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Llegamos al último tramo de este recorrido por la espiritualidad de santa Gertrudis. Como
prometimos, esta cuarta parte la dedicamos a desarrollar aspectos que consideramos más
íntimos y personales entre Dios y Trutta.
De su vivencia personal del misterio de Dios surgen expresiones como: Suplencia, Ternura,
deificación. Lo que nos proponemos es desarrollar el rico contenido de estos términos,
aparentemente lejanos a nuestra mentalidad del siglo XXI, seguras de su vigencia para
nuestra relación con Dios. Esperamos que os familiariceis con ellos a medida que los
vayáis conociendo, acompañados con la lectura de santa Gertrudis.
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«Dios es Amor». Para Trutta este amor -según revelación del mismo Cristo-, es «Ternura».
242 veces aparece este término a lo largo de los 5 libros que componen el «Heraldo». La
divina pietas fue descubierta por Trutta desde la primera de sus visiones y tenía sus raíces
en autores tan solventes como Agustín, Gregorio Magno y Bernardo de Claraval. Sobre
todo Gregorio Magno insiste en que la pietas de Dios mismo es la fuente y modelo de la
pietas en el ser humano. Gertrudis va más allá al reservar exclusiva-mente la pietas
(Ternura) para Dios. Los tres autores antes mencionados aplican a Dios la expresión
víscera misericordiae (Entrañas de misericordia); en un pasaje del «Heraldo», como
reminiscencia del Benedictus, Trutta hace la sustitución de esta expresión por viscera
pietatis (Entrañas de Ternura). Gertrudis debió advertir que ya San Benito en el mismo
prólogo de la Regla reservó la palabra pietas para Dios, en la única mención que se hace a
este término: «Ecce pietate sua demonstrat nobis Dominus viam vitae».
La traducción del término pietas, atendiendo a las monjas de Helfta es «lo más íntimo, lo
más substancial y lo más fuerte del amor de Dios».
La Ternura de Dios se presenta en Trutta como el rasgo más propiamente divino. Para
Gertrudis pietas es el nombre propio de Dios, y se muestra a través de Jesucristo. Es tan
“hiperabundante” que el mismo Cristo es a menudo incapaz de contenerla y obliga a Dios
a perdonarlo todo. Sobre esta "incontinencia" de la pietas insis-te mucho Trutta y sus
colaboradoras. Dios no puede dominar la Ternura que desborda su ser y fluye
incontenible. A esta "incontinencia" divina corres-ponde la "continencia" del ser humano:
«Yo no te pido nada (dice el Señor) sino que vengas a mí enteramente vacía y dispuesta a
recibir, pues todo lo que en ti será de mi agrado, lo habrás recibido de mi como puro
don». Es lo que pide el Señor a Gertrudis, que tenga capacidad de recibir y conservar el
don de su Ternura.
La Ternura de Dios se estremece ante la confianza del ser humano que es capaz de
traspasar el corazón de Cristo, recubriendo con una sola intensa mirada de amor cualquier
miseria humana. El concepto de «suplettio» es clave en la teología de la Gracia en
Gertrudis. Podemos calificar la teología de Trutta como teología de la «Justificación», en la
que no es por las obras o méritos que uno o una pueda ser acogido por Dios, sino que Él
en su Ternura se adelanta a nuestras acciones o deficiencias, para pedirnos una fe
expresada en la "confianza" a su Amor-Ternura.
La «suplettio»:
Esta teología de la «justificación», fundada por el mismo San Pablo en su carta a los
Romanos sobre todo, fue luego transmitida a la espiritualidad de la Edad Media a través
fundamentalmente de San Agustín y de San Gregorio Magno. De ellos la recoge Gertrudis
como encuadramiento teológico de sus experiencias místicas y lo va desarrollando a lo
largo de su experiencia de la actuación de Jesús en su vida, con los conceptos que
acabamos de ver.
A este respecto, no deja de resultar curioso que siendo la teología de Trutta, una teología
de la Encarnación, la vida mortal de Jesús de Nazaret no tuviera para Gertrudis una
especial relevancia. Para ella Jesús es el Cristo resucitado, y ello es debido a que solo si
Cristo vive es capaz de comunicarse aquí. Trutta quiere mantener continuamente el
diálogo con el Resucitado, quien continuamente le transmite así, su poder de dar vida.
