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Ricardo A.

Alejandro M· Ghigliam.
Ricardo V. Guarinom
121
Got44

Introducción al conocimiento científico /Ricardo


Guibourg".[et al.].- 3º ed. 4º reimp.- Buenos Aires:
l
Eudeba, 2004.
216 p.; 24x17 cm.- (Manuales) \

ÍNDICE GENERAL
l. Título- 1. Epistemología
CDD 121.072

Advertencia ........................................................ 11
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

CAPÍTULO l. Lenguaje 17
\j) l. l. ¡Queme
, d'Ice ................................................
' . 17
(.) 1.1.1. Clases de lenguajes ................................... . 20
Eudeba Lenguaj.e ................................... . 20
Universidad de Buenos Aires , LenguaJe artificial .................................. . 21
1) Lenguaje técnico ................................. . 21
2) Lenguaje formal ................................. . 22
3ª edición: agosto de 1998 1.2. Semiot1ca
. , . .................................................. . 23
3ª edición, 4ª reimpresión: marzo de 2004 1.2.1. Lingüística .......................................... . 23
1.2.2. Lengua y habla. Sincronía y diacronía ................... . 24
a) La lengua ......................................... . 24
© 1998 b) El habla ........................................... . 24
Editorial Universitaria de Buenos Aires 1.2.3. Niveles de lenguaje .............................. ,..... . 26
Sociedad de Economía Mixta 1.2.3.1. Los niveles del lenguaje normativo ............. . 28
Av. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos Aires a) Metalenguaje prescriptivo .................. . 28
Tel.: 4383-8025 1 Fax: 4383-2202 b) Metalenguaje descriptivo ................... . 28
www.eudeba.com.ar . . 1.2.3.2. Los niveles del lenguaje como escalera hacia el vacío . 29
1.3. Sintaxis ............................ , ....................... . 30
Diseño de tapa: Eudeba a) Un conjunto de signos primitivos ............................ . 31
b) Un grupo de reglas de formación ............................. . 32
ISBN 950-23-0816-6 e) Un grupo de reglas de derivación ............................ . 32
Impreso en la Argentina 1.4. Semántica ................................................... . 33
Hecho el depósito que establece la ley 1·1.723
1.4.1. La fuente del significado ............................... . 34
1.4.2. Identificación y significado ............................ . 35
1.4.3. Concepto y clasificación ............................... . 38
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su
LA FOJOCOI'IA
MATA Al. LlllRO almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión en
1.4.4. Denotación y designación .............................. . 40
Y ES UN DELITO
1.4.4.1. Universales y otras intoxicaciones .............. . 43
OJJ' cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, mecánico,
fotocopias u otros métodos, s n el permiso previo del editor.
1.4.5. Características definitorias .............................. 45

7
1.4.6.v·aguedad .......................................... . 47 e) No podría explicarlo, pero es algo que siento dentro de mí con la
1.4.7.Ambigüedad .......................................... . 49 fuerza de una certidumbre ................................. . 102
¿Entonces? ............................. ; ............ · 51 f) Mire, es cuestión de fe; y yo tengo fe ........................ . 104
1.4.8.
Definición ........................................... . 53 2. 7. Modalidades de la verdad ................................... . 105
1.4.9.
1.4.9.1. Definiciones ostensivas y definiciones verbales ... . 55 2.7.1. El plano técnico ................................... . 108
1.4.9.2. Definiciones denotativas y definiciones intensiona- 2.7.2. El plano empírico .................................. . 109
les ......... ; .. · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 57 2. 7 .3. El plano lógico ................................... .. 111
1.4.9.3. Definiciones informativas y definiciones estipulati- 2. 7 .4. Relaciones entre los distintos planos ................. . 113
vas ........................ · · ... · · · · · · · · · · · · · 60 2. 7 .5. Relaciones entre la verdad y sus modalidades ......... . 115
1.4.10. Oraciones, proposiciones y estados de cosas ............. . 63 2.8. Conocimiento necesario y conocimiento empírico ............... . 115
1.5. Pragmática ........................................... · · · · · · · 65 2.9. Proposiciones analíticas y proposiciones sintéticas ............. . 118
1.5.1. Para qué sirve el lenguaje, y cómo se lo usa ............. . 66 2.9.1. El concepto de analiticidad ......................... . 120
a) Función descriptiva ................................ . 67 a) La definición kantiana ........................... . 120
b) Función directiva .................................. . 68 b) La negación de la autocontradicción ............... . 121
e) Función expresiva ................................. . 69 e) La verdad necesaria ............................. . 122
d) Función operativa ................................. . 70 d) Bases para una definición útil ..................... . 123
e) Los usos mixtos ................................... . 71 2.9.2. La analiticidad implícita ............................ . 123
1.5.2. Efectos emotivos dellenguaje ......................... . 73 2.9.3. Objeciones a la distinción analítico- sintético .......... . 126
1.5.3. Definición persuasiva ................................ . 76 2.9.3.1. Analiticidad para todo el mundo ............ . 126
1.5.4. Función ideológica del lenguaje ....................... · 78 2.9.3.2. ¿Juicios analíticos? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Para
., ?
qu1en ..................................... . 127
2.9.3.3. Quine y la endiablada sinonimia .............. . 128
CAPÍTULO 2. Conocimiento . ....................................... . 81 2.10. Analítico -sintético versus necesario- contingente .............. . 130
2.10.1. Una crítica destructiva .............................. . 134
2.1. Hay saberes y saberes ........ '............................... . 81
2.1.1. Conocimiento directo ................................ . 82
CAPíTULO 3. La ciencia ............................................ 137
2.1.2. Habilidad .......................................... . 82
2.1.3. Saber proposicional .................................. . 83 3.1. El conocimiento científico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
2.2. Pero ¿es que hay algo que pueda saberse? ........................ . 83 3.1.1. Conocimiento general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
2.3. ¿La realidad es la única verdad? ............................... . 86 3.1.2. Conocimiento social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
2.3.1. Teoría de la correspondencia, o chocolate por la noticia ... . 88 3.1.3. Conocimiento legal ......................... ·......... 142
2.3.2. Teoría de la coherencia, o la bienvenida al club .......... . 89 3.2. Concepto y características de la ciencia......................... 144
2.3.3. Teoría pragmática, o ande yo caliente y ríase la gente ..... . 91 3.2.1. La precisión de la ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
2.3.4 ¿Todo es igual? ¿Nada es mejor? ........................ . 93 3.2.2. La actividad metódica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
2.4. Saber y creer .................................... · .. · · · · · · · · · 94 3.3. Ciencia formal y ciencia empírica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
2.5. Pero ¿cómo sabemos? ..................... ; .................. . 95 3.4. Vaguedad, prestigio y evolución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
99 3.5. Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
2.6. Fuentes del conocimiento .................................... .
a) Lo he visto .......................................... · · . · · · ·
b) No lo he visto, pero estuve en situaciones semejantes, y en todas
99 / 3.5.1. La metodología y el origen del método..................
3.5.2. Método y realidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
155
157
ellas ocurrió lo que afirmo ............ ..................... . 99 3.6. Método deductivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
e) Es el resultado de mis cálculo$, y puedo demostrarlo ........... . 100 3.6.1. ¡No por favor! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
d) Me lo dijeron (o lo leí) ..................................... .. 100 3.6.2. Pero, ¿es útil el método deductivo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162

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8
3. 7. Método inductivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
3.7.1. Decir más de lo que se debe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
3.7.2. Si nos pincháis, ¿no sangramos? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
3. 7.3. Otras "inducciones" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
a) Inducción matemática . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
b) Inducción completa o perfecta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170
e) Inducción intuitiva .............. . . . . . . . . . . . . . . . . . 170
3. 7 .4. La feliz monotonía del universo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170
3. 7 .5. ¿Ars inveniendi? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
3.8. La tarea del científico empírico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174
3.9. Evolución de los paradigmas o historia de la ciencia . . . . . . . . . . . . . . 176 ADVERTENCIA
3.9.1. Todo tiempo pasado, ¿fue mejor? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176
3.9.1.1. Los orígenes del conocimiento científico . . . . . . . . . 178
3.9.1.2. El florecimiento de la ciencia................... 180 Este libro no fue originalmente proyectado como una unidad completa ni
3.9.1.3. La ciencia congelada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
3.9.1.4. La revolución empírica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . 185 redactado oomo una introducción genérica a la epistemología. Ha llegado a su
3.9.1.5. Todo es relativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 forma actual luego de vicisitudes que vale la pena señalar, porque ayudan a
3.9.2. ¿El castor o el cangrejo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 explicar sus características.
3.9.2.1. Los paradigmas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188 En 1981 concebimos el plan de una obra, destinada ante todo a los estu-
3.9.2.2. Las ciencias adelantan que es una barbaridad . . . . 191 diantes de derecho (y por extensión a los de otras ciencias sociales), que sirviese
3.10. La objetividad de la ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192 como introducción filosófica a los estudios sociales y, en especial, a la teoría ge-
neral del derecho. El plan preveía diez capítulos en los que, a partir del nivel
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 más elemental, se fuesen reconstruyendo los conceptos y teorías destinados a ese
fin, desde el análisis del lenguaje hasta la teoría general de sistemas y las bases
Índice alfabético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 teoréticas del conocimiento jurídico, con capítulos específicos dedicados a las
ciencias formales, a las ciencias empíricas y a las ciencias sociales.
En 1984, sin embargo, debimos hacer un replanteo provisional de aquel
proyecto. Los textos ya escritos se hicieron necesarios en las facultades de De-
recho de Buenos Aires, Belgrano y Morón, y decidimos darles una forma unita-
ria y publicarlos bajo el nombre de Introducción al Conocimiento Jurídico.
A fines del mismo año, a pedido de las autoridades universitarias, ini-
ciamos la revisión del libro: era preciso fundirlo en un tomo (había aparecido en
dos) y generalizar su contenido para integrar la bibliografía del. Ciclo .Básico
Común de la Universidad de Buenos Aires.
Se produjeron entonces algunos agregados (ampliación del tema de los uni-
versales, exposición acerca de la objetividad de la ciencia) y nurnerosas correc-
ciones de menor cuantía, a la vez que se eliminaron párrafos y referencias cuya
específica relación con la ciencia jurídica parecía desaconsejable en un texto
introductorio general. Quedaron, sin embargo, algunas menciones y algunos
argumentos referidos al Derecho: aquellos en los que, a nuestro juicio, el discur-
so y la argumentación jurídicos ofrecen buenos ejemplos de ciertas caracterís-

10 11
ticas del lenguaje o del método c?n:siderados. Si algu,na de_ estas
supervivencias, empero, resultare exceszva a JUtCt? del habra que zmpu-
tarla a la deformación profesional de la que nadte esta exento.
G.G.G.

Buenos Aires, enero de 1985.

INTRODUCCIÓN

El íntegro edificio de las ciencias hunde sus cimientos en un suelo har-


to sísmico, que aun en sus momentos de quietud tiene partes blandas y lo-
dosas. Este suelo es la epistemología, una parcela del vasto, brumoso y dis-
putado territorio de la filosofía. El hombre de ciencia investiga en pos de su
propio objeto, pero corre graves riesgos si no tiene en cuenta la problemáti-
ca que sirve de base a su estudio: entre ciencia y filosofía existe una cons-
tante realimentación recíproca, ya que el avance científico ayuda a clarifi-
car el fundamento filosófico, y una variación de éste, acaso pequeña, puede
abrir nuevos e insospechados rumbos a la investigación.
Aquel riesgo se agiganta cuando se trata de las ciencias sociales: la
evolución de éstas ha sido muy lenta a lo largo de la historia, porque el
hombre, demasiado comprometido como objeto último del estudio que
emprende, encuentra difícil tomar la distancia adecuada para examinarse
con imparcialidad. En este campo, pues, influyen con mayor fuerza las tor-
mentas desatadas en el campo de la filosofía. Las verdades de la ciencia son
siempre relativas, ya que se basan en presupuestos epistemológicos no de-
mostrados; pero algunas son más relativas que otras: los presupuestos de
"2 + 2 = 4" resultan bastante lejanos y no despiertan controversias coti-
dianas, en tanto que las proposiciones de .la sociología, 'por ejemplo, se
hallan muy cerca del vendaval filosófico. Lo que observa el investigador,
¿es la realidad o es su interpretación de la realidad? y esta interpretación,
¿en qué medida se halla. influida por los intereses del investigador, por su
historia personal y por. el grupo social al que pertenece? En estas· condi-
ciones, ¿qué perspectiva existe de lograr una aceptable objetividad ell' las
ciencias sociales? Y así el científico corre a cada instante el riesgo de desli-
zarse en el resbaladizo suelo de la epistemología, a menos que lo conozca y
haya escogido una parte que juzgue firme para asentar en ella sus investi-
gaciones.

12 13
¿Por dónde empezar, pues? Por donde empieza todo: por la filosofía. se en algo a las promesas preelectorales: requiere alguna
No por la filosofía del derecho, teoría general sobre una determinada activi- Indicacion sobre como llevarlo a cabo.
dad del hombre, que presupone cierto conocimiento, siquiera ingenuo, del . Nuestros primeros. pasos en tal sentido podrán parecer insólitos para
objeto de su estudio. El punto de partida es la filosofía a secas, el planteo de quien se a la filosofía el . .p.reconcepto tradicional. Ocurre que,
los problemas más generales que son comunes a todas las cienciasy la pre- antes de discutir problemas filosoficos, es preciso pulir la herramienta
gunta por algunos conceptos que se hallan en la base de nuestros más ni- con la. que examinaremos. Y esta herramienta no es otra que el lenguaje.
mios actos cotidianos. La PriJ?era de forma de hacer filosofía, deQ.ominada a me-
Lo que acaba de leerse parece una declaración de guerra, pero es una nudo fzto,so(Uf analztzca, consiste, pues, en el análisis de/lenguaje. Extraere-
propuesta de paz. Nuestra primera reacción ante la palabra ''filosofía'' es a mos de el uttles y acaso sorprendentes conclusiones, y con ellas podremos
menudo la de protegernos como de una amenaza. La filosofía se nos apare- acometer la fascinante aventura del conoa·miento así como la construcción
siempre renovada de la ciencia. '
ce tradicionalmente como un ámbito sombrío e inhóspito lleno de veri-
cuetos en ·los que argumentos y objeciones, todos ellos expresados en pa-
labras misteriosamente sugerentes, no se distinguen unos de otras. El Ser,
la Nada, el Ser-en Sí, el Otro, la mismidad, el espíritu absoluto, multitud de
vocablos que uno entiende (o no entiende) a su modo, nos acosan como
zumbantes tábanos y nos urgen a encontrar, en lo más recóndito de nuestra
mente, alguna chispa de imaginación que podamos tomar por una ilumina-
ción definitiva.
Muchos grandes,·filósofos de todos los tiempos han escrito de ese mo-
do, ya sea por una tendencia personal o bien porque buscan transmitir
ideas o emociones que el lenguaje no puede abarcar. Bien está que les tri-
butemos el homenaje de nuestro respeto, y aun el de nuestra admiración.
Pero· nosotros hemos de seguir un camino diferente. ·
La filosofía es un ejercicio constante, y todos hacemos filosofía aunque
no lo advirtamos. Empecemos, entonces, por el examen de lo cotidiano y
desde allí, poco a poco, hablando con sencillez, tratemos de examinar los
problemas filosóficos, que de ese modo irán perdiendo gran parte de su fin-
gido misterio.
Decíamos que ésta es una propuesta de paz. Lo es porque supone dejar
de agredir nuestra mente con debates abstrusos y sugiere, en cambio, de-
sacralizar muchos conceptos para clarificarlos y comprenderlos adecuada-
mente. Si lo logramos (o, para decirlo con mayor fe, cuando lo logremos), ve-
remos que una buena cantidad de los problemas que hoy nos presentan las
ciencias, y en especial las ciencias sociales, resultan mucho más fáciles de
resolver mediante algún sencillo replanteo. Y que muchas discusiones que
hoy nos acaloran, por hallarse mal formuladas desde el principio, no valen
simplemente la pena que nos tomamos en debatirlas. Llegaremos a estar en
paz con el objeto de estudio que hayamos elegido y, al menos desde el pun-
to de vista intelectual, con nosotros mismos. No es un mal programa, claro

14 15
CAPÍTULO 1

LENGUAJE

1.1 ¡Qué me dice!

¿Cómo te fue en el examen? Por toda respuesta, el inquirido cierra la


mano y señala con el pulgar hacia abajo. Nos apresuramos a ofrecer condo-
lencias y hacemos, a guisa de consuelo, consideraciones sobre la neurosis
que aqueja al profesor. .
Un pintor "realista" tiene frente a sí una tela en blanco en el caballete
y una mesa donde se amontonan dos naranjas, tres manzanas y una botella
de vino. El artista traslada a un plano bidimensional los objetos que percibe
en tres dimensiones. Para esto utiliza el color, la representación de las lu-
ces y de las sombras y determinadas reglas de perspectiva destinadas a
producir en quien observe el cuadro una sensación de profundidad.
Leemos una historieta. Con mueca de desprecio, el siniestro pistolero
apunta con su revólver al labriego temeroso. En la punta del arma se lee ·
¡BANG! Comprendemos que está disparando, aun antes de ver que el la-
briego se desploma en el cuadrito siguiente, al grito de ¡Aaargh!
Mirmamos, con cara de arrobamiento, que los ojos de nuestra interlo-
cutora son los más hermosos que hemos visto en nuestra vida. Ella hace un
mohín de no tomarlo en serio y un gesto de estar por encima de esas cosas,
pero su ego sufre una inevitable dilatación.
Un abogado dice: ''.mé allano a la demanda''. El juez acoge entonces la
pretensión del reclamante. .
¿Qué tienen en común todas estas situaciones? Que todas ellas
muestran distintos ejemplos de lenguaje; es decir, exhiben la comunicación
de algún significado por medio de símbolos. Pero vayamos por partes. Un
símbolo es un fenómeno (es decir, algo que ocurre) que nuestra mente rela-
cioná con otro fenómeno. Así, relacionamos el pulgar hacia abajo con el
aplazo, la imagen del cuadro con la naturaleza muerta que el pintor tenía

17
ante sus ojos, la onomatopeya ¡bang! con el disparo de un arma, el re- dicen cosas (no siempre dignas acerca de sí mismas. Extenda-
quiebro con el sentimiento que (se supone) lo inspira, las palabras del abo- mos, pues, una carta de crédito a la ciencia del lenguaje y sigamos adelan-
gado con determinado acto procesal. te.
Claro, agregaría un médico: cuando compruebo que el paciente tiene Decíamos que un lenguaje se compone de signos (o, mejor aún, de sím-
alta temperatura, concluyo que padece alguna enfermedad ¿así, la fiebre es bolos). Pero un mero conjunto de símbolos (una sopa de letras, por ejemplo)
un símbolo que usa el cuerpo para comunicarse conmigo? No, esto sería un no es necesariamente un lenguaje. Los signos deben estar ordenados en
criterio demasiado amplio para la palabra "símbolo" y la reflexión nos obli- una estructura más o menos orgánica, y tener atribuida cierta función pro-
ga a ser algo más precisos. pia como partes del lenguaje. Así, podría definirse el concepto de lenguaje,
Decimos, pues, que un fenómeno relacionable con otro fenómeno es un en una primera aproximación, como un sistema de símbolos que sirve a la
signo: la fiebre es un signo de la enfermedad, la caída de las hojas es un sig- comunicación.
no del otoño y el paso veloz de un camión de botnberos es signo de que hay Pero esto de la comunicación no es cosa sencilla, ya que depende de di-
un incendio en las cercanías. Todos estos son signos naturales, o al menos no versos factores (o elementos, como les llama la teoría de la información). Su-
deliberadamente establecidos como tales. Pero algunos (muchos) signos no pongamos que, teléfono en mano, estamos explicando a un acreedor que no
dependen de una relación de causa a efecto sino de un vínculo arbitra- podemos pagarle nuestra deuda esta tarde, pero que la semana que viene
riamente fijado, y se usan adrede para traer a nuestra mente la representa- sin falta lo haremos siempre que él se abstenga mientras tanto de pedir
ción del fenómeno que con él relacionamos. Los signos de esta clase parti- nuestra quiebra. En esta situación hay: a) un emisor (nosotros); b) un recep-
cular se llaman símbolos, y si volvemos a leer los ejemplos del principio ob- tor (el enfurecido individuo que nos oye); e) un mensaje, o información trans-
servaremos que los elementos allí usados como detonantes mentales de ca- mitida (que no podemos pagar, etcétera), y d)·un canal o vía por cuyo medio
da representación son símbolos, es decir, signos artificiales, intencionales y se transmite fa información(el-cable del teléfono). Pero aun la presencia de
más o menos dependientes de alguna convención tácita entre miembros de todos estos elementos no garantiza el éxito de la comunicación (es decir,
un mismo grupo. De símbolos así están hechos los lenguajes. que el mensaje llegue a conocimiento del receptor; la reacción de éste fren-
En este punto puede asaltamos la sospecha de haber equivocado el te a la información recibida es harina de otra costal). En efecto, si nuestro
rumbo de nuestra investigación. Nosotros ya sabemos qué es un lenguaje, interlocutor sólo entiende japonés, por ejemplo, lo que oye no le causará
y hemos aprendido a hablar uno cuando éramos pequeños. Lo que nos inte- más efecto que el que un boletín de la Bolsa de Johannesburgo puede pro-
resa ahora es la metodología de la ciencia. ducir en un salmón de Noruega. Es preciso, pues, que la información se
Pero ocurre que toda ciencia es un conjunto de enunciados, y por lo emita en un código (el idioma, por ejemplo) que sea común a emisor y recep-
tanto se expresa a través de un lenguaje. Para indagar acerca del conoci- tor. Y, por último, la comunicación puede verse entorpecida si la línea llega
miento científico y de los métodos con que opera la ciencia debemos co- a ligarse con otra conversación de terceras personas acerca del precio del
menzar, entonces, por establecer con cierta precisión qué es un lenguaje y tomate o de las perspectivas del cine naéional. Cualquier interferencia que
cuál es la relación entre el lenguaje de las distintas formas de comunicación provoque la distorsión del mensaje o entorpezca su recepción se llama téc-
y el lenguaje científico. Si esto es válido para todas las ciencias (que hablan nicamente ruido, y puede ser efectivamente un ruido (como la estática que
acerca de su objeto,. se trate de insectos, planetas, circuitos eléctricos o va- cubre a veces las emisiones radiales de onda corta) u otro tipo de factor dis-
riables económicas), lo es en grado sumo para las ciencias cuyo objeto está torsionante (un cristal esmerilado que interfiere señales luminosas, el exce-
a su vez normalmente expresado en lenguaje, como la lingüística y el de- so de información desordenada que impide distinguir la que nos interesa, la
recho. El entomólogo estudia las hormigas, y para describir la vida de éstas acción de los censores cinematográficos que cortan escenas de un filme o
debe usar un lenguaje científico; pero si las hormigas hablaran con el ento- mutilan sus diálogos).
mólogo y le contaran su opinión sobre la vida que llevan, el hombre de cien- Entre todos estos elementos de la comunicación, el código es el que de-
cia debería estudiar también el lenguaje de las hormigas y tendría así una fine el lenguaje que utilizamos y establece, como ya veremos, su estructura
doble razón para precisar sus conocimientos sobre el tema. Esto es lo que (ver párrafo 1.3.).
ocurre con el jurista, que debe describir sistemas de normas que a su vez Hemos advertido desde el principio, pues, que tanto el lenguaje natural

18 19
(el idioma que hablamos normalmente) como el gestual, el pictórico, el ono- el hindi o cualquier otro comúnmente hablado en algún momento y en al-
matopéyico o cualquier otro que conozcamos tienen en común ser de gún lugar. Esta exigencia de la falta de deliberación en la formación del
algún proceso de comunicación humana. Y en cada proceso de comunica- idioma no debe to111arse rígidamente, ya que algunos lenguajes que hoy se
ción aparece un mensaje compuesto por una serie de signos, que poseen consideran naturales (el indonesio o el hebreo moderno, por ejemplo)
una significación. , fueron impulsados en algún momento por motivos políticos de identidad
La significación es la relación entre el signo y el fenómeno cuya repre- nacional.
sentación el signo trae a nuestra mente. En un sentido amplio todo acto hu- El lenguaje natural posee una gran riqueza significativa, y no sólo
mano es, o puede ser, vehículo transmisor de una significación1: las expre- transmite descripciones sino también emociones, órdenes u otros mensajes
siones del rostro, por ejemplo, pueden reflejar (aun sin quererlo) nuestras (ver 1.5.1.). El contenido metafórico, las sugerencias, la ironía o el sutil arte
reacciones emocionales. Pero lo que caracteriza al lenguaje es su inten- de la poesía demuestran la capacidad del lenguaje natural para transmitir
cionalidad; los signos que lo componen son más o menos deliberados (es de- informaciones (en el sentido lato de la palabra) en distintos planos. Esta
cir, símbolos), y así el lenguaje tiene por objeto la comunicación a través función no se cumple sin algunos defectos, como vaguedad y la ambi-
delsignificado. . . güedad (imprecisión del significado, coexistencia de dos o más significa-
Más adelante volveremos sobre este concepto con mayor detenimiento dos: ver 1.4.3); pero aun estas características tienen su lado positivo: la am-
(ver 1.4); pero por ahóra acordemos, para evitar confusiones, que el signifi- bigüedad permite cierta economía de palabras, ya que un mismo vocablo
cado es una especie de significación: la que corresponde a los símbolos. sirve (según el contexto en que se halle) para varios significados; y la va-
Dentro de la nomenclatura que proponemos, pues, si la significación es la guedad se adapta generalmente al escaso nivel de precisión requerido por
relación de los signos con los fenómenos que sugieren, el significado es la las comunicaciones de la vida cotidiana.
relación de los símbolos con aquello que 'simbolizan. Y1 si la significación Pero todos los rasgos señalados, .e no obstan a la comunicación ordi-
puede ser natural o artificial, el significado essie!llpre artificial, intencional naria (y antes bien, la facilitan), se transforman en desventajas cuando
y más o menos convencional. queremos elaborar un discurso riguroso (es decir, cuando buscamos una
.forma de expresión unívoca y precisa). Y, por cierto, cualquier avance de la
ciencia nos introduce en vericuetos cada vez más complejos, lo que obliga a
1.1.1. Clases de lenguajes expresarse con el mayor rigor posible. Por esto, al lado del lenguaje natural
han surgido los lenguajes artificiales.
Todos los lenguajes están constituidos por símbolos (es decir, signos
artificiales), pero la formación del sistema de a su vez tener b) Lenguaje artificial. Los llamados lenguajes artificiales se denomi-
diversos grados de artificialidad. Por _entre lla- nan así por oposición al lenguaje natural. Cabe advertir que el uso de esta
mados lenguajes naturales y los lenguaJes artifzczales en sentido estncto. terminología en nada prejuzga acerca de la relación entre el lenguaje y la
realidad. Hablamos de lenguaje ''natural'' en cuanto éste aparece como da-
a) Lenguaje natural. Se llama lenguaje natural al que utilizan los do para los hablantes de una comunidad lingüística: desde que nacemos
humanos en su comunicación ordinaria, porque ha sido formado paulatina- aprendemos el lenguaje de nuestro grupo social sin que podamos, de
mente mediante el uso del grupo social, a través de una dinámica histórica hecho ' intervenir individualmente de modo apreciable en su- conformación.
no deliberada2 • Así, son lenguajes naturales el castellano, el inglés, el latín, Pero no por esto dejaremos de reconocer que los símbolos son en pnncipio
. ..
arbitrarios y que no existen significados "naturales" de los términos (ver
1 Warat, Luis, El derecho y su lenguaje, Bs.As., Cooperadora de Derecho y Ciencias Sociales,
1.3.2). En este último sentido, también el lenguaje natural es, a su modo,
1976, p. 43. artificial.
2 Rudolf Camap define el lenguaje como o o sea Entre los lenguajes artificiales suelen distinguirse el lenguaje técnico y
disposición hacia ciertas actividades, que pnnCipalmente sirve al propos1to de _la y de la el formal.
coordinación de las actividades entre los miembros de un grupo" (cfr. Foundattons of Logzc and Mathe-
matics, en "Intemational Encyclopaedia of Unified Science", Chicago, 1939, vol. 1, n° 3, p. 5. 1) Lenguaje técnico. El lenguaje técnico podría denominarse, con ma-

20 21
yor propiedad, "lenguaje natural con términos técnicos". Aparece cuando por ejemplo, que si tenemos ·tres vacas y compramos cinco tendremos el
se otorga a determinados vocablos o expresiones un significado restringi- mismo número de animales que si tenemos cinco y compramos tres)3.
do, a través de definiciones precisas. Las ciencias utilizan comúnmente es-
te procedimiento para otorgar mayor precisión al lenguaje, pero la base y la
estructura del lenguaje técnico son las mismas del lenguaje natural del que 1.2. Semiótica
se parte.
Así, un cirujano dirá: ''el paciente requiere una apendicectomía''; un Los conocimientos genéricos sobre el lenguaje se inscriben en el ámbi-
abogado, "la contraparte ha quedado en rebeldía en la absolución de posi- to de la teoría general de los signos, que suele adoptar el nombre de semióti-
ciones" y un psicólogo hablará de "la influencia del edipo en el superego". ca4. La semiótica es la disciplina que estudia los elementos representativos
Todos ellos hablan un mismo idioma, que conserva su vocabulario general en el proceso de comunicación. Aunque el término ya aparece,utilizado por
y su construcción gramatical; pero cada uno agrega a esta base común tér- Aristóteles, la disciplina nace en los tiempos modernos con los·trabajos de
minos estrictamente definidos que constituyen el lenguaje específico (o la Ferdinand de Saussure (1857-1913), padre de la actual lingüística. Sostenía
jerga profesional) de cada ciencia, con un mayor grado de univocidad en los este pensador que la lingüística debía ser parte de una ciencia más amplia,
conceptos relevantes para determinado sector del conocimiento. que describía como ''una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno
Los términos definidos pueden haber sido tomados del lenguaje natural de la vida social" 5• Trabajos posteriores han relacionado esta disciplina con
(así, por ejemplo, la definición de "robo" en un texto jurídico es más preci- otras ciencias sociales, tales como la antropología (Claude Lévi-Strauss), o
sa y restringida que en su sentido usual), o puede haberse creado un vo- la psicología (J acques Lacan), o con sistemas sígnicos como la expresión li-
cablo para nombrar una categoría hasta entonces inexistente en el len- teraria o la moda (Roland Barthes).
guaje, y que el científico considera relevante ("protón", "sincronía", "par- Pero nuestros fines conciernen al lenguaje de la ciencia, por lo que diri-
sec"). giremos la atención en particular al lenguaje natural oral y escrito. Exami-
naremos pues, básicamente, los temas que estudia la lingüística.
2) Lenguaje formal. A· veces la necesidad de precisión es tal que el
uso de un lenguaje técnico no es suficiente: las palabras utilizadas pueden
traer a la mente asociaciones no queridas, y la vaguedad (o, a veces, la am-
1.2.1. Lingüística
bigüedad) no puede en ocasiones reducirse aceptablemente. En tales casos
suele resultar necesario o conveniente el recurso a los lenguajes formales. Como se ha visto, Saussure consideraba a la lingüística como una parte
Un lenguaje formal es aquel en el que se han eliminado los términos del len-
de la semiótica. La lingüística es la disciplina que estudia los lenguajes na-
guaje ordinario y se emplean únicamente símbolos arbitrarios, de cuyo sig-
turales. "Está constituida -dice Saussure- en primer lugar por todas las
nificado se prescinde para dirigir la atención exclusivamente sobre las rela-
ciones entre dichos símbolos, expresadas en fórmulas, tal como en el ál- 3 En este ejemplo se ha simplificado el proceso de abstracción para hacerlo más claro. En reali-
gebra o en la lógica formal. dad pueden distinguirse en él dos pasos y tres niveles. De la comparación entre los conjuntos de vacas
En álgebra, por ejemplo, decimos: (primer nivel) se abstraen primero las ideas de ciertos números particulares: cinco, tres, ocho (segundo
nivel). De aquí se abstrae luego la idea genérica de número, que aparece indistintamente representada
en el álgebra (tercer nivel) mediante letras.
(a + b) = (b + a) 4 Utilizamos aquí la terminología anglosajona, basada en la definición de Charles Morris, que a
su vez se funda en la distinción de Charles Pierce. En la doctrina europea continental la disciplina es
Esta expresión formal puede verse como un mero cálculo, sin referen- llamada semiología, como ya lo hiciera Saussure. Preferimos la terminología citada por dos motivos: en
cia alguna a la realidad concreta, y en este sentido la comprendemos como primer lugar, evita la confusión con la disciplina afín pero más antigua llamada semiología médica, de-
la enunciación de cierta propiedad de la suma (a saber, su conmutatividad). dicada al estudio de los síntomas patológicos. En segundo lugar, en Barthes y en algunos de sus se-
guidores se invierte la relación entre la semiología y la lingüística y la primera pasa a ser un derivado de
Pero también podemos asignar valores a los símbolos arbitrarios; por la segunda, lo que la extrae del campo de la disciplina general que aquí reseñamos.
ejemplo, suponer que a equivale a 3, y que b vale 5. El cálculo queda enton- 5 Saussure, Ferdinand de, Curso de lingüística general, publ. por Ch. Bally y A. Sechehaye, tr. A.
ces interpretado, y resulta aplicable a un sector de la realidad (sabremos, Alonso, Bs.As., Losada, 1945, Introducción, cap. 111, 3.

22 23

ANTIOQUli\
CEJ:iiRAL
1
manifestaciones del lenguaje humano, ya se trate de pueblos salvajes o de cal, empero, sería más exacto si comparáramos la lengua con una determi-
naciones civilizadas, de épocas arcaicas, clásicas o decadentes, teniendo en nada escala musical y con las reglas de composición aceptadas en un mo-
cuenta, en cada período, no solamente el lenguaje correcto y la 'lengua cul- mento dado, y el habla con el acto de ejecución de una pieza compuesta
ta' sino todas las formas de expresión. " 6 sobre esta base. .
La lingüística, que ya era una ciencia desarrollada al originarse la se- . El examen de una lengua admite dos enfoques. Uno de ellos, el sincró-
miótica, proporcionó a ésta su metodología y parte de sus teorías, según ntco, es el que observa la lengua desde el punto de vista estático. Consiste
ahora veremos. en. hacer un corte temporal, como si se tomara una fotografía, y determinar
las pautas que en ese momento componen la lengua aceptada por la comu-
nidad Con ellas se puede confeccionar una gramática y compi-
1.2.2; Lengua y habla7 • Sincronía y diacronía lar un_ diCCionano. El enfoque diacrónico (o dinámico), en cambio, es el que
examina la evolución de la lengua a través del tiempo: el modo en que se
De la lingüística provienen estos cuatro conceptos, que fueron recogi- modifican paulatinamente los significados de las palabras, aparecen
dos por Saussure. El pensador suizo dividía el concepto de lenguaje en dos nuevos vocablos y otros se toman arcaicos, la construcción gramatical va
partes: cambiando sus reglas y aun el estilo con que se habla o se escribe. se modifi-
a) La lengua. La lengua es el· sistema de signos (y de reglas para su ca a lo largo de los. siglos. El enfoque diacrónico permite destacar la rela-
uso) que sirve a una comunidad lingüística. ''Es a la vez un producto social que vincu!a a la lengua con el habla, relación que en el enfoque sincró-
de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias, adop- nico no se advierte. La lengua se manifiesta a través de actos índividuales
tadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de dicha facultad por los de habla, y evolucipna también a través de ellos a medida que tales actos
individuos.' ' 8 La lengua es sistemática, y forma parte de las pautas sociales, son cumplidos por un gran número de hablantes. Si un hablante se expresa
como código aceptado normalmente por cierto grupo. A ella nos referimos, en una forma no prevista por la lengua, diremos que habla incorrectamen-
por ejemplo, cuando hablamos de la gramática de un idioma, y sobre ella te. Si existe un grupo considerable que se expresa de ese modo, veremos la
nos informan también los diccionarios. El emisor de un mensaje que quiera variación del código como un dialecto de la lengua en cuestión.· Si el grupo
ser comprendido por receptores de una determinada comunidad lingüística llega a ser tan grande que abarca a la mayoría de la comunidad lingüística
debe codificarlo a través de la lengua que a ésta corresponda. (o de su sector de mayor prestigio cultural), se produce un cambio en la len-
b) El habla. Es el acto individual a través del cual la lengua se mani- gua, y lo que al principio era incorrecto pasa a ser paradigma del bien decir.
fiesta, el acto que la pone en acción. Si la lengua se halla en potencia en La importancia de los conceptos de lengua y habla, de sincronía y
cualquier hablante (en la medida en que éste participe de cierto código diacronía, excede los límites de la semiótica, ya que pueden aplicarse analó-
aceptado), sólo puede exteriorizarse por medio del acto individual de emitir gicamente en el estudio de cualquier sistema dinámico. Así, Lévi-Strauss
un mensaje, así como la suma de conocimientos que componen la medicina los utilizó en antropología para examinar las estructuras de parentesco; En
se pone en movimiento en la conducta del galeno frente a un paciente biología, a su vez, se distingue el genotipo (o tipo biológico ideal, el que po-
concreto. see_ que definen la especie) del fenotipo (cada ser biológi-
Saussure comparaba la lengua con una pieza musical (una sinfonía, por co Individual), conceptos que se corresponden por analogía con los de len-
ejemplo), y el habla con un acto de ejecución de la partitura. El símil musi- gua y habla,. respectivamente; y puede hacerse para cada especie un estu-
dio _sincrónico (una taxonomía, o clasificación de la especie en subespecies,
vanedades o razas, con sus correspondientes descripciones para un tiempo
6 Saussure, Ferdinand de, Curso de lingüfstica general, Introducción, cap. 11. dado) o diacrónico (una teoría de la evolución de la especie a través del
7
Utilizamos la traducción habitual en textos castellam>s de "lengua" por "langue" y de "habla" tiempo).
por "parole", aunque no es del todo exacta. Por otra parte, el mundo anglosajón se habla, a partir de
Chomsky, de "competence" y "performance", con un contenido similar (cfr. Crystal, David, Linguistics,
Pelican, Harmondsworth, 1971, p. 162).
8 Saussure, Ferdinand de, Curso de lingüística general. Introducción, cap. Ill, l.

24 25

\
(

1.2.3. Niveles de lenguaje guaje. Como puede verse, el u!so de las comillas hace que los signos entre-
comillados no se consideren según su referencia directa a objetos (en el ca-
Supongamos que queremos averiguar algo acerca de las ballenas, y re- so, las hormigas y sus patas) sino como parte de un lenguaje objeto (es de-
currimos a un tratado de zoología. Seguramente no esperamos, al abrir el cir, se consideren en sí mismos un objeto).
libro, que salga de· él una ballena real dando coletazos entre chorros de Esta distinción tiene gran. importancia, porque las reflexiones acerca
agua. Nos sentiremos menos sorprendidos (y mucho más tranquilos) si del lenguaje expresadas en el mismo lenguaje (las autorreferencias lingüísti-
hallamos en las páginas consultadas un conjunto de enunciados, expresa- cas) pueden conducir a paradojas.
dos en un lenguaje que conocemos, que describen la forma de la ballena, su El caso típico de dificultad provocada por ignorar este punto es la lla-
ubicación en la clasificación general de los animales, sus características y mada "paradoja del mentiroso", que ya era conocida por los antiguos
sus costumbres. La zoología, pues, no contiene animales: contiene enun- griegos. Una forma de expresarla es ésta: "todo lo que decimos en este
ciados sobre animales. libro es falso". Como este enunciado también está dicho en este libro, se
Claro está que distinguir entre una ballena y el enunciado que la descri- convierte en una afirmación acerca de sí mismo. ¿Es verdadero o falso? Si
be es tarea que no requiere un esfuerzo mental agotador. Pero las cosas se es falso es verdadero, y si es verdadero resulta falso. Sabemos que seme-
ponen más difíciles cuando no se trata ya de un zoólogo (que escribe en su jante resultado es absurdo, pero ¿cómo escapar de este círculo autocontra-
lenguaje acerca de los animales), sino de un lingüista (que escribe en su len- dictorio?
guaje sobre un lenguaje). Y más aún si tal lingüista es, por ejemplo, un gra- La noción de los niveles de lenguaje acude en nuestra ayuda, como si
mático de su propia lengua, que escribe en castellano acerca del castellano desde un helicóptero nos arrojaran una cuerda cuando estamos perdidos en
o en inglés acerca del inglés. Aquí los enunciados de los que se habla y los un laberinto sin salida. Aceptar en el lenguaje objeto una proposición como
enunciados con los que se habla pueden incluso contener las mismas pa- la señalada (que enuncia sus propias condiciones de verdad) es inadmisible,
labras, y así nuestro equivalente lingüístico de la ballena ya no puede reco- ya que las condiciones de verdad de una proposición no corresponden al ni-
nocerse tan fácilmente por el modo en que salpica. Conviene, sin embargo, vel del lenguaje objeto sino al del metalenguaje 10 • Desde el metalenguaje
seguir distinguiendo entre el objeto y su descripción: cuando tanto el uno (en el caso del ejemplo, desde fuera de este libro) podríamos decir: ''todo lo
como la otra consisten en expresiones lingüísticas, decimos que estamos que los autores escribieron en ese libro es falso''. Esta proposición puede a
frente a dos niveles de lenguaje. su vez ser verdadera o falsa, pero no implica una autocontradicción como la
Cuando una investigación se realiza acerca de un lenguaje, llamamos a anterior. Y, nuevamente, las condiciones de verdad de este enunciado me-
éste lenguaje objeto de la investigación, y el lenguaje en el cual los resulta- talingüístico no pueden enunciarse en el mismo nivel, por lo que para
dos de la investigación se formulan se llama metalenguaje. 9 El gramático del habÍar de ellas hará falta un segundo metalenguaje de nivel superior. La ca-
que hablábamos describe las reglas de su idioma: el lenguaje objeto es el dena de metalenguajes es infinita en teoría, pero en la práctica tres o cuatro
lenguaje natural cuyas reglas se describen, en tanto estas mismas reglas, niveles suelen ser suficientes.
enunciadas por el gramático, constituyen el metalenguaje (es decir, el len-
guaje objeto hace las veces de ballena y las reglas gramaticales se aseme-
jan a la descripción de las costumbres de la ballena).
En el lenguaje objeto hay palabras que hablan acerca de cosas, y en el
metalenguaje hay palabras que hablan acerca de palabras. Si decimos "las 10 Bertrand Russell estableció la llamada "teoría de los tipos", según la cual cualquier expresión

hormigas tienen seis patas", estaremos expresándonos en lenguaje objeto. que contiene una variable aparente es de tipo más elevado que aquella variable: "Cualquier cosa que
implique el todo de un conjunto no debe ser (un objeto) del conjunto" (Russell, Bertrand y Whitehead,
Pero si decimos "la frase 'las hormigas tienen seis patas' es una oración Alfred, Principia Mathematica, 2 3 ed., 1950, voL 1, p. 37, citado por Ross, Alf, Sobre la autorrejerenciay
bien construida del idioma castellano", estaremos hablando en metalen- un dificil problema de derecho constitucional, en "El concepto de validez y otros ensayos", Bs. As.,
Centro Editor, 1969, p. 58). La teoría de los tipos (que tiene, además, otros alcances) no es la única for-
ma de resolver el problema de la inclusión de elementos de distinto nivel en los conjuntos, pero exponer
9 Camap, Foundations of Logic and Mathematics, en "lntemational Encyclopaedia of Unified otras excedería los límites de este libro. Quien quiera profundizar el tema, podrá consultar, p. ej.,
Science", Chicago, 1939, vol. 1, n° 3, p. 5. Quine, Willard van Orman, Los métodos de la lógica, Barcelona, Ariel, 1967, p. 331 y siguientes.

27
1

1.2.3.1. Los niveles del lenguaje normativo to, tales como .haber sido dictadas por cierto legislador, deducirse de otras
normas válidas, etc.), podría afirmarse que el mismo concepto de validez 13
Como quiera que las normas se expresan en lenguaje, en uh sistema pertenece al metalenguaje.
normativo (el derecho, por ejemplo) pueden distinguirse, también niveles Esta idea permitiría hasta cierto punto trazar en el ámbito normativo
lingüísticos. Las propias normas destinadas a imponer o a prohibir ciertas un paralelo de la paradoja del mentiroso, que podría llamarse "paradoja del
conductas constituyen el lenguaje objeto. ¿Y el metalenguaje? Existen dos invalidante''. Supongamos que una ley cualquiera incluyese un artículo con
clases de metalenguaje referido a las normas: el siguiente texto: ''La presente ley no debe considerarse válida''. En tal
caso la validez de la ley traería aparejada su invalidez 14 •
a) lHetalenguaje prescriptivo. Hay normas que hablan acerca de nor-
mas. Un curioso ejemplo de esto se observa en las rutas de la provincia de
Buenos Aires. Existen allí los carteles comunes que transmiten normas, ta- 1.2.3.2. Los niveles de lenguaje como escalera hacia el vacío
les como "velocidad máxima 80 km/h" o "reduzca la velocidad"; pero cada
tanto otto cartel dice ''atienda las indicaciones de las señales''. Este cartel Volviendo al tema genérico del lenguaje, hemos advertido ya que quien
expresa una metanorma, y está expresada en un metalenguaje, en un nivel se refiere al lenguaje se sitúa en el plano del metalenguaje. Cada vez que al-
superior al de los carteles comunes, cuyas indicaciones se exhorta a guien critica el modo de expresarse ajeno (porque uno no pronuncia las
cumplir. eses, por ejemplo, o porque construye mallas oraciones desde el punto de
En un sentido más común (aunque tal vez algo más polémico) podría vista gramatical), esta crítica es dirigida desde el terreno metalingüístico.
afirmarse que las normas que establecen métodos para crear o modificar Otro tanto ocurre con quien nos critica por el uso de palabrotas (o nos elo-
otras normas (las de la Constitución que rigen el funciqnamiento del Con- gia por no utilizarlas).
greso, por ejemplo, o las del. Código CiviJ que rigen la formación de los Del mismo modo, los enunciados que·integran la semiótica ola lingüís-
contratos) son también normas de segundo nivel, expresadas en una suerte tica forman parte de un metalenguaje, ya que se refieren a los lenguajes ob-
de metalenguaje prescriptivo 11 • jeto. Y las proposiciones que figuran en este libro acerca de la semiótica y
de la lingüística toman a su vez como objeto esos mismos enunciados del
b) Metalenguaje descriptivo. Hans Kelsen llamaba normas a las dis-
posiciones emanadas del legislador (o de la costumbre) y enunciados jurídi- 13 El concepto de validez tiene un puesto central en la teoría de Kelsen (Kelsen, Teoría pura del
cos a las descripciones que de las mismas normas hacen los juristas12 • Si el derecho, p. 201 y ss.). Según su tesis, la validez de la norma inferior se funda en la norma superior, y la
Congreso sanciona una ley que dice, por ejemplo, "quien mate a otro será de ésta en otra superior aún, hasta llegar a un presupuesto lógico-trascendental llamado norma funda-
reprimido con prisión o reclusión de ocho a veinticinco años'', esta expre- mental. En este sentido, cada nivel de la jerarquía de las normas podría interpretarse como un nivel dis-
tinto de lenguaje. Hart, por su parte, imagina un sistema normativo donde una cierta regla fundada en
sión lingüística será una norma, expresada en lenguaje objeto. Si un profe- la práctica de órganos y de súbditos, la regla de conocimiento, contiene los criterios para decidir cuándo
sor de derecho penal repite lo mismo (aunque lo diga con las mismas pa- una regla cualquiera pertenece al sistema. Si no fuera por la existencia de criterios delegados (de los
labras), estará expresando un enunciado jurídico: él mismo no pretende im- que da cuenta Kelsen), sería posible interpretar esta concepción bajo la forma de un lenguaje objeto, en
el que están expresadas las reglas en general, y un metalenguaje en el que se expresa la regla (o me-
poner la ley, ya que no tiene atribuciones para ello; sólo busca describirla, tarregla) de reconocimiento (cfr. Hart, H. L. A., El concepto de derecho, Bs.As., Abeledo-Perrot, 1963,
explicamos que el legislador ha establecido una norma con ese contenido, p. 125 y siguientes).
14 Sobre la autorreferencia normativa y las paradojas que de ella resultan' pueden consultarse
con independencia de que el mismo profesor la considere justa o no.
Ross, Alf, Sobre el derecho y la justicia, Bs.As., Eudeba, 1963, p. 79-82 y Sobre la autorreferencia y un di-
La ciencia del derecho aparece, pues, como un metalenguaje descripti- ficil problema de derecho constitucional, en "El concepto de validez y otros ensayos", p. 49 y ss.; Hart, H.
vo de normas. En la medida en que los juristas son quienes identifican las L. A., Self-referring laws, en "Festskrift tillagnad Karl Olivecrona", Estocolmo,. 1964, p. 307 y ss.; Ho-
normas válidas de un sistema (a través de ciertos criterios de reconocimien- erster, Norbert, On AlfRoss's Alleged Puzzle in Constitutional Law, en "Mind", julio 1972, p. 422 y ss.;
Nino, Carlos S., Introducción al análisis del derecho, Bs.As., Astrea, 1980, p. 145-147: Guibourg, Ricar-
do A., La autorreferencia nonnativa y la continuidad constitucional, en "El lenguaje del derecho", estu-
11
Cfr. Ross, Alf, Sobre el derecho y la justicia, Bs. As., Eudeba, 1963, p. 79-82. dios en homenaje a Genaro R. Carrió, Bs. As., Abeledo-Perrot, 1982, p. 181 y ss., y Bulygin, Eugenio,
Tinte and Validity, en Martino, Antonio A., ed. "Deontic Logic, Computational Linguistics and Legal
12 Cfr. Kelsen, Hans, Teoría pura de/derecho, tr. Roberto J. Vemengo, México, Unam, 1981, p.
lnformation Systems", Amsterdam, 1982, vol. 11, p. 65.
84-88.

28 29 1
1
metalenguaje. En consecuencia, lo que aquí se dice forma parte de un me- tunato, que resultan enlazadas de tal modo que sean capaces, en idioma
talenguaje de segundo nivel, ya que se refiere a un metalenguaje de primer castellano, de transmitir un mensaje (mensaje que no se extrae, por
nivel (la semiótica) que habla acerca de su propio lenguaje objeto. ejemplo, de las palabras "esta desembarco, habrá noche un").
Lo curioso del caso es que el último enunciado del párrafo anterior, que Pues bien, la sintaxis estudia los signos mismos con independencia de
afirma que los demás enunciados sobre la semiótica corresponden a un me- su significado (en el caso, la construcción de la frase dentro de las reglas
talenguaJe de segundo nivel, se expresa a su vez en un metalenguaje de ter- del idioma). La semántica, los signos en su relación con los objetos designa-
cer nivel (puesto que habla acerca del segundo). Y esto que acaba de leerse, dos (en el ejemplo, la de la expresión lingüística con el hecho mismo del de-
¿no corresponde acaso al cuarto nivel? Más vale que nos detengamos aquí, sembarco). Y la pragmática, la relación entre los signos y las personas que
porque tenemos ante nosotros una serie infinita de peldaños ascendentes y los usan (la acción de Fortunato y su influencia sobre Ronaldo).
no vale la pena exponernos inútilmente al vértigo. Ya estamos algo familiarizados con la palabra "sintaxis". La conoce-
mos como nombre de una parte de la gramática: la que enseña el modo co-
mo deben enlazarse unas palabras con otras para formar la oración grama-
1.3. Sintaxis tical16. Éste es el sentido restringido de "sintaxis", el que se emplea en el
estudio de cada lengua particular. Pero en el ámbito de la semiótica, desti-
Hemos hablado antes de la como disciplina que estudia los nada al estudio de todos los lenguajes en general, la palabra "sintaxis" se
elementos representativos en el proceso de comunicación (ver 1.2.), pero usa en un sentido niás amplio: en este sentido la gramática de un lenguaje
habrá que convenir en que esta definición proporciona una imagen algo va- pertenece toda ella al campo sintáctico, ya que determina la forma de com-
ga y abstrusa para quien no esté los vericuetos de la lin- binar los signos en secuencias (palabras, oraciones) pertenecientes al len-
güística. Esto ocurre porque los aspectos examinarse en el pro- guaje de que se trate.
ceso de comunicación son tan diversos queJa ciencia que los comprenda a Un lenguaje (cualquier lenguaje) está formado por tres clases de ele-
todos no puede menos que definirse de modo amplio, con palabras cuidado- mentos:
samente escogidas que no dejen fuera ninguna de las reflexiones que dese- a) Un conjunto de signos primitivos. Se llama signos primitivos a las
amos ver incluidas en su campo de acción. Pero la cosa empieza a clarifi- entidades significativas de un lenguaje dado que no requieren ser definidas
carse cuando se nos advierte que la semiótica tiene varias partes, cada una explícitamente mediante otros signos del mismo lenguaje: en una primera
de ellas con un objeto diferenciado 15 • Estas partes son la sintaxis, la semán- aproximación -y dentro de un lenguaje natural- puede considerarse co-
tica y la pragmática. mo tales a las palabras 17 , destinadas a enlazarse entre sí para formar las se-
Supongamos una comunicación muy simple. Por ejemplo, Fortunato cuencias portadoras de mensajes (oraciones) del modo en que un número li-
dice a Ronaldo: "Esta noche habrá un desembarco". En esta situación apa- mitado de piezas de un juego de construcciones para niños permite muchas
recen varias relaciones que pueden examinárse. U na es la de Fortunato con combinaciones diferentes.
lo que él mismo dice, o la de Ronaldo con lo que oye (por qué se dice, por
qué Fortunato lo dice de ese modo y no de otro, qué pretende Fortunato, 16 Cfr. Real Academia Española, Gramática de la lengua española, Madrid, 1962, p. 152, párrafo
qué entiende Ronaldo y qué efecto produce la frase en el ánimo de Ronal- 190.
17
do). Otra relación es la de la expresión "esta noche habrá un desembarco" Esta primera aproximación es, en realidad, una simplificación didáctica. En rigor (y según el
nivel de análisis que se adopte), los términos primitivos de un lenguaje natural no son las palabras (suje-
con el hecho a que ella se refiere (soldados que pasarán a tierra desde sus tas a variación según género, número o, entre los verbos, según modo, tiempo y persona), sino los mor·
buques). Y una tercera es la que aparece entre las mismas palabras de For- femas, considerados por la teoría lingüística contemporánea como los más pequeños elementos signifi-
cativos del habla. Así, en la expresión "Josefina y yo odiamos a nuestros hijos" pueden distinguirse do-
ce morfemas: josefina, y, yo, odi, amos, a, nuestr, o, s, hij, o, s, sin contar la entonación de la frase, que es
15 Esta distinción es relativa, ya que los distintos aspectos del proceso de comunicación están un morfema (ver Ullman, Stephen, Semántica, introducción a la ciencia del significado,
fuertemente vinculados entre sí. Su separación para facilitar su estudio depende de decisiones clasifi- Madnd, Agullar, 1972, p. 30-31). Por otra parte, las palabras se definen unas por otras, como en el dic-
c..atorias (como luego veremos), y así las diferencias entre las distintas partes de la semiótica no son cionario, por lo que la identificación de un grupo de ellas como términos primitivos requeriría un previo
unánimente aceptadas. Usaremos aquí, sin embargo, la clasificación más común. ordenamiento jerárquico que en los lenguajes naturales no suele practicarse.

30 31
b) Un grupo de reglas de formación. Con las piezas del juego de La. en abarca tanto la postulación de sig-
nuestro ejemplO es preciso tener cierto cuidado, porque si las colocamos nos pnmtbvos (por eJemplo, cuales palabras pertenecen a un lenguaje y
unas sobre otras sin orden ni concierto, o bien en equilibrio inestable, no cuáles no), como estudio de las reglas de formación (en los lenguajes na-
lograremos construir más que una imagen metafórica del sistema económi- turales, la gramática en general) y de derivación. Por esta última vía la sin-
co internacional. De la misma manera las palabras de un idion1a han de taxis incluye dentro de su campo toda una ciencia con jerarquía y tradi-
combinarse según ciertas reglas que determinan qué ha de considerarse co- ciones propias: la lógica.
mo expresión bien formada en ese lenguaje. La frase "el perro ladra" es Dentro de un ámbito tan amplio, pueden distinguirse aún distintas ver-
una expresión bien formada del idioma castellano, pero "el ladra perro" tío ? del estudio sintáctico. Así, la sintaxis descriptiva o
lo es 18 • En un lenguaje natural los enunciados mal formados desde el punto ltnguzstzca examtna la estructura de los lenguajes naturales, en forma espe-
de vista de la sintaxis carecen de significado desde el punto de vista de la se- (con a idioma determinado) o general. La sintaxis pura o
mántica. En los lenguajes formales esta relación no se plantea en principio, lógzca estudta, en cambio, la estructura de cualquier lenguaje (incluidos e
como luego veremos. y
incluso con preferencia, los formales), y se halla más próxima a la lógica a
la filosofía que a la lingüística.
e) Un grupo de reglas de derivación. Se trata de las reglas que permi-
ten transformar unas expresiones en otras u obtener nuevas expresiones a
partir de otras que se toman como punto de partida. De la frase bien forma- 1.4. Semántica
da del idioma castellano ''Roberto bebe un vaso de vino'' puede obtenerse
otra: "un vaso de vino es bebido por Roberto". A partir de las expresiones Sabemos ya que, entre las diferentes partes de la semiótica, la semánti-
"Emilio tiene miedo" y "Rafael tiene miedó" puede esta otra: ca el estudio de los signos en relación con los objetos designados, o, por
"Emilio y Rafael tienen miedo". Las reglas !fe la lógica o las del álgebra, dectrlo de un modo más claro, es el estudio del significado.
por ejemplo, permiten derivar, cada una en su campo, unos enunciados de La semántica nació ante todo como una disciplina empírica: examinaba
otros. los distintos lenguajes naturales y estudiaba el modo en que los significados
Ya sabemos que en los lenguajes formales los términos primitivos son se atribuían a las palabras, sus mod_ificaciones a través del tiempo y aun sus
signos arbitrarios, a los que no se asigna en principio significado alguno cambios por nuevos significados. Esta -mediante una clasificación seme-
(ver 1.1.1.). Estos lenguajes, pues, en cuanto sean vistos como mero cálcu- jante a la es la semántica descriptiva o lingüistica, que también
lo, sólo son susceptibles de análisis sintáctico. Pero cuando los interpreta- puede ser especzal (del castellano, del francés, del guaraní) o general
mos, es decir, cuando otorgamos valores (significados) a esos símbolos ar- descriptiva de la evolución histórica de todos los lenguajes. La lexicografkz
bitrarios, aparece la óptica semántica y, consecuentemente, también la (disciplina que busca establecer el significado de las palabras de un idioma
pragmática. Otra peculiaridad de los lenguajes formales es que sus reglas en un momento dado, y suele exhibir su resultado en la confección de dic-
de formación se hacen explícitas antes de empezar a usarlas, mientras que cionarios) es, por ejemplo, una parte de la semántica descriptiva.
las reglas de formación de los lenguajes naturales se establecen y evolu- Pero los estudios descriptivos y la búsqueda de regularidades han lle-
cionan a través del tiempo, de modo tal que lengua y habla se determinan y a ciencia a preguntarse por sus propios fundamentos: ¿a
modifican la una a la otra constantemente y sobre la marcha. nos refenmos cuando hablamos de un significado? ¿Existen
Stgntftcados naturales, que puedan aprehenderse mediante alguna clase de
18
No siempre es fácil decidir cuáles son las reglas de formación de un lenguaje natural, ya que la de la realidad? La asignación de significados a las palabras,
riqueza combinatorid de estos lenguajes es muy grande. "En los lenguajes naturales -'-dice Vemen- ¿está relactonada con alguna estructura de la realidad o depende exclusiva-
go-, .. .las reglas de formación de las proposiciones no son efectivamente decidibles. Ningún conjunto mente de nuestra voluntad? ¿Qué condiciones, además de las meramente
finito de reglas sirve para describir exhaustiva o adecuadai,nente la noción de expresión significativa, o
enunciado, del lenguaje en cuestión'' (Vemengo, Roberto 1José, Teoría general del derecho, Bs.As., Co-
sintácticas, debe reunir una palabra o una frase para ser significativa?
operadora de Derecho y Ciencias Sociales, 1976, p. 439). En este sentido, pues, las reglas de la gramá- ¿Puede atribuirse algún significado a expresiones lingüísticas tales como
tica no son más que modelos de las reglas que efectivamente se siguen en una comunidad lingüística. "los números primos tienen alergia", o "el planeta que gira entre la Tierra

32 33
y la Luna está deshabitado"? Estas preguntas corresponden -entre sas cambian de nombre, pero sería más riguroso decir que nosotros cam-
otras- al campo de la semántica pura o filosófica, que trata de construir y biamos el modo de nombrar esa cosa.
analizar algún sistema de reglas semánticas que sirvan para cualquier len- . De la misma manera, afirmar que una cosa tiene nombre es una forma
guaje, ya sea históricamente existente o producto de nuestra imaginación. habitual de hablar; pero sería más claro decir que nosotros tenemos un
Esta semántica filosófica no es un simple pasatiempo: por el contrario, nombre para esa cosa. De aquí resulta una primera conclusión: no existen
ella examina las bases teóricas sobre las que pueda asentarse cualquier nombres verdaderos de las cosas. Apenas hay nombres comúnmente acep-
análisis semántico particular, y resulta de fundamental importancia a la ho- tados, nombres no aceptados y nombres menos aceptados que otros. Así,
ra de razonar sobre las interpretaciones posibles de una expresión lingüísti- los trozos de papel de color que extraemos de la cartera para pagar el café
ca (algo que los abogados hacen durante buena parte de su vida). A ella de- que acabamos de tomar pueden designarse con nombres aceptados en cas-
dicaremos, pues, los próximos párrafos. tellano: dinero, billetes, plata; otros de aceptación geográfica o socialmente
reducida: guita, parné, mosca, pan; y, por fin, otros que nadie acepta pero
que nada nos impide imaginar: caroquín, lupón, traminera.
Esta posibilidad de inventar nombres a nuestro gusto suele llevar, a su
1.4.1. La fuente del significado vez, un nombre: libertad de estipulación. Pero, como todas las libertades, és-
ta trae consigo una responsabilidad o, si lo preferimos, un riesgo. Si estipu-
La relación entre una palabra y su significado suele presentarse a lamos libremente un nombre, nadie comprenderá nuestros mensajes que lo
nuestros ojos como algo que nos es dado, un vínculo natural que conoce- contengan a menos que comuniquemos previamente esa estipulación. Si,
mos como cualquier elemento de la realidad. En efecto, en nuestra niñez en cambio, seguimos la regla del uso común (es decir, usamos las palabras
aprendemos el idioma del medio en que nacemos, con sus reglas sobre el con el mismo significado que·comúnmente se les asigna en nuestro medio
nombre que ha de darse a cada cosa, y no se nos ocurre cambiarlas, salvo lingüístico), nuestros interlocutores no tendrán dificultad en entender lo
como juego indulgentemente tolerado: aunque de pequeños llamemos "pa- que decimos. En otras palabras, podemos usar cualquier nombre que se
pa" al dudoso emplasto que se nos hace ingerir, luego se nos explica que su nos ocurra para cada cosa; pero cuanto menor sea la aceptación común de
verdadero nombre es "comida", y aceptamos esto como un hecho indubi- ese significado en el medio en que nos movemos, tanto mayor será la difi-
table. Más tarde aprendemos a usar el diccionario para averiguar el verda- cultad de comunicación y tanto más necesaria alguna aclaración sobre
dero significado de palabras menos comunes, y cuando empezamos a estu- nuestro lenguaje personal.
diar algún idioma extranjero el esquema se repite: un mismo objeto tiene
un nombre en castellano, otro en inglés, otro en francés, y así nos parece ir
averiguando sobre ese objeto datos que desconocíamos antes: a saber, sus 1.4.2. Identificación y significado
nombres en otros lenguajes.
Pero este esquema encierra una grave trampa: la que consiste en con- Hasta aquí hemos relativizado bastante nuestros preconceptos sobre el
fundir la realidad física con la lingüística. A poco que lo meditemos, hemos significado: la relación entre palabra y cosa es artificial, fruto de decisiones
de advertir que si una misma cosa puede tener varios nombres según el individuales o sociales, ajena en principio a las características observables
idioma de que se trate (y aun varios nombres en un mismo idioma: los sinó- de la cosa misma y modificable a voluntad, con sólo tomar la precaución de
nimos}--naoa nos impediría imaginar otros lenguajes donde apareciesen hacer saber dicha modificación a quienes quieran escuchamos. Pero
nuevos nombres, sin que por eso el objeto, la cosa que vemos y tocamos, -podrá decir alguien- cualquiera que sea el nombre que demos a una co-
cambiase en absoluto. Cuando aprendemos el nombre de una cosa, enton- sa, esa cosa será siempre la misma y requerirá algún nombre. El sol es el
ces, no aprendemos algo acerca de la cosa, sino sobre las costumbres lingüís- mismo objeto para todos, ya sea que lo llamemos sun, sole o soleil. De modo
ticas de cierto grupo o pueblo: el que habla el idioma donde ese nombre que, por encima de las divergencias lingüísticas, existe una diferenciación
corresponde a esa cosa. Estas costumbres pueden cambiar, y de hecho natural entre los objetos que sirven de base necesaria a cualquier
cambian muy a menudo a través del tiempo. Decimos entonces que las co- lenguaje ...

