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ISSN 0719-0417

Agradecimientos
Agradecemos en este número al Equipo de Fundación CulturaSalud y del Centro Interdisciplinario de Estudios de
Género (CIEG) con quienes organizamos el Coloquio que aquí se documenta.
A las y los integrantes del Núcleo de Género y Sociedad Julieta Kirkwood que colaboraron activamente.

Editora General:
Silvia Lamadrid

Equipo editor de este número:


Claudio Duarte Quapper
Francisco Farías Mansilla
Pamela Saavedra Castro

Comité Editorial
Claudia Acevedo Paulina Espinoza
Lorena Armijo Bárbara Martínez
Violeta Arvin Gabriela Rivas
Andrea Baeza Marcelo Robaldo
Catalina Bustamante Denisse Sepúlveda
Juan Manuel Cabrera Rosario Undurraga
Claudio Duarte Patricia Zamora
Consejo Editorial
Catalina Arteaga, Universidad de Chile
Manuel Antonio Garretón, Universidad de Chile
Gabriel Guajardo, Flacso Chile
María Isabel Matamala, Fundación Henry Dunnant, Chile
Sonia Montecino, Universidad de Chile
Kemy Oyarzún, Universidad de Chile
Gabriel Salazar, Universidad de Chile
Dariela Sharim, Universidad Católica de Chile
María Emilia Tijoux, Universidad de Chile
Teresa Valdés, Observatorio Género y Equidad.
Ximena Valdés, CEDEM
Carla Braga, Eduardo Mondlane University, Mozambique
Jasmine Gideon, University of London, Inglaterra
Liuba Kogan, Universidad del Pacífico del Perú, Perú
Verónica Oxman, Australian National Universit, Australia
María Luisa Tarrés, Colegio de México, México
María Candelaria Ochoa Ávalos, Universidad de Guadalajara, México

Evaluadores y evaluadoras Externos


Luciano Fabbri, Miembro de IIEGE (Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género-UBA), Argentina
Tatiana Moura, Promundo Brasil, Brasil
Marcos Nascimento, Centro Latinoamericano em Sexualidade e Direitos Humanos (CLAM/UERJ), Brasil
Benedito Medrado, Universidade Federal de Pernambuco, Brasil
Michelle Sadler, Fundación CulturaSalud/Universidad de Chile, Chile
Rodrigo Lara-Quinteros, Universidad de Chile, Chile
Natalia Hernández, Universidad Alberto Hurtado, Chile
Jaime Barrientos, Universidad Católica del Norte, Chile
Alejandra Brito, Universidad de Concepción, Chile
Rodrigo Zúñiga, Kolectivo Poroto, Chile
Raül López, Kolectivo Poroto, Chile/España
Yadira Palenzuela, Universidad de Chile, Chile
Jhonny Jiménez, Servicio Paz y Justicia del Ecuador; HIGE, Hombres por la Igualdad
de Género en el Ecuador, Ecuador
Larry Madrigal, Programa de Masculinidades, Centro Bartolomé de las Casas, El Salvador
Darío Ibarra, Centro de Estudios sobre Masculinidades y Género, Uruguay

Diseño logo de la Revista


Camilo Soto Toro

Diagramación e Impresión
Andros Impresores

Impreso en Chile
Mayo de 2016
Índice

Presentación 5

TEMA I: MILITANCIA Y TRABAJO CON VARONES

Las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las subjetivaciones.


Género y sexualidades en los relatos autobiográficos de integrantes del Colectivo Varones
Anti-Patriarcales (Mendoza, 2013)
Santiago Zigliotto 11

Plataforma de hombres cubanos: una experiencia para el bienestar


María Teresa Díaz 29

TEMA II: FAMILIAS Y PATERNIDADES

Modelos de desarrollo, identidad masculina y familia: dos generaciones de trabajadores


de Huachipato
Inti Fernando Fuica Rebolledo 43

Aportes en torno a la paternidad y el cuerpo reproductivo masculino a partir


de los hallazgos de tres estudios sobre varones y cuidados en Chile y México
Marcelo Robaldo Salinas 61

TEMA III: CUERPOS Y SEXUALIDADES

La explotación sexual comercial y la masculinidad: diferentes caras de la violencia


José Manuel Salas 75

Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoíris en El Salvador


Amaral Palevi Gómez 93

Rua declinada no masculino: sexualidades, mercado inmobiliário e masculinidades


no centro de São Paulo (Brasil)
Bruno Puccinelli 113

TEMA IV: MASCULINIDADES Y ACADEMIA

Los estudios de la(s) masculinidad(es) en la academia universitaria. El caso de México


Elva Rivera Gómez y Cirilo Rivera García 129

PUNTO GÉNERO / 3
Presentación

En el verano del sur, en enero del 2015, se realizó en Chile el V Coloquio Internacional de
Estudios sobre Varones y Masculinidades. En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
de Chile, en una acción conjunta con la Fundación Cultura-Salud, se reunieron más de 300
académicos/as, profesionales, estudiantes y activistas, de varios países de Latinoamérica y
el mundo. Esta potente convocatoria permitió establecer discusiones en torno a las temá-
ticas planteadas por los y las expositores/as, junto con un enriquecedor debate en todas
sus actividades.

La propuesta era actualizar el estado del arte de los estudios de masculinidades y las
acciones transformadoras por la igualdad de género que incluyen a los varones, para debatir
acerca de patriarcado y relaciones de género en el contexto actual, problematizar categorías,
perspectivas, abordajes, y proponer lineamientos y desafíos para la investigación, la acción
política y las políticas públicas.

Por ello la consigna convocante fue: Patriarcado en el siglo XXI: Cambios y Resistencias. Nos
provocó relevar la condición patriarcal como un sistema de dominio que va adquiriendo
nuevas formas de expresión, y en ese contexto discutir cómo los privilegios de la masculini-
dad han mutado asumiendo nuevas formas de expresión. Buscábamos reflexionar y debatir
cuáles son esas transformaciones y qué las han facilitado, cuáles son las resistencias, y qué
condiciones habría que generar para avanzar hacia la igualdad de género.

Entre el 14 y el 16 de enero se presentaron 249 ponencias en distintos Grupos de Trabajo,


36 pósters de investigaciones o experiencias relativas a masculinidades; se realizaron ocho
talleres abiertos y se efectuaron seis paneles.

En términos de los contenidos abordados, la consigna señalada reseña la preocupación


original con que el Comité Académico del Coloquio condensó sus miradas respecto de lo
que desde las modernizaciones capitalistas de fines de los setenta ha ocurrido en Chile y en
la región. Desde hace al menos cuarenta años se han venido viviendo las mutaciones del
modo capitalista de organización de nuestras sociedades que han implicado, entre otras,
grandes transformaciones en los roles sociales de varones y mujeres. El mercado laboral se
modificó al punto que los varones perdieron la casi exclusividad en la provisión familiar, las
mujeres salieron del trabajo doméstico al trabajo fuera del hogar extendiendo y duplicando
sus jornadas de trabajo. El mercado educacional se amplió permitiendo el ingreso masivo de
las mujeres, lo que implicó que los varones debieron comenzar a aceptar nuevas dinámicas de
relación y modificaciones en ciertos patrones tradicionales. Se reafirmó el ascendente proceso
de planificación familiar y la separación entre sexualidad reproductora y la posibilidad de

PUNTO GÉNERO / 5
sexualidad placentera: los varones manifiestan quedar sin respuestas para nuevas exigencias
que algunas mujeres les plantean en este ámbito. Las demandas de colectivos de diversidad
sexual se multiplican y parece existir un ambiente más abierto para dichas expresiones. Las
estructuras familiares se han modificado y las jefaturas de hogar femenina evidencian ser
una posibilidad en que lo masculino ausente interroga por su relevancia y necesidad.

Así, las coordenadas tradicionales, patriarcales, de construcción de las masculinidades:


provisión, protección y procreación –conquista heteronormada– quedaron en entredicho y
perdieron su fuerza definitoria de los modos de hacerse varón en contextos de capitalismo
neoliberal. Esto pareció producir unos espejismos de cambios y libertades que llevaron a
algunos/as pensar que el patriarcado se debilitaba y nos acercábamos a una sociedad equi-
tativa e incluso igualitaria.

Ante ese contexto es que se propuso como elemento central del debate para el Coloquio,
la consideración de esta condición patriarcal, los cambios que han ocurrido y las resistencias
que en distintos ámbitos de lo social se pueden constatar. ¿Cuáles son las transformaciones
que han ocurrido? ¿Cuáles las condiciones de esos cambios? ¿Qué ha implicado para los
varones y sus identidades? ¿Qué nuevos modos de masculinidades pueden constatarse en
este contexto? ¿Cuáles son los obstáculos para avanzar en ello? ¿Cuáles son las nuevas formas
de expresión de lo patriarcal? ¿Qué desafíos surgen para la acción política militante de varo-
nes en este contexto? ¿Cómo está respondiendo la investigación social en estos procesos?

Por ello, una vez vivida dicha experiencia y pensando en su continuidad es que hemos
decidido como Núcleo de Género y Sociedad Julieta Kirkwood de la Universidad de Chile,
dedicar un número de nuestra Revista a tratar específicamente asuntos referidos a este
debate, en la voz de quienes aportaron con sus saberes y conocimientos en estas búsquedas.

Si bien fue amplia la variedad de asuntos debatidos en el Coloquio, hemos priorizado


por aquellos que tienen sentido con las líneas de trabajo que hemos venido desplegando y
que, sin negar otros asuntos relevantes, aportan en los debates en que estamos empeñados.

En cuatro secciones hemos organizado los artículos que se incluyen en este número. La
primera sección aborda las cuestiones referidas a las (im) posibilidades que se verifican para la
militancia y trabajo con varones, en la movida masculina. Dos trabajos abordan esta cuestión,
ambos refieren a experiencias de varones que se han articulado y activado buscando espacios
de politización de sus experiencias de género. Santiago Zigliotto presenta la experiencia del
Colectivo de Varones Anti-Patriarcales de Mendoza, Argentina; y María Teresa Díaz reflexiona,
desde el caribe, acerca de la experiencia de la Plataforma de hombres cubanos.

En la segunda sección se presentan dos trabajos respecto de familia y paternidades, que


como señalamos constituye uno de los ejes de transformación en este contexto actual. Inti
Fuica expone resultados de investigación de las transformaciones neoliberales en el contexto
de la industria siderúrgica chilena. En un estudio comparativo entre Chile y México, Marcelo
Robaldo reflexiona la relación entre paternidad y cuerpo reproductivo.

La sección tres contiene trabajos pertinentes a cuerpos y sexualidades, asunto que ha


provisto de interrogantes críticas a los debates concernientes a masculinidades en el tiempo
actual. José Manuel Salas, de Costa Rica, reflexiona acerca de la condición violenta de la explo-
tación sexual comercial y su relación con la masculinidad. Por su parte, Amaral Palevi Gómez,

6 / PUNTO GÉNERO
de El Salvador, evidencia las tensiones y desafíos de la diversidad sexual en su país. Desde
Brasil, Bruno Puccinelli presenta resultados de una investigación de las vinculaciones entre
mercado inmobiliario y masculinidades, interrogadas desde una perspectiva de la sexualidad.

Finalmente, en la cuarta sección hemos incluido una interesante revisión de estudios


que Elva Rivera Gómez y Cirilo Rivera García hacen de la(s) masculinidad(es) en la academia
universitaria mexicana, y que es una excelente contribución de un estado del arte necesario
de actualizar en cada país.

Con la publicación de este número queremos seguir contribuyendo a la reflexión y debates


acerca de masculinidades y género, en la búsqueda por construir sociedades igualitarias. De
igual forma, buscamos aportar al puente entre el Coloquio que aquí se documenta y el VI
Coloquio que se realizará en Recife, Brasil, del 2 al 5 de abril de 2017.

Agradecemos a quienes nos han apoyado para llevar adelante esta gratificante tarea.

Claudio Duarte Quapper1


Francisco Farías Mansilla2
Pamela Saavedra Castro3

1 Sociólogo y Educador Popular. Académico Departamento de Sociología, Universidad de Chile. Militante


Kolectivo Poroto (Varones por otros vínculos). E-mail: claudioduarte@u.uchile.cl
2 Trabajador Social. Integrante del Núcleo de Investigación y Acción en Juventudes, Universidad de Chile. Militante
Kolectivo Poroto (Varones por otros vínculos). E-mail: pancho.farias@gmail.com
3 Socióloga y Feminista. Coordinadora de Postgrado Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Investigadora
Asociada en Fundación CulturaSalud en temas de masculinidades. E-mail: psaavedra@culturasalud.cl

PUNTO GÉNERO / 7
TEMA I

militancia y trabajo
CON VARONES
Revista Punto Género Nº 6. Mayo de 2016
ISSN 0719-0417 / 11 - 28

Las relaciones entre la representación hegemónica de lo


masculino y las subjetivaciones. Género y sexualidades
en los relatos autobiográficos de integrantes del Colectivo
Varones Anti-Patriarcales (Mendoza, 2013)

Relations between hegemonic representation of masculinity and their


subjectivities. Gender and sexualities in autobiographical stories of
members of the Collective of Anti-Patriarchal Men (Mendoza, 2013)
Santiago Zigliotto1

Resumen

El tema de este artículo son las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las
subjetividades. El mismo se abordó a partir del análisis de relatos autobiográficos de los miembros del
Colectivo de Varones Anti-Patriarcales de Mendoza al año 2013. Las nociones utilizadas en el análisis
son las de Género, visto en términos de los procesos de identificación y sexualidad(es). Las conclusiones
indican que estos sujetos desarrollaron desidentificaciones con el modelo hegemónico de lo masculino
a partir de las vivencias de la violencia como característica intrínseca a la sociabilidad masculina. Las se-
xualidades tienen un lugar preponderante en los procesos identificatorios, por tanto que gays y heteros
relataron trayectorias desidentificatorias diferentes. Por último, la reflexión colectiva y la práctica política
se manifestaron como parte de un proceso de desidentificación de la hegemonía, así como propone una
instancia reidentificatoria con formas alternativas (¿contrahegemónicas?) de masculinidad.

Palabras clave: representación hegemónica de lo masculino - subjetividades - género - sexualidad.

Abstract

This article is about the relations between the hegemonic representation of masculinity and the subjec-
tivities.It is addressed through the analysis of autobiographical accounts of members of the Collective
of Anti-Patriarchal Men, Mendoza 2013.The notions used in the analysis are those of Gender, in terms
of the processes of identification, and sexuality/ies.The findings indicate that these subjects developed
disidentifications with the hegemonic model of masculinity from the experiences of violence as an in-
trinsic feature of male sociability. Sexualities have an important place in the identification processes, so
that gay and straight reported having different paths.Finally, collective reflection and political practice
demonstrated as part of a process of de-identification of hegemony and proposes an alternative (counter­-
-hegemonic?) masculinity.

Key words: hegemonic representation of masculinity - subjetivities - gender - sexuality.

Fecha de recepción: Agosto 2015


Fecha de aprobación: Septiembre 2015

1 Tesista de grado de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional
de Cuyo, Mendoza, Argentina. Miembro del Colectivo de Varones Anti-patriarcales de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. E-mail: santiagozigliotto@gmail.com

PUNTO GÉNERO / 11
Las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las subjetivaciones. Género y sexualidades…

INTRODUCCIÓN

La representación social preponderante de lo masculino es objeto de disputas hace varias


décadas. Desde los años 80 han surgido teorías que dan cuenta de los distintos procesos
de significación de diversas masculinidades. Estas teorías han cuestionado las pretensiones
de universalidad y de neutralidad de la idea hegemónica de masculinidad, y han buscado
comprender los efectos que la dominación masculina produce. El psiquiatra Luis Bonino
Méndez fue uno de los primeros en conceptualizar la representación hegemónica de lo
masculino y la definió con el nombre de Normativa Hegemónica de Género. Bonino expli-
ca: “Esta normativa supone un modelo proscriptivo y prescriptivo de conductas, valores, deseos,
cuerpos y relaciones sociales que es externo y anterior a los sujetos, se les impone y los constituye
como varones”. (Bonino Méndez, 1998, 1).

El principal mérito respecto de la historización de las relaciones de género le corresponde


a los movimientos feministas. Desde las décadas de 1960 y 1970 los feminismos, tanto en el
campo de la práctica política como en el de la práctica teórica, fueron prolíficos en desarrollar
categorías útiles para el cuestionamiento y la deconstrucción del orden de género establecido,
orden que detenta una hegemonía profunda y estructural en las sociedades a nivel global.

Como parte de estos movimientos en la esfera latinoamericana contemporánea, los Colectivos


de Varones Anti-Patriarcales de Argentina emergieron a partir del 2010 en distintos puntos del
país. El primero se constituyó en La Plata, la ciudad capital de la Provincia de Buenos Aires. Un
año más tarde nació el Colectivo en la ciudad de Mendoza, así como la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Una de sus intenciones fue la
deconstrucción personal y colectiva del modelo hegemónico de masculinidad, en pos de la
despatriarcalización de las identidades sexuales y de género, masculinas en este caso.

Ahora bien, ¿es posible imaginar identidades que le disputen a la representación hegemó-
nica de género su carácter de dominante cuando ellas mismas son el efecto de un proceso
de subjetivación, en los propios términos de dicha representación hegemónica? Si la mas-
culinidad hegemónica es representada en términos de un sujeto total, las subjetividades
masculinas que esta engendra son resultados parciales e incompletas de dicho proceso de
representación. ¿Qué pasa, entonces, en esta distancia entre la representación social y la
realidad subjetiva? ¿Por qué, si no existen varones completos, la representación sigue signi-
ficándolos como tales? ¿Cuáles son los mecanismos mediante los cuales la representación
social de la masculinidad dispone a las subjetividades masculinas concretas a permanecer
en la búsqueda inagotable de completitud? Y más importante aún: ¿qué pasa si intentamos
torcer el curso de aquello que se presenta como inevitable?

El objetivo de la investigación fue comprender las relaciones entre la representación


hegemónica de lo masculino y las subjetividades, estas se indagaron en varios relatos auto-
biográficos de varones integrantes del colectivo de Varones Anti-Patriarcales de Mendoza
en el 2013, elaborados como parte de un proceso de reflexión en torno a sus propias mas-
culinidades, en el marco de una actividad denominada “Taller de autobiografías”, y a partir
de las categorías de género(s) y sexualidad(es).

En el primer apartado el lector encontrará una descripción del Colectivo de Varones Anti-
Patriarcales de Mendoza, en tanto marco de relaciones sociales en las que surgen los relatos
analizados, y un desarrollo de la experiencia del taller de autobiografías, en tanto práctica de la

12 / PUNTO GÉNERO
Santiago Zigliotto

que surgieron los relatos autobiográficos de sus miembros. También notará que hablo en primera
persona en esa instancia, ya que al momento de realizar las actividades yo era miembro activo del
Colectivo de Varones de Mendoza, fui organizador del taller y mi autobiografía es uno de los relatos
analizados. En este sentido, lo que se buscaba era superar la división sujeto cognoscente/objeto
de conocimiento, para articularlos sobre la base de una experiencia personal, política y colectiva.

En el segundo apartado se plantearon las categorías utilizadas a partir de los aportes


de Teresa de Lauretis (1996, 2014): el género como representación; su compromiso con la
subjetividad; las relaciones entre género y sexualidades, a partir de las lecturas freudianas
de Laplanche (2015); una conceptualización de la dicotomía masculinidad/feminidad y su
relación con las masculinidades y, finalmente, una descripción del procedimiento analítico
con el que se abordaron los documentos.

El análisis de los documentos se desarrolló en el tercer apartado y se encontrarán tres


instancias: por un lado la identificación con el género masculino en su modelo hegemónico,
donde se habla de la asignación-asunción de dicho género; por otro lado, la desidentificación,
donde se habla de las incomodidades de ser varón, de las sexualidades gays y heteros y sus
implicaciones en las relaciones de género, de las violencias tanto ejercidas como padecidas
en nombre de la “auténtica masculinidad” y de las relaciones con lo femenino; y finalmente
en la tercera instancia se aborda la posibilidad de construir una masculinidad alternativa a
partir de las prácticas y reflexividades colectivas en torno de estas cuestiones.

1. EL COLECTIVO DE VARONES ANTI-PATRIARCALES DE MENDOZA

El Colectivo de Varones Anti-Patriarcales de Mendoza comenzó a trabajar a fines del


2011 y estuvo constituido por varones que se juntaban con la intención de problematizar su
masculinidad. El objetivo del trabajo que desarrollaron se manifestó en la puesta en tensión
de los tres términos de su nombre: una práctica política entendida como Colectiva, en la
necesidad de entablar redes y relaciones entre sujetos; la condición de estos sujetos es haber
sido socializados como Varones, en tanto que el trabajo de deconstrucción se centra en la
masculinidad, principalmente en su versión hegemónica; y Anti-patriarcales en la medida
en que buscan subvertir el orden de dominación masculina de las relaciones de género.

Así como las feministas radicales italianas de las décadas de 1960 y 1970 desarrollaron sus
grupos de reflexión y concientización, el Colectivo de Varones Anti-Patriarcales de Mendoza
pretendía generar instancias de encuentro para que sujetos autodefinidos como varones
pudieran interrogarse acerca de la “naturaleza” de su autodefinición, respecto de los efectos de
dicha autorrepresentación y relativo a estrategias políticas de trasformación de una situación
que consideran opresiva: el cis-hetero-patriarcado.

En el manifiesto que desarrollaron en los primeros meses de su accionar definieron tres


ejes centrales de trabajo: teórico, político y emocional. Estos tres ejes son tres dimensiones del
mismo objeto, principalmente las subjetividades biomasculinas y la dominación masculina
en general, y están en relación de interdependencia.

Los miembros del Colectivo de Varones Anti-Patriarcales de Mendoza tuvieron vínculos


afines a espacios de militancia social: feminismos, LGBT, veganismo, trabajo barrial. Además
varios de ellos eran estudiantes de la carrera de Sociología: en ese sentido tanto la Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo y sobre todo la carrera de Sociología, como la

PUNTO GÉNERO / 13
Las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las subjetivaciones. Género y sexualidades…

Subsecretaría de Género y Diversidad Sexual del Centro de Estudiantes de dicha facultad,


creada en el 2010 en el marco de la Lucha por el Matrimonio entre personas del mismo sexo,
representó un espacio de encuentro para estos sujetos.

Los miembros del Colectivo de Varones Antipatiarcales pertenecían a hogares de clase


media y trabajadora en cuanto a recursos económicos y nivel de estudios, viven en el Gran
Mendoza, y eran estudiantes, investigadores y artistas, lo que permitió un cruce de subjetividades
vinculadas a lo teórico, a lo político y a lo artístico, en el marco de los movimientos sociales.
Las edades de los mismos iban desde los 18 hasta los 40 años, con una mayor concentración
entre los 23 y los 25 años. La mayoría de ellos eran solteros, los que estaban en pareja no ejer-
cen paternidades y sus orientaciones sexuales eran multiples, gays y heteros, principalmente.

El colectivo de Varones de Mendoza desarrolló diferentes actividades político-culturales


entre el 2011 y 2014, principalmente ciclos de cine-debate, talleres en escuelas, participaron de
espacios de articulación como la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito
de Mendoza y en la Mesa contra la Trata de personas, así como también talleres “internos”
vinculados a la reflexión colectiva acerca de la identidad masculina. También participaron en
los Encuentros Nacionales de Colectivos de Varones, y fueron sede del II Encuentro Nacional,
en el 2013. De esos talleres internos es que deriva en “taller de autobiografías”, del que se
desprenden los documentos autobiográficos analizados.

1.1. La experiencia del taller de autobiografías

La escritura de una autobiografía se presentó como una reconstrucción que apuntaba


a conocer las interpretaciones de determinados hechos del proceso de socialización como
varones.La narración del pasado, aquellos eventos que decidimos recordar u olvidar, son
construcciones desde el presente; en ella se juegan los significados en donde interpretamos
nuestra situación actual. El trabajo con el espacio biográfico, en términos de Arfuch, habi-
litó la construcción de una identidad narrativa que da forma a lo informe de la experiencia
anclándolo en la temporalidad: el tiempo mismo se torna humano en la medida en que es ar-
ticulado en un modo narrativo (Arfuch, 2010, 35). De este modo, el carácter configurativo de
la narrativa se articuló al carácter narrativo de la experiencia y se plantó como una potente
herramienta de análisis social tanto el reconocimiento de la artificialidad de la construcción
del yo como en la pregunta por la construcción de un “nosotros”.

En el momento en el que escribí mi autobiografía yo estaba formando parte activa del


Colectivo de Varones Anti-Patriarcales de Mendoza, y ya que muchos de los conceptos que
me formé y las preguntas que elaboré derivan directamente de mi práctica política y de mi
intención de reflexión teórica alrededor y en el marco de la práctica política, decidí compartir
mi autobiografía con mis compañeros. Les propuse, además, que ellos escribieran la suya.

