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CANTABRIA / FILOSOFÍA / SEPTIEMBRE 09 / LA FILOSOFÍA MEDIEVAL

Tomás de Aquino

La existencia de Dios puede ser probada de cinco maneras distintas (…).


La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo
sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontraremos, ni es posible, que algo sea
causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no
es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay un orden: la primera es
causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa,
desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco
ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no
existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último ni causa intermedia; y
esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos la
llaman Dios.

1. (2 puntos) Define dos de los términos o expresiones significativas que aparecen subrayados en el
texto (un punto por cada definición).

Tomás de Aquino es un teólogo cuya preocupación intelectual y didáctica fundamental es la exposición


de la doctrina cristiana sobre Dios. Según él, la existencia de Dios es el primer dato de la revelación,
por este motivo lo toma como punto de partida de todo sus sistema teológico-filosófico y afirma la
necesidad de demostrar su existencia ya que no es un dato de evidencia inmediata para la razón. De las
vías o argumentos para demostrar la existencia de Dios, Aquino concluye que Dios es el primer motor,
causa eficiente, ser necesario, ser perfecto y ordenador supremo.
Aquino aborda la demostración de la existencia de Dios a partir de la existencia real de cosas cuya
existencia deba explicarse como efecto de una causa última, es una demostración a posteriori, por ello
formula cinco vías o argumentos que tienen la misma estructura: constatación de un hecho de
experiencia, aplicación del principio de causalidad, imposibilidad de una serie infinita de causas, y
afirmación de la existencia de Dios. Aquino utiliza, por tanto, uno de los principios filosóficos más
discutidos o utilizados más tarde, el principio de causalidad, al afirmar que todo compuesto tiene una
causa y que tiene que haber una causa primera ya que no es posible recurrir a una serie infinita de
causas subordinadas entre sí. La noción de causa la recoge Santo Tomás de la metafísica aristotélica,
según la cual la causa no puede tener menos realidad o perfección que el efecto, por ello, el efecto
depende de la causa no solo temporalmente sino también esencialmente. De aquí que el principio de la
imposibilidad de una serie infinita de efecto a causa dependa de la consideración de la relación causa-
efecto como una jerarquía en la que la causa debe ser ontológicamente superior al efecto.

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2. (2 puntos) Enuncia la tesis del texto (un punto) e identifica las ideas principales que se exponen en
él (un punto).

El texto recoge la segunda vía tomista para demostrar la existencia de Dios.


La tesis es que debe haber una causa eficiente primera.
Las ideas fundamentales son, en principio, la constatación de un hecho empírico: en el mundo, los seres
y las cosas se suceden unas a otras en un proceso de causa-efecto, de tal manera que ninguno es la
causa de sí mismo. A continuación, Aquino niega la validez explicativa de una serie indefinida de
sucesivas relaciones de causalidad. En último lugar aparece la tesis del texto: es necesario que exista
una causa incausada que no sea efecto de ninguna otra.

3. (3 puntos) Relaciona el contenido del texto con la filosofía del autor, diferenciando claramente en
tu exposición al menos dos aspectos temáticos o líneas argumentales (un punto y medio por cada
una).