34 35
T
!

Tampoco esto es cierto; al menos, no con la metafísica trascendencia "cronch" no está necesariamente relacionado con el conjunto raíces-
que parece contenida en el argumento de ?e Para tronco-copa, que forma en castellano el correlato de la palabra "árbol":
entender mejor esto, nos proponemos un eJerciCIO de . puede interesarnos sólo la copa, o el conjunto del tronco con las ramas más
Supongamos que a los pocos días de nuestro nacimiento hemos stdo bajas, o la totalidad del árbol junto con las hierbas que lo rodean. Y también
abandonados en un lugar ajeno a toda presenCia humana y que, como Ró- podemos prescindir del árbol como individuo, sin inventar nombre alguno
mulo y Remo, hemos encontrado una loba comprensiya y algo para él, y considerar todo el bosque (o una parte cualquiera del bosque) co-
más dispuesta a amamantarnos que a darse un festln con mo una unidad que no estamos interesados en analizar o dividir idealmente
mos de lado, por un momento, las dificultades que semeJante en partes. Todo dependerá de cómo obtengamos nuestro alimento, del te-
implicaría para elaborar nuestro Edipo (que más adelante ..os!Ara va- mor que abriguemos por los peligros que puedan provenir de alguna parte
rios años de análisis), y concentrémonos en los aspectos hnguistlcos del de la realidad que nos circunda, o en definitiva del mayor o menor interés
desgraciado episodio. . que cada sector de esa realidad nos inspire, con fundamento en el agrado,
Comenzamos por advertir los datos puros de nuestros sentidos: vei?os en el desagrado o en la simple curiosidad.
colores, sentimos roces y olores. No percibimos cosas (no sabemos es Estas consideraciones nos llevan a una nueva más profun-
una cosa) sino una realidad circundante, llena de colores, olores y IUldos. da que la anterior: al inventar nombres (o al aceptar los ya inventados) tra-
que esa realidad se mueve, y que ciertos ella se zamos límites en la realidad, como si la cortáramos idealmente en trozos; y
mueven más que otros. Observamos que algunos d.e al asignar cada nombre constituimos (es decir, identificamos, individualiza-
penden de nuestra voluntad, y así trazamos una dehmttacion: nosotros mis- mos, delimitamos) el trozo que, según hemos decidido, corresponderá a ese
mos (el yo, dirían los psicólogos) y el rest? (el no!?>· . nombre. Habitualmente no advertimos este procedimiento porque el len-
Algunas situaciones nos agradan (la ahmentacton, por y otras guaje que hablamos (castellano, inglés, francés) no fue inventado por no-
nos desagradan (el hambre, el frío). Percibimos colores·, movimientos, ro- sotros ni por alguna pérsona que conozcamos, sino elaborádo anónimamen-
ces ruidos y olores vinculados con lo que nos gusta, y comprobamos que al- te a través de una larga tradición. Por esto la realidad se nos presenta ya
conductas nuestras (llanto, gritos) sirven a menudo para pr?vocar el cortada en trozos, como una pizza dividida en porciones, y no se nos ocurre
cambio de una situación desagradable a otra agradable. Advertimos que que nosotros podríamos haber cortado las porciones de otro tamaño o con
cierto sector de la realidad que nos rodea -un sector castaño, cálido Y par- otra forma. No hemos sido criados por una loba sino por seres humanos
ticularmente movedizo, que está junto a nosotros ert los momentos hablantes, y ellos nos han inculcado desde pequeños; insensiblemente y a
dables y lejos en los desagradables- responde.a señales Y..nos ah- través del lenguaje, la división del universo que corresponde a ese len-
menta, mientras que los demás sectores (el atre, las los arboles) guaje.
son insensibles a nuestros deseos. Aquel sector despierta Es preciso admitir, sin embargo, un punto en favor de esa división tra-
nuestro y nos acostumbramos a pensar en él de un modo particu- dicional. Distintos idiomas -incluso idiomas muy diferentes unos de otros
lar con abstracción de los demás: a partir de allí hemos creado para no- y sin raíces comunes conocidas- parten de divisiones aproximadamente
sotros la noción de individuo, es decir, de "cosa" en sentido genérico. Si semejantes, y esto no es obra de la casualidad. Ocurre que los hablantes de
un día queremos comunicarnos respecto de ella con nuestro hermano Re- todo el mundo y de todos los tiempos tienen algo en común: son seres hu-
mo, sólo nos falta ponerle un nombre: "loba", "mamá" o "grruk"_, si así se manos. Y el ser humano tiene, en todo tiempo y lugar, aproximadamente
nos antoja. Lo mismo haremos con los demás de la.reahdad que, las mismas necesidades físicas, las mismas percepciones sensoriales y las
desde nuestra óptica y de acuerdo con nuestros particulares Intereses, nos mismas reacciones frente al mundo que lo rodea. Esto puede explicar que
convenga individualizar y nombrar. No estamos limitados po: preconcep- distintos grupos humanos hayan trazado límites parecidos entre las cosas
tos ni por las reglas semánticas· de un grupo humano· determinado. Po?;- que se mueven y las quietas, entre las que se comen y las que representan
mos llamar"cronch" al árbol más cerQ.ano, pero ésta es sólo una elecc10n peligro, entre lo· que está sujeto a la voluntad humana y lo que la avasalla.
posible entre muchas; no solamente del nombre en sí, sino tam- Esta semejanza, sin embargo, está lejos de ser absoluta. En castellano,
bién de la delimitación .del objeto a nombrar. Así, nuestro concepto de por ejemplo, cualquier aparato destinado a medir el tiempo se llama

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a una clase determinada cuando :reúna tales o cuales condiciones: así, cual-
"reloj". El inglés, en cambio, tiene una ("clock') para el reloj de quier mueble destinado a que nos sentemos sobre él será un sillón si tiene
torre o de pared y otra ("watch ') para el de bolsillo o de pulsera. Y el fran- brazos, y una silla si no los tiene. Con esto no sólo hemos creado (o acepta-
cés tiene tres vocablos: "horloge" (reloj de torre o de pared). c'pendule" (de do) las palabras "sillón" y "silla" sino también creado (o aceptado) los con-
mesa o de pie) y "montre" (de bolsillo o de pulsera). Las diferencias se ?a- ceptos a que esas palabras se refieren: es decir, las particulares di
cen mucho mayores cuando se examinan lenguajes de culturas muy dife- del universo que hemos decidido nombrar (en este caso, mediante sustanti-
rentes como los de los indios norteamericanos 19 • vos comunes). Así, en distintos idiomas, las palabras "silla", "chaise",
imaginación, por su parte, es capaz ?e más "sella" o "chair" designan aproximadamente un rnismo concepto; y este con-
sorprendentes: Borges ha descr!pto, con magistral ficticios len- cepto agrupa idealmente una multitud de objetos, reales o imaginarios, pa-
guajes en los que todo podía decirse con verbos o adJetivos . sados presentes o futuros, de madera, de bronce o de cualquier material o
form;, siempre que respondan a ciertos requisitos implícitos en el propio
concepto.
1.4.3. Concepto y clasificación La agrupación de los objetos en clases -llamada clasificación- es un
acto intelectual que en la mayoría de los casos cumplimos inadvertidamen-
Al hablar del significado como relación entre la palabra. y la cosa, no te, pues, como ya vimos, nos es inculcado junto con el lenguaje. Todo len-
hemos hecho distinciones entre el caso de los nombres propios Y el de las guaje, en la medida en que se halla compuesto por palabras de clase, presu-
palabras de clase, o sustantivos comunes. Ambas situaciones, sin embargo, pone un complejo sistema de clasificaciones, y; aunque los idiomas de cul-
son bastante diferentes. . turas semejantes tienden a adoptar clasificaciones parecidas, cada lenguaje
Cuando identificamos (o constituimos) los objetos, nuestra más sencilla tiene sus propias peculiai"idades. La ya apuntada diferencia entre los con-
delimitación de la realidad es la que determina objetos individuales: ceptos reloj, clock-watch y horloge-pendule-montre es un ilustrat!vo
nuestra madre el sonajero rojo, este gato. Podemos -si así lo deseamos- de esto· pero pueden hallarse otros más notables: entre los esquimales eXIs-
asignar un propio a cada uno de estos individuos; cuando lo ten mu'chas palabras diferentes para designar la nieve, según una minu-
hacemos no seguimos un criterio sistemático. Una calle cambia de nombre ciosa clasificación que toma en cuenta su consistencia, su textura y otras
según los avatares de la política, y en estos nada que ve,r las características que para un hombre de climas templados no son tan rele-
características de la calle misma. Si tenemos un hiJO, elegiremos para el.un vantes pero para el esquimal entrañan. diferencias de vida o muerte. Si-
nombre que suene bien, o sea igual al nuestro, o al de su tío abuel.<: a quien los aztecas usan el mismo tronco verbal para "frío",
tanto queremos; pero -salvo el sexo, claro está::- nuestra no es "nieve" y "hielo" 21 •
determinada por condiciones propias de nuestro hiJO que I!os Induzcan a lla- Estas comparaciones no tienen por finalidad inducir ()J
marlo Juan Domingo antes que Alvaro: un nombre propio es un producto clase de erudición lingüística, sino señalar un hecho fácil de aceptar ra-
de la pura preferencia. . . . . . . . . . cionalmente, pero muy difícil de tomareféctivamente en cuenta en la vorá-
Pero en el mundo es posible distinguir znfznztos Individuos: hombres, gine de la vida diaria: que las clasificaciones, del mismo modo que la identi-
cucarachas briznas de hierba o moléculas de hidrógeno. Y, claro está, no ficación de entes individuales, no son cosas que están en la naturaleza (co-
' .
es posible ni útil poner nombres propios a cada uno. . . . . mo no sea en la naturaleza sociológica, claro está) y que, en consecuencia,
Para evitar este insoportable engorro, agrupamos obJetos Indiyi- puedan conocerse mediante un adecuado estudio del universo. La clasifica-
duales en conjuntos o clases, y establecemos que un obJeto pertenecera a ción es un hecho cultural y, en ocasiones, meramente individual. No hay,
pues, clasificaciones verdaderas ni falsas, no.exis-
19 Estas comparaciones, sobre todo a partir del idioma de la cultura hopi, han llevado a la teoría
ten nombres verdaderos ni falsos para cada obJeto.· Hªy clasificaciones
de Sapir-Whorf según la cual el medio influye sobre el lenguaje y éste determina a su vez las estructu-
ras Sobre este tema, ver Schaff, Adam. Introducción a la semántica, México, Fondo de aceptadas o poco conocidas, útiles o inútiles (para algún fin determinado),
Cultura Económica, 1974, p. 343 y siguientes.
2° Ver Borges, Jorge Lu¡, T!On, Uqbar, Orbis Tertius en "Obras completas", Bs.As., Emecé, 21
Ver Ullman, S., Semántica, introducción a la ciencia del significado, p. 136.
I980,p.43l.

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fructíferas o estériles (en alguna dirección determinada). Los hombres que vemos: hablamos también de objetos cuya existencia no nos consta, y
pueden.dividirse en altos y bajos, letrados e iletrados, santos y pecadores, aun de seres de los que sabemos positivamente que no existen: los cen-
ricos y pobres, partidarios o adversarios del gobiemo22 • Ninguna de estas tauros y las hadas, Don Quijote y el pato Donald, el billete ganador de la
clasificaciones coincide, de hecho, con otra. ¿Cuál de ellas es preferible? próxima lotería, los marcianitos verdes y escamosos y el desarme mundial
Esta pregunta, como es obvio, no tiene respuesta. Cada clasificación tiene son, paradójicamente, seres que no son, aunque algunos de ellos podrían lle-
su propia utilidad, dentro de determinadas circunstancias o para ciertas gar a aparecer algún día;
personas o funciones, y así la preferencia variará según sea el clasificador Esto metió a los filósofos en un berenjenal. Un nombre con significado,
fabricante de pantalones, educador, sacerdote, comerciante o jefe de lapo- pensaban, debe significar algo. Y ese algo debe ser un ente de cierta natu-
licía secreta. raleza, ya que de otro modo habría nombres que no significarían nada. Pero
Parece claro, es verdad. Pero a menudo lo olvidamos para enzarzamos ¿cómo afirmar a la vez que las brujas existen (para poder hablar de ellas) y
en largas discusiones sobre si Rivadavia es en realidad una calle o una ave- que no existen (en homenaje a la verdad)? Podríamos, tal vez, distinguir
nida, si el estudio de la filosofía es en realidad necesario o si el gobierno del dos clases de entes, o seres: los que existen (es decir, los que están en la re-
presidente Guido fue verdaderamente de facto. Y en este juego de inventar alidad) y los que subsisten (los que no forman parte de la .realidad pero
debates estériles hay verdaderos campeones: los hombres de leyes, dedica- podrían llegar a existir, en algún sentido de "poder"). Así, el Aconcagua y
dos desde hace muchos siglos a inventar clasificaciones y a trazar sutiles (y cierta-muchacha-que-yo-sé existirían, mientras que el pato Donald y la re-
siempre convenientes) distinciones, escriben extensos argumentos sobre la cuperación de las Malvinas subsistirían. Esto era muy complicado, y en es-
naturaleza jurídica del matrimonio, del préstamo a la gruesa o de las asigna- pecial contradecía una muy razonable enseñanza del filósofo medieval
ciones familiares 23 • Todos estos problemas son insolubles si se los plantea Guillermo de Occam: no debemos suponer más entidades que las estricta-
de esa manera, porque· su solución no depende de la realidad ni de la natu- mente necesarias24 •
raleza sino· de ciertas decisiones clasificatorias y lingüísticas. Detrás de Pero, si tomamos en cuenta las precauciones ya expuestas y evitamos
ellos, claro está, hay ciertos problemas veraaderos, cuya identificación (y cuidadosamente confundir el plano del lenguaje con el de la realidad, ad-
consecuente solución) queda oscurecida por las argumentaciones sobre la vertiremos que esta última no tiene por qué sujetarse a los caprichos lin-
controversia ficticia. Pero para clarificar mejor este punto habrá que decir güísticos o imaginativos del hombre, y que, así como el ser humano puede
algunas cosas sobre designación, características definitorias y definiciones. describir estados de cosas que no existen (mentiras, o en lenguaje más téc-
Allá vamos. nico, proposiciones falsas), también puede nombrar entes imaginarios sin
que por ello sea preciso otorgar a éstos alguna carta de ciudadanía de la re-
alidad.
1.4.4. Denotación y designación Este tema quedó muy clarificado a partir del lógico Gottlob Frege25 ,
24
El tema que aquí tratamos fue muy discutido en la Edad Media bajo la denominación de dispu-
En la exposición anterior, por razones de simplicidad, hemos hablado ta de los universales. Una de las tesis allí esgrimidas, la teoría nominalista, afirma que las especies, los
de poner nombres a trozos de la realidad. Pero la imaginación humana es géneros y -en general-los universales no son realidades anteriores a las cosas, como sostenía el pla-
extraordinariamente fértil, y en consecuencia el lenguaje está mucho más tonismo, ni.realidades integradas a las cosas, a la manera del aristotelismo, sino simples nombres con
los que se designa a conjuntos de cosas. Esta posición filosófica, que -como se ha visto, sirve de base a
poblado que aquella realidad. No sólo hablamos de nubes, árboles y pájaros muchos de los razonamientos contenidos en este libro- es atribuida a menudo a Guillermo de Occam,
sacerdote franciscano que vivió aproximadamente entre 1298 y 1349. También suele considerarse·a
22 Occam como partícipe de la tesis conceptualista (doctrina que sostiene que los conceptos tienen una
Del mismo modo podríamos dividirlos entre los que gustan de las mollejas, los que las detestan existencia propia, aunque puramente ideal). Sea como fuere, la tesis de este filósofo sobre la convenien-
y los que son indiferentes a ellas; o entre los que el 8 de enero de 1980 cruzaron la plaza Lavalle entre cia de no multiplicar innecesariamente las entidades ha sido llamada la navaja de Occam, porque
las 1Oy las 11 de la mañana y los que no lo hicieron. No hay límites, en realidad, para las clasificaciones sirve para afeitar las barbas de Platón_; es decir, pulir nuestro lenguaje (y nuestra ontología) y eliminar de
que PQSiemos imaginar, si nos lo proponemos. , . ellos las excrecencias inútiles.
Sobre el problema de la naturaleza juridiru, ver $ulygin, Eugenio. Naturaleza juridiru de la 25
Gottlob Frege (1848-1925), matemático alemán, es uno de los grandes impulsores de la lógica
letra de rumbio, Bs.As., Abeledo-Perrot,1961. Ver también Le Pera. Sergio, La naturalezajuridiru, Bs. moderna al elaborar la estrecha relación de ésta con la matemática, y su obra tuvo importante influen·
As., Pannedille, 1971. cia en los trabajos de Bertrand RusselL

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que distinguió dos formas o componentes del significado: la denotación (o mente a quién llamar José de San Martín, pero no lo hacemos virtud de
extensión) y la designación (o intensión, o connotación). ninguna característica del prócer; es decir, carecemos de un criterio para el
La palabra ''.ciudad'', por ejemplo, sirve para referirse indistintamente uso de tal nombre. Puede afirmarse, pues, que ''unicornio'' tiene designa-
a cualquier entidad de una larga lista, que incluye a Buenos Aires, Córdo- ción pero no denotación, en tanto "José de San Martín" tiene (o tuvo) deno-
ba, Neuquén, París, Barcelona, Cantón, Acapulco, Estocolmo, Florencia, tación pero carece de designación.
Jartum y también a Sodoma, Nínive, Menfis o Tenochtitlán. El conjunto de
todos los objetos o entidades que caben en la palabra "ciudad" se llama la
denotación de esta palabra. 1.4.4.1. Universales y otras intoxicaciones
Pero aquella lista no ha sido formada al azar: si llamamos "ciudad" a
Montreal y a Salta, pero no a la Edad Media ni a la isla de los Estados, Hasta aquí hemos tenido que vérnoslas solamente con palabras de cla-
nuestra conducta no es caprichosa sino el producto de un criterio. Existen se y con nombres propios; es decir, con símbolos que denotan (o pueden de-
ciertas razones, más o menos uniformes, por las que incluimos un objeto en notar) cosas: objetos, hombres, monstruos. ¿Qué diríamos, en cambio, de un
una clase o lo excluimos de ella. Estas razones forman el criterio de uso de concepto como el de blancura? ¿O vida? ¿Y de un verbo, como caminar?
la palabra de clase, y tal criterio la piedra de toque del concepto: tenemos ¿Cuál sería la denotación de ''caminar''? ¿O la del adverbio ''lentamente''?
el concepto de mosca cuando estamos dispuestos a usar cierto criterio para Estas nuevas preguntas nos obligan a reflexionar atentamente acerca
llamar mosca (o mouche, o fly) a los objetos que lo satisfagan, y para no lla- de la estructura de nuestro lenguaje, para no vemos arrastrados a una
mar con ese vocablo a las cosas que no se ajusten a sus requisitps. El con- nueva disputa de los universales 27 •
junto de estos requisitos o razones, es decir, el criterio de uso de una pa- Las palabras que usamos sirven para nombrar los objetos que hemos
labra de clase (determinante y demostrativo del concepto correspondiente) recortado de la realidad circundante a las clases en las que hemos agrupado
se llama designación de esa palabra. esos objetos. Pero nuestro sistema de clasificaciones es muy complejo, y
De este· modo, el concepto de obelisco comprende en su denotación, las clases se superponen y entrecruzan sin respetarse unas a otras. De este
entre otros, al de Buenos Aires, al de Washington y al de Luxor en París, modo, el copo que acaba de caer del cielo en una tarde de invierno
en tanto su designación consiste en ser un "pilar muy alto, de cuatro caras en la clase de la nieve (agua congelada en pequeños cristales), pero también
iguales un poco convergentes, y terminado por una punta piramidal muy en las clases de (lo) frío (cualquier cosa de baja temperatura), de (lo) blanco
achatada, el cual sirve de adorno en lugares públicos'' 26 • (cualquier cosa que refleje la luz de cierta manera) o de (lo) blando28 (cual-
¿Y el concepto de cíclope? ¿Alguien vio alguna vez a un cíclope? No, pe- quier cosa con determinada consistencia). Cada una de estas palabras (frío, .
ro si un día nos encontráramos con un gigante que tuviese un solo ojo en blanco, blando) designa una clase; y, por tanto, denota a cada uno de los ob-
medio de la frente, no dudaríamos en llamarlo cíclope. Esto muestra que la jetos respectivamente fríos, blancos o blandos.
palabra "cíclope" tiene designación: el criterio o conjunto de requisitos que Nuestro copo de nieve es abarcado también por la C1.ase de (lo que) cae,
exigimos para su uso. Pero, como no hay cíclopes, tal palabra carece de de- junto con la lluvia o con las piedras de un alud, modo que la palabra
notación o extensión. Para decirlo de otro modo: el nombre ''cíclope'' tiene "cae" designa también una clase y denota a los obJetos que caen.
significado (ya que tiene al menos designación), pero no existen objetos re- Lo que ocurre es que nuestro lenguaje tiende a oscurecer esta semejan-
ales a los que pueda llamarse con ese nombre.
Puede observarse ahora que las palabras que se refieren a lo que no 27
Ver nota 24, página 41. El tema que ahora planteamos es un problema central de la antigua (y
existe configuran, en cuanto a denotación y designación, el caso inverso de aún persistente) disputa de los universales, y la solución que ha de proponer es otra vez de corte nomi-
nalista.
los nombres propios. Sabemos aproximadamente qué características nos 28
En estos ejemplos la palabra "lo", puesta entre paréntesis, es una concesión puramente lin-
determinarían a llamar a un animal ''unicornio'', pero no encontramos nin- güística a la tesis que criticamos, tesis que presupone cierta sustancia de la que podamos predicar las
gún animal que reúna esas características. En cambio, sabemos perfecta- cualidades de frío, blanco y blando. Si quisiéramos ser absolutamente rigurosos en nuestra exposición
deberíamos decir "los fríos", "los blancos" y "los blandos", sustantivizando Jos adjetivos; pero esta
26 forma de hablar, ajena al lenguaje común, podría obstaculizar la comprensión del argumento en vez de
Así define la palabra "obelisco" el Diccionario de la Real Academia Española, ed. 1970. facilitarla. Cedemos, pues, en la forma sin que ello implique concesión en el fondo.

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za entre sustantivos, adjetivos y verbos porque su estructura corresponde a los valientes, y si proclamamos que muchos ausentes regresan ahora esta-
la tesis esencialista (o mejor dicho, la tesis esencialista nació de llevar al mos indicando que muchos individuos de la clase de -los ausentes pertene-
terreno ontológico las observaciones acerca de la estructura dellenguaje)29 • cen también a la· clase de los que regresan ahora (que son, a su vez, una
Suponemos que hay cosas (sustancias, en la nomenclatura aristotélica), subclase de los que simplemente regresan y una subclase de los que hacen
cualidades y acciones. Las cosas (nombradas por, los sustantivos) tienen algo ahora).
cualidades indicadas por los adjetivos) y realizan acciones (expresadas por Claro está que la maraña a desenredar no termina ahí. Sobre la base de
los verbos). Nuestro lenguaje es, pues, como un sistema planetario en el estas palabras de clase el hombre ha construido otras, de un mayor nivel de
que el sustantivo ocupa el lugar del sol, en cuyo derredor giran los demás abstracción, que parecen abandonar la referencia a los objetos (aun agrupa-
vocablos; e imaginamos (no sin cierta ingenuidad) que la realidad debe tener dos en clases) para apuntar directamente a los critenos de clasificación. De
cierta estructura que corresponda exactamente a ese modo de hablar. De es- este modo, caminar es lo que tienen en común todos los individuos de la cla-
ta suposición nacen las esencias y otros conceptns metafísicos que pueden se de los que camipan; vida es lo que tienen en común los individuos vivos;
luego encorsetar nuestro razonamiento. Pero el papel que asignemos a las blancura es lo que tienen en común los individuos blancos.· Pero esta abs-
distintas partes de nuestro lenguaje es contingente y eventualmente inter- tracción no puede hacemos perder de vista la realidad de la que proviene y
cambiable (recordemos la cita de Borges en 1.4.2), de modo que lo que hoy en la que se sustenta: si alguien nos pregunta dónde está la vida, sólo podre·
se dice con un veroo (dirige) podría decirse mañana con un sustantivo (di- mos mostrarle individuos vivos, del mismo modo que la blancura está en
rector)30, y lo que se expresa con un adjetivo (amarillo) podría a su vez·ser las cosas blancas y el caminar se manifiesta en lo que camina.
contenido de un verbo (amarillea). Con estas reflexiones quedamos capacitados para regresar a nuestro
Sustantivos comunes, adjetivos y verbos (y también adverbios, que son punto de partida. Una palabra abstracta, como "blancura" no tiene una de-
como· adjetivos de verbos) pueden, pues, pensarse como nombres de cla- notación tan fácilmente determinable como "pájaro". Podemos ver pája-
ses: cuando decimos que Eugenio es rubio31, por ejemplo, afirmamos que ros, pero no vemos la blancura: sólo vemos cosas blancas. Esta dificultad
cierta persona con ese nombre pertenece a la clase de los rubios; si puede llevamos por complicados caminos, tal el que conduce a supo-
mos que los correntinos son valientes queremos decir que todo individuo ner denotaciones ideales y realidades supraempíricas32 • Pero no estamos
perteneciente a la clase de los correntinos pertenece a la vez a la clase de obligados a recorrerlos: podemos advertir que la blancura es un concepto
abstracto que se refiere mediatamente a la clase de los objetos blancos, y
que, por lo tanto, su denotación se encuentra distribuida entre todos los ob-
29
Se llama comúnmente <mtowg(a a la parte de la filosofía que estudia el ser, los entes, las esen- jetos pertenecientes a esta clase.
cias, o, como dice un lógico moderno, lo que hay (cfr. Quine, Willard van Onnan, Acera¡ de lo que hay, en
Desde un punto de vista lógico, Barcelona, Ariel, 1962). Esta transposición de la estructura real del len-
guaje hacia una supuesta estructura trascendente del universo puede observarse claramente en las Ca-
tegorías de Aristóteles; pero las ideas de Platón también pudieron nacer de un procedimiento similar.
Conviene adarar aquí que estas afinnaciones, como tantas otras que aparecen en el presente libro, 1.4.5. Características defmitorias
se hallan sujetas a polémica y están lejos de ser unánimemente aceptadas. Sobre el esencialismo, ver
nota 27 en Pálrina 43. Hemos visto que los requisitos exigidos para llamar a un objeto con
30
Según el Diccionario de la Real Academia Española, el vocablo "director" es un adjetivo ... que cierto nombre (palabra de clase) son ciertas característiéas eventualmente
se usa también como sustantivo; versatilidad funcional que no deja de abonar la tesis que aquí se sos-
tiene. presentes en el mismo ·objeto: tener cuatro caras iguales un poco conver-
31
En este ejemplo, cómo en algunos de los que siguen, un espíritu agudo podría encontrar cierta
perplejidad: al decir "Eugenio es rubio" utilizamos un verbo cuya referencia a una clase no es fácil elu· 32
U na realidad supraempfrica es aquella inaccesible a la experiencia; y la parte de la filosofía
cidar. ¿Queremos decir que Eugenio pertenece a la clase de (lo que) es? Tal sería la clase universal, la
que postula y estudia tales realidades es la metajisica. El camino de suponer realidades supraempíricas
del Ser, y por esta vía volveríamos a las disquisiciones ontológicas. Pero podemos tranquilizarnos: en
fV.e seguido por Platón: puesto que la blancura no está en el mundo sensible, y sin embargo existe, su lu-
este uso, el verbo es no pretende designar categorías metafísicas sino, simplemente, indicar una rela·
ción entre clases o entre un individuo y una clase. Si pensar en una clase designada por gar debe estar en otro mundo, inaccesible a los !?entidos y al que sólo puede llegarse por medio del inte·
dicho verbo, podríamos decir que se trata de la clase de los individuos o clases que pertenecen, a su lecto (el mundo inteligible): desde allí rige la realidad que vemos, y se manifiesta en las cosas blancas.
vez, a alguna otra clase. Pero esta reflexión es, en verdad, una-consecuencia de la estructura de nuestro Otro tanto puede decirse del bien, de !ajusticia y de otros conceptos (ideas). Algo más.sobre este tema
puede verse en la nota N° 27, página 43. •
idioma: en ruso, por ejemplo, el atributo se une al sujeto sin interposición del verbo copulativo.

44 45
tener un sol? oj?. Estas partes de la descripción de un objeto que.a
su yez Integran el cnteno de del vocablo se llaman características definí- forma de iluminación dialéctica en Platón, mediante la intuición intelectual
tonas de la palabra en cuestión. en el aristotelismo), y no simples decisiones clasificatorias contenidas en el
Pero ha de notarse que no todas las características presentes en cada lenguaje. Esta tesis lleva a suponer que hay clasificaciones verdaderas (las
objeto forman parte del criterio en cuya virtud lo llamamos de cierta mane- que responden a las esencias reales), y por lo tanto a admitir como válidas
Los obeliscos formaron parte del estilo arquitectónico egipcio, y el obe- aquellas discusiones sobre, por ejemplo, si los animales tienen en realidad
hsco de Luxor que está en la Plaza de la Concordia fue efectivamente cons- inteligencia, controversias insolubles por su erróneo planteo (ver 1.4.3.).
truido por los egipcios y se halla cubierto de jeroglíficos; pero estas caracte- Dentro de la concepción que estamos siguiendo, pues, conviene tener
rísticas no son definitorias de ''obelisco'', ya que si lo fueran no estaríamos presente que las características definitorias no son las que hacen que algo
dispuestos a llamar así al monumento construido en Buenos Aires en 1936 . sea una cosa y no otra, sino las que, de hallarse presentes en un objeto, nos
sin intervención de súbditos faraónicos ni inscripciones egipcias. ' mueven a llamarlo con cierto nombre según la clasificación que hemos esco-
características, presencia o cuya ausencia en el objeto re- gido o aceptado. Y las concomitantes no son las que pueden estar o no estar
sulta Irrelevante para. que le asignemos determinado nombre ' se llaman ca- presentes en un objeto (todo objeto tiene infinitas características concomi-
, . tantes), no son las que pueden estar o no estar presentes en un objeto (todo
ractensbcas concomztantes o accidentales respecto de ese nombre.
De modo, pues, que entre las infinitas características que pueden objeto tiene infinitas características concomitantes), sino aquellas que no-
describirse en cada objeto del universo, frente a cada nombre posible dis- sotros no tomamos en cuenta para la clasificación del objeto.
tinguiremos algunas como definitorias. El resto son concomitantes. ¿Cómo hemos de descubrir, entonces, si una determinada característi-
Esta distinción es a menudo descripta de un modo poco cuidadoso: las ca es definitoria o concomitante? Ante todo, mediante la comprensión de
características definitorias -se dice- son las que hacen que algo sea una que una característica. no es definitoria por sí misma, en forma absoluta o
cosa.y no otra; por ejemplo, que sea un triángulo y no un cuadrado·, las con- abstracta, sino en relación con cierto nombre. Y luego, a través de la intros-
comitantes son las que pueden estar o no estar presentes en el objeto. Esta ya que las clasificaciones están dentro de nosotros y no en el obje-
despreocupada no sólo es errónea respecto de la tesis que to mismo. Supongamos que un amigo nuestro se gana la vida. vendiendo
anahzamos; lleva además al pensamiento en una dirección completamente verduras, pero en sus ratos libres escribe versos. Para llamarlo verdulero
distinta. la será definitoria y la segunda concomitante;
En efecto, lo que ''hace que algo sea una cosa y no otra'' es designado a denominarlo poeta ocurnrá exactamente a la inversa, y para clasificarlo co-
menudo como esencia de esa cosa (por oposición a sus accidentes); y esta mo hombre ninguna de las dos será definitoria, pues lo llamaríamos hombre
concepción, hoy llamada esencialista, corresponde a la versión atenuada del aun cuando no mercase cebollas ni escribiese poemas.
elaborado por Aristóteles para aproximarla a la expe-
cotldtana33 • Suponer que cada cosa tiene (o participa de) una esencia
1.4.6. Vaguedad
Imphca pensar que tales esencias son realidades cognoscibles (por cierta
Ocurre a menudo, sin embargo, que el fruto de la introspección no se
33
Platón sostenía que ideas o conceptos, tales como la idea de árbol, el árbol-en-sí, la arboli- obtiene de un modo tan sencillo como en el ejemplo que antecede. Hay ca-
dad, no están en las c?Sas mismas que. vemos (que son meras apariencias) ni en nosotros (simples
aprehensores de la realidad abstracta), smo en un mundo aparte (topos uranos), una especie de cielo en
el que el verdadero-hombre-en-sí podía montar en el verdadero-c,aballo-en-sí y dar el verdadero-paseo--en·sí Como puede observarse, la. tesis las ideas del cielo y las trae a la tierra, pero
el verdadero-campo-en-sí. Tal mundo no estaba al alcance de nuestros sentidos, y sólo era accesible no las pone a nuestro alcance smo de un llusono, ya que las mantiene en el plano objetivo, exter-
al a través de un método, no exento de perplejidades, que llamaba dialéctica. no al.observador. Y, por mucho que exammemos un objeto, difícilmente aprehenderemos sobre su
morigeró considerablemente esta tesis. Sostuvo que la idea (esencia) no está en un mun- esencia algún con<?Cimiento que no esté implícito en el concepto que previamente teníamos de la dase
do aparte en el nuestr?, en las cosas mismas. Así, dos o más objetos pertenecen a una misma clase · en que lo hemos Situado, de acuerdo con las estructuras del lenguaje que un día nos enseñaron. Si tal
porque de la mzsma esencia, y definir una cosa es hacer explícita su esencia. Tal esencia ocurre, el prestidigitador que extrae de su galera el mismo conejo que antes introdujo en
puede distmg:'urse del mero accidente a través de la intuición; es decir, de cierta forma reflexiva de ob- ella. Y SI no de un concepto al hablar sobre la esencia o la naturaleza de cierto objeto
servar los ObJetos, que nos hace aprehender su ser sustancial. no hacemos mas que proponer una clasificación de nuestro gusto, con la apariencia de afirmar un hecho
trascendente
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sos en los que, puestos a decidir si cierto objeto concreto debe incluirse en do en sistema Braille para ciegos? ¿O si no todas las hojas están escritas, si-
determinada clase, dudaríamos. Supongamos que nuestro amigo, el verdu- no sólo la mitad? Además, ¿no existen también libros en blanco, donde las
lero, sólo una vez, allá por su juventud, escribió un poema, y que este po- hojas están dispuestas para ser llenadas por su dueño con un diario perso-
ema, bastante malo, no es conocido más que por nosotros y por él mismo. nal, por ejemplo?
¿Seguiríamos dispuestos a llamarlo poeta? Podemos decidir que sí, funda- e) ¿Encuadernadas? Esto no quiere decir necesariamente cosidas: hay
dos en que un solo poema, con prescindencia de su valor literario, es sufi- libros en los que las hojas van unidas con ganchos. Un conjunto de trescien-
ciente para asignar ese nombre; o bien decidir lo contrario, sobre la base de tas hojas con una perforación en la esquina y unidas por un simple alambre
exigir habitualidad, o un mínimo de talento, o aun cierto reconocimiento ¿sería un libro? ¿Y si las hojas estuviesen pero debidamente nume-
público. La resolución que adoptemos -conviene advertirlo- no nos es im- radas y contenidas en un estuche de cuero con el nombre de la obra en la
puesta por el diccionario ni por autoridad lingüística alguna, ya que en cubierta?
nuestro idioma el significado de la palabra "poeta" no es tan preciso. d) El requisito de llevar cubierta da lugar para reflexiones semejantes,
Esta falta de precisión en el significado (designación) de una palabra se que dejaremos al lector imaginar por su cuenta.
llama vaguedad: una palabra es vaga en la medida en que hay casos (reales o El significado de las palabras, pues, suele presentarse -según una clá·
imaginarios, poco importa) en los que su aplicabilidad es dudosa; o, por de- sica comparación- con una luz proyectada sobre una superficie35 • llabrá
cirlo en términos lógico-matemáticos, no es decidible sobre la base de los da- una parte claramente iluminada eh el centro, y en torno seguirá reinando la
tos preexistentes, y sólo puede resolverse a partir de una decisión lingüísti- oscuridad. Pero entre claridad y oscuridad habrá un cono de penumbra, en
ca adicional (como la de exigir o no exigir habitualidad, valor literario o re- cuyo ámbito el objeto iluminado será visible, aunque no con la misma facili-
conocimiento público en el ejemplo de nuestro verdulero con veleidades li- dad. Del mismo modo, y para cada palabra, existe un conjunto central de
terarias). casos en los que el nombre ·resulta aplicable: encajan sin dificultad en los
Si nos proponemos hacer una lista de palabras vagas, probablemente criterios usuales, y estamos habituados a aplicar el vocablo a tales si-
tardaremos mucho: como la piedra de toque de la vaguedad consiste en tuaciones. Habrá un número infinito de casos (el entorno) a los que no apli-
imaginar algún caso dudoso y la imaginación es inagotable, veremos que caríamos la palabra en modo alguno. Pero existe también un cono de va-
prácticamente todas las palabras son vagas en alguna medida. Tomemos guedad, donde nuestros criterios resultan insuficientes y los casos no
c-omo ejemplo una palabra bien conocida, como ''libro'', que se refiere (más pueden resolverse sin criterios adicionales más precisos.
o menos, y aquí está la dificultad) a un conjunto de muchas hojas impresas,
encuadernadas juntas y con cubierta. Y empecemos a imaginar problemas:
a) ¿Muchas hojas? ¿Cuántas? .Un conjunto de dos hojas no sería llamado 1.4. 7. Ambigüedad
libro, pero, claro está, dos hojas no son muchas. ¿Cinco hojas, entonces?
¿Diez? Doscientas hojas pueden hacer un libro. ¿Y ciento cincuenta, ochen- Si la designación de las palabras suele resultar insuficiente en gran nú-
ta, sesenta? Un conjunto de cincuenta hojas ¿es un libro o un folleto? Si es mero de casos,' la situación se complica cuando una palabra tiene dos o más
un folleto, ¿qué tal si suponemos cincuenta y cinco? Aquí llegaremos inexo- designaciones.
rablemente a algún número que nos parezca dudoso34 • La condición de una palabra con más de un significado se llama polise-
b) ¿Impresas? En la Edad Media había libros escritos a mano. Claro que mia o, más comúnmente ambigüedad. "Vela", por ejemplo, puede desig-
ésta también es una forma de imprimir, en sentido amplio. ¿Y si es perfora- nar un cilindro de cera con un pabilo en su interior que sirve para iluminar,
un lienzo que· se ata al mástil de una nave para aprovechar la fuerza del
viento, o bien la actitud de alguien que cuida a una persona o cosa durante
34
Esta es la llamada paradoja del continuo: ,·cuántos puede tener un ·calvo sin dejar por eso de la noche.
ser calvo? ¿Cuál es el limite entre frlo y tibio. o entre tibio y caJiente? ¿Cómo distinguir el libro más breiJe del
folleto más extenso? Las palabras que implican un conceptO' cuantitativo pero impreciso, como "mucho", Desde luego, la ambigüedad de una palabra no constituye una vacuna
"'apenas". "largo", "suave" e infinidad de otras. expresan cierta parte de una continuidad donde cualquier
Hmite tajante resulta arbitrario. 35 Carrió, Genaro R., Notas sobre dererho y lenguaje, Bs.As., Abeledo-Perrot, 1965, p. 31-32.

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contra la vaguedad, sino que tiende a multiplicarla. U na palabra ambigua Podríamos traducir los dos primeros versos como ''los gallos cantan al
puede ser vaga (y generalmente lo es) en cada una de sus distintas acep- alba"; pero, si lo hiciéramos, el fantasma de Federico no nos daría tregua.
ciones. En el ejemplo ya apuntado, podríamos dudar sobre si una camisa, No porque tal traducción fuese incorrecta, sino porque la gracia del len-
amarrada por un náufrago al mástil de su improvisada balsa, es una vela; o guaje poético reside aquí en la metáfora, que, a la vez que implica que los
si un cirio, habida cuenta de su gran tamaño, puede ser llamado vela; o si gallos cantan al alba, nos permite comparar su canto con el golpe de una pi-
corresponde decir que pasó la noche en vela un juerguista que llega a su ca- queta sobre la tierra y sugerir que el gallo busca deliberadamente el día me-
sa a las nueve de la mañana, borracho y con una media de mujer colgando diante el canto como quien cava en busca de un tesoro escondido. Un análi-
de un bolsillo. sis semejante de los demás versos puede quedar librado a la discreción del
La ambigüedad proviene muchas veces de la extensión de un nombre a lector.
diversos aspectos o elementos de una misma situación. Así, por ejemplo,
llamamos corte al acto de cortar e incluso al filo de la herramienta con la que
cortamos. Otras veces la polisemia es un· accidente en la evolución de las 1.4.8. ¿Entonces?
palabras a partir de distintas etimologías: las acepciones de "corte" que
acabamos de señalar provienen del verbo latino curtare; pero el significado Acabamos de advertir que todas las palabras son vagas y muchas son
de ''corte'' como séquito del rey, o como tribunal de justicia, proviene del ambiguas (todas, al menos potencialmente ambiguas). Esta comprobación
latín cors, ·cortis, o cohors, cohortis. Cada uno de estos vocablos evolucionó a puede desatar en nosotros una comprensible rebeldía. Hasta hoy creíamos
su modo en el idioma castellano y ambos coincidieron finalmente en la for- llamar a las cosas por su nombre, y venimos a saber que la relación entre
ma corte. nombre y cosa es asunto subjetivo y bastante vidrioso. Bien, podemos pa-
Pero la voluntad del hombre colabora también en la producción de am- ·sar este trago amargo. Pero queademás no podamos estar seguros de qué
bigüedades a través del lenguaje figurado. Así podemos dar a alguien una es lo que nosotros mismos queremos significar con cada palabra, ya es el col-
mano sin necesidad de extender la diestra, correr un riesgo sin pretender al- mo. Al fin de cuentas, ¿para qué sirve un lenguaje si no es para hablar de
canzarlo y aclarar algún punto oscuro sin gastar en electricidad. las cosas? Y ¿cómo podremos hablar de ellas si los nombres que usamos ca-
El colmo del lenguaje figurado es la metáfora, figura que parece decir recen de designación precisa, y además cualquiera puede utilizarlos para
una cosa para que se entienda otra, creando entre ambas un sutil y acaso referirse a cosas completamente distintas? ¿Cómo pudimos, entonces, ser
fugaz vínculo de significado a la vez que sugiere vagas semejanzas. La po- tan ilusos de creer que podíamos comunicamos con un instrumento tan en-
esía está repleta de ejemplos de esta técnica lingüística de la ambigüedad deble como el lenguaje?
deliberada: La reacción es saludable, pero antes de llegar al punto en que hagamos
una fogata de diccionarios convendrá que nos detengamos y reflexionemos
más serenamente. La vaguedad y la ambigüedad no anulan por sí solas to-
Las piquetas de los gallos da la utilidad del idioma que hablamos, y la prueba está en que veníamos
cavan buscando la aurora, hablándolo sin percatarnos de tales dificultades. Además, los inconvenien-
cuando por el monte oscuro tes más graves para la comunicación entre los hombres no son tanto lin-
baja Soledad Montoya. güísticos como valorativos (tema del que nos ocuparemos más adelante).
Cobre amarillo su carne,
huele a caballo y a sombra. La ambigüedad, para es fácilmente evitable en la mayoría de
Yunques ahumados sus pechos, los casos. Si estamos navegando y nos piden izar una vela, seguramente no
gimen canciones redondas36• ataremos al mástil un cilindro de estearina, y si una madre nos pide que en-
señemos algún juego a sus hijos de siete y ocho años, no es probable que les
enseñemos el póquer ni el pase inglés37 ; y menos aún que les mostremos un
36 García Lorca, Federico, Romance de la pena negra, en "Romancero gitano", Bs. As., Losada,
37 El ejemplo no es casual. El filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein (1889-1951) ha usado lapa-
1966, p. 43.

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T
1

conjunto de piezas de cristalería. En tales situacion.es, el contexto lin- razosa complicación. Piénsese en el derroche que sería decir, en vez de
güístico como fáctico) nos certeramente a Interpretar la palabra en "esta mañana vi salir el sol", algo como: "hoy a las siete horas, cuatro mi-
la acepción que el hablante qutso darle. . nutos, veintitrés segundos, seis décimos, dos millones quinientos sesenta y
y en cuanto a la vaguedad, cabría incluso preguntarse s1 se tra.ta de un ocho mil cuatrocientos treinta y dos nanosegundos, hora argentina, vi una
defecto del lenguaje, o de una de sus virtudes. Supongamos que cttan:_os a proporción del sol equivalente a 0,578925 de su tamaño, mientras el resto
un amigo en la esquina de Suipacha y y nos cual de quedaba oculto a mi vista por el horizonte".
las cuatro esquinas nos referimos. Algo sorprendidos, en la es- ·1 Sin embargo, es bueno que hayamos dudado por un momento de la uti-
quina sudeste''. Entonces nos cuáles son los }tmttes de lo que en- lidad del lenguaje. El lenguaje es la herramienta de la ciencia, y, en no po-
tendemos por esquina, y nos exphca que, dado que los angulos de las cos casos (lingüística, literatura, derecho, informática).integra también, to-
son redondeados, la proyección exacta del cordón la de Sutpacha tal o parcialmente, su objeto. Es provechoso, pues, que tomemos concien-
en su intersección con la proyección del cordón de 1 cia de las limitaciones del instrumento que usamos, de modo que sepamos
calzada. Señalamos que puede esperarnos sobre la .acera, e tnstste: ¿A manejarlo eficazmente y, sobre todo, que no nos dejemos manejar por él.
distancia del centro de la ochava, sobre la línea dtagonal de la n1anzana. Hay ocasiones, por cierto, en que la precisión del lenguaje natural no
El juego puede prolongarse 9ue una de las resulta suficiente, p9rque deseamos profundizar algún aspecto de la reali-
tas de nuestro amigo· sea respondtda con una tnamtstosa referencia a sus dad que va más allá de lo cotidiano. Esto es lo que ocurre normalmente con
antepasados. ¿En qué punto habría cortado el las ciencias, y por eso ellas dan nacimiento a los otros tipos de lenguaje a
Pues bien ése es el punto en que la mayor prectston extgtda por nuestro los que nos he1nos referido en el párrafo 1.1.1.: el lenguaje técnico. y el for-
amigo intolerablemente Cuando se .de. en- mal. Allí donde la ambigüedad y la vaguedad se convierten en escollos para
contrarse en una esquina, no hace falta establecer con tanta el grado de precisión que un conocimiento especializado requiere, se hace
el lugar de la cita, ya que dentro de un círculo bastante cada .necesario introducir vocablos o expresiones (o símbolos, en el caso del len-
podrá ver y reconocer al otro. En rigor, ni siquiera es necesano guaje formal) cuya agudeza semántica se asemeje más al filo del bisturí
cuál de las cuatro esquinas será la del encuentro, ya que -:-salvo en avent- que al del hacha. Las palabras que usemos pueden ser totalmente nuevas, o
das muy anchas o concurridas- es posible vers.e de cualqutera de pun- l bien algunas de las antiguas convenientemente afiladas. Tanto la introduc-
tos a cualquier otro. En casos así, pues, es meJor que nuestro lenguaJe sea !-'··-·····
ción de un nuevo vocablo como el afilado de uno ya conocido, requieren un
algo impreciso. . ... . . procedimiento intelectual de la mayor importancia: la definición.
y ·en cuántos casos ocurre algo semejante? En casi todos. lenguaJe
que hablamos ha· sido construido_a la nuestras neces:dades
decir de las necesidades de nuestra vtda cotidtana), y no es mas prects? 1.4.9. Dermición
tales necesidades no lo requieren ,mayor clan-
dad no sólo sería superflua, sino que probablemente tntroductna una emba- Definir una palabra es indicar su significado. El más conocido reperto-
rio de definiciones es el diccionario, donde encontramos expresiones como
labra "juego" para mostrar que muchos conceptos se forman te lo llamó semejanzas de fami- ésta:
lia. Señalaba que las distintas clases de objetos a los que llamamos Juegos Guegos de mesa, de cartas,
de pelota, de ingenio) carecen por completo de algu,na característica que sea común a todos Y que
sólo hay ciertos vínculos entre dos subclases, que a su vez se parecen en algo a otras, .Y as1 se forma
"Esqu{: especie de patín muy largo, de madera, que se usa para deslizarse sobre la
"una complicada red de semejanzas que se superponen y se a comple- nieve ... 38
tas, otras semejanzas de detalle" (cfr. Wittgenstein, Ludwig, Phtll?sophtcal _Jnvesttgatwns, < •

ford, 1963, p. 31 y 32, párrafos 66 y 67). Tal vez el propu.esto por Wtttgenstem, tal c?mo sugen- Aquí vemos una proposición cuyo sujeto es ''esquí'' (no el esquí mismo, si-
mos, pueda interpretarse como la ambigüedad precisamente por seme;anzas de (a-
milia entre diversas (vagamente diversas) clases de objetos cuyo nombre va extend1endose a otras cla- no el nombre "esquí"), el verbo ("significa") está sobreentendido y el resto
ses emparentadas hasta formar, pajo una misma palabra; un conglomerado de conceptos vagos que ca-
recen de características comunes a todos. 38 Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Madrid, 1970.

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del predicado son las palabras que siguen. Podría parafrasearse, como: ''La mal racional'' (o, ·por lo menos,/' .. .incluye entre sus características defini-
palabra 'esquí' significa especie de patín muy largo, etcétera". torias la de animal racional'').
U na definición de este tipo se compone, pues, de dos partes, el defi- Eliminadas, pues, de nuestro panorama las definiCiones reales (sin per-
niendum (la palabra a definir, o sujeto de la proposición: "esquí") y el defi- juicio de su validez en otros sistemas filosóficos, ya que -como sabemos-
niens (la enunciación del significado: "especie de patín ... "). Naturalmente· en materia de clasificaciones "nada es verdad ni es mentira", según diría
la eficacia de la definición depende de que conozcamos el significado de las Campoamor), trataremos de trazar una clasificación de las definiciones que
palabras que integran el definiens, ya que ellas nos indicarán el significado satisfagá las necesidades de nuestro estudio.
-supuestamente ignorado- del definiendum. Por esto suele exigirse que
el dejiniendum no forme parte, a su vez, del definiens: si en uri diccionario
leyéramos, por ejemplo: 1.4.9.1. Def"miciones ostensivas y def"miciones verbales

"Esquí: esquí" Las definiciones más comunes (las que encontramos en los diccionarios
por ejemplo) son verbales: comunican el significado de una palabra a través
quedaríamos tan en ayunas como antes de leerlo. No porque la definición de otras palabras. Pero existe otro modo de definir una palabra. Cierta tira
sea falsa. (al contrario, es necesariamente verdadera, como más adelante se cómica mostraba una vez un jugoso diálogo entre la profesora de filosofía y
verá); pero no sirve como definición porque, si queremos averiguar el signi- una alumna:
ficado de "esquí", de poco valdrá que nos respondan que es idéntico al sig-
nificado de ''esquí''. Perogrullo no sería buen autor de diccionarios. Profesora: La filosofía no tiene por objeto proporcionar respuestas, sino enseñar a for-
Hemos comenzado por decir que definir una palabra es enunciar su sig- mular buenas preguntas.
nificado. Esto implica una toma de posición respecto de cierta clasificación Alumna: ¿Qué es una buena pregunta?
Profesora: Ésa es una buena pregunta.
de las definiciones. En efecto, a menudo se sostiene que hay definiciones
nominales y reales: las nominales son las que definen un nombre y las reales Dejando de lado la gracia bastante sutil del chiste, la profesora no expli-
las que definen una cosa. Esto de definir cosas es una idea relacionada con có cuáles son las características que hacen que califiquemos una pregunta
el concepto de esencia, o naturaleza. Si por esencia entendemos el conjunto como buena, sino ql!_e señaló un ejemplo de lo que podía entenderse por
de las características definitorias de un concepto, definir la cosa será lo "buena pregunta". Esta es una definición ostensiva (del latín ostendere,
mismo que definir el nombre de la cosa, y la distinción carecerá de utilidad. mostrar). En efecto, este tipo de definición tiende a mostrar ejemplos, de
Por el contrario, si por esencia entendemos una realidad intrínseca de la co- modo que generalmente requiere algún tipo de gesto (señalar con el índice,
sa, que no depende del lenguaje sino de cierto tipo de intuición, la defini- por ejemplo). .
ción real se convierte en un problema metafísico, ajeno al tipo de estudio Se trata de un caso especial de lo que alguna vez se ha llamado functón
que estamos desarrollando39 • explicativa del ejemplo40 • La persona a quien el ejemplo va dirigido aísla,
Dentro de· nuestro contexto, pues, cuando hablemos de definición en- mediante una operación intelectual propia, las características definitorias
tenderemos definición de palabras (o de símbolos, en general). Las cosas se del caso propuesto, a la vez que desecha toda cualidad ajena al concepto ge-
observan, se describen, pero no se definen. Si digo, por ejemplo, "los nérico principal. Con el fin de facilitar esta operación, se proponen a veces
hombres son animales racionales", estoy haciendo una descripción de los varios ejemplos cuyas características concomitantes difieren. Así, si quere-
hombres en general. Pero si digo "el hombre es un animal racional" no de- mos proporcionar una definición ostensiva de la palabra "papel", podemos
fino al hombre (como idea platónica o como esencia aristotélica): mi enun- señalar los siguientes ejemplos:
ciado podría simplemente traducirse por ''la palabra 'hombre' significa ani-

40 Ver Guibourg, Ricardo A., Naturaleza y funciones del ejemplo en el razonamiento jurldico, en
39
Ver párrafo 1.4.5. y nota 27. "Notas de filosofía del derecho", Bs.As., 1965, n° III, p. 57.

54 55
una hoja de cuaderno en blanco
la página de un libro
camas "oso": "mamífero carnicero plantígrado". Ya son seis palabras. A
un pliego de papel de seda medida que requiramos definiciones de cada una de las palabras que halla-
mos en cada definición, encontraremos más palabras y nuestro problema
Nuestro interlocutor, entonces, desechará las cualidades que no son comu- no hará más que 'multiplicarse. Si tenemos la paciencia de seguir el juego
nes a todos los ejemplos, tales como: indefinidamente veremos que las palabras empiezan a repetirse y que, en
resumidas cuentas, las definiciones del diccionario dependen unas de otras
tamaño
de manera circular.
forma Resulta de aquí que, si tenemos que habérnosla con un individuo que
rayado no conoce una sola palabra de castellano, será inútil proporcionarle un dic-
escritura cionario: las vinculaciones entre unas definiciones y otras formarán un blin-
resistencia daje que su ignorancia no podrá penetrar. Nosotros sí podemos, porque co-
transparencia
nocemos de antemano una buena cantidad de las palabras con que el dic-
cionario define las demás. Pero ¿cómo llegamos a conocer el significado de
Muchas veces, sin embargo, se propone un solo ejemplo y deja al esas palabras? · .
buen sentido del oyente la aprehensión de sus características definitonas,
A través de definiciones ostensivas. La educación que hemos recibido
en la confianza de que podrá llevar a cabo la operación relacionand? el caso
desde el momento mismo de nuestro nacimiento está repleta de defini-
propuesto con la expresión a definir, que se supone al menos parcialmente ciones ostensivas, no siempre deliberadas, que vamos extrayendo de las
comprendida de antemano. . . . conversaciones de nuestros mayores. Un ejemplo muy claro de este proce-
U na vez en posesión de tales características, en dimiento aparece en un clásico de la .cinematografía infantil: la película
de aplicarlas por analogía a otros objetos. En el caso antenor, verbigracia, Bambi, de Walt Disney. En ella el conejo Tambor epseña a háblar al pe-
pódremos al de diario, manteca y r:a_n,son. . queño Bambi; le muestra una mariposa, y luego una flor, a la vez que pro-
Claro esta que el eJemplo, como metodo de deflnicion, no tiene una pre-
cisión comparable· al de la definición verbal. Los ejemplos, por sí solos, nuncia sus nombres. Pero el cervatillo no capta rápidamente los límites de
constituyen un medio poco seguro de transmitir los conceptos, porque la cada concepto, y así llama flor a un simpático zorrino, que termina adoptan-
delimitación de las características definitorias depende del juicio más o me- do "Flor" como nombre propio.
nos aleatorio de quien recibe la definición ostensiva. Así, el que hubiese Las definiciones ostensivas, en resumen, resultan indispensables para
aprehendido el concepto "papel" por medio de ejemplos .anotados más aprender un lenguaje sin tomar otro lenguaje como punto apoyo;
arriba puede llamar papel a una lámina de celuloide, o excluir de tal deno- salvada esta etapa es preferible, cuando se puede 41 , acudir a las defini-
minación al papel de embalar por ser de distinto color que aquellos que se.le ciones verbales.
propusieron como ejemplos. Esta insuficiencia hace que muchos :esis-
tan a llamar definición a la ostensiva; pero, como ya en condicior:e.s
1.4.9.2. Det"'tniciones denotativas y deimiciones intensionales
de juzgar, tal controversia no versa de clasifi-
caciones (concretamente, sobre la definiCIOn de definicion ), y es, por lo
tal)to, una cuestión de mera preferencia. . . . . . . Sabemos ya que definir una palabra es indicar su significado. Pero tam-
Lo expuesto llevaría a suponer que es meJor recurnr a las bién recordamos que el significado comprende dos factores: denotación o
verbales que utilizar las ostensivas. Algo de esto hay, por cierto; pero extensión y designación o intensión. ¿Cuál de ellos hemos de enunciar para
ocurre que también las definiciones verbales ., expresar una definición?
Supongamos, en efecto, que en el d1ccwnano una definic1on
verbal de "osería", y la encontramos: "cacería de osos". En lugar de una 41 No siempre se puede recurrir a definiciones verbales, ya que existen _simples tuyo
nombre no puede definirse eficazmente en términos de otras palabras. Tratemos de deftmr verbalmen-
palabra, tenemos ahora tres. Buscamos "cacería": "partida de caza". Bus- te vocablos como "áspero", "dulzón", "violáceo" o "chirriante", y lo veremos.

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Cualquiera de los dos. Pero, según elijamos, usaremos una clase distin- modelo en que pensamos cuando nos preguntamos por el significado de
ta de definición. Supongamos que nos preguntan por el significado de "pla- una palabra.
neta" y contestamos: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Semejante preferencia por la definición intensional sobre la exten-
Urano, Neptuno y Plutón. Habremos enunciado la denotación de sional no carece de fundamertto. En efecto, ella está abonada por un par de
"planeta"; por lo menos, la conocida. Y así habremos proporcionado una buenas razones.
definición denotativa o extensional de dicha palabra. Supongamos ahora que Una de ellas consiste en que hay clases muy numerosas (los hombres,
respondemos que "planeta" significa cuerpo celeste, opaco, que sólo brilla las bacterias, las plantas) o aun infinitas (los números naturales, los puntos
por la luz refleja del Sol, alrededor del cual describe una órbita con movi- del espacio, las cualidades), cuya enumeración completa es imposible. Una
miento propio y periódico. Habremos dado con esto una definición inten- definición extensional completa sólo es enunciable respecto de palabras
sional o por designación, ya que nuestra respuesta enuncia las característi- que nombran clases con pocos elementos (cosas o subclases). En este senti-
cas definitorias que el idioma castellano agrupa en el concepto de planeta (o do cabe recordar que la definición ostensiva es extensional, pero no
sea, las características que conforman el criterio de uso de la palabra "pla- completa: ella depende, para su eficacia, de cierta operación mental del re-
neta"). ceptor que la complete por su cuenta o, más probablemente, la traduzca a
Como puede advertirse si se examina de nuevo el párrafo 1.4.9.1., una términos intensionales inferidos de los ejemplos que se le muestran.
definición ostensiva es siempre un caso de definición extensional (general- Pero, aun en los casos en que logramos una definición extensional
mente incompleta), pero no toda definición extensional es ostensiva. Según completa, ella resulta incómodamente rígida. Volvamos a nuestro ejemplo
se observa en el caso de "planeta", ya usado como ejemplo, una definición de "planeta". Los planetas conocidos son efectivamente Mercurio, Venus,
extensional puede ser también verbal, a través de los nombres propios de la Tierra, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón; pero, si mañana se
los objetos contenidos en la extensión, o bien mediante descripciones que descubriese otro cuerpo celeste que gira alrededor del Sol más allá de la ór-
hagan las veces de nombres. Es más: la extensión de un concepto puede es- bita de Plutón, querríamos llamarlo también planeta. Y lo mismo ocurriría
tar formada por clases, con lo que la definición extensional no tiene que re- con cualquier cuerpo celeste sin luz propia que revoloteara en tomo de
currir necesariamente a enumeraciones individuales ..Así, podríamos defi- cualquier estrella del U niverso. La definición extensional, sin embargo, nos
nir ''semiótica'' como el estudio que comprende la sintaxis, la semántica y ataría a la enumeración primitiva, y tendríamos que cambiarla una y otra
la pragmática. La denotación de "semiótica", así expresada, incluye -por vez por nuevas enumeraciones a medida que quisiésemos incluir nuevos
ejemplo_;_ a la semántica, que es la clase de las proposiciones que se re- planetas (entre ellos, los imaginados por autores de ficción científica).
fieren al estudio de los signos en relación con el objeto significado. Y de La diferencia, pues, se asemeja a la mencionada por aquel proverbio
modo semejante es posible caracterizar la sintaxis y la pragmática como chino: "si quieres calmar el hambre de una persona por un día, dale un pes-
clases de proposiciones. Pero la condición típica de la definición exten- cado; si quieres calmarla para siempre, enséñale a pescar". La definición
sional permanece incólume: ella enumera (directamente o por medio de su
agrupamiento en clases) los objetos que forman la denotación de la palabra,
pero no indica las características comunes que nos determinan a agrupar pecie de los hombres; y la cualidad de ser racional constituye la diferencia que permite distinguir la es-
esos mismos objetos bajo la denominación de la palabra a definir. Para ha- pecie de los hombres de las demás especies animales. El ejemplo en sí mismo no está exento de perple-
cer esto último deberíamos, por el recurrir a una definición inten- jidades, ya que una definición más o menos precisa del término "racional" nos llevaría a admitir cierto
grado variable de racionalidad en diversas especies animales distintas de la humana (para no hablar, en
sional. Y esto es lo que habitualmente hacemos, hasta tal punto que la defi- algún otro significado posible, de. la escasa racionalidad que algunos hombres demuestran). Pero, por
nición intensional, en especial la forma clásica por género próximo y diferen- encima de esta crítica contingente es posible admitir que la definición per genus et differentiam constitu-
cia específica42 , constituye generalmente el paradigma de la definición, el ye un modo ordenado y claro de enunciar el significado de una palabra. Desde luego, no es el único; y
tampoco es seguro que pueda recurrirse a él en todos los casos, aun dentro del ámbito de aplicación de
las definiciones intensionales. La vida es sueño, de Calderón de la Barca, ¿es un drama en verso o un po-
42
La tradición filosófica, en especial desde la vertiente esencialista, ha insistido en la fórmula de- ema dramático? La identificación de géneros y especies es un problema de clasificación, y ya sabemos
jinitio lit per genus proximum et differentiam specificam, así como en su ejemplo clásico: la definición que las clasificaciones son convencionales y utilitarias. Claro está que la situación cambiaría si admi-
de "hombre" como "animal racional". El concepto de animal es el género dentro del cual se halla la es- tiéramos esencias trascendentes, ya que esta idea conlleva la admisión de ciertas clasificaciones tam-
bién objetivas o verdaderas, en una suerte de sacralización de las clasificaciones tradicionales.