La experiencia de escribir la propia autobiografía fue interesante en la medida en que,


una vez expuesta la consigna, todo cuanto refiriera a ella era material de análisis: desde las
resistencias a escribirla, hasta las dificultades para recodar, incluso el agobio o la fatiga que
varios manifestamos sentir cuando terminamos de escribirlas. Escribir nuestra propia vida
era ponerle palabras a nuestras experiencias, con el fin de ser compartidas.

La segunda parte de esta primera instancia constó de otro momento: el leer las autobio-
grafías de nuestros compañeros. El Colectivo de Varones Anti-Patriarcales de Mendoza buscaba

14 / PUNTO GÉNERO
Santiago Zigliotto

contemplar la dimensión de la afectividad y de la emocionalidad, ya que es una esfera en la


que la masculinidad configuró nuestras posibilidades de relación, de encuentro y de contacto.
Esta instancia permitió entender la potencia política de la propia experiencia –como varón y
como sujeto social–, así como entender cómo cada uno en carne y alma propia había vivido
determinados eventos y había interpretado determinados hechos que nos llevó a la necesidad
de encontrarnos con otros varones para reflexionar en torno a lo que nos pasaba en tanto tales.

La estrategia metodológica de investigación del problema que pretendía abordar constó


del análisis de los relatos a la luz de ciertas categorías teóricas. A continuación se expondrán
tanto las categorías como el procedimiento de trabajo.

2. NOCIONES PARA EL ANÁLISIS Y PROCEDIMIENTO ANALÍTICO: GÉNERO(S),


SEXUALIDAD(ES) Y SUBJETIVACIÓN

2.1. La categoría de Género

Probablemente una de las categorías más potentes de la llamada segunda ola del
movimiento feminista es la de Género, y su surgimiento está vinculado a la explicación y la
subversión de la subordinación de “la mujer”, principalmente en las sociedades occidentales
contemporáneas en una primera instancia.

La trayectoria teórico-política de dicha categoría, central en la crítica al Sujeto moderno,


se remonta a Simone de Beauvoir y su tematización de la mujer como “lo otro”, “el otro sexo”,
desde la perspectiva existencialista y con influencia hegeliana (Beauvoir, 1995). Luego, la
conceptualización de la noción de patriarcado para el feminismo radical, en el contexto
de la emergencia de los nuevos movimientos sociales, dentro de ellos el movimiento de
liberación de la mujer; las relaciones entre patriarcado y capitalismo, en los intentos del fe-
minismo socialista de establecer diálogos entre las nociones de género y clases sociales; los
aportes de los feminismos del sur, del feminismo negro y el lesbianismo, los feminismos de
los márgenes, la definición del sistema sexo-género; hasta incluso el ingreso de la noción de
género en las academias, tanto feminismos académicos como institución de investigación
de las mujeres, fueron algunos de los aportes en torno a esta categoría.

Esta proliferación de discursos feministas permitió el cruce con las perspectivas estructuralistas
y posestructuralistas. Este encuentro giró en torno a la relación entre estructura y sujeto, princi-
palmente, como sujeto de sexo/género/deseo. Gracias a los aportes del psicoanálisis lacaniano
se pudo pensar la dimensión del deseo, del goce y de las estructuras psicológicas en donde se
estructura dicho deseo en relación con el poder. Además, el concepto de lenguaje, clave para
el pensamiento posestructuralista, habilitó una amplia variedad de preguntas que permitieron
ligar estas relaciones entre estructuras y sujetos (Butler, 2001). Las nociones de ideología y de
interpelación del pensamiento althusseriano, así como el estadio del espejo lacaniano fueron
algunas de las explicaciones de esta relación (Althusser, 1988). Los conceptos de dispositivos y
tecnologías de sexo, así como los discursos relativos a sexo en los análisis de Michel Foucault
centraron la base para estas confluencias entre posestructuralismos y feminismos (Foucault, 1991).

2.2. Género como representación: aportes de Teresa de Lauretis

En el encuentro entre lecturas feministas y pensamiento posestructuralista, la lingüista


y filósofa ítalo-norteamericana Teresa de Lauretis propuso un análisis de los dispositivos y

PUNTO GÉNERO / 15
Las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las subjetivaciones. Género y sexualidades…

objetos de la cultura entendidos como tecnologías del yo/tecnologías de género. En su


texto, La tecnología del género, la autora estableció cuatro proposiciones acerca del género:
(1) el género es una representación; (2) la representación del género es su construcción; (3)
la construcción del género continúa hoy tan diligentemente como en épocas anteriores; (4)
en consecuencia, paradójicamente, la construcción del género es también afectada por su
deconstrucción (De Lauretis, 1989).

El género es la representación de una relación que establecen entidades que están pre-
viamente construidas como clases –en el sentido de clasificación–, con las que se tiene una
relación de pertenencia. A los individuos se les asigna un género en términos de la posición
que ocupen en una relación social particular, predeterminada y predicada en una oposición
estructural –rígida– de dos sexos biológicos, lo que el feminismo radical llamó el sistema sexo/
género. En la cultura se significan lo masculino y lo femenino como dos categorías complementarias
y mutuamente excluyentes a las que los seres humanos deben pertenecer (De Lauretis, 1989, p. 11).

El género representa no el sistema de relaciones reales que gobiernan la existencia de los


individuos, sino la relación imaginaria de estos individuos con las relaciones reales en las que
ellos viven (De Lauretis, 1989, p. 5). Esto significa que los géneros no pertenecen al orden de
las cosas, de la naturaleza, de lo eterno, inmutable, innato; sino que más bien derivan de un
modo particular de representarnos, de imaginarnos, determinado entramado de relaciones.
En otras palabras, la construcción del género es tanto el producto como el proceso de su repre-
sentación (De Lauretis, 1989, p. 11).

El género, en tanto producto y proceso de representación, opera en su compromiso con


la subjetividad. Si para Althusser “toda ideología tiene la función (que la define) de constituir
a los individuos concretos en sujetos”, para De Lauretis “el género tiene la función (que lo
define) de constituir individuos concretos como varones o mujeres” (De Lauretis, 1989; p. 6).
De este modo, De Lauretis establece la relación entre el género y la ideología, donde más
bien el género es una instancia primaria de ideología.

Al caracterizar al género como una instancia primaria de la ideología, puede teorizarse


como una fuerza político-personal. Si la representación social de género afecta a su cons-
trucción subjetiva, esa misma construcción subjetiva, y cómo esta se autorrepresente, afecta
la representación social y posibilita un margen de acción y de autodeterminación en el nivel
subjetivo e individual de las prácticas cotidianas y micropolíticas (De Lauretis, 1989).

De este modo, el género supone un proceso de subjetivación, el mecanismo de que un


individuo sea representado como perteneciente a una categoría de género. Precisamente
en el punto de su constitución, en la instancia de la autorrepresentación se encuentra un
margen de agencia, ya que ese género que se le asigna lo compromete subjetivamente: el
sujeto debe asumirlo o puede rechazarlo. Aquel momento personalísimo de interpelación
es un momento político-ideológico por excelencia.

2.3. Sexualidad, identificaciones de género y subjetividad

El mecanismo de interpelación ideológica de género implica un doble proceso: de asig-


nación, el género nos viene de los Otros, y de asunción, de autorrepresentación en aquellos
términos. En el orden de la subjetividad, de acuerdo con las categorías psicoanalíticas de
sujeto, el género se manifiesta en forma de identificaciones.

16 / PUNTO GÉNERO
Santiago Zigliotto

El género es una manifestación del yo consciente o preconsciente. A pesar de que viene


del Otro, pues es asignado por los padres, las madres y los médicos a menudo antes de nacer,
requiere una acción de parte del niño o la niña, él o ella juegan un rol en la construcción del
su yo: lo deben asumir, es decir, deben hacerlo propio por medio de un proceso de identifi-
cación. La identificación como niño o niña, ya que ninguna otra alternativa se ofrece en la
niñez, generalmente se lleva a cabo muy temprano, aun antes de descubrir las diferencias
anatómicas. En los años subsiguientes, esa identificación puede ser confirmada y convertirse
en una identidad de género o puede ser cuestionada, rechazada o transferida a otro género.
La identificación es definida por Laplanche y Polantis como el proceso psicológico mediante
el cual un sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o
parcialmente, sobre el modelo de este. La personalidad se constituye y se diferencia mediante una
serie de identificaciones (Laplanche y Polantis, 2015).

El psicoanalista Jean Laplanche, en su trabajo acerca de la sexualidad como una seduc-


ción generalizada sostiene que a lo largo de la vida se realizan múltiples identificaciones de
género, eso significa que el género en el orden de los sujetos es múltiple. Sin embargo, la
categoría social del género, el género no tanto como identificación sino como representación,
es binaria y está estructurada genitalmente (Laplanche, 2001).

La sexualidad, a pesar de que tampoco es innata, no está presente en el cuerpo cuando


nacemos sino que viene del Otro, de los adultos, y es un efecto de seducción, es implanta-
da en el recién nacido, el infante, un ser sin lenguaje e inicialmente sin yo, por las acciones
necesarias del cuidado materno. En la madre y otros/as cuidadores/as adultos/as estos
actos están acompañados por inversiones afectivas conscientes y también por fantasías
inconscientes que se transmiten al bebé como mensajes o significantes enigmáticos. En el
bebé estos significantes enigmáticos intraducibles están sometidos a la represión primaria y
constituyen el primer núcleo del inconsciente del niño o de la niña. Cuando el niño o la niña
crece y el yo se forma o desarrolla se producen traducciones parciales, pero estas también
dejan residuos sin traducir que permanecen escritos en el aparato psíquico del individuo
como huellas mnémicas o memorias irrecordables de excitaciones y placeres del cuerpo.
Tales residuos enigmáticos actúan, siguen vivos aunque sin ser detectados y se reactivan
en la sexualidad adulta a veces bajo formas que nos parecen vergonzosas o inaceptables.
De esto provienen los conflictos, ya sean morales o neuróticos, que todos experimentamos
en nuestra vida sexual.

En suma, mientras que la sexualidad es implantada como una excitación psicofísica


que el/la bebé no puede controlar o metabolizar, y por tanto, permanece inconsciente, la
identificación de género es un proceso consciente o preconsciente en donde el niño o la
niña participan activamente. De este modo, podemos pensar las relaciones entre sexuali-
dad y género como el resultado de la articulación de tres factores: género, sexo (anatómico
fisiológico) y lo propiamente sexual, es decir, la sexualidad como efecto de la represión, la
fantasía y el inconsciente (De Lauretis, 2014).

La hipótesis de De Lauretis es que el género como representación encuentra en las nociones


psicoanalíticas de “complejo de castración”, “complejo de Edipo”, entre otras, instrumentales
en su construcción, que lo afirman y reafirman cuando es necesario, dichos “esquemas na-
rrativos preformados de la cultura” (De Lauretis, 2014) son aliados del género, y su función,
similar al proceso que Freud describió en El malestar en la cultura es reprimir lo propiamente
sexual.

PUNTO GÉNERO / 17
Las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las subjetivaciones. Género y sexualidades…

Entonces, si el género produce mujeres y varones, identidades, compartimentos y jerar-


quías sociales al reprimir lo sexual, lo sexual reprimido debe ser tenido en cuenta con un
componente problemático y no reconocido de la identidad y de la sociedad.

2.4. Lo masculino en su representación hegemónica y las masculinidades

Como se desprende de los apartados anteriores, la masculinidad, el género masculino,


viene del Otro y uno en tanto sujeto de género, asume el total de los efectos de ser repre-
sentado como varón a partir de reconocerse, de asumirse y reasumirse. Esto se hace patente
o se materializa en el caso que analizaremos.

Bourdieu (2000) da elementos claros para pensar la cuestión de cómo es significado socio-
históricamente lo masculino y plantea que la virilidad, en tanto condición de masculinidad,
supone una virtud, un honor, una nobleza, un deber-ser que se impone como natural e in-
discutible. Sin embargo, la virilidad no se construye con referencia a sí misma sino que es un
concepto relacional, ubicado en el extremo opuesto al de feminidad, mediante el mecanismo
de repudio, como lo denomina Judit Butler (1990). Como vemos, la virilidad es un concepto
eminentemente relacional, construido ante y para los restantes hombres y contra la feminidad,
en una especie de miedo de lo femenino, y en primer lugar en sí mismo (Bourdieu, 2000, p. 71).

De este modo, podemos decir que la representación hegemónica de lo masculino está


construida en función de estos esquemas narrativos preformados por la cultura, lo masculino
hegemónico es anterior a los sujetos masculinos, anterior a las masculinidades, y las cons-
tituye como tales. Sin embargo, el contenido concreto que para cada sujeto representa lo
masculino, y su propia masculinidad, no puede ser rastreado por fuera de la formación social
y del momento histórico al que dicho sujeto pertenece, ni por fuera de las relaciones sociales
de identificación/desidentificación que haya establecido a lo largo de su vida.

El trabajo analítico con los relatos autobiográficos constó de la búsqueda de elementos


relacionados con las categorías de Género, rastreado en términos de Identificación (luego
Des-identificación y Re-identificación), y Sexualidad/es. En este punto, otra categoría que surge
con relevancia es la de Violencia. Y en interrelación profunda con ellas, las nociones de lo
masculino/la feminidad.

En los relatos, las múltiples identificaciones de género se presentaron como móviles,


en permanentes desplazamientos y tensiones, y en tal sentido es que la búsqueda por las
des-identificaciones, sobre todo del modelo hegemónico de lo masculino, y luego, las re-
identificaciones que esos movimientos habilitaron, son un elemento clave para entender las
trayectorias de estas subjetividades.

Para finalizar, una categoría que surgió con fuerza de los relatos es la de Violencia. Si bien
por la misma entendemos una forma de la violencia característica de la formación identitaria
genérica y que reactualiza la significación sociológica de la dicotomía masculinidad-feminidad,
la violencia simbólica, cuyo principal tratado está hecho por Pierre Bourdieu (2000), en los
relatos analizados la violencia no surge estrictamente relacionada con su dimensión simbólica,
sino que se presenta en distintas escenas y narraciones histórico-biográficas y toma formas
concretas: violencia sexual, violencia verbal, violencia física y violencia psicológica, entre
otras. Estas diversas formas de experimentar tanto el padecimiento como el ejercicio de la
violencia, “justificada” en la (re)producción de la masculinidad, permiten sostener el carácter

18 / PUNTO GÉNERO
Santiago Zigliotto

constitutivo de la misma en la identidad masculina, o en términos de Bourdieu, la virilidad


en su verdad como violencia actual o potencial (Bourdieu, 2000).

Luego del rastreo de dichas categorías, el trabajo analítico constó de la elaboración de


una narrativa analítica que conservara la estructura, principalmente cronológica e histórico-
biográfica de los relatos. De este modo se pretendió ejemplificar la presencia de estas categorías
y sus relaciones con fragmentos de los relatos que las reflejan o cristalizan.

3. RECORRIDOS (DESDE/RE)IDENTIFICATORIOS: CAMINOS EN LA (DE)CONSTRUCCIÓN


DE LA MASCULINIDAD

3.1. La masculinidad asumida: la identificación

Las identificaciones de género de los miembros de los Colectivos de Varones Anti-Patriarcales


de Mendoza, en una primera instancia, tiene que ver con el hecho de haber sido leídos como
varones, de haber entrado al espacio social a condición de habitar el lugar asignado y asumido,
de haberse constituido como sujetos pertenecientes al género masculino. En estos relatos, la
identificación con el género asignado corresponde con los períodos de la niñez y de la adoles-
cencia. A continuación transcribiré fragmentos de los relatos que reflejan dicha identificación:

“Mi infancia pasó rápido, varonilmente feliz” (Laurato, 37 años).

“Mi infancia fue normal, yendo a la iglesia todos los domingos, jugando mucho con mis
hermanxs y primxs, ya que todos tenemos edades muy cercanas. (…) En mi época de estu-
diante de primaria era un chico ‘normal’ aceptable por todos los estereotipos machistas de
nuestra sociedad, tenía amigos varones, jugaba a la pelota y todas las cosas ‘normales’ de
los niños de esa edad” (Israel, 21 años).

La asunción del género asignado –el masculino– es el punto de partida en todos los relatos.

“Mi adolescencia: se separan mis padres y yo asumí algunos roles otorgados: el hombre de
la casa: me oponía a mi abuela, cuidaba a mis hermanas, era ley no transar en el boliche,
era ley vincularse con la religión, era ley proteger a mi madre, era ley odiar a mi padre, era
ley andar bien en la escuela y negar la sexualidad” (Juan, 30 años).

“Solo me limitaba a estudiar y a medianamente seguir los patrones de varón que se me


imponían” (Nahuel, 18 años).

Sin embargo, esta identificación no es total ni incuestionada. Los siguientes relatos son
un ejemplo de desidentificaciones tempranas con ciertas características asociadas a la mas-
culinidad, en contraposición a sus reversos, asociados a la feminidad:

“Hoy estoy relativamente en paz con mi ser varón pero no siempre fue así. Durante muchos
años reduje la masculinidad a ciertas características peyorativas: los varones son sucios –
pienso en mi papá llegando chivado de hacer ejercicio y querer abrazarme y yo sentir asco–,
son rudos, son brutos –pienso en un amiguito que rodaba en el piso y se golpeaba pero no
lloraba y yo me preguntaba cómo hacía para que no le doliera– son ásperos­–pienso en
cuando dormía en la cama de mis padres y no quería dormir en el medio porque las piernas
peludas de mi papá me daban asco– son invasivos –pienso en mi papá paseándose en
bolas por mi casa y tirándose pedos no importa en frente de quién esté–. En pocas palabras,
no quiero ni siento que tenga ninguna de esas características en mí y si las tengo y me las
encuentro, me avergüenzan” (Sebastián, 23 años).

PUNTO GÉNERO / 19
Las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las subjetivaciones. Género y sexualidades…

“(…) Eso, sumado al rechazo por parte de mi padre hizo que cada vez tenga miedo de los
hombres. A partir de esa edad (6-7 años) no sabía cómo tratarlos (…) En mi vida, la figura
femenina representada en muchas personas, hermanas, madre, amigas, vecinas, era más
fuerte y me transmitía más confianza. Y esa dicotomía Hombre = frialdad y miedo/Mujer =
amor y cariño empezó a internalizarse en mi mente (Nahuel, 18 años).

En el transcurrir de los relatos va a empezar a emerger que la principal tensión de estos


varones en torno a la identificación con el ser “varón” está dada por su vínculo intrínseco con
procesos que van tomando formas de violencia. Como sostiene Bourdieu, al igual que el honor o
la vergüenza, la virilidad tiene que ser revalidada por los otros hombres, en su verdad como violencia
actual o potencial, y certificada por su pertenencia al grupo de los “hombres auténticos” (Bourdieu,
2000, 70). Alguna forma de violencia va a atravesar a todos los relatos autobiográficos y delimita
las relaciones específicamente entre varones, en dos sentidos: se la ejerce “o” se la padece:

“Cagarnos a piñas, que los más grandes nos peguen a nosotros, pegarle a los más chicos,
abusar de las chicas cuando se amontonan para comprar en el buffet, tocar culos, rozar
tetas, todo dejo pasar a mi alrededor sin problematización alguna. Llega el fútbol nuestro
de cada día, el trato jerárquico y abusivo de los varones más grandes, las mujeres –lo fe-
menino– como “lo otro”, la complicidad ante la violencia y la discriminación, la homofobia
violentísima, las tribus, los bailes” (Francisco, 25 años).

“Ya en la escuela primaria llegó el horror que me marcó y del cual he meditado y pensado
muchos años de mi vida: un compañero repetidor que se abusaba de mí, hostigándome,
aprovechando las veces en las que nos encontrábamos solos para apoyarme, yo siempre
me largaba a llorar, le decía que no lo haga más, él decía que no le contara a nadie (…) yo
tenía 8 años (…). Entre los 6 y los 11 años lloraba mucho, no me bancaba ningún tipo de
violencia, no me gustaban los apodos sin mi consentimiento, no me gustaban los juegos
bruscos, no me gustaba hostigar a nadie. (…) En la secundaria por esa cuestión chota de
no querer quedar afuera allí iba el pelotudo siguiendo a la masa, hostigando a otros, hasta
que por una cuestión de justicia, por así decirlo, me pasé al bando de los ñoños y nerds de
la secundaria, ahora yo recibía el bullying feroz” (Samuel, 25 años).

El reconocimiento de la violencia constitutiva de los vínculos desde el lugar de varón


representan una instancia de desidentificación, no con “la masculinidad” per se, sino con la
forma dominante, hegemónica, “normal”, de la masculinidad, que a partir del padecimiento
de la violencia, y a pesar de la posibilidad de ejercicio de la misma, es vivida como opresora. El
reconocimiento de las estructuras sociales internalizadas, presentes en la propia subjetividad
y constitutivas de la misma, e incluso las estructuras sociales dominantes como habilitantes
de determinadas formas de relaciones con los demás, generaron un distanciamiento, un
rechazo, habilitaron un proceso de desidentificación, en la medida en que se ha tomado
consciencia de “lo masculino”, en su versión hegemónica, como dominante y opresiva. Al
no querer reconocerse en esa imagen externa y socialmente valorada de lo masculino, la
desidentificación abrió otros márgenes de agencia:

“Era permitirme aceptar la idea de que yo no era, ni podría ser nunca, el varón que llevara
para ella la carga del macho inconmovible. Cinco años de psicoanálisis y una vesícula tardé
en darme cuenta de eso” (Lautaro, 37 años).

“La posibilidad de abrirnos a otro tipo de relaciones más sanas y emocionalmente más
enriquecedoras va a estar limitada por la pertenencia a la tribu, a la cual hay que serle fiel
y mantener coherencia en sus códigos (…) escavar hasta vomitar en la previa del boliche,
intentar ‘comerse’ a una ‘mina’, pajearse de manera grupal con the film zone; ser y no ser
constantemente ‘ese’ que representa lo que es y no es; lo que soy y no soy” (Francisco, 25 años).

20 / PUNTO GÉNERO
Santiago Zigliotto

Si la identificación de género masculina, entonces, implicó el hacerse cargo de la tota-


lidad de los efectos de ser representado como varón, la desidentificación, en cambio, puso
en tensión, como dice Francisco, el ser y no ser constantemente “ese” que representa lo que es
y no es; lo que soy y no soy (Francisco, 25 años), es decir, aquello mediante lo que uno es re-
presentado y se representa, aquello que uno no deja de ser pero ya no es del todo: es, y no
es. La desidentificación implicó, para estos varones, de acuerdo con sus relatos, el reconocer
lo operante del modelo hegemónico de lo masculino y cuestionar la omnipresencia de la
violencia en los vínculos que habitar dicho género habilita.

En términos identitarios, podríamos decir que estos movimientos ponen de manifiesto


la ambigüedad, la abertura y la ficción de las identificaciones de género. Por medio de la
pregunta: ¿Soy varón?, ¿cómo, qué clase de varón ‘soy’? (Sebastián, 23 años) estos varones
denunciaron de las “censuras inherentes a las estructuras sociales” y se pusieron en tensión
el mecanismo de interpelación ideológica de género y “el enorme poder simbólico inscrito
en los cuerpos en su carácter de disposiciones” (Bourdieu, 2000, 23)

3.2. Sexualidades en la (de)construcción masculina: desidentificaciones

La instancia de la desidentificación con el modelo de masculinidad hegemónica implicó


determinados movimientos, tensiones y desplazamientos y, en los relatos de estos varones,
se caracterizó por el reconocimiento de la violencia intrínseca a la sociabilidad masculina.
Sin embargo, se presencian dos tipos de relaciones con la violencia masculina. La violencia
como categoría relacional implica que hay dos polos en dicho término: se la puede ejercer
o se la puede padecer.

En este punto, la relación entre la sexualidad y el género se torna central, ya que estructura
dos campos diferentes en función de la posición que se ocupe en la estructura de la violencia
masculina: mientras que los gays relatan un sostenido padecimiento de la violencia (homofóbica)
en reiterados ámbitos, los heterosexuales hacen énfasis en la tensión entre el padecimiento y
el ejercicio. En este sentido, la vivencia de la sexualidad y la concordancia con la heteronorma
plantea dos trayectorias de desidentificación diferentes que serán caracterizadas a continuación.

Es necesario aclarar que si bien en los relatos de los varones gays no hay mención al
ejercicio de la violencia, esto no significa ni que los gays no ejerzan violencia ni que estos
varones no hayan tenidos actitudes agresivas en algún momento de sus vidas, sino sola-
mente que nos llamó la atención el lugar que ocupa la violencia en los relatos de los varones
heterosexuales y de los varones gays.

3.2.1. Gays, heteronormatividad y la violencia recibida

En los relatos de los varones, aquellos con orientaciones sexuales homosexuales cuentan
cómo padecieron violencia desde edades tempranas.

“Ya en 7mo y los años posteriores, otra vez me vi amenazado por personas mayores que yo.
Pequeñas amenazas, insultos constantes, bromas, dedos señalándote cuando había que
elegir al mariposón de la primavera, y todo eso” (Nahuel, 18 años).