El texto corresponde a la segunda vía con la que Tomás de Aquino demuestra la existencia de Dios.
Aquino considera necesario demostrar la existencia de Dios porque considera que la existencia de Dios
no es una verdad de evidencia inmediata para el hombre. Santo Tomás distingue dos tipos de verdades,
las verdades evidentes en sí mismas y para nosotros son verdades patentes solo con el análisis de sus
conceptos, por ejemplo “el todo es mayor que la parte”; sin embargo, hay otro tipo de verdades que son
evidentes en sí mismas, pero no para nosotros, por ejemplo “Dios existe”, esta es una verdad que no es
patente para nosotros porque carecemos de una comprensión adecuada de la naturaleza de Dios, por
ello resulta necesario demostrarla.
Tomás de Aquino considera posible hacer esta demostración y, siguiendo a Aristóteles, piensa que todo
conocimiento humano comienza por los sentidos, por ello, la demostración de la existencia de Dios solo
puede hacerse a partir de las criaturas, de abajo arriba, partiendo de los seres de este mundo hasta
llegar a Dios, es decir del efecto a la causa, es la demostración a posteriori. Para realizar esta
demostración propone cinco argumentaciones con la estructura que se ha comentado en las cuestiones
anteriores. La conclusión de cada uno de estos argumentos es que como a este Ser con estas
características le llamamos Dios, Dios existe.
La primera vía, del movimiento, está constituida por la llamada prueba cosmológica, deducida de la
física y metafísica aristotélicas, en ella la existencia del movimiento y del cambio exige que, además de
motores intermedios, haya un primer impulsor del movimiento. La segunda vía es la de la causalidad
eficiente, comentada en las cuestiones anteriores, que concluye con la necesidad de una causa
incausada. La tercera vía es la de la contingencia de los seres, su punto de partida es el análisis de los
seres contingentes, esta característica es la que exige la existencia de un ser necesario cuya existencia
dependa de él mismo. La cuarta vía parte de la diversidad de grados de perfección que se manifiesta en
las criaturas, esto exige que las perfecciones estén realizadas en grado máximo en alguna parte. La
quinta vía se apoya en el orden del universo, orden que exige la existencia de una inteligencia
ordenadora suprema.
De las cinco vías o argumentos para demostrar la existencia de Dios, Aquino concluye que Dios es el
primer motor, causa eficiente, ser necesario, ser perfecto y ordenador supremo.
Por tanto, para Tomás de Aquino existe una realidad primera y principal que es el origen y la causa
primera de todos los seres, Dios es origen y causa de todo. Tomás de Aquino parte de la creación: Dios
ha creado el mundo, todo cuanto existe es fruto de la creación divina, por ello existe un Ser creador y
unos entes creados. Dios es el Ser, causa de los entes que existen en razón del Ser. Dios existe por sí
mismo, necesariamente, no puede dejar de existir, en el la esencia es igual a la existencia. Los entes,
seres creados, existen por otro; no existen necesariamente, podrían no existir, su esencia no es existir;
en ellos la esencia no es igual a la existencia, son seres contingentes.
Los seres están compuestos de esencia y existencia, que son los principios metafísicos constitutivos del
ser, no se pueden imaginar separadas, son creadas juntas. Esencia es lo que una cosa es, existencia es el

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hecho de que una cosa existe, también el modo de realizarse en cada ser su esencia, de aquí deriva la
radical diferencia entre Dios y las criaturas.

4. (1,5 puntos) Describe el contexto histórico cultural o filosófico del texto.

Tomás de Aquino nació en Rocaseca, Nápoles en 1225, en el seno de una familia noble, cuya idea era
hacer del filósofo abate de un monasterio benedictino. Tomás de Aquino, sin embargo, ingresó en la
Orden de Predicadores (dominicos) y fue a estudiar teología y filosofía a París, donde coincidió con
Alberto Magno y con Buenaventura. Allí fue profesor durante 20 años, donde fue madurando su
pensamiento, para terminar escribiendo, en tan solo cinco años, una de las mayores síntesis filosófico
teológica de la historia. Las ideas reflejadas en su obra, como por ejemplo las concernientes a la
separación entre fe y razón, eran bastante innovadoras para el pensamiento cristiano de corte platónico
que predominaba en la época, por lo que Tomás de Aquino tuvo problemas con el papado, que no llegó
a zanjar completamente, puesto que murió en Fosanova, en 1274, mientras se desplazaba a un Concilio
convocado en Lyon.
El conflicto entre las posiciones tomistas y la doctrina oficial de la Iglesia reflejaba el conflicto político
que existía durante los siglos XIII y XIV entre el papado y los emperadores. Esta crisis fue una
constante de toda la Edad Media, puesto que la caída del Imperio Romano de Occidente dejó a Europa
en una situación de vacío de poder, que se pretendió suplir desde la política imperial o desde la política
del papado. El papa de mayor peso durante la vida de Tomás de Aquino, Inocencio III, apoyó las ideas
cesaropapistas que veían en la Iglesia la única institución capaz de establecer un Imperio cristiano.
Estas ideas chocaron frontalmente con las de algunos emperadores, como Federico II, que optaban por
la constitución de un Imperio cristiano de carácter político, al que se sometiese la Iglesia. Tras la muerte
de Tomás de Aquino, este conflicto continuó hasta dar lugar, ya en el s XIV, al Cisma de Avignon,
donde la cristiandad convivió durante cerca de 70 años con dos papas. La importancia de estas luchas
entre cesaropapistas (güelfos) y defensores del Imperio político (gibelinos), se dieron en el contexto de
la formación de los Estados modernos, especialmente Francia e Inglaterra, que configuraron sus
territorios, así como también ocurriría más tarde en España, donde en ese momento se estaba dando
todavía la reconquista.
Tomás de Aquino aborda también la relación entre Iglesia y Estado por un lado, y por otro, entre fe y
razón.
En cuanto a la relación entre fe y razón Aquino hace una distinción clara y formal entre verdad
teológica y verdad filosófica, reconociendo la legitimidad de las dos ciencias, y afirmando que cada una
tiene por objeto un campo distinto de realidades. A la teología le corresponde la verdad sobrenatural, se
basa en la revelación; la teología enseña las verdades de la fe. A la filosofía le corresponde el campo de
la verdad natural, se basa en las posibilidades de la razón, debe ser rigurosa y basarse en métodos
demostrativos lógicos. Su conocimiento es totalmente legítimo, pero solo en lo que al "orden natural" se
refiere. No puede haber conflicto entre ambas porque las dos proceden de Dios. Son distintas pero no
contradictorias. No puede haber una doble verdad, tal como afirmaba Averroes, porque sería llevar la
contradicción al mismo Dios. Aquino afirma que la razón es de por sí suficiente para alcanzar la
verdad, esta suficiencia de la razón será una de las características más importantes del humanismo
renacentista, y por ello hay que considerar a Aquino como un innovador en su época.
Para Tomás de Aquino la filosofía y la teología deben colaborar mutuamente. La teología debe
aprovecharse de los métodos racionales para hacer más claras y comprensibles las verdades de la fe,
utilizando la dialéctica para los que niegan las proposiciones de fe ("la fe busca al entendimiento"). Por
otro lado, la filosofía debe dejarse ilustrar por la teología y por sus verdades de fe para completar el
conocimiento limitado, propio de la razón humana; la fe ayuda a la razón como criterio extrínseco, si se
llega a conclusiones contradictorias con la fe hay que revisar los razonamientos ("la razón busca la fe").
Por esto Aquino distingue dos tipos de verdades: verdades comunes que son al mismo tiempo verdades
de fe y verdades de razón, como la existencia de Dios, y verdades suprarracionales que se colocan en
otro plano por encima de la razón. Este es el sentido de los textos donde santo Tomás hace un esfuerzo
racional para demostrar que es muy razonable admitir que Dios existe, como lo quieren demostrar sus

