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Genobundio y Abuveva".

El 6 de Marzo se representó la obra de teatro infantil "Genobundio y Abuveva", la cual escribí y dirigí a
petición de mi amiga y concejala de políticas sociales e igualdad, del Ayuntamiento de Nueva Carteya,
para amenizar los actos del día Internacional de la mujer.

"Genobundio y Abuveva" ha sido mi primera incursión en el teatro, con poca experiencia, menos
conocimiento... pero con mucha ilusión.

Es una obra con tintes cómicos que encierra una arraigada problemática sexista, y está ambientada en
época de trovadores, por lo que la escribí en verso (o eso intenté).

Fueron meses de ensayos con 5 niños estupendos (mis pequeños actores), pero mereció la pena. Espero
que os guste.

GENOBUNDIO Y ABUVEVA

PRIMER ACTO

TROVADOR (Delante del telón):

Voy a narrarles a ustedes

una historia muy antigua,

y ya verán vuestras mercedes

la injusticia que atestigua.

Cuentan que hubo en Granada


un señor muy bien casado,

que trabajar… nada, nada,

pero a mandar acostumbrado.

Él de rentas vivía

y viendo que escaseaban,

del servicio prescindía

y su mujer trabajaba.

Era su esposa señora

de intachable rectitud;

lo servía enamorada

a costa aún de su salud.

Y la vida así pasaba

hasta que ella se dio cuenta

que el marido a ella la usaba,

y más que esposa era sirvienta.

SE ABRE EL TELÓN.

ABUNDIO (retrepado en su sillón):

Genoveva, tráeme vino,


¡ganas tengo de beber!

GENOVEVA (fregando el suelo de rodillas):

Un momento, ya termino…

ABUNDIO:

¡Ahora mismo! Tengo sed.

GENOVEVA (soltando el trapo en el cubo mientras habla):

Marcha tú a por ese vino,

Tengo mucho yo que hacer,

e igual de largo es el camino

pa tus pies que pa mis piés.

ABUNDIO (incorporándose un poco en el sillón sorprendido y con aire ofendido, por la respuesta de su
mujer):

No tolero esa insolencia.

¿Cómo osas rechistar?

¡No descanse tu conciencia!

¡Quererte a un hombre a comparar!

GENOVEVA:

Mi cuerpo es quien no descansa,

muerta estoy de trabajar.

Ser varón no te da excusa…


ABUNDIO (Gesticulando exageradamente con los brazos, como si explotara una bomba):

¿Acaso vas a reventar?

BREVE PAUSA. Abundio se levanta del sillón y camina con las manos a la espalda alrededor de Genoveva,
que sigue fregando en el suelo. Después comienza a hablarle más suavemente.

Ser varón me da derecho

siempre a hacerme respetar.

y la mujer tiene un oficio:

que es al marido cuidar.

GENOVEVA (poniéndose de pie):

Pues soñé yo la otra noche

que eso tiene que cambiar,

que cuando el futuro llegue

la mujer será una igual.

ABUNDIO (mesándose la perilla con una mano y haciendo gestos con la otra para que su mujer se vaya):

¡Tonterías Genoveva!

¡Deja ya de alucinar!

y vete ahora a la taberna

que mi vino has de mercar.

SE CIERRA EL TELÓN.
TROVADOR (Delante del telón):

Así fue que Genoveva

quiso su sueño probar

y fue a ver a una hechicera

para a Abundio escarmentar.

Una bruja del contorno

buena magia procuró

y al marido con brebajes

en mujer lo convirtió.

¿Y qué pasó con Genoveva?

-Se preguntarán ustedes-

Pues que el mismo bebedizo

cambió a ambos de papeles.

Y fue así que una mañana

el milagro aconteció.

Despertose Abundio dama

y Genoveva varón.

FIN DEL PRIMER ACTO.


SEGUNDO ACTO

SE ABRE EL TELÓN.

(El escenario aparece vacío. Se oye el grito terrorífico de Genoveva y Abundio al unísono. A continuación,
los personajes salen a escena por la izquierda, con la ropa intercambiada: Abundio vestido de Genoveva
y Genoveva de Abundio).

ABUNDIO (Seguido de Genoveva y visiblemente alterado):

¡Vive Dios que no lo entiendo!

¿Qué faltas pude cometer,

que a mí el cielo me ha tornado

de macho regio en vil mujer?

GENOVEVA (retrepándose en el sillón como antes lo hacía Abundio y con cierto aire guasón):

Tal vez tú no fueras justo

al sentirte superior.

