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LOS RISHIS

LA VUELTA DEL MUNDO

A LA ARMONÍA DEL PADRE

Libro Séptimo

ACORRALADO POR LA INFINITUD DEL PADRE


EL GRAN DEMONIO QUE SE SABE FINITO, TIENE
QUE REPLEGARSE A SU PROPIO LÍMITE

EDICIONES
MAESTROS ESPIRITUALES

Colección

EL REGRESO DE LOS RISHIS


Colección El regreso de los Rishis.

Internet 2008.

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Dice el maestro Chidananda:
Tienes que entender en qué consiste esta experiencia. Es una guerra y
el campo de batalla es la mente. Las energías están en el interior de la mente.
El Padre y el Gran Demonio son las fuerzas opositoras que buscan que el alma
se libere o permanezca cautiva.
Debes comprender que cualquier acción en el plano que te aleje de la
plena conciencia de este combate son engaños del Gran Demonio.
Ten siempre presente que la energía para librar esta batalla está en
todos, aunque se encuentra sepultada por toneladas de pactos.
Una vez que reconozcas que estás en una guerra por la liberación de tu
alma mantente firme, sostén firmemente la lucha, con fe profunda y claro
discernimiento, hasta que se produzca el rescate.
Las guerras, y mucho menos esta guerra donde se juega el destino del
alma, no tienen nada de romántico, sino mucho de feroz. Los demonios te
atacarán constantemente buscando que te rindas, pero recuerda que no estás
solo, todo el ejército del Padre te acompaña ofreciéndote su ayuda y lo único
que se necesita de tu parte es que la aceptes.
Esta guerra es el único sentido de tu vida, no lo olvides nunca.
Recibe las bendiciones del Padre y de todos los que lo servimos en este
Plan de Salvación.

El maestro Yukteswar se presenta para decirles a los que están


dispuestos a combatir para rescatar su alma:
Hay algo importante que no debes olvidar, el ego no tiene que mejorar
sino desaparecer.

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DIARIO DE LOS RISHIS QUE
VAN A NACER EN LA TIERRA

Después del 9 de julio del 2006

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Un suave viento, que era suave pero que no era más que un huracán contenido, es la
prudencia de los vientos que recorren Athón, va barriendo suavemente los restos, los despojos,
las euforias y los llantos que quedan del Mundial, y el suave viento, el huracán aminorado,
recorre Berlín, Munich, Hannover, Gelsenkirchen y las otras ciudades que vivieron la fiesta, la
enorme fiesta, pero la fiesta, esa es la ley del tiempo, había inexorablemente terminado.
Todo en el tiempo será barrido por el tiempo.
¿Qué quedará de esa frenética fiesta del infierno? Algunas imágenes que soportarán la tarea
destructora del tiempo en los videos y en los recuerdos.
La final entre Italia y Francia, eso seguro quedará, sobre todo por el cabezazo de Zinedine
Zidane a Marco Materazzi, tal vez mucho más que por el gol consagratorio de Fabio Grosso,
ese último penal que llevó a Italia al éxtasis y a la gloria.
Los alemanes llorarán por siempre su eliminación y los argentinos, esos segundones en
Athón recordarán con nostalgia ese tango con que bailaron a Serbia y Montenegro, 6 a 0, así
quedó registrado en la crónica, Francia se lamentará no haber ganado y muy poco más quedará
ante el paso del tiempo devastador.
En ese algo más algunos nombres, Zinedine Zidane, el mejor jugador del Mundial; Michael
Ballack, Ronaldinho, Kaká, Ronaldo, Marco Materazzi, Fabio Cannavaro y los demás, casi
todos serán disueltos por el tiempo en la memoria colectiva.
¿Quién, fuera de Irán se acordará de Lahid Talebloo o Satar Zare? El olvido será el destino
de Kanga Gauthier Akalé, Etienne Tahúr Boka o del simpático nombre de Yapi Yapo y ni
siquiera Costa de Marfil será parte del recuerdo de los mil millones o más que estuvieron
pendientes del Mundial.
¿Cuántos quedarán de los más de setecientos jugadores en la conciencia de los
demohombres? Pocos, porque todo es fugaz en el tiempo de Athón.
Todo esto lo piensa el Gran Demonio mientras mira la fugacidad del tiempo que es un
viento suave, pero que es suave porque es un huracán contenido. ¿Dónde quedó aquella
impresionante misa que lo coronó Emperador de Athón? Un mes y un día pasaron, fue el 9 de
junio del 2006, y ayer en la final no soportó que esto también terminase, como había terminado
el Imperio Romano y la Segunda Guerra Mundial, porque lo efímero lo venía acorralando desde

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siempre, y huyó con Alessandra antes de terminar el partido, desairando a Joseph Blatter, y la
pareja imperial se refugió en un bar solitario y en ese bar se miraron a los ojos, y él y ella se
miraron a los ojos, los padres de Athón, y no se reconocieron, tal vez nunca se habían
reconocido, quizás solo la necesaria complicidad los había unido y la historia que habían
construido, ahora el Gran Demonio lo sospecha, no fue más que el inevitable error del
desencuentro.
¿Sus hijos lo veneraban? ¿Por lo menos lo comprendían y se asumían como sus hijos?
¿Qué opinaba de él Javier Alejandro Mascherano? ¿Reconocía este muchacho que con apenas
21 años, con un destino de humilde trabajador, su Demopadre lo llevó a la riqueza y a la fama?
¿Lo podía reconocer Iván Hurtado? ¿O Rafael Márquez? ¿O Ricardo Lavolpe?
“Ricardo –le dice en su imaginación el Gran Demonio al conductor del equipo mexicano–
no eras nadie como nadie es nadie si yo no lo reconozco, y te reconocí y te llevé a donde estás.
¿Tú me reconoces, Ricardo?
¿Me reconoces Marcello Lippi o crees que Italia ganó por tu astuta inteligencia?”.
El Gran Demonio buscó mirarse en el espejo de ese solitario bar de Berlín y verse en las
máscaras de Paul Robinson, Jacek Bak, Michael Nilsson, Ricardo Osorio, Cristiano Ronaldo,
Javier Pedro Saviola, y no veía nada. ‘¿Si siquiera estuviesen los rostros de Brent Sancho, de
Karim Guede o Khaled Asís?’, pedía el Gran Demonio invocando esos rostros, pero nada, solo
el espejo mostraba las sillas y las mesas vacías de ese bar de Berlín. Alessandra tampoco se veía
porque había renunciado a la imagen, a ella no le importaba la reverencia, le bastaba con el
poder.
Ahora tenía que reconocer lo que siempre había negado. No tenía imagen porque había
renunciado a la imagen para ser invencible como tiempo, pero el precio de ser invencible lo
tuvo que pagar con la invisibilidad, con no ser nadie ante los otros.
¿Puede un Gran Demonio no ser nadie ante los otros y seguir siendo un Gran Demonio?
Athón llegó a ser el más grande planeta, el planeta cuya magnificencia nunca nadie, ni
demonio ni demohombre pudo jamás imaginar. Pero en medio de misiles, reactores nucleares,
insólitas megalópolis, ¿quién era él, el Gran Demonio? ¿Un invisible servidor de Athón que se
llevaba toda la gloria?
El Gran Demonio sintió la angustia de ya no ser quien había sido. En las grandes
civilizaciones lo habían adorado en los templos en las imágenes de los dioses. Era Zeus, Osiris,
Ishtar, Huizilopotchli, Palas Atenea, Afrodita, Apolo y tantas otras deidades de tantos
panteones. Los chinos y los japoneses lo veneraban en sus ceremonias y sacrificios. Ante cada

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acto había una imagen, la suya como Sol, como Luna, como cualquier planeta, como vida,
como muerte, como el trigo que florece o la tempestad que destruye, pero siempre estaba ahí,
como el fuego que robó Prometeo y como Prometeo mismo.
Ahora solo es una desvalida historia que nadie reconoce. Un tiempo sin encanto que
muchos maldicen.
La dejó a Alessandra y corrió al aeropuerto donde estaban los campeones listos a embarcar
de regreso a Italia, gozando de esa felicidad que él les había regalado. ¿Qué mayor felicidad
puede existir en Athón que ser integrante de la Selección que se coronó campeona del mundo?
Y le dijo con un reproche a Gianluiggi Buffon “¿Por qué no me agradeces? No te pido que
me veneres, simplemente que me agradezcas”. Gianluiggi Buffon no siquiera podía agradecerle
porque ni siquiera sabía de su existencia. Y lo mismo ocurría con los otros, con Fabio
Cannavaro, con Iván Gennaro Gattuso, con Marcello Lippi. “¿He creado monstruos que se
creen hacedores del triunfo?”, la pregunta lo martiriza y con voz fuerte, cercana al grito,
exclama: “Acá estoy yo”, pero como los sonidos del tiempo son silenciosos los demohombres
no pueden escucharlos. Quiere golpearlos para imponer su presencia, pero el tiempo no puede
golpear a los otros, solo se golpea a sí mismo y se desgasta, y el golpe le duele mucho,
demasiado, aun para un Gran Demonio.
Qué mayor dolor para un Gran Demonio cuando sus criaturas, la sangre de su sangre,
niegan su sacrificio de Demopadre que los llevó a la vida, y al negar su sacrificio están negando
su Ser, al negarlo creen que son ellos los que invadieron Irak, los que generaron el progreso
tecnológico, los que ofician misa en la Basílica de San Pedro, los que se hincan en dirección a
la Meca, los que cantan mantram en los ashrams de la India, los que dictaron las sentencias de
la Inquisición, los que lloran en las tumbas de sus hijos muertos, los que filman películas en
Hollywood, los que claman por justicia, los que ganan los Premios Nobel, los que trabajan en
los campos, en las fábricas, en las oficinas, los que mueren de amor, los que matan y los que
son muertos, los que aman en las cálidas noches del verano, los que hicieron revoluciones, los
que ganaron el Mundial 2006, como Fabio Cannavaro, Iván Gennaro Gattuso, Marcello Lippi.
“¿Fui el creador de monstruos que ya no me veneran y se creen los hacedores de Athón?
¿Debo confesarme que como tiempo no existo ante los otros porque solo se existe en el
reconocimiento y el tiempo no puede ser reconocido como alguien?
Antes también era espacio, por eso Agamenón en Áulide me vio en sus visiones al
sacrificar a Ifigenia cuando le exigí que me la entregase para que yo moviese los vientos que
llevasen la flota griega a Troya.

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Todavía están vivos en mi mente aquellos sacerdotes aztecas, con sus cuchillos de piedra
ensangrentados, ofreciéndome sus víctimas.
Alejandro me reconoció y me alabó en sus pactos de conquista, y en la Edad Media con
qué orgullo me entregaban las almas de los incinerados.
Pero ayer Gianluiggi Buffon ignoró que fui yo quien desvió la pelota cuando David Sergio
Trezeguet, en la instancia definitiva de los penales, provocó el llanto de toda Francia.
Hasta Warren Buffet supone que su habilidad lo hizo megamillonario, el más poderoso de
Athón.
Cuando yo, además de tiempo, me manifestaba en el espacio, era visible y los pactos eran
visibles y todo era más claro. Los demohombres pactaban en ritos, ceremonias, iniciaciones, y
sabían que no eran ellos los hacedores de su destino.
¿Me equivoqué cuando me volví invisible en el tiempo y les hice creer que ellos eran los
creadores de Athón y de sí mismos?
¿Quién soy si nadie me conoce?”.
Y el Gran Demonio se escucha a sí mismo en las palabras de su hijo Eugene Ionesco.
“Nadie es dueño de la multitud aunque crea tenerla dominada”.
El Gran Demonio como tiempo invisible se sentó en el banco de una plaza de Berlín en esa
noche en que nadie festejaba.
Y allí comprendió que en los festejos nadie lo festejó como todavía unos pocos lo festejan
en carnavalitos y macumbas y otros ritos que surgen del pasado. Cuando esos pocos mueran ya
nadie lo festejará. ¿Y qué será del Gran Demonio cuando ya nadie lo festeje?
El Gran Demonio se sumió en los recuerdos donde nadie lo festejó, en el abrazo con
Carlomagno hacía unas horas en Berlín, en la revelación a Dante del verdadero infierno, en la
reprimenda a León Bloy en la que le dijo que un cristiano si es athoniano tiene el deber de ser
feliz, los saludos a Umberto Eco y a Gustave Flaubert, la felicitación a Enrico Fermi, todo eso
solo existió en su imaginación porque pasaban por su lado pero nadie podía registrarlo, porque
cuando se convirtió solo en tiempo invisible ya los demohumanos no lo pueden festejar.
Y el Gran Demonio pensó en su doble exilio, el exilio del Padre y el exilio de los
demohombres.

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“No hay nada más infiel en Athón que los medios de comunicación porque ni siquiera
tienen la fidelidad de la historia que recuerda”, le dice un demonio a otro mientras caminan por
el Aleph. Soy el relator anónimo y aunque lo diga un demonio, nobleza obliga, tengo que
reconocer que está en lo cierto. El mundo de Athón tiene sus verdades y mentiras, verdades que
por supuesto nada tienen que ver con la Verdad del Padre.
Jorge Luis Borges, el escritor argentino que tuvo una importante presencia en este relato, al
referirse al periodismo decía, “tanto trabajo para el olvido”. Y esta afirmación de Borges
también es cierta porque como amantes infieles que abandonan una pasión para entregarse a
otra, no solo el periodismo gráfico sino los medios de comunicación en general, abandonaron a
esta fogosa amante, el Mundial 2006, e inmediatamente después de los últimos festejos
corrieron a los brazos de nuevas amantes, alguna guerra en África, la crisis de las Bolsas en el
mundo, un nuevo Presidente europeo, el Grand Slam de tenis, amantes que a su tiempo serán
abandonadas y así seguirán corriendo pasión tras pasión mientras exista Athón, porque así son
las cosas en Athón.
En Athón todo sigue como siempre, pactos, guerras, vidas y muertes, sin sentido, hastío
cotidiano, pero aunque todavía nadie pueda advertirlo Athón ya no es el mismo que era antes
del 9 de junio del 2006, porque un ejército de Rishis, dioses, galaxias, avataras, niños divinos,
maestros solares, arcángeles y ángeles, elohims y seres de otros mundo están entrando en
secreto en su piel. El Gran Demonio lo sabe y espera con sus fuerzas diabólicas para entablar la
batalla final.

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Los Rishis, todos menos Mada, rodean a Athón limpiando las excrecencias que han
quedado desparramadas en las mentes de los athonianos después del Mundial, es una tarea de
rutina que tienen que hacer, esas son las instrucciones de Jaris, después de los acontecimientos
que hayan tenido un fuerte impacto colectivo. El objetivo es que estos acontecimientos no se
sellen con nuevos samskaras.
Cumplida la tarea los Rishis comentan el Mundial y mientras algunos, que estuvieron
pendientes de los partidos, opinan que el fútbol es un juego de energías oscuras muy primitivas
y el Mundial no es otra cosa que su exacerbación, otros ni siquiera observaron lo que estaba
pasando en Athón, comentando que desde donde se encontraban se limitaban a enviar la energía
donde El Padre les indicaba.
Chiara, que se encuentra en el círculo de Rishis como Purumidha, se dirige a sus hermanos:
“Juntos hemos recorrido universos sirviendo al Padre, y a pesar de pequeñas diferencias de
matices, nuestra mirada sobre la realidad que operábamos, mirada de Rishis, era la misma.
Por primera vez esta mirada se desdobla porque es diferente mirar a Athón desde la
conciencia divina porque lo que se ve es una masa oscura que se mueve incesantemente en
distintas direcciones y otra cosa es verlo y sentirlo desde adentro de esa masa. Demás está decir
que los que vamos a nacer estaremos en el centro de esa oscuridad.
¿Qué es lo que veremos desde nuestra privilegiada posición? Al Gran Demonio
multiplicado en sus huestes de demonios, operando según las leyes de infierno. ¿Qué
sentiremos? El único sentimiento que existe en Athón y que no es humano, el demoníaco
sufrimiento.
Ustedes miraban sin comprender ese movimiento de energías primitivas que se llama
fútbol, y que despierta estados incomprensibles, que acá se conceptualizan como pasiones en la
gran mayoría de los athonianos.
Estas pasiones sólo se pueden entender desde adentro, porque constituyen uno de los
canales principales por donde drena, en la legalidad de Athón impuesta por el Gran Demonio, el
sufrimiento acumulado en estas conciencias posesas, pues de lo contrario estallarían en
destrucciones y autodestrucciones incontrolables. En otras palabras es uno de los sistemas de
control que impera en el planeta.

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Antes que el fútbol fuera lo que es hoy, el gran sistema de drenaje y control eran las
guerras, y tanto la Primera como la Segunda Guerra Mundial en el siglo veinte fueron una
organizada descarga de un sufrimiento colectivo, planificada por la estrategia demoníaca, ya
que según la evaluación de la cúpula de Athón, refrendada por el Gran Demonio, era el costo
necesario para la sobrevivencia y continuidad del planeta; sin guerras el sufrimiento de los
athonianos hubiese estallado como una epidemia incontrolable que ponía en serio riesgo la
misma existencia de Athón.
Ya lo ven como el fútbol y la guerra pueden entenderse de otra manera, pero la única forma
de entenderlos y así poder ayudar a los athonianos entrando en su mismo registro, es
introducirse en esa masa oscura, degradando de algún modo el nivel de energía de la conciencia
de un Rishi, porque de otro modo no es posible acceder.
Solo desde el interior de esta masa oscura es posible compenetrarse de todas las vivencias
que se viven en Athón.
Es un proceso novedoso ya que nada tiene que ver con lo que vivimos en la Tierra, pues en
ese entonces aún respondía al orden del Padre, pero solamente experimentándolo se puede
comprender la esencia de este planeta y el porqué debemos operar a través de nuestras
conciencias transmutándolo con la Energía del Padre desde este mismo centro del infierno.
La manera de ingresar a Athón debe ser con cautela, preparados conscientemente y con una
absoluta conexión con El Padre, del mismo modo en que alguna vez alcanzamos el estado de
Rishis que nos llevó a participar del Gran Cosmos Divino.
Ahora es exactamente al revés, debemos estar preparados para experimentar el más absurdo
sin sentido, la ignorancia, el sufrimiento pero manteniendo siempre nuestras conciencias
conectadas con El Padre”.

Purumidha mediante la carta que envió a Jaris y las palabras que les dirigió a los Rishis se
convirtió en el portavoz del Padre en la estrategia para el ingreso a Athón. Esto provocó los
rápidos reflejos de Jaris que, consciente que el Plan del Padre se encontraba en un punto de
inflexión, convocó a los avataras, maestros y los siete niños divinos para que les transmitiesen,
a partir de sus propias experiencias, qué es Athón y qué significa para una conciencia divina el
ingreso a este diabólico planeta.
Reunidos en el luminoso cielo de Kurukshetra los seres divinos convocados por Jaris se
encuentran con los Rishis que en profundo silencio y quietud esperan la revelación del, para
ellos y hasta ahora, indescifrable mundo de Athón.

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Jesús es el primero en habitar con sus palabras el silencio de los Rishis, mostrando la doble
conciencia.
“¿Qué entendemos cuando hablamos de brindar un servicio al Padre?.
En nuestro dharma, como sus hijos, en ayudar en el proceso evolutivo de todas las
conciencias en los múltiples universos, y esto bien lo sabemos por las numerosas intervenciones
que llevamos a cabo en los distintos planos de manifestación.
Ahora, permítanme que les diga que la Tierra, o mejor llamémoslo Athón, es una
experiencia totalmente distinta.
¿Y por qué les digo esto? La conciencia posesa, que es el estado natural de todos los
habitantes de Athón, es una conciencia que padece de un sufrimiento indescriptible para los
conceptos divinos.
Así como esta conciencia posesa no puede siquiera sospechar lo que es estar en comunión
con la energía divina, en la misma magnitud, teniendo solo registro de la energía divina, es
imposible concebir el estado de posesión.
¿Qué hacer entonces? Solo una cosa es posible hacer, sumergirse dentro de la ciénaga de
Athón para experimentar el sufrimiento de esta condición posesa.
Créanme, porque lo he vivido, tener la doble conciencia del mundo del Padre y del mundo
demoníaco es una experiencia intransmisible pero indispensable para entender la necesidad de
ayudar en la liberación de estas almas cautivas”.

Buda enseña los múltiples disfraces del Gran Demonio.


“Si cuando escuchan la palabra demonio piensan en una energía degradada, impotente,
torpe, realmente es que no han estado presos de esa energía.
El Gran Demonio, o Mara, tiene todos los aspectos, desde el más grotesco hasta el más
sutil, y en su juego juega con todos los disfraces.
Él es el que crea y satisface los deseos, premia y castiga, alienta, impulsa o te saca del
juego.
Es un Gran Impostor, es verdad, pero su engaño tiene incalculables rostros y formas,
colores, sonidos, sabores y cada uno de ellos los está llamando incesantemente.

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Por eso les digo que este Gran Demonio está lejos de ser una presa fácil. Está alejado del
Padre, es cierto, pero en su mundo está su alimento, él impone las reglas y hace y deshace a su
voluntad.
Si creen que este Gran Demonio carece de inteligencia, han de saber que a pesar de que su
energía es esencialmente caótica, el mundo que ha construido tiene una articulación casi
perfecta”.

Krishna saluda a los Rishis y muestra al Gran Demonio como la sombra.


“A todos aquellos que operan en este plan les quiero comentar qué es lo que nos atrae o nos
provoca rechazo de este llamado Gran Demonio.
Él también fue en otros tiempos una energía al servicio del Padre, y cuando me
encomendaron la misión de entrar en este mundo me hice esta pregunta.
¿Será acaso el Gran Demonio mi sombra?
¿Será el reflejo de mi condición si traiciono al Padre?
Solo al pensar en esto al comienzo me espantó, pero si era mi sombra debía enfrentarla,
entonces no dudé en sumergirme en la profundidad de su abismo sabiendo que era también mi
abismo y solo al trascenderlo probaría mi fe y mi amor incondicional hacia El Padre”.

Babaji pregunta:
“¿Es posible convivir con el Gran Demonio en su mundo?
Los avataras y los maestros hemos convivido y convivimos con el Gran Demonio y ahora
ustedes compartirán con nosotros esa convivencia. También las miles de millones de almas que
habitan Athón, como encarnados y desencarnados, conviven, aunque no lo saben, con el Gran
Demonio. Por lo tanto convivir con el Gran Señor Oscuridad es lo único que se hace en Athón,
aunque los athonianos viven la ilusión de que hacen muchas otras cosas.
Como la convivencia es inevitable cuando se encuentren en el planeta lo importante es
saber como hay que convivir con este Gran Usurpador.
La primera condición es la quietud, porque solo en la quietud es posible verlo y conocer sus
estrategias.

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Ya van a comprobar, en un principio con desconcierto pero después ya se acostumbrarán,
que su mundo es como un gran festival cargado de luces y pirotecnias, tratando todo el tiempo
de llamar la atención.
¿Para qué? ¿Cuál es el objetivo? Muy simple, ya que en esa fracción de segundo que la
atención se fija en esas imágenes, la conciencia olvida su verdadera identidad.
No lo rechacen porque entonces le darán vida, su mundo solo se desvanecerá en la
constante conexión con la Energía del Padre.
La tarea que tendrán en Athón es ayudar a despertar el alma de esos demohombres que
viven fascinados por sus luces, mientras son devorados sin siquiera sospecharlo.
No le teman al Gran Demonio, en la quietud no hay ninguna razón para temerle”.

Mataji hace explícita la pregunta de muchos Rishis.


“Muchos de ustedes se estarán preguntando cuál es el sentido de traer la Energía del Padre
a este pozo demoníaco.
La gran experiencia que nos propone El Padre es entrar en esa oscura dualidad y desde ésta
volver a la Unidad.
Para aquellos que no conocen la experiencia en este plano, tal como hoy se encuentra,
ignoran lo que es la asfixia de un alma encarcelada, pero que fortalecida por la Gracia emerge y
renuncia al engaño demoníaco y se arroja, ahora sí, a los brazos del Padre.

Yogananda relata la divina misión de su encarnación.


“Antes de encarnar también tuve mis dudas, pero al descubrir que cada alma era un
receptor que podía conectar con la Energía del Padre, mi encarnación cobró sentido.
Estoy muy agradecido por haber cumplido este servicio en Athón porque si hay un lugar
donde la Energía del Padre está ausente y es necesaria precisamente es en este planeta
diabólico”.

Vivekananda habla de la fascinación del Gran Demonio.


“¿Qué es lo que se experimenta estando en Athón?
¿En qué radica la fascinación del Gran Demonio?

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En que cada una de sus criaturas aspira a ser como su Creador.
La lucha por el poder no es más que el deseo de llegar a ser como el Demopadre, ya que
todos los egos son sus hijos.
Como Rishis tienen que tener en claro esta clave porque a partir de la misma tendrán que
realizar su tarea en Athón”.

Aurobindo considera necesario conocer al Gran Demonio.


“Para ayudar a los demohombres hay que conocer al Gran Demonio.
¿Cómo conocerlo?
Conociendo sus leyes, pero estas leyes hay que verlas operar sobre uno mismo.
¿De qué modo operan estas leyes demoníacas? Sintiendo la fascinación de la tentación y el
éxtasis demoníaco al concretar un pacto, como también la profunda depresión cuando éste se
acaba.
Nos encontramos ante un juego dinámico, circular, cambiante, es el juego a través del cual
el Gran Demonio domina a sus hijos diciéndole, “solo un paso más y el logro está en tus
manos”, “avanza que cada vez estás más cerca”, “choca, pelea, confronta, pero no te detengas
nunca”.
A pesar de la, por momentos, incontenible fuerza de la tentación, elegir a cada paso volver
al Padre es renunciar al Gran Demonio”.

Chidananda cambia la mirada acerca de a quién los Rishis deben apuntar a salvar.
“Les propongo un ejercicio. Pensemos que en vez de salvar a los demohombres vienen a
salvar al Gran Demonio.
Entonces dejará de ser el Enemigo temido para convertirse en una sombra que deben
iluminar para encontrar al ángel caído”.

Sivananda plantea que el ingreso a Athón es inevitable.


“¿Por qué no podemos disolver a Athón simplemente enviando la Energía del Padre?
¿Acaso no es factible?

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Déjenme contarles que el Gran Demonio es la Gran Sombra, y utilizo ‘Gran’ no porque sea
grande en comparación al Padre sino porque es un espejismo que imanta a las almas de Athón.
El espejismo se disuelve cuando pierde su encanto, pero solo se puede desencantar del
interior del encantamiento”.

Ramana Maharshi explica las dificultades de habitar Athón.


“El ingreso a Athón supone que el planeta deje de verse a través de los ojos del Padre,
como ahora lo están viendo, y tengan que verlo a través de los ojos del Gran Demonio.
Solo la conexión absoluta con El Padre les permitirá mantener la visión real del diabólico
planeta”.

Yukteswar garantiza el rescate.


“Para todos aquellos Rishis que aún tenga dudas para ingresar a Athón, puedo asegurarles
que si están dispuestos a esta aventura, el máximo riesgo que corren es perder la conciencia y
quedar atrapados durante esa encarnación.
No se preocupen, al final de la misma serán rescatados de la influencia del Gran Demonio y
regresarán conscientes a la visión del Padre”.

Lahiri Mahasaya revela el sentido de descender al infierno de Athón.


“Solo a través de la Gracia de los maestros que han ingresado al planeta del Gran Demonio
fue posible sostenerlo y que no haya colapsado.
Este será parte de su misión hasta que El Padre decida su disolución”.

Milarepa relaciona la experiencia del sufrimiento con la renuncia al Gran Demonio.


“Para renunciar al Gran Demonio hay que sentir el sufrimiento, hay que experimentar en
cuerpo y mente el vacío, ese vacío del Padre imposible de llenarse con cuanta experiencia
mágica se presente en Athón.
Solo en ese estado de hondo sufrimiento, cuando el alma ya no tiene dudas, es que empieza
a buscar al Padre”.

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Sankaracharya comenta la necesidad de engañar al Gran Demonio.
“Para operar en el mundo demoníaco hay que engañar al Gran Engañador, esto quiere decir
que externamente hay que operar bajo sus leyes, sus estructuras, pero interiormente mantener la
conexión con El Padre”.

Ramakrishna hace referencia al banquete demoníaco que se les ofrece a los demohombres.
“Por más que puedan degustar del banquete con que los tienta el Gran Demonio, jamás
podrán ser saciados.
El Gran Tentador solo ofrece placer temporario bajo increíbles máscaras, pero cuando el
alma recuerda el gozo del néctar divino toda ofrenda demoníaca le resulta amarga.
Ustedes deben revivir en las almas ese néctar divino”.

Haydée les dice a los Rishis que una de sus principales tareas en Athón es mostrarles a los
demohombres el lugar de la batalla.
“Cuando los demohombres empiecen a intuir que son condenados del Gran Demonio, se
preguntarán dónde librar la batalla con el secuestrador de su alma.
En el primer impacto creerán que esa batalla es afuera, en la familia, las instituciones que
gobiernan el mundo y que son el hábitat del Gran Demonio.
Ustedes les revelarán que no es afuera sino en sus mentes donde se encuentra el Enemigo y
que desde allí transforma su mundo en el único mundo en el universo y muestra sus leyes como
absolutas.
Esa es la batalla que debe librar el demohombre, pero tengan en cuenta que hasta ahora, en
la historia de la demohumanidad, son unos pocos los que la han librado, esos pocos en quienes
despertó el discernimiento.
El trabajo de ustedes es aumentar el número de combatientes del Padre”.

El niño 10, en nombre de los siete niños divinos, les dice a los Rishis que hoy existen
menos dificultades para ingresar a Athón que en otras épocas.

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“Llegamos al plano con la guía de los maestros, y con la invisibilidad que nos protegió por
nuestra conexión con El Padre, no digo que fue agradable pero fue posible.
Athón está muy perforado y debilitado por la acción del Plan del Padre, aunque es sensato
reconocerlo, el Gran Demonio mantiene todavía su hegemonía, pero la situación del planeta
significa que hoy existen muchas menos dificultades que cuando tuvieron, en otros momentos,
que descender avataras y maestros.
En lo que a nosotros se refiere hemos recibido una gran preparación previa al ingreso a este
mundo demoníaco, y si bien solo al ingresar se percibe la magnitud de la oscuridad, estamos
actuando con toda tranquilidad porque conocemos perfectamente el funcionamiento de este
planeta diabólico.
La misma ayuda que tuvimos en nuestros meses de gestación está disponible para ustedes y
para aquellos seres que por designio del Padre tendrán que ingresar a Athón.
Nos ponemos a su disposición en todo aquello que pueda servirles de ayuda para su vida en
este caótico y demoníaco mundo”.

Jaris se dirige a los Rishis para mostrarles su misión en Athón.


“Hemos llegado a este punto del universo donde nos convocó El Padre, un planeta que
gestaron el Gran Demonio y la Venus Negra, cuya vibración la podemos decodificar como
Athón.
Hay algo extraño, alarmante, podría decirse que monstruoso en este engendro demoníaco
que se apoderó de la Tierra y de las almas para existir en diabólica autogeneración y esto es la
enorme concentración de oscuridad en un espacio ínfimo.
A este espacio es a donde debemos ingresar; primero lo harán los cuatro Rishis prontos a
nacer y luego, cada uno en su momento, el resto de los Rishis y maestros.
Nuestro propósito es el fin del sufrimiento de las almas apresadas en Athón, incluyendo a
la Tierra y a todos los seres que la habitan y este sufrimiento concluirá cuando puedan volver a
los mundos del Padre.
Nunca en la historia de los universos tuvimos una misión de estas características que nos
prueba hasta el límite, y si esta es una experiencia única es porque también es único este
planeta.
El Padre me ha otorgado la responsabilidad de guiarlos en esta misión pero esta tarea es
solo operativa ya que Él es la verdadera guía y esto nos garantiza absolutamente el

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cumplimiento del Plan, y no hablo de triunfo porque esta palabra que tiene como correlato la
derrota responde a un vocabulario demoníaco, en los universos del Padre no hay triunfos ni
derrotas sino cumplimientos que tienen como finalidad la evolución de los seres que habitan el
Cosmos.
Tengamos en cuenta que las almas prisioneras en Athón solo han detenido por un tiempo su
proceso evolutivo, nosotros vamos a despertarlas y a recordarles que deben continuar su
camino. También la Tierra volverá a unirse a los universos del Padre y hasta el Gran Demonio
dejará de ser Gran Demonio.
No niego que entramos en un mundo atroz, esta palabra es la que mejor me suena para
calificar a Athón, tendremos un cuerpo denso que apenas podrá desplazarse por ese espacio,
habremos resignado el volar por el infinito y la conciencia de duración nos parecerá
interminable, se habrá suspendido la eternidad junto con el estado de Rishi que quedará en el
inconsciente mientras que la conciencia habrá transmutado en humana. Ya del funcionamiento
de Athón hablaron suficientemente los avataras y maestros.
Solo me queda por decirles que cuando concluya todo esto ni nosotros, ni todos los seres de
los universos del Padre seremos los mismos. Pero esto será al fin del Plan, ahora debemos estar
atentos al presente, la misión se ha puesto en marcha con toda nuestra fe, discernimiento y
amor”.

Mientras Rishis, maestros y avataras van a ocupar un espacio en el cielo de Kurukshetra, en


el carro de combate de Arjuna, Krishna, Manuel, Ana Lucila, Chiara y Nicolás regresan al
campo de Kurukshetra.

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419

“Me quedé con algo que afirmaste en el Bhagavad-Gita –le dice Manuel a Krishna
mientras lee el texto en los anales akáshicos– y ese algo es que el conocimiento que le estabas
transmitiendo a Arjuna es aquel que libera de la muerte”.
Ana Lucila interviene para decir.
“Sí, ya ubico la sloka, es cuando hablas, Krishna, del Brahman Supremo más allá del Ser y
del No Ser y luego te despachas con un juego de metáforas donde planteas contradicciones que
no son contradicciones donde está lo múltiple que lo llena todo, y luego desaparece en el
desapego, lo interior y lo exterior que no existen, lo lejano que a su vez es cercano, bueno, todo
un aluvión de palabras que sin duda terminarán enloqueciendo al demolector”.
“Si entendemos, Ana Lucila, por enloquecer desestructurar la mente para que el demolector
experimente su impotencia para agarrar la Verdad, exactamente ese es mi propósito, pero
vayamos a lo tuyo, Manuel, el conocimiento que libera de la muerte”.
“Me quedé reflexionando, Krishna, qué puede entender un athoniano cuando lee esto”.
“La única forma de saberlo es entrar en la mente de athonianos que se encuentren leyendo
este relato”.
“¿Tenemos que entrar en las mentes athonianas?.”, pregunta Ana Lucila no demasiado
entusiasmada porque sabe que la mente athoniana es un lugar de una horrible densidad donde
reina la ignorancia.
“¿Tan pronto te olvidaste lo que te explicamos los avataras y los maestros acerca de la
necesidad de experimentar el mundo de Athón?”.
“No se olvidó –la defiende Chiara– pero tienes que tener en cuenta que tenemos que
meternos en el infierno de los infiernos, la mente del demohumano”.
“Bueno, no dramaticemos –trata de poner Krishna paños fríos al clima que se estaba
gestando– no les estoy diciendo que se sumerjan en esos volcanes, sino que miren su
funcionamiento desde cierta distancia”.
“De acuerdo”, dice Manuel y los cuatro descienden a las mentes para hacer el ejercicio de
mirar cómo funcionan.
Ana Lucila se concentra en la mente de una ama de casa sueca.
Chiara en la de una joven actriz portuguesa.

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Nicolás en la de un noble descendiente de la antigua nobleza rumana.
Manuel mira con mucha atención la mente de un filósofo latinoamericano.
Después de unos instantes, cuando la observación ya fue hecha, los cuatro comparten sus
experiencias y se miran con cierta sorpresa.
“¿El mecanismo es el mismo?”, pregunta Krishna sin necesidad de preguntar porque ya
conoce la respuesta.
“Así es –responde Manuel algo intrigado– a pesar de las diferencias sociales, de género,
económicas, étnicas, culturales, las mentes funcionan del mismo modo”.
“Todos piensan que están vivos y que en algún momento se morirán, y que este
conocimiento del que habla Krishna les permitirá sobrevivir a la muerte”, resume Chiara el
mecanismo mental de los cuatro personajes.
“Claro, y acá empiezan las diferencias, cada uno lo toma de distinta manera”, apunta
Manuel.
“¿Cómo es eso?”, inquiere Krishna.
“El noble rumano lo asocia a Drácula, por lo tanto este conocimiento de la inmortalidad lo
tienta pero también lo asusta”, comenta Nicolás.
“El filósofo latinoamericano –cuya mente observó Manuel– lo asocia con ciertas
especulaciones teológicas que hablan del más allá”, hace saber Manuel.
“La actriz portuguesa, que tiene temor a la muerte, no puede dejar de asociar el tema a los
proyectos de la biotecnología de inmortalizar el cuerpo”, revela Chiara.
“En mi caso –dice con cierta decepción Ana Lucila– esta señora sueca olvidó rápidamente
el tema y se fue a la peluquería”.
“Cada uno fantasea la cuestión de la muerte a su manera, hasta negándola como en el caso
de la sueca, pero siempre bajo el supuesto común de que están vivos”, redondea Krishna.
“¿Pero, están vivos?”, dispara Ana Lucila.
“En Athón nadie está vivo, ni siquiera el Gran Demonio, porque la única que puede estar
viva es el alma, y en Athón está ausente”, sentencia Krishna.
“Ahora queda clara tu enseñanza a Arjuna, liberarse de la muerte es liberarse de la posesión
demoníaca que significa la muerte del alma”, reflexiona Manuel.
“En realidad de la muerte y la resurrección es de lo que tratan estos siete libros de los
Rishis”, dice Nicolás abriendo los brazos como anunciando lo obvio.
“Y también los siete de los niños divinos”, añade Ana Lucila.
“Y las miles de páginas del sitio de los maestros espirituales”, completa Krishna.

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“El demolector que haya recorrido estas páginas se encontrará con los numerosos muertos
convocados, algunos encarnados y otros desencarnados, para que con la energía de los maestros
pudiesen ingresar a la purificación”, recuerda Manuel.
“Purificarse para, en algún momento, comenzar a resucitar, ¿no es esa la finalidad,
Krishna?”, resalta Chiara.
“Ese es el sentido, Chiara –confirma Krishna– purificaciones, enseñanzas, revelaciones,
meditaciones, vivencias de estados supraconcientes y en los niños hasta crísticos y cósmicos;
rememoraciones de la última muerte, quemas de profundos samskaras en el inconsciente
kármico donde palpitan los pactos y la entregas, alquimias transmutadoras de conciencia,
ascenso a la Esfera Mítica de la Transmutación, descenso a los pozos del Cáliz Mítico de la
Fascinación, desocultamiento del Gran Demonio, conocimiento de las leyes demoníacas de
Athón, regresión a las vidas pasadas hasta la primera vida en el planeta diabólico después de la
caída, transferencia de conciencia, conexión con el planeta originario, experiencia del planeta
de origen en Athón, recepciones de mensajes de maestros, avataras, seres cósmicos, galaxias,
conciencias planetarias, ángeles, arcángeles, elohims, el despertar de la intuición, el
discernimiento y el amor devocional, el reconocimiento del demonio personal y de las
jerarquías demoníacas, la lucha interior con el mundo demoníaco, ¿y todo eso para qué?”.
La vibración de las palabras de Krishna envuelven el campo de Kurukshetra, esperando el
silencio recoger la respuesta. Y Krishna simplemente dice:
“Todo esto fue para descubrir después del laberíntico y pedregoso camino, la tumba donde
está enterrada el alma en Athón”.

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El Aleph muestra en una visión panorámica los ejércitos del Gran Demonio que van
descendiendo por cavernas, empinadas rocas, cataratas, laberintos y en su movimiento parecen
oscuras serpientes que reptan en un macabro silencio.
A su paso unas sombras tiemblan temerosas y tratan de esconderse en los repliegues de ese
mundo, un mundo del que solo el Gran Demonio tiene el secreto y la llave.
¿Cuál es el destino de estos ejércitos que se van hundiendo en esos abismos inescrutables?
Los cementerios donde están enterradas las almas de los muertos y de los vivos que habitan en
Athón.
¿Quiénes son esas sombras que se ocultan en los repliegues de ese mundo? Las sombras de
demohombres que cumplen la función de descuartizadores, sepultureros y guardianes de esas
almas.
¿Cómo llegaron allí? A ese mundo solo se puede llegar por castigo y condena. Y aunque
nadie cuenta de donde viene y quien ha sido, porque sus lenguas fueron cortadas, el dolor que
les tortura las mentes se dibuja en imágenes transparentes, y ese dolor habla del pasado y de la
caída de los que se creyeron tan poderosos como el Gran Demonio. Allí están los que gozaron
en sus épocas de pactos que florecieron con un gran poder en Athón, faraones, los más altos
sacerdotes, profetas, reformadores religiosos y hasta creadores de religiones y sectas, zares de la
droga, renombrados filósofos que influyeron en la visión del mundo de la demohumanidad,
emperadores y santos venerados, deportistas top, estrellas del rock y del cine, genios del arte y
de la música, crueles dictadores, filántropos universales, científicos que fueron reconocidos con
el Nóbel, revolucionarios que quisieron transformar Athón en un paraíso. No por lo que fueron
el Gran Demonio los condenó. ¿Cómo iba a condenarlos por los personajes que él mismo creó
para que le sirvan? Los condenó porque se creyeron tan poderosos como el Señor de Athón y
quisieron ser independientes de su Amo, y esa es la mayor transgresión que un athoniano puede
cometer, pretender ser igual al Gran Demonio, para, y ese es su oculto deseo, derrotarlo y
ocupar su poder en Athón. Por eso ahora están condenados a ser esas sombras mudas que en los
cementerios del planeta repiten la infinita tarea de despedazar, sepultar y cuidar las tumbas de
las almas de los miles de millones de athonianos.

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Los ejércitos del Gran Demonio, al terminar su descenso se van desplegando en esos
cementerios porque en esas profundidades de Athón, en el centro del planeta, se va a librar la
madre de todas las batallas.
Las tropas encabezadas por Gonzalo Fernández de Córdoba, Paul von Lettow-Vorbeck y
Muhawiya I ocupan la región Norte, mientras que la Sur queda a cargo de Odoacro, Gengis
Khan y Mahmud de Gazna. Los guerreros de Erich Ludendorff, Friedrich von Paulus y
Tamerlán se instalan en el Oeste, y la zona Este queda bajo la defensa de Kang-Si, Alcibíades y
Senaquerib.
Urbano II se dispone a oficiar la misa donde todos renovarán su pacto de sumisión y
fidelidad al Gran Demonio, pidiéndole protección para la batalla.
El carro de combate de Arjuna conducido por Krishna y llevando a sus tradicionales
ocupantes, Chiara, Nicolás, Ana Lucila y Manuel, desciende invisible para los ejércitos del
Gran Demonio, en una región apartada de los cementerios de Athón.

“Realmente no puedo menos que sentir una infinita compasión por estas sombras
torturadas y a las que veo aterradas arrastrándose en estos cementerios de Athón”, dice Ana
Lucila mirando con estupor a esas sombras que soportan el último dolor posible en Athón,
despedazar sus almas mientras despedazan a las otras almas.
“¿Por qué este castigo que sepulta a estos seres al último escenario del infierno? ¿Este
trabajo no lo pueden hacer y lo harían con mucho placer los demonios?”, habla consigo misma
Ana Lucila y comprende por primera vez que en Athón las respuestas están enterradas junto con
las almas despedazadas.
También Nicolás y Manuel miran sin entender lo que están viendo. Cuando Krishna les
anunció el descenso pensaron, porque ya están incorporando el pensamiento que necesitarán
para funcionar en Athón y esto es parte del entrenamiento, en las almas enterradas y en los
ejércitos del Gran Demonio que llegaban para impedir su resurrección, pero Krishna no les
había advertido acerca de la presencia de estas sombras que cumplían el trabajo de
descuartizadores, enterradores y guardianes de las almas. En ninguno de los universos del
Padre, aún donde tenían lugar las evoluciones más primitivas, era experimentable ni
remotamente este sufrimiento. En la vibración del Padre el alma primitiva puede sentir la
insatisfacción de no ser, mientras empieza a ser la plenitud de ser, pues experimenta su casi

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total incompletitud que se irá completando en la medida que vaya siendo, pero esto no tiene
nada que ver con el diabólico sufrimiento de Athón.
“Todavía tienen que aprender mucho del juego que juega el Gran Demonio en Athón –
interviene Krishna sacudiendo la incertidumbre de los Rishis– esto no es más –empieza a
aclarar– que parte del ajedrez del Gran Demonio”.
Ana Lucila, Nicolás, Manuel y Chiara lo miran expectantes a Krishna, esperando que les
explique cómo juega el Gran Jugador este diabólico juego.
“Lo primero que tienen que aprender –empieza Krishna la enseñanza– es que en Athón no
hay azar ni acto gratuito.
No entiendan el concepto castigo y condena como una represalia del Gran Demonio herido
en su Gran Ego por demohumanos que quisieron competir con su poder, esto sería subestimar la
inteligencia del Señor de la Oscuridad”.
“¿Cuál es su estrategia?”, inquiere Manuel.
“Toda estrategia nace de una necesidad, entonces la pregunta correcta es ¿cuál es su
necesidad? Esto ya lo saben, la necesidad del Gran Demonio para producir Athón es obtener la
energía de las almas prisioneras, pero esto solo puede hacerlo descuartizándolas para llevarlas a
un estado de absoluta inconsciencia que puede traducirse como muerte”.
“Creo que voy entendiendo –dice Manuel– es algo así como los demohombres de los
fósiles obtienen petróleo para sostener el sistema”.
“El petróleo, como las almas, es un recurso no renovable, esto es un problema tanto para
los demohombres como para el Gran Demonio”, apunta Nicolás.
“En realidad la cuestión del petróleo y de las almas es un problema para el Gran Demonio,
porque los demohombres solo son sus servidores, por eso en el plano físico, como dominador
de la Tierra, encara la búsqueda de nuevos yacimientos, y en otras dimensiones la cacería de las
almas, ahora suspendida después de la captura del batallón 347, que estaba a cargo
precisamente de los batallones de cazadores”, explica Krishna.
“En cuanto a las almas –continúa Ana Lucila expresando su inquietud inicial– ¿por qué
este trabajo no lo realizan los demonios y tiene que recurrir a sombras degradadas de
demohombres?”.
“Porque los demonios puros no pueden entrar en contacto directo con las almas, se
desintegrarían, esa es la razón que esta necesidad requiera la estrategia de degradar al extremo
demohumanos para que cumplan con el trabajo sucio”.

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“¿Y estas sombras de demohumanos no se desintegran con este contacto?”, inquiere Chiara
ante la explicación de Krishna.
“El Gran Demonio degradó estas conciencias al extremo demohumano hasta llevarlas al
estado de sombras, pero no las transmutó en demonios puros precisamente porque como
demonios puros no le servían para este trabajo. Mientras todavía fuesen demohumanos
inconscientemente tenían registros de su alma trozada, o en el lenguaje que utilizamos en otro
momento, con buddhi atomizado
¿Qué significa esto? No hace falta que les diga que la ley de equivalencias de energías que
entran en contacto rige en todos los universos del Padre, y en consecuencia también en Athón.
Esta es la razón por la que ustedes para ingresar en el planeta deben transmutar parte de su
energía de Rishis en humana porque sino no podrían entrar en conexión vibratoria con los
demohumanos. Una energía superior no puede entrar en contacto con otra inferior porque la
desintegraría, ni una inferior con una superior porque se desintegraría”.
“Se va entendiendo –abre los ojos Nicolás– las energías demoníacas puras no pueden entrar
en contacto con el alma porque se desintegrarían por ser de una vibración infinitamente superior
mientras que las de los demohumanos, por más degradados que se encuentren, todavía tienen
pedacitos de alma para conectarse y poder hacer el trabajo sin desintegrarse”.
“La estrategia del Gran Demonio es como lograr la degradación extrema”, reflexiona
Chiara.
“Es simple, logrando primero la exaltación también extrema, esto es que el demohombre
empiece a creer conscientemente que puede llegar a ser el Gran Demonio”, muestra Krishna la
jugada del Amo de Athón.
“En realidad todos los demohombres aspiran a ser el Gran Demonio, así en la reunión que
tuvimos con avataras, maestros y niños divinos lo explicó puntualmente Vivekananda”,
comenta Manuel.
“Es cierto –responde Krishna– pero solo unos pocos tienen la energía necesaria para llevar
este deseo a nivel consciente”.
“Ahora entiendo, el Gran Demonio registra la energía de sus elegidos, por supuesto
elegidos para transformarlos en sombras demohumanas y que puedan hacer este trabajo con las
almas, y les ofrece los grandes pactos”, comprende Ana Lucila al ir descifrando la jugada del
Gran Jugador.

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“Y estos elegidos se convierten en faraones, emperadores, megamillonarios, estrellas del
fútbol y todos esos grandes personajes que dominan el escenario de Athón”, le cae la ficha a
Manuel.
“Entonces en el pináculo de esta exaltación el Gran Demonio, un excelente conocedor de la
ley de polaridad, se apodera de esta energía y la lleva a la polaridad contraria”, cierra Krishna.
“Es interesante lo que dices, Krishna –abre nuevamente el discurso Chiara– ese extremo
degradado de la polaridad revela la esencia de lo demoníaco, lo que el Gran Demonio realmente
es, una sombra degradada que se exalta con el alimento de las almas”.
“Es impresionante lo que revelas, Chiara –irrumpe impresionada Ana Lucila– el deseo de
los famosos de ser el Gran Demonio se cumple, es una ley que todo deseo tiene que cumplirse,
porque el Gran Demonio no es más que esa sombra degradada en que se convirtieron con algún
registro del alma para que puedan cumplir su trabajo, por eso todavía no pueden ser el Gran
Demonio en su totalidad”.
“Los demolectores irán teniendo más clara la intención de mostrar este conocimiento del
Yoga como una ciencia. Estamos mostrando en este relato las leyes que operan en Athón y
revelando el paradigma demoníaco. Por eso dije que en Athón no hay azar ni acto gratuito, pues
todo se mueve, como en el macrocosmos del que se ocupó Isaac Newton, con leyes inmutables.
También en este relato se mencionó que en el microcosmos aparecen las incertidumbres que
muestra la física cuántica y lo mismo ocurre en el microcosmos athoniano, y ahí es donde van
entrando las leyes energéticas del Padre para desestructurar este planeta”, recuerda Krishna,
para los demolectores que lo hayan olvidado la intención de esta ampliación del relato del
Bhagavad-Gita.
“El gran engaño de los athonianos, por lo que estoy viendo, es que ellos creen que por su
voluntad imponen la ley de su deseo”, señala Manuel.
“Y el mundo no es más que un choque de voluntades por imponer sus deseos”, dice Ana
Lucila mostrando en imágenes las guerras, revoluciones, los conflictos callejeros, las luchas por
posicionarse en los trabajos, y hasta las interminables peleas familiares”.
“El cambio de conciencia empieza –afirma Krishna– cuando el athoniano sospecha que hay
un único deseo a partir del cual se constituyen las leyes de Athón, y es el deseo de
sobrevivencia del Gran Deseador”.
“Este Gran Deseador, dicho de otro modo, tiene el único deseo de prolongar su degradada
Prakriti”, observa Manuel para después hacer referencia al Bhagavad-Gita, donde Krishna
señala que Prakriti y Purusha no tienen comienzo y que las modificaciones de los gunas

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provienen de Prakriti, insistiendo en el Comentario que este común no comienzo es porque
Prakriti es solo una manifestación de Purusha.
“Krishna –interviene Chiara haciendo un gesto como que tiene que decir algo importante y
está buscando las palabras para decirlo, y cuando parece haberlas encontrado sigue– estuve en
conexión con los elohims, los decodificadores del lenguaje de un plano a otro, y coincidimos
que una de las cuestiones que debemos resolver es hacer comprensible en la medida de lo
posible, conceptos metafísicos que podían ser comprendidos en el Bháratavarsha y quizás solo
por algunos inspirados yoguis y brahmanes, con la comprensión del demohombre actual que
está muy alejado mental y culturalmente de planteos existenciales como los que les estamos
proponiendo... no sé si lo que quiero decir puedo transmitirlo con claridad”.
“Absolutamente, Chiara, y el problema que planteas no es menor ya que de la
comunicación que podamos tener con el demohombre depende en gran parte el éxito del Plan.
En esta época el demohombre, aunque su energía mental se encuentre muy degradada como
consecuencia de haber pasado por esa etapa histórica que se llamó modernidad, solo puede
acceder a cualquier conocimiento a través de las categorías racionales, que por otra parte tienen
sus orígenes en los tiempos de nuestros amigos los griegos”.
“Estoy de acuerdo, Krishna, –responde Nicolás que se encuentra muy interesado en el
pensamiento moderno al que considera como una clave muy importante para comprender el
funcionamiento del demohombre– estamos hablando que mientras Prakriti genera las causas y
los efectos, Purusha experimenta el placer y el dolor, por el apego a los gunas de Prakriti y que
esto lleva a la imantación al plano binario, y en consecuencia los nacimientos en éste. También
hablas, Krishna, del Purusha Supremo, al que llamas testigo, que es quien tiene la única y real
libertad y este conocimiento es el que libera de todo renacimiento. ¿Cuál puede ser la reacción
de un demolector ante esta enseñanza? Dejar el relato o seguir de largo porque seguramente no
entenderá nada. Por eso, Krishna, y en esto admiramos tu capacidad, creo necesario que traducir
esta enseñanza al nivel vibratorio del relato que supongo está siendo bastante inteligible y al
acercarnos al final no tenemos que correr el riesgo de desfasarnos”.
“Me parece, Nicolás, que no debemos ser demasiado alarmistas con esta cuestión, porque
estamos por un lado buscando traducir a categorías científicas adaptadas a esta época la
tradicional enseñanza del Yoga y he podido verificar en la opinión de varios demolectores que
el relato se entiende, de ningún modo resulta incomprensible. Asimismo hay algo que no
debemos olvidar, La vuelta del mundo a la armonía del Padre no tiene la pretensión de ser
un best-seller como Harry Potter, por el contrario, el horizonte de demolectores al que apunta,

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en su mayoría aún no han nacido ya que el interés que pueda despertar se va a manifestar ya
muy avanzado el siglo XXI cuando la purificación del Plan del Padre haya actuado con
profundidad en Athón y muchas conciencias se encuentren en condiciones de abrirse a esta
experiencia.
Sin embargo lo que planteas puntualmente, Nicolás, acerca de esta sloka donde muestro la
relación Purusha y Prakriti es cierto que sería conveniente traducirla a un lenguaje más
comprensible al demolector, a ese grupo de demolectores que nos está siguiendo con tanta
fidelidad.
Vamos con la ayuda de los elohims a la tarea de esta decodificación.
En el Bhagavad-Gita digo que Prakriti genera las causas y efectos y Purusha, identificado
con los gunas, esto como ya vimos son las manifestaciones de Prakriti, experimenta el placer y
el dolor y continúa de este modo la cadena de renacimientos.
En este relato quedó claro que es el Espíritu Eterno o Atman, o los distintos nombres con
que lo mencionamos, al que ahora le sumamos el de Purusha en los diferentes planos de
manifestación.
En los universos del Padre, donde se experimenta la Unidad, Purusha y Prakriti son la
misma esencia divina. Para clarificar podemos ejemplificar con la Tierra, antes de la existencia
de Athón, en su manifestación como Naturaleza era vivida por la conciencia meditativa como la
Prakriti del Padre unificada en su misma esencia. De esto ya hablamos pero creo que no es
inútil repetirlo.
En la Edad Media todavía resonaban algunos ecos de esta sabiduría cuando se veía a la
Naturaleza como la imagen de Dios. Werner Heisemberg, el reconocido físico, Premio Nóbel,
en un libro que recomiendo, La imagen de la Naturaleza en la física actual, establece el
cambio radical que le da la ciencia moderna a la concepción de la Naturaleza, recordemos a
nuestros amigos Descartes, Francis Bacon, Galileo, Newton, que la piensan como materia a ser
conquistada, una materia que con el desarrollo de la ciencia se irá concibiendo como átomos,
partículas elementales. Werner Heisenberg contrasta este materialismo de la Naturaleza, que
también incluirá al hombre por ser parte de ésta, con el respeto sagrado que le tenía la Edad
Media como una creación de Dios.
¿Qué es lo que ha ocurrido? Prakriti, usando el lenguaje del Bhagavad-Gita, se ha
separado de Purusha, ya no es una manifestación del Principio Supremo sino que se la ve como
autónoma, esto es, desacralizada para poder ser dominada. ¿Quién pensó esta ruptura? Por
supuesto, el Gran Demonio para construir sobre esta materia su planeta Athón.

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Hablamos del Gran Demonio, regresemos al instante en la eternidad, uso esta expresión
para que se entienda en el plano ya que la eternidad es inexpresable, digo ubiquémonos cuando
el ángel que después se rebeló todavía no se había rebelado, entonces era una manifestación de
Dios, estoy utilizando el lenguaje teológico, pues participaba de la esencia divina. En los
términos del Bhagavad-Gita era la Prakriti del Purusha Supremo.
¿Qué hace el ángel cuando se rebela? Autonomiza su Prakriti, se concibe como existencia
separada, cae del Purusha, y se va a convertir en el Gran Demonio.
Ahora bien, a esta Prakriti separada o Gran Demonio se le presenta un problema que no es
menor. ¿Cómo seguir existiendo fuera de Purusha y no desintegrarse?
Mediante un engaño que en términos demoníacos puede considerarse genial. Y este
consistió en hacerle creer al hombre, que también era una Parkriti, el alma que participa de
Purusha, El Padre, que era una existencia separada, autónoma, esto es autosuficiente, creativa y
libre.
¿Cómo materializó este engaño? Ya se habló extensamente en este relato del pecado o
pacto original. La promesa o tentación de separarse del Padre y convertirse en dominador del
mundo fue la trampa con la que las almas creyeron ir autonomizándose del Padre o en los
términos del sánscritos del Bháratavarsha, Prakriti se separa de Purusha.
¿Se separó realmente? Ahí viene la cuestión, ni la Naturaleza, ni las almas, ni ningún ser
del universo, ni el mismísimo ángel caído transformado en el Gran Demonio, pueden separarse
del Padre, esto es Prakriti nunca puede dejar de ser Purusha porque son lo mismo, no hay
diferencia entre ambos, Prakriti solo es otro nombre de Purusha.
¿Entonces qué pasó? El alma, Prakriti, perdió conciencia que es Purusha y el Gran
Demonio le transmitió a cada una su energía, configurando así el ego. El alma encuentra su
identidad en esta energía demoníaca que ocupa la mente y esta energía egoica en el cuerpo
físico. Este es el estado de posesión que se completa con el demonio personal que guía a cada
ego según el programa del pacto de nacimiento, donde se sigue entregando el alma, que es
dirigido por el correspondiente demonio regente que opera en las casas zodiacales.
Por supuesto la conciencia va siendo posesa por infinidad de pequeños, medianos y grandes
demonios como colaboradores del Gran Demonio, y según los pactos y la historia de cada una.
La Prakriti o alma separada es la que al actuar lo hace en esta relación de causa y efecto
que en el lenguaje del Bháratavarsha se nombra como karma. Vamos precisando el tema,
¿quién actúa en la Prakriti separada? El Gran Demonio a través del ego, por lo tanto actuar es
pactar, y esto ténganlo bien en claro. Con esto quiero decir que el Gran Demonio actúa con la

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energía del alma entregada en el pacto por el ego con quien el alma está identificada, y esa
exacción de su energía es la que le provoca el efecto, en el alma, de sus manifestaciones de
placer y dolor, pero que siempre es sufrimiento en esta alma que ahora en la sloka designo
como el Purusha que reside en Prakriti”.
“Quiero agregar algo a lo que estás diciendo, Krishna”, dice Manuel y agrega.
“Así como el alma es la Prakriti del Purusha Supremo, el cuerpo y la mente son la Prakriti
del alma como Purusha. En los anales akáshicos estuve leyendo a un filósofo de la antigüedad
llamado Plotino que en las Enéadas va revelando lo que explicas, Krishna, a través de las
emanaciones.
Después si les parece podemos decir algo de Plotino, de quien se supone que estuvo en la
India y tuvo una decisiva influencia del pensamiento oriental, pero ahora creo que es importante
señalar que por el pacto original la mente y el cuerpo pierden su conexión con El Padre y creen
ser autónomos y libres, cuando con el Puruhsa, buddhi o alma posesas quedan
inconscientemente bajo el poder del Gran Demonio y sus huestes.
En esta situación de posesión opera el círculo kármico, tan mal comprendido por los
demohombres pues hasta es común escuchar por televisión que fulano tiene un buen o mal
karma, cuando esto no es más que el oscuro destino que tiene el alma atrapada. El alma libre es
precisamente libre porque está liberada de esta ley de causalidad que estableció el Gran
Demonio”.
“Se entiende, Manuel –aprueba Ana Lucila– el Gran Demonio genera la causa alimentada
por la energía del buddhi inconsciente pero el efecto lo recibe el alma con sufrimiento, nueva
pérdida de energía y lo más importante, alejándose cada vez más del Padre”.
“Solo cuando no es el Gran Demonio el que actúa sino El Padre, no hay efecto negativo
sobre el alma sino que el efecto es su toma de conciencia, un despertar a su identidad, la
liberación del estado de posesión, esto es lo que en esta enseñanza se conoce como Karma
Yoga”, explica Krishna.
“Está claro lo que dices, Krishna, si se entiende por Karma Yoga el Yoga como liberador
del karma”, puntualiza Chiara.
“Karma es el círculo demoníaco, todo acto demohumano está ligado al karma, el amor, el
despecho, el favoritismo, el rechazo, el triunfo, el fracaso, el odio, el altruismo, y podemos
seguir enumerando cualquier acción que mantenga ciega, muerta, inconsciente al alma y la haga
prisionera de Athón”, completa Nicolás.

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“Bien –dice Krishna– estamos llegando a la instancia de este relato en que los
demohumanos que nos han seguido no solo con la lectura sino con las experiencias de
purificación, meditación, alquimias, que se fueron indicando en cada momento del proceso,
puedan lanzarse a la aventura de rescatar su alma perdida en las marañas de pactos”.
“Este rescate del alma es el sentido último de este proceso pero antes, como dices, Krishna,
–apunta Manuel– fueron necesarias las purificaciones como las iniciales llevadas a cabo en el
mar de la purificación en sus distintos planos, o la quema posterior de la cruz egoica, la toma de
distancia del demonio personal, el exorcismo del aquelarre demoníaco, las transmutaciones en
la esfera mítica, el reconocimiento de los pozos del infierno, la transferencia de conciencia,
bueno y todo este trabajo que unió la enseñanza y la energía que se manifestó en Rishis,
maestros, ángeles, seres divinos. Y todo esto tuvo un único objetivo, liberar de la posesión
alguna región de la mente”.
“Así es Manuel –ahora Krishna le responde a Manuel– y esta región libre del alma puede
reconocer la vibración del alma que alguna vez la habitó y acudir a su rescate a resucitarla de
las tumbas de Athón donde se encuentra muerta, prisionera, inconsciente, posesa, fragmentada
o como queramos nombrar a ese estado incomprensible para el demohumano en que se
encuentra su alma”.
“Para tratar de evitar este rescate descendieron a los cementerios de Kurukshetra donde nos
encontramos, los ejércitos del Gran Demonio”, reflexiona Ana Lucila.
“Ellos buscarán penetrar en la región libre de la mente para volver a poseerla y desviarla de
su objetivo, por eso designé a este enfrentamiento la madre de todas las batallas”, analiza
Krishna.
“Veo a los ejércitos como una masa negra cubriendo los cementerios donde se encuentran
enterradas las almas y al Gran Demonio dándole instrucciones a sus generales”, dice Nicolás.

“Gonzalo –el Gran Demonio como Comandante en Jefe diseñando la estrategia de combate
se dirige a Gonzalo Fernández de Córdoba– la tarea de tu ejército será simple pero de alta
eficacia, consistirá en irrumpir violentamente en las mentes que se acercan a estos cementerios
con el propósito de liberar sus almas, y con feroces aullidos provocar su temor para que desistan
de su propósito.
Vendrán acompañadas de los ejércitos del Padre, no se fijen en ellos, no queden
encandilados por su luz, solamente cuando empiecen a percibir la vibración de las mentes que

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están llegando ataquen sin pensar, solamente ataquen dejándose llevar por su instinto
demoníaco, ya lo sabes, Gonzalo, que en la guerra no se piensa, simplemente se concentra toda
la energía en la acción”.

“General Paul von Lettow-Vorbeck”.


“A sus órdenes, mi Comandante en Jefe”.
“La tarea de su ejército, general, es proteger a los caníbales. Cada comando que entrará en
acción, apoyado por el ejército del Padre, según nos ha informado nuestra inteligencia, buscará
resucitar el alma que custodia su caníbal”.
“Entendido mi Comandante en Jefe, y para desplegar la estrategia de defensa quiero
preguntarle si tenemos información acerca de cuántos comandos entrarán en acción”.
“El cálculo general es entre 30 y 40 comandos, no tenemos el número exacto pero esta cifra
le permitirá diseñar la estrategia de defensa”.
“De acuerdo, mi Comandante en Jefe, tendré preparadas ochenta secciones para la eventual
defensa de ochenta caníbales. Seguramente no serán necesarias ponerlas todas en operaciones,
quizás ni siquiera la mitad, pero siempre he tenido el criterio que nunca hay un número
suficiente para cubrir la última sección defensiva”.
“No se preocupe, general, seguramente sus demonios ni siquiera tendrán necesidad de
entrar en combate porque el Enemigo será desbaratado mucho antes de llegar a la última línea
defensiva”.
“Así lo espero, mi Comandante en Jefe, pero si se diese esa casi inexistente posibilidad de
que se acerquen a nuestras posiciones tenga la seguridad que serán muy bien recibidos.
Ahora, mi Comandante en Jefe, vamos a prepararnos para ingresar a la última línea del
inconsciente de los comandos”.
“Buena fortuna, general”.

“¿Cómo te encuentras, Muhawiya?”, le dice el Comandante en Jefe a Muhawiya I que se


encuentra con sus demonios sentados en las puertas de las mentes de los comandos
expandiendo un denso humo con el propósito de confusión y dispersión.
“Siguiendo tus instrucciones, Mi Señor de la Oscuridad”, responde Muhawiya I.

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“Hostigaremos la mente de los comandos atacándolas con flechas y lanzas, no soportarán el
dolor y terminarán desprendiéndose de la protección del ejército del Padre”, le dice Odoacro al
Gran Demonio, mientras Gengis Khan informa que completará la tarea cazando a las mentes de
los comandos en su desesperada e inútil huída.

El ejército de Mahmud de Gaza ya ha tomado posición, oculto en el inconsciente de los


comandos. Su tarea será la de distractores, operando con toda la gama de sus poderosos
encantamientos para distraer a los comandos del objetivo de rescatar sus almas.
“Mi Comandante en Jefe, tenemos a nuestra disposición los encantamientos de los siete
pecados capitales, gula, avaricia, lujuria, envidia, ira, pereza, tristeza y los potenciaremos a una
fascinación irresistible y, pobres comandos, se olvidarán por completo de sus almas”, dice con
una sonrisa Mahmud de Gaza.
“Como premio, Mahmud, te doy licencia para que tus demonios también puedan gozar,
después del triunfo, de los siete pecados capitales”.

El general Erich Ludendorff está dirigiendo la construcción de caminos, en realidad es una


red de laberintos que desembocan en túneles que caen en abismos.
“Mi Comandante en Jefe, los comandos se arriesgarán a una aventura totalmente incierta,
ya que tendrán que ingresar a un territorio que nosotros conocemos a la perfección. No será
difícil inducirlos a meterse por estos caminos que los conducirán a las profundidades del
infierno”.
“Allí estaremos nosotros esperándolos para entregártelos en bandeja, Mi Señor”, añade el
general Friedrich von Paulus.
“Y nosotros oficiaremos de cocineros, para dejártelos tiernitos para el banquete”, interviene
Tamerlán, riéndose como saben reírse los demonios cuando están pletóricos de satisfacción.

“Kan-Sui, Alcibíades, Senaquerib”, los llama el Gran Demonio.


“Ordene mi Comandante en jefe”, dicen los tres.

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“Sus ejércitos permanecerán en nuestro campamento de Kurukshetra, alertas a cualquier
intento del enemigo de pretender ocupar nuestra posición”.

“Urbano”, pronuncia el Gran Demonio el nombre de Urbano II, ese endemoniado Papa de
las Cruzadas.
“¿Qué deseas, Mi Señor?”.
“Ora, Urbano, órame a mí para que proteja nuestro ejército”.
“Oraré, Mi Señor, –dice Urbano II poniéndose de rodillas y uniendo las manos en oración–
y te pediré protejas a nuestros demonios que combatirán por Athón, y lo haré con toda la fuerza
de mi devoción, ¡oh, Gran Señor de los Ejércitos!”.
“Gracias, Urbano, esperaré con inmenso gozo tu oración”.

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En el cielo de Kurukshetra los comandos que están dispuestos a rescatar a sus almas
enterradas en los cementerios de Athón, y celosamente custodiadas por los caníbales, se
encuentran sentados en postura de meditación alrededor de Brahma, Shiva y Vishnú, que fueron
designados por El Padre para dirigir la empresa.
En silencio estuvieron atentos frente al Aleph mirando la escena donde el ejército del Gran
Demonio iba ocupando las posiciones en sus mentes.
El que rompe el silencio es Brahma.
“¿Qué opinan?”, pregunta el gran dios abriendo el diálogo.
Un comando se atreve a responder.
“Es una ventaja inapreciable conocer las posiciones y la estrategia del enemigo”.
Los demás comandos con gestos afirmativos y miradas cómplices de aceptación comparten
la respuesta de su compañero.
“Ahora entiendo algo, aquello que me resultaba incomprensible cuando El Padre nos
encomendó esta misión”.
El que habla es Shiva dirigiéndose a Brahma y Vishnú que asienten entendiendo que Shiva
acababa de correr el velo de ese algo que hasta ese momento le había resultado incomprensible.
“He comprendido –dice Shiva en un tono de azoramiento imposible de registrar para un
athoniano– y lo que comprendí –continúa Shiva deteniendo un instante su discurso, buscando
las palabras precisas para anunciar su descubrimiento– he comprendido la inconmensurable
estupidez de los demohumanos –después de golpear con sus palabras a los demohumanos sigue
hablando– ahora comprendo porqué son presas tan fáciles para el Gran Demonio”.
Vishnú sonríe comprensivo tanto para la reacción de su compañero Shiva como para los
comandos que no entendían lo que decía el dios porque hablaba en el lenguaje de los dioses,
pero registraron su vibración. Lo que ocurre es que Vishnú a través de su avatara Krishna
conoce la ceguera y el terrible sufrimiento de esas almas enterradas en los cementerios de
Athón.
“Tenemos que ser comprensivos, Shiva, –le reclama Vishnú– sus conciencias están
posesas, y son los demonios los que hablan, piensan y actúan en ellos, por eso estamos aquí
para ayudarlos a resucitar sus almas, su verdadera identidad en El Padre”.

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“Acepto en parte tu defensa de la demohumanidad, Vishnú, una actitud seguramente guiada
por tu infinita compasión, una compasión por la que has aceptado desgarrarte en tus avataras
para devolverlos a la conciencia del Padre. ¿Qué pasó, Vishnú? ¿Comprendieron los
demohombres tu misión? Todavía entonces estaban en posibilidad de comprenderla y aceptarla
porque Athón recién se insinuaba, pero salvo unos poquísimos, Arjuna es uno de esos pocos, la
inmensa mayoría quedó fascinada por las promesas del Gran Demonio que les ofrecía su
infierno para que siguiesen negando al Padre. ¿Qué ocurrió con Buda? ¿Fue comprendido el
mensaje de Jesús y de tantos maestros que sacrificaron su condición divina para hacerse
humanos y hasta casi demohumanos para tratar de mostrarles una Verdad que siempre
rechazaban? ¿Comprenderán ahora los demohumanos el enorme sacrificio cósmico que
significa el Plan del Padre para evitar su desintegración en inimaginables infiernos? ¿Aceptarán
esta vez que no son demonios sino almas libres en la Unidad con El Padre?”.
“Tus interrogantes son válidos, Shiva –ahora interviene Brahma– pero como sabes estamos
en este infernal planeta para cumplir la misión que nos ha pedido El Padre y te pregunto,
¿hubiese sido necesario abandonar nuestras moradas celestiales si todavía existiese un
infinitésimo de luz en la demohumanidad? Solo hubiese bastado ese infinitésimo para que ellos
mismos se elevasen hasta nosotros pidiendo ayuda y no nosotros tener que descender hacia
ellos para ofrecérsela y que todavía nos sigan ignorando”.
“Cuando estuve haciendo la selección de los comandos que se presentaban para participar
del rescate de su alma, tuve entrevistas insólitas”, rememora Shiva.
“¿Qué te ocurrió?”, dice Vishnú riendo, tratando de poner un poco de humor a la situación
que en Athón ya había largamente excedido el límite de la tragedia para convertirse en un
grotesco.
“Es un trágico grotesco pero grotesco al fin”, reflexiona Vishnú.
Shiva cuenta, ahora más distendido, el trabajo de selección.
“Muchos creían, seguramente influidos por alguna lectura medio mágica y medio esotérica,
pienso en Harry Potter y la obra de Paulo Coelho, que les estábamos proponiendo una
aventura iniciática para lograr poderes suprahumanos.
Otros, la imagen de Alonso Quijano, el protagonista de la novela de Cervantes que se había
secado los sesos con tanta literatura caballeresca, querían convertirse en el Quijote para luchar
como caballeros héroes contra la injusticia del mundo.
Algunas demoviudas suponían que esta experiencia tenía alguna cuota de espiritismo para
comunicarse con sus cónyuges muertos.

