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Este documento describe la estructura física, demográfica y urbana de Europa. Geográficamente, Europa se compone de cuatro unidades principales: las tierras altas del noroeste, la gran llanura europea, las tierras altas centrales y la región alpina. La mayor parte de Europa tiene un clima templado influenciado por el océano, aunque el sur tiene un clima mediterráneo más seco. Actualmente, la población europea está envejeciendo y creciendo lentamente, lo que genera desafíos para el mercado lab
Este documento describe la estructura física, demográfica y urbana de Europa. Geográficamente, Europa se compone de cuatro unidades principales: las tierras altas del noroeste, la gran llanura europea, las tierras altas centrales y la región alpina. La mayor parte de Europa tiene un clima templado influenciado por el océano, aunque el sur tiene un clima mediterráneo más seco. Actualmente, la población europea está envejeciendo y creciendo lentamente, lo que genera desafíos para el mercado lab
Este documento describe la estructura física, demográfica y urbana de Europa. Geográficamente, Europa se compone de cuatro unidades principales: las tierras altas del noroeste, la gran llanura europea, las tierras altas centrales y la región alpina. La mayor parte de Europa tiene un clima templado influenciado por el océano, aunque el sur tiene un clima mediterráneo más seco. Actualmente, la población europea está envejeciendo y creciendo lentamente, lo que genera desafíos para el mercado lab
Y ECONÓMICOS 1. INTRODUCCIÓN Europa se configura geográficamente como la península occidental perteneciente a la gran masa euroasiática, cuya individualización radica en sus valores físicos y culturales, en su variedad geográfica y en la abundancia de recursos, rasgos que la han convertido en la cuna cultural del mundo. El viejo continente esta delimitado por el Mediterráneo, el área de contacto con otras culturas, la cordillera de los Urales, el aislante del mundo asiático, y el océano Atlántico, que ha volcado las actividades en dirección al mar. La inexistencia de grandes barreras montañosas permite la penetración hacia el interior de las masas de aire cargadas de humedad, una causa de la rápida y efectiva ocupación del espacio y del progreso alcanzado, que permitirá la difusión de la civilización y, más tarde, de la Revolución Industrial y el modelo capitalista. Europa perdió esta privilegiada situación tras el desastre que supusieron las dos guerras mundiales, y tras la segunda quedaría dividida en dos bloques enfrentados con orientaciones ideológicas opuestas. Superadas ya las consecuencias de esa división. Europa comenzó un proceso de despegue económico y político con la agrupación de los países democráticos, seguido de la posterior absorción del sector mediterráneo y acabando con la incorporación del oriente continental, que le confirma como una agrupación regional hegemónica. Ha sido un largo camino, salpicado de avances propios y de otros supeditados a los apoyos externos, pero también de estancamientos y frenos, impuestos por los particularismos políticos internos. Con todo, actualmente aparecen dos sectores diferenciados en Europa: el occidental, uno de los puntos de referencia de desarrollo mundial, y el oriental, desfasado, con unas estructuras generales de funcionamiento en fase de adaptación para su incorporación a la dinámica occidental. 2. ESTRUCTURA CONTINENTAL (MORFOLOGÍA Y CLIMA) El conjunto europeo abarca 1/14 de las tierras emergidas, una extensión que le convierte en el continente más reducido después del australiano. Se presenta con una configuración de pequeñas unidades morfoestructurales que le proporcionan una forma triangular, con penínsulas, archipiélagos y una amplia fachada marítima. Desde una perspectiva estructural consta de cuatro unidades: Tierras altas del noroeste, o cordilleras atlánticas, extendidas desde el escudo báltico hasta las Islas Británicas y la Bretaña francesa. Es un sector integrado por fragmentos de una cordillera paleozoica, fracturada por