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extensional calma nuestra hambre semántica (cuando lo hace) mediante la los usos lingüísticos castellanos intenta alejamos de las delicias de Baco.
enumeración de los. objetos a que cierta palabra se refiere· en tanto la defi- Pero no siempre ocurre que una definición nos proporcione informa-
nición intensional nos "enseña a pescar" tales objetos (y otro que ción (verdadera o falsa). Supongamos, por ejemplo, que asistimos a una
se presente) a través de los criterios de uso de la palabra en cuestión. De es- conferencia sobre filosofía jurídica y que el orador comienza por decir: ''En
te modo el significado queda abierto hacia el futuro y hacia lo desconocido el curso de esta charla llamaré derecho exclusivamente al conjunto de los
en general: gracias a tales criterios, frente a cada objeto que encontremos principios trascendentes, asequibles a la razón humana, que permiten dis-
sabremos ejercer por nuestra cuenta la decisión clasificatoria e incluirlo o tinguir una conducta justa de otra injusta". Probablemente nosotros no es-
no incluirlo en la denotación de la palabra de que se trate. temos habituados a esta manera de hablar, y prefiramos llamar derecho a
las normas dictadas por la autoridad gubernamental competente. Tal vez
consideremos también que la posición del conferenciante es excesivamente
1.4.9.3. Dermiciones informativas y deimiciones estipulativas restrictiva, aun respecto de la posición genéricamente iusnaturalista. Pero
¿acaso tendríamos por ello motivo para levantarnos y decirle: "usted está
SuPóngase ahora que preguntamos: "¿Qué es el vino?" y nos contes- · equivocado", la palabra 'derecho' significa otra cosa"? Nótese que el ora-
tan: el jugo la uva Nuestro interlocutor nos habrá pro- dor no ha pretendido afirmar que la comunidad hispanoparlante coincida
porcionado una tnformacwn. ¿Sobre qué? Acerca de la esencia del vino con su propia definición de "derecho", de modo que no podríamos refu-
puesto que nos han dicho qué cosa cosa es, diría un esencialista. Un filósof¿ tarlo acudiendo al diccionario ni a la opinión de terceros, por autorizada que
por el contrari?, señalaría 9ue tanto la como la respues- ésta fuese. El conferenciante no ha pretendido, en verdad, proporcionar in-
ta han Sido formuladas s1n mayor cutdado, lo que tiende a confundir su con- formación alguna, sino establecer (estipular) el significado que él daría a la
tenido. N os otros no pretendíamos saber qué cosa es el vino, ya que cada cosa palabra "derecho" en el curso de los minutos siguientes. Nos ha comunica-
que sí misma. algo más averiguar do su propia y personal decisión semántica sobre el punto, y no está en
el stgnifú:ado de la palabra vtno . La respuesta, pues, debería entenderse nuestras manos refutarla ni aceptarla: simplemente, ahora que sabemos lo
así: "La palabra 'vino' significa jugo fermentado de la uva". Pero esta afir- que él entiende por "derecho,, cada vez que el orador mencione esta pa-
mación no es irrestrictamente verdadera, sino sólo para el idioma castella- labra la sustituiremos mentalmente por esa definición. Este método nos
!lo para _coincida con castellano en este punto, como el permitirá comprender lo que él diga, y sólo después de haberlo comprendi-:-
Italiano). En 1ngles, por ejemplo, no ex1ste la palabra "vino" y el objeto al do podremos advertir si compartimos o no su tesis. Si el orador hablase en
que nos referimos es denominado wz·ne. francés, por ejemplo, correspondería que nosotros pusiéramos en juego
Resulta de aquí que la información obtenida con nuestra pregunta se nuestros conocimientos de ese idioma para entender sus palabras, y no se-
refiere a un hecho lingüístico (es.decir, a un caso de cierta especie de los ría razonable que lo impugnásemos desde el principio por no hablar correc-
hechos sociales); a saber, que las personas que hablan castellano suelen de- to castellano. Del mismo modo, pues, cuando el que habla hace uso de la li-
nominar vino al jugo· de la uva fermentado. bertad de estipulación (ver 1.4.1.) y se toma la molestia de comunicamos su
Esta manera de definir, pues, puede llamarse infonnativa, descriptiva o "idioma personal", no nos queda otro recurso que tomar nota de él, cual-
lexicográfica, porque informa sobre un hecho objetivo (la costumbre lingüís- quiera que sea nuestra propia preferencia idiomática.
tica de cierta comunidad), porque describe el hecho sobre el que infor:rna y El tema de la estipulación lingüística resulta semejante al fenómeno de
porque definiciones de este tipo son las que integran los léxicos o diccíona- la legislación. Si un profesor de derecho penal argentino nos dice que el
rios. El carácter informativo de la definición se revela en que ella es suscep- hurto se castiga con la pena de muerte, lo miraremos con asombro: sabe-
tible de tener un valor de verdad. La definición contenida en el ejemplo es mos que el Código Penal dice otra cosa. Pero si el propio legislador declara
verdadera, porque describe una costumbre,; lingüística real. Si nos dijeran, que el hurto se castiga con pena de muerte, ya no podremos decir que mien-
en cambio, que ''vino'' significa ''líquido alimenticio blanco que se obtiene te., ya que él está legislando en ese mismo momento. Podremos estar en. de-
del ordeñe de la vaca", bien hariamos en sospechar que nuestro interlocu- sacuerdo con su decisión, pero debemos tomarla como una decisión y no co-
tor es un tambero inescrupuloso, que mediante una falsa información sobre mo una información susceptible de verdad o falsedad.

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U na definición estipulativa puede ser introducida por mero capricho destinos. La estratagema dio resultado, al menos desde el punto de vista
pero en muchos casos presta importantes servicios. En el párrafo 1.4.8. di: retórico.
jimos que la ambigüedad y la vaguedad del lenguaje, cuando resultan in- Pero ¿en qué consistió la estratagema? Simplemente, en blindar su ar-
convenientes para las necesidades de un estudio más preciso de la realidad, gumento mediante una estipulación implícita. Nosotros habíamos entendi-
evitarse mediante la definición. Pues bien, el tipo de definición que do las palabras "político" y "ladrón" en su significado vulgar; y bajo este su-
permite introducir nuevos términos científicos o precisar los límites de los puesto la afirmación era incontestablemente falsa. Pero su autor no quiso
términos ya conocidos es precisamente el de la definición estipulativa. dar el brazo a torcer y, no pudiendo eludir esta conclusión, optó por cam-
Cuando los hombres de ciencia descubrieron el modo de generar haces de biar el supuesto. Para ello estipuló un nuevo significado para la palabra ''po-
luz coherente por medio de la emisión estimulada de radiación, le llamaron lítico", significado en el que incluyó, como característica definitoria, la de
laser, palabra inventada a partir de ciertas siglas del idioma inglés (light ac- ser ladrón. Bajo este nuevo supuesto la afirmación resulta verdadera, ya que
tivation by stimulated emission of radiations). La relación de significado si nadie puede ser político (en esa personal acepción de la palabra) sin ser
entre dicha palabra y el método descubierto se estableció, pues, mediante ladrón, tiene que ser verdad que todos los políticos son ladrones. Pero esta
estipulación. Pero esta decisión fue luego aceptada y compartida por el verdad, puramente formal, no afecta el honor de las personas que en gene-
mundo entero, por lo que la palabreja aparece hoy incluida en los dicciona- ral se dedican a la política, pues ella depende de cierta clasificación que di-
rios. La estipulación influyó así en la costumbre lingüística, y por lo tanto vide a tales personas en dos subclases: a) la de los ladrones, a quienes
hoy, si alguien pretendiese que "láser" tiene otro significado, estaría faltan- nuestro interlocutor quiere llamar "verdaderos políticos", y b) la de los
do a la verdad. Muchas definiciones que hoy son informativas fueron en su honrados, para quienes dicho individuo no ha inventado aún una denomina-
origen introducidas estipulativamente. ción (pero ya se le ocurrirá alguna). En otras palabras, lo que pareció empe-
Pero esta evolución pacífica y colectiva desde la decisión hacia la cos- zar como una crítica general c<:>ntra los políticos acaba como un simple (y
tumbre lingüística es algo muy diferente de la deliberada confusión entre estéril) ejercicio de clasificación; la acusación que se lanzó sin advertencias
los dos modos de definir, que a veces llama a engaño a los hombres. Por es- semánticas previas (lo que nos autorizaba a suponer que las palabras usa-
to es punto de la mayor importancia distinguir entre una definición estipu- das respondían a sus definiciones informativas verdaderas, fundadas en el
lativa y otra informativa. uso común) da una voltereta en el aire, como un panqueque, y aterriza co-
Generalmente no se las distingue por su forma, que puede ser idéntica: mo una inatacable (pero arbitraria) definición estipulativa. Este modo de
lo que las diferencia es la intención con que se las enuncia, lo que se advier- blindar un argumento constituye una falacia (es decir, un golpe bajo del ra-
te por su contexto. Esto es precisamente lo que facilita las confusiones; pe- zonamiento, una trampa en el juego retórico), y el modo de precaverse
ro éstas pueden descubrirse con sólo prestar alguna atención. contra él consiste en saber distinguir información de estipulación.
Supongamos, a modo de ejemplo, que cierto energúmeno de los que El juego falaz con las definiciones estipulativas ha dado lugar a una su-
nunca faltan nos dice que todos los políticos son ladrones. Nosotros bespecie de éstas, la de la definición persuasiva o emotiva; pero este nuevo
comprendemos esta afirmación sobre la base de definiciones informativas tema requiere ciertas explicaciones previas, por lo que sólo será abordado
de cada una de las palabras empleadas: ''político'' significa para nosotros en el párrafo 1.5.3.
ser humano dedicado a la política, y "ladrón" (en sentido lato) es el nombre
que damos a quien se apodera de lo ajeno. Intentamos entonces rebatir la
afirmación mediante un ejemplo: ''Humberto -señalamos- es político y 1.4.10. Oraciones, proposiciones y estados de cosas
no es ladrón". Como la honestidad de Humberto es demasiado conocida
nuestro interlocutor no se atreve a discutirla; pero logra salir del aprieto ( Hemos examinado hasta ahora la relación entre el lenguaje y la reali-
cree lograrlo) diciendo: "Humberto es honrado, y por eso no es un verdadero dad de un modo ciertamente elemental: consideramos al lenguaje como
'. El no nos convence, pero al menos nos deja perplejos compuesto por palabras y a la realidad como dividida en cosas (o en clases
el tiempo suficiente para que el energúmeno cambie de tema y empiece a de cosas), y describimos el vínculo entre ambos planos diciendo que las pa-
explicamos cómo el pueblo debe ser conducido a puntapiés hacia sus altos labras significan cosas.

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Dfr "'4NTIOQUIA
CJSJ\TTRAL
Pero si el lenguaje funcionara en verdad de este modo, no podríamos Santiago" y "Santiago es más bajo que Federico", servirári como
hacer más que andar por el mundo señalando cosas y pronunciando sus eJemplos de este fenómeno.
nombres: algo así como el idiorna de Tarzán en boca de un retardado men- De dos palabras de clase que tienen el mismo significado decimos que
tal. Las palabras no se usan aisladamente, sino combinadas en secuencias nombran mismo Pues. bien, de modo semejante, dos oraciones
significativas. Y no es cuestión de combinar las palabras de cualquier ma- que descnben un mtsmo estado de cosas expresan una misma proposición.
nera: existen reglas sintácticas para armar secuencias significativas, de La proposición es, pues, el significado de la oración una vez abstraído de las
modo que no es lo mismo decir ''el sol sale por el este'' que ''este el sale sol palabras concretas con que se lo indica. Una misma proposición puede ex-
el por". Pero, aun cuando se cumplan estrictamente las reglas de la cons- presarse de muchas formas (es decir, con muchas oraciones distintas). Y a
trucción castellana, un cambio de orden puede llevar a diferentes resulta- la vez, una misma oración (la misma secuencia de palabras) puede signifi-
dos: no es lo mismo "este ministro debe explicaciones al pueblo" que "este car distintas proposiciones: según quién la dijera y dónde y cuándo se la dije-
pueblo debe explicaciones al ministro"; y "el hombre es un animal ra- ra, la oración ''yo estoy aquí'' puede indicar que el conde-duque de Olivares
cional'' tampoco equivale a "el hombre racional es un animal". estaba en Madrid el 20 de diciembre de 1642 o que Mario Benjamín Me-
Estas secuencias significativas de palabras son .las oraciones o enun- néndez estaba en las islas Malvinas el13 de junio de 1982.
ciados. Una oración está habitualmente compuesta de varias palabras,
cada una de las cuales tiene su propio significado. Pero la oración misma,
como un todo, tiene también un significado, resultante de los significados 1.5. Pragmática
de aquellas palabras combinadas entre sí de cierto modo. El significado
de una oración puede ser caracterizado a grandes rasgos como lo que que- Al hablar sobre la semántica nos hemos extendido bastante sobre el
remos., decir
?
con ella. Y bien, ¿qué queremos decir cuando emitimos .una concepto de significado: el significado de las palabras, el significado de las
oracton. .-- - _ oraciones. Y, al hacerlo, nos hemos habituado en alguna medida a ver el
Queremos informar (con verdad o sin ella): "la filosofía es la especialidad significado como una relación entre los signos y la realidad. Es preciso aho-
mejor remunerada entre las actividades humanas". O preguntar: "¿para ra que recordemos que el examen del lenguaje no se agota en ese vínculo, y
qué me pone usted esa capucha?'' O motivar una conducta ajena: ''déme un que este mismo vínculo no es objetivo ni permanente; ya que depende ente:-
franco suizo, por el amor de Dios". O denostar: "váyase usted a visitar el ramente de las complejas relaciones entre los hombres. En efecto, si una
Brahmaputra". O saludar: "Güenas y santas, tatita". O expresar un estado expresión lingüística significa algo, lo significa siempre para alguien y por-
de ánimo: "¡Recórcholis!". Más adelante (ver 1.5.1.) examinaremos en de- que alguien más quiso significarlo: el significado no es más que uno de los
talle estos usos del lenguaje. Por ahora bastará señalar que existen distintas elementos del lenguaje, y el lenguaje es, ante todo, una herramienta para la
clases de oraciones, cada una de las cuales sirve para cierto uso y tiene, por comunicación entre los hombres. Al examinar este aspecto de la comUnica-
consiguiente, un tipo distinto de significación. Pero entre todos e_stos usos ción, nos adentramos en la dimensión pragmática del signo.
hay uno privilegiado: la información. La gran mayoría de las orac10nes que La pragmática ha sido definida como la disciplina que estudia el discur-
usamos en la vida diaria (y casi todas las que se usan en lenguaje científico) so (es decir, el habla, el acto de hablar o de escribir) como un acto humano
cumplen esta función al describir situaciones, hechos, acciones: es decir, es- que se dirige a la producción de ciertos efectos43 ; pero su campo de interés
tados de cosas. Se llaman por esto oraciones descriptivas, v a ellas hemos de es más amplio que el mero análisis del discurso: puede decirse que la prag-
referirnos preferentemente, hasta tal punto que cuando hablemos de ora- mática es la parte de la semiótica que trata del origen de los signos, de sus
ciones sin especificar su clase, habrá que entender que se trata de ora- usos y de los efectos que ellos producen en la conducta dentro de la cual
ciones de este tipo. aparecen44 •
Ahora bien, así como varias palabras (provenientes de distintos 43
idiomas o sinónimas dentro de un mismo idioma) pueden significar una · Cfr. Ross, Alf, La lógica de las normas, Madrid, Tecnos, 1971, p. 15, donde se cita la opinión de
Martin en Towards a Systematic Pramatics.
misma clase de cosas, también varias pueden describir un mismo . _ C?arles, Signo, len?uaje y conducta, Bs. As., Losada, 1962. Conviene aclarar que esta
estado de cosas: "la vida es dura" y "lije is hard", "Federico es más alto defmtcton no tmphca que el lenguaJe haya de examinarse desde una posición conductista, ni que toda

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Podrá observarse ahora el modo en que las distintas partes de la se- ¿Consigue influir? A veces sí y ai' veces no; esto depende de factores tales
miótica se encuentran estrechamente ligadas entre sí. La sintaxis es el pun- como que el mensaje llegue a destino (no sea dicho a un sordo, o remitido
to de partida de la semántica, ya que para estudiar las formas significa- por una carta que se pierda en el camino) y que el receptor comparta con el
ción y sus problen:as. es preciso a las emisor un mismo código lingüístico (por ejemplo, que ambos hablen el mis-
cuales haya de atnbutrse aquella stgntftcacton, y para dtsttngutr las expre- mo idioma). Pero ¿qué clase de influencia se busca con el mensaje?
siones aceptables (bien formadas) de las inaceptables (mal formadas) es ne- Hay muchas formas de influir en el otro, y a todas ellas sirve el len-
cesario conocer o establecer ciertas reglas de formación. A su vez, la se- guaje: el emisor puede tratar de informar, de preguntar, de pedir, de insul-
mántica es una base necesaria para la pragmática, ya que el uso que se hace tar, de persuadir, de dominar, de halagar, de ordenar, de despreciar, de en-
del lenguaje presupone el manejo de los significados atribuidos a los signos gañar, de entretener. Existe una variada gama de relaciones de comunica-
que se empleen45 . . . ción que'pueden presentarse entre dos o más personas (diálogo, reunión so-
El ámbito de la pragmática es muy ampbo. Han llegado a menctonar- cial), e incluso entre una o algunas y una masa indeterminada de
se46 como ejemplos de investigaciones pragmáticas, las relativas. a los pro- ellas (el novelista y su público, los legisladores y sus gobemados)47 .
fisiológicos del acto de hablar, los análisis psicológicos, etnológicos y Toda esta variedad de funciones, sin embargo, puede clasificarse en
sociológicos comparativos entre los hábitos lingüísticos de distintas perso- grandes grupos y reducirse así a unas pocas funciones primarias. Como en
nas o grupos sociales y a los procedimientos utilizados por l?s científicos. al toda clasificación, el modo de imaginar tal agrupamiento es materia
registrar el resultado de sus experimentos. Pero, para los ftnes que .nos In- nable; pero hay funciones sobre las que existe cierto consenso:
teresan bastará examinar someramente ciertos aspectos del lenguaJe en el
' . .
.que están o deberían estar expresadas las ctenctas. a) Función descriptiva. Un primer gn1po puede englobarse dentro de
la función descriptiva, que -es la.· usada para llevar a la mente del receptor
una determinada proposición. Esta función (o uso) del lenguaje suele lla-
1.5.1. Para qué sirve el lenguaje, y cómo se lo usa marse también informativa; pero el uso común del término '''informar" su-
giere la intención, por parte del emisor, de producir en el receptor una mo-
Dijimos no hace mucho que las oraciones pueden servir muchos propó- dificación de creencias a través del aporte de nuevos datos. Y no siempre
sitos. En efecto, tal es la característica del lenguaje, del que se que usamos el lenguaje en su función descriptiva deseamos realmente in-
sirve el hombre para diversos fines. Cuando una persona (el emtsor) dtce al- formar sobre lo que decimos. Si durante un examen de historia se nos in-
go (emite un mensaje) a persona intenta terroga sobre la caída del Irnperio Romano, trataremos de describirla (en la
algún efecto en este último: busca tnflutr en el. ¿Por que qutere tnflutr, medida de nuestras posibilidades); pero probablemente no estaremos tan
cuáles son los motivos que lo impulsan a hacerlo? esta seguros de la originalidad de nuestra respuesta como para que tengamos la
sería muy complicado, y nos llevaría fuera del ámbtto de nuestro anahsts. intención de aportar nuevos datos y acrecentar o modificar con ellos los co-
nocimientos del profesor. A través de nuestra descripción (de los hechos
que culminaron con el fin del Imperio Romano de Occidente) el profesor
definición de términos como "pensamiento", "emoción" o "conocer" deba reducirse a esquemas
simplificados de estímulo y respuesta.
obtiene sin embargo una _información acerca de la extensión y la profundi-
45 Esto vale incluso para aquellos casos en los que los significados se distorsionan? y aun para dad de nuestros conocimientos, que no es lo mismo que estábamos descri-
aquellos en los que se discute la existencia de significación. Algunos autores han sostemdo que todo biendo. Claro está que, pese a esta diferencia entre información y descrip-
discurso metafísico carece de significado (cfr. Camap, Rudolf, La superación de la metajfsüa por el aná-
lisis lógico del lenguaje, México, Unam, 1961); pero aun quien comparta esta opinión debe admitir que
quien pronuncia oraciones metafísicas cree al menos utilizar palabras significativas, y actúa la ba-
se de tal creencia. El poeta, por su parte, combina las palabras de un modo extremadamente hbre; pero 47 En forma esquemática, podría de<;irse que las acciones humanas voluntarias dependen del co-
una parte al menos de su arte consiste en procurar una distorsión original y bella de los significados nocimiento del estado de cosas real (la creencia) y de la aprobación o de la desaprobación que tal estado
previamente conocidos (otra parte, fundada sólo en el sonido de las palabras, corresponde a un uso más de cosas suscite (la actitud). Uno puede pretender una modificación en las creencias de otro, para lo que
usará un lenguaje descriptivo; o tratar de cambiar sus actitudes, mediante formas expresivas o directi-
musical que semántico).
vas. En cualquier caso se habrá producido una influencia apta para modificar, en algún sentido, el com-
46 Carilap, Rudolf, Introduction to Semantics, Cambridge, Harvard University Press, 1961, p. 10. portamiento del interlocutor (cfr. Stevenson, Charles L., Etica y lenguaje, Bs.As., Paidós, 1971).

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ción, en la mayoría de los casos las descripciones están destinadas a infor- Incluso P?ede que una pregunta también integra el grupo
mar. de las expresiones directivas, P?rque constituye un pedido de respuesta, el
Usamosellenguaje en su función descriptiva, pues, cuando discurri- reclamo de una conducta consistente en proporcionar una información49.
mos y razonamos acerca del mundo que nos rodea; y por ello -como ya he- Así, la expresión -"¿qué hora es?" podría traducirse por "dígame usted la
mos observado- el lenguaje científico pertenece a esta división de los usos hora, por favor".
del lenguaje. Pero corresponde recordar aquí que calificar una expresión . cualq';lier es preciso tener siempre presente que la función
lingüística de descriptiva no importa prejuzgar sobre su veracidad, ya que directiva, a diferencia de la descriptiva, no guarda relación con los valores
tanto puede describirse lo existente cuanto lo irreal: tal descriptiva es una de verdad. que el jefe de una oficina indica al empleado: "Pre-
afirmación. veraz ·como otra errónea, o .incluso una aserción falseada adrede pare esta planilla , y el empleado le contesta: ''¡Mentira! Lo que usted dice
y con plena conciencia. es falso". Más que desobedecido, el jefe se sentirá perplejo. Esto se debe a
El sistema normalmente utilizado para describir consiste en relacionar que las propiedades de "ser falso" o "ser verdadero" no pueden atribuirse
propiedades con sujetos, de tal modo que las propiedades se atribuyen a los a .las expresiones directivas, así como la calidad de mamífero no puede pre-
sujetos y éstos se suponen portadores de aquéllas. Si decimos "Sócrates y dicarse de la belleza ni la de ser un número racional puede afirmarse del
mi tía Etelvina son mortales", "el perro de mi vecino es violeta" o "el fara- cerro Aconc.agua. De una ?irectiya afirmarse que es justa o injusta,
ón Pepi se casó con su hermana'', estamos·atribuyendo respectivamente al razonable 9 Irrazonable, eficaz o Ineficaz respecto del comportamiento que
filósofo, a la tía, al perro y al faraón las propiedades de ser mortales, tener pretende; pero no es posible calificarla ni de verdadera ni de falsa.
color y haber practicado el tradicional incesto de los reyes egipcios. Cuan- e) Función expresiva. El tercer grupo es el de las combinaciones lin-
do una proposición es examinada bajo esta óptica, ella resulta verdadera o güísticas una.función expresiva; esto es, que sirven pára mani-
falsa según que el sujeto a que se refiere pertenezca o no a la clase de los sentimientos o emociones. Esta exteriorización puede tener varias fi-
que gozan (o sufren) de la propiedad en euestión. Cuando se dice "la estupi- de las que al menos tres son fácilmente distinguibles:
qez es una enfermedad contagiosa", se afirma que, cualquier cosa que sea ''¡Pardiez!'', ''¡Voto a Satanás!'' o las variadas expresiones que proferimos
la estupidez, ella pertenece a la clase de los objetos que tienen la propiedad cuando nos golpeamos un dedo con un martillo generalmente se limitan a
de ser "enfermedad contagiosa", junto con la gripe, la tubercuJosis y la sífi- faci.litar nuestro .desahogo ? se agotan en manifestar el sentimiento que ex-
lis. penmentamos Sin que nadie (podemos incluso hallarnos solos) sea el desti-
b) Función directiva. El segundo grupo de expresiones es el de las nata:io de nuestra expresión. Diferente es el caso en que pretendemos co-
que cumplen una función directiva: se trata de las expresiones que emplea municar a otro nuestros sentimientos, transmitirle una emoción o una acti-
una persona para provocar en otra ciertos- comportamientos o para influir tud: "¡Amor mío!", o "¡Pedazo de estúpido!". Y, por último, la expresión
en su voluntad. puede emitirse con la intención de provocar o generar en otro cierta emo-
El ejemplo que primero llega a nuestra mente es la orden, el mandato, ción. o ''¿Acaso vamos a permitir que el desorden y elli-
la norma: "¡A retagUardia, carrera mar!"; "Será reprimido con prisión o carco.miendo las bases de nuestra sociedad y que cualquier
reclusión de uno a cinco años e inhabilitación especial por doble tiempo ... el hiJO de Inmigrante piense lo que se le dé la gana?''
funcionario que desempeñando un acto de servicio cometiera cualquier ve- está que estas finalidades expresivas suelen superponerse en el
jación contra las personas o les aplicare apremios ilegales" 48 • Pero no se uso diano, de tal modo que lo que decimos puede tener más de una50• Así,
trata sólo de las órdenes: un pedido ("solicito el puesto de cocinero en el 49
Copi, M., Introducción a la lógica, Bs. As., Eudeba, 1967, p. 36. Hay que aclarar, sin
restaurante de su propiedad") o un ruego ("páseme el chimichurri, por fa- embargo, que s1. ?len. una pregunta es normalmente un pedido de información, hay casos en los que
vor'') tienen también por objeto lograr qu,e otra persona actúe (o se absten- cumple una func10n diferente. Tal es el supuesto de las preguntas retóricas. Cuando Cicerón exclamaba
ga de actuar) de cierta manera. ante el .'.'¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?", no lo hacía para que Catilina
¡: · le espero poder abusar de ella unos tres o cuatro años más", sino para enardecer los áni-
mos de qmenes lo escuchaban.
48 Art.l44 bis, inc. 2° del Código Penal Argentino.
5
° Cuando hablamos de finalidad nos referimos simplemente a la intención de la persona que usa
68 69
un caso típico· en este grupo es el del lenguaje poético, que puede cumplir absuelvo'' del discurso religiosq¡, son ejemplos de esta función. Cuando de-
las tres finalidades a que nos referíamos: el poeta que hemos sentido bullir cimos ''buenos días'' no describimos el real estado del tiempo (empleamos
en nuestro espíritu nos hizo escribir alguna vez poemas que luego guarda- esta expresión incluso cuando llueve); no exteriorizamos emoción alguna
mos celosamente para que nadie los viera; un poema puede también expre- (a menudo lo decimos maquinalmente) ni pretendemos provocar una con-
sar un sentimiento, o incluso (tal es el caso de los poemas que se dirigen los ducta de nuestro interlocutor: estamos saludando. U na vez pronunciadas
enamorados) despertar o fortalecer en el receptor emociones análogas a las las palabras operativas, como a través de un mágico abracadabra, la perso-
del poeta51 • na con la que nos encontramos queda saludada, los contrayentes quedan ca-
De las expresiones que cumplen esta función tampoco pueden predicar- sados, el penitente queda absuelto. Hemos hecho lo que nos proponíamos ha-
se la verdad ni la falsedad: desde una óptica psicológica podrá decirse que cer; y aquí también quedaría fuera de lugar que alguien calificase lo que he-
son auténticas o artificiales; desde el punto de vista estético, que son bellas mos dicho de verdadero o de falso.
o que carecen de valor; pero no puede afirmarse que un poema sea verda-
dero ni que la expresión ''¡Cáspita!'' sea falsa. e) Los usos mixtos. A menudo las funciones del lenguaje guardan cierta
correspondencia con alguna característica gramatical que le es peculiar.
d) Función operativa. Existe, finalmente, el uso que se hace del lenguaje Así, el modo indicativo resulta especialmente apropiado para la función
en ceremonias o en actos formales, expresado en palabras que en la ocasión descriptiva, el modo imperativo cuadra perfectamente a órdenes o ruegos,
se pronuncian en cumplimiento de normas o reglamentos para obtener cier- la interrogación a las preguntas (como especie de la función directiva), y los
ta finalidad o determinado efecto que la misma regla prevé 52 • Esta función signos de admiración (o, en idiomas como el latín, el caso vocativo) sirven
se llama operativa porque en ella el lenguaje no describe, expresa ni ordena, los fines del lenguaje expresivo.
sino que realiza u opera directamente un cambio en la realidad. La fórmula Sin embargo, el habla de una comunidad lingüística es mucho más
que el oficial público pronuncia para declarar unida en matrimonio a la te- complicada que todo eso,·y así-las características gramaticales que en prin-
meraria pareja que ha acudido a él, el "buenos días, señor jefe" 53 , el "yo te cipio corresponden a cierta función resultan a menudo utilizadas para otra.
Formas gramaticalmente descriptivas sirven para inducir la conducta
el lenguaje, y no a la eficacia que obtenga en alcanzarla. Morris señala que la eficacia del uso de signos de otros: "el que matare a otro será reprimido con prisión"; "soldado, sus
puede clasificarse, grosso modo, por dos tipos de adecuación: la adecuación informativa, que podría me-
dirse por el poder de convicción, y la adecuación incitativa, que se traduce en la capacidad de per-
botas están sucias''; ''me sentiría feliz si usted retirara_su pie de encima del
suasión (cfr. Morris, Signo, lenguaje y conducta) mío". Una pregunta no siempre requiere una respuesta directa: a veces
, 51 ¿Cómo puede la poesía transmitir o aun provocar una emoción o un sentimiento? Esta pregunta reclama una conducta diferente. Por ejemplo, si decimos a alguien "¿tiene
presupone el conocimiento de que el lenguaje poético no debe interpretarse literalmente, esto es, que el hora?'' o ''¿podría tomar un café?'', no nos conformaremos con que nos res-
código para descifrar el mensaje poético no puede ser el diccionario o el repertorio de significados lexi-
cográficos, pues el poeta se vale genuinamente de giros por semejanza, tropos, metáforas y otros ponda simplemente ''sí''. El modo imperativo puede traducir una función
juegos de significado que difieren del habla cotidiana. Podría pensarse entonces que junto al código puramente expresiva: "¡Vaya, vaya!". Y otro tanto puede lograrse con el
constituido por el significado de las palabras y de las frases que usamos todos los días (y que para que modo indicativo: ''Galopa la noche en su yegua sombría/desparramando
haya comunicación tiene que ser común al emisor y al receptor) hay otro código por el cual una palabra
o una frase se enlaza normalmente a una emoción o a un sentimiento (y en este caso, para que el código pigas azules sobre el campo" 54 • A su vez, las formas expresivas pueden es-
sea común a emisor y receptor, debe haber existido algún tipo de experiencia emocional respecto de conder una función directiva: si exclamamos ''¡Ay, cuánta sed tengo!'', tal
esa palabra, ya sea como fenómeno social o al menos como hecho común a uno y a otro). De ser así, vez estemos procurando que quien nos oye nos sirva nuestra quinta copa de
queda abierto el tema de los lenguajes de las artes en general: el mensaje musical o plástico, sus códi-
gos y su significación. Suzanne Langer, por el contrario, opina que si bien la música y la pintura son fe- champán.
nómenos de signo no lo son de lenguaje, porque carecen de vocabulario, con lo que limita el uso de lapa-
labra "lenguaje" y lo reserva tan sólo para aquellos sistemas de signos que poseen un código capaz de mas que, si bien no están escritas, se consideran obligatorias; hasta tal punto que su transgresión es en
enlazar un cuerpo de signos con un conjunto de significaciones (cfr. Langer, Suzanne, Philosopy in a general sancionada con diversas formas de rechazo o de segregación social. En distintas épocas y me-
New Key, London-New York, Pelican l3ooks, 1948, cit. por Morris, Signo, lenguaje y conducta). dios sociales, normas de este tipo llegaron a tener gran fuerza: siglos atrás la cortesia no era otra cosa
52 Carrió, Notas sobre derecho y lenguaje, p. 17. Copi (Introducción a la lógica, p. 39) llama a esto la
que el conjunto de las normas de protocolo de la corte real, mucho más numerosas, minuciosas, preci-
función ceremonial del lenguaje; pero prefiere considerar tal uso ceremonial como un compuesto de los sas y exigentes que las de hoy. ,
usos expresivo y directivo. 54
Neruda, Pablo, 20 poemas de amor y una canción desesperada, poema í', "Inclinádo en las
53 El saludo, como las demás expresiones de cortesía, constituye el cumplimiento de ciertas nor-
tardes ... ", Bs.As., Losada, 1966, p. 38.

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En resumen, la intención de hacer cumplir al lenguaje una determinada influidas por el modo en que los acontecimientos les son relatados por otras
función no se exhibe sino algunas veces a través de la forma gramatical uti- personas o por la prensa. Aun cuando las descripciones sean verdaderas, la
lizada. Por lo general, para interpretar cuál es esa intención habrá que re- función expresiva entremezclada en ellas constituye una poderosa arma pa-
currir al contexto y a las circunstancias que rodearon la emisión del mensa- ra el dominio de las voluntades. Si queremos, pues, ganar para nosotros es-
je en cuestión55 • ta parcela de libertad; si, interesados en la política, en el derecho o en las
Pero las complicaciones no terminan allí. Ocurre, además, que -sea ciencias sociales en general, queremos manejar por nosotros mismos la
cual fuere la forma empleada- las distintas funciones del lenguaje rara vez herramienta lingüística en lugar de ser conducidos por ella, es imprescin-
se nos muestran en forma pura. Una orden pretende obtener de nosotros dible que conozcamos los efectos emotivos del lenguaje y estemos así en
una conducta, pero a la vez nos proporciona cierta información sobre las condiciones de prevenir los lazos que ellos nos tienden a cada paso. Allá va-
preferencias de quien la emite, y es fácil hallar también en ella la expresión mos.
de cierta actitud emotiva: el deseo del emisor por aquello que prescribe, o
su rechazo por aquello que prohíbe. Aun el mensaje más puramente expre-
sivo, como "¡ay!", incluye la información de que su emisor siente alguna 1.5.2. Efectos emotivos del lenguaje
clase de dolor y, en cierto contexto, puede servir para incitamos a darle
ayuda. Bien dicen que el gato escaldado huye del agua fría. Esto significa que
Pero la mezcla más común es la que combina la función descriptiva con si alguien ha sufrido una fuerte conmoción, es probable que durante mucho
la expresiva. No siempre describimos los acontecimientos con la asepsia de tiempo cualquier circunstancia que le recuerde aquella oportunidad le pro-
una proposición matemática: ''los triángulos equiláteros tienen tres ángu- duzca reacciones favorables o desfavorables. Cualquiera de nosotros ha ex-
los agudos". A veces lo hacemos, cuando. n11estros intereses o emociones perimentado esto con algún aroma o con alguna melodía que, más allá de
no están involucrados en la descripción: "Tokio tiene más habitantes que sus éualidades olfativas o armónicas, nos recuerdan una época o un aconte-
Osaka". Pero en cuanto nos sentimos afeEtados por lo que relatamos, es di- cimiento de nuestra vida, agradable o desagradable. Lo mismo ocurre -y
fícil que mantengamos la imparcialidad; y esto ocurre normalmente en te- con frecuencia mucho mayor- con las palabras.
mas tan cercanos a nuestros intereses como la política y el derecho. Decir Supongamos que alguien ha estado preso y que, durante ese. lapso, ha
que ''los partidos X e Y tratan de superar sus diferencias para coincidir en sufrido experiencias muy penosas. Puede ocurrir que desde entonces, al oír
un programa común de gobierno" es lo mt"smo (en un sentido) y no lo es (en la palabra ''comisaría'', sufra un sobresalto o se le ponga la piel de gallina.
otro sentido) que afirinar que ''otra vez los políticos de X e Y traicionan sus Este efecto, que incide en las actitudes del oyente más que en sus creen-
ideales para tramar un contubernio''. De este modo se habla habitualmente cias, no debe confundirse con la representación figurativa o pictórica que
a nuestro alrededor, y las opiniones y actitudes de mucha gente resultan acompaña a menudo a los términos. El sujeto de nuestro ejemplo compren-
de, igual que cualquier otm persona, una oración que incluya la palabra
''comisaría''; y este vocablo despierta en su mente la imagen de cierta de-
55 A primera vista pareciera que la información transmitida por un está contenida, en su pendencia policial; pero, además de esto, la palabra lo perturba emocional-
totalidad, en los signos expücitos que comunica el emisor al receptor. Estos exponerse mente.
en un diccionario; por ejemplo, en dos columnas, una de las cuales contenga el signo a y la otra
la información que dicho signo transmite. Por comparación con la teoría de la información, a esto suele Este fenómeno, consistente en que una palabra se presente asociada
llamarse código digital. Pero el lenguaje transmite mucha más información que la que puede resultar del con determinada reacción emotiva, no sólo puede resultar de un condi-
código digital; gran parte de ella está contenida en las circunstancias que rodean la emisión del mensa- cionamiento individual, como en el caso del ejemplo: a menudo es también
je: la entonación de la voz, la sonrisa (la clase de sonrisa), o el ceño frunc.ido em!sor, gestos, el lu-
gar y el tiempo en que se emite el mensaje, la forma en que se lo el medio para trans- un fenómeno social. Es común observar que en determinada comunidad
mitirlo etcétera. Todas estas circunstancias, tan preñadas de información, han merecido el nombre de ciertas palabras van generalmente acompañadas por reacciones favorables
código por cuanto no existe en ellas una estricta;correspondencia entre signos y significados. o de tal modo que la relación entre palabra y efecto emotivo
El código analógico es muy vago y escurridizo: se por social! pero
puede aprenderse mediante el estudio. Y la interpretación cabal de un mensaje reqwere el conocirmen- es tan habitual entre los habitantes como el vínculo entre la palabra y su
to y el empleo simultáneo de ambos códigos: el digital y el analógico. significado. Por esto, la capacidad de una palabra de provocar ciertas reac-

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ciones en los hablantes de una comunidad ha sido denominada a veces sig- nuestras actitudes y las de nuestro interlocutor interfieran en la comunica-
nificado emotivo56 , para diferenciarlo del significado cognoscitivo o descripti- ción y en la comprensión de nuestras respectivas creencias.
vo, de relación de las palabras con la reálidad. Aquí, para evitar confu- Pero lo común es que hablemos sobre lo que nos interesa; y de este mo-
siones, llamaremos al primero efecto emotivo del lenguaje y reservaremos el do, cuando describimos los acontecimientos que nos incumben, lo hacemos
nombre de significado para el segundo, como lo hemos hecho hasta ahora. de tal modo que nuestro interlocutor sea empujado emocionalmente en la
Cuando el efecto emotivo está generalizado socialmente, esto es, cuan- dirección que preferimos. Bertrand Russell, con el buen humor que lo ca-
do normalmente la palabra en cuestión provoca en los miembros de una co- racterizaba, proponía la "conjugación de verbos irregulares", como el si-
munidad el mismo efecto emocional, tales vocablos son objeto de· un doble guiente:
uso: para referirse al objeto que denotan y, al mismo tiempo, para influir en
las emociones del auditorio. El lenguaje se presta para este doble uso y nos Yo soy firme;
ofrece a menudo un repertorio de palabras, con distintos matices de efecto tú eres obstinado;
él es un tonto cabeza dura.
emotivo, para que escojamos la que mejor convenga a nuestros intereses
del momento. Así, palabras que son sinónimas desde el punto de vista del Y sobre este modelo se han imaginado otras "conjugaciones":
significado no re&ultan en absoluto equivalentes en relación con su efecto
emotivo: abogado y picapleitos; médico y matasanos; caballero, señor, Yo lo he reconsiderado;
hombre, individuo y sujeto; virtuoso y santurrón, son ejemplos que podrían tú has cambi<;tdo de opinión;
multiplicarse a voluntad: un mismo objeto puede tener un nombre emo- él ha retirado su palabra.
cionalmente neutro y otros favorables o desfavDrables en diversos grados 57 • Yo soy exigente;
tú eres melindroso;
Pero aquí conviene formular una nueva aclaración: así como no hay él es una Vieja mariiática58 •
que confundir el significado con el efecto emotivo, tampoco debe confun-
dirse este efecto con el significado de ciertas palabras que denotan emo- Otro ejemplo divertido -y sumamente ilustrativo del modo en que se
ciones. La palabra "miedo" significa una emoción (la que sentimos, por emplea el efecto emotivo del lenguaje- es el ya clásico de Carri659 :
ejemplo, frente a una mesa examinadora); pero no inspira miedo. Tal vez
inspire menosprecio, al menos a aquellas personas que siempre hacen alar- Los abogados piden la actualización de su qrancel de honorarios.
de de valentía; pero una cosa es lo que significa y otra distinta el efecto Los auxiliares de la justicia estiman que la compensación de sus servicios
emotivo que provoca. profesionales no está de acuerdo con la jerarquía de los mismos.
Los avenegras pretenden ganar todavía más.
Esta peculiaridad del lenguaje abre un ancho margen de posibilidades
pragmáticas. Así, en poesía podemos utilizar palabras que generen emo- No se trata, por cierto, de combatir este modo de describir opinando; sería
ciones; pero cuando desarrollamos una actividad científica preferimos se- una lucha infructuosa, ya que esta modalidad se halla profundamente
leccionar los términos de menor contenido emocional, para evitar que arraigada en los hábitos lingüísticos del mundo entero. Por otra parte, el
uso descriptivo-emotivo de las palabras hace más sabrosa la comunicación,
56 Cfr. Stevenson, Ética y lenguaje, p. 46 y ss.; Hospers prefiere llamarlo connotación de un térmi-
le otorga implícitamente contenidos que de otro modo deberían explicitarse
1W (Hospers, John, Introducción al análisis filosófico, Madrid, Alianza, 1976, t. l. p. 79 y ss.); Eco com-
parte esta propuesta (Eco, Umberto, La estructura ausente, Barcelona, Lumen, 1978, p. 116). en más palabras y, en definitiva, sirve uno de los fines fundamentales del
"connotación" se usa a veces como sinónimo de "designación" o de "intensión"; y una teoría del Signi- hombre: influir en las actitudes de los demás para lograr que se conformen
ficado que incluyese el "significado emotivo" quedaría a caballo de la semántica y de la pragmática. a las propias.
Por esto hemos preferido preservar la claridad limitando el concepto de significado al descriptivo Y eli-
minando la palabra "connotación".
57 Claro está que puede ocurrir que tales sinónimos no existan, y que una misma palabra ad-
quiera resonancias favorables para unos y desfavorables para otros. Por ejemplo, el
ta" suena de distinta manera en el Kremlin y en la CIA, aunque en ambos lugares se le asigne el mismo 58 Ejemplos citados por Copi, Introducción a la lógica, p. 48.
significado. 59 Carrió, Notas sobre derecho y lenguaje, p. 21.

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Tampoco se trata de mantenernos al margen de la manipulación emoti- prestar irreflexiva aprobación·a lo que se presenta bajo la forma de la ley y
va del lenguaje: nosotros formamos parte de la humanidad, y también bus- a desaprobar lo que se nos muestra como fuera de la ley. En conocimient<?
camos influir en los demás. Si renunciáramos a este medio, quedaríamos en de esto, cuando organización terrorista mata a alguien no dice que lo
inferioridad de condiciones en medio de una lucha sin cuartel. asesinó, sino que lo ejecutó; cuando se apropia de lo ajeno no proclama que
Se trata, en cambio, de tomar conciencia de esta herramienta persuasi- robó, sino que expropió. Es que la ejecución y la expropiación son formas le-
va, para evitar, en lo posible, ser. influidos más allá de nuestro consenti- gales de matar y de apoderarse de lo ajeno, de modo que el uso de estas pa-
miento. Y, al mismo tiempo, para ser capaces de distinguir, labras sugiere a quien las oiga una imagen más favorable. Del mismo modo,
dentro del lenguaje científico, o que se presenta a sí mismo como científico, los autores de U:n golpe de Estado no dicen que han usurpado el poder, ni
dónde termina la descripción (susceptible de demostraciones sobre su ver- que han cometido delito de rebelión: perifonean que han asumido el
dad o su falsedad) y dónde empieza la valoración (cuyas vías de demostra- no del Estado; en otras palabras, que se han del lenguaje jurídico
ción -en caso de admitirse su existencia- no deben confundirse con las y que en adelante el modo de entenderse será llamar leyes a lo que ellos ha-
primeras y mucho menos oscurecerlas sin que lo advirtamos). gan y subversión a la oposición. que puedan hacerle quienes ayer eran go-
bierno.
En ocasiones, este uso dellengJlaje en función de su efecto emotivo no
1.5.3. Dermición se queda en mera práctica, sino que incursiona en lo teórico: esto ocurre
-cuando quien utiliza una palabra para designar algo distinto de lo que la
Las palabras, pues, no sólo son una· herramienta de la comunicación: gente comúnmente entiende por tal se siente en el caso de explicar su acti-
también son un medio de persuasión, un instrumento de dominio, un arma tud. Aparecen así las definiciones retóricas o persuasivas, falaces. volteretas
de guerra. Cuando advertimos el poder que les inyecta su efecto emotivo, semánticas que buscan cambiar el significado de las palabras para apode-
comienza la lucha por ellas. Cada uno _apoderarse de las palabras, -rarse de su contenido emotivo. Supongamos que un sector minoritario, que
para usar las favorables hacia el propio campo y arrojar las desfavorables, a gobierna un país por la fuerza, desea llamarse a sí mismo democrático. Algu-
modo de obuses semánticos, hacia el campo adversario. ¿La palabra "de- no de sus ideólogos nos explicará que la democracia no depende, en reali-
mocracia'' suscita sentimientos favorables en la gente? Trataremos a toda dad, del acceso aLpoder por mayoría electoral, sino del modo en que ese po-
costa de presentamos como demócratas, y tildaremos de totalitarios a der se ejerza; y que el modo democrático de ejercer el poder consiste, ante
quienes no comulgan con nuestras ideas. ¿Ocurre otro tanto con la palabra todo en el respeto por el derecho de las Imaginemos que un mo-
"libertad"? "El trabajo libera", decía una inscripción en la entrada de un émulo de Torquemada desea 'apropiarse de la palabra "libertad". Di-
campo de concentración nazi .. Hace años estaba de moda hablar de ''los rá que la verdadera .libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en
pueblos amantes de la paz'': eran los de la órbita soviética,·lanzados (como poder· hacer lo que se debe; y que el resto es puro libertinaje. _
sus oponentes) a una desenfrenada carrera armamentista.
El lenguaje jurídico constituye en sí mismo un complicado sistema de
significados teñidos fuertemente de emotividad. Estamos habituados a su-
poner que el derecho es justo y el delito es malo60 , y tendemos entonces a
60 En este contexto, puede observarse que el empeño en vincular el derecho con la justicia introduce en la
Esta identificación de la ley con el bien, que nos es inculcada desde la infancia por medio de definición de ''derecho'' una característica harto polémica, cuya identificación o delimitación es por lo
juegos, cuentos, historietas, películas o series de televisión, trae serias complicaciones teóricas cuando menos muy difícil y, por otra parte, nos deja sin esquemas conceptuales para manejar el fenómeno de la
enfocamos la ciencia del derecho desde la misma óptica. Algunos (siguiendo una tradición muy anti- ley injusta, que abarca una sensible proporción de lo que en el mundo suele llamarse derecho. La tesis
gua) suponen que el derecho debe ser justo por definición, de modo que una ley injusta, al menos en positivista, en cambio, permite abarcar en un mismo esquema conceptual fenómenos sociales que en la
ciertas circunstancias, no merece el nombre de Contra esta tesis, llamada iusnaturalismo, práctica tratamos con un mismo método, y nos deja libres para reclamar, no desde el derecho sino desde
otros sostienen la posición positivista; el derecho está coJ#puesto por las normas coactivas de un Esta- la ética, que las leyes tengan contenidos que consideremos justos. Claro está que esta concepción choca
do, con independencia de su justicia o injusticia. Claro esta que, si no cedemos a la tentación de plante- con el efecto emotivo del lenguaje jurídico, y de este modo da pie a que quienes no logran emanciparse
ar el problema como definición real; advertimos que se trata ue una controversia entre convenciones lin-
güísticas. Pero hay convenciones mejores que otras, en términos de la utilidad científica que reportan.
de este condicionamiento acusen a los positivistas de renunciar a toda exigencia ética y de justificar
cualquier régimen de fuerza.

76 77
1.5.4. Función ideológica del lenguaje Para designarlas se ha elegido :Ía palabra institución, de acepción indudablemente
multívoca, pero que expresa bastante bien la idea de que esas entidades se encuentran
por encima de la voluntad de sus miembros y aun de la propia ley, que no puede des-
Se notará que en los ejemplos precedentes, algo exagerados aunque no conocerlas sin grave violación del derecho natural.
inusuales, se utiiizan expresiones como "verdadero" o "en realidad". Es- Por institución, pues, debe entenderse 'una colectividad humana organizada, en
tas palabras sugieren que la relación entre el concepto definido y su defini- el seno de la cual las diversas actividades individuales compenetradas de una idea di-
ción (o, más rigurosamente, entre definiendum y definiens) es un dato de la rectora, se encuentran sometidas para la realización de ésta a una autoridad y reglas
realidad que el autor de la definición, más sagaz que nosotros, ha desentra- sociales.'
La familia es, por tanto, una institución típica, y sin duda la más importante de to-
ñado y nos comunica generosamente. Es más: en las definiciones persuasi- das."
vas no suele utilizarse entre comillas la palabra a definir, ya que se busca
profundizar el contenido del concepto, mostrar aquello en que consiste la co- En este fragmento se observa el modo en que se da por sentado que
sa. ciertos estudios de base no empírica pudieron poner en evidencia la verda-
Pero ¿no habíamos desistido de estas definiciones reales al aceptar que dera naturaleza jurídica de la família 62 • La familia tiene, pues, una naturaleza
la relación de significado es en principio convencional? Desde luego; pero (en otras palabras, el vocablo "familia" tiene cierto significado, y la reali-
aquí es donde se muestra la importancia de las definiciones reales en cierto dad social a que dicho vocablo alude puede insertarse en cierta clasifica-
esquema del mundo, lo que permite explicar su tenaz persistencia en la filo- ción); pero entre las distintas "naturalezas" que puedan atribuírsele hay
sofía de hoy. una que es la verdarj,era (no sólo la más conveniente o fructífera desde el
U na definición persuasiva ejerce cierta manipulación sobre el significa- punto de vista del clasificador). Se clasifica a la familia, pues, como
do: lo limita, lo extiende o lo cambia lisa y llanamente, según el interés de miembro del género de las instituciones. Se reconoce que la palabra "insti-
su autor por utilizar la palabra en cierto contexto. Esto, naturalmente, es tución" es multívoca (es decir, ambigua), pero se la elige porque expresa la
estipular un significado. Pero si sostuviéramos que estamos estipulando, idea de hallarse por encima de la propia ley (esto es, porque su contenido
gran parte del efecto persuasivo de la definición se perdería. Conviene, emotivo la hace más respetable, por ejemplo, que la palabra "contrato"), lo
pues, afirmar que el significado propuesto no es invención nuestra, sino que facilita el enfoque iusnaturalista del tema. A continuación se estipula
que, de algún modo, estaba allí para ser desentrañado por quien fuese sen- una definición para aquella multívoca palabreja, con el objeto de atribuirle
sible a ciertas evidencias de una realidad trascendente. La definición per- un significado preciso; pero este significado no se plantea como una pro-
suasiva, por tanto, encaja a las mil maravillas en el esencialismo, aunque no puesta estipulativa sino como lo que debe entenderse. Por último, la inclu-
necesite estrictamente de él: la creencia en significados inherentes a la re- sión de la familia entre las instituciones no se presenta como una decisión
alidad y, por tanto, en definiciones reales, facilita la aceptación de la defini- clasificatoria sino como una averiguación de su esencia (su "naturaleza ju-
ción persuasiva al proteger a ésta contra una crítica muy obvia. rídica"), demostrada (tal es el sentido de las palabras "por tanto") mediante
Examinemos, por ejemplo, el sigpiente párrafo tomado de un texto de las consideraciones anteriores.
derecho civil61 : De este modo se ha completado el panorama de la definición persuasi-
"Después de los estudios de Hauriou -cuyo más notable continuador es George
va: 1) la palabra "institución", de contenido emotivo favorable e inspirador
Renard- en tomo a la teoría de la institución, resulta ya muy clara la verdadera natu- de respeto, tiene un solo significado verdadero; 2) ese significado incluye la
raleza jurídica de la familia. Hauriou llamó la atención sobre el hecho de que cie1tas característica de hallarse fundada en el derecho natural, y por encima de
vinculaciones jurídicas no se explican satisfactoriamente por la idea del contrato o de las leyes, así como de la voluntad individual de sus propios integrantes; 3)
la simple norma objetiva. Son elementos sociales cuya duración no depende de las vo- las diferencias de la familia con las características de la mayoría de los
luntades individuales de sus integrantes y que la ley misma no puede desconocer; co- contratos indican que la palabra ''familia'' tiene un significado verdadero (y
locadas entre los individuos y el Estado, sirven intereses de grupos; tienen una vida
propia, una organización y tina autoridad al servicio de sus fines. Ejemplo típico, las sólo uno), que la incluye dentro de la clase de las instituciones. Más adelan-
asociaciones. te será fácil deducir de este razonamiento diversas conclusiones; entre
61
Borda, Guillermo A., Manual de Derecho de familia, Bs. As., Perrot, 1960, p: 13-14. 62 Ver Bulygin, Naturaleza jurídica de la letra de cambio, sobre el tema de la "naturaleza jurídica".

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ellas, seguramente, que el matrimonio es esencialmente indisoluble (inclu-
so desde el punto de vista jurídico), y que una ley que estableciese el divor-
cio vincular sería contraria a la naturaleza e írrita en el plano trascendente.
Claro está que el divorcio vincular podría atacarse mediante argumen-
tos de política social; por ejemplo, podría decirse que la seguridad y la edu-
cación de los hijos requieren cierta estabilidad familiar, y que la instaura-
ción del divorcio alentaría a las parejas a separarse ante la primera dificul-
tad. Pero argumentos de esta naturaleza deberían enfrentar otros ar.gu- CAPITUL02
mentos semejantes, aunque de sentido contrario; y en todo caso, podrían
hallarse sujetos a cierto grado de verificación empírica (mediante encues- CONOCIMIENTO
tas y estadísticas sociológicas, por ejemplo). El razonamiento en examen,
en cambio, no corre estos riesgos: presenta las cosas como una situación de
hecho demostrada por la ciencia jurídica, y nos conduce a aceptar sus 2.1. Hay saberes y saberes
conclusiones sin un análisis crítico de sus fundamentos.
Tal es la función ideológica del lenguaje, que (por encima de nuestra capítulo anterior hemos adquirido ciertas ideas sobre el lenguaje,
capacidad de análisis·, y aun sin que su propio usuario lo advierta) nos lleva sus aspectos, sus usos, sus defectos, sus trampas y su poder. Pe-
a aceptar y a utilizar estructuras de pensamiento prefijadas. Estas estruc- ro, por encima de todo eso, el lenguaje es siempre, básicamente, un instru..
turas dependen, en general, de la historia lingüística de cada comunidad; para con la realidad. Tratar con la realidad es aprovecharla,
pero en las partes que mejor se prestan a la manipulación ideológica son a modificarla, disfrazarla o adaptarnos a ella; pero esto requiere, ante todo
menudo objeto de ella por los más diversos sectores; y·alguien dotado de conocerla. · '
suficiente poder de difusión (la propaganda) o prestigio (grupos prominen- significa ''conocer'' o ''saber'' algo? Si henios aprendido nuestra
tes en una sociedad) puede lograr que estas estructuras de pensamiento se leccion, nos abstendremos de lanzarnos sin más a teorizar sobre el "verda-
esclerosen a través del uso del lenguaje y sirvan, en adelante, a sus propios dero" más modestamente, empezaremos la investigación por
puntos de vista. Sobre este fenómeno pueden citarse como ejemplos los uso observaremos si nuestro empleo de esas palabras es am-
lenguajes oficiales nacionalsocialista (hipertrofia de palabras como ''raza'' biguo, elegiremos en su caso el significado que nos interese, examinaremos
o "patria"), o comunista (recorte ideológico de la palabra "imperialismo" su,grado ?e y, en caso necesario, estipularemos algún significado
contenido del vocablo "burgués"). Entre nosotros puede recordarse el con- mas preciso que satisfaga nuestras expectativas.
tenido emotivo desfavorable que el autoritarismo asigna a la expresión "ha- Veamos, algunos "sé esquiar"; "Roberto sabe que el
cer política'', efecto que va unido a la costumbre de afirmar que siempre cuadrado de la hipotenusa es Igual a la suma de los cuadrados de los· cate-
son los otros los que hacen política, mientras nosotros gobernamos o al me- tos"; "mi tío sabe jugar al ajedrez"; "sé que algún día seré médico"· "co-
nos trabajamos por la grandeza de la Nación. Pero el ejemplo más completo nozco a la novia de mi hermano"; "Benjamín conoce las islas como pal-
y estructurado proviene de la ficción (a menudo espejo clarividente de la re- ma de su mano".
alidad). George Orwell63 imaginó un idioma oficial, la neolengua, en el que el Advertimos que usamos "conocer" y "saber" de la mis-
Ministerio de la Paz se ocupaba de la guerra, el de la Abundancia de admi- ma forma Y en los mismos casos, por lo que su significado parece ser el mis-
nistrar la pobreza y el del Amor era la jefatura de policía. Además, la pa- mol. Pero las cosas se ponen más complicadas cuando tratamos de analizar
labra "libertad" se había recortado semánticamente de tal modo que sólo
podía usarse para decir que un campo estaba libre de malezas, pero no para 1
• Nuest:a uno u otro vocablo depende de la estructura puramente gramatical de
referirse a una de las más caras ambici<ines de los hombres. 1
a .oración. cuando su complemento directo está expresado en un infinitivo .o en
una mtroducida la conjunción "que", mientras preferimos "conocer" cuando el
63
Orwell, George, 1984, New York, Signet Books, 1950, p. 227. _directo (o Pero esta regla no es absoluta: decimos indistinta-
mente ureho sabe el Código Civil o Aureho conoce el Código Civil".

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qué tienen en común los distintos usos de "saber" y "conocer" en los no es común, en idioma castellano, el uso del verbo "conocer"; pero, si al-
ejemplos mencionados. guien nos dijera que ''conoce mecanografía'', o que ''conoce a fondo la téc-
nica de la cocina francesa" lo entenderíamos del mismo modo.
2.1.1. Conocimiento directo
2.1.3. Saber proposicional
"Conozco a la novia de mi hermano" y "Benjamín conoce las islas co-
mo la palma de su mano" parecen mostrar que hay o ha habido una relación "Roberto sabe que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de
directa entre el sujeto cognoscente y el objeto de su conocimiento. No es los cuadrados de los catetos" no parece indicar conocimiento directo ni ha-
común que digamos de alguien que conoce una región como la palma de su bilidad especial alguna. Podría decirse que, en este caso, el objeto de cono-
mano si nunca la ha recorrido y apenas es capaz de señalarla en un mapa. cimiento es simplemente la proposición que describe la tesis del teorema de
Del mismo modo, si preguntamos ''¿Conoce usted a Nicanor?'', nuestro in- Pitágoras. Algo semejante, pues, a lo que ocurría con el individuo que afir-
terlocutor contestará afirmativamente cuando quiera aseverar que alguna maba conocer a Nicanor, aunque no personalmente. Conviene aclarar aquí
vez estuvo en presencia de Nicanor; no pretenderá tal vez haber penetrado que este tipo de saber, que para distinguirlo· de los otros podríamos llamar
sus íntimos pensamientos ni sus sentimientos más profundos, pero sí, al saber proposicional, no consiste en el conocimiento de proposiciones: las
menos, que alguna vez se lo han presentado. Puede ocurrir, sin embargo, proposiciones pueden ser construidas por cualquiera, con sólo conocer (en
que nuestro interlocut9r conteste: "personalmente no, pero lo conozco". el sentido de habilidad) algún lenguaje que permita formularlas. ''Saber'',
Lo que quiere decimos en este caso es que sabe algunas cosas acerca de Ni- en este sentido, consiste en saber que ciertas proposiciones son verdaderas
canor; que puede describir en proposiciones algunas propiedades que atri- (o que son falsas, lo que equivale a la verdad de sus negaciones). Sabemos,
buye a dicha persona. Por ejemplo, que ''es un señor muy distinguido, de por ejemplo, que el sol sale por el este, que el calor dilata los metales y que
pronunciada calva''. Esta forma de conocimiento es distinta del contacto Buenos Aires fue fundada en 1536. También sabemos que no por mucho
directo, ya que sólo se refiere a la verdad de ciertas proposiciones. Pero, madrugar amanece más temprano y que no es verdad que la Tierra sea pla-
ciertamente, ambos significados de ''conocer'' guardan cierta relación na. Se trata,. entonces, de un saber que, a través de proposiciones descripti-
entre sí: se supone, en efecto, que quien ha estado en presencia de una per- vas, se refiere a los hechos (estados cosas), y permite distinguir las
sona o de una cosa es capaz de enunciar algunas proposiciones verdaderas descripciones verdaderas de las falsas. Este es el tipo de saber del que es-
acerca de ella; por lo menos, las que se refieren a su aspecto exterior. tán compuestas las ciencias, y a él restringiremos en adelante nuestro aná-
lisis.

2.1.2. Habilidad
2.2. Pero ¿es .que hay algo que pueda saberse?
"Sé esquiar" y "mi tío sabe jugar al ajedrez" tienen en común algo que
las distingue de los demás ejemplos. En estas proposiciones parece indicar- Decimos que el conocimiento consiste en saber distinguir las proposi-
se que alguien posee cierta capacidad: en la primera de ellas afirmo que, ciones verdaderas de las falsas, y que estas proposiciones son descrip-
puesto sobre un par de esquíes, soy capaz de por la nieve sin en-
te se hace algo pensando en lo que se hace y, por lo tanto, se hacen dos cosas: una actividad teórica y una
terrarme en ella de cabeza ni quedar abrazado al más próximo. La pa- acción que pone en práctica lo teorizado. Pero si es así, cuando la actividad teórica consiste en selec-
labra "saber", pues, indica aquí una habilidad, como escribir a máquina, cionar las normas que aplicaré en mi actuar, debo estar realizando al mismo tiempo otra actividad teóri-
hablar francés o guisar un excelente conejo al vino blanco2 • En tales casos ca (metateórica): la de tener presentes ciertas normas que rigen la selección de las primeras; y así hasta
el infinito. Ryle dice que saber hacer sólo es haber adquirido cierta habilidad mediante la práctica, la crí-
tica y el ejemplo, sin perjuicio de que existan o puedan hacerse explícitas aquellas reglas del actuar. Sa-
2 Dice Ryle, Gilbert (cfr. El concepto de lo mental, Bs.As., Paidós, 1967, p. 28 y ss.) que cierta tra- ber jugar al ajedrez no es poder recitar las reglas que rigen el. movimiento de las piezas, sino ser capaz
dición filosófica, a la que llama "leyenda intelectualista", sostenía que cuando se actúa inteligentemen- de mover éstas de acuerdo con aquéllas.

