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COMO UN PUÑAL EN LAS CARNES

Mauricio Kartun

"Como relato, el amor es una historia que se cumple, en el sentido sagrado: es un programa que debe ser
recorrido. El enamoramiento es un drama, si devolvemos a esta palabra el sentido arcaico que le dio Nietzche:
"El drama antiguo tenía grandes escenas declamatorias, lo que excluía la acción (esta se producía antes o tras
la escena.)" El rapto amoroso (puro momento hipnótico.) se produce antes del discurso y tras el proscenio de
la conciencia: el "acontecimiento" amoroso es de orden hierático: es mi propia leyenda local , mi pequeña
historia sagrada lo que yo me declamo a mi mismo, y esta declamación de un hecho consumado (coagulado,
embalsamado.) es el discurso amoroso. La jornada amorosa parece entonces seguir tres etapas (o tres actos.):
está en primer lugar, instantánea, la captura (soy raptado por una imagen.); viene entonces una serie de
encuentros (citas, conversaciones telefónicas, cartas, pequeños viajes.) en el curso de los cuales "exploro" con
embriaguez la perfección del ser amado, es decir la adecuación inesperada de un objeto a mi deseo: es la
dulzura del comienzo, el tiempo propio del idilio. Ese tiempo feliz toma su identidad de que se opone (al
menos en el recuerdo.) a la "secuela": "la secuela" es el largo reguero de sufrimientos, heridas, angustias,
desamparos, resentimientos, desesperaciones, penurias y trampas de que soy presa..".
ROLAND BARTHES: "Fragmentos de un discurso amoroso"

"Estás clavada en mí como un puñal en las carnes..."


CALDARA Y SOTO: "Pasional" Tango.

NOTAS PARA UNA SUPUESTA

Toda hipótesis de puesta teatral es siempre -en realidad- una supuesta en su sentido más
literal, una conjetura. Y en el potencial presuntivo de un texto, dicen, radica su carácter de
detonador imaginario. Con la prudencia necesaria para no convertir esa supuesta en
implícita comento un par de cosas que tienen que ver con Como un puñal...
En principio, la pieza debe su estructura a un pedido específico de producción, para el que
fue realizada. Una iniciativa de Babilonia -que lamentablemente no se concretó- de cruzar
monólogos de distintos autores con un tema común. Un proyecto provocador del que
salieron otros muy buenos materiales de los que -buena parte- se han estrenado ya. Otra
incidencia formal importante fue la cita de Barthes que encabeza la publicación, y que a
cierta altura del trabajo instaló los límites de un modelo que me resulto francamente
ordenador. De ahí las etapas o actos, el concepto de recorrido, el de acción fuera de escena,
y -seguramente- el carácter declamatorio.
Si bien no hay en la pieza indicación alguna de espacios precisos ni objetos, creo que sería
bueno en el Acto I indagar poéticamente las posibilidades del viejo neceser que el texto
sugiere practicable.
En una fantasía, probablemente tautológica, se me ha aparecido siempre para el Acto II la
pelopincho como objeto, y espacio, a indagar.
Llamándose como se llama, el Acto III inducirá seguramente, a quien le interese, a
pesquisar en el homónimo de Platón y -por qué no- en el de Jenofonte.
Naturalmente, el tango Pasional es referencia obligada.
Por último: el salto de párrafo es simplemente una grafía que elegí para indicar mis propias
intuiciones, fundamentalmente en materia de silencios, así como también transiciones
temáticas o de interlocución; y algunos cambios de carácter, movimiento o modulación.
Los bloques de texto así formados son meramente arbitrarios y no tienen -salvo
azarosamente- valor alguno de unidad.
I

DOLORES

Partida.
Un baño de hombres en la ruta.

