. Fueron bien recibidos al comienzo; pero cuando las personas

3
Publicado en La Révolte, 24 de Mayo de 1890

14
Sobre el orden y otros textos

se dieron cuenta de que querían emplearlo para un fin electoral, les


expulsaron por la borda.4

Que sea suficiente decir que este movimiento internacional viene de


América;5 que está tomando forma fuera de toda organización (existente); y
que nos encontramos con uno de estos hechos que siempre han
caracterizado a los grandes movimientos populares – es comprensión tácita
que se establece fuera de los periódicos, los comités, los agitadores. La
palabra difundida en el taller es suficiente y se dicen unos a otros: ―¡Que
así sea, nos vemos el primero de Mayo!‖ Luego un trabajador va de
Inglaterra a Austria, o de Austria a Inglaterra, y expresa la misma idea, y la
idea – ya que resulta de una necesidad económica – es aceptada
inmediatamente.

Todas las huelgas de los dos últimos años, en Bélgica, en Inglaterra, en


Moravia6, etc., se deben a esta difusión espontánea de la idea. Si alguna vez
hubo un movimiento anarquista en su esencia y una propaganda
esencialmente anarquista en sus procesos, es este. Pues no hay secreto – es
un acuerdo tácito que se establece.

Nuestros compañeros de Génova se equivocan al atribuir el primero de


Mayo al Congreso de París. 7 Ocurrió absolutamente fuera del Congreso,
contra la voluntad de los social-demócratas, contra la voluntad de los
comités sindicales y a pesar de la indiferencia de los socialistas, anarquistas
y autoritarios. Es precisamente por esa razón que le asignamos importancia.
4
Una referencia a la Huelga Portuaria de Londres en 1889 (ver el artículo
de Kropotkin ―Ce que c‘est qu‘une gréve‖ [―Lo que una huelga es‖], La Révolte, 7
de Sepitembre de 1889. (traductor)
5
Una referencia al movimiento de 1886 por las ocho horas en América que llamó a
los trabajadores a huelga el Primero de Mayo. El evento de Haymarket en Chicago
– un ataque policial, una bomba lanzada y el consecuente encarcelamiento y la
horca para cinco Anarquistas, fueron parte de esta oleada de huelgas. (traductor)
6
Moravia fue un país histórico en Europa Central en el Este de la República Checa
y uno de los territorios históricos Checos, junto a Bohemia y la Silesia Checa.
(traductor)
7
Una referencia a la fundación del congreso de la Segunda Internacional sostenida
en París durante Julio de 1889. Este congreso designó el Primero de Mayo como
feriado internacional para el trabajo, marcado por protestas y marchas. Se inspiró
en el movimiento Americano por las Ocho Horas de 1886. (traductor)

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Piotr Kropotkin

En un Congreso donde Liebknecht 8 disfrutó de derechos de realeza, un


desconocido proveniente de Australia hace la propuesta. Los líderes
estupefactos no se atreven a renunciar a ella, pues los delegados obreros –
los desconocidos – la aclaman unánimemente. Luego, la propuesta es
olvidada. La consigna de la prensa socialista es no exhalar una sola palabra
de ello. Socialistas y anarquistas la tratan como chiste. Los demócratas se
oponen. Y mientras tanto los trabajadores esparcen el llamado (a una
huelga general) entre ellos: nos vemos el Primero de Mayo. Y quince días
antes del Primero de Mayo los líderes sindicalistas, socialistas y
demócratas se enteran con espanto que los trabajadores estarán en las calles
aquel día. Así que ponen buena cara ante estas malas noticias, luego
intentan contener la protesta y terminan por unirse a ella. Pero aun así,
esperan una protesta poco significativa – y ahí va todo el Londres obrero
saliendo de sus casas, un tercio de Viena saliendo al Prater 9 , todo
Hamburgo a pie, y una revuelta general de mineros comienza en Moravia,
en las provincias Vascas, etc.