movimientos posteriores y muy afectada por los agentes erosivos, fundamentalmente la acción de los hielos. Todo ello ha dado lugar a unos suelos pocos rentables, unos paisajes recortados y la difusión de áreas pantanosas. Las costas escarpadas y los fiordos proporcionan, sin embargo, abundantes recursos pesqueros, de ahí que las sociedades nórdicas hayan visto volcada su actividad hacia el océano. Gran planicie europea, extendida desde los Urales hasta Gibraltar, y solo tajada por los Pirineos. Se trata de tierras onduladas con espesas capas sedimentarias (fruto del deshielo) que han permitido un desarrollo agrario muy notable, gracias a la presencia de climas templados. Además, se trata de una región dotada de gran cantidad de recursos subterráneos, donde abunda el huelo y el carbón. Además, los ríos mas importantes, que fluyen hacia el norte, han proporcionada unas excelentes vias de comunicación. Tierras altas centrales. Desde el interior de la gran planicie hasta el sur aparecen unos territorios de características apalachenses, con formas suaves, e integrado por las cordilleras checas y eslovacas, el macizo de Bohemia y su prolongación hasta las Ardenas y el Macizo Central francés. Son terrenos menos productivas, dedicadas fundamentalmente a la ganadería, si bien encierran notables recursos en el subsuelo. Región alpina, que se extiende desde el sur de la Península Ibérica hasta los confines surorientales del continente, con espacios abruptos resultado de los últimos plegamientos. Las cordilleras nuevas son resultado del empuje de la placa africana sobre la euroasiática, que ejerció el efecto de tope. La altitud de estas unidades montañosas genera una región afectada también por la erosión glaciar. Lo escabroso del terreno explica que haya predominado la ganadería, mientras la industria aparece ligada a las llanuras costeras o interiores. Por latitud, la mayor parte del continente está enclavado en la zona templada, elemento que se ve reforzado por un influjo marítimo que suaviza las temperaturas y hace regulares las precipitaciones. Los Alpes conforman una frontera climática: hacia el norte el clima es marítimo, templado y húmedo; y al sur, subtropical y seco. Los tipos climáticos son: Marítimo, moderado y húmedo por las masas de aire de procedencia atlántica (Corriente del Atlántico Norte), que aportan al occidente unos inviernos y veranos húmedos. Pero las abundantes precipitaciones y la modifica oscilación termina se irán alteraron cuando las masas de aire frio, en su prolongado contacto con el suelo, se van enfriando, lo que provoca fueres contrastes estacionales en el interior (continentalidad). Así, en el norte interior aparece un bosque boreal de coníferas, degradado hasta el sur hasta alumbrar la estepa de gramíneas, hoy totalmente transformada por la agricultura. Subtropical, con verano seco y caluroso e inviernos moderados en su temperatura y precipitaciones. Se trata del dominio del clima mediterráneo, definido por la fuerte radiación solar de baja latitud. El resultado es un ritmo de sequedad-humedad reflejado en la vegetación, muy resistente a la evaporación, que posibilita una amplia gama de cultivos y una alta disponibilidad de días de sol. La escasa repercusión de la tectónica alpina sobre los antiguos macizos y las cordilleras sedimentariaas ha permitido la configuración de cuencas muy evolucionadas y de gran extensión (Volga, Danubio…), mientras al sur la situación es inversa. Al norte el régimen de lluvias se traduce en ríos caudalosos y regulares, rasgos que se van perdiendo hacia oriente; mientras que en la vertiente mediterránea los ríos son mas cortos, con mayores pendientes, e irregulares, circunstancias que han limitado su aprovechamiento. 