¡Sírveme un vinito al punto!

Ahora soy yo tu señor.

(Sale Abundio muy contrariado por la izquierda y entra a escena la hechicera por la derecha)

HECHICERA:

¿Es usted el tal Albundio,

o quizás seas Genoveva?


GENOVEVA:

No sé si soy Genobundio

o mi nombre es Abuveva,

sólo sé que en un segundo

¡esto marcha que es “la pera”!

HECHICERA:

He venido a advertirte

que mi magia no es eterna

GENOVEVA:

Debo ser inteligente

y cambiarle la conciencia.

HECHICERA:

Usa bien este regalo

del hechizo ahora a la vista.

Su poder será anulado

cuando él no sea un machista.

Se oye la voz de Abundio que llama a Genoveva desde dentro:

ABUNDIO:
¡Genoveva! ¡Genovevaaa!

GENOVEVA:

¡Ahí llega! Debes irte.

HECHICERA:

Oye antes lo que vine a decirte:

Que él no sepa que el conjuro

sólo es algo pasajero;

haz que piense que es seguro

eterno castigo del cielo.

(Sale la Hechicera por la derecha y a continuación entra Abundio por la izquierda)

ABUNDIO:

Vino bueno ya te traje.

Ahora ponte tú a limpiar.

GENOVEVA:

¡Ni lo sueñes! Soy un hombre

Y tú me tienes que cuidar.

Empieza antes con el suelo,


y luego ponte a cocinar,

que yo espero aquí sentado…

ABUNDIO:

¿Y no piensas hacer na?

GENOVEVA:

No tolero esa insolencia.

¿Cómo osas rechistar?

¡No descanse tu conciencia!

¡Quererte a un hombre a comparar!

ABUNDIO:

¡Hombre soy!

GENOVEVA:

Ya no lo eres.

ABUNDIO:

¿Y qué crees que puedo hacer?

GENOVEVA:

Servirme en todo como antes

hacía contigo tu mujer.


¿No querrás que los vecinos

te vean desobedecer?

ABUNDIO (Pensativo):

¿Y que crean que Genoveva

osa a Abundio descuidar?

¡No, pardiez! Eso en la vida;

mi buen nombre hay que guardar.

GENOVEVA:

Debes ser muy convincente.

A todos tienes que engañar;

la dama fina y complaciente

sus gestos debe vigilar.

SE CIERRA EL TELÓN

TROVADOR:

El triste Abundio de esta guisa

comenzó con su rutina

de esposa dócil y sumisa,

laboriosa y… femenina.
FIN DEL SEGUNDO ACTO.

TERCER ACTO

GENOVEVA (Bien acomodada en el sillón):

¡Abundio limpia la mesa!

ABUNDIO (Acudiendo rápido a la mesa con el trapo):

Ya estoy yendo.

GENOVEVA:

Acomódame los cojines.

ABUNDIO (Retocando la posición de los cojines del sillón de Genoveva):

Gustoso lo estoy haciendo.

GENOVEVA:

Ahora sírveme vino.

ABUNDIO (Vertiendo vino en una copa):

En un pispás lo estoy sirviendo.

(Se oyen golpes. Llaman a la puerta)


GENOVEVA:

¡Están llamando a la puerta!

ABUNDIO:

Como el rayo voy acudiendo.

GENOVEVA:

¡Basta ya por Dios, Abundio!

¡negra estoy con tanto gerundio!

(Breve pausa mientras Abundio se dirige a la puerta, y justo antes de que abra, Genoveva le recuerda con
gestos muy expresivos que debe parecer femenino):

Y no olvides a la visita hacer ver

tus modos naturales de mujer.

(Entra el vecino Don Facundo)

ABUNDIO (Recibiéndolo en la entrada y retocándose el peinado “primorosamente”).

Pase, pase usted, don Facundo

¡Que alegría, Señor!¡En el mundo!

DON FACUNDO (a Abundio):

El placer es mío, doña Genoveva,

al contemplar una dama tan bella.

(Satisfecho con el piropo, Abundio se retira por la izquierda contoneándose de forma muy “femenina”)
GENOVEVA (poniéndose de pie para recibirlo):

¡Facundo! ¡Qué sorpresa me ha dado!

¿A qué debo tanto honor en mi hogar?

DON FACUNDO:

Andaba por aquí y he pensado…

¿Por qué no paso un rato a charlar?