De hecho, estamos convencidos de que lo que los iniciadores populares del


movimiento querían para el Primero de Mayo era la huelga general – como
lo habían querido, unos años atrás, en América. Y estamos convencidos de
que la idea de una huelga general ha sido pospuesta solamente, y que el
acuerdo popular hallará en un año o dos otra fecha, no prevista por aquellos
en el poder, para así comenzar la huelga general.

Creemos que estos hechos son en general desconocidos y son la mejor


respuesta a la carta de nuestros compañeros y por esa misma razón tuvimos
que exponerlos en extenso.

―¿Iniciativa individual?‖ – ¡Maldición! ¡Practiquémosla tanto como sea


posible! No hablemos: ¡actuemos! Pero cuando estamos ante un
movimiento espontáneo de las masas – frente a una iniciativa individual de
millones de trabajadores – no metamos un palo en las ruedas de lo que se

8
Wilhelm Martin Philipp Christian Ludwig Liebknecht (1826-1900) fue un
sobresaliente social demócrata alemán. Bajo su liderazgo, el Partido Social
Demócrata Alemán (SPD) pasó de ser una pequeña secta del partido político más
grande del país. (traductor)
9
El Prater es un gran parque público en el segundo distrito (Leopoldstadt) de
Viena. (traductor)

16
Sobre el orden y otros textos

está haciendo sin nosotros, en nombre de la iniciativa individual, que


excelente será cuando se pone en marcha, pero que, por sí misma, no hará
la revolución. El punto fuerte de la iniciativa individual es despertar el
espíritu de la revuelta en las masas – porque sin las masas, no hay
revolución. Pero una vez que las masas despierten, una vez que se muevan
y desciendan por las calles, a riesgo de dormir esa noche en las barricadas
(era la idea en Viena), ¿dónde debe ir la iniciativa individual?

La respuesta es obvia – ¡Donde están las masas! ¡Y en el mismísimo día en


que las masas se congreguen! Para nosotros, es absolutamente obvio que en
Moravia, en las provincias Vascas, en Barcelona, en Valencia y en todo
otro lugar, aquellos entre los trabajadores que realmente tienen algo de
iniciativa individual y que no esperan la consigna de parte de los
anarquistas más que de los demócratas, se dijeron: ―Mientras las tropas
están en Viena o en Madrid, comenzaremos la revolución aquí, en Moravia,
en Barcelona o en Bilbao. Y lo haremos precisamente en el Primero de
Mayo (o tal vez el 2 de Mayo) mientras las tropas están aún en Viena o en
Madrid, y no el 15 de Mayo o el 15 de Junio, cuando estén de vuelta en
nuestras provincias.‖

No han sido apoyados, precisamente porque la iniciativa faltaba en otras


partes.

En cuanto a los arrestos de los anarquistas – es hora de anticiparlos por


adelantado. Toda vez que hay agitación en las masas, de donde sea que
venga, el gobierno arrestará anarquistas – si no toman precauciones. Eso
ocurrirá antes de la revolución, durante la revolución y después de la
revolución. Necesitamos solo recordar a Marat10 y a tantos otros, menos
conocidos, que fueron forzados a vivir en sótanos justo en medio de 1793,
mientras los aristócratas eran guillotinados por docenas. Los anarquistas
serán arrestados porque – a veces erradamente, pero a menudo

10
Jean-Paul Marat (1743-1793) fue una de las voces más radicales de la
Revolución Francesa. Fue un vigoroso defensor de los sans-culottes y publicó el
periódico L‘Ami du people (El Amigo del Pueblo) renombrado por su tono fiero y
su defensa de los derechos políticos y económicos de las clases trabajadoras. Fue
asesinado mientras tomaba un baño medicinal y se volvió un mártir revolucionario
para los Jacobinos. Kropotkin le cita favorablemente en su historia clásica de 1909,
La Gran Revolución Francesa. (traductor)

17
Piotr Kropotkin

acertadamente – los gobiernos se dirán: ―Cuando el pueblo esté en la calle


y falte aquella iniciativa individual entre las masas que marchan para tomar
la sociedad, es desde los anarquistas que la iniciativa de movimiento podrá
venir, no de los legalistas.‖

Y, notemos, que será absolutamente igual durante la revolución misma, en


tanto la revolución, en su desarrollo, no haya alcanzado la fase anarquista.
Por lo tanto, no hablemos de ello.