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ciones de estados de cosas. Pero los filósofos, siempre dispuestos a compli- del <?tra imp?rtante de idealismo es la de Hegel,
car lo obvio, no han de dejarnos seguir adelante tan fácilmente. Muchos de para quien la conciencia del objeto en el SUJeto forma parte del objeto mis-
ellos nos dirán: ¿Hablan ustedes de la realidad y de los estados de cosas? ¿A y es a la. vez conciencia de sí, de modo tal que el conocimiento se con-
qué llaman realidalfl ¿Están seguros de que hay cosas? ¿Cómo esperan de- VIerte en un proceso en el que sujeto y objeto se hallan en una relación
mostrarlo? ¿De dónde infieren ustedes que, cuando conocen, conocen algo? dialéctica, sin que uno pueda reducirse al otro.
Preguntas de esta clase son las que ocupan, con sus muchas respuestas La forma extrema del idealismo es el solipsismo.. Consiste en concluir
tentativas, todo un capítulo de la filosofía, llamado teoría del conocimiento, que, puesto que no podemos confiar en nuestros sentidos, sólo podemos es-
o gnoseología. El tema. queda afuera del alcance de este libro, por lo ·que tar seguros de nuestra propia existencia: el resto del mundo, incluidos los
nos nos introduciremos en sus vericuetos; pero resulta indispensable consi- demás seres humanos que vemos a diario, podrían ser una mera ilusión o
derarlo, aunque sea·del modo más somero, tan sólo para mostrar que existe una construcción de nuestro espíritu.
como problema especulativo· y que cualquier construcción que se haga Cada una de estas grandes líneas de pensamiento (que, forzoso es re-
sobre la ciencia reposa sobre ciertos presupuestos en los que habitualmen- calcarlo, se han expuesto aquí con una concisión casi caricaturesca) debe
enfrentar sus propias dudas. Si somos realistas, ¿cómo podemos.estar segu-
te no reparamos ..
Conocemos la realidad del mundo que nos rodea a través de nuestros ros del mundo externo? ¿Acaso el número de percepciones es garantía de
sentidos: la vemos, la oímos, la tocamos. Pero es un hecho conocido que (al verdad? jN o podría haber un ser humano -uno solo- que percibiera lo que
menos a veces) nuestros sentidos nos engañan: vemos espejismos, tenemos los demas no pueden ver, y que por eso fuera llamado loco o alucinado? Si
alucinaciones, soñamos. Surge entonces la inquietante pregunta: ¿Tendre- parece inco!lgruente sostener que existe un mundo
mos, tal vez, más alucinaciones que las que creemos tener? ¿Soñaremos, Porque si no lo conocemos, ¿cómo sabemos que
acaso, cuando suponemos estar despiertos? ¿No .estaremos despiertos existe? Y SI cie:ta relación entre sujeto y objeto, ¿de qué modo somos
cuando creemos soñar? ¿Ocurrirá tal vez,-como decía Cálderón de la Barca, capaces de distinguir entre los dos términos de esta relación? Por último si
preferimos el solipsismo nos preguntaremos por qué nos tomamos
que toda la vida es sueño?
U na línea de respuestas propone trazar una distinción entre percep- y tantas preocupaciones frente a un mundo que tal vez no
ciones auténticas y engañosas: las primeras coinciden cuando se las eXI:te. Cuando el Jefe por haber llegado tarde a trabajar, ¿por
confronta entre sí (y con las de otras personas), porque se fundan en los que no le contestamos esfúmese, usted es una desagradable ilusión de mi
hechos externos, en lo objetivo. Las engañosas pueden identificarse con re- espíritu''?
lativa facilidad, ya que no encajan en el esquema de coincidencias prove- La teoría del conocimiento se pregunta por los límites de nuestro sa-
niente de aquella confrontación. Existe, pues, una realidad cognoscible ber, y para eso se ve obligada a extender la vista más allá de.esos límites.
frente a la cual actuamos como sujetos cognoscentes. Ésta es la tesis básica Pero como, por definición, fuera del ámbito del conocimiento no es posible
del. realismo, sobre cuyo molde está cortado el lenguaje que usamos, del sabe_r alguno, el debate se transforma en pura especulación cuyas afir-
mismo modo que nuestro estilo de razonar. maciones no son susceptibles de prueba empírica ni objetiva. No se puede
Otra posición sostiene que, aun cuando exista una realidad externa, pues, demostrar cuál de las distintas teorías del conocimiento está en
ella sólo puede ser conocida por los sentidos, instrumentos que nos propor- ciert:o, si es que alguna lo está (y aun podría uno preguntarse si tiene algún
cionan una imagen no necesariamente coincidente con aquella realidad. Y, sentzdo hablar de la verdad de una teoría del conocimiento).
de todos modos, existen objetos ideales, que se conocen mediante la razón. Esta grave situación podría zambullimos en interminables y estériles
Un señalado exponente de esta tesis fue Kant, para quien las cosas en sí especulaciones sobre el Ser, el Uno y el Mundo, y aun trabar el desarrollo
(los noúmenos) son incognoscibles, y sólo conocemos los fenómenos (la ima- de cualquier ciencia, si no fuera porque en general optamos por seguir vi-
gen que nuestra mente percibe de los noqmenos). Pero -sostenía el mismo viendo como lo hacemos sin preocupamos por el problema. La pregunta es:
filósofo- tales fenómenos son organizados por nosotros de acuerdo con ¿tie!'le alguna justificación una conducta tan displicente? Y una respuesta
ciertos esquemas propios de nuestro modo-de conocer, tales como el espacio, posible sería: por lo menos, no trae consecuencias desagradables. Por es·o
el tiempo ("formas de la intuición"), la sustancia o la causalidad ("formas todos actuamos, en la práctica, como realistas empedernidos.

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Tal respuesta parece poco respetuosa, pero ocurre que es, sencillamen- por ejemplo, que Stavisky era 'im verdadero estafador, o que la silla que
te, la única que nuestras limitadas capacidades nos permiten dar. Y, des- acabo de comprar es una verdadera falsa antigüedad).
pués de todo, quién sabe si existe otra respuesta, porque qué lenguaje la Pero, dejando de lado los juegos de palabras a que puede llevamos este
daríamos? uso de la palabra "verdad", hemos de recordar que comprometimos
Observemos, en efecto, que al preguntarnos si existe una realidad ex- nuestro concepto de conocimiento como conocimiento de la verdad de propo-
tema estamos usando palabras tales como "existir", "realidad" y "exter- siciones. La verdad, pues, ha de ser en este sentido una característica de las
na'', vocablos que han sido acuñados por el hombre a partir de una teoría proposiciones3 , como cuando decimos que ''la suma de los ángulos internos
ingenuamente realista. Ellos suponen una distinción entre lo existente y lo de un triángulo equivale a dos rectos'' es verdadera.
no existente, entre lo real y lo irreal, entre lo externo y lo interno. Si sólo yo . Usaremos, pues, el concepto de verdad dentro de este contexto. Pero,
existo, por ejemplo, carece de sentido hablar de lo externo, ya que todo está si la verdad (o la falsedad) es una propiedad o característica de las proposi-
en mí; y aun de existencia, ya que todo existe en mí. Si aceptáramos, pues, ciones, una característica tal que nos permite clasificar las proposiciones
la tesis solipsista, nos veríamos obligados tal vez a distinguir entre las cosas en verdaderas y falsas, tendremos que tenér algún criterio para atribuir es-
que son ilusiones de mis sentidos y las cosas que no son siquiera eso. Y así tas propiedades4, algún medio para reconocerlas y distinguirlas entre sí. No
reconstruiríamos la distinción entre realidad y irrealidad, entre existencia e quiere decir esto que debamos tener los medios de saber, frente a cualquier
inexistencia, entre sujeto y objeto: sólo que todo eso se nos aparecería proposición, si es verdadera o falsa: tal cosa equivaldría a exigirnos la om-
dentro (¿qué significaría entonces "dentro"?) de un Yo inmenso, universal nisciencia, y no somos dioses, sino seres humanos. Es obvio que existen
y omnicomprensivo. Entonces, ya que todos somos realistas en la práctica, muchas proposiciones cuya verdad o falsedad ignoramos; pero, si hay algu•
y ya que todos nos veríamos en el caso de reconstruir en· teoría alguna for- nas de las que sabemos positivamente que son verdaderas (por ejemplo),
ma de realismo dentro del idealismo al que adhiriésemos, ¿no se justifica, al debemos saber al mismo tiempo qué queremos decir cuando decimos que lo
menos pragmáticamente, admitir la tesis realista, aunque no podamos de- son; esto es, en qué consiste, según nuestro concepto, la verdad de una pro-
mostrarla? posición.
Bien, pues, ¿en qué consiste la verdad de "Raúl usa bigote"? Se han
trazado muchas teorías tendientes a explicarlo, pero nos referiremos aquí a
2.3. ¿La realidad es la única verdad? las más corrientes, o a las más afines· con la filosofía analítica.

Ya hemos dado por supuesto que existe (en algún sentido de "existir")
una realidad que espera ser conocida por nosotros (a vez que, por cierto,
nos incluye) y hemos restringido el significado de "conocimiento" al cono-
cimiento de la verdad de las proposiciones descriptivas de aquella realidad. 3 También predicamos la verdad o la falsedad de las oraciones o enunciados; pero sabemos (ver
Es hora, pues, de preguntarnos qué hemos de entender por "verdadero". 1.4.10) que la proposición es el contenido de la: oración, de modo que, si una oración es verdadera, será
En el lenguaje cotidiano usamos la palabra "verdad" o sus derivados porque la proposición que ella expresa es a su vez verdadera<
en distintos contextos y con diferentes significados. Si decimos, por 4 Camap muestra claramente la importancia del criterio en el siguiente fragmento: ''Suponga-
ejemplo, "Ricardo es un hombre de verdad", o "el Koh-i-noor es un mos, a manera de ilustración, que alguien inventara la palabra nueva 'tago' y sostuviera que hay obje-
diamante verdadero'' estamos empleando la palabra para mencionar una tos que son tagos y objetos que no son tagos. Para descubrir el significado de esta palabra, le pregunta-
propiedad de personas o cosas: queremos significar que Ricardo tiene cier- ríamos sobre su criterio de aplicación: ¿cómo determinamos en un caso concreto si un objeto dado es ta-
go o no lo es? Supongamos que él no es capaz de respondemos en concordancia con un criterio de apli-
tas que nos parecen relevantes (acaso persuasivamente) pa- cación: no existen signos empíricos de taguidad, nos dice. En este caso tendremos que negar la legiti-
ra incluirlo en el concepto de hombre y que cierto guijarro usado para ador- midad del uso del vocablo. Si la persona que usa la palabra insiste de todas maneras en que hay objetos
nar cierta corona es un cristal de carbono y no un fondo de botella tallado. que son tagos y objetos que no son gatos, no resta, para el modesto y finito intelecto humano, sino con-
siderar que lo que es tago será un secreto eterno, pero, entretanto, podemos designarlo coíno un mero
Es decir, que aun contra lo que alguien pudiera pensar, cierto objeto encaja flatus vocis" (Camap, Rudolf, La superación de la metajfsica por medio del análisis lógico del lenguaje, p.
dentro de cierta palabra de clase (en este sentido también podría decirse, 11-12).

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2.3.1. Teoría de la correspondencia, o chocolate por la noticia comprenderse aisladamente. Supone cierto acuerdo entre emisor y recep-
tor sobre la identidad de la persona a quien llamamos Raúl, sobre los lími-
La primera respuesta que se nos ocurre, la más obvia, es: "Raúl usa bi- tes más o menes imprecisos sobre lo que ha de entenderse por bigote y el
gote'' es verdadera cuando Raúl usa bigote (y falsa cuando no lo usa) 5 • En contenido, erizado de· dificultades cronológicas, de lo que significa "usar".
otras palabras, sG>stener que el valor de la verdad de una proposición se re- Al mismo tiempo, nuestro enunciado se inscribe en todo un sistema, forma-
fiere a cierta relación de correspondencia entre la proposición y el estado do por multitud de otros enunciados que se refieren a las condiciones en las
de cosas que ella describe. Chocolate por la noticia, diremos: para algo tan que aceptamos un hecho como real. Este sistema contiene, por ejemplo, al-
sencillo no hace falta que los filósofos malgasten su tiempo. Pero ¿se trata guna teoría del conocimiento y una cantidad de acuerdos sobre los modos
en realidad de algo tan sencillo? de adquirir el conocimiento (por ejemplo, el rechazo -o la aceptación- de
. · Ante todo, ¿cuál es el tipo de correspondencia que hemos de exigir entre la idea de bigotes invisibles, o ectoplásmicos). Si quedamos suficientemen-
proposición y estado de cosas? Si numeramos correlativamente las letras te preocupados por esta objeción, estamos maduros para examinar la si-
del alfabeto, habrá entre letras y números cierta correspondencia. (por guiente teoría.
ejemplo, entre la e y el3). El retrato se corresponde con su modelo por cier-
ta semejanza de formas. Ahora bien, una proposición se expresa en ora-
ciones compuestas por palabras, y las palabras se manifiestan mediante 2.3.2. Teoría de la coherencia, o la bienvenida al club
ruidos (la voz) o ma,nchas (las letras). ¿De qué modo estas manchas o letras
_pueden corresponderse con otros hechos? Filósofos racionalistas de los siglos XVII a XIX y algunos positivistas ló-
Podemos tratar de responder pacientemente a esto. Las o gicos contemporáneos han participado, con diferentes matices, de este
ruidos, diremos, se combinan entre sí mediante un código más o menos punto· de vista.
convencional para formar palabras, que a su vez se combinan en oraciones Consiste, por ejemplo, en sostener que la realidad es un todo coheren-
que expresan proposiciones. Estas proposiciones pretenden describir esta- te, en el sentido de que las proposiciones que en su conjunto la describen no
dos de cosas. Pues bien, la correspondencia exigida consiste en que haya pueden contradecirse entre sí y, por el contrario, se apoyan unas a. otras.
un estado de cosas susceptible de ser descripto por la proposición cuya ver- También es posible afirmar que esta coherencia no es una característica de
dad tratamos de averiguar. De modo que, si Raúl usa bigote, no hay más la propia realidad (tal vez incognoscible en alguna medida), sino de nuestro
que decir: la correspondencia está dada. que se halla intrínsecamente determinado a construir sistemas
Sí, pero ¿qué ocurre cuando se trata de una proposición negativa? ¿Cuál coherentes.
es el hecho descripto por la proposición "César no mató a Bruto"? Desde este punto de partida puede llegarse a un peculiar concepto de la
También aquí podemos intentar una respuesta. U na proposición nega- verdad: ''Raúl usa bigote'' es verdadera si (y sólo si) no contradice a ningu-
tiva verdadera no corresponde a un hecho real (ya que no hay ''hechos ne- na de las demás proposiciones verdaderas y además se en algunas
gativos"), pero su verdad depende del estado-de cosas consistentes en que, de éstas. Es como si existiera un exclusivo club de proposiciones verdade-
entre todos los hechos ocurridos en el tiempo al que se refiere la proposi- ras, socias que están dispuestas a admitir como tales a nuevas proposi-
ción, no hay ninguno que encaje en la descripción. En otras palabras, que el ciones siempre que éstas reúnan las condiciones exigidas por las verdades
''hecho'' descripto por la proposición que se niega no existe. preexistentes.
Aquí, sin embargo, no han terminado nuestras desdichas. U na proposi- Conviene aclarar aquí que lo que se llama coherencia en el sentido de
ción tan sencilla como "Raúl usa bigote" no se presenta sola, ni puede esta teoría no es lo que se entiende en lógica por "coherencia" o "consisten-
cia''. Un conjunto de proposiciones es coherente (o consistente) en este se-
5 Esta afirmación coincide con el llamado concepto de verdad semántica; que Tarski estableció
según el siguiente ejemplo: " 'La nieve es blanca' si y sólo sj la es blanca"; o, r_nás rigurosamente:
gundo sentido cuando no contiene ninguna contradicción; pero esta condi-
X es verdadera si, y sólo si, p /donde X es el nombre de 1? ppopostcion p). Cfr. !arski, La co;zcep- ción sería muy claramente insuficiente como base de una teoría de la ver-
ción semántica de la verdad y los fundamentos de la semantzca_ en Bunge, Mano, comp., Antologm se- dad. En efecto, a nadie se le ocurriría sostener que las proposiciones "la
mántica", Bs.As., Nueva Visión, 1960, p. 111 y siguientes. tierra es cuadrada" y "las Malvinas son inglesas" son ambas verdaderas
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sólo porque no se oponen entre sí. Como se ha visto antes, la teoría de la La segunda línea de argumentación no se funda en observaciones
coherencia exige, además de la inexistencia de que las pro- rectas. Consiste en sostener que' la coherencia no debe darse dentro de un
posiciones que se acepten como verdaderas puedan deducirse unas de otras. pequeño grupo cualquiera de proposiciones, sino dentro del conjunto de to-
Pero esta aclaración deja subsistentes algunas críticas. "Algunos das las proposiciones que componen una ciencia o una teoría: una vez que
perros tienen ocho patas" se deduce perfectamente de "todos los perros nos hemos situado dentro de una teoría o ciencia, hemos de tener por ver-
tienen ocho patas", sin que nos hallemos dispuestos a aceptar como verda- daderas las proposiciones que resulten coherentes (en el apuntado sentido
dera ninguna de las dos: a lo sumo estaríamos dispuestos a aceptar la pri- específico de "coherencia") con el resto de las que aceptamos. Incluso
mera si se nos demostrara la segunda (cosa que, obviamente, no ocurre). podría ampliarse el ámbito al conjunto de todas las proposiciones (de cual-
Para esta objeción, los partidarios de la teoría de la coherencia tienen quier ciencia o teoría) que resulten aceptables. De este modo, una proposi-
dos líneas de respuestas. ción cualquiera sería verdadera si pudiera ser justificada a partir de cual-
La primera consiste en señalar que la coherencia del conjunto de pro- quier subconjunto de proposiciones verdaderas, y éstas a su vez lo serían
posiciones debe estar presidida por un subconjunto de ellas que a su vez sean por la misma razón, y así sucesivamente.
consideradas verdaderas por otras rázones, y no sólo por su coherencia con Claro está que esta línea de argumentación convierte a la totalidad de
las demás (como en el caso de los sistemas axiomáticos: la geometría o la las proposiciones verdaderas (o, en su versión restringida, a la totalidad de
lógica, por ejemplo). ¿Otras razones? ¿Cuáles podrían ser estas razones? Si las proposiciones de una ciencia o teoría) en un círculo cerrado (y algo vi-
no se nos provee una respuesta satisfactoria, el sistema de proposiciones cioso) en el que unas proposiciones se demuestran por las otras, sin que
verdaderas queda en el aire y será pasible de las mismas críticas que luego ninguna de ellas se apoye sólidamente en la realidad. Se trata, pues, de una
se plantearán a la segunda línea de argumentación. Pero algunos filósofos línea atractiva para los enfoques idealistas o de orientación matemática, pe-
han creído encontrar la solución a partir de ciertos enunciados muy sen- ro poco sólida frente a las apetencias del hombre común. Si nos sentimos
cillos, cuya verdad dependería de la observación pura, como ''veo ahora seducidos por esta versión de la teoría de la coherencia, pero deseosos de
una mancha verde aquí". El conjunto de estos enunciados observacionales, poner al menos un pie en la tierra, convendrá que examinemoS' con deteni-
cuya verdad conocemos directamente 6, serviría como base a partir de la miento la siguiente teoría.
cual podrían determinarse por coherencia otras verdades más complejas.
Esta posición nos enfrenta nuevamente con estados de cosas reales, y
en cierto modo sutil nos devuelve a la teoría de la correspondencia. Pero, 2.3.3. Teoría pragmática, o ande yo caliente
aparte de esto, ¿cuántos o cuáles enunciados observacionales hacen falta y ríase la gente
para fundar la verdad de un enunciado más complejo? Porque, ciertamente,
"veo ahora una mancha verde aquí" es compatible con "mi abuela es ver- Quienes participan de este punto de vista sostienen que un enunciado
de'', pero la primera proposición no alcanza para fundar la segunda. Como es verdadero si (y sólo si) tiene efectos prácticos para quien lo sostiene. Por
es imposible en la práctica exigir la verificación de todos los enunciados ob- efecto práctico debe entenderse todo lo que tiene importancia respecto de
servacionales (que son infinitos), el problema se convierte en una cuestión·a la supervivencia y de la prosperidad de cada individuo. En el caso de las
decidir prude_ncialmente, es decir, sin criterio fijo. Esto es aceptable cuando afirmaciones hechas por la ciencia, su importancia reside en que es posible
se trata de averiguar, con mayor o menor probabilidad, cuáles proposi- usarlas para predecir acontecimientos, y así evitar los indeseados o dismi-
ciones son verdaderas (tal es el principio de la inducción: ver 2.6.b); pero re- nuir sus efectos perjudiciales, o, en su caso, provocar acontecimientos de-
sulta algo más duro de admitir cuando buscamos el concepto mismo de ver- seados. .
dad, ya que nos deja sin crite,rio para distinguir entre verdad e hipótesis. En esta línea de pensamiento, la verdad de una proposición (o de un sis-
6 tema de proposiciones, como una ciencia) dependerá entonces de la utili-
En realidad, la incorregibilidad (o verdad pura y simple) de este tipo de enunciados es discutida (ver
Ayer, A.]., El problema del conocimiento, Bs.As., Eudeba, 1968, p. 63 y ss.); y hasta se ha afirmado que dad que reporte; y tal utilidad, cuando es reconocida, tiende a incrementar
los enunciados observacionales son inútiles para la constitución de la ciencia (ver Bunge, Mario, La t"n- el ámbito de creencia en la proposición de que se trate. De modo que, cuan-
vestigación cientifica, Barcelona, Ariel, 1969, p. 290 y siguientes). do la créencia es estable y generalizada, se puede decir que la proposición
90 91
es verdadera. En otras palabras, entienden los pragmáticos que p.na propo- sistemas de proposiciones, tal vez igualmente coherentes, pero, en su con:.
sición es verdadera· cuando expresa una opinión destinada a ser sostenida junto, menos útiles.
por todos los investigadores. /

Así expuesta, la teoría pragmática difícilmente concitará nuestra adhe-


sión, ya que el concepto que propone resulta extraño al uso cotidiano de la 2.3.4. ¿Todo es igual? ¿Nada es mejor?
palabra ''verdad''. Podría objetársele, además, que resulta muy difícil sa-
ber cuáles serán las consecuencias prácticas de una creencia, y más difícil Si ahora apreciamos las distintas teorías de la verdad mediante una oje-
aún averiguar si serán favorables o desfavorables, o si será realmente com- ada panorámica, podemos ver que cada una de ellas pone el acento en al-
partida por los investigadores. gún aspecto particular del problema sin oponerse necesariamente a las
Aparte de esto, el concepto de conveniencia parece introducir un fac- otras. Cada una tiene a su vez algún defecto: la de la correspondencia es
tor caótico que puede destruir todo intento de razonar objetivamente. corta de miras (no siempre existen estados de cosas a los que pueda corres-
"Verdad es lo que conviene al Partido", dijo alguna vez un enfervorizado ponder una proposición); la de la coherencia carece de apoyo sólido, y la
leninista. Y, por cierto, las concepciones de Goebbels no andaban lejos de pragmática no garantiza el suficiente rigor. Pero tal vez sea posible sinteti-
allí. Si cada uno se fabrica su propia verdad sobre cada tema, todo diálogo zarlas: si entendemos la verdad de cada proposición dentro del esquema de
será inútil y no quedará más que la fuerza desnuda como modo de comuni- la coherencia y fundamos la verdad de todo el conjunto en su utilidad prác-
cación entre los hombres. tica, obtendremos probablemente los resultados apetecidos por la teoría de
Pero algo puede rescatarse de la teoría pragmática, si se la formula de la correspondencia conservando, al mismo tiempo, mejores posibilidades
otro modo. Mucho, tal vez. para la construcción teórica8 • Semejante posición, por otra parte, resultaría
Ya hemos visto que existen serios problemas teó:t;icos para definir de a su vez coherente con la formulada, respecto de la teoría del conocimiento,
un modo unívoco e indiscutible el tipo de correspondencia entre proposi- en el párrafo 2.2.
ciones y estados de cosas, que la existencia misma de estados de cosas no Sea como fuere, ha de quedar en claro que el concepto de verdad es un
es aceptada por todo el mundo (al menos, no de la misma manera)7, y que tema de decisión metodológica. En realidad (si es que hay una realidad,
una teoría de la verdad que pierda de vista este contacto con la realidad (co- apuntará nuestro. amigo escéptico) no hay verdades, sino simplemente
mo la de la coherencia, en su segunda versión) no resulta satisfactoria. · hechos, estados de cosas. La verdad es una característica de las proposi-
Bien, supongamos que tomamos diversos conjuntos de proposiciones, ciones con las que, de alguna manera, buscamos referimos a aquella reali-
eliminamos las contradicciones, explicamos las razones por las que acepta- dad. Las proposiciones (o, si se prefiere, los enunciados que las expresan)
mos cada una de ellas (es decir, sus vínculos con otras proposiciones del son instrumentos del ser humano, creados y usados por éste dentro de cier-
mismo conjunto) y luego tratamos de aplicar ese conjunto a nuestra vida to método para comunicarse y describir los hechos. En uso de la libertad de
práctica (como, por otra parte, lo hacemos a cada instante). Observaremos, estipulación podemos definir la palabra "verdad" como mejor nos parezca
probablemente, que el conjunto al que pertenecen co- pero tal vez convenga no perder de vista las siguientes observaciones de
mo "la tierra es redonda" y "Venezuela está al norte de la Argentina fun- origen pragmático:
ciona en tanto los conjuntos a los que pertenecen proposiciones como "la a) Nuestro concepto de verdad no debe resultar demasiado alejado del
es cuadrada'' y ''Venezuela es un país limítrofe de la Argentina'' no
uso común, ni permitir una excesiva diversificación de ''verdades''.
funciona. Lo advertiremos al buscar inútilmente las aristas de la tierra o al b) Debe permitirnos calificar como verdaderas (o falsas) ciertas propo-
encontramos frente a iracundos aduaneros brasileños. Tal vez todo esto
sea ilusorio (diría un.idealista empedernido), pero hay cierto sistema cohe- siciones que no se refieren a hechos directamente observables (como las
proposiciones negativas, las abstractas y las puramente teóricas), y
rente de proposiciones que nos trae menQs dificultades prácticas que otros
8
Curiosamente (¿curiosamente?), esta propuesta guarda cierta semejanza con la de Kelsen sobre
el concepto de validez de las normas jurídicas: la validez de una norma se funda en otras normas, pero
7 Ver párrafo 2.2. la validez del conjunto depende de su eficacia práctica (cfr. Kelsen, Hans, Teoria pura del derecho).

92 93
e) Debe tener algún punto de contacto con la realidad (o con nuestra Creer, pues, no es lo mismo qtie saber. Pero, aunque se puede creer sin
percepción de ella). saber, no es posible saber sin creer. Si la verdad es el elemento objetivo del
conocimiento, la creencia es su factor subjetivo: no podemos saber lo falso,
pero tampoco sabemos lo que no creemos, aunque sea verdad. La creencia
2.4. Saber y creer es una condición del conocimiento; pero no una condición causal (por
mucho que lo creamos, no haremos verdadero lo falso), sino una mera ca-
Nuestro afán por investigar el proceso del conocimiento nos ha llevado racteristica definitoria: ''conocer'' implica creer, aunque no a la inversa9 •
a ciertos rodeos previos. Primero aislamos nuestro objetivo entre los distin-
tos significados de ''saber''; luego pasamos algo fugazmente por la teoría
del conocimiento (para averiguar qué es lo que conocen1os) y al final es- 2.5. Pero ¿cómo sabemos?
tablecimos las bases para una teoría de la verdad (ya que conocer es cono-
cer el valor de verdad de alguna proposición). Pero el conocimientb es algo Hemos aislado hasta ahora dos condiciones del conocimiento: la verdad
que tiene que ver con nosotros. Somos nosotros quienes sabemos (si es que y la creencia. Para que digamos que conocemos la verdad de una. proposi-
sabemos), de modo que ya es hora de encarar el elemento subjetivo del co- ción es preciso que esa proposición sea verdadera y que creamos que lo es.
nocimiento, el estado de conciencia que nos hace poseedores del saber. Tal Así, quienes suponían que la tierra era plana no sabían que era plana (por-
estado de conciencia es la creencia. que su creencia era falsa) y tampoco sabían que era redonda (porque no lo
Desde luego, ya no será una sorpresa para nosotros advertir que la pa- creían). Simplemente, creían saber que era plana, lo que no es igual. Del
labra "creer" es ambigua. "Yo creo en Dios" significa que estoy persuadi- mismo modo, nosotros creemos saber hoy muchas cosas: más adelante
do de que Dios existe. Pero "yo creo en el candidato del partido X" no tendremos tal vez que rectíficar algunas de esas creencias, en tanto otras
quiere decir que pienso que tal candidato existe (lo que es obvio), sino que permanecerán hasta que algún· nuevo elemento de juicio obligue a de-
confío en su honestidad, o en que cumplirá sus promesas, o en que ganará secharlas.
las elecciones. Sin embargo, todos estos significados pueden unificarse. En Pero entonces, podríamos objetar, sólo sabemos proposiciones negati-
efecto, "Dios existe" y "el candidato del partido X es honesto" son propo- vas: una vez que hemos descubiertQ que cierta creencia era falsa, sabemos
y en cada uno de los ejemplos citados se expresa la creencia en la que antes no sabíamos. Así, ¿cómo podemos atrevemos a afirmar que sabe-
verdad de alguna proposición. Entenderemos la creencia, pues, como la mos hoy alguna cosa? ¿No sería más modesto (y proporcionado a
creencia de que determinada proposición es verdadera. limitaciones) decir que hoy simplemente creemos lo que admitimos como
Vivimos rodeados de creencias. Creemos en la verdad de innumerables cierto?
proposiciones, pero tenemos presente que una proposición (aunque cre- Tal cosa sería ciertamente una muestra de humildad; y un poco más de
amos en ella) puede ser verdadera o falsa, y muchas veces hemos compro- humildad nó vendría mal, especialmente en el ámbito de las ciencias so-
bado con decepción que una proposición que creíamos verdadera resulta ciales, tan vinculadas a intereses y pasiones y, por lo mismo, tan fáciles víc-
falsa. Esto se refleja en el grado de nuestras creencias. Creemos algunas timas del fanatismo. Pero una humildad excesiva respecto del conocimien-
cosas como mera conjetura, otras como sospecha, otras más como probabi- to nos impediría trazar convenientes distinciones entre diferentes formas
lidad, y, finalmente, estamos total y absolutamente persuadidos de algu- de la creencia. Porque, en verdad. una cosa es creer que dos más dos son
nas. cuatro, otra creer que el sol saldrá mañana por el este y otra más creer que
La más alta intensidad de nuestra creencia, sin embargo, no es por sí 9 Hay quienes sostienen que estar seguro es condición necesaria del saber. Esta posición ,ha mere-
sola garantía de la verdad de la proposición creída. Muchas creencias hubo .· cido como respuesta que no es lo mismo "saber" que "alegar saber", ya que se puede saber sin estar
que se tuvieron por verdades de a puño, y después debieron abandonarse. seguro, aunque si alguien pretende que sabe es porque.está seguro de palabras, estar
Es que la creencia (en cualquiera de sus grados) es un estado psicológico, guro sería una condición necesaria para que la pretensz6n de sea pero no una condi-
ción necesaria del saber mismo (ver Malcolm, Norman, Conoetmzento y creeneta YWoozley H. D., Cono-
en tanto la verdad tiene un ingrediente objetivo que la hace independiente cer y no cnnocer en Conocimiento y creencia, compilado por Philip Griffith, Madrid, Fondo de Cultura
de nuestras opiniones. Económica, 1974, p. 109 y 128, respectivamente).

94 95
el próximo partido entre Boca Juniors y River Plate terminará con un em- cuerdo (suponiendo que él mismo me hubiera visto nacer), su respuesta
pate. dos J?rimeras ''creencias'' son habitualmente mencionadas como podría poner en duda la relación entre mi nacimiento y su percepción de en-
conocimiento hso. y en tanto la tercera sería calificada por cualquiera tonces (una alucinación) o bien entre su percepción pretérita y su actual re-
como una creencia simple, o mera conjetura. • cuerdo (un falso recuerdo).
¿Cuál. es, entonces, .la que nos parece tan importante? Que Como puede verse, la prueba de un hecho es otro hecho del cual puede
las dos pnmeras creencias tienen JUstificación suficiente (cada una a su mo- exigirse a su vez prueba, y así indefinidamente. Esto lleva, claro está, a
do, como ya veremos), en tanto la tercera carece de ella (aunque desde preguntar si no existen enunciados autoevidentes (o incorregibles), o ciertas
luego, cae dentro del ámbito de lo posible). ' creencias básicas que puedan servir como freno a esa carrera hacia el infi-
La justificación de nuestra creencia en la verdad de una proposición se nito, como cimiento firme sobre el cual construir todo el edificio probato-
llama prueba. , . rio.
Henos aquí, pues, frente a la tercera característica definitoria de "co- Nuestro último recurso en relación con el conocimiento del mundo es el
que estemos disl?uestos a afirmar que sabemos que una propo- resultado de nuestros sentidos, lo que vemos "con los ojos de la cara", lo
sicion P es verdadera, es preciso: a) que p sea efectivamente verdadera; b) que tocamos, oímos, olemos o gustamos; pero ¿si dudamos de ellos? Claro
creamos que lo es, y e) que tengamos pruebas que justifiquen esa creen- está que si decimos que nuestra vista nos engaña a veces es porque con-
Cia. fiamos en que en la mayoría de los casos tal cosa no ocurre; pero, aun así,
Ahora bien, ¿qué tipo de pruebas debemos tener? ¿Cuántas o cuáles del hecho de negar unas pocas percepciones sobre la base de nuestra con-
serán necesarias para justificar una creencia y convertirfa en cono- fianza en las demás no se infiere que éstas sean fieles 11 •
Cimiento? Es más, la crítica escéptica podría extenderse también a los enunciados
Supongamos que se nos pide_ justificar el enunciado que afirma que to- a priori (ver 2.8.), como aquel que decía que las madres son mujeres: aparte
hu?:anas. son muJeres. No será necesario que hagamos una de que podemos equivocamos al reconocer un enunciado. como a priori, la
empinca ni que consultemos al Club de Madres: la verdad del única forma de probar sus fundamentos consiste en "ver" su verdad, con lo
enunciado está de palabras que lo compo- que hay una apelación a cierta forma de intuición y, por lo tanto, falta de
nen, ya que, debido a la definicion de madre , quien no sea mujer no certeza absoluta.
puede Toda la prueba que puede exigirse está ahílo. Los partidarios de la teoría de la coherencia pueden evadirse de la bús-
lmag1nem?s me pregunta si yo he nacido, y me pide queda de tales enunciados básicos, ya que sólo exigirán como prueba que el
pruebas de mi creencia afirmativa. Le contesto: "Aquí estoy; como ves enunciado a probar esté en una relación lógica 12 con un grupo o sistema de
soy un ser humano, y los seres nacen''. Pero nuestro amigo res: enunciados tal que ninguno de ellos sea falso si los otros son verdaderos.
ponde que yo puedo ser una alucinacwn de sus sentidos, y que, en todo ca- Pero como hemos visto, en algún momento es preciso enfrentar todo este
s?, el hecho de que otros no prueba que yo na- sistema de enunciados con la realidad; y entonces aparecerá la crítica del
ciera. Le muest!o mi partida de nacimiento, debidamente legali- escéptico.
J?Or el CiviL Se ríe: puede ser falsificada, alega. Apelo al tes- La solución de este embrollo no consiste, pues, en encontrar pruebas
timonio . .de panentes que me conocen desde pequeño, pero nuestro amigo
P;tede tratarse de una conspiración, o aun de una alucinación co- 11 Un enunciado de experiencia incorregible podría ser "veo en este momento lo que parece ser

lectiva. ¿Que queda por hacer? Nuestras posiciones son inconciliables, un árbol", ya que-la palabra "parece" cubre toda la posibilidad alucinatoria y "en este momento" fija la
experiencia en un instante; pero, al mismo tiempo, su carácter absolutamente íntimo lo convierte prác-
que cualquzer prueba que yo presente será un hecho distinto de mi naci- ticamente en parte de un lenguaje privado, en el que no es posible controlar el buen uso de las reglas
miento, aunque relacionado causalniente con él; y esto permitirá a mi in- lingüísticas. Para entender el lenguaje como descriptivo, tendría al menos que darse la posibilidad de
terlocutor dudar de esta relación. Aun 9-uando yo apelara a su propio re- enseñar y transmitir las reglas y las pruebas objetivas, para decidir si han sido bien aplicadas (ver Ayer,
El problema del conocimiento, p. 63 y siguientes).
12 La relación puede ser también explicativa: unas creencias se justifican por lo que pueden
10·La . . d . explicar y otras porque son explicadas. Una: creencia aislada es injustificable, según un criterio muy ac-
. s. e este tipo se llaman analíticiis y, por no requerir prueba empírica, se deno-
mman tamb1en a pnon, como se verá más adelante. tual de justificación en ciencia.

96 97
suficientemente sólidas para enfrentar esa crítica, sino en advertir que la ción, es preciso mantenernos :dispuestos a nuevas Y
posición escéptica lleva a definir "conocimiento" de un modo demasiado pruebas en contra de lo que créemos: el y _la censura conspiran
fuertel 3 • Las características definitorias que asigna al concepto de saber son contra el saber, que sólo florece y se perfecciOna en hbertad.
tan exigentes que no existe conocimiento en el mundo capaz de satisfa-
cerlas. Quien sostuviese saber en este sentido fuerte que p es verdadera no
estaría en realidad afirmando sino que él no está dispuesto a aceptar abso- 2.6. Fuentes del conocimiento
lutamente nada como prueba en contra de p: que no considera la cuestión
como abierta a debate, porque es inadmisible que p sea falsa. Hemos trazado hasta ahora algunas bases, principalmente lingüísticas
Más cauto es asignar al concepto de conocimiento un sentido más dé- y de fundamento pragmático, acerca de qué podemos entender por "cono-
bil. Quien alega saber un enunciado en este sentido no está incondicional- cer" y qué cosas conocemos. Es el momento, pues, de preguntamos por las
mente comprometido con su verdad, sino abierto a la posibilidad de refuta- bases o fuentes de nuestro saber. Si saber consiste en creer lo verdadero a
ción. Se satisface con una cantidad de elementos de juicio que juzga sufi- partir de elementos de juicio ¿de dónde obtenemos estos ele-
cientes e incluye su propia dosis de humildad dentro de su concepto de sa- mentos de juicio que nos abren las puertas del c?nocimiento! . __
ber. Se trata de un saber modesto, apoyado en pruebas sólidas pero no ne- Si alguien afirma ante nosotros la verdad de cierta proposicion Y le pre-
cesariamente absolutas y fundado, una vez más, en elementos pragmáti- guntamos cómo sabe lo que dice saber (o, dicen l?s la razón
cos. de su dicho), podemos obtener respuestas de diverso tipo. Examinemos las
En efecto, se trata de un concepto de saber adecuado a los fines huma- principales.
nos. Por encima de la simple conjetura, más allá de una creencia hipotética,
surgen ciertas creencias apoyadas en elementos de juicio que nos parecen . a) Lo he visto. Esta respuesta se apoya en básica del conoci-
suficientes. ¿Suficientes para qué? Para que nos sintamos dispuestos (colec- miento: la experiencia. Sabemos algo por cuando el estado
tivamente, no en forma individual o grupal) a convertirlas en base de cosas descripto por la proposición ha caído bajo la de
nuestras acciones. Sabemos, por ejemplo, que cuando llueve un paraguas dos: lo hemos visto, oído, tocado o percibido por medio
es protección bastante, porque lo que cae es simplemente agua y no agujas La confiabilidad de la experiencia no carece de dificultades, como VI-
envenenadas. Esto implica cierta seguridad (apoyada en pruebas) de mos; pero, de hecho, esta fuente constituye el patrón por el cual se
nuestros conocimientos sobre fenómenos meteorológicos, y también sobre utilidad de las otras, y los errores que pudiéramos cometer la
hechos tales como que la tela del paraguas, y aun nuestro propio cuerpo, no ción de experiencias (sueño, no pueden corregirse sino me-
son solubles en agua. No tenemos todas las pruebas posibles sobre estas diante la comparación con otras expenencias.
proposiciones: después de todo, quién si un extraño meteorito no b) No lo he visto, pero estuve en situaciones semejantes, y en todas
podría dividirse en agujas de un material ignoto y caer sobre nosotros; ellas ocurrió lo que afirmo. Nuestro interlocutor no conoce aquí por expe-
quién sabe si en los últimos minutos no se ha producido una desconocida riencia la verdad de la proposición que enuncia, pero sí conoce por expe-
reacción química en nuestro cuerpo, que lo hace soluble en agua. Pero po- riencia la verdad de otras proposiciones referidas a casos semeJantes.
seemos pruebas suficientes para considerar que tales perspectivas tienen proceso por el cual se pasa del c?nocimiento unas verdades al
un grado despreciable de probabilidad. Y el sistema de estos conocimientos miento de otras se llama razonamzento; y el conJunto de las reglas que tndt-
funciona. No somos dioses, pero tampoco somos estúpidos. Algo es algo. can las condiciones en que el razonamiento es capaz de proporcionar frutos
Finalmente -y como de paso- la adopción de un concepto débil (razo- adecuados recibe el nombre de método. La que nos se fun-
nablemente débil, se entiende) de conocimiento nos deja un subproducto da en un razonamiento basado, a su vez, en conocimientos empzncos (es de-
ético nada despreciable: si el saber se encuentra siempre sujeto a refuta- cir derivados de la experiencia). Esto tienen, pues, en común las
ta; a y b: ambas apelan a un conoc__imiento la primera en di-
13
Cfr. Malcolm, Norman, Conocimiento y creencia, en Griffith, Philip, comp., "Conocimiento y recta, la segunda mediante la razon (o capactdad de la mente que se eJerce
creencia", Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1974. en el razonamiento).
98 99
más remedio que confiar en la autoridad en general si queremos obtener los
e) Es el resultado de mis cálculos, y puedo demostrarlo. Esta res- conocimientos necesarios para el desempeño de una persona culta.
puesta es apropiada para enunciados tales como "la raíz cuadrada de 1521 Entonces, ¿estamos desprotegidos frente a lo que se nos dice? ¿No hay
es 39", o "la suma de los ángulos interiores de un triángulo equivale a cien- medio de distinguir .entre autoridad veraz y autoridad engañosa, salvo el
to ochenta grados". Otra vez nos hallamos frente a un razonamiento, aun- lento y engorroso de comprobar por nosotros mismos cada información?
que de base no empírica: la geometría y la aritmética manejan conceptos No lo hay en un sentido riguroso, pero ciertas elementales pautas de pru-
abstractos que, como tales, no pueden verse ni tocarse. Sin embargo, estos dencia pueden ayudarnos en esta delicada empresa. La primera de estas
conceptos se hallan integrados en sistemas, dentro de los cuales las proposi- pautas consiste en elegir (dentro de lo posible) en quién confiar, teniendo
ciones en que ellos participan pueden demostrarse mediante cálculos, a en cuenta su fama, su trayectoria y el grado de su interés personal en la in-
partir de otras proposiciones. Así sucede, por ejemplo, con los teoremas de formación que nos proporciona. Así, en materia de medicina confiaremos
la geometría de Euclides, cuyas tesis se infieren de otros teoremas o, en úl- más en la opinión de un célebre médico que en la de un curandero de aldea,
tima instancia, de los axiomas. y si se trata de averiguar el estado del automóvil usado que se nos ofrece,
Este tipo de razonamiento, llamado formal, no tiene ningún punto de preferiremos el parecer de nuestro m.ecánico antes que el del vendedor. Y,
contacto con la experiencia dentro del sistema de que se trate; pero, como naturalmente, hemos de cuidar de no confundir los ámbitos de competen-
ya hemos visto (2.3.2. a 2.3.4.), la utilidad del sistema como un todo depen- cia, como a menudo nos incita a hacerlo la publicidad: un famoso histo-
de de consideraciones.pragmáticas y, por tanto, mediatamente empíricas. riador no está mejor capacitado que otra persona para ponderar las virtu-
d) Me lo dijeron (o lo leí). Una respuesta de esta clase apela al argu- de·s de un whisky, así como no se nos ocurriría consultar un problema jurí-
mento de autoridad. Nuestro interlocutor no ha elaborado por sí mismo el dico con un eminente matemático.
conocimiento que dice tener: lo ha recibido. de un tercero. Esta recepción Pero la pauta básica para defendemos del mal uso de la autoridad (en
(el hecho mismo de haberlo oído o leído) es-Un hecho que el hablante conoce materia de conocimiento, se entiende) consiste en tener siempre en cuenta
por su propia experiencia; pero el valor de este tipo de experiencia depende que se-trata de una fuente derivada y no originaria. Todo lo que se nos dice,
enteramente del valor del conocimiento del tercero. De modo que el argu- oralmente o por escrito, debe originarse en alguna fuente directa, como la
experiencia o (en cierto sentido) el razonamiento. Debemos, pues, estar en
mento. de autoridad no hace más que trasladar el problema: si yo sé algo condiciones de en que el autor de la información (o el maestro· del
porque mi vecino me lo contó, ¿cómo lo supo mi vecino? El coeficiente de autor, o quien se la enseñó a dicho maestro, etc.) tuvo realmente el conoci-
mi seguridad en la verdad de la afirmación será un múltiplo de mi confianza miento de primera mano. Si alguien (aunque sea un famoso astrónomo) nos
en mi propia aptitud auditiva, de mi confianza en la sinceridad de mi vecino afirma que en una lejana galaxia vive un hombrecito verde llamado Xypx,
y (finalmente) de la confiabilidad de las razones que mi vecino haya tenido será mejor que no le demos crédito hasta que nos explique con qué podero-
para creer en tal afirmación. Esta pluralidad de factores (de los cuales sólo so telescopio ha podido comprobar datos tan minuciosos 14 •
uno es directamente controlable por nosotros) hace que la autoridad, como
fuente derivada de conocimiento, no goce hoy en día de un prestigio muy
grande. 14
El uso descuidado de esta fuente de conocimiento (olvidar que es una fuente derivada) puede
Sin embargo, resulta imposible prescindir de ella. El panorama de llevarnos a incurrir en la llamada falacia de autoridad, que consiste en suponer que el hecho de que al-
nuestro conocimiento quedaría muy recortado si sólo dependiésemos de lo guien sostenga que cierta proposición es verdadera la hace verdadera. Sabemos ya que la verdad o la
falsedad de una proposición es independiente de la cantidad o de la calidad de la gente que la repute
que nosotros mismos experimentamos o calculamos, y, de hecho, la mayor verdadera, como en el ejemplo del astrónomo.
parte de lo que sabemos en materia de ciencias, artes, derecho, filosofía o Existe, empero, una disciplina donde la autoridad aún conserva una parte sustancial de su prestigio
cualquier otro tema se funda en libros que hemos leído, en clases que he- de otrora: el derecho. Desde antiguo los juristas han considerado la autoridad de los estudiosos (es de-
cir, de ellos mismos) como un elemento fundamental para conocer el derecho, hasta el punto que es co-
mos escuchado o en imágenes cuya reproqucción hemos visto. Cada uno de mún considerar a la doctrina de los autores como "fuente del derecho", junto a la ley y a la jurispruden-
esos libros, de esas clases o de esas imágenes pudo habemos engañado, o cia. En Imperio romano los juristas más notables recibían del Emperador el ius pub/ice respondendum,
provenir de alguien que a su vez se enganara; pero, aunque desconfiemos que era el derecho de emitir "interpretaciones auténticas" de las normas del derecho romano, y hacerlo
con }uerza de ley.
de algunas o de muchas de esas informaciones en particular, no tenemos

100 101
e) No podría explicarlo, pero es algo que siento dentro de mí con la nos preocupaba y que casi abandonado: los psicólogos suelen
fuerza de una certidumbre. Se trata aquí del recurso de la intuición. Los exphcar este fenómeno como el· resultado de una actividad mental incons-
filósofos suelen hablar de tres clases de intuición: la sensible, la intelectual y ciente. Otras veces se presenta como una relación novedosa entre dos o
la emocionafl 5 • La primera consiste en la aprehensión de los objetos reales y otras más como una certidumbre pro-
mediante los sentidos, por lo que se reduce a la experiencia. La segunda veniente de nuestras expenencias pasadas o de nuestra educación. Esto,
-según se sostiene- permite conocer ciertas realidades no sensibles, o para no hablar de las ocasiones en que decidimos jugar un número de lote-
metafísicas (como las esencias, por ejemplo), mediante un acto intelectual ría sobre la base de un sueño que tuvimos anoche. Todos estos estados
distinto de la aprehensión sensorial (aunque eventualmente asociado con desde los más valiosos hasta los más groseramente supersti-
ésta). La emocional (o axiológica) es la que permite distinguir lo bueno de lo ciOsos, desde los traen de total certidumbre hasta los que
malo, lo bello de lo feo, lo justo de lo injusto. quedan en mera conJetura, tienen algo en común: deben ser contrastados
· La intuición intelectual y la emocional constituyen algo así como certi- con otros elementos de juicio para adquirir la categoría de conocimientos
dumbres que aparecen en nuestra mente cuando contemplamos la realidad; (ver 2.5.). El mero estado mental, por mucha confianza que personalmente
certidumbres que van más allá de esa realidad y que supuestamente nos re- tengamos en su contenido, no deja de ser una creencia: falta demostrar que
velan ciertas estructuras o propiedades ideales o metafísicas que no esa creencia tiene fundamento.
pueden aprehenderse con los sentidos. . por cierto, no aceptan esta crítica: sostienen que la
Salvo por la jerarquía de los presuntos conocimientos que nos propor- IntuiCion es, en sz mzsma, un adecuado elemento de juicio sobre la realidad
cionan, estos tipos de intuición pueden compararse a aquello que en la vida a la que n i_?t:ücionista rechazaría indignado toda comparación
cotidiana llamamos del mismo modo: un chispazo intelectual que nos pro- entre la Intuicion axiologica, por ejemplo, y la creencia de que saldrá tal 0
pone una idea antes inadvertida. cual número de la lotería. La realidad sensible -sostendría- es materia de
Algunas veces, tal chispazo nos trae la solución de un problema que intuición sensible, por lo que su conocimiento ha de referirse en definitiva a
la experiencia. Pero la realidad no sensible, aquella que escapa a los limita-
dos J?Oderes _de ¿cómo podría ser conocida si no fuera por
En los países de derecho legislado la doctrina ya no tiene, como fuente, la importancia que tuvo en medi? _de la La pues, es la única fuente apropiada para
otras épocas, pero igualmente las alusiones a la opinión de tal o cual autor son comunes, tanto en los adquinr conocimientos metafíszcos.
escritos de los abogados como en los fallos judiciales. Esto permite que los autores de textos jurídicos Esta controversia, por cierto, abre una bifurcación de los caminos filo-
hagan política jurídica encubierta, al presentar como meras descripciones del derecho positivo sus in-
terpretaciones personales basadas en valoraciones. Estas interpretaciones son usadas luego por aboga- sóficos. U no de estos caminos lleva a la especulación metafísica en alas de
dos y jueces como argumentos retóricos en favor de la solución jurídica que propician para el caso en la intuición. Quienes siguen el otro no creen en la utilidad de ese camino ni
que intervienen (cfr. Ross, Sobre el derecho y la justicia, p. 45). · de_l _vehículo empleado para recorrerlo, y razonan de este modo: si la in-
Asignar demasiada importancia a la autoridad en materia científica o filosófica engendra estanca-
miento y termina matando al conocimiento. Esto es corriente en los gobiernos autoritarios, en los que tuición no por sí sola prueba de conocimiento, ¿cómo podemos
aparecen engendros tales como la "doctrina científica oficial" (tal el sonado caso de las teorías de Li- que de ser conocidas por
senko en la Unión Soviética), que terminan esterilizando a toda la comunidad científica. Hoy se admite algun medio? SI la tntutcwn es la via hacia la metafisica, y la metafísica sólo
en general que la ciencia es una actividad en la que el hombre debe revisar continuamente sus presu-
puestos y estar dispuesto a abandonar cualquiera de ellos ante. la prueba contraria. Las teorías científi-, se conoce por la intuición, ¿no integrarán ambas una sue1te de círculo vi-
cas nuevas suelen establecerse en contra de las teorías anteriormente aceptadas, y esto requiere.una Si no confiamos en la mera creencia para conocer la realidad sen-
actitud mental razonadamente contestataria frente a las doctrinas establecidas, por grande que fuese el Y exigimos pruebas adicionales, ¿por qué habríamos de confiar en un
prestigio de quien las estableciera.
Por esto (y aun con el riesgo de autorreferencia), se recomienda a los lectores de este libro que adop- SimJ?le estado para tener por ciertas proposiciones sobre supuestas
ten frente a él una actitud crítica, y sometan a revisión y discusión cada uno de sus párrafos. Los auto- reah?ades.. subh..mes, prueba adicional se nos niega? Algunos filósofos
res pretenden fomentar el pensamiento crítico frente a lo que aparece como saber aceptado y, a la vez, han Ido mas alla al afirmar que toda proposición no contrastable con la re-
proporcionar herramientas metodológicas para ejercer una crítica fructífera. Se verían defraudados, en
consecuencia, si el lector tomara como propias sus ideas sólo porque ellos las expusieron. alidad carece . significado. Para por ejemplo, el lenguaje es
15
Esta clasificación constituye una simplificación por razones didácticas, ya que diversos filóso- la representacwn o mapa de la realidad, de modo que los límites de la reali-
fos han formulado su concepto de intuición de distintas maneras y con diferente alcance. dad son los límites del lenguaje. Lo que está fuera de esa realidad no puede
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103
ser expresado, y "sobre aquello de que no puede hablarse, es mejor tenemos fe en un amigo (creemos que no nos defraudará). En todos los ca-
callar'' 16 • sos nuestra fe consiste en una creencia: que esta creencia sea justificada
Aun cuando no se compartan posiciones tan extremas, parece claro depende de las pruebas que tengamos sobre la verdad del enunciado objeto
que el contenido de las ciencias ha de referirse a conocimientos de nuestra fe. Si tenemos pruebas suficientes (se entiende, intersubjetiva-
tables, ya que la ciencia es un saber público y no el de una certi- mente suficientes), empezamos a decir que sabemos, en tanto resulta menos
dumbre individual. En este sentido, pues, y en la medida en que deseamos probable que hablemos de fe.
hacer de nuestro estudio una ciencia, trataremos -al menos, provisional- La fe, pues, por respetable que resulte como sentimiento humano, don
mente- de mantenemos al margen de la metafísica. Y, en consecuencia, divino o búsqueda de lo absoluto, y aun cuando las proposiciones a las que
no aceptaremos la intuición como prueba suficiente de la verdad de un se refiera sean efectivamente verdaderas, no constituye por sí sola una
enunciado, sin perjuicio de su indudable utilidad como base de investiga- fuente de conocimiento (al menos, en relación con el modo en que hemos
ción. definido "conocimiento"): mientras carece de pruebas suficientes es mera
creencia, y cuando las adquiere se transforma en saber.
f) Mire, es cuestión deje; y yo tenuoje. Cuando se habla de metafísi-
ca, es coinún que se piense en la religión. La identificación entre ambos
conceptos es errónea, ya que si bien es difícil imaginar una sin alg? 2. 7. Modalidades de la verdad
de metafísica, esta última no incluye necesariamente concepcwnes reli-
giosas. Como acabamos de ver, averiguar la verdad de una proposición es algo
Con independencia, empero, de tal distinción, lo cierto es que si se pre- que tiene sus dificultades. Pero la existencia o el nivel de estas dificultades
gunta a un creyente por el fundamento de su creencia, su respuesta con- no son siempre idénticos: dependen del tipo de proposición cuya verdad o
tendrá un recurso a la fe como fuente del conocimiento de ciertas verdades. falsedad haya que determinar.
La fe, aun para los que la consideran un-don divino, es un Si, por ejemplo, alguien nos dice que ha visto a un chancho volar usan-
do mental: consiste en una firme creencia en la verdad de ciertas proposi- do su cola como hélice, no nos sentiremos tentados a buscar pruebas de su
ciones. A esto nos referimos cuando decimos que alguien adquirió la fe o la afirmación: basados en nuestros conocimientos de la física, le diremos que
perdió, o que su fe es firme o que flaquea: queremos decir que el?pezó a tal cosa es imposible. Y si nos informa, como quien confía un novedoso
creer o dejó de hacerlo, o que su creencia es más o menos fuerte. SI la fe es secreto, que su suegra es una mujer, tampoco sentiremos mayor curiosi-
idéntica a la creencia, pues, no puede constituirse en prueba de sí misma. dad: con fundamento en el significado de "suegra", le diremos que su
Esta comprobación, por cierto, no va en contra de la fe ni de las convic- enunciado es obvio: un hombre podría ser su suegro, pero jamás su suegra.
ciones religiosas: por el contrario, 'si éstas pudiesen fundarse en pruebas Advertimos, pues, que hay proposiciones necesariamente verdaderas
(en pruebas de la misma naturaleza que las que nos permiten creer en los (cuya falsedad es imposible) y proposiciones necesariamente falsas (cuya
hechos que vemos y tocamos), la fe carecería de utilidad. Si la fe es un don verdad es. imposible). Estas dos clases, desde luego, no agotan el universo
del Cielo, o si se le atribuye un mérito, es precisamente porque en de las proposiciones, del mismo modo en que el hielo y el vapor no agotan
creer, por la propia fuerza del espíritu, aquello de lo que no se tiene el universo de los estados en que puede presentarse el agua según su tem-
pruebas. peratura. La necesidad y la imposibilidad son dos extremos, y en el espacio
Pero no es necesario ácudir ala religión para ejemplificar el fenómeno que se abre entre ambos aparece la muchedumbre de las proposiciones con-
de la fe: tenemos fe en una idea (creemos que es justa, buena o adecuada), tingentes (es decir, aquellas que pueden ser verdaderas, pero también
podrían ser falsas). La gran mayoría de las proposiciones que usamos
.
16
Ludwig Wittgenstein (1889-1951) fue un vienés de azarosa vida, cuyo pensamiento diariamente (como "el cielo está nublado", "te llamaré mañana", "ayer
ejerció gran influencia sobre la filosofía analítica y aun foobre su propio maestro, Bertrand Russell. Su aumentó el precio de la carne" o "la filosofía me aburre") pertenecen a esta
obra más completa y conocida es el Tractatus logico-philosophicus, de donde se han extraído las opi- clase': ni su verdad ni su falsedad se hallan garantizadas, y que sean verda-
niones citadas (cfr. Wittgenstein, Ludwig, Tractatus logito-philosophicus, Madrid; Revista de Occiden-
te, 1957, párrafos 1.1, 2.1, 3.2, 4, 4.001, 4.01, 4.121, 1.7). deras o falsas depende de ciertas circunstancias que pueden darse o no dar-

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en el caso concreto. En resumidas cuentas, pues, una proposición con- La verdad necesaria (es necesario que el cuadrado de tres sea igual a
tingente es aquella cuya verdad no es necesaria ni imposible 17. nueve) y la falsedad posible ("es posible que el cuadrado de tres no sea
Estos calificativos (necesaria, imposible, contingente) que se aplican a igual a nueve") son términos contradictorios, y también lo son la falsedad
la verdad (o a la falsedad) de una proposición se llaman modalidades de la necesaria ("es necesario que los c1rculos no sean cuadrados", o "es impo-
verdad o modalidades aléticas 18 • Por cierto las modalidades aléticas están sible que los círculos sean cuadrados") y la verdad posible ("es posible que
estrechamente relacionadas entre sí, y un somero examen del modo en que los círculos sean cuadrados"). Esto significa que si uno de tales términos es
comúnmente .las usamos permite advertir la forma en que unas equivalen a verdadero, el que se halla en el otro extremo de la flecha es falso, y vicever-
otras: por ejemplo, decir que "2 + 2 = 4" es una verdad necesaria es lo mis- sa.
mo que afirmar que es imposible que sea falsa; sostener que "afuera La verdad necesaria y la falsedad necesaria (o imposibilidad) no pueden
llueve" es posible equivale a decir que no es imposible, o que "afuera no ser admitidas al mismo tiempo: una preposición necesaria ("los triángulos
llueve' no es necesaria; y asegurar que "Gardel no murió en Medellín" es tienen tres lados'') no ha de ser imposible, y una proposición necesariamen-
posible vale tanto como señalar que la verdad de tal proposición no es im- te falsa ("algunos círculos son cuadrados") no es a la vez necesariamente
posible, o que "Gardel murió en Medellín" no es necesaria. verdadera. Pero una proposición puede ser a la vez no necesaria y no impo-
Las relaciones entre las modalidades aléticas pueden también simboli- sible: es el caso de las proposiciones contingentes ("Alejandro llegará a las
zarse en el siguiente esquema, a menudo llamado cuadro de oposición19. nueve en punto"). Esta relación entre dos extremos no exhaustivos (que no
pueden ambos ser admitidos a la vez, pero que pueden ser ambos rechaza-
verdad necesaria
falsedad imposible
contrariedad
.. verdad imposible
falsedad necesaria
dos a la vez) recibe el nombre de contrariedad, y así se dice que necesidad e
imposibilidad son términos contrarios.
Exactamente lo inverso ocurre con los términos subcontrarios a saber,
e: (/)
la verdad posible y la falsedad posible. Ambas pueden coexistir en una mis-
'O
"t) cr
ma proposición, cuando ésta es contingente: es el caso de "mañana ganaré
t':S
...e: la lotería'', que puede ser verdadera y puede también ser falsa. Pero al me-
...ét
::::1 nos una de las modalidades subcontrarias ha de ser admitida: dada una pro-

.o
::::1 o:
t")
posición, ella debe tener la posibilidad de ser verdadera o bien (por lo me-
(/)
::::1 nos) la de ser falsa: un juicio que no pudiese ser verdadero ni falso no sería
una proposición descriptiva, y no tendría sentido predicar de ella necesi-
dad, posibilidad ni imposibilidad.
verdad posible
subcontrariedad
falsedad posible Por último, entre verdad necesaria y verdad posible (como entre false-
dad necesaria y falsedad posible) existe una relación de subalternación. Es-
to significa que, si una proposición es necesariamente verdadera, es posible
, . e-onvien_e
· t_ener presente, a1anc.lizar el concepto de contingencia, que el plano de las modalida-
17
que sea verdadera (lo que parece obvio); y que, si una proposición es impo-
des alehcas es distmto del plano de la verdad o de la falsedad simples. Sabemos que la,Mona Lisa de sible (es decir, necesariamente falsa), es posible que sea falsa (lo que es
Leonardo encue?tra en el museo de Lo.wre en París: esto es verdad, pero no necesario, ya que podría
ser falso (silo otro museo, o si alguien robase el cuadro). También sabemos que es
igualmente obvio). Pero conviene tener en cuenta que la relación de subal-
que el holandes haya ganado el campeonato mundial de fútbol de 1978: falso pero no impo- ternación no es conmutativa (por esto las flechas verticales del cuadro
stble, ya que podna haberlo ganado. tienen una sola punta, que señala hacia abajo): con saber que es posible que
18
Del griego , verdad. cierta proposición sea verdadera no arrojamos luz alguna sobre su eventual .
19
. El cuadro de de las modalidades aléticas suele representarse en el contexto de la ló- necesidad, y aunque averigüemos que es posible que una proposición dada
gica donde las y sus modalidades están simbolizadas mediante fórmulas. Aquí se sea falsa no estaremos en condiciones de afirmar que ella sea necesariamen-
ha prefendo una formulacwn sencilla y en lenguaje natural, pero una explicación algo más riguro-
sa puede en Echave, Deba Teresa, Urquijo, María Eugenia y Guibourg, Ricardo Alberto Lógi- te falsa.
ca, propostcton y norma, Bs. As., Astrea, 1980, p. 114-117. ' En el cuadro de oposición no figura el lugar que ocupa la verdad confin-

