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Nobleza y Areté – Jaeger

La educación es una función tan natural y universal de la comunidad humana, que por su misma evidencia tarda
mucho tiempo en llegar a la plena conciencia de aquellos que la reciben y la practican. Así su primer rastro en la
tradición literaria es relativamente tardío. Llegó por primera vez a través de una antiquísima tradición oral, en la
poesía de Hesíodo.
De la educación, se distingue de la formación del hombre, mediante la creación de un ideal íntimamente
coherente y claramente determinado.
Es un hecho fundamental de la historia de la cultura que toda alta cultura surge de la diferenciación de las clases
sociales. La nobleza es la fuente del proceso espiritual mediante el cual nace y se desarrolla la cultura de una
nación. Puesto que la más antigua tradición escrita nos muestra una cultura aristocrática que se levanta sobre la
masa popular, es preciso que la consideración histórica tome en ella su punto de partida.
La educación no es otra cosa que la forma aristocrática, progresivamente espiritualizada, de una nación.

El tema esencial de la historia de la educación griega es más bien el concepto de areté, que se remonta a los
tiempos más antiguos. El castellano actual no ofrece un equivalente exacto de areté.
La palabra “virtud” o “excelencia”, como expresión del más alto ideal caballeresco unido a una conducta cortesana
y selecta y el heroísmo guerrero, expresaría acaso el sentido de la palabra griega. En el concepto de areté se
concentra el ideal educador de este periodo.
El más antiguo testimonio de la cultura aristocrática helénica es Homero, si designamos con este nombre a las dos
grandes epopeyas: la Ilíada y la Odisea.
El concepto de areté es usado con frecuencia por Homero, así como en los siglos posteriores, en su más amplio
sentido, no sólo para designar a la excelencia humana, sino también la superioridad de seres no humanos, como
la fuerza de los dioses o el valor y la rapidez de los caballos nobles. El hombre ordinario, en cambio, no tiene
areté, y si el esclavo procede acaso de una raza de alta estirpe, le quita Zeus la mitad de su areté y no es ya el
mismo que era. La areté es el atributo propio de la nobleza. Los griegos consideraron siempre la destreza y la
fuerza sobresaliente como el supuesto evidente de toda posición dominante. Nobleza y areté se hallan
inseparablemente unidos.
La areté concierne tanto aptitudes físicas como morales y espirituales.
Respeto, prestigio, virtud, honor. La areté solo se mantiene si es reconocida por los demás

Es también la Ilíada testimonio de la alta conciencia educadora de la nobleza griega. Muestra cómo el viejo
concepto de guerrero de la areté no era suficiente para los poetas nuevos, sino que traía una nueva imagen del
hombre perfecto para la cual, al lado de la acción, estaba la nobleza del espíritu, y sólo en la unión de ambas se
hallaba el verdadero fin.
Íntimamente vinculado con la areté se halla el honor. En los primeros tiempos era inseparable de la habilidad y el
mérito. Para Homero y el mundo de la nobleza de su tiempo la negación del honor era, en cambio, la mayor
tragedia humana. El elogio y la reprobación son la fuente del honor y del deshonor. En cierto modo es posible
afirmar que la areté heroica se perfecciona sólo con la muerte del héroe.
Sólo alguna vez, en los últimos libros, entiende Homero por areté las cualidades morales o espirituales. El valor
heroico considerado en la acción moral e íntimamente unido a la fuerza.
Así, la Odisea resalta, sobre todo en Odiseo, por encima del valor, la prudencia y la astucia.

El valor es una de las más altas virtudes para los griegos.


