Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Nunca olvides que un sacerdote debe llevar una vida sencilla y libre de
ambiciones. Un hombre sabio camina con la cabeza baja... Sé humilde como
el polvo.
Estoy triste por usted, maestro. No ver nunca las nubes, no ver nunca el
sol sobre las aguas, el plumaje de los pájaros...
A veces son los ojos los que ciegan al hombre.
¿Cómo puede ser así?
Porque puede ver, pero no sentir. ¿Acaso el pájaro es únicamente el
color de su plumaje?
Nadie puede pensar eso.
Ser uno con el universo es conocer el pájaro, el sol, la nube. ¿Qué
puede entonces perder un hombre cuando pierde sus ojos?
Los buenos carreteros no tiran del carro. Los buenos luchadores no dan
muestra de ira. El contrincante más difícil es quien vence antes de
iniciar la batalla.
Pero, maestro, ¿No es una contradicción? ¿Entrenar nuestro cuerpo con
tanta dureza para evitar la lucha?
Este es el poder del no-enfrentamiento, la forma de cómo el débil vence
al fuerte.
Las manos son los ojos y la lengua del tacto. A través de ellos, un
hombre puede salir de sí mismo y ver los sentimientos de otro o decir
los suyos.
Maestro, ¿No es lamentable que las manos de un hombre puedan causar
dolor al igual que acarician?
El dolor y el placer son como dos campanas colocadas una frente a otra y
el sonido de una de ellas resuena en la otra.
¿Son, entonces semejantes el dolor y el placer?
¿Lo son los ojos y la lengua? Vemos la mariposa y una llaga
repugnante... Y es la misma lengua que ríe la que también grita...
Las tijeras cortan el papel. El papel cubre la roca. La roca rompe las
tijeras...
¿No son una pérdida de tiempo los juegos infantiles, maestro?
En sus juegos, los niños aprenden a veces más que en los libros. Mira
más allá del juego, tal como observas a través del agua para ver lo que
en ella sucede.
Cada uno, por turno, conquista al otro. No hay uno más fuerte o más
débil.
Esta es la armonía de la naturaleza y no una pérdida de tiempo.
Lo recordaré, así como a quien me enseñó.
Tengo tres tesoros que conservo y entrego: el primero, el
agradecimiento, porque de él procede el valor. El segundo, la
frugalidad, de la que procede la generosidad con los otros. El tercero
es la humildad, porque de ella procede el liderazgo.
Extraños tesoros. ¿Cómo podré conservarlos y guardarlos? ¿Con la
memoria?
No, no en la memoria, sino en tus actos.
El mundo en que vives es solamente agua y peces. Hay doce peces, doce
mundos.
Sólo hay un mundo.
Muchos: el que tú ves, el que veo yo... el de cada uno. El mundo en que
vives es misterioso, excitante, desconocido. El mío es viejo, familiar y
tranquilo. Nunca conocerás mi mundo, ni yo el tuyo.
¿Nunca?
¿Puedes ver con mis ojos? ¿Pensar con mi cerebro?
Pero, maestro, usted es uno con la naturaleza, igual que yo.
Somos uno en verdad, pero no somos idénticos. Cuantos seres vivos
existen poseen mundos diferentes. No te consideres el centro del
universo: sabio, recto y bello. Busca, en cambio, la sabiduría, la
rectitud y la belleza para honrarlas en todo lugar.
La telaraña está hecha con hilos de seda tan finos que un soplo la
destruye. Sin embargo, para la araña es un abrigo seguro.
Para mí no es más que una telaraña.
Cuando el viento sopla, la pluma baila en el remolino. Pero la pluma más
débil que el viento, no puede hacer otra cosa. ¿Es este el modo de los
hombres?
Los hay fuertes y los hay débiles.
Efectivamente. ¿Qué es más fuerte, esta tabla o tu mano?
La tabla.
¡Golpéala usando tu brazo como arma!... Aun siendo más fuerte, la tabla
se quiebra.
¿Puede lo más débil ser lo más fuerte?