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gente: esto ocurre porque las proposiciones contingentes podrían hallarse marco de sus conocimientos de la naturaleza, para cumplir los fines que se
en cualquier sitio del cuadro, salvo en sus esquinas superiores. . propone.
Todo este galimatías sobre las relaciones de necesidad, posibilidad e Dentro de un plano técnico, tal como estamos describiéndolo, resulta
imposibilidad (y también contingencia, claro está) constituye, como hemos entonces posible (contingentemente) aquello que el hombre es efectivamen-
visto, un pequeño sistema cerrado en el que unas modalidades se definen te capaz de lograr en un momento dado (volar a 900 kilómetros por hora,
por medio de otras o se infieren unas de otras. Pero el caso es que el mismo por ejemplo); imposible lo que no puede lograrse o no puede lograrse toda-
esquema simbolizado con el cuadro de oposición puede funcionar en distin- vía (realizar trasplantes de cerebro); y necesario lo que el hombre no puede
tos planos, según el tipo de posibilidad o de necesidad del que estemos dejar de hacer (como recurrir a alguna fuente de energía, si es que quiere
hablando. Cuando decimos que es imposible estar a la vez muerto y vivo calentarse en invierno).
afirmamos algo muy obvio, ya que "muerto" equivale a "no vivo". Si seña- En otro momento, cualquiera de esas circunstancias puede cambiar:
lamos que es imposible cantar una ópera con la cabeza sumergida en una ti- una catástrofe mundial podría destruir todos los aviones y los medios de
na de ácido sulfúrico, nuestra afirmación será un poco menos obvia, ya que construirlos, nuevos descubrimientos podrían hacer avanzar la neurociru-
contiene <;tl menos una referencia a lo que puede ocurrir a nuestras cuerdas gía hasta límites insospechados, medios muy eficaces de evitar la
vocales bajo la acción del ácido. Y si sostenemos que es imposible terminar dispersión del calor podrían tomar obsoleta la idea de la calefacción.
para mañana el trabajo que se nos exige, esta imposibilidad dependerá pro- Pero, según cómo se lo mire, el plano técnico de las modalidades de la
bablemente de circunstancias personales, que pueden no ser idénticas para verdad puede ser mucho más relativo aún. Hasta ahora hemos tomado en
cualquier individuo ni para cualquier época. Examinemos, pues, los distin- cuenta su concepción más usual: la que considera a la humanidad como un
tos tipos de posibilidad que pueden servir de interpretación al cuadro de todo en un momento dado de su historia, donde las variaciones de posibili-
oposición de las modalidades aléticas. dad se dan sólo en la dimensión temporal. En otro sentido, podríamos ad-
vertir que lo que "puede hacerse" hoy en los Estados Unidos de América
tal vez "no puede hacerse" en Bolivia (o viceversa); que conducir un auto-
móvil es posible para Juan, que tiene experiencia en ello, pero no para Ve-
2. 7 .l. El plano técnico rónica, que jamás se sentó tras un volante; que volar a Europa es posible
para Lorenzo, que tiene dinero, pero no para Herminio, que es pobre de so-
¿Puede el hombre volar? Estamos dispuestos a contestar afirmativa- lemnidad. Aparecen de este modo variaciones geográficas, culturales, eco-
mente: el ser humano contruye aviones y vuela en ellos. Un siglo atrás nómicas o meramente individuales cuya eventual admisión en nuestro es-
habríamos respondido en forma negativa, y nuestras razones en tal sentido quema de pensamiento determina diversos subplanos de la posibilidad y
habrían sido tan plausibles como las actuales en sentido contrario. El modifica, consecuentemente, lo que en cada caso entendemos cuando pro-
hombre puede hacer lo que antes no podía, y este cambio nace de la evolu- nunciamos palabras como "posible", "imposible" o "necesario".
ción de sus aptitudes técnicas.
La posibilidad técnica depende de dos factores. El primero de ellos es
nuestro conocimiento de las leyes naturales: los rayos X han existido 2. 7.2. El plano empírico
siempre, pero sólo a partir del momento en que fueron conocidos pudo el
hombre desarrollar la técnica de la radiografía. El segundo es la disponibili- Vimos ya que, en cierto sentido de "poder", el hombre puede volar
dad de los materiales necesarios. En cada época el hombre ha trabajado ahora, pero no podía hace un siglo. Sin embargo, en otro sentido de
sobre materias primas naturales o artificiales de acuerdo con las posibilida- "poder" decimos que el hombre siempre pudo volar, y que la prueba mejor
des que éstas le otorgaban. Es inconcebiple la construcción de una catedral de ello es que ahora lo hace. Por decirlo de otro modo, podía volar, pero no
gótica sin el dominio del tallado de la y también resulta impensable sabía hacerlo. Cuando hablamos de esta manera, asignamos al verbo "po-
el actual desarrollo de la industria sin la' invención de los plásticos. Corres- der'' 'el marco de la ley empírica, con prescindencia de su cambiante cono-
ponde al ingenio del hombre combinar los materiales disponibles, en el ciiniento por el hombre. En efecto, las leyes físicas que permiten que un
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avión vuele, las que presiden la construcción y el funcionamiento de su mo- 2. 7 .3. El plano lógico
tor y hasta la elaboración del combustible apropiado regían la naturaleza
hace tres mil años tanto como ahora. Todos los materiales empleados para Ya pues, que a menudo formulamos descripciones técnica-
construir y operar máquinas voladoras existíar1 también en el planeta que mente posibles, aunque de hecho no se refieran a estados de cosas reales
habitamos. Sólo faltaba el conocimiento de aquellas leyes y de algunos de (c?n:o, por ejei?plo, la vigencia de una ley de divorcio vincular en la Re-
estos materiales, así como la chispa de genio necesaria para combinarlas Y también expresarnos proposiciones que creemos ern-
adecuadamente en función de aquel objetivo. pincamente posibles, aunque técnicamente sea imposible lograr en este
U na proposición, pues, es empíricamente posible cuando su eventual n:omento el ?e cosas al que se refieren (como la curación del
verdad resulta compatible con las leyes naturales; es empíricamente impo- Ahora bien, Inclus? las proposiciones que son empíricamente im-
sible cuando es incompatible con tales leyes y es empíricamente necesaria posibles pueden resultar poszbles en otro plano más amplio: en el plano lógico.
cuando su falsedad es incompatible con ellas20 . . Para con:prender mejor este plano hemos de recordar que las proposi-
Las leyes de la naturaleza se presumen eternas: lo que varía es rel cono- ciOnes descnben estados de cosas, y que la realidad o la inexistencia de
cimiento que tengamos de ellas. De este modo, todas las cosas del universo estados de cos.as determinan la verdad o la falsedad de las proposi-
se han atraído desde siempre con una fuerza directamente proporcional a ciOnes que los descnben. Claro está que no tratamos aquí sobre la verdad o
su masa e inversam.ente proporcional al cuadrado de la distancia que las se- la falsedad de tales proposiciones, sino de la posibilidad, de la imposibilidad
para, aunque hayamos debido esperar, para saberlo, a que Newton lo des- o de la necesidad de que ellas sean verdaderas o falsas. Hablamos a veces
cubriese21. Éste es uno de los factores que determinan la diferencia, respec- de "proposiciones necesarias", pero debemos entender que lo necesario no
to del contexto ten1poral, entre los planos técnico y empírico: las modalida- es la proposición en sí misma (cualquier proposición puede ser enunciada o
des del plano empírico son independientes del tiempo, porque se fundan en n.o, a voluntad) sino su verdad. La observación resulta, por cierto, exten-
una realidad permanente. Las del plano técnico, en cambio, son mutables, sible a los conceptos de posibilidad y de imposibilidad.
porque dependen de acontecimientos históricos. Pues ?ien, algunas proposiciones contienen una descripción tan exigen-
te (es decir, con características cuya combinación es tan rara) que ningún
e?tado de las satisface: "algunos mamíferos son microscópicos", por
eJemplo, requiere la presencia conjunta de dos características (mamífero y
microscópico) que de hecho no se da en la naturaleza (al menos, hasta donde
la conocemos). Pero una proposición puede ser todavía más exigente:
L:O En el plano empírico, la distinción entre posibilidad y necesidad no carece de dificultades. En
incluir en. su descripción características tales que ningún estado de cosas
efecto, es posible sostener que, puesto que todo acontecimiento se encuentra inscripto en la cadena Pueda. satisfacerla, ni en la tierra ni en ninguna otra parte del univers 0 22.
causal (es decir, se halla determinado por ciertas causas y determina a su vez ciertos efectos), todo lo Por "en algunas .familias, la esterilidad es hereditaria". Semejan-
que ocurre debía necesariamente ocurrir, y no podía ocurrir de otro modo. Se trata de algo semejante al
conocido fatalismo musulmán, para el que "todo está escrito", ya que las causas de todo lo que ocurre y
te falsa, ya que es a todas luces imposible
ocurrirá existen ya (aunque no las conozcamos) desde el principio de los tiempos. Si se acepta esta tesis su descnpciOn sea satisfecha: ninguna característica puede ser heredi-
determinista (y no es fácil rechazarla, por cierto), desde el punto de vista empírico toda proposición ver- tana ?onde falta la c.apacidad de engendrar, y ésta resulta precisamente
dadera es necesaria y toda proposición falsa describe un estado de cosas imposible, con lo que se vuel-
ven prácticamente inútiles las modalidades de la verdad.
por la estenhdad. Pero ha de notarse que esta imposibilidad es
Empero, sin rechazar necesariamente esta tesis en la instancia más abstracta, cabe tomar en cuen- mas fuerte que la de los planos técnico o empírico: sean cuales fueren
ta que, al menos, nuestra ignorancia de la infinidad de causas que intervienen en cada acontecimiento y nuestros conocimientos y aptitudes, y aun sean cuales fueren las leyes
de la infinidad de efectos que de cada hecho se derivan nos impide razonar en la práctica al modo deter-
minista. Así, nuestra limitada capacidad nos obliga a pensar como si algunos hechos (como los puntos seguiría siendo falsa por imperio de su propio
que hemos de sacar en una tirada de dados, por ejemplo) no dependiesen de causas determinantes sino contenzdo logzco: las condiciones que contiene son contradictorias entre sí
de un factor ignoto al que llamamos azar. Al menos desde este punto de vista instrumental, pues, con- por lo que la descripción resulta autocontradictoria. '
servan su sentido las modalidades empíricas de la verdad frente al argumento determinista.
21 No se nos escapa que esta versión "eterna" de las leyes de la naturaleza es quizá exagerada- 22
mente rígida y simplificada, lo que puede aceptarse en este momento por razones didácticas. Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus, párrafo 4.461.

110 111
En este contexto podemos definir una proposición lógicamente impo- podría darse un mundo en el cual las leyes de la física fueran diferentes de
sible como aquella que contiene una descripción autocontradictoria (''los lo que son en éste, y, por ejemplo, todas las cosas se repelieran entre sí, en
porteños no son porteños"); una proposición lógicamente Posible como lugar de atraerse de acuerdo con la ley de la gravitación universal. Una pro-
aquella que contiene una descripción no autocontradictoria (aunque pueda posición que aseverara tal cosa sería verdadera en ese universo, aunque no
ser falsa de hecho: "los precios bajan constantemente"); y una proposición en el nuestro. Y ¿qué decir de las ciencias sociales? Podría existir un uni-
lógicamente necesaria como aquella cuya negación es autocontradictoria ("si verso en el cual no se cumpliera la ley de costos crecientes, y en el que se
el Río de la Plata está contaminado, está contaminado")23 • pudiera expandir la producción de bienes en forma ilimitada, a partir de los
Queda. entendido, naturalmente, que no hay que confundir la posibili- mismos insumas, agregando cualquier cantidad de factores de·producción
dad lógica con la verificación de una proposición. Sostener que una propo- y con costos decrecientes (algunos economistas parecen actuar como si ya
sición es lógicamente posible no implica sostener que es verdadera, ni abre estuvieran en él). Nuevamente, una ley de costos decrecientes sería verda-
juicio sobre cuál sea el método por el que podamos verificarla: se limita, dera para ese universo, aunque no para el nuestro.
simplemente, a indicar que la descripción contenida en la proposición no es Sin embargo, las proposiciones lógicamente imposibles no podrían ver-
autocontradictoria y que, por lo tanto, ésta no es falsa por razones formales se satisfechas en ningún universo. No podría (en este sentido de ''poder'')
(aunque pueda resultar falsa, eventualmente, por otras razones). existir un mundo en el que dos más dos sumaran cinco, o en el que una
Si deseamos aclarar algo más lo referente al plano lógico de la posibili- gallina no fuera una gallina, o en el que las tortugas usaran anteojos y no
dad, podemos recurrir a una idea introducida por Leibniz24 : la de los mun- usaran anteojos.
dos posibles. Las proposiciones lógicamente posibles, cuando no son satis- Por otra parte, las verdades lógicas o formales (es decir, las proposi-
fechas por estado de cosas alguno en este mundo (entendiendo como tal a ciones cuya verdad es lógicamente necesaria) son verdaderas en todo mun-
todo el universo), podrían serlo en algún "otro mundo". Por ejemplo, do posible. No "puede" existir un universo donde "todos los perros son
perros" no sea verdad; y esto no ocurre en virtud de característica
natural de los perros (que podría ser diferente en otro universo), sino, sen-
23
A veces surge la tentación de definir "lógicamente imposible" como "inconcebible" y "lógica- cillamente, por la identidad entre el sujeto y el predicado de la proposición
mente posible" como "concebible". Si a la vez definimos "concebible" como "lógicamente posible", la
relación se hace circular y, por lo tanto, trivial. Pero a menudo estamos indinados a entender "conce- en examen.
bible" como "imaginable"; y en este sentido el concepto no puede identificarse con el de "lógicamente
posible". Existe entre ambas ideas, sin embargo, cierta relación de implicancia. A pesar de la diferen-
cia que pueda haber entre los poderes de imaginación de distintos individuos, puede afirmarse que si un
estado de cosas es concebible, la proposición que lo describe es lógicamente posible: tal ocurre con un uni- 2. 7 .4. Relaciones entre los distintos planos
verso donde los canguros hablen chino o los niños sean despachados desde París en el pico de raudas ci-
güeñas. También puede admitirse que si una proposición no es lógicamente posible, no es concebible El esquema.conceptual del que forman parte los conceptos de posibili-
un estado de cosas que la satisfaga por fértil que sea nuestra imaginación, no podemos concebir un
mundo donde los triángulos tengan cuatro lados, o donde las vacas sean ajenas y no sean ajenas. Sin dad, de imposibilidad y de necesidad puede emplearse en cualquiera de los
embargo no es plausible afirmar que si una proposición es lógicamente posible es concebible un estado planos que hemos examinado (y también pueden imaginarse otros, como se
de cosas que la satisfaga: la luz viaja a 300.000 kilómetros por segundo, pero ¿quién podría imaginar se- ha insinuado en el párrafo 2. 7.l.): lo que importa es no mezclar los planos
mejante velocidad? Y tampoco es admisible sostener que la proposición que lo describe no es lógica-
mente posible. Para mostrar esto basta el ejemplo ya apuntado, pero puede agregarse otro. Un ser que entre sí, ya que en cada uno de ellos aquellos conceptos se definen de una
viviera en un espacio de una dimensión, ¿podría imaginar un espacio de dos o más dimensiones? Sin manera distinta.
embargo nosotros, que vivimos en un mundo de tres dimensiones (o cuatro, si contamos el tiempo), po- Sin embargo, los planos técnico, empírico y lógico están relacionados
seemos teorías matemáticas, que no son autocontradictorias, sobre espacios de n dimensiones.
entre sí: se contienen unos a otros, como las muñecas rusas, los sarcófagos
;¿4 Gottfried Wilhelm Leibniz, nacido en Leipzig en 1646 y muerto en 1716, fue uno de los últimos
filósofos al antiguo modo, de los que abarcaban todos o casi todos los conocimientos de su tiempo, fiel a de Tutankamón o (seamos más domésticos) las capas de la cebolla. Toda
su idea de que "el cuerpo entero de las ciencias puede;ser comparado a un océano, que es continuo en proposición técnicamente posible es empíricamente posible, y toda propo-
todas partes, sin hiatos o divisiones, bien que los hdjnbres conciban que hay partes en él y les den sición empíricamente posible es lógicamente posible, de modo que la posi-
nombre según su conveniencia" (cfr. Opuscules et fraiments inédits, ed. Couturat, p. 530, cit. por Ferra-
ter Mora, José en Diccionario de filosofía, Bs. As., Sudaínericana, 1969, t. II, p. 26-27). Entre los apor- bilidad técnica está contenida en la empírica, y ésta forma parte de la lógi-
tes de Leibniz se destacan en especial los referidos a la lógica y a las matemáticas. ca. A la inversa, toda proposición lógicamente imposible es empíricamente

112 113
imposible, y toda proposición empíricamente imposible es té_cnicamente
imposible, de modo que la imposibilidad lógica integra la empí::1ca, y la em-
pírica está contenida en la técnica. Estas relaciónes pueden Ilustrarse en 2. 7.5. Relaciones entre la verdad y sus modalidades
diagramas:
Ahora bien,. sea cual fuere el plano en que nos movamos, las modalida-
POSIBILIDAD D des de la verdad (necesidad, posibilidad, imposibilidad) guardan cierta rela-
ción con la verdad misma. Que una proposición sea verdadera no implica
que sea necesaria, pero sí a la inversa: si es necesaria debe ser verdadera.
Que sea posible no lleva a concluir que es verdadera, pero sí al revés: si es
verdadera debe ser al menos posible. Nos encontran1os así ante una nueva
cebolla: toda proposición necesaria es verdadera, y toda proposición verda-
dera es posible (es decir, puede ser verdadera), según el siguiente diagra-
ma:

El concepto de necesidad equivale al de imposibilidad de la negaci?n, Y


esto las ''capas de cebolla'' de la necesidad están ordenadas del m1smo
modo en que aparecen en el esquema de la imposibilidad (es decir, en for-
ma inversa a las de la posibilidad):

NECESIDAD

El mismo diagrama puede leerse respecto de la falsedad: toda proposi-


ción necesariamente falsa es falsa, y toda proposición falsa puede ser falsa.

2.8. Conocimiento necesario y conocimiento empírico

Estamos ahora en condiciones de emplear las modalidades de la verdad


y conocemos la relaciones e interdefiniciones entre ellas, así como los di-
versos planos en que tales modalidades pueden situarse. U no de estos pla-
nos, el lógico, ha atraído desde siempre la atención de los filósofos, hasta el
punto que ya Aristóteles había destacado que, desde aquel punto de vista,

114 115
las proposiciones descriptivas pueden ser verdaderas según distintos mo- . una es necesaria, decimos de ella que es cognos-
dos2s. czble a pnorz. Y una proposición es cognoscible a priori cuando se puede es-
En efecto, las proposiciones que describen estados de cosas lógicamen- su (o ?ien su falsedad) independientemente de la experien-
te necesarios ("todas las tías son mujeres", "la raíz cuadrada de 9 es igual a cia; esto es, sin necesidad de averiguar la realidad de ningún estado de co-
3") tio pueden ser falsas en ningún mundo posible, y por ello son llamadas sas28. Para verdad de "todas las tías son mujeres" no es preci-
verdaderas necesarias26 o, según la nomenclatura de Leibniz, verdades de ra- so contratar un eJerCito de encuestadores para que entrevisten a todas las
zón27 ,' porque el mero uso de la razón permite descubrir su verdad. Algo se- tías del mundo y -a riesgo de recibir más de un paraguazo-:- les pregunten
mejante -aunque a la inversa- ocurre con las proposiciones autocontra- P?r s? sexo. Ocurre que la. ver?ad de semejante proposición no-depende de
dictorias, que resultan ser falsedades necesarias (por cierto, basta negar rungun hecho de la expenencia, salvo el hecho lingüístico, claro está: tal
una verdad necesaria para obtener una falsedad necesaria). verdad depende, simplemente, de la definición de "tía".
En cambio, aquellas proposiciones que describen estados de cosas lógi- . Es. más: a veces encontramos proposiciones que resultan necesa-
camente posibles, pero no lógicamente necesarias, suelen llamarse verdades (o a priori, si preferimos decirlo así) aunque ignore-
contingentes, o verdades de hecho. Tal .ocurre, por ejemplo con ''tengo un mos el significado de alguna de sus palabras. Podemos afirmar que ''todos
perro pequinés", o con "este libro me aburre": proposiciones semejantes l?s flutniks son es verdadera sin pasar revista a los flutniks y aun
pueden ser verdaderas, pero también pueden ser falsas. Aclaremos: no se sin tener la menor Idea del significado de ''flutnik'' (claro está, siempre que
trata de que puedan ser verdaderas y falsas a la vez (lo que chocaría con el n.os aseguren que. la palabreja se usó con el mismo significado en sus dos
principio de no contradicción), sino de que a la vez pueden ser verdaderas o apariciones). Ni siquiera es preciso que haya tal cosa como un flutnik: de
falsas (una cualquiera de las dos cosas). Si negamos una proposición de esta modos, estar absolutamente seguros de que, si hubiera ob- ·
clase no obtendremos una verdad necesaria-ni una autocontradicción, sino, Jetos que merecieran ser llamados flutniks, todos ellos serían precisamen-
simplemente, otra proposición de valor de verdad opuesto: si "este libro te ... flutniks.
me aburre" fuera verdad (se trata de una mera hipótesis, naturalmente), A su vez, las proposiciones que enuncian verdaderos contingentes se
"este libro no me aburre" sería falsa; y viceversa. llaman a posteriori. Son proposiciones a posteriori todas aquellas cuya ver-
Uno de los riesgos de los temas filosóficos- de antiguo prestigio es el de dad (o no se establece a priori29 • Su verdad o su falsedad depen-
toparse con algunos latinajos. Este riesgo se nos hace realidad con el con- d.en cuestiones de hecho, y para conocerlas es preciso recurrir a la expe-
nencia, al examen del mundo a través de nuestros sentidos. Por esto mis-
cepto de a priori.
el conocimiento a posteriori de la verdad o de la falsedad de tales propo-
SICiones suele llamarse también conocimiento empírico es decir nacido de
25 Aristóteles elaboró toda una teoría de las proposiciones modales (cfr. Organon, De l'interpréta- la experiencia. Si se nos afirma que la punta del es verde antes de
tion, tr. ]. Tricot, Paris, Librairie Philosophique ]. Vrin, 1959, cap. XII y XIII, p. 120 y siguientes). discutir el punto convendrá que echemos un vistazo a la plaza de la Re-
26 Como se verá más adelante, en este campo hay grandes discusiones, ya que no existen defini-
ciones universalmente aceptadas de estos conceptos. Aquí nos inclinamos por asimilar "necesario" con
pública: aunque nos parezca difícil, es posible que un imaginativo intenden-
"a priori", decisión lingüística que no es compartida por todos. Cabe advertir, por otra parte, que lapa- te haya resuelto poner un toque de color en el monunento 30 •
labra "necesario", como muchas otras, se usa ambiguamente en el lenguaje natural. Puede significar a
veces condición (circunstancia en cuya ausencia un acontecimiento no puede producirse), co- •
28
Debe cuenta que por "conocimiento a priori" no stl entiende un conocimiento ante-
mo en "es necesario que haya oxígeno para que haya vida": se trata aquí de una necesidad emPírica y a .la smo un ?e la experiencia. El a priori no es temporal;
no lógica. Pero también suele producirse un salto de modalidades cuando se usa el vocablo en lenguaje solo Sigmfica que no se necesitan expenenctas para venficar una proposición necesaria.·
normativo: "es necesario que los contratos sobre inmuebles se instrumenten en escritura pública". En 29
tales casos se quiere decir que tales contratos deben instrumentarse por escritura pública, proposición la expresión "a tampoco alude a una secuencia temporal. Desde este
cuya modalidad corresponde a otra lógica: la lógica deóntica, o lógica normativa (cfr. Echave, Urquijo y de habna que conceder que mnguna proposición puede verificarse hasta que ha sido enun-
Guibourg, Lógica, proposición y norma, P'· 119 y del en que n_o s.e pueden adquirir conocimientos sin haber tenido alguna experien-
Cia. U.na es.a postenon cuando su verdad o falsedad no pueden conocerse sin recurrir a la
27 Leibniz no distinguió, como lo haría después l$.ant, entre proposiciones analíticas y sintéticas,
expenencta correspondiente a la realidad que ella describe.
pero llamó verdades de razón a las necesarias, aunque su criterio para establecerlas fue formal: verdad 30 E ·
.. n ngor, ·
no qerto que en t?rlos los casos debamos recurrir a examinar la realidad por no-
de razón es reductible al principio de identidad (cfr. Martínez Marzoa, Felipe, Historia de la jilo- sotros mismos: en ocasiones podemos flamos de los conocimientos ajenos, o de experiencias propias 0
sojfa, Madnd, Istmo, 1973, t. II, p. 113). ,

116 117
Las proposiciones contingentes (cognoscibles a posteriori) describen, falsedad de tal proposición. Si a alguien que llama "tía" a un
pues, hechos o estados de cosas. Según la realidad o irrealidad de tales es- señor con bigote que se gana la vioa como boxeador, no diremos que se tra-
tados de cosas, serán verdaderas o falsas. De este modo, una proposición ta de una curiosa excepción a la regla: diremos que el hablante está utili-
contingente verdadera proporciona información sobre la realidad, es decir, zando el término ''tía'' con un significado distinto del habitual.
un conocimiento empírico. Las proposiciones a priori, en cambio, no con- En todos estos casos, pues, las proposiciones se limitan a analizar en el
tienen información sobre la realidad (al menos, en el mismo sentido de "re- predicado el contenido del sujeto, para repetirlo completamente en los dos
alidad"), ya que su verdad o su falsedad no dependen de ella31 • primeros casos y sólo en parte (una de sus características definitorias) en el
tercero. Tales proposiciones, a partir de Kant, suelen denominarse analíti-
cas.
2.9. Proposiciones analíticas y proposiciones sintéticas La negación de una proposición analítica es autocontradictoria; y, como
ya hemos visto, es necesariamente falsa.
Sabemos, pues, que proposiciones como "una jirafa es una jirafa", "to- Las proposiciones empíricas, contingentes o de hecho, en cambio, no
dos los flutniks son flutniks" y "todas las tías son mujeres" son necesarias se limitan al análisis de su sujeto: dicen sobre éste algo distinto de lo impii-
(esto es, su verdad es cognoscible a priori). Pero cPor qué lo son? cado por el sujeto mismo.
En el primer caso, porque cuando hablamos de una jirafa se supone que Tomemos como ejemplo la siguiente proposición: "los brasileños son
hablamos precisamente de una jirafa, y no del señor Jesús Jaramillo de La- alegres". ¿Qué entendemos por "brasileño"? Normalmente, un individuo
nús Oeste. De modo que el predicado, que nos informa que el objeto del que nacido en el Brasil; o, con menor propiedad, alguien que vive allí. Ninguna
hablamos es una jirafa, resulta claramente perogrullesco. ¿Qué otra cosa de las características definitorias de "brasileño" se refiere al estado de áni-
podría ser, si ya lo sabíamos desde el principio? mo habitual de las personas a las que se aplica tal calificativo. Y, por cierto,
El segundo caso es completamente semejante. No tenemos la menor tampoco la definición de ''alegre'' contiene el requisito de haber nacido en
idea sobre los flutniks, pero es obvio que, si hablamos de uno de ellos, el ob- determinado país. La proposición que examinamos, pues, no analiza el su-
jeto del que hablamos debe ser un flutnik. jeto ni el predicado: reúne dos conceptos y los convierte en partes de un to-
El tercer caso es apenas un poco menos evidente. Si echamos cuentas do. En otras palabras, opera una síntesis entre "brasileño" y "alegre" para
de lo. que entendemos por una tía (es decir, de la definición que usamos co- construir, a partir de ellos, una afirmación que no se hallaba contenida en
mo criterio para el uso de la palabra ''tía'') advertiremos que el concepto de ninguno de los dos. Las proposiciones de esta clase se llaman "sintéticas".
tía incluye, como característica definitoria, el sexo femenino (supondre- Es posible, pues, establecer una clasificación de las proposiciones se-
gún sean necesarias (a priori) o contingentes (a posteriori); analíticas sinté-
mos, para hacer más claro el ejemplo, que sólo aplicamos el término · •tía" a . o autocontradictorias; ver?aderas o falsas. Esta clasificación '-que,
bcas
seres humanos). En este contexto, ninguna experiencia podría demostrar la
como luego veremos, no es universalmente aceptada- puede mostrarse
gráficamente a partir de un segmento de recta que representa la totalidad
ajenas en casos antenores y semejantes (ver 2.6.). Pero hemos de recordar que estos sustitutos depen- de los juicios descriptivos: ·
den también, en última instancia, de la experiencia mediata o inmediata.
31 La discusión acerca del conocimiento necesario y del conocimiento empírico fue y sigue siendo
a priori a posteriori a priori
uno de los problemas fundamentales de la filosofía. La idea de verdad necesaria se vio privilegiada por-
que durante muchos siglos se sostuvo que la tarea de la filosofía es buscar verdades absolutas o necesa- analíticas sintéticas autocontradictorias
rias. Esta tesis aparece desde los presocráticos, pasa por la teoría de las ideas de Platón y se extiende a
través de toda la de la filosofía. En tiempos modernos fue impulsada por Descartes, quien cre-
yó encontrar en el cogzto, ergo sum (pienso, luego existo) una verdad absoluta que permitía justificar to-
«:1 árbol del conocimiento; y con posterioridad por Husserl y sus seguidores, con su recurso a la in-
tutctón como dato que conecta con las esencias. Sólo en el siglo xx, a raíz de la aparición de nuevas con-
y lógicas, se ha llegado a comprender cuánto hay de convencional en las propo-
SICIOnes que consideramos necesariamente verdaderas, y en cuánto tal característica se halla determi- verdaderas falsas
nada por el lenguaje. Volveremos sobre el tema más adelante.

118 119
Según este esquema, las proposiciones analíticas y autocontradictorias Tal es el caso de las proposiciones relacionales, como "los hijos de los
&on a priori (esto es, necesariamente verdaderas las primeras y .necesa- mismos padres son hermanos entre sí'', donde el predicado exige más. de
riamente falsas las· segundas), en tanto las proposiciones sintéticas son a un sujeto; o de ciertos juicios negativos, como ''ningún triángulo tiene
posteriori (esto es, contingentes, susceptibles de verdad o de falsedad se- cuatro lados", donde .el predicado no sólo no está contenido en el sujeto si-
gún la realidad de los hechos que describan). A la vez; el ámbito de las pro- no que lo contradice; o el de las proposiciones complejas, como "si A es
posiciones verdaderas abarca la totalidad de las analíticas y una parte de padre de B, B es hijo de A'', que no son asimilables a los juicios de la forma
las sintéticas, mientras el sector de las proposiciones falsas comprende to- sujeto-predicado34 • Algo semejante ocurre con las tautologías, especie de
do el de las autocontradictorias y el resto de las proposiciones sintéticas. proposiciones complejas cuya verdad depende de su estructura sintáctica
Así examinada, la clasificación de las proposiciones parece sencilla. antes que de la relación entre el sujeto y el predicado de cada una de las
Ojalá lo fuera: el tema ha quitado el sueño a filósofos de todas las épocas, y proposiciones simples que las componen: "si esto es un asalto, esto es un
gruesos tomos se han escrito para atacar o defender cada tesis. Por cierto, asalto", o "no es verdad que Antonio sea obispo y a la vez no lo sea" 35 , son
no trataremos aquí de analizar todas las controversias, ya que éstas, aun- enunciados que expresan proposiciones de este tipo. Aun pueden imaginar-
que interesantes, excederían el propósito de este libro. Trazaremos , en '
se otras clases de proposiciones que no encajen en la definición kantiana36 ,
cambio, ciertas líneas generales sobre las dificultades planteadas, que se pero con lo dicho parece suficiente para demostrar que ésta no resulta ente-
refieren básicamente a la definición de "analítico", a la analiticidad implíci- ramente satisfactoria.
ta,· a las objeciones contra la distinción entre juicios analíticos y sintéticos Esta circunstancia ha llevado a los filósofos a ensayar otras defini-
y a· la controversia sobre la correspondencia entre clasificaciones. ciones más amplias.
b) La negación de la autocontradicción. Una de ellas consiste en lla-
mar analíticas a aquellas proposiciones cuya negación conduce a una auto-
2.9.1. El concepto de analiticidad contradicción o a una violación del principio lógico de no .contradicción37 •
La negación de "todos los palimpsestos son palimpsestos" es "no todos los
a) La definición kantiana. Kant definía el juicio analítico como aquel palimpsestos son palimpsestos", lo que resulta autocontradictorio, ya que
cuyo predicado está contenido en el concepto del sujeto 32 , y a esta defini- supone la existencia de algún palimpsesto que no es un palimpsesto. Y afir-
ción hemos recurrido al presentar el tema, para facilitar la explicación en mar que "no es verdad que si A es padre de B, B sea hijo de A'; es también
su fase inicial. Pero este concepto de analiticidad ha sido criticado como ex- autocontradictorio, lo mismo que decir que "esto es un asalto y no es un
cesivamente restringido, y es preciso admitir que tal objeción es, en gene- asalto". Pues bien, según esta definición, la negación de cualquier auto-
ral, certera. contradicción se convierte en una proposición analítica. Con esto, la clase
En efecto, afirmar que un juicio analítico es el que repite el sujeto (o
parte de él) en el predicado importa presuponer que el campo de las propo-
siciones verdaderas se limita al ·de las que tienen la más conocida forma 34 Pap, Arthur, Semántica y verdad necesaria, Fondo de Cultura Económica, México, 1970, p. 42.
sujeto-predicado: se trata de los llamados juicios categóricos, del tipo "A es 35 Estas consideraciones han llevado, en tiempos modernos a la distinción entre dos lógicas: la ló-
B' ', que fueron descriptos y clasificados por Aristóteles 33 • Pero hay muchas gica de predicados, o cuantijicacional, que opera con proposiciones de la forma sujeto-predicado y permi-
te analizar la estructura interna de cada proposición simple, y la lógica proposicional, ep.la que cada pro-
proposiciones que Kant no habría llamado sintéticas, y que sin embargo es- posición es una unidad, y que busca representar y analizar la estructura de proposiciones complejas.
capan a esta concepción. · 36 Tales serían las proposiciones modales, como "todos los zulúes son zulúes es necesariamente
verdadera"; o "si una conducta es obligatoria, está prohibido omitirla". ¿Son analíticas o sintéticas?
32
Kant, Emmanuel, Crítica de la razón pura, Bs.As., Losada, 1961, I, Introducción, IV, p. 153· Aquí las. dificultades se multiplican porque están en juego distintos niveles de lenguaje o lógicas de di-
154. ferente grado. Es justificable que Kant no haya pensado en el problema, dado que en su época sólo se
33 Aristóteles distingue cuatro clases de juicios CGi:tegóricos, que suelen designarse con las cuatro conocían algunos desarrollos de lógica modal alética provenientes de Aristóteles y de la tradición esco-
primeras vocales: Son: (A) universal afirmativo: "todoshios A son B"; (E) universal negativo: "ningún A lástica, y no existían los grandes desarrollos de este siglo en materia de lógicas modales (incluida la de-
es B"; (1) particular afirmativo: "algún A es B", y (0) particular negativo: "algún A no es B". Estos ti- óntica o hormativa).
pos de juicios forman la base de la silogística. · 37 Esta definición es también de Kant.

120 121
de las analíticas se amplía considerablemente, pues ya no re-
sulta necesano expresarlas en la forma sujeto-predicado. Pero esta defini-
ción reposa, en definitiva, sobre una ley lógica: la de no contradicción. Y d) Bases para una definición útil. Es posible citar aún otras defini-
las a su analíticas? Si ellas constituyen el criterio pa- ciones, pero lo dicho basta quizá para poner de resalto que no hay una de-
ra la calificarlas de analíticas implicaría una petición de finición universalmente aceptada de ''proposición analítica''. Esto no
pnncipio (o Circulo vicioso). Pero sostener que son sintéticas llevaría -en debe verse como una gran tragedia, ya que, en general, no poseemos
principio- a. presentarlas como proposiciones contingentes, sujetas a definiciones absolutamente exactas de los términos que utilizamos, no
sólo en la vida cotidiana sino tampoco en ciencia ni en filosofía. En tomo
,1¡

con lo que la d_isti?ción proposiciones analíticas y ¡)


Sintetlcas quedana bastante desdibUJada. Sin embargo, es posible aún sos- a la definición de la analiticidad parecen subsistir viejas ideas acerca de '¡ji
'1¡

tener un concepto de analiticidad más relativo, donde la verdad de tales las definiciones reales, que inconscientemente nos conducen a bus- !¡

¡:¡
proposiciones sólo sea necesaria en el marco de un sistema deductivo cu- car la "esencia de la analiticidad" con olvido de la inutilidad de tal !
1
!

yos se hallen definidos por reglas de deducción, según el modelo empeño. ;i


;¡¡
Introducido en el párrafo 2.3.2. al tratar sobre la teoría de la verdact como Por otra parte, tal vez estemos exigiendo demasiado de una definición. :¡¡
En el uso corriente entre los filósofos, una adecuada definición de ''propo- ':il
coherencia.
sición analítica" debería satisfacer los siguientes criterios de adecuación:
.. ,e) La necesaria. Otra definición amplia sostiene que una propo- 1) Ser aplicable a los lenguajes formales, pero principalmente a los len-
es cuando su verdad puede ser establecida por el mero aná- guajes naturales. En los lenguajes formales, cuando se los ve como un
lisis del de sus términos. Pero esta concepción deja afuera a las ro cálculo, no aparece el problema de la analiticidad, ya que en nuestros
modo que sería conveniente ampliarla un poco más: un tiempos se admite que los axiomas se eligen convencionalmente: sólo se
Jl!ICIO es anahhco (en este sentido lato) cuando su verdad puede ser estable- suscita el interrogante de la analiticidad de los axiomas o de los teoremas
cida por mero análisis del significado de sus términos o de la relación entre cuando se tiene en vista una determinada interpretación (esto es, cierta
simples que la compongan. En otras palabras, proposi- asignación de significados a los símbolos que se usan en el cálculo).
Cion anahtica es aquella cuya verdad puede establecerse sin recurrir a la 2) Servir de cartabón para clasificar cualquier proposición imaginable.
comprobación empírica: para saber que ''todas las espingardas son armas'' Ninguna podría quedar que no encajase en su correspondiente casillero cla-
basta conocer el significado de sus términos (ya que si algo no es un arma
no puede una espingarda); y para sostener que "o bien A es un gusano sificatorio.
3) Permitir la distinción entre los conceptos de "analiticidad" y "a
seda,_ o b1en no lo es" basta analizar la relación entre las dos proposi- priori'', ya que de otro modo no valdría la pena utilizar dos nombres para
una de las cuales es negación de la otra: negar semejante un mismo fenómeno. Suele sostenerse, por otra parte, que la división a
disyuncion chocaría contra el principio lógico del tercero excluido. priori - a posteriori apunta al modo de verificar una proposición, en tanto la
Este ?e el que también hemos tenido en vista, por su de analítico - sintético se dirige a las causas de que tengamos que recurrir a
valor explicativo, el tema de las proposiciones analíticas; pero
aquellos modos de verificación.
presenta l!n par de _dificultades. Una de ellas es que, en la medida en que
preciso recurnr a las leyes lógicas, participa de los mismos inconve-
nientes hemos señalado para la definición basada en el principio de no
2.9.2. La analiticidad implícita
co1_1tradiCCIÓn. La. otra, que definir el juicio analítico como el que no re-
quiere comprobación empírica lleva a identificar la clasificación analítico- Oraciones tales como "todos los japoneses son japoneses", o "todos los
con la _clasificación a priori-a posteriori. Esta dificultad no es gra- aardvarks amarillos son amarillos" expresan proposiciones demostrables
ve estamos a tal identificación; pero muchos filósofos como verdades necesarias y analíticas, siempre que ellas sean ejemplos de
se niegan a admitirla, como también veremos. · la interpretación de verdades lógicas como "todos los A son A" y "todos
38 Ya veremos que no todos aceptan esta inferencia.
AB son B", donde. A y B son variables que representan cualquier sujeto o

122 123
predicado del universo 39 • Mediante esta sustitución de variables por cons- nocido ejemplo "todas las tías son mujeres" es un caso de analiticidad
tantes se obtienen proposiciones formalmente verdaderas. Algo semejante implícita (ya que no hay repetición lisa y llana de un término), pero en un
ocurre si decimos "los cocodrilos son verdes o no son verdes",· o "es falso grado bastante sencillo.
que Incitatus sea cónsul y no sea cónsul'': se trata de interpretaciones de Supongamos ahora la siguiente oración: "el agua se congela a cero gra-
leyes de la lógica proposicional (el principio del tercero excluido y el de no dos centígrados''. Parece expresar un juicio sintético que describe cierta
contradicción). Esta clase de analiticidad se llama explícita, dado que en ella propiedad física del agua, demostrable experimentalmente. Pero el caso
salta a la vista que la proposición es un caso de interpretación de la verdad tiene una trampa: en efecto, la escala Celsius de temperatura se ha trazado
lógica en cuestión: basta ver que "todos los piojos son piojos" es una in- a partir de las características del agua a nivel del mar, de tal modo que
terpretación de "todos los A son A" para calificarla como analítica. "0°" se _define como la temperatura de congelación del agua y "100°" se
Claro está que esto no es siempre tan simple. Supongamos que vamos a define como la temperatura en la que el agua hierve. El espacio entre las
pedir un préstamo a un amigo nuestro, gerente de un banco, y le explica- dos temperaturas fue dividido en cien porciones, lo que dio lugar a definir
mos que, en virtud de la amistad que nos une, esperamos que nos conceda la magnitud de los grados centígrados. Si conocemos este detalle de la his-
un crédito· sin garantía y a bajo interés. Nuestro amigo, con expresión de toria de la ciencia sabremos, pues, que decir "el agua se congela a cero gra-
alarma, nos dice: "una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa". ¿Es esto dos" -vale tanto como afirmar que "el agua se congela a la temperatura en
analítico? A primera vista, parecen dos claros casos de analiticidad explíci- que el agua se congela'', juicio claramente analítico40 •
ta, ya que "una cosa" y "otra cosa" se repiten respectivamente en las dos La analiticidad implícita puede alcanzar grados mucho mayores de
proposiciones. Pero seguramente nuestro amigo no quiso lucir ante no- complejidad, y un ejemplo actual e ilustrativo de ello es el trabajo de las
sotros sus conocimientos lógicos, y menos aún en momento tan inoportuno. computadoras. La máquina no hace nada para lo que no haya sido progra-
En su respuesta se -hace un uso ambiguo de la palabra ''cosa'', que aparece mada: se limita a desarrollar un cálculo -acaso muy complicado- a partir
con distinto significado en el sujeto y en_eLpredicado de 'Cada proposición. de los datos que se le han suministrado y por medio de los métodos conteni-
En la primera es probable que "una cosa" se refiera en ·el sujeto a la amis- dos en el programa con que la hemos instruido. La conclusión- que nos
tad y en el predicado a la clase de situaciones en las que uno puede actuar muestra la pantalla luego de todo el procedimiento puede parecemos nove-
efectivamente. En la segunda, ''otra cosa'' alude en el sujeto a la actividad dosa (y seguramente lo es para nosotros, ya que de otro modo no·habríamos
bancaria, y en el predicado a la clase de actividades humanas que se
cumplen con un fin predeterminado, del cual no conviene apartarse por
40 Tal como ocurría con la analiticidad explícita, aquí también la ambigüedad viene a complicar
motivos sentimentales. La proposición podría traducirse, pues, como "la
las cosas: una oración que es analítica si utilizamos uno de los sentidos de un término puede no serlo si
amistad y las finanzas son campos diferentes, donde no valen las mismas usamos otro, sea en forma metafórica o por mera homonimia. Si decimos "todos los gatos son
reglas"; o, de un modo más lacónico, "¡no!". Como vemos, pues, se trataba animales", esta frase enuncia una proposición analítica cuando entendemos por gato al conocido felino,
en realidad de una analiticidad sólo aparente, destinada a encubrir una dura ya que el dato de "animal" integra su definición. Sin embargo, si por "gato" entendemos el adminículo
que utilizamos para levantar el automóvil, la proposición no es analítica y, además, resulta falsa.
y triste proposición sintética. Por ende, para certificar que una proposición Por otra parte, las definiciones responden al uso común, por lo que varían con el tiempo y el lugar.
es explícitamente analítica, es preciso establecer. que las palabras con que Esto hace que un enunciado que en una época expresa una proposición analítica deje de hacerlo en otra,
se expresa se utilizan con el mismo significado a lo largo de toda la oración. o que un enunciado se interprete como analítico antes ocurría de otro modo. A partir del uso ge-
neralizado de la tabla periódica de los elementos creada por Mendeléiev, los nombres de elementos
Pero ocurre .que la analiticidad no es siempre explícita: a veces es químicos se definen por el número atómico de éstos, dejando de lado otras propiedades que eran usadas
implícita, característica ésta que puede darse en distintos grados, según antiguamente para definirlos. Sostener (en este contexto) que el hidrógeno tiene el número atómico 1
que la relación entre los términos se halle más o menos oculta. Nuestro co- resulta entonces analítico, ya que poseer ese número atómico se interpreta como característica defini-
toria del concepto que nombramos con la palabra "hidrógeno". Pero en la época de Mendeléiev, cuan-
do los hombres de ciencia distinguían al hidrógeno por otras propiedades (estado, liviandad, combusti-
39
Los ejemplos propuestos funcionan, desde luegp, siempre que "japoneses" y "amarillos" no bilid4d, etc.), tal afirmación se habría entendido como sintética.
resulten en el caso expresiones ambiguas, y que en cad;;f una de sus apariciones tengan el mismo signi- Detrás del problema de asignar a una proposición el carácter de analítica, cuando no es explícita, se
ficado. De otro modo podría darse el supuesto de un erl'lmciado como "el vino blanco es blanco", ora- encuentran problemas que no son meramente sintácticos, sino· en gran medida semánticos. La asigna-'
ción que, tomada al pie de la letra, nos llevaría a confundir vino con leche. Volveremos sobre este tema ción de significados, la resolución de la ambigüedad, la interpretación de fórmulas, son todos proble-
en el párrafo 2.9.3.2. · mas que esqapan al mero análisis formal;

124 125
empleado el medio electrónico para obtenerla); pero, en cierto modo, ya es- por Bruto", "Puccini escribió ópera 'Tosca" o "Stavisky fue un estafa-
taba contenida en los datos iniciales. La relación entre tales datos y la dor" son todas verdades necesarias o de razón (analíticas). Esta parece una
conclusión puede verse, pues, como una larga y compleja proposición analí- píldora difícil de tragar, ya que su efecto nos llevaría a confundir analitici-
tica. De este modo, podría afirmarse que la computadora es una máquina dad con conocimiento y, tal vez, a establecer grados de analiticidad qué
de fabricar proposiciones analíticas; pero esta analiticidad es implícita has- correspondieran a los distintos grados de la sabiduría, desde la omniscien-
ta punto tal que su descubrimiento requiere complicadas operaciones. cia hasta la más rotunda estupidez. Afortunadamente no es indispensable
que hagamos todo esto: el argumento de Leibniz es susceptible de un par
de críticas bastante graves.
2.9.3. Objeciones a la distinción analítico-sintético En primer lugar, los ejemplos considerados se refieren a individuos, de
acuerdo con cierta idea leibniziana de hlstancia individual (o mónada). Pero
en el capítulo 1 hemos establecido que los nombres propios (es decir, las
Si hemos aprendido ya -con algún trabajo- a distinguir una proposi- palabras que nombran objetos individuales) no designan: tan sólo denotan el
ción analítica de otra sintética, tal vez nos decepcione un poco saber que objeto al que se aplican, ya que no hace falta poseer ningún atributo deter-
prestigiosos autores han puesto en duda esa clasificación. Pero habrá que minado para llamarse Eugenio, Roberto o Carlos. Tales nombres, pues, ca-
tener ánimo, ya que la filosofía es un constante debate. Es probable -sin recen de características definitorias y no pueden ser definidos: apenas
embargo_! que podamos sortear ahora estos escollos ... para naufragar aca- puede señalarse (o describirse) la persona o el objeto que nombran. Y como
so en el próximo. Examinemos someramente, pues, algunas críticas. la analiticidad requiere que el predicado repita una o más características
definitorias del sujeto, difícilmente pueda calificarse de analítico un enun-
ciado cuyo sujeto sea un nombre propio.
2.9.3.1o Analiticidad para todo el mundo Claro está que siempre es posible aludir a individuos sin echar mano de
nombres propios. De este modo, "mi suegra es una mujer" resulta analíti-
Leibniz, de quien ya hemos hablado, desconfiaba bastante de la posibi- co, porque la característica de ser mujer es definitoria de "suegra" (nótese
lidad de distinguir entre juicios analíticos y sintéticos (o verdades de razón y que se trata de una palabra de clase, y que la individualización está dada
verdades de hecho, como las llamaba). Toda predicación verdadera -decía- por el adjetivo "mi", en un contexto aproximadamente monogámico). Pero
refleja la naturaleza de las cosas, de modo que quien comprendiera perfec- "mi suegra se mete en lo que no le importa" es sintético, porque la propen-
tamente la noción del sujeto comprendería también que la predicación le sión al entrometimiento, aunque habitualmente atribuido a la generalidad
pertenece. Y así, como todo lo que se predica con verdad de un sujeto de- de estas señoras, no constituye característica definitoria de la palabra
terminado ha de estar necesariamente comprendido en el concepto del su- "suegra", lo que da ocasión al hallazgo de honrosas excepciones. Del mis-
jeto (al menos para un ser omnisciente, como Dios), los que en nuestra ig- mo modo, "el hidrógeno es el elemento de número atómico 1" es analítica?
norancia creemos juicios sintéticos son en realidad analíticos. De Alejandro porque hoy se acostumbra a definir ''hidrógeno'' de esta manera; pero ''el
Magno, por ejemplo, se dice que fue rey y que derrotó a Darío. Estos atri- hidrógeno forma parte de la composición del agua'' es sintética: no porque
butos pertenecen en verdad al sujeto, y quien conociese bien a Alejandro en nuestra imperfección ignoremos algo tan elemental, sino porque tal ca-
Magno no podría ignorar esta pertenencia. De aquí resulta que todo lo que racterística, aunque atribuible con verdad al hidrógeno, no integra nuestro
digamos de Alejandro Magno -si lo decimos con verdad- se halla implíci- concepto de él.
to en la idea del sujeto y, por lo tanto, es necesario. Sólo que nosotros, im-
perfectos seres humanos, ignoramos la mayoría de las características de
cada sujeto; y, de este modo, nuestra apreciación de ciertos juicios como 2.9.3.2. ¿Juicios analíticos? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Para quién?
sintéticos resulta directamente proporcional a la distancia que nos separa
de la sabiduría divina. U na objeción corriente respecto de la distinción entre juicios analíticos
De modo que, para Leibniz, proposiciones como "César fue asesinado y sintéticos consiste en sostener que un juicio puede ser considerado como

126 127
analítico o como sintético, según quien lo enuncie o según su contexto. En e!l.la sinonimia. efecto, sólo podemos afirmar que un enunciado
para saber si 1? que decimos expresa una proposición sintética o es Imphcitamente analítico cuando su predicado repite el significado de su
partir a menudo de definiciones (en los casos de analitici- sujeto (es decir. hay sinonimia entre ambos) o bien cuando sú predicado
dad a veces no son claras ni aun para quien emite el juicio. Y de las características definitorias del sujeto (esto es, cuando
llevar a sostener que un mismo juicio resulta anp.- hay sinonimia entre las palabras que componen el predicado y las palabras
para quien uhhza cierta palabra de acuerdo con cierta definición y sin- con las que nosotros imaginamos algunas de las características definitorias
tebeo para el que usa la misma palabra con una definición distinta. del sujeto). Pero ocurre que en los lenguajes naturales la noción de sinoni-
. , Esta tesis parte, en realidad, de una confusión entre proposición y ora- mia está lejos de ser clara. Quine analiza varios intentos de clarificar este
Cion. 1.3.10.) que una cosa es cierto conjunto de palabras concepto, y concluye en que todos ellos llevan a soluciones tan oscuras co-
que decimos o (la oración o enunciado) y otra cosa es el signifi- mo la que se pretende explicar, dado que establecer en un lenguaje natural
cado de .ese de el mensaje que ellas encierran (que, cuáles son conceptos equivalentes o cuáles son las reglas semánticas que
cuando tiene funcion descnphva, se llama proposición). De este modo una en él se aplican es tan difícil como buscar una aguja en un pajar... en el que
misma oración puede expresar dos o más proposiciones: se tratará una tal vez no haya aguja alguna.
oració? ambigua, cuyo contenido puede variar según la persona que la Sostiene Quine que la distinción analítico - sintético es simplemente un
enuncie o el contexto en que se la use. dogma aceptado por los filósofos, y que la gran diferencia entré verdades
Supongamos, entonces, que alguien dice: ''la democracia es el gobier- y verdades empíricas es que nos hallamos menos dispuestos a re-
no del pueblo". Es sabido que "democracia" suele ser definida, con mayor nunciar a unas que a otras. Todas las proposiciones verdaderas forman un
o menor fortuna, com? ·"gobierno del pueblo". Pero también es cierto que sistema en el que unas se infieren a partir de otras mediante cadenas de ra-
algunas pers?nas entienden por democracia, por ejemplo, ''gobierno en zonamiento más o menos largas, que pueden ser alteradas a placer. No se
que yo me siento cómodo". ¿En cuál de-€stos sentidos. usó la palabra el justifica, tanto, entre proposiciones analíticas y sintéticas, ya
hablante? Si su enunciado puede traducirse como "el gobierno del pueblo que cualquier proposiCIÓn puede ser transformada de analítica en sintética
es del pueblo", nuestro interlocutor habrá expresado una pro- o viceversa con sólo introducir algunos ajustes en el sistema total del cono-
verdadera, pero trivial y analítica. Si, en cambio, quiso decir "el cimiento.
gobierno en el que yo me siento cómodo es el gobierno del pueblo" se tra- La tesis de Quine es particularmente aguda, ya que pone de resalto la
tará de una proposición sintética y contingente mensajera acaso la pro- interrelación sistemática entre todas las proposiciones que consideramos
fesión de fe de un nuevo converso. ' verdaderas y señala que cualquier afirmación puede sostenerse (bien losa-
La tesis que comentamos no vale, pues, como objeción a la distinción bemos los abogados), si estamos dispuestos a introducir en el sistema total
entre juicios analíticos y sintéticos, sino como una advertencia sobre la am- las modificaciones que ella requiera. No es posible discutir aquí en profun-
bigüedad del lenguaje, que toma a veces difícil distinguir si un enunciado didad la objeción de Quine, ya que esto requeriría analizar cuidadosamente
expresa una proposición analítica o sintética. su teor:ía del conocimiento y su criterio de verdad; pero, en general, puede
advertirse que ella guarda cierta semejanza con la examinada en el párrafo
anterior. En efecto, si alguien atribuye cierto predicado a cierto sujeto y si
2.9.3.3. Quine y la endiablada sinonimia para ese mismo alguien dicho predicado forma parte de la definición d¿l su-
entonces estaremos en condiciones de afirmar que esa oración es analí-
Un importante filósofo de nuestro tiempo, Willard van Orman Quine41 , . hca, al menos dentro del contexto lingüístico de ese hablante. Cierto es que
es de un nuevo embate contra la tradicional clasificación de las pro- una concepción tan individual de la analiticidad no parece muy útil, y que
posiciones. Cuando la analiticidad no es explícita -señala Quine-'- ella des- en general tendemos a reemplazar el contexto lingiiístico de un hablante
detent:l!nado por el lenguaje de cierta comunidad, tal como es generalmente
41 Quine, Willard van Orman, Dos dogmas del empirismo, en "Desde un punto de vista lógico", en su seno; de tal modo que cierta proposición puede resultar
Barcelona, Ariel, 1962, p. 49 y siguientes. · analítica para esa comunidad aun cuando el individuo que la enuncie no lo

128 129
"sepa" (es decir, ,no la acepte como analítica dentro de su in- Hemos de recordar que fue Kapt quien introdujo la distinción entre
dividual del lenguaje). Y también puede advertirse que la determinación de juicios analíticos y ya la entre
las reglas semánticas, cuestión bastante ardua cuando se trata de un indivi- contingentes y necesanos; y no lo hizo por casualidad, ya que el creia en la
duo se toma aún más resbaladiza cuando se habla de una comunidad. Pero existencia de proposiciones sintéticas a priori. A partir de Kant, pues, el te-
est;s reflexiones, más que constituir un obstáculo teórico para la distinción ma divide a los filósofos en dos grandes campos: quienes creen que hay
analítico - sintético, parecen apuntar a su escasa utilidad práctica, nueva juicios sintéticos necesarios (no que todos lo_ sino que hay algunos
frustración la que .nos ocuparemos a continuación. juicios con esas características) se llaman racwnalzstas; los que no
que haya proposiciones sintéticas a priori y s_e aferran a las
representadas en el cuadro por las flechas verticales, se denominan empt-
2.10. Analítico - sintético versus necesario - contingente
ristas. if.
Desde Kant, pues, el racionalismo sostiene que u!la. cosa es e1as Icar
Hemos examinado dos maneras de clasificar las proposiciones: según las proposiciones en analíticas y sintéticas, Y: otra es
una de ellas, hay proposiciones necesarias (a priorz) y contingentes (a poste- entre contingentes y necesarias, ya. que algunas pr?posi.. sinteticas
rion); según la otra, hay proposiciones analíticas y ¿Se en son necesarias (o, lo que es lo mismo aunque con distinto enfasis, que algu-
verdad de dos clasificaciones diferentes? ¿De dos clasificaciones coinciden- nas proposiciones necesarias son sintéticas). Sin no todas po-
tes? ¿De una misma clasificación con distintas denominaciones?· Examine- siciones racionalistas han tenido el mismo contenido, ni todas han atnbwdo
mos el siguiente cuadro: la condición de sintéticas a priori a las mismas proposiciones. Kant coloca-

¡_ ___________ 1
analíticas sintéticas
ba entre éstas juicios tales como ''todo lo que tiene forma
"todo acontecimiento tiene una causa" y todas las proposiciOnes de la
geometría y de las matemáticas. . .
tamaño'',

La tesis kantiana se funda en su teoría del conocimiento, a la ya


a priori a posteriori nos hemos referido (ver 2.2.), que distingue la realidad (mundo
de su percepción (mundo fenoménico). Sostiene Kant que la realidad es
Hasta ahora hemos partido de la base de que las proposiciones analíti- percibida a través de los datos sensoriales, que son ordenados :t:>or la mente.
cas son a priori y que las sintéticas son a posteriori; que las proposiciones Pero la mente humana se halla estructurada de acuerdo con ciertas catego-
priori son analíticas (con inclusión de las tautologías) y que las proposi- rías innatas, que representan las que el conoc_imiento es po-
ciones a posteriori son sintéticas. Esta relación está en el sible y que hacen que veamos la realidad de cierta y determinada manera.
cuadro por las flechas verticales, y su carácter biunívoco (es decir que un Estas categorías se hallan en l!uestra mente, no
concepto corresponde al otro, y viceversa) se simboliza en el hecho de que nos de ellas al conocer la realidad: son algo asi como
las flechas tengan dos puntas. Por cierto, sabemos que no todo el mundo tas a nuestra visión de las cosas, del modo en que la del OJO
concuerda con esta manera de clasificar las proposiciones: Leibniz, por humano sólo nos permite ver los colores que se hallan dentro Cierto es-
ejemplo, sostenía que los j':Iicios son ya pectro y no los infrarrojos o los ultravioletas. Podemos construir aparato_s
y Hume llegó a negar la eXIstencia de proposiciones a pnon, ya que afirma- que permitan superar la limitación visual, pero no podemos c?nocer SI-
ba que nuestro conocimiento de todas las proposiciones depende de la expe- no por medio de la estructura de nuestra mente, por lo que
riencia. . Ias categorías son nuestra única vía de al.mundo extenor. Asi, todo
Pero lo que más se ha discutido sobre este tema es la posibilidad de al- objeto de conocimiento se presenta a traves formas de la
guna relación cruzada: la de los juicios sintéticos a priori (que ción o de ciertas categorías, como el espacio, el y la
sentada en el cuadro mediante una línea de puntos). La posibilidad de nuestra percepción de que el perro de .. mueve la cola, por
juicios analíticos a posteriori no tiene muchos partidarios, por lo que la línea ejemplo, se nos aparece situada en un espacio_(el Jardin de al lado), en un
correspondiente a esa relación no ha sido trazada. tiempo (a las 19.15 de hoy) y como.efecto de cierta causa (la llegada de su
130 131
dueño, que le produce alegría). Espacio, tiempo y causa representan, pues Los racionalistas de hoy no suelen recurrir a la teoría de Kant como
categorías a priori, aunque hacen referencia a la realidad (es decir, al modo fundamento de su tesis. Sostienen que no todas las proposiciones a priori .
en que percibimos la realidad), Por ende, las proposiciones que se refieren son analíticas, y como ejemplos de juicio sintéticos necesarios citan, gene-
a las categorías serían a la vez sintéticas (descriptivas de una realidad, y no ralmente, las proposiciones de la lógica, de la geometría y de las matemáti·
meras explicaciones lingüísticas) y a priori (ya que la realidad que descri- cas. Ellas -afirman- reflejan la realidad sin que su verdad sea conocida
ben es universal, trascendente e impresa en la estructura de nuestro espíritu). por la experiencia.
La teoría de Kant sobre los juicios sintéticos necesarios (y su Pero si no se las conoce por la experiencia, ¿cómo se las conoce? Por-
mento en la idea de noúmenos, fenómenos y categorías) ha sido objeto de . que sería bastante extraño que proposiciones cuya verdad establecemos
numerosas críticas, aunque aún sigue ejerciendo considerable influencia por el solo uso de la razón, sin recurrir a la experiencia de la realidad, coin-
sobre muchos pensadores. U na de estas críticas consiste en observar que) cidiesen con ésta por mera casualidad. La respuestaracionalista apela a la
cuando se postula la existencia de un mundo exterior incognoscible, se intuición: nuestro espíritu -sostienen- posee cierta facultad que le permi-
multiplican innecesariamente las entidades y éstas pueden ser afeitadas por te captar la verdad de los juicios sintéticos a priori.
la navaja de Occam (ver cap. 1, nota 24): si sólo tenemos acceso La tesis que recurre a la intuició.n como fuente de conocimiento de las
a los fenómenos, ¿para qué suponer la existencia de un universo nouménico proposiciones sintéticas necesarias, es decir, de cierta estructura Intima y
distinto del fenoménico? Y, en todo caso, si el propio Kant no podía despo.. trascendente de la realidad43 , puede examinarse críticamente a partir de lo
jarse de las categorías para acceder a la realidad, ¿cómo pudo sostener que e'!{puesto en el párrafo 2.6.e. Pero los empiristas actuales (llamados empi;.
existen tales noúmenos? ristas lógicos) suelen oponer aún otra objeción: la de sostener que las· propo-
De todos modos, este debate ha ido perdiendo importancia con el andar siciones de la lógica, de las matemáticas y de la geometría no son sintéticas.
de la ciencia, que ha relativizado muchos conceptos que antes se tenían por En efecto, estas ciencias (comúnmente llanladasformales) se presentan
inconmovibles. En efecto, cuando refería a espacio, tiempo y causa como sistemas de proposiciones que se infieren unas a partir de otras.. Las
pensaba en los conceptos dominantes en su época: el espacio era el conce- que se obtienen como resultado de razonamientos o ·calculos se llaman
bido por la geometría euclidiana y la física de Newton, consideradas como teoremas, en tanto las que sirven de base a todas las demás constituyen un
las únicas posibles; el tiempo era una verdadera incógnita filosófica, y la grupo. (generalmente reducido) de axiomas. Cada razonamiento (simple o
causalidad era el concepto central de la explosión científica de la Edad Moder- complicado, poco importa), que lleva a deducir unteorema a partir de otras
na. Pero en el siglo XIX aparecieron las geometrías no euclidianas, que de.. proposiciones (sean éstas axiomas o teoremas.previamente demostrados),
mostraron que ·existe más de un modo de concebir el espacio. A partir de la . podría ser descripto por un observador externo como, una tautología; esto
teoría de la relatividad el tiempo ha dejado de constituir una línea cons- es, una proposición compuesta, necesariamente verdadera en virtud de su
tante para integrar con el espacio una unidad continua de magnitud incons.. estructura sintáctica, que· uniese' premisas y conclusiones en una relación
tante: el espacio puede contraerse o dilatarse, y el tiempo marchar más o hipotética: si se.aceptan A, B, C... , entonces han de aceptarse X, Y, Z 44 •
menos aprisa según la situación relativa de los observadores y según la po· Como hemos visto en el párrafo 2.9.1., la definición
sieión de los objetos observados. A su vez, el principio causal ha sido alter· cidad no abarca las tautologías, y esta estrechez de la definición, unida a
nativamente endiosado y denostado, para resultar al fin relativizado dentro
de un contexto más amplió42 • 43
· Esta estructura íntima y universal de la realidad, que· trasciende lo sensible· y sólo puede
En esta óptica las inmutables categorías de Kant se asemejan menos a aprehenderse mediante intelección o intuición, es un tradicional punto de discordia entre los fílósoÍOs;
estructuras trascendentes de la realidad que a esquemas de interpretación Los que creen que tal estructura existe y puede ser aprehendida de algún modo tienen un nombre para
la parte de la filosofía que acomete esa tarea: metafisica•
.que pueden modificarse al ritmo de las necesidades teóricas planteadas por . 44
Decimos que esta descripción correspondería a un observador externo porque quíen desarrolla
la evolución de la ciencia. . un razonamiento no suele plantearlo como una proposición hipotética o condicional: él empieza por
aceptar las premisas y por eso estd dispuesto a aceptar la conclusión. Sobre este tema puede consultarse
42
Echave, Urquijo y Guibourg, Lógica, proposición y norma, p. 103-106, y Carroll, Lewis (Charles L..
Ver Bunge, Mario, Causalidad.; elprincipio de causalidad en la ciencia moderna, Bs. As., ..... Oodgson), Lo que la tortuga le dijo a Aquiles, en "El juego de la lógica y otros escritos", Madrid, 1972,
1961, p. 347-349. p. 153 y siguientes.