“Primero era dejado de lado por puto, o más que por puto, por afeminado. Después lo inte-
lectual sirvió para ser más nerd que trolo y sobreponerme y relacionarme desde otro lado
con la gente” (Sebastián, 23 años).

PUNTO GÉNERO / 21
Las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las subjetivaciones. Género y sexualidades…

Si bien estas violencias fueron padecidas mucho antes de que la identidad sexual es-
tuviera conformada, es decir, efectivamente antes de que estos sujetos se autodesignaran
como gays, ya en la niñez se constata la presencia de pulsiones sexuales homoeróticas, y su
correspondiente represión en distintos períodos.

“Recuerdo que durante mis 6 y 7 años empecé a descubrirme, mi cuerpo y mis impulsos. Besaba
compañeritos, los tocaba. No sé realmente por qué lo hacía, pero simplemente reproducía
creo lo que veía. Ya me sentía atraído por varones” (Nahuel, 18 años).

El padecimiento de la violencia masculina favoreció una desidentificación de carácter tem-


prano, ya que desde las primeras edades se entró en contacto con a) las exigencias al modelo
hegemónico de lo masculino; b) los mecanismos de control y castigos que se ponen en fun-
cionamiento cuando se ensaya la separación o la distancia con dicho modelo. En tal sentido,
la norma masculina solo es vivida como coercitiva cuando se intenta escapar a sus efectos,
mientras se esté diligentemente dentro de ellos, dicha coerción se reviste con una suma de
privilegios que deben ser defendidos sobre la base de la violencia intrínseca de la masculinidad.

En el relato de estos varones es crucial el momento de asunción de la identidad sexual, en


este caso como gays. El hecho de que el momento de la asunción de la identidad gay esté
estrechamente vinculado a la “salida del clóset”, es decir, a la presentación de tal situación
ante “la sociedad” y puntualmente condensada en la figura de los padres, como primeros
representantes de la sociedad y la cultura en la psique infantil, merece una investigación
propia. Sin embargo, citaré un fragmento de la experiencia de uno de los relatos, ya que
pone en evidencia la relacionalidad y parcialidad de las identidades, en el sentido de que
vienen de los otros y se asume ante la mirada de los otros:

“Elegí el día de mi cumpleaños para decirles, terminaron de cantarme el feliz cumpleaños,


toda mi familia presente, me paré y les dije ‘tengo algo que decirles: soy gay’. Fue lo mejor.
Estaba muy nervioso, era peor que haber actuado en público. Llantos, sonrisas, abrazos.
Todxs diciéndome que me querían. (…) Al otro día mi viejo renunció al laburo y se fue a
trabajar a otra provincia” (Nahuel, 18 años).

3.2.2. Construcción de la masculinidad heterosexual en el ejercicio de la violencia

En los relatos de los varones heterosexuales su relación con la violencia (masculina) se


expresa o se manifiesta de manera diferente por tanto que no solo la padecieron sino que
también la ejercieron. La tensión entre el ejercicio y el padecimiento de esa forma de violencia
está dada en la medida en que la violencia se manifiesta como un lenguaje afectivo, ligado
a la pertenencia a determinado grupo social, ligado a la aceptación y a la integración en un
grupo de pares, conformado por otros varones “heterosexuales”, en la niñez y la adolescencia
principal pero no únicamente.

Lo interesante de aquellos que ejercieron o detentaron la violencia como mecanismo para


garantizar la identificación masculina hegemónica es que en su interior también coinciden
con quien la padece, es decir, la medida de la violencia ejercida a los otros está dada por
la violencia ejercida sobre sí mismos, sobre la represión de la propia pulsión homosexual,
presente en todo sujeto. Podríamos homologar la situación de la heterosexualidad con la
famosa frase de Simone de Beauvoir para decir que heterosexual no se nace, sino que se
deviene heterosexual. En tal sentido la heterosexualidad es caracterizable como un régimen
político (Wittig, 1992).

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Santiago Zigliotto

“Amo y odio a mis hermanos, me joden todo el tiempo, gordo, cabezón, maricón; me habilitan
el ‘mundo de los de afuera’, los juegos, la aventura, la violencia, la humillación… pero prefiero
los videojuegos y dibujitos. Soy un pequeño Demian en un mundo de adultos, queriendo
esconderme de la violencia, pero siendo el primero en ser encontrado cuando jugamos a las
escondidas (…) Pero en la escuela no!, no quiero ser el menor. Me peleo, escupo, insulto por un
lado; por el otro, dibujo, canto, juego con figuritas (…) Cartas pornográficas, chanchifutbol,
‘chupapija’ y ‘maricón’. Le bajo –me bajan– la cabeza lo más abajo posible –me duele mucho
el cuello–, ¡pete!, gritamos. Jugar a la violencia sexual, todos los días” (Francisco, 25 años).

“El cumpleaños de 18 de Lauta y todos decidimos llevarlo a ‘las putas’. En un prostíbulo del
centro nos creemos los dueños de algo similar a un arma, nos reímos de la travesti que atiende
el lugar, nos reímos de los hombres que están ahí, de las mujeres ‘feas’ que ‘trabajan’ ahí, nos
reímos de todo menos de nosotros mismos (…) Me retraigo lo más posible pero sin salir del
papel designado por la tribu (…) La regla es confiar en la tribu, aun cuando esta te haga mal,
o le haga mal a lxs demás. Reís hasta llorar, pero nunca llorar de verdad” (Francisco, 25 años).

El rol de los “demás hombres”, de los compañeros de tribu, es clave en la conformación


de la identidad masculina y es clave para el sostenimiento del modelo hegemónico. Este
fenómeno ha sido designado con el nombre de validación homosocial (Kimmel, 1999) y re-
fiere a la fórmula de la relacionalidad de la virilidad de Bourdieu, cuando este sostiene que
la virilidad es un atributo para los demás hombres (Bourdieu, 2000).

3.2.3. Lo femenino y lo artístico: refugio y resistencia

Todos los varones de nuestra muestra relatan tener identificaciones con lo femenino. En
este punto, la identificación no es necesariamente el sentido psicoanalítico propiamente
dicho con el que se habla en el resto de texto de identificación/desidentificación y más
adelante, reidentificación, en tanto incorporación de algunos de los rasgos del objeto, sino
en un sentido amplio, en el sentido de afinidad:

“En mi vida, la figura femenina representada en muchas personas, hermanas, madre, amigas,
vecinas, era más fuerte y me transmitía más confianza. Y esa dicotomía Hombre = frialdad y
miedo/Mujer = amor y cariño empezó a internalizarse en mi mente (…) Llegué a 6to grado
con pocas ganas de tratar de cambiar el mundo. Con amor y cariño solo para mujeres. Cálido
y reconfortante. Femenino. Ajeno a todo lo que la ‘masculinidad hegemónica’ representa.
Me parece que en el transcurso de mis años pude formar esa coraza que hace que pueda
subsistir en el entorno sin tener que modificar mis actos y pensamientos ‘privados’. No tenía
amigos, y tenía amigas, las cuales mi madre me prohibía verlas, ya que yo era nene y tenía
que jugar con otros nenes” (Nahuel, 18 años).

Según las lógicas de la masculinidad hegemónica, la afinidad con lo femenino implica una
ruptura con el repudio hacia lo femenino, implica una traición a la “auténtica virilidad”. Esta
forma de violencia se expresa principalmente como homofobia. En un contexto de heternor-
matividad, la afinidad con lo femenino restringe la identificación con el modelo hegemónico
masculino y habilita múltiples identificaciones de género en el orden de las subjetividades.

Junto con el reconocimiento de las tensiones entre el ejercicio y el padecimiento de la


violencia patriarcal, la desidentificación, en el caso de los relatos de los varones heterosexuales,
está favorecida por sus afinidades, identificaciones en sentido amplio, con lo femenino, por
el descubrimiento de las dimensiones artísticas así como por las relaciones amatorias con
mujeres, principalmente feministas.

PUNTO GÉNERO / 23
Las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las subjetivaciones. Género y sexualidades…

“A su vez me entendía mejor con las mujeres desde que tengo recuerdos, eso me hacía ver lo
femenino en mí y en los varones que me rodeaban, de ellas aprendí a ser lo que soy y quiero
ser” (Samuel, 25 años).

“Llega el Magisterio y mis 15 años. Recuerdo que en este cumple mis amigas del DAD me
regalan un vestido rosado hecho de papel crepé y lentejuelas; considerado como un chico
‘sensible’, ellas me veían y me trataban como su amiga, y eso me hacía sentir querido y
valorado por lo que soy” (Francisco, 25 años).

De este modo, tanto la compañía de mujeres como lo femenino propio de cada sujeto
es potencialmente un espacio de refugio de la hegemonía masculina, que puede devenir
resistencia en la medida en que se rompe o se cuestiona el repudio hacia lo femenino que
dicha norma sostiene.

En el caso del descubrimiento de las expresiones artísticas, estas funcionan como válvula
de escape ante la demanda de ejercicio de violencia, como carta de presentación también
ante otras subjetividades no identificadas con las masculinidades hegemónicas.

“Llegan ríos llenos de cuentos, poesías, llevo mi cuaderno de poemas para todos lados, que
funciona a su vez como credencial de –no soy un mero machote violento– para entablar
otro tipo de relaciones. La endogamia empieza a resquebrajarse, empiezo a criticar, a cues-
tionarme, interesarme por lo social. Quiero decir lo que pienso y lo que siento, quiero criticar
lo violento y al violento, ignorarlo o alejarme de él (…) La tribu se siente traicionada y me
excluye por romper con su coherencia machista” (Francisco, 25 años).

“(…) mis inquietudes empezaron a verse reflejadas en los libros que empezaba a leer, en el
cine que empezaba a ver y en la música que empezaba a sentir. Eso me llevó a acercarme
de otra manera a los varones, de una forma mucho más abierta, creyéndome personajes de
libros como Demian de Herman Hesse, por decir uno jaja. De esa manera entablar relaciones
con esos varones que yo veía no seguían el juego de los golpes y la brusquedad o si lo hacían
se les notaba que era forzado” (Samuel, 25 años).

El encuentro sexo-afectivo con mujeres puede implicar una reafirmación de la identifica-


ción con el modelo hegemónico, en términos de complementariedad sociopsicosexual de
los géneros, en el marco de la heteronorma, de modo que la violencia se reactualiza: ya no es
el grupo de pares quien ejerce la violencia sino que es la pareja sexual la que demanda una
posición identificada, y su correspondiente vínculo con la violencia hacia sí mismo y hacia los
demás, como así también su vínculo con el honor, con el trabajo, con la potencia, con el proveer.

“Laura, bella encarnación de todas las normatividades femeninas (…) ejerció sobre mí todo
tipo de violencias, buscando en el lugar del hombre que yo intenté ocupar, los significantes
complementarios de su personaje, demandando una envestidura de poder, de carácter y
de ley que no admitía titubeos” (Lautaro, 37 años).

Sin embargo, los encuentros amistosos y sexoafectivos con mujeres feministas favoreció
la desidentificación, debido a la problematización y a la politización de las relaciones sexo­
afectivas de dichas mujeres.

“Finalmente encontré a ‘Fulana’, la mujer más maravillosa e irritante que conozco. Feminista
primero y socióloga después, sus comentarios sobre la opresión de las mujeres por parte de
los hombres, o sobre la construcción de las identidades sexuales, cortaban como una cizalla
todo lo que había aprendido a través de la experiencia y hacían tambalear mis hipótesis de

24 / PUNTO GÉNERO
Santiago Zigliotto

que las mujeres, desde el conveniente lugar de víctimas, manipulaban a los hombres para
ejercer poder sobre diversos ámbitos” (Lautaro, 37 años).

“A los 20 años conocí a una de las mujeres más hermosas que pasó por mi vida, con la que
caminamos juntos, crecimos (…) ella fue mi ex, feminista ella. La razón por la que ingresé
en el Colectivo de varones, y por eso la describo tanto” (Samuel, 25 años).

De este modo, la sexualidad de estos varones, gays y heteros, los posicionó en lugares
diferentes en relación con los otros varones, ergo, con la posibilidad de ejercicio de la vio-
lencia patriarcal o con la forma de padecimiento de la misma. Esto confirma lo que sostiene
De Lauretis cuando dice que la tarea del género es reprimir lo sexual (De Lauretis, 2014).

A continuación veremos en qué momento surge el espacio del Colectivo de Varones


Anti-Patriarcales y cómo permite conjugar las distintas formas de desidentificación con la
denuncia concreta de un modelo hegemónico de identidad masculina y cómo se articula
dicha denuncia con una forma concreta de participación política feminista.

3.3. (De)construir la masculinidad en la participación política y la reflexión colectiva:


reidentificaciones

El encuentro con subjetividades sexoafectivamente en politización y problematización


favorece, por un lado, el reconocimiento de la normatividad del modelo hegemónico de lo
que lo masculino es y debe ser actuante en la propia trayectoria y, por el otro, un encuentro
intersubjetivo que abre a nuevas tensiones la sujeción de la subjetividad a una esfera ideo-
lógica. En pocas palabras: siembra la pregunta qué es ser varón, qué significa ser varón para
sí: “¿Soy varón?, ¿cómo, qué clase de varón ‘soy’?” (Sebastián, 23 años).

En estos procesos de desidentificación y reidentificación, el Colectivo de Varones Anti-


Patriarcales, desde sus consignas de problematización de las dimensiones personales
(sociopsicosexuales) como políticas y politizables, funciona como un espacio de encuentro
y de reidentificación de una “masculinidad” puesta entre comillas, ya que se cuestionan los
cimientos de aquel modelo hegemónico.

“Participo en luchas sociales (…) de mirar con los ojos de lxs otrxs, de repensar y re-sentir
mi sexualidad y mi identidad, sentir una unión como con plasticola por todos los cuerpos y
todos los sexos, acá, adentro suyo, (…) soy hetero no normativo atraído por brujas, gitanas
y ninfas del bosque, me siento otrx, sabiendo que quien me atrae es otrx, como yo, inclasi-
ficable incosificabe” (Francisco, 25 años).

Podríamos decir que se da una inversión de la fórmula “Relacionalidad de la ‘masculinidad’:


con otrxs sujetxs, gracias a lo femenino y contra lo masculino hegemónico”. Esta fórmula no
funciona como una última reidentificación, sino que más bien habilita el sostenimiento de la
tensión entre la identificación con una masculinidad de la que previamente se ha renegado
y de la que se continúa renegando, pero de la que también se plantea imposible el escape.

La inversión del repudio implica que se vuelve contra sí mismo, contra las propias dimen-
siones hegemónicas y los propios privilegios que los constituyeron y lo siguen constituyendo
a uno como varón.

El descubrimiento de la relación con la violencia, contra los demás y contra uno mismo,
habilita reconociendo el desamor como elemento central en el ejercicio de la masculinidad,

PUNTO GÉNERO / 25
Las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las subjetivaciones. Género y sexualidades…

en el encuentro con la propia vulnerabilidad profunda que implica haber sido socializado
varón y dar en la medida de las constantes exigencias que el modelo hegemónico imparte,
que suponen negar y reprimir ese núcleo de vulnerabilidad, incluso a costa de uno mismo.
La exaltación de los valores masculinos tiene su tenebrosa contrapartida en los miedos y las an-
gustias que suscita la feminidad (…) Todo contribuye así a hacer del ideal imposible de la virilidad
el principio de una inmensa vulnerabilidad (Bourdieu, 1999, 69).

“Atravesar ese camino (de deconstrucción de la masculinidad en psicoanálisis) es muy


diferente a encarar un proceso de reflexión colectiva, donde imagino que el crecimiento
entre pares podrá existir solo gracias a un fuerte compromiso con la autorreflexión, con
la formación mediante lectura colectiva de textos, y especialmente con la construcción de
vínculos, de confianza, que considero la punta del ovillo para que lo personal pueda ser
puesto en palabras y una vez compartido, devenga quizás en político” (Lautaro, 37 años).

“Aún siento que en esta felicidad no hay nada dicho… está todo por contarse, por vivirse y
por sentirse, y eso me hace ser. Un punto de partida, y no de llegada –qué punto ni punto,
espiral!–. Gracias por comenzar este viaje conmigo, con una parte muy importante de esta
felicidad… Colectivamente, el amor es abundante –basta de regirnos por la escasez!!– de ahí
radica la fuerza política de lo que estamos formando y el amor es todo lo que necesitamos”
(Francisco, 25 años).

En este sentido, la reflexión colectiva de los propios procesos de socialización se vuelve


un acto amoroso y un manifiesto político de encuentro intersubjetivo y establece otras bases
para la práctica política, a partir de poner en juego las tensiones abiertas con la consigna
feminista “lo personal es político”, a lo que los Colectivos de varones en su devenir han agre-
gado “y lo político, colectivo”.

CONCLUSIONES

Las identificaciones de género en las trayectorias de estos sujetos fueron en un principio


las de haber sido socializados como varones: estos sujetos asumieron los efectos de ser re-
presentados como tales. Si bien esta identificación no fue sin tensiones ni contradicciones,
es un punto de partida estable que luego devino en desidentificación con el modelo de
masculinidad hegemónico por diversos motivos.

La violencia atraviesa el total de estos relatos autobiográficos y delimita las relaciones espe-
cíficas entre varones y con otros sujetos. Esta violencia, definida por Bourdieu como violencia
simbólica (Bourdieu, 2000), en los relatos toma formas particulares: violencia física, verbal, psico-
lógica y sexual. Además, esta violencia es constitutiva de la identidad masculina en la medida
en que la virilidad debe ser permanentemente (re)validada delante de otros hombres y en un
repudio hacia lo femenino. Como en todo sujeto se da una síntesis más o menos armónica y
más o menos aceptada de rasgos masculinos y femeninos (Laplanche y Polantis, 2015, 217-218), la
violencia padecida se relaciona con el repudio hacia lo femenino, rasgos que fueron reprimidos
más eficazmente por algunos sujetos, mientras que otros se identificaron con ello y encontra-
ron allí un refugio ante esta violencia, que pudo devenir, luego, en una forma de resistencia.

Con la pregunta: ¿Soy varón?, ¿cómo, qué clase de varón ‘soy’? (Sebastián, 23 años), podríamos
decir que se pone de manifiesto la ambigüedad, la abertura y la ficción de las identificaciones
de género, la que es a su vez producto y productora de movimientos y desplazamientos
identitarios.

26 / PUNTO GÉNERO
Santiago Zigliotto

Las relaciones entre identificaciones de género y sexualidades son complejas y significativas,


ya que tanto la relación con las propias pulsiones, habiendo sido intensamente reprimidas
en algunos casos, en algunos momentos, para luego ser “liberadas”, como la relación con
la elección de objeto sexoafectivo, en un contexto de heteronorma, definieron para estos
varones diferentes recorridos y trayectorias identificatorias y sobre todo, desidentificatorias.

Por un lado, si bien aquellos varones autodefinidos como “gays” tuvieron una predisposición
mayor hacia la represión de las pulsiones sexuales y hacia la conservación en la clandestinidad
de dichas pulsiones, en momentos de la niñez y la adolescencia, el momento de “asunción”
de la identidad homosexual representó una instancia de distanciamiento claro respecto del
modelo de masculinidad hegemónica que sostiene que “el varón debe ser heterosexual”.
Por otro lado, las identificaciones tempranas con lo femenino propio de cada sujeto y con
las mujeres, marcó una división que los puso en un lugar de claro padecimiento de diversas
formas de violencia patriarcal, especialmente la homofobia, y que también significó un dis-
tanciamiento de las exigencias del modelo de masculinidad hegemónica.

Respecto de los heterosexuales, en sus trayectorias desidentificatorias hay puntos de


encuentro y caminos propios acerca de los no heterosexuales: en relación con la violencia,
los relatos de los sujetos autodefinidos hasta ese momento como heterosexuales enfatizan la
ambigüedad entre el padecimiento, encarnado en “la tribu” y los grupos de pares, y el ejercicio
de la violencia, destinado no solo a la pertenencia a un grupo de “hombres auténticos”, sino
también a marcar la división con las “otras” subjetividades. Esto llevó a vivir el distanciamiento
de ciertos grupos como una ruptura contra la norma hegemónica de la masculinidad, en
pos de buscar alternativas a esa masculinidad. Estas alternativas fueron encontradas en di-
mensiones asociadas a lo femenino: las dimensiones afectivas, expresivas y artísticas, por un
lado, y en las mujeres, por el otro. Respecto de su relación con las mujeres, mientras algunos
vínculos sexoafectivos disponían a la reproducción de los roles binarios heterosexuales de la
norma hegemónica, otros vínculos amistosos y amorosos con subjetividades con trayectorias
en la “politización” de las identidades sexuales, representadas principal pero no exclusiva-
mente en “las compañeras feministas”, interpelaron y habilitaron formas alternativas de vivir
la propia masculinidad.

De estos modos heterogéneos, con puntos de encuentro y de diferenciación, las trayec-


torias de desidentificación de estos sujetos están caracterizadas por la profunda relación
entre género y sexualidad.

Una característica que permitió volver este proceso de “deconstrucción” de la masculinidad


sobre sí misma fue la reflexión colectiva y la participación política en el Colectivo de Varones
Anti-Patriarcales. Las fuentes de datos de esta investigación fueron el resultado de una ac-
tividad concreta, el taller de autobiografías, que desarrolló el Colectivo, y por eso mismo el
total de los relatos concluyeron con la presentación de los motivos y las expectativas que
estos sujetos tuvieron en su participación en dicho espacio. Podríamos decir que se da una
inversión de la fórmula “Relacionalidad de la “masculinidad”: con otrxs sujetxs, gracias a lo
femenino y contra lo masculino hegemónico”, como resultado de la búsqueda de alternativas
identificatorias que cuestionen y problematicen la violencia intrínseca a la masculinidad.
Queda pendiente la corroboración o rectificación de si las prácticas y los procesos reflexivos
de estos varones logran “realmente” deconstruir dicha violencia. Por los relatos solo podemos
concluir que ese es el horizonte hacia el que se orienta su práctica.

PUNTO GÉNERO / 27
Las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las subjetivaciones. Género y sexualidades…

Hacia el final de los relatos, el énfasis está puesto en la necesidad de la amorosidad en


la práctica política, como herramienta efectiva en contra de la violencia masculina. Además,
esta afectividad se conjuga con la práctica colectiva y con la construcción de un nosotros,
que si bien no es el “nuevo varón” o un “varón ya antipatriarcal”, es una búsqueda alternativa
y un corrimiento de lo que la representación hegemónica dice que lo masculino debe ser.

En conclusión, las relaciones entre la representación hegemónica de lo masculino y las


subjetivaciones masculinas de los varones que participan del Colectivo de Varones Anti-
Patriarcales de Mendoza son de desplazamientos en términos de las identificaciones de
género, en función de su relación con las sexualidades. La reflexión colectiva y la práctica
política en dicho espacio, representado en el taller de autobiografías, se manifestaron como
parte de un proceso de desidentificación de la hegemonía, así como también plantearon la
necesidad de nuevas instancias identificatorias que deconstruyan la masculinidad hegemónica.

BIBLIOGRAFÍA

Althusser, Louis (1971): Aparatos Ideológicos de Estado, Fondo de Cultura Económica.

Arfuch, Leonor (2010): El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea. Fondo


de Cultura Económica, Buenos Aires.

Beauvoir, Simon de (1995): El segundo sexo, México, Siglo Veinte.

Bonino Mendez, Luis (1998): Deconstruyendo la ‘normalidad’ masculina. Apuntes para una
‘psicopatología’ del género masculino, Madrid. Disponible en: http://www.europrofem.org/
contri/2_05_es/es-masc/22es_mas.htm

Bourdieu, Pierre (2000): La dominación masculina, Anagrama, Barcelona.

Butler, Judit (2001): El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, Buenos


Aires, Paidós.

De Lauretis, Teresa (1996): “La tecnología del género” en Mora, Nº 2, Buenos Aires.

De Lauretis, Teresa (2014): Conferencia, Buenos Aires, 2014. en: https://www.youtube.com/


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Valdez, Teresa y Olavarría, José, Masculinidad/es: poder y crisis, Cap. 3, ISIS-FLACSO: Ediciones
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Laplanche, Polantis (2015): Diccionario de psicoanálisis. Buenos Aires. Paidós.

Wittig, Monique (1992): “El pensamiento heterosexual y otros ensayos”, Madrid, Editorial EGALES.

28 / PUNTO GÉNERO
Revista Punto Género Nº 6. Mayo de 2016
ISSN 0719-0417 / 29 - 40

Plataforma de hombres cubanos: una experiencia para el


bienestar

Plataform of Cuban men. An experience for well-being


María Teresa Díaz1

Resumen

La Plataforma de Hombres Cubanos por la No Violencia y la Equidad de Género es una agrupación surgida
en 2011 e integrada por varones de diferentes áreas de integración social. Sus miembros realizan actividades
sistemáticas que redundan en su fortalecimiento, visualidad y desarrollo. A su vez, irradian su influencia
en los ámbitos donde desenvuelven sus labores habitualmente: comunitario, religioso, académico, rural,
comunicativo-cultural, jurídico, de orden público y de bienestar social, mediante miniproyectos que
ejecutan de manera sostenida. Las acciones de la Plataforma contribuyen a contextualizar e ilustrar el
valor de la participación de los hombres en procesos transformadores.