Considera el camino de la vida como una corriente. un hombre se deja
flotar y no le cuesta avanzar. El mismo hombre, si intenta ir contra la
corriente se agota. Ser uno con el universo significa encontrar el
camino auténtico de cada uno y seguirle.
Maestro, este hombre ha robado una bandeja de plata, del altar... (El
maestro le entrega al ladrón la otra bandeja con la que hacía pareja)
(El discípulo tira una piedra a las tranquilas aguas del lago...)
¿Hacia dónde viaja tu piedra?
Hacia el fondo. Su viaje termina allí.
Todo viaje comienza y también termina.
Pero, "hasta el fondo" es un viaje muy corto...
¿Acaso la piedra, al entrar en el agua, no ha comenzado un viaje?
Parece tan inseguro...
Igual que los viajes por la vida: empiezan y terminan. Pero hay otros
viajes más duraderos: un padre que tiene un hijo, quien a su vez se
convertirá en padre que dará vida a un hijo...
¿Quiere decir que ellos son "yo", y yo soy "ellos"?
Primero busca donde empieza y termina tu propio viaje. Busca otros
viajeros que pasen cerca de tu camino. Puede que en esa búsqueda te
encuentres a ti mismo. Y si aprendes cuál es el refugio de los otros
viajeros eso te habrá ayudado a madurar.
¿Qué sucede?
Maestro, estoy preocupado.
He presentido que lo estabas en estos últimos días. Mientras tus heridas
cicatrizaban, tu espíritu ha estado sangrando.
Es porque no he hecho nada para vengar la muerte de mis padres.
Y ¿qué te propones hacer?
Buscar al general y matarlo.
¿Tú que aún estás aprendiendo a ser hombre, contra un guerrero y sus
soldados?
Si lo encuentro solo, podría hacerlo.
Y si lo logras, ¿qué es lo que habrás ganado?
Satisfacción.
(El maestro, apagando una vela...)
¿Hay ahora más o menos luz en esta cámara?
Hay menos.
Y ¿no es más importante encontrarte a ti mismo que matar a un hombre?
¿Tus padres no querrían que fueras hacia adelante y hacia la luz, en
lugar de ir hacia atrás y hacia la oscuridad?
¿Cómo me encontraré a mí mismo y la luz?
Tomando el camino que va hacia la verdad.
¿Me ayudará a tomar ese camino?
Yo sólo puedo señalártelo. Deberás caminar por él tú solo.
Yo le amaba.
Él fue mi maestro.
¿Cómo supo dónde encontrarle?
Sólo podía haber un lugar para él: su sendero favorito, al pie de la
colina. Encontramos el cuerpo del maestro en una confortable postura. Su
espalda descansaba contra un árbol, mirando hacia nuestro valle. Su
pelo, brillante por la nieve, pero sus labios estaban morados, por el
veneno de las moras silvestres...
Todos le amábamos, ¿porqué se quitó la vida, entonces? ¿Yin y Yang?
El Sí y el No. En él el No prevaleció.
Pero yo creo que él vivía en armonía.
Tal vez miró hacia nuestro valle, sabiendo que pronto lo abandonaría y
en lugar de la belleza que nosotros observamos, él vio fealdad.
¿Cómo es eso posible?
Él veía con sus ojos. Nosotros con los nuestros... Cuando el maestro
miró hacia nuestro valle y vio la fealdad se reveló algo sobre sí mismo
a él mismo y sin duda no le agradó. Vio fealdad donde sólo existía un
valle...
Maestro, ¿por qué el duelo por ese hombre? Era un desconocido. ¿Era
alguien especial?
¿Te enteraste de las circunstancias de su muerte?
Le mataron en el camino los bandidos del turbante rojo. Eso es lo que me
han dicho.
Hay algo más que no te han dicho: hay mucha maldad en este mundo.