Característica esencial del noble es en Homero el sentido del deber. La fuerza educadora de la nobleza se halla
en el hecho de despertar el sentimiento del deber frente al ideal.
Honrar a los dioses y a los hombres por causa de su areté es propio del hombre primitivo. Quien atenta a la
areté ajena pierde en suma el sentido mismo de la areté. “El honor es el premio de la areté; es el tributo pagado a
la destreza”. La soberbia resulta, así, la sublimación de la areté. Pero de ello resulta también que la soberbia y la
magnanimidad es lo más difícil para el hombre.
En este concepto de la areté se funda el carácter aristocrático del ideal de la educación entre los griegos.
“Quien se sienta impregnado de la propia estimación preferirá vivir brevemente en el más alto goce que una larga
existencia en indolente reposo”. En estas palabras se revela lo más peculiar y original del sentimiento de la vida de
los griegos: el heroísmo.

Areté es un catálogo de virtudes que funcionó como un código de conducta social, un ideal educador que se
trasmitía a oralmente en la antigua Grecia y que está relacionado con la excelencia de la nobleza.
El concepto de areté se utilizaba para distinguir tanto a hombres como a dioses o animales destacados.
La areté de los hombres está determinada por diferentes aptitudes físicas, morales y espirituales, como la
fortaleza, la astucia, el valor, la hospitalidad, la prudencia, el deber, el honrar a los dioses, la belleza, las ardides.
Sin embargo, no es lo mismo la areté de los hombres que de las mujeres. En las mujeres oikos (dentro de su
casa), la areté se refleja en su belleza, en las labores domésticas, en tener muchos hijos, en la fidelidad. Una
concepción muy diferente a la de los hombres. En cambio, las mujeres etairas (fuera de su casa) tienen una areté
diferente, definida por su belleza pero también por su inteligencia, sus consejos, su canto, su danza.
Componentes de la areté: virtudes físicas y morales
-Valor
-Heroísmo
-Fuerza y destreza en la guerra (y en tiempo de paz en los juegos)
-Belleza
-Astucia e inteligencia (reflejado sobre todo en el personaje de Odiseo)
-Honrar a los padres y a los dioses
-Hospitalidad (hospedar y agasajar a los huéspedes)
-Prudencia
-Ardides
-Arte (música, canto, danza)

Las musas y el arte de la memoria - Bauzá


En las musas radica “el origen divino del canto y del mito”. En la tradición pictórica las Musas despiertan en los
hombres el deseo de la melodía divina y la nostalgia del cielo; en ese orden, a través de su inspiración, comunican
la sabiduría.
La epifanía o manifestación de las Musas provoca, en quien tiene el privilegio de captar esa armonía, una suerte
de asombro (thaüma) que lleva al arrobamiento y enajenación.

1. ¿Quiénes eran las Musas?

La Musa o las Musas, porque son una y varias a la vez, son hijas de Zeus y de Mnemosine, la deidad de la
memoria. De acuerdo con Hesíodo en su Teogonía, Mnemosine es una de las numerosas divinidades del mundo
titánico, hija del Cielo y de la Tierra. El mito refiere que Zeus se unió a ella en la Pieria, durante nueve noches
seguidas, de donde nacieron las nueve musas.
Las musas no son sólo las “cantoras divinas” sino que presiden el pensamiento y el arte en todas sus
manifestaciones, por ejemplo: historia, matemática, astronomía, elocuencia, poesía, danza, etc.
Los nombres de las musas: (1) Caliope (la de la bella voz) es la protectora de la poesía épica y algunas veces de
la elocuencia. (2) Clío, es la protectora de la historia. (3) Melpómene presidía el canto y la armonía. (4) Erato
amparaba la poesía erótica y las bodas. (5) Polimnia, los himnos, la pantomima y la lírica. (6) Terpsícore, la danza
y los coros dramáticos. (7) Euterpe, la flauta y la invención del ditirambo (cantos en honor a Dioniso). (8) Talía, la
comedia y la poesía llamada ligera. (9) Urania, la astronomía.
La idea de Musa es la metáfora de la inspiración.
Cuando Zeus hubo vencido a los Titanes, consultó a los restantes dioses acerca de si faltaba algo, éstos habrían
respondido que era menester la presencia de seres que con sus cantos celebraran la gloria imperecedera de
Zeus. Fue entonces cuando surgieron las musas y nacieron precisamente de la unión de Zeus y Mnemosine
quien, en cierto modo representa la memoria de la victoria de Zeus.
O Bie respecto de la palabra Musa distingue tres sentidos:
1) abstracto: inspiración.
2) concreto: canto, poesía, música.
3) personificado; entendido como divinidad que inspira el canto y la poesía.