Palabras clave: género - masculinidades - hombres - equidad - violencia.

Abstract

The Platform of Cuban Men for the Non-violence and Gender Equity is a group created in 2011 and
integrated by men from different areas of social interaction. This program of action performs systematic
activities inside the platform that lead to its strengthening, visualisation and development, at the time
that radiate and maintain from their fields of action (community, religious, academic, agricultural-rural,
communicative-cultural, legal and public order and social welfare) a work of influence in their territorial
spaces through mini projects with a serious and sustained work in favour of equity and non-violence.

The actions of the platform contribute to contextualize and illustrate the value of the participation of
men in transformative processes.

Key words: gender - masculinity - men - equity - violence.

Fecha de recepción: Agosto 2015


Fecha de aprobación: Octubre 2015

1 Psicóloga, Sexóloga, MSc. Sexualidad, Profesora Auxiliar de la Universidad de La Habana, Coordinadora del Programa
de Masculinidades del Grupo OAR. E-mail: maridiaz@informed.sld.cu

PUNTO GÉNERO / 29
Plataforma de hombres cubanos: una experiencia para el bienestar

SURGIMIENTO DE UNA NUEVA EXPERIENCIA DE TRABAJO

El Centro “Óscar Arnulfo Romero” (OAR) es una institución de la sociedad civil que pro-
mueve relaciones equitativas de género en la sociedad cubana contemporánea, desde una
espiritualidad comprometida con una concepción de derechos humanos y equidad social, y
tiene su incidencia en actores sociales diversos en el ámbito comunitario, a lo largo de todo el
país. En tal sentido, viene desarrollando procesos de sensibilización, capacitación y acompa-
ñamiento a iniciativas locales en los temas de equidad, violencia de género y masculinidades.

En la propia dinámica de las actividades organizadas por OAR, los grupos de varones
participantes fueron expresando la necesidad de examinar con detenimiento aspectos
presentes en su socialización, que tenían repercusiones importantes en la manera de ser
hombres que ellos exhibían.

En el 2011, varones procedentes de diferentes comunidades y espacios institucionales y


sociales del país, junto a integrantes de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades,
propusieron crear una estructura que facilitara el trabajo con hombres, desde la experiencia
masculina, e incluyera acciones dirigidas al reconocimiento, visualización y cese de la violencia
de género. Surge así la Plataforma de Hombres Cubanos por la No Violencia y la Equidad de
Género, impulsada por el Centro “Óscar Arnulfo Romero”.

La Plataforma está integrada por 52 hombres de diferentes áreas de vinculación social:


obreros, campesinos, ingenieros agrónomos, psicólogos, sociólogos, estudiantes universitarios,
líderes barriales de las comunidades, líderes religiosos cristianos y de religiones afrocubanas,
médicos, profesores de la enseñanza media y superior, juristas, policías, realizadores audio-
visuales, periodistas, fotógrafos, diseñadores, actores, deportistas, entre otros. Además de
la diversidad de masculinidades atendiendo a profesiones y ocupaciones, la plataforma ha
considerado en su integración las diferencias en cuanto a edad, clase social, color de la piel,
credo religioso, orientación sexual, entre otras variables de interés.

Los hombres que integran esta agrupación realizan actividades sistemáticas en el seno de
la Plataforma y, a su vez, desde sus ámbitos de actuación y vinculación social en cada territorio
irradian y mantienen una labor de influencia con un trabajo serio y sostenido a favor de la
equidad y de la no violencia de género. En consecuencia, los beneficiarios del proyecto no
son solo los integrantes de la agrupación, sino también hombres pertenecientes a las dife-
rentes localidades del país donde viven, laboran e influyen los integrantes de la Plataforma.

Desde sus inicios la Plataforma relevó la necesidad de apoyarse en un cuerpo teórico


acerca de lo más significativo para ella en materia de producción científica. Veamos algunos
de estos elementos que han constituido su sostén conceptual:

· La violencia de género es el resultado de una estructura patriarcal que potencia la


dominación, el control y las relaciones desiguales de poder.

Las asignaciones tradicionales prescritas según las diferencias sexuales de hombres y


mujeres tiene un sustento patriarcal, hegemónico, androcéntrico, heterosexista y machista,
que se manifiesta en relaciones de dominación-subordinación, en las que las mujeres se en-
cuentran en desventaja respecto de los hombres, a quienes esas relaciones les han facilitado el
derecho a ser protagonistas independientemente de cómo se ejerza ese derecho (Bonino, 1995: 4).

30 / PUNTO GÉNERO
María Teresa Díaz

Es importante reconocer que en la construcción cultural de las masculinidades sobre


esas bases patriarcales se aprecia cómo se ha desencadenado un mecanismo de poder
que permite al varón exhibir múltiples maniobras de control y dominio sobre la vida de las
mujeres y de otros hombres, en aras de lograr obediencia y subordinación, pero también
competitividad, protagonismo y triunfo.

En general, en las relaciones de poder se crea un contexto de exclusión social, donde


se reproducen relaciones de subordinación verticales, y en algunas ocasiones violentas,
de ahí la importancia, según Casez (2005), de realizar análisis de género, lo que favorece
la comprensión de los mecanismos del orden patriarcal y sus aspectos nocivos, a partir de
una organización social estructurada desde la inequidad, la injusticia y las jerarquizaciones
de un binarismo que desde las diferencias sexuales se transformó en desigualdad genérica.

· Antiguas brechas de equidad (de clase, de género, color de la piel, territoriales) que se
reproducen y acentúan y aparecen como nuevos obstáculos a las relaciones equitativas.

En este mosaico de inequidades en la Cuba de hoy, las de género adquieren una singular
relevancia por el grado de desventaja social y personal que representa para las mujeres, a
saber: menos representadas en cargos de dirección, brechas salariales con relación a los hom-
bres, invisibilización de sus aportes económicos en el espacio doméstico y en la agricultura,
mayor carga en las labores domésticas, situaciones de exclusividad en el rol de cuidadoras
(hijos/as, enfermos/as, ancianos/as,) problemas de salud asociadas a la no prioridad de su
autocuidado, estereotipos en las identidades de género, por solo situar algunas de las más
conocidas (Espina s/a).

La promoción de relaciones humanas basadas en la equidad y la igualdad significa apro-


ximarnos a la justicia social y al ejercicio pleno de los derechos humanos.

· La violencia como la más grave de las desigualdades de género.

Es indiscutible que la violencia de género constituye una de las principales urgencias


contemporáneas de nuestro mundo en tanto deviene un problema social, de salud y de
derechos. Ella favorece las inequidades y afecta la naturaleza de las relaciones intra e interge-
néricas en diferentes espacios de la vida pública y privada, impide el respeto a la dignidad y el
reconocimiento al ejercicio pleno de los derechos, lacera la integridad moral de las personas
al negarle la posibilidad de hacer elecciones, reclamar o denunciar determinada situación o
suceso y tiene impactos de consideración en el bienestar, la calidad de vida y el desarrollo
personal y social de los seres humanos. En consecuencia, asumir su inaceptabilidad y elimi-
nación es un principio que garantiza la seguridad de los seres humanos.

Por otra parte la práctica investigativa cubana y el trabajo con hombres ha exhibido
resultados interesantes relacionados con las diferentes expresiones de la violencia en el país
que también han constituido insumos para la labor de la Plataforma.

Hace años Michael Kaufman (1985), al definir la tríada de la violencia en los hombres, fun-
damentó cómo cada acto de violencia en los hombres, principalmente los desencadenados
hacia las mujeres, no ocurría de manera aislada, sino que estaba estrechamente vinculado
a la violencia de los hombres contra otros hombres y a la interiorización de la violencia, es
decir, la violencia de los varones hacia sí mismos.

PUNTO GÉNERO / 31
Plataforma de hombres cubanos: una experiencia para el bienestar

Un estudio presentado durante 2010 demuestra cómo en Cuba también son las relaciones
asimétricas de dominio masculino las que están legitimando la violencia hacia la mujer. La
investigación alerta acerca de la necesidad de visualizar esta realidad entre las mujeres y los
hombres en tanto para ambos constituye un fenómeno naturalizado. Las primeras, porque
no concientizan sus consecuencias nocivas ni la necesidad de protegerse; y los segundos,
porque no identifican su conducta como violenta, aun cuando en algunos casos declaran
que su forma de actuar no es la mejor manera de resolver los conflictos (Proveyer, Fleitas,
González, Munster y César, 2010).2

Sin dudas la violencia contra la mujer ha recibido gran atención, no solo por su naturaleza
discriminatoria, sino porque es una de las más frecuentes y extendidas, tanto en el ámbito
público como en el privado. Tampoco son casuales los reiterados intentos de visibilizar, des-
naturalizar, prevenir y atender estas agresiones como parte de políticas públicas, programas
sociales y campañas internacionales.

Por otra parte la violencia de varón a varón, legitimada como variante del comportamiento
masculino, es una forma de agresión histórica que en las sociedades patriarcales ha sido utilizada
como una vía para resolver diferencias y conflictos entre varones, grupos de hombres o nacio-
nes (Kaufman, 1998).3 Sin embargo, no son los puños o el uso de armas blancas o de fuego los
únicos medios para que los varones demuestren su poderío y superioridad ante otros hombres;
la burla, las amenazas, los chantajes, la ridiculización, la descalificación y los apodos peyorativos
se convierten en credenciales para hacer saber a otras personas su grandeza como hombres.

Las agresiones que asumen los varones hacia otros hombres son también una manera de
desarrollar la competencia. Esa forma de violencia de género (como otras) descansa en una
relación de superioridad-inferioridad y, en consecuencia, va dirigida siempre a los hombres
más débiles (tanto desde el punto de vista físico, como psicológico), los más vulnerables y los
que quedan por debajo en la escalera de poder socialmente establecida (Díaz, 2010-2012).

Los resultados de un proyecto de intervención en seis regiones cubanas señalaron a los


jóvenes, los hombres más viejos, los migrantes, los negros, los mestizos, los homosexuales
y los bisexuales, entre otros, como los más desfavorecidos (Díaz, 2010-2012).4 En el estudio
se pusieron de manifiesto diversas razones que fundamentan el ejercicio del poder en los
grupos analizados.

En los hombres más jóvenes, la falta de conocimientos y experiencia emergió como causa
que los coloca en desventaja respecto de los que los superan en años; mientras que los

2 En mayo de 2010 la Agencia de Cooperación Oxfam Internacional publicó un estudio realizado por las
investigadoras cubanas “50 años después: Mujeres y cambio social“ donde en su capítulo 7, “La violencia de
género y sus manifestaciones en Cuba”, aparece una detallada referencia al tema.
3 Se trata del trabajo “Las 7 P de la violencia” surgido de un taller realizado por el autor en Katmandú en 1998
organizado por Save the Children / Reino Unido y acompañado por Development Servicies International de
Canadá. La discusión del taller se encuentra en el libro de Ruth Finney Hayward, Breaking the Earthenware
Jar publicado en el 2000. El canadiense Michael Kaufman, es escritor y experto en temas de género desde
hace más de cinco lustros. Se le conoce por ser el impulsor de la campaña del Lazo Blanco contra la violencia
masculina.
4 La investigación fue realizada en la capital y algunas provincias del país como sistematización del Proyecto
“Bienestar para Masculinidades en Desarrollo” coordinado por el Centro OAR y señaló además los principales
escenarios donde estas manifestaciones de violencia ocurren con mayor frecuencia.

32 / PUNTO GÉNERO
María Teresa Díaz

adultos mayores fueron identificados como víctimas de manifestaciones verbales agresivas


o de silencios prolongados por haber caducado sus presupuestos “a la hora de mirar la vida”.

A los migrantes se les identificó como desprotegidos legalmente, pero además, el desa-
rraigo del lugar de origen debilita los presupuestos de hombría que han construido, al tener
que asumir otras maneras de comportarse y ser hombres reclamadas por el nuevo espacio.

El color de la piel fue otra de las condiciones identificadas como generadora de situaciones
de violencia mediante exclusiones, discriminación y menosprecio, pero además, los negros y
mulatos no se corresponden con el estereotipo de belleza, desde la normatividad masculina.

Los varones cuya elección sexual contraviene la norma heterosexual socialmente pautada
y que exhiben “supuestas debilidades”, “inseguridades” y “cierta falta de carácter”, fueron los
más desvalorizados, atacados y marginados dentro del universo masculino. Las conductas
de evitación y violencia hacia ellos son incorporadas por los varones heterosexuales como
auténtica representación del modelo dominante tradicional de “hombre” (Díaz, 1999).

Otros estudios realizados en Cuba dan cuenta de cómo los hombres cuyo comporta-
miento se aleja del modelo heterosexual se sienten cuestionados, sancionados y objetos
de burlas. Aun cuando en los últimos tiempos la posición del hombre heterosexual cubano
contemporáneo hacia ellos ha exhibido miradas más respetuosas y de cierto entendimiento,
sigue suponiendo una abierta actitud de repulsa que no admite elección en el campo de la
amistad (Díaz, 2009; Ramos, 2003; Pereira, 2003; y Gómez, 2011).

Los trabajos con grupos de hombres han revelado que los actos de violencia entre ellos
constituye una forma más de ostentar privilegios. Según el doctor Julio César González (2009,
2011), los deportes se consideran un escenario propicio para expresar el poder y legitimar la
posición de hombre hegemónico dentro del grupo. En este ámbito se presentan características
y comportamientos propios del modelo de masculinidad tradicional que desde la ideología
y la cultura han sido impuestos por quienes sustentan el poderío social.

También los medios de comunicación hacen su parte. El tratamiento a personajes


varones en el cine y la televisión, las obras de arte, las imágenes de la gráfica, la letra de
canciones y los estilos danzarios, supone un culto al desarrollado al cuerpo masculino
(González, 2007) y a sus comportamientos de fuerza, hegemonía y poderío, mientras que
los que no cumplen estos requisitos son invisibilizados, ridiculizados y condenados a la
burla. A los primeros se les presenta alzando su superioridad como trofeos y a los segundos,
sufriendo dolores, temores y tragedias, convertidos en figuras pasivas y acríticas víctimas
de diversas agresiones.

Por otra parte las agresiones de los varones hacia sí mismos marcan la lucha individual
masculina por cumplir con los paradigmas de lo que es: ser un hombre y aparecen referidas
con mucha frecuencia en diferentes escenarios cubanos. Esta situación impide en ocasiones
su desenvolvimiento saludable en diferentes esferas de la vida con las consecuentes afecta-
ciones físicas, psicológicas y espirituales.

El propio hecho de situar al varón como eje del universo y resaltar constantemente su
fortaleza física y psicológica no favorece en ellos una ética del cuidado y el autocuidado de
su salud, por tanto no hay lugar para el llanto, el dolor, la queja y la búsqueda de ayuda. Esto

PUNTO GÉNERO / 33
Plataforma de hombres cubanos: una experiencia para el bienestar

hace que se desarrolle una cultura de la “resistencia”, del “aguante”, del “sobreponerse”, del
“silenciar” todo aquello que puede conspirar contra esa hombría (Díaz, 2012).

La meta de tener que poder con todo, la responsabilidad de proveer, la competitividad, el habérsele
expropiado la posibilidad de mostrarse temeroso, inseguro, desconocedor, vulnerable y tener
que exhibir en el espacio público valentía e intrepidez, genera, según la doctora Artiles (2007),
estereotipos que funcionan como dispositivos para reconocerse portador de una dolencia o un
malestar y mucho menos para demandar atender su salud, lo cual se expresa en resistencias
marcadas a involucrarse en acciones de salud. En consecuencia, no dan importancia o callan
los malestares, no se chequean ni acuden a las consultas médicas o al especialista ante una
señal de alarma, pues todo ello supone, de alguna manera, asumir que se es “débil” o “flojo”.

Son variados los ejemplos que servirían para ilustrar los costos de esta masculinidad
hegemónica para el bienestar saludable, porque los riesgos que asumen los hombres en
materia de salud parecerían riesgos necesarios para probar su hombría: lanzarse en aguas
profundas, saltar desde grandes alturas, manejar bicicletas con sobrecarga y loma abajo, cargar
pesos excesivos, entre otros. De manera que el desempeño del rol deviene una barrera de
contención ante dolencias, malestares y enfermedades que evitan admitirlas o expresarlas.

Los índices de mortalidad de los varones en Cuba son superiores a los de las mujeres
y recaen básicamente en elevados niveles de accidentabilidad (asociados a características
genéricas como el arrojo, la valentía, la poca precaución); la drogadicción (prácticas asociadas
a la resistencia y la virilidad); el suicidio ante la imposibilidad de la queja que los obliga a
silenciar sus malestares y buscar formas de evasión; así como las que se asocian a estilos de
vida poco saludables (infartos de miocardio, aumento de la tensión arterial, cáncer de pulmón,
cáncer de próstata, cirrosis hepática), que en la base, sin lugar a dudas, tienen implicaciones
en la forma en que los hombres viven y han sido educados. La doctora Arés (1996) ha deno-
minado patología de la omnipotencia a aquellas dolencias o malestares de los hombres que
se derivan del cumplimiento indiscutible de la normativa signada por la cultura para ellos.

El sistema cubano de salud cuenta con numerosos programas que reconocen y previenen
patologías privativas de la población masculina, tal es el caso del Programa de detección
precoz del cáncer de próstata, que focaliza a los hombres con más de cuarenta años para que
acudan a las consultas de prevención. Sin embargo, por lo general tienen una escasa cultura
de atención preventiva y se resisten a someterse a chequeos médicos como el examen de
próstata, por el mito de considerar que un tacto rectal paraliza su actuación y hace “tamba-
lear” su masculinidad. Similar situación ocurre con examen de las mamas, porque se vivencia
como una dolencia típica de mujeres.

Desde el punto de vista de la sexualidad, una de las columnas sostenedoras de la mascu-


linidad hegemónica y de la salud sexual, la aparición de disfunciones sexuales (dificultades
en la erección, trastornos eyaculatorios y del deseo), muchas veces son enmascaradas,
ocultadas y afectan emocionalmente a los hombres. Por lo general, son experiencias que se
prefieren llevar en silencio y frente a los cuales la vergüenza pesa más que la necesidad de
buscar apoyo profesional.

También cuentan las agresiones al cuerpo, vinculadas a una cultura de la estética según los
cánones de belleza tradicional masculina y que impactan en la figura corporal hegemónica. Si
bien el fisicoculturismo es una práctica reconocida, cuando se utilizan procederes vinculados al
uso de anabólicos que pueden lacerar la salud, se convierte en un tema de especial atención. Al

34 / PUNTO GÉNERO
María Teresa Díaz

respecto, Juan Guillermo Figueroa (2001) hace un análisis de diferentes posiciones sostenidas
por estudiosos del tema, donde además de defender que los derechos deben constituirse y
definirse tanto para hombres como para mujeres, señala la necesidad de continuar mostrando
a los varones el camino para cuestionar los modelos de masculinidad tradicional, las prácticas
de riesgo que tienden a asociarse a estereotipos muy invasivos y la exhortación a relacionarse
de otra manera con su espacio corporal en aras de evitar consecuencias negativas para su salud.

UNA PLATAFORMA PARA EL BIENESTAR

Los avances en la conceptualización teórica de las masculinidades, la violencia y la equidad


de género, el desarrollo de estudios acerca del tema y las experiencias prácticas en el trabajo
con hombres, favorecen la necesidad de continuar instrumentando enfoques participativos e
integradores que permitan poner la mirada en ellos como centro de políticas. En tal sentido
esta experiencia de la Plataforma de Hombres Cubanos se propone dignificar al ser humano,
para avanzar hacia formas más enriquecedoras de vida. Para ello dirige sus líneas de acción a:

– Fortalecer la integración de la estructura creada.

– Intensificar la capacidad de influencia de sus integrantes en diferentes localidades


del país, dotándolos de herramientas conceptuales y metodológicas sobre los temas
género, masculinidades, violencia y equidad de género para que ganen en compren-
sión acerca de la dimensión de estas variables y su valor para lograr transformar la
vida de otros hombres.

– Promover espacios territoriales que permitan a hombres de las diferentes localidades


ser alcanzados por esta influencia.

– Lograr sinergia entre los integrantes de la Plataforma y distintos miniproyectos locales.

La Plataforma tiene como principio básico respetar los valores y presupuestos que se
desprenden de un adecuado enfoque de género, salud, derechos y diversidad. Está con-
cebida para ser instrumentada bajo los presupuestos y potencialidades de la metodología
de educación popular, como práctica social transformadora y como conjunto de prácticas
educativas que suponen, por una parte, el reconocimiento de la experiencia de vida que
tengan estos hombres y, por otra, el principio de construir el conocimiento compartiendo con
otras personas en la interacción grupal y masiva. Según la doctora Argelia Fernández (1994),
esta edificación de saberes implica su síntesis y elaboración para ser devueltas al colectivo
mucho más enriquecidas en el espacio de una relación de horizontalidad.

Sin embargo, trabajar con varones no constituyó un desempeño fácil. Los hombres cubanos
no tenían cultura de trabajo grupal y ofrecían resistencias para socializar experiencias y emo-
ciones, básicamente durante los primeros encuentros. El arraigo a los mandatos tradicionales
de la masculinidad, la solidez en la estructura de emociones mudas, invisibles y aparente-
mente ausentes, y la consistencia de estereotipos y prejuicios con una marcada permanencia
en sus vidas, son algunos de los sustentos que dificultaron en un inicio el intercambio con
sus realidades.

En consecuencia, hemos favorecido para el trabajo dentro de la Plataforma algunos


procederes metodológicos:

PUNTO GÉNERO / 35
Plataforma de hombres cubanos: una experiencia para el bienestar

– Intencionar el trabajo y la cohesión grupal favoreciendo el acercamiento físico y emo-


cional entre los varones, de forma tal que puedan reconocer sus realidades entre y
desde los propios hombres, aprender a valorizar la diversidad que representan sus
vidas, revisar sus historias, asimilar nuevos retos y mirar hacia puntos más distantes.

– Trabajar desde la demostración de la necesidad de la revisión y no desde la imposición al


cambio. No se trata de convocar al cambio desde el reclamo de la mujer o de otros
hombres ni desde las exigencias de nuestra época, sino a partir de las reflexiones
grupales, la revisión de sus historias de vida, el análisis de la propia visión de cultu-
ralización de género para de esta manera demostrar la inviabilidad de determinadas
formas de pensar, sentir y actuar, y que esta reflexión pueda devenir en un resorte de
convencimiento para la transformación. Asumimos la transformación personal como
proceso gradual que supone por una parte la de toma de conciencia y por la otra la
voluntad del cambio.

– Demostrar las ventajas de las reflexiones grupales por sobre lo que sería un examen de
conciencia individual. Sin dudas, los seres humanos no pueden desprenderse en poco
tiempo de sus realidades de vida, pero estos hombres han podido vivenciar que a
veces el reto de la automirada es difícil asumirlo de manera independiente y el hecho
de lograr una sistematicidad en los contactos, de unirse para pensar y de atreverse
a avanzar juntos hacia propuestas hasta ahora desconocidas, en el ámbito de una
experiencia grupal, puede resultar de mucho beneficio para todos. Los aprendizajes
grupales son decisivos para el crecimiento humano.

– Seleccionar las temáticas que van a intencionar el trabajo grupal y su adecuada coloca-
ción en la realidad de nuestro momento. Es preciso incorporar hechos, situaciones,
eventos que tengan una conexión con la vida de los hombres.

En el empeño de la Plataforma están comprometidas ocho provincias del país y doce


territorios municipales que funcionan mediante siete ámbitos de actuación: comunitario,
religioso, académico, agropecuario-rural, comunicativo-cultural, jurídico y de orden público y de
prevención y bienestar social. Están conformados siguiendo un criterio de homogeneidad en
las profesiones, esferas de trabajos y sitios donde actúan, lo que permite un contacto más
objetivo con el personal receptor de las acciones, siempre intencionado sobre la base de
una actuación interrelacionada.

Las acciones de la Plataforma están agrupadas en dos bloques: uno referido a las actividades
que tienen lugar dentro de la Plataforma y que redundan en su fortalecimiento, visualidad
y desarrollo, y otro relacionado con proyectos en las diferentes localidades y espacios de
actuación ejecutados, apoyados y monitoreados por integrantes de la Plataforma.

Dentro de la Plataforma se producen experiencias de capacitación por medio de talleres,


cursos, conferencias, videodebates; el desarrollo de procesos de investigación, construcción
teórica e intercambio científico; sistematización de resultados con buenas prácticas en el
trabajo con hombres; la creación de un sistema visual que identifique la Plataforma y todo el
sistema de soportes comunicacionales que ella genere; y la presencia de un folleto o manual
que guíe y ordene la vida de la Plataforma (funciones, obligaciones de sus integrantes, relacio-
nes, toma de decisiones, términos de referencia, conceptualizaciones e integrantes del grupo
gestor).