Estoy bien. Por favor. Macanúdamente. No gracias. Fue un... Fue un... Por favor le pido.
Me indispuse pero ya... Por favor. Macanúdamente. Una indisposición pasajera. No se
moleste para nada. ¿Está allí? No, no está allí. Debería. Es su horario. ¿Nadie controla?
Cuentapropista. No se ofenda. La verdad y una sonrisa se decía en casa. Ya pasa. Una
pavada. Frío en el estómago. Uno va de vacaciones, lo que menos piensa en el frío. Pero las
madrugadas... Abril es traicionero. ¿Esta allí? Salió un momento. Un compromiso
inoportuno. Debería estar aquí. Usted que es su propio patrón no debería relajar los
horarios. Al contrario. Hay dinero allí. Una responsabilidad. Para usted y para los que lo
rodean. ¿Y si falta algo de ese plato de propinas?. Fíjese en que compromiso me pone. Si
usted cuenta ahora esa plata y falta. Yo aquí solo con ella. Yo ni me arrimé pero usted
podría pensar... ¿Nunca entró a una librería con un libro en el bolsillo del sobretodo?. Me
latía en el bolsillo el manual. Merceología de cuarto. Tengo mi chico en el comercial. A lo
mejor usted pensó, porque me vio así de bacán a Mar del Plata con esa... personita que me
espera en el micro. Si. Pero tengo un chico en el comercial. ¿Está allí...? ¿En el fondo?
¿Limpia los inodoros? No baja nadie por el frío pero mejor tener todo limpio. En el micro
se está calentito. Los vidrios empañados. Estoy mareado. No... no se preocupe por mi. Ya
pasa. Las luces de frente. Si viaja en micro que nunca le vendan el primer asiento. Otros no
quedaban. Los dos últimos. Separados había, pero juntos eran los últimos. Viejito verde
dirá usted. No la deja ni respirar a la chica. Los dos somos igual. Cortados por la misma
tijera. Tórtolos, ¿vio?. Diente de perro. ¿Vio el diente de perro? Esas almejas en punta que
se agarran a la piedra. Bueno: diente de perro los dos. Siguieron todos durmiendo. Yo solo
bajé del micro. Yo y el chofer. Dolores diez minutos. Falta poco para Mar del Plata. Que
bacán pensará usted. Este tipo, abril todos trabajando y él a disfrutar de la fresca viruta.
Que va a hacer. Están los estrellados y los que nacen con estrella ¿no?. Ya pasa. Gracias a
Dios ya estoy mejor. Macanúdamente. No hay que comer antes de viajar. Una pavadita.
Hamburguesa. La papa frita es lo que me asentó. Los chicos de ahora. Comen cualquier
cosa. Le digo a Sandrita: polietileno. ¿No es más sano una pasta, como comía uno? No:
polietileno. ¿No pasaron los diez minutos no? Uno siempre tiene miedo de que el micro se
vaya y que lo... Un día volviendo del recreo del sindicato perdimos la lancha colectiva.
Toda la sección nuestra estaba. Contaduría. Por farrear. Que se embromen. Yo les decía
pero ellos nada. Como si oyeran pasar el tren. Se creen queseyó. ¿Les dije o no les dije?, les
dije. Me farreaban. Giannone especialmente. Me toma para el churrete, Giannone. Estaban
picados, pero me tuvieron que dar la razón. Tenés razón Monterito me dijo un muchacho
nuevo de créditos. No me acuerdo el nombre. Después lo pasaron a central. Acá el que tiene
razón es Monterito. Monterito carajo, el muchacho. Un apodo. Una manera de decir. Son
farristas. Me llaman Monterito porque dicen que canto como Morán. No hay despedida que
no me hagan cantar como Morán. Pasional. ¿Conoce?. Miguel Montero. Morán. Del tango.
Usted dirá si canta como Morán porque no le dirán Morancito. Que se yo, se ve que no les
suena. Capricho. ¿Cuantas cosas de uno son nada más que capricho de los demás?. Una
familia el banco. Treintaiún años a fin de Junio. Una vida. Yo soy ¿cómo le dicen...?
Popular. Donde hay que organizar la polla, el dinero para un regalo, una despedida... Todas
las despedidas me hacen cantar Pasional. Cantar Pasional y contar el cuento verde.
Farristas. A Sandrita también le gusta Pasional. Le da risa. Otra época, no entiende... no...
Mañana se enteran. En el banco... se enteran mañana. Monterito no fichó. Monterito se fue
de la casa. Miralo vos, Monterito. Dejó todo. Todo por una... La casa, el hijo, el banco,
todo. Esta loco Monterito. Se... se... ¿Que te dio esa mujer... No lloraba Carmen. Se ve que
se aguantaba. Algo te dio. Una manchita de huevo acá, mi señora.

¿Pasaron los diez minutos? No pasaron. ¿Sería un papelón, no? Digo, perder el micro.
Papelón. Quedarme aquí. Mitad de camino. Tener que volver allá. Me mato de la risa.
Dejame entrar Carmencita. La puerta. El palo de amasar Carmen. Fue un chiste le digo. Te
lo hice de chiste. Como me voy a... ¿Después de veinticinco años me voy a ir atrás de una
mocosa? Sandrita es una... es una....

Duerme en el micro... Sandrita. Ni se daría cuenta Sandrita de que yo no... Las luces de los
camiones le iluminaban la cara. Dormía como una virgencita. Virgen morocha. Alargué la
mano y la toqué. Chascomús. Parecía mentira. Es tan... morenita... divina. Tan... La toco y
todavía me parece mentira. En el Cruce Varela sin que se diera cuenta me hacía el dormido
y le olía el pelo. Fragancia. Un mes largo y me parece mentira. Todo parece mentira. Hace
un rato nomás en casa, Carmen gritando, el chico mirando con la cara llena de granitos.
Pantalones de Boy Scout. Hace un rato nomás. Ni cuatro horas. Si te vas no vuelvas más.
Asqueroso. Viejo asqueroso. Con una negrita. Es morena. Sandrita es morena. Rasgos
turquitos digo yo. ¿Qué te dio esa mujer?. El pedacito de huevo al lado la boca. ¿A que voy
a volver? Usted se dirá: ¿Pero para este hombre no existe el remordimiento?

Un papelón si pierdo el micro, ¿no?. Acá, en la mitad. La puerta de mi casa: No debí... Un


momento de debilidad... Fue el vermú... El chico ahí. Papito se equivocó. El que tiene boca
se equivoca. Errar es humano, Coco. Coco le decimos.

¿A que hora hay colectivo de vuelta? Digo... No quiero decir que... En el caso de que por un
casual... Si uno tuviera un accidente por ejemplo como haría para... Algo hasta Retiro...

De ahí un taxi.