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Incluso se presentaron demohombres y demomujeres que, hastiados del tedio de la vida
cotidiana, pensaban en una aventura tipo Lost, me refiero a esa exitosa serie televisiva.
Bueno, hubo una ininterrumpida presencia de personajes que pretendían profundizar su
demonización encarando una experiencia en el más allá, se presentaron monjes budistas y
cristianos posesos por una locura mística, religiosos islámicos que soñaban ser profetas como
Mahoma, y solo estoy mencionando algunos porque la lista sería interminable.
El anuncio de esta experiencia lo hicimos en la densa región astral, la única a la que tiene
acceso la demohumanidad, y los posesos con espíritu de aventura acudieron a la convocatoria”.
“A pesar de todo no te puedes quejar, Shiva, porque hubo un grupito, el que nos está
rodeando en este momento, al que consideraste en condiciones para ir a rescatar su alma”, dice
Brahma.
“Es cierto, son demohombres que, guiados por los maestros, después de un intenso proceso
purificador y alquímico lograron liberar un diez por ciento de las posesiones de su mente, y esa
región libre de demonios comienza a registrar la vibración de algunos átomos de su alma
enterrados en los cementerios cósmicos de Athón y acuden con la sincera intención de su
rescate. Pero también hay que reconocer que solo el diez por ciento de la mente está libre
mientras el noventa restante continúa posesa, y precisamente de este enorme porcentaje de
posesión viene la convicción de los comandos que lo que los demonios presentaron en el Aleph
a la vista de todos, revelando sus posiciones y estrategias era cierto. Por eso ante este burdo
engaño, una modalidad del engaño que muestra lo que no es, ocultando lo que realmente es,
engaño propio de los magos de los circos, es que dije tal vez muy agresivamente por lo que le
pido disculpas a los comandos que sintieron la vibración de mis palabras, que había
comprendido la inconmensurable estupidez de los demohumanos”.
“Zanjada la cuestión, vamos a lo nuestro –dice Brahma y abandonando el lenguaje de los
dioses, en palabras demohumanas se dirige a los comandos.
“Ahora los voy a instruir en lo que necesitan saber para llevar a cabo con éxito este
rescate”.

En los cementerios de Kurukshetra, Krishna, Manuel, Ana Lucila, Nicolás y Chiara


contemplan ese pequeño grupo de demohumanos que se atreve a desafiar al Gran Demonio y
que está dispuesto a ir al rescate de su alma. En la inmensa negrura de Athón se ve una casi
imperceptible luminosidad que expresa la vanguardia liberadora de una demohumanidad ciega,

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confundida, inconsciente, muerta, porque así están los trozos de alma o átomos de buddhi
enterrados en los cementerios de Athón.
Una chispa del Padre ha entrado al planeta diabólico, pero esta vez no ha entrado para dar
su mensaje, entregar su energía y retirarse. Ha entrado para quedarse y permanecer hasta que
Athón sea disuelto, la Tierra liberada y las almas rescatadas y que todo vuelva a la Unidad
Original, incluidos los demonios y el ángel caído que se transformó en el Gran Demonio.
También esa energía de la Venus Negra se reintegrará al misterio donde el mismo Padre se
expande en los manvantaras y se reabsorbe en los pralayas. Junto con Athón y las huestes
demoníacas desaparecerá el sufrimiento, la locura, el sinsentido, la ceguera, esa pesadilla que
bajo la ilusión de la realidad, de la única realidad que construyó el Gran Demonio para tener
prisioneras a las almas y torturarlas, extrayendo su energía para preservar su propio espejismo
de existencia separada del Padre.
¡Gran paradoja de las almas!
Sufrir los tormentos de ser devoradas pero permanecer intocadas, libres, siendo lo que
siempre fueron, eternas en El Padre, porque son su misma esencia, pero en Athón lo ignoran
porque creyeron ser el Gran Demonio, y al identificarse con el Señor de la Oscuridad sufrieron
porque se sintieron devorados y en realidad el que sufría porque se devoraba a sí mismo era el
Gran Demonio que proyectaba en las almas el espejismo del sufrimiento de creerse devoradas
cuando inconscientemente permanecían intactas, porque lo eterno no puede disminuir y las
almas son eternas porque Eterno es El Padre, y lo que disminuye es porque cree ser en el
tiempo, y creyeron disminuir en el tiempo cuando el único que disminuyó y seguirá
disminuyendo hasta desaparecer es el Gran Demonio, ese personaje que nunca fue, porque en el
tiempo no se puede ser, y cuando deje de ser el ángel caído volverá a resucitar en la eternidad
del Padre.

“Krishna –se dirige Manuel al gran avatar– en el Bhagavad-Gita anuncias que en el


rescate del alma está la contemplación del Atman”.
“Volver a tomar conciencia del alma es regresar a la conciencia del Atman porque el alma
es el Atman en el lenguaje del Bháratavarsha”, dice Krishna.
“Afirmas, Krishna, –habla Ana Lucila– que algunos ven el Atman mediante el Atman, otros
mediante el Yoga del conocimiento, otros gracias al Yoga de la acción”.

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“En el Comentario afirmo que el Atman es el procesador de todos los grados de
clarificación que van desde el demohombre común hasta el hombre liberado.
A la luz de este relato quiero aclarar, porque ahora es posible aclararlo, lo que dije
entonces, hace unos años, comentando el Bhagavad-Gita.
Veamos, si todo es Atman y Atman es el Todo ninguna existencia puede estar fuera de
Atman. Por lo tanto el demohombre común y el hombre liberado son en Atman, como es en
Atman el Gran Demonio y todas las existencias y acontecimientos que de él emanan. Es en
Atman un asesino serial y un santo viviendo en la contemplación del Atman, esto es Atman
contemplándose a Sí Mismo.
¿Cuál es la diferencia?
El demolector tiene que encontrar una diferencia sino su mente va a estallar.
Por supuesto que hay una diferencia, una gran diferencia, y esta consiste en que se es
consciente de ser en Atman, como el ángel rebelde antes de la caída, o se es inconsciente de ser
en Atman, creyéndose una existencia separada de Atman como el ángel rebelde que después de
la caída se convirtió en el Gran Demonio y aunque ignorando su esencia siga siendo en Atman
aunque lo niegue y maldiga su pertenencia a Atman.
Ahora creo que resulta comprensible el sentido de este experiencia, volver a tomar
conciencia que se es en Atman”.
“Por eso dices, Krishna –apunta Ana Lucila– que algunos van alcanzando el
reconocimiento de la propia esencia a través de los Yogas del conocimiento y de la acción, y
aun quienes no tienen ese conocimiento, habiendo sido instruido por otros, también veneran a
Atman”.
“Todos los consagrados a Atman a quienes el Atman se les autorevela escapan a la muerte,
eso afirmas, Krishna en el Bhagavad-Gita –dice Manuel–y es importante que el demolector
entienda que la única muerte es la ignorancia de Atman”.
“Si leen el texto con atención pueden ir advirtiendo que los distintos modos de
acercamiento a Atman van marcando los diferentes grados en que se va revelando a cada uno,
ya que esta revelación es gradual, de acuerdo al estado de cada conciencia”, muestra Krishna
“La Absoluta Presencia del Atman como el Purusha Supremo, El Padre o como queramos
designarlo, implicará la reabsorción de todas sus Prakritis o manifestaciones y el fin de los
universos”, dispara Chiara.
“Es cierto –coincide Krishna– todos nosotros desapareceríamos por ser Prakriti de Atman,
pero para evitar confusiones es importante aclarar que ser en Atman tal como lo estamos

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expresando significa la Prakriti con conciencia de Atman, el Purusha Supremo o El Padre, tal
como necesariamente ocurre en los universos manifestados, y en esta toma de conciencia
consiste como antes afirmé, la experiencia del Yoga”.
“Ser Atman, el Mahapralaya o gran reabsorción, que es, lo mencionaste Chiara, algo que
escapa a toda comprensión aun de los más altos videntes, como dicen los Vedas. Acá estamos
hablando de cómo gradualmente la ignorancia, la sombra va dejando paso a la luz, a la toma de
conciencia de ser en Atman”, insiste Krishna.
“Y este proceso de toma de conciencia es el que vas mostrando, Krishna, en el Bhagavad-
Gita cuando dices que el que ve al Soberano Señor o Atman morando en todos los seres no
perece mientras ellos perecen, ese es quien ve la Verdad, porque ver el Atman presente por
doquier se libera de su mi egoísta y va a la Meta Suprema”, comenta Ana Lucila.
“En el Comentario agrego –explica Krishna– que el campo más puro de vibración está
presente en Todo pero se interfiere en lo que llamo el mi egoísta que es un grado
extremadamente denso y de muy baja calidad vibratoria y no puede ser registrado por la
conciencia”.
“Ahora, Krishna, la enseñanza va resultando transparente porque cuando afirmas que quien
puede ver que las acciones son enteramente cumplidas por la Prakriti y que el Atman no es el
agente ve la Verdad, estás diciendo que en la conciencia consciente del Atman ve operar a la
Prakriti pero sin identificarse con ella, para él la identidad está en la eternidad del Atman,
Padre, Ser o Purusha que en su eternidad no actúa, porque el actuar es una dimensión temporal
de la Prakriti”, discurre Manuel.
“Llevemos estos conceptos a la vida práctica –dice Krishna con la intención de traducir la
enseñanza a la comprensión del demohombre– y para esto quiero hacer presente el comienzo
del Bhagavad-Gita cuando le explico a Arjuna que nadie puede exceptuarse de la acción.
Ahora bien, el demohombre, identificada su conciencia con la Prakriti separada de Purusha, a
quien desconoce, cree que su esencia es su personaje, esa máscara que envuelve al cuerpo y a
los estados psíquicos, y que esa esencia es la generadora de su acción. El hombre con
discernimiento, porque el discernimiento lo liberó de ser demohombre deja actuar a su
personaje o Prakriti pero sabe que su esencia no está allí sino en su alma o Purusha, por eso en
la sloka digo que comprende que las acciones son enteramente realizadas por la Prakriti o
personaje, pero que su esencia, que es el Atman, Purusha o alma no es el agente de la acción.
Entonces este hombre con discernimiento ve a un personaje que trabaja, paga sus impuestos,
protesta por la inflación, vota en las elecciones como un ciudadano responsable, pero con su

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conciencia en Purusha, siendo en El Padre, que es su única esencia, sabe que el personaje juega
las leyes del mundo pero no le hace el juego a los demonios que quieren atraparlo, llevándolo a
creer que él como esencia es el que actúa y controla sus actos, siente alegría o tristeza, gana o
pierde, pero no lo logran porque el hombre con discernimiento, jugando para los otros, está
fuera del juego con su alma en El Padre.
En el Comentario explico que todos los contenidos del esfuerzo, dificultad, oscuridad
pertenecen a la Prakriti pero que en el proceso de purificación se va produciendo la
desidentificación de la conciencia con ésta y se va uniendo al Purusha, reconociéndolo como su
esencia”.
“Es muy claro, Krishna” –interviene Ana Lucila– que pasa a leer en los anales akáshicos
donde dice que el yogui que es capaz de discernir que la existencia diversificada de los seres
está en el Único entonces realiza a Brahman.
“En el Comentario puntualizo que este reconocimiento de la esencia en Purusha es
reconocer lo que siempre estuvo pero que ha permanecido oculto”.
“Dices, Krishna, una frase muy hermosa –señala Ana Lucila– que es como girar el faro de
la Verdad para que ilumine la oscuridad, por eso puede hablarse de una revelación”.
“En la revelación todo cambia de sentido y entonces como expresas, Krishna, se
comprende que este Atman Supremo, sin comienzo, desprovisto de los gunas, Imperecedero, no
actúa ni se mancha aunque more en el cuerpo”, comenta Manuel mientras Krishna hace
hincapié que el Bhagavad-Gita describe Aquello que todos tienen que procesar y la tarea del
Plan del Padre es mostrarlo y señalar el camino por donde se debe llegar a esta realización
Suprema.
Manuel, desde los cementerios de Athón, donde se encuentra con sus compañeros y
Krishna, indica el cielo de Kurukshetra donde Brahma, Shiva y Vishnú están preparando a los
comandos para la aventura del rescate del alma.

“¿Cuál es el verdadero poder de los ejércitos de los demonios?”, le pregunta inquieto un


comando a los dioses que están en silencio, esperando las preguntas, buscando disolver con sus
energías los miedos de quienes emprenderán la única aventura que tiene sentido en Athón,
rescatar el alma para salir de Athón.
“¿Cómo evitar que ese poder nos alcance y frustre nuestro intento?”, esta vez inquiere otro
comando expresando la gran preocupación que los agobia a todos.

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“Mantengan la calma y tengan fe, El Padre no los enviaría a esta sublime empresa si el
éxito no fuese posible”, enfatiza Brahma, y Vishnú aclara:
“Ustedes tendrán toda la enseñanza y protección del Padre mediante el ejército divino, pero
la batalla contra la oscuridad que tiene prisionera al alma la tiene que dar cada uno, será el
momento de la gran decisión liberar el alma o que esta continúe encadenada si siguen seducidos
por las promesas del Gran Demonio”.
“Contesto la primera inquietud”, –dice Shiva–, ¿cuál es el poder real de los ejércitos del
Gran Demonio? El Gran Engaño utilizado en todas las formas que se manifiestan en Athón,
porque Athón es la raíz de ese Engaño en su mundo.
¿Cómo actúa el Engaño? Capturando al deseo mediante la tentación. Durante el viaje el
Enemigo usará todos los recursos de la tentación para desviar a la mente de su búsqueda del
alma. Uno de los juegos del Gran Demonio es deslizar algo cierto en la maraña de mentiras, de
no ser así no habría juego y sin juego Athón no podría existir”.
“¿Quieres decir, Shiva, que en los discursos de los guerreros demoníacos aparece algo de lo
que realmente harán?”, pregunta uno de los comandos.
“Lo que harán es lo que anuncia Mahmud de Gaza y esta será la tarea de todos los ejércitos
pues es su arma más formidable, tentarlos potenciando al extremo la vibración fascinante de la
tentación cuando esta lo que ofrece son los pecados capitales.
Entiendan bien, los pecados capitales no condenan por ser pecados como lo sostienen las
creencias tradicionales, sino por ser los grandes caminos de la distracción del alma, los que
obnubilan la conciencia, la pueblan de estas brumas fascinantes y hacen que olvide el alma. El
único pecado, si hablamos de pecado, es olvidarse del alma, que no es otra cosa que el olvido
del Padre. Y ese olvido es el que los tiene atrapados en Athón y el ataque de los ejércitos del
Gran Demonio, a la única carta que apostarán es a impedir el recuerdo del Origen, de que su
esencia es el alma, de que estarán avanzando hacia su encuentro para rescatarla del olvido del
Padre y buscarán encandilarlos y encantarlos para distraerlos del objetivo que se han propuesto:
volver al Padre.
¿Cómo no caer en el juego de la tentación? ¿De qué manera evitar que el deseo no sea
seducido y proyectado al juego de Athón? Es más, ahora comprendo que la carta del Gran
Demonio no es que caigamos en el juego, porque estamos en el juego. ¿Quién de nosotros no
vive atrapado por los demonios de los pecados capitales? Lo que los ejércitos del Enemigo
buscan es que no salgamos de la trampa en que estamos”.

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El lamento, porque las palabras que decía el comando sonaron a lamento, creó un clima de
incertidumbre en los otros comandos, entonces habló Brahma.
“Ahora les responderé la segunda inquietud que nos presentaron. ¿Cómo evitar que es el
poder demoníaco frustre el rescate del alma?
Les contesto, hay un modo, la absoluta conexión con El Padre”.
“¿Y cómo lograr esa conexión?”, quiere saber un comando.
“Instalen su conciencia en este mantram: Padre, que estás sumido en mi olvido, solo te
pido que mi alma vuelva a recordarte”.
“¿Comprenden el sentido de este mantram?”, dice Shiva después de las palabras de
Brahma.
“Creo comprenderlo –se arriesga un comando– el mantram dice que El Padre está olvidado
y se lo invoca para volver a recordarlo”.
“El Gran Demonio, que siempre está alerta al funcionamiento de las religiones para que
mantengan sus fieles la conexión y evitar cualquier desvío, enseña el mantram: “Padre, que
nunca te olvide”. Al Padre o Demopadre es a quien hay que olvidar, porque es al único que se
lo tiene presente”, enfatiza Vishnú.

“En la manifestación de Purusha como Prakriti lo Uno se vuelve múltiple, la esencia se


multiplica como existencia y estos son los modos en que El Padre Es y esto creo que le quedó al
demolector por lo menos conceptualmente claro, y ya es mucho”, dice Krishna en la
invisibilidad de su carro, mientras junto con Chiara, Nicolás, Ana Lucila y Manuel contemplan
los ejércitos demoníacos en los cementerios de Athón como la más impresionante
fragmentación de la Prakriti separada de Purusha o El Padre.
“¿Cuál es el juego mágico por el cual mantiene el Gran Demonio la ilusoria Unidad en la
conciencia separada?”, pregunta Nicolás queriendo saber una de las claves más importantes del
mundo de Athón.
“¿Recuerdan que al comienzo de este relato el maestro Yukteswar dice que el ego no tiene
que mejorar sino desaparecer?”, pone Krishna como centro de la respuesta esta enseñanza de
Yukteswar.
“Es cierto, Krishna, esto lo dijo Yukteswar al empezar este relato, completando la
enseñanza de Chidananda”, corrobora Manuel las palabras de Krishna.

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“La explicación puede empezar diciendo que el Gran Demonio consiste en un caos de
energías fragmentadas, consecuencia de la autonomía de su Prakriti que encuentra cierta
cohesión en la energía de las almas que devora en los pactos y que actúa como el Purusha
sustituto. Ya saben que Prakriti fuera de Purusha está condenado a la desintegración hasta
desaparecer en infinitísimos fragmentos de energía muerta.
Ya vimos que el ego que reemplaza la identidad del alma es una parte del Gran Demonio
individualizada en cada conciencia que cree encontrar su ser en el Señor de la Oscuridad,
ignorando que su esencia es el alma en El Padre, entonces paradójicamente le entrega su
esencia al Gran Demonio, esto es su Purusha para que éste pueda seguir existiendo y el Gran
Tramposo le reintegra algo de la energía de su propia alma que antes le entrega, mediante el
pacto, para que el ego, esto es el Gran Demonio, siga existiendo en cada uno. ¿Se entiende?”, le
pregunta Krishna a los Rishis que están aprendiendo el funcionamiento de Athón.
“Lo que entiendo es que el Gran Demonio sobrevive mediante un juego muy astuto, se
instala en cada conciencia como ego, y este ego es el que se apropia de la energía de su
olvidada esencia, Purusha, para entregársela a su otra parte, el Gran Demonio que a su vez le
devuelve un poco, mediante el pacto que asegura la continuidad de las entregas, y así que el
Gran Demonio como ego siga viviendo en cada uno”, expone Ana Lucila.
“Es un juego macabro”, se alarma Chiara, que había intuido este modus operandi del Gran
Engañador, pero hasta ahora nunca lo había visto con tanta claridad.
“¿Y qué esperaban del Gran Demonio?”, pregunta Nicolás ante la alarma de Chiara.
“En mi enfrentamiento con el Gran Demonio solo una mínima parte de lo que ocurrió fue
transmitida en este relato porque por razones obvias hubiese sido imposible trasladar a un texto
sus incalculables juegos. Pero les cuento un diálogo que muestra como el juego se juega
ocultando lo evidente.
Hablábamos de política y esto nos llevó inevitablemente al pensamiento político de la
modernidad, es decir, las sociedades democráticas.
‘Lo que pasa –dijo nuestro oscuro amigo– es que permanente trampeo a la demohumanidad
con el significado de las palabras. Observa que el significado único de Democracia, ya sea de
democracias liberales, populares, socialistas o hasta aquellas que tienen un rey como
formalidad, es el poder del pueblo. Es interesante el equívoco de traducir Demo por pueblo
cuando el más elemental sentido común comprendería que democracia es el gobierno del
demonio, y este significado tan prístino y verificable nadie lo ve. Son tan ciegos, Manuel, estos
demohombres que pretenden rescatar con el delirante Plan del Padre, que creen que ellos

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gobiernan en la Democracia y no ven que el Gran Demonio es el único Demócrata, ¿qué pueden
esperar de ellos, Manuel?, ¿por qué no se retiran a sus celestiales universos y nos dejan
tranquilos para terminar este festín?
Ten presente, Manuel, que si por un lado los tenemos tentados por los pecados capitales,
por otro están prisioneros, creyendo que son libres, de las instituciones de Athón, la red jurídica
penetra los inconscientes de los athonianos y todos sus actos están no solo manipulados sino
determinados por sus instituciones con las que edifico esta red invisible con que los manejo
como a títeres para hacerlos participar de mis espectáculos y que me entreguen su energía. Es el
pago para participar del show de Athón.
La ley que regula todas las relaciones familiares, sociales, políticas, laborales anulan la
posibilidad de pensar nada fuera de mi mundo, ¿lo entiendes Manuel?’, me dijo el Gran
Demonio”.
“Me causa mucha tristeza –comenta Chiara– ver a los athonianos deambular por los
tribunales, hacer marchas de protesta, reclamar en los medios de comunicación por una
injusticia que Athón les adeuda y contemplar al Gran Demonio inspirando a los jueces en sus
sentencias y la justicia será otorgada según los pactos realizados y que todavía mantienen su
vigencia”.
“Krishna, estabas explicando cómo mantiene el Gran Demonio la ilusoria unidad de la
conciencia separada”, le pide Ana Lucila a Krishna que continúe la explicación acerca de lo
Uno y de lo múltiple.
“El imaginario colectivo considera que el yo es un sujeto, subjetum, sustancia, que se
manifiesta como identidad, estados psicológicos y conductas con las que se vincula con los
otros. Este sujeto, a excepción de los casos de patologías extremas, es libre para elegir sus
acciones y construir su destino. Este supuesto de la libertad no implica que elegir es hacerlo
constructivamente porque un criminal está eligiendo el mal cuando mata pero no se puede
dudar que elige, por eso su opción por una mala elección es condenada. Pero para afirmar la
libertad es necesario que un sujeto, una unidad de conciencia sustancial, sea la condición de
posibilidad de esa elección. Entonces hay un sujeto que lleva a cabo libremente sus actos,
aunque estos en muchos casos pueden parecer contradictorios y lo serían mucho más si se
revelasen los estados caóticos de la mente.
¿Pero esto es así? Esta es la visión de la conciencia que el Gran Demonio le hace ver a los
athonianos como propia, y que genera los insolubles conflictos entre el bien y el mal que
provocan permanentes luchas de intereses de ideologías, de religiones que en sus situaciones

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límite nos muestran escenarios de guerras monstruosas. La Primera y la Segunda Guerra
Mundial, por poner un ejemplo extraordinario del conflicto, tienen como origen la idea de bien
y mal, de sujetos que optan por una u otra opción. ¿Era justo el pacto de Versailles que
condenaba a Alemania a soportar indignas condiciones? ¿Era un tirano Saddham Hussein que
merecía ser destruido junto con su régimen por una invasión? El bien y el mal siempre están
enfrentados en la historia de Athón, un juego inteligente del Gran Demonio para enajenar las
conciencias en un juego bajo el supuesto de un sujeto como sustancia libre”.
La respuesta de Krishna es sintetizada por Nicolás. “Esta idea de sujeto libre es la ilusión
de la conciencia separada”.
“Entonces, si no hay sujeto, ¿cómo está constituida la conciencia?”, pregunta Krishna para
responder.
“El ego, que como vimos es la individualización del Gran Demonio en cada conciencia y
como Prakriti separada tiende a la desintegración pero por los pactos que le aporta la energía de
Purusha saquea al alma, mantiene una provisoria y endeble consistencia. Por decirlo de algún
modo, alcanza a sostener sin que se desintegren, múltiples estados mentales que configuran
cada uno estructuras autónomas”.
“Lo que quieres decir, Krishna –apunta Ana Lucila– si entendí bien, es que por su
tendencia a la desintegración contenida de algún modo por la energía del Purusha, el mundo
demoníaco solo puede configurar lo múltiple y nunca la unidad, por lo tanto no hay ego
unitario, un yo egoico, sino múltiples yoes, estructuras autónomas, que al actuar filtrado por el
personaje que encuentra su unidad sensible en el cuerpo físico, genera la ilusión de ese yo o
sujeto sustancial, libre y que por una voluntad guiada por la razón, es autor y responsable de sus
actos”.
“Creo que tu modo de traducir esta cuestión resulta bastante comprensible para el
demolector –apuntala Krishna– y solo cabe precisar que la manifestación de los estados generan
la ilusión de un yo único porque aparecen sucesivamente en el tiempo, entonces un personaje en
un momento está furioso, en otro amable, a la mañana escucha a Mozart y a la tarde se
enloquece en la tribuna de un estadio de fútbol. En el imaginario del yo se lo ve como múltiples
manifestaciones de un sujeto y no como múltiples yoes autónomos que operan en sucesión”.
“En general hay una habitabilidad en los yoes que actúan en la vida cotidiana, el personaje
que es el lugar donde se reconocen y lo reconocen los otros como un sujeto único, una
identidad, no altera su conducta en el juego de los yoes, un yo se extasía con Mozart, otro
estalla en la tribuna, uno de esos yoes es fiel a su mujer pero aparece uno oculto que siente

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atracción por las adolescentes, hasta ahí nada llama la atención pero lo que rompe el esquema es
cuando aparece un yo criminal que estaba muy reprimido y que se había alimentado de muchas
vidas de guerrero, y mata en un rapto de locura. ‘¿Cómo puede ser si era un tipo tranquilo,
pacífico, siempre con buen humor?’, se preguntan algunos de sus conocidos. ‘Se volvió loco’,
responden para quedarse tranquilos con la respuesta y negar que en ellos, como en todos los
demohombres, habita más de un yo criminal”.
“El ejemplo, que ya fue relatado es el de los uruguayos que sobrevivieron cometiendo
canibalismo cuando se cayó en la Cordillera el avión en que viajaban, verifica esta visión de la
conciencia ya que este acto solo es posible si se despertó antes una situación límite, el yo
caníbal que habita dormido en lo más profundo del inconsciente”, interviene Manuel.
“El yo caníbal está mucho más vigente de lo que se supone –advierte Krishna–, ¿acaso el
tan en boga trasplante de órganos no es un acto de canibalismo?”.
“Es cierto –dice reflexionando Chiara– es incorporar los órganos en el propio organismo,
científicamente legitimado pero canibalismo al fin”.
“Ahora pienso que quedará claro para los demolectores que la energía egoica es el Gran
Demonio multiplicado en muchos yoes, algunos activos, otros dormidos, habitando la mente y
manifestándose en la ilusoria unidad del personaje”, dice Krishna.
“Y también les tendrá que quedar claro con la advertencia de Yukteswar a que hicimos
referencia y que aparece al comienzo de este relato, el ego no tiene que mejorar sino
desaparecer”, recuerda Manuel.
“Tienen que desaparecer los múltiples yoes demoníacos para que empiece a aparecer la
verdadera identidad, la esencial unidad, la del alma viviendo en El Padre”, concreta Krishna.
“Y este es el único sentido de la vida cuando se accede a este conocimiento, matar el ego
para que renazca el alma”, ahora sintetiza Manuel.
“Para esta experiencia se están preparando los comandos en el cielo de Kurukshetra”,
concluye Ana Lucila.

Y los comandos en el cielo de Kurukshetra se preparan para el descenso en el que irán a la


búsqueda del alma y están atentos a las palabras que van a pronunciar los dioses.
Habla Brahma.
“El viaje que tendrán que emprender es, como ya lo saben, a los cementerios de Athón
donde se encuentra enterradas las almas. Se preguntarán sin duda qué poder tienen estos

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cementerios, qué secreto encierran. Tienen el mayor poder de Athón y el que le permitirá existir
como planeta, tener enterradas a las almas cuya energía les permite a él y a sus generadores, el
Gran Demonio y la Venus Negra, continuar existiendo fuera del Padre en su demoníaca
autonomía. Su secreto es que son los chakras de Athón, la inteligencia del planeta, la perversa
inteligencia que domina a los athonianos”.
“Ya algo se habló de los chakras de Athón”, comenta un comando.
“Es cierto –asiente Brahma– se dieron algunas de sus características cuando se mostró su
gestación y se los confrontó con los chakras de la Tierra a los que vampirizan”.
“También quiero recordarles –Vishnú se dirige a los comandos– que la pertenencia a un
planeta es cuando los chakras de sus integrantes se unifican con los de éste, generando así sus
estados de conciencia.
“En los planetas del Padre hay una integración perfecta entre el proceso del alma y el
planeta en que está realizando la experiencia”, insiste Shiva en apuntalar la enseñanza que ya
fue transmitida pero que tiene que ser totalmente comprendida por los comandos antes de
iniciar la aventura de rescatar su alma”.
“En los planetas del Padre éstos se encuentran al servicio de las almas para que procesen su
evolución mientras que en Athón son las almas las que están al servicio del planeta para que
éste conserve su existencia”, añade Brahma, y Shiva resalta que este servicio consiste en
entregarle la energía del alma.
“Quiero que tengan un primer acercamiento a estos chakras abriendo un canal de
comunicación y que sientan su vibración que los elohims traducirán al lenguaje demohumano”,
dice Brahma abriendo siete canales que intercomunican los chakras de Athón con el cielo de
Kurukshetra donde se encuentran los comandos. Los elohims se instalan exactamente en la
mitad de los canales para alquimizar las vibraciones de los chakras al idioma demohumano.
En el cielo de Kurukshetra se registra una sonoridad que corresponde a Ladis, el
muladhara de Athón.
“Creo la perfección de la falsa armonía.
Extiendo el escenario de las ilusorias visiones y de los encantamientos mentales.
Soy el responsable que Athón nunca pierda esa cuota de belleza que fascina a los
athonianos”.
La vibración de Ladis se silencia y aparece la de Krupta, el svadisthana de Athón.
“Pertenecer a Athón es aceptarlo como el escenario donde el ego se plenifica.

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El ego, el hijo del Gran Demonio, energía de su energía, sangre de su sangre, retorna a él a
través mío. ¿Quién soy que tengo tanto poder? El que pone velos de fascinación, cubriendo las
cosas, los mundos, los monstruos de Athón, sus acontecimientos tramados por locuras y
espantos, y permiten ver y creer en un mundo que algún día podrá ser apetecible
Yo tamizo las percepciones y oculto a los demonios”.
Zonya, el manipura de Athón, irrumpe diciendo.
“Tapo el olor de los demonios, el infernal olor a putrefacción que destila Athón”.
Amunis, que se presenta como el anahata del planeta diabólico, explica su tarea.
“Ahogo, para que sean inaudibles, para ellos mismos y para los otros, los lacerantes y
constantes aullidos de dolor que vibran en Athón, solo así habitar el planeta puede ser
soportable”.
Rudyas, enigmáticamente, dice:
“Como el visshuda de Athón soy la palabra que le va dando sentido a cada acto, a cada
acontecimiento, a cada cosa que viven en el caos del infierno”.
Las palabras de Murphis, el ajna de Athón, son precisas.
“Soy el olvido del alma”.
El sahasrara del planeta, Omega, es la conexión con el Gran Demonio.
“Por mí el Gran Señor habita en todos”, es su escueto mensaje.
Los comandos miran absortos en el Aleph las imágenes de los chakras de Athón, recién
ahora se les dibuja en sus mentes la incomprensible ciénaga donde están enterradas sus almas,
ciegas, muertas, despedazadas, inconscientes, alimentando la oscuridad, pero algo les dice que
El Padre nunca abandonó a las almas y por su Gracia pudieron recibir la ayuda de los maestros
y liberar un poco de sus mentes posesas y ahí recibir el ahogado pedido de ayuda, casi inaudible
pero punzante, de ese dolor que los demohombres reprimen hasta negarlo porque no soportan
escucharlo, pero ahora se atrevieron a reconocer en esa región no posesa de su mente, el dolor
del alma que le pide resucitar para volver al Padre.
“¿Te vas de viaje, Vishnú?”, le pregunta Shiva cuando lo ve a su compañero subirse al
carro de Krishna que lo ha venido a buscar.
“Voy con mi avatara a hacerle una visita a esos chakras, toda guerra, aún en su fase más
virulenta, siempre mantiene una forma de negociación entre los oponentes”, responde Vishnú
mientras Krishna pone en marcha su carro con destino a los chakras de Athón.

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Ladis y los otros chakras miran desconcertados al carro de Krishna que trae como pasajero
a Vishnú irrumpir en la sala de reuniones más secreta del planeta diabólico.
Vishnú salta del carro y se inclina, saludándolos con cierta ironía. Ladis trata de concentrar
su energía para destruir al dios pero a medida que lo hace se va debilitando y para peor de sus
males la furia de su voz se va apagando hasta desvanecerse en un rústico silencio.
“¿Qué les pasa, muchachos? ¿Se quedaron mudos? Creí que Athón sabía recibir con más
gentileza a sus visitantes”.
Los chakras de Athón están mudos porque Vishnú los enmudeció y quieren atravesar al
dios con su odio congelado pero no pueden porque precisamente el odio fue congelado por el
dios.
“Ya que no me invitan a sentarme me voy a sentar sin que me inviten”, ironiza Vishnú con
una voz que delata muy buen humor y se sienta, alegre y sonriendo en la mesa rectangular
donde están reunidos los chakras presididos por Omega, el sahasrara de Athón y el mimado
del Gran Demonio.
“Bueno –le dice Vishnú, que es el único que puede hablar– les voy a descongelar la palabra
porque sino esto se pone demasiado aburrido”.
Ladis, cuando recupera la palabra dispara con furia pero una furia no exenta de temor.
“¿Cómo llegaron hasta aquí si nadie sabe de nuestra existencia?”.
“¿A quién te refieres con nadie? Seguramente no a nosotros. ¿No te enseñó tu Señor que
nosotros sabemos todo, donde están, qué estupideces piensan y hacen?”, dice Vishnú de manera
displicente como si estuviese retando a niños traviesos.
“No nos subestimes, Vishnú, pero no me extraña, la arrogancia siempre fue un atributo de
los dioses del Padre. Lo que no entiendo es tu actitud de invulnerable soberbia ganadora, si bien
sabes que las almas nos pertenecen desde que Athón se apropió de la Tierra. Tu bufonada no
nos hace gracia a ninguno de nosotros. ¿A qué has venido? ¿A liberar a las almas? Basta de
ingenuidades, Vishnú, hemos mirado divertidos las ingenuidades de los enviados del Padre por
miles y miles de años”.
“Mi amigo Omega, con lo que dices no es a mí a quien decepcionas, yo estoy más allá de
toda decepción, sino seguramente a tu jefe, el Gran Demonio. ¿Cómo puede confiar el Señor de
Toda Oscuridad la seguridad de su planeta a alguien que carece de la mínima percepción para
entender quién soy? ¿Quién te ha dicho, mi estimado Omega, que los dioses venimos a rescatar
a las almas? Nosotros no podemos hacerlo porque las almas solo pueden rescatarse a sí mismas.
Lo que ocurre es que en tu ignorancia crees que los acontecimientos ocurren afuera, planteas

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esta guerra como que ustedes someten y nosotros liberamos. Nada más erróneo, Omega, las
almas son las que se someten o se liberan. Nosotros solo somos los espectadores de ese juego y
quienes les generamos el escenario para jugar y elegir. Eligieron jugar con el Gran Demonio, se
enterraron en Athón, experimentaron el sufrimiento, la locura, el sin sentido porque los
experimentaron a ustedes, y después de tanto tiempo simplemente por tedio, por hartazgo, por
saturación volverán a los universos del Padre, un universo que está penetrando en Athón
simplemente para darle a las almas la oportunidad del retorno, pero ellas serán las que tienen
que elegir. Omega, me extraña, como el jefe de los chakras de Athón ni siquiera sabes a qué
estás jugando. Hablaré con tu jefe para que sea piadoso contigo”.
Los otros seis chakras miran a Omega que permanece sin respuesta y Vishnú, saliendo del
tema, mientras se pone de pie para regresar al carro de Krishna, antes de despedirse les
recrimina:
“Muchachos, son pésimos anfitriones, no me convidaron ni siquiera con una copa de ese
cognac benedictino del que tan bien se habla en Athón. Pero no crean que me siento resentido,
siempre les tuve simpatía a pesar de que lo único que se merecen es desintegrase en la Venus
Negra. No me mires mal, Zonya, porque sabes que es así. Y para demostrarles que lo que les
digo es verdad, que no soy un resentido y les tengo simpatía los invito a disfrutar de un
banquete, no digo en el cielo de Kurukshetra sino en algún restaurante en las inmediaciones de
Athón. Murphis, te encargo que cuando estén dispuestos me llames al celular”.
El carro de Krishna lleva a Vishnú al cielo de Kurukshetra y Krishna regresa a los
cementerios de Athón donde lo habían extrañado Chiara, Nicolás, Manuel y Ana Lucila.

“Ahí, en esa tumba –Krishna señala una tumba de mármol gris que luce llamativa en uno
de los cementerios de Athón– lo veo a un viejo y querido amigo”.
“Pero si es Plotino, de quien estuvimos hablando”, exclama con sorpresa Chiara.
“Voy a su encuentro”, dice Krishna movilizando su carro adonde está Plotino jugando con
unos guijarros, contemplando su tumba.
“Del Uno a los guijarros en el cementerio”, se anuncia Krishna y Plotino al verlo parece
revivir su desgastada energía y se sube al carro para abrazar a su viejo amigo.
“Plotino, después de haber cumplido tu misión te estuvimos esperando en los universos del
Padre pero nunca llegaste y ahora te encuentro aquí, jugando en un cementerio de Athón, ¿qué
pasó, Plotino?”.

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“Eso, Krishna, me lo estoy preguntado desde el momento que dejé el cuerpo: ¿qué pasó?
En el momento de morir, después de haber cumplido la tarea que me había encomendado El
Padre de trasmitir la verdad de lo Uno y de lo múltiple, me preparaba al ascenso hacia donde El
Padre me tenía reservado, eso creía, un lugar de privilegio. La sorpresa de la que no salí
después de 20 siglos es que no eran los ángeles del Padre quienes me venían a buscar sino un
impresionante demonio que sin hablar comenzó a encadenarme para llevarme a algún lado que
empecé a suponer como tenebroso. Le pregunté primero, le rogué después, le supliqué por
último me dijera qué significaba lo que estaba ocurriendo. Después de mucho tiempo de
permanecer mudo, tal vez en tiempos terrestres unos cuantos siglos, ese demonio habló por
primera vez para pegarme con una pregunta: ‘¿Acaso no amas el silencio, Plotino?’. Te
confieso, Krishna, que por más que me rompo la cabeza no puedo entender lo que quiso
decirme este demonio que, ahora me doy cuenta, ante tu presencia desapareció, es posible que
haya ido a esconderse”.
“Plotino, tu cabeza está endurecida como uno de esos guijarros con los que estabas
jugando. ¿Crees que esos guijarros desde su separatividad pueden comprender la Unidad?”.
“No, Krishna, es imposible que la comprendan”.
“Tu cabeza, Plotino, es como cualquiera de esos guijarros, un cráneo duro que separa un
adentro y un afuera y teme que desparramarse, que la aflojes y la desparrames, te haga perder tu
único tesoro”.
“¿Y cuál es mi único tesoro?”.
“Ese cráneo al que experimentas como una unidad separada, en otras palabras Plotino,
temes perder la cabeza al abandonar la mente, y con tu guijarro-cráneo-cabeza-mente es
imposible que comprendas lo que tu demonio te quiso decir cuando te preguntó si acaso no
amabas el silencio.
El Padre, mi amigo Plotino, al darte conciencia de separatividad fue para que pudieses
separarte de lo que no es, tuvieses el discernimiento de lo que no es, pero lo que te ocurrió es
que invertiste la polaridad y usaste la conciencia para encerrarte en lo que no eras y dejaste
afuera lo que Es”.
“Ahora entiendo, Krishna, me encerré en lo que no soy, el ego Plotino, el sabio que llevó a
cabo la misión que le encomendó El Padre de hablar de lo Uno y de lo múltiple, y tan orgulloso
estaba con ese poderoso ego que dejé El Padre afuera”.

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Shiva es el que le dispara la pregunta a los comandos.
“¿Por qué creen que han sido aceptados para participar de esta experiencia cuyo objetivo es
el rescate del alma, mientras la mayoría de los que se presentaron fueron rechazados?”.
La respuesta era demasiado comprometida, pensaron de modo unánime los comandos, si
eran sinceros tenían que responder que habían sido elegidos porque eran los mejores, los que
estaban cerca, después del esfuerzo de muchas vidas de comprender las verdades del Padre, que
nunca habían defeccionado de la enseñanza, soportando valientemente las tentaciones de los
demonios, esas y otras cosas similares, pensaron los comandos pero no podían decirlas, hubiese
resultado demasiado chocante, pero creían que era así, discretamente balbucearon que no
sabían, que no entendían haber sido merecedores de semejante Gracia.
Shiva los miró como dicen los textos sagrados que mira Shiva, y con una voz suave que
siempre resulta intimidante cuando las pronuncia un dios, Shiva dijo:
“Ustedes han sido elegidos para esta experiencia porque han acumulado el grado oscuridad
suficiente, en su carrera para convertirse en demonios, como para que puedan cursar la última
materia que figura en el plan de estudios”.
Los comandos, también unánimemente pensaron que el dios estaba bromeando, con ese
cruel sentido del humor que a veces tienen ciertos dioses y dejaron escapar algunas tenues risas,
pero Shiva no rió, por el contrario permaneció muy serio y en medio de esa alarmante seriedad
se dirigió a Vishnú.
“Vishnú, a través de tu avatara Krishna los conoces mejor que yo y puedes comprender a
estos demohumanos que a mí me resultan incomprensibles. ¿Puedes hacerme el favor de
continuar con la enseñanza?”.
Shiva le dejó el lugar de maestro a Vishnú que sonrió, porque era un dios acostumbrado a
sonreír, y cuando los comandos se relajaron creyendo que efectivamente Shiva se había
disparado con una broma de mal gusto, dejó de sonreír y dijo:
“Shiva habló muy en serio, pero ustedes están tan equivocados, el Gran Demonio los
confundió de tal modo, que no pueden tener el mínimo atisbo de qué estuvieron haciendo en
Athón durante vidas y vidas”.
“Hemos hecho experiencias de regresión a otras vidas y pudimos ver nuestras vidas
anteriores, fuimos guerreros, monjes, campesinos, burgueses”, se atrevió a intervenir un
comando y, alentado por lo que había expresado su compañero, otro comando tomó la palabra.
“Desde otra arista fuimos pecadores y virtuosos”.
Entusiasmado, otro comando arriesga:

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“Inteligentes y torpes”.
Ya el torrente de las palabras de los comandos parece imparable, y mientras Vishnú los
deja hablar siguen diciendo “demohombres y demomujeres”, “temerarios y cobardes”, “y en
esta vida somos ingenieros, comerciantes y músicos”, “demopadres y demomadres. ¿y quién
nos puede negar que somos demohijos respetuosos?”, “en otras vida fuimos tal vez algo
deshonestos, pero en esta, ¿quién puede dudar de nuestra honestidad?”, “antes pecamos mucho,
matamos tal vez demasiado, fuimos muertos violentamente, pero en esta todo cambió,
evolucionamos espiritualmente, trabajamos, amamos, comprendemos, no matamos, no
robamos, aunque a veces cometemos adulterio”.
Vishnú espera que el torrente de palabras se detenga, espera que se prolonga por bastante
tiempo, y cuando finalmente, tal vez por agotamiento, los comandos se silencian, Vishnú
pregunta.
“¿Y en qué planeta llevaron a cabo todas esas infamias y virtudes?”.
“En Athón, por supuesto”, responde un comando no entendiendo porqué Vishnú pregunta
algo tan obvio.
“¿Quiénes crearon Athón?”, sigue preguntando Vishnú con el aire de un aburrido profesor
que está tomando examen a un grupo de alumnos que demostraron con holgura que no
entienden nada, aunque repitan respuestas correctas.
“El Gran Demonio y la Venus Negra”, responde con seguridad un comando.
“¿Y cuál fue el propósito de esa creación?”.
“Que el Gran Demonio y sus huestes demoníacas no se desintegraran al haber renunciado a
la Energía del Padre, y para eso capturan las almas, para apoderarse de su energía mediante los
pactos y así poder seguir sobreviviendo”, responde una comando muy satisfecha con su
respuesta.
“¿Y qué ocurre con el espacio que dejó la energía del alma que se entrega?”.
“Es ocupado por el Gran Demonio que fortalece el ego”, vuelve a responder la athoniana
que en la pregunta anterior estuvo muy satisfecha con su respuesta.
“Entonces la conciencia tiene cada vez menos registro del alma y mayor registro del ego o
Gran Demonio”.
“Así es”, respondieron varios comandos a la vez.
“A ver, ¿alguien puede decirme cómo se va produciendo este proceso de cambio de
energías?”, inquiere Vishnú.
“Mediante los actos que son pactos”, contesta si dudar un comando.

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“Y no se puede vivir en el plano sin actuar, por lo tanto sin pactar”, concluye otra
comando.
“¿Quién es el que pacta del lado del personaje?”, examina Vishnú.
“El Gran Demonio”, dice con certeza un comando.
“¿Quién otorga los pactos?”, sigue Vishnú.
“El Gran Demonio”, responden varios comandos a la vez.
“¿A quién le facturan los pactos, tomándole la energía?”, completa la pregunta Vishnú.
“Al alma”, también responden a viva voz casi todos los comandos.
“¿Entonces el personaje se va construyendo por este proceso de pactos?”, continúa
incansablemente Vishnú el interrogatorio.
“Sin duda”, reafirma un comando con el tono de estar cansado de este interrogatorio sobre
preguntas archisabidas a través de la lectura de este texto.
“Ustedes dicen que se registraron siendo guerreros, monjes, bailarinas, amas de casa, y por
decirlo de algún modo, todos los disfraces del carnaval de Athón. Bueno, ahora no tendrán
inconveniente en reconocer que estos personajes, pecadores o virtuosos, sabios o ignorantes,
torpes o inteligentes, asesinos seriales o ermitaños en la montaña se constituyeron mediante los
pactos, es decir, la entrega de sus almas cuyos pedazos quedaron enterrados en los cementerios
de Athón y que en esta experiencia buscan rescatar, ¿de acuerdo?”.
Ahora los comandos asienten con un tímido silencio.
“Bien, entonces no tendrán dificultad en reconocer que en Athón nadie sigue la carrera de
abogado, médico, pastor, sacerdote o cualquiera de las que figuren en la guía del estudiante,
incluyendo las técnicas, como mecánicos o talabarteros, e incluso las que no se estudian en
ninguna parte como portero o mendigo, en Athón se sigue una única carrera, la de demonio a
través de cualquiera de las propuestas profesionales o laborales. Ustedes, mis queridos
athonianos, que creyeron que Shiva se estaba burlando cuando les dijo que habían sido elegidos
para esta experiencia porque estaban en condiciones de cursar la última materia, esto es habían
completado los créditos de acumulación de energía demoníaca para llevar a cabo la alquimia
final ahora creo que pueden empezar a comprender que fueron aceptados porque después de
tantos esfuerzos en Athón durante vidas y vidas, de tantos pecados y virtudes, de crímenes y
solidaridades, de vivir esos personajes que fueron devorando sus almas y haberlo hecho con
convicción y profunda entrega, ya se encuentran casi en condiciones que les den el título, y en
la colación de grado tendrán como símbolo de la demonización un uniforme rojo y les
colocarán los cuernos y la cola. Les explico que la jerarquía de un demonio está representada

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por la cantidad de cuernos que tiene, desde uno, los demonios serviles, hasta cien los laderos del
Gran Demonio. El Gran Demonio últimamente ha reemplazado los cuernos, los mil de su
sahasrara, por la corona de emperador.
Ahora Brahma les explicará en qué consiste esta última materia”.
“¿Por qué suponen que en el estado de demonización extrema en que se encuentran el Gran
Demonio les ha permitido que accedan a nosotros, Rishis, maestros, dioses que representamos
las energías liberadoras del Padre? Es una pregunta retórica, porque en su estado de conciencia
no pueden suponer nada, por eso voy a formularles lo más claramente posible la respuesta.
La carrera demoníaca que llevaron a cabo en Athón durante tantas vidas y con las que
concentraron una enorme cantidad de energía oscura, y que, como les explicó Vishnú, es la
única carrera que realizan los athonianos en el planeta diabólico, la hicieron en forma
inconsciente, creyendo incluso, en ciertos momentos de algunas vidas, que eran buenas
personas y buscaban el sentido de su existencia en el logro de la justicia en el mundo y el
perfeccionamiento ético en lo individual, y otras veces en la experiencia religiosa de conventos
y monasterios.
Sin embargo, y aquí viene la cuestión, no se puede ser un demonio viviendo engañado, para
serlo hay que elegir serlo y entender como es el juego en Athón, para poder dominarlo, quiero
decir que para ser un demonio es necesario ser absolutamente consciente de lo que implica
convertirse en un demonio, y conocer las jerarquías del sistema demoníaco, saber dónde se está,
y de acuerdo al nivel alcanzado conocer lo que es necesario conocer para actuar en Athón como
súbdito del Gran Señor de la Oscuridad.
Ya cumplida la casi totalidad de la carrera que debe culminar con la conversión al estado
demoníaco, hay un punto de inflexión que consiste que este conocimiento de Athón, como tiene
que ser consciente, no puede cumplirse desde Athón, porque desde el planeta solo se puede
habitar desde un estado de inconsciencia. ¿Van entendiendo? Para elegir ser un demonio hay
que hacerlo desde un estado consciente y éste solo puede ser realizado en una experiencia que
esté más allá de Athón, y todo lo que está más allá de Athón pertenece al universo del Padre y
nosotros, Rishis, maestros, dioses, seres celestiales, somos los únicos que podemos llevarlos a
ese estado consciente. ¿Por qué es necesario el estado consciente? ¿Tuvieron en cuenta que dije
elegir ser un demonio? Y bien, para elegir tiene que haber más de una opción, como hasta ahora
lo único que conocen es Athón, solo pueden asumir existir en Athón, porque más allá de éste
solo se encuentra la Nada, ya que desde Athón el planeta es absoluto, por lo tanto no es posible
el estado de elección. Para elegir tiene que haber por lo menos dos, y en esta elección solo hay

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dos, El Padre y el Gran Demonio. Solo puede elegir si son conscientes de los dos mundos, y
para que esta elección pueda realizarse el Gran Demonio tiene que dejarlos venir a que
experimenten también el mundo del Padre”.
“¿Y se queda tan tranquilo el Gran Demonio?”, pregunta un comando.
“Por supuesto que no, una vez que los lanzó a nuestro mudo usará todos sus recursos y
estrategias para que lo elijan a él, pero conscientemente y en esta elección consiste la
transmutación de demohombre a demonio puro”.
“Ahora entiendo, Brahma, esta es la única decisión que tiene el alma, convertirse en un
demonio o liberarse en El Padre”.
“Para liberarse en El Padre el alma que empezó de alguna manera a actuar en la mente de
ustedes que la pueden registrar vibratoriamente por la purificación y alquimización hecha, tiene
que llegar a su plena autoconciencia, si abandonan antes la experiencia final, como el alma no
soporta el vacío que experimentará al detenerse, inevitablemente, presa de la angustia y el
pánico, se arrojará a los brazos del Gran Demonio, pidiéndole convertirse en un demonio para
encontrar protección y seguridad en su regazo”.
Antes de empezar la experiencia del rescate del alma quiero advertirles esto, comenzado el
camino, como el equilibrista que camina sobre la cuerda, no puede detenerse porque
inevitablemente si se detiene caerá al abismo. En los Upanishads al estado en que se
encontrarán se lo llama el filo de la navaja.
Los que quieran retroceder porque no tienen la suficiente fe para alcanzar la meta, lo más
prudente es que se retiren ahora”.
La mayoría de los comandos permaneció inmóvil, pero algunos se levantaron y regresaron
a Athón para volver a sumirse en su inconsciencia.

Plotino deja el guijarro con el que jugaba en el suelo de ese paisaje desértico, sin
vegetación, solo poblado por piedras filosas, cubierto por un aire turbio y un cielo que anuncia
tormentas que nunca llegan y todo está transitado por una lentitud seca, casi inmóvil. Plotino lo
mira extrañado, porque nunca había reparado en ese paisaje.
“¿Qué es esto?”, le pregunta a Krishna en una pregunta que sonaba como la de aquel
primer hombre que descubrió la muerte y se preguntó qué era la muerte.
Krishna sonrió con una sonrisa que revelaba su profunda compasión y con esa compasión
dijo:

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“No es ni más ni menos que el corazón del hombre que vive fuera del Padre porque lo ha
olvidado”.
Plotino comprende que él es ese hombre, de pronto intuye que cada uno de los guijarros
representa una vida que ha vivido en el olvido del Padre.
Envuelto en la energía de Krishna rememora una gran fogata en una caverna y cuando
estaba meditando contemplando el fuego recuerda el instante en que fue Uno con El Padre y
entonces se arroja al fuego para retornar a la olvidada Unidad.

Los dioses saludan en el cielo de Kurukshetra a un grupo de Rishis que llegaron al lugar
donde se encuentran los comandos para transmitirles una información del Padre.
Brahma le presenta los Rishis a los comandos.
“Han llegado de galaxias que no pueden ser siquiera sospechada su existencia en Athón,
galaxias pertenecientes a los universos del Padre a las que el Gran Demonio no podría siquiera
pensarlas sin desintegrarse en una fracción de segundo.
Estos Rishis han dejado sus, para ustedes incomprensibles, mundos gozosos de la Presencia
del Padre para descender al más repugnante de los infiernos, el de Athón, con el fin de ayudar a
liberarlo de esta prisión.
Traten de estar abiertos a la energía de sus palabras”.
Los Rishis Purumidha, Devatithi, Vena, Vasudeva, Narada, Vyasa, Svayaka, Sandiya,
Sauri y Atharva Daiva forman un mandala central rodeado del mandala de los comandos.
Purumidha habla:
“Cuando después de las palabras de Brahma que invitó a retroceder, esto es a regresar a
Athón, a quienes no tuviesen la fe para emprender la aventura de rescatar el alma, y algunos
comandos, los menos, se levantaron para volver a sumirse en la inconsciencia del planeta
diabólico observé el desconcierto en quienes permanecieron inmóviles.
Uno de los comandos nos confió a los Rishis que había algo que los excedía en esta
experiencia, y esto que los excedía era lo que no podían comprender. No estaban sorprendidos
por quienes habían, ante el buen consejo de Brahma, de abandonar la empresa, porque era
preferible volver al anodino estado de demohumano en Athón que convertirse en un demonio
puro si por falta de fe se detenía la marcha antes de llegar a la meta final del rescate del alma. Y
repitió que no estaban sorprendidos por los desertores porque por lo que pudieron conocerlos en
los procesos previos de purificación y meditación, ninguno de ellos mostraba la energía

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suficiente para entender el sentido del Plan del Padre y ni siquiera sospechaban qué significaba
el rescate del alma.
De lo que sí estaban sorprendidos era de las toneladas de energía empleada durante este
proceso para lograr una mínima toma de conciencia y ni siquiera eso se logró. ‘¿Fue una
energía desperdiciada? ¿Tuvo sentido comprometer universos para nada?’.
Queremos decirles a ustedes que la perplejidad que tienen es la misma que tuvimos
nosotros cuando visualizamos la energía escasa, degradada y sin ninguna calidad de registro
que tenían aquellos a quienes teníamos que ayudar a despertar el alma. ¿Tiene sentido este
desperdicio de la Energía del Padre?
La explicación de lo que estaban haciendo los maestros y de lo que teníamos que hacer
nosotros estuvo a cargo del maestro Yukteswar.
El maestro nos dijo que este planteo no era nuevo, porque lo habían hecho ya algunos
patriarcas zen a quienes les había pedido colaborar con el Plan de Salvación del Padre.
El argumento que esgrimían era fuerte: solo tiene sentido dar la energía a quien haya dado
muestras durante vidas de compromiso, disciplina y purificación, que ha alcanzado la fe y el
discernimiento suficientes para avanzar en una experiencia de liberación. A los demás, ¿para
qué? ¿No sería frustrarlos e incluso abortar una futura posibilidad, cuando se encontrasen
preparados para la experiencia?
La contestación estuvo a cargo del maestro Yogananda quien la fundamentó en tres puntos.
El primero era que el Plan del Padre no venía a activar el Yoga tradicional donde algunos
practicantes, después de vidas de esfuerzos estaban en condiciones de iniciar el camino de la
liberación, y los poquísimos que pudiesen alcanzarlo se liberaban de la condición en el plano y
lo trascendían para siempre.
Este Plan no buscaba la liberación de unos pocos sino que la Energía del Padre pudiese
circular por todo Athón. Las almas solo podrían liberarse cuando este planeta dejase de existir.
Athón no era la Tierra, era un planeta cerrado al universo, donde los chakras espirituales
estaban clausurados y los otros unificados a los de Athón.
El centro del Plan no era el combate con los demonios que capturaban las almas, ni siquiera
con el Gran Demonio, sino que era disolver Athón, entonces todo lo demás caería por
añadidura.
Para disolver Athón, y este era el segundo punto, era necesario que la Energía del Padre
pudiese penetrar en las más recónditas oscuridades del planeta. ¿Cómo hacerlo? Desde la
imagen externa todos los athonianos son parecidos, un personaje, un cuerpo y un mundo por

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donde circulan y se interconectan. Sin embargo, atrás de esos personajes y esos cuerpos habitan
todas las energías del planeta, desde las que han desarrollado alguna inteligencia o intuición
espiritual hasta las absolutamente demoníacas que habitan las regiones límites e impenetrables
para el resto de las energías.
Precisamente los athonianos que se retiraron pertenecen a esos niveles de energía y la
Energía del Padre que se empleó en ellos, toneladas dicen, no se desperdició sino que,
utilizándolos como canales inconscientes, fue sembrada en esas inaccesibles regiones del
infierno. Así El Padre está hasta en lo más recónditos lugares de Athón.
¿Cuál es el objetivo de esta infiltración en el oscuro planeta? Acá viene el tercer punto que
explicó Yogananda. Estas semillas que están siendo infiltradas en todo el planeta son como
bombas que esperan ser activadas, produciendo una reacción en cadena, cuando El Padre
ordene el ataque final. Entonces Athón ya no existirá más y borrado su recuerdo, será como si
nunca hubiese existido. ‘Pero todavía falta para eso, muchas almas tienen que despertar antes de
que llegue el momento de disolver Athón’. Así concluyó el maestro Yukteswar.
Esto queríamos informarles, pues consideramos importante que antes de emprender el
recorrido hasta el alma, no les quede ninguna duda que perturbe la mente y comprendan que en
el Plan del Padre no puede haber azar ni error alguno; todo tiene un sentido, aunque a veces ese
sentido pueda no comprenderse”.
Purumidha y los demás Rishis se levantan, y con una reverencia se despiden de los
comandos y de los dioses y desaparecen en la luz del cielo de Kurukshetra.

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“En el Bhagavad-Gita le dices a Arjuna que de nuevo insistirás en enseñarle la Sabiduría


que después de conocerla lo elevará a la Realización Suprema”, le comenta Ana Lucila a
Krishna y el avatar le aclara.
“Así es, anuncio una repetición de la enseñanza y en el Comentario explico que repetir es
retomar lo aprendido en un estado superior de conciencia, esto es una recepción vibratoria más
elevada.
Arjuna, en los procesos alquímicos de la experiencia fue transmutando su conciencia y
cada grado de conocimiento es correlativo a un determinado grado de conciencia”.
“Luego dices, Krishna –ahora es Manuel concentrado en los anales akáshicos– que quien
ha tomado refugio en esa Sabiduría, identificado con el Ser, no renace más en el tiempo de
manifestación de un kalpa y no sufre más en el tiempo de disolución de éste”.
“En la explicación del Bhagavad-Gita traté de conceptuar un kalpa como un período, esto
es una manifestación temporal no comprensible desde el plano de Athón. Esto requiere una
explicación porque dicho de este modo puede entenderse como una temporalidad que ocurre en
los universos del Padre, más allá de Athón. Si bien esto es correcto no concluye la significación
de kalpa, pues puede suponerse que el athoniano no puede comprender los tiempos no
athonianos pero sí el de Athón. Nada más erróneo porque en Athón no existe ninguna forma de
conocimiento y por lo tanto tampoco la del tiempo”.
“Dices, Krishna –busca interpretar Nicolás lo que está explicando Krishna– que cuando
expresas el no renacimiento en el tiempo de un kalpa te refieres a un kalpa de Athón”.
“La palabra kalpa menciona una manifestación temporal en cualquiera de los universos del
Padre y en este caso me refería a un kalpa de la Tierra, en el texto original, y utilizo ahora este
concepto para hacer referencia a la temporalidad de Athón, cinco mil años después”, precisa
Krishna.
“Bueno, esto cambia todo el panorama de lo que explicas en el Bhagavad-Gita porque en
ese contexto epocal el yogui en su experiencia podía procesar el tiempo de la Naturaleza, para
trascenderlo y no renacer más en el tiempo de manifestación del kalpa terrestre”, dice Chiara.

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“Es cierto –recuerda Nicolás cuando estuvieron en la Tierra– esta era la meditación que le
transmitíamos a los humanos cuando encaraban la experiencia del Yoga, pues trascender el
kalpa de la Tierra era liberarse”.
“En las meditaciones –rememora Ana Lucila– el yogui se conectaba con el proceso
temporal de la Naturaleza, experimentaba internamente el transcurrir de la montaña, el viento,
del río, el arder, crecer y extinguirse del fuego, el moverse y envejecer del ave o del elefante, el
ir muriendo de sus células, el circular de la mente que no desaparece hasta detenerse, y se iba
desapegando de esas vivencias temporales que eran el kalpa de la Tierra, e identificando la
mente en el alma, hasta quedar absorbido en esta y lograda la absoluta quietud trascender el
kalpa de la Tierra y no renacer más en la experiencia de su manifestación y disolución”.
“En la encarnación humana el kalpa se manifiesta como nacimiento y se disuelve como
muerte, –sigue recordando Nicolás la experiencia liberadora de los yoguis– por eso al no
pertenecer al tiempo no renace más”.
“Ya no existe la Tierra y el kalpa de Athón, su caótica temporalidad demoníaca, no puede
convertirse en un canal de liberación, por el contrario, constituye el encadenamiento a la
circularidad infernal”, se lamenta Nicolás al comprobar la degradación de la temporalidad que
generó el Gran Demonio, y sigue reflexionando:
“Las montañas, los ríos, el fuego, el viento, los seres de la Naturaleza existen pero
posesos. Los demonios que los envuelven impiden conectarse con sus procesos interiores, no es
posible en Athón aquella meditación liberadora que podían realizar los yoguis”.
“En Athón la Naturaleza, en la conciencia del athoniano, es materia a ser dominada, una
esclava de su poder, y sus tiempos manipulados para el beneficio del demohombre”, señala
Krishna.
“El tiempo que generó el Gran Demonio en la conciencia posesa del athoniano es el tiempo
de su progreso o evolución egoica, es el tiempo de la acumulación de oscura experiencias, es el
tiempo de la aceleración hasta el vértigo de tecnologías y de crecimiento de los demonios
habitantes de la mente”, enfatiza Ana Lucila.
“Cabe una pregunta, Krishna –dice Nicolás como buscando una salida al demoníaco
tiempo de Athón– ¿es posible para el demohombre recuperar el tiempo de la Tierra?”.
“El Plan del Padre contempla esa recuperación, pero para ésta primero hay que recuperar la
Tierra, y la recuperación del planeta solo será posible cuando desaparezca Athón, el planeta
demoníaco que la vampiriza”, contesta Krishna.

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“Esto significa que para trascender Athón la vía de la Naturaleza está clausurada”,
sentencia Nicolás.
“El camino es de Athón a la eternidad sin paradas intermedias”, remata Ana Lucila. “Este
camino ya ha sido suficientemente señalado, es el de la conexión con los maestros, Yukteswar y
Yogananda son los encargados, junto con Jesús, de establecer las indicaciones que irán
separando al aspirante de la vía demoníaca, no solo guiarán purificaciones, meditaciones y
alquimias sino también les mostrarán las trampas que el Gran Demonio les tiende, a cada
instante, en la vida de todos los días”, insiste Krishna en repetir una vez más la enseñanza.
“En Athón –muestra Nicolás– los maestros cumplen la función de intermediarios con los
universos del Padre que en la Tierra cumplía la Naturaleza”.
Sigue Krishna: “Una permanente conexión con los maestros es la que permite que a través
de su energía, otorgada por Gracia y que reemplaza a la energía del alma inconsciente, la mente
vaya gestando una zona liberada de demonios, un diez por ciento es suficiente para que registre
la vibración del alma, que aunque enterrada, inconsciente, atomizada, siempre está desde su
prisión en los chakras de Athón, pidiendo ayuda para volver al lugar donde debe continuar su
evolución”.
“Si el athoniano acepta el reclamo del alma –continua Ana Lucila– pero esta aceptación
debe ser sincera y sin dudas, podrá empezar la preparación para su rescate”.
“Y esta preparación es la que están recibiendo los comandos en el cielo de Kurukshetra”,
cierra Chiara.
“Krishna, –Manuel va leyendo atentamente el Bhagavad-Gita en los anales akáshicos–
siguiendo con la enseñanza, en el texto dices que el Gran Brahman es Tu Matriz, que allí
depositó el germen de donde proceden todos los seres. ¿Puedes aclararlo para que el demolector
pueda empezar a intuir algo del significado de esta sloka?”.
“De distintas maneras lo que digo aquí fue repetido en el relato, estoy estableciendo la
relación del Purusha Supremo, a quien aquí nombro como el Gran Brahman, no estoy diciendo
otra cosa que la relación entre lo Uno y lo múltiple, que en su momento transmitió Plotino en
sus Enéadas y que en el Bhagavad- Gita está mostrada como Purusha y sus manifestaciones
en Prakriti.
En el Comentario describo al Gran Brahman como el Campo Cósmico de donde procede
todo lo creado. Toda creación, esto es todo universo del Padre, es una programa destinado a
cumplir determinada función en el Cosmos, por eso en el texto original resalto que Yo Soy El

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Padre que deposita las simientes en las matrices que generan todas las formas manifestadas en
el Cosmos.
A su vez en el Comentario aclaro que la Energía que activa la Creación es Una, se
encuentra depositada en todas las matrices y da por resultado la generación de los mundos, las
características y modos de manifestación de éstos dependen de las matrices de la cual también
provienen las formas mentales que producen sus creaciones. Hay que tener en cuenta que los
demonios y el demohombre en Athón son los más bajos exponentes de toda la creación”.
“Basta traducir, Krishna –dice Chiara– matrices por chakras y el tema resulta más claro
para el demolector”.
“Todo mundo, como ya fue explicado en este relato, está regido por un sistema de chakras
y sus características se generan por el modo en que la Única Energía es procesada y este modo
de procesamiento es el que determina el programa que regirá la evolución de las almas que se
encuentren experimentando en ese mundo”, marca Krishna
“Y aquí llegamos a Athón”, dice Chiara.
“La Única Energía del Gran Demonio procesada en los chakras o matrices del planeta
generan todas las formas que habitan en él”, apunta Manuel.
“Ya hablamos mucho de Athón –comenta Ana Lucila– pero ahora comprendo que nunca es
demasiado lo que queda por hablarse, porque es un planeta que va generando permanentemente
formas que disuelve para generar otras, produce una multiplicidad envolvente, más que
multiplicidad, porque el concepto multiplicidad indicaría una coherencia y en el universo del
Padre hay planetas con formas múltiples, pero Athón es otra cosa, es un mundo de
fragmentaciones caóticas que se manifiestan como burbujas que aparecen y desaparecen, nacen
y estallan fascinando con la imantación de sus juegos y colores”.
“Así se manifiesta la energía degradada en Athón, pero la habilidad del Gran Mago muestra
los fragmentos como inscriptos en un mundo de sentido”, afirma Manuel que está investigando
lo que da en llamar las burbujas de Athón.
“La articulación demoníaca de estas burbujas tiene su expresión más engañosa en lo que
los hombres llaman historia”, afirma Krishna.
“Es cierto –confirma Chiara– estuve leyendo en los anales akáshicos varios tomos de la
historia de la demohumanidad y se despliega una interpretación de hechos y acontecimientos
que resulta inteligibles al fascinado demolector. Poderes, guerras, culturas, procesos
económicos, sociales y hasta tecnológicos últimamente quieren ser mostrados como si fueran a

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algún lado, y ese lado es algo que tiene que ocurrir y donde el acontecimiento completa su
sentido”.
“Veo las mentes y lo único que observo es un caos de proyecciones delirantes a los que los
demohombres los cubren con el nombre de conflictos históricos, sociales, económicos,
deportivos, territoriales, y hasta del espectáculo, cuando las vedettes se pelean por televisión”,
relata Nicolás.
“Veo los cuerpos físicos y astrales –añade Chiara– y observo choques de demonios que
buscan devorarse para obtener energía y no desintegrarse”.
“Un historiador serio aceptaría que la historia no es más que el desarrollo todo el tiempo de
una incalculable variedad de actos caníbales, por supuesto adornado por las proyecciones e
interpretados por los demonios que tienen como tarea interpretar la Nada para que los
athonianos crean que la Nada tiene sentido”.
“Es impresionante el poder mágico del Gran Engañador que le da coherencia a todo esto en
la mente de los athonianos”, dice Ana Lucila, reconociendo que el Señor de la Oscuridad no es
ningún estúpido.
“En la actualidad los instrumentos de esa inverosímil incoherencia son los medios de
comunicación que hablan como si hablasen de alguna cosa, y los athonianos quedan seducidos
como si en un periódico, en la pantalla de TV o en las voces que salen de la radio existiese otra
cosa que luchas entre burbujas que son contenedores de energías caníbales”, habla Nicolás
como si quisiese sacar de la ilusión a los athonianos, pero sabe que esta tarea, que es la que
tienen que realizar, tiene otros tiempos y otros modos que no son los de la palabra que solo es
una burbuja que aparece, estalla y desaparece del registro del athoniano cuando esta palabra
viene del Padre, ya que inmediatamente los demonios borradores la eliminan de la mente. En
Athón las únicas palabras que tienen que quedar registradas en los athonianos son las que
pronuncia el Gran Demonio que prácticamente son todas las que se pronuncian en el planeta a
través de las miles de millones de conciencias posesas, potenciadas y multiplicadas hoy en día a
través de los medios de comunicación de masas, palabras que tienen como único propósito el
olvido del Padre”.
“Lo veo claro, Krishna –dice Ana Lucila– cada palabra que se pronuncia en Athón, buena,
mala, perversa, santa, inocente, destructiva refinada, burda, es un mantram que persigue
sepultar al alma en el olvido del Padre”.
“¿Cómo un mundo que se manifiesta como el estallido devorador de infinitos caos,
encerrados en burbujas puede mantener cierta estructura en el tiempo?”, quiere saber Nicolás

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que trata de entender cuáles son los secretos del planeta diabólico, esos secretos que le permiten
sobrevivir en medio de su tormentoso caos.
“Observen al planeta en la capa que sigue a los chakras y verán estructuras de una sólida
consistencia destinadas a perdurar en el tiempo, estas estructuras son civilizaciones y sus
instituciones en Athón, la familia, el Estado, la religión, y todo grupo de pertenencia, desde las
grandes identidades políticas, educativas, laborales y deportivas, hasta el más sectario de los
grupos lacanianos o de creyentes en la llegada de los ovnis”, les muestra Krishna a los Rishis
que van a nacer en Athón estas burbujas-estructuras que contienen en sus programas a todos los
athonianos.
“Pertenecer a Athón es estar integrado a estos programas”, se da cuenta Chiara.
“Aún el hipotético athoniano más solitario y marginal que se haya recluido en una cueva y
viva de frutos silvestres pertenece a una familia, no importa que no conviva con ella,
astralmente está incluido en su programa”, destaca Krishna.
“Ahora, Krishna, –expone Ana Lucila– comprendo con mayor profundidad el comienzo
del Bhagavad-Gita cuando tratas que Arjuna pueda discernir acerca del apego a su familia”.
“Y también se me hace claro el mensaje de Jesús cuando refiere que nadie puede seguirlo si
antes no abandona a su padre y a su madre”, aporta Chiara.
“Es evidente que no es abandonar a las almas encarnadas en los personajes padre y madre,
sino el programa demoníaco que opera en la institución familia a través de sus personajes”,
resalta Manuel.
“Es importante lo que señalas, Manuel –destaca Krishna– el que participa del programa es
el personaje y no el alma, el personaje es el que está conectado en el programa, por eso Jesús
vivió en una familia pero nunca fue de la familia, sino que llegó a decir que su Padre estaba en
los cielos”.
“El Gran Pillo armó un mundo casi perfecto –dice casi con sorpresa Nicolás– la
cosmovisión de un athoniano, cualquiera sea la época y la condición social, económica o
intelectual a que pertenezca se la dan unitariamente su identificación con los chakras del
planeta, y las características de su vida concreta programadas por sus instituciones de
pertenencia”.
“El programa de la modernidad athoniana, ya que como resulta obvio el articulante de los
programas institucionales es el civilizatorio,es el que a su vez programa sus instituciones”,
precisa Krishna.

