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Habacuc 3:17-19 “Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque
falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean
quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en
Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual
hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar…”
Una tierra estéril, ¿cómo va a dar fruto? Sí lo hará, en las manos de Dios.
Habacuc 3:17a; ¿cómo pretendemos dar fruto de una higuera que ni florece? Para que
un árbol dé fruto, éste debe florecer.
La Palabra nos va a ayudar a entender esto:
Lucas 13:6-9 “Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su
viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años
que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza
también la tierra? El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año,
hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás
después.”; así es como nos vemos, como esa higuera.
¿Cómo llegamos a los pies de Cristo? La primera vez; todo era podrido de la cabeza
a los pies, pero Dios nos lleva con nuestros padres espirituales para que nos quiten
las impurezas, nos poden, nos quitan las ramas secas, nos enseñan; veamos hasta
donde hemos llegado, démosle gracias por ser atentos, y todo esto para que demos
fruto. Ellos son el instrumento.
Así que cuando nos corrijan nuestros pastores, o nuestros apóstoles, sepa que es
nuestro Padre celestial usándolos para que seamos tallados, y podamos dar buen
fruto.
Juan 15:1-2 “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en
mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve
más fruto.”
Esto hace el Señor con cada uno, Él no está cortando sino podando. Porque no
estamos secos, sólo unas pequeñas ramas; demostramos que le creemos, y Él obra.
Usted sigue siendo tratado, a través de esas vicisitudes, los problemas del día a día;
Dios las usa para podarnos. Él espera buen fruto.
Habacuc 3:17b; faltará el aceite pero no la unción.
El pueblo de Israel sabía lo que significaba el aceite, era de alta estima, un valor
muy alto, ya que hacía referencia a la unción.
No sólo servía de alimento, sino para impartir.
1 Sam. 16:13 “Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos;
y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego
Samuel, y se volvió a Ramá.”
El Espíritu del Señor está sobre cada hijo, desde que aceptamos a Jesús.
Esta es una unción fresca derramada que es revelada a través del fruto que vamos
dando cada día.
En el contexto del verso de Habacuc podemos ver una devastación natural, algo
que estremecería a cualquier: Tierra sin fruto, sin ganado, nada. Algo estéril para el
ojo humano, pero en realidad era una oportunidad para Dios.
¿Qué tan secos hemos llegado?, ¿qué tan seco estamos?, ¿No tenemos nada que
dar, todo murió, un campo desértico, una tierra estéril?
Pues podemos dar buen fruto de la mano de Dios; usted y yo estamos dando buen
fruto para Dios.
Parte de esto es el carácter, si lo hacemos bien es un olor fragante para Dios.
Las pruebas las apruebas o las repruebas, avanzas o te estancas.
Dios quiere que seas ese terreno fértil.
Cada prueba nos lleva a buscar más del Señor, y poder responder como el rey
David:
Salmo 42:11 “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”
¿Qué nos está abatiendo? De todo eso tiene cuidado el Señor, que no se abata su
alma, porque Él es fiel.
En todos hay propósito, debe haber compromiso para dejar de ser la tierra estéril.
Sólo en Su presencia seremos abonados.
Aparta tus ojos de la tierra estéril, olvídala. Y, prepárate para ser abonado por el
Señor. Enfócate en Él.
Habacuc 3:19 (a) “Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de
ciervas, Y en mis alturas me hace andar.”
Dios te da habilidad, y la recibimos mediante la fortaleza.
Salmo 27:1 “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza
de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”
¿A qué le temes hoy en día? ¿Tu identidad, tu bendición? Sí, lo eres. Y si tienes que
dar, termina de morir.
Allí podrás decir el gozo del Señor es mi fortaleza.
Así como las circunstancias nos controlaron, hagamos un contraste con Habacuc a
ver qué debemos hacer, ya que a Él las circunstancias no lo controlaron.
Debemos tener fe y ver la tierra fértil, ver que podemos alcanzar alturas que para
nosotros serían imposibles; mientras más difíciles sean los tiempos, dígale al Señor
que de Él viene su luz, su salvación y es la fortaleza de tu vida.
En las últimas a Dios le gusta obrar.
Declaremos: TIERRA FÉRTIL; eso seremos cuando entremos con el Señor y
entreguemos todo aquello que a Él le estorba, las áreas donde me creo suficiente,
independiente.
Sepa que no vas a caer, el enemigo no logrará su trabajo, porque Dios mismo con Su
diestra nos sostendrá. Y usted sabe quién es, un hijo de Dios, sabe qué le agrada y
qué no.
¿Cómo vamos a llegar a la presencia del Señor? Pues amando lo que Él ama, y
aborreciendo lo que Él aborrece.
Malo traen consecuencias.
Bueno traen pruebas, pero Dios no me dejará caer.
Espero que podamos ver como miró Habacuc, ver las limitaciones, la realidad pero
también poder ver el control ilimitado de Dios sobre toda Su creación.
Si le permites obrar, Él cambiará su tierra estéril. Traerá gozo, fortaleza, pies de
sierva.
Y poder decirle a los problemas que Él está en control.