132 133
una clasificación excluyente entre proposiciones analíticas y sintéticas, es ra
bio, con graves dificultades sobre definición de "analítico". Algunos pos-
lo que lleva a calificar de sintéticas las proposiciones geométricas, lógicas'·b tulan una definición de "analítico" que coincide con la de "necesario", lo
matemáticas. Pero ocurre que tautologías y jpicios analíticos son semejan- '·:· que tiende a borrar toda diferencia entre ambas clasificaciones. Los que
tes en lo que importa en esta"Cliscusión, a saber, que ambos resultan buscan distinguir "analítico" de "necesario" encuentran otros escollos (en
deros en función de su propia estructura, y no de su relación con el mundo especial, la excesiva estrechez de la definición kantiana). Al mismo tiempo,
real. Si adoptáramos, pues, una definición de '-'analítico" un poco más hay razones bastante plausibles para desconfiar de la clase de los juicios
amplia (o, lo que sería tal vez más claro, si aceptáramos una clase de propo-, sintéticos necésarios, cuya existencia daría plena utilidad a la diversidad de
siciones -llamémosle X- que abarcara como subclases a las analíticas y clasificaciones.
las tautológicas), resultaría enteramente razonable rechazar la tesis según· Dado, pues, que las clasificaciones son obra humana elaborada en fun-
la cual los juicios de las ciencias formales son sintéticos. ción de coq.sideraciones pragmáticas, cabe preguntarse si valdrá la pena in-
Sí -diría un racionalista-; pero semejante argumento sigue sin expli- ,· sistir en una clasificación de criterios dudosos y de utilidad probablemente
car por qué las matematicas, la lógica y la geometría coinciden con la reali- ·· superpuesta con la de otra clasificación algo más precisa. Pese, entonces,
dad: si la verdad de tales proposiciones dependiese únicamente de 'la rela- al empeño que durante varios siglos han puesto los filósofos en debatir el
ción entre axiomas y teoremas, esta relación podría darse entre juicios to- concepto de analiticidad, ¿no será mejor prescindir de la distinción
talmente desvinculados de la realidad, lo que haría que ·las ciencias forma- - sintético y concentrarse en la clasificación a priori - a ·pbsteriori? ··
les sirvieran de poco. Puede ser, pues, que los teoremas dependan entera- Ésta puede parecer una crítica destructiva; pero cuando se trata de juz-
mente de los axiomas; pero ¿y los axiomas? Si los aceptamos sin demostra- gar sobre construcciones del lenguaje -y las clasificaciones lo son- no pa-
ción, será porque sabemos que son verdaderos; y este conocimiento no de- rece haber sentimentalismos que puedan oponerse válidamente al criterio
pende de razonamiento alguno: es intuido por nuestra mente. pragmático. Si creemos: a) que hciy una realidad trascendente, ajena por na-
Esta defensa, sin embargo, no llegaría a convencer a un empirist(l. Los turaleza (y no por limitaciones biológicas) al alcance de nuestros sentidos; b)
axiomas -respondería éste- pueden elegirse con entera libertad, per:o ca- que esa realidad es pese a todo accesible al hombre a través de la intuición
da grupo de axiomas lleva a un sistema distinto. Hay sistemas que permi- o de otro medio no empírico, pero seguro, y e) que ella puede expresarse en
ten manejar alguna parte de la realidad (al menos, mientras no invente proposiciones necesariamente verdaderas, es probable que nos resulte útil
otro sistema mejor), y entonces el hombre prefiere aceptar aquellos axiomas mantener la diversidad de clasificaciones y seguir investigando para clarifi-
que permiten deducir sistemas útiles. La verdad de los axiomas no se plan- car, en lo posible, la distinción analítico- sintético. Si, por el contrario, no
tea dentro del sistema, ya que ellos se aceptan sin demostración; pero la uti- nos parece plausible sostener esas tres tesis, tal vez nos convenga más de-
lidad general del sistema para describir o manejar cierto sector de la reali- jar de gastar pólvora en chimangos.
dad depende de una proposición ciertamente sintética... a po$teriori, ya
que requiere una comparación claramente empírica entre la realidad que se
pretende describir y el sistema que se imagina representarla.

2.10.1. Una critica destructiva

Éste es, pues, el momento de reflexionar sobre la clasificaCión· de las


proposiciones. La distinción entre juicios. necesarios y contingentes puede
ser discutida en algunos niveles (recordemos la objeción de Quine en cuan-
to resulte aplicable a ella); pero en general alcanza cierto grado de claridad
que permite su uso.
La distinción entre proposiciones sintéticas y analíticas choca, en cam-

134 135
LA CIENCIA

3.1. El conocimiento científico

La lectura de los capítulos anteriores (se supone que) nos ha provisto de


ciertas herramientas básicas para acometer el estudio de las ciencias. Esta-
mos en guardia contra las trampas del lenguaje. Disponemos (al menos
prácticamente) de una teoría del conocimiento, de modo que estimamos
que hay proposiciones cuya verdad puede conocerse. Conocemos algunas
teorías de la verdad, por lo que estamos en condiciones de decidir qué ·
queremos decir cuando afirmamos que cierta proposición es verdadera.
mos distinguido el conocimiento de la mera creencia; establecimos las con-
diciones constitutivas del conocimiento (o, si lo preferimos, las característi-
cas definitorias que integran la designación de ''conocimiento'') y examina-
mos las fuentes, de disímil confiabilidad, de las que podemos extraerlo.
De acuerdo, pues, con todo eso, conocemos el número telefónico de
nuestros amigos y la demostración del teorema de Tales; sabemos de·qué
color era el caballo blanco de San Martín y de qué modo se dividen las célu-
las; no ignoramos la sensacion que nos produce oír un tango de Gardel,
ro tampoco ignoramos que el derecho penal argentino reprime el homicidio
con prisión o reclusión de ocho a veinticinco años. Se trata en todos los ca-
sos de conocimientos genuinos, adecuadamente fundados en fuentes con-
fiables, al menos para cada uno de nosotros.
En efecto, los números de teléfono nos han sido comunicados por sus
titulares (autoridad) y comprobados al llamar a ellos con resultado positivo
(experiencia); el teorema de Tales puede ser demostrado a partir de los
axiomas de la geometría euclidiana (razonamiento); dado por supuesto que
San Martín tenía un caballo blanco, su color no pudo ser otro que ése (razo-
namiento); lo que sentimos al escuchar ''Mi Buenos Aires querido'' es apre-
ciable por simple introspección (experiencia); el proceso de cariocinesis apa-
rece en cualquier texto elemental de biología (autoridad), pero puede ser
observad/en el microscopio (experiencia). Por último, la sanción del homi-
1 . 137
cidio aparece en el Código Penal, que podemos consultar a voluntad (expe- los hechos particulares que ocufran en la vida de Héctor, Santiago o Eduar-
riencia), o en cualquier tratado sobre derecho penal (autoridad) 1• do: las ciencias compran hechos por mayor, no al menudeo. Ellas se nutren
Ahora bien, algunos de estos conocimientos (el del teorema de Tales o de conocimientos generales.
el de la cariocinesis, por ejemplo) se consideran científicos. ¿Qué significa Pero -podría argumentarse- ¿y los experimentos? Si pedimos a cual-
esto? ¿Qué características poseen los conocimientos científicos, tales que quiera que imagine a un científico en acción,. probablemente pensará en un
otros conocimientos igualmente genuinos carezcan de ellas? Diversos auto- químico que, de guardapolvo blanco y con mirada obsesiva, examina la re-
res2, principalmente desde la óptica de las ciencias naturales, han buscado acción de un preparado en un tubo de ensayo. Esa reacción es un hecho in-
establecer las diferencias entre él conocimiento científico y el no científico dividual, y sin embargo nuestro científico la escruta apasionadamente y to-
(al que llaman a veces, no sin alguna altivez, precientífico). Para los fines de ma nota de ella en un cuaderno. El saber obtenido con ese experimento, ¿no
nuestro estudio, podemos resumir las características del conocimiento es acaso científico?
científico en tres cualidades: el conocimiento científico es general, social y Sí, lo es; pero sólo en la medida en que el experimento carezca de valor
legal. Examinemos un poco cada una de ellas. . por sí mismo. Esto parece paradójico, pero es fácil de explicar. Si hubiéra-
mos observado más atentamente a nuestro químico habríamos visto que
antes de provocar la reacción en el tubo de ensayo había anotado cuidadosa-
3.1.1. Conocimiento general mente en su cuaderno los preparativos realizados, las sustancias emplea-
das y las condiciones en las que el experimento se llevaba a cabo. No hada
Nuestro amigo IIéctor vive en Buenos Aires y tiene tres hijos. Otro esto con afán autobiográfico, sino para establecer, en caso necesario, los
amigo; Santiago, es bajo de estatura, y su mujer tiene ojos claros, Un terce- requisitos que permitiesen repetir la experiencia. La reacción química pro-
ro, 1Eduardo, es filósofo y no tiene dinero. Supongamos que cada uno de es- vocada no tiene valor por sí misma, sino en cuanto ella pueda ser un ejemplo
tos datos es exacto· y ha sido debidamente "comprobado. ¿Podemos de- de una clase de casos; una manifestación individual de ciertas característi-
- sarrollar alguna ciencia a partir de ellos? ¿Podemos insertarlos útilmente en cas generales que sean comunes a toda esa clase. Naturalmente, la expe-
el contexto de alguna ciencia? riencia puede tener otro tipo de importancia propia: por ejemplo, puede
Probablemente, no. trata de conocimientos útiles para nuestra vida constituir el análisis de sangre de un paciente en grave peligro. En seme-
cotidiana, pero no de conocimientos científicos. Distinta sería la situación si jante caso la reacción química tiene importancia vital para un individuo, y
conociésemos una multitud de casos- semejantes, que nos permitieran afir- la información que el paciente obtiene cuenta con respaldo científico (ya que
mar, por ejemplo, que los porteños tienden a tener tres hijos, o que los la ciencia ha establecido la relación entre el resultado del experimento y
hombres bajos prefieren casarse con mujeres de ojos claros, o que los filó- ciertas condiciones orgánicas del individuo con cuya sangre aquél se ha
sofos no se enriquecen fácilmente. Si estas proposiciones fueran verdade- practicado); pero esa experiencia individual, como tal, es irrelevante para·
ras (y no está dicho que al menos alguna de ellas no lo sea), podrían formar el conocimiento científico, en el que sólo podría llegar a insertarse por vía
parte de algún estudio sociológico y llegar a constituir proposiciones cientí- estadística.
ficas. Pero ninguna de ellas puede afirmarse a partir de un caso individual,
ni de unos pocos casos coincidentes. A la sociología le importan un bledo
3.1.2. Conocimiento social
1
_ propósito. de este ejemplo, conviene distinguir entre autoridad prescriptiva y autoridad
descnptzva. La autondad prescriptiva, o normativa, es el atributo de quien puede dictar normas en tan- Las ciencias no forman parte' de la naturaleza: están hechas por el
to la autoridad descriptiva es la de quien está en condiciones de transmitimos información hombre, y se componen de conocimientos que el hombre ha llegado a acu-
Esta última constituye una fuente de conocimiento (fuente derivada y no siempre segura: ver párrafo
2.6. punto d.). La autoridad prescriptiva es una fuente de nonnas, que a su vez pueden ser conocidas di- mular sobre aquélla. Y, cuando decimos "el hombre", no nos referimos en
(por a _través de su descripción por terceros (autoridad). El Código Penal no especial a algún ser humano, sino de un modo más genérico a la comunidad
aftrma que un dehto sera repnm1do de tal o cual forma: lo dispone, haciendo con ello un uso directivo de los seres humanos. No a su totalidad, ya que hoy nadie es experto en to-
(ver 1.5.1. punto b.). Un tratado de derecho penal, eri cambio, está redactado en un
metalenguaJe qescnphvo (párrafo 1.2.3.1.). das ciencias de su tiempo (y, de hecho, la enorme mayoría de la humani-

138 139
en que han. de poder las proposiciones científicas. Cuando
dad no domina ciencia alguna). Lo fundamental, para que en este aspecto un se obtienen por. medio del razonamiento, es posible verificarlas me-
conocimiento pueda llamarse científico, es que tal conocimiento pueda ser diante una ?emostración o lógica, pero los conocimientos gene-
comunicado, de modo tal que en principio se halle a disposición de extraidos de expenencia no se prestan tan fácilmente a una verifi-
quiera con la capacidad y el empeño necesarios averiguarlo. caciOn piénsese en lo complicado que sería examinar todas las cé-
Esta característica es la que distingue a la ciencia (tal como la conoce- lulas del universo .todo el tiempo) para verificar si efectivamente se
mos en Occidente) de los conocimientos que integran las doctrinas esotéri- , reproducen Para casos semejantes se admite a menudo
cas, como el yoga o el zen. Los cultores de estas líneas de pensamiento sos- que el debe ser confirmable; es decir, susceptible
tienen comúnmente que ciertas verdades de gran importancia no pueden de ser positivamente por medio de un número indeterminado
ser expresadas o comunicadas por medio del lenguaje: uno llega a ellas me- de con tanta confiabilidad cuantas más sean ellas.
diante cierta forma de iluminación, o destello de conocimiento, y lo único Otra teona exige el co??cimiento científico sea refutable: ha de depen-
que puede hacer el maestro es poner al discípulo en las condiciones propi- der de la observacton empinca, de tal suerte que ésta pueda demostrar su
cias para que en su espíritu se produzca ese destello. falsedaq; .Y. valdrá en tanto demostración no se produzca. Cada una de
La primera condición, pues, para que un conocimiento sea social es que posiciones da lugar a debates epistemológicos, pero no
no sea inefable (insusceptible de ser expresado en palabras), sino comuni- este el rnomento oportuno para analizarlos (ver 3.5. y siguientes). Basta-
cable, apto para ser contenido en proposiciones descriptivas. ra por ah?ra establecer que el conocimiento científico ha de poder compro-
Claro está que ahí no se detiene la exigencia. Recordemos por un mo- b.arse. soczalmente, ya sea mediante el razonamiento o con ayuda de la expe-
mento uno de nuestros primeros ejemplos: lo que sentimos al oír cantar a nencia. .
Gardel. Nuestra reacción no es inefable, ya que puede expresarse en pa- El aspecto social del conocimiento científico tiene aún otra faceta. Ya
labras: ''me ha producido una sensación de entusiasmo''; ''me ha dejado antes que .. seres humanos son expertos en todas las
diferente"; "me hizo recordar que debo-viajar- a Medellín la semana entran- pero esta afirmacion tiene su caso extremo en el de un hombre de
te". Nuestro interlocutor se enterará de nuestra reacción por nuestras pro- Ciencia que a un importante y que, por capricho per-
pias palabras; pero, fuera de ellas, no tiene otra posibilidad de ·comprobar sonal, por escrupulo o porque nadie se toma el trabajo
qué ha sucedido en verdad dentro de nosotros al oír la canción. de escucharlo, no _comunica a nadie su hallazgo. El conocimiento obtenido
Ocurre, pues, que el conocimiento científico es verificable; no sólo por por este hombre t.tene todas _las necesarias para ser científi-
aquel que lo adquiere originalmente, sino también por. cualquiera a quien co, per? un tratadista la ciencta de su época difícilmente podría incluirlo
ese conocimiento sea comunicado y que disponga de los medios técnicos en su hbro, .Ya nadte 1<? conoce y, probablemente, desaparecerá con la
adecuados para ello. Imaginemos a un hombre de ciencia que· se presenta muerte·?elinvestigador. SI tenemos en cuenta que la ciencia es una activi-
en un congreso de su especialidad y, luego de anunciar una nueva teoría, dad. social, pues, habremos de concluir que el conocimiento no comunicado
dice: "yo he llegado a saber esto por medios irrepetibles, de modo que nin- hecho, aunque en principio sea comunicable, no integra el sistema cientí-
guno de ustedes podrá comprobarlo por sí; pero les pido que crean en mi fico al que por su naturaleza está destinado.
palabra''. Por mucho que sea su prestigio, los colegas asistentes al congre- Un mencionado por Bunge4 , es el de un descubrimien-
so pensarán que nuestro amigo empieza a chochear: no es que la palabra de t? celosa:nente como secreto de Estado. Semejante conocimiento
un científico carezca de valor, pero la ciencia no se sustenta en la fe ni es tiene caracter social, aunque con efecto restringido, al menos al principio
víctima complaciente de la falacia de autoridad3 • al grupo selecto que lo ha adquirido o al que ha sido comunicado.
Problema aparte (y no de los menos arduos) es el referente a los modos n? sea por el público ni debatido en los congresos, al menos ha te-
n!do oportunidad de ser contrastado con el parecer de otras personas, y
2 Sobre este tema pueden Bunge, Mario.fia ciencia, su método y su jilosojfa, Bs. As., ra probablemente conservado para la posteridad. Se trata de un caso que
Siglo Veinte, 1978 y La investigación cient{jica, Barcelona/ Ariel, 1969, p. 19 y ss.; Nagel, Ernest, Úl
estructura de la ciencia, Bs.As., Paidós, 1978; p. 15 y siguientes. 4 Bunge, La ciencia su método y su filosojfa, p. 23.
3 Ver párrafo 2.6., nota14.

141
140
r '

integra el cono de vaguedad5 de la expresión "conocimiento científico", pero . , Es cie:to qu_e las leyes las ciencias, pero sería una simplifica-
razones prácticas parecen aconsejar que lo incluyamos en la designación de Cion excesiva aflrl?ar las sólo se componen de leyes. Si hojea-
ésta. mos un tratado cientlfico cualquiera encontraremos definiciones clasifi-
caciones, descripciones de hechos particulares, leyes, hipótesis y' teorías.
Pero las leyes son, de algún modo, el centro de esta constelación de ele-
3.1.3. Conocimiento legal mentos. Las definiciones y clasificaciones sirven para clarificar y delimitar
el campo en que se las enuncia; los hechos particulares, elementos de juicio
Dijimos que el conocimiento científico es general, y hemos examinado para es)i!.blecerlas o criticarlas; las hipótesis son conjeturas más o menos
algunos ejemplos de proposiciones generales que, si fuesen verdaderas, aspiran a convertirse en leyes; las teorías (en sentido restrin-
podrían insertarse en alguna ciencia: ''los porteños tienden a tener tres hi- g¡do) son sistemas de leyes o leyes de un nivel superior. El conocimiento
jos", "los hombres bajos prefieren casarse con mujeres de ojos claros". en general tiende a la enunciación, a la verificación y a la refuta-
Podríamos agregar otros: "los cuerpos se atraen entre sí en proporción di- cion de leyes, y por eso puede caracterizarse como conocimiento legal6.
recta a su masa y en proporción in;versa al cuadrado de la distancia que los de decir f!ue. l_eyes a la comprensión de algún
separa"; "una proposición no puede ser a la vez verdadera y falsa". Estas sector del universo. ¿Que Significado asignamos a ''comprender''? Cuando
proposiciones ·expresan conocimientos científicos, que corresponden res- no comprendemos pedimos a alguien que nos lo explique.
pectivamente a la física y a la lógica. Como los anteriores, son generales. Comprender, Significa ser capaz de explicar. Y ¿qué es lo que hace-
Pero ¿para qué sirve esta generalidad? . mos cuando expltcamos un hecho? ·
U na proposición que afirma con verdad algo sobre una generalidad de _ no es lo mismo que describir ni que conocer: un hecho puede
hechos (sin limitación a sujetos, tiempo ni espacio particulares) tiene la vir- ser J?Or (tal estemos _viéndolo), y sin embargo pare-
tud de referirse no sólo a los hechos que nuestra experiencia ya ha observa- tnexpltcable o tncomprenszble. U na de las formas de explicar un
do sino a todos los hechos de la misma clase, incluso a aquellos que no he- hecho es encuadrarlo en una proposición general verdadera. Si un niño no
mos visto y que quizá ni siquiera imaginamos: pasados, presentes o futuros. comprende que haga tanto calor, _le explicaremos que estamos en verano, y
En esto consiste el carácter predictivo del conocimiento científico: la ley que en verano suele hacer calor. SI no comprende por qué se enciende la luz
de la gravitación universal permite prever el modo en que se comportarán cuando movemos el interruptor, le diremos que al hacerlo hemos cerrado
dos cuerpos cualesquiera la semana próxima o dentro de millones de años; un circuit? eléctr:ico, Y. que cuando esto ocurre la energía llega a la lámpara,
la ley de no contradicción nos autoriza a considerar falsa de antemano cual- que se enczende. SI el chico vuelve a preguntar, por ejemplo, por qué es vera-
quier expresión que a la vez niegue y afirme una proposición. no, tendremos que hablarle de la traslación de la Tierra en tomo al Sol de
¿Dijimos leyes? Sí: leyes científicas, leyes descriptivas. En el lenguaje de la de su eje de la eclíptica y del ángulo en que los r;yos
la ciencia se llama ley a una proposición general, cuya verdad ha sido sufi- solares mciden s!-1 supet!Icie según _;1 del año. Y si sigue pre-
cientemente establecida, que reviste una importancia relevante para el co- gira la Tierra en su orbita, habrá que recurrir a la ley de
nocimiento de algún sector del universo. Cuando nos hablan de prever el universal, a la fuerza centrífuga y al concepto de equilibrio
futuro, solemos pensar en una señora de turbante que, frente a una bola de dinamico ... , a menos que optemos por enviar al niño a ver televisión y siga-
cristal y con una lechuza sobre el hombro, engaña a los incautos con ambi- mos leyendo las crónicas del fútbol.
guas generalidades. Las leyes científicas, sin embargo, son nuestra bola de Un hecho, pues, se explica por una proposición general; ésta por otra
cristal confiable, el oráculo veraz al que consultamos en todo momento para 6
En el lenguaje jurídico se habla de actos legales e ilegales: generalmente se llama legales a los
conocer el futuro, para dominarlo y para volverlo,· llegado el caso, actos permitidos e ilegales a los prohibidos (aunque podrian distinguirse ciertas sutilezas que no vale la
nuestro favor. Las leyes integran las ciencias, y la aplicación práctica de las pena aqw}. En tiempos de censura, por ejemplo, un conocimiento legal sería aquel que puede
ciencias constituye la técnica, de cuyos logros solemos asombrarnos. adquirirse, expresarse o transmitirse sin perturbar a los propietarios de la verdad,. de la moral pública y
de la seguridad del Estado. Pero en el contexto de las ciencias la expresión tiene otro significado: cono-
cimiento legal es aquel que se expresa en leyes descriptivas o que tiende a su formulación y a su exa-
5 Ver párrafo 1.4.6. men crítico.

142 143
más general, y así sucesivamente. Las leyes son proposiciones generales de sas y que en la construcción de los conceptos 10 , el hombre corta la pizza del
considerable poder explicativo;_ y aun ellas pueden explicarse a menudo c?nocimiento científico según sus intereses sus creencias o sus prejuicios.
1

otras leyes (a veces llamadas teorías) más generales y, por lo tanto, de nzvel SI las tuvieran sémejantes a las nuestras, río habría. que
superior. Esto no vale sólo para. el conocimient? obtenido,P?r extranarse de que el estudio del ser hu:mano formase parte de la zoología y
cia, sino también para el que denva del razonamiento. La logica que la estuviera reservada a la descripción del excelso cuerpo cu-
tas leyes (entre ellas, todas las tautologías1). Cada una de ellas permite explt- carachll. ·Y, de hecho, a lo largo de la historia las ciencias se abrieron en
car por qué ciertos razonamientos concretos son válidos y otros son· inváli- abanico a partir de la filosofía, se ramificaron una y otra vez se unieron
dos; pero las leyes están ordenadas de tal forma que unas se demuestr!ill a nacieron y al ritmo de las y del
partir de otras y, en definitiva, casi todas ellas pueden a partir descubnmiento o del abandono de ciertos principios generales. No existen
un escaso número de leyes primeras, que se aceptan como axiomas del sis- pues., sectores fijos de la realidad a los que deba corresponder una
tema lógico8• · · es la ciencia la que recorta el sector de la realidad que se sien-
El conocimiento científico, en resumen, se afana por comprender la te para investigar Y.explicar. Esto es, a1 menos en parte, lo que
realidad. Para comprenderla es preciso explicarla, y tal expli<;ación, a.1: me- · quiere cuando se afirma que la ciencia constituye su propio objeto.
nos en sus niveles más generales, requiere la enunciación y comprobación "' Una· ciencia es, pues, una agrupación de conocimientos científicos or-
de leyes. Estas leyes permiten trascender los hechos efectivamente obser- ganizados entre sí sistemáticamente (es decir, ordenados de tal fórma que
vados y extender así los tentáculos del conocimiento hacia el pasado más unos se infieran o demuestren a partir de otros, en cadenas que se abren co-
remoto, hacia las partes inexploradas del presente y hacia el supuestamen- mo las de un árbol y referidos a cierto objeto cuya identificación y
te ignoto futuro. cuyos hmites dependen, en gran medida, de·la propia actividad científica.
Pero la organización sistemática imprime a la ciencia cierta dinámica
propia, y así la investigaciórí científica y la exposición de los conocimientos
3.2. Concepto y características de la cienCia - científicos tienden a seguir ciertas pautas generales qúe tradicionalmente
se consideran convenientes para promover el desarrollo de las ciencias. Es-
El conocimiento científico, pues, se presenta en conglomerados de pro- tas pautas pueden resumirse, para los fines que aquí nos propcmemos, en
posiciones agrupadas en tomo de hipótesis, de leyes o de conjuntos de le- dos conceptos: precisión y método.
yes que buscan comprender ciertos sectores del u!liverso. El. modo que
estas proposiciones se fundan unas .,en otras constituye su unidad lógr,ca; el
hecho de referirse a un mismo sector del universo constituye su unidad te- 3.2.1. La precisión de la ciencia
rnática9.
Esto de la unidad tentática de una ciencia no es tan sencillo como pare• Muchos de conocimientos cotidianos son imprecisos: sabe-
ce a primera vista. Sabemos que la· anatomía trata de la descripción del mos que el sol sale por la mañana, que el estiércol sirve como abono y que la
cueipo, que la zoología se refiere a los animales, la astronomía a los .cuer- gente que ha sufrido graves problemas en el pasadc queda a veces medio
pos celestes y la economía a la producción y al intercambio de bienes. Pero chiflada. Este modo de plantear las cosas es enteramente insatisfactorio
¿quién ha trazado estas divisiones? Igual que en la identificación de las co-. para la ciencia: una ciencia que se respete será capaz de predecir exacta-
mente a qué hora de la mañana saldrá el sol cada día del año y para cada lu-
7
Ver párrafo 2.9.1. Para una explicación más amplia puede consultarse Echave, Delia T., Ur- gar del planeta; expondrá qué compuestos químicos sirven para nutrir el
quijo, María E. y Guibourg, Ricardo A., Lógica, proposición y norma. Bs. As., Astrea, 1983, p. 67 Y si- suelo con vistas a cada clase de suelo y respecto de cada vegetal, y en qué
guientes.
medida tales sustancias se hallan presentes en el estiércol o en cualquier
B Ver párrafo 2.10. k
9 Sobre el tema de la unidad lógica y temática deha ciencia, con especial referencia a la ciencia
otro abono; explicará qué tipos de traumas son capaces de provocar cada
del derecho, puede consultarse Vemengo, Roberto J., Curso de teoria general del derecho, Bs.As., Co-
operadora de Derecho y Ciencias Sociales, 1976, p. 14 y siguientes. 10 Ver párrafo 1.4.2.

144 145
clase de neurosis o de psicosis, e indicará tal vez la terapia adecuada para cisión. Ninguna de estas accione,:s se cumple al azar, ya que existen proce-
cada afección. dimientos establecidos para obtener los mejores resultados en cada una de
Para lograr claridad y precisión en sus resultados, la ciencia comienza ellas. Estos procedimientos (o métodos) elaborados a lo largo de la historia
por afilar sus herramientas. Introduce en el lenguaje natural términos esti- de la ciencia, buscan asegurar la seriedad del trabajo cient{fico en general y
pulativamente definidos 11 , lo que le permite manejar un lenguaje técnico. Y, se encuentran, naturalmente, abiertos a las modificaciones que la experien-
cuando esto no es suficiente, inventa lenguajes nuevos, compuestos por cia futura aconseje; pero en cualquier caso se considera conveniente obser-
símbolos arbitrarios carentes de interpretación intrasistemática (los len- varlos. De este modo, si queremos hacer una encuesta de opinión para de-
guajes formales 12). Sea como fuere, ellengrtaje científico busca siempre co- terminar las preferencias políticas de un país, no consultaremos exclusiva-
menzar por conceptos simples y accesibles y, a partir de ellos, construir de- mente a habitantes de los barrios ricos de la capital; de "todos los argenti-
finiciones sucesivas de nuevos términos hasta alcanzar el grado de preci- nos son humanos'' y de ''algunos sudafricanos son humanos'' no
sión deseado. Este grado de precisión (es necesario recordarlo) no ha de ser mos como conclusión que "algunos sudafricanos son argentinos"; y, pues-
forzosamente absoluto: en la mayoría de los casos subsiste en el lenguaje tos ·a exponer un sistema de conocimientos científicos, no empezaremos
científico un margen.de vaguedad o de ambigüedad. Ocurre que el lenguaje por los más complicados sino por los más sencillos.
no requiere mayor precisión que la necesaria para expresar el conocimiento La ciencia es, pues, una actividad metódica. Entre las diversas clases de
adquirido o en proceso de adquisición, y así el lenguaje de la ciencia logra métodos que regulan la actividad científica se asigna cierta preponderancia
mayor exactitud paulatinamente, a medida que el avance de las investiga- a los que establecen el modo en que pueden extraerse conclusiones a partir
ciones lo hace necesario. de ciertas premisas o datos que sirvan como puntos de partida. Y no es
El afán de precisión hace también que la ciencia busque, en lo .posible, extraño que así ocurra, ya que esa actividad ocupa un puesto central en el
medir los fenómenos a los que se refiere. Para esto se inventan unidades de escenario de las ciencias: es la que permite transformar la observación em-
medida (el metro, el gramo, el la caloría, los grados de la escala sís- pírica en conocimiento científico y, en un orden de ideas más genérico, la
mica) y se desarrollan medios de medición (la triangulación, el manómetro, que consiste en saltar de unas verdades a otras para constituir, entre todas
el sismógrafo, los índices económicos). Cuando esto se logra, la ciencia ellas, el sistema del conocimiento. Por esto es común que la palabra ''méto-
tiende a matematizarse por medio de tablas y de fórmulas. Claro está que no do" sea entendida, en sentido restringido, como procedimiento para la oh-
todas las ciencias han alcanzado esta aspiración (algunas permiten aún una tendón de conocimientos científicos. A este concepto de método, a sus va-
lectura aména); pero el corazón del científico abriga siempre el deseo de ha- riedades y a sus principios, nos referiremos más adelante (ver 3.5. y si-
cer mensurables los fenómenos objeto de su estudio. Hay que reconocer, sin • gtiientes).
embargo, que no todas las ciencias alcanzan la precisión por vía ·numérica
(la lógica simbólica, por ejemplo, ha llegado a convertirse en ciencia exacta
sin utilizar mediciones numéricas). 3.3. Ciencia formal y ciencia empírica

Hasta ahora hemos hablado acerca de las ciencias en general; pero el


3.2.2. La ciencia como actividad metódica íntegro conjunto de las ciencias constituye un bloque demasiado grande pa-
ra que podamos examinarlo de cerca sin perder de vista una parte sustan-
La actividad del hombre de ciencia consiste, en términos genéricos, en cial. Será preciso dividirlo, para analizarlo parte por parte. Y el modo de di-
recopilar datos, elaborarlos, extraer de ellos conclusiones, confrontar estas vidir idealmente un sector de la realidad en sectores más pequeños es (ya lo
conclusiones con otros datos y con el resultado de otras investigaciones, or- sabemos) la clasificación. Las clasificaciones posibles (también lo sabemos)
denar todas las conclusiones de un modo sistemático y exponerlas con pre- son infinitas, y se trata de elegir entre ellas la que nos parezca más ade-
cuada a nuestro fin. ¿Qué clasificación escogeremos para las ciencias? Va-
11
Ver párrafo 1.4.9.3. rias han sido propuestas alguna vez; otras pueden ser imaginadas ahora:
12 Ver párrafo 1.1.1., punto b, ap. 2.

146 147
ciencias del hombre y de la naturaleza, ciencias Y mas que (aunque imperfectamente) apare·cen en la realidad? Y las proposi-
cias exactas e inexactas; ciencias complicadas Y sencillas, peligrosas e ciones ¿no son efectivamente expresadas por el habla cotidiana?
fensivas, avanzadas e incipientes. · . Así es, en efecto. Pero ocurre que las ciencias formales alcanzan un ni-
Existe una clasificación comúnmente aceptada, que parece vel tal de abstracción que llegan a cortar las amarras de su origen fáctico.
por su objetividdd y por su utilidad. Ella divi?e e? dos .. las La idea de número puede haber nacido qe la observación empírica, pero la
cienCias y las agrupa en ciencias formales y ciencias emP_zncas (? fU:ctzcas). aritmética estudia números que no son propiedad de ningún conjunto de
Las diferencias entre estos dos grupos de ciencias son objetos que conozcamos en la realidad: los números negativos y los núme-
(en esto consiste, precisamente, la utilidad de la clasiflcacwn). Examine- ros irracionales, por ejemplo. La geometría se refiere a formas perfectas,
mos las más importantes. . .. . · .. por completo ajenas al tosco mundo que conocemos: puntos, rectas y pla-
Ciencias tales como la geología, la zoología, la acustica Y la socio1og¡a nos sencillamente no existen, ya que les faltan entre una y tres de las dimen-
se llaman fácticas porque su objeto se compone de hechos: es un de siones comunes a todo objeto físico. Y aun es posible inventar nuevas geo-
la realidad objetiva, que se supone exterior al observador; La geol?gia metrías a nuestro arbitrio, con tal de que imaginemos los axiomas apro-
dia las rocas y las capas de la corteza terrestre; la animales, piados. Otro tanto ocurre con la lógica, que, una vez transformada en mero
acústica el comportamiento de las ondas sonoras; la sociologia, la conduc cálculo; -se evade de su relación con el razonamiento práctico y puede tam-
ta del en sociedad. Todos estos son hechos. que pueden verse,. to- bién diversificarse según lo pidan una necesidad diferente o un mero· e in-,
carse o al menos observarse por algún medio sensorzal (y por esto, las cien- genioso capricho.
cias que los estudian se llaman J?esde de la Esta diferencia en el objeto incide, como es natural, en la fuente de la
objetividad y de la exterioridad del obJeto de las tiene que cada ciencia obtiene, con carácter preponderante, los conocimientos
bemoles: el investigador siempre pone algo de SI en la percep..cion del ob)e que la componen 15 •. Las ciencias fácticas deben investigar hechos, y por lo
toque observa y en la elaboración de los da.tQs_de su percepcwn; .Y est_?- tanto su fuente principal es la experiencia. De aquí su calificación como cien-
jetividad se toma considerablemente mayor en el caso de la ..a, pe cias empíricas. Las ciencias formales, en cambio, buscán y manejan propo-
ro esta consideración es harina de otro costal, ya que la pa:ticipacion del siciones a priori: su vinculación con lo fáctico se hace muy tenue y su fuen-
observador en el objeto se aprecia normalmente como un ruzdo en la te básica es el razonamiento.
nicación con la realidad 13 , como un elemento indeseable, aunque de dificil Sería un error, sin embargo!. pensar que la ciencia empírica reposa úni-
eliminación. . d 1
El objeto de las ciencias formales, en no forma
alidad sensible (sea ésta apreciada como se quiera), ya que esta constituido
e. a :e- camente sobre la experiencia. Esta proporciona los datos básicos, pero a
partir de esos datos se construyen otros conocimientos; y el método que
permite obtener nuevos conocimientos a partir de la verdad de ciertas pro-
por conceptos abstractos elaborados directamente .por la mente del posiciones ya conocidas es siempre alguna forma de razonamiento. Más
hombre. El científico no busca su objeto en que lo adelante volveremos sobre este tern,a, al examinar el problema del método.
lo construye idealmente. Ciencias formales son la antmetica, la También sería erróneo suponer que las ciencias formales pueden de-
la lógica, que estudian las propiedades de números, las sentenderse por completo de la experiencia. Cierto es que el fenómeno em-
de las formas y las relaciones entre o la de estas. pírico no tiene injerencia alguna dentro del sistema de u_na ciencia formal;
Se dirá que el objeto de una ciencia formal 1_1? es una simJ?le construc- pero también es cierto que una ciencia formal no suele desarrollarse sin te-
ción mental, ya que guarda una importante relaCion con la Porque ner en vista la posibilidad de reconstruir, de un modo claro y rigurosamente
¿acaso el concepto de número no es una abstracción o de los preciso, ciertas relaciones materiales o conceptuales preexistentes, que in-
números particulares? Y éstos ¿no son a su vez la Cierta tegran algún sector de la realidad y que esperamos manejar mejor con ayu-
piedad de los conjuntos de objetos?14 La ¿no estud1a acaso for- da del sistema formal que imaginamos. En otras palabras, creamos mode-
13 Ver párrafo 1.1.
14 Ver párrafo 1.1.1., nota 3. 15 Ver párrafo 2.6.

148 149
los o formas (de allí lo de cienciasformales 16) que guarden cierta semejanza ma cuyo valor es relativo de la realidad). Dos más dos son cuatro
con algún segmento de la realidad, de modo que. a del modelo sin que quepa de ello duda alglina, ni aquí ni en la China ... siempre, desde
abstracto podamos profundizar y organizar el estudio de ciertos hechos luego, que estemos hablando dentro de los límites de la aritmética que co-
concretos que nos parecen relevantes 17 • Así la geometría euclidiana repro- nocemos. Con esta salvedad, pues, el conocimiento formal es racionalmen-
duce ciertas relaciones entre la forma y las dimensiones de los objetos ma- te verificable y no ha de preocuparse por confirmaciones, refutaciones ni
teriales, y con ello nos permite, por ejemplo, medir y dis- otras zarandajas fácticas.
tancias. La lógica proposicional reconstruye en abstracto ciertas relaciones Lo dicho hasta ahora puede dar una idea también acerca de la diferen-
de inferencia que observamos entre las proposiciones concretas, y así gene- cia entre ciep.cias formales y empíricas respecto de su utilidad.
ralizamos los modos de derivar unas proposiciones de otras y aislamos e La ciencia empírica habla de los hechos, extrae de· ellos conocimientos
identificamos las condiciones que nos permiten distinguir en la práctica un generales y permite por lo tanto comprenderlos, explicarlos, predecirlos y,
razonamiento válido de otro falaz. en definitiva, manejarlos. Su utilidad es por lo tanto directa y apreciable fá-
A distintas fuentes de conocimiento corresponden, por cierto, diferen- cilmente.
tes modos de demostrar18 la verdad empírica de las proposiciones. La ciencia formal no habla de hechos: construye conceptos y relaciones
La verdad empírica reposa en la correspondencia de la proposición con que no parecen conservar vínculo alguno con ellos ... pero que lo tienen. Es-
la realidad; y que esta correspondencia exista o no depende, en última ins- te vínculo se advierte cuando se observa el sistema de una ciencia formal
tancia, de la exactitud y de la amplitud de nuestras observaciones. Como desde afuera, cuando se percata uno, por ejemplo, de que aquella proposi-
éstas son falibles, la verdad de las ciencias empíricas es siempre provi- ción abstracta según la cual dos y dos son cuatro encaja (¿casualmente?) en
sional: vale como tal mientras nuevas investigaciones no vengan.a refutar cualquiera de nuestras experiencias cotidianas que tengan que ver con con-
las proposiciones generales que creíamos verdaderas. Un conocimiento em- juntos de objetos. Ocurre, pues, que la deducibilidad de las proposiciones
pírico, por lo tanto, difícilmente podrá ser verificado de un n1odo absoluto: formales es una cualidad también formal, que vale dentro de la cápsula al
cada una de nuestras observaciones tiende a confirmarlo, y tanto mayor se- vacío del sistema al que tales proposiciones pertenezcan; pero el sistema en-
rá su confirmación cuantas más y mejores sean las observaciones que se tero es escogido, entre todos los sistemas posibles, según su utilidad para
correspondan con la proposición cuya verdad se investiga. Pero siempre representar cierto sector de la.realidad. Si una ciencia empírica es como un
quedará en el horizonte (siquiera como I?osibilida? lógica) la aparició_n. retrato (en el qtie el pintor observa y reproduce, interpretándolos y acaso
nuevas observaciones que, por resultar Incompatibles con la proposicion acentuándolos, los rasgos de la persona representada), una ciencia formal
formulada, la refuten. Confirmación y refutación son, pues,. l?s modos (fa- es como un identi-kit: ella construye a voluntad su propia figura, pero su
libles en su conjunto) de demostrar la verdad de las proposiCiones genera- utilidad consiste en que esa figura, al ser comparada con la realidad, permi-
les que integran una ciencia empírica. te hallar (y aun capturar) a cierta persona cuyos rasgos coinciden con el di-
La verdad formal depende, en cambio, de su deducibilidad a partír de bujo.
ciertas premisas 19 ; y la verdad o la falsedad de esas premisas resulta irrele- Las diferencias que hemos apuntado entre las ciencias empíricas y las
vante dentro del sistema, ya que su aceptación conven- formales podrían, pues, resumirse esquemáticamente del siguiente modo:
cional. Como la inferencia lógica conduce a conclusiones necesanas, la ver-
dad de un conocimiento formal es absoluta (dentro, por cierto, de un siste- TABLA COMPARATIVA

16 Bunge, La ciencia, su método y su filosofía, p. 10. Aspecto Ciencia empírica Ciencia formal
17 Echave, Urquijo y Guibourg, Lógica, proposición y norma, p. 146-147. .
lB Usamos aquí la palabra demostración en sentido amplio, de modo que abarque cualqmer proce-
objetó realidad sensible abstracción
dimiento tendiente a convencernos de la verdad de una proposición. . . . , .
19 Estas premisas están constituidas tanto por axiomas cuanto por deflmctones o reglas fuente experiencia razonamiento
cas (entre ellas, el concepto de verdad que se utilice: ver párrafo 2.3. y siguientes). oc_urre tambten demostración confirmación, refutación verificación
en las ciencias empíricas, pero en ellas la demostración está sujeta, además, a la expenenc1a. En las for- utilidad directa indirecta
males, en cambio, la deducibilidad es directa.

150 151
En el viejo Instituto de Filosofía del Derecho y Sociología de la Univer- una ciencia diac:ón:ioarr:ente (esto es, a lo largo de su
sidad de Buenos Aires, allá por 1965, algún filósofo humorista20 había fija- propta htstona) podremos tal vez dtstlngutr etapas más o menos identifi-
do un pequeño cartel que decía: "Crea en la ciencia: no se deje engañar por cables.
los hechos". La comprensión de las similitudes y diferencias entre ciencias es meramente descriptiva, y corresponde acaso a una etapa
formales y empíricas permitirá, tal vez, advertir la sutil ,ironía (y también la prectentlftca:. el hombre se contenta con averiguar y registrar simples
paradójica verdad) que se escondía en esas hechos. Un eJemplo de esta etapa era la historia (cuando se la concebía co-
mo mera cronología).
La segunda taxonómica. Una vez conocidos los hechos, se busca agru-
3.4. Vaguedad, prestigio y evolución parlos en clases para estudiarlos comparativamente. Se obtiene así una ta-
xonomía o general de los objetos estudiados. En esta etapa se
Hemos examinado el concepto de conocimiento científico, mencionado hallan, por eJemplo, la geografía y la botánica.
ciertas características de la ciencia y trazado, en términos generales, una . La tercera etapa es legal: trata de relacionar entre sí las clases estable-
sencilla clasificación de las ciencias. Pero todo lo dicho podría conducir al Cidas en la etapa anterior, para descubrir las regularidades que puedan ob-
lector desprevenido, por vía de la simplificación expositiva, a una interpre- servarse en el desarrollo de los acontecimientos, atribuir causas a los efec-
tación algo dogmática de los conceptos examinados. Importa aquí, pues, to.s y efectos a las causas y, en definitiva, establecer leyes científicas.
aclarar que la palabra "ciencia" tiene también su dosis de vaguedad, ya EJemplos actuales: la psicología, la sociología.
que no existe un acuerdo generalizado sobre su criterio de aplicación, ni si- La cuarta corresponde a la cuantificación o medición. Cuando la ciencia
quiera entre los propios científicos. cierto grado de con los hechos que constituyen su ob-
¿Ni siquiera entre ellos? Más bien habría que decir especialmente entre Jeto, logra a menudo medzrlos. Esta es una etapa verdaderamente crucial
ellos. La palabra "ciencia" tiene un contenido emotivo tal que todos que la mensurabilidad de los hechos permite exponer las leyes con preci:
quisieran aplicarla a su propia actividad: ella inspira respeto y proporciona s1on mucho mayor.
a quienes la poseen un aura de prestigio no superada en la escala del saber La quinta etapa es la formalización. Una vez cuantificados los fenóme-
(aunque normalmente menor, por supuesto, que la que se asigna a las esca- nos y refor;nuladas las leyes su consecuencia, estas leyes pueden expre-
las de la riqueza o del poder). En efecto, no es lo mismo ser plomero que téc- lo que las hbera de vaguedad y ambigüedad y permite
nico en plomería, pero ¿qué tal si el señor que compone los caños pudiera lla- el calculo entre los métodos de la ciencia. Ejemplos: la química, la
marse experto en ciencias plumbológicas, por ejemplo? ¿o doctor en sanitariolo- economza.
gía? De este modo, el uso del vocablo ''ciencia'' se halla todo el tiempo en La sexta y última etapa, al menos hasta ahora, es la axiomatización. En
expansión, y así no sólo se habla de las ciencias tradicionales (física, quími- etapa la. for:t?alización ha dado ya tan buen resultado que todo el len-
ca, biología, matemática, etc.), sino también de otras que se forman o se guaJe de la c1enc1a (o gran parte de él) se halla formalizado, y el cálculo se
postulan. En Hollywood, por ejemplo, funciona una Academia de Artes y ha convertido en método único o preponderante. La investigación se de-
Ciencias Cinematográficas, y en todas partes pulula -con menor plausibili- sarrolla
. por razonamiento dentro de un sistema' o bien trata de construir
dad que empeño, por ahora- la ovnilogía. Esto, naturalmente, para no sistemas alternativos sobre la base de la formulación de nuevos axiomas.
hablar de las ciencias ocultas, cuyos presuntos conocimientos no son so- El con la realidad se mantiene por medio de la comprobación de sus
ciales, legales ni precisos. denvac10nes observables, y se refleja en los motivos para elegir unos siste-
Esta vaguedad de la palabra se encuentra fomentada -aun dentro del mas de otros o para buscar sistemas nuevos; pero, paradójicamente,
ámbito de su empleo plausible- por los distintos grados de evolución de las una ctencm que se halla en este estadio evolutivo posee· una capacidad
ciencias, que hacen aparecer entre ellas, un mismo momento, diferen- enorme, aunque indirecta, para dominar y transformar la realidad.
cias notables. r Ejemplos: las matemáticas, las modernas formulaciones de física teórica.

20 21 Ver párrafo 1.2.2.


Héctor Maskin, según se supo veinte años más tarde.

152 153
La descripción que antecede no pretende, por cierto, afirmar que todas Pero contar con un arsenal de prescripciones o reglas, que han sido selec-
las ciencias pasen por esas seis etapas (tal vez la física sea la única que lo cionadas sobre la base de la experiencia o de ciertas reglas de superior ni-
haya hecho). Algunas ciencias se han quedado en etapas intermedias, y no vel, suele ofrecer una certidumbre mayor (o al menos una probabilidad pre-
es seguro que lleguen a las posteriores. La geometría fue tempranamente decible) acerca del éxito de la empresa.
axiomatizada por la mente formidable de Euclides (aunque es preciso com- Claro está que hay métodos y métodos. Los hay buenos y malos, pero
putar conocimientos geométricos de etapas previas entre egipcios y también es posible clasificarlos por su finalidad. En este sentido puede dis-
(caldeos), y la lógica no ha pasado por la medición 22 • tinguirse la metodología práctica de la teórica.
, Sin embargo, las diferentes etapas del conocimiento científico (que co- Los métodos prácticos permiten hacer algo: cortar y coser un vestido,
existen en una misma época) permiten explicar por qué se llama ciencia a ganar un partido de fútbol, preparar un lenguado al roquefort. A veces este
objetos que no son entre sí completamente semejantes, y por qué una defi- hacer consiste en un aprender a hacer: hay un método para aprender inglés
nición precisa de "ciencia" dejaría insatisfecha a tanta gente. y otro para aprender dactilografía. Se trata en todos los casos, pues, de un
saber como habilidad24•
Las reglas del método teórico están orientadas a la aprehensión de con-
3.5. Método tenidos descriptivos o teóricos (aunque de ellas puedan seguirse ciertas téc-
nicas meramente operativas, sobre todo en las ciencias empíricas). Estos
Hemos dicho antes (ver 2.2.) que la ciencia es una actividad metódica. métodos buscan averiguar la verdad de proposiciones, por lo que se re-
Naturalmente, no es la única. Toda actividad humana, si está racionalmen- fieren, al menos en última instancia, a la adquisición de un saber proposi-
te dirigida a un fin, tiende a valerse de métodos. cional25.
En efecto, cuando uno pretende obtener cierto resultado o alcanzar un Aun en este último sentido, -el método científico sigue siendo una espe-
objetivo comienza por, trazar planes o delinear el camino que lo llevará a] cie dentro del género método: el saber vulgar o conocimiento precientífico
fin deseado. La etimología de "método" incluye el vocablo griego odós, que se vale también de ciertos métodos, que consisten en viejas prácticas de-
significa precisamente camino. U na receta de cocina, las instrucciones para cantadas por el uso o en meros actos (físicos o psíquicos) automáticos. Pero
el uso de un artefacto electrodoméstico y la táctica concebida por el direc- en el conocimiento vulgar las reglas para su adquisición son implícitas: se
tor técnico de un equipo de fútbol .para ganar el próximo partido son, en siguen o emplean inadvertidamente, o sólo porque siempre se hizo así. El
sentido amplio, métodos. método científico, en cambio, es explícito: sus reglas se acuerdan y se ex-
El método se opone al azar, a la suerte. Quien va a la ruleta y apuesta ponen expresamente y, además, se explican y fundan las razones que lle-
todo al 18 confía en el azar; quien sigue escrupulosamente una martingala van al científico a guiarse por unas y no por otras.
deposita sus esperanzas (con razón o sin ella) en un método.
No es que el azar sea necesariamente perjudicial: a veces podemos
acertar un pleno. Del mismo modo, muchos importantes descubrimientos 3.5.1. La metodología y el origen del método
científicos se han debido en parte al acaso (el de la penicilina, entre ellos)23 •
22 Sabemos, pues, que hay algo llamado método científico, que sinre para
Existe, por cierto, una lógica cuantijicacional; pero su cuantificación, que consiste en distin-
guir las proposiciones según se refieran a todos los objetos de una clase (universales) o a algunos de adquirir o comprobar los conocimientos de la ciencia y que ocupa un lugar
ellos (existenciales), es distinta de la medición que caracteriza la cuarta etapa de las ciencias, tal como importante en la formulación y en las características de cada ciencia parti-
la hemos descripto. cular. Pero ¿de dónde sale el método? ¿A qué ámbito del conocimiento hu-
23
A veces un método científico incluye el azar, y el investigador lo produce deliberadamente.
"Por ejemplo, para asegurar la uniformidad de una muestra, y para impedir una preferencia incons- mano pertenece? Y si la metodología es el estudio de las reglas metódicas,
ciente en la elección de sus miembros, a menudo se emplea la técnica de la casualización, en que la de- ¿qué lugar corresponde a la metodología en la clasificación gen_eral delco-
cisión acerca de los individuos que han de formar parte de ciertos grupos se deja librada a una moneda
o a algún otro dispositivo. De esta manera, el investigador pone el azar al servicio del orden; en lo cual
24
no hay paradoja, porque el acaso opera al nivel de los individuos, al par que el orden opera en el grupo Ver párrafo 2.1.2.
como totalidad" (Bunge, La ciencia, su método y su filosofía, p. 24-25). 25 Ver párrafo 2.1.3.

154 155
nacimiento? Sobre esto se ha escrito mucho, y sólo cabe aquí proporcionar
"l. El juego de la ciencia, en principio, no se acaba nunca. Cualquiera que decide
algunas ideas muy generales. . ,. . un día que los enunciados científicos no requieren ninguna contrastación ulterior y
Puesto a investigar su objeto, el cientiflco se ve obhgado a adoptar que pueden considerarse definitivamente verificados, se retira del juego.
aceptar) ciertas decisiones metodológicas, decisiones .que 2. No se eliminará una hipótesis propuesta y contrastada, y que haya demostrado
buirán en mayor o menor medida al buen éxito de sus Investigaciones sino su temple, si no se presentan 'buenas razones' para ello. Ejemplos de 'buenas razo-
que irán modelando el tipo de ciencia que nuestro científico haya de obtener nes': sustitución de la hipótesis por otra más contrastable, falsación de una de las con-
secuencias de la hipótesis".
en su actividad. Estas decisiones dependerán, naturalmente, de. las .metas
que el científico se proponga y de la conceJ?ción que de la czencza, tan- Popper, claro está, se refiere a las ciencias empíricas. Pero, en ese mar-
to en general cuanto respecto de su particular . co y sea cual fuere la opinión que personalmente nos merezcan las reglas
Los hombres de ciencia no piden habitualmente permiso a la epistemo- enunciadas en cuanto a su mayor o menor plausibilidad, parece claro que
logía para emplear los métodos que y comporta.miento. real su contenido no coincide con el de lo que pueda llamarse regla lógica (aun-
de los científicos (el empleo concreto de ciertos para fin.e,s) que ha 9e tenerse en cuenta que la lógica desempeña un papel importante
es en sí mismo un hecho susceptible de ser estudiado. Esta considerac10n en su aplicación). Su formulación se asemeja más (y así resulta además de
daría lugar a una forma de metodología empírica. El resultado de que su propio texto) a reglas de juego, que se aceptan convencionalmente con un
podríamos llamar planteo naturalista de la metoqología, sería un estudio de fin determinado y se abandonan cuando se cambia de fin o cuando se ad-
base sociológica: el de las pautas generales de conducta de los ?ombres de vierte que no conducen satisfactoriamente al fin propuesto.
ciencia respecto de su propia actividad, el. de los valo:es que, El planteo convencionalista de Popper podría provocar una inesperada
en el grupo de los científicos, hacen que ciertos trabaJOS sean revisión del enfoque naturalista. Porque, si las reglas del método son como
más serios que otros. Pero un estudio semejante no parece satlsfactono: el reglas de juego que se aceptan en sociedad, ¿qué otra pauta de su aceptabi-
hombre de ciencia no se pregunta tanto cuáles métodos son aceptados en lidad existe fuera de su misma aceptación grupal? Y en ese caso, ¿no con-
su grupo (aunque ciertamente está en ell?s) darán vendría regresar a la idea de la metodología como ciencia empírica social?
mejor resultado, o cuáles debe usar (en algun sentido de deber que no La pregunta su miga, pero queda en pie el hecho de que no es lo
coincide necesariamente con la aprobación grupal). mismo averiguar cuáles son las reglas que acepta un grupo como apro-
BochenskP6 piensa· que la metodología no es una ciencia empír:ica sino piadas para lograr cierto fin que decidir cuáles son las que hemos de aceptar
una rama de la lógica, y que mientras ésta trata del en nosotros como conducentes al objetivo que nos proponemos: el segundo
general, la metodología abarca las formas de aphcac10n del planteo admite la rebeldía; el primero sólo describe un hecho externo.
pensamiento. De ser así, todo problema metodolog1co a la un '
problema lógico; y esta implicación parece encerrar un cnteno demasiado
estrecho sobre los límites de la metodología. 3.5.2. Método y realidad
Este planteo logicista ha sido agudamente criticado por. Popper27 , que
se inclina a entender las reglas metodológicas como convenczones acerca de Dijimos antes (ver 5.) que el _!llétodo científico tiene por objeto averi-
lo que debe o no debe hacerse para obtener tal o fin. Sostiene que guar la verdad de proposiciones. Esta es una idea tradicional, que en la ac-
exceden el marco de la lógica, y que basta examinar algunas adve.rbr tualidad suele admitirse con un leve matiz de diferencia: más que para ave-
que resultaría inoportuno colocar el estudio metodológico en mismo riguar la verdad de proposiciones (es decir, demostrar la verdad de proposi-
que el lógico, o dentro de él. Para mostrarlo, propone como eJemplos las SI- ciones ya conocidas), las reglas metodológicas se usan para encontrar
guientes reglas: nuevas proposiciones verdaderas (o sea, para suscitar nuevas hipótesis
comprobables ulteriormente). La diferencia es de matiz (o de énfasis) por-
que, cuando se halla una nueva proposición verdadera, empiezan a abando-
26 Bochenski, I. M., Los métodos actuales del pensamiento, Madrid, Rialp, 1958, p. 29 y siguientes.
27 Popper, Karl, La lógica de la investigación científica, Madrid, Tecnos, 1967, p. 49-52. narse las proposiciones previamente aceptadas que resultan incompatibles

156 157
con la recién llegada: no hay comprobación sin invención, y la invención es gún modo inexacto, ya que fue mortal en vida, pero ahora está
inútil sin la correspondiente comprobación. Pero la aclaración vale para se- muerto, así como un terrón de azdcar deja de ser soluble al disolverse.
ñalar el componente heurístico28 del método. Bromas aparte, es cierto que ese silogismo es un ejemplo de deducción,
Pero, sea como fuere, la proposición que se busca o se comprueba ha pero no es el único. No sólo porque existen veinticuatro formas válidas dis-
de ser verdadera, y por lo tanto guardar cierta relación con la realidad. ¿De,;. tintas de silogismo categórico30, sino porque un razonamiento 31 deductivo
pende el método de esa realidad, o es posible hallar un método universal vá- puede presentarse bajo otras formas (entimema, dilema, sorites). De todos
lido y eficaz para encarar la investigación de cualquier sector del universo? modos, lo que nos importa aquí no es trazar una taxonomía de los razona-
El ideal del método único ha subyugado a innumerables filósofos y mientos deductivos, sino averiguar lo que éstos tienen en común; o, lo que
científicos universalistas. Pero ya Descartes desesperaba de hallar esa pa- es equivalente para el caso, qué aspecto de ellos hemos de usar como carac-
nacea: decía que lo exigible de un método no es que sea válido para cual- terística definitoria de su clase.
quier sector de la realidad, sino que pueda ser usado por cualquiera, inde- Podríamos, pues, definir "deducción" (válida, se entiende) como un ra-
pendientemente de la capacidad de cada investigador29 • zonamiento tal que, a partir de proposiciones verdaderas, garantiza la verdad de
Se admite, pues, usualmente que hay ciertos métodos generales (y en su conclusión. Este fenómeno, en verdad, ocurre si y sólo si el razonamiento
algún sentido universales, aunque orientados a distintos tipos de investiga- constituye una aplicación de leyes lógicas. Las leyes lógicas constituyen, a
ción), y otros más especializados, adaptados a ciertos sectores particulares su vez, la representación de formas válidas de inferencia32 , de modo que
de la realidad. también puede decirse que la deducción es una inferencia fundada en leyes
Entre los primeros hay que citar los dos grandes modelos del razona- lógicas.
miento: la deducción y la inducción. Estos métodos participan en toda activi- En el razonamiento deductivo, pues, la verdad de la conclusión se ob-
dad científica, ya sea como complemento del método especial propio de ca- tiene bajo dos condiciones: la verdad de las premisas y la validez de la infe-
da ciencia o bien como parte integrante de él. renCia. Conviene recordar aquí que la verdad es una propiedad de las propo-
No examinaremos aquí todos los métodos, sino sólo los más generales; siciones, en tanto la validez es una propiedad de los razonamientos. Un ra-
pero conviene aclarar que en una ciencia determinada se usa habitualmente zonamiento analiza, procesa y transforma las proposiciones de las que par-
más de un método, y que un método cualquiera es generalmente usado en te; pero por perfecto (válido) que sea su funcionamiento, sólo garantiza la
más de un campo científico. Así, el método deductivo es el que mejor se verdad de sus resultados si las premisas que le proponemos son verdaderas.
adapta a las ciencias formales, pero cumple un importante papel en las em- Si éstas son falsas, ninguna seguridad obtendremos sobre la verdad o la fal-
píricas. El método inductivo, a su vez, está especialmente destinado a las sedad de la conclusión. Y, por supuesto, lo mismo ocurrirá si el razona-
ciencias fácticas y tiene también cierta injerencia (aunque menor) en las miento no es válido (es decir, si no constituye una correcta aplicación de le-
formales. yes lógicas).
De este modo, un razonamiento válido obtiene una conclusión verdade-
ra de premisas verdaderas:
3.6. Método deductivo
i
Todos los argentinos son humanos
Ningún humano es marciano
El ejemplo clásico de la deducción es el silogismo, y cada v$ que oímos
la palabra "silogismo" recitamos mentalmente, como un rito mnemotécni-
co: "todos los hombres son mortales; Sócrates es hombre; por lo tanto, Ningún argentino. es marciano
Sócrates es mortal''. El ejemplo es tedioso, ya que tal parece que Sócrates 3
° Cfr. Cohen, Morris y Nagel, Emest, Introducción a la lógim y al método científico, Bs. As.,
fuera el único espécimen relevante del género humano; y es también de al- Amorrortu, 1977, t. 1, p. 108.
31
Podemos por ahora llamar razonamiento a una secuencia de proposiciones en la cual el paso de
28 tmas a otras se justifique por aplicación de una regla.
La heurístim es el arte de inventar (cfr. Diccionario de la R.eal Academia Española, ed. 1970).
29 32 Cfr. Echaye, Urquijo y Guibourg, Lógica, proposición y norma, p. 19-23,81-82.
Cfr. Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía, Bs. As., Sudamericana, 1969, voz "método".

