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Saberes de Pupuña
La pupuña y los saberes ancestrales
Según el profesor Urbina, en las poblaciones indígenas la Bactris Gasipaes Kunth- nombre
científico de la pupuña o chontaduro, como la conocemos- hace parte de una serie de rituales
y tradiciones muy arraigadas. “El chontaduro entró a formar parte de los ciclos, digamos
religiosos o los ciclos rituales, garantizando la importancia que tenían. Las cosas que son
importantes se sacralizan, la comida se sacraliza”, declaró al respecto.
Y agregó: “hay grupos indígenas, unos más, otros menos, que alrededor de la utilización del
chontaduro han hecho rituales más o menos complejos”.
Eso es precisamente lo que ha sucedido con este fruto, una palma cuyo fruto -fuente de
nutrientes de alto valor alimenticio- es utilizable en su totalidad y del cual se desprende toda
una cultura que ha sido construida a partir de sus propiedades y de ser considerada gente; de
ahí también que la pupuña haya sido bautizada con cientos de nombres y sea núcleo de sus
bailes y ceremonias.
El proyecto museográfico
La Corporación Tapioca, a partir de un trabajo realizado con comunidades indígenas del
departamento del Vaupés, había iniciado un proyecto sobre el chontaduro en un intento por
divulgar los saberes ancestrales que se relacionan con este fruto. Poco después, en el año
2011, la iniciativa llegaba a la Dirección de Museos y Patrimonio Cultural de la Universidad
Nacional de Colombia para tratar de traducir esa investigación en fuentes orales en una
exposición.
El baile del muñeco (Mario Murcia)
Se trata de una ritual que identifica a los grupos de la zona del nor-oeste Amazónico (que
comprende territorios de Colombia, Perú y Brasi), en donde habitan los miraña bora, huitoto,
andoques, yukuna, matapi (Arawak) taminuka, lituana y makuna (Tukanio oriental). La
pupuña o chontaduro está presente en la cosmovisión y rituales a través de los cuales se
representa la dinámica entre la vida y la muerte.
El ritual recibe diversos nombres, el baile del muñeco, el baile de los pescados, el baile de
los espíritus, danza del el espíritu del origen de la pupuña, fiesta del pijuayo, el baile del
chontaduro, entre otros.
La fiesta del chontaduro o baile del muñeco es el ritual de intercambio entre malocas que
reafirma los vínculos con el mundo del agua. Se realiza en pleno verano, en tiempo de
cosecha del chontaduro, representado por los personajes de los “Abuelos”, los ancestros de
los grupos indígenas y los “Dueños” de los animales, quienes son invitados a compartir los
frutos de su trabajo: la caza, la pesca, el cultivo y la yuca, pero especialmente la bebida
fermentada o chicha de chontaduro. Los bailadores representan a los animales con cantos y
máscaras, de acuerdo con el relato mitológico sobre el origen de los seres acuáticos y se
acompañan con la chicha, la coca y el tabaco ritual.
Antiguamente el juego de pelota era parte integrante de dicha fiesta, pero en la actualidad
éste ha caído en desuso. Entre los boras, los jugadores de pelota se presentaban con las manos
cargadas de frutos que entregaban al organizador de la fiesta, reviviendo así el mito del
hombre pucunero que fue el primero en obtener la semilla del pijuayo mediante un tiro de
pelota al árbol del Dóóránie Bóóa.
En la fiesta, el rol principal está personificado en Memey (padre de la palmera) que se
desdobla a la vez en pez mítico, primer cultivador y propagador de la sagrada palmera. Otros
danzantes llevan máscaras zoomorfas hechas con madera de topa de las aves, insectos,
reptiles y peces que se alimentan con las semillas y afrecho del pijuayo.
Memeba
La antropóloga y curadora María Eugenia Ylya explicaba que la pintura del artista bora
Víctor Churay Roque presenta una narración visual de la Fiesta del pijuayo, un ritual de
intercambio entre malocas que reafirma los vínculos con el mundo del agua que se realiza en
los meses de diciembre y febrero.
En este ritual participan los personajes de los “abuelos” o ancestros de y los “dueños” de los
animales, quienes son invitados a compartir los frutos de su trabajo: la caza, la pesca, el
cultivo y la yuca y en especial la chicha de chontaduro.
Los bailadores representan a los animales con cantos y máscaras, de acuerdo con el relato
mitológico sobre el origen de los seres acuáticos y se acompañan con la chicha, la coca y el
tabaco ritual que se ofrece a los invitados en el interior de la maloca.
La fiesta es organizada por el curaca bora que tiene en sus purmas buena producción de
pijuayo y representa una acción de gracias por la cosecha obtenida y a la vez es un rito
petitorio de nuevos alimentos y frutos. El curaca convoca a su gente para que le ayuden a
cosechar, ordenando luego a sus mujeres que preparen abundante chicha de pijuayo para los
invitados. Primero se dirige con su ambil o tabaco a hacer la invitación a los curacas de otros
clanes a que participen en la gran fiesta del pijuayo.
Cuando estos curacas aceptan se comprometen, unos a fabricar las máscaras de los animales
míticos que participan en la fiesta, y otros a proporcionar abundante comida.
Antiguamente el juego de pelota era parte integrante de dicha fiesta, pero en la actualidad
éste ha caído en desuso. Entre los boras, los jugadores de pelota se presentaban con las manos
cargadas de frutos que entregaban al organizador de la fiesta, reviviendo así el mito del
hombre pucunero que fue el primero en obtener la semilla del pijuayo mediante un tiro de
pelota al árbol del Dóóránie Bóóa. En la fiesta, el rol principal está personificado en Memey
(padre de la palmera) que se desdobla a la vez en pez mítico, primer cultivador y propagador
de la sagrada palmera. Otros danzantes llevan máscaras zoomorfas hechas con madera de
topa de las aves, insectos, reptiles y peces que se alimentan con las semillas y afrecho del
pijuayo. (en desarrollo...)