Se despierta en la ruta. Mi asiento vacío. Sola. No está acostumbrada. Es chica. Me refresco


y voy. Un periquete. Minutito. Hacerme un poco el tualé. Emprolijarme. Mi neceser. El
amigo del viajero. El que guarda siempre tiene. La que no encontré es la manta de viaje.
Regalo de casamiento. El neceser también. No se, nadie viaja y todos regalan neceser y
manta de viaje. Una costumbre. Al principio uno la guarda a la manta, la airea. Naftalina.
Como es chica no sirve en ningún lado. Hasta que nace el hijo de uno. Ahí si. Va a la pieza
del chico. A la cuna primero. Después a la marinera. Crece el chico. Pelos el chico. Los pies
por abajo. La manta va a la tabla de planchar. Se quema. Se la dobla. Se vuelve a quemar.
Patines para el parquet. Ahí viaja al final. La excursión mas larga que hacen las mantas de
viaje es arrastrarse por el parquet del comedor al living. Vaya a saber cuantos años.
Veinticinco. Si. Regalo de casamiento. Está como nuevo porque no lo... Una vez lo llevé a
Mina Clavero que fuimos en tren. Después, desde que nació el chico, a Mar del Plata todos
los años, ahí no lo llevé nunca al neceser. No sé. No me parecía un viaje para... Como si no
fuera un viaje. Un viaje es otra cosa ¿no? Más... más... Diecisiete años al mismo hotel,
imagínese: mi casa. Limpio. Oscurito. Comida familiar. Otra que polietileno. Pasta.
Residencial Grand Capri. Grand, con d. Nunca fui fuera de temporada. Ahora ésta la
primera vez. Ella me pidió. Sandrita. Allí o en ningún lado. Caprichitos. Son jóvenes. El
señor Belsito me va a mirar raro. El señor Belsito es el dueño. Unas castañuelas Belsito.
Ahí el que no se divierte es porque no quiere. Todos los años al llegar me dice lo mismo,
-quince de enero todos los años- me ayuda con los bolsos desde el taxi, Carmen paga el
coche, el chico se va para la pieza, quince de enero: contador Ramella, me dice, todas las
pescadillas preguntan por usted. Me farrea. El terror de la pescadilla dice. Una tarde en el
muelle pesqué dieciséis. Pescadilla Real. Por eso me farrea. Se ve que le quedó. Me va a
mirar raro cuando llegue con ella... Con Sandrita. Fuera de temporada, y solo con ella.

Va a entender, ¿no?.

Cosas de hombres. La conoce a ella. El año pasado la trajimos. Berretines de Carmen. Tenía
enyesado el codo, decía que sola no se iba a poder arreglar. Berretines. Siempre quiso
veranear con sirvient... Con chica. Sandrita es la... Trabaja en... Trabajaba, en casa. Papi, a
mi me llevas a ese hotel o no me llevas a ningún lado. Me dice papi, Sandrita. Caprichitos.
Quiere volver con todos los honores, reina. La señora de la casa. ¿Está mal? Todas las
mujeres quieren... A todas les gusta...

Dura la tapa de la jabonera. Se ve, lo que hace años que no...


La cara que va a poner. Cosas de hombres, señor Belsito. La vida es así. El amor va y viene.
Pasó... lo que tenía que pasar. Una cosa trae la otra. No me dé consejos. No me diga nada.
Ahora yo ya... Volver... Carmen se dio cuenta de todo, señor Belsito. Me agarró. Infraganti
me agarró. No se mentir. Quemé las naves... Los puentes... ¿como es...? Si te vas no...
Manchita de huevo acá. Esto es amor, señor créame. Amor verdadero. Que importa que
tenga... esa edad... que haya sido mi... en casa la... El amor es ciego. Va a entender Belsito
¿no? Digo... ¿A usted que le...? Yo ya volver no... Digo...

Un taxi desde Retiro. La valijita. Momento de locura, Carmen... Vermú... Desperté...


Decime de todo... Desahogate, vieja. Papelón.

Jaboncito del hotel de Mina Clavero. Hostia parece. Años. Lo hicimos a Coco en Mina
Clavero, si hará tiempo. Peinecito. Loción colonia. Brocha. Perdió pelo la brocha. Talquera.
El que guarda...

Al vermú también lo tenía guardado vaya a saber cuanto hace. Para un censo lo compré, me
acuerdo. Para convidar al muchacho, pero Carmen me dijo que no correspondía. Que estaba
de servicio. Fuerte la bebida. Años ahí cerrado. Con el tiempo le crece la graduación al
vermú. A Carmen no le gusta que tome yo. Que el cuerpo después transpira alcohol. Olor
en la cama. En Coronda, Carmen, esa noche, en la casa de mi cuñada la mas chica. El nene
con los Boy Scout. Yo le digo, mirá que estas grande con esas piernas peludas. Un mes...
mes y días... qué digo: Ni un mes hace. Como las diez... Pegajosa la noche. Los últimos
calores de marzo terminan siendo los peores al final. La pelopincho armada en el patio. El
Helecho Serrucho, la Alegría del Hogar, el Azúcar Doble, la Planta de la Moneda. Una
gelatina de postre enfriándose sobre la mesita rebatible. Gelatina fantasía. Un pollito.
Pollito al horno con batata había. La cocina chica. Transpirada Sandrita que no se que.
Diecisiete años Sandrita. La remera mojada. Las piernas mojadas. Húmedas. Nunca la
había mirado así... Alguna vez claro si... Pero nunca... Se había bañado. El pelo empapado.
Olor de champú. Otro champú, no el de Carmen. No sé como empezó. Abrí el vermú. Lo
que no estaba Carmen, lo del olor... El hielo no se había hecho. Vermú puro. Sudaba. Ahí
tiene una verdad grande como un templo: soy un hombre manso y ordenado pero el vermú
caliente me hace venir loco. Ponete la mallita le dije, si querés. Ponete la mallita que usabas
en Mar del Plata y refrescate en la pelopincho. El agua parecía jarabe. Cinzano caliente
parecía. Hablaba yo pero me parecía que era otro el que hablaba. Esperé. En la pelopincho.
El agua acá. Había otro vaso pero ella empezó a tomar del vaso mío. Los dos metidos en
Cinzano caliente. Estiraba los pies y por abajo el agua la rozaba. El corazón me pegaba
unos golpes que hacían olas. La mano en la pierna. No se. Me acuerdo todo en cámara
lenta. Le agarré la rodilla y miraba para otro lado. Se reía. Fosforescente la boca. Se reía.
De la televisión se escuchaba una propaganda de yogur. Fosforescentes los labios, los
dientes. Toqué la pierna, la malla, fosforescente la lengua. Caliente. Americano Cinzano la
lengua. Vermú puro. Una verdad como un templo. Loco me hace venir. Loco. El agua
salpicó hasta adentro. Tronaba. Una tormenta de verano. Tropical. Agitada el agua. La
pared del patio, chorreando. Acantilado. Borrasca. Tromba. La playa. Olor a pollo quemado
la playa. Batata.