158 159
Este último ejemplo muestra que, si bien un razonarnicnlo válido lleva
De premisas falsas, puede llegar a una conclusión falsa: de premisas verdaderas a una conclusión verdadera, no puede afirmarse lo
Ningún mamífero vuela
rnismo a la inversa: no lodo razonaniiento que lleve de prc·
Todas las vacas vuelan n1isas verdaderas a una conclusión verdadera es válido. En ete.cto, el razo-
namiento válido Heva necesariame1lfe':l 3 a una conclusión veraadera
(siempre, claro está. que parta de premisas también verdaderas). y esta re·
Ninguna vaca es mamífero
ladón de necesidad no aparece en el ejemplo que examiná;·aos.
O incluso a una verdadera:
Ningún perro ladra 3.6.1. ¡No, por favor!
El ayatollah Jomeini ladra
Desde principios del siglo XJX:1 4 es costumbre definir "deducción"
El ayatollah J omeini no es un perro 1110 la forma de razonamiento que pasa .. de lo general a lo particular". A pe-
sar de la certera crítica de Whitehead y Russell, que destacaron vínculo
Los tres ejemplos. propuestos contienen razonamientos válidos; pero entre deducción e imjJlicacióU 35 , todavía se oye recitar aquella definición co-
sólo en el primero se ha usado buena materia prima; los dos últimos, aun- mo si fuera una verdad absoluta.
que perfectos desde el punto de vista lógico, son irrelevantes para la ad- No diremos que es falsa, ya que una definición (estipulación mediante)
quisición de conocimientos por no partir de premisas verdaderas. no es verdadera ni falsa 3r., pero sí que es inconveniente por sú excesiva
También son irrelevantes los razonamientos inválidos, con independen- estrechez. .
cia de la verdad o de la falsedad de sus -premisas o de su conclusión. En efecto,· no lodo razo1tamiento deductivo va de lb general a lo particu-
Ejemplos: lar. A tnenudo pasa de lo general a lo general:

Todos los álamos son árboles Todos los ecuatorianos son amcric<mos
Todos los naranjos son árboles Todos .los quiteñós son ecuatorianos

Todos los álamos son naranjos Todos los quitcilos son nrnericanos
(premisas verdaderas y conclusión falsa). O bien:
Cierto es que el concepto de quiteño es ge11eral que el de atneri-
Mi tío es una cucaracha cano, pero no por eso es jJarlicular17 •
Taiwán es un país europeo .También puede deducirse lo particular de lo particular:

Los años bisiestos tienen 366' días.


33
En este contexto n0s referimos a l:t necesidad 16gicn (ver 2.7.3.): en un
(premisas falsas y conclusión verdadera). E incluso: vMido, la condusión debe de premisas de tal mane:rr. qm! la neg:.ción de ese sea
trlfffKfJ'rfmd;cloria.
La cordillera de los Andes es alta
34 Cfr. Ferrater Mora, /Jhdmrnrif1 de filn.'(tiffa, voz "deducción".
El Río de la Plata es ancho
:!5 Sobre el concepto tic implicación, puede consultarse Echave, Urquijo y Guihourg, Lógica, Pm·
pnsicit}u )'norma, p. 73 y siguientes.
Argentina y Bolivia son países limítrofes
36 Ver 1.4.9.3.
J? Ver párrafo 2.0.1., 33.

160 161
Si Patricio habla, Artrballo pasa mal
Patricio habla
ia ra{z cu;¡drada de 923.521
y es la ra.f' éuadrada de x
Autba11o pasa mal
y es 1gua1 a JI.
.es aconsejable, pues, no utilizar esta manera de definir "deducci6n 10 o

El c::!rácter deductivo de un razonamiento no depende tanlo de que las pro- ¿A cuántos de nosoL:-os parecerfa evidente la conclusión? Para llegar a
que lo integran·sean generales o particulares, sino de su fndole ella sería preciso efectuar un par de cálculos bastante complicados ... o, da·
fonnal: "en el proceso deductivo se derivan ciertos enunciados de otros ro está, contar con una calculadora de bolsillo.
enunciados de un modo purmnenle fonnal, esto es, en virtud sólo de la for- Pero, si el hombre se ha tomado el trabajo de construir calculadoras pa-
tna (lógica) de los mismos":\"· ra facilitar aJ.gunas de sus deducciones (las aritméticas), será porque el mé-
todo le parece zllil. Tanto, que ha resuelto facilitar todas las deducciones, y
para ello inventa, construye y perfecciona comfm!adoras. Se trata, como
3.0.2. Pero, ¿es útil el método deductivo? puede observarse, del mismo problema suscitado por el cóncepto de an2!i-
ticich1d
Hen1os señalado antes que el razonmnienlo deductivo procesa elrnatc-
rial que se le s01nete (las proposiciones que usen1os con1o premisas), pero 3. 7. Método Inductivo
no le agrega nada diferente. En efecto, todo lo que aparece en conclusión la
se halla de algún modo contenido ya en las pre1nisas 9 de lal suerte que el ra- El método deductivo, con las condiciones ya apuntadas, garmiliza la
zonatniÉmto no hace más que eXjJ!icitarlo. En condiciones, uno podría verdad de sus conclusiones; y de esta suerte constituye un medio entera-
preguntarse si los filósofos no exageran uü poco la utilidad de la deducción: mente confiable para obtener unas verdades a partir de otras ...
después de todo, ella sólo clarifiGa nuestros conocitnientos, pero no les claro está, que se disponga de las premisas indispensables para poner en
agrega ninguna proposición que no estuviese ya contenida (aunque in1plfci- marcha el1necanismo en h dirección deseada.
tamente) en ellos. es, pues, como una industria montada para producir pro-
El juicio sobre la utilidad un método es eminentemente práctico y, posiciones verdaderas. Pero ¿qué ocurre con una industria cuando
con1o tal, depende de la apreciación de su usuario. Tal apreciación, natural- la primQ.? O bien se detienen las máquinas y cesa la producción, o
tnente, es influida por la capacidad de éste para la aprehensión inn1ediata biEn echa a andar la imagir,aci6n y se adaptan las máquinas usar
de lo implícito. otros materiales, en menor catitidad o de distinta calidad la indicada
Los razonamientos muy sencillos (tales como los contenidos en los para obtener una producción perfecta. Claro está que en semejantes condi-
ejemplos antes parecen poco útiles, ya que nuestra tnente Jos ciones no hi.1V una garantra completa sobre la calidad del producto; peto,
sigue automática e inconscientemente y, así, su consecuencia se nos antoja como la alternativa es cerrar la empresa, hay que con'er ese albr;.r. Mutho
tan evidente como sus premisas. Un ser otnnisciente como Dios, para quien esto ocurre en las cieHdas empíricas, donde a menudo es sencillamente im-
lodo lo verdadero es evidente, no n_ecesitarfa del razonamiento deductivo posible conseguir /(){/as las premisas necesarias para extraer de ellas, de:
(ni de ningún otro). Pero el hombre es un ser limitado, y su capacidad de ductivamente, las ansiadas proposiciones generales. La deducción se ve
entonces trabada y, en su afán por producir alguna cJase de resultados, el
cálculo no llega tan lejos. Supongamos este razonamiento, na·
investigador opta por arriesgarse. Asf es como surge la inducción.
da esotérico: .

38 Cfr. Ferratcr Mora, Diccirman'o Je filosnfia, voz "deducción". 39


Ver 2.9.2.

162 163
b) ''Todos los gases'' no implica sólo la totalidad de los elementos gase-
osos en estado natural, sino la totalidad de los elementos químicos, ya que
3. 7 .l. Decir más de lo que se debe
cada uno de éstos puede, en alguna circunstancia, ser reducido al estado
Supongamos que un in di vi duo curioso y afecto a las ciencias lee en al· gaseoso; e incluye también las mezclas y combinaciones de esos elementos
guna parte la llamada ley de Boyle-Mariotte, que dice que, a temperatura
en distintas proporciones. '
constante, el producto de la presión por el volurnen de un g<"iZ es también e) Cada muestra de gas (hidrógeno, pongamos por caso) no es todo el
constante. Nuestro hoil1bre,. algo desconfiado, decide con1probar por sf gas. Para obtener las premisas completas que necesita en su deducción,
tnismo la verdad de esta afirmación. Para ello se provee de muestras de di- nuestro científico debería experimentar con cada muestra de hidrógeno
ferentes gases, somete cada una de ellas a variaciones de temperatura, n1i- existente en el universo.
de en cada caso la presión y, tomando en cuenta el volumen determinado d) Aun cuando esto fuera posible (que no lo es, por supuesto) hay que
por el recipiente, hace sus cálculos, siempre con resultado positivo. Anota. recordar que la ley de Boyle-Mariotte no tiene limitación temporal:.vale pa-
entonces en su cuaderno: ra el pasado y para el futuro tanto como en el presente, de modo que
nuestro amigo, ya al borde del suicidio, debería conseguirse la máquina del
l) En la muestra del gas A, a constante el producto de la presión por tiempo para repetir todos sus infinitos experimentos en cada instante pasa-
el volumen es do y futuro.
2) En la muestra dc1 g<1s ll, a temperatura consl;mlc el producto de la presión por En este punto, ·el científico en cuestión se ve precisado a admitir que el
el volumen es constante.
3) En la mucslrn del gas C, a temperalna conslnnlc el producto de la presión por
camino de la deducción le está vedado, por imposibilidad de conocer me-
el voiU111e11 es conslanlc ••. diante la experiencia todas las premisas necesarias para seguirlo. Pero en-
tonces recuerda haber leído en alguna parte 40 que existen dos conceptos de
y nsí sucesivamente, hasta llegar -digatnos..,._ -al gas Q. conocimiento: uno fuerte, que exige todas las pruebas, obtenidas mediante
En este punto nuestro científico está cansado y ha gastado n1ucho dine- experiencia directa, y otro débil, que se satisface con una cantidad de ele-
ro en adquirir, conservar y someter a experimentación tantas mues.tras. mentos de juicio que juzga suficientes. Nuestro hombre medita acerca de
Decide entonces hacer un balance de lo comprobado. Como es un fet-vtenle sus experimentos y decide que ellos, aunque incompletos, constituyen al
admirador del Jnétodo de<.luctivo, traza una raya y escribe: parecer una muestra bastante razonable de todas las masas gaseosas exis-
tentes en todas las épocas y sometidas a todas las temperaturas. Abandona
En lns muestras de los gases A, B, C, ... Q, a tcmpcralur:l constante e1 producto de la cuerda con la que pensaba colgarse, rompe la carta dirigida al señor juez,
. la presión por el volumen es constante. borra de su cuaderno la perfecta e inútil conclusión deductiva y escribe en
su lugar:
La deducción ha quedado impecable, pero el atribulado hombre de
ciencia observa que ella se limita a decir en una sola oración lo que su Hipótesis: en todos los gases, a temperatura constante, el producto de la presión
cuétderno ya con tenia Pn tnt\chas. Y, de lodos n1odos, no ha logrado con por el volumen es constante.
lo probar la ley de Boyle·Mariolte, ya que ella es universal y sus experi·
tnentos no abarcan lodos los gases. Medita entonces sobre la posibilidad de Esta proposición es más satisfactoria, ya que constituye una afirma-
obtener subsidios para la investigación y someter a prueba ción universal, referida a todos los gases, en todos los lugares, en todos los
· snueslras de todos los gases conocidos, pero sus cavilaciones lo sumen tnás tiempos y para todas las temperaturas, volúmenes o presiones. Pero, desde
hondamente aún en la desesperación. En efecto, ha advertido que: luego, dice más de lo que debe; o, con mayor propiedad, más de lo que el se-
a) Sus experimentos no han agotado las posibilidades de Jas muestras vero método deductivo autorizaría a afirmar.
utilizadas, ya que la ley de vale para todas las El razonamiento inductivo, pues, ya que de él se trata, conduce a una
a
y él sólo experimentó con las muestras unas pocas temperaturas d1stmtas
para cada una. 40
Elle<;tor tiene a su disposición este recuerdo en el párrafo 2.5.

164 165
conclusión más o menos probable, pero no otorga garantía completa acerca la de un nuevo dato (por lo' general proveniente de la experiencia), in-
de la verdad ?e ésta. ¿Quién podría asegurarnos absolutamente que no hay c.ompatible la c?nclusión que habíamos arriesgado. Por esto es preciso insis-
algunas porciones de oxígeno, casualmente diseminadas en la alcoba de tir en las ciencias naturales no nos proporcionan verdades absolutas, sino
nuestro vecino9 que por alguna razón desconocida no cumplan la ley de pr?posiciones en las que podemos confiar provisionalmente, a nuestro riesgo y
Boyle-Mariotte? Semejante posibilidad puede parecemos improbable (y a mientras nuevos elementos de juicio no nos hagan abandonarlas43 •
nuestro vecino, algo sospechosa); pues bien, la medida en que considera- Al examinar el método deductivo criticamos la tendencia a definirlo como
mos que haya por ahí muestras de gas que no cumplan la ley es ''el
. que va de lo general a lo particular''. Correlativamente ' existe cierta tradi-
la misma med1da en la que entendemos probable la verdad de la conclusión ción que describe el método inductivo como el que va de lo particular a lo gene-
inductiva. ral. Aunque en algo de cierto, la definición tampoco es aconsejable, por-
Esto de la falta de garantía hace que una inducción (a diferencia de la que el razonanuento mductivo puede partir de premisas particulares para llegar
deducción válida) pueda llevar de premisas verdaderas a una conclusión fal- a conclusiones también particulares. En este sentido pueden recordarse los
sa. Algunos, por ejemplo, razonan de esta manera: razonamientos empleados por los detectives en las novelas policiales: el
hombre husmea por el cuarto, hace dos o tres preguntas aparentemente sin
1) Lenin usaba barba y era importancia sobre hechos particulares nimios, observa con su lupa una im-
2) Trotsky usaba barba y ero. comunista. perceptible mota de pqlvo y finalmente exclama: "Butler, el mayordomo,
3) Fidel Castro usa barba y es comunista. fue quien mató a Lord Nincompoop" 44 •
Conclusión: todos los que usan barba son comunistas. Tales detectives de ficción son a veces elogiados por sus "poderes de-
ductivos"; pero esto ocurre sólo porque en el lenguaje vulgar "deducción"
Semejant . inducción, aunque alguna vez en boga, nos parece excesiva- se usa a veces como sinónimo de "razonamiento": la actividad descripta es
mente simplista. Y además, muy fácil de refutar: tenemos a mano contra- claramente inductiva 45 •
ejemplos (Bartolomé Mitre, el zar Nicolás Il) capaces de comprobar la fal- El mismo tipo de razonamiento se utiliza en un proceso judicial. El juez
sedad de la conclusión. no conoce personalmente los hechos que se debaten, ni puede tampoco de-
¿Cuál es el defecto de tal razonamiento? Se dirá que sus premisas eran ducirlos de rroposiciones generales: oye a las partes, examina a los testi-
demasiado escasas. ¿Cuántas premisas hacen falta, entonces, para estable- gos, escruta la prueba documental, pregunta a los peritos y finalmente in-
cer una ley? duce, de todos estos datos particulares, una conclusión igualmente particu-
Un solo caso parece demasiado poco para sustentar una conclusión in- lar.
ductiva41. ¿Tendrán que ser diez? ¿Cien? ¿Quinientos mil? Es imposible de-
cirlo, ya que la plausibilidad de un razonamiento inductivo no depende sólo 43 En realidad, ésta es una versión simplificada det funcionamiento de las leyes. Cuando apare-
del número de casos observados 42 . · cen unos pocos casos incompatibles con una ley bien establecida, los científicos buscan primero salvar
Pero, por ahora, ha de quedar en claro que el razonamiento inductivo con- la ley mediante explicaciones especiales para cada uno de tales casos (hipótesis ad hoc), o considerando
que el resultado de los experimentos no depende sólo de la ley examinada sino también de otras cir-
duce a una conclusión (más o menos) probable a partir de premisas deductiva- cunstancias que pueden variar inadvertidamente. Cuando finalmente la ley se hace insostenible, la in-
mente insuficientes; y que por lo tanto se halla siempre sujeto a refutación por vestigación vence la inerCÚl de la ciencia establecida y se busca proponer nuevas hipótesis que reempla-
cen a la ley abandonada.
« La comparación entre la labor del detective y la inducción científica se halla admirablemente
41 A veces una sola observación puede tener notable relevancia, pero conviene valorarla con pre- descripta en Copi, Introducción a kllógica, p. 384 y siguientes.
caución. De lo contrario, podría ocurrimos lo que a aquel campensino al que hacía referencia el filósofo 45 . Esta afirmación (como tantas otras en ciencia y en epistemología) no se halla exenta de contro-
chino Han Fei-Tsé (?-233 a. C.), que habiendo visto una vez a una liebre golpearse contra un árbol y versia. Alguien podría afirmar que, a través de las observaciones practicadas en largos años de expe-
quedar inconsciente, pasó el resto de su vida esperando detrás del mismo árbol a que otras liebres hi- riencia, el detective ha llegado a establecer inductivamente ciertas reglas generales sobre investiga-
cieran lo mismo (citado por Creel, H. G., Chinese Thought, New York, The New American Library, ción de homicidios; y que, al encontrar en el nuevo caso premisas particulares que le permiten en-
p. 123). cuadrarlo en cierta clase de situaciones, la conclusión se deriva de aquellas reglas por vía silogística. Sin
42 Ver Cohen y Nagel, Introducción a la lógica y al método cientfjico, t. II, p. 104 y ss. En el próxi- embargo, algo parecido ocurre en todas las inducciones (ver 7.4.), por lo que puede estimarse que el ar-
mo párrafo volveremos sobre este tema. gumento depende de la forma de presentar el problema.

166 167
sean las a:>:J.alogfas significantes, los objetos considerados di-
fieran precJsamente. en.la significada. La Divina Comedia y el De-
3. 7 .2. Si nos pincháis, ¿no sangramos? cameron de tienen vanas propiedades en común: son libros escri-
tos la Edad Media por autores italianos y se hallan traducidos al castella-
Imaginémonos frente a tres objetos, a los que llamaremos a, b, y c. Los no .. Sin embargo, sería arriesgado inferir de ello que posean el mismo con-
observamos con cuidado y descubrimos que los tres comparten tres carac- tenido.
terísticas, a las que nombraremos como W, X e Y: Los objetos a y .b nos son son, I?ues, las razones que nos permiten confiar más en unas in-
familiares, y sabemos que ellos dos tienen además la característica Z. No ducciones o en ciertos razonamientos analógicos más que en otros? Una,
nos es posible, por el momento, examinar tan de cerca a e; pero tendemos a desde luego, es el número de casos observados; pero hay otras al menos tan
pensar que, si e comparte con a y con b las tres primeras características, es importantes como ésa: un razonamiento analógico es tanto más plausible
probable que comparta también la última; y así concluimos: e tiene la pro- cuanto mayor sea el número de cualidades que integren la analogía signifi-
piedad Z. cante,,cuanto mayores sean las-diferencias de los casos observados en otros
Este modo de llegar a una conclusión se llama razonamiento por analo- aspectos, menor sea el grado de precisión que se exija a la conclusión
gía, y es a menudo presentado como una forma de la inducción46 , muy co- y, .en defin1!1va? cuanto mayor sea la atingencia de la conclusión con las pre-
mún en nuestros pensamientos cotidianos. misas, en terminas causales48 •
Este razonamiento parte, pues, de ciertas propiedades comunes (en el
ejemplo, W, X e Y), llamadas en su conjunto analogía significante, y condu-
ce a considerar probable que otra propiedad (Z), llamada analogía significa- 3. 7 .3. Otras "inducciones"
da, sea también. con1ún.
Un ejemplo clásico y muy claro de razonamiento analógico es el monó- . La palabra "inducción" ha sido extendida a diversos tipos de razona-
logo de Shylock, el mercader de Venecia: tnientos o hechos psicológicos que, por una razón u otra caen fuera del
concepto que hemos delimitado para ese nombre. algunos:
mat_emática. Se llama inducción matemática (o transfinita) al
"¿Es que un judío no tiene ojos? ¿Es que un judío no tiene manos, órganos, pro-
porciones, sentidos, afectos, pasiones? ¿Es que no está nutrido de los mismos alimen-
Siguiente tipo de Inferencia: ·
tos, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas enfennedades, curado por los
mismos medios, calentado y enfriado por el mismo verano y el mismo invierno que un El número 1 posee la propiedad P.
cristiano? Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos cosquilleáis, ¿no nos reímos? Si nos Si un n posee la propiedad P, el número n + 1 también la posee.
envenenáis, ¿no nos morimos? Y si nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos? Si nos parece- Conclus10n: todos los números naturales poseen la propiedad p.
mos en lo demás, nos pareceremos también en eso ... " 47

El razonamiento analógico, tal como en el esquema clásico de la induc- La parece inductiva, porque la conclusión requeriría infini-
tas (tantas como que es imposible considerar una por
ción, no brinda sino una conclusión probable, ya que ésta no se desprende
una. Sin embargo, puede advertirse que la segunda premisa mencionada se
necesariamente de sus premisas. Siempre existe la posibilidad de que, por
Proyecta infinito de manera tal que todas aquellas infinitas premisas
Imphcitas en ella. Por esta razón se admite que la inducción mate-
46 Si la analogía es una especie de la inducción o ésta es una especie de la analogía, es tema a de- mahca es una forma de razonamiento deductivo 49.
cidir por vía de clasificación y de definiciones estipulativas. Pero también es posible arriesgar la idea de
que no hay mayor diferencia entre ambas y que la analogía no es más que el análisis de los motivos por
los que tendemos a aceptar conclusiones inductivas. -
47 Shakespeare, William, El mercader de Venecia/ acto Ill, escena I; en "Obras completas de :: Acerca de este punto puede consultarse Copi, Introducción a la lógica, p. 308-313.
William Shakespeare", tr. Luis Astrana Marín, 1969, p. 66. Bochenski, Los métodos actuales del pensamiento, p. 219.

168 169
b) Inducción completa o perfecta. Aristóteles, y otros después de él, ción brindada por las premisas, d,ice más que lo expresado en el conjunto de
emplearon este nombre para designar un razonamiento cuyas premisas éstas51 • Tarde o temprano, pués, hemos de llegar a la pregunta temible:
enumeran todos los miembros de la clase a la que se refiere su conclusión5°. ¿cómo es posible sostener, sin enrojecer de vergüenza, que tal conclusión se
Por ejemplo, 'para probar que "todos los planetas giran sobre sí mis- funda en sus premisas, si éstas son reconocidamente insuficientes?
mos" bastaría enunciar: ¿Qué derecho tenemos a extender a todos los miembros de una clase de
verdad que sólo hemos comprobado para algunos de ellos? ¿Cómo podemos
Mercurio, Venus, la Tierra ... y Plutón son planetas. saber que el próximo gas cumplirá la ley de Boyle-Mariotte, o que el sol
Mercurio, Venus, la Tierra ... y Plutón giran sobre sí mismos. saldrá mañana, o que la próxima vez que soltemos en el aire un objeto, éste
caerá?
Pero este razonamiento contiene una premisa oculta: la que señala que En toda generalización que afirma que determinado fenómeno aparece-
Mercurio, Venus, la Tierra ... y Plutón son todot los planetas. La inferencia, rá en el futuro, se halla implícita la confianza en que todo lo que ha ocurrido
una vez explicitada esta premisa, puede expresarse así: en el pasado ocurrirá igualmente en el porvenir. Detrás de toda afirmación
que extienda a los casos no observados propiedades que comprobamos en
Mercurio ... y Plutón son todos los planetas. los observados se esconde la creencia de que toda regularidad que adverti-
Mercurio ... y Plutón giran sobre sí mismos. mos en la parte conocida del universo vale también para la desconocida. Y
Todos los planetas giran sobre sí mismos. como las leyes naturales se enuncian para todo tiempo y para todos los ca-
sos, esta confianza aparece como respaldo de cualquier ley natural.
Aquí puede observarse claramente que la conclusión deriva necesa- Pero ¿cuál es el fundamento de esa confianza? John Stuart Mill52 soste-
riamente de las premisas, ya que sólo expresa lo que en ésta se hallaba con- nía que todo razonamiento inductivo implícita una premisa: el llamado
tenido. Se trata, pues, de una deducción. principio de uniformidad de la naturaleza. Este principio es el que afirma que
la naturaleza se compone de casos parale!os, y que lo sucedido una vez vol-
e) Inducción intuitiva. Hay quienes llaman inducción al proceso psicológico verá a suceder si las circunstancias se ase1nejan en grado suficiente.
de quien arriesga una hipótesis que sirve para subsumir datos particulares El planteo parece bastante vago, ya que el tal principio no especifica
en una ley general. La crónica histórica ha perpetuado diversas anécdotas, cuál es el grado suficiente de semejanza que han de tener las circunstancias
por lo general apócrifas, como la de Arquímedes en su bañera o la de New- para que un fenómeno se repita, ni permite inferir de él proposición parti-
ton con su manzana. cular alguna; pero Mili insiste en que debe como premisa de un
Es obvio que este tipo de iluminación no es un razonamiento ni un mé- razonamiento deductivo. De este modo, toda inducción llevaría implícita
todo, ya que no· sigue reglas que permitan pasar razonadamente de unas una deducción, que le da fundamento. Por ejemplo:
proposiciones a otras. A lo sumo, tales fenómenos podrán entenderse como
hechos subsumibles a su vez en leyes sociológicas o psicológicas, pero no Lo que ha ocurrido en el pasado ocurrirá en el futuro.
existe una receta para alcanzar destellos de genio como los que se atribu- En el pasado, cada vez que ocurrió A ocurrió también B.
yen a Arquímedes o a Newton.
En el futuro, cada vez que ocurra A ocurrirá también B.

3. 7.4 .. La feliz monotonía del universo Con esto no hemos hecho, en realidad, más que trasladar el problema.
Las premisas de un razonamiento deductivo fundan la verdac de la conclu-
La inducción, en su ejemplo clásico, es un procedimiento conclusivo sión, pero el mismo razonamiento no es capaz de demostrar la verdad de
amplificatorio: esto significa que en él la conclusión amplifica la informa-
51
50 Bochenski, Los métodos actuales del pensamiento, p. 220.
En este tema seguimos a Cohen y Nagel,Introducción a la lógica y al método científico, t. 2, pági- 52
na 99. Mill, John Stuart, A System ofLogic, vol. I, p. 354.

170 171
3. 7 .5. ¿Ars inveniendi?
sus propias premisas: esta verdad sólo puede resultar de otro razonamien-
to. Si queremos, pues, probar la verdad del principio de uniformidad de la
naturaleza, debemos partir de alguna otra premisa más general. Pero, si la . . La inducción fue propuesta como un método para obtener proposi-
encontramos, ¿cómo probarla a su vez? Haría falta otra más general aún, y CIOnes Así _fue concebido por Francis Bacon (1561-
1626), el pnmero que lo sistematizó, y .tal idea se repitió en los textos de
así hasta el infinito.
Y si el principio no puede demostrarse deductivamente, menos aún posteriormente. El método era visto como un arte
podrá resultar de una inducción, ya que toda inducción se funda precisa- de zn!!.enczon, un camino seguro para llegar a producir verdades científicas.
mente en el principio que buscamos demostrar. SI nos atendell!os a la exposición clásica del método inductivo, tal co-
Abandonada, pues, la idea de una demostración, cabe preguntarse si la hemos examinado en el párrafo 3.7, parecería que la tarea del cientí-
aquella confianza en la uniformidad tendrá, por lo menos, alguna justijica- fico es mecánica: ella registra experiencias y luego llega a una
ción53. concl'!s10n Pero en la realidad no existe tal procedimiento mecáni-
Ya I-Iume había dicho que el razonamiento inductivo está destinado al co de de lo como afirma atinadamente Hempel, el tan
fracaso si no puede establecerse previamente que la naturaleza es unifor- estudmdo problema del ongen del cáncer difícilmente se hallaría hoy sin re-
solver55.
me. Sobre esta base puede trazarse una justificación pragmática.
En efecto, si la naturaleza es uniforme la inducción puede funcionar. Como. ya aJ tratar acerca de la "inducción intuitiva", no hay
En cambio, si la naturaleza no fuera uniforme la inducción no daría de aplicables que permitan inferir mecánicamente teorías
do, ya que no habría ninguna regularidad que la De aquí se In- o_hipotesis cientificas_sobre .la b.ase. d.e enunciados empíricos: en este punto
fiere que, para quien desea encontrar uniformidades, el método inductivo p_revalece la In_ventiva Individual, el toque del genio56 • Las hipóte-
será un camino para hallarlas, si es que existen. No podemos, del mismo SIS cientificas no se den van de los hechos observados: se inventan para dar
modo, asegurar que en un río turbio hay hasta que tiramos nuestro cuenta de ellos57 • ·

anzuelo. Pero si no lo tiramos, nunca pescaremos nada. - .. Ya hemos recordado antes las apócrifas anécdotas de N ewton y de Ar-
Quien utiliza el método inductivo, por lo tanto, confía en que haya regu- quimedes. A ellas pueden agregarse otras reales: el descubrimiento acci-
laridades en la naturaleza, aunque no pueda probarlo; y su confianza se ve- dental de la penicilina por Fleming o el del famoso anillo del benceno de-
rá recompensada si consigue descubrir alguna; pero no podrá asegurar que sarrollad? en 1865 por el quín:licoKekulé a partir de un sueño en el' que
aparecena una serpiente mordiéndose la cola5s.
siguen existiendo otras regularidades. . . . . . obvio, sin ell!bargo, que en el tipo de hipótesis a descubrir influyen
En este tipo de justificación, la verdad del pnne1p1o de de
la naturaleza no se prueba ni se refuta. La conveniencia del uso de la Induc- decisivamente las circunstancias psicológicas individuales y sociales. Por
ción no depende de la admisión o del rechazo de dicho principio. muchas que hubieran caído sobre la cabeza a un hombre de Cro-
Magnon, difícilmente habría éste imaginado la ley de gravedad. Y la mayor
de los mortales, puestos en la situación de Fleming, habrían optado
por tirar a.lC: co?.una mueca de disgusto, los cultivos enmohecidos.
Las hipotesis cientificas no se proponen en el vacío, tal como veremos

55 Hempel, Carl, Filosofía de la ciencia natural, p. 31.


5
53·Hospers muestra con agudeza la controversia entre quienes ensayan una justificación Y . : parte, tampoco el razonamiento deductivo procede mecánicamente. Las reglas de infe-
quienes creen que ésta es imposible (cfr. Hospers, John, Introducción al análisis filosófico, Madrid, e_ uchvas no son reglas de descubrimiento, sino de justificación. Es preciso percibir el roble-
Alianza, 1967, p. 318 y siguientes). {; maÍ edl que lo e inventar la demostración que lo verifique. Sólo las
54 Reichenbach, H., Experience and Prediction, Chicagb, The University of Chicago Press, 1938, reg as e a e uccwn nos permiten controlar la corrección de esta demostración.
y The Theory of Probability, Berkeley, University of California Press, 1949, citados por Salmon, 57
Hempel, Carl, Filosofía de la ciencia natural, p. 33.
Wesley, La justificación pragmática de la inducción, en Swinburne, Richard, comp., "La justificación 58
Cfr. Hempel, Carl, Filosofía de la ciencia natural, p. 34.
del razonamiePto inductivo", Madrid, Alianza, 1976, p. 105.

172 173
más adelante (3.9.2. y ss.); pero la imaginación no puede sujetarse a reglas Llega entonces el crucial: hay que averiguar si la hipótesis es
metodológicas. verdadera. ¿Cómo hacer?
Imaginemos por un momento que la hipótesis a contrastar es precisa-
mente la ley de Boyle-Mariotte, nuestra vieja conocida. El científico puede
3.8. El método hipotético deductivo y la tarea del empírico someter a experimentos diversas muestras de gas; pero cada uno de esos
experimentos le proporcionará un dato particular, y él busca justificar una
Si es cierto que las hipótesis científicas se inventan, ¿qué garantía proposición general. Para proyectar las pruebas a realizar, pues, no em-
tendremos de su 'verdad? Se t:upone que la ciencia empírica ha de fundarse pieza por una inducción sino por una deducción. En efecto, razona de este
en la experiencia, pero -cerno ya sabernos- una proposición universal no modo:
puede ser directamente verificada. ¿Cómo actúa entonces el investigador? En todos los gases, a temperatura constante el producto de la presión por el volu-
Karl Popper, sisternatizador de lo que luego se conocería corno método men 'es constante.
hipotético-deductivo, afirmaba ya en 1934 que había que dejar de lado el ra- Ésta es una muestra de gas.
zonamiento inductivo, que se consideraba tradicionalmente la forma de lle-
gar al conocimiento en ciencias naturales, y reemplazarlo por otro que En esta muestra de gas, a temperatura constante el producto de la presión por el
volumen ha de ser consiante.
centrara su atención en los procedimientos de justificación de er.unciados59 •
Y esta crítica tenía su miga, ya que, bien mirada, la actividad del científico De la hipótesis general, que ignora aún si es verdadera o falsa, ha dedu-
moderno es raás compleja que la mera aplicación dei método inductivo o cido una consecuencia particular. Pero esta proposición particular sí puede
deductivo. Tratemos, pues, de examinar esquemáti.-:;amente e.l modo en contrastarse con la experiencia: bastará para ello someterla a distintas tem-
que se desarrolla esta actividad 60 • • peraturas y medir su presión.
Supondremos a un científico (tal vez el nüsmo Ü}teresado en le.. ley de Con el experimento no habrá verificado la hipótesis, pero sí una de sus
Boyle-Mariotte) con ánimo de realizar una investigaciór. Este ánimo no ha consecuencias. Si es posible -en el ejemplo propuesto, a través de otros
nacido en él por casualidad, sino a partir de la percepción o planteo de un experimentos- probar un gran número de estas consecuencias, nuestro
problema, paso que admite las rnás variadas formulaciones y está rodead? científico estará en condiciones de asegurar que su hipótesis tiene un fuerte
de circunstancias muy complejas. A menudo, el proble.na surge con moti- grado de confirmación. ¿Cuán convincente resultará esa confirmación? Esto
vo de la reunión de ciertos datos observacionales que suscitan en el investi- dependerá de las condiciones que hemos ejemplificado en 3. 7.2. La ciencia
gador alguna perplejidad. empírica no puede ir más lejos: llamarnos leyes naturales a las hipótesis
Establecido el problema (o, mejor dicho, mientra) se lo establece), científicas suficientemente confirrnadas61 •
nuestro científico va ensayando una respuesta En esto consiste Pero las cosas son distintas si el enunciado observacional resulta falso.
elaborar una hipótesis. ¿Cómo llegar a tal hipótesis? No hay reglas para ello, En tal caso estaremos seguros de que en la hipótesis que estarnos contras-
como ya hemos visto: la hipótesis preliminar puede nace:r de ciertas tando (o en la constelación de hipótesis que la acompaña) hay alguna premi-
rencias inductivas a partir de regularidades apreciadas sobre datos empín- sa falsa: en efecto, si las premisas eran verdaderas, un razonamiento de-
cos o bien de un ejercicio de la imaginación. ductivo debía proporcionar un enunciado observacional verdadero; como
Pero esta hipótesis rto está destinada a funcionar sola.en el cuerpo de la éste ha resultado falso, habrá que revisar los puntos de partida. La hipóte-
ciencia: debe ser compatible con las demás leyes, hipótesis y teorías referi- sis habrá quedado con ello refutada, al menos en su actual formulación.
das al mismo campo. Un primer análisis, pues, consiste en la comparación En el esquema expuesto es posible advertir que la tarea del científico
de la hipótesis preliminar con el resto de las proposiciones aceptadas.
61 Palabras tales como "ley", "hipótesis" o "teoría" no son utilizadas uniformemente.' y
59
Popper, La lógica de la investigación científica, p. 35. el
lenguaje de las ciencias se confunden a I?enudo. la pena, pues, proponer de ellas definiCiones
60 Se trata, naturalmente, de una lindante con la caricatura, ya que excedería los más rigurosas que no podrían fundarse smo en estipulaciOnes.
fines de este párrafo un análisis más complete, y profundo.

174 175
empírico no aplica ninguno de los métodos en estado La cas. La ciencia ha llegado, hoy más que nunca, a desempeñar un papel pro-
ciencia combina diversos métodos para cumphr su tarea de al tagónico en la sociedad.
mundo real. Sus resultados son falibles, provisionales, modificables Y des- Claro está que la gente en general es ajena al ideal del "saber por el sa-
cartables en cualquier momento, pero son los mejores que hasta ahora han ber rnismo , propio del científico puro. El papel central que se atribuye a la
podido conseguirse. ¿Es bastante? ciencia depende hoy de sus aplicaciones prácticas; es decir, ·de la tecnolo-
gía. Y el entusiasmo que despierta esta tecnología es variable: entre sus
efeccos se cuentan desde la prolongación· del promedio de vida del ser hu-
3.9. Evolución de los paradigmas e historia de la ciencia mano hasta la terrible posibilidad de eliminar a la especie entera por medio
de un holocausto nuclear.
Hemos examina\_io hasta ahora el concepto de ciencia, la clasificación Sea como fuere, el caso es que la ciencia se halla tan imbricada eri los
de las ciencias (una de ellas, al rnenos) y, en fugaz panorama, los métodos fenómenos del siglo XX que hasta se la usa para delimitar épocas históricas
científicos. Concepto, clasificación y métodos actuales, aunq'!e e? parte (hay quienes hablan de la .era atómica, o de la era tecnotrónica). Con ello, el
abonados por una tradición más o menos la ciencia ?o ha papel-del ci('ntífico en la sociedad ha cambiado fundamentalmente. Su acti-
sido siempre lo que hoy es, y probablemente cambtara en el porvenir. L..a vidad no sólo proporciona placeres intelectuales, sino que concede presti-
historia de la ciencia es un muestrario de actitudes frente al mundo, de me- gio social y, en algunos lugares de la tierra, hasta es rentable. Esto hace
todos cu.rnbiantes y de diferentes concepciones del conocimiento científico. que la cantidad de individuos dedicados a la ciencia se multiplique en forma
Si sólo conociéramos las bases de nuestra ciencia de hoy quedaríamos des- explosiva, hasta tal puntü que -se calcula- más del noventa por ciento de
conectados del pasado y, tal vez, también del futuro. Conviene, pues, que todos los científicos que ha dado la humanidad se hallan hoy vivos63•
sepamos cuál es nuestro Lugar en la corriente de la ciencia, cuáles fuero? los Pero, aunque a veces nos cueste imaginarlo, la organización social·de la
cambios v conflictos que nos han traído hasta donde estamos y, por via de humanidad era muy diferente en otras épocas respecto de este mismo te-
extrapoláción inductiva, qué cambios y conflictos podemos imaginar o es- ma. Por ejemplo, hasta fines del siglo XVII no hubo ninguna comunidad en
perar en el porvenir. A eso vamos. que las nueve décimas partes de la población no se dedicara a la agricultu-
ra54. En ese contexto, la porción de individuos ocupados en la tarea científi-
ca era necesariamente ínfima, en especial si tenemos en cuenta que aquel
3.9.1. Todo tiempo pasado, ¿fue mejor? décimo restante abarcaba a gobernantes, guerreros,. sacerdotes, comer-
ciantes y personas .dedicadas a otras actividades que el lector sabrá
En la época que nos toca vivir asistimos a una de ejemplificar.
científicos que no tiene parangón en la historia de .. La Por lo demás, la forma de producir conocimientos científicos, así como
se ha transformado en un enorme cuerpo de doctnnas, constituido por diS-' la idea misma de ciencia, han variado enormemente en las distintas épocas
tintas disciplinas, que. se identifican en el carácter públic_? y en .. de y sociedades. La ciencia se basa sin duda en la curiosidad, en el deseo de
ciertos métodos. En todas partes del mundo, aun en los paises penfencos o comprender el funcionamiento del mundo 65 , pero esta curiosidad no ha sido
menos desarrollados, pululan ·los científicos profesionales. Ellos satisfecha siempre de la misma manera.
continuamente teorías al conjunto de proposiciones que forman la ciencia,
o demuelen las que hasta· el momento se aceptaban. En todo el m hay 63
institutos públicos y privados dedicados a la Cfr. Miller, James Grier, Living Systems, New York, McGraw Hill, 1978, p. 5.
64
ciencia y a la realización de experiencias relacionadas con teonas cientlfi- White, Lynn, Tecnología y cambio social, en Nisbet, Robert· Kuhn Thomas y otros "Cambio
social", Madrid, Alianza, 1979, p. 102. ' ' · '
65
62 Para una visión más completa de este tema, aquí de una simplificación despiadada, "La curiosidad, uno de los rasgos humanos más profundos ... fue quizás en el pasado el resorte
pueden consultar_se La de la investigación o Estn:-ctura! principal del conocimiento científico, como lo es aun hoy en día. La necesidad fue llamada madre de los
validez de las teonas ctentíftcas, en Z1z1ensky, D., comp., Metodos de mvestlgaCion en ps1cologm Y psl- de la tecnología, pero la curiosidad fue la madre de la ciencia" (Sarton, George, Historia de la
copatología", Bs. As., Nueva Visión, 1971. ctencza, Bs.As., Eudeha, 1970, t. I, p. 21).

176 177
que los primeros desarrollos de la y de l_a astronomía67
aparecido entre los egipci9s y los· mesopotámicos, afincados en sus
por el Nilo, el Tigris y el Eufrates. . .
En efecto, imaginémonos por un momento en _el lugar de un
3.9.1.1. Los orígenes del conocimiento científico babilonio o egipcio· del tercer milenio antes de Cnsto. Fuera de la
del cultivo, que aprendido ..de_ nuestros como
Desde los albores de la humanidad, el hombre trató de explicar como ción permanente, ¿que problemas practlcos .. nuestra atencion. Se
mejor pudo, los acontecimientos naturales. Advertía que algunos de éstos lo guramente dos serán los principales: la demarcac10n de los campos Y la
perjudicaban, y que otros le agradaban. En esto, los hechos pa- provisión de agua.
recían a los actos .de otros individuos, que también producían beneficios o A la demarcación de las tierras proveyó la geometría, y se presume que
perjuicios. El hombre había aprendido (en carne propia, por vía activa y pa- las primeras demostraciones geométricas tuvieron por objeto
siva) que los hechos humanos agradables podían ser alentados mediante establecimiento de un régimen inequívoco de propiedad o de arrendamien-
premios y los desagradables desalentados mediante castigos, y así en
pensar que todo acontecimiento perjudicial debía ser un castigo to rural. · .. . ..
A la provisión de agua contribuyó la ya que permitla
por alguien, y que todo acontecimiento benéfico había de ser un SI prever las crecidas de los ríos, fuente pnncipal Esta
el autor del premio o del castigo no estaba a la vista (en la·cavema vecina, ciencia, a su vez, se vio favorecida por otras condiciOnes matenales, como
por ejemplo), la solución era sencilla: debía ser alguien invisible, como un
espíritu. De ahí que la ciencia primitiva estuviese siempre mezclada con la diafanidad del cielo68 • •
La invención de la escritura -que se dio también entre egipciOs Y me-
mitos y concepciones mágicas.
sopotámicos, así como en China- el de
En efecto la mentalidad primitiva se caracteriza por adjudicar a los generación en generación, sin ·las de Inevitables en
causas o efectos no naturales: una plaga, una inundación,
las comunidades que sólo podían recurrir a la tradicion oral. . . ..
una sequía prolongada u ?tra _se c_omo casti- Sin embargo, los avances realizados en aras de una ..
gos divinos por haberse viOlado un tabu. Y, al mismo tiempo, existen actos cional del mundo nunca dejaron de entremezclarse con concepciOnes magi-
rituales que influyen sobre los espíritus o los dioses y los aplacan, por lo que
cas o religiosas. Así, por ejemplo, aunque l?s .. Caldea po-
resultan útiles como medios para evitar y suavizar el castigo esperado, o
seían conocimientos que les permitían predecir eclipses,_
bien para conseguir algún beneficio más o me· )S aleat?ri?. De este ' nomía dentro de la astrología, la que concentraba su pnnctpalinteres .
no se distingue entre leyes naturales y normas prescnptlvas: el universo Ya en ese entonces aparecen en las disciplinas científicas dos tenden-
entero se interpreta de acuerdo con el modelo normativo, y las leyes natu- cias, cuyo predominio ha sido alternativo en épocas y a) la
rales son vistas como prescripciones de las divinidades66 • descripción y la explicación del mundo, con miras a detectar
Las ciencias empezaron a desarrollarse con propósitos tecnológicos in-
y predecir fenómenos. ..controlarlos por medio de la tec-
mediatos, y en ello tuvieron mucho que ver las condiciones materiales de nología); y b) la insercion de esa descnpcion del mundo en un grupo de ere-
las distintas sociedades. La búsqueda de regularidades en la naturaleza fue
más necesaria para los pueblos sedentarios, que dependían mucho más de
67
la agricultura, que para los nómades. Así puede explicarse, por ejemplo, También hay que mencionar conocimientos científicos en otras ramas del saber, como la medi-
cina, de gran desarrollo en Egipto a partir de tiempos prehistóricos, o el álgebra,. de
ecuaciones fueron resueltas por los sumerios alrededor de 2000 a. C. (cfr. Sarton, Htstona de la ctencta,
66 t. 1, p. 51 y 88).
Sobre este tema puede consultarse Popper, Karl, La. sociedad abierta y sus enemigos, Bs.As., 68 "La nébulosidad, es decir, el sector del cielo cubierto de nubes, .varía de un punto a otro de
Paidós, 1967, t. 1, p. 91. También Kelsen, Hans, Teoría pura del derecho, México, Unam, 1981, p. 91, Y
superficie terrestre; su valor medio anual es máximo en Europa donde 9,
Ross, Alf, Sobre el derecho y la justicia, Bs. As., Eudeba, 1963, p. 223. Pero un formidable tratado sobre nimo en Egipto, donde apenas alcanza a 0,5". En cuanto a las lll1:v1as, P?see ... regtmen mas
la comt>aración histórica entre los conceptos de retribución y causalidad puede hallarse en Kelsen, seco que el del mismo Sabara" (Minuer, Henri, Astronomía y soczedad, Bs.As. Stglo Vemte, 1957, p. 7).
Hans, Sociedad y naturaleza (una investigación sociológica), Bs.As., Depalma, 1945. También puede con-
sultarse Monod, Jacques, El azar y la necesidad, Barcelona, 1981, Págs. 35 y ss. 69 Cfr. Minuer, Astronomía y sociedad, p. 11.

178 179
encias mágico-religiosas o metafísicas, a fin de dar a éstas o sitaban prueba alguna 72 • La gemnetrfa strvtó v ¿z come mooe1o para
de fa.vorecer el dominio de determinados grupos . s?c1ales.
. Por lado, todas las ciencias,_ aun para las empfricas, como la física o la biología; y ni
una tercera tendencia ha contribuido al saber c1entlf1co o las aún la ética escapó a su influjó 73 •
otras dos: e) la búsqueda del conocimiento como un. fln en Sl El fundamento de este tnodelo cientrfko puede hallarse en la búsqueda
Comprender cómo funciona el mundo goce y de certeza como tarea fundamental de la ciencia 74, unida a la teoría, predo·
co que mueve a los cultores de la llamada pura (as1 como a los fi- minan te después de Platón, de que cxistfa un mundo de ideas, perfectov del
lósofos) a lanzar sus teorías aun con poca o de recon1- cual el mundo en1pfrico es sólo una copia imperfecta 75 • A esto debía agre-
pensa. Esta actitud es similar a la de Edmund Hillary, el garse el desprecio que scntran los griegos por las actividades manuales
que pudo alcanzar la cumbre del quien, .cuando un penod1sta}e que consideraban reservadas a las clases bajas. v
preguntó por qué se sometía a tantos ngores y pel,tgro. . con tal de trepa. . a Todas estas circunstancias impulsaron a las ciencias hacia un modelo
esa montaña, respondió, señalándola: "porflue esta ah1 . meramente especulativo, cuyo contacto con la realidad era tnás bieú me·
La historia de la ciencia, pues, puede como alterna- diato. De hecho, la ciencia serfa considerada corno una parte de la filosofía
ción de períodos en los que algunas de las tres resenadas fue la hasta la Edad Moderna.
predominante en las distintas dis<;iplinas. En la. la tercera La desconexión de la ciencia con los fenómenos reales era por entonces
dencia preside las ciencias formales, en tanto se halla con pn- un tema muy popular, tanto que uno de los chistes que en la antigüedad
mera en gran parte de las ciencias .. Pero en las c1enc1as más se han gastado acerca de los filósofos -especialmente en el teatro- es
la segunda actitud goza aún de gran lo que ayuda a exphcar el el de aquel que catnina ensimismado pensando en la constitución del mun-
incipiente grado de desarrollo de estas d1sc1phnas. do y cae dentro de un pozo. El episodio es relatado por varios autores con
con·secuencias, que sietnpre representan algún daño ffsico para el"
fll6sofo, supuestamente tanto tnás,grave cuanto mayor fuera el efecto có-
3.9.1.2. El florecimiento de la ciencia71 mico a producir en el público. ,
Esta burla del hombre común era ciertatnente irreverente frente a los
El cultivo de la ciencia pura fue preconizado. por grandes filósofos de la época, pero no dejaba de ser certera, ya que .la idea
grieaos. El genio griego era particularmente a la Y de que toda ciencia era un conjunto de que se dedudan de
concibíó una de las herramientas más del1ngen10 humano: el SIS- axiomas autoevidentes no funcionaba como los griegos esperaban. En efeco
tema axiomá'ic(). Los conceptos geométncos e:_ formar un cue:Po
de doctrina con (s. VI a. C.), aunque aun prenados. 72 Hoy esta tesis se halla muy rlesacreJ:I.<tda. La evide11cia es una condición subjetiva (dcrJtnclc
mágicas. Con Euclides (s. IV a. C.), la pasa a un Slste,- del juicio individual del observador;; y no es por s{ misma comunicable ni ,ermitc recmpla1.ar cric&1.·
mente a l:t demostrttcióu en ttt5o de controversia. Se admite, pues, que los axiornas no de·
ma axiomático; es más, se convierte en el przmero de esos los mostración porque son aceptados fuero riel SÍ$1Cmo, convencional o l...o!ii
cuales todas las proposiciones que los componen como se 1nf1eren axiomas t.ur.de11 clcmostrarse denlro del pero pará ello habda que echar mano de all{unos teore·
de un pequeño conjunto de proposiciones, llam.adas o h\:\S que qucclarhm, en c01wertidos en ilXÍomas en lugar de Sucede con un
axiomMico nlgo parecido a lo que ocurre cuando queremos sostener un objeto cualquiera en el
En Grecia, y en todo el mundo .hasta s!glos mas tarde, se <ue. sustentarlo con la de la mano o suspenderlo entre el pulgilr y el rndice; podemos
raba que estos axiomas eran ev1dentes por s1 m1smos, y que por eso no nece tomarlo de un extremo. olrC\ o de cualquier punto qur. elijamos; pero hemos de elegir algurm, p?rqu<!
otro modo el objeto no se sostcndr:t Lo,q axiomas son el lugar por el que sostenemos un sistcmll de·
'lo Hazaña cumplida en 1952 junto con el sherpa nepalés Tensing, a quien una historia eurocéntri- ductivo, y acostumbramos a como axiomas las proposiciones más sencillcts y simples del sisle·
ca tiende a olvidar. . . .
:na, porque ellas permiten dcmostr:tr más l'!orem:ts a partir de un grupo m;lis pequeño de posluladns.
71 En lo que sigue nos referiremos a la occidental:. a riesgo de 73
El filósofo Spinoza(I632-1677)concihi6 una .. Etica demostrada srgún el orden geométrico'•
currir en el etnocentrismo criticado en la nota much.o deCir de los. de_ en la que numerosas, proposiciones se demuestran a partir de ciertos axiomas (cfr. Spinoza, Elico de·
sarrollos científicos en países orientales, oJa la CienCia actual, mcluso en Onen_ mt7slrodcl rl rmlru grnml/ri(o, Bs. Ás., Or7bis, Y9-84). ·
te tiene raíces occidentales, de modo que la histona de la ciencia europea y la de sus problemas ha 74 Ver 2.8, nota 31.
cierta validez universal. Y a del siglo XIX puede en el mundo de una sola comuni-
75 Ver p:\rral"o 1.4.5, nota 35.
dad científica, con lo que el problema pierde algo de su relevancia.

180 181
3.9.1.3. La ciencia congelada
to, la autoevideacia de ciertos axiomas era a rnenudo meramente ir?agina·
ria, y se llegó al punto de sostener cotno verdades mundo Hs1co. pro·
posiciones que· demostrablemente falsas. Por a
Aristóteles se sostuvo que los cuerpos cafan a una veloc1dad proporct-:>nal a
?e Las invasiones bárbaras y el fraccionamiento del itnperio señalaron la
virtual desaparición de la ciencia clásica en el mundo occidental. El
su peso (hasta que Galileo demostró lo contrario). La tesis de Ptolorr!eo (s. del cristianismo trajo consigo al principi? ';In horror por lo y as! los
11 a. C.), la tierra era inmóvil y el universo giraba en su detTe- pocos textos grief?OS o latinos que a sacudtmtentos
dor en órbitas circtilares pata cada cuerpo celeste, se basaba en que el de fines del impeno fueron anatemattzados. Ademas, como el
cielo a diferencia de la tierra, era perfecto: Y como el círculo era la figura escribir escaseaba, muchos de ellos fueron borrados para reproducir enctma
más era evidente que las trayectorias de los astros deb[an ser cir- textos más apropiados a las de la época. . ,
culares76. Curiosamente, lo que hoy denominamos _cu!tura amen de
haber sido engendrada en oriente tnfluen.ctas sobre
Proposiciones setnejantes nos parecen hoy errores. de una ingenuidad· Grecia), fue conservada en medtda por pueblos onentales; Los textos
sorprendente, pero atnbas fueron sostenidas con1o verdaderas durante casi" fundamentales de Platón y Anstoteles fueron os P?r arabes y he-
dos n1il años 77 • breos 78 • En Occidente, la parte de la filos? fía .llamada natural, que
La situación no cambió ntucho con la decadencia política de Grecia y el abarcaba entonces la mayor parte de las ctenctas, fue
ascenso de Roma como potencia d01ninante. Los rot11ános, aunque posefan nada desde el siglo III hasta el XIII. Toda la .especulac!on se
<!onocimientos importantes en algunas ramas de la tecnología (por ejen1plo, en la teología y en la filosofia moral. Los pnmeros filosofes
en técnicas para la construcción de caminos, acueductos y de mayor exponente fue San Agustín (354-430), acercaron las cnstta-
guerra), mant_uvieron frente al conocin1iento científico el criterio ya señala· nas a las enseñanzas de Platón. Para ello se basaron en el que
do y agregaron poco, en este campo, a Ja herencia cultural griega. Rmna a través de Plotino (205-270) y otros autores había acentuado el caracter
descolló, sin enlbargo, en una disciplina a la que los griegos habían presta· místico de las doctrinas platónicas. , .
do poca atención: el derecho. El derecho romano sirvió con1o factor agluti·
nante del vasto imperio, y con él florecieron los jurisconsultos y los n1a·
A partir del siglo XII en los textos de !os
filósofos griegos. Un fonnidable filosofo cnsttano, .santo Tomas de
gistrados. Las instituciones rotnana;5 l'lvieron tal fuerza que sobrevivieron (1225-1274), propone síntesis de la fil<?sofia con la
a las invasiones de los bftrbaros, y los sistemas jurídicos que rigen aún en tiana. Su fuente fue Anstoteles, cuyos escntos adquteren por ese medto vta
países como el nuestro recogen notablemente la herencia de aquéllas. Claro libre para extenderse otra vez por el occidental. ,
está que el derecho, realización práctica del ingenio hun1ano, es a la filoso- La nueva ciencia medieval vuelve a Interpretarse -como en la epoca
fía lo que la construcción de obras públicas a las matemáticas, de modo que clásica- como un conjunto de proposiciones inferidas al-
su índole se avenía muy bien con el espíritu romano, n1ás preocupado por la gunos principios que se consideran autoevidentes; pero comtenza a
eficiencia que por la especulación. a sus afirmaciones el carácter de dogmas, lo que ttende a congelar la Inves-
tigación científica. Así, por ejemplo, la teoría de Ptolomeo pasa a ser

11l Cfr. Asimov, Isaac, iu/m(/urrifÍII ,, 111 cimrin. Madritl, Pl:t7.:t y 1973, JJ· 21.
78 Uno de los comentaristas árabes más importantes de Aristóteles fue Abu 1-Walid lbn Rusd,
77 L:1 itl•;:tde que la tierra c:sl:\ qtiic:l;l y cluuiverso gira en su tkncc.lor c:;tfl lejos uc llamado Averroes (1126-1198), médico, filós_ofo y jurista nacido en obras
N;Hl:t t·sl:\ ni mueve sir•o en rclad<in otros y t•n el dontle todos lo$ cucr· principales fueron traducidas al latín y conocidas en Europa, eJercieron gran mfl'!encia. Sus
JIOS se tnUC\'t't. rd:tción con !o."i es c.ucslión de tled.tióu mrltJdoMgim suponer qnr. uno de ellos seguidores formaron una escuela el averroísmo. "El pehgro que para la ortodoxta
permanece "inmóvil'' (lo que t'<JIIÍ\'alc a tomarlo C«!mo plmlo de acfcrcnd<t p:1ra el movÍ1!1icnto los taba el averroísmo llevo a la prohtbtcton, por parte de los papas Y IY, no
otros cuerp?s). C!\ic contcxln, la del sistcm:1 las obras de Averroes sino del mismo Aristóteles; Por su profeston
su r;myor .qmfll•rttlnrl, ap:nlc de olnts rfl7.otu.·s c¡uc en la t'!pocn de Copénuco mm no pod'"". aprcc1:11 se contra los averroístas, no escapó a las críticas ni el Enctclopedtco
(cfr. Copi, Irving M., Introducción a la lógica, Bs.As., Eudeba, p. 383).l'cm, por cncnn:t de Salvat, t. 2, Caracas, Orinoco, 1955, p _.635). cunosa comctdencta: segun Ernesto Renan, los
cuestión, rcsult;a dmu «.JUC '" nwíu im·occ\tla por l'lnlomco para afirmar que los cuerpos celestes desea 1· musulmanes consideraron a su vez hereJe al propiO Averroes, y lo deportaron.
bían drcularcs nu era, por cierto, de las mits plausihlcs.

\'''
182 .1 {.),_)
doctrina oficial, y. se califica de herejía cualquier intento de apartarse de
ella (comp más tarde Galileo descubriría en carne propia).
La fuente de conocimiento privilegiada en la alta Edad Media y a px:in- 3.9.1.4. La revolución empírica
cipics del Renacimiento era, pues, la autoridad. En primer h1gar, la de les
textos religiosos (el primero de ellos la Biblia, cuya interpretación literal no La anécdota de Galileo y el escéptico marca un punto de fractura c¿1la
podfa ser puesta en duda). Junto a ellos aparedan los textos de Platón y de evolución de la investigación científica, que transformaría por completo el
Aristóteles, que se aceptaban como doctrina incuestionable en materia de concepto de dencia a través de una revolución en el método. Hemos citado
ética y ciencia. Los escritos de otros autores antiguos tarnbién posefan gran ya varias veces a Galileo Galilei (1564-1642), y no sin motivo, ya que el no-
prestigio, y tnttchas de sus doctrinas fueron aceptadas por su mera enun- pisano fue una de las figuras decisivas que determinaron la adopción
ciación. ... · del método experimental en las ciencias De entonces en más, la
El conocimiento. medieval habra hallaqo un buen tnodelo, ya que Aris- piedra de toque para la aceptación rechazo de una hipótesis dentífica
tóteles es, tal vez, el filósofo Jnás notable que haya producido la .humani- sería Sll confirmación O SU refutación por la experiencia, y no SU acuerdo O
dad. Pero, aun en este contexto, el progreso cientifico se hallaba condena- desacuerdo con algún texto clásico.
do. irretnisiblemente. La única tarea posible para quien se dedicara. a la Tiempo después, la ciencia ha madurado lo suficiente para permitirse
ciencia era el con1entario de los textos clásicos, y las disputas sobre cues- una doble división.- Por un lado se separan las ciencias formal s de las natu-
tiones de hecho eran zanjadas recurriendo a la cita de algún .pasaje de los rales, o fácticas. Las primeras (geometría, matemáticas, lógica) conservan
textos canónicos. El ejemplo clásko es el de aquel astrónomo estolástico el ideal griego de la deducción rigurosa a partir de axiomas. Las otras (físi-
a quien ofreció su telescopio para que viera las lunas de Júpiter, que ca, biología, etc.), en cambio, aunque no reniegan de la demostración for-
acababa de descubrir. El hombre se neg6;adujo que las lunas de Júpiter no en última sus proposiciones al tribunal de lé! expe-
podfan existir, dado que no figuraban en el tratado sobre astronomfa de nencta. Por otra parte, las qenc1as se separan, una ·a una, de la
Arist6teles 79 y que si el telescopio dejaba vérlas debfa ser un instrumento Esto no significa, por cierto; que el filósofo deje de ocuparse de las cues-
diabólico. tiones científicas; pero en adelante lo hace desde un metalenguaje:·el de la
Poco debe extrañar, en tales circunstancias, que los text-:s de autores teoría de la ciencia, o epistemología. , . ..
n1edievales (y aun posteriores) reprodujeran punto por punto las descrip- No es posible (ni útil para nuestros fines) relatar aquí lastransfQrma-
ciones de animales expuestas por Plinio el Viejo (23-79) en su llistoria ttalu- ciones sufridas desde entonces por las distintas disciplinas. Nos contenta-
ral. En ella se inclura a !ás yeguas del norte de África que; fecundadas por remos, pues, con ejemplificar el desarrollo de las ciencias con el de una
el viento, engendraban potros n1uy veloces, y a las horn1igas de la India, ciencia en particular: la física.
que extnifap el m·o de la Herra y tenran el tamaño de un lobo 80 • Si. Galileo fue el creador de 1a mecánica terrestre, la mecánica celeste
debe su aparición a tres hombres. Nicolás Copérnico (1473-1543), polaco,
7
!1 CCr. Co¡,i, Introducción a la lógica, p. 374. En tigor, har que reconocer que no todos los argu· fue casi contemporáneo de Galileo e influyó grandemente en éste. A su
n1r.nlos en contra de lo!! clr.scul>rimtcnlos tle Galileo sP. rundabi1n en la autoridad: algunos eran mb 01 1· obra se debió el rechazo de la doctrina de Ptolomeo, con lo que se abandonó
e imaginalivos. Su contrmporé\neo, el Fnmcesco Sizi, ''Hay siete vent.mu la imagen de la tierra como centro del universo y se colocó al sol como pun-
cabe1.a, odficios orcjns, dos ojos yun:t boca: as( en ios cielo< hay dos estrellt>Js fa-
vorables, dns que no son dos ltúnin:uitts, y Mercurio. eltinicc que un se dvricl,.' permanece to de referencia del sistema81 • fycho Brahe (1546-1601), astrónomo danés,
indiCcrcnte. De lo cual, asr como de tímchos olros fenómenos de la simil:ue:> o Al slete mela·
les, etc.- que scrra tedioso enUt1lcr:u, inferimos que el número de Jos e" necesariamente,
..• Adem:\s, los salélites son in\'isibles a simple vista, y por lo tanto no pueden tener inOuend& 81 La obra de Copérnico, recogida por .. Galile0, es a menudo tomada como símbolo del
sobre la tierra, y p:>r lo S\!r!:m imitiles, y p<lr lo tanto no existen" (Holton y Roller, Foundalions of cambi0 d-=dífico de su época, al que suele llamarse "revolución copernicana'': la ciencia fundada en la
Modtnl Pllysical Scr'rncc, citado por Jlempel, Carl G., Filoso/fa de ltt citmda 11alural, Madrid, Alianza, , observación directa de la realidad, con prescindencia de los argumentos de autoridad y a pesar de las
J!17(;, p. 77). El pa8ajc rJcnmestra una resistencia sirililar dejarse convencer por la experiencia. presiones políticas o.religiosas. Este cambio de frente del método científico se corresponde también
80 Sobre :,s hormigas ver Tabori, Faul, ]fistoria dt la estupidez humana, Bs. As., Siglo simbólicamente con la sustitución del punto de referencia de la mecánica celeste, que llevó del ge-
V.eintt, 1!164, p. ¡f2 y ss. AIIC se rastrea la áe la )listoria, cnn varias versiones, hasta el siglo ocentrismo a la concepción heliocéntrica. Hay que decir que la revolución copernicana, aun en su origi-
XVII. . nario aspecto enfrentó una dura y prolongada resistencia: Lutero y Calvino la comba-

184 185
reunió una impresionante masa de datos astronómicos (que él usaba para
practicar la astrología); datos que sirvieron al sabio alemán Johannes
Kepler (1571-1630) para enunciar las leyes de la mecánica celeste ..- \ 3.9.1.5. Todo es relativo
Sin embargo, quien consiguió unir ambas teorías bajo un grupo de le-
yes generales del movimiento y de la gravitación (tanto en el cielo como en Sin embargo, tan inocente confianza fue rápidamente desbaratada, precisa-
la tierra) fue Isaac Newton (1642-1727). La generalización y la mente en el momento en que alcanzaba su punto más alto. En 1905 apare-
ción-de la física, desde Newton en adelante, hizo que esta ciencia adquiriera ció en una revista científica alemana el primer artículo de Albert Einstein
gran prestigio y llegara a considerarse como un modelo de ciencia natural. (1879-1955) acerca de la teoría de la relatividad, que representó para la físi-
Todas las ciencias buscaban parecérsele. La propia filosofía, al mismo ca una nueva revolución, comparable a la de Copémico o Newton.
tiempo, entronizaba al mecanicismo como teoría dominante y daba con ello Es imposible (y afortunadamente innecesario) exponer aquí, siquiera
un trasfondo filosófico a las teorías newtonianas. brevemente, la teoría de la relatividad. Basta decir, por ejen1plo, que ella se
A partir del siglo XVIII comienza una etapa de expansión del pensa- separa de N ewton en puntos fundamentales, aunque abarca la teoría newto-
miento científico, que va ampliando su campo de acción hasta cubrir cada niana en otra más amplia, que deja de considerar el tiempo y el espacio co-
vez más aspectos de la realidad. Las ciencias formales, por su parte, habían mo valores absolutos para tomarlos en su conjunto como una dimensión re-
refinado considerablemente su aparato, con lo que la física pudo expresar- lativa del universo (el continuo espacio-tiempo), y que disolvió también la tra-
se formalmente 82 • dicional dualidad entre materia y energía al descubrir la famosa conversión
La ciencia física posterior a Newton, sin embargo, quedó deslumbrada de una en otra (la conocida fórmula E = m.c 2).
por sus nuevos logros como la ciencia medieval lo había sido por Aristóte- La física actual sigue siendo einsteiniana; pero, habiendo aprendido de
les, e incurrió (aunque esta vez en menor medida) en el pecado del congela- sus errores, ha perdido la soberbia de creerse la única explicación posible
miento. Dio por sentado que la visión newtoniana del mundo era inmodifi- del m1.mdo. El científico de hoy está dispuesto a reconocer sus equivoca-
cable y se dedicó con ahínco a construir el edificio científico sobre los pila- ciones y está preparado para aceptar, más o menos graciosamente, una
res establecidos por el sabio inglés. nueva revolución científica...
Por obra de la experiencia y de la inducción, el universo se había trans- Pero, pensándolo bien, ¿lo está? Esta humildad, ¿no encerrará una
formado en legal, y por lo tantó era predecible. Esto, sumado al enorme nueva soberbia que el futuro haya de desenmascarar? Sólo nos queda espe-
progreso tecnológico que concitaba el entusiasmo público, llevó a la ideolo- rar, y ver.
gía del progreso. Esta concepción tuvo su mayor incidencia a fines del siglo
XIX, y postulaba que la historia de la humanidad podía verse en forma li-
neal, como una búsqueda constante de avance. El último eslabón de esta ca- 3.9.2. ¿El castor o el cangrejo?
dena, el siglo XIX, era naturalmente el más perfecto; y todo ''progreso'' ulte-
rior se imaginaba como un avance en la misma línea ... si es que se lo imagi- La breve reseña que hemos examinado puede llevarnos a la conclusión
naba83. de que el conocimiento científico, pese a los períodos de estancamiento pro-
vocados por la excesiva confianza y, en todo caso, gracias a las diversas re-
voluciones que sacudieron sus métodos, ha ido progresando a lo largo de
tieron vivamente, y "hasta 1822 la Iglesia romana siguió ordenando que la teoría copernicana se mane- los siglos. A veces se tomaron caminos equivocados, pero cada vez que se
jara sólo como un procedimiento matemático, como una 'hipÓtesis de trabajo' sin significación real"
(cfr. Hull, L.W.H., Historia y Filoso/fa de la Ciencia, Barcelona, Ariel, 1961, págs. 170 y 179).
82 Esto habría sido anticipado por Galileo, quien escribió que "la naturaleza está escrita en carac-

teres matemáticos". actividad humana es mera ilusión. En el mismo error han caído agudas mentes filosóficas o científicas,
83 Esta idea no sólo se expresaba en ciencia y tecnología, sino también, por ejemplo, en el arte. El como Kant, quien sostenía que en lógica estaba todo dicho por Aristóteles, o Francesco Carrara (1805-
figurativismo o realismo se entronizó, hacia mediados del siglo XIX, como la escuela pictórica que repre- 1888), eximio jurista italiano, quien aconsejaba a sus alumnos no dedicarse al derecho penal, pues ésta
sentaba la culminación de la historia del arte. El impresionismo primero, y luego todos los demás "is- era una rama de la ciencia jurídica ya acabada, en la que nada nuevo podía decirse. El siglo XX se encar·
mos" (fauvismo, cubismo, etc.) demostraron que la idea de poner punto final al desarrollo de cualquier gó de desmentir a ambos.