Siempre ha sido así. Por ello, nuestros antepasados construyeron este
templo y crearon el arte del Kung-fu, a fin de poder cultivar las
virtudes y protegerse contra todo daño. Pero, sea lo que fuere que un
hombre posea, otro lo deseará. El emperador manchú se enteró de nuestras
proezas. Envió a todo un ejército de soldados para que incendiaran el
templo y lo arrasaran. Solamente cinco pudieron escapar. Fundaron otro
monasterio y la violencia fue su arma para combatir la violencia. Por
eso el sabio ha dicho, mediante argumentaciones éticas y principios
morales: se pretende demostrar que los mayores crímenes han sido
necesarios e incluso un gran beneficio para la humanidad... Han pasado
doscientos años. Los manchúes siguen en el trono, los monjes aquellos
siguen matando pero ya no por una causa noble. Sin embargo, Shaolin. Y
nosotros estamos relacionados con ellos y por eso lloramos la muerte de
este desconocido.
Maestro, en lugar de lamentarnos, ¿no deberíamos hacer algo para evitar
que se repitiera?
¿Qué?
Deshacer la secta. Arrebatar el poder de hacer el mal a aquellos que son
nuestros hijos.
Eso es lo que dijeron ellos hace doscientos años... No. El mal no puede
ser dominado en el mundo. Tan sólo puede enfrentarse uno con él dentro
de sí mismo.
(El mono no podía sacar la mano de la vasija porque habiendo asido una
manzana, y no queriendo soltarla, le ataba su avaricia)
Este mono es muy tonto. Los jardines están repletos de frutas y, sin
embargo, él eligió coger la que estaba en la vasija.
Celebro que seas más sabio que el mono.
Soy mucho más sabio, maestro.
Confío en que lo sigas siendo y que sepas cuándo soltar todas aquellas
cosas que no te sirven, pero que te obligan a servirlas tú a ellas.
Maestro, nos han enseñado que el corazón del hombre no está tan afilado
como un puñal, pero que puede herir a otro corazón.
También se dice: "Trata a la gente buena con bondad y también a la mala,
porque tú eres bueno". Confía en los hombres de palabra y en los
mentirosos que no dicen la verdad. Para encontrarte a ti mismo debes
pensar en la felicidad de los demás antes que en la tuya.
Pero si yo amo a los demás, ¿cómo estaré seguro de que ellos, a cambio,
me aman a mí?
¿Tu buscas el amor o el cambio?
Pero, si yo amo a los demás y ellos no me aman a mí, sentiré una gran
pena.
Ese es el riesgo: una gran pena o un gran gozo.
Maestro.
Te escucho.
Esta noche tuve un sueño en el que me vi a mí mismo.
¿Qué es lo que viste?
Estaba rodeado de sombras terribles, sombras que se cernían sobre mí.
¿Le pusiste nombre a esas sombras?
Las llamé "maldad".
Y ¿cuál es la naturaleza del mal?
No losé.
¿Algunas veces has sentido amor y gozo? ¿Alguna vez has sentido orgullo
de tus propias acciones?
Muchas veces.
Y eso, ¿te hace sentir bien?
Claro.
La naturaleza humana está formada por dos extremos: uno tiene la
capacidad para sentir orgullo y el otro tiene la capacidad para hacer el
mal. Es difícil que exista uno sin que le dé paso al otro. Porque la
propia capacidad para hacer el bien nos lleva a la capacidad de recibir
el mal.
¿No se puede combatir el mal?
¿Se puede combatir a toda la humanidad?
¿No se puede vencer el mal?
¿Puedes vencerte a ti mismo? ¿Qué es la maldad, más que la secreta
necesidad de explayar sentimientos tormentosos? Lo único que debemos
hacer es saber encontrarla y desterrarla.
Yo la veo.
Y no haces nada.
¿Qué harás tú?
Todo. Asumiré la causa del pueblo. Lo conduciré, hablaré por él. Lucharé
por él.
Una tarea impresionante. Te tendremos en nuestro pensamiento.
Todo está dicho.
Te deseamos vida...
Le habían enseñado a ser uno con el Tao, a fluir. Ahora él va
contracorriente.
Él cree que es la voluntad del destino.
Y, ¿podría ser así?
¿Se le puede pedir a un hombre que sea más que un hombre?...
(Después de un tiempo vuelve el discípulo de sus correrías, herido por los
enemigos)
Bañadle, curad sus heridas. Llamad al maestro enfermero...