Cuando salimos del agua y la vi parada ahí. Desnuda. Estaba el Malvón y la Sansiveria.
Desnuda. Estaba el Lazo de Amor. Estaba el toldito roto, arriba. La vi parada ahí. Junto al
mar. Relámpago. Naranja la lona del mar. Desnuda.

Me di cuenta que ya nada iba a ser igual.

El motor... El micro que se... En un minuto se... el micro se... Un taxi desde Retiro y... La
valijita en la mano y... Papito se equivocó, y...

Oxidadas las yilé, ni para sacapuntas.

Una hostia el jaboncito de Mina Clavero.

La brocha... El talco...
¿Para que guarda uno, se puede saber...?

Gracias por todo caballero disculpe la molestia ya estoy bien macanúdamente ¿está ahí...?

En el plato le dejo. Una atención.

Macanúdamente...

Corre al futuro.
II

DESDE ESTAS HERMOSAS PLAYAS

Una postal troquelada.

Mayo cinco. Queridos compañeros del banco. Muchachos de la oficina. Señor gerente.
Desde estas hermosas playas a las que nadie más podrá llegar nunca les remito esta
coloreada postal con mis más afectuosos saludos. No se, de verdad, cuanto tiempo hace que
he caído en ésta. No existe el almanaque aquí, el taco, como allá, y el reloj se paró al llegar.
¿Será que no pasan las horas aquí?. Será. Sé que ha amanecido algunas veces, que ha
oscurecido, que ha vuelto a amanecer. Sé también que ha habido siestas. Tanta belleza el
balneario acá, tan distinto a todo, que de lo demás me acuerdo apenas una que otra cosa:
Que la habitación de Mar del Plata miraba al mar pero de costado, que éramos los únicos
turistas en el hotel, que la calefacción no funcionaba, y nos dieron una estufita de cuarzo;
que el señor Belsito no hacía mas que guiñarme los ojos al darme la llave de la catorce, el
tohallón y la individual, la adición de las extras, o al servirme el consomé, la sopa pavesa
un huevo. Cosas sueltas me acuerdo de allá: Que fuimos a la banquina de pescadores, a
pasear en un trencito de la Pantera Rosa, a una fábrica de pulóveres, a una excursión a
Laguna de los Padres, y a una película de policías, uno negro, uno blanco. De la mano toda
la película. Que una tardecita fuimos a pescar, muy abrigaditos, a la escollera. Que no hay
pescadilla en invierno, y que sacamos un pescado tan raro que nos creímos con Sandrita
que habíamos descubierto una nueva especie. Que éramos Dios nos creímos por un rato.
Tocados por la varita. Con magrú salado salió. Encarnando magrú salado. Anzuelo
corvinero. Un pescado cara de ángel. Cara de diablo. Nuevo en la tierra, le dije a Sandrita,
hasta que vino una señora pinta marimacho que pescaba con mediomundo y nos dijo el
nombre y que las aletas son ricas en milanesa. Esa noche lloré callado en el baño de la
pieza. Cosas así les puedo contar de la Perla del Atlántico: de la plata que se terminó
pronto, y las ganas locas de tocarla, de apretarla, de estar con ella sin parar que me iban
viniendo cada vez más, y que aunque estuviera no se me pasaban para nada. Al contrario.
De chuparla, las ganas. De olvidarme de todo lo que no se llame Sandrita. Eso me acuerdo
así borroso, y esa sensación en la penumbra del cine, y en la catorce del Residencial Grand
Capri de que Mar del Plata venía ser nada más que la puerta. El vestíbulo. De que esto otro
existía más allá. Más acá. Otro lugar. Y que estaba cerca. Ruidos de aquí, un runrún, y un
olor a champú que se me aparecía. Irresistible aquel champú, que venía de algún lado, acá
nomás. De adentro. Las ansias locas de buscar la ruta para este lado. Y pasó, muchachos de
la sección. Un resbalón divino y rodé. Le cantaba Pasional justo antes. Pasional, ustedes
saben. Subido sobre la silla. Desnudo. Sandrita me ataba ahí una cinta violeta que se sacó
del pelo y se reía como loca. Un lacito la cinta violeta, un gatito decía, y se mataba de la
risa. Me farrea. Diecisiete años Sandrita, se habrán enterado ya por las malas lenguas.
Cascabel cascabelito, imagínense. ¿Cuanto hace? ¿dos días? ¿cinco? ¿tres meses? Se que
estaba tan feliz que casi lloro, y que después empezamos a hacerlo de nuevo. ¿Cómo fue
esa vez? Se me mezclan todas las veces como si hubieran sido una sola. ¿No fue una sola?
Se me mezclan. ¿Gemía como una nena? ¿Como una gata? ¿Esa vez fue que gemía por la
nariz?. ¿En esa siesta fue, que en el oído me hacia: puto... puto...? ¿Que trajimos de la mesa
un resto de vino, y me decía loco, y lo tomamos de oporto con un sobrecito de azúcar en la
cama?. ¿O era a la mañana, la lengua gusto a Colgate? Mentolada, si, a la mañana. Como