186 187
siguió el camino correcto se acumularon nuevos conocimientos en el edifi-
cio la ciencia. que se halla en constante expansión. Para utilizar una me- canee y los límites de ésta. El hombre de ciencia no vive fuera de la histo-
táfora, comparar la ciencia con un dique construido por los cas- ria: forma parte de su p:r:-opia época y su actividad se desarrolla en medio de
tores, que van agregando constantemente piedras y ramas, en forma labo- la aGeptación general de cierto paradigma. El investigador comparte habi-
riosa y paciente. Seguramente, se dirá, hemos progresado enormemente en tualmente este paradigma (a menudo tan fielmente que ni siquiera se le
E:.Í. camino del conocimiento y de lado las teorías demostrablemente ocurre que pudiese ser distinto). Otras veces está en desacuerdo y trata de
falsas: el progreso de la es visible, y acerca de esto nadie puede es- modificarlo, pero esto último sólo ocurre cuando están dadas las condi-
tar en desacuerdo. ciones sociales y psicológicas para hacerlo, dado que un cambio en el para-
Pues bien, sí: hay quien está en desacuerdo. A partir de la obra princi- digma representa una modificación de la estructura que percibimos en el
pal del historiador de la ciencia Thomas S. Kuhn 84, el tema del progreso de mundo88, una variación en nuestros esquemas generales de interpretación
la ciencia es arduamente debatido. de la realidad.
Para seguir con la metáfora zoológica, puede decirse que en la concep..; El paradigma dom.inante llega a entronizarse la adhesión de
ción de Kuhn la ciencia aparece como un cangrejo, que abandona su grieta la comunidad científica, y es abandonado por la pérdida de esta adhesión.
cuando le resulta incómoda y se dirige, caminando de costado, hacia otra época,. pues,_ el los cientijicos d que determina qué es la
que considera más adecuada a su necesidad. Veremos ahora en qué consis- ctencta. Esta af1rmac1on puede susc1tar alguna extrañeza, ya que suena co-
te esta concepción. mo afirmar que un_ oonjunto ·de proposiciones una ciencia cuan-
do generalmente se admite que lo es; y tal criterio parece ·decepcionante-
mente· subjetivo, frente .a la pasión .por la objetividad que declaman los
3.9.2.1. Los paradigmas
científicos. Pero es preciso tener en cuenta que la historia rn.uestra una
constante interacción entre hechos e ·ideas: éstas tienden a producir
Kuhn sostiene, básicamente, que no en todo-momento se puede hablar hechos, pero los nuevos hechos modifican las ideas preexistentes, y así en
de progreso de la ciencia, Y9, que én .ocasiones esta palabra carece de signifi- lo sucesivo. · ·
cado discernible. En las ciencias, dice, se producen revoluciones, caracteri- Los paradigmas cumplen una función positiva y otra negativa.
zadas por el cambio del paradigma 85 o modelo de ciencia que hasta entonces La positiva consrste en determinar las direcciones en las que ha de de-
se La investigación científica se desarrolla en cada ·m«::>mento de sarrollarse la ciencia normal,· por medio de la propuesta de enigrr)as a resol-
acuerdo con el paradigma dominante: es lo que Kuhn llama ciencia nor- ver dentro del conte-x.to de las teorías aceptadas 89• Newton, por ejemplo,
mal86 (acorde con las normas). Así, cuando el paradigma dominante era el sostuvo· que la gravitación entre dos cuerpos es directamente proporcional'
de la física de N ewton, la investigación se desarrollaba según su modelo y a su masa (l.! inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los
en el sentido que él marcaba; y cuando fue reemplazado por el paradigma separa. No especificó la cuantía de esa proporcionalidad, pero el paradigma
relativista de Einstein, cambiaron tanto los problemas planteados por los aceptado a partir de la física newtoniana inducía a pensar que, si la gravita-
científicos como el tipo de soluciones a buscar. ción valía para todos los cuerpos, cualquiera que fuese su masa o su lugar
¿Qué es un p.lradigma? Un grupo de proposiciones que, aceptado por la en el universo, debía haber una constante universal que la expresara
comunidad en un momento dado, determina qué es lo que va a numéricamente. Esto dio lugar a numerosas e importantes investigaciones
considerarse como ciencia en el período de su predominio. El paradigma enmarcadas en aquel paradigmá90 •
constituye e! trasfondo de toda investigación científica87 . , y determina el al-
84
Kuhn, Thomas S., The ';tructure :Jj Scientijic Ret'Oiutions, University of Chicago, 1962. En lo
que sigue usaremos la versión castellana, La estructura de las revoluciones cientificas, México, Fondo de . tiempos de cuando la tradición científica normal cambia, la percepción que el
Cultura Económica, 1971. ., Clentlfico tiene de su medto ambtente debe ser reeducada, en algunas situaciones en las que se ha fami-
85 liarizado, debe aprender a ver una forma (Gestalt) nueva" (Kuhn La estructura de las revoluciones cient(-
Kuhn, La estrUctura de las revoluciones cientificc' p. y siguientes. ficas, p. 177). '
86
Kuhn, L.1 estructura de las rewtuciones cientificas, p. 1 _ 89
Kuhn, La estructura de las revoluciones cienÚfims, p. 53.
87 Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, p. 165. 90
Kuhn, La estructura de las revoluciones cientf/t"cas, p. 58.

188 189
La función negativa del paradigma es la de establecer los límites de lo el paradigma posterior: cadá revolución científica es un cambio total de la
que ha de considerarse ciencia durante el tiempo de su predominio. Kuhn percepción del mundo. De este modo, Kuhn se opone a quienes pretenden
sostiene que cada paradigma delimita el campo de los problemas que que las leyes de la física de Newton pueden derivarse o explicarse dentro
pueden plo.ntearse, con tal fuerza que aquellos que caen fuera del campo de del paradigma einsteiniano93 •
aplicación del paradigma ni siquiera se advierten. Así, los físicos aristotéli- Hemos comparado al principio la idea de la evolución de la ciencia con
cos nunca pudieron concebir al péndulo como una entidad sujeta a leyes el trabajo de un castor, y la de las revoluciones (o cambios de paradigma)
propias, ya que nunca vieron el fenómeno de un cuerpo suspendido de una con la actitud del cangrejo. La segunda de estas concepciones se opone a la
cuerda como algo distinto de otros fenómenos que normalmente estu- primera en la medida en que entra en conflicto con la llamada ideología del
diaban. Lo observaban como una especie de caída: cada cuerpo pesado se progreso (ver 3.9.1.4.).
desplazaba por su propia naturaleza hacia la posición más baja posible, y En efecto, el único progreso científico consiste, para Kuhn, en el trabajo
por eso el péndulo era simplemente un cuerpo que encontraba su caída per- que cumple la ciencia normal para responder a las preguntas que genera su
turbada por hallarse colgado. Fue Galileo quien, con el cambio del paradig- propio paradigma; pero la palabra "progreso" es inútil para describrir los
ma de la física (cambio al que él contribuyó personalmente), pudo estudiar cambios de paradigma, ya que éstos son incomparables entre sí. Por otra
el péndulo como un fenómeno diferente del de la caída91 • parte el médoto científico sólo tiene cabida dentro de cada oeríodo de cien-
Los paradigmas cambian de un modo semejante (aunque en gran esca- cia normal, ya que las revoluciones científicas no .ocurren nÍetódiCéll-nente94 •
la) al de las hipótesis científicas. En los períodos de ciencia normal apare-
cen anomalías que las teorías integrantes del no consiguen
explicar. Durante un tiempo tales anomalías no se observan, o no se les
presta atención; después se busca su solución mediante nuevas teorías que 3.9.. 2.2. Las ciencias adelantan que es una barbaridad
puedan insertarse en el par3digma vigente y, por último, ante el fracaso de
ese intento, se proponen nuevos paradigmas92 • El tema suscitado por Kuhn es complejo, y no cabe discutirlo aquí en
. Lo que caracteriza a la teoría de Kuhn es la afirmación de que los para- profundidad. !Iay que señalar, sin embargo, que la polémica desatada con
dtgmas no. son conmensurables; es decir que las teorías que se inscriben en la aparición de sus tesis aún no se ha acallado, y se enriquece constante-
un paradigma no pueden traducirse en términos de las teorías que fonnan mente con nuevos aportes.
Pero la exposición de la teoría de los paradigmas puede dejamos en la
91
Kuhn, La estructure.( de las revoluciones cienttjicos. p. 187. Esta concepción de Kuhn se acerca boca un sabor muy amargo. Creíamos que Aristóteles era mejor que los
mucho a 1as teorias materialistas acerca de la ciencia. En autores como Michel Foucault (Historitz de la presocráticos; que Galileo había avanzado a partir de Aristóteles; que New-
la cl4sú:a. México, Fondo de Cultura Económica, 1967, p. 34 y ss.; Vigilar y castigtzr, Mé-
S1glo XX!,, .1976, p. 198; o más claramente en Althusser, Louis y Balibar, Étienne, Para leer El Ca-
ton había superado a Galileo y que Einstein había llegado más lejos que
¡ntal, Bs.As., S1glo XXI, 1974, p. 31 y ss.) aparecen claramente dos de las ideas fundamentales de Newton. ¿Resulta ahora que nada de esto es verdad? ¿Que el avance cientí-
Kuhn: a) las circunstancias históricas marcan el contenido del saber científico en detenninadas épocas, fico es un mito del siglo XX? Entonces ¿cualquiera puede proponer un
P?rque las preguntas que pueden formularse en el marco de cada teorfa son limitadas; b) las
c1ones del mundo no son comparables. Asf, por ejemplo, la locura no se consideraba una enfermedad digma nuevo y burlarse de toda la ciencia conocida, sin que haya medios
que requiriera internación hasta los siglos XVJy xvn(Foucault), y la teoría deljlogisto no pennitía ver el para discernir los méritos de uno y otra?
oxígeno (Althusser).
92
un punto ero. el que la idea de se opone específicamente a quienes, como Popper,
que CJencJa opera con el método hipotético-deductivo; si toda teoría convive con contra- 93 La idea de revolución científica en Kuhn es parecida a la explicación de Kelsen acerc_a de las
eJemplos, saempre se refutada. Pero, en realidad, la diferencia entre ambas posiciones es m.:&s de revoluciones en el mundo jurídico. Producida una revolución (o golpe de Estado), cambia ra nonna bási-
ella separa a qu1enes buscan fundar una metodología en la historia de la ciencia (como Kuhn) de . ca dei sistema (que es la fuente de validez de las demás normas), y por eso, aunque el contenido de las
qutenes creen que ella del conocimiento científico (cfr. Radnitzky, Gerard y An- nonnas inferiores no cambie, todo el sistema jurídico deviene diferente por fundarse en una fuente de
der.,son, Gunnar, ¿Hay mtmos objetitA.?s del prognso cinltfjico?, en Radnitzky, Gerard y Andersson Gun- validez distinta (cfr. Kelsen, Teorla pum del derecho, p. 218).
nar, racionalidad en la ciencia", Madrid, Alianza, 1982, p. 17 y McMoUin, Eman, 94 Esta idea, en conjunción con la de la inconmensurabilidad de los paradigmas, es la que ha lle-
La fdosofta de la aenaa y sus reconstruccitmeS rocümales• en Radnitzky y Andersson • comp .• ob. c1"t .•.
216). p vado a los criticos de Kuhn a acusarlo de propender al irracionalismo.

190 191
1

J
Y si es así, ¿no sería mejor abandonar toda pretensión científica y dedi- de cierta dosis de ingenuidad. Los límites y aun el contenido genérico de la
carse a la música o al salto con garrocha?95 • ciencia de cada época responden al consenso contingente de los científicos,
Acaso tanto desencanto no se justifique. Hay que reconocer, es cierto, y éstos son seres humanos dotados de sentimientos, intereses y prejuicios.
que palabras como ''progreso'· o "avance" poseen una carga emotiva que En efecto, hay muchos factores que inciden para que determinada línea
tiñe de subjetividad valorativa la idea de evolución científica. Y, en esttf: de investigación predomine en ciertas épocas y para que otras líneas sean
contexto, alguien podría las investigaciones científicas que descartadas sin examen serio. Esto puede ocurrir porque hay financiación
permitieron la. construcción ee armas nucleares no representaron progreso para ciertos ámbitos o temas de investigación y no para otros, 'O porque de-
alguno. Pero si abandonamos el uso ingenuo de esta noción y asumimos quL terminados problemas "están de moda" en virtud del poder de convocato-
ella presupone un juicio pra;smático sobre los resultados de la ciencia, po- ria de científicos prestigiosos, o porque se buscan soluciones a ciertos
demos recordar que el juici1) más general es el que abarca a la humanidad problemas prácticos particularmente acuciantes en un momento y en un lu-
entera a lo largo de su histmia, y que en todos los tiempos e1 hotnbre ha tra- gar determinados. Motivos políticos, económicos o psicológicos hacen,
tado de dominar el mundo e u e lo rodea y dirigirlo a sus propios fines. Estos pues, que los investigadores que nadan contra la corriente y no se ajustan a
fines se hallan sujetos a dlli·as controversias, pero, de hecho, la instrumen- los temas en boga acaben en la práctica tan aislados como un náufrago soli-
talización de la realidad ex'..:erna ha sido sietnpre una ambición de los seres tario y cuenten con muy escasas probabilidades de someter sus conclu·
humanos. siones a la confrontación pública. Valiosísimas ·líneas de investigación
Podríamos, pues, esbl una noción de progreso científico desde el pueden haberse perdido de este modo, al no superar el coytmtural obstácu-
punto de vista de la tecnología. Es una tecnología más avan.Gúda la que per- lo de la aceptación inicial por el entorno, que habría sido necesaria para lle-
mite un mayor manejo de la realidad (con independenciá de los fines huma- var aquéllas adelante. Los límites de la ciencia, pues, parecen determina-
nos a los que se dirija tal manejo); y, cotno la tecnología es consecuencia de dos y modelados por los factores sociales en que los científicos se hallan in-
las teorías científicas que aceptan en una en una sodedad deter- mersos97. ·
minadas, sería posible de progreso en ciencia cuando el cambio de Si tal cosa ocurre con las ciencias en general, más grave es en este as-
las teorías científicas trajest· aparejado un avance tecnológico 96 • pecto la situación de las ciencias sociales. El propio científico, como in-
Se· trata, desde luego, una propuesta sujeta a rechazo, tegrante del grupo en el que vive y trabaja, forma parte del objeto de su
confirmación, perfeccionamie1 1to o Así, precisamente, es como ciencia, y sería utópico exigirle que no proyectara en ésta sus intereses per*
opera la ciencia. sonales y grupales, al menos a través de las hipótesis ocultas que integran
su visión de la realidad.
Descartemos por un momento los condicionamientos más obvios, como
3.10. La objetividad de la ciencia ·los de las teorías económicas monetarista, desarrollista y marxista, y exa-
minemos el modo en que la tarea del científico social se ve influida por su
Al examinar la teoría de los paradigmas hemos observado que el papel propia interpretación de la realidad.
de la ciencia como simple observadora imparcial de la realidad no puede 97 Estas consideraciones han sido a veces llevadas hasta la exageración. Una época hubo en que
aceptarse como punto de·partida del pensamiento científico·sin hacer uso toda pretensión de rigor científico era tachada de "cientificismo" y hasta el estudio de las ciencias for-
males, como la lógica, era combatido por razones ideológicas. El argumento podía resumirse así: todo
estudio importa una elección de prioridades, y la investigación de ciertos temas "no comprometidos"
95 Quién sabe si semejantes actividades nos permititian evadimos del problema: tal vez pueda tiene objetivamente por consecuencia desplazar la consideración de temas político-sociales destinados
sostenerse que el arte y el deporte esUh1 sujetos también a paradigmas cambiantes. a provocar concientiz.ación.
96 Esta definición de "progreso" no se halla exenta de críticas. ¿No es sospechoso que una pro- Puede advertirse que el argumento es lógicamente impecable: toda política consiste en la elección
puesta de definir "progreso" a partir de la tecnología se fomm!e a fines del siglo XX, cuando gran parte de prioridades, y la politica cientijica es también una parte de la política general. Pero, si el desarrollo
de los problemas del mundo giran alrededor del tema tecnolójiico? Semejante idea,. ¿no integra acaso de la ciencia ha de fonnar parte de los objetivos políticos de una comWlidad, será preciso establecer W1
cierto paradigma tecnológico? Y este paradigma, ¿no podtia ser combatido a partir de otro que propugna- clima en el que la investigación pueda desarrollarse libremente. Los intentos de supeditar la investiga-
se, como valor supremo, la perfección del espíritu por encima-dé lo material? Como puede observarse, ción científica a los dictados contingentes de la política general han llevado hasta ahora a resultados po-
no es fácil aquietar la ebullición del pensamiento. Tampoco es conveniente, como todos sabemos ya. co apetecibles.

192 193
En su pretensión de objetividad, el científico debe atenerse a los tos: los límites dependen de dertos criterios de razonabilidad determina-
hechos. Este recurso a la experiencia implica el reconocimiento de los dos, a su vez, por nuestros presupuestos, prejuicios e intereses 100 •
hechos sociales, la identificación de sus consecuencias y el descubrimiento Muchos conceptos científicos, por su parte, se definen por su relación
de los procesos en los que unos y otros se insertan. Pero estas acciones es- con ciertos patrones o estándares, dependientes de decisiones clasificato-
tán muy lejos de ser sencillas. rias no exentas de contenido ideológico. El caso típico es el de la psicología,
Los hechos, ante todo, no se nos dan en la realidad como entidades cuyos esquemas teóricos giran en buena medida en derredor de cierto
discretas98 que sólo esperan ser advertidas por nuestros sentidos. Un hecho patrón de nonnalidad que no depende estrictamente de la realidad. Así es
es un segmento del continuo de la realidad, que nosotros hemos recortado como la neurosis, por ejemplo, es considerada como un estado psíquico pa-
de ella y al que, generalmente, hemos puesto un nombre 99 • Este recorte, a tológico, una distorsión respecto del modelo de normalidad, pero ello no
su vez no es fortuito: depende de motivos pragmáticos, y es obvio que impide reconocer su instalación generalizada entre los integrantes de ·
entre éstos han de contarse nuestros condicionamientos sociales. Así, dis- nuestra sociedad de hoy101 • A menudo los estados patológicos se reconocen
tintos recortes de la historia del mundo entre 1940 y 1950 podrían dar lu- por la falta de adaptación del sujeto a las condiciones del medio en que vi-
gar, por ejemplo, a identificar como hechos la victoria de los aliados en la ve, decisión clasificatoria que parte de la aprobación de las condiciones de
Segunda Guerra Mundial, la introducción de la tecnología nuclear, el ocaso dicho medio o, al menos, de la admisión de su inevitabilidad. Y ambas acti-
de los imperios británico y francés, el nacimiento del jazz moderno o los al- tudes son el resultado de ciertas preferencias sobre prioridades, preferen-
bores de la computación. cias en las que el punto de vista del científico desempeña algún papel.
El condicionamiento valorativo en la identificación de los hechos se Una muestra de lo dicho se ha observado hace unos años en el movi-
multiplica cuando se trata del "descubrimiento" de los procesos. Un proce- miento de la llamada contracultura, que proponía estándares diferentes en
so está integrado por numerosos hechos (cada uno de ellos pragmáticamen- reemplazo de los tradicionafniente utilizados y, en el campo psicológico,
te recortado); pero tales hechos integran el proceso la medida en que se- prefería invertir los valores: el rechazo de las condiciones del medio, con su
an relevantes, y tanto los límites y el sentido del propio proceso como la re- secuela de inadaptación, constituiría el patrón alternativo de normalidad
levancia de los hechos que formen parte de él dependen enteramente de las psíquica.
hipótesis (a menudo no de las pa:te el i?yestigador. El conjunto de estas observaciones se integra en una concepción epis-
Por último una cienc1a busca trazar htpotests emptncamente contras- temológica global que recibe el nombre de sociolog{a del conocimiento. Esta
tables: por sobre relaciones causales entre fenómenos. Pero .iden- concepción sostiene que todas nuestras opiniones, las científicas tanto co-
tificar las consecuencias de los hechos (sobre todo de los hechos soctales, mo las morales, están determinadas por nuestros intereses, o, más precisa-
que no son fácilmente aislables del entorno por medio de la experimenta- mente, por la ideología ,total: el sistema de hipótesis en el que se mueve ·
ción) no es cosa sencilla. En efecto, a medida que la cadena causal entre nuestro pensamiento, sistema que se halla determinado por los intereses de
dos fenómenos se alarga, muchas otras condiciones intervienen en la pro- la sociedad en la que vivimos y especialmente de la clase a la que pertene-
ducción de cada fenómeno e infinidad de consecuencias se abren hacia el cemos. En otras palabras, que cada grupo social tiene la ciencia que le con-
futuro en forma de árbol. ¿Cuáles son los resultados de la acción de abrir viene. y se muestra reacio a plantearse siquiera la posibilidad de admitir un
una ventana? ¿Que la ventana quede abierta? ¿Dejar entrar aire fresco? ¿De- sistema de hipótesis diferentes.
jar salir una mosca? ¿Provocar el desgaste de los goznes? ¿Dar lugar a la Esta teoría de la determinación social del conocimiento científico niega
reproducción de muchas generaciones de insectos a partir de la mosca que en principio la objetividad de la ciencia: el conocimiento recibe una consi-
escapó? Las consecuencias o resultados de una acción o de un fenómeno derable influencia de elementos subconscientes o inconscientes que perma-
cualquiera no tienen límite natural en la intrincada cadena de causas y efec-
100Cfr. von Wright, Georg H. "Nonna y acción, una investigación lógica", 11, Madrid, Tecnos, f
1970, págs. 56 a 58, y Guibourg, Ricardo A., "Reflexiones sobre el concepto de acción", Comunica-
ciones del Primer Congreso Internacional de Filosofía del Derecho, La Plata, 1982, tomo 2, págs.
98 Es decir, separadas unas de otras. 177/179.
99 Ver párrafo 1.4.2. 101 Homey, Karen, La personalidad neurótica de nuestro tiempo, Buenos Aires, Paidós, 1958.

194 195
necen ocultos al sujeto pensante porque forman su habita! social, y ésta es En efecto, la tesis de Popper no carece de puntos flojos. Ya hemos vis-
la razón por la que este sujeto no advierte haber partido de hipótesis algu- to que el recurso a la experiencia no elimina la necesidad de seleccionar e
na. Los que viven en otro habitat social (intereses de clases incluidos) parten interpretar los hechos, y también que la panacea popperiana del libre deba-
de otras hipótesis que tampoco advierten, y los sistemas de. hipótesis di: te tiene siempre límites: no sólo los impuestos por la moda científica o por
fieren a veces tanto entre sí que no hay entre ellos puente Intelectual n1 las preferencias políticas o económicas del momento, sino también aquellos

!
transacción posible: cada grupo pinta la realidad con sus propios colores, a que ni siquiera advertimos, los que nacen del encierro del debate en un mis-
los que· atribuye una entidad trascendente e inmutable. . mo habita! social o, en términos más amplios, en un mismo paradigma (a la
Un formidable filósofo de nuestro siglo, Karl Popper 102 , ha salido al manera de Kuhn).
cruce de la sociología del conocimiento. Señala, ante todo, que esta tesis Un espíritu perfeccionista (y algo terco) razonaría, pues, de este modo:
propugna un paradoja! relativismo dogmático, ya que no se relativiza a sí "si la ciencia no es completamente objetiva, no es confiable; o, al menos, -
mismo: todo conocimiento está socialmente determinado, de modo que na- sólo lo es para quien la dirige a sus propios fines''. Y, al toparse con un
die sabe algo objetivamente; pero este conocimiento no está socialmente de- grueso tratado de una ciencia cualquiera diría, encogiéndose de hombros:
terminado, ya que, según sostienen los sociólogos del conocimiento "la 'in- "ésta será la ciencia de no la mía; ¡que se busquen otro tonto a quien
teligencia libremente equilibrada' de la intelligentsia 103 apenas anclada en engañar!'' Tal actitud, sin embargo, nos privaría de una cantidad de cono-
las tradiciones sociales puede evitar los abismos que median entre las ide- cimientos que, después de todo, tal vez sean útiles también para nuestros fi-
ologías totales y puede llegar a ver, incluso, a través de las diversas ideolo- nes, y, aparte de ello, no mejoraríamos en nada la situación de la ciencia.
gías totales, los móviles ocultos y los demás factores determinantes que las En este contexto, ¿por qué hemos de pretender objetividad absoluta en lo
inspiran'' 104 • que es producto de la actividad de tantos sujetos (es decir, subjetividades)?
Pero la crítica de Popper no se limita al aspecto intrasistemático de la La objetividad puede, en efecto, considerarse como un ideal (tal vez inalcan-
sociología del conocimiento; también se coloca frente a ésta para debatir el zable) al que se tiende en mayor o menor grado, según las condiciones
contenido de la objetividad científica: sostiene que la ''objetividad'' de la en que se cumpla la investigación; y el vehículo para acercarnos al Ídeal de
ciencia no radica en ·la objetividad de los científicos en particular sino en la la objetividad es la intersubjetividad: cuanto mayor sea el número y más
posibilidad intersubjetiva de verificación empírica. En_. otras palabras, la amplia la diversidad de los sujetos capaces de coincidir en un enfoque cien-
) ciencia es objetiva porque es pública 105, y no porque cada científico se halle tífico, tanto más universal será la validez de los conocimientos encuadrados
liberado de sus condicionamientos sociales. La objetividad del conocimien- en ese enfoque. Si aceptamos esta propuesta metodológica, aquí es donde
to depende de que éste sea el resultado de ui1 método que incluya el libre aparece la importancia del carácter público de la ciencia, tal como la conci-
debate, instrumento capaz de poner al descubierto al menos algunos de los be Popper. A través del libre debate, distintos intereses podrán enfrentarse
prejuicios de los científicos particulares. esgrimiendo diversas concepciones o teorías científicas, y en la medida en
Planteadas así las cosas, ¿quién tiene la razón? ¿Los sociólogos delco- que esto ocurra,. se habrá cumplido la toma de conciencia de las hipótesis
nocimiento, que atacan la objetividad científica, o Popper que la defiende? ocultas que postula la sociología del conocimiento. Desde luego, jamás hay
Si el lector ha llegado con provecho hasta este punto del libro, debe saber garantía de que el debate haya sido todo lo amplio que debiera; pero, cuan-
ya que ese tipo de preguntas está siempre condenado, en materia epistemo- to mayor sea la amplitud potencial del debate, tanto mejores serán las pers-
lógica, a recibir respuestas insuficientes. · pectivas de corregir los prejuicios y tanto mayor, en consecuencia, la espe-
ranza de objetividad con que podamos observar la ciencia vigente. Los pre-
102 Ver párrafo 3.8. juicios no eliminados quedarán, y no los advertiremos hasta que alguien los
103 El vocablo ruso "intelligcntsia" se emplea habitualmente para designar al grupo de intelec- critique. Podemos, en suma, imaginar la estructura científica de un mo-
tuales cuyos métodos y opiniones predominan en la vida cultural de un grupo humano. La palabra se
usa a menudo despectivamente. :i'
mento dado como una estantería, y los conocimientos científicos como los
104 Popper, Karl, La sociedad abierta y sus enemigos,/Buenos Aires, Paidós, 1957, cap. 23, pág. libros que vamos ordenando en ella. Tenemos estantes total o parcialmente
398. vacíos, porque esperamos llenarlos algún día. La investigación y el debate
105 Ver párrafo 3.1.2. público sobre ella puede llevarnos a sustituir unos libros por otros, a elimi-

196 197
nar estantes enteros o a const':uir una nueva pero! así como no
pedimos al sabio que sepa todo, no hemos de exigir a la.c1enc1a una estruc-
tura perfecta y acabada hacia el futuro: no que prevea des-
de ahora un lugar seguro para todo conocimtent? por venir, los lug!l-
res que el Museo Británico conserva para los fnsos del que aun
están en el Louvre o en Atenas. Hemos de buscar que la c1encta sea ob-
jetiva (o intersubjetiva) como sea posible con los de dispon- BffiLIOGRAFÍA
gamos, con la leal voluntad de abandonar o su o
estructuras tan pronto como advirtamos en el pnmero o 1nadecuac10n
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INDICE ALFABETICO

A aristotelismo, 41, n. 24; 47.


autocontradicción, 27; 111; 116; 119; 121.
autoridad, 100;101; 137; 138; 138,n. 1; 184.
a posteriori, 117, n. 28; 119 autoritarios, gobiernos, 102, n. 14.
a priori, 96. n. 10; 97; 116, n. 26; 117; 120; 123; autorreferencia, 102. n. 14.
132. lingüística, 27.
a priori· a posteriori, clasificación, 122,123, 135. normativa, 29, n. 14.
abogados, 34. axiomas, 100; 123; 133; 134.
accidente, 46. axiomáticos, sistemas, 90.
actitud, 67, n. 47; 72, 73. Ayer, A.)., 90. n. 6; 97, n. 11.
adecuación incitativa, 70, n. 50. azar, 110, n. 20.
úúonnativa, 70,n.50.
modalidades, 106.
álgebra, 22; 23, n. 3. B
ambigüedad, 21; 22; 49; 50; 51, n. 37; 62; 94;
124, n. 39; 125, n. 40; 128; 146. Barthes, Roland, 23, n. 4.
de la oración, 128. bello, 102.
de la palabra "necesario'', 116, n. 26. bien, 45, n. 32; 76, n. 60.
análisis del lenguaje, 16; 32; 34. blindar un argumento, 63.
anaHtica, oración, 125, n. 40; 129. Borda Guillermo A., 78, n. 61.
proposición, 96; 116; 118; 119; 121; 122; 123; Bulygin, Eugenio, 40, n. 23; 79, n. 62.
126; 127. 132,n.42;
analiticidad, 120; 122; 123; 133; 135. 140,n. 1; 141; 150, n. 16; 154, n.23.
aparente, 124
·explícita, 124.
grados de, 127.
e
ünplfcita, 124; 125; 126; 131; 163. cadena causal,llO, n. 20.
analítico, 120; 126; 135. dUcwo,22; 100; 123; 125; 153.
analítico • sintético, clasificación, 122; 128; 129; cambiar el modo de nombrar, 35.
130; 131; 134; 135. capacidad, 82.
analíticos a posteriori, juicios, 130. características, 42; 43; 168.
a priori, juicios, 130. accidentales, 46.
Aristóteles, 23; 44, n. 29; 46; 46, n. 33; 116, n. concomitantes, 46; 47; 55.
25; 120,n.33; 121,n.36; 182;183; 184; 186; definitorias, 45; 46; 54; 56; 63; 95; 119; 127
187. n. 83: 191. 137.

203
1
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l
j
_1\;_
.1

l
conjetura, 94. CH diacronía, 24; 25.
87,n.4. .. conjugación de verbos irregulares", 75. diacrónico, 25.
Carrió, Genaro R., 49, n. 35; 70, n. 52; 75, n. 59. conmutatividad, 22. Chomsky, Noam, 24, n. 7. dialéctica, 46, n. 33.
Carroll, Lewis, 133, n. 44. connotación, 42; 74, n. 56. relación, 85.
categorías, 44, n. 29; 44. n. 31; 132. cono de vaguedad, 49; 142. dialecto, 25.
categóricos, juicios, 120. conocer, 81; 81. n.1; 95. diferencia específica, 58.
causa, 110,n.20; 132. conocñniento,15;24;67,n.47;81;82;83;85;86; dinámico enfoque, 25.
causal condición, 95. 90; 105; 127; 137. D Dios, 126.
causalidad, 84; 131; 132. a priori, 117, 28. directiva, 7; 69.
102; 104; 155. contrastable, 104. decidibilidad, 48. discurso, 21; 65.
ciencia, 15; 53; 83; 90; 91; 137; 138; 140; 141; de la de proposiciones, 87. decisión clasificatoria, 30, n. 15; 40. disputa de los universales, 41, n. 26; 43, n. 27.
144; 145; 154; 174; 176; 177; 185; 188; 190; débil, 98. lingüística, 40; 48; 116, n. 26. divisiones del universo, 37; 39.
192; 194. directo, 82; 138. n. l. semántica, 61. divorcio vincular, 80.
delmedio,23;76,n.60;80;144,n.8;187,n.83. elemento subjetivo del, 94. deducir, 90. doctrina científica oficial, 102, n. 14.
evolución de la, 132. empírico, 115; 117; 118. definición, 53; 55; 56; 78; 125; 127; 143. de los autores, 101, n. 14.
ciencias, 13; 14; 21; 66; 83; 104; 112, n. 24; 143. fuerte, 98. de .. definición", 56. Dodgson, Charles L., 133, n. 44.
metafísico, 103. de "proposición analítica", 123. dominar, 67.
fornüUes, 133; 134; 148; 149; 150; 158; 180;
necesario, 115; 118, n. 31. débil de "conocimiento", 98; 165.
185.
teoría del, 84; 85. denotativa, 58.
sociales, objetividad en las, 13; 193. descriptiva, 60.
consistencia, 89. E
clases,39;43;44;44,n.31;45; 171. emotiva, 63.
de cosas, 63. Constitución, 28.
constituir los objetos, 38. estipulativa, 60; 62; 63; 146; 168, n. 46. Eco, Umberto, 74, n. 56.
de lenguaje, 20; 23. extensional, 58; 59.
contenido emotivo, 79. Echave,DeliaT., 106, n. 19; 116,n.25; 133,n.
clasificación,38;39;43;45;47;56;59; 147. fuerte de "conocimiento", 98; 165.
de las proposiciones (diagrama). 19; 130. metafórico, 21. 44; 144,n.7; 150,n.17;159,n.32;161,n.35.
contexto, 52; 62; 12. infonnativa, 60; 62. efecto emotivo, 74; 76; 192.
clasificaciones, 135; 143; 168, n. 46. 106;·108; 118; 119. intensional, 58; 59; 60. emotivo del lenguaje, 73; 74; 75; 76.
objetivas o verdaderas, 59, n. 42. neeesario, clasificación, 131. lexicográfica, 60. emotivo del lenguaje jurídico, 77, n. 60.
verdaderas o falsas, 39. nominal, 54. persuasivo, 78.
contradicción, 89; 92; 107; 111.
código, 19; 24; 70, n. 51; 88. ostensiva, 55; 56; 57; 58; 59. efectos, 91; 110, n. 20.
contrariedad, 106; 107.
analógico, 72, n. 55. persuasiva, 63; 76; 78; 79. . eficacia de las normas jurídicas, 93, n. 8.
contratos, 28.
digital, 72, n. 55. por designación, 58. ejemplo, 55; 143.
controversia ficticia, 40.
lingüístico, 67. por género y diferencia, 58; 59. función explicativa del, 55.
convenciones, 24.
"mgito, ergo sum ", 118, n. 31. real, 54; 55; 76, n. 60; 78; 123. elementos representativos, 30.
Copi. lrving M., 69, n. 49; 70, n ..52; 75, 58;
cognoscible a posteriori, 118. retórica, 77. emisor, 19; 24; 66; 70, n. 51.
169,n.48; 182,n. 77; 184,n.79.
a priori, 117. verbal, 55; 56. emociones, 21; 69.
correspondencia, 88; 92.
coherencia, 89; 90; dijininuium, 54; 78. emotiva actitud, 72.
teoria de la, 88; 93.
teoría de la, 89; 92; 97; 122. cosa, 34; 35; 36; 64.
de/inims, 54; 78. reacción, 73.
rompetence, 24, n. 7. definir, 108; 127. empírica, posibilidad, 110.
costumbre, 28.
competencia, 101. lingüística, 34; 60; 62.
un nombre, 73; 54. empírico, 87, n. 4; 117; 119.
una cosa, 73; 54. empiristas, 131; 133; 134.
comprobación, 122. creencia, 67, n. 47; 103; 137.
delimitación de la realidad, 38. lógicos, 133.
computadoras, 125; 163. · hipoteca, 98. del objeto, 36.
comunicación, 19; 20; 30; 35; 70, n. 51; 75. creencias, 67; 73; 75. entendimiento, formas del, 84.
delito, 76. entes, 41; 44, n. 29.
concebible, 112, n. 23. creer, 94; 95.
denotación, 40; 42; 43; 45; 58; 59; 127. entidades, 132.
conceptos, 38; 39; 42; 43; 46; 65; 78; 145. criterio de uso de la palabra de clase, 42. derecho, 72;76;76,n.60; 101,n. 14; 182.
abstractos, 100. de verdad, 87; 129. significativas, 31.
positivo, 102, n. 14. entonación de la voz, 72, n. 55.
cuantitativos, 48, n. 34. criterios de reconocimiento, 28. Descartes, René, 118, n. 31.
simples, 57, n. 41. delegados, 29, n. 13. enunciados, 64.
describir, 88; 12 autoevidentes, 97.
conceptualismo, 41, n. 24. crítica, actitud, 102, n. 14.
descripción, 21; 26; 67; 76; 84; 111; 112; 143. incorregibles, 97.
condición necesaria, 116, n. 26. Crystal, nc.vid, 24, n. 7. . designación, 40; 42; 48; 49; 57; 137.
condiciones de significatividad, 33. cuadro de ¡1oposición (de modalidades aléticas), jurídicos, 28.
106. i!
designar, 127. mal formados, 32.
de verdad, 27. despreciar, 67.
conducta,· 24. cualidad, 58; n• 42. observacionales, 90, n. 6.
· cuerpo social, 24. determinismo, 110. n. 20. epistemología, 13; 156; 185.
conductismo, 65, n. 44.

204 205
escepticismo, 97. finalidades expresivas, 69. porok, 24, n. 7
esencm,44;46;47;54; 79; 102; 118,n.31. física de Newton, 132; 188; 191. hablante, 24. de un mensaje, 72, n. 55.
de la analiticidad, 123. f/atus vocis, 87, n. 4. esquemas, 132.
esencmlismo, 44; 46; 78. hablar incorrectamente, 25.
fonna gramatical, 72. interpretar (signos arbitrarios), 32.
esencias trascendentes, 59, n. 42. formas de la intuición, 84.
Hart. H. L. A.• 29, n. 13; 29, n. 14. interrogación, 71.
espacio, 84; 132. de la percepción, 131.
hecho ling11fstico, 60; 117.
"hechos negativos••. 88. introspección, 47.
especie, 58, n. 42. del entendimiento, 84. intuición, 47; 54; 102; 104; 118, n. 31·, 133· 134·
especulación, 85. descriptivas, 71. Hegel, Guillermo Federico, 85. 1M. ' '
estados de cosas, 41; 63; 64; 65; 88; 92; 93. expresivas, 71. herramienta lingüística, 73. axio)ógjca, 102; 103.
estático punto de vista, 25. fónnulas, 22. persuasiva. 76. emocional, 102.
estilo, 25. Frege, Gottlob, 41, n. 25. hipótesis, 90; 143; 157; 165; 173; 174; 175; fonnas de la, 84.
estímulo y respuesta, 66, n. 44. fuente derivada, 100; 101, n. 14; 142, n. l. 175,n.6; 185; 190; l95. intelectUal, 47; 102.
estipulación, 62; 63. directa, 101. Hoerster, Norbert, 29, n. 14. sensible, 102; 103.
libertad de, 37. fuentes del conocimiento, 99; 105; 133; 137; 149. hombres de leyes. 40. intuicionismo, 103.
estipular, 61; 63; 78. del derecho, 101, n. 14. homonimia. 125, n. 40. inventar clasificaciones, 40.
estructura de la realidad, 33; 44; 132; 133. función ceremonial del lenguaje, 70, n. 52. hopi, cultura. 38, n. 19. nombres, 37.
estructuras conceptuales, 38, n. 19. descriptiva, 67; 68; 69; 72. Hospers. John, 74, n. 56; 112. n. 53. investigación, 13.
de pensamiento, 80. directiva, 68; 69; 71; 72. HU111e, David, 130.
ius /INblice mj)tnldnulum, 101, n. 14.
ética, 77, n. 60; 98; 181. expresiva, 69; 72; 73. humildad, 95; 98; 187. iusnaturaJismo, 76, n. 60.
etnológico, análisis, 66. ideológica, 78; 80. Husserl, Edmund, 118, n. 31.
evolución de la lengua, 25. informativa, 67
existencia, 41; 85; 86. operativa, 70.
experiencia,99; 117; 149; 150,n. funciones del lenguaje, 72. 1 J
19; 174, 185: 197. primarias, 67.
mediata o inmediata, 117, n. 30. jerarquía de las normas, 29, n. 13.
social, 72, n. 55. idea platónica, 44, n. 29; 54.
jetga profesional, 22.
expresión literaria, 23. idealismo, 46; 85; 86; 91.
G identidad de los objetos, 36.
juristas, 23; 28.
18. justicia, 45, n. 32; 76, n. 60.
expresiones bien formadas, 66. identificación, 35; 38; 39. justificación de creencias, 96; 97; 172.
género, 58, n. 42. ideol6i,rica, manipulación, 80.
mal formadas, 66. próximo, 58. justo, 102.
expresivas; formas, 67, n. 47. idioma, 22; 34. ·
genio, 110. personal, 61.
extensión. 42; 57. genotipo, 25.
geo111ebia, 100; 131; 133; 134. imaginable, 112. n. 23.
imposibilidad, 105; 106; 113. J(
euclidiana, 132.
F no euclidiana, 132. (diagrama de), 114.
gestos, 72, n. 55. imposible, 106; 107; 109; 110; 111. Kant, Emmanuel, 84; 116, n. 27; 119; 120; 121;
falacia, 63. giros por semejanza, 70, n. 5L imprecisión del lenguaje. 21; 53. 131; 132; 133; n. 83.
de autoridad, 101, n. 14; 140. gnoseolog{a, 84. inconcebible, 112, n. 23. Kelsen, Hans, 28, n. 12; 29, n. 13; 134, n. 8;
falsedad, 118. gobierno, 77. incorregibilidad, 90; 97. 178,n.66; 191,n. 93.
necesaria, 106; 116. golpe de Estado, 77. inducción, 90.
familia, 78; 79. gralllática, 24; 31; 32. inferir, 108; 129; 150.
fatalismo, 110, n. 20. Griffith, Philip, 95, n. 9. información, 21; 60; 63; 64; 67; 72, n. 55.
te, 104; 105. grupo social, 13; 66. teoria de la, 19. L
fenoménico, mundo, 131. Guibourg, Ricardo A., 29, n. 14; 55, 40; 106, n. informar, 67.
fenómeno, 84; 132. 19;116,n.26;133,n.44;144,n.7; lSO,n. 17; injusto, 102. Lacan,Jacques, 23.
fenómenos de lenguaje, 70, n. 51. 159,n.32; 16l,n.35; 195,n.100;198,n. 106. institución, 79. Langer, Suzanne, 70, n. 51.
de signo, 70, n. 51. insultar, 67. legislación, 61.
sociales, 73. intelección. 133. 11. 43. legislador, 28; 29.
i11tención, 69, n. 50.
fenotipo, 25. H intensión, 42; 57; 74. n. 56.
Leibniz, Gottfried W., 112: 116; 126; 127; 130.
Ferrater Mora, José. 112, n. 2.f; 158, n. 29; 161, lengua, 24; 25; 32.
n. 34; 162, n. 38. intereses del investigador, 13; 193. langue, 24, n. 7.
habilidad, 82; 155.
filoaoffa, 13; 14. interpretación, 123.
hábitos lingüísticos, 75. lenguaje, 15; 17; 18; 19; 21; 37; 51: t\!;; 66; 157;
anaHtica, 15; 104,n. 16. habla, 24; 25; 32; 65; 71. auténtica (de la ley). 101, n. 14. 72, n. 55; 86; 118, n. 31; 129: 13fl.
de Ja realidad, 13. análisis del. 15.

206 207
no yo, 36. poesía, 21; 50; 70, n. 51.
artificial, 20; 21. M nombres, 40; 54; 64. poeta, 66, n. 45; 70.
científico, 64; 68; 76. falsos, 39. polisemia, 49; 50.
concepto de, 24. Makolm, Norman, 95, n. 9; 98, n. 13. propios, 38; 42; 127. política, 72; 80.
correcto, 24. mandato, 68. verdaderos, 34; 39.
Martínez Marzoa, Felipe, 116, n. 27. jurídica encubierta, 102, n. 14.
de la ciencia, 23. nominalismo, 41, n. 24; 43, n. 27. social, 80.
de las artes, 70, n. 51. matemáticas, 91; 131; 133; 134. nonma,28;29;68; 70; 138, n. 1
Mendeléiev, Dimitri lvanóvich, 125, n. 40. posibilidad, 113; 114.
descriptivo, 67, n. 47. de segundo nivel, 28.
mensaje, 19; 21; 24; 66. empírica, 109.
expresivo, 71. fundamental, 29, n. 13. lógica, 111; 150
facultad del, 24. musical o plástico, 70, n. 51. válida, 29.
metafísica, 36; 45, n. 32; 66, n. 45; 102; 103; 104; noúmenos, 84; 131; 132. plano empírico, 109; 110. 113.
ficticio, 38. plano técnico, 108; 110; 113.
figurado, 50. 133. número, idea de, 23. n. 3.
metafísico, conocimiento, 54; 66; 103. planos de la, 113.
formal, 21; 22; 32; 53; 123; 146. subplanos de la, 109.
humano, 30; 24. metáforas, 50; 70, n. 51; 125, n. 40.
témica, 108.
jurídico, 76; 143, n. 6. metalenguaje, 26; 28; 29; 29, n. 13; 185.
descriptivo, 28; 138, n. l.
o tipos de, 108.
límites del, 103. posible, 109; 110; 111; 112.
natural, 20; 21; 22; 23; 32; 123; 129; 146; prescriptivo, 28. objeto, 26; 33; 34; 35; 36; 85; 86.
metalenguajes, cadena de, 27. positivismo jurídico, 76, n. 60.
niveles de, 26; 27; 28. . de conocimiento, 82; 131. positivistas lógicos, 89.
normativo, 28; 116, n. 26. metalingüístico, 27; 28. ideal, 84.
metanorma, 28. pragmática, 31; 65; 66; 74, n. 56.
objeto, 26; 29, n. 13. individual, 38. teoría, 91; 92; 93.
oficial, 80. metarregla, 29, n. 13. observaciones, enunciados, 90, n. 6.
metateórica, actividad, 83, n. 2. consideraciones, 100.
ordinario, 22. Occam, Guillermo de, 41; 41, n. 24. predicado, 120; 121; 129.
personal, 35. método, 93; 145; 147; 149; 154; 155; 157; 158; navaja de, 41, n. 24.
170; 176; 185. preguntas, 69; 71.
poético, 70, n. 51. omnisciencia, 87; 126. retóricas, 69, n. 49.
privado, 97, n. 11. moda, 23; 193; 197. opiniones, 72.
modalidades aléticas, 106; 106, n. 17; 106, n. 19. premisas, 133, n. 44.
técnico, 21; 22; 53; 146. oración, 64; 65; 87, n. 3; 128. presocráticos, 118, n. 31.
usos del, 64. ' de la verdad, 105; 110, n. 20; 115. gramatical, 31.
mónada, 127.- prestigio, 25; 80; 152; 177; 184.
utilidad del, 52; 53. oraciones, 32; 63; 64; 66.
Le Pera, Sergio, 40, n. 23. morfemas, 31, n. 17. descriptivas, 64. • trascendental, 29, n. 13.
Morris, Charles, 23, n. 4; 65, n. 44; 70, n. 50. órdenes, 21; 68; 71; 72. pnncJpJo de Identidad, 116, n. 27.
Lévi-Strauss, Claude, 23: 25. de no contradicción, 121; 124.
lexicografía, 33. mundo exterior incognoscible, 132. órganos, 29, n. 13.
externo, 85. del tercero excluido, 122; 124.
ley, 76, n. 60; 77; 79; 142; 166; 170; 175, n. 61. probabilidad, 54.
fuerza de, 101, n. 14. mundos posibles, 112.
p procesos fisiológicos del habla, 66.
injusta, 76, n. 60. propaganda, 80.
leyes, 79; 142; 143; 174. N
propiedades, 22; 68.
de la física, 113. palabras, 31; 33; 42; 88.
naturaleza, 39; 54. ideales o metafísicas, 102.
de la lógica proposicional,l24. de clase, 38; 45.
de cierto objeto, 47, n. 33. proposición, 65; 87; 87, n. 3; 128; 1SB.
físicas, 109. Pap, Arthur, 121, n. 34. necesaria, 117, n. 28.
lógicas, 122; 159. jurídica, 40; 40, n. 23. paradoja del continuo, 48, n. 34. 88.
naturales, 108; 110, n. 20; 171; 175; 178. de la familia, 79. del invalidante, 29. proposiciones, 63; 83; 87; 93.
libertad, 73; 99. sociológica, 39. del mentiroso, 27. a priori, 118; 149.
de estipulación, 35; 61; 93. navaja de Occam, 41, n. 24; 132. paradojas, 27; 29, n. 14. analíticas, 119; 120.
lingüística, 23; 24; 26; 29. necesario, 106; 107; 109; 110; 111; 112; pautas sociales, 25.
116, n. 26; 126; 134; 135. pedido, 68. de las (diagrama), 119.
lógica, 33; 89; 133; 142; 144; 153; 185; · contingentes, 105; 106; 108; 118; 121.
193, n. 97. necesario -contingente, distinción, 130; 134. percepciones, 84; 131. de hecho, 119.
cuantificacional, 121, n. 35. necesidad, 106; 113; 114. perfomance, 24, n. 7.
empírica, 11 , n. 26. descriptivas, 83; 86; 107; 140.
de predicados, 121, n. 35. persuasión, 67; 76. falsas, 41; 83; 119.
deóntica, 23; 116, n. 26; 121, n. 36. negaciones, 83. petición de principio, 122. necesarias, 111; 135.
formal, 22; 23. negativos, juicios, 121. Pierce, Charles, 23, n. 4. relacionales, 121.
modal, 106, n. 19. neoleng114.• 80. Platón,41,n.24;44,n. 29;45, n.32;46, n.33; sintéticas, 119.
alética, 121, n. 36. Newton ISaac, 110. 47; 118,n.31; 181; 183; 184. verdaderas, 83; 119; 138.
normativa, 23; 116, n. 26; 121, n. 36. Nino, Catlos S. 29, n. 14. platonismo, 41, n. 24. protocolo, 71, n. 53.
proposicional, 121, n. 35; 150. niveles de lenguaje, 26; 27; 29; 121. poder, 109; 113. prueba, 96; 97; 98; 104.
lógicas de diferente grado, 121, n. 36. del lenguaje normativo, 28.

208 209
empírica, 85; 96, n. 10. retórica, 63.
significados, 25; 66, n. 45; 72, n. 55. súbditos, 29, n. 13.
riqueza significativa, 21.
asignación de, 33. subsistir, 41.
Ross,Ali,27,n.10;28,n.ll:29,n.14;65,n.43
naturales, 20; 33. subversión, 78.
Q 178, n. 66. significar, 41; 64; 65.
ruegos, 68; 71. sujeto, 68; 85; 86.
signos, 18; 20; 23; 24; 31; 33; 65; 72l n. 55. cognoscente, 82; 84.
ruido, 19; 148. arbitrarios, 32.
Quine, Willard Van Orman, 27, n. 10; 44, n. 29; Russell Bertrand, 27, n. 10; 41, 25; 75; de la oración, 129.
128, n. 41; 129; 134. de admiración, 71. de una proposición, 120; 121.
104, n. 16; 161.
entrecomillados, 27. sustancia, 43, n. 29; 84.
Ryle, Gilbert, 82, n. 2.
explícitos, 72, n. 55. individual, 127.
primitivos, 31; 32. sustancial, ser, 46, n. 33.
R teoría general de los, 23.
S sustantivos comunes, 38; 44; 44, n. 30.
símbolos, 17; 18; 20.
racionalistas, 89; 131; 133; 134. arbitrarios, 22; 146.
razón, 99. saber,· 81; 81, n. l; 82; 83; ·94; 95; 95, n. 9; 96; 98; sincronía, 24; 25.
razonamiento, 99; 137; 141; 149; 159, n. 31. 99; 105; 139; 171. T
sincrónico, enfoqu€, 25.
fonnal, 100. hacer, 83, n. 2. sinonimia, 34: 74; 128; 129.
porposicionaJ, 83; 155. Tarski, Alfred, 88, n. 5.
realidad, 13; 36; 65; 84; 86; 89; 93; 94; 118; 131; sintaxis, 30; 31; 32; 33; 66. tautologías, 121; 122; 144.
132; 133; 134; 144; 158; 189; 198. público, 104. descriptiva, 33. taxonomía, 25.
abstracta, 46, n. 33. saludo, 71. especial, 33. técnica, posibilidad, 108'.
cognoscible, 84. Sapir-Whorf, teoría de, 38, n. 19. general, 33. tener un nombre, 35.
externa, 84; 86. Saussure, Ferdinand de, 23; 23, n. 5; 24; 24, n. 6; lingüística, 33. teoremas, 100; 134.
física, 34. 24, n. 8. lógica, 33. teoría, 91; 175, n. 61.
intrínseca, 54. Schaff, Adam, 38, n. 19. pura, 33. de la coherencia, 89; 92; 93; 97; 122.
límites de la, 103. sector de la realidad, 22. síntesis, 119. de la correspondencia, 88; 93.
lingüística, 34. secuencias significativas, 64. sintéticas, proposiciones, 116, n. 27; 118; 119; de la relatividad, 132; 187.
no sensible, 103. seguridad, 95, n. 9. 121, n. 36; 124; 127.
semántica, 30; 31; 65; 66; 74, n. 56; 125, n. 40. de la verdad, 87; 92; 93.
recortes de la, 43. a priori, 131. de las proposiciones modales, 116, n. 25.
sensible, 103; 148. descriptiva, 33. necesarias, 133. de los tipos, 27, n. 10.
social, 78. especial, 33. sintéticos, juicios, 126.
filosófica, 34. del conocimiento, 84; 85; 89; 129; 131.
trascendente, 78; 135. a posteriori, 130. pragmática, 91; 92; 93.
realidades sublimes, 103. general, 33. a priori, 130; 133.
lingüística, 33. teorías científicas, 102, n. 14; 143; 144; 173; 174;
realismo, 84; 85; 86. necesarios, 132. 176; 190
rebelión, 77. pura, 34. sistema, 20; 89; 100; 108; 134.
semejanzas de familia, 52, n. 37. de la lingüística y semiótica, 24.
receptor, 19; 24; 66; 70, n. 51. axiomático. 90. matemáticas, 112, n. 23.
régimen de fuerza, 77, n. 60. semiología, 23, n. 4. coherente de proposiciones, 92. términos científicos, 62.
regla de reconocimiento, 29, n. 13. médica, 23, n. 4. de clasificaciones, 39. definidos, 22.
del uso común, 37. semiótica, 23; 29; 30; 31; 33; 65. de enunciados, 97.
sentidos, 84; 98; 117. estrictamente definidos, 22.
reglas de deducción, 122. de proposiciones, 133. primitivos, 31, n. 77; 33.
de derivación, 32. sentimientos, 69; 193.
de proposiciones verdaderas, 129. técnicos, 22.
de formación, 32; 32, n. 18; 33; 66. significación, 20.
de reglas semánticas, 34. tiempo, 84; 121; 132.
de la construcción castellana, 64. existencia de, 66, n. 45.
de.signos, 23; 70, n. 51. tipos, teoría de los, 27, n. 10.
del idioma, 31. formas de, 66. deductivo, 122.
tipos de, 64. - tropos, 70, n. 51.
semánticas, 129; 130. dinámico, 25.
sintácticas, 64. significatlo, 17; 20; 32; 33; 34; 35; 38; 41; 42; 53;
total de conocimiento, 129.
reglamentos, 70. 54; 60; 65; 74; 74, n. 56; 78; 79; 103.
relacionales, proposiciones, 121. análisis del, 122.
sociología. 13; 66; 138; 148; 153.
solipsismo, 85; 86.
u
relaciones de comunicación, 67. cognoscitivo o descriptivo, 74.
sonrisa, 72, n. 55. Ullman, Stephen, 31, n. 17; 39, n. 21; 43. n. 27.
entre la verdad y sus modalidades, 115. de una oración, 64; 65.
sospecha, 94. universales, disputa de los 57, n. 25; 41, n. 24.
entre los hombres, 65. emotivo, 74. Stevenson, Charles L., 67, n. 47; 74, n. 56.
estudio del, 33. univocidad, 22. ·
entre símbolos, 22. subaítemación, 106; 107.
formas o componentes del, 42. Urquijo, María E., 116, n. 26; 133, n. 44;
relatividad, teoría de la, 132; 187. subclases, 59.
teoría del, 74, n. 56. 144, n. 7; 150, n. 17; 159, n. 32; 161, n. 35.
religión, 104. subconjunto, 90.
verdadero, 79. uso común, 35; 93; 125; n. 40.
representación figurativa o pictórica, 73. subcontrariedad, 106. 107. directivo, 70, n. 52; 138, n. l.

210
211
descriptivo- emotivo ae palabras, 75. significado, 34.
expresivo, 70. n. 52. verdades, 93; 104.
usos del lenguaje 64. contingentes, 116; 117.
mixtos; 71. de hecho, 116; 126.
usurpación. 77. de razón, 116; n. 27; 127.
empíricas, 129.
V formales, 113; 129.
lógicas, 113; 124.
necesarias, 116, n. 27.
vaguedad,21; 22;47;50; 51;62; 146; 152.
verificación, 130; 90; 117, n. 29; 123; 143.
validez, 29; 29, n. 13. de una proposición, 112.
de las nonnas jurídicas, 93, n. 8.
empírica, 80.
valoración, 76. Vemengo, Roberto José, 32, n. 18; 144, n. 8.
de verdad, 69. vida cotidiana, 21.
variable aparente, 27, n. l.
social, 23.
verdad,86;87;90;91;94;95;110;111;112;117;
vocabulario, 22.
150, n.19.
concepción semántica de la, 88, n. 5.
contingente, 108.
de un enunciado, 87, n. 3.
w
de una oración, 87, n. 3.
de una proposición; 105. Warat, Luis, 20, n. l.
de una teoría del conocimiento, 85. Whitehead, Alfred, 27, n. 10; 161.
formal, 63. Wittgenstein, Ludwing; 51; n. 37; 103;
modalidades de la, 105. 104, n. 16; 111, n. 22.
necesarias, 118, n. 31. Woozley, A. D., 95, n. 9.
posibilidad y necesidad (diagrama), 114.
semántica, concepto de, 88, n. 5.
teoriz. de la, 92; 93; 141. y
verda1ero, 86; 87; 88.
nt;mbre, 34; 35. yo, 36.

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