Trutta se manifiesta sumergida en la teología de San Juan, que del costado abierto de
Jesús hace brotar la vida para el mundo. El corazón humano en toda la antigüedad bíblica -
y en general oriental-, designa lo esencial del ser humano. En el mismo sentido el Corazón
de Jesús es la expresión de su esen-cia y Gertrudis emplea esta imagen para hablarnos de
la Ternura de Cristo (por nosotros) que le llevó a entregarse, por nosotros, hasta la
muerte.
Para Trutta los términos afectivos que pueda emplear afectan más al ser que a los
sentimientos; no es una mera expresión de su afectividad sino un lugar central de su
pensamiento.tomas
Para Gertrudis el Corazón de Jesús (imagen expuesta con gran sobriedad. No hay nada
forzado, excesivo o vulgar) es un descubrimiento teológico que hace en San Juan. Brota de
la misma Palabra de Dios en el relato de la pasión, cuando del costado abierto el «Amor-
Ternura» de Dios se derrama sobre toda la creación. La base teológica como vemos es
firme. Evidentemente, hay que diferenciar esta teología de Trutta -y en general de la
«escuela de Helfta»- de la "devoción" que varios siglos más tarde desarrollará Santa
Margarita María de Alacoque, como "espiritua-lidad de la reparación", y en la que existe
un cierto velo de tristeza, ya que ella veía el Corazón sangrante que sufre por la ingratitud
y los pecados de los seres humanos. En Gertrudis no existe nada de esto, no hay rastro de
"dolorismo" sentimental por los sufrimientos de Cristo, ni una espiritualidad del
sufrimiento corredentor que se añade a ellos. Por esto, no se pueden entender la unión a
las llagas de Cristo en un sentido "expiatorio" sino como un don que expresa la comunión
con el «Amor-Ternura» de Cristo manifestado en la cruz. Jesús el Cristo, como resucitado
triunfante, no puede sufrir. Su Corazón, henchido de alegría por el triunfo de Dios sobre la
muerte y el mal, solo rebosa «Amor-Ternura». "La vivencia de Gertrudis es la del Espíritu-
Amor que se derrama y que requiere un receptáculo; ese receptáculo es el Corazón de
Cristo y el corazón de Gertrudis".
Esta es la fe de Trutta y lo que nos transmite con su imagen del Corazón de Jesús, si
emplea el término de "reparación" lo hace sólo para hablar de la obra de Cristo en favor
de los hombres, según la influencia heredada de la teología medieval de San Anselmo de
Canterbury (siglo XI).
Gertrudis con su teología del Corazón de Jesús, expresa simplemente el «Por nuestro
Señor Jesucristo» de la liturgia, y la liturgia es para ella el lugar privilegiado donde se
revela y se celebra. Es en la liturgia donde tiene lugar la experiencia mística de Gertrudis.
Las fiestas del año litúrgico, los misterios de la salvación en su realidad viva, se convierten
para ella en fuentes de la Revelación.
Su modo de vivir adquiere una perspectiva litúrgica, y es cómo sintoniza íntimamente con
la vida del Espíritu. En la vida monástica todo es acción vivida en un acto de la liturgia o de
la Eucaristía (horas canónicas, fiestas, tiempos fuertes, etc.), ya sea en su preparación,
prolongación o consecuencia de las mismas. En sus libros abundan las reminiscencias
litúrgicas; sobre todo en los «Ejercicios» encontramos expresado como un mosaico de la
liturgia y de la misma Escritura, que le llega a través de lo que vive en la celebración
litúr-gica.
El calendario litúrgico es para Trutta su real calendario, no solo externo sino interno. Esto
es muy característico en ella a la hora de situar en el tiempo las gracias místicas. La liturgia
es el fundamento objetivo de la expe-riencia mística; el factor que la libra del peligro de
una subjetividad arbitraria. En ella queda patente lo que puede significar para la vida la
interiorización de la liturgia, que es el lugar privilegiado donde Dios se manifiesta, una
verdadera teofanía cotidiana que modela suavemente el corazón de Gertrudis. Esta
interiorización hace que la liturgia pase a ser algo propio, tan propio, que se siente con
libertad absoluta a la hora de manejar el material litúrgico en las manifestaciones de sus
devociones privadas. Por ello no se sujeta a normas, esquemas o métodos; si glosa el
ritual del bautismo se permite cambiar el orden de las ceremonias, omitir o añadir lo que
le parece. Desarrolla su meditación a la luz de los tiempos litúrgicos: no es lo mismo vivir
la meditación, el silencio y la contemplación en Adviento, en Cuaresma o en Pascua; no es
lo mismo vivirla unida a un misterio de la vida del Señor o de la Virgen, no es lo mismo la
meditación de la mañana antes de la alabanza de Laudes o la de la noche, después de
Completas... Estamos en un tiempo, en una historia, en un actuar de Dios que es dinámico
y salvífico. Y esto está muy presente en la relación que mantiene Trutta durante la liturgia.