las once. Las sábanas hecho un bollo en los pies. Tapados con la colcha provenzal. Las
baybiscuit y la bandeja del comedor con el café con leche frío. Si. Ahí fue. Un minuto antes
Pasional. Desnudo. De Caldara y Soto. El lacito violeta. Y ella me llamaba con la lengua.
Fosforescente la lengua, me llamaba. Al palo sobre la silla, si. Y fui. A punto de entender de
golpe la verdad. Que fuera de ella no quedaba más nada. Que esa vez dejaba todo. Mar del
Plata. El mundo. A ustedes. Adiós. Abrió las piernas, amigos del banco, y estaba oscuro,
vieran qué lindo. Adiós. Anaranjado ahí. Subido. Naranja. Pelopincho. Profundo. Lo hondo.
A punto de entender. Y entré. Sin mirar hacia atrás. Sin agitar pañuelos. Casi sin un adiós.
Me metí. Se abrió como una gelatina y entré. Las olas corrieron hasta el borde y se
deshicieron contra la lona naranja sin romper. Gelatina fantasía. Dos mariscos que se
separan por adelante sin cesar y se vuelven a juntar, a cerrar por atrás mío. Bandera de
peligro. Tiraba. Como tiraba a eso de las once, amigos de contaduría. Y yo sin miedo
alguno. Quise hacer pie y no pude. No quise me parece. Contraola. Eso fue. Un revolcón de
contraola. Vueltas y vueltas sin saber lo que es arriba. Sin saber lo que es abajo. Reflujo.
Marejada. Y al abrir los ojos estaba aquí. Adentro. Chupado por el remolino. Correntada.
Tragado. Suyo. Algas. Había algas alrededor y aguasvivas sin el veneno, mansitas. Lazo de
amor las algas. Helecho serrucho. Sumergido yo. Rodando lerdo por el fondo como las
viejas en la rompiente. Arrecife. Musgo. Baba transparente. Nadé, naufrago. Over nadé
muchachos. Nadé over que es el estilo mas rendidor, como dicen en el club del Tigre. La
brazada no cansa. Sin sacar la cabeza. Perfumada la mar de golpe. Cinzano tibio. Para abajo
nadé. Mas adentro. Hasta el fondo. Espeso. Más. Me faltaba el aire ya cuando saqué la
cabeza. Y estaba aquí. En estas hermosas playas. Esta postal troquelada. Milagroso
balneario. En este paisaje que no dejo de adorar. La costa mansa del patio aquella noche. La
pelopincho, embravecida, llena de vermú, de sangre, de leche. Recreos con parrillero y
mesitas de porlan, en la orilla de la pelopincho. Los cochecitos a pedal. Copetín de
cincuenta platitos. Una luna naranja así, por el toldito roto. Pintoresco. Una catedral. Una
gruta llena de ofrendas. Corazoncitos de lata. Sangrantes. A todo color. Un bosque de
Alegría del Hogar en la costanera, de Azúcar Doble. Estimados amigos, señor gerente,
muchachos de mantenimiento y seguridad: Me tiene adentro. Adentro de ella, y está ella.
Ella también está aquí conmigo. Que cosa rara, está ella, en la que estoy metido. El tarrito
de Royal de Dios. Señoritas cajeras, personal de maestranza: estoy encajetado. Cumplo en
comunicarles que me enconché. La recorro. La camino embelesado. Me la quiero comer
toda -el cambio de aire-. ¡Que apetito! Amo esta postal en la que estoy fotografiado yo,
tallado. Muchachos: La felicidad es una foto con la ola. Tanto lío, y la felicidad era apenas
la palabra amor en un costurero de caracoles.
Así pasan ahora los días en este lugar bendito. Caminata. En pantaloncitos. Eternamente.
Gorro Pochito. Camisaco. Del bracete. Cinzano con cincuenta ingredientes. Pique. Glorioso
el pique en la Pelopincho. Un cardumen de Pez Angel. De Pez Diablo. Lanchas a pedal. Al
viento. Marino el viento, olor a champú. Otro champú. Susurrante el viento en los oídos:
una propaganda de yogur. Tórtolos.
La ventana mira al agua. De frente, no de costado como allá. Que poca cosa era ese mar
ahora que uno puede comparar. Cuarto litro aquel mar. Miniatura. Entraba en un caracol
aquel mar. Este mío me tiene todo tomado y desborda afuera. Inunda. ¿Quieren escuchar el
oleaje de la piletita aquella noche? Pónganme el oído acá, en la boca. Acá. Todo tomado
estoy. Hasta el alma.
Querida gente del banco, compañeros del recreo en Paraná de la Palmas, muchachos de la
comisión interna: ¿Qué más puedo decirles? Solo esperar que al recibo de esta se
encuentren bien. Que guarden siempre de este servidor un buen recuerdo. Y me tengan
siempre presente. Ermitaño de su argolla. Anacoreta. Penitente. Me despido de ustedes.
Todo empapado acá. Me despido. Adorando ese pegote de pelos mojados. Sandra Sagrada.
Adorándote el culo. Fanático. Amándola. Suyo. De ella. De nadie mas. Se despide ustedes
hasta siempre.
Contador Vicente Ramella. Monterito.