GENOVEVA:

Pues siéntese aquí, a mi vera,

que ahora nos sirve… ¡Genovevaaaa!

ABUNDIO (Saliendo a escena apresuradamente)

¡Voy, voy!

Que liado en la cocina estoy…

¡Digo… liada! ¡Qué torpe soy!

GENOVEVA:

Sírvele a D. Facundo ¡al instante!

DON FACUNDO:

¡Un vino blanco, si es usted tan amable!


(Abundio asiente con la cabeza y se gira para marchar al recado)

DON FACUNDO:

Perdón, café con leche, si no la incomoda.

(Abundio, que se había vuelto de nuevo, otra vez asiente con gesto complaciente y se gira para marchar)

GENOVEVA:

Y a mí un tinto, pero con soda.

(Abundio emprende camino por tercera vez hacia la cocina, pero ahora con gesto menos complaciente)

DON FACUNDO:

Seguiré su ejemplo querido vecino,

yo también tomaré vino…

(Abundio ha frenado en seco y escucha, ya sin volverse, los cambios en el pedido)

GENOVEVA:

En cambio yo lo pensé mejor…

tráeme leche y un alfajor.

DON FACUNDO:

¡Que sean dos, que sean dos!


ABUNDIO (se vuelve muy lentamente, intentando disimular su enfado):

¿Dos leches y un alfajor,

dos alfajores y un vino

o una leche para el señor?

GENOVEVA:

¡Mujer, no seas impertinente!

Trae de todo rápidamente.

(Abundio se retira sin decir nada más)

DON FACUNDO:

Buena mujer la suya, ciertamente.

GENOVEVA:

Aunque a veces algo impaciente.

(Breve pausa sin conversación. Ambos miran sus relojes buscando algo que decir).

DON FACUNDO:

Está haciendo frío últimamente.

GENOVEVA:

Ya bastante, para ser Noviembre.


DON FACUNDO:

Es que sopla mucho el poniente

GENOVEVA:

Será peor cuando llegue Diciembre.

(Otra pausa sin tema de conversación. Vuelven a mirar sus relojes)

(Entra Abundio con una bandeja y deposita en la mesa dos tazas, dos copas y un platito con dos
alfajores).

(El vecino coge una copa y Genoveva una taza, y se la llevan a los labios simultáneamente. Acto seguido
espurrean a la vez la bocanada que han tomado).

GENOVEVA:

¡Por todos los Santos! ¿Pero qué es esto?

ABUNDIO:

Lo que pidieron. ¡Lo traje presto!

Leche con soda y café con vino,

y otro alfajor para el señor vecino.

(Breve pausa. Genoveva y don Facundo miran atónitos a Abundio)

DON FACUNDO:

Me van a ustedes a disculpar,


no tengo ganas de merendar.

(Poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta)

GENOVEVA:

Muy buenas tardes tenga usted.

y déle recuerdos a su mujer.

(Abundio lo acompaña hasta la puerta. Una vez solos, no puede aguantar más y …)

ABUNDIO:

Triste estoy esposa mía

al llegar a comprender

lo que antes no sabía

que sentía una mujer.

Tarde es para el lamento

pues no puedo atrás marchar,

y hoy de aquello me arrepiento,

si tú me quieres perdonar.

GENOVEVA:

Aún no es tarde esposo mío.

Bueno es recapacitar,

y creo que tú ya has aprendío


cómo debes razonar.

Sin embargo hoy te cuento

que un brebaje te serví;

quise darte un escarmiento

y en mujer te convertí.

ABUNDIO (acercándose a Genoveva y cogiéndole la mano):

Nada puedo reprocharte

ya que he sido un egoísta,

y la lección que me enseñaste

ha matado en mí al machista.

Desde ahora los dos juntos

Compartiremos la faena,

¡Y no me des más estos sustos!

¡Por tu madre, Genoveva!

HECHICERA (Entrando por la derecha):

Veo que todo se ha arreglado

Y aquí mi hechizo ¡ha terminado!

TROVADOR (Entra a escena sin cerrar el telón y se sitúa delante de los actores):
Y de este mágico modo

todo volvió a su ser:

él al cuerpo de Abundio

y Genoveva al de mujer.

Damas y caballeros, niñas y niños:

La historia que vine a contar,

aunque fue hace algunos siglos,

la debemos recordar,

y enseñarle a nuestros hijos

el valor de la equidad,

y ya sean hombres o mujeres

reine en ellos la igualdad.

Adelaida Ortega Ruiz.

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