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FIEL EN LO POCO Y EN LO MUCHO

(Lucas 16:10, 11)

INTRODUCCIÓN: esta plática está basada en la parábola más extraordinaria

que usó el Salvador. La del mayordomo infiel que estafó a su amo y aun

recibió alabanza (irónica) de parte de éste. Tiene su explicación, empero, de

la propia situación de los esclavos en tiempos de Jesús. En el Antiguo

Testamento y en los tiempos de la esclavitud moderna los esclavos solían

estar juntos en algún barracón del amo. Pero en la época romana en Palestina

solían vivir separados en familias, trabajando por un sueldo muy miserable

debido a su condición de esclavos que les llevaba a tener que endeudarse

muchas veces con sus amos. Esto es lo que nos demuestra el v. 4 junto con

otros casos de siervos endeudados (véase Mt. 18:23–35). Se ha considerado

que el esclavo estafador con su treta se había limitado a recobrar del amo lo

que este tacaño le había defraudado y que la frase «alabó el señor» (hay que

notar que la palabra Señor «kurios» en letra pequeña denota al propio amo,

no al Señor Jesucristo) es una expresión irónica como cuando nosotros

decimos de uno que nos ha estafado: «¡Mira el gran pícaro! ¡Qué bien lo ha

hecho!» Una ironía quizá bastante amarga. La extraña parábola concluye con

un provechoso comentario de parte del mismo Señor, que es lo que nos

conviene estudiar …

1. La valoración inversa que, Jesucristo hace entre los bienes terrenales y los

celestiales: nos convenía que Él usara esta frase, porque mientras estamos en

este mundo siempre vemos las cosas al revés de como son a causa de la

distancia a que se hallan de nuestra vista. Un dólar de plata puesto a una

distancia de tres metros cubrirá tan sólo una casa, pero si lo acercamos a un

palmo de nuestro ojo nos parecerá que cubre toda una ciudad. Es solamente

quien contempla un paisaje desde la cima de un monte quien puede apreciar

el verdadero tamaño de las cosas. Jesús ve las cosas desde el lejano monte de

la eternidad y lo ve todo en su justo valor. ¿No es verdad que mirando abajo

al mundo que nos rodea tan lejos de Dios somos tentados a veces a exclamar:

«Ya puede estar contento el Señor que le tengo en cuenta, le amo y le sirvo»?
E incluso podemos oír la voz del diablo, decimos: «¡Cuidado que no te

fanatices demasiado y pierdas una parte de esta vida!» No, no lo decimos …

Ninguno de nosotros lo diría con nuestros labios, pero alguna vez somos

tentados a decirlo en nuestro corazón.

2. La visión exacta del más allá: los que hemos tenido la experiencia de una

guerra, podemos damos cuenta del valor de las cosas. Antes podíamos

adquirir una gran casa por unos pocos pesos, pero hoy por no haber sido

suficientemente astutos nos encontramos con que lo que antes podíamos

adquirir tan fácil ahora cuesta cien veces más, y esto es lo que nos revela el

Señor Jesucristo valiéndose del ejemplo del astuto mayordomo. ¿Qué es lo

poco? Todo lo de esta vida, que por su brevedad merece este calificativo. El

afán de vida que sentimos los viejos—me refiero sobre todo a los creyentes

fieles—es un afán de vida para glorificar a Dios, servirle mejor que como

pudimos hacerlo en los años de nuestra juventud, que nos parecían entonces

tan largos, y hoy nos parecen tan cortos. Así estaréis todos cuando hayáis

traspasado los límites de los setenta y estéis cercanos a dar el paso definitivo

a la vida verdadera. La vida aquí es sólo una escuela de primer grado, porque

aquí aprendemos a conocer y amar al Señor, pero la vida venidera es una

universidad de tipo muy superior.

3. La versión apostólica de la palabra fiel:

a) El que merece la confianza del Señor. En 1 Ti. 1:12 Pablo dice: «Doy

gracias a Dios que me tuvo por fiel poniéndome en el ministerio». Dios vio

que podía fiarse de Saulo de Tarso aun antes de convertido, pues en su

Omnisciencia comprendía que cuando se abrieran sus ojos a la fe cristiana, el

mismo celo y el mismo entusiasmo que había desplegado en favor de la

religión judía, los emplearía para extender el Evangelio.

b) Fiel significa además bien conocedor de la doctrina: en este sentido es

usada la palabra por Pablo cuando exhorta a que extienda el círculo de

predicadores (2 Ti. 2:2). La fidelidad al Señor implica celo misionero.

c) Significa asimismo ser honrado y escrupuloso: dirigiéndose a creyentes de

humilde condición, dice Pablo: «Exhorta a los esclavos a que no defrauden,


que sean fieles en todo para que la doctrina no sea vituperada» (anécdota del

autor: escrúpulos de mi padre D. Luis, que compensaba a su amo millonario

por los pedacitos de lápiz que me prestaba y yo olvidaba o extraviaba,

adquiriendo de su bolsillo sellos de correo y usándolos en favor de la

empresa).

d) Fiel significa celoso en el cuidado de otras almas: no sólo en lo que se

refiere a la propagación del Evangelio, sino en el cuidado de aquellas

personas que Dios ha puesto bajo nuestra responsabilidad. Esto lo hallamos

varias veces en las epístolas de Pablo a Timoteo y Tito.

CONCLUSIÓN: seamos lo suficientemente ardientes en Espíritu para que

Dios pueda tener una alta opinión de nosotros si un día queremos oír de sus

labios las benditas palabras: «Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido

fiel …». Pues todo lo de este mundo es bien poco según la valoración exacta

que el Señor hace de las cosas presentes comparadas con las eternas.

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