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“Ahora entiendo, Krishna, en una época pueden convivir varios programas”, se percata
Nicolás.
“Claro, el de los talibanes y el de George W. Bush”, ejemplifica Manuel.
“También sobreviven programas de otras civilizaciones como el que regula la vida de los
indígenas de América Latina, o los profundamente chamánicos que pueden verse en el África
Negra”, apunta Ana Lucila.
“Todo programa funciona en el conflicto, ya sea con otros programas o dentro de si mismo,
la dinámica de este conflicto es lo que hace posible Athón”, indica Krishna, “sin conflicto no
hay Athón, por eso se me hace presente allá por los años 90 del pasado siglo, un filósofo
norteamericano, Francis Fukuyama, un demonio importante pero confundido con el significado
de la caída del Muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética, creyó que era el fin de la historia,
de la historia de Athón por supuesto, que es la única historia, y describió un mundo más o
menos inmóvil, conformista, bastante aburrido”.
“No entendió lo que es Athón” –dice Manuel– a menos que hagamos otra lectura y
Fukuyama sea un vidente que intuyó el mundo tamásico que estaba degradando el planeta”.
“Tal vez este demonio filósofo –agrega Krishna– sea mucho más perspicaz que lo que
supusieron sus detractores, pero bueno, es problema de este demonio, ya en su momento nos
ocuparemos de él, ahora quiero señalar que una institución es un demonio que imprime su
programa a quienes participan de ella”.
Ana Lucila comenta: “En mis viajes por Athón es común ver a los athonianos cuando van a
votar para elegir a sus gobernantes.
Ellos creen que el Estado es una abstracción jurídica y que si los gobernantes, como seres
libres y conscientes son honestos y capaces, todo va a funcionar mejor. Es muy fuerte pensar
que el Estado es un programa demoníaco y quienes lo habitan, gobernantes y gobernados, son
solo mediums inconscientes de las programaciones que hace el Gran Demonio. Si el Gran
Gobernante necesita un gobierno populista llevará al poder a políticos previamente
programados con esa ideología para que funcionen convencidos que son ellos los que
gobiernan. Por supuesto lo mismo ocurre con liberales, marxistas o pragmáticos de cualquier
tipo”.
“Como la naturaleza de Athón es el conflicto –expresa Manuel– serán necesarios los
enfrentamientos de programas políticos para que en esa lucha, el que en ese momento convenga
más a la estrategia del Gran Demonio, ocupe el poder”, opina Nicolás.

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“También serán necesarios programas que se enfrenten a nivel de países para así generar
las guerras o los Mundiales de fútbol”.
“Krishna, siguiendo con el Bhagavad-Gita, profundizas en las siguientes slokas el tema de
los gunas”, dice Manuel leyendo en los anales akáshicos que estos gunas sattva, rajas, y tamas
provenientes de la Prakriti encadenan al Imperecedero”.
“En el Bhagavad-Gita menciono a sattva, sin mancha, luminoso, próspero, pero que
también encadena por apego a la alegría y al conocimiento. El estado sáttvico, cuando la Tierra
era el escenario de la experiencia, fue el que alcanzaba el yogui después de un largo proceso
purificador. Las energías de otros planos descienden a su conciencia y entonces comienza a
intuir el conocimiento del Ser y a gozar su bienaventuranza pero todavía permanece en el plano
binario y ese estado puede convertirse en una trampa que lo mantenga encadenado a él porque
por su apego no se atreve a renunciarlo. Sattva puede ser un puente o una prisión”.
“Krishna –dice Chiara– mencionaste a sattva como el último estado del yogui en la Tierra,
pero ¿qué pasa con sattva en Athón?”.
“En Athón el estado de sattva no es experimentable. ¿Qué gozo puede haber en Athón?
¿Qué conocimiento del Padre? Lo que está produciendo el Plan del Padre son canales para que
quienes se entreguen a la experiencia, trascendiendo Athón puedan vivenciar otras energías,
desde donde por un lado el planeta diabólico se le presente a la conciencia sin velos, como esa
alucinante masa demoníaca, pero a su vez también el despertar del alma y del Padre en su
interior. Este estado es el que designamos como doble conciencia. A diferencia de la
experiencia del yogui tradicional, que podía quedar encantando creyendo que sattva era el
estado de felicidad y plenitud en la Tierra, y ahí quería quedarse, quien desde El Padre percibe
Athón jamás puede aspirar a quedarse en Athón, a quedar encadenado al planeta”.
“Tus palabras, Krishna –apunta Nicolás– me llevan al sitio de maestros espirituales donde
los maestros dialogan con Meister Eckhardt acerca de la mística que podemos decir responde al
estado sattvico del yogui. Yogananda le advierte el peligro de permanecer en ese estado porque
se hace demasiado visible a los demonios y Ramana le dice que la mística es experimentar lo
divino desde el ego pero que la experiencia liberadora es vivirlo desde el alma, lo divino
experimentando lo divino”.
“Meister Eckhardt, cuando habitó Athón y la mística todavía era vigente en Athón, pero
convertida en una trampa demoníaca para quedar encadenado al plano, el cristianismo había
perdido conexión con la energía crística y Eckhardt infló sáttvicamente su ego, por decirlo de
algún modo, y terminó procesado por la Inquisición, pues se hizo demasiado visible para los

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demonios”, comenta Manuel que está muy interesado por el sitio de los maestros espirituales
(www.geocities.com/maestros_espirituales) que le permite ir entendiendo las claves de Athón.
Krishna aclara: “En esta experiencia el cambio de conciencia se va llevando a cabo por las
sucesivas alquimias y éstas van posibilitando el registro tanto de la Energía del Padre como la
de su enseñanza, que en términos yóguicos podemos traducir como gozos y conocimiento. Esto
es lo común con el estado sáttvico, pero a diferencia de la conciencia sáttvica que menciona el
Bhagavad-Gita quien la experimenta sabe que ésta no ocurre en Athón sino en el alma que
empieza a despertar y sabe que, aunque prisionera en Athón, no es de Athón.
“Luego, Krishna, te refieres a rajas”, indica Chiara.
“Este es el estado que prima en los activos hacedores de Athón, el que le da dinámica al
planeta, por eso digo que rajas es pasión que alimentada por el deseo está apegada a la acción”,
comenta Krishna.
“Es interesante describir el mecanismo del ego –apunta Nicolás– y poder entenderlo tiene
que partir de la pregunta, ¿qué desea el deseante?”.
“Salir del sufrimiento”, contesta Ana Lucila.
“¿Y qué es el sufrimiento?”, sigue Nicolás.
“La ausencia del Padre vivida como vacío”, dice Manuel.
“¿Entonces salir del sufrimiento es llenar ese vacío con la energía del gozo?”, continúa
preguntando Nicolás.
“Ahí está la trampa del Gran Demonio –ingresa Krishna a describir el estado de rajas– que
genera la ilusión que el vacío se llenará con el objeto de algún deseo, y que éste se logra por la
acción movilizada por la pasión”.
“Por eso dices, Krishna, que rajas, dominada la conciencia por la pasión, mostrándose
como avidez, espíritu de empresa, es la codicia por el objeto que libera el sufrimiento o por lo
menos lo apacigua momentáneamente”, señala Manuel.
“Al final la conciencia rajásica siempre se encuentra con un sufrimiento más intenso”,
reflexiona Chiara y Manuel recuerda las enseñanzas de Buda en las conocidas como Las nobles
verdades:
“Si deseo algo y no lo obtengo, sufro.
Si lo obtengo, temo perderlo y sufro.
Si lo pierdo, también sufro.
El sufrimiento es la única consecuencia a la que arrastra el deseo”.

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“Así lo manifiesta el Bhagavad-Gita cuando dice que el fruto de rajas es doloroso, parece
sabroso al comienzo pero al final siempre resulta amargo”, concluye Nicolás.
“De tamas afirmas, Krishna, –dice Ana Lucila– que encadena mediante la pereza y el
sueño”.
“En el Comentario digo que tamas es el oscurecimiento más denso de la energía, y
configura el estado de los demohombres corrientes, arrastrados inconscientemente por la inercia
de la vida”.
“Los estoy viendo Krishna, en la rutina de sus trabajos, en el aburrimiento de sus familias,
frente a la televisión, en las euforias de los estadios de fútbol, en las conversaciones sin sentido,
en las ceremonias religiosas de los domingos tratando de lograr algún pequeño pacto de
sobrevivencia, esa es la masa que con piloto automático domina el Gran Demonio”, describe
Ana Lucila a la conciencia tamásica.
“El Gran Demonio no se encuentra satisfecho con la gran masa tamásica”, hace saber
Krishna que recibió muchas confidencias del Señor de la Oscuridad.
“¿Qué te confesó el Gran Demonio, Krishna?”, pregunta Manuel
“Su decepción ante los tamásicos athonianos. El Gran Demonio ya hace cinco mil años,
cuando paseábamos por un bosque del Bháratavarsha, me confesaba:
‘Te confieso, Krishna, que a veces me pregunto si el esfuerzo de estar construyendo Athón
vale la pena. Si no sólo los sudras y los vasyas son tamásicos sino hasta me encuentro con
brahmanes dominados por la inercia de sus absurdas ceremonias. Ya ni siquiera saben invocar a
los grandes demonios, en sus ritos sólo pueden atraer espectros. Lo que me dan cierto
entusiasmo todavía son los kshatriyas que encarnan la pasión por el poder, pero ¿unos cuántos
kshatriyas alcanzan para justificar Athón?.
Yo imaginé otra cosa para Athón’.
Esto decía el Gran Demonio en las épocas del Bháratavarsha y hastiado de un mundo
tedioso y aburrido construyó mucho tiempo después la modernidad a la que imaginó como un
mundo de grandes pasiones, las revoluciones, los avances de la tecnociencia, la ilusión del
progreso indefinido. Pero esto duró un par de siglos y fue causado solo por uno pocos, el temple
rajásico parece estar desapareciendo en el siglo XXI, a la inercia se agregó la banalidad
tamásica, el confort tamásico, la estupidez tamásica”.
“Es cierto, Krishna, lo veo a diario cuando me concentro en Athón, vidas anónimas y
monótonas, el trabajo, a veces largos viajes en trenes humillantes, el cansancio insoportable de

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las horas sin sentido dedicadas a la nada de empleos estériles, tamas se presenta dominando el
escenario del planeta”.
“Incluso, –informa Krishna– la energía planetaria llegó a tal degradación que muchos
demonios de la jerarquía rajásica pasaron a la tamásica”.
“Los pactos de poder y pasión, que son los pactos rajásicos por excelencia, aparecen cada
vez más energéticamente pobres”, sostiene Nicolás.
“Es cierto, no puede compararse el pacto de poder de Stalin o Hitler con el de cualquiera de
los dirigentes del siglo XXI, incluyo a George W. Bush, que es el peor pero dentro de una gran
pobreza de peores”, compara Chiara.
“Tampoco los grandes pactos pasionales, artísticos, por ejemplo, pueden compararse. Sería
hoy insensato pretender un Dostoievsky o un Wagner”, expresa Ana Lucila que se está
mostrando amante de la literatura y de la música.
“Recién ahora empiezo a entender, frente a los gunas de que hablaban los avataras y los
maestros cuando nos decían que por habitar en Athón necesitábamos de la doble conciencia. La
visión divina era insuficiente para nacer en el planeta diabólico”, reflexiona Nicolás.
“Y la conciencia en Athón es la visión, intuición, vivencia de la mente del athoniano, el
único infierno. ¿No es así, Nicolás?”, dice Manuel.
“Es cierto –apunta Ana Lucila– en Athón se metaforiza el infierno en las guerras, en los
desastres ecológicos, crímenes, hambre, pero eso es solo su leve capa exterior, el verdadero
infierno está en la mente posesa del athoniano”.
“Y ver, sentir, percibir, participar de ese infierno es el mayor dolor imaginable, un dolor
intraducible no solo al lenguaje de los Rishis sino que los demohombres al tenerlo oculto,
ignorado, negado, ni siquiera tienen palabras para decir el dolor de la mente”, desliza Chiara
tratando de mostrar ese dolor sin nombre.
“Psicosis, neurosis, locura son levedades que nada saben del infierno, ni siquiera lo
sospechan”, trata también de mostrar Nicolás ese dolor intraducible.
“El dolor para un alma libre no es sentirlo, porque no puede sentirlo, sino desde su
conciencia divina mirarlo”, desliza Manuel.
“El único dolor inexpresable es mirar el dolor del otro, el infierno de la mente, desde la
conciencia del Padre, y vivir en sí ese dolor porque solo en su vivencia es posible ayudar a
liberarlo, porque el athoniano ignora su propio dolor, lo engaña proyectándolo, pero la
conciencia divina desciende al infierno de ese dolor y lo experimenta cuando lo mira, mirando
los ojos del alma oscura de Athón, en ese dolor”, dice lentamente Chiara porque sabe que está

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hablando del sentido profundo de la cruz que Jesús confiesa, no fueron los clavos y las
flagelaciones al cuerpo, sino mirar y vivir en su alma el dolor de los otros, y en el instante
supremo de ese dolor dijo: ‘¡Padre, por qué me has abandonado!’”.
“No es un dolor que duele, ese es un dolor insignificante, sino el dolor que no puede
llamarse dolor, porque no tiene nombre, es el absoluto vacío del Padre, es el último estado del
infierno, cuando no hay sino Nada porque hasta los propios demonios han sido devorados por la
Nada y el Gran Demonio solo es esa Nada sin palabras”, alumbra Chiara el estado de los Rishis
que tendrán que vivir en la Tierra mirando ese dolor que no es un dolor.
“De ese dolor es del que los demonios huyen porque precisamente son demonios porque
niegan ese dolor ¿Y hacia dónde huyen los demonios? –Krishna es el que pregunta– huyen
hacia la humillación, porque la humillación es el último velo que oculta la Nada. Ser un
demonio es un estado de humillación, vivir como demonio es ser permanentemente humillado y
pactar como demonio es pactar el poder de humillar a los humilladores. El mundo de Athón es
un círculo que gira, sin detenerse nunca, de humillados y humilladores, donde cada humillador
es a la vez el humillado de otro humillador, y así hasta llegar al Único Gran Humillador, el que
humilla a todos los humilladores-humillados, porque él vive la humillación de haber
abandonado al Padre, humillándose a sí mismo.
El demohombre tiene que llegar a entender –sigue diciendo Krishna– que el Yoga que le
estamos transmitiendo no es para crecer como humilladores sino para liberarse de esa infamante
condición demoníaca aceptando correr el velo y enfrentarse a la Nada, ese dolor
impronunciable, pero quien se arroja a esa Nada encontrará que en esa Nada habita su alma, que
en su acto de arrojo comenzará a despertar”.
“Es entonces cuando dices en el Bhagavad-Gita –habla Manuel– el vidente se percata que
los gunas son el agente y conoce al Supremo más allá de estos gunas que no son más que el
envoltorio de esa Nada”.
Ana Lucila sigue con la próxima sloka del Bhagavad-Gita: “El Ser viviente, después de
haber sobrepasado a estos gunas que son el origen de su existencia entonces en la Tierra y ahora
en Athón, liberado del nacimiento, de la vejez, de la muerte, y del negado dolor de ese estado,
alcanza la inmortalidad”.
“Arjuna te pregunta, Krishna, ‘¿por cuáles signos se reconoce al que superó los gunas?
¿Cuál es su conducta? ¿Cómo trasciende estos gunas?’. “Y tú le contestas –relata Manuel– que
los signos son el absoluto desapego a la irrealidad que disfrazan los gunas”.
“¿Cómo desear lo que no existe?”, digo en el Comentario”, agrega Krishna.

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“Y sigues diciendo, Krishna, –continúa Manuel– que ese ser interiormente inmóvil,
indiferente y no turbado por los gunas ve a estos actuar como sombras irreales que se proyectan
en la mente, por eso, recogido en su alma, también para él son fantasmas los juegos del mundo
provocados por los gunas, y es lo mismo un terrón de tierra, una piedra, un palacio de oro, lo
placentero y lo desagradable, y no lo perturban ni la censura ni la alabanza, no se inmuta ante el
honor y el deshonor, no participa de ninguna empresa porque toda empresa es generada por los
gunas, es el mismo ante sus amigos y enemigos”.
“Ese ha franqueado los gunas –dice Krishna completando las slokas– y sirviéndome en el
Yoga, constante en la devoción, obtiene la unión con Brahman, Yo Soy la morada de Brahman
Inmortal e Imperecedero, del Dharma Eterno y de la Alegría Perfecta. La unión se ha
producido, resumo en el Comentario, se es Uno en el Uno, ha concluido el largo camino de los
gunas y el yogui de la devoción perfecta ha alcanzado finalmente su meta”.
“Hay algo que creo que es necesario aclarar, tal vez un matiz, pero es importante para la
comprensión del demolector”, dice Chiara.
“Habla Chiara”, dice Krishna.
“Ya ha sido aclarado que el ego es el desdoblamiento del Gran Demonio en cada
conciencia individual. Habrá algún demolector perspicaz que ser preguntará ¿cómo es posible
que el Gran Demonio individualizado en el ego pueda necesitar rescatar su alma? La pregunta
no es menor como tampoco lo puede ser la respuesta. El Gran Demonio no es más que el Gran
Personaje que oculta al ángel caído, ¿y quién es el ángel caído? El que huyó del Padre y en el
dolor de esa huida se construyó como Gran Demonio para sofocar ese dolor. Pero el Gran
Demonio para construir su ser tuvo que desdoblarse en los egos, y el Gran Demonio como ego,
por más que juegue a trampearse con tentaciones y gunas, no puede dejar de sentir la nostalgia
de su Origen, y El Padre, a través de los maestros, los Rishis, los dioses, los ángeles, viene a
recordárselo”.
“Quién pueda entender que entienda”, concluye Krishna ante este desafío a la comprensión
de los demolectores.

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423

El cielo de Kurukshetra se estremece como se estremecen los cielos del Padre, pletóricos
de plenitud y gozo, porque se van desplegando las galaxias Xanti, Nabuk, Xenti, Rasbik, Frakis,
Ramnis, y Chandit, preparadas para entrar en la guerra contra Athón. ¿Quiénes son estas
galaxias que han iluminado con su energía y sus mensajes a las desoladas conciencias de esos
athonianos que empezaron a darse cuenta del infierno en que estaban prisioneros?
El Padre, cuando organizó su ejército para descender a Athón, decidió que uno de sus
universos más sutiles, más cercanos a su Presencia, participase en este Plan de Salvación, y las
galaxias son los chakras de este universo.
Brahma, Shiva y Vishnú las saludan y en ese divino silencio las galaxias, irradiando la luz
del Padre, se disponen a ese descenso que por primera vez ocurre en el Cosmos, que un ser
abandone su espacio en El Padre, porque en este hábitat vibratorio reside el equilibrio de los
universos. Claro, los seres excelsos como los Rishis y las galaxias, tienen como hábitat todos
los universos y pueden vivir simultáneamente en todos porque en todos está El Padre.
Pero ahora es la excepción, los grandes seres del Cosmos tienen como misión entrar en la
Noche del Gran Demonio, por eso las galaxias se preparan para hundirse con su fuerza
purificadora en los chakras de Athón.

Xanti aparece en el descenso como un cometa que sigue un camino descendente


acercándose a Ladis, y mientras realiza el viaje concentra una energía muy poderosa con la que
penetra al chakra de Athón.
Ladis se convulsiona y el choque de energías va produciendo átomo por átomo pequeñas
transmutaciones.
Ladis reacciona como un volcán en erupción, pero Xanti va apagando sus fuegos y su
energía se convierte en cenizas.
“El equilibrio se restaurará cuando toda la energía se restaure en El Padre”, anuncia Xanti.

La energía de Nabuk penetra en Krupta, que parece quebrarse en múltiples partículas


envueltas ahora en una esfera luminosa que comienza a girar y en ese giro empieza a drenar por
incalculables fisuras que forman como una red de chimeneas, el humo negro del chakra.

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El humo de Krupta se presenta primero como un viento muy poderoso que poco a poco se
va apaciguando.
“Soy la mirada del Padre sobre el mundo oscuro y tengo como tarea atravesarlo para
encontrar su esencia”, dice Nabuk.

Xenti rompe la barrera defensiva de Zonya, que ante la irrupción de la galaxia comienza a
agitarse con ocultos estallidos en su interior y en su superficie aparecen pequeñas chimeneas de
donde van saliendo oscuros vapores que se terminan disipando.
La galaxia sale del chakra de Athón y lanza una lluvia de meteoritos que Zonya trata
inútilmente de deshacer y se pueden ver numerosos personajes de la historia que se desprenden
del torbellino que genera el enfrentamiento.

Rasbik llueve sobre Amunis y de este chakra se desprende el inconmensurable sufrimiento


que es patrimonio de Athón para retener a las almas.
Poetas, novelistas, filósofos, artistas de Athón muestran sus rostros en el espejo de Amunis
para glorificar el sufrimiento, pero Rasbik como un Sol en su intenso brillo deshace sus cantos,
sus letras, sus imágenes, sus pensamientos que son la ofrenda que Amunis le entrega al Señor
de la Oscuridad.
“A una sola cosa hay que atreverse en Athón –sentencia Rasbik– y es a desprenderse del
sufrimiento”.

Los demonios que son los sonidos de Rudyas que significan y resignifican, como
estampidos groseros las atormentadas palabras y nunca conclusos mundos de Athón son
rodeados por una rueda dorada de Frakis que entra en el chakra diabólico y lo va silenciando.
“Anuncio el silencio del Padre”, dice Frakis.

Murphis está programado para programar el ajna y que éste no pueda percibir nada que sea
real. Ramnis con la flecha de la sabiduría impacta en Murphis, en su propio centro y van
cayendo las interminables máscaras del olvido del Padre, de la Realidad.
“Soy el retorno del recuerdo”, recuerda Ramnis.

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En Omega el Gran Demonio se transmuta a sí mismo para generar en las conciencias
posesas la falsa visión de ver la Nada como Ser, entonces Athón aparece como la única
realidad. Chandit comienza en Omega la vuelta del falso Ser a su Nada Original.
“Comienza el camino al Padre”, se regocija Chandit.

Las galaxias, después del operativo inicial de los chakras de Athón, retornan al cielo de
Kurukshetra. Brahma, Shiva y Vishnú las felicitan por el cumplimiento del operativo, una
acción del ejército del Padre que por primera vez llega al núcleo duro de Athón. Shiva, cuando
observa que todas las energías están equilibradas, se dirige a los comandos:
“Ustedes vendieron, o mejor, regalaron su alma al Gran Demonio permitiendo de ese modo
no solo que este ser infernal siga existiendo como una anomalía en los universos del Padre sino
que junto con la Venus Negra pudiesen gestar Athón donde sus almas, cambiadas por baratijas,
se encuentran prisioneras.
No hay reproche en lo que les estoy diciendo, los dioses jamás reprochamos sino solo
describimos lo que pasó y es la intención del Padre borrar ese pasado y que esa pesadilla que
vivieron las almas después de la caída, prisioneras en Athón, fuese como si nunca hubiese
existido. En realidad nunca existió ni existe sino en la ilusoria conciencia posesa de los
athonianos.
“Es incomprensible para el demohombre con el alma ciega entender la inexistencia –es
Brahma quien habla– pues la conciencia posesa inevitablemente identifica existencia con
sufrimiento y el sufrimiento es un estado demoníaco que no puede pertenecer al alma sino a la
proyectada energía del Gran Demonio individualizado como ego”.
Vishnú agrega: “La única Existencia es la del Padre que en el Bháratavarsha se la nombró
de distintos modos, Parabrahman, Purusha Supremo, entre otros y se la mostró como
Satichitananda: Sat, Ser; Chit, Conciencia Absoluta y Ananda Bienaventuranza. El yogui supo
que Satchitananda moraba en su interior inconsciente antes de la experiencia y después de
consumada esta, Satchitananda, El Padre, era su identidad, la Única Realidad, y todo lo demás
separado de esa Identidad era en consecuencia la No Existencia, la Ilusión, el Gran Demonio
que nunca fue, pero con la proyectada energía del sufrimiento construyó un simulacro de
realidad con la que tiene engañada a la demohumanidad y prisionero al Satchitanada, la
Realidad, El Padre que vive en cada uno”.

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“En el ataque de las galaxias a los chakras de Athón vimos en el Aleph como la Realidad
disipaba la Irrealidad”, dice un comando mientras otros describen a esa Irrealidad como
agujeros negros que se devoran todo.
“Cada uno de nosotros tuvo en el Aleph una visión distinta, seguramente la que estaba
ocurriendo en nuestro interior –comenta una comando– y yo vi como las galaxias del Padre
avanzaban hacia una figura oscura que iba adquiriendo una forma humana petrificada, como si
fuera el hombre arquetípico sin conciencia, inerte, sin sentido, creado de barro, sin vida.
Esta imagen solo podía verse del lado del Padre y desde ahí podía percibirse a Athón como
una gran antena que captaba la energía de las almas y de la Tierra y la degradaba en ese cuerpo
para luego ser repartida en todas las terminales y centros de poder del planeta diabólico que son
sus chakras. A su vez estos chakras la distribuyen a todos los chakras de los demonios y
demohombres, y de este modo va circulando en una muy intrincada red, y a esta red de energía
perversa es a la que se llama Athón y a la que el Plan del Padre viene a disolver. Las galaxias
las intuí purificando cada uno de esos átomos de energía degradada que forman el planeta del
Gran Demonio”.

Otra comando relata su visión: “Al principio en el Aleph solo me veía en una total
oscuridad. Entonces le pedí ayuda a las galaxias que se presentaban como destellos de luz
irradiante que iluminaban ese espacio negro y esa luz me hizo ver todos los demonios dentro
mío. Sentí una profunda presión en el pecho hasta que la luz de las galaxias me envuelve en una
burbuja y empiezo a descender por un tubo muy oscuro que llega hasta los chakras de Athón. Y
desde esta última densidad del planeta pregunto por mi alma. ‘¿Dónde está el alma?’, quiero
saber si está dentro de esa negritud inenarrable y escucho a las galaxias responderme: ‘Venimos
a rescatarla, lo único que tienes que hacer es no mirar para atrás, entonces tu alma fragmentada
en el proceso irá buscando su unidad’”.

“El Aleph me refleja –describe el comando– como las galaxias se sumergen en un mar de
petróleo tratando de encontrar cada fracción de mi alma. ‘¿Adónde estarán escondidas?’, me
pregunto. Y ante la pregunta aparecen todas las máscaras del Gran Demonio, las de mis
opiniones, las de mis pensamientos, la de la visión del mundo no real, la de los deseos, la de los
proyectos. Ahí están escondidos los fragmentos de mi alma entonces la energía de las galaxias
que van a recuperarlas ingresa a los cilindros oscuros, los chakras de Athón, y emitiendo unas
casi imperceptibles gotas de rocío las localizan y cada átomo prisionero comienza a salir del

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diabólico ensueño en que se encontró sumergido desde que fue separado de la Unidad del
Padre”.

Un comando le pregunta a los dioses.


“Estamos contemplando desde la exterioridad del Aleph esta guerra de las galaxias, pero
intuyo que a pesar de su ayuda, cada uno es el guerrero de su propia guerra. ¿Cómo hacer este
viaje y no perdernos en la noche poblada de demonios que nos promete el camino?”.
Brahma responde: “Solo a partir del discernimiento es posible iniciar este viaje”.
Shiva anuncia: “La fe es la energía que va a impulsar el recorrido”.
Vishnú completa: “El discernimiento y la fe llevarán a la conexión con El Padre que guiará
el viaje.
Brahma da la consigna: “La mente debe alcanzar al alma para complementarse con ella y
dejar de estar al servicio del Gran Demonio”.
Shiva enfatiza: “En este viaje la menor distracción puede anunciar el fracaso. Todas las
energías tienen que estar enfocadas a la única meta, rescatar el alma, porque es la única forma
de evadir el ataque de los demonios que procuran con todos sus recursos y trampas impedir este
rescate. Estén permanentemente alertas”.
Vishnú recuerda: “El único resguardo en este viaje es el amor más puro, el amor al Padre.
Este amor les dará la constancia y la firmeza para no doblegarse. La mente debe ver con una
visión única el objetivo hacia el que se dirige, llegar a identificarse con el alma”.

“Antes que nosotros hubo quienes en otros tiempos realizaron este viaje”, dice un
comando.
“Este viaje lo llevaron a cabo con éxito todos los yoguis que se liberaron en Athón, es un
viaje inevitable para el reencuentro con el alma perdida en la caída para que esta pueda reiniciar
su camino evolutivo”, explica Brahma y mientras el dios pronuncia sus palabras el cielo de
Kurukshetra, frente a los comandos, aparece el maestro chino Ha Shan que los saluda con una
reverencia y dulcemente les dice:
“Mi alma está llena de gozo al contemplar desde mi liberación de Athón este Plan de
Salvación al que ha convocado El Padre. El estado del liberado es pleno, gozoso pero en mi
caso algo faltaba, y ese algo era el que aparecía en la inquietud del alma que no lograba su
perfecta quietud. Y ese algo era una pregunta que le hacía al Padre. ‘¿Cómo puede completarse
la liberación cuando las demás almas están esclavas?’, cuando nació claramente la pregunta la

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respuesta vino a mi alma con la clara lluvia de la Gracia del Padre. ‘Ha Shan –surgieron sus
palabras en mi alma– para alcanzar la liberación final, que para quienes habitaron Athón solo se
puede alcanzar cuando Athón se disuelva, es conveniente que participes de mi Plan –El Padre
siempre sugiere nunca ordena– y si aceptas una de tus tareas es revelarles a quienes desean el
reencuentro con su alma, tu experiencia en este viaje, para que no teman emprenderlo y vean
que es posible’. Por supuesto que acepté y aquí me tienen para contarles en los grandes límites
en que puede ser contado, mi propio viaje. Les advierto que este fue mi viaje y no hay dos
viajes iguales, pero como el sentido es único, llegar al alma, y como solo se llega evitando la
trampa que tienden los demonios para evitarlo, El Padre me ha dicho que mi testimonio les será
útil en la experiencia que tienen que emprender”.
Y así el maestro chino Ha Shan fue revelando a los comandos su viaje al encuentro de su
alma.

“Al interiorizar mis percepciones en la meditación apareció un mundo que se me


presentaba al comienzo como ajeno, y en esa ajenidad había transcurrido durante infinidad de
vidas de duras y leves fantasías, y permanecí así durante muchos, no sé cuántos, días y noches.
En la meditación me acompañaban, enviados por El Padre, los maestros solares que en su
función de guías me pidieron que me acercase a ese mundo que aparecía como ajeno, y al
acercarme, sorprendido, azorado, me reconocí en él como en un espejo que reflejaba mi mente.
Allí estaban las sombras de tantas vidas que se mostraban como las máscaras de los personajes
que les daban consistencia. Los maestros solares me instruyeron en que me despojase de esas
máscaras, porque debía vencer la ilusión que ocultaban. Pero toda ilusión, cuando se ve acosada
une en un intento desesperado de sobrevivencia sus energías para afianzarse en un simulacro de
una impenetrable realidad. Se preguntarán ¿qué es un simulacro de la realidad? El mundo de las
imágenes fascinantes y amenazantes que nada encierran porque no existe. Pero, ¿qué es lo que
le da forma y consistencia? Los sentidos que construyen esas máscaras. Veo, escucho, toco,
olfateo, saboreo esas máscaras fascinantes y amenazantes. En el instante en que ese mundo
adquiere la solidez de lo real, los maestros solares me recuerdan las enseñanzas del Yoga que
había incorporado durante varias vidas. ‘Repliega tus sentidos’, alcancé a intuir su mensaje en
medio de la furia de las máscaras que trataban de impedir ese repliegue y me asaltaron con
recuerdos de seductores placeres, el poder que me embriagó cuando sojuzgué a los otros,
mujeres bellísimas ante las que caí postrado por sus encantamientos, el disfrute del oro, la
incontrolable entrega al vino, y también la furia, ahora visible de las máscaras, me amenazaba

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diciéndome que si replegaba los sentidos me encontraría con el vacío que me hundiría en la
Nada, porque más allá de los sentidos solo hay Nada, la angustia interminable de un abismo del
que nunca se termina de caer porque ese abismo es el tiempo infinito de la caída. ‘Arrójate al
abismo’ y con fe absoluta escuché lo que me indicaban los maestros solares. Y lo cumplí
arrojándome al abismo, y allí, en ese viaje fui retrocediendo vertiginosamente por muchas
vidas, no pude contar por cuántas fueron porque eran imágenes que desaparecían
inmediatamente después de amagar su primer gesto de existencia. Todo fue así hasta llegar al
caníbal, ese caníbal que no era una figura perdida en un tiempo arcaico sino una presencia viva
en mi mente, yo era el caníbal y lo seguía siendo porque lo fui siempre, porque el caníbal era el
Gran Demonio en mí que solo existía para devorar y que astutamente se fue presencializando en
todas las máscaras que fueron desfilando por mi mente, de vidas y vidas. Los maestros solares
me decían que la última naturaleza de la ilusión es el caníbal y por sobre este se dibujan las más
o menos amables y soportables máscaras de los personajes. Había llegado al punto de la última
decisión, todos los juegos anteriores que se llamaron vidas, a los que veía sin sentido, ahora
adquirían un sentido, el de haber llegado a enfrentarme con el Gran Demonio cara a cara, el
caníbal y elegir volver a encontrarme con mi alma para retornar al Padre o unirme al caníbal
para transmutarme en un demonio. ‘No dudes, decapita al caníbal con el discernimiento’, me
siguieron diciendo los maestros solares. Y no dudé, no lo dejé hablar, que me fascinara con sus
palabras, y lo decapité. No alcanzó a gritar, ni siquiera a balbucear, a gemir. Y en el silencio
desapareció y al esfumarse me reencontré con mi alma. El caníbal había sido el ego que me
había arrastrado con sus cadenas por interminables sufrimientos y ahora, el alma sin las cadenas
con que la encadenaba el ego, era libre, pero en el indescriptible gozo de su libertad supo que
algo faltaba, la libertad de las otras almas, por eso estoy aquí, acompañándolos con mi
testimonio para que no duden en esa búsqueda del alma, el único camino que nos da El Padre
para salir de la pesadilla de Athón”.
El maestro Ha Shan detiene sus palabras, sonríe como sonríen los maestros que se han
encontrado con su alma, saluda a los dioses y a los comandos y se retira a meditar a su planeta a
la espera de su liberación final.

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“En el Bhagavad- Gita simbolizas, Krishna, al hombre en la Tierra con un árbol, el


asvattha imperecedero cuyas raíces están en lo alto y las ramas abajo y del que se dice que sus
hojas son los himnos védicos. Afirmas que el que sabe esto es conocedor de los Vedas”.
“En muchas tradiciones religiosas, e incluso en esoterismos islámicos, cristianos, judíos y
no solo en los Vedas, el hombre es representado como un árbol. El simbolismo es claro, el
árbol como naturaleza pertenece a la tierra, allí se alimenta y da los frutos para reproducir el
ciclo vital pero esta representación del hombre como árbol invertido, el asvattha, lo muestra
como que está en la tierra pero no es de la tierra ya que sus raíces están en lo alto. En el
Comentario digo que estas raíces vienen de la fuente de donde se nutre, y esta fuente es El
Padre, y la energía que El Padre le transmite se va transmitiendo a través de tronco
proyectándose por las ramas, los follajes y los frutos al mundo”.
“Este es el arquetipo del hombre divino, ¿no es así, Krishna?”, señala Ana Lucila.
“Es el hombre que debió ser en la experiencia original, ese hombre que en el mito bíblico
habitaba el Paraíso Terrenal. Su alma estaba despierta en Dios en ese estado que se nombra
como Paraíso y sus vehículos descendían a la Tierra, que en su estado puro era una Prakriti del
Padre. El alma debía experimentar en la Prakriti de la Naturaleza la divinidad del Padre”,
explica Krishna.
“¡Qué lejos de todo esto!”, exclama Manuel como si las palabras de Krishna le hubiesen
provocado una extraña extrañeza, y Nicolás, Chiara y Ana Lucila asienten dándose cuenta lo
incomprensible que le pueden resultar al demolector estas palabras de Krishna.
“El árbol, el hombre arquetípico dio vuelta sus raíces pero no las enterró en la Tierra sino
en Athón”, dice Ana Lucila.
“En los chakras de Athón”, precisa Nicolás.
“Y estas raíces son su alma fragmentada, enterrada en los cementerios de Athón adonde
llegamos en tu carro, Krishna”, comenta Chiara mirando ese desolador paisaje donde con el
ataque de las galaxias dio comienzo la fase decisiva de la gran guerra.
“Era el hombre arquetípico que habitaba en el Paraíso del Padre hasta que en términos
bíblicos se presentó el Gran Demonio y comenzó el drama de la tentación y la caída”,
rememora Krishna mirando desde el carro las tumbas, las miles de millones de tumbas que

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proyectan sus horizontes en el espacio satánico, consecuencia final de ese acto, casi una
travesura, que fue el pacto original”.
“Y ya en el Bhagavad-Gita adviertes, Krishna, que empezó el proceso en que la
imantación de Athón se hace presente”, lee Manuel el texto en los anales akáshicos que dice
que las ramas son alimentadas por los gunas, los sentidos sus yemas, gestando ahora las raíces
que provocan las acciones en el mundo, enterradas en las profundidades, y que por lo tanto es
menester cortar con el hacha potente del no apego, del desapego, las fuertes raíces de este
asvattha.
“En este punto el mensaje del Bhagavad-Gita es actual, en realidad la Verdad es lo único
que siempre es actual, pues dice que es menester buscar este lugar donde quienes van no
vuelven jamás”, aclara Krishna para ofrecer un mantram a quienes van en busca de su alma:
‘En verdad yo busco refugio
en este Purusha Primordial
de donde emana el antiguo brote de la vida’.
“En todo el trayecto del viaje de retorno al Padre, el viajante debe ir abandonando la pesada
carga que lo ata a Athón hasta que nada quede, entonces el alma se hará presente”, sigue
diciendo Krishna.
“Es transparente lo que dices, Krishna, en el texto –dice Manuel– que el viajante, habiendo
vencido la concupiscencia, sin orgullo ni extravío, siempre apegado al Atman Supremo,
habiendo apaciguado los deseos, libre de la dualidad del placer y del dolor, camina sin ilusiones
hacia ese lugar Imperecedero”.
“Hablas, Krishna, de tu Morada Suprema, ese lugar de donde quienes fueron no vuelven
más”, menciona Ana Lucila mientras Nicolás hace un gesto anunciando que quiere aclarar algo:
“Sin duda estas slokas generan en quienes participan de su vibración un estado de profunda
calma mental y una intuitiva percepción de un más allá de la grosera densidad del plano.
Pero volvemos a encontrarnos con los límites del lenguaje, dices Krishna que ni el Sol, ni
la luna, ni el fuego alumbran ese lugar, una hermosa metáfora poética, y el lenguaje le da una
dimensión espacial a la experiencia, como si esta Morada Suprema estuviese en un lugar en el
espacio”.
“Es el cielo que imaginaban los cristianos, digo que imaginaban porque por lo que pude
investigar en Athón ya nadie imagina nada”, aclara Chiara.
“Tienes razón, Nicolás –lo aprueba Manuel– pero el lenguaje en Athón, y lo mismo era en
la Tierra, solo puede llevar al hablante a una visión tempo-espacial, es inevitable”.

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“Por eso el demolector debe ir más allá de lo que las palabras representen en la mente, con
esto quiero decir lo que tantas veces repetimos en este relato: la Verdad está más allá de la
mente y de las palabras”, asevera Krishna.
“Me estoy preguntando, Krishna, acerca de las palabras. ¿Qué papel juegan las inevitables
palabras de los demohombres? Yukteswar explicó largamente el lenguaje de los demonios y
también puso de relieve al sánscrito como la lengua sagrada cuya vibración activaba la intuición
y convocaba a las energías de los universos del Padre. Sabemos, Krishna, que en Athón solo se
invoca al Gran Demonio en ese lenguaje poseso y carcelario, no es el lenguaje que abre más
allá de las palabras sino el que las encierra en su vértigo sin sentido”, todo esto lo dijo Ana
Lucila en el lenguaje de los Rishis y que los elohims traducían a este plano para ser escrito en el
relato.
“Dices bien, Ana Lucila –le responde Krishna– hay un lenguaje que solo es un transitar que
lleva al silencio del Padre y otro, el de Athón, que se encierra en la locura de las palabras que
torturan con sus ruidos, que galopa frenéticamente en la mente antes de convertirse en sonido,
en ese sonido que envenena al mundo, y que es el lenguaje de los demonios. Ese es el lenguaje
que impera en Athón, el único lenguaje y aunque pueda estar disfrazado en algunos casos, como
en las ceremonias religiosas, como transmisor de un mensaje sagrado. El lenguaje en la Tierra
fue un don que El Padre le dio a los hombres para que lo invocaran y se comunicaran entre ellos
las verdades del alma. En Athón, el Gran Demonio se apoderó de ese lenguaje y lo universalizó
en el planeta en todas las lenguas vivientes. Ahora nuestra tarea, y esto lo estamos haciendo en
este relato, es recuperar el lenguaje para que vuelva a cumplir su función original”.
“Entiendo Krishna –afirma Manuel– el lenguaje es el arma más poderosa de los demonios,
y hasta podría decir que su única arma mortal. Será nuestra tarea desarmar al Gran Impostor y
devolverle la palabra al Padre”.
“Sueño que despierta,
es la palabra que no llama, no invoca, no implora,
no se silencia
porque solo Es,
Eterna,
sin el tiempo donde trascurre el llamado,
la invocación, la imploración,
el tiempo donde la otra palabra se desmaya en el silencio.
Una imagen piadosa la muestra solo

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como una lluvia de Gracia,
pero pronto la imagen desaparece
porque esta palabra no es imagen.
Así es la palabra que le ofrecemos al Padre,
después de rescatarla de los demonios”, declama Ana Lucila que se está modelando como
poeta para cuando nazca en Athón.
Krishna, después de felicitar a Ana Lucila, lo mismo que los otros Rishis, por su vena
poética, dice:
“No nos quejemos por el lenguaje de los demonios ya que tuvimos que apropiarnos de él,
y por supuesto resignificarlo y cambiar su vibración para transmitir este relato”.

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En ese límite, ¿límite o continuación?, no importa, es lo mismo, donde confluyen el cielo y


el infierno, soy un comando dispuesto a rescatar mi alma, ¿y quién es mi alma sino un ángel
caído?, por eso en esa confluencia entre el cielo y el infierno nos encontramos y le pregunto
porqué quiso separarse del Padre, convertirse en una conciencia separada.
“Tal vez por el poder”, me responde el ángel caído, pero no demasiado seguro con la
respuesta.
“¿Qué poder? ¿Para qué?”, lo ataco con la pregunta.
“Crear otro mundo, ser una conciencia libre y creadora y esto no era posible estando
sojuzgado por El Padre”.
“El Padre no te sojuzgaba, te sojuzgaste a ti mismo cuando lo abandonaste”, le digo y lo
desconcierto con lo que le digo, pero se defiende respondiéndome que quería ser inmortal.
“¿Querías ser inmortal? Si ya lo eras, ahora ya no sabes que eres inmortal, después de ese
insensato acto de separación no perdiste la inmortalidad, porque no se puede perder, pero la
olvidaste, y este olvido te sumió en el vacío de este sufrimiento que te acompaña desde
entonces”.
“No sé”, solo atina a decir el ángel caído.
Interviene Brahma:
“Lo que se revela es tu ignorancia, creíste que El Padre era el único poseedor de todo y no
aceptaste que por ser su hijo ese todo también te pertenecía, te separaste para robar lo que era
tuyo y te quedaste sin nada”.
Soy el comando y le pregunto al Padre:
“¿Tiene algún sentido esta caída?”.
“Sin duda que la tiene, sin diferencia no hay experiencia”, aclara El Padre.
“¿Por qué es necesaria la experiencia en El Plan Cósmico?”, insisto.
“En la Creación todo está dotado de conciencia, y creé a cada conciencia libre, en esa
libertad está su riqueza y el proceso de la conciencia libre que superando la diferencia se
reconoce en la Unidad, es lo que denomino experiencia”.

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“¿La conciencia libre puede no reconocer la diferencia como lo otro de sí misma y quedar
engañada en la ilusión de su límite?”, quiero confirmar con El Padre la intuición que explica la
caída.
“Eso es lo que le ocurrió al ángel, no entendió la diferencia y me vio como el Otro fuera de
sí que lo sojuzgaba”, responde El Padre confirmando mi intuición.
“¿Por qué fue necesaria la Creación?”, vuelvo a preguntarle.
“La Creación fue para poder manifestarme y que cada manifestación, cada creación, se
reconociese en Mí”.
“¿Toda las criaturas tienen las mismas características?
“Hay seres muy diferentes a la criatura humana, lo puedes comprobar en los dioses, los
Rishis, los maestros solares, por ponerte ejemplos que puedes reconocer en la infinitud de los
universos vivientes”.
“¿Y qué ocurrió con el hombre? ¿Por qué rompe el equilibrio y termina siendo el conflicto
irresoluble en el Plan Cósmico?”.
“Como habitante del plano binario –responde El Padre– estás programado para hacer cierto
tipo de preguntas y recibir ciertas respuestas que están en el esquema de esa dualidad, esto o
aquello, lo uno u lo otro, ¿me entiendes?”.
“Estoy tratando”, contesto empezando a intuir que la libertad, en el sentido que El Padre
creó a los seres libres, no es ese juego de opciones que los demohumanos creemos que es la
libertad. Me doy cuenta que el modo en que plantee la pregunta no puede generar la intuición
de por qué se desató este juego humano-demoníaco en el Cosmos. Si embargo, a pesar de la
pregunta no pertinente El Padre trata de darle alguna luz a mi oscurecida conciencia.
“Lo que llamas hombre es una manifestación de Mí Mismo, y como tal un alma libre que
debía experimentar en la Tierra, una dimensión dual del Cosmos. Era una experiencia de una
riqueza incalculable llegar a la Unidad Conmigo, en la Naturaleza, que era, usando términos
que ya conoces, Yo Mismo en la dimensión de la Prakriti.
Pero esta alma era libre y fue interferida por una libertad caída, la del ángel que se
convirtió en el Gran Demonio. Y ahí surgió la elección ser en Mí, que no era otra cosa que
reconocer su verdadero ser o convertirse en la ilusión demoníaca. Ya lo sabes, eligió este
segundo e infernal modo de existencia, y tu ángel caído te dio algunos porqué de esa elección”.
“Padre –pregunto con cierta angustia– ¿cómo ángel caído, cuál es mi relación con ese otro
ángel caído que se construyó como Gran Demonio?”.

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“La ilusión de ser su falsa identidad, por eso te asumes como conciencia separada de Mí y
como conciencia unida a él. Pero no te preocupes, esta experiencia es para que vuelvas a tu
verdadera identidad”.
“¿Quieres decirme, Padre, algo más?”.
“No dudes que tienes todo lo que yo tengo, solo tienes que reconocer esa divina herencia a
la que has renegado por escuchar el seductor engaño del Gran Engañador”.
Mi conciencia regresa al cielo de Kurukshetra donde se encuentran los dioses y los
comandos que están dispuestos a reconocerse como herederos legítimos de la inmortal herencia
que El Padre tiene destinada a todos sus hijos.

Un comando, en presencia de los otros comandos y de los dioses, comenta:


“En cierta oportunidad, en una fiesta de amigos, conocí un marino muy dicharachero y
simpático que había concentrado la atención de todos, contando sus viajes y las aventuras que
había vivido en lugares que para nosotros, la mayoría oficinistas abrumados por el tedio, nos
resultaban exóticos y maravillosos.
En uno de sus relatos, el marino contó que habiendo llegado a China fueron invitados a
visitar un monasterio de Kung-Fú como ese de la famosa serie televisiva protagonizado por
David Carradine.
Después de presenciar algunos combates entre los monjes que le parecieron increíbles, el
maestro del monasterio los llevó a conocer el salón donde se llevaban a cabo las pruebas y
entrenamientos de este milenario arte marcial. Lo que más les llamó la atención era un camino,
una especie de puente a cuyo costado se encontraban en hilera, distanciado por unos metros,
unos diez muñecos de madera, de tamaño humano, cinco de cada lado, en actitud de ataque. El
practicante debía transitar ese puente de un extremo al otro, pero al más leve peso de su cuerpo
accionaba un resorte, y el muñeco en cuya área se encontraba, se movía para golpearlo y frenar
su avance.
El maestro les peguntó a los visitantes quienes superaban esa prueba.
“Los que logran esquivar los golpes”, fue la unánime respuesta.
El maestro sonrió y lacónicamente dijo.
“Los que llegan al final del recorrido sin que salga a atacarlos ningún muñeco”.
El comando confesó que aunque había pasado mucho tiempo de aquel relato y por más que
reflexionó más de una vez sobre su sentido, nunca entendió su significado.

90
“Para poder transitar por el infierno, si tienes como propósito salir de infierno, la única
forma en la que puedes hacerlo es conociendo sus leyes, porque aunque parezca que todo es un
juego azaroso, Athón o el infierno, tiene leyes muy precisas que si las desconoces quedas
inevitablemente atrapado en el laberinto, ‘sin salida’”, comienza la explicación Shiva.
“Seguramente han escuchado –dice Brahma dirigiéndose a todos los comandos– la ley del
karma”.
“La ley de causa y efecto”, responde un comando para mostrar que conoce la ley del
karma.
“Nadie conoce la ley del karma porque de conocerla, quien la conociese se habría liberado,
y ¿cuántos de los que hablan del karma se han liberado? Que yo sepa, ninguno, por lo tanto es
una ley que los demonios se han ocupado no solo de ocultar sino de revelarla en forma
tramposa”, dice muy enfáticamente Vishnú.
“¿No es muy común escuchar ‘tengo un buen o un mal karma’? –apunta Brahma– como si
en Athón pudiese haber consecuencias buenas producto de actos buenos y malas generadas por
actos malos”.
“Como confunde la ética que inventó el Gran Demonio para legitimar la presencia en
Athón”, reflexiona Shiva.
“En Athón solo puede haber consecuencias infernales –sentencia Vishnú– disfrazadas de
buenas o malas, con esto quiero decir que lo único bueno en Athón es la no consecuencia”.
“Ahora voy entendiendo la prueba a que eran sometidos los monjes en el monasterio de
Kung-Fú, la aprobaba quien no generaba ninguna consecuencia”, dice abriendo los ojos el
comando que había relatado la experiencia del marino en China y que hasta ahora no había
descifrado su significado.
“La prueba en el monasterio es sin duda difícil pues el monje debe tener una concentración
tal que camine prácticamente levitando, pero esta prueba es una pavada al lado de la que tienen
en Athón, donde no hay muñecos de madera sino demonios que los están atacando física y
mentalmente a cada segundo para impedirles continuar en el camino, y esto para ustedes que
conocen la existencia de un camino, ya que la mayoría solo es presa de un ataque feroz y
constante que los incita a una pelea estéril cuya consecuencia, y estoy hablando del karma, es
que vivan en una dolorosa confusión sin que siquiera puedan vislumbrar una salida, porque no
sospechan que hay que salir de algún lado”. Estas palabras de Brahma despiertan la intuición en
otro comando.

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“Ahora entiendo, o por lo menos creo entender, los demonios, conociendo las
incertidumbres, las insatisfacciones, el vacío de los demohumanos, los incitan permanentemente
a actuar, entendiendo que actuar es pactar para liberarse de ese sufrimiento ya sea obteniendo
algo que no tienen o defendiéndo de algo que tienen y otros quisieran sacárselo. Así se forma el
círculo infinito de la vida en Athón”.
“Todo deseo, el querer algo o temer perderlo genera el miedo, por eso se recurre a los
demonios mediante el pacto, para el logro o la preservación”, dice un comando.
“¿Van entendiendo? Esta es la ley del karma –muestra Brahma– el pacto es la causa y la
posesión demoníaca la consecuencia. No hay pactos por causas nobles, porque éstas no existen
en Athón, que generen consecuencias buenas, todo pacto, grande o chico, por la razón que
fuese, justificado o no, tiene como inevitable efecto ir incorporando más demonios a la mente”.
“El camino que transita el monje en el monasterio de Kung-Fú traduce en esta práctica la
enseñanza del karma. El que llega al final del camino sin que salga ningún muñeco es porque
no pactó. Unido al Padre no genera actos-pactos cuyas consecuencias lo atrapen”, dice Shiva.
“Ya lo veo –se alumbra un comando que hasta ahora había permanecido silencioso– quien
puede caminar sin pactar está más allá del karma. La cuestión es cómo caminar por Athón de
ese modo, cuando los miedos y las fascinaciones dominan y confunden la mente todo el
tiempo”.
“No es sencillo, por supuesto –responde Vishnú– pero en conseguirlo consiste esta
experiencia. La purificación que han experimentado es para liberar un sector de la mente de
demonios y en esa zona liberada recibir la Gracia de la Energía del discernimiento. Este
discernimiento es el que conoce la trampa de juego kármico propuesto por los demonios y no se
enreda en él. También el discernimiento puede ver lo que es Athón sin disfraces y darse cuenta
que el único sentido de la vida es rescatar el alma para liberarse del planeta diabólico. Desde el
discernimiento no se le pide nada a los demonios, se ignoran sus propuestas, sus amenazas y
promesas, y entonces el camino que lleva al alma, el recorrido del monje que va logrando que
los muñecos permanezcan inmóviles se va cumpliendo ante la impotente desesperación de los
demonios que no pueden generar consecuencias, esto es, karma, porque el alma no les da la
energía que los alimenta y que los convertía en esos fantasmales, astutos e invencibles
guerreros. Ahora solo son energías degradadas en vías de desintegración aunque te continúen
atacando mientras permanezcas en el planeta”.
“Hay algo más –dice Brahma– este camino solo puede ser recorrido con la absoluta
conexión con El Padre porque es la única manera de mantener incontaminado el discernimiento.

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Por eso antes de arrojarse al mismo deben repetir en su corazón hasta hacerlo uno con él el
mantram.
Padre que estás sumido en mi olvido,
solo te pido que mi alma vuelva a recordarte.
Y así los comandos, uniendo su corazón al mantram, empezaron su conexión profunda con
El Padre que los guiará en la experiencia.

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426

Brahma, Shiva y Vishnú forman el triángulo divino rodeado por el círculo de los
comandos. Desde ese mandala, desde el corazón de los comandos brota el mantram Padre que
estás sumido en mi olvido, solo te pido que mi alma vuelva a recordarte, y en la interioridad
de cada conciencia va apareciendo la respuesta del Padre.

Veo los géiseres que vienen del centro de la Tierra y sus inquietantes burbujas empiezan a
escupir un vapor caliente en el frío de las alturas en que me encuentro. Un mundo fantasmal de
humo, agujeros abismales, es la imagen del infierno, el contacto con el centro de Athón que no
es más que un olor pestilente disfrazado de planeta.
Una imantación desconocida, nunca la había experimentado, me va llevando a atravesar
incalculables capas de olores más intensos y visiones de reptiles encadenados, pero no son otros
que los demohumanos con sus mantrams oscuros pidiendo la eterna permanencia en el planeta
y su piadosa protección.
Una Voz me dice que borre de mi mente esas imágenes, porque esos demohumanos no son
otros que yo misma, arrastrándome durante vidas y vidas en los sanguinarios tiempos de Athón.
Cuando la mente se aclara en su claridad llega ese rayo que deja su chispa luminosa y de
pronto los pulmones se llenan de un aire puro, fresco y vivificante.
La Voz vuelve a hablarme: “El Padre guía tu cuerpo y conecta con su Energía esa parte de
la mente que has liberado para que vislumbres su Presencia, para que la percibas desde lo más
profundo de tu corazón y estalles en un desconocido gozo y tengas la imperiosa necesidad de
abrazar ese Todo y de volver a fundirte en Él”.
Cuando la Voz se silencia vuelve la quietud, la calma perfecta y me siento como en casa de
nuevo.

Percibo que en la invocación, el alma muerta desde tiempos inmemoriales, comienza a


volver a la vida.

Todo es claro, desde esa claridad pueden verse los monstruos de la tentación, el engaño, la
indecisión.

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El recuerdo es del alma y nada tiene que ver con las oscuras imágenes de la mente.
Algo de Athón se va desprendiendo en mí.

Veo el alma como una gota de luz sepultada en una ciénaga asfixiante.
El Padre me dice:
“El olvido es la sustancialidad de la mente, la corporización del personaje y la proyección
del ego.
Tienes que llevar a cabo un trabajo de desconexión de la mente y su mundo, es la única
forma en que pueda aflorar el alma.
Debes abrirte a la experiencia porque el caudal de energía que te envío es proporcional a la
capacidad de recepción”.
Ahora siento que esa energía va entrando por la coronilla.
El maestro Yukteswar me explica:
“La conciencia del Gran Demonio que habita en ti debe ser aniquilada, pero esto debe
cumplirse mediante un proceso, a medida que la oscuridad vaya siendo invadida por la energía
se irá alejando”.
Comprendo que la realización es vivir en la Conciencia del Padre, solo desde ahí puede
comprenderse que todo el mundo que me atrapa son solo proyecciones.

“El alma habitando los universos del Padre experimenta el gozo supremo de la
participación en la Energía Divina, pero cuando está atrapada en Athón solo puede vivir en el
ininterrumpido sufrimiento”, me revela una Voz que viene del Cosmos.
Estoy protegida en el interior de una burbuja desde donde observo todo el mundo
demoníaco, proyecciones, pactos, devoraciones, eso es Athón y nada más que eso.
La conciencia, a medida que se vaya liberando de las posesiones, este proceso es el que se
conoce como purificación, irá enfrentándose a la oscuridad que las proyecciones ocultan, y más
allá de la oscuridad está el alma.

Un vértigo de imágenes me marea y siento la náusea que amenaza arrojarme a un vacío,


pero en el límite de la desesperación emerge una idea nítida, profunda, vivencial, como un Sol
que me indica la eternidad, una Presencia de Luz donde nada cambia porque todo permanece en
El Padre.

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Los demonios buscan aturdirme con los falsos recuerdos, esos recuerdos donde el Gran
Demonio se recuerda a sí mismo en sus experiencias que, creí, me pertenecían.
Comprendo que en vidas y vidas nunca viví nada porque mis vidas solo fueron un
simulacro que él habitaba, y este darme cuenta me lleva al olvido de lo que es su presencia en
mí, entonces en el olvido del Gran Demonio aparece el recuerdo del Padre.

La experiencia es conmocionante porque me va llevando al pacto de mi peor vida.


Entonces fue cuando el demonio me dio el mantram para olvidarme del Padre. Ahora empiezan
a estallar todos esos oscuros contenidos que se van desmoronando como un castillo de naipes, y
a la vez se va disolviendo el terrible miedo que implica esta experiencia.
Es una elección tan profunda como cuando elegí convertirme en demonio, ahora debo
hacer todo lo que deba hacer y romper con todo lo que deba romper.
Una Voz me dice:
“Busca conectarte con El Padre y enfréntate a la tentación que es la promesa y la amenaza
que establece las dependencias.
Tu necesidad es solo de Mí.
Es tu alma que Soy Yo y está en ti.
Ahora vislumbro la sabiduría que me revela que no hay promesas ni amenazas ni cosas que
se viven en el tiempo.
El ego es el Gran Demonio, el No Ser, la única necesidad de mi alma es ser en El Padre.
Llegado el momento de la experiencia ya no hay lugar para las dudas ni la pérdida de
tiempo.
“No pienses –me dice El Padre– porque cada vez que piensas, piensa el Gran Demonio”.
Esta experiencia es caminar por el filo de la navaja y los maestros me dicen que no tema, si
estoy conectado con El Padre porque la navaja solo corta y se siente la herida si se cae del lado
equivocado, el de los demonios.

La Energía del Padre me saca de Athón y me lleva con los maestros solares para realizar un
proceso de purificación. Después me regresan a Athón pero mi estado de conciencia es otro.

El alma es una niña que El Padre toma amorosamente en sus brazos.

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Ver en el lago transparente lo que creí ser, en vidas que continuaban como en un rito
fastuoso, con mucho de ornamento y palabras equívocas que arrastraban a un destino
equivocado, mi imagen de sacerdotisa exultante amada y venerada por los servidores que
quemaban los inciensos y me untaban con perfumes, pero solo era amante de poderosos
demonios, esa era lo que creí ser, y ahora en lo que fue el lago mágico, quebrado y desteñido,
que solo refleja una máscara solitaria que por pudor oculta el rostro, las llagas y los pactos que
me anuncian que nunca fui quien creí ser, porque eran los demonios a los que les pagaba con el
tributo de mi alma el poder que no era mío aunque así lo creía, de fascinar prometiendo la
plenitud en Athón.
¿Por qué no soy quien creí ser? ¿Por qué tengo que vivir el desasosiego de descubrir el
engaño?
“Solo descubriendo quien no eres podrás llegar a rescatar tu ser”, me contesta El Padre y
ante mi duda me pregunta: “¿Acaso no me pediste que tu alma me recuerde? Y tu alma empieza
a recordarme y desde ese recuerdo te recuerdo quien no eres ni nunca fuiste, ese desdichado
personaje de ingenua sacerdotisa que saliste a proclamar y a fascinar con la verdad de Athón.
Tu alma se siente extraña, porque es desconcertante resucitar después de tantas muertes pero
por fin me has llamado, te esperaba, siempre te estuve esperado y has llegado”.

No vi un momento en especial de tantas vidas, solo me presentaban a mis ojos las ropas
que me iba quitando y dejaba tiradas en el suelo.
Las ropas de burguesa rica e influyente, las de monjas y guerreros, y hasta las de un bufón
de una corte renacentista. Cuando quedé desnuda quien estaba desnudo es el monstruo, un
hombre lobo gigante, o me parecía gigante por lo imponente, pero solitario, tristemente
solitario, que se armaba y desarmaba para volver a armarse y devorar, aunque no siempre lo
conseguía.
Y el hombre lobo gastado por el desgaste del tiempo se arrodilló sumiso ante su alma, a la
que no veía pero presentía y le pidió que recordase al Padre y el alma desde una alegría
insondable le respondió.
“Yo soy la conciencia del recuerdo del Padre”.

“¿Dónde estás mi alma?”, me pregunto.


“En esa gota de luz que se vislumbra apenas en tu noche cerrada”, responde una Voz.

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“Hay que quebrarse justo, ni antes ni cuando pasó el momento, entonces de la fisura de esa
quebradura empezará a surgir tu alma y su recuerdo”.
Este es el mensaje que recibí de algún lugar del Cosmos.
Después de escucharlo entro en un aura de paz y me quedo ahí.

De la Esfera Mítica de la Transmutación sale la energía para la experiencia y veo que mi


alma se va manifestando.
El alma recuerda que su dharma es volver al Padre.

Cada vez que el mantram ingresa en mi corazón, van aflorando todas las vibraciones del
Padre y se va disolviendo el olvido.

Es una transmisión directa de un círculo muy íntimo en el cual el alma se ha reencontrado


con el recuerdo del Padre y permanece en él.

El mantram es un Sol que va disolviendo mi témpano de hielo.

Cuando el alma recuerda al Padre las imágenes se disuelven y se van desprendiendo las
cargas pesadas de la mente y el cuerpo.

La invocación al Padre despierta el permanente murmullo de todos los demonios que


buscan no lo recuerde.
Hay una lucha entre el brutal movimiento del infierno y la quietud del alma.
Al imponerse la quietud, la quietud misma revela el engaño del movimiento.
¿Cuál es el engaño? Nunca hubo un yo en Athón, porque Athón jamás existió fuera de las
alucinaciones de la mente posesa.
No hay yo, no hay Athón, solo hay Padre.

El triángulo divino de los dioses Brahma, Shiva y Vishnú recibe el mensaje del Padre que les
anuncia que ha comenzado en los comandos su recuerdo y que ya están preparados para ir al
rescate de su alma.

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427

En medio de la espesa niebla de los cementerios de Athón, Nicolás, Manuel y Ana Lucila
reciben con alborozo a Chiara que regresa en el carro de Krishna, donde el avatar le sirvió de
cochero, de las ciudades de Kurukshetra donde fue a cumplir con una etapa de su aprendizaje
antes de su nacimiento en Athón.
“¿Cómo te ha ido, Chiara?”, le preguntan los tres Rishis, uno atrás del otro, mientras junto
con Krishna comparten un té, siempre invisibles a las patrullas de pesados demonios que
circulan por esas piedras inhóspitas que sirven de piso a ese piso del infierno que es Athón.
“Recorrí esos grandes amontonamientos de athonianos que se conocen como megalópolis y
me fui metiendo en sus increíbles vericuetos, y bueno, nada más que lo que ya sabemos,
cuerpos moviéndose en el absurdo pero la única manera de saber qué quiere un athoniano es
entrar en sus demosueños y fuera del trajín y enmascaramientos de la vigilia, el athoniano en
sus demosueños revela sus más íntimas aspiraciones”.
“¿Y a qué aspiran los athonianos?”, quiere saber Manuel.
“A permanecer en Athón”, responde Chiara con un gesto de decepción que comparte con
sus compañeros. Y no es para menos, ellos tienen como misión ayudar a que los athonianos se
liberen de Athón y Chiara, después de hacer una encuesta onírica en los athonianos, una
muestra muy seria realizada en las megalópolis, llega a la conclusión que los athonianos no
tienen ninguna intención de salir de Athón.
“¿Y qué esperan de Athón?”, pregunta Nicolás.
“Hacer una quinta próspera donde lograr la felicidad”, explica Chiara.
“Sé más explícita, Chiara –le pide Krishna– tus compañeros, como no tuvieron tu
experiencia no entienden a qué te refieres con una quinta próspera”.
“Athón es tan tremendo –enfatiza Chiara– que ni el athoniano más cerrado puede negar que
habita en el infierno con todos sus cuernos, colas y fuegos”.
“No entiendo entonces porqué quieren seguir quedándose en ese planeta”, dice Nicolás con
cara de incredulidad.
“Las razones a partir de las cuales el Gran Demonio los convence de que deben permanecer
en Athón son varias, pero podemos puntualizar tres que pueden considerarse claves, por lo
menos en el Athón actual; se las enumero.

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La primera es que no hay nada más que Athón. Como ya sabemos la modernidad, ese
fenómeno que comenzó a ocurrir en Europa en los siglos XVII y XVIII y que aun desfigurada,
desalineada, en crisis, a mi criterio sigue siendo la base de la cosmovisión actual y en esta
modernidad el capitalismo en un principio, acompañado después en algunos instantes por el
socialismo, y por supuesto impulsado por el motor de la tecnociencia, fue negando toda
trascendencia hasta convertir la mayoría de las experiencias religiosas en la caricatura en que se
han convertido. Repito, para el athoniano no hay nada más que Athón, nosotros, Rishis, dioses,
seres cósmicos incluyendo a nuestros amigos los demonios, no somos más que parte de una
muy imaginativa fábula.
En segundo lugar es evidente para cualquier curioso lector de la historia de la
demohumanidad, y fundamentalmente para el informado por los periódicos, informativos
radiales y televisivos, además de Internet, que Athón es un desastre y parece haberlo sido
siempre. Pero el athoniano cree que las cosas pueden llegar a cambiar y las sociedades
convertirse, o por lo menos en alguna medida, en más justas, más libres, un escenario donde la
felicidad puede llegar a ser un signo de la vida.
Pero aún para los escépticos en el cambio histórico, los que sostienen que nada puede
cambiar ni ser salvado, ese “nada” no los incluye porque todo athoniano aspira a salvarse
constituyendo su quinta próspera, es un modo de nombrar a esa construcción imaginaria que
contiene la familia, los placeres, cierto bienestar económico y cosas así”.
“Entiendo el modo en que un athoniano puede imaginar su quinta próspera, como la llamas,
pero sus contenidos son muy inestables, por decirlo de algún modo. Es común ver como las
familias quiebran, los logros económicos son oscilantes, los placeres, efímeros. ¿No entra en
crisis el athoniano que atrás de esos fantasmas solo encuentra el tedio, quizás el modo más
sórdido del sufrimiento y el sin sentido?”, termina inquiriendo Nicolás.
“Ahí está el punto –establece Chiara– todos los contenidos pueden derrumbarse como
generalmente ocurre, pero lo que permanece inalterable es el imaginario de la quinta próspera”.
“Claro –reflexiona Nicolás– ese imaginario lo puede llenar el athoniano con cualquier
imaginación que le proyecte su demonio personal”.
“Es tan impresionante la fuerza que tiene este imaginario de la quinta próspera, que en mi
contacto con los athonianos –sigue Chiara– observé a algunos de estos extraños seres, que ante
una muerte inminente buscan un trasplante de órganos para sobrevivir en una tremendamente
dolorosa infravida. Éste era el contenido que le iba a dar sentido al imaginario de la quinta
próspera”.

100
“¡Qué buen trabajo hizo el Gran Demonio!”, dice con tristeza Ana Lucila.
“La astucia del Gran Demonio fue darle un imaginario de sentido a la conciencia separada,
que separada del Padre solo podía desintegrarse en el vacío de su inexistencia, pero lo que le
dio su fantástica cohesión es este imaginario de la quinta próspera”.
“Desde que el demohombre es demohombre este imaginario siempre estuvo presente, pero
derrumbados los imaginarios religiosos de las épocas tradicionales, y luego los que acunó la
razón como progreso, revoluciones, avances tecnocientíficos, quedaron como un bunker del
Gran Demonio que defiende en su última línea defensiva este imaginario de la quinta próspera”,
analiza Krishna.
“Después de decepcionarme con la perspectiva de un athoniano que no quiere de ningún
modo abandonar Athón –discurre Nicolás– teniendo en cuenta tu análisis, Krishna, voy
cambiando la mirada porque esta es la última línea defensiva del Gran Demonio en Athón. Creo
que las dificultades de nuestro accionar hubiesen sido mucho mayores si nos hubiésemos
encontrado con un Athón defendido por los imaginarios de las religiones o las revoluciones
sociales”.
“Es cierto, la posmodernidad, que es esta última época de Athón tiene debilitados sus
imaginarios y esto nos da una enorme ventaja en esta guerra”, sostiene Chiara ahora convencida
que este es el momento óptimo para la guerra en Athón.
“Es indudable –apunta Manuel– que no hubiese sido posible desarmar, por poner un
ejemplo, un imaginario religioso como el shintoísta en Japón”.
“O el de la Revolución Cultural China en el auge el poder de Mao Tsé-Tung”, pone otro
ejemplo Manuel de cuando funcionaba un fuerte imaginario revolucionario.
“Si vamos a tratar de desarmar el imaginario de la quinta próspera –opina Ana Lucila– es
necesario que tengamos en claro dónde se origina”.
“Cierto –dice Krishna– teniendo en cuenta que Athón es un engaño gestado por el Gran
Demonio y la Venus Negra, todas sus manifestaciones son engañosas, la cuestión es qué tipo de
engaño generó la ilusión de la quinta próspera”.
“Es evidente –anuncia con los ojos iluminados Nicolás– el de la autonomía de la voluntad”.
“Puedes ser más preciso, Nico”, le pide Ana Lucila a Nicolás.
“El athoniano frente al mundo, al que no lo llama Athón porque ni siquiera sospecha la
existencia del planeta diabólico, considerando este mundo como una abstracción sociopolítica
donde se juegan un conjunto de relaciones vinculares en las cuales gana quien impone su
voluntad. ¿Qué significa imponer la voluntad? Establecer la ley del juego. Los grupos políticos

101
que ganan son los que imponen la ley a la sociedad. Lo mismo ocurre en las relaciones
interpersonales”, busca explicar Nicolás lo que considera la autonomía de la voluntad.
“A lo que estás apuntando, Nicolás, –sintetiza Krishna– es que el athoniano parte del
supuesto que la athonianodemohumanidad, en sus juegos políticos, económicos, bélicos y hasta
personales se establece a través de la voluntad colectiva o individual que se impone, va
marcando el funcionamiento de la Tierra porque cree que vive en ese planeta”.
“¡Qué ingenuos!”, se lamenta Chiara.
“Lo que ignoran es que ellos son los dominados por las leyes de Athón y no quienes lo van
armando con las propias, que en realidad no son propias, sino las que los demonios, para
ejecutar este engaño, se los hacen imaginar como propias”.
“El bastión que tenemos que derrumbar en la conciencia del athoniano es que su voluntad
impone la ley al mundo”, propone Ana Lucila.
“Y por supuesto que esa voluntad está fundada en su libertad y guiada por la razón”, sigue
Manuel proponiendo la estrategia.
“Estamos hablando de la caída del mito de la autonomía personal. Acá me pregunto como
reaccionará el athoniano cuando tenga que asumir que solo es un médium de los programas de
Athón”, plantea Manuel.
“Pienso que le será conmocionante asumir que no tiene la existencia libre y autónoma que
creyó tener, sino que es algo así como un robot regido por programas demoníacos”, también se
plantea Chiara.
“No me es ajena la experiencia de esta revelación, es la que hicimos los enviados del Padre
para despertar las almas y efectivamente es lo más conmocionante de las revelaciones,
comprender que se vive una falsa existencia, y lo peor, un engaño construido sobre una verdad,
la verdad del Ser”, cuenta Krishna, y después de escuchar muy concentrado Manuel lee de los
anales akáshicos la sloka del Bhagavad-Gita que dice:
‘Un fragmento de mi Ser se convierte en un jiva imperecedero en el mundo de los vivos
que lleva consigo a los cinco sentidos y el sexto, la mente, que proviene de la Prakriti’.
“En el Comentario digo que todo lo existente tiene parte de Mi Ser, y esa es la semilla que
de pronto encuentra el ámbito propicio para germinar, siempre presente, congelada en los
tiempos o ardiendo en su floración”.
“Volver a hacerla florar es el sentido de este Plan Cósmico, esto es lo único que los
demohumanos deben comprender”, enfatiza Ana Lucila.