La Ternura echa afuera el temor: La ascesis integrada. Uno de los frutos de la formación
en la escuela de la liturgia en la santa, es el situar su doctrina ascética con una visión
eminentemente positiva, cristológica y cristocéntrica, poniendo el acento fundamental en
el poder de la «Ternura» (pietas) divina para transformar al ser humano, siendo la acción
de la persona la de acoger activamente la gracia de Dios, que es la que hace todo. La
penetración de Trutta en el espíritu de la liturgia, se nota en que es capaz de librarse de
las influencias ambientales sobre la espiritualidad que imperaban en su medio.
Es sabido que en la Edad Media la visión negativa y pesimista sobre el ser humano y el
poder del demonio sobre él y sobre la historia, estaba muy incrustada en la mentalidad
general de la gente. Por eso, toda circunstancia catastrófica: guerras, huracanes, pestes,
etc., eran provocadas por las fuerzas demoniacas a las que Dios permitía actuar para
castigar a los seres humanos por sus pecados. Incluso en los monasterios el miedo al
demonio estaba muy presente. En Gertrudis no existe nada de esto. Trutta ha superado el
miedo a Dios y por lo tanto al "adversario", el cual, para ella, no tiene poder sobre el «libre
albedrio», porque Dios no le permite actuar por encima de nuestras fuerzas. Si unimos
nuestra voluntad a la voluntad divina, Dios combatirá por nosotros y alcanzaremos la
Victoria. Además para Trutta la ascesis no debe -ni de hecho está en ella-, estar dirigida a
extirpar las pasiones en el ser humano, sino a ordenarlas. En esto Gertrudis sigue a
Ricardo de San Víctor que al hablar de las afecciones del alma (affectiones animae) -las
cuales son siete: timor, dolor, gaudium, amor, spes, odium, pudor- dice que la sensibilidad
afectiva (affectio) y la razón (ratio) -simbolizadas en él por Raquel y Lia- forman parte de la
vida del alma y representan su papel. Gertrudis siguiendo a Ricardo de San Víctor piensa
que no es fácil obtener el equilibrio entre ambas, pero rechaza claramente la legitimidad
cristiana de un "ser sin pasiones" porque Jesucristo nunca predicó la "impasibilidad" ni la
poseyó; incluso en una visión le dice a Trutta: "Yo mismo, mientras viví en la tierra,
experimenté el ardor de las pasiones, en esto Gertrudis se me parece”. R Doyère dice que
«el problema de las pasiones no le interesa tanto bajo su aspecto de moral ascética como
en correlación con la vida mística: la vida de las pasiones, en vez de turbar la vida de
unión, debe servirla y enriquecerla». (Tema que encontramos siglos después en otro gran
místico español san Juan de la Cruz)
Para Trutta es muy importante no separar, aislar, la ascesis de la mística, incluso llega a
considerar la ascesis como una forma de unión, cuando la justifica como participación en
la misma ascesis de Cristo. La ascesis solo tiene sentido si conduce a la plenitud del
«Amor-Ternura».
Esta visión tenía que poner necesariamente en conflicto a los cistercien-ses con la
escolástica- que iría más en la otra línea-, sin que ni en unos ni en otros exista una línea
claramente delimitada.
Por otra parte, la conciencia de su finitud e imperfección se le hace muy patente, ante la
Luz sin sombras que es la Gracia que Dios derrama en ella, resultando un movimiento
natural de vergüenza, dolor y sentimiento de indignidad e inmerecimiento. Ante esto, Dios
le demanda que se centre en su «Ternura» y no en ella, en un movimiento de salir de sí
misma y poner su mirada en el Otro:
Lo infinito "absorbe" a lo finito y sólo queda Dios que es «Todo en todos» (Col 5,28).
Y para acabar avisaros de la publicación de dos libros de Santa Gertrudis. Se trata de dos
tomos con las obras de la santa. Podéis haceros con ellos encargando en vuestras librerías
los números 41 y 42 de la colección de la BIBLIOTECA CISTERCIENSE, editados por la
Editorial Gertrudis_2MonteCarmelo.g