Musa en suma, primero es una personificación (divinidad), de la que luego se origina un abstracto (inspiración) a
través de algo concreto (el canto).
Son divinidades de la memoria, del recuerdo y, en consecuencia, de la inspiración poética, y tal parece ser la
función que habrían desempeñado en la historia de la cultura y el pensamiento griego.
Según esta lectura, la inspiración poética o la musical, es divina y pone a los mortales (medios) en contacto con
fuerzas superiores.
Para la cultura griega el poeta, antes que cantante, es un oyente; el poeta oye la palabra de la Musa y la expresa
valiéndose del canto o, en el lenguaje alegórico, es la Musa quien habla a través del poeta. De acuerdo con esa
lectura, la función del poeta es sólo la de un intermediario, habla cada vez que está inspirado por una deidad.

2. Mnemosine y el arte de recordar

La función de las Musas está estrechamente conectada con la de su madre, la Memoria.


El arte de la memoria fue, sin lugar a dudas, el andamiaje sobre el que se asienta toda la cultura griega
antigua (anterior al uso de la escritura alfabética). Los poemas homéricos (de naturaleza, composición y
transmisión orales) nos muestran, a través de la figura de dos aedos (Femio y Demódoco) el uso singular que dan
a la memoria los pueblos iletrados. En ese sentido, las actividades del aedo y el rapsoda fueron tenidas más
como don de las Musas que como obra humana. El poeta y, por carácter asociativo, el rapsoda en su calidad de
co-creador son, en circunstancias de la declamación poética, una suerte de “intérpretes de los dioses”, puesto
que es el mismo dios quien habla a través del poeta o rapsoda.
Sobre la versación y capacidad del rapsoda en la cuestión mnemotécnica, hay que referir que existen dos tipos de
memoria. Por un lado está la memoria asociativa, que se relaciona con la evocación de temas y fórmulas épicas;
por el otro, la memoria mecánica, que atiende a textos rígidamente transmitidos, es decir, palabra por palabra.
Existió también, en la antigua Grecia, otro tipo de memoria, que es la que las Musas confieren al poeta, vale decir
una suerte de memoria musical, que no se funda más que en la inspiración, y que se da sin que el beneficiario se
percate siquiera de por qué es el elegido. El caso del rapsoda parece inclinarse al primer tipo de memoria; la
asociativa. En cambio, la memoria mecánica es para las culturas que se valen de la escritura.

3. Platón y las Musas

Platón descubre que el objeto estético no es algo real, sino imaginario, y que el saber que compete a la
producción de imágenes, a diferencia de otros saberes, no puede ser transmitido; es decir que no puede pasar del
maestro al discípulo. Se trata de un proceso al margen de la razón, y que precisamente en esa dimensión donde
radica el quid de la obra de arte.
El poeta, en el momento de la creación, es un enajenado, son las Musas las que cantan a través de él. Y lo que
las Musas traen a la memoria es el mundo del ser, el de las esencias o, en lenguaje platónico, el de la alétheia,
“verdad”, que, etimológicamente, significa “sin Leteo”, que es el río del olvido, de cuyas aguas beben las almas
tras la muerte. Según esa vertiente interpretativa, ser tocado por las Musas no es sino simplemente recordar, lo
que constituye un intento (en vano) de alcanzar la inmortalidad. Con todo, según esa concepción platónica, es a
través de la contemplación de la obra de arte donde el ser humano empieza a gozar del punto de inflexión en que
el tiempo se ensalza con la eternidad. La poesía, por medio de la memoria sustrae al hombre del olvido y, en
consecuencia, le confiere cierto tipo de sobreviva, a partir del momento en que lo transforma en recuerdo.