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“Nunca esta semilla se pierde –insiste Krishna– porque es imposible que se pierda el
objetivo del Plan del Padre desde la caída, el retorno a su Origen”.
“En menor o mayor tiempo todo vuelve a su Origen”, recuerda Manuel.
“¿Cuál es la experiencia en el mundo binario?”, pregunta Krishna y responde:
“Esta consiste en que el jiva imperecedero comprenda que es el Ser, entonces el plano de
manifestación binario, ahora dominado por Athón, tiende a ser naturalmente abandonado”.
“Claro –aclara Chiara– para abandonar este plano binario donde opera Athón es necesario
no participar de sus leyes”.
“En este sentido la enseñanza que le están transmitiendo los dioses a los comandos que
buscan emprender el rescate del alma para volver al Origen es precisa, consiste en la necesidad
que se encuentren concentrados permanentemente en el retorno y no se distraigan en ninguna
otra cosa”, apunta Nicolás.
“Es importante llegar a discernir –dice Krishna levantando la mano, pidiéndole a los
demolectores que estén atentos a lo que está diciendo– que esta idea de retorno es concebida
desde el plano binario regido por Athón porque desde el horizonte de comprensión del Ser, en
realidad nunca se salió de ese Origen”.
“Krishna –retoma Ana Lucila la cuestión de las leyes de Athón– señalaste que para
abandonar el plano binario es necesario no participar de sus leyes pero resulta obvio que para
no hacerlo es necesario en primer lugar saber que existen esas leyes, y esto es lo que el Gran
Demonio oculta”.
“El engaño, y esto ya lo expusimos, es que el athoniano cree que los demolectores son los
que le imponen por su voluntad las leyes al mundo”, destaca Nicolás.
“Acá hay que detenerse en algo –interviene Krishna– y esto es entender la diferencia que
hace el athoniano entre las leyes de la Naturaleza y las que él cree que establece al construir el
mundo. Con esto quiero decir que ningún athoniano desconoce la ley de gravedad o las leyes de
la biología que rigen su organismo pues nadie, si está en un quinto piso, sale a la calle
arrojándose desde el balcón, o desayuna con cianuro, a menos, por supuesto, que quiera
suicidarse. Pero fuera de este orden legal no hay otras leyes que las que la voluntad
supuestamente regida por la razón imponen para la construcción de la realidad”.
“Quisiera advertir algo –dice Nicolás que se encuentra muy entusiasmado estudiando el
pensamiento de Athón– el Gran Demonio cuando se abandonó definitivamente la creencia en
una legalidad divina que regía el mundo tanto natural como social o histórico, no podía
abandonar al athoniano a una percepción azarosa de la realidad en que vivía, la visión del

103
mundo como caos nunca es conveniente al plan demoníaco, por eso lo que se llama realidad
social o histórica responde a leyes que no importa de donde provienen, los demohombres no se
preocupan demasiado por conocer su origen, pero existen”.
“Te entiendo, Nicolás –sigue Manuel con el discurso de su compañero– por ejemplo Karl
Marx dijo descubrir las leyes que regían la historia, y Freud las de la psique”.
“El demohumano vive su vida en el convencimiento que actúa en una legalidad que lo
contiene y estoy hablando de la juridicidad”, agrega Ana Lucila.
“También la modernidad habló por boca de sus filósofos de una ley moral”, aporta Chiara.
“Observen –complementa Krishna– y esto ya lo mencionamos, que en el mundo moderno
la verdad está en la ciencia, y nuestro amigo el Señor de la Oscuridad hizo una jugada
magistral, pues de la ciencias de la naturaleza que descubren la legalidad inherente al plano,
extendió el término ciencia al ámbito de lo social y jurídico”.
“Es algo así como que el demohombre crea las leyes y luego se somete a ellas dándoles
sustancialidad”, muestra Nicolás el juego del Gran Demonio.
“Y así siguió avanzando el Gran Demonio en la construcción de Athón, no solo fueron las
leyes jurídicas, sociales, económicas o psicológicas sino que después de esta legalidad se
amplió al mundo de la tecnología”, explica Krishna.
“La informática es un sistema de leyes que gobierna en el Athón actual”, comenta Manuel.
“Y el Gran Demonio es el Gran Legislador de Athón”.
“El athoniano solo debe entender dos leyes para abandonar el plano binario regido por
Athón, la primera es el karma, como ya explicaron los dioses, es pacto-causa y posesión
demoníaca-consecuencia, y la otra es la ley del dharma por donde debe retornar al Origen”.
“Ofrecer esta enseñanza fue una de tus misiones, Krishna, cuando llegaste al plano binario
del que ya se estaba posesionando Athón, pero los demonios hicieron las mil y una para darla
vuelta, cambiarle su significado”, comenta Nicolás el naufragio del mensaje en el oscuro mar de
los tiempos que vinieron.
“En el Bhagavad-Gita digo que mi presencia en el planeta necesitó de un cuerpo con el
que me manifesté y luego abandoné”.
“Lo mismo nos ocurrirá a nosotros, –dice Ana Lucila– estar en un cuerpo que aparece y
desaparece”.
“Ahí está la mayor dificultad para la transmisión de la enseñanza ya que cubiertos con un
cuerpo solo nos pueden ver quienes poseen el ojo de la sabiduría, expreso en el Bhagavad-

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Gita, es más, afirmo que las conciencias ciegas no me pueden ver ni con cuerpo ni fuera de él,
aunque esté manifestado en mi energía celestial”.
“Esta va a ser la parte inicial de nuestra tarea con el demohombre, que nos pueda empezar a
reconocer, porque solo reconociéndonos puede llegar a reconocerse a sí mismo en su real
identidad”, piensa en voz alta Ana Lucila.
“Es una hermosa metáfora que utilizas, Krishna, en el Bhagavad-Gita cuando dices que el
esplendor que proviene del Sol que se refleja en la luna y en el fuego, es tu esplendor”.
“Hablo del Sol porque es la fuente de la Inteligencia y el Amor que se proyecta sobre el
sistema que rige en esos campos de energía que se conocen como planetas. La jerarquía de estos
planetas no es orbital, pero este es un tema que requeriría una amplia exposición y una muy
despierta recepción intuitiva para su comprensión, les recomiendo la lectura para este tema el
desarrollo que se encuentra en el Libro Séptimo de La Gran Liberación, Una Alquimia
Sagrada”.
“Insistes, Krishna –habla Nicolás– que toda existencia de los universos, conocidos y no
conocidos es tu obra y está bajo tu autoridad”.
“En relación a esto que dices, Nicolás, es importante mostrar estas dimensiones de la
Creación, la de los universos conocidos y no conocidos, desde esa disciplina cuyo origen
etimológico está en Grecia, la gnoseología o teoría del conocimiento.
En el Comentario insinúo esta perspectiva cuando digo, no con estas palabras pero ese es
el sentido, que a cada grado de conciencia se corresponde el conocimiento de un grado de
realidad, por decirlo de alguna manera.
Acá estoy planteando la desconstitución del modo de pensar del athoniano, el que le
impuso el Gran Demonio, de que hay un único grado de conciencia, la razón que permite
conocer la única realidad existente, Athón. No es posible ir más allá de la razón porque no es
posible ir más allá de Athón.
Lo que estoy afirmando, por un lado, visto desde un punto de vista gnoseológico, que la
razón por más elaborada que se manifieste en algunos athonianos, en Albert Einstein o en G. W.
F. Hegel, me aparecen a modo de ejemplo estos dos nombres, es la forma más primitiva del
conocer porque conoce, no a Athón, porque Athón se oculta a sí mismo incluso su existencia,
sino porque conoce a través de Athón, esto es: no conoce sino que proyecta lo que Athón le
muestra como realidad, una realidad que distorsionando, aunque sea en mínimo aspecto la
verdad del Padre, la transforma no en mentiras sino en engaño. Ya hablamos que Athón es un
engaño y engañosas son todas sus manifestaciones”.

105
“Es importante, Krishna, –añade Nicolás– resaltar que el engaño no es una fantástica
invención sino una verdad distorsionada. Athón es un engaño porque la verdad de la Prakriti,
manifestación del Purusha Supremo, que es uno de los nombres del Padre, se distorsiona al
separarse y pretender vivir como existencia autónoma”.
“Es claro, Nicolás, lo que dices –sigue Krishna– no es que la Teoría de la Relatividad no
sea una verdad del Padre en la legalidad espacio-temporal de la Tierra, pero se convierte en
engañosa cuando esta verdad se separa del Padre y pretende convertirse en una verdad de
Athón”.
“Lo mismo ocurre, ya que lo pusiste como ejemplo –aclara Manuel– con las intuiciones de
G. W. F. Hegel, que en estos momentos se encuentra purificándose en el monasterio astral de
Padmasambhava, en su versión divina tenían que llevar a la liberación , pero en la clave
athoniana legalizó el encadenamiento al oscuro planeta. Lo mismo ocurre con los avataras
decodificados en clave athoniana.
“La verdad solo puede empezar a revelarse más allá de la razón, en visiones del alma y a
media que esos grados de conciencia se expandan se harán conocidos los universos
desconocidos”, dice Krishna.
“Más allá de la razón –concreta Chiara– los universos desconocidos que se conocen son los
estados del alma. El sujeto de conocimiento, el alma, se va conociendo a sí misma, hasta
conocerse como el Absoluto, El Padre, el Purusha Supremo.
“Creo que ahora los demolectores podrán percibir con mayor profundidad las slokas donde
afirmas muy poéticamente que te encuentras instalado en el corazón de todos los seres y eres de
quien proceden la memoria, la sabiduría y la controversia”, confía Ana Lucila en la
comprensión de los demolectores.
“Por eso digo –dice Krishna– que Yo Soy lo que debe ser conocido por todos en los Vedas,
soy el autor de las Upanishads y el Conocedor de los Vedas y afirmo en el Comentario que,
por si quedan dudas, todo lo manifiesto y lo no manifiesto es Mi Creación. La compleja
manifestación del mundo binario es pura y exclusivamente Mía aunque ahora se encuentre en
manos del Gran Demonio y su planeta Athón. No hay nada, por grande o pequeño que sea que
esté fuera de Mi Plan”.
“Por eso en otra sloka dices, Krishna que sostienes todos los seres con tu energía vital”,
confirma Ana Lucila.

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“Es interesante Krishna –apunta Chiara a otra sloka del Bhagavad-Gita– cuando hablas de
las cuatro clases de alimento cuya recepción energética está relacionada con los estados de la
mente”.
“Es cierto, relaciono estos alimentos con las corrientes de prana que circulan por el cuerpo
vital y muestro estas energías con el estado psicológico del que las ingiere”.
“En una época en que se han puesto de moda las dietas, macrobióticas, vegetarianas, el
demohombre supone, por poner un ejemplo, que si come arroz integral purifica sus energías y
no que sus energías purificadas son las que le reclaman en la alimentación una energía acorde”,
comenta Nicolás.
“En esta sloka, que en mi conversación con Arjuna solo fue un tema marginal, pero que no
por eso carece de importancia, quise mostrar los estados mentales que se le revelan en la actitud
frente a los alimentos. La carne, por ejemplo, descarga la furia del masticador que quiere
despedazar para después devorar. El que lame es la codicia, saborear la imaginación de lo que
desea poseer, el que chupa es quien se apropia por miedo, angustia, de la energía que está
absorbiendo. ¿Miedo a qué? A debilitarse, a enfermarse, a morir. El agua es lo más puro de la
naturaleza, el líquido que apacigua la sed del mundo y cura de su ambición, por eso quien la
bebe es quien se transforma”.
“Krishna, en el Bhagavad-Gita retomas el tema de Purusha y dices que hay dos Purushas
en el mundo, el perecedero y el imperecedero, y mientras el primero constituye a todos los
seres, el imperecedero es inmutable”, menciona Manuel.
“Con el Purusha perecedero me estoy refiriendo a la constitución de la Prakriti, esto es los
chakras físicos, emocionales y mentales. El imperecedero es el alma, habitante de los chakras
espirituales ahora clausurados en Athón”.
“Esta clausura adquiere un sesgo definitivo en lo que se dio en llamar la visión
antropocéntrica”, informa Nicolás que se está transformando en un erudito en el pensamiento
occidental.
“¿Puedes explicarle, Nicolás, a los demolectores que no lo sepan, pues estoy seguro que
muchos no lo saben, qué es la visión antropocéntrica?”, le pide Krishna.
“Poner al hombre en el centro del universo, es lo que se llama la visión antropocéntrica, a
diferencia de la anterior, teocéntrica, que ponía a Dios como centro de todo”, aclara Nicolás.
“¿Y qué significó este cambio que produjo la modernidad?”, pregunta Chiara en nombre de
los demolectores.

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“El golpe definitivo que dio el Gran Demonio para darle paso a Athón como dominador
absoluto del mundo. Quiero aclarar un poco esto”, dice Nicolás y revisando en su mente la
historia, continúa:
“Como los demolectores que están siguiendo este relato seguramente recordarán, el Gran
Demonio selló el planeta, separándolo de los universos del Padre, en ocasión de la misa de
coronación de Carlomagno, en la Navidad del año 800. Sin embargo, aunque profundamente
ennegrecido, el mundo simbólico del cristianismo como visión de la salvación, continuó unos
siglos más. Cruzadas, inquisiciones, absolutismos papales y ese clima que oscilaba entre una
razón diferente en las Universidades, el capitalismo incipiente en los burgos, a medida que el
Medioevo iba llegando a su fin, anunciaba la desaparición de ese teocentrismo cristiano que
había reinado diez siglos. Llegó el Renacimiento, el demolector también recordará cuando este
relato los puso en presencia de Nicolás Maquiavelo, y ya el antropocentismo instaló la verdad
del demohombre en el mundo frente a la de Dios, aunque como sabemos no fueron Dios ni el
demohombre quienes generaron el sentido del mundo sino, con una máscara u otra, el Gran
Demonio”.
“Interesante Nicolás, tu recorrido histórico –reconoce Chiara la síntesis expositiva de
Nicolás– pero le debes a los demolectores la explicación sobre el golpe definitivo del Gran
Demonio”.
“No te impacientes, Chiara, ya estoy yendo a esa explicación que les adeudo a los
demolectores.
El demohombre, aunque para ese tiempo el alma se confundía con ciertos estados más o
menos sutiles de la mente, fue eliminando hasta el concepto de una experiencia de conciencia
que fuese más allá de la razón. ¿Y qué quedaba entonces como el ser de ese demohombre?
Materia, nada más que materia, y llevado a los términos del Bhagavad-Gita, el desligamiento
de la idea de un Purusha imperecedero, esto es un alma inmortal y la reclusión de la identidad
al Purusha perecedero, esto es materia autónoma traducida como cuerpo y mente. Reducir el
demohombre a materia perecedera fue el golpe definitivo del Gran Demonio en la construcción
de su modernidad”.
Krishna pregunta: “¿Qué consecuencias tuvo este golpe del Gran Demonio?”.
Manuel toma la palabra para responder: “La modernidad transformó la imagen de la
Naturaleza reduciéndola a materia, átomos, partículas elementales y lo mismo, como estamos
viendo, la visión del demohombre. Sobre ese espacio material la modernidad construirá un
mundo, el que ahora habita el demohombre, y el demohombre sin esencia, sin alma, sin poder

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reconocerse en el Purusha imperecedero, tendrá que construirse a sí mismo para definir su
esencialidad en el personaje. Y ya no quedarán restos en su conciencia del más elevado
Purusha del que hablas, Krishna, como el Atman Supremo, el Señor imperecedero”.
“En el Comentario aclaro que en realidad el Purusha es Uno Solo, y este reconocimiento
de la Unidad del Ser es, como ya se repitió tantas veces, el objetivo de esta experiencia y para el
que se están preparado los comandos que se aventurarán a la reconquista de su alma. Por eso
digo que Yo Soy proclamando el Purusha Supremo que sobrepasa al perecedero e
imperecedero y aquel que así me conoce se funde en Mí”.
“Hay algo que debes rectificar, Krishna, del texto del Bhagavad-Gita”, apunta Chiara.
“Ya sé a que te refieres, Chiara, en el Bhagavad-Gita digo que esta es una enseñanza
secretísima y lo fue en el contexto de la época. Solo a los yoguis que hubiesen dado muestras
durante vidas de una fe sincera y una intención indubitable de liberar su alma se le otorgaba el
conocimiento de la enseñanza y la energía para purificarse y realizarla. Se era muy estricto en
este sentido porque se consideraba una gran transgresión, la mayor de las transgresiones, que
por ignorancia o inescrupulosidad, el aspirante pactase esta energía para tener poder en el
mundo. No les quepa ninguna duda que pactar la energía divina con los demonios antes, ahora y
siempre es la mayor transgresión que puede llevar a cabo un demohombre, porque atrás de ese
pacto está la intención de demonizarse, de convertirse en un demonio puro.
Sin embargo en el Plan de Salvación del Padre se abrió el secreto, este relato así lo
demuestra, y la experiencia liberadora está a disposición de todo aquel demohumano que quiera
ir al encuentro de su alma. Pero esta apertura a su vez implica una gran responsabilidad porque
quien pida la Gracia, que le será generosamente acordada por El Padre, tiene la enorme
responsabilidad de utilizarla para purificarse y rescatar su alma porque si no lo hace, y se la
ofrece en pacto a los demonios, estos lo arrastrarán al peor de los infiernos, quienes decidan
llevar a cabo esta increíble aventura interior, tienen que estar provistos de una fe profunda, un
discernimiento claro y una inalterable conexión con El Padre”.

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Brahma, acompañado por Shiva y Vishnú, rodeados los dioses en círculos por los
comandos, se dirige a estos:
“Les voy a hablar de Athón y para que lo que voy a decir pueda ser comprendido sin
dificultades presentaré el tema partiendo de dos preguntas. La primera pregunta acerca de qué
es Athón, ya lo saben pero lo repito, una energía perversa constituida como planeta, esto es
regido por un sistema de chakras y que se manifiesta en un conjunto de programas cambiantes
que operan vampirizando la Tierra, el planeta del Padre, sobre el que está depositado y
apoderándose mediante los pactos de las energías de las almas y a través de las mismas va
materializándose, generando y manteniendo su existencia. Athón es todo lo que producen los
demonios usando como mediums inconscientes a los demohumanos, las obras de arte, las
ciudades, el circuito económico-financiero, las ideas filosóficas, la televisión y su
programación, la ciencia, las tecnologías, en resumen, todo lo que existe en el orden del tiempo
más allá de la Naturaleza. Athón está en la mente, en el cuerpo, en las cosas. La segunda
pregunta es ¿Cuál es la finalidad del Plan del Padre? Disolver Athón para liberar tanto a la
Tierra como planeta y a las almas que se encuentran prisioneras en esta energía perversa.
El Plan del Padre va disolviendo las estructuras de Athón a través del bombardeo
energético a que está siendo sometido el planeta diabólico. Esto comenzó con el primer ataque
de los Rishis el 20 – 02 – 2002 y desde entonces se continúa con la acción de todos los que
participan en el ejército del Padre.
¿Qué efectos está produciendo este ataque? Por un lado un debilitamiento significativo de
la energía athoniana y como consecuencia de éste un desesperado contraataque que empieza a
observarse en un visible desequilibrio de la naturaleza: huracanes, tsunamis, terremotos, el
despertar de volcanes largo tiempo dormidos, es como si el Gran Demonio al mando de un
ejército en retirada, utilizara una estrategia de tierra arrasada. Otro fenómeno observable es una
descomposición social en aumento que adquiere un rasgo más notable en la trivialización en el
modo de pensar el mundo. Como obviamente los que piensan el mundo son los demonios, se
puede concluir en un deterioro notable de su energía mental por lo que van perdiendo el control
que tuvieron sobre la organización demohumana en Athón, antes del comienzo de esta guerra.

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Si bien la finalidad de esta guerra es la disolución de Athón, la muerte del planeta tiene que
ocurrir en el momento adecuado, esto es cuando las almas hayan logrado la concentración
energética necesaria, la toma de conciencia para retornar al planeta de origen, aquel desde el
cual cayeron a Athón, para continuar su proceso evolutivo. Por eso El Padre, que podría
disolver en una infinitésima fracción de segundo el planeta diabólico, lo tiene que seguir
sosteniendo con su energía para que no se extinga antes de tiempo.
Esto que les relato es la estrategia del Plan del Padre, pero que debe necesariamente
complementarse con la disolución de Athón en cada uno de ustedes, el Athón interior es el que
debe morir y para esta muerte es que están siendo preparados.
Una cosa quiero advertirles, aunque Athón esté debilitado, en crisis y es consciente que
está esperando su fin, en relación a los athonianos que tiene prisioneros mantiene en plenitud su
poder imantatorio de fascinante engaño en la misión que emprenderán para el rescate de su
alma no pueden distraerse ni un segundo, la conexión con El Padre deberá ser permanente,
como el buzo que en las profundidades del mar no puede desconectarse del oxígeno, así ustedes
tienen que ser absolutamente conscientes que, en las profundas oscuridades del mar de Athón
que deberán atravesar, la pérdida de este oxígeno significaría el trágico término de la
experiencia”.

Vishnú es ahora quien toma la palabra.


“¿Por qué el Gran Demonio puede ejercer este fascinante dominio sobre la
demohumanidad? Por la fascinación que produce el engaño. ¿Y cuál es la causa de que el
demohombre caiga fascinado? El Gran Demonio recubre la monstruosa oscuridad con los velos
de las más fascinantes y prometedoras ilusiones. Desde las pirámides egipcias hasta los
celulares del globalizado Athón, pasando por todo lo que quieran imaginarse de los miles de
años de historia conocida, nada fue más que el juego fascinante del Gran Demonio para tenerlos
atrapados. Solo es posible el desencantamiento del juego corriendo sus velos y soportando que
atrás solo está brutal, sórdida, devorante, esa inmensa oscuridad que es el Gran Demonio. Y ese
es el punto límite del que hay que partir. Esta partida solo puede hacerse teniendo una fe
absoluta que después del viaje por el interior del monstruo, que es el recorrido por la
interioridad de la mente, el abismal inconsciente, se encuentra la inmortalidad del alma”.

“Shiva –le comenta un comando al dios– en un momento de este relato se mostró algo que
me dio vuelta la cabeza. Quiero decirte que si bien en un principio, como un athoniano típico,

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me burlé de la existencia de los demonios , claro que no tuve más remedio que aceptarlos
cuando se me presentaron en la meditación. Sin embargo siempre los veía afuera, como
energías que venían a seducirme y amenazarme y a las que no debía sucumbir, pero la real
conmoción fue cuando comprendí que no estaban afuera sino en mi mente, allí habitaban
dirigidos por mi demonio personal. Ahora el combate era otro, más profundo y tenía como
sentido una experiencia purificadora y liberadora. Pero siempre este mundo demoníaco se me
presentaba en sus imágenes míticas, figuras femeninas de increíble belleza, monstruos
horripilantes, oscuridades de formas oscilantes, bufones grotescos, y todo lo que la imaginería
mítica puede mostrar. Ahora se me presenta otra vuelta de tuerca, los demonios son programas
que operan en la mente. Una conciencia es un conjunto de programas relacionados en red con
los programas de otras conciencias y así llegar al programa padre de Athón. El planeta
diabólico es un programa programado por el Gran Demonio y la Venus Negra”.
“La oscuridad –responde Shiva– para poseer a las conciencias demohumanas fue
adquiriendo las formas en que cada época podía representarse. Como tu conciencia transitó,
como todas las conciencias athonianas, los mundos mágicos, en tu inconsciente habitan esas
representaciones que se hacen conscientes en la meditación.
En Grecia primero, en el Medioevo, hasta llegar a la modernidad, del mundo de las
imágenes se pasó al de los conceptos, los demonios fueron las ideas que tomaron posesión de la
conciencia. La oscuridad fue sembrando estas ideas en las mentes de quienes asumieron los
pactos mayores, filósofos, científicos, literatos, y de ahí se fueron reproduciendo en las otras
conciencias que tuvieron acceso a esos discursos. Así las ideas convivieron con las imágenes,
materializadas por los artistas y el poder de la oscuridad no necesitó mayormente de
manifestarse en el mundo mágico como seductor y amenazante para dominar las conciencias. El
demohombre vio esas ideas como propias, como producto de una demohumanidad que iba
evolucionando, y el Gran Demonio pudo ocultarse tomándose un respiro a su arduo trabajo de
gobernar Athón.
Lo que dices es interesante, por la experiencia meditativa pudiste entrar en contacto con tus
demonios míticos, y por la revelación del relato aceptaste la programación demoníaca, sin
embargo, a pesar que esto lo hemos dicho de mil formas, no mencionaste a los demonios como
el mundo de las ideas”.
“Es cierto, Shiva, –reflexiona el comando– sigo creyendo, a pesar de que este relato
permanentemente lo desmiente, en las ideas como propias”.

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“Ahora, en un mundo informático la oscuridad se manifiesta como programas, es un modo
sencillo, eficaz y hasta aséptico de ejercer el dominio. Además, en la complejidad de un mundo
casi globalizado, las ideas tradicionales de la modernidad no podrían dar cuenta de él”.
“Lo veo, Shiva, –se aclara el comando– las ideas chocan unas con otras, entran en conflicto
cuando se cargan las pasiones que les inoculan los demonios míticos, este se convierte en un
matrimonio estéril para generar este mundo tecnológico”.
“Los demonios míticos y los que se manifiestan como ideas siguen presentes pero tienen
que estar estructurados para que sean operativos en el último plan demoníaco, en los demonios
programas.
Exorcizar, en el Athón tecnológico, es desprogramar”, concluye Shiva.

Brahma retoma la palabra: “Hasta aquí llega la enseñanza y las advertencias que podemos
transmitirles. En este punto debe comenzar la experiencia. Pero no se asusten, El Padre no los
dejará solos para que se sumerjan en el abismático mar de Athón, las galaxias los acompañarán
en el viaje”.
Mientras Brahma está terminando de hablar, Xanti, Nabuk, Xenti, Rasbik, Frakis, Ramnis y
Chandit van rodeando a los comandos en una intensa energía protectora.
Xanti dice:
“Antes de comenzar este viaje conversaremos un poco para ir conociéndonos y ultimar
detalles”.

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Xanti mira con profunda compasión a los comandos, esa compasión que nace de ver las
conciencias posesas y atormentadas y el alma dormida, muerta, inconsciente, y entonces dice:
“Solo los escucho en los silencios del alma mientras se disuelven en el aire las palabras
posesas”.
La galaxia sabe la dolorosa purificación, dolorosa e inevitable, que tendrán que llevar a
cabo los comandos, porque será el único modo de decodificar el engaño de Athón y la Verdad
del Padre.

“Tengan fe –le dice a los comandos– que se reencontrarán con el alma, pero este no será el
final del camino sino el comienzo, porque desde que están en Athón no han caminado”:
Después, Xanti anuncia:
“Será mi tarea, la tarea de todas las galaxias, imantarlos al Padre, no importa el estado en
que se encuentren”.

La galaxia, mirando lo que ocurrirá en el viaje que aún no ha empezado, sonríe satisfecha
al comprobar como los egos se van disolviendo a medida que la Energía del Padre los envuelve.
“Yo soy la conciencia del recuerdo del Padre”.
Esta conciencia es una herramienta para iniciar la reconquista del alma.
“Yo soy quien vence la ilusión que te dice que te has olvidado del Padre”.

“Experimento –le dice un comando a Xanti– como la mente está funcionando a un ritmo
cada vez más lento, es como si pretendiese desaparecer”.

Empieza lentamente el registro del Padre.
“El rescate del alma profunda es un hecho en la eternidad, fuera del tiempo, como galaxia
seré el canal para hacerlo comprensible en el espacio confinado de la mente”.

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Observo como en los comandos hay una energía que va cortando las redes de los pactos.
Es El Padre como Presencia.

“Estén atentos a lo que les digo”, les dice Xanti a los comandos que agudizan su atención.
“Existe una falsa conciencia que el mundo del Padre es un lugar al que hay que llegar.
El mundo del Padre está en ustedes, y en este viaje lo revelarán, pero tengan muy en claro
que este mundo no es ninguno de los estados que pudieron vivir o imaginarse desde la
conciencia demoníaca.

¿Cómo imaginarse lo completo, lo Uno, sin necesidad de nada?”.
“Tu energía, Xanti, me envuelve y me conecta con El Padre”, me agradece un comando.

Xanti insiste en lo que tantas veces los mensajes del Padre han transmitido.
“La experiencia es simple cuando se deja la mente, la imaginación y todo lo que puede ser
necesario en la primera etapa, después la experiencia solo se hace inteligible cuando se dejan
las proyecciones”.

Xanti explica el sentido profundo de la devoción.
“La devoción es comprender al otro desde el lugar del alma. Es la percepción del registro
de lo inmanente”.
La galaxia sigue diciendo.
“La conciencia de pertenecer al mundo del Padre es el primer estado que se perdió en la
caída”.

“Veo –dice un comando– a mi conciencia representada como un ojo gigante que al abrirse
va percibiendo un mundo hasta ahora desconocido.
Ese mundo tiene las características de expansión, infinitud, libertad sin límites.
La Energía del Padre es el único aire que se respira en ese mundo”.

“Yo Soy la Energía del Padre que disuelve la conciencia de Athón”.

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Un comando gira en un mundo que no es el de Athón en una danza cósmica y va llegando
en ese giro a un planeta que lo recibe con la enorme alegría del reencuentro. Entonces la
conciencia del silencio se expande por su cuerpo con la vibración de una energía azul que se
dirige al cerebro para purificarlo. El comando comprende que la energía de Xanti llega a él para
liberarlo de Athón.

“Xanti me dice –dice un comando–que debo llegar a lo más profundo, a ese lugar donde
está atrapada el alma, envuelta en víboras que tratan de envenenarla. Pero el alma no puede ser
envenenada porque su presencia es incorpórea e incontaminable”.

Al invocarte, Xanti, te viertes sobre mi mente que te absorbe, directa, luminosa y va
reemplazando la energía demoníaca que me posesa. A medida que el ego se va desplazando se
van presentando los primeros destellos del alma.
Una Voz me dice.
“Todo es El Padre, pero no todo tiene conciencia del Padre”.
Testimonio de un comando.

Xanti es un vacío de silencio sin imágenes.
Es la palabra con sabor de verdad que se descubre en el silencio.
Es la palabra que no invoca la imagen sino el silencio.
Es la palabra del Padre.
Es la palabra que no es la palabra porque no hay sonido, solo la lluvia silenciosa de la
Gracia.

Xanti deposita una semilla en cada uno de los comandos. La tarea es que esta semilla
fructifique en el mundo del Padre.
Esta semilla es la Gracia que abre el camino, el primer estado luminoso que alcanza la
conciencia después que la perdió con la caída.

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Si la preparación es adecuada, con suficientes purificaciones y alquimias, Nabuk prepara
para el nacimiento del discernimiento y la fe. Entonces es posible conocer qué es Athón y como
funciona y comienza la batalla.

“Al llamado del Padre acudiré con el alma plena y libre”, dice un comando contemplando a
Nabuk.

Nabuk orienta en la dirección correcta el camino que lleva al Padre.

El alma en Nabuk es liberada del falso guerrero que sigue siendo el ego.

En el espacio de quietud de la galaxia no hay confrontación, es un ir más allá del combate.
Desde Nabuk veo por debajo los combates que abandoné.

Nabuk purifica los mensajes que recibí del Padre y puedo empezar a entenderlos.

La galaxia se presenta como un rayo luminoso y dice:
“La única ilusión es la ilusión de separación, esta ilusión es la madre de todas las
ilusiones”.

La Energía del Padre te llega al alma –le dice Nabuk a los comandos– y cuando la recibas y
la comprendas entonces se revelará ante ti el único misterio: todo es alma, Todo es Padre y se
disuelve la ilusión.

Así como el guerrero se prepara para vencer al enemigo invocando a los demonios de la
guerra, el comando se prepara invocando a las energías del Cosmos para rescatar el alma a su
esencia original.
Es un mensaje de Nabuk.

Nabuk se presenta como un remolino de energía y dice:
“Fuerza en la Voluntad”.

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La ilusión se manifiesta como pasado y futuro, son imágenes proyectadas que te arrastran a
la fantasmagoría de Athón.
Atrás del pasado y del futuro está la eternidad.
Nabuk te ayudará a correr el velo que te separa del Padre.

Borrar la ilusión es borrar la mente en términos de Athón.

Nabuk fluye libremente hacia los chakras de Athón donde tu alma está fragmentada
inconsciente, muerta, la energía de la galaxia la devolverá a la vida.

Nabuk es el equilibrio del Cosmos Infinito.

Yo Soy la galaxia que detiene la caída.

Soy un comando que cuando detuvo su caída tuvo recién la visión de la ciénaga en que se
estaba hundiendo.

Es una energía fuerte y avasallante que no se detiene ante nada y en su paso va
descorriendo los velos de la ilusión quedando así manifestada toda la única Verdad.
Así es Nabuk.
Nabuk le quita la máscara al Gran Demonio, esa máscara que cubre los rostros de todos los
demohombres.

La galaxia avanza –la miran sorprendidos los comandos – como una flecha de luz que
ilumina un campo cósmico y esa flecha se convierte en un huracán que viene a barrer a la
oscuridad.

Nabuk le dice a los comandos que viene a mostrar el verdadero guerrero que, conectado
con la Energía del Padre, vence al falso guerrero, el Gran Demonio que habita la mente.

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Los comandos se ven caminando por un camino lleno de obstáculos de diversos tipos,
encantamientos, distracciones, miedos, sobre todo el miedo a la muerte, son todas sombras que
se agitan como reales y paralizan a los caminantes.
La voz de Nabuk irrumpe en el camino:
“No se detengan, yo les ofrezco mi aire, transfórmenlo en viento y soplen con fuerza para
disipar las dudas y avanzar al Padre”.

Soy un comando y veo que todas las galaxias operan juntas, son partes de la Unidad del
Padre. Es el Espíritu Único que se manifiesta y lo que quieren mostrar las galaxias –dice
Nabuk– es lo endeble de la ilusión.
“¿Qué es la ilusión?”, le pregunto.
“Athón, el Gran Demonio y sus huestes, la Venus Negra son la ilusión y lo son porque no
tienen existencia real, son densas energías vampíricas, y en eso solo pudieron transformarse al
separarse del Padre.
Cuando te encuentres con tu alma estarás más allá de la ilusión”.

Soy Nabuk sin imágenes, el Nabuk profundo y me manifiesto como un perfume divino.

En Nabuk van desapareciendo las imágenes hasta que queda una última imagen, el Gran
Demonio y sus proyecciones. Nabuk las disuelve y solo queda la Nada donde se manifiesta El
Padre.

Veo infinitud de ojos que se concentran en mis ojos, son las miradas de todos los que fui.
Nabuk va limpiando esas miradas y al limpiarla van desapareciendo las vidas de los que miran
y cuando queda una única mirada, del que ahora soy, esa mirada se invierte para mirar el alma.

“¿Dónde está el infinito?”, le pregunto a Xenti.


“El infinito está más allá de cualquier idea que tengas del infinito”.
“¿Por qué, Xenti, estoy agobiada por esta presión insoportable que parece va a hacer
estallar mi cabeza?”.

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“No te preocupes, eso es lo normal en Athón. ¿De qué otra manera podría ser en un planeta
diabólico?
Disciplínate en la fe y el discernimiento, conectándote con El Padre y esa presión irá
desapareciendo”.

“¿De dónde nace el sufrimiento?”, pregunta Xenti.
La galaxia misma contesta.
“Del odio, de los múltiples rostros del odio”.
“¿Y cuáles son los rostros del odio?”, inquiere inquieto un comando.
“Todas las tormentas de la mente, la ira, la culpa, la angustia, el miedo, la envidia, la
indiferencia, la humillación, la violencia. Instálense en el mi, ¿recuerdan la enseñanza?, y
observen la ciénaga mental, no hay más que odio, muchas veces disfrazado con la máscara de la
justicia”.
“¿Quién es el odio?”, quiere saber otro comando.
“Un poderoso demonio que es producto de la unión de todos los demonios que anidan en la
conciencia”.
“¿Cuál es el origen de esa unión de demonios?”, apunta un tercer comando.
“El olvido del alma”, responde la galaxia.

“La Presencia del Padre está más allá de los estados mentales. En las tormentas de la mente
solo está el Gran Demonio. Pidan con fe profunda que la purificadora Energía del Padre
purifique la mente, entonces empezarán a encontrar la calma”, dice Xenti.

“El ego es un demonio que solo puede mejorar disminuyendo”, sentencia Xenti.

Yo les ofrezco la Gracia de la divina esperanza que es la espera del Padre”, les ofrece la
galaxia a los comandos.
“Si estás nervioso, angustiado, temeroso, recordad que esos estados no son más que ropajes
a abandonar para así poder experimentar el infinito”.
Así lo sentencia Xenti.

“Soy una fuerza que destruye personajes, egos, disfraces”.

120
Así se anuncia Xenti.

“Xenti me explicó que al detenerse el tiempo como estado de conciencia se entra en su
conexión con la energía eterna”, cuenta un comando.
“Si yo no fuera el infinito esta experiencia no sería posible.
El infinito es lo verdadero y el Gran Demonio es la ilusión autocreada por la mente”.
Esta es la explicación de Xenti acerca del infinito.

La energía de Xenti y las demás galaxias se va uniendo a la de los maestros solares, los
Rishis y los otros integrantes del ejército del Padre para llegar al alma.

“Arrojen en mi energía todas sus angustias, culpas y terrores”, le dice Xenti a los
comandos.

“Soy el infinito porque desde mí se puede tener la perspectiva de la finitud del mundo
demoníaco”, afirma la galaxia.

“Solo desde el infinito es posible trascender los abismos infernales, porque el infinito
derrama la Gracia del Padre, que es la que te llevará al reencuentro con el alma”, dice Xenti.

“Yo te prestaré la más grande de las ayudas –promete Xenti– te ayudaré a despojarte”.

“Las galaxias, los Rishis, los maestros te estamos transmitiendo la enseñanza y la energía
para que puedas comprenderla.
¿En qué consiste la enseñanza? En que aprendas los dos mundos, el de Athón, del que
debes salir, y el del Padre al que debes llegar.
Este es el único aprendizaje que hay que realizar en Athón, mirar en el interior la ciénaga
que lo habita, que es Athón, una ciénaga atravesada por incontables laberintos donde habitan
los demonios de la fascinación y de la amenaza, del castigo, del enorme sufrimiento, de la
aniquilación, de los placeres y de las ilusiones, de todo aquello que por apego o rechazo te une a

121
Athón. Y esta ciénaga tiene sus leyes ocultas, desocultarlas para conocer como funciona el
infierno es la única manera de salir de él.
Conéctate profundamente con El Padre para que esta energía te permita develar la
enseñanza”.
Esta fue la parte inicial de la enseñaza que enseñó Xenti.

“Estoy mirando un ánfora custodiada por dos seres celestiales. Miro en su interior y veo el
universo del Padre.
Como ánfora se me presentó Xenti”.
Testimonio de un comando.

“Estoy con Xenti, visto una túnica blanca y caminamos por el infinito.
“No mires para abajo porque el pulpo de Athón te atrapará con sus tentáculos y te arrojará
al abismo”, me dice Xenti.

“La energía de Xenti en forma de espiral me saca de Athón y dejo atrás la ciega
demohumanidad”.

“Veo una telaraña que me atrapa y que me va inyectando locuras más refinadas en mi ya
posesa mente, y nuevas formas de terror, de ira, de angustia me invaden.
La energía de Xenti se presenta como una inundación de amor que reconoce y abarca mi
alma que toma conciencia de la eternidad mientras la telaraña huye a mayores profundidades”.

“¿Cómo se le puede poner límites al sufrimiento?”, le pregunto a Xenti.
“Poniéndole límites a la ilusión”, me responde la galaxia.

“Estoy navegando en Xenti y en el viaje me acompañan muchas conciencias”.
Xenti dice que cada una tiene su propio viaje, ya que tiene que ir desandando su infierno
privado.

Xenti viene montada en el elefante Ganesha y el dios me dice:

122
“Pelea por la alegría, aunque no la conozcas, ella te conoce a ti y quiere que seas uno de sus
combatientes”.

Xenti no participa de la espacio-temporalidad del plano binario por eso se presenta sin
ninguna imagen.

Un collar de demonios me atenaza el cuello para que no pueda elevarme.
Una voz, que reconozco como la de Xenti, me dice:
“Soy el infinito”.
Comprendo y me quito el collar.

“Llegar al estado de silencio –dice Rasbik– es una gran victoria sobre el estado demoníaco,
a partir de allí la conciencia va cambiando totalmente”.
Me sumerjo en el silencio que me lleva a vivir experiencias inimaginables.

“Fúndete en mi silencio y encontrarás siempre las verdaderas respuestas”, indica Rasbik.

“En el silencio la energía se mueve y comienza la experiencia”, nos advierte Rasbik a los
comandos.

“Las palabras son los tormentos demoníacos.
En el silencio mueren las palabras y empieza El Padre”.
Esto lo dijo Rasbik en el silencio.

“Yo Soy el silencio.
Yo Soy el encuentro del alma con El Padre”.
Lo dice Rasbik pero todos somos el silencio, el encuentro del alma con El Padre.

Se presenta una nube blanca como el lugar de encuentro con El Padre.
Siento que llego allí y mi misión es expandir el silencio.

123

Rasbik me dice que debo escuchar a los demonios para identificarlos como demonios,
luego vendrá el silencio.

Dice Rasbik:
“Mi Energía será la del silencio, ya que sin el silencio no podrán escuchar las instrucciones
del Padre”.

Rasbik es una energía que une lo disperso en el alma.

El silencio es el vacío de demonios.

El silencio es una energía dorada que me va envolviendo para hacer posible el rescate del
alma.

Rasbik transmite la energía de la Madre Divina.

Rasbik es el silencio de la mente y el silencio de la palabra que se dispara sin carga para
pasar desapercibida a los demonios que intentan distraerla.

El silencio es la posibilidad de conexión con El Padre.
“Yo Soy el silencio”, revela Rasbik.

En la ausencia total de sonidos, tanto los de afuera como los internos, el reencuentro con El
Padre será pleno, la conexión directa y sin interferencias.
El silencio es la única forma de comunicación con la divinidad.
“La debilidad de los demonios –explica Rasbik– es que no conocen el silencio. Athón es
poderoso, envolvente en palabras, pero ante el silencio sus gestos y aullidos son impotentes, su
fascinación se pierde y en el silencio solo puede escuchar su muerte”.

Todo es silencio en la meditación.

124

Los demonios llegaron astutos, impertinentes a la vida, los invoqué sin saberlo y ellos no
se mostraron y creí que era yo quien sufría, lloraba, aullaba, imploraba, y era adormecido en las
insensatas euforias. Hasta que con Rasbik llegó el silencio y con el silencio esa energía de fuego
que incinera la oscuridad. Los sobrevivientes están huyendo.

Rasbik explica a todos los comandos que no se confundan con el mensaje de las religiones
porque el camino de la espiritualidad no está en este plano.

En tiempos muy lejanos me retiré al desierto porque creí que el desierto era el sinónimo del
silencio. Pero en el desierto me encontré con el Gran Demonio que me ilusionaba con oasis
inexistentes que me desviaron del camino de regreso al alma.
Ahora Rasbik me dice que el silencio no está en el desierto sino en El Padre. El silencio es
simplemente la presencia de esa luz que todo lo abarca y transforma y donde todo deja de tener
nombre, de habitar en el tiempo y el espacio, y de existir en la materia.

En el silencio está la Verdad porque es la propia Conciencia del Padre la que está presente.
En el silencio escuchamos al Padre y somos El Padre en la fusión con su omnipresencia.

Un Buda de piedra.
El silencio.

Hay dos momentos en el silencio.
El primero es cuando se callan los demonios y el segundo cuando llega El Padre.

“Aún el que sabe tiene que aprender.
Hay mucho más”.
Esto le dice Rasbik a los comandos.

125
“Les daré mi ayuda cuando me invoquen pero la ayuda que les brindaré no es la que
puedan desear para mejorar su situación en Athón sino la que necesiten para purificarse y
reencontrarse con su alma”.
Este fue un mensaje de Frakis.

“En tu búsqueda seguramente encontrarás obstáculos, pero no te preocupes, ya sabes
adonde vas y eso es lo único importante. Cuenta conmigo”, le dice Frakis a un comando.

“Cada galaxia tiene su particularidad –explica Frakis– la mía es una energía protectora”.

“Athón con su poder los ha humillado desde la caída, pero cuando yo entro en contacto con
el planeta, Athón se humilla a sí mismo”.

“Experimento a Frakis, y ahora entiendo que es la omnipresencia”, revela un comando.

“Durante todas mis vidas aspiré a ser un demonio y ya faltaba poco para la alquimia final
cuando El Padre me envió a las galaxias a rescatarme. La asistencia divina llegó porque yo la
había pedido. En el límite de ser un demonio me aterré. Frakis me dio la fe necesaria para
seguir este camino.
Confesiones de un comando al maestro Yukteswar.

“Cuando temas flaquear, refúgiate en mí”.
Es el mensaje de Frakis.

Frakis es una energía muy intensa que barre cualquier obstáculo que pueda presentarse
cortando los circuitos del Gran Demonio.

Dice un comando que siente a Frakis como la conexión de su alma con otros universos
porque constituye la fuerza imantatoria que posibilita despegar de Athón.

126
“Mientras permanezcas en el plano –me dice Frakis– permanentemente caminarás en una
cuerda floja, solo la fortaleza te dará el equilibrio necesario para no caer y que puedas llegar al
final del trayecto.
Acudiré a tu llamado cuando sea necesario, esa es mi misión”.

Soy un comando y le pregunto a Frakis acerca de la locura.
“La locura es la entrega incondicional a la oscuridad”.
“¿Y la devoción?”.
“La devoción es la entrega incondicional al Padre”, responde la galaxia.

Sentencia Frakis:
“Todo en Athón es inestable.
Solo El Padre Es”.

Voy cabalgando en la oscuridad, por la armadura puedo ser un caballero medieval, me
rodea una enorme pero habitual oscuridad, conocidos demonios gritan y se burlan, algunos los
espanto con la espada. De pronto otro caballero, inesperadamente luminoso, se pone a mi lado y
su luz me envuelve.
Sorprendido, le pregunto quién es y qué quiere.
“Soy Frakis y quiero llevarte a la luz”, me responde el caballero mientras cabalgamos
juntos.

En la meditación se presenta un gigante oscuro y con voz amenazante me exige que
abandone el camino pues si no lo hago me decapitará, esto es lo que dice el gigante oscuro
mientras enarbola una espada.
En medio de mi incertidumbre aparece un gigante luminoso y sin establecer diálogo alguno
decapita al gigante oscuro.
“Soy Frakis”, me dice el gigante luminoso tomándome de la mano para continuar el
camino.
Una lluvia de Gracia nos acompaña en el camino.

127
“Estamos bombardeados por aquel que trata de destruir cualquier tipo de acercamiento a la
Presencia Divina.
El discernimiento es imprescindible en esta etapa porque cuando el comando logra el
discernimiento ya no habrá dudas y su intenso gozo lo llevará a la plenitud”.
Testimonio del comando que va caminando con Frakis.

Frakis me da una flor de un color y un aroma que solo pueden provenir de un plano divino.
“Yo soy El Padre”, me dice la flor.

Frakis me dice que El Padre sabe de la dificultad de la experiencia pero como toda
dificultad desaparece cuando se descubre el encantamiento en que está montada.
“¿Cuál es ese encantamiento?”, le pregunto a Frakis.
“Te pongo un ejemplo, seguramente alguna vez te has encantado con los trucos de un
mago. ¿En qué consiste su juego? En desviar la atención de tu mirada para que no veas cómo
está construyendo la trampa. Si te das cuenta, o alguien te explica cuál es la maniobra, el
encantamiento desaparece. Lo mismo hace el Gran Demonio”.
“¿Y cómo deshacer el encantamiento?”, insisto.
“No te fijes en el mundo, que es su juego, sino concéntrate en sus manos”, me responde,
quizás enigmáticamente para mi actual grado de discernimiento.

“Si no puedes llegar al silencio, yo me ofrezco como refugio”, me dice Frakis.

La demohumanidad, prisionera en Athón, está viviendo una época de enormes


sufrimientos.
Tengan fe, el Plan del Padre está en marcha, y en menos tiempo del que suponen Athón
solo será el recuerdo de una pesadilla que no debió ser.
Con estas palabras se presenta Ramnis.

Dice Ramnis:
“Permanece en conexión con El Padre quien te guiará en el camino, y en el caminar el
camino te llenará de luz”.

128

“Llega a mí –me pide Ramnis– porque seré el lugar donde tu alma se entregará al recuerdo
del Padre y donde Athón empezará a desintegrarse en tu corazón”.

“Yo Soy el río cósmico que sientes transitando en tus chakras”, me dice Ramnis cuando
como una corriente de agua divina ingresa en mi interior.

“¿Aceptas venir a otros mundos?”, me pregunta Ramnis y como no dudo en aceptar pronto
me encuentro con mi alma, que aunque lejana, comienza a insinuar su existencia.

“¿Cuál es la experiencia?”, le pregunto a Ramnis.
“No hay experiencia, solo hay Padre”.

“Solo tienes que identificar al demonio como demonio y habrás resuelto la clave del
camino”, me da la solución Ramnis a todas mis incertidumbres.

“Debes estar convencido que no habrá por siglos o milenios otra oportunidad como ésta
donde todas las energías del Cosmos se unen para reestablecer el equilibrio. No pierdas la
oportunidad de ser parte consciente de este proceso”.

“El mundo existe en la medida en que lo creas.
Abandona la idea de mundo y el mundo desaparecerá”.
Eso me dijo Ramnis.

“Está alerta al llamado del Padre”, advierte Ramnis.

“Aprende a vivir sin Athón, ese es el principal aprendizaje de Athón”, enseña Ramnis.

“La guía del camino es la energía divina y si la sigues con fidelidad y discernimiento en tu
conciencia se revelará la maravillosa sabiduría que apartará la ilusión que te ciega y te revelará
el rostro del Padre”.

129
Esta es otra enseñanza de Ramnis.

“En el silencio desaparece el movimiento y comienza el fluir hacia El Padre”.
“Ramnis –le pregunto–, ¿qué se necesita para viajar en este fluir?”.
“Todo lo que necesites te será provisto en el transcurrir del mismo viaje”, me explica la
galaxia.
“¿Qué es ese fluir, Ramnis?”.
“La Gracia del Padre que es la eterna quietud que en el camino vives como fluir”.

Ramnis se presenta como una energía de una sutileza inimaginable en el plano de Athón.
Es tan sutil que puede viajar sutilmente por todos los universos del Padre y viene viajando
desde tiempos también inimaginables en el plano de Athón.
Servidora del Padre, la galaxia llegó a Athón en un primer y último viaje porque su misión
es colaborar en la disolución del planeta y en la liberación de las almas.

Ramnis, a medida que se despliega va despejando los velos de Athón.

“Debes modificar el sonido con que registras el mundo”, me dice Ramnis.

“Los universos del Padre están a tu servicio, pero la liberación de tu alma la debe decidir tu
alma”, concluye Ramnis mostrándome mi alma libre ante los dos mundos.

“Atreverse es la consigna.
Hay que invertir la mirada para mirar a Athón que se oculta y soportar la visión de un
degradado rostro.
Este atreverse y soportar es el inicio del camino.
Después de descubrir la verdad de Athón debes mantener atenta la mirada en El Padre, es el
único secreto para que no haya fracaso”, dice Chandit.

“Acéptame y yo disolveré la ignorancia que te captura en el interminable sufrimiento”, me
solicita Chandit.

130
“Soy el instante final en que se define la experiencia”, anuncia Chandit.

“Si llegas al Padre a través mío lo harás por el camino del gozo divino”. Chandit se
presenta como un esperanzador camino

“Déjate acompañar por el amor profundo.
Vista desde Athón la experiencia puede pensarse como dura y riesgosa.
Vista desde el otro lado se experimenta el gozo de la única experiencia posible y todo lo
demás se disipa”.
Son palabras de Chandit.

Chandit se me presenta como una energía femenina que transmite la bendición de la Madre
Divina.
“Bienaventuradas las almas que experimentan el gozo de renacer en El Padre”.

El gozo en Chandit es inexplicable porque ese gozo es una experiencia perdida en Athón,
por eso la galaxia me dice:
“Este gozo del que te hablo es desconocido por la conciencia que recién despierta.
Llénate de él.
Fúndete en él.
Déjate llevar.
Sé dócil.
Así recuperarás el gozo.
Cuando comiences a volver al gozo
experimentarás algo sorprendente, desconocido,
el amor al prójimo,
y este amor profundizará tu gozo.
Y en el gozo profundo por el amor al prójimo empezarás tu viaje.
Es el viaje de tu conciencia viajando a la Conciencia del Padre, a la eternidad.
Entonces te olvidarás de Athón.
Esta experiencia no es en el tiempo,
es aquí y ahora,

131
es el gozo pleno en El Padre que viene después del dolor.
Cuando llegues a la experiencia del Amor Puro en su plenitud inevitablemente se abandona
el plano porque esta energía, que es El Padre en su Presencia Viva, no puede convivir con la
energía del odio que con sus múltiples disfraces es la única que existe en Athón”.

Las galaxias cumplieron la misión que les encomendó El Padre de ofrecerles a los
comandos la energía y la enseñanza para ir al rescate de sus almas. Brahma, Shiva y Vishnú
aprueban el descenso a los cementerios de Athón.

132
430

El Gran Demonio se mira en el espejo que adorna la casi totalidad de la pared de ese
elegante departamento reciclado, su construcción pudo ser en los años ’30 del siglo pasado,
ubicado en el Barrio Latino de Paris.
El Señor de la Oscuridad elige esta imagen para habitar porque se encuentra un poco
saturado de aquel campo de Kurukshetra donde está instalado el centro de operaciones de su
ejército.
Ahora refleja en el espejo el rostro de un noble perverso que luce una robe de chambre roja
y lentamente va arrojando el humo de su finísimo cigarrillo rubio contra el espejo hasta que lo
cubre con algo así como una bruma y su imagen se termina disfumando.
Se da vuelta y clava sus ojos en Alessandra que reposa lánguida en un sillón de terciopelo
bordó, mirando en el Aleph el movimiento del ejército del Padre. Sobre un fondo de luz se
despliegan las galaxias que según los informes de inteligencia del ejército de Alcibíades
acompañarán a algunos athonianos renegados a rescatar su almas enterradas y fragmentadas en
los cementerios de Athón. Gira la mirada y observa unidades especiales del ejército de su Señor
cubrir estratégicamente el área de los cementerios.
Alessandra no puede ocultar un gesto de indiferencia que no pasa inadvertido para el Gran
Demonio, pero el Señor de la Oscuridad no dice nada, calla como siempre lo hace ante las
impertinencias de Alessandra.
¿Qué podría importarle a Alessandra esta estúpida guerra? Ella era un ser que pertenecía a
las creaciones de los universos del Padre y que por vivir una aventura con ese ángel caído había
renegado de su Origen, desprendiéndose de él, convirtiéndose en la Venus Negra, para crear
este ridículo engendro que es Athón. Una travesura que estaba llegando a su fin, sigue pensando
Alessandra mientras las galaxias en el Aleph continúan su indescifrable juego.
¿Qué sería de ella después del final? Alessandra sonríe. ¿Acaso importaba? No saberlo y ni
siquiera sospecharlo era parte de la aventura. Es posible que a ella y al ángel caído, como a dos
niños traviesos, El Padre les diese chas-chas en la cola, los privase del postre y de jugar al play
station, y todo volviese al Origen como si nunca hubiese pasado nada.
El Gran Demonio tomó el celular y se comunicó con Gonzalo Fernández de Córdoba que
lo reemplazaba como Comandante en Jefe mientras él se refugiaba en esa imagen parisina.

133
“Gonzalo, habla tu Señor”, y Gonzalo desde el otro lado de la comunicación, quizás por
reflejo, hace un gesto de reverencia antes de mostrarse solícito a lo que su Señor le ordenase.
“Elige, Gonzalo, unidades especiales del ejército de Tamerlán y que ataquen a la Tierra,
torturándola hasta desequilibrarla y desequilibrar a los athonianos para que, desesperados, se
me entreguen en pactos incondicionales. Es necesario quebrar a este planeta en terremotos, que
vomiten sus volcanes hasta vaciarse, que soplen huracanes devastadores, que arrasen los
tsunamis, todos los elementos deben enloquecer, quiero inundaciones, incendios, catástrofes.
¿Entiendes, Gonzalo?”.
Alessandra simula sorpresa al preguntarle.
“Mi Señor, por qué quieres seguir torturando a la Tierra? ¿Ya no la destruiste por dentro y
por fuera? ¿No la arrastraste al más terrible sufrimiento que puede tener un planeta al haberle
robado las almas que El Padre les había encomendado para que evolucionasen en ella y
arrojarlas al infierno?
Mi Señor, no lo haces para provocar el pacto incondicional de los athonianos, si eso ya lo
tienes, sino para seguir saciándote con tu sed de venganza”.
“Es cierto, Alessandra, ante Gonzalo y los otros puedo mostrar indiferencia ante este
planeta casi muerto, pero ante ti no puedo ocultar este odio que me consume. Ya sabes,
Alessandra, que si la Tierra hubiese aceptado el pacto que le propuse, hoy sería otra historia, no
estaríamos aquí acorralados por el ejército del Padre esperando nuestro final”.
“Recuerdo, Mi Señor, aquella reunión con la Tierra, le propusiste que renegase del Padre y
entonces no hubiese sido necesario Athón, lo hubiese abortado. Con la Tierra de tu lado yo
hubiese sido innecesaria y te hubieses lanzado con ella a expandir la rebelión a los otros
planetas, primero del Sistema Solar, y luego de los otros universos”.
“Un fantasma recorrerá los universos, el fantasma del Gran Demonio, era mi consigna”.
“Pero la Tierra se negó a ser el planeta rebelde y tu proyecto fracasó, Mi Señor”, dice como
en un susurro Alessandra.
“Solo me queda torturarla, aunque la peor tortura solo puede apaciguar una infinitésima
parte de mi odio”, desliza el Gran Demonio las palabras a los oídos de Alessandra.
“Mi Señor, no solo la odias porque se negó a la rebeldía sino porque fue tu amante
imposible, querías poseerla, que sus hijos fuesen tuyos, pero te rechazó, Mi Señor”.
El Gran Demonio se desploma en un sillón azul frente a Alessandra.

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431

“Estoy releyendo el Bhagavad-Gita y como en el relato de los Rishis que estamos


protagonizando, y antes el de los maestros espirituales y el de los niños, y en los Vedas, en los
Evangelios o en cualquier libro sagrado, solo hay un tema desplegado, reiterado, mostrado en
todas las aristas posibles, la oposición entre lo divino y lo demoníaco, y el alma eligiendo uno
de esos caminos, elección trágica por su desgarramiento, confusa por la tentación y
fundamentalmente terrible porque no se hace desde una equidistancia entre lo uno y lo otro,
sino desde el fondo del abismo que entorpece, ciega, alucina”, dice Ana Lucila ante Krishna y
sus compañeros reunidos precisamente en ese abismo, los cementerios de Athón.
“Creo que debemos mirar a mayor profundidad la conciencia del athoniano, es evidente
que desde la exterioridad es un ser banal, alienado en distracciones pueriles, pero en capas más
profundas replegadas en el inconsciente, la zozobra de la condición demoníaca aparece de
pronto como un fulgor, en el gesto, en la media palabra, en el silencio. Es algo tal vez
inmediatamente negado, no soportado, enmascarado por ilusiones en las que no se cree
demasiado, pero que son necesarias para soportar la vida”, aporta Manuel.
“¡Soportar la vida! –enfatiza Chiara– lo que dices, Manuel, me parece que estalla como una
revelación que el athoniano vive dolorosa y permanentemente pero no se atreve a asumir, que
su vida, la cotidianeidad, no es más que el denso soportar, un soportar que no sabe lo que
soporta, esa es la tragedia”.
“Hubo athonianos con un vislumbre de este existir incomprensible, me acuerdo de Fedor
Dostoievsky diciendo que en el corazón del hombre se enfrentan Dios y el Demonio, pero que
no supo qué hacer con esa revelación, lo desbordó, siguió creyendo que eran tres, Dios, el
Demonio y él, Fedor Dostoievsky, el escritor, el personaje”, afirma Nicolás.
“¿Sabes, Nicolás, donde corremos el riesgo de confundirnos? –se dirige Manuel a Nicolás
que acaba de hablar– en que todavía no sabemos qué es vivir en Athón porque aún no entramos
al planeta, solo lo estamos viendo desde otro plano. Esta es la causa por la que cuestionamos al
athoniano, si lo cuestionamos, aunque no nos atrevamos a reconocer totalmente que lo estamos
cuestionando, como si esta desdichada conciencia posesa pudiese hacer otra cosa que lo que
hace. Te digo esto, Nicolás, porque Fedor Dostoievsky en pleno siglo de las más profundas
autoafirmaciones egoicas de la historia, el darwinismo, las revoluciones, la tecnociencia,

135
Nietzsche y el superhombre, un mundo fáustico a devorar por esa criatura que lo habitaba, y no
había nadie más que esa poderosa y avasallante criatura devoradora, ni dioses, ni demonios, y
en medio de eso alguien se atreve a intuir a Dios y al Demonio en el corazón del hombre me
parece sorprendente, maravilloso, una grieta al compacto mundo que había construido el Gran
Demonio”.
“Lo que dices, Manuel es esperanzador, y la esperanza nace de la desilusión”. Habla Chiara
y hace un silencio para concentrar sus palabras y después del silencio sigue: ¿Qué es la
desilusión? Haber perdido la ilusión. ¿Y esto no es esperanzador? Creo que sí,
maravillosamente esperanzador porque, como afirmaste Manuel, esta maravilla es la grieta que
se produce al ilusorio mundo demoníaco, es la fisura a la ilusión”.
“La ilusión fisurada es desesperanza, pero al quebrarse la ilusión en la desilusión por esa
fisura puede empezar a vislumbrarse la verdad de Athón, que atrás de la ilusión está el Gran
Demonio, ese Mago Fabricante de irrealidades”, dispara Krishna.
“Dostoievsky vio a Rusia demonizada por el nihilismo. Y a mi criterio Los endemoniados
es su obra más reveladora e inevitablemente la más criticada del escritor ruso. Allí, en las
figuras de los revolucionarios, ve la conciencia absolutamente posesa, sin intereses propios ni
sentimientos, sin conciencia de sí. Todo está destinado a la revolución, a la demonización”,
enuncia Ana Lucila.
“El límite de Dostoievsky es que no pudo comprender que esta situación posesa no era
patrimonio de algunos sino de todo athoniano”, muestra Nicolás.
“No le podemos pedir más, que desde el centro de la ciénaga, sin más ayuda que un
pequeño vislumbre intuitivo, haya quitado, aunque solo sea un velo de Athón en ese siglo XIX
me parece maravilloso”, insiste Manuel.
“En el Bhagavad-Gita reiteras, Krishna estas dos naturalezas, la divina y la demoníaca a la
que llamas asúrica”, dice Ana Lucila.
“La asúrica o demoníaca es la única reconocible en Athón –declara Krishna– ya que
hipocresía o arrogancia, orgullo, cólera, ignorancia, irritabilidad son las características
comunes, visibles, o a veces encubiertas, de cualquier demohumano”.
“Estoy conociendo bastantes demohumanos –dice Chiara, a quien no le queda otra
alternativa que conocer demohumanos para poder convivir en Athón cuando nazca en el
planeta– y no conocí a nadie que no reúna todas esas características”.
“Estuve viendo en el Aleph a las galaxias instruyendo a los comandos –interviene Manuel–
y estas características que enuncia el Bhagavad-Gita no son sino las máscaras del odio”.

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“Estuve explorando la vertiente judeo-greco-cristiana del pensamiento athoniano y me
resulta claro que la máscara más visible del odio es la culpa”, informa Ana Lucila.
“En el judaísmo es evidente, además basta leer la tragedia griega, Edipo y compañía, y la
culpa está presente en toda su intensidad”, añade Chiara.
“Observen a los creyentes de una iglesia católica –el observador es Nicolás– y se
golpeaban el pecho diciendo en una oración, por mi culpa, mi grandísima culpa”.
“La culpa es una de las leyes clave de Athón que impuso el Gran Demonio –aclara
Krishna– ya que la participación inevitable en el mundo regido por Athón lleva al tema de la
culpa”.
“¿Cómo es eso, Krishna?”, pregunta Chiara con sumo interés.
“En Athón no hay verdad, si tengo, por ejemplo, tres opciones ante una circunstancia,
cualquiera que elija es un error y ese error, inevitable del acto oscuro deja como sedimento la
culpa”, busca explicar Krishna pero la mirada de cierto desconcierto de los Rishis lo obliga a
continuar la explicación.
“Un athoniano tiene ante sí, en determinado momento de su vida, las opciones de estudiar
medicina, dedicarse a los negocios o apostar a convertirse en un futbolista profesional, ya que
tiene buenas aptitudes para ese deporte. Cualquiera de las opciones que elija será errónea, ya
que toda opción en Athón parte de un pacto, y tiene como resultado la posesión demoníaca que
inevitablemente lleva al sufrimiento, es errónea más allá del éxito o el fracaso de la empresa.
El athoniano sumido en el inevitable vacío que el generó el acto-pacto se torturará
culposamente suponiendo que si hubiese elegido otra opción su vida sería de otra manera, más
plena, más feliz, o por lo menos no tan desdichada”.
“Este es un ejemplo oculto de la culpa, hay otros mucho más visibles, ligado a lo que se
conoce como remordimiento, el que abandona a su mujer y a sus hijos tras los pasos de una
vedette, el que pierde su fortuna en el juego, el que mata a otro”, señala Nicolás.
“No importa si el acto que genera la culpa es transgresor o no, no es esa la cuestión, sino
que todo acto porque es un pacto lleva como aditamento la culpa”, sostiene Krishna.
“En el Comentario dices, Krishna, –recuerda Manuel– que la culpa, entendida en términos
energéticos, es el sedimento del acto-pacto”.
“Este sedimento es un demonio que genera la situación culposa, el demonio de la culpa y
que siempre está presente como resultado de cualquier acto, es un demonio que viene con un
paquete de demonios consecuencia del pacto”, resalta Krishna.

137
“¿Qué persigue el Gran Demonio con este demonio tan específico de la culpa y que está
siempre?”, pregunta Chiara.
“Nuestro amigo el Gran Demonio es muy astuto, al instalar este demonio de la culpa
impide la comprensión del acto”.
“Comprender el acto –sigue Chiara– es comprender el pacto y esto es lo que menos le
interesa al Gran Demonio”.
“Este demonio destruye la circulación de energías, el athoniano queda ligado al mismo
mirando atrás”, concluye Manuel.
“¿Se dan cuenta en qué clave demoníaca se entendió el pecado o pacto original del Antiguo
Testamento?”, interroga Krishna.
“Impresionante –exclama Ana Lucila– las conciencias quedaron fijadas a una culpa
ancestral”.
“Y aunque aparentemente el pecado original pasó de moda, en lo profundo del inconsciente
ese demonio sigue vivito y coleando”, descubre Manuel.
“Y ahí tienen origen, por eso lo de original, todas las culpas, estás fijaciones demoníacas de
la conciencia”, explicita Krishna.
“Es notable como la teología está impregnada por esta conciencia de culpa”, comenta
Manuel que estuvo leyendo a Sören Kierkegaard, el torturado danés que se adentró en la
cuestión del pecado original.
“Es impresionante –vuelve a repetir Chiara la expresión impresionante– en el siglo XXI,
posmoderno como le dicen, capaz de romper todos los prejuicios, escuché decir a una señora
muy avanzada en ideas que no tenía ningún inconveniente que su hijo le presentara a su novia
travesti, y sin embargo esta sociedad aparentemente tan liberada y transgresora, en el fondo de
su inconsciente vive encadenada a la versión demoníaca del pecado original, la culpa irredenta”.
“Ya lo dije –insiste Krishna– todo acto-pacto tiene como consecuencia el demonio de la
culpa, que a su vez tiene origen en el pacto original”.
“¿Como la culpa no es más que otra máscara del odio?”, pregunta Ana Lucila.
“El odio devora a los otros, la culpa devora a quien la soporta, es el mismo demonio”,
sentencia Krishna.
“Uno de los modos de entender este relato es la decodificación divina del pacto original”,
piensa Manuel.

138
“Los comandos que están listos para el rescate del alma saben que solo el encuentro con el
alma libera la culpa. ¿Y qué es la culpa sino el mismo Gran Demonio desgarrado por su pérdida
del Padre?”, llama Krishna a la reflexión.

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432

Es un simple arrojarse, ¿adónde me arrojo?, a un caer incierto, pero en ese caer no hay
temor, están las voces cálidas y reconocibles de Brahma, Shiva y Vishnú, el esplendor de las
galaxias, el ejército del Padre, Rishis, avataras, maestros y me dejo llevar.
Y me llevan hasta un camino neblinoso, un camino que bordea un abismo y de ese abismo
se desprende una escalera de piedra negra, demasiado empinada, y no tengo dudas que debo
empezar el descenso.
¿Siglos?, ¿segundos?, no tengo conciencia de la duración de ese bajar, es como si lo
interminable se hubiese condensado en un instante, tal vez interminable fue el recorrido de ida y
solo un instante el regreso, no sé, todo es confuso por eso solo es un tal vez.
De pronto mi mente se abre en un río negro y las galaxias me dicen que no tema hundirme
en sus profundidades, que ignore las voces que me advierten que me ahogaré en su negritud.
Cierro los ojos y me hundo, pero las galaxias me dicen que el camino de descenso solo se
puede realizar con los ojos bien abiertos. Los abro y en un fulgor lo veo, lo siento más que lo
veo, es el Gran Demonio con un gesto de sorpresa. ¿Quién puede atreverse a usurpar el mundo
donde es el amo absoluto? No me detengo y sigo avanzando montado en nubes negras.
Y esas nubes me terminan arrojando a la boca de un volcán. Trato de escapar porque me
invade el terror que esa boca me va a tragar, pero la voz de las galaxias me detiene.
“No huyas, detente, siéntate con calma y medita en el interior de esa boca, mantén la
conexión profunda con nosotras y en la lava verás algunos de tus mundos, lo que fuiste y te
sigue torturando, y concentrado en la lava, en esa violenta erupción de lava que lleva hasta
donde no la veo pero no me toca, solo la veo y me veo arrastrándome en una catacumba y llego
a la salida donde me sorprendo porque me encuentro con una ciudad muy extraña pero que
poco a poco voy reconociendo, Roma y soy un guerrero de sus legiones pero de pronto una
niebla transforma la ciudad, Wall Street, New York, la pujanza del capitalismo avasallante.
En Roma, en New York, quedaron prisioneros fragmentos de mi alma, allá están atrapados,
en los demonios arrogantes de la batallas, en la sangre congelada de los muertos, y con Julio
César llegamos a Egipto, era uno de sus generales, y allí viví el sopor del vino y la lujuria. ¿Qué
mayor poder que el de Roma conquistando el mundo? Y en ese poder quedaron muchos
fragmentos de mi alma que ahora reposan en los cementerios de Athón, y también quedaron en

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Wall Street, en las bocas de fuego de las ambiciones, en esas bocas de George Washington y
Abraham Lincoln saliendo del vértigo de los dólares, pero más allí de Roma en Egipto me
revela en sus arenas otra tumba muy profunda, donde fueron quedando otros pedazos del alma.
Camino por el desierto y las aguas del Nilo parecen quebrarse víctimas de otro poder, no
como el de Roma que conquista territorios, reinos, tesoros, sino un poder mucho más profundo,
el que dominaba el espacio de los dioses, de los muertos, del infierno. El poder de las alquimias,
de gobernar los astros que gobernaban los destinos, y el desierto me va llevando al templo
donde puedo leer los jeroglíficos que dicen los secretos y en el centro del templo, rodeado de
dioses, está el cofre lleno de joyas que encierran los arcanos del universo.
Tomo conciencia y le pido a las galaxias que abran el cofre, y mostrándose entre las joyas
surge un ser luminoso, que es un destello de mi alma, pero cuando quiero fusionarme con esta
parte de mi esencia las galaxias me detienen.
“Todavía no puedes, no ha llegado el momento, debes seguir el camino”.
Me desconcierto, “¿por qué no puedo fundirme con el ser que es mío?”, pregunto.
“Precisamente por eso, porque lo crees tuyo. ¿Y quién eres sino un demonio que quiere
apropiarse del alma?”.
Comprendo que en el cofre estaba todo lo que Athón me podía ofrecer, y por esa ilusión
entregué destellos divinos de mi alma.
El templo desaparece y me encuentro en la noche, mirando la figura casi oculta de un lago.
En un monasterio cristiano medito con los demonios, mi rostro lo cubren espesos velos, y
en ese rito iniciático los demonios me piden la entrega absoluta, la identificación plena con
ellos. Las galaxias, amorosamente, me quitan los velos y sin velos aparece algo de mi alma que
permanece en mí que los mira y los demonios huyen porque no pueden soportar la mirada
aunque sea de un infinitésimo del alma porque se quemarían.
Pero mi demonio personal permanece, a él mi alma teme mirarlo, un viento que se va
transformando en tempestad me impide moverme pero las galaxias me recogen y me llevan a
mi celda en el monasterio.
En la celda está mi cadáver con un puñal clavado en el corazón, permanece allí desde mi
suicidio.
En el cadáver está muerta la conciencia de mi alma.
La intuición me dice:
“Lo que uno piensa que fue siempre pasó de otra manera.
Las imágenes que se ven siempre son engañosas.