III

BANQUETE

Bajo la mesa de una cantina.

Farristas mozo... Empiezan con miguitas... Todas las despedidas de año lo mismo. ¿Ya
cierran..? Si vuelve Giannone lo empapo con el sifón. Farristas... Lo agarro a Giannone
sopa lo hago. Tira la piedra esconde la mano Giannone. Un pan acá ¿Tengo colorado...?
Arde. ¿El caballeros es al fondo...? Me pusieron hecho un... Farristas... No se preocupe por
mi... Ya me voy... Macanúdamente... Se fueron todos. Las mujeres a las casas. Los hombres
al... Se la hacen... ¿El baño al fondo dijo...? Estarán por cerrar. Los de la mesa de al lado se
fueron también. Una despedida de soltero. Al novio también se la dieron. Me miraba y me
hacía así con los hombros. Ojos claritos el novio ¿Vio? Cara de ternerito. Le pusieron el
candado en el escroto. Delicado. Le pueden hacer un daño irreparable. Cuando se casó
Giannone también le pusieron el candado en el escroto. Debe ser por eso que en todos los
banquetes... Sangra por la herida. Me refregó la cassata por el pelo. Todo arañado acá...
Unas uñas así Giannone. Interpreta la guitarra. ¿Lo escuchó...? Es el que hizo Valderrama.
Antes, yo siempre Pasional, y él Valderrama. Hoy no me pidieron Pasional. Se ve el tema
les da nosequé. Una cuestión. Es largo. Nunca me quiso acompañar Giannone: Lo mío es el
folclore. Macana: Me tira de atrás Giannone. Me tiene idea. Volviste Monterito. Se te acabó
el dulce...

Estuve... estuve... afuera un tiempito.

Mala bebida Giannone. El señor Malanca se puso todo colorado. Le daba calor. Nadie habla
de eso. De mi... viaje. Estuve... Estuve... Es largo... Una cuestión. Alguna vez con más
tiempo. Me agradó el lugar, no vaya a creer. En cualquier momento vuelvo con la familia.
No se preocupe por mi, yo ya... Baldee nomás que yo ya... Atienda... Se te acabó el dulce:
Giannone. Todos quieren saber se nota. Pero nadie pregunta. Como un enfermo. Se han ido
enterando. Chismes. La llamaban a Carmen, se ve. Disimulan. Todos lo mismo. Locos por
saber, pero disimulan: dos caras tiene la luna. Hoy Giannone el único. Como lo veían
zafado lo pinchaban. Se ve que les daba nosequé, pero lo pinchaban igual. Tira mas un pelo
de... Dale con lo mismo Giannone. Zafado. Se desubica. Malanca lo miró severo. Las
cajeras cuchicheaban entre ellas. A la Taboada se le escapo una risita. Nadie dijo nada. Un
mes que estoy de vuelta en la oficina y nadie me dice nada. Como si no hubiera faltado un
día. Pero yo me doy cuenta que no es lo mismo. Me tratan diferente. Un enfermo. Uno que
salió de la cárcel. Un jorobado. ¿Vio los jorobados, que nadie les dice nada, pero no se
nombra joroba cuando está él? No se toca el tema. El viernes fueron al sauna, pero al tema
no lo mencionaron. Se ve les da nosequé. Hoy Giannone el único que... Los demás ni una
palabra. Un defecto físico que no hay que... Lo habrá visto al señor Malanca... Ojo, gerente
de sucursal el señor Malanca. Un caballero inglés: Aprovechamos esta reunión de
camaradería para celebrar la reincorporación del contador Ramella a nuestra querida
institución.

El pergamino... Creí que lo había... Bienvenido...

Están por cerrar. Ya me voy. Lo dejo tranquilo. ¿Está allí atrás de las sillas apiladas? ¿Se
fue? No tendría que haber... Tanto cuidarme con la bebida y al final... En el brindis fue... No
debería haber... Por las pastillas. Tomo pastillas. Los nervios. Desde que volví. Unas que
tomaba mi señora. Las pastillas con la sidra... Se lo dije al señor Malanca: Me cayó mal la
sidra. No recomiendan con las pastillas. No es nada contador... -Gaucho, señor Malanca- A
cualquiera le puede pasar. Gaucho. Un caballero inglés. No como Giannone: me servía una
copa atrás de la otra. Me disfrutaba: Que hable Monterito. Me quería hacer entrar. Me veía
así: me quería hacer hacer papelón. Que hable el turista. Risitas. Todos miraban para otro
lado. Toda la tarde estuve pensando: me van a querer hacer hablar. Quise dormir la siesta,
no pude pegar un ojo. Primer sábado que me quedo en casa desde que... el viaje... Es
largo... Algún día con más tiempo. Ni un ruido en la casa. El chico estaba en los boy scout.
Carmen en la cocina. Preparaba gelatina...

Gelatina fantasía...

Ni un ruido Carmen... Me habla poco ahora. No quiero saber. Ni un ruido y yo sin pegar un
ojo. Miraba el espejo... El crucifijo... Me levanté y salí al patio. La pelopincho llena de agua
cortada de la lluvia. No la limpiaban vaya a saber desde cuando. Le di una refregada con
lavandina. El verdín. Entre el verdín había una tirita para el pelo de tohalla. De ella.