Sumemos además que si, en el día de una gran protesta popular,


difícilmente tome lugar un movimiento en una gran ciudad, siempre unos
pocos días tras tal protesta comienza el movimiento. Nos contamos,
entendimos su fuerza, fuimos ofendidos por la brutalidad de la policía, nos
enrabiamos por el baño de sangre en una demostración pacífica: los
soldados mismos están furiosos con sus líderes que les hicieron disparar
contra mujeres y niños; y luego, ante un llamado que, una vez más, nace
espontáneamente en las masas – preparamos otra protesta. Pero, antes de
aquel día, la revolución ya comienza.

En resumen, demos vueltas al asunto una y otra vez tanto como queramos,
pero no podemos llegar a otra conclusión que esta: ―ya sea que seamos
partidarios de la acción individual o de la acción de las masas – y es obvio
que ambas son necesarias – el lugar de la persona de acción está donde las
masas están. Si lleva a cabo un acto individual; si responde a la patada de
un policía con un disparo; si se rebela contra tal inequidad; si extingue el
fuego en alguna fábrica obrera, o si rompe sus ventanas (como se hizo en
Moravia); si va a prisión por esparcir propaganda entre las tropas o si
emprende algún otro acto de valentía individual – su acto tendrá solamente
mayor impacto, ya que fue realizado ante los ojos de las masas, abierta y
públicamente, y mientras, la prensa hablará de ello con todo detalle, y
mientras, todo trabajador hablará de ello en el taller.‖

Es tan simple, y estamos tan seguros de que todos los revolucionarios son
de la misma opinión, que solo puede haber debate sobre ello por un
malentendido.

18
Sobre el orden y otros textos

La venganza organizada llamada justicia11


En el año 1837, Adolphe Blanqui (hermano del líder revolucionario de
quien los Blanquistas tomaron su nombre) escribió un libro, La Historia de
la Economía Política. Demostró en él la importancia que la economía tuvo
en la historia de la humanidad para la determinación de formas políticas y
también para la construcción de ideas actuales sobre Derecho, Moral y
Filosofía. Sesenta años atrás, Liberales y Radicales concentraron sus
pensamientos en la política, y fueron por completo inconscientes de las
nuevas condiciones industriales que estaban en su curso de formación
desde las ruinas del antiguo régimen. Fue desde el punto de vista de
Blanqui muy legítimo que para llevar la atención a la economía y hacia el
movimiento Socialista que estaba entonces comenzando, debió él ir tan
lejos como para construir toda la historia en base a la economía. Algo de
unilateralidad no habría de evitarse, era incluso quizás deseable; de otros
factores bajo investigación, ya más o menos conocidos, él no necesitó
hablar, y toda la fuerza de su argumentación había de arrojarse sobre el
hasta entonces desconocido factor.

Sus exageraciones han sido seguidas por la escuela alemana de Social


Demócratas, olvidadizos de todos los demás aspectos del desarrollo de la
sociedad. A su vez nosotros, los Anarquistas, hemos demostrado la gran
importancia de aquel otro factor, el Estado; y descansa en nosotros el tener
su relevancia para la sociedad claramente establecida.

Sin embargo, mientras ponemos acento en los principios jerárquico,


centralizado, Jacobino, anti-libertario del Estado, somos, tal vez, propensos
a descuidar nuestra crítica a lo que se ha denominado Justicia. Este reporte
ha sido escrito con el especial deseo de llevar la atención al origen de esta
institución y a invitar a una discusión que arrojaría luz sobre aquel asunto.