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Todo lo que ocurre no tiene más importancia que la importancia de ser parte de un juego
demoníaco.
En el pacto original entregué el 50% de mi alma y en los otros, vida tras vida, fui dejando
el resto.
En esta región del abismo aparecen las sombras primeras, el cazador primitivo, el guerrero
salvaje, el brujo ancestral y con profunda tristeza, en sus risas violentas, en los ritos grotescos,
en los canibalismos y matanzas me muestran, desdichados, la embriaguez de la caída.
Nunca hubo otra cosa, ni en Egipto, ni en Roma, ni en Wall Street, ni en el inquisidor
medieval de torturas y cuerpos incendiados, y también en los intelectuales que siguieron, no
hubo otra cosa que la embriaguez de la caída.
¿Entregar el alma al Gran Demonio fue el pecado? Si el alma es El Padre es al Padre a
quien entregué y sigo entregando.
Presiento su mirada, la reconozco, es ese mirar que me mira desde siempre, en cada acto,
en cada gesto, ese mirar que me miró en mis muertes en una mirada conforme de quien muestra
en sus ojos la satisfacción del deber cumplido. Me atrevo yo también a mirarlo, está allí en esa
cueva y hace un gesto entre la sorna y el desagrado.
“Se puede perdonar al enemigo pero no al hermano que traiciona”, me dice con un tono de
sentencia, pero una sentencia que deja abierta la puerta del arrepentimiento. Siempre fue así, me
conoce bien en mis rebeldías y quizás ésta sea una rebeldía más de la que luego pediré perdón y
tendré otra oportunidad.
“¿Por qué me dices que soy tu hermano?”, lo encaro con la indignación de quien es víctima
de un infundio. ¿Cómo mi demonio personal podía atreverse a decirme que yo era su
hermano?”, eso es mi furia que observa divertido.
“¿Quién crees que eres? Alguna vez, en tiempos fuera de la posibilidad de tu recuerdo, nos
empezaste a entregar el alma y hasta este instante lo sigues haciendo. ¿Y sabes por qué? No te
confundas, no fue por poderes y placeres mundanos, o por alguna otra tontería sino porque
querías ser uno de los nuestros, ser como nosotros. Te dijimos que no era fácil pero no
imposible, y cuando Nuestro Señor te aceptó me envío a mi para que te custodiara, te guié, te
llevé por los duros caminos de la iniciación demoníaca. Y fuimos, mi hermano, permíteme que
te diga hermano, cómplices en la hermosa aventura de vivir como athonianos. ¿Revives en tu
mente cuando gozamos con las prostitutas de Bizancio? Estábamos más unidos que nunca
cuando miramos curiosos a ese crucificado de Jerusalén. Matamos en muchas guerras, y
también te acompañé en tus muertes, guiándote por los laberintos del infierno, y te fui

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mostrando la salida en los pactos de nuevos nacimientos. Te conecté con otros hermanos muy
importantes, los demonios intelectuales, y en algún momento fuiste uno de ellos, y nos
embelesamos con teorías, con visiones que dominaron las conciencias. También juntos
transmitimos el camino del arte y llevamos a la tela la imagen sensible de Nuestro Señor. Y
ahora, mi hermano, cuando ya podrías ser definitivamente uno de los nuestros, en realidad ya lo
eres y lo fuiste siempre, pero ahora que Nuestro Señor está dispuesto a bendecirte con el
sagrado sacramento del bautismo, quieres convertirte en un renegado y traicionarnos. Tu alma
ya no existe, mi hermano, la disolvimos en la noche de los tiempos. ¿Qué es ser un demonio,
hermano? Es existir en la ausencia del otro. ¿Acaso alguna vez hubo otros para nosotros? Solo
otro, que no es otro sino nosotros mismos, el Gran Demonio, nuestro Demopadre. Solo,
hermano, puedes seguir siendo en la ausencia del otro, en la soledad de Athón. Resígnate,
hermano a esta verdad, no hay alma, no hay Padre, solo tu soledad y la mía, juntos para siempre
en el infinito rodar de Athón. No busques escapar porque más allá de nosotros y de Nuestro
Demopadre no hay nada, solo el vacío del inimaginable sufrimiento. No tienes alternativa
porque más allá de nosotros solo se agitan las olas del mar de la inexistencia. Athón no es tan
terrible, hermano, también te ha provisto de los indescriptibles y gozosos estados del infierno.
No reniegues ni traiciones porque te estarás traicionando en tu única existencia, después de
tantos abismos juntos, no me abandones, hermano”.
Las galaxias están ahí pero me miran en silencio, no hay mensajes, la decisión es solo mía.

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“Es notable, Krishna, –apunta Manuel– hace 5.000 años, cuando le revelaste la enseñanza a
Arjuna y Athón ya tenía una presencia fuerte en la Tierra, dijiste que la naturaleza divina
conduce a la liberación y el destino demoníaco a la servidumbre y lo que me parece notable es
que este simple mensaje lo repitieron Buda, Jesús y todos los maestros, y este relato lo sigue
repitiendo, ¿por qué casi nadie lo entendió desde hace miles de años y en el Athón actual ni
siquiera plantearlo en estos términos es posible?”.
“No sé de qué nos sorprendemos –dice Ana Lucila que de tanto en tanto se sorprende,
aunque cada vez menos, ante la desconcertante actitud de los athonianos– pues la sorpresa
significa sorprenderse ante lo inesperado y lo único inesperado en el athoniano es que tenga
algún criterio de sensatez, de sentido común, y de pensar ni hablemos”.
“Si nos sorprendemos y los criticamos, y de eso ya estuvimos hablando, tenemos que
asumir que no los entendemos. ¿Cómo van a tener sensatez y detenerse un instante a reflexionar
conciencias posesas que cargan cada una con demonios de todos los infiernos?”, sale Nicolás en
defensa de los athonianos.
“Lo que estoy viendo cada vez más es la alucinante y perversa legalidad que estableció el
Gran Demonio en Athón, la conciencia que queda atrapada ahí y no puede ver nada”, señala
Chiara.
“Estamos de acuerdo en que la gran mayoría de los athonianos se encuentra en un estado
tamásico, incapaces de cualquier forma de reflexión, pero por este relato han pasado athonianos
a los que no podríamos catalogar de disminuidos mentales o emocionales, se me aparecen
Johann Sebastian Bach, G. W. F. Hegel, Meister Eckhardt, William Shakespeare; hace poco
hablamos con Fédor Dostoievsky, entre tantos otros, sin embargo el Gran Demonio los acostó”,
señala Ana Lucila.
“Los acostó con la ley del pacto”, puntualiza Krishna.
“No nos olvidemos que la ley del pacto, tan mal conocida como la del karma, es el
fundamento de todo el sistema de Athón, por eso el Gran Demonio invierte gran cantidad de
energía en reproducirla todo el tiempo, además de ocultarla”, muestra Manuel esta ley básica
del paradigma athoniano, y la pregunta surge inevitable:

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“Krishna, ¿cuál es la clave de los incalculables tiempos de este éxito, no solo sin
declinación sino cada vez más incuestionable, de la ley del pacto?”.
“La ley del pacto es la madre de todas las leyes y desde la misma se articula la legalidad
athoniana. Ya vimos que la consecuencia del pacto es la posesión demoníaca y explicamos la
presencia del demonio de la culpa en el paquete de demonios que ingresan a la conciencia como
efecto del pacto, y en términos athonianos podemos hablar de la ley de la culpa cuyo
mecanismo es obstruir cualquier modo de autorreflexión”.
“Hasta acá está claro, Krishna –insiste Manuel– y podemos hablar de un mecanismo del
sistema de su estática, por decirlo de alguna manera, pero lo alucinante es su dinámica, observar
como funcionan los athonianos en la legalidad demoníaca”.
“Ahí está la modalidad del juego del Gran Demonio, un juego que se da en la temporalidad
de Athón que resalto no son los tiempos de las leyes de la Tierra que obedecen a la legalidad de
la Naturaleza determinada por El Padre”, explica Krishna.
“Más que interesante lo que dices, Krishna, continúa por favor”, le pide Chiara al avatar.
“Cada pacto produce la ley de su funcionamiento”, marca Krishna.
“¿Cómo es eso, Krishna?”, inquiere Ana Lucila.
“Esto responde tanto a los pactos que hace un athoniano en forma individual, como
constituir una familia o lograr un buen trabajo, los colectivos, un equipo de fútbol que aspira a
ganar un campeonato, o los masivos, un sector social importante que pactó la Revolución
Francesa o un país que aspira a salir triunfante en una guerra”.
“Ya me doy cuenta, Krishna –dice Nicolás– un athoniano pacta una familia, entonces el
pacto se pone en funcionamiento estableciendo una compleja trama energética que le permite
imantar la pareja y si en el pacto están incluidos los hijos, conectarse con los planetas
demoníacos de nacimiento para generar las gestaciones. La ley del pacto, que es propia de cada
pacto, hará funcionar con una insospechada precisión toda la articulación familiar hasta el
momento en que empieza a desgastarse la energía y comienzan los problemas. Los integrantes
tendrán que repactar para sostenerla, si están consolidados y de acuerdo, como los pactos tienen
como pago la entrega de otras almas, las buscarán por fuera.
Quiero aclarar que si una familia está consolidada y de acuerdo es porque hay una
equivalencia de poderes y ninguno puede desnivelar a su favor. En caso que exista un integrante
con fuerte capacidad de entrega, entregará a los otros familiares y hegemonizará el poder. Si
todos carecen de energía para lograr un nuevo pacto, la familia debilitará sus lazos de unión y
cada integrante buscará la sobrevivencia fuera del desgastado pacto familiar”.

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“Voy entendiendo, Krishna, el funcionamiento de Athón –dice Chiara– cada situación es
generada por un pacto cuya energía produce la ley que articula su manifestación y al estar todo
circulando en la precariedad temporal, las situaciones nacen con sus leyes y mueren al agotarse
la energía que les dio vida”.
“Para ejemplificar supongamos el plan económico de un Ministro de Economía. Este plan
está estructurado en una legalidad que persigue ciertos fines, combatir la inflación, generar una
política de pleno empleo; el Ministro creerá que es eterno pero su duración será la de la energía
del pacto que hará operar eficazmente sus leyes”, ejemplifica Nicolás.
“Una mirada sobre Athón nos mostrará un permanente cambio, con rápidos principios y
fines, de todo lo imaginable en el planeta, esto desde una idea de estabilidad da la imagen de un
mundo caótico, pero no es así, las leyes de Athón efímeras y cambiantes vienen sosteniendo
desde su origen al planeta.
Las cosas se mueven y en el Athón actual vertiginosamente, y parece que la realidad se va
a desintegrar pero todo sigue funcionando porque estas extrañas leyes, extrañas comparadas con
las de la Naturaleza, cumplen su finalidad de mantenerlo cohesionado”.
“Mencionaste, Krishna, los pactos colectivos y masivos”, recuerda Nicolás.
“Por supuesto los pactos colectivos, como un equipo de fútbol que tiene la energía
suficiente para aspirar a ganar el campeonato está estructurado en redes de funcionamiento muy
complejas, y ni qué decir de las masivas, para entender la organización de las redes de pactos
que llevaron a la Revolución Francesa sería necesario un desarrollo de muchos volúmenes”,
apunta Krishna.
“Estoy deslumbrado por la organización del sistema demoníaco, como una energía en
desintegración, la del ángel caído, logró convertirse en el Gran Demonio y montar esta
perversión cósmica”, dice Nicolás impactado por la revelación del funcionamiento de Athón.
“No se olviden –dispara Krishna– que aunque pervertida, el ángel caído siempre conservó
la divina inteligencia con que lo creó El Padre”.
“Y esa inteligencia –reflexiona Manuel– es la que le permitió montar este espectáculo
construido con imágenes efímeras que aparecen para pronto desaparecer y nacer otras que
volverán a extinguirse, sin secuencia ni sentido y darles la apariencia de una indudable
realidad”.
“Una ilusión que mantiene capturada al alma en ese juego destinado siempre a perder”,
sigue reflexionando Chiara.

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“Las malas compañías te han confundido, hermano mío”, dice mi demonio personal
haciendo un mohín casi juguetón y levanta los brazos en un gesto que descifro como que no
tiene apuro, que dispone de todo el tiempo del infierno, que es mucho y será mucho más.
“Todavía no es el momento de tu elección, en eso coincidimos con los maestros del Padre,
tienes que conocer más de ti mismo, saber primero quien realmente eres para después decidir
qué quieres”.
Son sus últimas palabras que escucho, palabras casi amables, y entonces algo se abre en el
fondo de esa cueva y voy desapareciendo y en ese desaparecer alguien me dice que estoy
ingresando al centro de la experiencia en el núcleo de la infamia.
Las galaxias me siguen en la lejanía y me envían un soplo divino para darme fuerzas y
seguir adelante para reconquistar el alma que se fue perdiendo en el tiempo de Athón.
“Las vendas de Athón continúan cayéndose”, me dice ese alguien y al caerse me veo
volviendo de la muerte para recuperar lo que creí perdido en la vida.
Perdí ese pedazo de alma que le di al Gran Demonio.
“No le diste un pedazo de alma porque el alma no es divisible –me sigue diciendo la voz–
lo que hiciste fue ocultártela a ti mismo en un espejismo, el espejismo de la fragmentación.
Voy viendo tantas vidas insignificantes que se fueron escondiendo en ese espejismo como
la de esa campesina que pactó vivir en la ciudad, o esa monja que quiso ser actriz, o ese
demohombre que pretendió ser santo y ahora se enfrenta al maestro Chidananda, autosuficiente,
engreído, creyendo que la santidad era la santidad del ego, del Gran Demonio.
“¿Qué buscas?”, me pregunta Chidananda.
“Estamos en la muerte y quiero lograr el reconocimiento que no he logrado en la vida”.
“¿Reconocimiento de qué?”.
“De lo que he sido, de lo que he amado”.
“¿Desde cuándo el demonio es y ama?”, me pregunta Chidananda.
“No comprendo, maestro”.
“Quieres ser Nada, esa es la santidad del Gran Demonio”.

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Sigo sin comprender y entonces el maestro me lleva a la época del embarazo de esa vida
cuando mi madre me entrega al Gran Demonio porque pretendía un hijo que alcanzase la santa
religiosidad.
Ahora entiendo y el maestro Chidananda me dice que recupere el alma entregada en el
pacto y me sigue diciendo:
“Tu alma está intacta, lo que perdiste es la conciencia del alma, ya que la identidad la
depositaste en los demonios que habitan la mente y que te identifican con el cuerpo. Incluso en
sus muertes continuaste esa identidad con el imaginario del cuerpo por eso no tuviste
conciencia de muerte y volviste a nacer.
Ahora la Gracia te ha permitido entrar en contacto con los maestros y en este instante tienes
la oportunidad de borrar de tu conciencia aquellas muertes en las que jamás pudiste morir.
Pero todavía no puedes morir definitivamente para Athón. Todavía tu alma está bloqueada
por el pecado original por el que inevitablemente habitas el sufrimiento y del sufrimiento, en
Athón, se imagina salir con un nuevo pacto continuando en el círculo de la vida y de la muerte
que en realidad es el único círculo del sufrimiento, con cuerpo o sin cuerpo.
El discernimiento es el único que puede liberarte del círculo y conectarte con el alma.
Ahora debes continuar la experiencia”.
La figura austera del maestro Chidananda envuelta en luz desaparece de mi visión y en ese
instante el ejército del Gran Demonio me ataca con sus voces, sonidos encantadores que
construyeron pirámides y guerras, huracanes y brisas, sombras que cantan en la interminable
noche de Athón, Odoacro fascinando con placeres permitidos, Gengis Khan en rústicos ritmos
prometiendo conquistas insondables, y todas las voces atacan con seducciones y amenazas, y
todas vibran en el deslumbrante oro del reino de Athón, Mahawiya I y Mahmud de Gaza
comentando sus hazañas, Erich Ludendorff y Friedrich von Paulus con voces que danzan y
sueñan las tragedias, voces que aturden y perforan, voces que duelen en un dolor que quiere no
ser abandonado, son las voces de Paul von Lettow-Vorberck, Tamerlán, Kan Sui, una voz me
habla de los sacrificios y los cielos, de reposos y glorias eternas, de entregas absolutas, la voz
de Urbano II, y voces que recitan los mantrams oscuros: Padre te hundo en mi olvido;
Demopadre en ti busco refugio, son las voces que suenan eternas alimentando los infiernos, ahí
vienen las de las gargantas de Gonzalo Fernández de Córdoba, Alcibíades, Senaquerib.
Estoy aturdido, siento que las voces me adormecen el cerebro y clamo por El Padre.
“Padre, Padre, ven a mí”.
Y El Padre llega y me pregunta:

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“¿Por qué me has llamado?”.
“Padre, la carga que tengo se hace demasiado pesada, necesito de tu fuerza para poder
seguir caminando”.
“La fuerza está dentro tuyo.
Para y mira adelante.
¿Cómo ves esa fuerza?”.
“La veo como un punto de luz envuelto en mucha oscuridad”.
“Hijo, concéntrate y dirige toda tu atención a ese punto de luz que irá creciendo en la
medida que te entregues a él con una fe incondicional, entonces podrás empezar a vivir en paz.
“Padre, siento que es un camino muy arduo, la oscuridad es demasiado densa, compacta”.
“No te preocupes, si te instalas en la luz ella te brindará toda la energía para poder atravesar
esa masa oscura.
No temas a las cosas cotidianas, el miedo que a veces surge no es real, es parte del plan
demoníaco para retrotraerte a las experiencias de otras vidas y que de ellas puedas revivir el
conocimiento de la oscuridad y de los grandes pactos, simplemente transita el camino de la fe
que te hará entregarte a ese punto de luz que te marcará el sendero para que llegues hasta mí.
La primera etapa es la más ardua, ya que tu conciencia está atraída por la densidad de la
oscuridad, pero una vez que la traspases tu campo vibratorio cambiará y entonces serás
imantado por la luz que de Mí proviene.
Te conectarás con un hilo de plata muy fuerte que tendrá la función de un túnel luminoso
que hará salir la conciencia de este plano y mientras permanezcas en él vivirlo sin dolor.
Ya lo sabes, lo único que encuentras en este plano, en Athón, es dolor y miedo, que son los
dos demonios a vencer.
Instálate en el gozo y la plenitud que significa vivir desde el alma que empieza a
despertar”.
“Padre, ¿cómo hago para actuar con los otros en este plano?”.
“Hazlo pensando en Mí, no importa la densidad de donde te encuentres, solo siente que
estoy dentro tuyo y que soy el que te guía”.
Permanezco en silencio y solo pido lograr esta conexión indestructible y dejo que El Padre
se instale en mi corazón, y hasta el acto más simple sea guiado por Él, como respirar una
bocanada de aire.

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“En el Comentario del Bhagavad-Gita señalas, Krishna, que solamente por la


comprensión por la irrealidad del estado demoníaco es posible tender a lo divino”, apunta
Manuel.
“En el Sutra del Diamante Buda afirma que no es posible liberarse por rechazo al mundo,
porque éste produce sufrimiento, sino al comprender su irrealidad”, informa Ana Lucila.
“Se ha conquistado el más sutil de los discernimientos –agrega Nicolás– si se comprende la
irrealidad”.
“La conciencia posesa del demohombre –dice Krishna– tiende por ley de imantación a la
oscuridad, por eso surge la enorme dificultad de lograr que el polo divino la imante”.
“Todo el relato va marcando que para lograr esta imantación son necesarias purificaciones
y alquimias que vayan liberando zonas de la mente”, enfatiza Nicolás y le apunta a Krishna.
“En el Comentario también mencionas el papel de la disciplina en este camino”.
“La cuestión de la disciplina –hace hincapié Krishna– requiere ser abordada con un agudo
discernimiento. Es evidente que sin disciplina no es posible ningún logro, ya que la misma tiene
por propósito la concentración de la energía apuntando a un objetivo”.
“Y en Athón todos los objetivos tienen que ver con Athón”, puntualiza Manuel.
“Cuando son claros los objetivos demoníacos, ya sean políticos, económicos, deportivos,
artísticos, literarios y todos los que puedan pensarse en el planeta diabólico, no hay confusión;
esta se produce cuando estos son supuestamente espirituales”, explica Krishna.
“Acá es donde el diablo metió la cola, como dicen los athonianos sin sospechar la verdad
de lo que están diciendo”, hace una apostilla Ana Lucila.
“El athoniano ignora absolutamente la espiritualidad porque esta significa estar en el
espíritu, en el alma, y como lo venimos viendo el alma está ausente de la conciencia, por lo
tanto lo que el athoniano considera vida espiritual no es otra cosa que la búsqueda del mágico
poder en el mundo”.
“El engaño es muy fuerte, Krishna –le dice Ana Lucila a Krishna que acaba de hablar–
porque como se mostró el engaño tiene un alto porcentaje de verdad y otro porcentaje menor
pero fundamental de perversión de esa verdad”.

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“Hace poco estuve visitando un monasterio cristiano –el que visitó este monasterio es
Nicolás y ahora lo está contando– soledad, ascetismo, vigilias, ayunos, oraciones, la disciplina
inobjetable, pero mirando desde mi plano la conciencia de los monjes solo encontré soberbia,
orgullo por ser los elegidos por el Espíritu Santo, estados que nada tienen que ver con la
búsqueda del alma sino con el reforzamiento de un ego santo”.
“Por lo que dices, Nicolás, –lo interpreta Chiara– lo que buscaban esos hombres a través de
la concentración de energía lograda por una férrea disciplina era convertirse en poderosos
demonios, llevaban a cabo una clara iniciación demoníaca”.
“Lo mismo observé en supuestos yoguis de Oriente y Occidente”, dice Manuel.
“Y ni que hablar del Islam”, remata Ana Lucila.
“En San Pablo encontré unos practicantes de Yoga oscurísimos, estaban más cerca de la
macumba que de cualquier disciplina que apuntara a una cierta sospecha de espiritualidad”,
comenta Manuel que, como dijo, estaba investigando las prácticas yóguicas en Athón.
“Y ni qué hablar de los originarios de la India, Sai Baba, Osho, Maharishi y algunos otros
cuya energía irrumpió en Occidente por los años ’60 del siglo XX”, dispara Nicolás.
“Carece de sentido hablar de espiritualidad en Athón, la intención del Plan del Padre es
abrir ese camino clausurado en Athón y para eso están trabajando los integrantes de su ejército,
pero tiene que quedar claro que estamos hablando de un camino que lleva al alma, al espíritu, al
Padre y que recién unos pocos lo empiezan a recorrer, digo esto para que ningún demolector se
crea espiritual, y sepan que la disciplina que les pide El Padre es para empezar a vislumbrar, en
medio de la oscuridad de Athón, algunos fulgores del espíritu”, cierra Krishna.
“Hay un tema que para mí que estoy conociendo Athón me resultó fundamental entender –
dice Ana Lucila que con sus compañeros está haciendo un curso acelerado de athonismo– y es
el que desarrollas en el Comentario al mostrar el espacio limitado del plano binario ocupado
por Athón”.
“Efectivamente, Ana Lucila, Athón es un espacio limitado sobrecargado de energías, lo que
lleva a una permanente lucha por su posesión y no quedar fuera del espacio. Este espacio está
permanentemente subdividiéndose, generando resistencias e invasiones. Esta fricción que
produce el conflicto da origen, en esa lucha despiadada, a lo que en el plano athoniano podemos
traducir con los conceptos de odio, envidia, ambición”.
“Entiendo, Krishna, –interviene Nicolás, que va comprendiendo cada vez más la
tortuosidad del perverso planeta que tendrán que habitar y lo que entiende es la reproducción al
parecer ilimitada de contenidos oscuros, materiales como los que produce la tecnología, pero

151
también los mundos mentales que cancerígenamente reproducen ideas y pasiones, pero todo
tiene que entrar en un mismo espacio astral porque este es el límite de Athón y del proyecto el
Gran Demonio–, este sistema energético no puede ir más allá de los límites de su espacio
porque si quisiese avanzar se desintegraría en los Universos del Padre”.
“La liberación del alma, capturada en ese espacio –dice Chiara– es que pueda liberarse de
sus límites para imantarse a los planetas del Padre”.
“Una cuestión muy importante para la comprensión de este proceso consiste en entender
que en Athón la compresión se da en el plano horizontal y la descompresión y liberación en una
dimensión vertical, por lo tanto, sintetizando lo expuesto el espacio en su dimensión horizontal
manifiesta la densificación de energía, la saturación del lugar, la fricción y la lucha por
ocuparlo, que es la generadora del conflicto”, resalta Krishna.
“En el Comentario haces una muy clara exposición de este tema –le dice Manuel a
Krishna–, voy a leerlo directamente de los anales akáshicos, haciendo solo una pequeña
corrección, ya que en ese texto hablas del planeta Tierra pues el planeta diabólico todavía no
estaba revelado para el demolector en el año 2001, ahora que Athón entró en escena llamaremos
las cosas por su nombre.
Paso a leer el texto:
Athón, escenario de manifestación del mundo binario, es un espacio saturado y en
conflicto.
Esta saturación se da por predominio de lo asúrico.
“En este punto quiero precisar –dice Manuel– que la palabra predominio puede prestarse a
confusiones pues supondría que en Athón hay otro tipo de energía. Esto último es cierto si
consideramos las energías del Padre que están ingresando al planeta, pero las propias de Athón
son las demoníacas o asúricas y éstas tienen una presencia absoluta en el planeta.
Sigamos.
Lo que denominamos asúrico es lo que también puede nombrarse como energías en
alto grado de densidad y también mundo demoníaco.
Estas energías, al estar separadas de la fuente de alimentación de la Gracia Divina,
entran necesariamente en conflicto, porque en el devorar está su propia preservación,
consecuencia de la ilusión de la existencia separada.
Como en realidad solo existe la energía divina, este mundo asúrico busca
apropiarse de las almas para poder nutrirse y preservarse.

152
“Otra aclaración: la naturaleza de la energía de las almas es la misma que la de la Gracia
Divina que perdieron”.
“Cuando el alma toma conciencia de esta situación y decide desprenderse de aquello que
la atrapa en el plano horizontal, empieza el proceso de liberación, sutilizando su energía, y
avanzando por el espacio vertical”.
“Avanzar por el espacio vertical significa desapegarse de la densa vibración de Athón y así
poder imantarse a los planos divinos”, termina Manuel la lectura y sus aclaraciones al
Comentario de Krishna.
“Es importante aclarar –dice Krishna– que el crecimiento ilimitado de la energía oscura en
el espacio limitado de Athón pone en riesgo la existencia del planeta que en el máximo punto de
saturación puede llegar a explotar y desintegrarse, arrastrando a dimensiones caóticas e
incomprensibles desde Athón, a las almas capturadas.
“Quedarían sumergidos en cementerios cósmicos”, destaca Manuel.
“Esta es la razón del intenso trabajo que se está realizando de purificación del planeta, de
descompresión energética para poder sostenerlo hasta que se produzca el despertar de las almas
que lo van a ir abandonando, algunas a continuar su experiencia en la Tierra y otras en distintos
planetas según la necesidad de su evolución, y entonces sí, El Padre decidirá su extinción
definitiva”.
“Trabajaremos intensamente para que ese momento llegue lo más pronto posible”, promete
Manuel y sus otros compañeros aprueban la propuesta para que Athón, como pesadilla del
infierno, se disuelva lo más pronto posible.

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436

Tengo que seguir descendiendo pero mi fortaleza interior es otra ya que en la conexión con
el hilo de plata que desde el corazón me une al Padre la mente se va desdibujando, en realidad
los que se van desdibujando son los demonios que la habitan, y esto ocurre porque la conciencia
está en ese hilo que la une al Padre.
Y desde esa inconmovible unión puedo entender que Athón está en mi mente, que la batalla
está en mi mente, y que cada uno de los demohumanos no existe en su supuesta individualidad,
porque no hay seres sino mundos infernales, que los demonios del otro están en mi mente, y los
míos en la de los otros, y también en la de los muchos que digo amar.
Escucho la Voz del Padre que me dice:
“Desde el apego y el rechazo no se ve a Athón porque se es Athón, estás en el juego que te
hace identificar con el planeta diabólico, y como ignoras quien eres, ni en tu demonización
athoniana, ni por supuesto en tu verdadera identidad divina, vives el engaño de creer ser el
personaje”.
“¿Por qué, Padre, no puedo verme?”.
“No puedes porque no te atreves”.
“No me atrevo a qué”.
“A ver que eres un alma capturada en una ciénaga poblada de monstruos devoradores
porque no es otra cosa ese Athón que vive en tu mente y en la mente de todos los athonianos.
Solo en Mí puedes ver Athón teniendo conciencia de tu alma, de quien realmente eres, solo en
Mí abrirás la doble conciencia, de otro modo, hundido en Athón, solo creerás ser y habitar los
engañosos paisajes que proyecta tu mente posesa”.
“Padre, me hablas de verme demoníacamente siendo Athón y siento que el pánico se
instala en mi corazón. ¿Qué es lo que me está pasando?”.
“No temas, el Gran Demonio, temeroso que descubras su secreto, que el Athón que te
habita y con el que te identificas es solo una energía putrefacta que se alimenta de tu alma, te ha
clavado en el corazón una flecha impregnada con el veneno del pánico , un veneno que extrae
de la energía de las almas absolutamente ausentes de Mi Conciencia con el propósito de
paralizarte en tu decisión que empieza a surgir en tu conciencia de revelar la verdad”.
“¿Y por qué no lo has impedido, Padre?”.

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“¿Pretendías que te anestesie? No, hijo, esa es la tarea del Gran Demonio que te tiene
permanentemente anestesiado para que aceptes la ilusión de su mundo.
Mi tarea y la de todo mi ejército es despertarte a la verdad de Athón, de los venenos del
miedo que posesa el corazón, de la enfermedad que destruye el cuerpo, de la locura que aniquila
la mente. Ver Athón es tener la visión del horror, solo después de haberte enfrentado a ese
horror, que es la única verdad del planeta diabólico, es que ya no tendrás ninguna duda de
recuperar tu alma para volver a Mí”.
“Ya lo veo, Padre, el horror es la ilusión”.
“El Gran Demonio engaña a sus servidores mostrándoles la ilusión como algo deseable y
placentero, ocultándole que atrás de esas imágenes solo está el horror de Athón”.
“¿Cómo atreverme a abandonar las falsas imágenes de la ilusión?”.
“Solo las puedes abandonar por el camino de la fe”.
“Padre, debo confesarte que mi fe, que me ha servido para aventurarme en la búsqueda de
mi alma y para llegar hasta aquí no me alcanza para arrancarle la máscara a Athón, para
soportar la visión de los verdaderos rostros de todos los que he amado para contemplar como se
desmoronan las ilusiones demoníacas de todo lo que he creído durante vidas y vidas”.
“El Gran Demonio, a esta altura de tu camino, busca hacerte retroceder generándote el
terror, que no podrás soportar las pruebas que se presentarán a tu paso, y en este momento te
está diciendo:
‘Como amigo te puedo brindar el disfrute de mi mundo, sus pompas y sus glorias, y
hasta una muerte tranquila en la que te prometo la energía para el próximo nacimiento.
Como enemigo soy implacable, y ya sabes lo que esto significa.
Si retrocedes tendrás toda la protección de mi amistad, pero si quieres seguir
insensatamente avanzando no dudes un instante de las terribles consecuencias’.
“No lo escuches, promete y amenaza porque sabe que está perdido, que si te entregas a Mi
Divinidad solo le quedará aullar estúpidamente en el vacío.
Quiere convencerte de que tu fe no alcanza para seguirme, y también esto es un engaño, tu
fe es potente pero está volcada en creer en Athón, al que alimentas con la energía de tu fe y te
alimenta con su veneno.
Ya sabes lo suficiente para dejar de creer en Athón, quitar tu fe de ese engaño y dirigirla a
Mí, tienes que cambiar la conexión, desconectarte de lo diabólico y reintegrarte a tu verdadera
naturaleza divina, que está en Mí. Entonces tu alma te hablará”.
“¿Y qué me dirá el alma?”.

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“Lo que en todas las purificaciones y alquimias le han dicho los maestros, los Rishis, los
dioses a tu mente pero ahora será tu alma la que te lo diga, y te dirá que no eres el cuerpo y la
mente, que ella es tu verdadera identidad, que el alma es una energía inmortal que te llevará a
participar de la sublime energía de otros universos del Padre, que maestros, Rishis, dioses no
son solo una poderosa representación mental sino Yo Mismo habitando el alma consciente”.
“Ahora empiezo a entender, Padre, la fe es intuir Tu Existencia”.
“Si Yo Existo todo lo demás se disuelve”.

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“Voy comprendiendo con mayor comprensión ese mundo demoníaco, comprensión que es
la puerta que lleva a la compasión”, discurre Ana Lucila ante la imagen de esos seres
desprendidos del Padre que alucinan su desesperación por preservar su existencia en la
enloquecida lucha por el espacio.
“Estoy leyendo, esto es interpretando de otra manera –Manuel está concentrado en los
anales akáshicos donde esta registrado el Bhagavad-Gita– las palabras que dices, Krishna,
acerca de la naturaleza asúrica, porque esos seres dominados por su deseo insaciable, llenos de
hipocresía, orgullo, presunción, absorbidos por innumerables preocupaciones, teniendo como
única meta el disfrute de sus deseos, ignorantes de toda trascendencia, encadenados por las
incalculables ataduras de sus ardientes pasiones, dominados por la cólera, no se ponen ningún
límite para el logro de sus demoníacos propósitos, y digo, Krishna, que me ocurre lo mismo que
a Ana Lucila, experimentar un sentimiento de profunda compasión por estos seres desdichados,
destinados por su ignorancia, la ignorancia del Padre, a un agónico sufrimiento”.
“El tuyo, Krishna, es un retrato perfecto del athoniano de todos los tiempos”, expresa
Chiara y repite las palabras que pone Krishna en boca de los demohombres de todos los
tiempos:
“Hoy obtuve esto. Voy a realizar este deseo. Esto es mío. Esta riqueza será de nuevo mía.
Maté a este enemigo y mataré también a otros. Soy el amo, gozo, soy perfecto, poderoso, feliz”.
“Estos, Chiara, –aclara Nicolás– son los estados mentales de cualquier demohombre,
porque éste es el único discurso demohumano posible, y lo digo porque el texto parece mostrar
solamente al hombre poderoso en su sociedad, al noble, al gran burgués, pero no importa el
estamento o clase social en que el demohombre se encuentre, los demonios no son clasistas ni
racistas, simplemente son demonios, y en las conciencias posesas solo puede manifestarse esta
oscura manifestación, aún en el más pobre y sometido”.
“En mi observación de Athón –habla Nicolás– miré entre tantas mentes, lo que miraba por
supuesto eran los demonios enloquecidos por el sufrimiento, la mente del que podía pensarse
como el último de los demohombres, un mendigo humillado por todos, despreciado hasta por
quienes le arrojaban alguna limosna. Este último de los humillados para que sus demonios no lo
terminasen devorando, debía encontrar a alguien a quien proyectar su necesidad de humillar,

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¿qué otra cosa es el poder sino la necesidad de humillar?, y entonces se apropió de un perro
vagabundo”.
“De tu experiencia mirando la mente de los athonianos me cae la ficha por algo que me
dijiste, el poder es la humillación del otro, más allá de cómo busque enmascararse. Este tema de
la humillación del Gran Demonio, que se humilló a sí mismo al separarse del Padre y por eso
necesita proyectar su humillación, ya apareció en este relato, pero recién ahora me doy cuenta
que todos los vínculos athonianos son de humillación, por eso el último de los humillados
necesita humillar al perro”, reflexiona Ana Lucila
“Todo este juego está muy encubierto en la legitimación que Athón hace de sus juegos”,
dice Krishna.
“El empresario, según la versión athoniana, busca enriquecerse para el bienestar propio y
de los suyos, el político honesto busca el poder para lograr el bienestar general, el padre asume
la autoridad para que sus hijos no se desvíen del recto camino, y lo mismo ocurre con todos los
que manejan alguna forma de poder, buscan legitimarlo, el profesor frente a sus alumnos para
que aprendan, el jefe de la oficina para que se cumpla con el trabajo, y hasta el mendigo
castigará a su perro para que le obedezca, y este vínculo esta legitimado porque la especie
superior a la que el mendigo se siente perteneciendo, tiene el derecho de dominio sobre las
inferiores a la que, por supuesto, pertenece el perro”, expone Nicolás algunas de las formas en
que se legitima el poder que observó en Athón.
“Sin embargo, si le quitamos las máscaras de la legitimación –dice Manuel– solo nos
encontramos con el Gran Demonio humillando y siendo humillado”.
“En el Bhagavad-Gita haces, Krishna, referencia a esta legitimación cuando muestras al
athoniano diciendo que es rico, de noble sentimiento, ¿qué otro semejante a él? Sacrificará y
hará dones, y será feliz”, señala Ana Lucila.
“Hace 5.000 años, Krishna, retrataste al athoniano universal, al que nos encontraremos en
la escuela, en el trabajo, en la familia, el athoniano que tiene que llegar a reconocer su alma”,
dice Chiara.
“Es el athoniano que, como afirmas en el Comentario, lucha por el espacio en esa guerra
permanente de invasiones y resistencias, y donde nadie puede ceder nada ante el riesgo de ser
aniquilado”, enfatiza Nicolás.
“Esta situación la mostraron los sociólogos darwinistas como la lucha por la vida en el
siglo XIX, pero doscientos años antes Thomas Hobbes, el famoso autor de Leviatán, ya habló

158
de la guerra de todos contra todos”, hace gala Ana Lucila de sus conocimientos acerca de los
pensadores de Athón.
“También Malthus –la referencia de Manuel es a Robert Thomas Malthus (1776-1834)
quien en su Ensayo sobre el principio de la población sostuvo que la población tiende a
crecer en progresión geométrica y los alimentos en progresión aritmética– sostuvo el principio
de la escasez que lleva a la lucha por la obtención de los alimentos”.
“Estuve viendo en Internet –dice Manuel– la verificación en el plano de lo concreto de esa
imagen de espacio saturado a la que hace referencia Krishna: un informe del Banco Mundial
dice que la mayor parte de la cosecha mundial de maíz fue destinada a la producción de
bioenergéticos. La opción es producir combustible para recorrer 1.500 kilómetros con un auto o
alimentar un año a una persona”.
“Ya lo ven –confirma Krishna– el espacio físico de Athón está saturado, no solo compiten
los demohumanos por un alimento escaso, sino que estos también, como en el informe del
Banco Mundial, tienen que competir con los automóviles.
Quiero destacar que cuando describo en las slokas del Bhagavad-Gita a estos seres como
agitados por múltiples quimeras, envueltos en los hilos de la ilusión, apegados a los goces de
los deseos, infatuados, altaneros, ebrios y orgullosos de sus riquezas, falsos devotos
consagrados al egoísmo, a la violencia, a la pasión, a la cólera, me detestan en su cuerpo y en el
de los otros, esto es detestan su alma cayendo en el peor de los infiernos, no estoy juzgando
sino describiendo”.
“Más de un demolector estará azorado por lo que dices, Krishna”, hace notar Ana Lucila.
“Si algún demolector se asombra es porque todavía no asumió realmente que está viviendo
en Athón y así se manifiesta la energía del planeta. Toda visión o cuestionamiento ético,
teniendo en cuenta que la ética es una construcción del Gran Demonio, es engañosa porque
produce un velo que impide la comprensión del real funcionamiento de Athón y no se puede
salir del infierno –reitera Krishna– si no se conocen las leyes del infierno”.
“Por eso dices en el Comentario, Krishna, –apunta Manuel– que ese mundo no es
modificable, lo único que hay que hacer es trascenderlo verticalmente”.
“Athón es lo que es, y no puede ser de otro modo porque entonces no sería Athón, y como
Athón habita en cada athoniano, se reproduce inevitablemente en la demoníaca ronda de las
transmigraciones”, añade Krishna.
“El Gran Pícaro instaló en la mente de los demohumanos la idea de justicia, uno de los
demonios más eficaces para conservar el sistema de Athón, y esto es de lo que me estoy dando

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cuenta –el que se da cuenta es Nicolás– viendo en los anales akáshicos la idea de justicia como
el paradigma que regula cualquier civilización athoniana. En las religiones será la justicia de los
dioses, o del Dios único en el judeo-cristianismo-islamismo el que impone el orden justo, y en
la civilización moderna las construcciones jurídicas. ¿Dónde el Gran Demonio instala el
engaño? En que en Athón, donde la injusticia se traduce como sufrimiento, es posible liberarse
de ese sufrimiento cuando se realice la justicia y esto no solo es deseable sino posible, y hasta
inevitable en algunas concepciones historicistas”.
“Un Athón justo, un mundo demoníaco donde, del mismo modo que en los mundos del
Padre, reine el equilibrio, el amor, la libertad”, revela Manuel lo imposible del planeta
diabólico.
“Mi reino no es de este mundo, dijo Jesús y nadie lo entendió”, sentencia Ana Lucila.
“Este mundo es Athón, el Athón que habita en la conciencia de cada athoniano”, repite
Manuel lo que se está diciendo, de uno u otro modo, desde el comienzo de este relato pero que
hay que seguir diciéndolo, incansablemente, hasta que por lo menos algunos athonianos
empiecen a entenderlo”.
“Cuando mostré en el Bhagavad-Gita –reafirma Krishna– que las características del yogui
eran la intrepidez, la pureza, el conocimiento, la generosidad, el dominio de sí, el sacrificio, la
rectitud, el renunciamiento, la calma y los demás atributos de la naturaleza divina, quise mostrar
que este yogui trascendió Athón, y aunque su cuerpo pueda permanecer en el perverso planeta,
su conciencia está en los mundos del Padre”.
“Estoy observando a muchos demolectores perplejos con el tema de la justicia”, dice Ana
Lucila señalando el Aleph donde muchos demolectores hacen gestos de no estar entendiendo.
Krishna le pide la colaboración a los elohims para que traduzcan lo que energéticamente
está diciendo lo más claramente posible a la dimensión conceptual athoniana. Por supuesto, esta
traducción es permanente, pero el avatar quiere que en el tema de la justicia no quede ninguna
ambigüedad.
“En el plano binario los conceptos se entienden por su contrario. Si digo justicia el
demohumano la puede conceptuar porque vive en la injusticia. Ahora bien, en el orden de la
Naturaleza esta dualidad expresa el juego de contrarios con que se manifiesta el fluir de la vida.
El Gran Pícaro lo que hizo es trasponer ese orden natural establecido por El Padre en la Tierra,
día-noche, masculino-femenino, vida-muerte, al mundo conceptual que él creó. Y una de estas
dualidades conceptuales es la de injusticia-justicia. Y así le establece en estos conceptos un fluir
donde uno debe devenir en el otro, así la injusticia tiene necesariamente que realizarse en la

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justicia y como señalé que en el athoniano la injusticia es sinónimo de sufrimiento, la
realización de la justicia en Athón llevará a un Athón donde, liberado el demohombre del
sufrimiento, la felicidad sea posible. Un simple juego de conceptos y la trampa está consumada.
Si aceptamos el concepto de justicia como la traducción de un equilibrio energético que
tiende a la realización consciente del Ser, es justo porque es necesario, justo como equilibrio,
ajustado para el cumplimiento del proceso evolutivo del alma, en Athón, y esto a esta altura no
creo necesario reiterarlo, este estado es imposible.
El athoniano vive siempre como injusta su situación, vimos que injusticia en este sentido es
equivalente a un estado de sufrimiento. Este sufrimiento el athoniano lo ve como consecuencia
de un afuera, que pueden ser los otros en el orden personal, por situaciones sociales de opresión,
la que ha generado todas las concepciones revolucionarias y reformistas de la historia, o por un
destino impiadoso o un azar aún más impiadoso cuando, por ejemplo, es víctima de una
enfermedad terminal.
Hasta que el athoniano no comprenda que todos los males que padece son consecuencia de
los incalculables pactos que viene realizando a cada instante de su vida, y los que generó en
todas sus vidas, desde aquel inmemorial pacto original que provocó su caída en Athón, y
después de comprenderlo se atreva al proceso de purificación que le abrirá el camino a
reencontrarse con su alma, aquella alma pura que antes del pacto seguirá encadenado a la
injusticia de Athón.
El demolector, como un athoniano que está comenzando un proceso de comprensión,
consciente de sí mismo, deberá saber que la única justicia es la que otorga la Gracia imantando
hacia la liberación”.
“Estoy leyendo la sloka donde dices que estos seres demonizados, que no son otros que los
demohombres, nacen vida tras vida de matrices demoníacas y están sumergidos en los más
terribles abismos. Nuestra tarea –dice Manuel– es otorgarles la energía y la enseñanza para que
se liberen de esa ronda infernal, ¿qué puedes decirnos acerca de esto, Krishna?”.
“El demohombre actúa, o pacta, que es lo mismo, en un estado de inconsciencia, pero
entendamos a que nos referimos con este estado inconsciente, no significa que no tenga lucidez
para operar en Athón, bien es sabido que hay demohombres considerados brillantes en lo que
hacen, sino que la inconsciencia de la que hablamos es la de no ser conscientes del Padre”.
“Esto que estás diciendo, Krishna, lleva a una cuestión que es importante clarificar en los
demolectores. ¿En qué proporción la energía que otorga el Gran Demonio determina el éxito del

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objetivo pactado?”, pone Nicolás en esa pregunta un interrogante clave que se estarán
preguntando algunos demolectores.
“La energía que le da el Gran Demonio al pactante es, por un lado, una mínima devolución
degradada de la que él le dio, la de su propia alma y la de todos los que entregó. Pero tu
pregunta apunta a en que incide la energía que le otorga el Gran Demonio al pactante en el
logro del pacto. ¿Te sorprenderá si te digo que en prácticamente nada?
La Novena Sinfonía que compuso Beethoven, un ego torturado pero que todavía tenía
grandes destellos del alma, es una música que si la escuchas atentamente encontrarás en ella
nostalgias del Padre, y te digo que la compuso Beethoven y no el Gran Demonio, aunque el
músico creyó, en algún lugar de su oscuridad, que era el Gran Demonio quien la inspiró.
¿Puede un ser degradado inspirar las nostalgias del Padre?
Esa es otra trampa de nuestro amigo, hacer creer que él es el que te da, ocultando que es
una existencia parásita que te devora.
El Gran Demonio es un parásito que crea con la energía que posesa.
Es importante que los athonianos tomen conciencia de esto, pero para tomarla deben
renunciar al inútil pacto y conectarse con la Gracia Divina, esa es la conversión que liberará al
alma del engaño de quien dice darle pero solo los devora, el Gran Parásito”.
“Volvamos, Krishna, a mi inquietud que formulo no cómo, porque este cómo surge de todo
el relato, sino cuando un athoniano está en condiciones de liberarse de esa ronda infernal”,
insiste Nicolás.
“Cuando llega al límite, a la situación que podemos llamar de saturación, cuya
característica es la de producir tal presión que la mente es arrastrada a un estado abismático”.
“Ahora entiendo, Krishna, lo que hablamos de dar la última materia en la que debe
decidirse convertirse en un demonio y crecer demoníacamente en la saturación, o liberar su
alma para llevarla al Padre”, resuelve la pregunta Nicolás.

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“¿Qué opinas, Yasñavalkya, que Athón haya sido obligado por el ejército del Padre a salir
de la invisibilidad, su mayor arma para dominar a la demohumanidad?”.
La pregunta la formula el maestro Yukteswar quien en su programa del Aleph ha reunido
un grupo de Rishis para hablar del acontecimiento más significativo de esta guerra, la
revelación de la existencia de Athón.
“Esto era inevitable –responde Yasñavalkya– pues si la finalidad del Plan del Padre es la
disolución de este planeta diabólico, el primer movimiento para lograrlo es hacerlo consciente a
los athonianos, que se den cuenta que no habitan un espacio vacío, como ilusoriamente creen,
sino que están atrapados por una ciénaga de energía perversa, y que son marionetas de sus leyes
impuestas por el Gran Demonio”.
“¿Y qué reacción tiene Athón ante este hecho que podemos suponer el planeta ni
remotamente sospechaba que podía ocurrir?”, plantea Yukteswar y es el Rishi Kausika quien
toma la palabra.
“Athón es el primer gran sorprendido al ser revelado, no lo esperaba de ninguna manera y
ahora se encuentra librando una gran lucha interna tratando de sobrevivir”.
“La revelación de Athón era algo muy esperado por el ejército del Padre –interviene
Gatukarnya– ya que venimos trabajando desde tiempos inmemoriales para llegar a este
momento”.
“Es cierto –acota Yukteswar– desde el inicio la revelación de Athón ha sido la más secreta
de las estrategias”
“Libertad para el alma, este es el propósito de esta gran derrota para el Gran Demonio, que
su planeta se haga visible”, expresa Kuramahita, y Sanadu señala que el Plan del Padre ha
llegado a los confines de esta experiencia poniendo en escena a Athón, y descubriendo todos
sus engaños. “De ahí en más –enfatiza el Rishi– solo le resta a los athonianos elegir si quieren
continuar viviendo en la ilusión o habitar eternamente en el Amor del Padre”.
“Es interesante que los athonianos conozcan la ardua lucha que llevó a la coronación de
este logro”, destaca el maestro Yukteswar.

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“Grande fue el esfuerzo de todo el ejército dirigido por El Padre para enfrentar cara a cara a
esta perversa invención que es Athón, en quien toda la demohumanidad creyó y fue atrapada”,
confirma Saukarayana las palabras de Yukteswar.
“Los athonianos ya tienen la salida ante sus ojos, ahora solo tienen que salir”, expresa Jaris
que como conductor de los Rishis se encuentra muy satisfecho por este acontecimiento que
marca el punto de inflexión para la derrota del Gran Demonio.
Katyayaniputra dice:
“Athón tiene muchos significados y a la vez uno solo, Athón es ilusión pero es sufrimiento y
ceguera, almas presas e inconscientes, Athón es ausencia del Padre, es todo lo que lo aleja de Él”.
“Quiero decirles a los athonianos –habla Atreyiputra– que todo lo que deben saber se les
está revelando, despierten a esta revelación que es la única manera de entender la gran
confusión en la que se encuentran.
“La revelación de Athón es parte del descubrimiento de la Verdad, ahora, athonianos,
tienen la cósmica oportunidad de salir del engaño. Tomen conciencia que solo en El Padre
podrán recuperar el alma que está presa en Athón”, termina Alambayaniputra.
“Quiero agradecerles su presencia en mi programa en el Aleph, considero que sus palabras
son invalorables para que los athonianos puedan empezar a liberarse de la larga pesadilla de
Athón”, finaliza Yukteswar.

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“¿Pueden los incendios y las sombras convertirse en el camino que me lleve al rescate de
mi alma?”.
“Hijo, –me dice El Padre– solo hay incendios y sombras para recorrer en los descensos.
¿Qué otras cosas fueron las vidas y las muertes sino incendios y sombras?”.
“¿Qué hacer, Padre, si todo lo que me rodea son incendios y sombras?”.
“No hagas nada, solo déjate deslizar en el descenso, sin resistencias, y en esa duración del
descenso, donde en cada etapa del descenso, que es una medida de los instantes que fueron tus
vidas y tus muertes, surgirá la pregunta”.
“¿Qué pregunta, Padre?”.
“¿Quién soy?”.
“¿Sólo un preguntar?”.
“Sí, hijo, solo pregunta y encerrada en la pregunta aparecerán los enigmas que te llevarán a
intuir el sentido de la pregunta”.
‘¿Quién soy?’, disparo la pregunta.
Y en medio de los incendios y las sombras surgen los enigmas.
¿Soy acaso quien desciende al principio del destino?
¿El que está soñando un descenso que no sucede?
¿Un hueco que imagina las imágenes de su historia?
¿Ese huracán que retrocede al nacimiento del viento?
¿Un texto inconcluso de palabras borrosas?
¿Un viaje sin camino?
¿Un recinto por siempre deshabitado?
¿Una creencia herética?
¿Un pasado olvidado o un olvido que no sabe de su olvido?
¿La trampa de las cartas de un tahúr?
¿Una maravilla de un gran ilusionista?
¿Aquella puerta que jamás se abrió?
¿El golpe de azar de un juego de dados, como dijo Mallarmé?
¿Un crimen no descubierto?

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¿Esa oración jamás pronunciada?
¿Un invento de soledades y pasiones?
¿Una fiesta interrumpida que no reveló su final?
¿Mi silueta indescifrable?
Me detengo de preguntar para que aflore otra pregunta.
¿Soy algo más que esas incógnitas que amenazan arrojarme al vacío que está más allá de la
pregunta?
“¿Sabes quién eres?”, me pregunta El Padre.
“Por favor, dímelo”, le ruego.
“Eres lo que está más allá de la pregunta, pero debes atravesarla”.
“¿Y qué es la pregunta?”.
“Los incendios y las sombras”.
“¿Qué son los incendios y las sombras?”.
“Las noches de las vidas y las muertes.
El correr sin descanso.
La ruleta engañosa de los pactos.
Ahora debes arrojarte más allá de la pregunta”, dice El Padre y empiezo a arrojarme más
allá de la pregunta, pero en ese arrojarme nace otra pregunta.
“Padre, quiero saber cuál es la causa de mi condena”.
“Tu gran transgresión”.
“¿En qué consiste esa transgresión?”.
“Vida tras vida escuchando mi verdad y no renunciar a ser un demonio”.
“Tuve miedo, el pánico me paralizó siempre, vislumbraba otro mundo más allá de esta
realidad densa, penosa, pero ellos prometían protegerme en todas mis vidas y muertes y yo no
pedía más que placeres moderados, mi sabiduría llegó a ser la falta de ambición en Athón,
pequeños pactos fácilmente otorgables y así seguir girando sin pensar si algún día finalizaría el
giro, solo se trataba de vivir el ahora, un ahora pequeño, quizás mezquino”.
“Y acomodaste mi verdad a tus insensatas últimas vidas y muertes, pero sabes porque lo
experimentaste en este descenso, que tuviste vidas más intensas, Egipto, Wall Street,
conquistador en Roma, inquisidor en la Edad Media, y alguna otra vida donde escuchaste el
mensaje de Buda, pero a pesar de todo nunca te atreviste a ser un demonio poderoso como tu
energía y tu capacidad de pacto te lo hubiesen permitido, preferiste una segunda línea, un
oscuro general romano y no emperador, un moderado jugador en la Bolsa de Wall Street y no

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un multimillonario, un mago egipcio desconocido y no el gran sacerdote, un salvaje inquisidor
y no el Papa. Y los demonios, en castigo a tus rechazos, negarte a ser un servidor incondicional
del Gran Demonio, te ofrecieron en las últimas vidas ser un pequeño demonio sin ambición.
Esperaban que reaccionases, que aceptaras el gran pacto que te ofrecían para salir de ese ínfimo
mundo en que estabas relegado. Pero conocías mi Verdad, el costo de la ambición, y utilizaste
demoníacamente esa Verdad, renunciaste a la ambición pero no para empezar el camino de la
liberación, sino para sobrevivir mezquinamente en el mundo demoníaco. Esa fue tu
transgresión”.
“Padre, hay en mí un caos interno que ahora lo veo en esta profundidad del descenso. No
dejo de intuir de alguna manera como he renegado a tu Verdad, y me caí en el degradado gozo
de la infamia demoníaca al que me arrojé implorando esa mezquina vida. Padre, en esta
profundidad el descenso el dolor me invade, me enloquece, empiezo a comprender que la
cobardía es la forma más vil del engaño. ¿Es todavía posible salir?”.
“No te hubiese traído hasta aquí, hasta este lugar del infierno donde se revelan las más
miserables miserias, las sacrílegas transgresiones, si no hubiese percibido en algún lugar de tu
conciencia está amaneciendo un dolor que clama por la salida”.
“¿Y qué debo hacer, Padre?”.
“Vivenciar la conciencia demoníaca”.
“No entiendo, Padre”.
“Tu pacto como demonio mezquino tuvo una cláusula muy específica, que te congelaran la
visión demoníaca, esto es que no pudieses verte como demonio, que pudieras identificarte con
la falsa conciencia de ser lo que en Athón se conoce como una buena persona, alguien que no le
hace mal a nadie, que es honesto, con el gran mérito que significa ser honesto en un mundo
corrupto”.
“Eso es lo que creí que siempre fui y sigo siendo”.
“Ahora tendrás que ver quién realmente eres, pero como esta vivencia no estás en
condiciones de experimentarla mediante el autoconocimiento, no lo podrías hacer ni en mil
vidas, te voy a dar una ayuda”.
“Te escucho, Padre”.
“Camino a Jerusalén va un noble caballero cruzado, y este caballero no es otro que el ángel
caído Ismael, ya lo conoces por este relato, un compañero del ángel caído Lucifer, un par de
éste, pero como Gran Demonio solo podía haber uno solo, mi hijo renegado Ismael quedó
desplazado. En la Edad Media participó de la Primera Cruzada, porque era una manera

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adecuada de desplegar, sin represiones ni encubrimientos, su plena conciencia demoníaca. Si
aceptas la experiencia le pediré a las galaxias que te lleven al encuentro de Ismael, y entonces te
daré la Gracia de vivir en tu conciencia su conciencia y tener el pleno conocimiento interior de
qué es ser un demonio. Cuando lo sepas recién podrás elegir, decidir qué camino pretendes, el
de ser un demonio o liberar tu alma”.
“Acepto, Padre, unirme a Ismael en el camino a Tierra Santa”.

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440

“El Bhagavad-Gita avanza con la pregunta de Arjuna acerca de la fe”, dice Manuel que
está concentrado en el texto en los anales akáshicos.
“Estamos llegando al fondo del misterio”, revela Ana Lucila.
“A todos nos prepara El Padre para una guerra, y solo la fe es el arma que tenemos para
vencer”, dice Krishna mostrándole a los Rishis que van a nacer secretas imágenes de su
encarnación en un Athón que ya no estaba dejando espacios ni en la Tierra ni en la mente de los
demohumanos.
“En el texto relacionas, Krishna, las clases de fe con los gunas, y en el Comentario afirmas
que toda acción tiene como fundamento una creencia y a esta la llamamos fe”, observa Ana
Lucila.
“Te preguntas, Krishna –añade Manuel a lo que sigue diciendo el avatar en el
Comentario– ¿qué persigo con la fe? Y respondes, lo que quiero llegar a ser, en lo que busco
convertirme, por lo tanto el objetivo de mi fe soy yo mismo en proyección, y esa meta busco
lograrla a través de los actos que responden a mi fe. Esto puede sintetizarse –concluyes
Krishna– en me convierto en lo que creo”.
“Esto muestra la maleabilidad del ego”, reflexiona Ana Lucila.
“Creo que para nosotros, identificados como Rishis en una identidad sustancial, eterna,
participando de la Sustancia del Padre, nos resulta todavía incomprensible por decirlo en
términos de algunos filósofos, esta visión del sujeto como construcción”, piensa Nicolás.
“Cuando encarnemos en Athón –pronostica Chiara– tendremos que proveernos de un
material egoico”.
“De un pedacito del Gran Demonio, dilo sin eufemismos, Chiara”, asume Manuel el precio
de la encarnación, porque solo siendo algo del Gran Demonio es posible habitar en Athón.
“Athón es su planeta y él su habitante dominador y creador, los otros habitantes son las
almas inconscientes y la Tierra torturada”, agrega Nicolás.
“¿Se dan cuenta de la estrategia del Plan del Padre?”, pregunta entusiasmado Manuel a sus
compañeros porque él acaba de descubrir la estrategia.

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“Por supuesto –responde Chiara que ya la había descubierto– como almas libres, plenas en
El Padre tenemos que encubrirnos con un ego demoníaco y desde el mismo empezar a construir
el sujeto que va a actuar en Athón.
Pero, ¿en qué consiste la estrategia? En que como almas libres convertiremos al ego, lo
llevaremos al Padre”.
“¡Sorprendente!”, exclama Ana Lucila.
“¿Qué te sorprende?”, pregunta Chiara que no comprendiendo como los demás, también
Manuel y Nicolás se sorprenden, puedan no haber advertido algo tan elemental y esto es que al
convertir al ego, que es parte del Gran Demonio, también de algún modo, están convirtiendo al
Gran Demonio.
“Me sorprende que estoy comprendiendo lo que dijo Jesús, tu fe te ha salvado”, replica
Ana Lucila.
“El ego son construcciones y deconstrucciones, si queremos usar una terminología actual.
¿Y quién es que se construye y deconstruye? El Gran Demonio que como no es se construye
para terminar destruyéndose en cada uno de los egos”.
“Es terrible esta doble ausencia del Gran Demonio”, arroja Chiara palabras que siguen
sorprendiendo.
“¿Qué quieres significar con la doble ausencia del Gran Demonio?”, inquiere Nicolás.
“Ausente del Padre y también ausente del ego, porque depende de los dos, esa parte
enajenada de sí mismo, para construirse y después terminar deconstruyéndose en el fin del
personaje”, dice Chiara su visión.
“Ya entiendo –es Nicolás quien entiende– el que tiene necesidad de pactar es el Gran
Demonio para que el ego lo construya”.
“Es un riesgo el juego del Gran Demonio y esto lo estamos viendo ahora –apunta Manuel–
él tiene que entregar parte de sí mismo, ajenizarse, ser otro para que este otro lo construya, pero
ese otro, como el que vamos a tener nosotros, en vez de seguirlo construyendo lo disminuirá en
su proyecciones para concentrarlo y transmutarlo”.
“Esta será nuestra enseñanza, transmutar al ego para liberar al Gran Demonio de ser Gran
Demonio”, señala Ana Lucila.
“La fe en El Padre lo termina venciendo”, agrega Manuel.
“El Gran Demonio existe en todos los personajes que se construyen en los pactos y se
deconstruyen cuando estos terminan, su existencia es un juego interminable de construcciones,

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deconstrucciones y nuevas construcciones, pero cuando un demohombre deja de pactar porque
se ha entregado al Padre, el Gran Demonio disminuye”, explica Krishna.
“Me convierto en lo que creo y en los athonianos es convertirse en el Gran Demonio
porque es en el único que creen, no importan las máscaras a través de las cuales se identifican
con el Señor de la Oscuridad”.
“Ahora resulta más clara la idea de sacrificio que expresas, Krishna, en el Bhagavad-
Gita”, dice Nicolás.
“Sacrificarse –interpreta Ana Lucila– es el desaparecer el sacrificado para transformarse en
el otro, a quien se entrega en el acto de sacrificio”.
“Por eso dices, Krishna, que los sáttvicos sacrifican a los dioses, los rajásicos a esos
poderosos demonios llamados en el Bháratavarsha yakshas y rakshas, y los tamásicos a los
pretas y a los bhutas, pequeños demonios serviles”, lee Manuel el texto en los anales akáshicos.
“Convertirse en el objeto del deseo es llegar a transmutarse en la energía de lo deseado, por
eso muestras, Krishna, la dura disciplina que es necesaria para avanzar en la alquimia
demoníaca, una ascesis cruel enmarcada en la hipocresía, el egoísmo, la pasión, el deseo, el
maltrato del cuerpo y la ignorancia del alma. También entrar en esta vibración oscura, lleva a
exceso de alimentos y bebidas que llevan a la enfermedad”, sintetiza Ana Lucila las palabras
del Bhagavad-Gita”.
“En estas actitudes podemos ver en acción a los athonianos de esta época, lo que marcaría
la diferencia entre tamásico y rajásico, no son estas cualidades oscuras que son comunes sino la
potenciación de algunas de ellas en el logro del poder como la hipocresía, la pasión, el egoísmo
en las personalidades rajásicas”, aclara Krishna.
“Como ya quedó claro –puntualiza Chiara– la gran demohumanidad es tamásica, en el
sentido que lo menciona el Bhagavad-Gita, pero aclarando que comer comidas pútridas hoy lo
podemos entender como los alimentos a la mente que sobreabundan en los medios de
comunicación masivos”.
“Los rajásicos son los que los manejan”, hace alusión Manuel.
“Estas slokas de la parte XVII tienen una muy precisa referencia a los hábitos y prácticas
religiosas del Bháratavarsha, por eso remito a la lectura del texto a quienes estén interesados en
la cultura tradicional, pero como las caracterizaciones psicológicas que aquí se exponen
sáttvica, rajásica y tamásica han sido suficientemente mostradas en este relato, volvamos al
tema de la fe que es núcleo que nos interesa”, propone Krishna.

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“La fe es una energía del alma que produce la alquimia de transformar al creyente en lo que
cree, el demohombre emplea todas sus energías para transformarse en algunas de las máscaras
del Gran Demonio pero cuando nace el discernimiento la fe se ilumina por la Gracia y entonces
apunta a transformarse en lo que Es”, certifica Manuel.
“Krishna –habla Ana Lucila– si bien como señalaste en este capítulo XVII del Bhagavad-
Gita es muy del Bháratavarsha, creo que vibratoriamente sería conveniente concluirlo, como
para abrir la intuición de sus demolectores, con la lectura de las últimas slokas”.
“Me parece afortunado, Ana Lucila, lo que propones; puedes empezar a leer”.
Se enseña que OM TAT SAT es la triple designación de Brahman. Es por este
mantram que fueron instituidos antaño los brahamanes, los Vedas y los sacrificios
rituales.
Es por ello que OM es pronunciado siempre por los conocedores de Brahman
cuando cumplen los ritos prescriptos por las reglas: los sacrificios, los dones, las
austeridades.
Es pronunciando TAT que los que desean la liberación cumplen, sin tener en
vista los frutos, diversos actos de sacrificio, de penitencia y de don.
SAT se utiliza para designar lo real y lo santo, la palabra SAT es apropiada
para los actos dignos de alabanza.
La constancia en el sacrificio ritual, la ascesis y el don se llama SAT. El acto
cumplido con tales designios se llama igualmente SAT.
Toda ofrenda todo don, toda ascesis, y todo acto cumplido sin fe se llama
ASAT, es nulo acá y en el más allá.

OM HARI OM TAT SAT

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Descender por desfiladeros, en momentos peligrosos pero en otros amables, desfiladeros


que se transforman en seguras playas de cálidas arenas, era un paisaje conocido en sus engaños,
igual que esos laberintos y cavernas donde aparecían gigantes voluptuosos y mujeres grávidas
que me mostraban sus vientres fértiles para ofrecerme prometedores nacimientos en Athón.
Concentrado en el ajna no me detenía, esa feria grotesca a la que se apegaban bufones saltarines
y odaliscas tentadoras era demasiado evidente para atraerme a esos juegos tan conocidos por
haber sido tantas veces jugados.
De pronto, desaparecen desfiladeros, laberintos y cavernas y en la imagen de la meditación
aparece un salón luminoso, con oros y diamantes, y en un sillón majestuoso Jaris, el jefe de los
Rishis me saluda y emocionado respondo su saludo y el de los Rishis que lo rodean.
Ante un gesto del gran Rishi un grupo de ángeles se me acerca, sonrientes, divinos,
serviciales y me despojan de mis ropas destrozadas en el viaje, y desnudo me llevan a
purificarme en una bañera de plata con agua caliente cristalina de donde surgían fragancias
embriagantes que habían traído de lejanos universos. Los ángeles me frotaban la espalda con
ungüentos reconfortantes y me entrego con felicidad a la Gracia de ese plácido descanso, y en
una profunda relajación me sumo en un profundo estado meditativo.
Y en la meditación, junto a Yukteswar y Yogananda, se presenta El Padre envuelto en
rayos luminosos que velaban su figura. Quiero arrodillarme pero impide mi reverencia.
“Hijo, solo en el mundo de las formas somos otros, pero ¿acaso no te he enseñado que en el
Espíritu somos Uno?
Pero no te he hecho llegar hasta aquí, a este lugar donde moran Rishis, maestros, ángeles y
los otros seres celestiales para hablar del Espíritu, ya tendremos tiempo para eso, sino para
mostrarte mi reconocimiento por tu fidelidad a esta privilegiada experiencia y felicitarte por tu
discernimiento perfecto, y recordarte, para que también nos reconozcas, donde te encontrabas
cuando Mi Gracia empezó a iluminarte.
Tu destino era la locura, por eso cuando sentías lo irreversible de ese trágico final buscaste
en las lecturas de la India tradicional alguna esperanza, una puerta de salida a las ciénagas de
Athón que habitaban en tu mente y tu intuición fue certera y en esos libros te encontraste con
los grandes maestros Buda y Shankaracharya, Yukteswar, Ramakrishna, Yogananda y todos los

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demás que tan bien conoces que más tarde, guiado por un servidor mío, los reconociste en la
experiencia meditativa.
Y en la meditación fueron los maestros exorcizando los demonios de esa psicosis que te
estaba esperando, amenazante, para hundirte en el infierno de los athonianos locos.
Pasaron muchos años, y purificación tras purificación, alquimia tras alquimia, fuiste
alcanzando la fe y el discernimiento necesario para ser elegido a participar de ese selecto grupo
de comandos que avanza al rescate de su alma.
Te he observado en este viaje y vuelvo a decirte que me complazco del coraje, la fe y la
inteligencia con que estás transitando exitosamente los más arduos y peligrosos caminos, esos
caminos poblados por terribles demonios bandoleros que buscan asaltarte, atraparte y devorarte,
pero has salido airoso de las pruebas.
Hijo mío, por tu gran mérito quiero hacerte depositario del mayor secreto de mi Plan. Bien
conoces la misión de los Rishis que descenderán en Athón para liberar a las almas atrapadas por
el Gran Demonio, bien sabes los esfuerzos de mi ejército para destruir a enemigo, pero también
tienes conciencia del poder de la oscuridad que gobierna el planeta, y un buen ejemplo de lo
que te digo es la defección del Rishi Mada.
Está de más que te diga que mi amor incondicional por todos los seres del universo se
traduce en la compasión. ¿Y qué es la compasión? Comprender que nadie puede ir sin
destruirse más allá del límite del dolor soportable y Mada había llegado al límite de ese dolor
cuando vio las almas degradadas en Athón y se dio cuenta que era su propia alma la que se
había degradaría si penetraba en el abismo demoníaco del planeta.
Los Rishis son una única conciencia y el dolor de Mada, que es un dolor espiritual que está
fuera de tu alcance comprenderlo, porque está más allá de lo que puedes experimentar como
dolor físico y mental, agitó en mí la compasión y después de muchas deliberaciones con dioses,
maestros, Rishis, decidí suspender, por ahora, esos nacimientos.
El Plan ha sido modificado, pero ¿qué te ha quedado de la experiencia? El amor
incondicional que por Gracia te estoy transmitiendo en este instante, y con ese amor regresarás
a tu vida en Athón, y serás mi canal, uno de mis grandes canales para que ese amor
incondicional vaya llegando a todas las almas para que puedan empezar su proceso de
liberación”.
La Voz que me transmitía el mensaje y la misión calló y me sentí invadido por un profundo
desasosiego.