Fue atacado por los soldados.
Sí. La noticia llegó mientras comíamos. Había encabezado una revuelta en
una aldea del norte. Ahora la aldea ha sido destruida y tu hermano está
condenado a muerte.
¿Y estará a salvo aquí?
Sí, pero ¿estará contento entre nosotros?...
Sus heridas se curan, maestro, pero su rabia no. Habla contra ti,
maestro.
Lo sé. Lo ha hecho en mi propia cara.
He perdido todo respeto por él.
Dice el sabio: "El corazón de un hombre cabal no está encerrado en sí
mismo, sino abierto a los corazones de otros".
Mi hermano no acepta tu bondad y, al mismo tiempo te desafía...
¿Le harías tú ocultar su desafío?
Esta virtud especial que encuentras en mi hermano, ¿no es muy limitada?
A pesar de todo está ahí y es nuestra obligación reconocerla.
Ese hombre es un mendigo como los demás. Puedo ver que tiene una gran
necesidad de alimentos, pero él no come.
Busca satisfacer un apetito más fuerte.
Él aprecia lo que carece de valor.
Para ti o para mí, tal vez. No carece de valor para él.
¿Fragmentos y pedazos de porcelana que no pueden volver a unirse?
No comprender el propósito de un hombre no le convierte en confuso...
¿Te has despedido de tu amigo?
Lo mejor que puede, maestro.
La muerte no ha tenido ninguna victoria.
Pero mi amigo se ha ido.
¿Acaso no está aún aquí, en su obra de porcelana, esfuerzo sobre
esfuerzo, pieza sobre pieza, belleza sobre belleza? ¿Sólo nos queda su
obra, o nos queda el hombre en su obra?
Maestro: mientras recorro estos caminos, ¿no hay ninguno donde pueda
pedir ayuda cuando la necesite?
Ninguno.
¿No sería útil?
Para aquellos que nos destruirían... En el pasado, cuando confiábamos en
nuestros grandes maestros como guías,
Como ola sobre este océano, como simple flor en un campo de flores. ¿Qué
pedirá la gente?
Que la guíes contra sus enemigos: los déspotas, los tiranos, la maldad,
las iniquidades, la ignorancia, la persecución, la superstición, el
deshonor,...
¿Qué se esperará de mí cuando abandone el templo?
Que camines por los caminos de la tierra y utilices lo que has aprendido
en beneficio del pueblo.
¿Sabré siempre cuándo actuar y cuándo retirarme?
Aquello que no conozcas, la práctica te lo enseñará rápidamente.
Bien, maestro...
Cuéntame.
Cuerpo y alma trabajando al unísono, como si fueran uno solo...
Y son uno.
Es como si la unidad realizada se hubiera considerado a sí misma
innecesaria.
¿Y todos esos años de rigor y de disciplina?
¿Qué otra cosa podría buscar un hombre, excepto esa unidad?
Tal y como el campesino sabio vuelve a meter en la tierra, al menos
tanto como ha sacado de ella, así pronto tú has de devolver a los demás
lo que has cogido para ti mismo.
Estoy preparado.
¿Estás preparado? ¿Estás seguro?
Has pasado por aquí muchas veces, pero nunca te habías detenido. ¿Qué es
lo que te ha llamado la atención?
El tapiz, maestro.
Ah, un tesoro de gran antigüedad y belleza.
¿Belleza, una imagen tan siniestra?
¿Acaso te asusta?
Me inquieta. La figura del centro, ¿tiene algún nombre?
"El demonio". ¿Por qué te inquieta?
Lo he visto antes, en alguna parte.
¿Dónde?
No puedo decirlo.
Pudo haber sido en tu mente.
Tal vez fuera así.
Es probable. Todos tropezamos con un demonio cuando nuestra conciencia
está intranquila. ¿Qué te atormenta?
Mis pensamientos parecen advertirme de un encuentro con este demonio. Es
como si quedara algo pendiente entre nosotros.
¿Sabes qué, por qué?
No puedo recordarlo.
¿No puedes, o acaso es que prefieres no recordarlo?