3. TRAMA DEMOGRÁFICA Y URBANA En la época romana las mas altas densidades de población se situaban al sur, donde se desarrollaron las economías mas florecientes. A esta se le sucedería una etapa de fuerte recesión hasta el siglo X, seguida por otra de altas perdidas (peste bubónica, Guerra de los Cien Años, Guerra de los Treinta Años…). Ya en el siglo XVIII se consiguió igualar las tasas de natalidad y mortalidad, con incidencia de la Revolución Industrial, que propiciaría que la concentración de población en la zona noroeste y, en consecuencia, su consolidación como centro socioeconómico continental. Actualmente Alemania es la potencia demográfica y, haciendo exclusión ya del Reino Unido, hay varios países que superan o se acercan a los cincuenta millones de habitantes (Francia, Italia, España y Polonia). Europa alumbra, así, una de las áreas más pobladas del mundo. La densidad más elevada, superior a los 170 hab/km2 aparece en los Países Bajos, Bélgica y Alemania. El contraste aparece en las áreas de montaña y en los ámbitos subárticos, donde no se alcanzan los 20 hab/km2, debido a la rigurosidad climática y la topografía. Sin embargo, la población europea está pasando por un momento de crecimiento muy bajo. La mejora de las condiciones de vida ha permitido la reducción de las tasas de natalidad, mientras que los adelantos científicos han permitido controlar las causas de mortalidad. Como consecuencia, sobre la población europea pende un alto índice de envejecimiento que se ha transformado, a su vez, en causa del aumento de mortalidad, debido a la mayor cantidad de ancianos. La longevidad conseguida (75 años en el caso de los hombres y 80 en el de las mujeres) contrasta con la dinámica de crecimiento negativo, significativa en Europa central y oriental. Como resultado, las pirámides de edades aparecen comprimidas en la base y ampliadas en la cúspide, hechos de los que derivan tres consecuencias inmediatas: el mercado de trabajo se ve privado de mano de obra potencial, las tasas de dependencia suben y la inmigración extracontinental pasa a ser una necesidad. En la actualidad los grandes movimientos migratorios proceden de África y Asia, con llegadas que comenzaron a ser importante a principios de los 50 y se intensificaron hasta la primera crisis económica. Hoy la corriente migratoria se recupera, tanto que el flujo neto de entrada en la UE se ha incrementado de forma imparable hasta superar el millón anual. Alemania, España e Italia son los países que más número de inmigrantes acogen al año. El desarrollo urbano europeo ha sido desigual, con las primeras grandes aglomeraciones en torno al Mediterráneo, con fundamento en la cultura urbana del imperio romano. En la Edad Media las ciudades romanas, como Paris, pasaron a puntos de referencia continental, mientras Roma mantuvo su nivel. A partir del siglo XVI el dinamismo urbano se vio impulsado por el comercio internacional, con buenos ejemplos de auge portuario en Londres y Rotterdam. En el siglo XIX el crecimiento fue espectacular en Paris, Londres y varias ciudades alemanas debido a la rápida industrialización. El devenir de las guerras mundiales devastó las ciudades europeas, si bien pronto experimentaron una recuperación y expansión a costa de urbes cercanas mas pequeñas. Hoy tres cuartas partes de la población europea es urbana, una expansión que debe su origen en las corrientes migratorias del campo atraídas por la oferta de trabajo en las ciudades como consecuencia de la industrialización. Ambos hechos, sobrepuestos a la evolución histórica, han dado lugar a unas ciudades estructuradas alrededor de su centro histórico y a una lenta desaparición de las actividades industriales del interior, trasladadas hacia los polígonos industriales. A escala regional la mayor concentración de grandes unidades urbanas corresponde al cuadrilátero compuesto por Londres, la cuenca del Ruhr, la del Rin y París. En segundo lugar encontraríamos el resto del territorio alemán, junto a Dinamarca. Luego, el eje mediterráneo, que abarca el arco desde Barcelona hasta Roma, si bien en el interior de ambos países encontramos disparidades. Por último, la Europa oriental, donde las ciudades no alcanzan la extensión de los núcleos urbanos noroccidentales. 