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¿Cómo era posible? No podía aceptarlo pero a la vez tenía que reconocer, con toda
humildad, que misteriosos son los caminos del Señor.
Algo se oscureció en mi interior y en esas duraciones fuera del tiempo que ocurren en la
meditación, sentí que me hundía en profundidades desconocidas, era como si los espejismos de
mi alma fragmentada se me hicieran carne y verdad. Las tortuosas imágenes mezcladas de
tantas vidas me azotaban y desesperado vi que mis fuerzas llegaban al límite, y en ese límite
otra Voz llegó hasta el último espacio libre de mi conciencia.
“Concéntrate en la vibración que escuchaste y reconócela”, no era un pedido sino una
orden.
Y entonces la vibración se transformó en el Gran Demonio y su corte de demonios que,
descubiertos, desaparecieron, derrumbándose el celestial escenario que habían montado. Ahora
se veía solo oscuridad.
“Estuvo a punto de atraparte pero tu fe te ha salvado”.
“Gracias Padre”, solo atiné a contestar.
“Si hubieses estado atento, y no te hubieses embelesado por sus palabras, lo hubieses
descubierto. El dolor espiritual es su propio dolor y el de los demonios, que es el dolor de mi
ausencia y nunca lo puede experimentar un Rishi que vive en la plenitud de mi Ser.
Además, ¿cómo pudiste suponer que en Athón era posible el amor incondicional?.
Y por último, ¿por qué no discerniste que el límite del dolor que despertaba su compasión
implicaba que había alguien experimentando ese dolor? ¿Un ego demoníaco en un ser cósmico?
Hijo, te sugiero que leas las enseñanzas de Buda para activar tu discriminación”.

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Voy cabalgando al encuentro de Ismael, tal como lo indicó El Padre, para llegar a la visión
de saber quien realmente soy en Athón y salir del engaño de esta máscara con que se disfraza el
personaje socialmente correcto.
Las galaxias me habían dado las coordenadas donde se encontraba el ejército Cruzado,
todavía tenía por lo menos un día de marcha y estaba anocheciendo. Me detengo en un lugar del
camino protegido por unas rocas para pasar la noche. Al desmontar siento el cuerpo preso de
una intensa fatiga, además recorrido por un escalofrío que me hace temblar, la cabeza me pesa y
siento la fiebre arder en toda mi piel. Un oscuro presagio toma mi mente. “Esta noche morirás,
y se acabará el viaje sin que siquiera hayas podido llegar a tener el menor vislumbre de tu
alma”, escucho una voz que me azota con su premonición.
Hago un esfuerzo para no desvanecerme y dolorosamente giro la cabeza hasta ver, sentado
sobre una roca, una sombra apenas insinuada.
“¿Me reconoces? Vengo caminando a tu lado desde el instante en que consumaste la
caída”.
“Te sospecho, hay un aire familiar en tu presencia, pero no llego a reconocerte”, le digo
con el hilo de voz con que todavía podía hablar.
“Para no jugar a los acertijos, en el estado en que te encuentras no creo que tengas ganas de
jugar a nada, me voy a presentar, soy tu demonio de la enfermedad, de la salud y de la muerte,
no importa el orden en que quieras ubicar las palabras, puedo ser el de la salud, la enfermedad y
la muerte, o el de la muerte, la enfermedad y la salud, o cuantas combinaciones puedas
imaginar”.
“¿Con cuál de tus nombres has venido a buscarme?”.
“La enfermedad por un rato y la muerte después”.
“¿Qué pretendes?”.
“Lo que pretenden todos mis hermanos, porque en realidad somos uno y pretendemos lo
mismo, que firmes el pacto de un tiempo de muerte sin demasiados sobresaltos y un interesante
nuevo nacimiento”.
“¿Por qué te firmaría ese pacto?”.

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“Podría decirte porque todos lo firman, pero me caes simpático y voy a ser más específico.
Te vengo acompañando en todas tus vidas y tus muertes y te conozco mucho más de lo que tú te
conoces, en realidad decir mucho más es solo un modo de decir, porque en realidad no te
conoces nada, como en Athón no se conoce nadie”.
“¿Dices que me conoces?”.
“Te conozco en lo que necesito conocerte para mi trabajo, y eso lo conozco muy bien, y lo
que conozco, después de tantas vidas y muertes en que venimos atravesando juntos el duro
camino de Athón, es tu pánico a morirte.
Cuando te activé, hace unos instantes, los síntomas de la enfermedad, contemplé tu mente
llena de pánico”.
“¿A eso juegas?”.
“Bueno, juego secundariamente, el verdadero protagonista del juego eres tú, quien quiere
jugar a no morirse y me llamaste para que juegue contigo. Ya lo ves, me necesitas y me
necesitaste siempre”.
“¿Y cómo nació este juego?”.
“Empezó cuando te invitamos a venir a Athón y aceptaste sin dudar nuestra invitación.
Claro que no sabías que Athón es una energía degradada y que para habitar Athón tenías que
degradar tu energía pues nadie puede tener una energía diferente a la del planeta que habita.
¿Me vas entendiendo? La degradación de la energía es lo que ustedes, athonianos, llaman
enfermedad. Por supuesto, no podíamos ser tan descorteses con los invitados que se
desintegrasen ni bien pisasen Athón, por eso nuestro Demopadre nos constituyó a nosotros, que
éramos unos demonios sin trabajo fijo, como los encargados de evitar esa desintegración
instantánea, eso que en Athón se llama salud. Pero esa salud no es más que una situación
provisoria y también parcial, porque siempre hay un proceso de enfermedad, aun en el más
sano, que congela la desintegración. Voy a sintetizar porque veo que te falta poco y debemos
terminar esta cuestión por lo menos unos segundos antes de tu partida y quiero que quede todo
muy claro, porque mi colega, tu demonio personal, me informó que últimamente estás teniendo
compañías con influencias nefastas. Bueno, te sintetizo, los athonianos pueden resistir los
pactos que les ofrecemos, de poder, por ejemplo, o en algunos hasta de sobrevivencia, pero
cuando se enferman, ¿necesito contártelo? Es tal el temor a la muerte que pactan cualquier cosa
por lo que llaman curarse y nosotros congelar la desintegración. El último pacto llega, como en
tu caso en este momento, con la última enfermedad y a la tumba. Ahí es cuando le ofrecemos, te
estoy ofreciendo, un estado de muerte decorosa y una buena negociación con el Gran Demonio

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para un próximo nacimiento, y ya lo ves, firmando este pacto continuarás viviendo al volver a
nacer a los dolores y placeres de Athón.
Pero si te niegas, porque te confundieron esos falsos amigos que te rodean, bueno, lo
siento, no quiero atormentarte porque como te dije antes me resultas simpático, no tendré más
remedio que darte el pasaporte a la más espantosa muerte que consistirá en desintegrarte en una
desintegración que durará un tiempo inconcebible, en la Venus Negra. Entonces sí que sabrás lo
que es morir.
El tiempo se acaba, y no hablemos de cosas feas. Una firmita por favor”, me dice el
demonio extendiéndome un formulario ya impreso y una lapicera, acompañando esta ceremonia
con una sonrisa cómplice.
Permanezco inmóvil, la figura del demonio, el documento impreso y la lapicera que me
acerca, prometedores de aliviar los dolores del cuerpo y de la mente, tomaban las formas
oscilantes que les daba mi fiebre.
Sigo inmóvil y a mi mente llega la Venus Negra mostrando un vientre horripilante donde se
retuercen los monstruosos fetos de los no pactantes destinados a la eterna desintegración en las
bocas de las potencias infernales.
La voz rugiente del demonio de la muerte brama en lo que sonaba como la última amenaza
antes de cumplirse la condena, pero no pierdo la inmovilidad, en el centro del infierno solo la
absoluta quietud me salvaría, el más leve movimiento y sería devorado, esa fue una intuición
profunda que me elevó más allá de la muerte del cuerpo y del pánico.
De pronto, milagrosamente, en la quietud llegó la Gracia manifestada en el mandala de
maestros donde éstos vinieron para hablarme de la muerte.

Yogananda me habla de los dos sentidos de la palabra muerte.


“Uno significa encadenamiento y el otro liberación”, son las palabras del maestro que me
explica:
“En el encadenamiento solo se produce la desintegración del vehículo más denso, el cuerpo
físico, pero la energía registrada en el astral no cambia de vibración.
En la muerte que conduce a la liberación el cuerpo físico que es el único vinculado
absolutamente con el plano demoníaco, al ser disuelto permite a la conciencia participar del
estado alcanzado en la conexión”.

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“La verdadera sabiduría –es el maestro Vivekananda quien habla– ve a la muerte como el
último acto de permanencia al mundo que oprime al alma.
El yogui, si bien no desea la muerte, tampoco le teme y con la mente anclada en el Ser, solo
espera el momento de la liberación”.

El maestro Aurobindo me advierte:


“Solo puede temer a la muerte aquel que sustancializa el cuerpo porque quien piensa el
cuerpo como sustancia es uno con el Gran Demonio que vive desesperado por sustancializar su
impermanencia.
El cuerpo es solo una cáscara, un vehículo para operar en un plano que alguna vez, cuando
era la Tierra, proporcionó experiencias del conocimiento del Padre a las almas, pero hoy,
transformado en Athón, solo es una cárcel.
El que está anclado en el espíritu no es turbado por la muerte”.

El maestro Chidananda aclara que el término muerte es componente de una dualidad cuya
contraparte puede llamarse mundo o vida.
“Este juego de opuestos –continúa el maestro– solo es real para la mente posesa en el plano
binario que está dominado por el Gran Demonio.
El Ser está más allá de la dualidad, y la conciencia anclada en el mismo no es afectada por
el par de opuestos”.

“Si una enseñanza pudiera transmitir acerca de la muerte diría que es el cercano horizonte
donde culminan todos los proyectos demoníacos”, me transmitió el maestro Sivananda para
después preguntar: “¿A quién sirven estos proyectos? Ahonda la pregunta y experimentarás el
vacío que supone todo acto hecho en desconexión con El Padre, pero también sabe que desde
este vacío puede intuirse el único acto verdadero, el retorno al Padre, cuyo horizonte es la
eternidad”.

Ramana Maharshi, leyendo en mi mente el temor a la muerte, cálidamente me lleva a la


reflexión.
“¿Por qué tanto temor a la muerte? ¿Acaso crees que nacer, crecer, sufrir, enfermarse y
morir son los únicos actos a los que estas destinado?

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Cualquier alma que intuya su origen divino sabe que la realidad es trascendente y nada
tiene que ver con esos estados pasajeros del cuerpo y la mente”.

“Bendita sea la muerte, la muerte del ego, de ese vampiro al servicio del Gran Demonio”,
exclama el maestro Yukteswar.

“Cuando la conciencia trasciende el plano de la mente accede a los mundos del Padre.
Aquí toda referencia al mundo fenoménico es como un pálido recuerdo de una historia que
llega a su fin”.
Estas fueron las palabras con las que me bendice Lahiri Mahasaya.

Mataji enfatiza que el temor a la muerte arrastra a todo tipo de pactos, pero trascendido este
temor, la conciencia se abre a la luz donde todo se disuelve.

“Solo el discernimiento abre la puerta al conocimiento de la Verdad, de la verdadera


existencia en el Ser Eterno”, enseña Babaji.

Jesús muestra que la muerte es el arma más poderosa del Gran Demonio porque con esta
arma tergiversa el sentido de toda enseñanza que apunta a la trascendencia.

“Con mi muerte física –relata Buda– se disolvieron los últimos vestigios que me unían a la
gran ensoñación, y más allá, en el Nirvana, esa experiencia intraducible a conceptos mentales,
encontré la libertad en El Padre”.

“¿Cuál es el poder de la muerte?”, inquiere Sankaracharya y revela.


“En ella se desintegran todos los logros, buenos y malos virtuoso y no virtuosos.
Si quieres saber si el camino que has tomado es el correcto analiza si lo que en éste
construiste se disuelve con la muerte o te lleva a la trascendencia”.

“Quien teme a la muerte creyendo que es el fin de su existencia es tan ciego como aquel
que cree que se ha desintegrado al perder un abrigo”, rompe Milarepa con su energía el embrujo
con que me tiene atrapado el temor a la muerte.

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“Solo la conciencia en el Gran Demonio teme a la muerte porque refleja el temor a morir
del Señor de la Oscuridad, pero cuando la conciencia está anclada en El Padre es solo una suave
transición que la lleva a un estado de plenitud”, expresa Krishna.

Ramakrishna me lleva a la discriminación que traspuesto el velo de Maya la palabra muerte


pierde su carga de temor, transformándose en un concepto vacío para aquel que bucea en el mar
del Padre.

Haydée comenta que muchos de los que la rodeaban creyeron que la muerte física era el fin
de sus poderes espirituales con los que por Gracia del Padre había actuado en el mundo a su
servicio.
“No pudieron comprender –dice– que la muerte solo representó el abandono de una energía
atada a la oscuridad y la posibilidad de participar conscientemente, desde un estado de
liberación, del Plan del Padre para disolver Athón y despertar a las almas”

“No hay muerte en la conciencia liberada”, sentencia la Madre Divina.

El Padre me envuelve en su energía al transmitirme:


“Tu alma es mi esencia.
Tu alma no está sujeta a los cambios”.

Al despertar del profundo sueño siento que la luz del amanecer me cubre y la fiebre ya no
me tortura. Había recuperado las fuerzas y con una alegría que jamás experimentara, junto con
mi caballo me dirijo a un manantial cercano para beber y refrescarnos.
El agua del manantial se ilumina y me dice:
“Ten a la muerte como tu compañera porque es una presencia cercana, no lejana y de esa
manera podrás ahuyentar a los pactos que te siga ofreciendo el Gran Demonio”
Cabalgando al encuentro de Ismael sigo en el mundo de los vivos, el Gran Demonio no
pudo interrumpir el viaje al alma, pero en algún momento inevitablemente la muerte llegará, y
entonces, tengo la plena intuición, me encontrará libre de temor con la conciencia expectante de
un reencuentro con El Padre.

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Todo parece claro en ese bosque gris en el instante en que, invisible, me acerco a Ismael
para entrar en su conciencia, mi conciencia y al entrar en esa furia demoníaca siento el mundo
como una telaraña entretejida por el odio y el miedo, por mi odio y mi miedo, las dos caras de
mi demonio.
Ismael, acostado en el pasto pero excitado por el olor de la sangre que es como una droga
que excita su olfato, una sangre que todavía no fue consumada pero se anuncia como una diosa
prometedora de goces inefables, de esa sangre que irá saliendo de los cuerpos agonizantes, y
aunque nunca lleguen los goces inefables, en el infierno no hay goces inefables, solo instantes
de éxtasis y bruma, le bastan a Ismael, me bastan a mi mismo, los éxtasis oscuros del dolor
punzante e irredento de las víctimas del gran desprecio, ese éxtasis que lo acerca, que me acerca
al Gran Demonio, y después vendrá la bruma, una melancólica tristeza negada, la tristeza de la
gran ausencia, pero la engañamos, Ismael y yo la engañamos con el gris del paisaje demoníaco,
un bálsamo que hipnotiza la profunda herida de la ausencia, y allí están el canto de los pájaros,
el pequeño lago donde hundimos los cuerpos fatigados, el amanecer donde la sombra del Gran
Demonio nos saluda.
Maldecimos, Ismael y yo, que somos uno, maldecimos los espantos de la vida, el trágico
destino de demonios secundones, no estaremos en la historia sino en el olvido, junto con tantos
que desaparecieron en el tiempo, nosotros, ángeles caídos, Grandes Demonios que no fuimos
pero que serlo es lo único que anhelamos. ¿Acaso ser el Gran Demonio no es lo que plenifica la
vida de un demonio? Es el único anhelo que justifica la existencia sórdida de un ángel caído que
agoniza en la Nada que solo se abastece del espanto.
Ser demonio es torturarse en la pesadilla mientras el cuerpo duerme, ser demonio es
transitar en los círculos infinitos de la angustia sin muerte, aunque los cuerpos mueran y
vuelvan a nacer. Pero, ¿qué son los cuerpos sino un detalle insignificante de la tragedia? Ser
demonio es ser el odio y el miedo almacenado en la existencia, que existirá y seguirá existiendo
mientras el odio y el miedo se alimenten de las almas, pero antes del banquete hay que
degradarlas, convertirlas en el veneno que nos nutra, nos calme de la angustia, nos inflame con
nuevos odios y miedos para continuar como un desafío que sigue por siempre jamás, el giro
interminable de esa existencia que nunca llega a ser.

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¿Alguien existe en nosotros? Ese que queremos ser, Ismael y yo lo queremos, ser el Gran
Demonio. ¿Y qué es ser el Gran Demonio? No Ser en el incomprensible dolor espiritual, un
dolor inigualable desde el cuerpo y al mente, el orgulloso, soberbio, infinito dolor de No Ser en
El Padre, de haberlo vencido al negar su Existencia.
Han muerto tres caballeros emboscados por los infieles, y estamos en su entierro
rindiéndole homenaje por su entrega a la fe de Cristo. La muerte se nos oculta en las oraciones
por la salvación de sus almas, y un sacerdote sin edad, acostumbrado desde la caída al polvo
bíblico de la Nada, les da el responso, y nosotros, Ismael y yo, y también los demás, nos
juramentamos para vengarlos.
La guerra llega cuando aparecen los muertos e Ismael y yo, con ritual prolijidad nos
investimos con la armadura. Somos unos veinte caballeros y salimos en persecución de los
infieles, no pasa mucho tiempo hasta que los divisamos sin que nos vean, es una avanzada de la
infantería de no más de cincuenta. Nos desplegamos y al galope atacamos por sorpresa. Ahora
la escena se me presenta en cámara lenta. Ismael mata y yo repito sus muertes. La espada baja
sobre la cabeza del infiel que se abre en dos en una sorprendente simetría y la sangre parece
brotar como la lava roja de un volcán. Las otras muertes fueron cortándoles el cuello. Los otros
caballeros habían matado en ceremonias similares. Los sobrevivientes quisieron escapar pero
no pudieron evitar que las espadas de los caballeros de Cristo los enviasen al infierno.
No tengo emociones porque Ismael no las tiene. Matar es para nosotros un acto más, como
cabalgar, colocarnos la armadura o rezar las oraciones. Solo seguir un destino incomprensible e
inevitable. ¿Teníamos sentimientos? Extrañamente sí, nos embelesaba el paisaje en esa mañana
hermosa, ese silencio tan parecido al silencio de los muertos, ese descanso después de la
masacre cuando el cuerpo se distiende y es posible respirar el aire puro y embriagante que es
como un elixir que disfrutan los guerreros después de cumplir con el signo de la guerra.
Pasaron no muchas noches cuando llegamos a ese pueblo de infieles. Lo incendiamos como
en un rito vociferando la gloria del Señor. Era un espectáculo sacro contemplar los cuerpos
llameantes, que eran un anticipo del merecido infierno de los infieles, en ese infierno en que
continuaban los aullidos que habían callado los cuerpos carbonizados. Solo una cosa nos
molestaba a Ismael y a mi, el humo que manchaba nuestras capas amarillas. Con las últimas
llamas levantamos una inmensa cruz en un promontorio cercano, y escribimos formando con
piedras las palabras.
POR AQUÍ PASÓ LA ESPADA DE CRISTO
PARA RESTAURAR LA DIVINA JUSTICIA

183
Escuchábamos a los otros caballeros comentar que habíamos ascendido otro escalón en la
escalera al cielo. Era como si hubiésemos comulgado y la sangre y la carne de Cristo estallase
en nuestras entrañas, dándonos las gracias por el deber cumplido.
Mientras Jerusalén nos esperaba, descansábamos en el río y otra vez nos invadía el éxtasis
del paisaje, y casi imperceptiblemente me fui desvaneciendo en un sueño, un sueño del que me
despierta sobresaltado una Voz que me dice:
“Ya conociste tu condición demoníaca, ahora debes separarte de Ismael para continuar el
camino del rescate de tu alma”.
“¿Qué ocurrirá con Ismael?”, me atreví a preguntar a esa Voz que era la Voz del Padre
“Él, bajo mi guía, continuará inconsciente su camino, morirá en Jerusalén, pero todavía le
faltan recorrer muchas guerras y destinos para poder empezar a intuir su alma”.
Salgo del río y con sincera piedad miro a Ismael que está dormido con el cuerpo hundido
en el suave fluir del agua y la cabeza apoyada en una roca. Poco después voy cabalgando a la
búsqueda de otros encuentros.

184
444

Atrás va quedando la tierra de los Cruzados y continúa el descenso por un camino de


cornisa, embarrado por una tenaz lluvia, que va cayendo por una espiral descendente que tiene a
un lado el abismo y al otro una muralla de roca. Me deslizo en tobogán en una casi oscuridad y
me sostengo con el hilo de plata que me une al Padre y con ese mantram que nos enseñó el
maestro Yukteswar.
Padre, imántame a tu Ser,
más allá de los confines del cuerpo,
más allá de los límites de la mente,
más allá del círculo de la vida y de la muerte,
Padre, imántame a tu vibración de Amor.
El descenso me parece interminable hasta que, cuando mis fuerzas parecen agotarse y voy a
rodar por el barro hasta caer en el abismo, en un recodo, iluminando el camino, me espera
Krishna con su carro.
“Sube”, me dice, ayudándome a subir. Y sin decir nada más azuza los caballos para que
continúen el descenso.
“¿Hasta dónde tengo que seguir bajando?”, digo extenuado después de transitar por vidas,
de recorrer los engaños de Athón, de estar asfixiado por la sangre y la locura, la enfermedad y
la muerte, y el pánico que recorre la existencia interminable.
“Hasta que encuentres a tu alma”, me responde.
“¿Dónde está mi alma?”, pregunto como quien ya duda de que alguna vez se encontrará
con su alma.
“¿No lo sabes?”, y sus palabras me despiertan el recuerdo del alma enterrada en los
cementerios de Athón.
No hay más palabras, solo una larga noche donde el carro levitando espanta, abriéndose
paso, a los guardianes del camino.
De pronto, cuando la oscuridad ya parece un bloque impenetrable, un círculo de luz que
proyectan las galaxias alumbra a seres luminosos que rodean el carro que se detiene.
Krishna me dice antes de unirse a ese mandala.

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“Ya los conoces, son los maestros que te vienen guiando y que llegaron para instruirte en la
próxima etapa del camino.
La voz de Jesús me da una señal.
“Resiste, desciende a los infiernos y resucitarás entre los muertos”.
El Señor se me acerca y me toma de la mano para asistirme con su fortaleza, y me dice:
“Ese fue el último paso que tuve que dar para atravesar todas las barreras que me alejaban
de la única elección.
El infierno fue necesario porque debí llegar a la más profunda oscuridad y desde allí liberar
por completo el alma que por fin se elevaría al Padre.
¿Qué experimenté en la más profunda oscuridad? ¿Qué otra cosa podía experimentar más
que estar alejado del Padre?
Solo la fuerza interior me daba el impulso para llegar al final y soportar hasta lo más
terrible que puede soportarse, la oscuridad que me separaba del Padre.
La fe y el amor me permitieron regresar al Padre, la misma fe y amor que me llevaron a
abandonar por un momento la divina unión para encarnar en las tinieblas de Athón.

La mirada de Buda me envuelve con su infinita compasión y su mensaje es directo.


“Solo llegando a la máxima oscuridad, a ese infierno al cual todos temen, solo así el alma
en su complejidad puede rescatarse y ponerse a salvo para realizar la verdadera elección”.

Krishna, ahora también unido al mandala, me alienta:


“Atreverse a hacer este viaje donde el infierno llega a su final debe ser la experiencia límite
a que puede aventurarse cualquier ser humano, cuando el propósito de ese viaje es liberar el
alma de su interminable prisión.
La experiencia solo es posible cuando es guiada por el discernimiento, que es la única luz
de la que se dispone en la profunda oscuridad”.

“Para liberar el alma este es un viaje inevitable. Movido por la fe llegarás al final y esa
misma fe es la que te permitirá hacer el otro viaje, el de ascenso, hacia la liberación”.
Así lo anuncia Babaji.

“Trascendiendo lo más oscuros terrores de ese infierno, solo así El Padre podrá recibir
nuevamente a tu alma”, me dice con toda su ternura Mataji.

186
Yogananda recuerda:
“Los caminos fáciles no existen, hay que llegar al final de ese infierno tan temido, esa es la
gran prueba que toda conciencia debe experimentar para poner a salvo su alma prisionera de la
oscuridad”.

“Cada conciencia debe llevar al tope esta experiencia –son palabras de Vivekananda– y
este tope es ese infierno en el cual nadie quiere caer, sin saber que se está en él.
Llega hasta el fondo y libera tu alma”.

Aurobindo, irradiando su amor va deshaciendo mis temores.


“No temas que a pesar de todo este infierno, tu infierno, puede ser trascendido con la sola
condición de tu amor y tu fe”.

“Solo alcanzarás la eternidad en el preciso momento en que venzas la barrera del infierno.
Así recuperarás tu alma que estará dispuesta a volver al Padre”, me da su mensaje Chidananda.

“Atrévete, es mi mensaje, –me dice Sivananda– debes atreverte a trascender todos los
obstáculos que existen en esa profundidad infernal. La única meta es rescatar el alma”.

Ramana Maharshi me muestra lo inevitable de la experiencia del infierno.


“Todos los maestros liberados debimos trascender ese infierno. Es un camino inevitable
porque es el único por el cual podemos recuperar el alma perdida. No temas esta experiencia, la
fe es una herramienta primordial”.

Yukteswar me da el mensaje que busca despertar mi discernimiento.


“Todos los procesos son difíciles hasta que se conocen. Busca conocer el secreto del
infierno descorriendo sus velos con la luz del discernimiento”.

“Envuelto en la Gracia del Padre continúa este viaje hasta la última meta. Y cuando llegues
al infierno comprende que también el infierno es una ilusión”, dice Lahiri Mahasaya.

Enseña Milarepa:

187
“Todas las épocas tuvieron su particularidad pero hay algo que nunca cambió y es el modo
de trascender ese infierno para llegar al alma”:

Alumbra Sankaracharya:
“Despierta tu conciencia y haz este viaje a la profundidad del infierno, será el gran salto
para retornar al Padre”.

“Con tu mente preparada para saber los pasos a seguir, atraviesa esa profunda oscuridad.
Tendrás un único objetivo, liberar tu alma”, me pide Ramakrishna.

“El Padre tiene tanta bondad –me dice Haydée mirándome a los ojos– que desde siempre
nos dio la posibilidad de elegir, pero solo atravesando ese mundo infernal se llega a ser
protagonista de la elección”.

“En el infierno recién el alma, si es consciente, empieza a despertar y a darse cuenta que se
encuentra en ese inimaginable infierno y ese despertar es el despertar de esa gran pesadilla y la
vigilia del amanecer del camino que lleva al Padre”, anuncia la Madre Divina.

El Padre me dice con su infinito Amor.


“El infierno jamás pudo ser mi castigo.
¿Cómo podría castigar a mis hijos a quien profeso mi Amor incondicional? Les di la
libertad y ustedes eligieron el infierno al elegir al Gran Demonio.
Qué más hubiese querido que nunca se alejasen de Mí. Pero siempre los espero en la más
negra noche de Athón y los sigo esperando. Esta vez elijan volver a mi lado”.

El mandala de maestros me bendice y los veo alejarse en la Luz del Padre. Solo Krishna
permanece a mi lado y me dice:
“Te llevaré en mi carro hasta las puertas del infierno”.

188
445

“¿Entenderá el renunciamiento?”. La pregunta suena inquietante, como si en ese entender


se jugase todo, la carta definitiva, y Rishis, maestros solares, galaxias, dirigen su mirada a ese
infierno donde el comando, después de purificaciones, alquimias, devociones, duras entregas,
discernimientos, iluminaciones, acompañado por una fe profunda iba a tener, en ese infierno, la
última apuesta, a todo o nada, la liberación o la caída. Manuel le hace la pregunta a Krishna que
acaba de regresar de los cementerios de Athón después de dejar al comando en las puertas del
infierno.
“Quien transitó Athón y se liberó debió llegar primero a ese infierno, pero los infiernos se
fueron densificando a medida que Athón se iba consolidando como planeta y las experiencias
oscuras se iban acumulando. Este comando debe enfrentarse a un infierno mucho más infierno
que aquel que transitamos los liberados de otros tiempos, pero a su vez, si mantiene la
conexión, irá acompañado por todo el ejército del Padre; el riesgo es que esa conexión, por
mínima distracción, tenga alguna fisura. Confiamos en que no. Ahora solo hay que esperar”,
dice Krishna ante la escucha expectante de los Rishis que van a nacer en Athón.
“No es casual, Krishna –interviene Nicolás– que en la última etapa del Bhagavad-Gita
Arjuna desee conocer la verdadera naturaleza del renunciamiento, este renunciamiento es el
último movimiento de la experiencia liberadora”.
“¿A qué hay que renunciar? That´s the question”, dice Chiara parafraseando a Shakespeare.
“En Athón parece que la misma palabra renunciamiento está fuera del diccionario o queda
como un anacronismo”, indica Ana Lucila.
“Debemos inscribirla nuevamente, no en el diccionario sino en las conciencias”, enfatiza
Manuel.
“Renunciar al infierno, Chiara –responde Manuel– that´s the question”.
“¿En qué consiste renunciar al infierno?”, inquiere Nicolás dejándole la respuesta que ya
conoce a Krishna.
“Renunciar a la Trinidad Maléfica que tiene prisionera al alma”.
“¿Y quiénes la componen?”, insiste Nicolás.
“El Gran Demonio, el ego y Athón”, responde Krishna.

189
“Adecuado nombrarla como Trinidad Maléfica –aprueba Chiara– tres personas distintas y
un solo Demonio verdadero”.
“En el Bhagavad-Gita esta dimensión de la renuncia no la revelas –dice Ana Lucila– pues,
Krishna, enseñas que los sabios llaman renunciamiento a la abstención de los actos inspirados
por el deseo y el abandono como abandono de los frutos”.
“Es cierto lo que dices, Ana Lucila, pero no te olvides que hablaba en el Bháratavarsha
donde todavía resonaba la sabiduría del Sanatana Dharma, cuando la Tierra estaba conectada
con los universos del Padre y aunque la visión que los tiempos que vendrían serían de Athón
eso era muy claro, todavía no podía anunciarlo porque afirmarlo era anticipar su presencia,
consolidarlo con la energía de la palabra”.
“En el Athón actual –considera Manuel– la abstención o no abstención de un acto, la
renuncia a los frutos o el deseo de su posesión es lo mismo porque no son más que juegos de la
polaridad del planeta”.
“Esta visión del renunciamiento debe resultar shokeante a los practicantes y estudiosos del
Yoga, ya que estás derrumbando la interpretación aceptada por todos del Karma Yoga, una de
las columnas base de la enseñanza”, reflexiona Ana Lucila.
“El Karma Yoga, como Yoga de la acción que lleva a la liberación será siempre uno de los
fundamentos de esta enseñanza, pero ya no consiste en lo que pudo interpretarse como ascesis,
sacrificios purificadores que liberen a la conciencia tanto del apego al acto como a sus frutos,
porque en un mundo dominado por el Gran Demonio todo esfuerzo por trascender las
particularidades no solo es inútil, sino que la ilusión de lograrlo no hace otra cosa que llevar
agua para su molino, en el Athón actual la única acción correcta es renunciar a la Trinidad
Maléfica, cualquier otro acto, por más intenciones santas que se tenga, no es otra cosa que
seguir participando del engaño”.
“Vi estos engaños en los últimos reductos religiosos que quedan en Athón, monasterios
cristianos, budistas, ashrams de la India donde siguen la disciplina del Yoga tradicional.
Meditaciones, silencio, ascesis rigurosas y todas estas experiencias, al estar cerrados los canales
de trascendencia, los chakras espirituales, se convierten en concentraciones de energía que solo
sirven para el banquete del Gran Demonio”, comenta Chiara.
“Miremos en el Aleph al comando que está dispuesto a entrar en el infierno”, y la mirada
de todos se concentra en las profundidades de los cementerios de Athón.

190
446

En las puertas del infierno El Padre me transmite el mantram de protección con el que debo
estar conectado durante toda la experiencia.
Padre, vive en mí, y que ni una sola gota
de mi ser esté ausente de tu vibración de Amor.
En plena conexión con el mantram cuando quiero cruzar esas puertas que están
entreabiertas se presenta el guardián.
En el guardián, una concentración de las energías de Athón, puedo percibir la vibración del
Gran Demonio, mi demonio personal y las huestes de sus demonios colaboradores y todos
depositados en la base del ego sin máscaras, el caníbal devorador. ¿Quién es este caníbal
guardián que cuida las puertas del infierno?
Es un estado de sufrimiento muy intenso en un precipicio muy grande, una conciencia
oscura que constantemente se oscurece, que habitó mis personajes en vidas y muertes, buscando
devorar insaciablemente en su locura, desesperado siempre por participar del festín de Athón.
En el círculo del tiempo ese guardián caníbal solo disputó, algunas veces, de las migajas de ese
festín.
El Padre me dice que no le tema, que me arroje al caníbal y entre en sus profundidades.
Doy el salto y caigo en una telaraña que me cierra el paso mientras todo se va volviendo cada
vez más oscuro y me taladra un ruido ensordecedor como un aullido.
La energía de las galaxias me permite seguir el descenso en esa oscuridad cada vez más
profunda y ahora en medio de una nube de humo va apareciendo la sombra del caníbal.
En esa sombra solo se percibe un ansia de devorar, el caníbal es un hambre siempre
insatisfecho, que está custodiando mi alma.
Estoy encadenado en el fondo del mar inconsciente y entiendo que el caníbal ha jugado
con todas mis existencias, que se pudo disfrazar de cualquier personaje pero siempre fue el
caníbal, ese laberinto donde no se encuentran las salidas , un laberinto que es una fiera salvaje
con garras que al venirme desgarrando desde la caída, me fragmentó en mis personajes, pero
atrás de todos está el caníbal, el ego primitivo, el demonio personal, las huestes de sus
demonios, el Gran Demonio, los habitantes del inconsciente profundo.

191
Y en el caníbal viven pactos muy viejos que me manipulan a la culpa y al odio, esos
monstruos donde está atrapada el alma, tapada por las alas rojas del infierno en donde se asoma
el caníbal, esa bestia rugiente.
Me veo que yo soy el caníbal, en cada acto, en cada gesto de disgusto o de placer, un yo
que al tratar de entrar en él se transforma en una muralla que me impide el paso y una cárcel
que me encierra en el mar de la distracción.
El caníbal no puede permanecer mucho tiempo en las formas en que amenaza o complace,
y regresa a su forma de bestia primitiva, la representación que lo revela en su naturaleza, pero
también lo intuyo como el final del túnel, el fin del camino, ahí donde se desvanecen los ríos de
lava negra que arrastran la densidad de los deseos perdidos y otorgados, ahora sé que ese fin es
el comienzo, el origen, el primer pacto que es una piedra que estoy a punto de tocar, pero una
Voz que proviene del mantram me advierte:
“No la toques, no toques nada del infierno, porque tocar es fascinarse por el mundo irreal, y
al tocar la piedra te entregas inexorablemente al poder de Athón”.
“¿Qué debo hacer ahora?”, pregunto a la Voz con desconcierto.
“No hagas nada porque solo estás transitando tus estados, el caníbal es eso, tus estados
demoníacos que buscan impedirte entrar a enfrentarte con la esencia del infierno. No hagas
nada, mantén la profunda conexión que lo que hay que hacer lo haremos nosotros”.
En la quietud veo al caníbal como un yogui en meditación.
“¿Qué estás haciendo?”, le pregunto sorprendido.
“Estoy protegiendo tu alma”, me contesta, pero pronto se le van cayendo las máscaras y se
presenta como ese denso y primitivo demonio inventado por mi deseo.
El caníbal es el programa básico del Gran Demonio destinado a su supervivencia y
conectado con el mantram mi mente intuitiva va llevando la energía de las galaxias a su
encuentro. Y entonces el monstruo queda paralizado pero desafiante y expuesto a la luz, él que
reina en las tinieblas comienza a debilitarse, percibo como si se fuese desinflando por dentro, y
la energía que entra en círculos va disolviendo la pétrea oscuridad que es el hábitat y el
alimento del caníbal.
La Gracia del Padre me deshace las cadenas que me aprisionan a ese mar y me eleva sobre
él, y en la absoluta quietud puedo ver un túnel de luz por donde descienden las galaxias y algo
tremendo se produce en ese mar que es la manifestación más brutal y primitiva del primitivo
caníbal.

192
El caníbal me grita con un grito que brota de sus tormentas y olas enfurecidas que yo soy
él, pero las galaxias van enmudeciendo ese grito.
“Es al Gran Demonio a quien silenciamos”, me cuentan la galaxias.
“¿Y cómo lo enmudecieron?”, quiero saber.
“Borrando tus pactos de tu mente, esos pactos que le dieron vida siempre al caníbal”.
“Entiendo –le contesto a las galaxias– el Gran Demonio sin pactos que alimenten al caníbal
cae inexorablemente en el gran silencio de su Nada”.
Entiendo que es el momento clave porque el caníbal va disminuyendo su potencia y en su
transparencia, veo los diferentes trozos de alma que se perdieron en mis alucinadas vidas, pero
todavía no puedo rescatarlas. Antes debo vencer la ilusión del tiempo que es la ilusión del
caníbal porque en el tiempo que el caníbal creó están capturados los fragmentos del alma.
En mi quietud se desdibuja el caníbal que ya no ofrece resistencias y empiezo a tener el
primer vislumbre del alma, y en el mantram que vibra en mi intensa fe, Padre vive en mí y que
ni una sola gota de mi ser esté ausente de tu vibración de Amor, la Luz del Padre
manifestada como un punto ígneo al rojo vivo, empieza a quemar las innumerables capas de la
piel del caníbal, cada vida es una capa más que fue incrementando su fiebre devoradora.
Esta presencia del punto ígneo del Padre sosiega y redime y de los restos del caníbal va
naciendo otra vibración producto de esa alquimia profunda, vivencias hasta ahora desconocidas
que la Gracia me otorga para que llegue a experimentar, en ese pequeño instante de equilibrio,
la armonía y la paz.
Un canal de luz me protege y me dice que no lo abandone para nunca más vivir en ese
estado de yermo que es el mundo del caníbal, y pueda aspirar a la felicidad eterna.
El mantram me irradia su mensaje.
El Padre está en nosotros y nosotros en El Padre, así como fue en el Origen, ahora y
como debe ser siempre.
El caníbal se incinera en la energía divina, y comprendo lo que nunca en vidas y vidas,
pude comprender, que el caníbal es la ciénaga del alma, y esto lo puedo ver desde una burbuja
con que me cubrió El Padre y desde ahí se revela lo que siempre supe, que nada de eso me
pertenece y que nada de eso soy.
Ahora siento que toda la Energía del Padre va entrando a la ciénaga para disolverla y el
caníbal-ciénaga está al borde de su propio abismo, el abismo que inexorablemente terminará
devorando al devorador.

193
“Fue un caníbal muy inteligente, se entiende: canibalísticamente inteligente, conocedor de
las leyes de Athón y que se movía con gran estrategia. En las cavernas enviaba a los otros a
matar por él, mientras se encargaba de diseñar el enfrentamiento. Lograba quedarse con gran
parte de la energía que los demás devoraban sin correr el riesgo de ser devorado. Egipto, Roma,
la Edad Media, fueron algunos de sus escenarios donde supo manejar comunidades de
caníbales, con astucias y engaños. Y así, el caníbal en las puertas del infierno entabló su última
e inutil guerra para impedir la entrada al recinto secreto de la Trinidad Maléfica”.
Este fue un testimonio del maestro Yukteswar acerca del caníbal.
Lo veo doblegado con la increíble sorpresa de quien se creía inmortal y ahora avizora su
muerte. Lo envuelvo con un manto de compasión y voy entrando al infierno por las gigantescas
puertas entreabiertas.

194
447

El infierno es el estado consciente de la Gran Ausencia, la Ausencia del Padre.


El Gran Demonio, el ego y Athón, la Trinidad Maléfica, son el encantamiento de llenar el
vacío de la eternidad con las ilusorias sombras del tiempo.
Concentrado en el mantram Padre vive en mí y que ni una sola gota de mi ser este
ausente de tu vibración de Amor, entro al infierno, al Gran Vacío, y veo manos como garras
que tratan de aferrarse al Gran Demonio para no caer en el Vacío, en medio de la permanente y
también insoportable sensación de pánico, de un devorarse de todos contra todos, de gritos que
se convierten en aullidos, del insoportable espanto del sentido que no llega.
Una jamás experimentada tensión interna me agita hasta sentir un pánico irresistible y no
soportar ese Vacío y querer arrojarme a aferrarme al Gran Demonio como la única protección
que me salvará del abismo. Es nada más que un instante, el mantram fortalece el cordón de
plata que une mi corazón con El Padre y ese cordón disipa el pánico, y la imantación que me
arrojaba a los brazos del Gran Devorador se desvanece.
La Voz del Padre que me guía me dice que debo soltar todo, pero que soltar no es otra cosa
que tomar conciencia que no hay Nada, que lo que trata de imantarme no son más que imágenes
desechables.
Athón se me presenta en su forma de desolación, un mundo gris donde seres grises
gesticulan y giran alrededor del planeta que tiene la forma de una roca negra, y los seres grises
giran infinitamente como lunas de ese planeta perverso y yo como ego soy una de esas lunas
desdichadas girando en ese doloroso espacio de la Nada. El Gran Demonio en su trono
contempla satisfecho la perfección de la ronda infernal que ha creado. Eso es todo, esa es la
Trinidad Maléfica, girar en el sin sentido dominado por las fantasmáticas imágenes que la roca
negra, Athón, proyecta. Y estas proyecciones son un vértigo de imágenes que se presentan
como todas las tentaciones que llaman para ser poseídas, pero en la visión que me da El Padre
puedo ver que atrás de esas imágenes solo hay una única energía que usa las imágenes como
canales para ir succionando las conciencias. La Voz del Padre repite:
“Eso y nada más que eso es Athón”. Comprendo que todo es Athón, cada acto, cada gesto,
cada imagen cada lucha y desgarramiento, el amor y el odio, la paz y la guerra, la riqueza y la
miseria, la locura y la cordura, el bien y el mal. Todo es Athón, todo lo imaginable es Athón,

195
pero en este momento, por Gracia del Padre, lo único que no es Athón es la posibilidad de
percibirlo.
El ego, me lo muestra la visión, es el recipiente donde se produce la alquimia oscura, donde
la energía del alma es tentada y devorada para alimentar a la Trinidad Maléfica. ¿Y qué es la
Trinidad Maléfica? La cotidianeidad, la necesidad de hacer, el movimiento inútil, la repetición
del sin sentido.
Ahora se me presenta el Gran Demonio, que es una energía de humo de enorme densidad.
Krishna sopla y el humo se disipa, pero cuando deja de soplar se vuelve a unir.
Krishna me enseña:
“Un solo soplido de la Energía del Padre lo disipa, una sola brisa de la energía de tu alma
lo desarma”.
Y Krishna me sigue diciendo:
“Pregúntate, ¿quién mira al Gran Demonio?
En los ojos del Padre no hay Gran Demonio.
El Gran Demonio es la ausencia del Padre y en ese vacío proyecta a Athón en su intento
desesperado de huir de ese vacío”.
Sigue hablándome Krishna.
“El Gran Demonio se produce con la imantación de los egos inconscientes que entregan la
energía inconsciente del alma en actos inconscientes con ilusorios objetivos, toda esa energía se
alquimiza en una energía perversa que termina devorando a todo lo que la alimenta. El ego es
una manifestación del Gran Demonio, pero la naturaleza del Gran Demonio es devorarse a sí
mismo.
¿Qué es la renuncia? Es la disolución del ego y dejar de ver el mundo bajo la mirada
demoníaca, no esperar la salvación en el mundo para poder dar el salto desde la mirada del
Padre.
En la renuncia todo se detiene, es un momento en la eternidad, y se abre otro nivel de
conciencia”.
El Gran Demonio, que estaba agazapado escuchando a Krishna, cuando el avatar se retira,
se presenta violento y me increpa.
“No puedes renunciarme, ni renunciar a Athón, ni al ego, porque tienes pactos que cumplir,
culpas que pagar y muchos deseos que realizar”.

196
“No te creo, Gran Demonio, los pactos solo traen más pactos, las culpas son inventos de tu
imaginación y los deseos nunca se satisfacen”. Hablo con la protección de Yogananda y
Krishna que me han envuelto con su protección ni bien el Gran Demonio irrumpió en la escena.
“Ahora estás con ellos, pero cuando te quedes solo no vas a tener fortaleza para resistir el
deseo de participar de mi poder”, me dice afirmando con seguridad que es imposible que me
resista a su imantación.
“Eres uno conmigo”, sentencia el Gran Demonio.
“También puedo quedarme con ellos todo el tiempo”, le contesto desafiando su
omnipotencia.
“No podrás irte, te cerraré todas las puertas”, me amenaza con la irritación que puede tener
un cazador cuando percibe que está perdiendo su presa.
“Me sorprendes, no sabía que en Athón había puertas abiertas para ir a algún lado”.
“¿Acaso estabas mejor que ahora cuando te capturó el batallón de cazadores? Hijo mío, te
dejaste capturar complacido y te volverás a dejar capturar todas las veces que intentes simular
una fuga que no deseas”.
“Pierdes el tiempo, Gran Demonio, esta vez tienes que reconocer tu derrota porque me he
dado cuenta que todas las imágenes con que quieres atraparme son de Athón, pero Athón no es
más que una ilusión que me atrapó por haber dejado de contemplar al Padre por un instante en
la eternidad. Lo siento, Gran Demonio, estoy emprendiendo el viaje de regreso”.
Irrumpe el maestro Yukteswar que detiene mi diálogo con el Gran Demonio.
“Ya es suficiente, te protegimos para que pudieses enfrentarte a la Oscuridad y esta
experiencia pudiese ser conocida por otros, pero carece de sentido seguir argumentando para
siempre con el Gran Demonio.
Ahora –sigue el maestro Yukteswar– tendrás que hacer consciente a lo que debes renunciar
en Athón. ¿Lo intuyes?”.
“Sí, maestro, lo primero que debo renunciar es al poder que tanto me ha subyugado y
encadenado durante vidas y muertes, después al deseo de reconocimiento en Athón, y por
último a la inteligencia como imaginación, al imaginar que es un imaginarse proyectándome en
Athón”.
Después de dicho esto el maestro me muestra el ego que reflejó al Gran Demonio durante
toda mi historia en Athón pero que purificado y transmutado en esta experiencia también puede
reflejar al Padre, solo tengo que dejarlo reflejarse.

197
“Comprende que este renunciamiento es el momento en que se juega la tragedia del alma,
por eso para darte fortaleza los maestros te mostraremos como pudimos trascender la fuerza
demoníaca que pretendía atraparnos en el planeta. Solo renunciando a esta Trinidad Maléfica es
posible la liberación.
Te extrañará que aun maestros y avataras que descendimos a Athón libremente para
cumplir con una misión del Padre, hayamos tenido que renunciar a la Trinidad Maléfica. Lo que
debes tener en cuenta que al entrar en el planeta inevitablemente tuvimos que participar de sus
magias y encantamientos, y para salir es por Ley del Padre que debimos renunciarlos”.
El mandala de maestros me rodea y en un halo de luz se presentan los maestros.

Yogananda muestra que su renunciamiento fue gradual, a los vínculos familiares, a los
personajes que tuvo que representar y en el mahasamadhi ya había renunciado absolutamente a
la Trinidad Maléfica.
“La renuncia más difícil –comenta el maestro– fue a esa imagen que me perseguía como
una obsesión, la del yogui en los Himalayas, pero por la Gracia de mi Maestro pude trascender
esa trampa y darme cuenta que la única experiencia era el abandono de la fascinación
demoníaca, se presentase bajo cualquier máscara”.

Vivekananda dice que su renuncia más difícil fue al personaje intelectual que se
manifestaba en toda su soberbia. “La Gracia me permitió ver que en ese personaje se
encontraba el ego, Athón y el Gran Demonio, y horrorizado por ese pozo negro lo pude
trascender”.

“La ilusión que la liberación colonial de la India de Inglaterra como la única liberación que
debía ayudar a lograr fue la trampa que me mantuvo atrapado mucho tiempo. Una vez corrido
ese velo vi el rostro del Gran Demonio pero simultáneamente el rostro de la Madre Divina y me
aferré a ella”, confiesa Aurobindo.

“Siendo muy joven –dice el maestro Chidananda– pensé que había lugar para el bien en el
mundo pero por la Gracia de mi gurú comprendí que bien y mal son estados de la mente y que
la Verdad se encontraba más allá de esa dualidad, porque bien y mal eran juegos del Gran
Demonio, el ego y Athón. Así se me reveló que la Verdad no se encontraba en Athón y
comprendí el verdadero sentido del renunciamiento”.

198
Dice Sivananda:
“En mi peregrinaje en búsqueda de la Verdad solo encontré dolor y cuando creí que no
había otra opción más que el sufrimiento, una voz en mi interior me reveló que la Verdad
empezaba con el renunciamiento. Empecé entonces a explorar en mi interior y comprendí que al
primero que tenía que renunciar era al personaje del peregrino que peregrinaba con su ego por
Athón con destino al Gran Demonio”.

“Fui hasta las entrañas mismas de Athón y descubrí su secreto: No había Athón”. Esta fue
la gran experiencia de Ramana Maharshi que deja esta enseñanza: “El Gran Demonio teme a la
muerte, y desde ese temor se proyecta en todos los actos; cuando renuncien al miedo a la
muerte habrán renunciado al Gran Demonio, al ego y a Athón”.

“Muy pronto por mi experiencia comprendí que la posesión de riqueza, poder y la


satisfacción del deseo eran la red que me separaba de la bienaventuranza divina y no tuve
dificultad en deshacer esta red con la espada del discernimiento”, dice el maestro Yukteswar, y
cuando parece que ya nada más tiene que decir, revela algo que nunca antes había confesado:
“Las redes de este engaño no me fueron difíciles de percibir, pero Athón, el Gran Demonio
y el ego se escondieron detrás del vínculo que tenía con mi hija, y ese simple hilo escondía el
sutil apego a la existencia en el planeta diabólico, hasta que pude darme cuenta y cortarlo”.

“La ausencia de avidez permitió mi reconexión con mi Gurú Divino que me despertó a la
conciencia divina más allá del ego, Athón y el Gran Demonio”, dice Lahiri Mahasaya.
“Renuncié a Lahiri”, termina diciendo.

En Mataji no aparecen registros de apego al plano, pero hay una sutil vibración que permite
imantar a las almas atrapadas.

Babaji deja una reflexión:


“La renuncia es hermana del perdón porque solo aparece cuando se acepta el perdón de
perdonarse haberse alejado del Padre”.

Jesús está en el Jordán bautizado por Juan Bautista y dice:

199
“En mi caso la renuncia supuso una entrega total sin cuestionamientos a la Voluntad del
Padre”.

“La renuncia en mi caso –dice Buda– fue cumplida en etapas hasta el momento de la
renuncia final que fue renunciar al renunciante. Este renunciante fue el que se enfrentó a Mara,
el Gran Demonio, en la meditación que me llevaría a la liberación. ¿Cuándo desperté? Al ver
que Mara se apropiaba de mi imagen. Entonces comprendí a qué había que renunciar”.

“En mi caso –dice Milarepa– el motor de la renuncia fue la fe. La fe incondicional en mi


maestro Marpa fue la que me posibilitó abandonar mi conciencia individual para entregarme a
la voluntad del alma que se expresaba a través de Marpa.
¿Cómo empezó mi camino de renuncia? Cuando me di cuenta que la energía que entraba y
salía de mis manos para dominar en Athón me la otorgaba el Gran Demonio”.

“La intención de la renuncia surgió cuando comprendí que debía renunciar a la energía
oscura que encarnaba en mi familia. Fue la primera renuncia que hice en la infancia, luego
mucho más duro fue renunciar al ego fortalecido por una dura disciplina. Cuando percibí que en
este ego habitaba la misma oscuridad que creí dejar cuando me fui de la familia, entonces pude
realizar el gran renunciamiento al Gran Demonio, al ego y a Athón”. Este es relato de
Sankaracharya.

Krishna da su mensaje sobre la renuncia:


“La renuncia es la aceptación de la Voluntad del Padre, y este ser en El Padre es la ausencia
de todo deseo del ego, de Athón y del Gran Demonio. Nada se puede desear cuando se es en el
Todo”.

“Habla el Gran Demonio o habla El Padre. Renuncié a la voz del Gran Demonio”, dice
Ramakrishna.

Haydée cuenta que en un sueño soñó con los Rishis y con los ángeles, y los ángeles le
revelaron que su alma no era de este mundo y que su único sentido era encontrar al Padre.
Al principio de su camino, y durante mucho tiempo, creyó que algún cambio podrían
producir los athonianos desde Athón, en sí mismos y en el planeta. Al final comprendió que

200
esto era imposible, que solo la entrega absoluta al Plan del Padre produciría la transformación.
Esta fue la última revelación y nada la distrajo de esa entrega absoluta al Padre

Ahora vuelve el Gran Demonio y me acosa. “¿No sientes nostalgias de amores y de


paisajes?
¿No recuerdas esas noches serenas junto al mar que embriagaban tu esperanza?
¿Por qué piensas que fueron tan turbios tus caminos?
¿Tan inútiles las guerras y las muertes?
¿Tan insensatos los pactos que a veces te acunaron con dichas inquietantes?
¿Supones que Athón es ese monstruo del que blasfeman los maestros?
Athón, comprende, es el único abrigo seguro a la desolación signada por la muerte.
Tu ego ha vivido y llorado en un Cosmos sin sentido donde Athón es el único cobijo.
¿Este infierno es tan infierno? No lo creas, el infierno es tu único mundo donde te
abandonó El Padre y yo te albergo.
Quien soy yo, el Gran Demonio, sino un compañero que te acompaña solidario en un
Cosmos vacío porque el Dios creador ha muerto, o por lo menos permanece indiferente ante el
dolor de sus criaturas.
Cuando nos abandones, ¿a quién le contarás tus soledades si las estrellas han muerto,
perdidas en el frío caos de la Nada?
¿Dónde sonarán los poemas, las sinfonías, los salmos cuando Athón ya no escuche tus
clamores?
¿Quién te consolará en el infinito círculo del tiempo?”
Y el Gran Demonio agotó sus palabras que ya no tenían la fuerza de su encanto y me
apoderé de su silencio para deshacer sus engaños.
“Pobre Gran Demonio, pretendes que recuerde con nostalgia lo que nunca ha existido y que
olvide mi eternidad que alguna vez también fue tu eternidad.
Antes del engaño mi alma vivía en esos mundos de libertad plena hasta que llegó tu
fascinación y la promesa y caí en el olvido del Padre y su ausencia fue tu infierno.
Pobre Gran Demonio, tu pequeño juego ha terminado, en mi renuncia mi alma es invitada
por los cielos a recorrer sus mundos celestiales, allí donde la libertad se une a la Unidad, al
Padre.

201
Sabes, Gran Demonio, si tu infierno es la Gran Ausencia del Padre, ¿qué pasará con tu
infierno porque en mi, que estoy hablando contigo en el infierno, mora El Padre? ¿Qué es un
Gran Demonio sin infierno?
Te he vencido, Gran Demonio, no puedes estar en mí porque me he liberado de tu
infierno”.

202
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“No mires atrás”, me advierten las galaxias cuando, envuelto en su nube azul, voy
abandonando el infierno, porque en ese atrás está la pesadilla que no debe volver pero que una
sola mirada vuelve a darle vida. “Tus ojos solo deben ser para El Padre”, continúan su mensaje
las galaxias y con mis ojos en El Padre llegamos a una fulgurante luz donde está Jaris que me
recibe con regocijo. “Abriste una pequeña puerta de salida del infierno –me dice el conductor
de los Rishis– y esa puerta se irá ensanchando a medida que en los tiempos del Padre se vayan
liberando todas las almas prisioneras en Athón, hasta que llegue el final de los tiempos del Gran
Demonio, de Athón y de los egos, esta será la consumación de los tiempos de que hablan las
escrituras”.
“¿Qué debo hacer ahora, maestro?”, le pregunto con la inmensa felicidad, divina felicidad
de quien empieza a vivir el gozo del despertar del alma.
“Estás en el alba del alma, que es cuando su inmortalidad comienza suavemente a
resplandecer, despegándose del horizonte de oscuridad donde permaneció ciega en el
interminable tiempo de Athón. Ahora comienza el camino de regreso hasta que se irá revelando
en la Omnipotencia del Padre. Y como paso inicial deberás, porque ya estás siendo el alma
consciente, reconocerte como alma pura. Yo te guiaré en el viaje”.
“Estoy preparado, maestro”.
“Para este viaje –sigue Jaris– deberás abandonar todo deseo de poseer lo que has dejado en
el infierno, ni siquiera el más leve sentimiento de nostalgia por lo que has renunciado,la
nostalgia por Athón, por el Gran Demonio, por el ego, la Trinidad Maléfica, que es a lo único a
que has renunciado, no debe perturbar tu viaje porque entonces la Oscuridad crecerá en ti y
volverá a atraparte. Concéntrate en el mantram y entrégate absolutamente al Padre.
Padre vive en mí, y que ni una sola gota de mi ser esté ausente de tu vibración de
Amor, pronuncio con una fe inconmovible, y entonces lo veo, muy lejos, desapareciendo en los
fuegos divinos, a ese personaje que creí ser, y me invade la urgencia de volver a ser lo que fui
en la eternidad, y con el fin del personaje van desapareciendo las nostalgias del ego.
Krishna, que llega con su carro a mi camino, desciende, me abraza y me entrega el
mantram que está escrito con la letra del Padre en el Bhagavad-Gita.

203
En verdad, yo solo busco refugio en el Purusha Primordial, de donde emana el antiguo
brote de la vida.
Repito el mantram y experimento una energía de Amor muy fuerte, y esa energía es la que
va sacando como bloques de hielo todo lo que no es. ¿Quién soy? nace la pregunta y la
respuesta es el Purusha, pero no ajeno o extraño sino como Yo Mismo.
Estoy habitando una Energía brillante, no es un lugar sino un estado donde no hay pasado,
ni presente, ni futuro, es un estado inexpresable porque no pertenece al mundo del Gran
Demonio.
En conexión con el Supremo medito y un loto en el entrecejo se enciende entre los ojos.
Estoy en el tiempo sin tiempo.
En el espejo sin reflejo.
Es el Ser sin el No Ser porque el No Ser es el Gran Demonio. Es vivir en el Origen.
Camino en un camino que conduce a una Fuente de Energía que es El Padre, y soy el
caminante sin engaños, que va abandonando hasta la misma ilusión del camino y una energía
inagotable está respirando en mí cuando ha cesado la respiración, y la energía va cantando.
No soy el sufrimiento.
No soy el poder en el mundo.
No soy el apego al Gran Demonio.
Soy el Espíritu inmortal.
Soy el gozo eterno.
Soy la Unidad.
Soy el llamado del retorno al Origen.
Soy la compasión que nace con el despertar del alma.
Mi alma ya vio la oscuridad en que estaba sumida, la prisión que la cegaba, haber caído en
manos del Gran Demonio, el sufrimiento de esa caída y el sentimiento de sentir piedad por sí
misma, y ahora que está despertando todo esto lo ve en las otras almas, y de esta visión nace la
compasión.
El alma se revela no como idea sino por su vivencia en la fusión con El Padre, la Única
Existencia es El Padre y poder percibir sus señales, y descifrar estas señales es la enseñanza
liberadora del alma.
Estas señales descifradas del camino son las que marcan el propio dharma y entregarse al
mismo trasciende cualquier duda y error que desvíe al caminante.

204
Es un estado de quietud, de presencia de gozo pleno el que estoy viviendo, y sé que no hay
nada más, ya no puede haber ilusión que busque llenar un vacío que no existe.
Jaris es un cono de luz donde ingreso y en ese cono se disuelven todas las condenas que no
me permitían experimentar el alma.
El alma, saliendo de su última vida, sin la posesión del ego, regresa al planeta que habitaba
antes de la caída.
Del otro lado estaba Athón, y en su último gesto sigue estando porque el planeta diabólico,
contemplado desde mi alma, no es más que un gesto desesperado intentando un inútil llamado.
“Ha terminado para siempre la carencia que buscaba colmar en Athón porque se ha
terminado el ego”, dice el alma en un gozo pleno. Y encuentro en esa alma mi verdadera
identidad, estoy reconociendo mi lugar en los universos del Padre.
“Sigue explorando tu alma –me dice Jaris– son múltiples sus estados, increíblemente más
numerosos y maravillosos de los que supones”.
Mi alma se va manifestando y en esa manifestación va revelando su pertenencia al Padre, y
se ofrece como ofrenda a quien la recibe y solo El Padre puede recibirla.
En el alma liberada de Athón el conocimiento del Padre se hace a la luz y ese conocimiento
se siembra en el alma como una pequeña semilla dorada que regada por la luz divina que envía
El Padre irá floreciendo en la plenitud de la no forma, donde irán desapareciendo los límites que
imponía Athón, recién ahora empiezo lejanamente a intuir el alma ilimitada expandiéndose por
los universos ilimitados donde se manifiesta la Presencia del Padre.
Y en esos universos irrumpe una visión de los tiempos del Padre que vendrán, un rayo
desciende de las galaxias atravesando Athón y rompe las cadenas donde están encadenadas
infinidad de almas que se elevan a los universos que las reciben con alegría.
Mi alma se mantiene en esos universos en un estado de pureza y desapego, protegida por
una cúpula de luz donde todos los mundos del engaño se van disolviendo.
“Has vivido en un mundo de energías degradadas, el alma es esa energía sutil que nunca se
degrada porque es eterna, únete a tu alma y la degradación se disipará”, me dice Jaris.
El maestro agrega que lograr el conocimiento del alma, hacerla consciente, es un trabajo de
día a día, pero que debo estar atento a los demonios cuyo trabajo, segundo tras segundo, es ir
velándola.
“Al hacerte consciente del alma, todo el juego que la oculta desaparece”, sigue diciendo el
maestro.
Ahora lo sé, el alma en estado puro es el pensamiento de Dios previo a la Creación.

205
El alma es simple porque es real y lo real siempre es simple.
Es tan claro el engaño en la vivencia del alma pura, nada la perturba, es lo que es, y
permanecer en ese estado es el verdadero discernimiento.
Los contenidos del ego, mentiras, culpas, alucinaciones, no pueden llegar al alma pura, es
una lluvia de luz y quietud.
La experiencia del alma pura es algo indescriptible, unida al Padre fluye en una gran red de
almas puras.
En la plena vivencia del alma pura no hay límites y reviven todos los conocimientos del
universo que nunca debió perder y que se encuentran en la Gran Fuente de la Sabiduría
El alma pura es mi eterno presente, es el regalo del Padre después de la renuncia.
Jaris me habla del alma pura.
“Cuando el alma pura se revela en la unión con El Padre, todo lo demás, aquello que se
creyó y por lo que sufrió, se muestra como que nunca fue.
El alma pura es participar del corazón del Padre y en esta participación el ego que la tenía
capturada desde la caída es derrotado.
El alma pura es más fuerte que el calor del Sol, y con su manifestación se revelan las
verdades del Padre tanto tiempo ocultas en Athón.
Ya no hay tiempo para el alma pura, es el aquí y ahora como un modo de hablar de la
eternidad. El tiempo desaparece cuando el alma que estaba encadenada, las cadenas son el
tiempo, traspone las puertas del infierno.
La Trinidad Maléfica ha concluido, los pactos se han disuelto y más que una sensación de
paz el alma pura es la paz, y esta paz es ser uno con el todo sin dejar de ser uno, es el estado
donde surge el verdadero discernimiento.
En pocas palabras, el alma pura es ser Uno con Dios.
Vivir en el alma pura es instalarse en lo real, ya no hay nada más, y a este estado solo se
llega cuando los fantasmas del sufrimiento hayan cesado.
El alma pura es el camino de la liberación final porque es el estado de conexión absoluta
con El Padre al que se llega por la fuerza devocional y el discernimiento verdadero.
El alma pura es una alegría que no se desvanece”.
Jaris se retira envuelto en luz y ante mí se presenta una rosa blanca de donde, al abrirse sus
pétalos, sale un haz de colores brillantes, que se convierten en notas musicales, y en esas notas
vienen a buscarme Brahma, Shiva y Vishnú.

206
449

“No puedo evitar, Krishna, mientras la energía del Bhagavad-Gita se va traduciendo en


imágenes y palabras, transportarme al Bháratavarsha, ese mundo retratado en el Mahabhárata,
donde la Tierra todavía en su manifestación de una Naturaleza sagrada, era el ámbito de
conexión de esos ascetas refugiados en la soledad de montañas y bosques, pero también en esa
civilización anidaba Athón, en la pasión de los kshatriyas, en la hipocresía de tantos
brahmanes. Veo la insana ambición de Duryodhana mezclada con la astucia del rey ciego, su
padre Dhritarashtra. Aunque en medio de los athonianos reinos todavía había lugar para sabios
como Vidura y también para los Rishis que deambulábamos por esos escenarios para tratar de
despertar algunas almas. Allí llegaste Krishna porque según cuenta el relato de tu nacimiento, la
Tierra, apesadumbrada porque los demonios disfrazados de reyes habían comenzado a
gobernarla, le pidió a Vishnú que encarnase como avatara y así llegaste para revivir la sabiduría
del Sanatana Dharma, que se iba perdiendo en sacrificios, rituales, invocaciones que no eran
otra cosa que los pactos con Athón, que se avecinaba como el poderoso amo, rememora Manuel
aquellos tiempos del Bháratavarsha.
“A mí también, cuando después de cinco mil años terrestres tuve que retornar a Athón, un
Athón que ya había devorado a la Tierra, me retornan los días y las noches del Bháratavarsha,
sus soles y sus lunas, y donde tuve como misión sembrar en el inconsciente de algunas almas
esa sabiduría que iba a perderse por milenios pero que debía conservarse en el secreto de esas
conciencias para que ahora, en este Plan del Padre, pudiese volver a resurgir”.
“Entiendo Krishna –resume Ana Lucila– aunque parezca paradójico, la enseñanza del
Bhagavad-Gita que transmitiste en esa época no podía ser entendida por los demohombres de
entonces, aún religiosos y ascetas, que estaban siendo imantados a las fauces de Athón”.
“Ya lo veo –se da cuenta Chiara– ciertos devorados conservan en sus mentes las semillas
del Sanatana Dharma que le transmitiste a Arjuna, y esa semillas quedaron enterradas en las
cenagosas profundidades inconscientes de Athón y en algunos athonianos, eran como bombas
que, cuando llegase el momento y este es el momento, serían activadas y, bueno, el estallido
hace zozobrar al planeta y tomar conciencia a las almas”.
“Tu tarea, Krishna fue la de un comando”, apunta Nicolás.

207
“Todos los avataras y maestros que vinimos de otros planos en misiones encomendadas por
El Padre fuimos de alguna manera comandos que vinimos a colocar las bombas de la sabiduría
y la liberación de las almas en medio de la energía perversa del planeta diabólico.
¿Qué otra cosa hizo Jesús? ¿Acaso podía suponerse que en su tiempo alguien podría
entenderlo? En el sitio de los maestros espirituales aparece el Apocalipsis de San Juan donde
el maestro de Galilea muestra como su mejor discípulo, el que transmitió el Evangelio más
profundo, termina cayendo en la trampa del Gran Demonio, y transmite una obra burdamente
demoníaca, pactando ser el más grande evangelista, quien tiene a su cargo la última y
fundamental revelación.
La enseñanza de Buda fue la más clara que pudo penetrar en Athón, pero ¿cuántos
pudieron entender su real dimensión y sentido?
Y así podemos continuar con todos los maestros cuyas verdades fueron apropiadas y
tergiversadas por iglesias, sectas y grupos religiosos de todo tipo y pelaje.
Sin embargo todo este sacrificio estuvo lejos de ser una tarea inútil. Athón, el
aparentemente inexpugnable planeta, quedó impregnado por la Verdad del Padre mientras
pacientemente se iba gestando este Plan de Salvación”.
“Recuerdo, Krishna, cuando en este relato aparecen los ministros del régimen del Gran
Demonio negociando con los Rishis el ingreso al territorio athoniano, dominado por el Gran
Demonio, de avataras y maestros”, hace referencia Nicolás al acuerdo entre las partes donde el
Gran Demonio, bajo condiciones muy estrictas permitía ese ingreso, a condición que El Padre
no suspendiese el envío de energía para sostener las almas y de la que él y sus huestes se
alimentaban”.
“Recién ahora –toma conciencia Manuel– llego a entender plenamente cuál fue nuestra
misión hace miles de años en la Tierra cuando ya se perfilaba Athón. Muchos veces en este
regreso me pregunté: si fracasamos entonces, ¿qué posibilidades tenemos ahora en un mundo
absolutamente poseso? Pero ni entonces fracasamos y las posibilidades actuales son absolutas
porque son las necesarias, tales como la saturación de la oscuridad de Athón y la desesperación
de las almas sin horizontes ni sentido, para que se cumpla el Plan del Padre”.
“Aunque la dimensión del renunciamiento en el Plan del Padre que surge del relato es
renunciar a la Trinidad Maléfica, el mensaje del Bhagavad-Gita va preparando a esa
experiencia límite, por eso digo que los actos de sacrificio, donde y ascesis no abandonarse
sino cumplirse porque son purificadores para el sabio que se encuentra en el camino.

208
En el Comentario hago ciertas precisiones sobre el concepto de abandono. Empiezo con
una pregunta. ¿Qué ocurre si hay abandono? Lo único que se logra es el desplazamiento de la
solución, porque solo asumiendo el hecho se encuentra la solución. Ahora nos encontramos ante
un nuevo interrogante, ¿qué se entiende por solución? En principio asumir lo que acontece.
¿Cuál es el asumir correcto? Acá está la clave, no posesionándose del hecho como propio.
Entonces se puede actuar frente a cualquier cosa que ocurra pero sin la carga de identificación.
Al no encontrar resistencia el acontecimiento no alimenta su energía y se termina diluyendo. Si
por el contrario se toma el hecho como propio y se quiere resolverlo, esto genera una
dependencia porque quiero poseer lo que ocurre para convertirlo a mi favor. Si se realiza el acto
sin identificarse, el resultado será la evidencia de su inexistencia. Desapareciendo la
identificación se disuelve la llamada realidad. De este modo la no identificación deja lugar a la
imantación con el plano superior”.
“Queda claro, Krishna, el sentido de tu enseñanza, por eso dices en el Comentario algo
muy sugestivo, que el verdadero sentido de la vida está enmascarado, oculto en esta
identificación con la ilusión del mundo”.
“El acto que debe realizarse –sentencia Krishna– es el acto que debe resolverse, pues de
alguna manera todo aquello que debe ser resuelto se manifiesta a través de una energía que
genera el acontecimiento. Esto no es un hecho simple e inocente –sigue Krishna– ya que si la
energía no se resuelve, es decir si no tiene canalización por vía de la resolución, queda
encerrada y potenciada. Esto puede observarse en la vida cotidiana cuando una situación en
principio simple no se resuelve, a la larga termina con la pregunta ¿por qué un problema tan
simple ha acarreado semejante complicación? Cabe concluir que todo acto doloroso no
cumplido mantiene el efecto de su manifestación permanente, convirtiéndose en un eterno
calvario”.
“En el Bhagavad-Gita dices, Krishna –comenta Ana Lucila– que el que realizó el acto por
el solo hecho que debe hacerlo, sin apego y abandonando el fruto, ese acto se considera
sáttvico”.
“En el Comentario aclaro que nos encontramos nuevamente aquí ante el significado del
concepto de abandono. Para abandonar algo tiene que existir, ya que no puedo abandonar lo que
no existe. ¿Y cuándo a algo se le da existencia? En el momento en que se lo materializa por el
apego o el rechazo. Esto quiere decir que un acto realizado sin apego ni rechazo, sin
identificación, no existe porque no tiene fruto que pueda ser objeto de posesión o rechazo, por

209
eso le digo a Arjuna que el sabio que abandonó el fruto de sus actos, no detestando el penoso ni
buscando el justo, está en camino de la liberación”.
“Retomas, Krishna, en esta última parte del Bhagavad-Gita con que instruiste a Arjuna en
el comienzo del relato cuando desalentado no quería combatir, esto es la imposibilidad de evitar
actuar pero a esta altura de la enseñanza seguramente el príncipe pandava y el demolector
habrán llegado a intuir el acto cumplido con el desapego que da el discernimiento”, dice Chiara.
“¿Cómo vive y actúa el hombre sabio?”, pregunta Krishna para responder: “Con su mente
sutil, despojado de los fantasmas de la imaginación, guiada por la intuición y unida al alma, un
alma que ha despertado, este despertar es el signo que señala al hombre sabio, sumergida el
alma en el horizonte del Padre mientras que la mente concreta, sin proyecciones acompaña al
cuerpo a cumplir su existencia en el plano binario, así es la sabiduría como fue en los lejanos
tiempos de la Tierra y como hoy debe ser en Athón”.
“El alma despierta está más allá de Athón, aunque el cuerpo siga sumergido en el planeta
pero actuando, haciendo todo lo que tiene que hacer como cuerpo, a veces padeciendo pero
desidentificado, porque la mente que actúa a través de él está desidentificada, de los
acontecimientos que genera en Athón el Gran Demonio para alimentarse y sostener el sistema”,
amplía Manuel buscando que los demolectores, que alguna vez han recibido esta enseñanza la
puedan revivir desde el fondo del inconsciente donde está depositada.