Un cuidadoso estudio del desarrollo de la sociedad fuerza sobre nosotros la


convicción de que el Estado y la Justicia son dos instituciones que no sólo
co-existen en la sociedad en la corriente de la historia, sino que están

11
«L‘Organisation de la Vindicte appelée Justice», París: Les Temps
Nouveaux (1901)

19
Piotr Kropotkin

conectados por el lazo de causa y efecto. Quien admita la necesidad de


miembros escogidos separados de la sociedad para la función especial de
distribuir castigos a quienes han quebrado la ley, necesita un cuerpo que
dicte estas leyes, las codifique, establezca estándares de castigo — necesita
escuelas especiales para enseñar la manufactura e interpretación de las
leyes — necesita cárceles, carceleros, policía, verdugos y ejército —
necesita al Estado.

La tribu primitiva, siempre comunista, no sabe de jueces: dentro de la tribu


el robo, el homicidio, el asesinato no existen. Las costumbres son
suficientes para prevenirlos. Pero en los muy raros casos en que un
miembro no respetara las sagradas reglas de la tribu, sería lapidado o
quemado hasta la muerte por la tribu entera. Cada miembro de ella lanzaría
su piedra o traería su manojo de madera, de modo que no fuese tal o cual
persona la que ha dado muerte al culpable, sino la tribu completa.

Cuando un miembro de otra tribu ha herido a alguien, entonces toda la tribu


del dañado es responsable de llevar a cabo un daño igual; y toda la tribu del
asaltante es responsable, de modo que cualquiera de sus miembros en
cuanto surja la oportunidad puede ser escogido por cualquier miembro de
la tribu afectada para la represalia — de acuerdo al principio de vida por
vida, diente por diente, y así; heridas infligidas exactamente como fueron
recibidas, siendo el grano de maíz el estándar de medida de cada herida.

Esta es la concepción primigenia de justicia.

Más tarde, en la vida de las aldeas de los primeros siglos de nuestra era, la
concepción cambió. La idea de Venganza es poco a poco hecha a un lado
— muy lento, claro, principalmente entre poblaciones agrícolas, que
sobrevivían aún entre los guerreros — y se desarrolla la idea de la
Compensación; la compensación al afectado, o a su familia o a la tribu. A
medida que aparece la familia patriarcal, en posesión de ganado y de
esclavos robados de otras tribus, la compensación toma más y más el
carácter de evaluación del daño hecho — siendo el valor distinto de
acuerdo al rango del afectado: tanto por un esclavo asesinado, tanto por un
campesino herido, tanto por un jefe maltratado. Las escalas de valoración
forman los primeros códigos bárbaros. Para fijas el monto, la comunidad
aldeana se reúne, los hechos del caso son verificados por la interrogación

20
Sobre el orden y otros textos

de jurados escogidos en igual número (6 o 12) de ambas partes o sus


familias. Los miembros antiguos de la aldea o, mejor aún, los bardos, a la
memoria de quienes la tradición es confiada, o tal vez jueces de afuera
invitados por la comunidad, deciden la compensación (restitución simple
para el robo) y la multa para la comunidad o para los dioses.

Pero gradualmente, durante la inmigración de distintas tribus, muchas


comunidades libres son esclavizadas. En el mismo territorio viven, lado a
lado, conquistadores y conquistados. Vienen entonces el sacerdote y el
obispo, temidos brujos, y poco a poco el jurado, los bardos, los antiguos de
la tribu son sustituidos en la valoración de la compensación por los
delegados del obispo o del señor local.

La multa se vuelve más y más importante: la compensación al afectado


menos y menos; la parte de la comunidad en la multa llega a cero; todo el
pago es puesto en el bolsillo del jefe. El Antiguo Testamento provee a estos
delegados del ejemplo tradicional necesario de juicio. Vemos así al juez
moderno evolucionando desde el jurado escogido a la misma razón que el
sistema feudal evoluciona desde la comunidad aldeana. La idea de Castigo
nace, y pronto aleja toda otra concepción, especialmente bajo la acción de
la Iglesia, que tomando el ejemplo de sus predecesores hebreos quiere
reinar con el terror. Un daño a un sacerdote ya no es un daño a un ser
humano, es un daño a la divinidad, y no hay escarmiento lo suficientemente
severo como para castigar tal crimen. La crueldad del juicio incrementa a
medida que pasa el tiempo, y el poder secular imita al poder clerical.