La sidra fue. La sidra con las pastillas. Que hable Monterito: Giannone. Me tiraba de la
lengua. Los dientes marrones del cigarrillo Giannone. Hablá, Monterito, Hablá... No abrían
la boca los demás pero con los ojos me decían contá. La boca abierta todos. Mirando las
guirnaldas del techo. Los farolitos chinos. Contá. Risitas. Agua la boca. Yo tenía la vista fija
en los firuletes esos del afiche de Camboriú y me daba vueltas la cabeza. Contá. Cuando me
di cuenta estaba parado y todos me miraban. Un silencio había... Usted también me miraba,
mozo. Lo vi. Un platito de rabas. ¿Está por ahí todavía? Incómodos se nota. Yo ya no veía
nada. Flotaba. Los ojos llenos de lágrimas ¿Me vio? Se me llenaron de lágrimas... El
silencio daba la sensación que hacía ruido.

Me dejó por otro, dije, y me parecía que era otro que hablaba no yo. Miraban para otro
lado. Un muchacho mas joven... La oreja parada así pero miraban para otro lado. Calixto el
muchacho. De Laferrere como ella. Se conocían del barrio. Se encontraron un día en la
peatonal que estábamos paseando. Ella le dijo donde parábamos. Se nota que después, en
algún momento él la... la...

Molesto el señor Malanca. Tosecita. La corbata.

Trabajan en un Pumper los dos... Me pasé tres días buscándola cuando se fue, y a la final
los encontré en el Pumper... Uniforme rojo delantal azul los dos. Enorme el Pumper.
Abrieron nuevo hace poco para las vacaciones de los chicos. Los uniformes se los dieron el
último día. Antes no hicieron a tiempo se ve. Azul y rojo los vi el último día antes de que
me...

Rosita Propatto tenía como hipo. Se cubría con la servilleta dobladita así: Este hombre esta
mal... ¿como cuenta...? Todas las noches sin faltar una la fui a buscar al Pumper. A pedirle.
La miraba desde afuera. Molesta pobre Sandrita. El primer día el muchacho me pegó.
Trompis. Que le voy a contestar... Usted está enamorado, Calixto. Sabe lo que es un hombre
enamorado. Sandrita no salió. Miraba de adentro. Fría la noche. Mar del Plata es así. A la
noche ponete frazada. Me empujó y di contra el tacho de papeles de la vereda. Un
hipopótamo de plástico el tacho. Me di acá. Se me abrió todo por adentro. La cara así. Se
me fue infectando se ve. Todas las noches fui igual sin faltar una. Ella tomaba el turno a las
ocho y yo ya estaba allí. Me apoyaba en el hipopótamo y se me llenaban los ojos de
lágrimas. Bajito, le cantaba Pasional. Desde adentro no me escuchaba, pero cada tanto
miraba y yo se que me leía los labios. Desde la máquina de cocacola me miraba. Al
principio salía y me echaba: No me busqués mas. Dejame tranquila. Se acabó. No te quiero.
¿Que le iba a decir yo...? Me quedaba callado un rato y le empezaba a cantar Pasional.

No aguantaban la risa algunos. Por lo de Pasional. ¡¿Se creen que no me doy cuenta?! Yo
siempre canto Pasional. Se tapaban la boca algunos. Nardi. Mirevich. Pompei. Ya no me
importaba nada. Usted vio. Me salía de adentro. Desahogarme se ve necesitaba...
Explicarles... Pedirles que me vuelvan a... a... No podía parar. A nadie le había contado...

Cuando salían del Pumper los seguía. Para que yo no supiera donde vivían se largaban a
correr. Yo los seguía un poco, después me dejaban atrás. Diecisiete y diecinueve
imagínense. Delfo Cabrera los dos. Cuatro o cinco cuadras y se me perdían en la neblina.
Neblinosa Mar del Plata a la madrugada. Me sentaba en la puerta de un negocio. Agitado
como un gato. Sudaba. Tinta china Pelikán. Mayorista de herramientas el negocio. Las
primeras noches dormí en la terminal. Fresquete. No probaba bocado. No tenía dinero, pero
igual no me daba por comer. Una tarde me crucé con el señor Belsito, me dio para el
ómnibus de vuelta. En el bolsillo me puso. A toda costa me quería acompañar a la terminal.
Con la plata compré una orquídea para ella. Cajita de celuloide. Esa noche me mareé y me
caí en la vereda del Pumper. Vahido. A Carmen a veces le da el vahido. Una picardía la
orquídea tirada en la vereda. Calixto salió hecho un loco: Nos van a despedir. Lo que vas a
conseguir es que nos van a despedir a nosotros. Le dije que estaba sin comer. A la salida
Sandrita me dejo una cajita feliz con una hamburguesa y papa frita chica. Después de ahí,
todas las noches... De Roger Rabbit la cajita. Me dejaban la cajita y se largaban a correr.