36 / PUNTO GÉNERO
María Teresa Díaz

Otras actividades integran el cuadro de acciones de los hombres cubanos agrupados en esta
agenda de trabajo, tal es el caso de los mensajes de bien público elaborados por los integrantes
como apoyatura mediática para ser colocados en diferentes espacios televisivos, radiales y perio-
dísticos; soportes comunicacionales de la gráfica; obras audiovisuales y espectáculos humoristas
libres de sexismo y discriminación, entre otros. También aparecen acciones con grupos expuestos
a niveles de exclusión social por su condición legal y delictiva (reclusos, hombres prostitutos).

Pero si bien esas maneras de accionar de la Plataforma resultan decisivas, el desarrollo


de miniproyectos locales en los espacios de actuación deviene en un resultado sumamente
novedoso y participativo. Tal es el caso de talleres de creación literaria, experiencias relativas
a rescate de tradiciones campesinas generadoras de climas de unidad familiar sin violencia,
talleres de cultura jurídica, hombres miembros de familias de la Iglesia con mirada crítica
hacia las inequidades y las construcciones tradicionales de género, actividades artísticas y
culturales (exposiciones de pintura y fotografía, encuentros culinarios entre hombres, concur-
sos literarios), obras audiovisuales desde la mirada de jóvenes realizadores, varones jóvenes
por la equidad desde sus experiencias de vida, el deporte y la competencia sana en la vida
de los hombres, juristas y policías desmontando estereotipos de género y mitos acerca de
la violencia, por solo citar algunos de los más importantes.

Se pretende que cada ámbito de actuación, a partir de acciones particulares en las localidades,
pueda rescatar sus experiencias más enriquecedoras, su genuinidad, visiones, fortalezas y debi-
lidades para buscar los puntos de encuentro y las diferencias con grupos de otros territorios, y
poder establecer cómo han revisado sus encargos sociales acerca de lo que significa ser hombre.
De esta forma ha podido debatir experiencias que contribuyen a clarificar, mover o cambiar
formas de actuación con relación a la equidad y la violencia. El resultado de estos debates gru-
pales locales ha sido el insumo fundamental del que se ha alimentado esta agenda de trabajo.

Los debates y encuentros de la plataforma han colocado a los varones .en mejores condiciones
de fomentar acciones para concientizar el trabajo por la no violencia y la equidad de género.

Algunas de las principales fortalezas del trabajo que hemos podido visualizar, monitorear
y evaluar como resultado de esta experiencia han indicado fisuras en las construcciones tradi-
cionales de lo que significa ser varón, a saber:

· la posibilidad de identificar cualquier expresión de violencia;

· el ser capaces de verbalizar elementos de una cultura jurídica encaminada a conocer


qué deben hacer ante una manifestación de violencia y cuáles son los mecanismos de
protección a aquellas personas que han resultado víctimas;

· acercarse a personal especializado para solicitar ayuda;

· la revisión de algunos encargos normativos de género que no favorecen el desarrollo


de relaciones equitativas con las mujeres y otros hombres;

· evaluar las discriminaciones como un asunto de desigualdad y violación de derechos.

Sin embargo aún subsisten dimensiones, en los varones de esta experiencia, que es pre-
ciso atravesar y que tienen que ver con la consistencia de lo que significa ser varón según

PUNTO GÉNERO / 37
Plataforma de hombres cubanos: una experiencia para el bienestar

lo establecido por la cultura: emocionalidad reprimida, ostentación de su fortaleza física y


“su grandeza”, sexualidad presente, segura y resistente y el alejamiento de toda señal que
suponga posiciones de autocuidado. Sin embargo aun cuando siguen figurando en su listado
de asignaciones se aprecia cierto nivel de cuestionamiento en cuanto a su legitimidad. No
se asume pero se reflexiona críticamente, lo que pudiera sugerir un emergente de cambio.

SEÑALES PARA ORIENTARNOS

La atención a los problemas de la violencia y las inequidades de género supone diseñar


e implementar diversidad de vías para la prevención y atención de un fenómeno complejo
y de amplia presencia en las concepciones y comportamientos sociales, pero también im-
plica lograr conciencia de lo que representa, en aras de fortalecer el trabajo de gobiernos,
instituciones, organizaciones y redes sociales (Cantera, 2001). Es decir, reconocer el valor de
un accionar colectivo en diversas esferas de la realidad social con un trabajo de prevención y
atención desde diversas perspectivas. La prevención de la violencia de género y la búsqueda
de la equidad debe articularse como un proceso integrador.

El panorama contemporáneo de socialización de las masculinidades indica la urgencia de


hacer apuestas sociales y culturales dirigidas a generar cambios en los hombres en relación
con la violencia y la equidad de género: primero, porque son ellos los principales perpe-
tradores de la violencia y, segundo, porque hay que desmontar los beneficios que supone
sostener el poder a costa de ella.

Nuestra experiencia de trabajo con hombres ha indicado que no se pueden modificar


comportamientos ni estilos de vida en relación con la violencia si los hombres no son capa-
ces de identificarla, reconocerla, visualizarla, nombrarla, desnaturalizarla, y si no cuentan con
los argumentos precisos y los recursos emocionales necesarios para ello, pero sobre todo,
si no logramos que se interiorice que esta violencia descansa en inequidades históricas que
generan desigualdades y desbalances de poder y que tienen su origen en la culturalización
de género a la que han de responder los hombres en su camino para aprender a serlo.

Es importante que cada hombre desarrolle fortalezas que le permitan participar, revisar y
analizar las formas tradicionales en que ha sido socializada su masculinidad desde los presupues-
tos de la cultura patriarcal a fin de comprender y desarrollar conceptos de equidad, igualdad
de oportunidades, derechos y desnaturalización del poder, entre otras. Esto contribuirá a inte-
riorizar las bondades y beneficios de un proyecto de vida que apunte a relaciones más justas y
equitativas con las mujeres y entre los hombres. Es decir, se trata de promover la transformación
en las relaciones intra e intergenéricas, en aras de contribuir al ejercicio pleno de la equidad.

Aun cuando sabemos que los cambios en la subjetividad individual requieren una dimensión
temporal, es posible obtener resultados. Numerosas estrategias educativas y socializadoras
en todo el mundo mediante programas de intervención y experiencias exitosas de buenas
prácticas, dan fe de ello (Montero, Bonino, 2006 y Cantera, 2001). En tal sentido consideramos
que la principal fortaleza y genuinidad de esta Plataforma de Hombres Cubanos por la no
Violencia y la Equidad de Género descansa en dos particularidades:

– Su heterogeneidad (agrupar hombres con una amplia diversidad sociodemográfica,


cultural y social con un propósito común: detener la violencia y trabajar por la equidad
de género).

38 / PUNTO GÉNERO
María Teresa Díaz

– La posibilidad de contextualizar e ilustrar el valor de la participación de los hombres en


procesos transformadores y la urgencia de asumirlos desde una planeación estratégica
territorial, por medio del desarrollo de experiencias exitosas locales que puedan ser
sostenidas desde las políticas locales.

La estructura de trabajo con hombres, que bajo la sombrilla de OAR está potenciando esta
plataforma, nos permite valorizar y redimensionar la autenticidad de ser hombre, pero para
lograr consistencia en las transformaciones precisamos tiempo, sistematicidad, perseverancia,
confianza y la apropiación de una filosofía de lo que verdaderamente significa ser hombres.

La Plataforma de Hombres Cubanos por la no Violencia y la Equidad de Género es un


intento más de deconstruir la invulnerabilidad masculina socialmente aprendida, de mul-
tiplicar vías para concientizar las injustas y discriminatorias desigualdades entre hombres y
mujeres y entre hombres y para desaprender la violencia como una de las inequidades de
género más lacerantes y violadoras de los derechos humanos.

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40 / PUNTO GÉNERO
TEMA II

f a m i l i a s y
PATERNIDADES
Revista Punto Género Nº 6. Mayo de 2016
ISSN 0719-0417 / 43 - 59

Modelos de desarrollo, identidad masculina y familia: dos


generaciones de trabajadores de Huachipato1

Development models, male identity and family: two generations


of workers from Huachipato Título inglés pendiente Título inglés
pendiente Título inglés pendiente
Inti Fernando Fuica Rebolledo2

Resumen

La “Compañía de Acero del Pacífico” (CAP) es considerada, y en específico a la planta siderúrgica Huachipato,
como un eje industrializador relevante en la región del Biobío. Este estudio aborda las trayectorias vitales
de trabajadores varones de la misma, en términos de conformación de identidad masculina y modos
de hacer familia, diferenciándose dos generaciones a partir del cambio en el modelo de desarrollo del
país. A partir del análisis de diferentes entrevistas se han hallado cambios y continuidades entre ambas
generaciones, vinculando las experiencias vitales particulares con los cambios estructurales vividos en
el país a partir del golpe de Estado de 1973.

Palabras clave: identidad - familia - modelo de desarrollo.

Abstract

The “Compañía de Acero del Pacífico” is considered, and the Huachipato steel plant in specific, as an im-
portant industrialization pole within the Biobio region. This research is an approach to the male workers
life trajectories in relation with the male identity construction and the ways to build family, making a
comparison of two generations considering the change of the development pattern in Chile. Since the
analysis of a number of interviews, changes and continuities have been found between both generations,
linking the particular life experiences with the structural changes experienced in the country since the
military coup in 1973.

Key words: identity - family - development pattern.

Fecha de recepción: Junio 2015


Fecha de aprobación: Julio 2015

1 Este artículo presenta los principales resultados de la investigación correspondiente a la Memoria de título de
Sociólogo de mi autoría, como estudiante tesista del proyecto FONDECYT 1111007 “Industrialización, formación
de Identidad Obrera y Cambio Social, Concepción (1930-1970)”.
2 Sociólogo, Licenciado en Sociología, formado en la Universidad de Concepción. Diplomado en Masculinidades
y Políticas Públicas, Universidad de Chile. E-mail: inti.fuica.rebolledo@gmail.com

PUNTO GÉNERO / 43
Modelos de desarrollo, identidad masculina y familia: dos generaciones de trabajadores de Huachipato

INTRODUCCIÓN

El presente artículo da cuenta de los resultados principales de la investigación titulada


“Modelos de Desarrollo, Identidad Masculina y Modos de Hacer Familia: Un Estudio Comparativo
entre Dos Generaciones de Trabajadores de la Planta Siderúrgica Huachipato” realizada durante
el 2012. La finalidad de la misma apuntó a generar conocimiento respecto de la construcción
de identidad masculina e identidad obrera, y cómo estos aspectos se interrelacionan con los
modos de hacer familia, en dos generaciones de trabajadores de la planta siderúrgica Huachipato.
Como hipótesis, consideramos que el ser varones trabajadores de Huachipato dota de una
identidad específica a estos hombres, identidad que se reflejó en las formas de concebir la
familia y su propia autoimagen, en el contexto de dos generaciones distintas. Los diferentes
contextos macrosociales, en términos de Modelos de Desarrollo, en los que cada generación
se desenvuelve, repercutió también en las formas que tiene cada generación de concebir su
identidad, su relación con el trabajo y su forma de entender la familia. Para realizar la producción
de información se llevaron a cabo diez entrevistas cualitativas en profundidad, contando con
cinco varones por cada generación. Se optó por una metodología de carácter cualitativo para
dar cuenta de la significación atribuida por los varones a su experiencia laboral, vinculándola
directamente con su construcción identitaria de género y familiar (Ruiz Olabuénaga, 2007),
mediante la realización de un Análisis del Discurso (Ruiz, 2009; De Gregorio-Godeo, 2008).

Para la correcta presentación de los principales hallazgos se comenzará dando cuenta de


los antecedentes generales que orientan y enmarcan la investigación, en términos del cambio
en el Modelo de Desarrollo del país y sus consecuencias, en directa relación con la génesis y
desarrollo de la planta Huachipato, así como elementos generales respecto de Identidad y
Género. En segunda instancia se presentan antecedentes teóricos de otras investigaciones
empíricas que han tratado temáticas similares. Para continuar se realiza la presentación en
sí de los principales hallazgos correspondientes a la investigación. A modo de conclusiones
se presenta una breve síntesis de salida con la interpretación de los resultados y posibles
aperturas que genere la presente investigación.

1. ANTECEDENTES

A. CAP y Modelo de Desarrollo

El concepto más global corresponde al Modelo de Desarrollo, entendido este como la forma
cómo una sociedad organiza sus reservas materiales y sus instituciones para buscar el progreso y
la satisfacción de necesidades de todos sus miembros (Cardona, 1993 en Mejía-Ortega y Franco,
2007: 473). Durante el siglo XX se identifican dos grandes crisis económicas que conllevaron
sendas redefiniciones del Modelo de Desarrollo adoptado por nuestro país, en consonancia
con la situación global de la economía: la crisis de 1929 y la crisis de las décadas de 1970-1980
(Mejía-Ortega y Franco, 2007). La reacción a la primera crisis mencionada dio como resultado
la adscripción de Chile a un Modelo de Desarrollo conocido como keynesiano, si bien nunca
alcanzó los estándares de los Estados de Bienestar del primer mundo; efectivamente, el Estado
desempeñaba un papel prominente, basado en lo que suele conocerse como industrialización
mediante sustitución de importaciones (ISI) (Stallings, 2001: 25), así como una economía de
carácter proteccionista, legislaciones laborales que protegían a los trabajadores y una alta
sindicalización (Stallings, 2001; Mizala y Romaguera, 2001). Es en este marco general donde
surge la Compañía de Acero del Pacífico y su planta siderúrgica Huachipato, comenzando su
construcción en 1946, ubicada en la comuna de Talcahuano, región del Biobío, por medio de

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Inti Fernando Fuica Rebolledo

la promulgación de la Ley Nº 7.896 que otorgó a las futuras empresas siderúrgicas, garantías y
franquicias para asegurar el abastecimiento de acero al país (Echenique y Rodríguez, 1996: 5).
Ahora bien, CAP no se corresponde con una empresa estatal tipo, sino que fue organizada
en sus inicios como una sociedad anónima mixta, con capitales estatales conducidos por la
Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) y capitales privados, propiedad que ha
variado ampliamente a lo largo de los años, llegando incluso a estatizarse completamente
en el gobierno de la Unidad Popular (Echenique y Rodríguez, 1996).

Respecto de las relaciones establecidas entre la empresa CAP y los trabajadores de la


misma, el primer sindicato organizado por estos últimos data de 1947, comenzando a su vez
las negociaciones colectivas, los procesos de huelgas y las demandas de beneficios, configu-
rándose un proceso no exento de intensos conflictos y extendidos periodos de enfrentamiento
entre trabajadores y compañía, cristalizando en el establecimiento de un Departamento de
Bienestar, con la función de supervigilar la contratación de personal para la operación de la planta
y las relaciones entre la Compañía y su personal (Echenique y Rodríguez, 1996: 190), incentivos
económicos al perfeccionamiento laboral mediante la Unidad de Capacitación y Entrenamiento,
asignación familiar, indemnización por años de servicio, bonos por trabajo en turnos y días
feriados, becas de estudio para hijos e hijas de trabajadores, subsidios habitacionales, un Servicio
Médico de Empleados CAP que subsidia los gastos en salud, el club deportivo Huachipato
(y sus secciones internas correspondientes a múltiples ramas deportivas) y la corporación
cultural Artistas del Acero, todos beneficios establecidos mediante negociaciones colectivas
durante los años previos a la dictadura militar (Echenique y Rodríguez, 1996).

A partir del golpe de Estado de 1973, Chile comienza un tránsito hacia la adscripción de
un Modelo de Desarrollo neoliberal, caracterizándose grosso modo por una liberalización
de precios, apertura financiera y aduanera, privatización de empresas estatales, reformas
al sistema de pensiones, de salud y de educación, y cambios profundos en las condiciones
de negociación colectiva y derechos laborales (Stallings, 2001; Mizala y Romaguera, 2001;
Echenique y Rodríguez, 1996).

El efecto más inmediato tuvo que ver con las condiciones laborales, ya que se producen
masivos despidos y se dificulta la posibilidad de que los trabajadores exigieran sus derechos,
estableciéndose finalmente un nuevo marco legal con el llamado Plan Laboral en 1979,
que restablece la negociación colectiva, la actividad sindical y la huelga, pero en condiciones
muy diferentes a las existentes hasta 1973 (Mizala y Romaguera, 2001: 205), restringiendo los
márgenes de acción sindical, la negociación colectiva y el derecho a huelga.

Respecto de lo sucedido específicamente con CAP, esta debió someterse a un criterio


empresarial regulado por el libre mercado, sin apoyo estatal y en competencia con siderur-
gia importada, comenzando un lento y dificultoso proceso de adaptación a estas nuevas
condiciones, repercutiendo directamente en los trabajadores de la empresa. Los esfuerzos
por aumentar la competitividad de la Compañía incidieron en una importante reducción
de personal: disminuye, solo en la planta Huachipato, de 6.210 trabajadores en 1973, a
4.848 en 1980 (Echenique y Rodríguez, 1996), 2.475 trabajadores al 2002 (CAP, 2003) y 1.825
hacia el 2011 (CAP, 2012). El rol jugado por el sindicato se transformó radicalmente, desde
un organismo representativo y articulador de las demandas de los trabajadores, hacia una
función de administración de los servicios ligados al bienestar social de los trabajadores, con
la consecuente pérdida de capacidad de negociación y presión hacia la empresa (Echenique
y Rodríguez, 1996). Finalmente, en la década de 1980 las acciones que hasta el momento

PUNTO GÉNERO / 45
Modelos de desarrollo, identidad masculina y familia: dos generaciones de trabajadores de Huachipato

continuaban siendo del Estado chileno son vendidas, transformándose CAP en una empresa
netamente privada, cambiando la razón social y el objeto de la Compañía hacia una sociedad
anónima de inversiones (Echenique y Rodríguez, 1996).

B. Identidad y generación

Así como el Estado y la sociedad chilena experimentaron un cambio radical en el Modelo


de Desarrollo en torno al que se organizaban, las personas también van experimentando
cambios en términos de ideologías, de lo permitido y lo abyecto, de las formas de relacio-
narse, en síntesis, la cultura va cambiando (Margulis, 2003). Así, Margulis nos plantea que:

“la dimensión cultural de los fenómenos sociales, alude a su nivel significativo, a los códigos
de significación, históricamente constituidos y en permanente cambio, compartidos por un
grupo social, que hacen posible la comunicación, la interacción, la inteligibilidad de los com-
portamientos sociales” (2003: 14).

El compartir códigos de significación implica una pertenencia, un sentimiento de repre-


sentación colectiva, a una determinada identidad que se introyecta y a partir de la que se
comienza a delinear un nosotros, en contraposición a un otros, con quienes no se comparten
los mismos códigos (De Gregorio-Godeo, 2008). La identidad entonces se produce en torno
a la pertenencia a un grupo, pertenencia que, al ser leída en términos de desarrollo temporal,
vinculamos directamente al concepto de Generación, en el sentido de que esta involucra
necesariamente el factor procesual en la construcción social e histórica de las realidades etarias,
por lo que los sujetos se entienden como portadores de una edad social mediada por su historia
(Muñoz, 2011: 135). Así, siguiendo los lineamientos de Karl Mannheim (1993 en Muñoz, 2011),
planteamos que aquellas situaciones y condiciones experienciadas durante la juventud
constituyen una imagen natural del mundo, a partir de estas las experiencias posteriores se
van confrontando en una permanente dialéctica de la vivencia. La identidad generacional
se ve directamente relacionada con el contexto social en el que es producida, estableciendo
una relación dialéctica entre contexto e individuo, que va permanentemente redefiniendo
los límites de lo considerado como propio (Muñoz, 2011).

A raíz de los cambios macrosociales en términos de modelo de desarrollo descritos con


anterioridad, a lo que Svampa (2000a) suma como factores de cambio la revolución sexual y el
movimiento feminista en la década de 1960, se observa cómo estos repercuten directamente
en la conformación de identidad de las personas, situación que se ve reflejada en la produc-
ción de nuevas relaciones entre la estructura social y la acción de los individuos, expulsados
de las antiguas estructuras (normativas y sociales) que definían la orientación de sus conductas y
los dotaban de certezas (Svampa, 2000a: 10). Para esta autora, lo social se ha individualizado de
forma progresiva, los marcos de socialización colectivos se desestructuran, el trabajo pierde
centralidad como principio de subjetivación de los individuos, en tanto que las condiciones
laborales ya no lo posicionan como un referente de seguridad. Describe el caso de la industria
metalúrgica argentina en estas claves, delineando tres generaciones en términos del anclaje
de la identidad respecto del trabajo: la primera generación la identifica como el tiempo de las
identidades fuertes (Svampa, 2000b: 125), en donde la identidad respecto del trabajo y el sindicato
son primordiales; una segunda generación es asociada a una identidad deteriorada, en donde
se comienzan a vislumbrar los efectos desarticuladores del final de un modelo de integración social
(Svampa, 2000b: 134); y una tercera generación denominada de identidades fragmentarias, en
donde la pauperización laboral y la menor participación sindical hacen que la conformación de

46 / PUNTO GÉNERO
Inti Fernando Fuica Rebolledo

identidad migra desde el trabajo hacia aspectos particulares (Svampa, 2000b). La identificación
identitaria con la esfera laboral toma particular fuerza en el caso de los varones y su particular
construcción de género, vinculando directamente masculinidad con trabajo.

C. Género y masculinidades

El tercer concepto que emerge como central para la comprensión del presente artículo
es el género, entendido este como el conjunto de características sociales y culturales de “lo
masculino” y “lo femenino” (Barrancos et al., 2007: 32), a los roles y las relaciones sociales
atribuidas y construidas para cada sexo en particular, diferenciándolos, transformando en
productos culturales diferentes a hombres y mujeres. Este proceso de producción cultural
del Género se ve reflejado en que existen características, necesidades y posibilidades dentro del
potencial humano que están consciente e inconscientemente suprimidas, reprimidas y canaliza-
das en el proceso de producir hombres y mujeres (Kaufman, 1997: 66), potenciándose algunas
características y negándose otras de acuerdo con el sexo biológico. Género es una categoría
relacional, da cuenta de las relaciones establecidas entre los géneros y dentro de cada uno;
nunca emerge de forma pura, sino que se relaciona con condiciones de clase, etnia, territorio,
entre otras (Barrancos et al. 2007; Burin y Meler, 2009), así como es una construcción histórico-
social, es decir, va cambiando de acuerdo con cada época y a cada sociedad: los géneros son
instituciones sociales fuertemente marcadas por las condiciones históricas: en distintas épocas,
los modos de ser mujer y de ser hombre han ido cambiando (Urresti, 2003: 145).

Los estudios de Género poseían un marcado énfasis en la investigación y denuncia de


la situación de opresión de las mujeres, tradicionalmente invisibilizadas, y a partir de este
contexto surgen los estudios de masculinidades, entendiendo que la virilidad no es estática
ni atemporal; es histórica; no es la manifestación de una esencia interior; es construida social-
mente; no sube a la conciencia desde nuestros componentes biológicos; es creada en la cultura
(Kimmel, 1994, p. 49), relevándose la importancia de la investigación de los varones como
sujetos adscritos a su vez a un género.

Es relevante mencionar que el género, con la complejidad anteriormente mencionada,


no termina expresándose de la misma forma en todos los individuos, dicho de otra manera,
no todos los varones se construyen como hombres en el mismo sentido, aunque sí lo hacen
respecto de la misma norma: la Masculinidad Hegemónica. Esta corresponde a un conjunto
de características y mandatos relacionados con el deber ser hombre, transformándose en
hegemónica cuando se hace parte de las subjetividades tanto de varones como mujeres, y
se naturaliza (Kimmel, 1994; Connell, 1995; Olavarría, 2000; 2001).

Para el caso de la sociedad chilena, las características propias de esta Masculinidad he-
gemonizada implican que los varones deben ser personas importantes, activas, autónomas,
fuertes, potentes, racionales, emocionalmente controladas, heterosexuales, son los proveedores en
la familia y su ámbito de acción está en la calle (Olavarría, 2000: 12); ser hombre se construye
relacionalmente respecto del no-ser mujer, diferenciarse de estas y de los varones feminizados
cuya masculinidad no se acerca a la hegemónica, en constituirse como personas públicas,
cuyo ámbito de acción no está dentro del hogar (Fuller, 1997; Kimmel, 1994; Connell, 1995;
Olavarría, 2000; Olavarría, 2001; García, 2004). La validación social en torno a la Masculinidad
Hegemónica, y la dificultad práctica de responder a cada una de sus características para una
gran cantidad de varones, posibilita que emerjan masculinidades subalternas, construidas
en relación a la Hegemónica pero no correspondiéndose con esta, produciéndose pocos

PUNTO GÉNERO / 47
Modelos de desarrollo, identidad masculina y familia: dos generaciones de trabajadores de Huachipato

cambios en torno a la idea hegemonizada debido a que, aunque no cumplan con cada man-
dato, los varones se benefician del dividendo patriarcal, en términos de privilegios, otorgado
por el solo hecho de pertenecer a la mitad de la sociedad considerada como importante
(Marqués, 1992; Connell, 1995).