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vías, y que la imagen de Dios está presente en sus criaturas.

5. (1,5 puntos) Relaciona el texto con la filosofía o acontecimientos de otras épocas.

El agustinismo filosófico representa la postura más tradicional en contraposición al aristotelismo


tomista que será la postura más progresista.
La orientación platónica que había asumido san Agustín domina ampliamente el panorama intelectual
de Occidente hasta el siglo XIII. Entre las características de este movimiento destaca la postura
mantenida en cuanto a la relación fe-razón. Para el agustinismo no hay separación entre filosofía y
teología, entre fe y razón, ambas colaboran solidariamente en el esclarecimiento de la verdad: la razón
sirve a la fe y la fe ilumina la razón. La razón sola, sin la fe, no puede alcanzar la verdad (que es
Dios). Teniendo en cuenta el dualismo platónico mantenido por san Agustín, el conocimiento consiste
para los agustinistas, en la interiorización, en el interior del alma está la verdad y de ahí hay que partir
para el conocimiento de la realidad sensible. Dios ilumina la mente para que esta pueda conocer la
verdad.
La figura más representativa de esta época es san Anselmo de Canterbury, abad benedictino del siglo
XI. En cuanto a la relación entre fe y razón, san Anselmo adopta el principio agustiniano credo ut
intelligam y lo lleva hasta el final, no se trata de entender para poder creer, sino de la necesidad de la
fe para poder conocer la verdad. Sin fe no se puede alcanzar la verdad. De san Anselmo es célebre su
argumento ontológico para probar la existencia de Dios, es el argumento más debatido a través de toda
la historia de la filosofía. Se trata de probar la existencia de Dios a partir de la misma idea de Dios:
“Todos los hombres, incluso el que no cree, tiene una idea, una definición de Dios: un ser tal que es
imposible pensar otro mayor que él”. En esta definición está incluida la existencia, de lo contrario, se
podría pensar en otro ser igual que el anterior pero que existiese, y entonces sería aún mayor que el
anterior, y, por tanto, habría una contradicción en la definición. El argumento fue negado por santo
Tomás porque afirmaba que había un salto ilegítimo del orden lógico al orden real. Si partimos de la
definición de Dios solamente podemos llegar a la existencia pensada de Dios, pero no a su existencia
real. En cambio, el argumento lo aceptaron los filósofos racionalistas tales como Descartes o Spinoza.

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