Trasposición Odisea y ¿Dónde estás hermano? - Cordoba Armida


El viaje de vuelta y la recuperación de la identidad

La Odisea es una extensa epopeya cuyo eje versa sobre el accidentado regreso de su Ulises a su Ítaca natal.
La Odisea narra un viaje de vuelta y la búsqueda de la identidad.
Hay dos grandes elementos tomados del viaje de Ulises: el largo viaje de regreso y la lucha por ser reconocido al
llegar a su patria.
Durante el viaje, además de las batallas físicas, el héroe deberá librar sus propias batallas morales.
Hay una tensión poderosa entre deseo y fidelidad, entre viaje y casa, entre el olvido y la memoria.
Y al llegar el héroe se enfrenta a una comunidad-familia-realidad que se ha modificado en su ausencia y deberá
luchar para recuperar su identidad. ¿Las cosas cambiaron o él es el que cambió?
El héroe no es reconocido por los suyos, que hasta pueden sospechar que es un impostor.
Odiseo está muy cambiado (por obra de Atenea) y no es reconocido ni por su hijo ni por su mujer. Ulises Everett
McGill vuelve disfrazado, pero su mujer al reconocerlo lo ignora y sus hijas creen que había muerto.
Es ese motivo clave de que se valen los Hermanos Cohen a la hora de transponer la epopeya homérica.
Lo hacen poniendo énfasis en una crítica corrosiva a ciertas leyes y costumbres de los EEUU y denunciando la
falta de ética y moral que se advierte en el mundo contemporáneo.
El cine ha tomado esta estructura del viaje de regreso en innumerables Films y en diferente géneros como el
bélico, el drama o hasta la comedia.
Muchas veces el personaje del guerrero que regresa suele ser cambiado por el de excombatiente de ejército, que
vuelve de una guerra afuera solo para empezar otra en casa. Lo que se muestra es el drama psicológico del
protagonista para denunciar lo absurdo y terrible de las guerras.
El western fue el género que más tomó el relato odiseico del retorno al hogar, a través del desierto que es como
el mar que separaba a Ulises de su mujer y su hijo.
Películas: ¿Dónde estás hermano?, The searchsers, Taxi Driver, Un oso rojo, Rambo, Paris-Texas.

Transposición de la Odisea al film de los Hnos. Coen

La película de los Coen es una comedia repleta de referencias a otros generos, a diferentes mitos y estructurada
sobre la base argumental del viaje odiseico. El viaje de vuelta y el reconocimiento con el hogar y la familia.

En esta transposición, los Coen establecen un diálogo intertextual con el poema tomando además elementos de
algunos géneros cinematográficos. Utilizan principalmente el género de la comedia, y otros elementos de los
filmes de aventuras y de gansters, como así también homenaje a otros géneros.
La acción transcurre en Mississippi, en una época que se sitúa entre la Gran Depresión y la Segunda Guerra
Mundial. El film gira en torno del motivo del regreso odiseico, el “viaje de vuelta“. Se trata de las “aventuras” de
Ulises Everett McGill (reo condenado a trabajos forzados), quien logra fugarse de la prisión junto a dos de sus
compañeros (Pete y Delmar) y quien intenta, por todos los medios, escapar del sheriff, su tenaz perseguidor, y
retornar a su hogar y reencontrarse con su mujer y sus hijas.
Desde los títulos iniciales se nos informa que el relato está basado en la Odisea de Homero y también cita a las
musas inspiradoras.