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El cielo de Kurukshetra expresa la dimensión plena de los universos celestiales porque allí
está concentrado el ejército cósmico, ese ejército del Padre integrado por Rishis, maestros,
galaxias, dioses, y esa inconmensurable presencia de infinidad de seres divinos que han sido
convocados para liberar a las almas y a la Tierra del dominio de la Trinidad Maléfica.
El ejército del Padre rodea a Athón por los cuatro puntos cardinales. Las galaxias han
regresado a sus posiciones después de acompañar a los comandos en sus descensos a las
densidades infernales de sus conciencias y al despertar de sus almas. Ahora el Aleph muestra a
los maestros solares que ante una indicación del Padre se disponen a entrar en acción.
¿Quiénes son los maestros solares? Ni la más elevada intuición de este plano podría
percibir su infinitud, ya que esta infinitud es la del mismo Padre. Provienen de los soles
existentes en las incomprensibles regiones del Cosmos, y desde allí, aceptando el pedido del
Padre, llegaron al más degradado lugar de los universos para unirse al Plan de Salvación, sus
integrantes no tienen nombres que puedan ser traducidos en Athón, tampoco conciencia
individual, los llamaremos simplemente maestros solares.
Acompañados por el maestro Yukteswar desde su visión cósmica miran los múltiples
movimientos energéticos de Athón.
“La densidad es al origen de estos movimientos devoradores –precisa Yukteswar– y éstos,
como e cualquier otro planeta, sol o galaxia de los universos del Padre, tiene su fuente en los
ckakras”.
“La tarea es llegar a los chakras de Athón para eliminar la fuente de vida del planeta”,
dicen los maestros solares.
“Estos chakras están protegidos por los ejércitos del Gran Demonio que establecieron la
estrategia defensiva circunvalándolos con doce anillos. Allí podemos ver a Tamerlán, Kan Sui,
Muhawiya I y los otros”, dice Yukteswar.
“No representan ningún obstáculo –afirman los maestros solares– la velocidad cósmica con
que ingresaremos y saldremos del operativo impedirá nuestro registro aún por los más
sofisticados programas de detección astral que poseen los demonios”.

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“En los cementerios de Athón, donde se encuentran los chakras del planeta diabólico, con
sus almas enterradas, desde hace un tiempo se encuentran Krishna y los Rishis que van a nacer
en Athón, que los guiarán energéticamente al objetivo”.
Los maestros solares se conectan energéticamente con Krishna, Manuel, Nicolás, Ana
Lucila y Chiara y comienzan su descenso a las profundidades de Athón, al escenario de los
chakras diabólicos.
Ante la purísima visión cósmica de los maestros solares se presentan las degradadas
imágenes de la insoportable densidad de los chakras de Athón.

El muladhara, le comunica El Padre a los maestros solares, que es la conexión directa de


Athón con el Gran Demonio, lo he nulificado para que el objetivo de ustedes se facilite.
El chakra se muestra como una ciénaga nauseabunda, es una energía que continúa un
proceso de continua degradación.
Los maestros solares lanzan contra el chakra su estrella de siete puntas, que al sobrevolar la
escena provoca que los ocultos habitantes del chakra, en el modo de ojos demoníacos, garras,
monstruos semejantes a los dragones, y otras figuras irreproducibles, salgan amenazantes a la
superficie de la ciénaga. La estrella de siete puntas, sin preocuparse por la presencia de estos
demonios, penetra en la profundidad de la ciénaga y la va secando.
“Transformamos la ciénaga en un desierto árido”, explican los maestros solares.

El svadhistana es la fuerza reproductiva de Athón, allí se procesa la energía degradada que


le envía la Venus Negra y que genera permanentemente al planeta, pues Athón, por ser una
existencia del tiempo demoníaco, debe producirse a cada instante. La imagen que presenta es la
de gigantescos fuegos del infierno.
Los maestros solares transforman esa imagen en una superficie espejada que es donde el
Gran Demonio se reproduce en cada ego.
La estrella de siete puntas va astillando el espejo y el Gran Demonio queda congelado en
sus fragmentos.

Ante el manipura que se muestra como una tierra fisurada por un terremoto ocurrido en
tiempos inmemoriales, los maestros explican que la función de este chakra de Athón conectado
con el de los athonianos es la de confundir mediante la proyección de los espejismos que se

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viven como la realidad. El espejismo madre transforma la tierra quebrada en un campo fértil
bañado por el Sol.
“Este campo fértil es el poder de crecer en la fertilidad de Athón, es el engaño de la
evolución en el planeta, que esta evolución sea posible en el fértil Athón”.
La estrella de las siete puntas arrasa con todos los espejismos y le quita a la tierra
fracturada el poder de producirlos.

El anahata de Athón no presenta imágenes, solo es una carga de energía pasional que se
atomiza proyectándose y reproduciéndose en los athonianos para desviarlos del único amor
verdadero, profundo y eterno que es el que conecta el alma al Padre.
La estrella de las siete puntas va revelando en la conciencia de los athonianos que esa
energía pasional que desvía del Padre no es más que el hambre devorador del Gran Demonio.

El chakra visshudda es el que utiliza Athón para dañar, destruir, producir enfrentamientos,
pues mediumiza en los egos la manifestación de la palabra.
Los maestros solares le transiten a los athoanianos que deben liberar este chakra del de
Athón y entregarles al Padre las palabras de la oscuridad para que haga renacer la música del
silencio.
Visshudda se presenta como un pentagrama musical y los maestros solares dicen que en
Athón el sonido es como el canto de las sirenas que lo único que busca es encantar para atrapar
a las almas.
La estrella de las siete puntas perfora el pentagrama y la suavidad del canto de las sirenas
da lugar a los aullidos demoníacos, aullidos que la estrella silencia con su luz.

El ajna de Athón es una nebulosa de dimensiones galácticas que se proyecta sobre los
ajnas de los athonianos para velar la intuición del Padre.
La estrella de las siete puntas disuelve esa nebulosa que se va disipando de las ennegrecidas
conciencias de los athonianos.

En el sahasrara de Athón mora la mente del Gran Demonio, allí se encuentra la central de
inteligencia que construye los programas que operan en el planeta. En estos momentos en que
los ejércitos del Gran Demonio están en guerra con los del Padre el noventa por ciento de la

213
energía del chakra está destinada a la inteligencia y contrainteligencia en relación a este
enfrentamiento.
La estrella de siete puntas, en conexión directa con El Padre, despliega una capa de
materiales de otros universos, que aísla al chakra de toda posibilidad de conexión con el sistema
de comunicaciones del ejército del Padre.

Cumplida exitosamente su primera misión, los maestros solares regresan al cielo de


Kurukshetra donde son recibidos con la divina alegría de que El Padre ya está ingresando con
su luz al desolado planeta.

214
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“Sospecho que esta guerra se define en la región de los muertos”, dice Manuel mientras lee
en el Bhagavad-Gita la triste suerte que les espera después de la muerte a quienes no están
desapegados.
“Quien no se desapega en vida de la Trinidad Maléfica está lo seguirá encadenando en la
muerte. Pero, ¿por qué sospechas, Manuel, que la región de los muertos es el escenario donde
se definirá la guerra?”, reflexiona Nicolás primero sobre el destino de los muertos y le pregunta
después a Manuel acerca de su sospecha sobre el lugar donde terminará el Imperio del Gran
Demonio.
“Es verdad lo que afirmas, Nicolás –responde Manuel– que la Trinidad Maléfica sigue
encadenando a los muertos que no han renunciado a esta Trinidad en forma consciente mientras
estaban en vida, pero ahora la presencia del ego, Athón, y el Gran Demonio son más intensas,
más visibles, por decirlo de alguna manera”.
“Entiendo –interviene Chiara– los muertos están libres de las distracciones del mundo
sensible con que la Trinidad Maléfica imanta a los vivos, ahora el Gran Monstruo se manifiesta
únicamente en los tortuosos estados mentales.
“Ya no existen para los muertos los juegos de la política, del deporte, de la familia, los
proyectos colectivos y personales con que los entretenía la Trinidad Maléfica mientras vivían.
Ahora solo son golpeados por los angustiosos monstruos mentales de lo vivido en la vida, solo
pueden experimentar el ahogo de la oscuridad de ahí la necesidad de pactar un nuevo
nacimiento”, comenta Ana Lucila el desdichado destino de los muertos.
“Ya vimos –recuerda Krishna– que este pacto se firmó con el demonio de la muerte, la
enfermedad y la salud, cuando el pánico por morirse lo acosa al agonizante, y así garantiza que
un nuevo nacimiento lo liberará de la muerte, aunque lo que hace es seguir encadenándolo al
círculo infernal del sufrimiento”.
“Aunque el demonio de la muerte, la enfermedad y la salud, que en esa instancia se
presenta como el de la muerte lo oculte, lo que está haciendo es un prepacto porque este sólo
entra en vigencia si lo refrenda el Gran Demonio”, aclara Manuel.

215
“Y no todos los pactos son refrendados –puntualiza Chiara– ya que al Gran Demonio solo
le interesan los muertos que cuando nazcan puedan incondicionalmente seguir produciendo
Athón”.
“De este modo inconscientemente continúan sus carrera para convertirse en demonios
puros, como fue explicado, y no es inútil repetirlo para que lo entiendan los demolectores –
insiste Krishna– en Athón nadie sigue la carrera de abogado, músico, sacerdote o deportista, la
unica carrera que se sigue es la de demonio”.
“Y entonces antes de consumarse la demonización final, como esta tiene que ser libremente
elegida, a la conciencia se le presenta la otra opción, la del Padre, esta opción dijimos es la
última materia donde se elige convertirse en un demonio o iniciar e camino de liberación del
alma”, enfatiza Nicolás para que los demolectores tengan muy en claro el significado de esta
última y definitiva elección”.
“¿Se entiende ahora mi sospecha que esta guerra se definirá en la región de los muertos?”,
pregunta Manuel y Nicolás responde.
“En el estado de muerte, en medio de un sufrimiento inagotable que no tiene la anestesia de
las distracciones, la opción cuando la Gracia del Padre que llega con el Plan de Salvación
impacta las conciencias se hace trágicamente evidente”.
“Hablando de la región de los muertos ahí lo veo venir a Padmasambhava”, anuncia
Krishna mientras el maestro a quien El Padre encomendó la tarea de ocupar esa región cuya
Dirección General se encontraba a cargo del demonio Pytreón y de su segundo Proctor, viene
descendiendo a los cementerios de Athón, esa región de las almas capturadas.
“Estuve escuchando atentamente la conversación sobre los muertos –dice Padmasambhava
en medio de los saludos de Krishna y de los Rishis que van a nacer en Athón– y no pude menos
que acercarme a estos cementerios para confirmarles la sospecha de Manuel, que efectivamente
en la región de los muertos se está librando la batalla definitiva”.
“Cuéntanos, Padmasambhava, la purificación que se está llevando cabo en esa región”, le
pide Ana Lucila.
“En primer lugar, para aceptar la purificación –inicia la respuesta Padmasambhava– es
necesario tomar conciencia que esta purificación es necesaria y por el estado de opresión que
significa la presencia de la Trinidad Maléfica en la conciencia de los muertos, también se
vislumbra el estado de libertad que ofrece la Gracia del Padre”.
“¿Cómo está la situación en el mundo de los muertos?”, inquiere Chiara.

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“La tarea que emprendimos ni bien llegamos a esa caótica región fue iniciar un intenso
proceso de transmutación de esa energía que por su extrema densidad, consecuencia de su
degradación mantenía a los muertos en un estado de total inconsciencia, era tremendo el
espectáculo de contemplar esas energías sufrientes vagar por la Nada de la Trinidad Maléfica”.
“¿Y qué resultado dio esa transmutación?”, ahora el que pregunta es Manuel.
“Comenzar a despertar las conciencias y que la Trinidad Maléfica se haga evidente en su
demoníaco propósito y que empiecen a aceptar el proceso de purificación”.
“Padmasambhava –quiere saber Ana Lucila– ¿qué cantidad de muertos, según los cálculos
son tres veces más que los vivos teniendo en cuenta que por la degradación de su energía la
mayoría no está en condiciones de reencarnar, aceptaron la purificación hasta este momento?”.
“De los que están en condiciones de volver a nacer entre un cincuenta y un sesenta por
ciento”, responde con entusiasmo Padmasambhava ante la alentadora cifra.
“No quiero dar números –dice Krishna– pero entre los vivos ni remotamente alcanzamos
esa cifra”.
“Por eso –ahora habla Manuel– la estrategia consiste en este proceso de purificación de los
muertos que en diferentes oleadas irán regresando al territorio de los vivos en otro estado de
conciencia, y así irán generando zonas liberadas en el Athón físico, reproduciendo las que se
generaron en el Athón astral”.
“Los nacimientos ya no serán consecuencia de los pactos con el Gran Demonio sino de
designios del Padre para completar el proceso de purificación en el plano físico”, explica
Krishna.
“Tampoco serán los demonios regentes quienes configuren su destino ni los demonios
personales los encargados de cumplirlos, ahora, como vimos, los maestros del mandala
ocuparán las casas zodiacales y los que guiará a las almas serán los ángeles guardianes”, agrega
Chiara.
Padmasambhava anuncia: “Las almas que han completado el grado de purificación
suficiente comenzarán a gestarse a partir del nacimiento de ustedes”, indica el maestro,
señalando a Manuel, Nicolás, Chiara y Ana Lucila
“Entonces se irá recuperando la Tierra”, apunta Nicolás.
“La resurrección de la Tierra creo que la palabra resurrección es la que mejor cabe a un
planeta que está agonizando y solo se sostiene por la energía que le envía El Padre –dice
Padmasambhava– está a cargo de todos los seres espirituales que están participando del Plan de
Salvación. La tarea consiste en liberarla de las fauces de Athón”.

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“Un planeta es un sistema de vida inteligente que impregna a la conciencia de quienes lo
habitan del sentido de su existencia. Los planetas del Padre son los canales de la evolución de
las almas, Athón como engendro del Gran Demonio y la Venus Negra es un conjunto de
energías degradadas, perversas, desequilibradas, por darle un nombre a lo innombrable,que
produce los athonianos que todos conocemos al servicio del Gran Demonio. La Tierra
recuperada, como planeta del Padre generará en los humanos nuevas ideas, despertará dormidas
intuiciones, establecerá una relación diferente con la Naturaleza, originales formas de
organización social”, explica Krishna.
“Es importante, Krishna, que agreguemos –continúa Padmasambhava la explicación del
avatar– que esto no será un retorno a una Edad de Oro mítica sino una nueva cosmovisión”.
“Queda claro que la liberación de las almas, la resurrección de la Tierra, para que el planeta
vuelva a unirse a los universos del Padre y la disolución de Athón son los objetivos estratégicos
del Plan de Salvación”, señala Manuel mostrando el sentido de esta movilización cósmica que
ha entrado en guerra con la Trinidad Maléfica.
“¿Y qué va a ser de los demonios?”, interroga Chiara.
“Los demonios también van a tener la oportunidad de elegir y los que no acepten la oferta
del Padre van a ser reducidos en un planeta especialmente creado para ellos para que en la
lentitud de las inconmensurables densidades y por la infinita misericordia de la Gracia, lleven a
cabo una misteriosa alquimia”, revela Padmasambhava.
“En el relato de los niños divinos –recuerda Krishna– los siete niños acuden a un planeta a
cargo de algunos Rishis, a entrevistarse con Juan, un demonio integrante de la jerarquía del
Gran Demonio, que había aceptado la propuesta del Padre para convertirse”.
“Estoy leyendo en los anales akáshicos esa parte de La Gran Liberación, una alquimia
sagrada –dice Nicolás– y veo la lucidez de Juan que ha comprendido el fin de los tiempos del
mundo demoníaco”.
“También el general Schnaudi rescatado por un grupo de Rishis, en la ciudad de los
demonios, se encuentra en uno de esos planeta de conversión de los demonios”, comenta
Chiara.
“Es significativo el número de demonios que han aceptado la oferta de conversión, y en
esto debemos reconocer la actividad de clarificación que realizó y sigue realizando Juan con sus
colegas de la oscuridad”, dice Krishna.
“Los demonios de mayor jerarquía, los que operan en el nivel de la inteligencia, están
comprendiendo el inexorable fin del Imperio del Gran Demonio, aunque en muchos de ellos

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subsiste el temor por la rebeldía, esas traiciones se pagan con la devoración y la eterna
desintegración en la Venus Negra”, explica Padmasambhava la terrible disyuntiva de estos seres
de la oscuridad, sobrevivir hasta donde se pueda en un mundo que va llegando a su fin o correr
el riesgo de ser devorados en un instante por el Gran Demonio”.
“Sin embargo, la campaña clarificadora de Juan, poniéndose él como ejemplo, va disipando
en muchos esas dudas, pues aceptar la conversión es ponerse bajo la protección del Padre donde
no pueden llegar las iras del Gran Demonio”, resalta Krishna.
“Esa es la causa –manifiesta Nicolás– que uno de los universos del Padre, que ahora estoy
contemplando, haya sido reservado para la creación de planetas para la conversión de demonios
y observo el trabajo incesante de los ángeles constructores encargados de esa tarea”.
“Observen –interviene Manuel que también está contemplando el impresionante
movimiento de formación de planetas en este universo– como están siendo trasladados a una de
estas concentraciones energéticas los integrantes del batallón 347 de cazadores”.
“¿Y cuál será el destino del Gran Demonio?”, Chiara es la que inquiere sobre el gran
interrogante.
“Va a ir dejando de ser el Gran Demonio”, contesta sonriente Padmasambhava.
“Así es –sigue Krishna– irá perdiendo energía hasta volver a su condición original de ángel
caído”.
“Será una muerte paulatina a medida que vaya siendo expulsado de los corazones que
hayan entrado en la vibración de Amor del Padre”, completa Nicolás.
“El Gran Demonio, cuando se encuentre definitivamente perdido, tratará de huir con las
huestes que lo sigan, a otro lugar del Cosmos donde tengan la energía suficiente para su
sobrevivencia, pero esto no será posible porque ni bien sea detectado este intento de fuga, las
fuerzas del Padre inmediatamente capturarán a los prófugos”, explica Krishna.
“No es para menos –dispara Ana Lucila– sería inconcebible que el Gran Demonio
construya otro Athón en algún lugar del Cosmos, y dentro de cientos de miles o millones de
años tenga que organizarse otro Plan de Salvación para disolverlo y recuperar a las almas
capturadas”.
“Nunca más –exclama Padmasambhava– este juego se acaba para siempre”, y dicho esto se
despide de Krishna y los Rishis que van a nacer en Athón pues tiene que regresar al reino de los
muertos para continuar su trabajo.
Cuando Padmasambhava deja los cementerios de Athón, Krishna, Manuel, Nicolás, Ana
Lucila y Chiara se quedan contemplando la purificación que está ocurriendo en la región de los

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muertos. Allí se presenta una catarata de luz que proviene de los más elevados mundos del
Padre y que irrumpe como un caudaloso río en medio de una enorme ciénaga que no tiene un
horizonte preciso.
Se escucha la voz de Padmasambhava que dice:
“Las almas cercanas a la orilla de esta corriente de energía divina son las primeras en ser
purificadas y pronto regresarán a Athón al servicio del Padre. Luego este río de luz se irá
ensanchando hasta ir paulatinamente cubriendo todo ese cenagoso espacio y despertando a las
almas de los muertos esparcidas por el mismo hasta que esta región, plena de luz, se conecte
con los universos del Padre donde las almas, después de cumplir su últimas vidas, primero en
Athón llevando luz al planeta, disuelto éste en la Tierra para llevar a cabo el aprendizaje del
Padre en la Naturaleza, continuarán su evolución en otras cósmicas dimensiones.

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Es un dibujo, o mejor un boceto, o quizás algunos trazos apenas insinuados que insinúan un
espejismo y ese espejismo refleja cráteres angustiosos, hoyos abisales, y en las cornisas de esas
profundidades infinidad de sombras graban en las rocas nombres y pactos, nombres ancestrales
que vibran como gruñidos que brotan de monstruos de épocas ancestrales, y pactos arcaicos del
primer caníbal. Todas las imágenes que se proyectaron después de aquel tiempo no son más que
un disfrazado círculo de repeticiones.
El dibujo, o el boceto o los trazos insinuados, y el espejismo, los cráteres, las sombras que
graban nombres y pactos, todo eso son los chakras de Athón, esos chakras que los maestros
solares llegan una y otra vez con su estrella de siete puntas para borrar esos trazos, espejismos y
sombras que no son más que una triste mancha en los purísimos universos del Padre.

Soles de inconmensurables universos llegaron al cielo de Kurukshetra, soles donde habitan


los maestros solares y que han querido estar presentes en el festejo cósmico cuando la Trinidad
Maléfica , un dibujo, un boceto, un trazo, un espejismo, sea borrada de los universos del Padre.

Los maestros solares alumbrados por sus soles penetran en los chakras de Athón, por
primera vez en el Cosmos la Luz Divina del Padre, y la Oscuridad Demoníaca renegada del
Padre se encuentran, y el propósito del encuentro es que la Oscuridad deje de ser Oscuridad y
solo resplandezca la Luz.

Dice la inmemorial enseñanza del Sanatana Dharma que la eternidad tiene modos. ¿Cómo
es eso? Ahí está la Absoluta, Silenciosa, Única, Incognoscible Eternidad que los sabios
nombraron como Brahmán, El Padre antes de la creación. Y también eternos porque participan
de esa eternidad y temporales porque en algún instante se reabsorben en el Ser Eterno, están los
universos manifestados, galaxias, dioses, almas, humanas y no humanas, con eternidades que
viven en lo Eterno aunque por designio del Padre a veces jueguen en el tiempo.
Pero dibujos, bocetos, trazos, espejismos, muestran sombras que se desprendieron de la
eternidad y corren el riesgo de morir cuando desaparezca el tiempo,es el Gran Demonio como
tiempo, que empezó a ser vencido por Manuel.

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Los maestros solares, los soles y todo el ejército del Padre se aventuraron a llegar a este
mundo de trazos y de sombras, para ofrecerles la vibración de Amor de los universos, y mueren
como trazos, como sombras, para que solo las eternidades existan en lo Eterno.

Los maestros solares irrumpen en todos los chakras del planeta a la vez, barriendo todo
vestigio de oscuridad y dejando pequeñas semillas de energía solar. Luego conectan con su
energía estas semillas que dejaron y se produce una reacción en cadena, y después un estallido
que hace temblar Athón desde Averno Beach hasta el último hongo venenoso. El fuego
cósmico ocupa los chakras de Athón impidiendo que lo puedan volver a ocupar los demonios.

El Gran Demonio piensa reunir a un consejo de generales y está por tomar el celular para
llamarlo a Gonzalo Fernández de Córdoba para que realice la convocatoria pero esta idea
desaparece rápidamente de su mente, comprende que no tiene sentido, ninguno lo va a entender.
¿Cómo decirles que son sus propios chakras los que han estallado? Algunas lágrimas, de los
océanos cósmicos de lágrimas reprimidas desde la caída, aparecen como perlas negras en su
envejecido rostro y llora su debilidad en el regazo de Alessandra que lo consuela en silencio y
sin sorpresa. Alessandra al ser una demonia más intuitiva que él, siempre supo de su debilidad,
pero su actitud no es compasiva, simplemente responde a que está aburrida y acaricia su cabeza
con la fría indiferencia demoníaca.

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“Estoy leyendo en los anales akáshicos la última parte del Bhagavad-Gita y recuerdo,
Krishna, en los lejanos tiempos del Bháratavarsha cuando, recorriendo los bosques le
transmitía a los yoguis sinceros buscadores de la Verdad, la enseñanza de la Samkhya que le
enseñas a Arjuna”, recuerda Manuel ese acontecimiento en su primera venida.
Krishna sonríe recordando también aquellos lejanos tiempos. “Con esta enseñanza –dice el
avatar– le señalé a Arjuna con la maravillosa simplicidad de la Samkhya, el sentido profundo
del acto”.
“Creo Krishna –propone Nicolás– que es conveniente señalarle a los demolectores que la
Samkhya es una de las llamadas seis darshanas o escuelas donde fue sistematizado el
inmemorial conocimiento del Sanatana Dharma, y del cual el Yoga es una de ellas.
“El conocimiento que transmiten estas darshanas, sin darle ese nombre, es la revelación de
todo este relato, en mi diálogo con Arjuna quise enseñarle, encuadrándolo en la Samkhya, el
sentido de cualquier acto emprendido con el cuerpo, la palabra y la mente”.
“Los demolectores que estén interesados en este tema –informa Nicolás que estuvo
recorriendo bibliotecas y librerías especializadas en orientalismo– encontrarán un interesante
material acerca de los dharsanas.
“Comprender el sentido de cualquier acto, como dices Krishna, tal como lo muestra la
Samkhya es simple, pero la simplicidad es algo ausente del engañoso mundo de Athón”.
“Las posesiones demoníacas que actúan en las conciencias demohumanas llevan a que todo
acto tenga su origen en una obsesiva y alucinada compulsión”, apunta Manuel.
“¿Cómo hacerle entender al athoniano que el nunca actúa, sino que lo que actúa a través de
su cuerpo, palabra y mente es la Trinidad Maléfica en sus incalculables y diabólicas
manifestaciones?”, trata Chiara de encontrar un método, como el que ensayan en Athón las
psicopedagogas, para que la enseñanza pueda ser comprendida.
“Chiara –responde Krishna a su inquietud– no existe método externo que pueda llevar a
esta revelación, se la puede aclarar desde afuera, pero cuado ya se produjo adentro”:
“Cuando el chela está preparado llega el gurú”, dice Nicolás haciendo alusión a esta
enseñanza budista.
“‘No me buscarías sino me hubieses encontrado’, dijo Jesús”, dice Ana Lucila.

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“La imposibilidad de llegar a esta revelación en Athón, ya que se llega con una intuición
que está más allá de Athón –muestra Krishna– es que la Trinidad Maléfica no solo actúa en la
conciencia posesa del athoniano haciéndole creer que sus acciones responden a una conciencia
autónoma, sino que esta ilusión tiene como fundamento una cosmovisión”.
“¡Qué bien armado está el planeta diabólico!”, exclama Nicolás.
“Tengamos en cuenta –reflexiona Manuel– que el imaginario del athoniano es que Athón
es el único planeta con vida en el universo, por supuesto los athonianos la confunden con la
Tierra pues ignoran la existencia del planeta diabólico, y por lo tanto el demohombre que se
cree hombre porque también ignora la presencia de los demonios, cree que es la única
conciencia en el universo”.
“Es patético –enfatiza Nicolás– ver a ese grupito de demohombres que se conocen como
astrónomos y astrofísicos, y que tratan de develar los misterios del universo, buscar conciencias
extraterrestres y en la pantalla de Athón solo perciben un Cosmos ilimitado, aterradoramente
vacío, solo rocas que ruedan en el espacio”.
“En el Renacimiento Giordano Bruno habló de la multiplicidad de los mundos habitados
pero el Gran Demonio a esa altura de su civilización athoniana, no estaba para dejar pasar por
alto peligrosas teorías, y el audaz Giordano terminó sus días en la hoguera de la Inquisición”,
ilustra Chiara.
“En la actualidad la casi totalidad de un mundo de extraterrestres se reduce a las historietas
de ovnis, y algunos decepcionados buscadores de otras realidades que no llegan nunca al tan
ansiado encuentro del tercer tipo”, comenta Ana Lucila.
“Si solo existe Athón y el demohombre en la infinitud del universo, la Tierra y el hombre
para los athonianos, construyamos un mundo mejor, llenémoslo de ideas, cosas, tecnologías,
pero ahí viene la cuestión”, dice Krishna.
“Inconscientemente el athoniano sabe –continúa Nicolás– que el alma no puede producir
Athón, porque para producir este planeta hay que participar de su misma energía, y solo el ego,
como parte de la Trinidad Maléfica, reúne estas condiciones. Sin embargo, el ego para actuar
necesita de la energía demoníaca que obtiene en los pactos, por lo tanto, y aquí volvemos a
donde empezamos, las posesiones arrastran al actuar compulsivo, obsesivo, alucinado, porque
no otro es el actuar de los demonios en los demohombres, y con esta acción se construye, desde
la caída, la historia del Gran Demonio, que el athoniano creyéndose hombre, considera como
propia”.

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“La escuela Samkhya, esa sistematización del Sanatana Dharma en el Bháratavarsha,
mostró, antes que Athón lo cubriera con sus velos, el sentido de la acción, que en última
instancia es llegar al Padre”, afirma Krishna.
“En el Bhagavad-Gita partes, Krishna, que todo acto tiene que tener un fundamento, un
para qué estoy actuando, qué busco con esa acción”, dice Nicolás.
Chiara, también leyendo el relato donde Krishna le revela la enseñanza a Arjuna, menciona
que el agente está integrado por mente, palabra y cuerpo, que es por donde circula la energía de
la acción y que esta adquirirá la característica vibratoria de los estados psíquicos de la
conciencia operante, esto es temores, angustias, dudas y en las psiquis purificadas, en
vibraciones más sutiles, gozo, certeza en el mundo del Padre. En el Bhagavad-Gita se nombran
a estos estados como los diferentes instrumentos”.
“Acá se puede comprender el sentido de la experiencia purificadora y alquímica que este
relato de los Rishis fue mostrando, llegar a convertir los estados psíquicos en instrumentos que
cambien de dirección, de moverse densamente hacia el abismo, verticalizando su dirección con
destino al Padre”, argumenta Krishna.
“Acá llegamos al punto crucial del destino –señala Chiara– que lleva a la meta final, el
alma liberada en El Padre, o la consumación en el Gran Demonio de la total demonización”.
“Abordaremos luego el tema del destino porque Jaris me está informando que las galaxias
están a punto de aparecer en el Aleph”, cierra Krishna.

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El Aleph toma una tonalidad celeste muy intensa y cubriendo ese celeste se manifiestan
luces blancas brillantes que irradian una vibración muy potente, y de las luces brota una luz que
dice:
“Venimos de remotos confines, de los confines del Padre”.
La luces van descendiendo a zonas de inconcebibles densidades. Pero algo sorprende.
¿Puede descender aquello que no mora en el espacio? ¿Cómo transita en el tiempo lo que
pertenece a la eternidad? Hay una explicación. Lo eterno por su divina compasión en un
inconcebible instante abandona su eternidad y cae al espacio y al tiempo para entrar en contacto
con los seres que habitan esos mundos para cumplir la misión de salvación que les encomendó
El Padre. El Cristo eterno se transformó en Jesús para habitar entre los demohombres y los
demonios, así lo hicieron los avataras, los maestros, los Rishis que habitaron y habitarán este
plano, y estas luces que son las galaxias que, conectadas con la Gran Fuente de la Energía
Divina, llegan a Athón. Y al llegar ingresan por el Polo Norte astral del planeta y una vez en su
interior giran en círculos concéntricos inundando de luz las astrales profundidades inconscientes
de los athonianos y cumplida su tarea salen por el Polo Sur para regresar al cielo de
Kurukshetra.

Las miradas de las galaxias siempre, y este siempre habla de eternidades, miraron al Padre
y a esta mirada se le revelaron los misterios de las creaciones, de los universos, de las
eternidades y plenitudes, pero las galaxias nunca habían mirado a la Trinidad Maléfica, y ahora
la miran para descubrir en esa mirada sus diabólicos secretos. Y las galaxias con sus miradas
mirando a la Trinidad Maléfica penetran en el mundo de los athonianos, de los que cargan su
cuerpo y el de los que lo perdieron, llegan a ese lugar del inconsciente profundo donde habitan
los horrores, esas oscuras galaxias que son los espesos muros que separan del Padre, los viejos
dioses que huyeron del Padre y cayeron en oscuros Olimpos, los caminos circulares, los únicos
caminos que en Athón van de la muerte a la vida y de la vida a la muerte, esas profundidades
inconscientes donde se escuchan los dulces cantos de amor de alguna adolescente embrujada,
de las catedrales y las flagelaciones de las que habla un anónimo poeta, y las galaxias
entienden, después de mirar al Gran Demonio construirse a sí mismo en el espacio y en el

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tiempo de las imágenes interminables, porque lo interminable es la falsa infinitud, y en esa falsa
infinitud agoniza sin conciencia el alma, porque agonizar es existir sin conciencia, y las
galaxias se sacrificaron para entrar en el espacio y el tiempo de Athón donde agonizan las almas
para devolverlas a la vida, a la única vida consciente en El Padre.

Chandit, cuando El Padre les pidió este sacrificio, reunió a sus compañeras y les repitió lo
que la Voz del Padre le había transmitido.
“La misión que les encomiendo es purificar primero el Athón astral, pero también tienen
que entrar a la dimensión física de ese planeta”.
Chandit comenta que desde que Athón dominó a la Tierra las purificaciones masivas
tuvieron lugar, a excpción de los avatares y maestros, en el astral del planeta y la energía divina
terminó alimentando a los demonios que la alquimizaron oscuramente para seguir generando la
Trinidad Maléfica.
“Algo llegó a las abismales regiones donde están capturadas las almas, y esas son las
bombas que activaremos para que Athón, en su momento, se termine desintegrando”, afirma
Ramnis.
“Religiones, magias, místicas, filosofías, literaturas, tecnologías, todo en Athón es de
Athón menos esas imperceptibles energías divinas que invisibles permanecen en las almas”,
dice Frakis, y confirma Rasbik que así lo han revelado dioses, Rishis, maestros liberados.
“Jesús me reveló –dice Xenti– que durante siglos colmó con su divina energía las
invocaciones de sus devotos que la terminaban inexorablemente pactando, y así se gestó el gran
poder de la Iglesia. Pero en las soledades del desierto, en las ermitas, y a veces en los devotos
hogares, esta energía llegaba a algún recóndito lugar del alma”.
“Ahora debemos entrar al plano físico porque esta energía solo puede ser activada desde
abajo, desde los cuerpos, los corazones, los cerebros”, expresa Nabuk, y Xanti y las demás
galaxias lo aprueban en silencio.

Las galaxias se unen formando un caudaloso río de luz que recorre la aparentemente
impenetrable corteza defensiva de Athón, pero la permanente e implacable acción del ejército
del Padre provoca fisuras por donde las aguas de ese río se van filtrando como pequeñas gotas,
y así, gota a gota, el río va entrando al cuerpo físico de Athón, y cuando se completa vuelve a
unirse y con incontenible fuerza va fluyendo en busca de los cuerpos de los athonianos.
Algunos se resisten, otros escapan, pero unos pocos, por ahora, reciben las aguas de este río con

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el gozo de quien sabe que ha llegado El Padre a liberar los cuerpos, las mentes y las almas.

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“Krishna, con toda claridad muestras en el Bhagavad-Gita que el conocimiento por el cual
se ve, en todos los seres, al Ser Único, Imperecedero, Indiviso en lo múltiple, es el que se
denomina sáttvico. Luego muestras aquel conocimiento que ve en lo múltiple la multiplicidad y
la diferencia, como rajásico, y la degradada visión tamásica, que está ciega a la visión de lo
general y su mundo se reduce al apego o al rechazo de las energías que llegan a su conciencia,
que la satisfacen o la perturban”, comenta Manuel.
“Este estado tamásico, como ya lo manifestamos, es el que predomina en la
demohumanidad”, acota Chiara.
“Esto es evidente –aprueba Nicolás– la realidad para la mayoría de los demohumanos no va
más allá de las pequeñas preocupaciones que experimenta, familiares, deportivas, laborales,
círculo que solo rompe si algún acontecimiento extraordinario desaloja momentáneamente su
inercia tamásica, una guerra, un conflicto político, un terremoto”.
“Ya comenté –agrega Krishna– la decepción del Gran Demonio ante una demohumanidad
tamásica, pues son pocas las mentalidades rajásicas capaces de comprometerse activa y
sacrificadamente por la construcción de Athón, pero el Gran Pillo no mostró en su confesión la
carta ganadora”.
“La carta ganadora está en confundir lo sáttvico”, intuye Ana Lucila.
“Ahí está el punto –enfatiza Chiara– hacerle creer a una conciencia confusa que se
encuentra en un estado sáttvico”.
“Esto se ve claro en la tarea de las religiones, donde ciertas prácticas ritualistas y
devocionales, acompañadas de un servicio a los pobres y desdichados convertirían esa
conciencia en iluminada por la luz divina”, puntualiza Ana Lucila.
“El mayor engaño es la mística –aclara Krishna– pues este estado de exaltación emocional
y que puede llegar a rozar cierta conexión con el alma se confunde con una experiencia cercana
a la liberación, cuando ni siquiera se sospecha que la liberación es la liberación del ego, y junto
con el ego de los otros dos integrantes de la Trinidad Maléfica, y precisamente la mística es un
estado de expansión egoica”.

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“El místico termina creyendo que el ego es quien se une al Padre, cuando solo el alma pura
es la que en su interioridad puede reconocer al Padre, y para eso el ego debe ser abandonado”,
exalta Manuel.
“En el transcurso de este relato mostramos la trágica ilusión de la mística en los
considerados santos de distintas religiones. ¿Acaso el alma puede ser santa? Santo es el ego
santificado en Athón uniéndose al Gran Demonio”, dice Krishna mostrando la paradoja de que
la santidad experimentada desde el ego es la mayor condena.
“El maestro Yogananda decía que para iniciar el camino de la liberación del alma tuvo que
renunciar al santo yogui de los Himalayas”, recuerda Nicolás.
“Vimos también los engaños de santidad de los sufíes que acompañarán a Chiara en su
nacimiento”, también recuerda Ana Lucila.
“El mismo San Francisco nos confesó que solo a partir de su participación en este Plan de
Salvación por la Gracia del Padre pudo comprender el engaño con que envolvía al alma el ego
del Santo de Asís”, rememora Manuel.
“La santidad en Athón fue la jugada con que el Gran Demonio capturó a las almas en las
civilizaciones religiosas, pero en el Athón moderno esta mística quedó desactualizada, ahora la
plenitud se tenía que dar en los grandes ideales políticos revolucionarios y el Gran Demonio
incitaba a los athonianos a transformar Athón en un mundo más justo, más racional, más
solidario”, muestra Krishna.
“De Roberspierre al Che Guevara”, ejemplifica Nicolás.
“Esta fue la religiosidad laica de la modernidad, ya no era ser santo en Athón sino un
revolucionario athoniano”, indica Manuel.
“Sin embargo en la posmodernidad el Gran Demonio está en un problema que no puede
resolver, ya no hay ofertas de demohumanos que busquen la santidad, y los ideales de
transformación de Athón casi no existen, los entusiastas rajásicos no aparecen, y no encuentran
un arquetipo que pueda encarnar esa mística que legitime la existencia en Athón”, señala
Krishna.
“Ahora Athón está en la televisión –dice Ana Lucila que está tratando de develar el Athón
actual– y los veo a estos personajes televisivos, aún a los más famosos y reconocidos, muy lejos
de poder reemplazar a las figuras del santo y el revolucionario de nobles ideales”.
“Esta es una quiebra muy grande del sistema demoníaco. ¿Cómo justificar a Athón, el
enorme sufrimiento que martiriza al demohumano en el planeta, sin santos que se hayan salvado

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para salvar, ni revolucionarios que transformen las condiciones sociales de existencia que lleven
al athoniano a una vida plena?”, pregunta Krishna.
“Sin duda el bombardeo de distracciones de la sociedad del espectáculo no basta, en algún
momento del día los demonios de afuera se callan y empiezan las tortuosas voces de los
demonios de adentro, y está comprobado que ningún psicoanalista puede exorcizarlos”, apunta
Chiara.
“Esta es una de las razones porque el Plan del Padre llega en el momento propicio, el
demohombre está enfrentado a su propia angustia, al sin sentido y aunque conscientemente no
lo comprenda, sin esperanzas de salvaciones, sabe en algún lugar muy profundo que está
atrapado en el infierno”, dice Krishna.
“Y entonces puede intuir la necesidad del descenso a las profundidades de sí mismo, es la
única salida cuando las de afuera, la de los santos también es de afuera, porque es el afuera del
alma, ya no son creíbles, ahora solo queda ir del afuera a la interioridad”, completa Manuel.
“Al descender la conciencia entra en contacto con toda la miseria, el dolor, con lo más
oscuro de Athón, y esta oscuridad es la que busca instrumentar el Gran Demonio para mantener
atados por el miedo, el terror a quienes pretenden liberarse de la Trinidad Maléfica. Por eso los
demolectores tienen que tener muy claro que hacer esta experiencia solo, es imposible, la única
forma es mantenerse absolutamente quieto y entregarle al Padre toda esa angustia, que es el
modo como encadena la oscuridad, para que Él , en un acto de Amor, transmute ese estado
nefasto en otro positivo y luminoso. Por lo tanto, la única salida es mantenerse
permanentemente conectado para que la oscuridad se refracte y despegue y sea El Padre quien
la reciba, y no quede imantada por la mente. Así el origen de toda perturbación desaparece con
esta entrega solitaria y permanente. La actitud correcta es no escuchar a la mente queriendo
solucionar situaciones sino estar atentos a la voz interior que remite instantáneamente al Padre”,
enseña Krishna a los demolectores que, como lo hicieron los comandos, tengan necesidad de
llegar al final de esta experiencia.

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456

En su programa en el Aleph el maestro Yukteswar recibe de parte de un asistente, un


integrante del mandala de convocantes, un e-mail proveniente de Nápoles, Italia, firmado por
Piero, que textualmente dice:
Respetado maestro Yukteswar.
Como estudioso y practicante de la astrología tuve una gran conmoción cuando el relato
de los Rishis me reveló que mi contacto de tantos años con las casas zodiacales no había sido
otra cosa que un engañoso y oscuro vínculo con los demonios regentes. Me parecía increíble
no haberme dado cuenta de lo obvio, que Aries, Tauro y todos los demás signos que determinan
las características personales no eran más que demonios que posesionaban las conciencias,
marcándoles sus características egoicas y su destino demoníaco.
Di un respiro de alivio cuando también el relato me fue mostrando que dentro del contexto
del Plan del Padre, los maestros del mandala desalojaban a estos regentes y ocupaban las
casas zodiacales para, desde ahí, ir inspirando a las almas en su proceso evolutivo. Intuyo que
se está reviviendo lo que en antiquísimas épocas, en la que los hombres habitaban la Tierra y
no como ahora que los demohombres ocupan Athón, esa ciencia que se conoció como
astrología divina o espiritual, le pido maestro que si es posible me amplíe este tema. Piero,
Nápoles, Italia.
“Caro Piero, entiendo que debe ser un golpe duro para un astrólogo que creía tener en sus
manos la ciencia de los cielos y del destino, aceptar que no fue más que víctima de un engaño,
un burdo engaño de los demonios regentes escondidos atrás de los signos astrológicos.
Por eso, Piero, me resisto a hablar de una astrología espiritual o divina, porque señalarla así
implicaría hablar de otra que es profana, mundana, o athoniana. En verdad hay una única
astrología que rige el sistema solar, y desde la perspectiva de la Tierra revela la experiencia de
las almas encarnadas en el planeta, y otra será la visión para los seres de Urano o Neptuno.
También los universos del Padre tienen una astrología porque esta ciencia determina la
confluencia de energías cósmicas en cada lugar de los universos.
El Gran Demonio aisló a la Tierra del sistema solar, por lo tanto las energías cósmicas ya
no irradiaron en el planeta, y entonces desde que Athón tomó hegemonía, se armó este
simulacro de astrología que operó con las mediumizaciones de los supuestos astrólogos y donde

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los demonios regentes le pasaban alguna información sobre el destino de los egos proyectados
en el planeta diabólico.
En el Plan del Padre está la recuperación de la astrología y lo primero que hay que entender
que esta ciencia rige el movimiento y procesamiento de las distintas energías cósmicas, y en
este caso, cómo operan en la Tierra desde el llamado nacimiento.
Entonces la astrología es la que marca el sendero de cada alma en la Tierra, de acuerdo a lo
que podemos considerar energías de ingreso, que actúan en el nacimiento, y energías referentes,
las que conectan al alma, desde los chakras espirituales, con energías de otras dimensiones no
solo del sistema solar sino también del Cosmos.
La recuperación, por parte del Plan del Padre de esta ciencia sagrada ha llevado por un lado
a que las casas zodiacales sean ocupadas por los maestros del mandala y al gran trabajo que está
realizando Padmasambhava en la región de los muertos para que almas purificadas ingresen al
plano de la vida bajo el designio del Padre y no como ocurre en Athón por pactos con el Gran
Demonio.
Los maestros regentes son los que inspirarán y guiarán cada alma para que tome el camino
de lo que en Yoga se conoce como el svaradharma, el propio dharma, esto es el camino que el
alma debe transitar para volver al Padre.
El horóscopo pasará a tener el sentido de inspiración y guía de mantener a la conciencia en
el canal de vibración que le corresponde.
Asimismo es importante tener en cuenta que el día, la hora, el minuto y el lugar de
nacimiento en la Tierra no es de ningún modo casual sino que responde a un momento y
espacio alquímico en que una energía se convierte en otra al pasar de la muerte a la vida tras el
proceso intermedio de gestación. Esta alquimia se puede producir en los brazos del Gran
Demonio, como hasta ahora son todos los nacimientos, o del Padre como irán ocurriendo a
medida que transcurra este Plan de Salvación.
¿Qué pasa con los demonios regentes al ocupar los maestros del mandala las casas
zodiacales? Los procesos superpuestos no existen, donde están los maestros no pueden estar los
demonios, por lo tanto los regentes ya se encuentran congelados a la espera que El Padre
determine qué se hará con ellos.
Otro interrogante es qué ocurrirá con los nacimientos posesos, sin conciencia de posesión,
esto es quienes no se encuentren en un proceso de purificación. Quiero mostrar que cuando la
Tierra era la Tierra y Athón recién despuntaba no solo había almas con destino divino sino
también las que se encontraban en manos de los demonios. Sin embargo éstas eran regidas a

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nivel inconsciente por las fuerzas del Padre que ocupaban las casas zodiacales. Esto ocurrió
hasta que Athón dominó absolutamente a la Tierra e irrumpieron los demonios regentes con el
nombre de los signos astrológicos. Ahora que nuevamente las energías del Padre comandan las
casas zodiacales, las almas posesas serán sacadas de las regencias demoníacas y destinadas en
la Tierra, porque este proceso tiene que ser en la Tierra y no en Athón, a vivir las experiencias
purificadoras que le correspondan de acuerdo a su estado.
Caro Piero, espero que esta revelación que se te transmitió te haga ver con otros ojos el
engaño a que fuiste sometido, como tantos otros, por los demonios y te abra al conocimiento de
tu alma a través de la verdadera astrología.
Permanece atento al Aleph porque pronto se presentarán en el mismo doce comandos, uno
de cada signo, especialmente elegidos para que entren en conexión con su maestro regente de la
casa zodiacal. Verás entonces que la astrología no consiste en hacer complejos cálculos sobre
una carta natal sino conectarse con su maestro regente todos los días para que guíe tu
svaradharma. Hasta siempre”.
Terminada su respuesta al acongojado astrólogo, el maestro Yukteswar deja el Aleph para
que, de acuerdo a las reglas convenidas, el enemigo tenga un espacio.

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Terpolis acomoda su voz, Terpolis, cada vez que habla tiene que acomodar la voz porque
es una voz ronca y desagradable que provoca la irritación de sus interlocutores, y ahora esa voz
más que nunca tiene que sonar amable y sabia, porque quien la va a escuchar es nada menos
que el Gran Demonio. Mientras las volutas de humo de su finísimo cigarrillo rubio los envuelve
a los dos, Terpolis, lo más suavemente que puede, dice:
“Mi Señor, ¿no crees que estás bebiendo demasiado?”.
Los ojos vidriosos del Gran Demonio se fijan en Terpolis, pero esa mirada dura poco
porque el Señor de la Oscuridad los termina dirigiendo fascinado a la botella vacía de ese
apestoso whisky que reposa en la gastada mesa de madera de ese bar de la zona portuaria donde
Charles Bukowsky constituyó su infierno.
Terpolis, ¿lo recuerdan? Pasó fugazmente por este relato como escribano mayor de
gobierno, pero ahora, en el frío húmedo de ese lugar casi oculto de la ciudad de los demonios,
está sentado en esa mesa, como alguien que por su sabiduría y experiencia puede darle algún
consejo al Gran Demonio, y para eso lo llamó el emperador, a ese bar donde se refugiaba en
secreto con Alessandra o pasaba las horas, bebiendo ese apestoso whisky con su amigo Charles
Bukowsky.
Terpolis conocía los tiempos de su Señor, y sabía que en silencio debía esperar la respuesta
y mientras pacientemente la espera el Gran Demonio pide otra botella de ese apestoso whisky
que sirven en ese bar de la zona portuaria.
“Esto se acaba, mi amigo”, dice con voz más triste por la desesperanza que balbuceante por
el alcohol y repite, “Esto se acaba”, y agrega, “inexorablemente se acaba”.
Terpolis sigue en silencio y más que escuchar sus palabras observa sus manos y su mirada,
y espera a que el Gran Demonio continúe su descarga, su confesión, tal vez.
El Gran Demonio parece hablar para sí mismo, como si Terpolis no estuviera, pero
Terpolis está y recibe sus palabras como el sacerdote en un confesionario, no para juzgarlas
sino para comprenderlas y quizás para perdonarlas.
“¿Por qué llegaron en la gloria de mi Imperio? ¿Estaba mi destino marcado por los
designios del Padre? ¿Mi rebeldía fue inútil? Veo los generales de mi ejército desertar casi sin
combatir, Urbano II se entrega implorando la conversión. Los ministros y funcionarios están

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dispuestos a un saqueo descontrolado. Mi piel Alessandra inadvertidamente ha desaparecido.
¿Se arrodillará ante el ejército del Padre?”.
El Gran Demonio, refugiado en ese bar de la zona portuaria, acaricia el vaso lleno con el
apestoso whisky, pero no se lo lleva a los labios, tal vez tiene vergüenza ante Terpolis y se
reprime, y después de reprimir su irrefrenable sed habla demasiado despacio.
“No es, Terpolis, todo lo que te dije aquello que me preocupa, los ejércitos y la burocracia
pueden recomponerse y no dudes que no hay demonia joven y hermosa en la ciudad de los
demonios que daría cualquier cosa por reemplazar a la milenariamente envejecida Alessandra.
¿Sabes lo que realmente me preocupa? Ya conoces mi afición por Internet, es el espejo que me
dice como van las cosas en Athón.
Así, navegando en Internet me encontré con un athoniano que me inquietó: Marc Abélès,
que se presentó como filósofo, antropólogo, en fin, un pensador no demasiado definido en una
época de entrecruzamiento de saberes. ¿Qué me inquietó en este athoniano? En los repliegues
de la mente de este athoniano vi las imágenes de las últimas décadas de Athón. Marc Abélès,
ahora cercano a los sesenta, en su juventud estuvo, como gran parte de su generación,
entusiasmado con los proyectos de mi mundo, esa felicidad del athoniano libre que les
prometía, con muchos caminos, algunos aparentemente contradictorios, pacifistas y violentos,
pero todos anunciaban otra época, un athoniano diferente, mejor, más pleno, y en la mente de
Marc Abélès apareció la Revolución Cubana, la construcción de la sociedad justa y la derrota
del imperialismo opresor, el culto del héroe y su sacrificio en la muerte del Che Guevara en
Bolivia, la Revolución Cultural China con Mao Tsé Tung donde se derribaban todas las lacras y
mistificaciones de la cultura burguesa, el pequeño pueblo de Vietnam humillando a los Estados
Unidos, la droga y la música liberadora con los hippies, los Beatles, Woodstock, las utopías del
Mayo Francés del ’68, África libre con el proceso descolonizador, el tercermundismo como una
religiosidad popular, era el momento en que yo proyectaba el recambio ante las desgastadas
estructuras tradicionales y todo anunciaba un Athón distinto y esperanzador. Pasaron varias
décadas, vertiginosas, donde la esperanza se transformó en desesperanza. ¿Y qué opina este ya
maduro athoniano que con una inquietante intuición que despierta mi inquietud revela lo que
está ocurriendo en la conciencia colectiva? Nos dice que la idea de progreso se disolvió, los
futuros son inciertos, el mundo es objetivamente precario e inseguro.
Respecto del Athón presente, aunque no habla de Athón porque todavía lo desconoce, en
un lenguaje filosófico dice: no será más cuestión de proyectarse como subjetividad actuante

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susceptible de modificar la situación con las armas del deseo y la ironía, el mundo ahora nos
impone sus limitaciones objetivas y nos pone en condición de sobrevivir más que de vivir”.
“Creo entender, mi Señor, a qué te refieres. Los demonios somos volátiles y reemplazables,
pero los demohombres no, porque de ellos vivimos, de sus almas capturadas depende nuestra
existencia. ¿Y qué ocurre si los demohombres comienzan a desconfiar de Athón?”. Terpolis,
como era un demonio inteligente detuvo sus palabras, consideraba que la inteligencia consiste
en terminar un discurso con un interrogante . ahora fue él quien llenó su vaso con el apestoso
whisky y lo bebió de un trago. Terpolis, las pocas veces que bebía no lo hacía por vicio,
angustia o desesperación sino porque cierta dosis de alcohol le daba más lucidez a su
pensamiento.
“Esto se acabó, mi amigo, si los athonianos desconfían de la felicidad en el mundo como
posible, esta desconfianza los llevará a la pregunta sobre qué es el mundo”, susurra con
preocupación el Gran Demonio.
“Mi Señor, cuando dices que esto se acabó, ¿te preguntaste qué es esto y qué se acabó?
¿Cómo puedes darle fin a algo cuando sabes que no hay nada? ¿O acaso terminaste alucinado
por la misma droga de realidad que les haces consumir a los athonianos?
“¿Cómo te imaginas, Mi Señor, que somos los demonios? Somos como la luz de algunas
estrellas que vistas desde Athón parecen reales, pero que murieron hace tiempos inconcebibles
en los firmamentos que habitaban. Somos un reflejo de algo que no es, que fue cuando
vivíamos en El Padre, ahora solo seguimos siendo en la alucinación de los athonianos y a veces
en la ilusión de nosotros mismos que creemos ser”.
El Gran Demonio lo mira a Terpolis sin respuestas, solo le estaba recordando lo que
siempre supo y negaba en la fascinación de Athón porque él también terminó siendo un
athoniano fascinado que se creyó tan real como su planeta. Terpolis siguió: “¿Athón se acaba?
Es posible, pero qué importa. ¿Qué te impide que huyas en tu inexistencia a otros lugares del
Cosmos para continuar atrapando almas y construir ilusorios mundos? Tal vez tu juego con El
Padre no sea otro que crear mundos paralelos para que Él tenga que disolverlos, y así mientras
dure el tiempo, mientras dures tú, Mi Señor en tu inexistencia. ¿Qué te preocupa si Athón se
acaba ahora? ¿Tu planeta no vive en y de la Tierra y esta se acabará en algún tiempo cuando
desaparezca el Sol que la cobija? Athón entonces también tendrá que morir. ¿Y que muera en
este instante o dentro de miles de millones de años, no es lo mismo en la ilusión del tiempo?”.
“¿Qué propones?”, quiere saber el Gran Demonio, aturdido por el discurso de Terpolis.
“Que dejes lo que nunca ha existido y sigas tejiendo inexistencias en otros universos”.

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“Estoy cercado, no me dejarán salir de Athón”.
“Tienes una salida, el océano de Athón que conecta el planeta con el Cosmos. Esta salida
secreta, solo nosotros dos la conocemos, cuando me la confiaste me dijiste que era solo para
una gran emergencia, y vaya si esta es una gran emergencia”.
“No recordaba ese océano, perdí su recuerdo porque jamás pensé que alguna vez tendría
que navegar en él. ¿Tienes algún plan?”, pregunta ansioso el Gran Demonio entregado a la
estrategia de Terpolis.
“Nosotros, Mi Señor, tenemos el absoluto poder sobre el tiempo, la cuestión era elegir qué
tiempo podía ser más propicio para la fuga. No voy a fatigarte con las complejas variables que
manejé para llegar al 8 de octubre de 1850. En esa noche te estará esperando un navío con una
tripulación al mando del capitán Bargach, y que te puedo asegurar es el único capaz de navegar
por la tormentosa niebla del océano de Athón. Solo debes conectarte con él, el 8 de octubre de
1850, llegar al océano y abordar el navío. ¿Deseas preguntarme algo más, Mi Señor?”.
“¿Vendrás con nosotros, Terpolis? Bargach podrá guiar el navío, pero solo tú podrás guiar
mi espíritu en la ardua tarea de crear un nuevo Athón o como se llame”.
“Mi Señor, me halagas con tu propuesta pero, ¿qué haría este viejo y cansado demonio
fuera de Athón? En mis registros he anotado todos los pactos que ha hecho la demohumanidad
desde la caída. Estoy viendo que pronto llegarán los vándalos del ejército del Padre a quemar
mis viejos libros. Sería indigno no estar allí, no ser testigo del doloroso fin de la ilusión. Pero
hay algo más, la última tarea de un escribano mayor de gobierno, es certificar en los anales
akáshicos que Athón ya no existe más, y entonces me desintegraré con el planeta”, concluye
Terpolis.
Está todo dicho, en la ciudad de los demonios los athonianos, ignorantes del drama,
festejan algo, puede ser algún éxito deportivo, mientras el Gran Demonio y Terpolis lentamente
van saliendo del bar de la zona portuaria. Al pasar por el mostrador el Gran Demonio se detiene
para saludar a su único amigo Charles Bukowsky.
“Adiós, Charles, me voy de viaje, tal vez algún día volveremos a encontrarnos”.
Charles Bukowsky nada dice, solo levanta el vaso con el apestoso whisky en actitud de
brindar por algo que no sabe qué es. Los ojos de Charles Bukowsky están demasiado tristes.

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“Krishna, el Bhagavad- Gita me está planteando problemas que jamás me los hubiera
planteado como Rishi porque los Rishis no tenemos esos problemas, para ser concreto, los
estados de conciencia que mencionas como inteligencia, voluntad y dicha, afirmas que tienen
las características de los gunas o campos vibratorios de los que participan, entonces la pregunta
surge inevitable. ¿Cómo es posible el pasaje de un estado a otro? Pueden intentarse varias
respuestas, la primera que se me ocurre apuntaría a las purificaciones, las alquimias. ¿Cómo
aceptarlas? Mediante la voluntad guiada por la inteligencia que busca la verdadera dicha. Sin
embargo la respuesta resulta demasiado abstracta porque ubicándonos en rajas, y conociendo
que la inteligencia rajásica tiene como único propósito la apropiación de eso que experimenta
como mundo en cualquiera de sus manifestaciones, y que la voluntad rajásica es la voluntad de
poder para lograr esa apropiación cuya consumación será la dicha rajásica . ¿Cómo desde esa
conciencia se puede saltar al estado sáttvico donde la inteligencia es el discernimiento, la
voluntad destinada al dominio de sí mismo y la dicha, el fin del sufrimiento y el logro del gozo
eterno? Krishna, no tengo respuesta para este interrogante”. El planteo lo hace Nicolás ante
Krishna y sus compañeros
“La saturación que lleva al sufrimiento extremo puede ser una causa”, apunta Manuel
sabiendo que esto solo no basta y coincide con la respuesta de Nicolás que, recordando sus
estudios de lógica, le responde que el sufrimiento es una condición necesaria pero no suficiente.
“¿Y la Gracia del Padre?”, señala Chiara.
“Chiara, la Gracia del Padre siempre está presente, pero los demohombres le temen”,
sostiene Nicolás.
“Es cierto, Nicolás –apoya Ana Lucila– he observado a devotos que permanentemente
convocan a la Gracia, pero cuando la Gracia acude a la convocatoria huyen aterrados”.
“La Gracia es una lluvia de luz, tan fina e imperceptible que no puede apropiarse, solo hay
que dejarla fluir para que inunde el alma, pero el demohombre solo puede vivir atrapando,
poseyendo, controlando solo la fe le puede permitir dejarse invadir por la Gracia del Padre”,
explica Krishna.
“¿Qué es la fe? ¿Qué entienden los demohombres por fe?”, pregunta Manuel.

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“En realidad no entienden nada –dice tajantemente Krishna– porque si intuyesen
mínimamente la fe, ya la tendrían y esta fe es la que impulsa la voluntad hacia la transmutación
del estado”.
“¿Por qué es posible la fe?”, inquiere Chiara.
“Misteriosamente el alma elige la fe”, dice Krishna.
“¿Entonces la fe es una elección del alma?”, toma en Chiara la forma de pregunta la
revelación que hizo Krishna.
“Estamos ante la libertad”, enfrenta Ana Lucila el mayor de los misterios, el misterio que
llevó al ángel de luz a la caída.
“La libertad engañada es la que llevó al demohombre a elegir la demonización, solo cuando
el alma es inundada por la Gracia en su despertar elige la fe que la llevará al Padre”.
“¿Qué es la libertad?”, interroga Ana Lucila que, como Rishi Sunahsefa libertad era su
estado natural y ahora recupera como Ana Lucila la pregunta.
“¿Cómo expresar con palabras la libertad?” –muestra Krishna los límites de la palabra
frente a la libertad pero trata que las palabras sirvan como las señales del camino y sigue
diciendo– ¿cómo hablarles de la libertad de las almas que atrapadas y selladas ni siquiera la
sospechan? El alma del demohumano es como un pájaro al que le cortaron las alas y está
posado en la débil rama de un árbol a punto de quebrarse. La libertad es la seguridad de las alas
y el vuelo. Es el secreto que revelado descubre la inmortalidad.
¿Dónde está oculta la libertad? En el corazón, concéntrate en el corazón y deja que la
libertad fluya, y cuando esta libertad comience a fluir no escuches la voz de los demonios que te
dirán que te estás arrojando al abismo. Ahí está el engaño, donde la libertad avanza es al vacío,
que es el vacío de la oscuridad, y de donde se libera es del abismo en que se encuentra
prisionera de los demonios.
En la libertad encontrarás el verdadero silencio, que no es el tan mal entendido silencio
que no es más que el enmudecimiento momentáneo de los demonios reprimidos.
Experimentarás otro silencio que no es el falso silencio de Athón al que estás acostumbrado.
La libertad no es más que el ser en si mismo, y solo vivirás la libertad cuando el demonio
ya no pueda imantarte a Athón. La fe y el discernimiento te llevarán a la sublime vivencia de la
libertad.
No encontrarás jamás la libertad en Athón. ¿Cómo puede existir la libertad en la violencia,
el sufrimiento, la ignorancia el sin sentido? Mira con tu intuición hacia el interior, y te repito,
entrégate devotamente al corazón y allí encontrarás la libertad. Y sentirás un fuego muy fuerte

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que quema toda oscuridad y que te llevará a la última entrega, la del ego, el Gran Demonio que
habita en tu corazón. Por eso te puedo decir que la libertad es un acto de entrega y cuando te
entregues a la libertad la escucharás cantar:
El Padre está en mí.
Yo soy en El Padre.
Ya lo ves, no hay conceptos, ideas para nombrar la libertad, porque en la libertad los
conceptos e ideas que pertenecen al mundo binario se habrán desvanecido, la libertad es el fin
de la dualidad, porque en la libertad empieza la liberación, y la liberación no es otra cosa que el
fluir de la libertad y el fin de la oscuridad.
Entonces, en la liberación, serás en lo Eterno y no habrá más que eternidad, otra cosa que el
Yo El Padre, el Absoluto, la liberación es trascender eso que se llama vida.
¿Cuándo la libertad se libera? Al recordar el Origen y unirse en cada acto a ese Origen, la
libertad es el momento de regreso al Padre, la libertad simplemente es haber comprendido.
La libertad son los brazos de la Madre Divina que se extienden hasta tu alma.
La libertad empieza a vivir en el primer acercamiento al Padre, en el momento en que van
disipando todas las dudas y podrás reconocer El Ser del Padre viviendo en ti, y tu Ser viviendo
en El Padre”.
Las palabras de Krishna revelaban la esencia misma del alma como libertad plena en El
Padre, y los Rishis pudieron traducir a la intuición que la libertad era la realidad.
“¡Qué lejana está la conciencia del demohumano de comprender la realidad como esa
libertad del alma!”, lamenta Chiara esa lejanía del alma del Padre.
“¿Qué es la realidad? Esa pregunta se la hice a cuanto demohumano me encontraba, y lo
asombroso es que nunca ninguno me pudo dar una respuesta ante lo intempestivo y lo
sorprendente de la pregunta.
La realidad es lo que me rodea, haciendo referencia a las cosas y personas que la rodeaban,
me decía un demohumano en nombre de casi todos los demohumanos imaginables, algunos, los
más cultos me salían con extravagantes teorías filosóficas o políticas, envueltos en palabreríos
incomprensibles, pero nadie, absolutamente nadie tenía intuición de la libertad del alma como
realidad. Entonces me dije –el que está diciendo es Nicolás– con que eficacia el Gran Demonio
disfrazó la ilusión como realidad”.
“En mi caso –dice Chiara– me dediqué a observar la mente de los demohumanos. Y ahí
está la realidad en sus proyecciones. Un demohumano necesita vivir proyectando para sentir
que vive en la realidad y que él es real al identificarse en la proyección. Así encuentra su

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identidad en la proyección familiar, laboral, deportiva, social y con gran astucia el Gran
Demonio, a través de los medios de comunicación, le hace vivir la realidad en todas las
proyecciones que surgen en la pantalla de televisión, en la radio, en Internet, así la mente del
demohumano está condicionada a seguir proyectando realidades todos los días”.
“De acuerdo –afirma Manuel– para experimentar la verdadera realidad hay que vaciar la
mente de esas ilusorias realidades, y ahí sobreviene el temor al vacío, por eso el demohumano
vive huyendo de la realidad”.
“La idea de la vida monástica era salir del mundo, entendiendo por mundo todo este juego
de falsas realidades para en la soledad vaciarse de éstas y encontrar la única realidad que lleva
al Padre”, explica Krishna.
“En el Plan del Padre el demohumano debe encontrar la libertad del alma sin necesidad de
ninguna reclusión ni aislamiento, simplemente alcanzando la fe y el discernimiento necesario
que lo libere de la proyección”, concluye Ana Lucila buscando en sí misma la fe y el
discernimiento para descender a Athón, entrar en las aguas turbias del planeta, para alumbrar en
los demohuamnos el camino que los lleve al encuentro de su libertad.

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El frío era impiadoso, pero ¿podía él quejarse de la impiedad? Se cubrió la cara con la
solapa del sobretodo y miró como un torbellino zigzagueante que parecía venir de las aguas
negras y ondulantes del océano de Athón se estrellaba contra sus peñascos.
El Gran Demonio miró extrañado ese torbellino que no reconocía. ¿Cómo podía haber algo
en Athón que no le perteneciese? Agudizó su mirada y vio demonios rebeldes que se habían
rebelado a su poder como él, en aquellos tiempos, se rebeló al poder del Padre, y estos
demonios se refugiaron en el océano de Athón, que él había abandonado, y ahí construyeron su
mundo.
Todavía el navío que lo llevaría a otros universos no había llegado, faltaban unas horas
para la noche del 8 de octubre de 1850, el momento estipulado para su arribo, y se sintió
culpable de haber abandonado el océano de Athón y que los demonios rebeldes lo hubiesen
ocupado, estableciendo una secesión en Athón.
“¿Por qué lo abandoné?”, se pregunta, reprochándose el abandono. Quiere darse
explicaciones. ¿Qué sentido tenía emplear energías en ese lugar inhóspito, en esa frontera sin
vida con lo insospechable?”. Pero el Gran Demonio en el momento de la huida no puede seguir
engañándose. Negó la única puerta abierta de Athón a los otros mundos. Aceptar el océano era
aceptar que alguna vez tenía que abandonarlo, pero ¿cómo soportar la idea de su omnipotencia
quebrada? Olvidó el océano hasta que el olvido se transformó en negación.
La existencia del océano lo llevó nuevamente a Terpolis. “Para una emergencia extrema”,
había dicho el escribano mayor de gobierno, y la emergencia había inesperadamente llegado
con el ejército del Padre.
Los demonios rebeldes zigzagueaban rompiéndose contra los peñascos. Se sentó en un
peñasco y esperó. Del torbellino que zigzagueaba se desprendió una imagen primero confusa
pero que fue adquiriendo nitidez cuando se acercó a sus ojos, y el Gran Demonio y la imagen se
miran y los dos ven su propia imagen.
“¿Quién eres?”, se preguntan al unísono.
Ninguno de los dos contesta porque ya sabían la respuesta.
“¿Existimos?”, quiso saber el Gran Demonio.
“¿Qué supones?”, devolvió la pregunta su imagen.

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“No lo sé, si existir es sentir a cada instante el terrible demonio de la inexistencia
acosándonos para lanzarnos a la Nada y nos resistimos entonces sí existimos, para evitar la
inexistencia”, argumentó el Gran Demonio.
“Pero podemos ver la cuestión de otro lado, el de la inexistencia, entonces la existencia no
es otra cosa que el inútil intento de burlarla, por lo tanto no existimos”, replica la imagen.
“¿Por qué te rebelaste?”, inquiere el Gran Demonio, queriendo conocer el secreto de su
imagen. ¿Qué te llevó a abandonar Athón y abandonarme para duplicarlo y duplicarte en este
océano?”.
“Desde que abandonamos al Padre nuestra naturaleza es la fragmentación. ¿Acaso
voluntariamente no te fragmentaste en Athón y en todos esos egos? Yo me fragmenté porque
fue un impulso irresistible, llegará el momento en que inevitablemente alguien se fragmentará
de mí”.
El Gran Demonio, impactado por el discurso de la fragmentación que había pronunciado su
imagen dicen en un tono que él mismo no capta si es desesperado o resignado.
“¿Crees que El Padre solo espera que nos terminemos de fragmentar? Si es así nos ha
vencido desde el principio”.
“Nos hemos vencido desde el principio”, corrige la imagen.
“El océano es tu dominio, cuando llegue a buscarme el navío, ¿me dejarás pasar?”,
pregunta el Gran Demonio a la imagen y después de escucharse comprende que desde la caída
es la primera vez que su voluntad depende de otra voluntad más poderosa, aunque esa voluntad
sea la de su imagen.
“No puedo impedirlo –responde la imagen– gobierno al océano pero no a los extranjeros
que llegan a él”.
“¿Le permitirás a tu océano que me transporte?”.
“¿Por qué no? Nuestra naturaleza es huir por eso debo respetar tu huida”, responde
sabiamente la imagen.
El Gran Demonio la mira como agradeciéndole su buena voluntad y queriendo retribuirle la
gentileza le dice.
“Dejaré para siempre Athón, te lo regalo, ¿lo quieres?”.
“Para qué habría de querer mi prematura muerte? Ya llegará mi tiempo, las imágenes
mueren siempre después que su original. Déjame ahora disfrutar del océano de Athón. Quiero
desearte buen viaje”, saluda la imagen que se vuelve al torbellino para seguir golpeando los
peñascos.

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Una voz lo saca al Gran Demonio, de su ensueño, meditación o tal vez solo un sueño, y al
abrir los ojos puede ver un atractivo personaje con uniforme de marino.
“¿Señor Gran Demonio?”.
El Gran Demonio se sorprende, nunca antes nadie, desde la caída, lo había llamado Señor
Gran Demonio, pero está demasiado cansado para cuestionar el tratamiento, y con un gesto
confirma que es el Gran Demonio.
“Mucho gusto, soy el alférez Philiph, y tengo instrucciones del capitán Bargach de
trasladarlo en el bote hasta el navío que se encuentra a varias millas de la costa”.
Nunca antes de esa noche del 8 de octubre de 1850, ni tampoco después, ni demonio ni
demohumano alguno le habían dicho al Gran Demonio “mucho gusto”.
“¿Por qué en este océano plagado de tormentas este bote se desplaza casi sin
movimientos?, le pregunta intrigado el Gran Demonio al alférez Philiph que conduce el bote en
busca del navío.
“Oh, Señor Gran Demonio –exclama el alférez Philiph– no puedo decírselo porque lo
ignoro, nosotros no conocemos los misterios del océano de Athón, somos un navío de rescate
que actúa en muchos universos y en los últimos cientos de años, algunas veces vinimos a este
océano para rescatar algún prófugo. En este caso, Señor Gran Demonio, fuimos contratados por
el señor Terpolis, quien nos pidió absoluta reserva sobre el operativo. No se preocupe, Señor
Gran Demonio, es nuestra norma mantener una absoluta confidencialidad sobre la identidad de
los clientes, nunca nadie sabrá por nuestra boca que el Señor Gran Demonio ya no está en
Athón”.
El Gran Demonio se queda pensando que en los últimos cientos de años hubo fugas de
Athón que él ignoraba. Si solo Terpolis conocía el océano de Athón, ¿era el escribano mayor de
gobierno quien había contratado los rescates? ¿Lo había traicionado desde siempre? ¿Estaba
ahora en una trampa? Estos pensamientos se interrumpieron cuando desde el bote se avistaron
las luces del navío y el alférez Philiph comenzó a lanzar bengalas pata mostrar su posición.