En los siglos décimo y undécimo aparece la ciudad medieval. Revolución


tras revolución, ciudad tras ciudad expelen al juez del obispo, del señor, del
duque. Las ciudades hacen su Conjuro. Al comienzo los ciudadanos juran
abandonar toda disputa que surja de la lex talionis (ley del talión) y, si
surgen nuevas disputas, nunca apelar a poderes externos, sino establecer
todo entre ellos mismos. Las comunidades de gremio, distrito, ciudad son
los distintos grados de jurisdicción. Los bailíos, escogidos por los
miembros del gremio, la calle, el distrito o la ciudad, deciden la
compensación a ser garantizada a la parte afectada. En casos especialmente
importantes, el gremio, la calle, el distrito o la ciudad, convocaban a una
asamblea general, pronunciaba la sentencia. Aparte, el Arbitraje en todas

21
Piotr Kropotkin

las etapas entre individuos, entre gremios, entre distritos y ciudades toma
gran extensión.

Pero la organización dura sólo unos pocos siglos. El cristianismo y un


resurgimiento del estudio de la ley romana hallan su camino en las ideas de
las personas en general. El sacerdote insiste incesantemente en la cólera e
ira de Dios. Su argumento favorito — aún el mismo en nuestros días — es
que el castigo eterno caerá por violar la ley de la Iglesia; aplicando las
palabras de la Escritura concerniente a aquellos poseídos por espíritus
demoníacos, la Iglesia discierne a un demonio en cada malhechor; inventa
todo tipo de torturas para sacar el demonio del cuerpo, y luego lo quema
para que no recaiga. Desde el comienzo, Sacerdote y Señor actúan juntos;
el sacerdote es a menudo él mismo un Señor; el Papa es un Rey; por lo
tanto quien ha quebrado la ley de la sociedad civil es más y más tratado
como quien ha violado la de la Iglesia. Los poderes clericales y civiles van
mano a mano, el clerical sólo un poco adelante, sus leyes y refinadas
torturas aumentan firmemente en ferocidad. El Papa, él mismo el supremo
árbitro, reúne a su alrededor abogados, expertos en leyes romanas y
feudales. El sentido común, el conocimiento de usos y costumbres, el
estudio de la naturaleza humana, son abandonados más y más tras el telón;
se dice que fomentan las malas pasiones, que son una invención del diablo.
Los ―precedentes‖ califican como ley, y, mientras más antiguo sea un
juicio, más importante, más respetable parece ser. Los ―precedentes‖ son
por ende buscados en la Roma imperial y en los jueces hebreos.

El arbitraje desaparece, lentamente ante el poder en ascenso del obispo, el


señor, el rey, el papa. A medida que la alianza entre los poderes religioso y
civil se hace más cercana, los acuerdos amistosos para las disputas son
prohibidos; la compensación a la parte afectada se vuelve cosa del pasado;
— la venganza en nombre de un Dios cristiano o del Estado Romano son lo
principal. Al mismo tiempo, el carácter atroz de las sanciones infligidas es
tal que es casi imposible leer la descripción de las escenas judiciales de
aquel período.