Maestro, me doy cuenta de que el tapiz no puede hablar, pero le hablo y
no me contesta.
Entonces, ¿a quién te diriges? ¿A tí mismo?
Sí.
¿Y eres capaz de contestar a la pregunta que el tapiz no puede
contestarte?
No, maestro.
¿No será porque, al igual que el tapiz, nosotros también estamos mudos
mientras nos inmovilicen las hebras del miedo, expresamente tejidas?
¿Qué debo hacer, maestro?
Eso lo sabrás una vez que hayas identificado a tu demonio y te hayas
enfrentado a él. Sólo entonces estarás cara a cara con el objeto de tu
miedo, aquello a lo que le has dado la forma de este demonio.
Tengo miedo, maestro.
¿Por qué?
Podría perder el rumbo dentro de este extraño mundo y no volver a
emerger nunca de él.
Es un riesgo.
¿Debo correr ese riesgo?
Es la única forma de enfrentarte a tu demonio.
Yo no deseo enfrentarme a él.
Huir de tu demonio es obligarle a él a perseguirte. Es mejor que te
anticipes y le veas en su mundo que retirarte y dejarle entrar en el
tuyo. Ante ti se halla la puerta que conduce a otra realidad. Debes
cruzar su umbral, debes entrar en ese mundo, ver a tu demonio donde
quiera que estuvieras en el pasado cuando tú lo creaste, por muy joven
que fueras en aquel momento…
... He entrado.
¿Ves ahora a tu demonio?
Empiezo a verlo.
¿Qué aspecto tiene? ¿Es tal y como lo retrata el tapiz?
Muy parecido, pero más presente, más real.
¿Qué más ves?
Nada. Sin embargo, oigo cosas.
¿Cosas?
Sonidos, voces, creo...
¿Aún atormentado?
A veces, maestro, parece como si se levantara un muro entre los demás y
yo. Un muro a través del cual puedo ver, pero no tocar.
Y, ¿sientes que el fallo está dentro de ti mismo?
No sé dónde está el fallo, pero me siento muy mal.
En tu conversación con esos otros, ¿queda más sin decir de lo que se
dice?
Así es.
¿Quién puede conocerse a sí mismo tan bien como para decirlo todo y
oírlo todo? Dice el sabio: "Moldea la arcilla en una vasija, corta
puertas y ventanas para una habitación, pero son sus espacios interiores
los que la hacen útil". Por lo tanto, debemos escuchar los espacios
entre nosotros y debemos oír los silencios.
Maestro, ¿cómo podemos encontrar nuestro camino cuando todos los
senderos parecen oscuros?
El verdadero camino pasa por la oscuridad y por las sombras y ninguna de
estas es causa de desesperación. El sabio ha dicho: "Los cinco colores
ciegan la vista. Los cinco tonos ensordecen el oído. Los cinco sabores
embotan el gusto". Por consiguiente, el hombre sabio se guía por lo que
siente, no por lo que ve. Cuando nuestros sentidos están confundidos y
dominados, nuestros más profundos sentimientos pueden, no obstante,
mantenernos en el camino.
Maestro, he observado a otros y parecen conocer el camino.
¿Lo conoces tú?
Me siento perplejo e inseguro. Me muevo en un sentido y luego en otro
sin ninguna meta.
Y, por consiguiente, sufres...
Sí, maestro.
Ha dicho el sabio: "Otros están contentados. Yo, solo, voy a la deriva
sin saber dónde estoy. Estoy solo, sin ningún lugar a donde ir. Soy
diferente. Me alimenta la gran madre"...
Maestro, ¿podemos continuar hablando de las fuerzas del destino?
Habla.
Cuando estamos delante de dos caminos, ¿cómo podemos saber si será el
camino de la derecha o de la izquierda el que nos conduzca a nuestro
destino.
Has hablado del azar, como si tal cosa existiera con certeza. En la
materia de la que hablas, el destino, no existe nada llamado azar,
porque sea cual sea el camino que elijamos, el de la derecha o el de la
izquierda, debe conducir a un fin y ese fin es nuestro destino.