4. LA ECONOMÍA EUROPEA 4.1. AGRICULTURA Hasta el siglo XVIII la actividad económica dominante en Europa era la agricultura, pero la Revolución Industrial conllevo la emigración de contingentes agrarios hacia las ciudades. Ello no impidió la introducción de modificaciones favorables, pues con el tiempo se amplio la superficie de cultivos, se redujo la extensión del barbecho y la productividad aumentó notablemente, si bien las sucesivas transmisiones hereditarias redujeron el tamaño de las propiedades. Como resultado de la imposición de sistemas proteccionistas y de las propias condiciones naturales aparecen paisajes distintos en Europa: en la costa el bocage, o campos cerrados; en las llanuras el openfield, campos abiertos de disposición alargada especializados en la producción cerealista y ganadera; y el policultivo, propio de la región mediterránea y basado en la compaginación entre regadío y secano, fundamentalmente el cultivo de cereal, vid y olivo. Así, distinguimos tres áreas agropecuarias: Norte, especializada en el pastoreo y la ganadería, debido a las rigurosas condiciones climáticas. Es en esta zona donde se extiende el llamado cinturón lácteo continental. Centro, cerealista y ganadero. Esa doble orientación ofrece dos tipos de paisajes agrarios: el openfield, ligado a la actividad mixta ganadera-cereal con hábitat concentrado, y el bocage, con hábitat disperso y dedicado al cultivo de hortalizas y a la ganadería. Mediterráneo, con notable diversidad derivada de la complejidad cultural y la complementación de secano y regadío. Aquí los pastos se reducen a la montaña y rastrojeras, ámbitos distantes que explican la tradicional importancia de la ganadería trashumante. Con la industrialización los sistemas de cultivo empezaron a evolucionar hacia una agricultura industrializada. Pese a algunas pervivencias, la evolución hacia una agricultura de mercado ha sido general en todos los países europeos. Este paso ha sido posible gracias a una progresiva capitalización de la explotaciones, con una mejora en las técnicas de cultivo (motorización, mecanización, productos químicos, expansión del regadío, selección de semillas...). A pesar de estas innovaciones la agricultura europea presenta una serie de deficiencias. Por una parte, las estructuras agrarias heredadas, caracterizadas por la enorme presencia de minifundios, son poco rentables en relación con las explotaciones americanas y las grandes propiedades colectivas. La desigual participación de la agricultura en el PIB nacional de los diferentes países supone otro problema. Así, países como Grecia, Portugal o Polonia aun presentan una participación alta de la actividad agrícola en relación con otros países de Europa occidental ,como Alemania, Reino Unido o Francia. Estas diferencias llevaron a la creación de la PAC (Política Agraria Común), que estableció como principales objetivos: elevar la productividad agraria interna; garantizar un nivel de vida equitativo a la población agraria; estabilizar el mercado, evitando los productos excedentes y produciendo los deficitarios; garantizar la seguridad de los abastecimientos; asegurar unos precios razonables; y acortar las disparidades regionales modernizando las agriculturas mas desfasadas. Si bien esta política funcionó durante varias décadas, a partir de la década de los 80 la transferencia de los excedentes a otros mercados empezó a dificultarse, lo que obligo a elevar las subvenciones generales de almacenamiento, transformación o abandono de actividad. Así, se ha creado en Europa una agricultura intensiva que rentabiliza a los grandes propietarios y cooperativas, pero no ha consumado la gran revolución que pretendía para los pequeños agricultores ni para la Europa pobre, dando lugar, en contraste, a una fuerte demanda de productos importados. En noviembre de 2010 la Comisión presentó su comunicación “La PAC hacia 2020” con la que se daba inicio a un nuevo proceso de reforma que concluiría con el Acuerdo Político alcanzado en junio de 2013. Esta nueva reforma tiene, entre sus principales objetivos, lograr una mejor orientación de las ayudas a los agricultores activos junto con un papel más preponderante de los aspectos medioambientales, mediante un pago específico ligado a ellos, el conocido “greening” logrando así, una PAC más sostenible. 