Las ideas fundamentales de Justicia, esenciales para toda sociedad, han


cambiado así totalmente entre los siglos undécimo y decimosexto. En
nuestro artículo sobre El Estado y su rol histórico nos hemos empeñado en
explicar cómo el Estado tomó posesión de las ciudades libres; que sea

22
Sobre el orden y otros textos

suficiente para nuestro propósito presente remarcar que, cuando la


evolución tomó lugar, que llevó a las ciudades bajo la influencia del
Estado, las comunidades ya habían abandonado, incluso en ideal, los
principios de arbitraje y compensación que eran la esencia de la justicia
popular en el siglo undécimo. Cuando el Estado puso su mano sobre las
ciudades la antigua concepción se había ido por completo. El cristianismo y
la ley romana ya habían hecho Estados fuera de las ciudades. El paso
siguiente era simplemente este, que el Estado estableciera su imperio sobre
las ciudades ahora esclavizadas.

Ciertamente, sería interesante estudiar cómo los cambios económicos que


ocurrieron durante aquel trecho de tiempo (cinco siglos), cómo el comercio
a distancia, la exportación, la creación de bancos y de préstamos
comerciales, cómo las guerras, la colonización, y la producción capitalista
tomaron el lugar de la producción, el consumo y el comercio comunales —
estudiar cómo todos estos factores influenciaron a las ideas de punta
durante el mismo período y ayudaron a ese cambio en la concepción de la
Justicia. Algunas espléndidas investigaciones se encuentran por aquí y por
allá en las obras de los historiadores de las ciudades libres. Unas cuantas
investigaciones originales sobre la influencia de las ideas cristianas y
romanas también existen (aunque tales estudios son de una naturaleza
mucho más difícil y siempre heterodoxos). Pero sería un error rastrear todo
el origen en la economía; sería el mismo tipo de error que si, estudiando
botánica, dijésemos que la cantidad de calor recibido por una planta
determina su vida y crecimiento, olvidando la humedad, la luz y otros
factores importantes.

Este resumen histórico, corto como es, muestra no obstante cómo el Estado
y la evolución de la venganza, llamada justicia, son instituciones
relacionadas — derivadas la una de la otra, apoyándose la una a la otra,
siendo históricamente una.

Pero un momento de pensamiento tranquilo es suficiente para comprender


cómo ambas instituciones se sostienen lógicamente juntas, cómo ambas
tienen un origen común en la misma idea: la Autoridad cuidando de la
seguridad de la sociedad y ejerciendo la venganza sobre quienes rompen
reglas o leyes establecidas. Si admites la existencia de jueces, como
miembros especialmente seleccionados de la sociedad a quienes se confía

23
Piotr Kropotkin

el cuidado de aplicar tradiciones codificadas, no importa por quién sea


escogido o elegido, — tienes un embrión de Estado en torno al cual otros
poderes por poder ser se congregarán. Por otra parte, si admites la
estructura centralizada llamada Estado, una de sus funciones será
administrar la justicia. De ahí los jueces.

¿Pero no podemos tener jueces elegidos por el pueblo? Veamos dónde nos
conduce esto. Primero debe decirse que la idea de leyes directamente
hechas por el pueblo nunca se ha contemplado seriamente; su bosquejo
debe siempre dejarse a algún hombre más ilustrado (héroe, Ubermensch).
Luego, aparte del juez y del legislador, se necesitará otra persona para
explicar tales leyes, o interpretar antiguas, para estudiar sus conexiones e
ideas de punta: universidades de leyes con plantas de profesores y
estudiantes, actuando de carga sobre la sociedad con todo el peso de sus
tradiciones heredadas y sus desmenuzamientos sobre la letra de la ley. Pero
eso es nada comparado con los auxiliares requeridos por el juez: por un
lado el gendarme, el policía, la prostituta, el espía, el agente provocador;
por otro, el carcelero, el verdugo y toda la secuela de infamia que
necesariamente les acompaña.

Finalmente, debes aplicar algún cuerpo supervisor para mantener todo ese
ejército de funcionarios en marcha. No debes olvidar proveer de dinero
para su mantención y así. En corto, no hay una sola función del Estado hoy
cuyos servicios puedan ser dispensados si queremos mantener al juez —
sea elegido por el pueblo o no.