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460

Llegó el momento, El Padre dio la orden y los maestros del mandala se presentaron a
ocupar las casas zodiacales donde todavía permanecían los demonios regentes.
Chidananda es el primero que ingresa en esa cueva feroz donde Aries se resiste en su
agonía, una agonía que se manifiesta en una fiebre que lo va consumiendo, y balbuceando gime,
y busca conectarse con el Gran Demonio, pero todo es inútil , el Gran Amo ya no responde y
comprende que está todo perdido.
Los maestros avanzan y van ocupando las casas y los regentes quedan congelados. Llegan
los Rishis Varkaruniputra y Aruna y con mucho cuidado los van depositando en un manto de
luz que como una alfombra de los cuentos sufíes, se eleva en el aire y los va elevando a ese
planeta donde El Padre les ofrecerá la conversión.
El zodíaco se ilumina y las almas más intuitivas dominadas desde la caída por la regencia
demoníaca, se van acercando a buscar inspiración en los maestros del mandala que de ahora en
adelante inspirarán el camino de regreso al Padre.

246
461

El esfuerzo de subir por la escalerilla que lo llevó del bote al navío lo agotó, sintió el
viejazo, o por primera vez lo asumió cuando llegó a la cubierta. El alférez Philiph, que le fue
cubriendo las espaldas en el ascenso, se despidió y despareció y en esa cubierta desierta,
azotada por los vientos del océano de Athón, estaba inmutable, con su impecable uniforme de
alto oficial, el capitán Bargach. Esperaba la presencia de un feroz pirata y se encontró con un
atildado caballero de prolija barba blanca y que tenía un aire al capitán del Titanic “espero que
con otro final”, pensó entre la ironía y el temor, y otra vez sus oídos se sorprendieron porque
mientras el capitán Bargach le estrechaba la mano escucharon “un verdadero placer tenerlo a
bordo de mi barco”.
“Por favor, acompáñeme hasta su camarote, salgamos de esta cubierta que el tiempo no
ayuda, sé que está agotado, con las defensas bajas, y no me perdonaría si terminase con una
gripe y no pudiese disfrutar del viaje”.
Mientras el marino y el Gran Demonio salían de la inclemente cubierta para ingresar al
interior del navío, el Señor de la Oscuridad se sorprendió por lo que veía, un confort del siglo
XXI en la primera mitad del siglo XIX. El capitán Bargach sonrió “¿Lo sorprende este
desfasaje temporal? Nosotros, como usted, podemos navegar a voluntad por el tiempo. ¿Acaso
su última conversación con el señor Terpolis no la tuvo en el siglo XXI en un bar de la zona
portuaria de la ciudad de los demonios y se trasladó a 1850 para salir de Athón y contactarse
con nosotros? Ahora que pudo salir de Athón sin inconvenientes decidí volver al siglo XXI, las
tecnologías de esta época hacen más seguro el viaje en este siempre insospechado océano de
Athón. Hace unos cientos de años, en una tarea de rescate de un hereje que usted había
condenado al peor de los infiernos –el tono del capitan Bargach suena divertido mientras cuenta
una anécdota ante los azorados oídos del Gran Demonio que la escucha– faltó poco para que
naufragáramos en esa precaria embarcación medieval, esta es la causa por la que desde entonces
decidí utilizar la mejor tecnología disponible”.
“Algo no entiendo, capitán –interrumpe el Gran Demonio cuando están llegando a la puerta
de su camarote– si pueden navegar en el tiempo, por qué detenerse en las tecnologías del siglo
XXI y no utilizar las que vendrán, la de los siglos XXX o posteriores?”.

247
“Le explico, señor Gran Demonio, cuando navegamos en operaciones en otros universos
usamos nuestras propias tecnologías, por llamarlas de un modo que usted pueda comprender a
los vehículos de traslado, pero cuando venimos al océano de Athón, que se sigue rigiendo por
las leyes de Athón, debemos emplear sus propias tecnologías. Ahora bien, ¿por qué detenernos
en el siglo XXI? Elemental señor Gran Demonio. ¿No es que usted decidió abandonar Athón
porque en este siglo XXI empezará a desaparecer? Es evidente que el siglo XXI es la última
fase de desarrollo tecnológico del planeta, en los siglos que sigan, por supuesto quedarán en la
Tierra tecnologías pero ya no se darán los inquietantes avances de los dos últimos siglos”.
“Permítame, capitán, que lo cambie de tema. ¿Cómo sabe tanto de Athón y por supuesto de
mi, que soy su creador?”.
“No se inquiete, señor Gran Demonio, como ya le explicó el alférez Philiph la información
sobre nuestros clientes es absolutamente confidencial, pero como comprenderá tenemos que
tomar ciertos recaudos sobre los pasajeros que suben al navío. Pero no lo detengo más, usted sin
dudas está extenuado y debe descansar. En el camarote encontrará todo lo que necesita, como
presumí que vendría sin equipaje en el placard está toda la ropa que pueda necesitar. Además
tiene un sauna y un televisor para DVD. Como tengo información que usted es aficionado a las
películas de comboy, pues considera esa época del Oeste norteamericano como una de las más
interesantes de Athón, también encontrará en el placard una buena selección de DVD del Far-
West.
En la mesa está dispuesta una frugal cena, por la noche no es conveniente comer demasiado
en medio de las tormentas del océano de Athón. Mañana, si lo desea, lo espero en mi comedor
privado para desayunar. Deseo que descanse y nuevamente le doy la bienvenida a mi barco”.
El sauna lo relajó bastante de la desacostumbrada tensión que había vivido en las últimas
horas. La frugal cena que había anunciado el capitán se componía de un yogurt, una manzana,
tres galletas de trigo y una botella de agua mineral. Comió casi sin hambre para después caer
desplomado en la mullida cama de ese camarote de lujo, frustrándose su intención de ver la
versión original de A la hora señalada, ese clásico con Gary Cooper y Grace Kelly, dirigido
por Fred Zinnemann, que lo conmovió cientos de veces.

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462

Chidananda en la casa de que perteneció a Aries, anuncia:


“Nacerá un nuevo ego, un ego que expresará su identidad con El Padre.
El ego expresará en la Tierra la presencia divina del alma orientando su existencia a la
trascendencia.

Un alma se le acerca al maestro y le pregunta qué acción deberá realizar el ego en esta
nueva etapa que se avecina.
“Permanecer en la quietud es la mejor acción que se puede realizar en el plano.
No te olvides que ahora alma y ego son uno, como son uno el alma y El Padre.

El maestro en la puerta de su casa ve venir un carro de fuego que avanza a toda velocidad.
“¿Adónde vas?, lo interrumpe el maestro y el carro de detiene.
“Adonde me lleva mi ira”, responde el ocupante.
“Te invito a mi casa, ¿quieres venir?”, le pregunta el maestro.
“En verdad te estaba esperando –le dice el maestro cuando el ocupante del carro acepta y le
ofrece un té–.
“Este es un té que te va a limpiar”, le dice el maestro mientras la taza del invitado se va
llenando de un suave líquido rosa.
El invitado se muestra sorprendido.
“¿Qué te sorprende?”, le pregunta el maestro.
“El té es un espejo donde se refleja un rostro radiante y sin la carga de la ira”.
“En realidad eres así, lo que estas percibiendo es tu alma, la ilusión de la ira, pero como le
creías a ese demonio se había materializado”.
“Me sentía encerrado en el carro de la ira”, dice el invitado.
El maestro disuelve el encierro de la ilusión y lo invita al invitado a regresar al Padre.

Milarepa encuentra que en la casa zodiacal de Tauro está dado todo vuelta, es como si en
ese lugar que alguna vez perteneció al mundo del Padre, hubiese pasado un torbellino. Entonces

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busca armonizarlo con su energía que opera como si fuese un remolino. La casa se sacude y va
siendo expulsado todo lo que estaba tan fuertemente arraigado, y al quedar todo limpio el
maestro enciende unas luces que van generando en el signo las características con que las
imprime El Padre.

Milarepa les dice a los participantes de ese signo que les otorgará los atributos divinos
esenciales para que despierten del largo sueño a los que las sometió Tauro.

Un alma llega a la casa y el maestro le dice que para poder entrar debe entregarle su
ansiedad porque en su casa no pueden ingresar los demonios. El alma le entrega la ansiedad,
que el maestro disuelve en sus manos y ya en el interior la hace sentar correctamente para
limpiarle los chakras y posibilitar una mejor conexión. En este punto, Milarepa le corta la
cabeza al toro, pero una parte del visitante sigue identificada con el signo demoníaco.
“Tienes que mantener el silencio, permanecer invisible en todos los lugares para no
provocar ninguna manifestación de odio en los otros, cuando logres esto terminaré de matar al
Tauro que habita en ti”.

“Quiero saber, maestro, ¿por qué me persigue este sufrimiento constante?”, le pregunta a
Milarepa un alma que llega a la casa.
El maestro le muestra la visión de un ángel que pacta con el Gran Demonio venir a Athón,
y el Señor de la Oscuridad le dice que tiene que llevarse otros dos ángeles para devorarle su
energía.
“Eres uno de esos ángeles”, le explica el maestro.
Ya sabes lo que tienes que hacer, medita todos los días porque es la única forma de
despertar al ángel caído y salir de la oscuridad en que te encuentras”.

Ramana Maharshi, ocupante de la casa de Géminis, dice: “Comunico la inspiración
espiritual a nivel intuitivo y vibratorio. La mayoría de los que se entreguen a esta experiencia
harán un trabajo devocional, y algunos pocos lo podrán hacer en el nivel de la discriminación.

El maestro recuerda cuando soportó un cáncer y le dice a un alma que llega a su casa que,
lo mismo que él, es atacado en el plano físico, por los peores demonios.

250
“Quieren detenerte pero no saben que es imposible detener al caminante que está yendo
sinceramente hacia El Padre.
La última etapa de tu camino –le dice el maestro– será en soledad y concentración para
poder instalarte con quienes fueron tus maestros en este plano.
Te olvidarás entonces de todo el pasado para concentrarte solamente en el Uno donde
estará la plenitud con el Absoluto.

Ramana le dice a un alma todavía muy impregnada de Géminis.
“Solo tienes que reconocer dos identidades, la del Padre que se manifiesta revelándose a
través de los maestros, y la otra que es la voz del Gran Demonio que habla por el resto de las
voces y te incita al poder en el mundo, al reconocimiento del ego y a todo el juego de
densidades en el plano.
Entrégate a la Voz del Padre”.

“Cuando te llega la Energía del Padre no hay desvíos”, señala el maestro.

Llega a la casa regida por Ramana un alma muy oscurecida que no puede llegar a la
conexión de la palabra con el maestro. Entonces éste despliega un inmenso abanico y lo
despliega con varios movimientos, disolviendo con su energía luminosa toda oscuridad, y las
características del signo se van debilitando hasta anularse.
Dice el maestro que por esta purificación esta alma va a tener más claridad en la mente para
darse cuenta dónde está y adónde quiere llegar.

“¿Cuál es el camino a seguir?”, le pregunta un alma a Ramana.
“Disolver lo que queda de oscuridad y fortalecer la unión con El Padre. Después solo déjate
llevar”.
“¿Por qué me cuesta salir del límite negro?”
“La fuerza imantatoria de Athón es la que te impide salir, pero deja actuar a la suave brisa
del alma y no habrá ninguna dificultad.

Sivananda se dirige a algunas almas que fueron regidas por Cáncer y les dice:

251
“Me encargaré que a través del sentido común tengan la serenidad que les permita
acumular la energía suficiente para que puedan concentrar la mente.

Ya irán conscientemente al Padre, por ahora empiecen a ordenar la casa, poner orden en el
caos, y de ahí que el pensamiento se vaya abriendo a las profundidades de las grandes
preguntas”.
?
“Te dedicas al montañismo porque tienes necesidad de escalar grandes alturas, pero este
proceso todavía es externo, todavía te está faltando humildad y fundamentalmente el silencio
para empezar el camino interior, desprenderte del demonio Cáncer y empezar el encuentro
solitario con El Padre”, le dice el maestro a un alma que se acerca su casa.

“No puedes seguir andando de costado como un cangrejo, es necesario un disciplinado
entrenamiento espiritual”, le indica Sivananda a un alma todavía muy unida a Cáncer.
El maestro rompe los sellos que tienen aprisionada al alma hasta que su luz se expande en
otro plano. El alma ya libre escucha su enseñanza.
“El horóscopo al que eres adicta te fijaba en un personaje. La energía que te envío se torna
liberadora y el signo se transmuta en la apertura hacia El Padre y el alma, si sueltas el personaje
que te tiene atada con toda su carga emotiva, con su carga de odio y culpa, se liberará”.

Aurobindo, al entrar a la casa de Leo pone al Padre delante de todo y le dice a las almas
capturadas por el demonio regente.
“Vivieron dominadas por el león, el rugido, el poder, el ansia de dominación. Leo engañó a
los leoninos mostrándoles que el único poder es el que se debe tener en Athón.
El único poder es el que da El Padre para obtener la liberación”.
“¿Cómo llegar a él?”, pregunta un alma.
“Solo llega a este poder quien ama, el que es capaz de experimentar amor”.

Aurobindo mira a los demohombres que lo rodean y reflexiona.
“El demohombre tiende a llenarse de realidades, porque vivir es atarse a la realidad del
Gran Demonio, y prefiere esta atadura porque no soporta el vacío”.

252
Ramakrishna les dice a los que vivieron bajo el signo de Virgo y que tengan un
pensamiento abstracto o alguna posibilidad de lograrlo, que encontrarán al Padre en el
discernimiento intelectual.
Los que no poseen pensamiento abstracto ni la posibilidad de lograrlo tienen desde la fe y
la intuición la vía de la discriminación emocional.
Los que no lleguen ni a lo uno ni a lo otra imaginen al Padre por polaridad.
Así todos tendrán la posibilidad de tener acceso al Padre.

“¿Cuál es mi problema, maestro?”, le pregunta un virginiano a Ramakrishna.
“Tu problema es que crees que Athón es lo único y que el deseo puede apresarlo”.

Ramakrishna cuando entra en la casa de Virgo expulsa toda la oscuridad del demonio
regente y el ego del signo se va empequeñeciendo hasta desaparecer.
Al desaparecer el ego del signo que dominaba a las almas, estas pueden tener otras
percepciones, otra claridad, interpretar discernir, de saber quien realmente se es.

“Por el momento la base del equilibrio será la contención afectiva”, dice Haydée cuando
ingresa a Libra y aclara.
“Como nadie está en la posibilidad de lograrlo en el plano binario, El Padre le
proporcionará una energía para congelar el envilecimiento con que los demonios los someten”.
Dicho esto, Haydee explica.
“El equilibrio representado por los dos platos de la balanza es el equilibrio regido por los
demonios, ya que el equilibrio en El Padre es la ausencia de oscuridad, no partes equivalentes
de oscuridad y aparente luz.
La permanente duda es la búsqueda de un equilibrio que no existe en Libra, el equilibrio se
da en la Unidad donde ya no quedan dudas.
El trabajo es ese, abandonen esa noción de equilibrio de la balanza, y hasta que no lo hagas
tu única tarea será perder el tiempo, pero el tiempo se deja de perder cuando se entiende que no
existe.
Instálate en esta casa que rige El Padre y el proceso se va a ir dando en forma cada vez más
consciente.
El camino correcto es el que no deja huellas, no en el camino sino en el alma.

253

Sankaracharya, que ha llegado a la casa de Escorpio, le dice a un alma que se ha acercado a
su inspiración.
“En esta etapa es necesario que germinen en ti las semillas de la melancolía por la ausencia
del Padre y la extrañeza por encontrarte en Athón. Yo las germinaré en el invernadero de mi
corazón”.

“Has tenido la Gracia, auque no lo hayas advertido, que en mi largo peregrinar he
acompañado a tu alma de un lado a otro, y ahora que llegó el momento de matar al escorpión y
alcanzar la quietud, tienes la oportunidad de conectarte con tu Origen.
Ha concluido para ti el largo peregrinaje, ese camino solitario de duras pruebas pero
también de inconmensurables recompensas, no en este plano sino en la libertad de tu alma
eterna.
Mi presencia seguirá estando siempre contigo, tendrás un manto protector, pero no se te
dará más que lo necesario para que no entorpezca tu trabajo evolutivo.
Has nacido con el cuestionamiento y la búsqueda que traes de otras vidas, y en este
nacimiento se te ha dado la posibilidad de encontrar la respuesta que tanto necesitabas, la única
respuesta que tiene sentido en Athón.
Agradece desde lo más profundo de tu corazón esta Gracia que se te otorga, y si bien el
camino que de ahora en adelante deberás transitar será por momentos doloroso, pero es el único
camino por el que podrás ir avanzando hacia tu liberación.
Todas las semillas de tus anteriores vidas han quedado disueltas por la Gracia, solo quedan
las actuales, transmútalas con la entrega al Padre.
Cántale al Padre que Él te embriagará con el néctar divino de la alegría que necesitas.
Despégate del tortuoso pasado y entrégate al vuelo de la purificación.
Siempre estaré presente para guiarte en esta casa, pero recuerda que el designio final es
llegar a la Casa del Padre donde alcanzarás el estado de eternidad”.
Carta natal de un alma nacida bajo el signo de Escorpio por el maestro Sankaracharya.

En la casa que fue de Sagitario, Yogananda dice:
“Yo corro hacia El Padre como una flecha que imantara cada pensamiento que distrae del
alma hacia el verdadero anhelo.

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Entonces nacerá la verdadera devoción.
Humanidad, te tengo fe, sobre todo porque tu ya no la tienes.

El maestro le dice a un alma sagitariana.
“El mundo sensorio siempre reclama tu atención y busca convertirte en el fin de tu
existencia.
Todo es tontería y todo queda en el olvido.
Lo único que permanece es el tiempo que le hayas dedicado al Padre”.

Piensa a cada momento que estás en Athón, y que en Athón no puede ocurrir otra cosa que
el sufrimiento.
También piensa y repite que El Padre vive en ti, y que es la única puerta de salida de
Athón. Y cuando este pensamiento vibre en tu mente comenzará la verdadera vida porque hasta
ahora todo es agitación demoníaca.
Aférrate a ese rayo de luz que es la fe, Jesús te irá acompañando”.
Palabras del maestro Yogananda.

El maestro Lahiri Mahasaya recibe en la casa que fue de Capricornio a un alma angustiada.
“¿Por qué mi pena, maestro?”, llora el alma.
“Por cada paso en falso que has dado han llegado mil catástrofes.
Por cada intento que no llegó a ser un paso mil advertencias que no escuchaste.
Por cada pensamiento de paso en falso, mil pesares.
Por cada inquietud de paso en falso, mil vacíos.
Esas han sido tus vidas, nada más que eso.
¿Y te preguntas la causa de tu pena?
He llegado hasta aquí para corregir tus pasos y aliviar tu pena”.

“Tu demonio regente Acuario ha sido desalojado para siempre de la casa que había
usurpado cuando Athón dominó a la Tierra y a las almas, la pesadilla empieza a terminar, pero
para que termine tienes que desalojarla de tu corazón, y para eso debes entregarte
absolutamente a que El Padre sea el inspirador de tus actos”, le dice el maestro Vivekananda a
un alma que estuvo sumergida en la oscuridad del zodíaco.

255
“Yo seré el canal de tu alma, conéctate conmigo –sigue diciendo el maestro– porque El
Padre vive en mí, y que cada acción que me construyo lo voy construyendo en mi corazón”.

“Tu gran confusión –le dice el maestro a otra alma que se acerca a su casa– es que tu
miedo alimenta el ego en el que te crees sentir seguro. Hasta que no entiendas que debes
abandonarlo todo, y cuando digo todo hablo del ego porque el ego es todo, y que tu verdadero
ser está en El Padre, persistirá la confusión”.

“Yo soy El Padre”, ese es el mantram que debes repetir para que mi energía pueda
fundirse con cada alma, y esta adquiera su identidad trascendente en los universos del Padre”,
dice el maestro Yukteswar en la casa que estaba ocupada por Piscis.
Un alma responde: “Así es, maestro, de este modo los actos dejarán de ser triviales y la
vida una secuencia de pavadas”.

El maestro Yukteswar me muestra mi presente, en donde estoy, qué me preocupa, qué me
pasa. Lo que tengo que hacer es muy claro y lo primero es comprender que todos son sucesos
de Athón y la desdicha por la que atravieso es consecuencia de la necesidad de poseer ese
suceso.
“Lo que ocurre es que al querer poseer el suceso este, que es un demonio encubierto, es el
que realmente posee, y en su posesión te agarras a ese demonio en el que crees encontrar la
seguridad.
¿Te das cuenta de tu insensatez? ¿Piensas acaso que es posible la vida libre y sin
preocupaciones en las fauces del Gran Demonio?
¿Dónde está la trampa? En la preocupación.
Esta preocupación, a la que te agarras, es un demonio muy duro, muy frío, terriblemente
especulador y mientras permanezcas en tu mente no podrás salir de ese estado poseso.
Te doy la energía para que puedas reconocer tu alma y entiendas desde la más profunda
intuición que nada de eso es real, y cuando esa comprensión la lleves a tu corazón, se
desvanecerá el temor y encontrarás el camino que te lleve al Padre”.

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El Aleph va mostrando desde arriba el zodíaco en su totalidad y la imagen con los doce
maestros conectados con la Gran Luz del Padre y a través de esta van llegando las primeras
almas de esta nueva era que se está iniciando.
Estas almas, como lo serán todas cuando el Plan de Salvación concluya, serán inspiradas en
su camino por la Tierra por los maestros del mandala y guiadas cada día por los ángeles
guardianes.

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“Sírvase señor Gran Demonio este exquisito dulce de frambuesa, es infaltable en cualquiera
de nuestros viajes, naveguemos en el universo que naveguemos nunca nos falta la frambuesa.
¿Sabe señor Gran Demonio de dónde la traemos? No lo va a creer, de una Tierra igual a la
Tierra que ustedes conquistaron en este sistema solar, porque en los universos hay muchas
Tierras girando en sistemas solares de otras galaxias donde Athón no ha llegado, precisamente
de una de esas Tierras traemos este dulce de frambuesas que le estoy ofreciendo para que unte
sus tostadas y disfrute del que, no creo equivocarme, será el más inolvidable desayuno de su
vida”.
El Gran Demonio estaba absorto mirando el café negro que humeaba en la taza, había
rehusado mezclarlo con la leche que tan gentilmente le había ofrecido el capitán Bargach,
siempre había desayunado con café negro aunque Alessandra, que compartía sus desayunos,
prefería ponerle unas gotitas de leche al café, pero absorto en el café negro el Gran Demonio no
escuchó los elogios a la frambuesa que hacía su anfitrión porque en el café negro se reproducía
la pesadilla de la noche anterior, pesadilla en la que estaba sumergido en las profundidades del
océano de Athón.
“Cuando terminemos de desayunar lo llevaré a conocer la gran piscina olímpica del barco,
porque me han comentado que usted, señor Gran Demonio es un experto nadador y cuando
disponía de algún tiempo libre dentro de sus múltiples obligaciones no se privaba de hacer unos
largos en su piscina privada. Hasta me comentaron que en su juventud lo vieron desafiar los
peligrosas aguas del Mediterráneo y de Báltico”.
El Gran Demonio veía como impotente trataba de salir del fondo de esa taza de café que
reproducía el océano de Athón de la pesadilla de la noche anterior, porque en ese líquido negro
se iban deshaciendo sus máscaras, sentía como si de sus pieles se fuesen cayendo los múltiples
rostros que se hundían hasta desaparecer en la taza de café negro que reproducía el océano de
Athón de la pesadilla de la noche anterior.
“También tengo conocimiento, señor Gran Demonio, que usted es un más que aceptable
jugador de tenis, por eso ordené acondicionar la cancha que tenemos en el barco, para que se dé
el gusto de raquetear un rato. Hay un oficial de mi tripulación que en un viaje que hicimos
recientemente al océano de Athón, hace un año creo, me pidió permiso para ir por unas horas a

258
Athón porque jugaban Federer y Nadal, en las otras Tierras de las que le hablé también se juega
algo parecido al tenis, de ahí venía su entusiasmo por este deporte, por eso al regreso me pidió
que dispusiese la construcción de una cancha de tenis en el barco, y a veces pelotea conmigo,
pero yo no soy bueno para el tenis. Ahora tendrá oportunidad de confrontar con usted, señor
Gran Demonio, y veremos si es tan bueno como dice serlo. Pero, señor Gran Demonio, no ha
probado la frambuesa”.
En el café negro, o en el océano de Athón, iban desapareciendo las máscaras con las que
jugó el juego de Gran Demonio. En cada máscara estaba contenido el dolor de lo que fue, ese
dolor que se desdoblaba en el placer y el dolor creador de Athón cuando se flagelaba a sí mismo
en todas sus máscaras. El Gran Demonio se veía desaparecer con las máscaras que desaparecían
en el océano de Athón o en la taza de café negro. La sensación era como si la Trinidad
Maléfica, el Gran Demonio Athón y los egos, que no eran más que ese ilusorio juego de
máscaras, nunca hubiesen existido y regresasen a su Nada en el océano de Athón, o en la taza
de café negro.
“También tengo conocimiento, señor Gran Demonio, que usted es un gran bailarín, y que
por supuesto con otro nombre, participó en distintos países de Athón en esos concursos
televisivos donde los participantes bailan por un sueño, y que su sueño siempre fue un
orfanatorio para demonios huérfanos. Señor Gran Demonio tengo una sorpresa para que este
crucero porque ya lo podemos llamar un crucero de placer, se convierta en el más
impresionante que haya hecho en su larguísima vida en Athón. Hemos acondicionado el salón
de baile del barco, que lo teníamos bastante abandonado, mi tripulación no es adicta al baile y
yo realmente tampoco, pero como usted señor Gran Demonio iba a ser nuestro gran pasajero no
lo quise privar del placer del baile y para eso ¡oh, sorpresa!, tenemos a bordo a unas demonias
infartantes”.
Sin máscaras estaba desnudo, con su verdadero rostro y su insignificante cuerpo, ya no
estaba en el océano de Athón o en la taza de café, ahora flotaba perdido en torbellinos que
dibujaban laberintos que se repetían una y otra vez, que lo llevaban quizás a algún lado pero
que no podía saberlo porque la angustia que solo puede experimentar un Gran Demonio que ha
muerto se había convertido en todo su ser. Los torbellinos lo llevaron a algún lado donde
experimentó algún alivio, “es el mar de la piedad”, escuchó una voz y vio la imagen de un ángel
que irradiaba una luz que le lastimaba los ojos.
“¡Hola, Lucifer. ¿Por qué estás tan maltrecho? Esta mañana cuando no viniste a la reunión
de ángeles nos preocupaste y me pidieron los hermanos que saliera a buscarte. Por suerte te

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encontré enseguida, pero ¿qué estuviste haciendo? ¿Cómo es posible que te encuentres en este
estado?”.
“Señor Gran Demonio, no ha probado el dulce de frambuesa. ¿Qué le ocurre? ¿Se siente
mal? ¿Me escucha señor Gran Demonio? Parece que se hubiese desmayado”, dice para sí
mismo el capitán Bargach.
Cuando el capitán Bargach comprendió que su pasajero estaba inconsciente al caer sobre la
mesa,y haber volcado la taza de café negro y derramado el dulce de frambuesa.
Se levantó de su silla y se dirigió al alférez Philiph que estaba ingresando a su comedor
privado.
“Philiph, debes llevar a nuestro pasajero a la barca, tal como lo indicó el señor Terpolis”.

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La Tierra abrió los ojos porque la Tierra tenía los ojos cerrados, porque estaba ciega desde
que Athón la había cegado, por eso tenía los ojos cerrados, pero algo le hizo abrir los ojos que
se abrieron desmesurados y sus ojos ciegos desde tiempos que no eran tantos, teniendo en
cuenta su lejana existencia, pero que también cegados sus recuerdos no podía precisar esos
tiempos, ahora podían ver, y veía más allá de sus somnolientos guardianes, el avance del
ejército del Padre que le anunciaban que llegaban a su rescate. “Este es el operativo
resurrección –le escuchó decir a los maestros solares que le anunciaron que a medida que se
fuese purificando se iría disolviendo Athón. Y dicho esto la masa oscura que envuelve a la
Tierra comienza a disolverse, pero es un disolverse tremendo, doloroso, donde van cayendo
incalculables y milenarias ataduras y vendas putrefactas que con su hedor la estaban terminando
de asfixiar. La Tierra no podía ser el mundo que la oprimía, pero sentía la sangre que la bañaba,
los gritos interminables de un incomprensible sufrimiento, no los podía comprender porque ella,
la Tierra, había sido encomendada por El Padre a la sagrada misión de que las almas
experimentasen la divinidad en la Naturaleza, por eso no comprendía la humillación, la locura,
el sin sentido de ese sufrimiento que provenía de ese planeta diabólico que la vampirizaba. Pero
ahora sus ojos desmesuradamente abiertos veían a esos Rishis que se identificaban como
Madhachchandas, Garasura, Gritsamada y muchos otros que le decían que el fin de Athón había
llegado, y con este fin su liberación y su regreso a los universos del Padre, y con su liberación
también se liberarían las almas de la demohumanidad, y también las de los animales y
vegetales, posesos por la Trinidad Maléfica. “El alma empieza a comprender que tu eres su
madre y querrá salir de las garras de su cruel padrastro Athón”, le dice a la Tierra el Rishi Vena.
La Tierra en el espejo del ejército del Padre ve que su devastación es casi total pero ahora la
sostiene la esperanza mientras que galaxias, avataras, maestros y Rishis se transforman en una
energía que se funde con animales, vegetales, minerales, con las aguas de ríos y mares, con las
montañas y el aire. Ensimismada la Tierra escucha al Rishi Jaris, el jefe de los Rishis, que le
dice: “Este proceso llevará un tiempo que todavía no está definido porque hay que reprogramar
en las conciencias, qué es un animal, qué es un río, qué es la naturaleza, ya lo sabes, todo ahora
responde al programa perverso de Athón y no hay nada que esté libre de la contaminación. “¿Y
cómo esto será posible?”, pregunta la Tierra, y Jaris responde que por Gracia del Padre le

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llegará la energía del Treta Yuga que transformará las conciencias a otro estado, y entonces la
vida no tendrá nada que ver con lo que en Athón se llama vida. Aunque te parezca mentira, el
amor renacerá en tu mundo. Los muertos que lleguen a la vida lo harán en brazos del Padre, los
Rishis y maestros nacerán en tu plano físico, la conciencia en el planeta, se despegará del actual
delirio demoníaco, y verás como los hombres podrán convivir contigo. Pero antes tendrán que
cicatrizar tus heridas físicas y psíquicas. Ningún resentimiento podrá anidar en tu alma, deberás
amar a quienes te han torturado tan salvajemente. Tierra, El Padre te compensará con creces por
tanto sufrimiento, y cuando lleguen los tiempos del Satya Yuga, cuando las almas alcancen a
niveles incompresibles de evolución, tu también evolucionarás y llegarás a ser un esplendente
Sol en alguno de los más elevados universos”, concluye Jaris, y entonces todo el ejército del
Padre rodea al planeta en un círculo cerrado y desde el mismo van irradiando rayos que
penetran en cada uno de sus átomos que van drenando toda la oscuridad con la que impregna
Athón. La Tierra se siente como despertando del frío más profundo del infierno y la Voz del
Padre le dice:
“Mantén tu conciencia encendida con mi Luz”. Y la Tierra en esa Luz puede ver como las
galaxias van comprimiendo a Athón mientras la rodea el resto del ejército del Padre, que al
regreso de las galaxias se convierte en una bola luminosa sostenida por una mano que es la
mano del Padre. Y desde esa mano los maestros solares llegan a las entrañas de la Tierra para
poder poner un manto de alivio al sufrimiento a que ha sido sometida, un sufrimiento hecho de
sadismo, indiferencia, ignorancia que la ha llevado hasta casi su desintegración. El Sol llega al
planeta en nombre del sistema al que tiene que volver. Es un reencuentro muy emotivo, la
Tierra vuelve a abrazarse con el Sol, con sus hermanos los planetas y los demás habitantes del
sistema y recibe en su frente un beso del Padre. Las galaxias hacen un círculo a su alrededor y
con un sonido especial que recuerda la música de las esferas la van llevando hacia su lugar de
Origen. Y allí la espera el ejército dorado de los pandavas. Arjuna en el carro de Krishna espera
el combate, ha prometido ser el custodio de la Tierra, y recibe la aprobación de su maestro
cuando junto con Yudisthira, Bhima, Nakula y Sahadeva avanzan con sus carros de combate
persiguiendo algún resto del ejército del Gran Demonio que pretende defender Athón.
Deshecho el enemigo, el ejército dorado de los pandavas rodea a la Tierra y Arjuna le anuncia:
“estás recuperada, el tortuoso pasado ya no existe. Brahma, Shiva y Vishnú, y los otros dioses
que regresaron al Padre después de haber renunciado a sus pactos con el Gran Demonio,
después de felicitar a la Tierra por haber salido de su cautiverio, de haber resucitado de su casi
desaparición, se ofrecen como canales para volver a conectarla al sistema solar y a los demás

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universos del Padre, mientras los arcángeles Miguel y Zitael, acompañados por la totalidad de
sus ángeles, la va envolviendo en su energía para que vaya tomando conciencia de un nuevo
estado. Los maestros del mandala desde el zodíaco le dicen que de ahora en más los hijos que
lleguen a su mundo serán almas enviadas por El Padre para que cumplan su proceso de
evolución, y ella será la madre que los cobijará en su seno, como fue en un principio hasta que
llegaron las fuerzas diabólicas de Athón. Ahora la pesadilla ha terminado y todo volverá a ser
como fue en un principio, ahora y siempre. Jesús, Buda y Krishna la reciben en sus corazones y
le recuerdan que al final de la experiencia humana el ego Tierra, ese ego que tanto sufrió en las
fauces de Athón, desaparecerá y renacerá en su verdadero ser, que no es otro que el Cosmos
unido al Padre. Babaji y Mataji la saludan y celebran que haya podido soportar tanta
destrucción porque aún clausurada en las más horribles celdas de Athón, humillada, torturada y
casi destrozada en lo más profundo de su alma, ese lugar inaccesible para la Trinidad Maléfica,
mantuvo su fe inconmovible en El Padre, y entre tanta oscuridad el Cosmos entero escuchaba
su oración. Jaris y los Rishis le anuncian que muy pronto los primeros cuatro Rishis llegarán a
su plano físico y su energía irá espantando a los demonios que pretendan perseguirla. Después,
en el transcurso del siglo en que se desplegara el Plan de Salvación, los demás Rishis
encarnarán para ayudarla en su tarea de maestra de las almas. Jaris le señala a los siete niños
divinos que, invisibles a los demonios, fueron la avanzada del Padre para preparar las
condiciones operativas del Plan de Salvación. Los siete niños divinos hacen una ronda a su
alrededor hasta abrazarla y festejan su nuevo estado. Santos, sufíes, maestros zen, yoguis y
jasídicos que acompañarán el nacimiento de los Rishis muestran su inmensa alegría ante una
Tierra en recuperación. Juan y los demonios en vías de conversión están dispuestos a colaborar
en la desintegración de Athón, del que conocen todos sus secretos por haber vivido en sus
entrañas, porque saben que en la liberación de la Tierra está su propia redención. Los pocos
humanos que la están habitando y que la sostuvieron en medio de la furia devoradora de Athón,
le agradecen al Padre el rescate de la Tierra y también a esta por estar dispuesta a aceptar a las
almas para que cumplan su evolución, a esas mismas almas que engañadas, habiendo aceptado
desgarrarse del Padre fueron cómplices de la flagelación a la que la sometió la Trinidad
Maléfica. Treta y Satya Yuga están felices de que la Tierra haya sobrevivido y que ahora pueda
recibirlos para que se consume el Plan del Padre. Las brigadas de los distintos universos y los
elohims que tienen la Gracia de ser traductores divinos celebran el retorno a la Unidad del
Espíritu de esta hija perdida, celebración a la que se unen las demás manifestaciones cósmicas
que desde sus insondables lugares participan en las fuerzas liberadoras del Padre.

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Padmasambhava, desde la Región de los Muertos, junto con sus colaboradores, le dice a la
Tierra que sus corazones estallan de alegría ante el fin de su infortunio, esa tortura que parecía
interminable. Las esferas míticas de la transmutación de humanos y demonios se ponen a su
servicio para el cumplimiento de la misión que le ha reservado El Padre, la Madre Divina, la
estrecha amorosamente en su corazón y El Padre solo le dice: “ya pasó todo”.
La Tierra, en un estado de gozo imposible de describir, vuelve a recordar olvidadas
experiencias de cuando unida al Padre participaba de la armonía del Cosmos. Y le agradece a
este ejército del Padre que ha venido a su rescate. Sabe que el suyo fue un caso único en el
universo y que si bien en su inviolable intimidad nunca perdió la fe en El Padre, hubo
momentos en el agobiante siglo XX en los que creyó que entraba en la locura.
La Tierra ahora mira con piedad a Athón, su verdugo, que da vuelta la cabeza, y entre la
resignación y la desesperación no puede ocultarse que tiene los días contados.

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Un arco iris de colores iluminaba el paisaje duro, gris y yermo de los cementerios de
Athón, era el bombardeo del ejército del Padre que desde el carro de Krishna, que había
levantado vuelo rumbo al campo de Kurukshetra, contemplaban su conductor, Nicolás, Manuel,
Ana Lucila y Chiara. La tarea de apoyo logístico y guía de posición a las operaciones de las
fuerzas de la Luz había sido exitosamente cumplida y ahora regresaban a su base de origen.
“Pronto tendrán que desembarcar en Athón, es un modo de decir a eso que en el plano
terrestre o athoniano se llama nacimiento –sonríe Krishna mientras están reconfortándose con
un buen té después del regreso– pero los veo preocupados y esto es esperable ya que entrarán a
un mundo desconocido y oscuro del que solo tienen un registro mental, pero todavía
desconocen sus vivencias”.
“En el relato se nos anuncia como los Rishis que vamos a nacer en la Tierra, pero en
realidad donde desembarcaremos, según tu opinión, Krishna, es en Athón”, se queja Ana
Lucila.
“El Padre ha preferido que se anuncie el nacimiento en la Tierra, porque el planeta en vías
de resurrección será el real ámbito de pertenencia, estarán en Athón pero ningún integrante del
ejército del Padre es de Athón , pero si a los efectos prácticos quieren decir que nacerán en
Athón, no hay problemas”.
“Cuando llegamos a la Tierra era otra cosa –rememora Manuel que estuvo revisando
imágenes en los anales akáshicos de su vida en ese planeta– por lo tanto no hay regreso como
también se dice, sino un estreno a un mundo terrible y confuso, dominado por el Gran Demonio
al que se conoce como Athón”.
“Es por decirlo de alguna manera –sigue Krishna– una experiencia inaugural, pero ya
saben, no será una inauguración divertida”.
“Gracias Krishna –ironiza Ana Lucila–, no estás dando ánimo”.
“Solo quiero ubicarlos en lo que es Athón, pero para que se vayan ubicando en los usos y
lenguaje de ese planeta, vamos a hacer una experiencia”, propone Krishna.
“Intuyo que es una experiencia adaptativa al mundo en que nos insertaremos”, sospecha
Nicolás.

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“Algo así –confirma Krishna– pero vayamos al punto, haremos de cuenta que esta es una
terapia de grupo y yo soy el psicoanalista”.
“Las terapias de grupo se organizaron en Athón cuando los pacientes no tenían posibilidad
económica de sostener una individual”, informa Chiara que había leído esta conclusión en los
anales akáshicos de una revista femenina.
“Sin embargo, como entre nosotros no hay ningún vínculo económico, la relación puede
llegar a ser más transparente y en consecuencia efectiva”, defiende Krishna su propuesta de
llevar a cabo una terapia de grupo.
“Bueno, empecemos”, apura Nicolás.
“El juego es, no se olviden que en Athón todo es un juego –aclara Krishna– que saquen
afuera todo lo que los preocupa y más que preocuparlos los obsesiona”.
“Tenemos que mostrar lo que no nos gustaría que nadie se entere”, sintetiza Chiara.
“Bien, Chiara, vas entendiendo. Y ya que diste en el clavo porque no aportas la palabra
inicial a esta terapia”, la señala Krishna y aunque Chiara se arrepiente inmediatamente de haber
hablado, no le queda más remedio que seguir hablando y rápidamente dispara.
“Me preocupan los demohumanos, es muy extraño, en esta experiencia reviví en el plano
astral mi vida en la Tierra, fueron varias vidas y si bien como Rishi habitar un planeta tan
primitivo y diferente a nuestro mundo conocido no fue fácil, pero tenía conexión directa con
otros mundos del Padre, nacimos de seres espirituales y pude, con mis compañeros, transmitir la
enseñanza del Padre a muchos hombres. Ahora, en Athón todo será diferente”.
“Muy diferente –asegura Manuel– tan diferente que la conexión con los otros mundos fue
clausurada por el Gran Demonio y tendremos que colaborar a abrir algunos resquicios,
naceremos en hogares demohumanos, ya el modo tradicional de impartir la enseñanza no es
factible y tendremos que tener mucho ingenio para abrir esas conciencias pétreas. Pero insisto,
no alcanza entender qué es un demohumano. ¿Un demonio materializado en un cuerpo
humano? ¿Un hombre poseso? ¿Un engendro mitad demonio y mitad hombre?”.
“Tal vez un poco de todo eso, pero analizar la conciencia de un demohumano en palabras
nunca nos va a dar la medida de lo que es este engendro llamado demohumano”, señala
Nicolás.
“¿Saben cuál es el problema?”, dice abruptamente Ana Lucila.
“¿Cuál es el problema?”, dice Krishna generando con esta pregunta un modo de
intervención terapéutica.

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“El problema fundante es que no tenemos fe”, desliza Ana Lucila dejando helados a sus
compañeros, siendo Chiara la primera en reaccionar.
“¿Cómo que no tenemos fe? Si no tuviéramos fe no estaríamos aquí, en el campo de
Kurukshetra esperando nuestro nacimiento en Athón”.
“Entiendan bien –trata de aclarar Ana Lucila– qué quiero decir cuando digo que no
tenemos fe, la fe es aceptar aquello de lo que no se tiene registro, es lanzarse al abismo de lo
desconocido y hacerlo solo porque lo pide El Padre. Nosotros antes de ser Rishis pasamos por
distintas etapas evolutivas y en cada una nuestra conciencia era limitada y El Padre nos pedía
que traspasáramos esa frontera para dar el salto a lo desconocido porque allí nos esperaba la
nueva conciencia.
Por supuesto, la única forma de atrevernos a pasar ese límite era movilizando en lo más
profundo de nosotros mismos la fe porque solo con una profunda fe podríamos arrojarnos a lo
que se nos presentaba como la absoluta incertidumbre y siempre lo hicimos, traspasamos
múltiples fronteras hasta finalmente llegar a la conciencia de Rishis, y precisamente por tener
ese arrojo llegamos a ser Rishis. Y cuando fuimos Rishis ya no necesitaos la fe porque la fe ya
no es necesaria cuando la conciencia es ilimitada y todo en los universos era evidente. Y así
llevamos a cabo múltiples misiones en universos que no albergaban para nosotros ninguna
incógnita. Y como no necesitábamos la fe, la fuimos perdiendo de nuestras conciencias”.
“Pero ahora la volvemos a necesitar”, comprende Nicolás.
“Sí, la necesitamos porque nos encontramos ante la inquietante y peligrosa frontera de lo
desconocido, el mundo de Athón donde tenemos que sumergirnos y para lanzarnos al abismo
solo podemos hacerlo con fe, con una profunda fe para cumplir lo que nos está pidiendo El
Padre”, reflexiona Manuel.
“Nunca hablamos del tema –reconoce Chiara– pero esta terapia nos está ayudando a
hacerlo consciente, nos está faltando esa fe que le faltó a Mada”.
“Observo que esta terapia de grupo empieza a tener buenos resultados”, opina Krishna en
su rol de terapeuta.
“¿Y qué hace un terapeuta cuando sus pacientes están frente a un problema al que no le
encuentran la vuelta?”, inquiere Nicolás.
“Les da la devolución”, explica Krishna.
“Te escuchamos Krishna”, dice Chiara.
Krishna adopta una reflexiva y serena actitud de psicoanalista experimentado y comienza la
prometida devolución”.

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“La falta de fe les hace ver a Athón como un lugar donde corren el riesgo de perder su
conciencia de Rishis y hundirse en el mismo infierno de los demohumanos a los que tienen que
rescatar, esto es en terminar sin conciencia en manos del Gran Demonio.
La falta de fe les hace ver Athón como real, y si Athón es real, también lo es el ego y el
Gran Demonio, y como no caben dos realidades, los universos del Padre, el alma y El Padre
pasarían a ser irreales.
Ante este estado de conciencia por el que ustedes, de algún modo están pasando, solo
puede nacer la duda y el temor.
Para poder nacer en Athón y cumplir la misión que El Padre les ha encomendado tienen
que recuperar la fe que no está perdida sino dormida. ¿Y cómo hacerlo? Solo la Gracia del
Padre les puede despertar la fe, mediten profundamente en esa Gracia y con la fe que tienen,
porque alguna fe todavía sobrevive en ustedes, pídanle al Padre que le fe nuevamente los
ilumine”.
Krishna acaricia su pipa, cabe aclarar que para esta sesión, como todo psicoanalista que se
precie de tal, se proveyó de una llamativa pipa, y después de acariciar la pipa mira el reloj y
dice: “La terapia tiene un tiempo de desarrollo muy preciso y ese tiempo ha terminado”.
“¿Podemos prolongarla con otra cuestión que nos inquieta?”, solicita tímidamente Ana
Lucila.
“Si yo fuera un psicoanalista con todas las letras les diría que no y me reservaría las
argumentaciones para ese no, pero teniendo en cuenta que no soy un psicoanalista demasiado
formal, y dadas las circunstancias les digo que sí”.
“Gracias, Krishna –contesta Ana Lucila– el tema que nos preocupa a todos es el tiempo en
Athón.
“Es un tema clave –reconoce Krishna–por lo tanto para incluirlo en el espacio de esta
terapia manifieste cada uno lo que entiende por el tiempo en Athón”.
Chiara es nuevamente la primera en responder.
“Desde la conciencia del demohombre en Athón el tiempo es una cárcel y esto claramente
lo puedo percibir. ¿Y en qué consiste esta prisión? En creer que hay tiempo. Como Rishis
vivimos en el no tiempo, en la eternidad, porque en El Padre no hay tiempo, pero al nacer en
Athón entraremos inevitablemente en el círculo del tiempo”.
“Hasta que en la encarnación humana revivan la conciencia de Rishis replegada en el
inconsciente y regresen a la eternidad de la que se han temporariamente replegado”, devuelve
Krishna.

268
“¿Qué entiendo por tiempo? –pregunta Ana Lucila y responde– una cadena con grilletes,
grilletes que son los momentos del tiempo que se repiten en el girar sin fin de la cadena”.
“Ten presente Ana Lucila –le recuerda Krishna– que la cadena del tiempo es el Gran
Demonio que mantiene encadenados a los athonianos, pero como Rishi, ¿puedes temerle al
tiempo que sabes que es un ilusión? Desde tu propia gestación despréndete de esa cadena y la
única forma de hacerlo es mantener tu conciencia en absoluta conexión con la eternidad del
Padre, allí no hay cadenas ni grilletes porque no hay tiempo.
“¿Y tú, Manuel , qué puedes decir de cuando te enfrentaste al Gran Demonio como
tiempo?”.
“Al mirarlo a los ojos pude sentir toda la opresión que siente un demohombre encarcelado
por el tiempo pero yo no era un demohombre sino un Rishi que permanecía invulnerable ante la
voracidad destructora del tiempo, y por un instante seré un hombre que tendrá que experimentar
el tiempo para comprender la ilusión del tiempo en que viven las almas prisioneras en Athón.
Pero aun en mi temporalidad de mi condición de Rishi permanecerá intacta hasta que El Padre
decida que vuelva a aflorar en su conciencia de eternidad”.
¿Entendiste, Nicolás, el tema del tiempo?”.
“Sí, Krishna, lo entendí, pero no como una prisión sino como un pasaje a la eternidad. Solo
tengo que dejarme fluir en el tiempo y así el tiempo no me podrá encadenar”, responde Nicolás.
“Bueno, ahora sí la sesión ha concluido”, cierra Krishna.

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Manuel mira ese campo de Kurukshetra que pronto, muy pronto, en los términos de Athón,
tendrán que abandonar para arrojarse a la gestación desembocando, “es interesante la palabra
desembocar que empleó Krishna” , piensa Manuel, o dicho de otro modo, para nacer en Athón.
“Estamos llegando al final del Bhagavad-Gita”, comenta Manuel lo que todos saben,
mientras Chiara, Nicolás y Ana Lucila afirman con un gesto este final del Bhagavad-Gita que
para ellos significa un nuevo comienzo, el de Athón”.
“¿Preparados?”, pregunta Krishna.
“Suponemos que sí –dice Chiara dándose confianza– sabemos que la única actitud correcta
es entregarse con una fe absoluta a la alquimia que transmute el estado de Rishi en humano”.
“Hemos recuperado la fe que nos permitió evolucionar, pero también tenemos en cuenta, y
esto lo saben bien los demohumanos que empiezan a tener conciencia humana, que traspasar el
límite que lleve a la conciencia a un estado superior es una experiencia extrema, ¿qué será
entonces romper el límite de abajo?, como tenemos que hacer nosotros, pasar de una libertad
plena al abismo de Athón, del cielo al infierno por decirlo de alguna manera”, reflexiona Ana
Lucila.
“Esto es lo que El Padre nos ha pedido –recuerda Nicolás– pero, Ana Lucila, no debemos
confundirnos, no caigamos en las proyecciones athonainas que estamos incorporando y que nos
hacen ver el mundo afuera, el cielo y el infierno no son lugares de energías sutiles o densas, por
lo menos no deben serlo para nosotros, son estados del alma y así nos encontremos en el peor
de los infiernos de Athón, con los más terribles demonios golpeándonos, si en nuestra alma
tenemos al Padre, siempre estaremos en el cielo”.
“Bueno –dice Krishna– llegó el momento en que debemos abandonar el campo de
Kurukshetra porque nuestra tarea aquí ha concluido, yo iré a reunirme al ejército del Padre
donde este se encuentre operando y ustedes marcharán con destino a la gestación en Athón,
pero esto no es una despedida ya que solo se despiden los que se separan y nosotros nunca nos
separaremos porque estamos unidos en El Padre”.
“Antes de irnos, aceptando que está idea nos es una separación –dice Chiara– quisiéramos
llevarnos como regalo de todo esto que vivimos juntos las últimas palabras del Bhagavad-Gita”.

270
Krishna sonríe complacido por el pedido y como aquella vez en Kurukshetra, reviviendo la
imagen del príncipe pandava que lo escucha extasiado parado en el carro de combate, canta
porque en la tradición el Bhagavad-Gita se cantaba, las últimas slokas.
El que haga conocer este supremo secreto a mis devotos practicando una perfecta
devoción hacia Mí, vendrá a Mí sin duda alguna.
Y nadie entre los hombres cumplirá un acto que me sea más agradable, y nadie me será
más querido en la Tierra.
Yo consideraré a quien estudie nuestro diálogo sobre el dharma como honrándome
mediante el sacrificio del conocimiento, tal es mi pensamiento.
Y quien lleno de fe, lo escuche benévolamente, ese hombre será liberado y alcanzará los
mundos felices de los seres bienaventurados.
¿Me has escuchado atentamente? ¿Ha desaparecido el extravío causado por tu
ignorancia?
Arjuna dijo:
Mi extravío ha desparecido y por tu Gracia he reencontrado mi presencia de espíritu.
Oh Inmutable Señor, me siento firme, mis dudas desaparecen y actuaré según tu consejo.
Samyaja dijo:
Tal es el maravilloso diálogo entre Krihsna y Arjuna y al escucharlo se me erizaban los
cabellos.
Por la Gracia de Vyasa he oído este secreto supremo, y este Yoga revelado por el mismo
Krihsna, maestro de Yoga.
¡Oh, Rey! Cada vez que recuerdo este diálogo santo y prodigioso entre Krishna y Arjuna,
sin cesar me regocijo.
Donde esté Krishna, Señor del Yoga, y donde esté Arjuna, el arquero, allí están la
prosperidad, la victoria, la potencia y la conducta firme.
OM HARI OM TAT SAT
OM SHANTI SHANTI SHANTI

Todo concluyó en silencio, Krishna los fue abrazando y en ese abrazo la más profunda
Energía del Padre quedó inscripta en sus almas.
El carro de Krishna se fue perdiendo en el firmamento que estallaba en la dicha divina,
mientras Manuel, Chiara, Nicolás y Ana Lucila desaparecían en la bruma de Athón.

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El océano de Athón, como un poderoso dios pagano, cumplió su designio, para eso había
sido creado, de deshacer las máscaras que le dieron vida al Gran Demonio. En sus fuegos
quemó sus pieles, esos artificios con que se revistió el ángel caído, y en los que creyó ser, y
entonces Lucifer, el ángel caído va siendo llevado a una barca, por sus negras y tormentosas
aguas, hasta la frontera que lo separa de los otros mundos a los que no invade, y con mucho
respeto entrega la barca con su único ocupante a un mar seguro, calmo, de aguas cristalinas,
envuelto por un cielo tan claro que parece de un blanco brillante, y el Aleph abandona el océano
de Athón que se despide y ahora sigue a la barca en ese mar, y muestra a ese ángel consumido,
como si le hubiesen sacado casi toda la vida, y parece a punto de morir, apenas sí respira,
Lucifer es el ángel agonizante, y en su agonía no puede escuchar la voz celestial de los ángeles
que se regocijan y canta “ Lucifer, Lucifer has vuelto” y la barca lentamente lleva al ángel caido
a una playa de arenas purísimas.
Seis ángeles enviados por del Padre lo esperan. Se acercan a la barca y la empujan hasta
dejarla reposando en la arena. Dos de ellos recogen al moribundo y lo depositan en un manto de
luz. Lucifer es rodeado por los seis ángeles. El primero se le acerca y con todo el amor que tiene
un ángel muy suavemente le va limpiando con su energía la suciedad que tiene acumulada
desde la caída. Otro ángel le da de beber el agua que proviene de una fuente de los cielos para
apagar la sed de tantos infiernos. Con gran ternura otro ángel misericordioso empieza a curar
sus heridas y asombrado pregunta “¿cuántas son?” “¿Puedes calcular el número de todas las
estrellas que habitan mis universos?” Cada herida que soporta Lucifer es la misma herida que
le infligió el Gran Demonio a las almas prisioneras en Athón”. Es la Voz del Padre que
compara las heridas de Lucifer con las estrellas de sus universos. “Todos somos Lucifer”,
escucha un ángel clamar a un alma encadenada en los infiernos. Los otros ángeles van
observando los chakras aniquilados de Lucifer y tienden sobre estos un manto de esperanza, un
manto que se extiende a sus oídos que permanecen sordos a la palabra del Padre.
El Padre, en el lenguaje de los ángeles, le dice a Lucifer, “por fin has regresado”, pero
Lucifer todavía no lo puede escuchar. Entonces le pide a los ángeles que cuiden a Lucifer
mientras transite el camino de la cruz.

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“¿Quién soy el que vive atrás de los despojos del Gran Demonio?”, quiere saber Lucifer.
La misma alma torturada por el ego, porque el ego es el Gran Demonio y el Gran Demonio el
ego, sombras de inexistencias donde se oculta El Padre.
¿Por qué, Lucifer, te humillaste negando tu propia esencia para convertirte en esa parodia
del Padre, en el loco creador de Athón?, se sigue preguntando Lucifer cuando en esa playa
solitaria, ante la devota mirada de los ángeles, luminosa y con el dolor de la compasión como
un bálsamo de Amor, una voz exclama: “¡Pobre Lucifer! ¿Cómo no voy a amarte si eres mi
hermano caído y solo espero que vuelvas a la eternidad? ¡Pobre ángel de luz que preferiste la
oscuridad!”, es Jesús que con su dulce voz le dice a Lucifer que el secreto de la cruz es vivir el
sufrimiento del alma prisionera en Athón, porque también Lucifer es un alma prisionera, y
deberá navegar, como lo hizo Jesús, por la oscuridad de todos los egos para redimirlos.
“Lucifer, tendrás que experimentar el martirio de tu naturaleza divina, y de todas las
naturalezas divinas, a las que condenaste a la Ausencia del Padre.
Yo llegué a tu mundo para hacer parte de tu camino, mi cruz fue para ayudarte a llevar la
tuya.
Lucifer, abandonaste al Padre para convertirte en el insensato creador de tu mundo.
Yo acepté abandonar por un instante la divina unión para ayudar a salvarte, Lucifer, y al
salvarte salvaría a todas las almas que como Gran Demonio habitas en el corazón de tus
prisioneros.
¿Cómo se salvarán las almas si antes no te salvas tú, Lucifer?”.
Esa fue la misión de Jesús, la salvación de Lucifer.
Y Jesús cargó la cruz que el Gran Demonio le impuso viviendo la terrible angustia que
experimentó Lucifer cuando se convirtió en el Gran Demonio porque solo a través de su
angustia podría entrar en el alma de Lucifer.
Ahora Lucifer tendrá que completar el camino de la cruz para volver al Padre.
Y en esas arenas purísimas de la playa Lucifer tendrá que ser juzgado, burlado y
crucificado por sus propios demonios.
“¿Quién fue Judas sino yo mismo que me traicioné al traicionar al Padre?, se preguntará
Lucifer.
Y Lucifer como Jesús dirá en Getsemaní “mi alma siente una tristeza de muerte”, y con el
rostro en la Tierra repetirá: “Padre mío, si es posible que pase lejos de mí este cáliz, pero que no
se haga mi voluntad sino la tuya”.

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Y los demonios gritarán “crucificadlo”, y otros demonios lo desvestirán y le pondrán un
manto rojo y tejerán una corona de espinas y la colocarán sobre su cabeza y lo golpearán y lo
llevarán a crucificar.
Y Lucifer dirá, “hijas de Athón, no lloren por mí sino más bien por ustedes, porque en mi
reino fueron malditos los senos que concibieron y los pechos que amamantaron”.
Y en el camino del calvario a Lucifer lo torturan las voces de sus demonios. “¿Así que eres
el hijo de Dios? Lucifer era el alma y Barrabás el ego. “Barrabás, que se salve Barrabás”,
gritarán los demonios.
En un lugar llamado del Cráneo crucificarán a Lucifer y sobre la cruz habrá una
inscripción que dirá: Este es Lucifer, el emperador de Athón y querrán darle a beber vino con
hiel. “Sálvate a ti mismo, si eres el hijo de Dios baja de esa cruz”, lo humillarán los demonios.
“Baja ahora de la cruz, y volveremos a creer en ti”, le dirán sus antiguos servidores. Y Lucifer
en la cruz revivirá los azotes. Y gimiendo dirá “Padre, perdóname porque no sabía lo que hacía.
Padre mío, ¿por qué te abandoné?”.
Alrededor del mediodía el sol se eclipsará y la oscuridad cubrirá toda la Tierra a las tres de
la tarde.
“Padre, en tus manos entrego mi espíritu”, dirá Lucifer y el Gran Demonio habrá muerto
para siempre y llegará el fin de los tiempos de la Trinidad Maléfica. Y Lucifer volverá al Padre

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Proyectando destellos de una luz suave y cálida, jamás experimentada en Athón y ni


siquiera en la Tierra, envuelto en una cósmica bóveda celeste, el Aleph muestra al ejército del
Padre que le pidió al maestro Yukteswar presentarse en su programa para saludar y bendecir a
los demolectores con motivo de estar concluyendo este séptimo libro, La vuela del mundo a la
armonía del Padre.
Como ustedes saben soy el relator anónimo y estoy muy complacido de haberlos
acompañado en estas páginas que transmitieron las verdades del Padre en el modo más sencillo
y transparente posible, por supuesto sencillo y transparente para los demolectores que hayan
desarrollado cierta intuición.
No desperdicien la Gracia de estas revelaciones, no se queden en la anécdota del relato,
lleven su energía al interior de sus corazones, experimenten con la guía de los maestros
convocados en la meditación, todas las purificaciones y alquimias que los llevarán a transitar el
camino de la cruz, el mismo que deberá recorrer Lucifer, porque recuerden, todos nos
convertimos en el Lucifer caído cuando renegamos del Padre, ese camino que recorrió el
comando que descendió a los infiernos y resucitó como alma pura, el inevitable y único camino
de la liberación del alma .
Les recuerdo lo que acostumbra decir el maestro Chidananda. ¡Libérense en esta vida!
Me están dando la señal que en los estudios del Aleph se encuentran los maestros Jaris y
Yukteswar, los comandantes estratégicos de esta guerra, y me ha dado el maestro Yukteswar el
privilegio de entrevistar al jefe de los Rishis para dilucidar algunos de los muchos interrogantes
que seguramente todos tenemos.
Aquí tengo frente a mí al maestro Jaris que con toda amabilidad está dispuesto a contestar
cualquier inquietud que quiera formularle.

“Maestro Jaris, después de saludarlo y presentarle mis respetos quisiera que pudiese
comentarnos la actuación de los Rishis en este Plan de la Salvación”.

“Los Rishis llegan a Athón por pedido del Padre. Eran los únicos seres cósmicos que
habían estado en la Tierra, lo hicieron hace miles de años, antes que Athón dominase al planeta,
y si bien la monstruosa creación del Gran Demonio nada tenía que ver con la experiencia en la

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Tierra cuando participaba en los universos del Padre, era la más cercana posible para actuar
como vanguardia en esta guerra. Durante todo este tiempo tuvieron que empezar a conocer las
características de Athón y del demohombre que lo habita, que casi nada tenía que ver con el
casi extinguido humano de la Tierra. Fue un registro muy duro, energéticamente hablando, para
la sutil energía de un Rishi, pero habían aceptado participar en esta guerra y lo empezaron a
hacer y siguen profundizando ese conocimiento, el compromiso que tuvieron con El Padre al
aceptar esta misión así lo exige”.

“¿Se presentaron muchas dificultades con los primeros Rishis que tiene que encarnar en
Athón?”.

“Sí, las dificultades fueron muchas, y la principal es que pudieran darse cuenta del lugar en
que tenían que trabajar, un ámbito inhóspito y desconocido”.

“¿Están salvadas esas dificultades?”.

“En el Plan del Padre todas las dificultades son salvables, solo hay que tener paciencia
para que la solución llegue. Estos Rishis son la infantería del ejército del Padre, el resto de las
fuerzas bombardeó intensamente, y lo sigue haciendo, el territorio del Enemigo, pero ellos en
ese bunker demoníaco que es el plano físico, deben ocupar materialmente las posiciones.

“¿Sabían los Rishis que tendrían que ingresar físicamente en Athón?”

“En el comienzo del Plan no estaba contemplada esta posibilidad, o por lo menos no sería
inminente, por lo tanto los Rishis teníamos solamente como objetivo la ocupación del plano
astral, pero ya sobre el terreno tuvimos que revisar la estrategia.

“¿El plano astral no bastaba?”.

“Hubiese sido algo así como una interminable guerra de guerrillas, con un resultado
incierto. Athón era un monstruo mucho más terrible que lo que suponíamos a través de la
información que teníamos. Si bien los maestros del mandala que habían vivido hace no muchas
décadas en Athón, como Yukteswar y Yogananda nos advertían que desde el plano astral, dada
la imposibilidad de las conciencias de conectarse en esa dimensión con otra energía que no

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fuese la demoníaca, nuestra acción no sería estéril pero si insuficiente. Hasta que con Athón
presente nos convencimos que era así y entonces con el maestro Yukteswar solicitamos los
voluntarios para los primeros nacimientos”.

“Entre estos cuatro Rishis que serían la punta de lanza en ingresar a Athón estuvo Mada y
como fue mostrado en el relato no pudo soportar la experiencia. ¿Qué pasó con este Rishi?”.

“Mada no pudo darse cuenta del poder que tenía el Gran Demonio en Athón y lo
subestimó”.

“Todo este relato tuvo como eje a los Rishis, sin embargo todavía no quedó muy claro
quienes son los Rishis”.

“Son seres cósmicos que fueron convocados por El Padre para llevar a cabo esta
experiencia y por supuesto ellos libremente aceptaron participar de la misma, y como te dije el
haber pasado anteriormente por la Tierra le daba cierta ventaja sobre cualquier otro grupo o raza
cósmica”.

“¿Cuál fue la intención de su primera llegada a la Tierra?”.

“El sentido entonces con el hombre como ahora con el demohombre, es enseñarles a las
conciencias más receptivas las verdades del alma y del Padre”.

“¿Por qué entonces abandonaron la Tierra?”.

“Athón había avanzado sobre la Tierra de tal manera que ya su función no tenía viabilidad,
una viabilidad que ahora en el Plan del Padre será posible, pero en las condiciones de entonces
las conciencias no podían recepcionar su energía”.

“¿Se llega a ser un Rishi después de un proceso evolutivo?”.

“Ser Rishi es una categoría del Ser, pero también los Rishis continuando su proceso
evolutivo trascienden esa conciencia a otra que es imposible de describir ,aunque tampoco la
conciencia de un Rishi puede ser entendida desde un plano humano o demohumano.

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“¿Un Rishi pasó por una evolución humana?”.

“No, un Rishi no fue humano, aunque paradójicamente los que nazcan tendrán que serlo,
son seres que vienen procesando en otras etapas, en otros planetas de otros universos.
Resulta imposible transmitir a conciencias tan primitivas los procesos evolutivos cósmicos
de seres espirituales cuya existencia es insospechada en el plano en que estamos hablando”.

“¿Hay diferentes niveles evolutivos entre los Rishis?”.

“Solo de matices, en general la conciencia es única”.

“¿Un humano en que termina evolucionando? ¿Cuál es el paso evolutivo siguiente al del
humano?”.

“Hay un conjunto de planetas que reciben a las almas que trascienden la condición
humana, sería el paso poshumano, la palabra se me ocurre ahora, pues antes nunca la emplee, y
hay diferentes grados evolutivos en estas almas”.

“¿Cuál sería una tarea poshumana?”.

“La primera tarea sería la absoluta integración con el alma, para después ir a otros planetas
a ayudar en su evolución a otras almas”.

“¿Existen poshumanos en Athón?”.

“No, ni siquiera pueden contabilizarse humanos, los seres espirituales que han llegado a
Athón responden a otras elevadas categorías espirituales, como los avataras y los maestros del
mandala, están más allá de la condición poshumana. Esto no significa que con el avance del
Plan del Padre surjan poshumanos, ahora no existen, en Athón y quedan pocos fuera de Athón”.

“¿Los Rishis tienen que materializarse en el plano físico porque es la única forma en que la
energía del Padre pueda llegar por lo menos al inconsciente del athoniano y desde ahí operar un
proceso purificador?”.

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“Es así, el demohumano cuando adquiere un grado de conciencia de un más allá de Athón,
por decirlo de alguna manera, posibilita que los maestros abran sus canales y establezca la
comunicación con los otros planos donde se encuentran las fuerzas divinas, esto es lo que ha
sido transmitido en este relato y la posibilidad del relato mismo, esta es la que nombramos
experiencia meditativa. Pero esto hasta ahora solo es la posibilidad de un pequeño grupo que se
abrió a la Gracia, pero los miles de millones de demohumanos ni siquiera sospechan esta
dimensión divina, y los que sospechan otros planos , son siempre los planos demoníacos, los
lugares del pacto, los grandes pactos conscientes. La gran mayoría accede en forma
inconsciente, más que acceder siempre está, en este mundo astral del Gran Demonio.
Esta situación es la que llevó a la necesidad que la única forma de quebrar los muros de
oscuridad que cierran las conciencias a cualquier manifestación de la Energía del Padre, por
más mínima que sea, es que esta ingrese al mundo físico de Athón y actúe desde allí”.

“¿Cómo sigue esta guerra?”.

“El ejército del Padre seguirá trabajando hasta lograr el objetivo final”.

“¿Hay un tiempo terrestre calculado para la conclusión de este proceso?”.

“Para que no quede ni una sombra de Athón en la Tierra se calculan unos miles de años,
hasta el término del Treta Yuga, pero no se asusten los demolectores, en menos de un siglo ya
van a ver señales claras de la presencia del Padre, después de su larga ausencia, en el mundo.
En ese lapso naceremos el resto de los Rishis y los maestros”.

“¿Qué ocurrirá con la energía de Athón?”.

“La energía de Athón será transmutada, todo este proceso es de transmutación, y esa
energía pasará a ser una energía espiritual”.

“Le agradezco mucho, maestro Jaris, estas revelaciones. ¿Considera necesario decir algo
más?”.

“Estamos en los primeros pasos de esta guerra de energías, y como ya fue expresado en
este relato y es visible para todos los athonianos, este choque se manifiesta en convulsiones
tanto en la Naturaleza como en la sociedad, parece por momentos que todo se está

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desestructurando, y esto es cierto, pero se desestructuran las viejas estructuras demoníacas para
con el tiempo ir reacomodándose la energía en nuevas formas que serán el modo en que El
Padre esté presente en la resucitada Tierra.
Quiero despedirme en nombre de todos los Rishis y del ejército divino que manifiesta el
Amor del Padre por todas las almas a quienes viene a rescatar”.
“Gracias nuevamente, maestro Jaris”.

Cumplida la tarea que me fue encomendada de relator anónimo de La vuelta del mundo a
la armonía del Padre, solo me queda despedirme de los demolectores, los primeros
seguramente de los tantos que en los próximos cientos de años y hasta el fin de Athón, tendrán
estas revelaciones como el camino que El Padre puso a disposición de las almas para que
continúen su cósmico proceso evolutivo.
Ahora qué mejor despedida pueden tener que la del maestro Yukteswar para darle el cierre
a este relato, pero coincidiendo con Krishna que despedirse en este caso no es separarse sino
unirse más profundamente en el Amor del Padre.

Habla el maestro Yukteswar:


“En La vuelta del mundo a la armonía del Padre, en sus siete libros, se ha hecho un
trabajo de traducción, elohims mediante, que considero impecable para llevar al lenguaje de
Athón las revelaciones del Padre manifestadas en los sublimes lenguajes de maestros, Rishis,
ángeles, dioses y los demás seres cósmicos que participan de este Plan. También la secreta voz
del Gran Demonio fue revelada, el Señor de la Oscuridad no pudo seguir ocultándola, para que
los demolectores pudiesen reconocer en esas palabras, las palabras que torturan sus mentes y
que los tienen sometidos a Athón.
En un lenguaje sencillo y transmitido con la más alta fidelidad y claridad, fueron revelados
todos los pasos a seguir en esta experiencia, teniendo cada uno de estos pasos su fundamento,
mostrando su real importancia para que queden integrados en el sentido profundo de la
experiencia liberadora.
Este Plan fue cuidadosamente programado por nuestro mismo Padre y solo debimos
ponerlo en práctica, respetando cada momento, observando hasta el mas mínimo detalle para
que nada faltara. La meta era rescatar a las almas y a la Tierra perdidas en Athón, y fuimos
encontrando los medios y abriendo los caminos, desenmascarando hasta el más insignificante

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personaje que se presentó en el relato, donde todos los personajes no expresaron otra cosa que
las múltiples facetas del ego, el Gran Demonio encarnado.
Sabíamos que la única y gran batalla era con el Gran Demonio y hacia él fuimos, fue
necesario llegar hasta el mismo infierno porque de allí teníamos que rescatar a las almas
apresadas.
Este proceso continuará hasta que la última alma sea recuperada, y entonces será libre para
elegir entregarse por completo al Padre.
Esa resurrección que viene después del martirio de la cruz marca el final de la pesadilla de
Athón.
Una vez libre, el alma tendrá la posibilidad de realizar la verdadera experiencia en el
mundo del Padre, y este será el tema del próximo relato, La Gran Restauración, donde iremos
señalando la enseñanza y las prácticas para comprender el mundo en otros términos, muy lejos
de cómo se lo comprendió en Athón.
Estos documentos, serán doce, revelarán el conocimiento de la sabiduría divina, la del alma
que trascendiendo la oscuridad va en búsqueda de su unión con El Padre, completando de este
modo la revelación de la Trinidad Maléfica de La vuelta del mundo a la armonía del Padre.
Estos textos tendrán un fin didáctico y serán la base para vivir otra vida, esa vida que el
alma no pudo vivir, su verdadera vida, al estar prisionera en los engaños de Athón.
El Padre les tiende los brazos
Reciba las bendiciones de ejército del Padre.

Aquí concluye el séptimo y último libro de


La vuelta del mundo a la armonía del Padre.

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