4.2. LA INDUSTRIA Con una participación que se sitúa en torno a un 30% de la población activa y del PIB, el sector industrial continua siendo un sector económico fundamental en los países europeos. Esta actividad industrial tiende a concentrarse en determinadas áreas, favoreciendo con ello la aparición de desequilibrios territoriales. La zona de mayor densidad industrial, en torno al Canal de la Mancha en un área cuyos vértices son Birmingham-París-Frankfurt-Dortmund-Róterdam. A partir de aquí, las áreas industriales se prolongan hacia el sur siguiendo el valle del Rhin hasta el valle del Po y hacia el este, hasta la alta Silesia. Envolviendo esta área industrial aparecen otra serie de espacios industriales dispersos. Estos contrastes se basan en una serie de factores que han ido cambiando con el tiempo. Si en la etapa de la Revolución Industrial se impuso la concentración de las industrias, a partir del siglo XX, coincidiendo con la mejora de los transportes y el desarrollo de fuentes energéticas más fácilmente transportables, se produjo un cambio de localización. En un principio las industrias tendieron a localizarse cerca de las grandes aglomeraciones urbanas, por las ventajas que esta situación ofrecía, a saber: proximidad a los centros de decisión financiera o política, existencia de un mercado laboral amplio y cualificado, fácil acceso a las innovaciones, etc. Desde los años 70 la profunda reestructuración del sistema productivo asociada a la revolución tecnológica ha supuesto un descenso del empleo industrial en la mayoría de países, así como unas nuevas tendencias en la localización de espacios industriales, que han sido trasladados desde los núcleos urbanos hacia la periferia. Aparecen así cuatro grandes áreas industriales: Extractivas, vinculadas a las grandes cuencas huyeras septentrionales (Sajonia, Bohemia, Silesia). Portuarias, en Europa occidental, al amparo de la importación de crudos (Rotterdam, Amberes, Londres…). Dispersas, orientadas a la tecnología avanzada. Su dinámica actual las transforma en la alternativa a los grandes focos industriales precedentes. Urbanas, al amparo de la fuerte demanda de las grandes ciudades, con actividades de bienes de consumo fiables. Mientras las regiones extractivas están en decadencia, actualmente se refuerzan los núcleos industriales articulados sobre ejes de comunicación, ya que las nuevas actividades se localizan cerca de las industrias ligadas al sector cuaternario (informática, finanzas, etc.). Respecto a la política industrial, hoy se tiende a la liberalización de los mercados, estableciendo tres objetivos: acelerar la adaptación de la industria a los cambios estructurales; fomentar un entorno favorable a las empresas y a la cooperación entre estas; y favorecer un mejor aprovechamiento de las políticas de innovación, investigación y desarrollo tecnológico. 4.3. EL SECTOR SERVICIOS Los servicios son los hechos que mejor definen a la Europa más desarrollada. Hablamos así de una terciarización de la economía europea, plasmada en dos tercios de activos en el sector y una aportación equivalente al PIB. Resaltan cuatro grandes tipos de actividades terciarias: de distribución (transportes y comercio); de producción (servicios financieros, seguros…); de consumo (comercio minorista, hostelería y restauración, ocio…); y servicios colectivos (sanidad y educación). Se trata de actividades heterogéneas y básicamente urbanas, que marcan su localización. Entre todas las actividades terciarias destacan los transportes y el comercio. En la UE se segunda red de carreteras mas completa del mundo, y con la tercera de navegación fluvial y ferrocarril. La navegación marítima dispone de una larga tradición, reflejada en el primer puesto que ocupa la flota comunitaria europea, que convierte a Europa en el centro comercial mundial de este tráfico. Por otro lado, la cantidad y el nivel de los aeropuertos europeos solo pueden equiparse con los estadounidenses. La infraestructura de transporte es vital para la UE, pues aparece imbricada con