¿Pero y qué hay del Código? El Código, todos los códigos, representan una
congregación de tradiciones, de fórmulas prestadas desde concepciones
antiguas absolutamente repugnantes para todas las ideas socialistas de hoy;
sobrevivientes de nuestro pasado servil, servil en acción, servil en habla,
servil en pensamiento. No tiene consecuencia alguna que algunas de las
ideas morales de punta puedan estar en concordancia con las nuestras; en el
momento que un castigo es decretado por el no cumplimiento de una buena
acción no tendremos nada que hacer con ello. Un Código es el pasado
estereotipado y puesto en el camino del progreso humano.

Todo castigo legal es venganza legalizada, venganza hecha obligatoria, y


debemos preguntarnos ¿qué uso tiene la venganza? ¿Ayuda a mantener las

24
Sobre el orden y otros textos

costumbres sociales? ¿Previene alguna vez que las pequeñas minorías de


rompedores de buenas costumbres lo hagan? Nunca. Por el contrario,
proclamar los deberes de venganza es simplemente ayudar a la existencia
de costumbres anti-sociales. Piensa en la cantidad de sucia perversidad
lanzada a la sociedad por la institución policíaca, por lejos más peligrosa
para la sociedad que cualquier acto cometido por criminales. Piensa en las
―mentiras bien-intencionadas‖ de los magistrados para obtener la verdad de
los criminales. Piensa en todo lo que ocurre a nuestro alrededor y
comprenderás porqué los anarquistas no tienen vacilación en declarar que
el castigo es peor que el crimen. Y todo aquel que estudie esas cuestiones y
llegue a la raíz llegará a la misma conclusión, e intentará hallar otros
medios de protección de la sociedad contra los malhechores.

Todos verán que el arbitraje, siendo los árbitros escogidos por las partes en
disputa será suficiente en la gran mayoría de los casos para apaciguar las
disputas que surjan. Todos admitirán que la política de no-interferencia
ahora tan favorecida es un mal hábito adquirido desde que el Estado halló
conveniente asumir el deber de mantener el orden. La intervención activa
de amigos, vecinos, transeúntes prevendría una gran proporción de los
conflictos. Que sea el deber de todos asistir al débil, interferir entre
personas que pelean, y la policía no se requerirá en absoluto.

El estudiante no puede evitar asombrarse del hecho de que por un par de


siglos hubo uno desarrollo paralelo en marcha: por un lado el castigo y la
venganza legal han sido menos y menos sangrientos, no por decir más
suaves, la tortura ha sido abolida, la pena de muerte ha sido limitada a
menos casos y en algunos países totalmente abolida; por otro lado los actos
anti-sociales han disminuido. Hay lejos mayor seguridad en nuestra vida
cotidiana que en la de nuestros antepasados. Muchos factores han ayudado
a suavizar las conductas, pero la suavización del castigo es ciertamente una
de ellas. ¿No debemos continuar por la misma línea; o debemos suponer
que una sociedad socialista o comunista sería inferior en aquel aspecto a un
gobierno capitalista?

Podemos vivir sin jueces en la sociedad, así como podemos vivir sin jefes
en la producción.

25
Piotr Kropotkin

CONCLUSIONES

La así denominada Justicia es un sobreviviente de una servidumbre pasada


basada, para el interés de las clases privilegiadas, en la ley romana y en las
ideas de venganza divina.

En la historia de la sociedad, la organización de la venganza bajo el nombre


de justicia es coincidente con el Estado; se implican el uno al otro; nacieron
juntos, florecieron juntos y están destinados a perecer juntos.

Viniendo de una era de servidumbre ayuda a mantener la servidumbre en la


sociedad presente; por medio de su policía, prisiones y demás, es una llaga
abierta, excretando un flujo constante de purulencia en la sociedad, un mal
por lejos mayor que contra el que se supone que lucha.

El modo de vivir sin él se hallará en el arbitraje voluntario, en mayor


solidaridad en efecto, en los poderosos medios educativos que una sociedad
tendrá que no deja al policía el cuidado de su moral pública.

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