2. VARONES, TRABAJO Y FAMILIA

A partir de los elementos presentados con anterioridad, presento ahora la experiencia de


otras investigaciones que también han pesquisado respecto de la interrelación de estos ele-
mentos, y cómo los varones van construyendo su identidad en torno a ciertos ejes comunes.

A. Estado de bienestar y familia nuclear

El trabajo constituye uno de los mandatos predominantes de la Masculinidad Hegemónica,


en el sentido de que un hombre es valorizado positivamente junto con las tareas que desempeña,
el trabajo es uno solo, está afuera de la casa, supone competencia, lucha, determinación, valor
(Urresti, 2003: 148), debe salir al mundo público para trabajar y así poder a su vez proveer, en
el sentido de transformarse en el sustento económico de su familia (Olavarría, 2000; Caamaño,
2010). Esta idea fue hegemonizada en el periodo que anteriormente identificamos con la
adscripción a un modelo de desarrollo keynesiano, generando a su vez una forma de familia
particular hegemonizada: la Familia Nuclear, entendida esta como conformada por un padre
trabajador-proveedor y una madre encargada del hogar y la crianza, quedando los afectos
como propiedad del género femenino y la autoridad del masculino (Jelin, 1993; Olavarría,
2000; Olavarría, 2001; Urresti, 2003; Valdés et al., 2005; Caamaño, 2010), donde el hombre
proveedor y la mujer reposo reproductora [conforman] un modelo de géneros complementarios,
una normalidad que prescribe castigo, exclusión o desvalorización moral para todos aquellos que
no la respeten (Urresti, 2003:149).

La Familia Nuclear hegemonizada se erige como normalidad, a pesar de que históricamente


la vinculación de los varones con la idea de familia era muy reducida y encasillada a las clases
acomodadas (Salazar, 2006), debido a que, a partir del cambio a un Modelo de Desarrollo que
buscaba acercarse a un Estado de Bienestar, se produjo también la necesidad de integrar a la
creciente población de hombres, trabajadores temporeros, gañanes, que comenzó a “invadir” las
grandes ciudades, especialmente Santiago (Olavarría, 2000: 16); la naciente industria requería de
una población trabajadora, que perseverara en el trabajo y tuviese necesidad de conservarlo. Estas
condiciones se cumplirían con hombres comprometidos con una familia que dependiera de ellos
directamente y demandara sus cuidados y protección (Olavarría, 2000:16). Esta necesidad se vio
traducida a su vez en varias políticas públicas que apuntaron al fortalecimiento de la Familia
Nuclear y al modelo complementario de padre trabajador-madre cuidadora, produciendo una
sólida idea en torno a esta familia, fortalecida tanto desde las políticas públicas como desde las
condiciones laborales propias de la época (Olavarría, 2000; 2001; Valdés et al., 2005).

B. Modelo neoliberal y nuevos arreglos familiares

El golpe de Estado de 1973 cambió las condiciones macrosociales de Chile, se establece


un nuevo marco legal en la Constitución de 1980, cambian drásticamente las condiciones y
protecciones laborales, así como también el enfoque de las políticas públicas, que pasó de
centrarse en disminuir la brecha entre sectores medios y bajos de la población respecto de
los altos y en un fomento estatal de las industrias, hacia un enfoque centrado en la extrema

48 / PUNTO GÉNERO
Inti Fernando Fuica Rebolledo

pobreza y un Estado subsidiario. En este contexto, la regulación del trabajo es competencia


del mercado y disminuyen drásticamente las protecciones legales en torno a este, lo que
transforma completamente el marco protegido de desarrollo de la Familia Nuclear (Aguirre
y Fassler, 1993; Olavarría, 2000; Olavarría, 2001; Stallings, 2001; Valdés et al., 2005; Valdés et al.,
2006). A pesar de los cambios en la estructura social que posibilitaban la coherente interre-
lación entre trabajo y familia para los varones, la Familia Nuclear se ha mantenido como la
idea hegemonizada, pero existe un incipiente proceso de cuestionamiento tanto de esta
como de la propia masculinidad hegemónica, incrementándose:

“el número de varones que están intentando vivir su masculinidad por fuera de este modelo […]
un hombre que no niega su costado femenino (en el sentido heredado del término), es decir,
el cultivo de la sensibilidad, la escucha de su cuerpo, la afectividad, el contacto físico cariñoso,
la relación tierna con los hijos y todo otro conjunto de elementos con los cuales se puede
identificar una manera de vivenciar la masculinidad en completo distinta de aquella a la que
asistió durante el proceso inicial de su socialización” (Urresti, 2003: 151).

Este proceso está notoriamente influenciado por la disminución de las oportunidades labo-
rales para los hombres adultos, cambiando también la estructura ocupacional, donde las mujeres
adultas se incorporan de manera masiva al mercado de trabajo, con lo que las transformaciones en la
organización doméstica comienzan a ser visibles (Jelin, 1993: 79). Estos cambios se ven reflejados
en la emergencia de una multiplicidad de formas de familia, de necesidades nuevas tales como
que padre y madre trabajen, repercutiendo en la construcción identitaria tanto de mujeres
como varones (Jelin, 1993; Olavarría, 2000; 2001; 2004; Valdés et al., 2005; 2006). La emergencia
de estos nuevos arreglos familiares no es lineal, sino que se ve atravesada por continuidades
respecto del modelo tradicional, así como también se producen muchísimas rupturas.

En términos muy gruesos, los principales cambios apuntan hacia una disminución del
autoritarismo paterno, un cambio en la centralidad de la familia desde el padre hacia los hijos
e hijas, la sexualidad dentro de la pareja comienza a ser más valorada y aumenta la conciencia
masculina respecto de la importancia de su rol en la crianza, aumentando la intencionalidad
de participación, aunque esta muchas veces se ve reducida a los aspectos más lúdicos de la
crianza y no se traspasan ciertas barreras de género, como considerar a la mujer encargada del
hogar y al varón solo una ayuda (Olavarría, 2001; Valdés et al., 2005; 2006; Wainerman, 2007).

3. HALLAZGOS

A. Primera generación

Los varones correspondientes a la primera generación estudiada son extrabajadores de


Huachipato, ingresando la totalidad de ellos a la siderúrgica antes del golpe de Estado de 1973.
Comparten como característica común el hecho de haber jubilado en CAP.

Entrevistado Edad Estado civil Periodo laboral Cargo ingreso


G1E1 68 Casado 1970-2006 Operario
G1E2 67 Viudo 1966-2009 Operario
G1E3 71 Casado 1970-1985 Operario
G1E4 71 Casado 1972-2006 Administrativo
G1E5 77 Casado 1958-2000 Administrativo

PUNTO GÉNERO / 49
Modelos de desarrollo, identidad masculina y familia: dos generaciones de trabajadores de Huachipato

Estos cinco hombres evalúan de forma muy positiva su paso por CAP, especialmente por con-
siderar que el trabajo en la siderúrgica los dotó de posibilidades que en otros potenciales trabajos
no existían, tanto para quienes ingresaron sin estudios superiores (incluso sin estudios medios)
a los cargos de operarios como quienes ingresaron como administrativos a base de sus títulos
profesionales. En este sentido, desde un comienzo se vislumbra una considerable identificación
identitaria con Huachipato, con una organización sindical poderosa, condiciones laborales positivas,
la posibilidad de hacer carrera al interior de la misma siderúrgica, con el consecuente desarrollo
profesional y económico, y una extensa red de beneficios para los trabajadores de la empresa:

“siempre he sido un hombre muy agradecido de Huachipato, muy agradecido por, Huachipato
me dio casa incluso” (G1E5).

Esta acentuada identidad se construía a partir de una vinculación entre Huachipato y sus
trabajadores que excedía el solo cumplimiento de un horario laboral y ciertas funciones, sino
que se extendía hacia la vida privada de los trabajadores, contando con servicios médicos,
becas de estudio, asignaciones familiares, posibilidades de esparcimiento y una destacada
política habitacional, beneficios que fueron obtenidos mediante movilizaciones sindicales con
amplia representatividad de base y un contexto macrosocial en donde se posibilitaba que la
empresa entregase estas prestaciones (Echenique y Rodríguez, 1996; Svampa, 2000b; Mizala
y Romaguera, 2001).

“siempre lo han tenido también porque el sindicato siempre ha peleado mucho por esas cosas,
entonces la empresa no se podía, eh, olvidar ni, ni soslayar cosas porque los dirigentes iban
y les recordaban ahí, entonces, te ayudaban a pagar la mensualidad y todo, habían ciertos
puntos ganados por el sindicato, entonces eso llevaría a montones de cosas, es decir, arriendo
de casas también te daban una parte, eh, si uno pagaba, por decir algo, diez mil pesos, ellos
seguramente colocaban unas dos o tres lucas a lo mejor de, de esos diez mil pesos ¿ya? Eh,
porque esos eran puntos ganados de los sindicatos, eh, lo médico, todo, todas las cosas” (G1E1).

La organización y lucha sindical es indicada como uno de los puntos más relevantes por
los tres entrevistados que fueron operarios en la planta, recordándose como un organismo
validado por las bases y por medio de este se logró la conquista de muchísimos beneficios y
derechos para los trabajadores. Esta positiva evaluación de la labor sindical no es extensiva a
quienes poseían cargos administrativos, pero sí se destacan las relaciones humanas que se daban
entre los distintos niveles de jerarquía dentro de Huachipato, por lo que el espacio laboral es
considerado en todos los casos como muy positivo, forjándose relaciones de amistad duraderas:

“sí, sí, bueno yo diría que, que los amigos que tengo hoy día, yo tengo tres amigos que somos
de la época de estudiantes de Liceo, y el resto son todos, son colegas de Huachipato” (G1E4).

Las posibilidades de capacitación y desarrollo profesional son a su vez ampliamente valoradas,


tanto a nivel de operarios como de administrativos, destacándose el perfeccionamiento per-
manente y la redundancia en mejores condiciones económicas (Echenique y Rodríguez, 1996).

“yo nunca desperdicié ninguna opción que me dieran, yo iba a cursos a Santiago, estudiamos
en la Universidad allí frente al Club Hípico ¿Federico creo que se llama? [Federico Santa María]
sí y, allá la, cuando llegó la computación mandaron a la eh, Inacap y a otro que está aquí en
el mall, o sea todas” (G1E2).

Estas condiciones laborales propiciaban una estrecha interrelación entre los trabajadores,
la empresa CAP (como fuente laboral de estos varones), y sus familias, ya que los beneficios

50 / PUNTO GÉNERO
Inti Fernando Fuica Rebolledo

se extendían hacia el grupo familiar nuclear de los trabajadores, en términos de becas de


estudios, predios vacacionales, pertenencia a los clubes deportivos, entre otras, donde desta-
camos especialmente la política habitacional de Huachipato, que permitía a sus trabajadores
acceder a préstamos y subsidios para compra de inmuebles (Echenique y Rodríguez, 1996),
en un claro ejemplo de políticas empresariales que posibilitaban al padre proveedor de un
contexto de tranquilidad respecto de su rol y el cumplimiento con los mandatos correspon-
dientes al ser varón (Olavarría, 2001; Valdés et al., 2005; Caamaño, 2010).

“me estabilizó más en el trabajo, y, y bueno para uno y para la familia […] yo en ese momento
tenía los problemas habitacionales habituales de una persona que (ríe), que se casó y bueno,
y tuvieron en este caso a mi hija, eh, después, un par de años después a C., C. es del año 70,
justo cuando pasó lo de la contratación, claro, ella nació en febrero y a mí me contrataron
el 8 de junio, entonces fue, fue bonito […] y la visitadora intercedió y no dijo, no puede estar
más en esto, tiene que irse de esa parte, y yo lo voy a sacar, y antes de un mes, nos tuvo
afuera, entonces, y eso dio estabilidad a la familia, dio estabilidad pa’l trabajo y uno, por
decir, tú vas mejor a trabajar, eh, con más ánimo, encuentras mejor la pega, encuentras
todo mejor” (G1E1).

En concordancia con lo expuesto anteriormente, los cinco varones pertenecientes a


esta generación establecieron Familias Nucleares, en donde los hombres se encargaban del
trabajo y la proveeduría y las mujeres quedaban a cargo del hogar, con la sola excepción de
G1E5, en donde ambos miembros de la pareja trabajaban, manifestándose claramente cómo
las condiciones existentes en la época les permitieron establecer este modelo de familia
con bajas contradicciones, se mantienen los roles tradiciones de hombre y mujer bastante
fijos y con un bajo nivel de cuestionamiento (Olavarría, 2001; Valdés et al., 2005; Valdés et al.,
2006; Wainerman, 2007).

“era dueña de casa, eh, tampoco éramos tan, como decirlo, tan, que tuviéramos otros recursos,
solamente ella dirigiendo todo, eh, pudimos hacerlo así, de esa manera, así que no, agradecido
de todo no más” (G1E1).

Resulta muy relevante también el hecho de que, a pesar de lo que teóricamente po-
dríamos haber esperado para esta generación, en dos de los cinco casos entrevistados se
manifestó como muy relevante el hecho de establecer relaciones afectivas con los hijos o
las hijas, manteniéndose el esquema más tradicional de padre preocupado solo de proveer
económicamente en los otros tres casos, considerándose como lo más relevante de la función
paterna la posibilidad de entregarle un desarrollo material a sus hijos/as que les permitiera
un desarrollo educacional superior al que ellos mismos tuvieron (Olavarría, 2001; Valdés et al.,
2005; Valdés et al., 2006; Wainerman, 2007).

“mis hijos se educaron también que es lo más importante, tengo tres hijos, que ya son los
tres profesionales, entonces eso me lo dio, la empresa poh” (G1E2).

En contraposición a las familias formadas por los extrabajadores de Huachipato de la


primera generación, sus familias de origen presentan una amplia diversidad, en donde en
algunos casos eran de tipo Nuclear, pero también están presentes familias monoparentales
(solo mamá), y dan cuenta también de procesos históricos como la migración campo-ciudad
(Salazar, 2006).

“éramos súper pobres, no teníamos ni casa, siempre arrendamos, mi mamá era una lavan-
dera, no teníamos papá” (G1E2).

PUNTO GÉNERO / 51
Modelos de desarrollo, identidad masculina y familia: dos generaciones de trabajadores de Huachipato

En esta generación se identifica claramente al golpe de Estado como un punto de in-


flexión, en donde comienzan a gestarse cambios en las condiciones laborales, económicas
y sociales del país. Para el caso particular de Huachipato, se destaca que la dinámica laboral
no se vio muy alterada, pero muchos dirigentes de los trabajadores perdieron su trabajo,
así como se evidencia la pérdida de centralidad del sindicato como organización represen-
tativa de los trabajadores de la empresa de forma muy clara (Echenique y Rodríguez, 1996;
Svampa, 2000b; Stallings, 2001; Mizala y Romaguera, 2001). A partir de la década de 1980 se
produjeron cambios en la organización general de la empresa, disminuyéndose el número
de trabajadores y comenzando los procesos de racionalización y de ajuste a las nuevas
condiciones neoliberales en las que debía manejarse Huachipato (Echenique y Rodríguez,
1996; Stallings, 2001; Mizala y Romaguera, 2001). Desde los operarios, también se destacaron
prácticas de resistencia frente a los cambios, pero que no pudieron frenarlos ni mantener las
favorables condiciones existentes con anterioridad:

“el año 81, que Huachipato estuvo a punto de quebrar, incluso lo querían comprar los japoneses,
ahí hubo que eliminar todos los contratistas, porque había una cantidad enorme de carne que
le llamábamos nosotros, y era gente que iba a trabajar, no eran contratos que tu dijeras oiga,
hágame esta pieza, no, oiga vaya a trabajar, a estrobar, vaya a trabajar a hacer paquetes, en
fin, eso se eliminó todo, todo todo todo, en tiempos de Pinochet” (G1E5).

En términos generales, se evalúa positivamente la experiencia como extrabajadores de


la siderúrgica, donde los cinco entrevistados de esta generación jubilaron en Huachipato,
sumándose a las posibilidades de desarrollo profesional y beneficios extensivos a las familias,
los que generaban un clima laboral propicio para identificarse de manera considerable con
la empresa:

“entonces, el hecho de que, de que uno aprendiera una cosa y te dieran la oportunidad y la
empresa cooperara con eso, hacía que uno realmente se sintiera bien en el trabajo, yo me
sentía bien en mi trabajo, me gustaba a mí” (G1E1).

Los varones de esta generación conforman un colectivo que se acerca bastante al modelo
masculino hegemónico, validándose en el espacio público y en la esfera laboral como hom-
bres (Kimmel, 1994; Kaufman, 1994; Connell, 1995; Olavarría, 2000; Urresti, 2003; Caamaño,
2010), conformando en su totalidad Familias Nucleares (Olavarría, 2001; Valdés et al., 2005;
Valdés et al., 2006). El contexto histórico en el que esta generación ingresó al mundo laboral
y conformó familia, sumado a las especiales características propias de Huachipato como em-
presa, permitieron a los entrevistados un acceso a trabajos bien remunerados, con horarios y
vacaciones acordes a sus necesidades y una gran cantidad de beneficios extralaborales que
favorecían a sus familias y reforzaban el modelo hegemónico de Familia Nuclear (Echenique
y Rodríguez, 1996; Olavarría, 2000; Svampa, 2000b; Mizala y Romaguera, 2001; Stallings,
2001; Urresti, 2003). Conformaron una identidad como varones con pocas contradicciones
respecto de este modelo hegemónico validado socialmente (Connell, 1995; Olavarría, 2000),
permitiendo una construcción identitaria sólida y una conformación de Familia Nuclear con
bajos cuestionamientos.

B. Segunda generación

La segunda generación de trabajadores identificada corresponde a quienes hicieron su


ingreso a la siderúrgica con posterioridad al año 1973. Destacamos la incorporación de G2E5,
quien trabajó como contratista en Huachipato y no fue empleado de planta.

52 / PUNTO GÉNERO
Inti Fernando Fuica Rebolledo

Entrevistado Edad Estado civil Periodo laboral Cargo ingreso


G2E1 53 Casado 1985-actualidad Operario
G2E2 49 Casado 1985-actualidad Operario
G2E3 56 Casado 1986-actualidad Operario
G2E4 60 Casado 1979-actualidad Administrativo
G2E5 59 Casado 1980-1982 Contratista

La evaluación general de los trabajadores de Huachipato pertenecientes a la segunda


generación estudiada, respecto de su trabajo y estadía en la CAP, es positiva, considerándose
a esta como una buena empresa para laborar. En otro sentido, es muy relevante mencionar
que cuatro de los cinco entrevistados son a su vez hijos de trabajadores huachipatinos, por lo
que la siderúrgica ha formado parte de sus vidas desde la niñez, erigiéndose como una imagen
natural del mundo (Muñoz, 2011) las características propias de Huachipato. Este hecho influyó
notoriamente en el deseo de trabajar también en la siderúrgica, así como fue un facilitador
importante al momento de obtener un ingreso efectivo a la planta laboral.

“mi papá trabajaba en Huachipato así que, por intermedio de él conseguí la solicitud y postulé
y quedé en Huachipato, el 85, en mayo, en mayo del 85” (G2E1).

El generalizado conocimiento de las beneficiosas condiciones laborales existentes en


Huachipato, como bien describimos a partir de la voz de la primera generación, potenció el
deseo de trabajar ahí. Esto se ve reflejado en la gran cantidad de beneficios, como por ejemplo
las facilidades para la obtención de una vivienda propia, que aún se mantenían al momento
de ingresar estos trabajadores a la siderúrgica.

“puta sabís que era tan fácil, que no se qué, era tan fácil que tú tenías que ir a firmar y pagar
ocho lucas y nada más, tú no hacías nada, te decían anda al sindicato, allá a Barros Arana,
firmabas un hoja acá y dejabas ocho lucas o que te las descontaban por planillas porque, te
vamos a gestionar una casa, y nada más, te lo juro que nada más, y hubo compañeros que
no quisieron, imagínate, y yo con eso a los 24 tenía casa ya” (G2E2).

A pesar de poder acceder a estos beneficios, existe gran coincidencia entre los cinco en-
trevistados correspondientes a esta generación respecto de un paulatino y constante proceso
de cambio en la siderúrgica, en un doble movimiento: por un lado, aumenta la tecnología en
el proceso de producción del acero, generando condiciones laborales mucho más favorables
en términos de desgaste físico y accidentes laborales; por otro lado, disminuye de manera
considerable la planta de trabajadores contratados por la compañía, el sindicato pierde su
carácter conflictivo y pasa a administrar los beneficios obtenidos en épocas anteriores, existe
una menor seguridad respecto del trabajo y una menor identificación con la empresa en
términos de generación de identidad, cambios vividos en directa relación con el cambio en el
Modelo de Desarrollo vivido por el país (Echenique y Rodríguez, 1996; Svampa, 2000b; Mizala
y Romaguera, 2001; Stallings, 2001).

“la cantidad de trabajadores ha disminuido cualquier cantidad po’, eeeh, lógicamente todas
las empresas, tratan de optimizar los procesos, y, y mecanizar po’, por lo tanto, de repente se
tiene que disminuir la cantidad de gente, y no, y se ha optimizado todos los procesos” (G2E4).

El aumento de la inseguridad laboral respecto del pasado directo (y conocido en cuatro


de los casos en primera persona), sumado a una menor participación y articulación sindical,

PUNTO GÉNERO / 53
Modelos de desarrollo, identidad masculina y familia: dos generaciones de trabajadores de Huachipato

propician que la construcción identitaria de los varones pertenecientes a esta segunda ge-
neración migre desde una centralidad puesta en el trabajo y la organización colectiva como
trabajadores, hacia una gestión individual de las posibilidades de desarrollo y consumo que
ofrece los, comparativamente, buenos sueldos entregados por la siderúrgica. Se acerca así a lo
que Maristella Svampa (2000b) propone como identidades deterioradas, en el sentido de que se
mantiene el recuerdo de un pasado que otorgaba las posibilidades de identificarse plenamente
en el trabajo confrontado a una realidad distinta. Esta situación está directamente relacionada
con los cambios legales y normativos a nivel más global, en el sentido de pérdida de derechos
y garantías laborales, regulación por medio del mercado de los procesos de la compañía, y
facilidades para despidos (Svampa, 2000b; Mizala y Romaguera, 2001; Stallings, 2001; Margulis,
2003). Así como la seguridad respecto del trabajo disminuye, aumentan los requerimientos
de productividad y cumplimiento de las medidas de seguridad, respondiendo a las actuales
condiciones de subcontratación y desvinculación de la identificación identitaria respecto del
trabajo (Svampa, 2000b), y generando la construcción de un otros emergente: los trabajadores
actuales de CAP poseen unas condiciones laborales extremadamente deterioradas,

“yo hoy día tengo un ahijado, ahijado, compadre en el fondo, compadre porque, que se casó
con una sobrina mía, que él es con, trabaja con un contratista en Huachipato, y yo a él le digo
y le cuento esta cuestión, él trabaja en turno, y estoy de incentivarlo a que estudie, porque yo
entiendo claro, él tiene solo cuarto medio, si no estudia se va a quedar ahí como un trabajador
del mando inferior, y eso en Huachipato es nefasto, hoy yo sé que a los 50 y tantos años ya
están haciéndolos desaparecer a todos, y están tratando de pagar sus mejores indemnizaciones
pa’ que se vayan porque no son productivos, y porque además tienen muchos males” (G2E5).

El ser testigos de la disminución de la planta laboral, a la vez que presencian cómo el sindi-
cato pierde poder movilizador y comienza a centrarse en la gestión de los beneficios obtenidos
con anterioridad, facilita una desvinculación afectiva de la empresa. La imagen respecto de la
notable vinculación con el trabajo de la generación anterior sigue presente, mediante recuerdos
vividos, así como de las facilidades y seguridad que tenían,

“con mi papá, con mi tío, a veces mi tío estaba menos porque él tenía un cargo más o menos
jefatura, él salía pero ahí nos quedábamos 3, 4, 5, yo tengo fotos de ese momento, celebrába-
mos cumpleaños, lo que me parece natural, bien, una velita cualquier cosita, eso me parece
normal, hoy también, pero no de todos los días, de repente que algunos se quedaran ahí más
tiempo, o yo escuchaba van a buscar a alguien, no anda a buscarlo que está durmiendo en
los casilleros” (G2E5).

A pesar de lo anterior, quienes son contratados por CAP alcanzan a hacer uso de ciertos
beneficios, que posibilitan también un buen pasar a nivel familiar. Así, los cinco entrevistados
conforman Familias Nucleares y valoran ampliamente el hecho de ser trabajadores y proveer
(Fuller, 1997; Olavarría, 2000; Olavarría, 2001; Urresti, 2003; Valdés et al., 2005; Caamaño, 2010).

“yo llegué aquí soltero, yo llegué soltero, y estuve como un año y medio, soltero, viviendo en
pensión, al principio la empresa me pagó un hotel, y posteriormente yo tenía que conseguirme
donde vivir, me quedé en una pensión, viví con unos amigos, arrendamos departamento, eeeh,
me cambié varias veces, hasta que me, me casé […] sigo casado, me casé el año, ’81” (G2E4).