la urbana. De ahí que la pretensión se haya centrado en adecuar la intercomunicabilidad y las redes a través de planes económicos. Sin embargo, la periferia se ha visto menos beneficiada. En estas regiones los desembolsos han sido menos elevados de los que corresponde a la situación real de la demanda y el desfase- Por ello, las nuevas orientaciones de la política comunitaria se centran en programas como INTERREG, que desarrolla sistemas de transportes y comunicaciones destinados al sector mediterráneo y oriental. Actualmente el mayor desarrollo se está dando en las redes de telecomunicación, desde la tecnología digital y con el proceso de liberalización del sector. En cuanto al comercio, la UE se sitúa como una de las tres potencias comerciales del mundo (junto a EEUU y Japón), con más del 40% de las exportaciones de mercancías y algo menos de las importaciones mundiales, pero con una clara asimetría entre los sectores geográficos occidental y oriental. Las importaciones están dominadas por los productos alimentarios, energéticos y materias primas, mientras en las exportaciones dominan los productos químicos y farmacéuticos, maquinaria y equipos de transporte, además de servicios y transferencias de capital. Las potencias comerciales son Alemania, Países Bajos, Francia e Italia. En otros servicios resaltan los financieros y bancarios. Afectados por los cambios en la estructura de los bancos centrales tras la unión monetaria, la creación del Banco Central Europeo (BCE) y el proceso de concentración bancaria, que ha permitido el incremento de la competitividad de los bancos y las megafusiones internacionales. Se trata de un proceso no exento de costes, con el cierre de multitud de instituciones bancarias y la perdida de puestos de trabajo. Por su parte, las bolsas y el mercado de valores han pasado a mercado único, con una Bolsa paneuropea. 5.CONCLUSIÓN. EUROPA ENTRE LA INTEGRACIÓN Y LA DESINTEGRACION. Hasta el estallido de la II Guerra Mundial, Europa mantenía unas estructuras espaciales acordes con la lógica del capitalismo industrial, en donde a la propiedad privada de los medios de producción se sumaba el sistema de competencia en el mercado como regulador básico de la vida económica. Los contrastes entre países y regiones según su nivel de desarrollo industrial no rompían la homogeneidad existente desde este punto de vista. El término del conflicto bélico trajo consigo la emergencia de dos superpotencias político, militar y económica (EEUU y URRS) que forzaron la división de Europa en áreas dependientes de cada una de ellas, con sistemas políticos y económicos enfrentados. En la Europa del este se implantó un modelo de planificación centralizada, esto se tradujo en una rápida socialización de los medios de producción, con la nacionalización de sectores junto con la colectivización de la propiedad de la tierra. Respecto a Europa occidental, se llevó a cabo un proceso de integración económica, cuyos precedentes se remontan a las uniones aduaneras entre países, y que culminó en 1957 con fundación de la Comunidad Económica Europea (C.E.E.) en la firma del Tratado de Roma , por parte de 6 países, antecedente inmediato de la UE, integrada ya por 28 países. Desde el primer momento el objetivo básico de la C.E.E. fue la formación de una entidad supranacional en el plano económica y político. El proceso conoció un cambio cualitativo a partir de los 90, coincidiendo con la desintegración de los regímenes del este. Y a partir de estos momentos se plantearon como objetivo su inserción en esta entidad europea. Coincidiendo con el impulso que ha recibido la UE durante los últimos años, es de destacar la aparición de una tendencia contradictoria: el rebote de ciertos nacionalismos étnicos que parecen operar el sentido contrario. A pesar de ello, por fin, el este y el oeste, separadas durante casi medio siglo por el telón de acero, se han reencontrado en esta ampliación de la Unión Europea. Bibliografía. Méndez y Molinero; Espacios y Sociedades: Introducción a la geografía regional de mundo; Barcelona, Ariel, geografía, 2002.