El viejo que se acerca por las vías del ferrocarril en una zorra, es ciego y, nos remite al vaticinio que le brinda
Demódoco (el edo ciego) a Odiseo. Las palabras del ciego nos adelantan las aventuras de los reos y un final feliz.
Wash Howgallop, el primo de uno de los reos, los aloja en su casa y les da de comer y beber. Pero no hace honor
a los huéspedes, como hizo Alcinoo con Ulises, pues los denuncia a la policía que llega y los rodea.
En medio de las explosiones y sin posibilidad de escapar, aparece el niño manejando un auto y los salva como si
fuese una intervención divina.
El castigo a las malas acciones se ve representado en “Baby Face” Nelson, quien le dispara a los policías y a las
vacas, su castigo será ir a la silla eléctrica como ocurre con los compañeros de Odiseo que se comen las vacas
prohibidas (desobedeciendo a Cirse) y son castigados por Zeus.
También se alude a mitos, como el de Fausto, representado en el negro Tommy Hohnson (que vendió su alma al
diablo a cambio de tocar tan bien la guitarra), que va a la radio para grabar un tema, y al que recogen en un cruce
de caminos (sugerencia de la cruz y la tortura) en medio de campos dorados.
Las leyendas de las sirenas y de Circe están condensadas en la secuencia de las tres lavanderas. Quienes
“hechizan” a los reos y cuando despiertan del ensueño Pete ha desaparecido, y Delmar culpa a las mujeres,
creyendo que lo convirtieron en un sapo (como Circe convirtió en cerdos a los compañeros de Ulises).
El mito del cíclope está mostrado en el hombre tuerto, vendedor de biblias. Big Dan Teague (Polifemo el Cíclope).
La cámara en contrapicado nos lo hace ver enorme. Big Dan no teme a Dios, como Polifemo tampoco teme a los
dioses, pues en nada se cuidan los cíclopes de Zeus. El cíclope, les pega con violencia, les roba, saca al sapo de
la caja y lo aplasta con la mano, como Polifemo lo hizo con los hombres de Ulises.
En la epopeya Ulises mata al cíclope clavándole un asta en el ojo, no ocurre lo mismo en el film, en donde el
vendedor de biblias atrapa el asta, pero luego es aplastado por una cruz gigante prendida fuego.
Hay un homenaje a los musicales en el canto coral del grupo de hombres y mujeres vestidos de blanco, que se
van a bautizar al río. Para Delmar, al bautizarse halló la salvación pues se limpió de culpas. Esta situación remite
al bautismo de Cristo en el Río Jordán. Más adelante, en la radio para grabar, Ulises dice llamarse Jordan Rivers.
Otro homenaje semejante, es le cónclave de los encapuchados con túnicas blancas, otra referencia intertextual al
Ku-Klux-Klan, el siniestro grupo político ultra conservador de los EEUU. También hay un rechazo hacia los negros
expresado por el ciego de la radio, por Menelaus “Pappy” o’Daniel y su hijo en la reunión política de sus
adversarios, y en las palabras que profiere Homer Stokes, el candidato, miembro importante del Ku-Klux-Klan.
Las mujeres que aparecen en el film son traidoras e infieles. Cora Hogwallop (Helena) se fue de su hogar.
Para Ulises, Penny (Penélope) es una mentirosa e inconsciente. Ella no los esperó como Penélope a Odiseo, se
va a casar con su pretendiente. Tal cual en el policial negro, la mujer es portadora de males.
Los medios de comunicación y la publicidad son importantes elementos citados en el film.
A través de Menelaus “Pappy” O’Daniel, el gobernador que está en búsqueda de su reelección, los Coen hacen
una ácida crítica a los políticos. Él aprovecha la oportunidad que le dan los “negros” Calzones Empapados, para
convencer a la gente de lo que deben votar.
Este Ulises sureño y sus amigos logran salvarse de la inundación y del sheriff abrazándose a un ataúd.
El film se cierra con una imagen semejante a “como se abrió”, salvo que, en lugar de un coro de hombres hay uno
de niñas que se oye en off; y las figuras de Ulises, Penny y sus hijas caminando tomadas a una cuerda, en vez de
presos engrillados.

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