Sin perjuicio de lo anterior, en la segunda generación de trabajadores existe una amplia


diversidad de arreglos familiares, los que si bien no llegan a cuestionar los mandatos más tra-
dicionales, sí los acercan a relaciones un tanto más contemporáneas. Así, G2E2 comparte las

54 / PUNTO GÉNERO
Inti Fernando Fuica Rebolledo

tareas afectivas de crianza con su esposa, mujer trabajadora; las esposas de G2E1 y G2E3 salen
al mundo laboral una vez que los hijos y las hijas abandonan el hogar de origen; y solo G2E4 y
G2E5 mantienen el clásico rol de varón proveedor-madre dueña de casa hasta hoy, describiendo
prácticas netamente tradicionales en términos de relaciones de género (Olavarría, 2001; Valdés
et al., 2005; Wainerman, 2007).

“mi señora es la que se encarga de todos los pagos, de llevar la casa, de todo lo demás po’, y
finalmente uno no, no paso aquí, todo el día metido en, casi todo el día, así que ella es la que
hace todo, paga las cuentas […] mi señora es dueña de casa, claro, y esa es la facilidad que uno,
que yo he tenido” (G2E4).

Respecto de la relación establecida con los hijos y las hijas, la preocupación principal co-
rresponde al hecho de que estos/as estudien y se formen como profesionales, acercándose
a características masculino-hegemónicas (Olavarría, 2001; Valdés et al., 2005). Destaca el caso
de G2E2, quien manifiesta una relación con su hijo e hija basado en el afecto y la cercanía, lo
que lo acerca mucho más a lo propuesto teóricamente como propio de las generaciones más
jóvenes (Olavarría, 2001; Valdés et al., 2005; Valdés et al., 2006; Wainerman, 2007).

“me estoy levantando como seis y medio un cuarto para la siete, ahí le preparo el desayuno,
lo despierto al regalón, lo dejo listo y lo voy a dejar al colegio” (G2E2).

En términos generales, la segunda generación de trabajadores de Huachipato entrevistada


posee características que la acercan bastante a lo que Maristella Svampa (2000b) describe para
el caso de la industria metalúrgica argentina como identidades deterioradas, ya que existe una
permanencia de los beneficios correspondientes a la generación anterior, que convive con la
observación de la pérdida paulatina de estos y la incapacidad de organización de base para
revertir esta situación, más resignados que organizados. En términos de familia, existen incipien-
tes muestras de acercarse a lo teóricamente propuesto como características contemporáneas,
pero evidenciando marcados rasgos de continuidad respecto del modelo tradicional de Familia
Nuclear (Olavarría, 2001; Valdés et al., 2005; Valdés et al., 2006; Wainerman, 2007).

4. SÍNTESIS DE SALIDA

Los elementos presentados con anterioridad posibilitan establecer que, a partir de los
grandes cambios experimentados por el país a nivel de modelo de desarrollo, expresado en
las garantías laborales, intercambios económicos, propiedad de las empresas estatales y las
políticas públicas (Echenique y Rodríguez, 1996; Mizala y Romaguera, 2001; Stallings, 2001),
existen notorios cambios en las formas de construcción de identidad.

Tanto de concepción de la centralidad del trabajo como de identificación con la empresa


y seguridad laboral, migrando la centralidad de la identidad desde el trabajo y los procesos
colectivos en la Generación 1, hacia las satisfacciones personales y económicas en la Generación
2; la identidad se moviliza desde un modelo fuerte hacia uno deteriorado, lo que también se
ve reflejado en un mayor temor hacia la pérdida del trabajo expresado por la segunda gene-
ración (Svampa, 2000b). Sin perjuicio de lo anterior, se observa en los trabajadores de ambas
generaciones una firme relevancia de la idea de un nosotros, en tanto que trabajadores de
Huachipato, que les permite diferenciarse de las condiciones experimentadas por quienes no
acceden a trabajar en la planta siderúrgica (los otros), por lo que la identidad como trabajador
de Huachipato se mantiene, con matices, en ambas generaciones (De Gregorio-Godeo, 2008).

PUNTO GÉNERO / 55
Modelos de desarrollo, identidad masculina y familia: dos generaciones de trabajadores de Huachipato

Respecto de las temáticas afectivas y familiares, en ambas generaciones predomina una


concepción hegemónica de Familia Nuclear, aunque las rupturas respecto de esta y un acer-
camiento mayor hacia prácticas más contemporáneas se da con mucha mayor fuerza en la
segunda generación, expresado fundamentalmente en una mayor apertura hacia la vincula-
ción de las parejas femeninas con el mundo laboral. A pesar de los cambios, a nuestro juicio,
en ninguna de las dos generaciones se constituyen prácticas cuestionadoras de las relaciones
hegemonizadas en el periodo del Estado de Bienestar, manteniéndose arraigada la Masculinidad
Hegemónica (Olavarría, 2001; Valdés et al., 2005; Valdés et al., 2006; Wainerman, 2007).

Los varones mantienen una centralidad muy importante de su construcción como tales en
los aspectos públicos y del trabajo, así como estableciendo prácticas tradicionales en la gran
mayoría de los casos, con la proveeduría como eje importante de construcción de relaciones
familiares, posibilitados en gran medida por las acordes condiciones laborales existentes to-
davía en la siderúrgica (Olavarría, 2001; Valdés et al., 2005; Caamaño, 2010). La permanencia
de prácticas tradicionales no es exclusiva por parte de los trabajadores y extrabajadores de la
siderúrgica, sino que puede hacerse extensiva a gran parte de los varones de Chile y latino­
américa (Olavarría, 2001; Urresti, 2003; Valdés et al., 2005; Valdés et al., 2006; Wainerman, 2007),
pero la relevancia de los presentes hallazgos se relaciona con el bajo cuestionamiento que estos
varones presentan frente a este modelo; la conformidad con la modalidad de Familia Nuclear
se vincula directamente con la permanencia en la esfera pública-laboral y la capacidad de
proveer económicamente, requisitos masculino-hegemónicos que el trabajo en CAP sustenta.

De esta forma, emergen como particularmente interesantes los casos en que, de forma inci-
piente, se cuestionan los tradicionales roles: en la primera generación, uno de los entrevistados
comparte el hecho de trabajar con su pareja, sin generar un cuestionamiento a esta situación;
en la segunda generación, nuevamente un entrevistado comparte trabajos extradomésticos
remunerados con su pareja, mientras otros dos lo hacen una vez que esta cumple con el impera-
tivo de la buena madre (Valdés et al., 2005) y sus hijos abandonan el hogar. Si bien la proveeduría
económica exclusiva masculina se mantiene con bajos cuestionamientos, se visibiliza también
la emergencia de modos de hacer familia, en donde se acepta la coproveeduría, sin que esta
redunde en un cuestionamiento hacia la imagen masculina. Asimismo, es en la segunda ge-
neración en donde, por medio del discurso, se visibiliza una relación afectiva entre un padre y
sus hijos, la que incluye a su vez hacerse cargo de algunas labores domésticas asociadas a la
crianza, situación que resulta extraordinaria respecto de la generalidad de los relatos.

Sobre la base de lo anterior, es posible postular que para los trabajadores y extrabajadores de
CAP se visibiliza la existencia de una relación entre las condiciones macrosociales que entrega
el Modelo de Desarrollo y la construcción de Identidad para los varones, debido a que parte
importante de esta última se relaciona con las condiciones laborales, en tanto que el trabajo sigue
presente como un eje relevante de la Masculinidad Hegemónica, mientras que los Modos de Hacer
Familia también se van modificando a medida que los contextos macrosociales se transforman
(Jelin, 1993; Olavarría, 2000; Olavarría, 2001; Urresti, 2003; Valdés et al., 2005; Caamaño, 2010).

Para el caso específico de los trabajadores aquí estudiados, la particularidad propia de


Huachipato, tanto por las beneficiosas condiciones laborales como por la paulatina pérdida de
beneficios, posibilitaron un mantenimiento de elementos que permiten mantener a la Familia
Nuclear, de forma tanto simbólica como práctica, como un eje de construcción identitario
con un bajo nivel de cuestionamiento, por lo que no se observan cambios mayores entre una
generación y otra.

56 / PUNTO GÉNERO
Inti Fernando Fuica Rebolledo

La presencia en la segunda generación de un caso en donde se comparte el trabajo


remunerado, emerge una relación afectiva entre varón e hijos/as, y este además asume
algunas tareas domésticas y de crianza, cuestiona la linealidad de esta relación, y nos per-
mite asegurar que si bien las condiciones macrosociales son un factor importante, estas no
determinan la construcción identitaria ni las relaciones de género establecidas en la familia,
sino que proveen de un marco que facilita o dificulta el mantenimiento o cuestionamiento
de los modos de hacer familia hegemonizados.

Los varones trabajadores y extrabajadores de CAP aquí entrevistados poseen un contexto


global en donde las condiciones propician una construcción identitaria masculino hegemónica,
pero la presencia de esta se ve también tensionada por la existencia de elementos discursivos
y prácticos en donde los varones la cuestionan, construyendo distintas formas de masculini-
dad que, si bien no redundan en un cuestionamiento explícito respecto de la Masculinidad
Hegemónica, sí permiten una lectura que nos habla de las fisuras y puntos de fuga presentes
en esta, aun en los contextos en donde se posibilita materialmente su mantenimiento.

Finalmente, consideramos que la Generación 2 correspondiente a este estudio se erige


como una generación de enlace (Muñoz, 2011) respecto de la realidad construida por la
primera Generación estudiada y las anteriores, respecto de la cotidianeidad más extendida
en la actualidad para los trabajadores de la siderúrgica, en donde los procesos de subcon-
tratación y pérdida de beneficios laborales son la norma más extendida, situación relevada
por los entrevistados de forma generalizada, expresando preocupación al respecto. Es fac-
tible postular que bajo las actuales condiciones de contratación y trabajo en Huachipato,
los trabajadores nuevos de la planta se acercarían a lo que Svampa (2000b) postula como
identidades fragmentarias, situación que, para ser confirmada, debiese ser parte de una
ulterior investigación, ya que, por las limitaciones propias de la presente, no nos fue factible
el estudio de tres generaciones.

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PUNTO GÉNERO / 59
Revista Punto Género Nº 6. Mayo de 2016
ISSN 0719-0417 / 61 - 72

Aportes en torno a la paternidad y el cuerpo reproductivo


masculino a partir de los hallazgos de tres estudios sobre
varones y cuidados en Chile y México

Contributions about fatherhood and male reproductive body


regarding the findings of three studies concerning men and care
in Chile and Mexico
Marcelo Robaldo Salinas1

Resumen

Al nivel más general este artículo aborda la mutua determinación entre la paternidad y la masculinidad
a partir de las vivencias contemporáneas de varones heterosexuales y no heterosexuales en distintas
sociedades de América Latina. En el marco de esta reflexión se comentan los hallazgos de tres estudios
acerca de varones y paternidad presentados durante el V Coloquio Internacional de Estudios sobre
Varones y Masculinidades 2015, usando como ejes de reflexión los conceptos de cuerpo reproductivo
y homoparentalidad.

Palabras clave: masculinidad - paternidad - cuerpo reproductivo - homoparentalidad.

Abstract

At a general level this paper explores the relationship between fatherhood and masculinity within the
everyday experiences of both heterosexual and non-heterosexual men from different Latin American
societies. In this context of exploration and using the reproductive body and homosexual kinship as
conceptual pivots, observations are made regarding the findings of three studies concerning men and
fatherhood presented during the Fifth Man and Masculinities Studies International Congress 2015.

Key words: masculinity - fatherhood - reproductive body - homosexual kinship.

Fecha de recepción: Octubre 2015


Fecha de aprobación: Noviembre 2015

1 Sociólogo Universidad de Chile. Diplomado en Epistemología Feminista, Universidad Autónoma de México,


Doctor (c) en Estudios de Género, Universidad de Londres. E-mail: marcelo.robaldo@gmail.com

PUNTO GÉNERO / 61
Aportes en torno a la paternidad y el cuerpo reproductivo masculino a partir de los hallazgos de tres estudios…

“Los cuerpos que han vivido en las sombras ¿cómo emergen


ante la luz más brillante? … lo hacen gracias a la solidaridad entre
individuos heroicos”.
Judith Butler en conferencia “Cuerpos que aún importan”, 16 de
septiembre de 2015, Universidad Nacional Tres de Febrero, Argentina.

PRESENTACIÓN

Durante el verano de 2015 tuve la oportunidad de participar como moderador de la mesa


temática Paternidades, Hombres y Cuidados celebrada en el marco de los tres días de actividad del
V Coloquio Internacional de Estudios sobre Varones y Masculinidades, en Santiago de Chile. Como
parte de una reflexión en torno a la paternidad y el cuerpo desde de las vivencias contemporá-
neas de varones heterosexuales y no heterosexuales en distintas sociedades de América Latina,
el presente trabajo comenta los hallazgos de tres estudios presentados en dicha mesa. Los tres
estudios corresponden a: Arreglos parentales de varones gays en Ciudad de México: Entre la paternidad
negada y la transformación inadvertida del cuidado, de Oscar Laguna (México), donde se investigan
las prácticas de hombres gays en torno a la crianza y el cuidado dentro de la adversidad de la
cultura mexicana; Los hombres siempre adoptan: Narrativas masculinas sobre reproducción asistida
y adopción, de Florencia Herrera (Chile), que estudia por primera vez los relatos de la paternidad
entre varones infértiles en el contexto de la sociedad chilena; Vínculo padre-hijo: Un análisis desde
el itinerario biográfico de varones jóvenes no heterosexuales, de Rodrigo Lara-Quinteros y María
Francisca Avendaño (Chile), un estudio que junta dos investigaciones acerca de la percepción
de varones jóvenes homosexuales respecto de la paternidad y sus propios padres.

INTRODUCCIÓN

Pierre Bourdieu (2000) ha señalado que el orden social funciona como “una inmensa má-
quina simbólica que tiende a ratificar la dominación masculina en la que se apoya”. En efecto,
la realidad social en tanto dominación masculina es un orden donde los significantes de lo
masculino colocan a ciertos varones en una condición de supremacía sobre las mujeres y otros
varones. Este orden se estructura sobre la base de categorías de opuestos que reproducen y
naturalizan la lógica jerarquizante y heteronormativa de la división sexual.

Para Mary Luz Sandoval un elemento central de la tesis de Bourdieu concerniente a la


dominación masculina es que invierte totalmente la relación entre lo cultural y lo natural para
explicar la división entre los sexos como principio de divisiones consiguientes (Sandoval, 2002).
Siguiendo esta tesis podemos entender que la cultura en tanto sistema de oposiciones simbólicas
entre lo femenino y lo masculino funda la inequidad social y determina las consiguientes formas
de inequidad que imponen el orden de clases sociales y las formas de dominación racistas.

La fuerza de la ideología del género radica en que, entre otras cosas, divide a los seres
humanos estrictamente entre mujeres y hombres y lo hace a partir del cuerpo. Un aspecto
fundamental a considerar además es que dicha ideología prescribe la reproducción como
misión por antonomasia para todos y cada uno de los cuerpos.

Sandoval además destaca que la dominación masculina opera por medio de la violencia
simbólica (que es insensible, invisible para los dominados) y es admitida tanto por el dominado
como por el dominador, ejerciéndose mediante el sentimiento, reconocimiento y sobre todo
del conocimiento (2002). Como señala Bourdieu:

62 / PUNTO GÉNERO
Marcelo Robaldo Salinas

Cuando los dominados aplican a lo que les domina unos esquemas que son el producto
de la dominación, o, en otras palabras, cuando sus pensamientos y sus percepciones están
estructurados de acuerdo con las propias estructuras de la relación de dominación que se les
ha impuesto, sus actos de conocimiento son, inevitablemente, unos actos de reconocimiento,
de sumisión (Bourdieu, 2000).

Debido a que en virtud de la dominación masculina las estructuras cognitivas siguen


obedeciendo a la eternización de las divisiones sexuales es necesario detenerse brevemente
en la idea específica de que el conocimiento científico de las ciencias sociales se encuentra
inserto dentro de la dominación masculina.

UNA EPISTEMOLOGÍA CRÍTICA DE LA DOMINACIÓN MASCULINA

Las preguntas que se han hecho las epistemólogas del género sobre el paradigma de las
ciencias sociales tienen suma relevancia, vistas desde la noción que la ciencia es en general
una construcción social con arreglo a determinadas condiciones históricas, políticas e incluso
sexuales. Desde ahí se puede entender que una pregunta elemental de la epistemología
feminista es si acaso podemos decir que el conocimiento está “generizado”, es decir, si tienen
género la ciencia y la investigación científica. Son varias las epistemólogas feministas que
contestan sí a esta pregunta.

Donna Haraway describe al positivismo como una falsa objetividad, ya que su perspectiva
se ha construido únicamente desde la experiencia de los varones. La crítica al androcentrismo
del conocimiento científico que Haraway desarrolla en su texto Ciencia, ciborgs y mujeres.
La reinvención de la naturaleza nos lleva a pensar que efectivamente la ciencia en tanto una
actividad practicada predominantemente por hombres construye una realidad a partir del
sesgo masculino.

Por otro lado, en su ensayo ¿Existe un Método feminista? Sandra Harding plantea que las
teorías tradicionales en las ciencias sociales se han aplicado de tal manera que hacen difícil
comprender la participación de las mujeres en la vida social. Más aún, aunque las activida-
des de quienes mayoritariamente hacen ciencia (los hombres) son específicas del género
masculino, estas no son representaciones de “lo humano”.

En efecto, la ciencia tradicional ha construido un conocimiento desde la experiencia de


los hombres para proyectar dicha experiencia como valor universal. Pero es necesario precisar
que los hombres que dan voz a la ciencia tradicional pertenecen a una clase o a una raza
dominante y que además son en su inmensa mayoría heterosexuales.

Parte del desafío para el estudio de las masculinidades consiste en dar visibilidad a prác-
ticas y experiencias que expresan construcciones de masculinidad marginalizadas por las
epistemes dominantes. Esto es precisamente el mérito de los estudios de Herrera, Laguna,
Avendaño y Lara-Quintero, pues como señala la misma Herrera en el marco conceptual de su
investigación: los estudios que se enfocan en la percepción masculina sobre la reproducción son
escasos y suelen estar basados en la mirada de las mujeres sobre los hombres(). Se han realizado
aún menos estudios que den cuenta de la mirada de los hombres en países en vías de desarrollo.

Efectivamente, para la ciencia masculinista no tienen voz aquellos hombres marginalizados


por su condición de raza, clase o sexualidad. Al rescatar estas voces perdidas haremos bien

PUNTO GÉNERO / 63
Aportes en torno a la paternidad y el cuerpo reproductivo masculino a partir de los hallazgos de tres estudios…

en recordar lo que señala Harding respecto de que un problema es siempre un problema para
alguien (Harding, 1987). Precisamente las tres investigaciones aquí vistas logran problematizar
distintas formas de paternidad no hegemónicas porque visibilizan a hombres para quienes
ser padres o hijos no es lícito, ya sea en virtud de la condena moral que acarrea socialmente
su opción sexual o de su “incapacidad” de engendrar. Más aún, como se he planteado con
anterioridad (Robaldo, 2011), la investigación acerca de varones y paternidad en la región
necesita traspasar el cerco de lo que podemos llamar una epistemología heteronormativa.

CUERPOS QUE AÚN IMPORTAN

Hablando recientemente en una conferencia en la periferia de Buenos Aires Judith Butler


ha reiterado la idea que los cuerpos importan, que reflexionar de la manera en que nuestros
cuerpos impactan en la organización de nuestra convivencia es una cuestión de la mayor
relevancia. No hay duda que para la comprensión del orden de género es básico considerar la
paradoja que surge entre el cuerpo tomado en su materialidad y el cuerpo entendido como
construcción social, como discursos construidos social e históricamente que definen sus sentidos.

Butler señala que los discursos de la ciencia respecto del cuerpo producen una poderosa
verdad; que el sexo se puede definir en virtud de la posición relativa que cada uno ocupa en la vida
reproductiva. La idea que la reproducción del cuerpo sexuado se encuentra al centro del orden
de género da una vuelta de tuerca a la definición tradicional de la que estamos acostumbrados.

Butler afirma que las funciones reproductivas del hombre otorgan sentido a sus diferentes
atributos de género, mientras que las funciones reproductivas de las mujeres le dan sentido a
la definición de mujer. Dicho esquema es obviamente poderoso en nuestra cultura y prueba
de esto es que cuando existen cuerpos que no son reproductivos ya sea por opción o por
no contar con esa “capacidad” estos se vuelven problemáticos. Este es el caso de los varones
infértiles que entrevista Herrera en su investigación.

EL CUERPO REPRODUCTIVO

Para pensar la infertilidad Florencia Herrera se sitúa dentro del campo de las relaciones
sociales, buscando ir más allá de las definiciones médicas que han dominado su estudio. En
efecto, el cuerpo ha tenido durante siglos el sustento de su “verdad” científica en la medicina
y biología, pero en el marco de la modernidad este discurso ha terminado por propiciar la
transformación del sentido monolítico del cuerpo, de la concepción que el sexo biológico, el
género y la reproducción forman un todo en el que estos elementos están naturalmente unidos.

La desvinculación entre aspectos que fueron tradicionalmente elementos constitutivos de


esta verdad del cuerpo, como son la sexualidad y la reproducción, ha permitido la deconstrucción
de los esencialismos biologicistas presentes en los discursos sobre lo masculino y lo femenino
de quienes incluso han reivindicado la igualdad de género. Como señala Mary Luz Sandoval,

fueron las ciencias de la naturaleza, paradójicamente, como la fisiología, la biología y luego


la genética, las que sin pretenderlo, quebrantaron el sistema de explicación biológica de la
supuesta inferioridad femenina, gracias a los descubrimientos sucesivos del óvulo en las
hembras, de los cromosomas sexuales y su papel en la determinación del sexo del niño, del
descubrimiento de los períodos fecundos e infecundos, lo que obligó a reconocer que “la na-
turaleza había programado el placer sexual de la mujer independientemente de la finalidad
de la reproducción”. Así fue como comenzó su desalienación respecto de la naturaleza. Y fue

64 / PUNTO GÉNERO
Marcelo Robaldo Salinas

también el punto de partida para deslindar campos que se confundían entre sexualidad,
reproducción, maternidad y educación. De esa forma, aparecían con más claridad los aspectos
culturales: teologías, ideologías, o aspectos socioeconómicos, estructuras de poder, división
de roles, como finalidades naturales enmascaradas y abusivamente empleadas para fundar
sistemas de representación aseguradores de la dominación masculina.

Este deslindar de la sexualidad, la reproducción, la maternidad y también la paternidad


nos permite avanzar en la desconstrucción del cuerpo reproductivo. Como señala Butler Si la
reproducción es el único método para pensar el cuerpo sexuado, dejamos fuera muchos aspectos,
lo limitamos, agregando, para referirse al cambio de género, que pasar de M a F, o de F a M no
implica necesariamente permanecer dentro del marco binario del género, es más bien convertir a la
transformación en si el significado del género… el cambiarse es el vehículo del género en sí.

Según Butler hay que ir más allá de la descripción positivista de la materialidad del cuerpo
y pensarlo en tanto campo de relaciones sociales, para lo que se hace necesario expandir el
paradigma de la sexualidad más allá de las fronteras puestas por las definiciones determinadas
por la reproducción sobre el cuerpo sexuado.

Los hallazgos del estudio de Herrera muestran cómo en la construcción del cuerpo re-
productivo de sus entrevistados se cruzan la fertilidad y la virilidad, pues para estos varones
lo natural es poder tener hijos, es decir, ser fértiles. Esta construcción del cuerpo masculino
como un cuerpo reproductivo implica para ellos, hombres infértiles, un sufrimiento que no
pueden expresar, pues consideran que su papel debe ser el de apoyar a sus parejas, quienes
ellos consideran que son los que realmente sufren con los tratamientos médicos de la inse-
minación artificial o in vitro.

LA PATERNIDAD EMERGENTE

Los estudios acerca de masculinidad y paternidad en Chile a fines de los noventa y comienzos
de la década del 2000 (Alméras, 1997; Valdés y Olavarría, 1998) revelan que los varones invierten
mucho menos tiempo que sus parejas mujeres tanto en el cuidado de los hijos como en las
labores domésticas. Esta situación se mantiene más o menos constante hasta el presente a
nivel global, como lo revela el Informe Global sobre Paternidad de 2015.

Resultados similares muestra la investigación concerniente al tema en Argentina (Wainerman,


2007; Cosse, 2009), que señalan que aun cuando ya en los años setenta existía una mayor
participación de los varones en la crianza y en el espacio doméstico esto no se traducía en
igualdad de condiciones para ambos géneros.

Huelga preguntarse si estos hallazgos son evidencia de un estancamiento en los procesos


de cambio en las relaciones de género –tal como señala Hochschild (1989) al hablar de una
revolución estancada para referirse al aumento de las mujeres en doble jornada no acompañada
por un aumento en la participación de los hombres en la esfera doméstica– o si se trata más
bien de un estancamiento en la manera que la investigación se ha preguntado por la paternidad.