Se ve ya que eso los puso mal. El señor Malanca no quería escuchar más: Ya está bien,
contador Ramella... Usted no está en condiciones... Lo llevo en el auto... Pero yo ya no
podía parar. Un desahogo. Usted dirá que gusto, contar las cosas... Pero se ve que me hacía
falta. Me brotaba como quien dice. De la terminal me echó un empleado del Cóndor. Me
vio así la boca hinchada me echó. Terminé durmiendo en las rocas de Cabo Corrientes. Una
barra ahí en Cabo Corrientes. Hacíamos fogarata, dormíamos todos abajo una escalera con
los muchachos. Todos desesperados en Cabo Corrientes. Cada historia... Si un dia le
contara. El señor Malanca hizo como que tenía ganas de orinar se fue al baño. Basta
Ramella: las cajeras. Un mes yendo todos los días al Pumper. Pidiendo. De rodillas.
Llévenlo a la casa: Millán el de clearing. Este hombre no está bien. Un mes. Llueve o
truene. Al final el dueño del Pumper me hizo echar por un agente. Se nota que le dio un
dinero me hizo echar. Yo empecé a esperarlos en la esquina. Por su madre le pedía que
vuelva conmigo. Me veían, agarraban para el otro lado. Un mediodía al final que los quise
seguir por Luro me llevó por delante un ciclomotor. Repartía pizza. Pizzalandia.
Hematomas nomás. Contuso dicen ellos. Del policlínico le avisaron a Carmen y se fue
enseguida para allá. Vinieron con el chico. La tele prendida en el pabellón. Feliz Domingo
para la Juventud. Se sentó al lado mío Carmen y miraba la tele. Mañana te llevo a casa, me
dijo. Esas cosas pasan. Ya se te va a ir aliviando. Lo pasado pisado. El chico leía una revista
que habían comprado para el micro. Lo pasado pisado. Me puse a llorar bajito. Con la boca
así me salía como un quejido. Mientras volvíamos en el ómnibus empecé a sentir que de a
poquito el dolor se me iba anestesiando. En Dolores pasé por un parador en el que estuve de
ida. Me vino el cuerpito de ella acurrucada contra la ventanilla, pero sentí que ya no dolía
tanto. En Chascomús le vi la cara alumbrada por los faros de un camión, más borrosa, y en
el cruce Varela el olor a champú que se deshacía como en el viento. Carmen peló una
manzana que traía y le convidó la mitad al Coco, la mitad a mi. Y me dio como que me
empezaba a aliviar. Que me empezaba a calmar adentro me dio. Como si la manzana fuera
vaya a saber que.

Fue así. Estuve embromado pero gracias a Dios mejoré. Ahora ya estoy bien. Se me pasó.
Gracias a Dios. Me curé. Soy uno más. Uno más muchachos. No volaba una mosca en la
mesa. Uno más. El señor del acordeón empezó a tocar Barrilito de Cerveza. Usted los vio.
Se levantaron a bailar como ganado. Como ganado propiamente. Varias mesas una al lado
de otra: ni dar la vuelta, las corrieron y pasaron por el medio. Un desastre los manteles. Soy
uno más muchachos. Se me pasó. No fue nada. A cualquiera le podía... El domingo voy al
recreo del sindicato. Hay pejerrey todavía en el Paraná de las Palmas. Flecha de Plata. Lo
mismo que hablar a una pared. El viernes los acompaño al sauna para que vean que me
curé. Van al sauna los viernes. Yo un par de veces fui, pero no quise... Juegan al pool y se la
hacen chupar. Como la señora no se las chupa, se la hacen chupar ahí. Uno más soy.
Recuperado. Empezaron a hacer bochinche. Carnaval Carioca. No me querían escuchar
más. Se ve no aguantaban. Empezaron a hablar entre todos. Se reían fuerte de cualquier
cosa. Uno más. De nuevo uno más. Se empezaron a tirar cotillón, miguitas. Yo estaba ahí en
el medio pero hacían que no me veían. Me ignoraban. Yo quería jugar también. Uno más,
les decía... Ya estoy. Le tiré una serpentina a Nardi. Como que no me veía me llevo por
delante. Giannone me dio aquí con un pan. Arde. Las chicas también empezaron a tirar con
cosas. Se hablaban entre ellos, bailaban, nadie me miraba, pero todos me tiraban a mi.
Alguien me vació un vaso acá. Porqué... Soy uno mas. Me curé. Voy a organizar de nuevo
la polla. Me voy a anotar en el Circulo de Lectores. La Búsqueda del Tesoro del Club de
Leones... Otro pan aquí en la oreja. Me silba todavía. El pico del sifón por el cuello de la
camisa. Me dieron con algo aquí en las costillas, un salero. Uno más... Voy a entrar en el
sorteo del video y me voy a comprar una paleta de paddle... Uno más...

Yo también me la voy a hacer chupar en el sauna.

El señor Malanca se paró. Pensé que iba a intervenir, pero agarró el saco y se fue.
Ahí Giannone, la cassata acá. Unas uñas como abrelata. Un resto de zapallo en almíbar. El
corcho de la sidra. Curado. Uno más. Me metí abajo de la mesa, igual seguían. Giannone el
mas bestia se notaba clarito: zapatos combinados. Tiraba puntín. Uno más. Me acurruqué,
me quedé hasta que se fueron.

¿Ya hace rato se fueron, no?.

Hasta aquí llegó mi amor. Se han hecho ya las mil y quinientas.

Las mil y quinientas. Hora de volver a casita.

Que aspecto para volver a casa. Carmen va a pensar nosequé.

Está sensible Carmen ahora. El tema no se toca pero yo noto que está sensible.

Ya me voy. ¿Está por ahí?. Baldee nomás que yo ya me voy.

Seguramente le han dejado una atención. En la adición de los banquetes calculamos


siempre el laudo. Le dejo, por cualquier cosa. Más vale que sobre. Agradecido por el buen
servicio.

¿Está ahí? No sea que se lo quede otro mozo. Una injusticia. Abundante, limpio, y bien
servido.

Macanúdamente.

Hasta aquí llegó mi amor.

Monterito inicia el regreso.

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