En este sentido pocos autores describen mejor el desarrollo de un modelo emergente


de paternidad en América Latina que Isabella Cosse (2009), quien en su artículo La emergen-
cia de un nuevo modelo de paternidad en Argentina revisa el desarrollo de dicho modelo en
el transcurso de tres décadas, entre los años 50 y 70. Mediante la revisión de material que

PUNTO GÉNERO / 65
Aportes en torno a la paternidad y el cuerpo reproductivo masculino a partir de los hallazgos de tres estudios…

refleja las pautas culturales de la sociedad argentina, como revistas, películas, libros, colum-
nas periodísticas y series de televisión, la autora da cuenta de la transformación del modelo
de paternidad desde un padre autoritario, distante y proveedor exclusivo hacia una figura
cercana, afectiva e involucrada en la crianza.

Nos detendremos en el caso argentino para apreciar los paralelos y contrastes entre
alguno de sus aspectos y los hallazgos de las investigaciones que estamos comentando.

Cosse señala que durante los años 50 la ciencia médica se hace parte del discurso que
norma cuáles debían ser los parámetros dentro de los que ha de desempeñarse la paternidad.
Se estimaba que esta, la paternidad, no podía tener un carácter instintivo sino que debía ser
el producto de la sociedad y la cultura. Para el modelo, que en esta etapa se difundió entre un
segmento social reducido que se suponía culto y de alto poder adquisitivo, la autoridad del
padre debía ser el resultado natural de la confianza, el cariño y el respeto. Es interesante ver
cómo entre los jóvenes homosexuales entrevistados por Lara-Quinteros esta noción del padre
en tanto autoridad no tiene mayor legitimidad, ya que, como señala el autor, en general ellos no
otorgan un reconocimiento o una validación efectiva a este patrón normativo en tanto es percibido
como algo lejano y poco alcanzable. Esto se explica porque la figura del padre para estos entrevis-
tados en primera instancia aparece como lejana y silenciosa. En este sentido, el padre se vislumbra
como un sujeto débil, cuya ausencia se da en términos no solo reales sino que también simbólicos.

Volviendo al estudio de Cosse, ella señala que en este periodo existe una convicción que
la paternidad brotaría espontáneamente de una toma de conciencia respecto de lo que impli-
caba ser padre.2 Para el modelo de paternidad era fundamental mantener una diferenciación
entre los progenitores, por lo que se planteaba dentro de una distribución complementaria de
roles de género. Podemos apreciar que cómo se mantenía a pie firme la norma heterosexual
de familia y parentesco.

Lo anterior tiene su paralelo en la construcción de familia hecha por los hombres estudiados
por Herrera. Sus narraciones trasuntan un orden de género de opuestos complementarios
en que él es vigoroso y protector y ella es sacrificada y dependiente y muestran cómo un
segmento de la sociedad chilena está anclada en este modelo de familia. Similarmente, los
entrevistados de Avendaño declaran que las ganas de concretar la paternidad surgirían cuando
se tiene pareja y comienzan a crearse planes de familia. Como indica la misma Avendaño esto
evidenciaría que el proyecto de vida de estos varones se relaciona con prácticas heteronormadas,
las que son inculcadas durante todo el desarrollo de la persona, tanto en el contexto familiar como
en el educacional, recalcando roles de género y secuencias determinadas para el curso de la vida.

Cosse señala que durante los sesenta se instala la perspectiva psicológica de la infancia
que implica dejar de lado la evaluación moral de las conductas infantiles, para evaluarlas
según criterios de normalidad o patología en el contexto del desarrollo psicológico. En ese
marco se señala que la finalidad de una buena crianza era la estabilidad psicológica de los
niños, para lo cual cobraron renovada importancia la autonomía y el rechazo a la violencia física.
Durante estos años el modelo de la nueva paternidad adquirió creciente difusión en amplios
segmentos del público. Para la tranquilidad de los padres se insistía en que las nuevas pautas

2 Esta noción de la paternidad, que implica cierto voluntarismo acerca del desarrollo de una paternidad
alternativa a partir de una toma de conciencia de los hombres, sigue presente en las campañas que promueven
una paternidad participativa tanto en Chile como internacionalmente.

66 / PUNTO GÉNERO
Marcelo Robaldo Salinas

no herían la virilidad, ni significaban que los padres reemplazasen a las madres en las tareas
consideradas naturalmente femeninas.

En esta vena de particular popularidad lograron los libros y talleres educativos de una
asistente social, Eva Giberti, quien desde una noción psicoanalítica tradicional de los roles de
género, dice Cosse, insistía en que la autoridad paterna ya no debía basarse en la imposición
y la fuerza, sino en el diálogo y la comprensión, en forma concordante con las transformaciones
modernas de la familia, en las cuales el pater podía compartir con la mujer el trabajo fuera del
hogar y las responsabilidades políticas en la sociedad, pero esto no significaba que la figura del
padre pudiese ser transferible (Cosse, 2009).

Señala Cosse que a medida que se complicó el concepto de paternidad se identificaron


ciertos riegos que conllevaba el ejercicio de la paternidad, el padre debía mantener el equi-
librio en su desempeño entre las distintas demandas que implica su papel y no permitir la
aparición de “deviaciones” (el término viene de la propia literatura de la época) en la formación
del rol sexual de la prole, siendo las más inquietantes la homosexualidad y la delincuencia
de los hijos varones. En general existía la idea entre diversos autores locales como estadou-
nidenses y europeos, Pichón Rivière entre otros, que la debilidad del padre en la formación
de los hijos podía llevar a conductas desviadas.

Durante los setenta el modelo de paternidad por primera vez promueve que el padre
traspase la división de roles de género de la domesticidad. Las revistas especializadas de
esos años promovían que el padre tuviese la misma implicación en relación con los hijos
que la madre. La importancia de la figura paterna ya no se apoyaba en las consecuencias
peligrosas de su ausencia, sino en las influencias positivas de la paternidad activa y en las
gratificaciones de la tarea en sí misma. Cosse escribe:

En los años setenta la nueva paternidad se había instalado como un paradigma preciso y
potente que enfatizaba la importancia de la compenetración afectiva de los padres en las
actividades de los niños (juegos, escuela y paseos), en el ejercicio de una autoridad basada
en el diálogo y el respeto que contuviesen y pusiesen límites a los hijos, pero que también
suponía que los progenitores se ocupasen de tareas que solían considerarse femeninas,
generando así una ruptura al orden de género instituido.

En esta década la nueva paternidad ganó más terreno en el orden de los mandatos que
en el de las prácticas. Sin embargo, más allá del problema de la incorporación a las prácticas
cotidianas, las actitudes paternas del nuevo modelo comenzaron a quedar integradas en las
auto-representaciones de ciertos padres.

Podemos encontrar algo de este aspecto del modelo en los hallazgos de Avendaño quien
señala que para algunos entrevistados la propia familia –que presumiblemente incluye a los
padres– es la base para las potenciales labores de crianza, porque de ella se desprenden los
comportamientos que involucrarán el ejercicio de la paternidad.

Más aún, resulta sumamente interesante destacar cómo uno de los entrevistados de
Lara-Quinteros (recordemos que se trata de jóvenes homosexuales) dio cuenta de mantener
una estrecha relación con su padre, marcada por la comunicación afectiva y la compañía,
operando en gran medida como factor protector frente a un vínculo nocivo con la madre.
Al interpretar este caso Lara-Quinteros señala que “el padre se encuentra ausente de los
espacios cotidianos, pero presente en los espacios emocionales significativos de su hijo”.

PUNTO GÉNERO / 67
Aportes en torno a la paternidad y el cuerpo reproductivo masculino a partir de los hallazgos de tres estudios…

Lo anterior es de gran relevancia para la identificación de lo que llamaremos el padre


emocional, entendido como síntesis cultural del cambio desde un modelo de paternidad
tradicional y hegemónica, representada socialmente por el rol del proveedor económico y la
autoridad de la familia, hacia prácticas y sentidos que valoran la afectividad, la participación
en el cuidado y la comunicación con los hijos/as. Como evidencia adicional de la emergen-
cia del padre emocional podemos agregar los siguientes dichos de Lara-Quinteros: En otros
relatos se visualiza cómo la figura del padre asume un rol de apoyo, o al menos de contención
que contrasta con la postura materna… de alguna u otra forma el padre emerge en una lógica
compensatoria que en varios trayectos biográficos permitió contener el desborde de la relación
con la madre, lo que para los investigadores abre intersticios para resignificar aspectos de la
ligazón padre-hijo y de la figura paterna por sí sola que antes se encontraban más solapados.

Finalmente Cosse señala que hubo, como era esperable, una reacción conservadora
frente al nuevo modelo de paternidad expresada en organizaciones como La Liga de Madres
y Padres de Familia, que promovían el retorno a los valores tradicionales de la paternidad,
centralmente la autoridad patriarcal.

Algo parecido a este conservadurismo se asoma en los insultos y estigmatización que


sufren los varones entrevistados por Lara-Quinteros y Avendaño, quienes en este sentido
destacan los prejuicios que sus entrevistados enfrentan en tanto hijos frente a sus propios
padres y madres y señalan que esto conduce a vivir no como un sujeto humano muchas
veces sino como una especie de fantasma. Tal es el peso del estigma.

Para estos entrevistados es solo mediante el activismo político que se recupera la capaci-
dad de vivir como cuerpos “reales” con iguales derechos. Existe esta misma convicción entre
algunos de los padres mexicanos entrevistados por Laguna. Desde ahí el autor señala que
se debe pensar el derecho al reconocimiento como una lucha continua, no eventualmente
solo para un “nosotros”.

Lo anterior nos lleva al tema de la acción política y nos permite pensar en las dinámicas
de poder presentes en la construcción del cuerpo reproductivo, donde a veces la domina-
ción masculina acierta el golpe respecto de los derechos de los hombres y paradójicamente
privilegia las mujeres. Esto, por ejemplo, ocurre en el contexto de la sociedad argentina
donde está prohibido para los varones el alquiler de vientre pero sí es legal para las mujeres.

Esta paradoja nos lleva a pensar en la necesidad de mirar cuál ha sido la historia propia
de los hombres en las transformaciones de las masculinidades que hemos estado discutien-
do. Así como el feminismo, en tanto artefacto de reflexión crítica vis a vis el movimiento de
mujeres visibiliza como sujetos a las mujeres, la reflexión acerca de las masculinidades está
llamada a visibilizar a determinados varones como impulsores del cambio en las relaciones
de género desde el interior de procesos políticos autónomos, solidarios con el feminismo
pero independientes. Tal es el caso, por ejemplo, de los hombres del movimiento homosexual.

LA ACCIÓN DE LOS HOMBRES COMO FACTOR DEL CAMBIO EN LAS MASCULINIDADES

A menudo se ha planteado la necesidad de ubicar la reciente transformación de la mas-


culinidad en el marco de los cambios que ha generado el movimiento de mujeres hacia una
mayor equidad en las relaciones de género. Pero hay quienes plantean (entre ellos Oscar Laguna,
uno de los autores que aquí comentamos) que la oposición al patriarcado y su impacto en la

68 / PUNTO GÉNERO
Marcelo Robaldo Salinas

construcción social de la masculinidad ha provenido también desde la lucha social y política


del mundo homosexual, que por cierto incluye a muchos varones (Laguna Maqueda, 2013).

La transformación en los comportamientos y sentidos de la paternidad está determinada


por ambas luchas, tanto la feminista como homosexual (más ampliamente el movimiento
LGTB) y sin duda por otras circunstancias que aquí no viene al caso detallar.

Lo que aquí se pretende destacar es el papel protagónico que los propios hombres han
tenido en las trasformaciones ocurridas dentro de los patrones socioculturales de lo masculino
durante la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del siglo XXI. De aquí la relevancia de
la investigación concerniente a padres gays de Oscar Laguna y otras.

Laguna señala que la sociedad ha creado diversos mecanismos para mantener el orden.
Específicamente agrega: para los aspectos relacionados a la sexualidad se han configurado diversos
dispositivos3 y tecnologías de poder4, una de los cuales es la heteronormatividad, entendida esta
última como una serie de reglas de comportamiento sexual y social, definidas y establecidas
por la sociedad para regular los comportamientos y vínculos sexuales permitidos y avalados
socialmente entre las personas, tanto del mismo sexo como de sexo distinto. A partir de dichos
conceptos podemos entender el cuerpo reproductivo como parte de los mecanismos de
control de la hetereonormatividad.

Según Laguna los varones gay trastocan los patrones heteronormativos y desestabilizan
algunos de los patrones vinculados a la familia y a la crianza y cuidado al establecer relaciones
filiales. Los varones gay aunque sufren de la negativa social en relación con la paternidad,
desean desarrollar arreglos parentales y prácticas de cuidado muy similares a las familias que
conocen y en las que fueron criados, no obstante la homofobia los impulsa a desapegarse
de los modelos tradicionales de familia, con lo que de manera inadvertida desestabilizan
algunas de las concepciones vinculadas a esta última.

Algunos de los prejuicios de los que habla Laguna, como por ejemplo que los varones
no son capaces de procrear, criar ni educar niños/as, los podemos entender como mecanis-
mos de naturalización de la masculinidad hegemónica que a su vez, inscritos dentro de una
representación heteronormativa de la masculinidad, convierten la paternidad homosexual
en una amenaza literalmente de “fin de mundo”, de fin de procreación de la especie. Solo hay
espacio para un imaginario del cuerpo masculino apto para la producción de las mercancías
y la violencia pero sin “futuro” para la producción de la vida.

Como señala el autor, La homofobia ha creado al homosexual como un sujeto abyecto,


un varón estéril que no desea reproducirse y no es capaz de criar infantes… Debido a que se ha
considerado a los homosexuales como sujetos estériles, por lógica se estima que es imposible que
conformen una familia. Laguna agrega que estos fenómenos sociales, así como las prácti-
cas homofóbicas, aunados a que no existen modelos de parentalidad gay, han hecho que
muchos varones gay no consideren ni la crianza y cuidado de infantes ni la configuración

3 En el sentido foucaultiano como la red que se establece entre elementos de orden institucional, discursivo, moral,
científico, filosófico, reglamentos, leyes y otros a través del cual se mantiene un orden social determinado.
4 Entendidas estas como aquellas tecnologías que determinan la conducta de los individuos, los someten a cierto
tipo de fines o de dominación, y consisten en una objetivación del sujeto.

PUNTO GÉNERO / 69
Aportes en torno a la paternidad y el cuerpo reproductivo masculino a partir de los hallazgos de tres estudios…

de un arreglo parental como una vía posible de desarrollar su vida: nosotros estamos incluso
más prejuiciados que los propios heterosexuales.

Señala Laguna: Los varones gay que acceden a los hijos lo hacen en los intersticios de los
imperativos biológicos, las restricciones sociales y el imaginario social construido en torno a la
homosexualidad.

Además, los padres gay mexicanos buscan “proteger” a sus hijos por medio de “burbujas”
y “fachadas” que mantienen en secreto la naturaleza de la familia, manteniendo alejado los
prejuicios y perjuicios que implica un medio homofóbico. Algo similar encontró Herrera en
su investigación pionera sobre madres lesbianas en Santiago de Chile, quienes mantenían
en secreto su relación hasta de los propios hijos/as para protegerlos de los perjuicios que
podría provocarles una relación abiertamente lésbica. La implicancia de esta estrategia de
“clandestinidad” es al menos problemática.

EL CUERPO REPRODUCTIVO Y MÁS ALLÁ DEL GÉNERO

El proceso de reproducción no solo produce seres humanos, también ayuda a reproducir


el binarismo del sistema sexo/género. Una pregunta interesante radica en pensar las formas
con que se coluden la heterosexualidad y el patriarcalismo para determinar cuáles son las
expectativas sociales acerca del cuerpo masculino y la reproducción.

Completando el círculo volvamos a Bourdieu, quien señala que por estrecha que sea la
correspondencia entre las realidades o los procesos del mundo natural y los principios de visión
y de división que se les aplican, siempre queda lugar para una lucha cognitiva a propósito
del sentido de las cosas del mundo y en especial de las realidades sexuales (Bourdieu, 2000).

En efecto, en oposición al orden de dominación masculina actualmente se manifiestan


procesos globales de transformación de las identidades de género y de las prácticas sociales
del parentesco que reflejan dicha lucha cognitiva y que por cierto se expresan en nuestra
propia sociedad como en otras sociedades latinoamericanas.

Entre estos procesos son particularmente elocuentes las experiencia de vida de las personas
transgénero. La reflexión en torno a la identidad de género trans como la parentalidad trans
nos permite ver con mucha claridad cómo funcionan los mecanismos de naturalización en
torno a la sexualidad, la identidad de género, la procreación y reproducción.

En este sentido Ilyssa Silfen (2014), en su trabajo The Reproductive Body: Exploring re-
production beyond gender, plantea que las personas trans que eligen ocupar sus órganos
reproductivos biológicos para la reproducción nos obligan a cuestionar la autenticidad
de los roles “naturales” de género, además de lo “natural” que pueda ser el binarismo sexo/
género, al comprobar que uno no necesariamente debe ser una mujer para dar a luz o que
se deba ser hombre para convertirse en padre. Para Silfen la reproducción trans es un acto
de rebeldía total frente al binarismo de sexo/género.

Al referirse al caso de Thomas Beatie, el primer hombre embarazado en Estados Unidos,


Silfen señala que la figura del hombre embarazado hace visible la manera problemática en
que caracterizamos a las personas de cuerpo/macho en tanto quien puede engendrar una
prole y a la persona cuerpo/hembra como aquella que puede dar a luz, e incluso la manera

70 / PUNTO GÉNERO
Marcelo Robaldo Salinas

más problemática aun en que hemos convertido a estas caracterizaciones en un aspecto


esencial de nuestra interpretación de los cuerpos como macho o hembra.

Situada en un punto de crítica radical al binarismo sexo/género, el objetivo de la de-


construcción en Silfen es poder sacar al género de la reproducción, ya que la inhabilidad de
reproducirse en tanto poseedor de un género que uno mismo ha definido, como es el caso
de los cuerpos trans, es usado como significante de inautenticidad de género.

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TEMA III

c u e r p o s y
SEXUALIDADES
Revista Punto Género Nº 6. Mayo de 2016
ISSN 0719-0417 / 75 - 91

La explotación sexual comercial y la masculinidad: diferentes


caras de la violencia

Commercial Sexual Exploitation and masculinity: different sides of


violence
José Manuel Salas Calvo1

Resumen

Se intenta mostrar cómo la explotación sexual comercial se caracteriza por ser una “múltiple forma de
violencia”, donde median la sexualidad comercial y la masculinidad. Esto toma formas especiales, ya que
se trata de víctimas menores de edad a merced de personas adultas (sobre todo hombres). En este con-
texto se intenta cuestionar acerca de qué pasa con la masculinidad, la sexualidad masculina y el uso del
poder de dominación. Se toman como base algunas indagaciones que se han realizado con hombres
de la población general de Centroamérica, Panamá y República Dominicana.

También se hace alusión a la situación de hombres víctimas (de Costa Rica) y cómo en ellos operan los
mandatos de la masculinidad hegemónica, además de analizar otras de sus características. Se pretende,
además, brindar algunos elementos para trabajar en el ámbito preventivo abordando a hombres, de
diferentes edades, quienes no son necesariamente clientes explotadores.

Palabras clave: explotación sexual comercial - masculinidad - sexo comercial - sexualidad masculina
- prevención.

Abstract

The intent is to show how the Commercial Sexual Exploitation is characterized for being a “multiple form
of violence”, where commercial sexuality and masculinity intercede. This takes special shapes because
it concerns under-aged victims at the mercy of adult people (especially men). In this context, the aim is
to question what happens with masculinity, male sexuality and domination power. Some investigations
that have been developed with general male populations of Central America, Panamá and Dominican
Republic are used as a baseline.

In addition, the situation of male victims (from Costa Rica) is alluded, and how the mandates of the he-
gemonic masculinity occur in them, also other of their characteristics are analyzed. Besides, the aim is to
provide some elements to work in the prevention sphere, addressing males of different ages, whom are
not necessarily exploiting costumers.

Key words: commercial sexual exploitation - masculinity - commercial sex - male masculinity - prevention..

Fecha de recepción: Agosto 2015


Fecha de aprobación: Septiembre 2015

1 Psicólogo. Cofundador, Ex-Director y miembro del Instituto WEM. Profesor Emérito de la Escuela de Psicología,
Universidad de Costa Rica. E-mail: jose.salas@ucr.ac.cr; josesalasc@gmail.com

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La explotación sexual comercial y la masculinidad: diferentes caras de la violencia

INTRODUCCIÓN

Es bien sabido que ciertas problemáticas de la vida social, sobre todo en las que el
bienestar de muchas personas está en juego, requieren de acciones múltiples debido a su
complejidad. Pero ello no siempre ocurre así. En la explotación sexual comercial (ESC) se da
la misma situación: hablamos de un fenómeno que implica numerosos y complejos niveles
de explicación, que requiere de varios y entrelazados niveles de abordaje.

Esta acometida será necesario entenderla en la tradicional forma, proveniente de la pla-


nificación de los servicios de salud, de los niveles de atención, resumidos en la prevención y
en la atención. En ese sentido, interesa subrayar la imperiosa necesidad de seguir tomando
todas las medidas del caso para que no haya más víctimas (prevención); pero si las hay, ofre-
cer la mejor y más efectiva atención. Es impedir que haya más o promover que las víctimas
dejen de serlo; en otras palabras, queremos que el número de nuevas víctimas disminuya
o desaparezca y, a las que lo son, atenderlas o sacarlas del sistema que las tiene atrapadas.

Se trata de acciones tanto políticas, macroestructurales, ideológicas, colectivas como indi-


viduales. Gran parte del trabajo realizado ha estado enfatizado en las víctimas, en su mayoría
mujeres (adolescentes y niñas). Tales tareas no pueden descuidarse pues el problema está
lejos de cesar, más ahora cuando con más evidencia se asocia con los fenómenos de la trata
y el comercio de personas. La trata se da con fines de explotación laboral (esclavitud) o bien
sexual (prostitución, explotación sexual comercial, comercio sexual); de más está reconocer
que detrás de todo esto lo que se esconde es una profunda degradación de la condición
humana, donde unos mercantilizan todo y otros son convertidos en mercancía. La ESC es
una manifestación de este complejo proceso humano.

Por eso conviene tener presente que la prevención de la ESC podemos entenderla
también como todas aquellas acciones que propicien la no aparición de nuevas personas
victimarias; es decir, todo aquello que permita que el cliente explotador no siga en ese lugar
o que no haya más. Las tareas que aquí se ejecuten, hay que subrayarlo, deben desplegarse
sobre todo con hombres.

Al final, en la ESC, con las correspondientes diferencias, víctimas y victimarios son presa
de un sistema perverso, pero eficaz y vigente, aquel en el que todo se puede comprar y
vender: sexualidad, cuerpos, vida. Comprender la vigencia de esta realidad lleva a postular,
como contrapartida, el propósito de privilegiar la salud y el bienestar general de las víctimas,
reales o potenciales.

ENTENDIENDO QUÉ ES LA ESC

Más que una definición exhaustiva, se pretende una aproximación general al concepto, en
tanto este ha sido objeto de múltiples y sustanciosos acercamientos en otros documentos.
Se propone, en su lugar, una reflexión breve, tratando sobre todo de diferenciar a la ESC de
otros temas o problemáticas asociadas, pero que son diferentes.

En primer lugar, interesa no asumirla como prostitución infantil, expresión que se sigue utili-
zando, pese a los esfuerzos por desterrarla de los análisis y trabajos directos con ella. Es comercio
sexual, es comercializar con los cuerpos y la sexualidad joven, pero prostitución se deja para
denominar tales prácticas cuando se trata de personas adultas (a quienes se les paga por sexo).

76 / PUNTO GÉNERO
José Manuel Salas Calvo

Por otro lado, hay que tener claro que en esto impera una convención aceptada interna-
cionalmente, en tanto la ESC se da cuando se le paga por sexo a una persona menor de 18
años, sobre todo por parte de personas adultas. Podría discutirse cuál es la diferencia entre
una persona de 17 años y once meses con otra de 18 y dos meses y que son víctimas de
sexo comercial; podrían encontrarse diferencias, pero podría que no sea así y que más bien
tiendan a asemejarse en varias circunstancias. Incluso se admite que la explotación sexual
se da también con personas adultas. Entonces, ¿por qué en un caso se habla de ESC y en
otro de prostitución? Por lo ya anotado: es una convención. Quizá en un exceso, conviene
recordar que una cosa es la explotación sexual y otra la explotación sexual comercial.

En las instituciones de la región que abordan el tema y en algunos documentos que han
producido no se hacen estas diferencias en forma estricta, desde el punto de vista conceptual,
y más bien preservan la expresión ESC para personas menores de edad. La mayoría de tal
literatura se ha desprendido del trabajo directo y de las indagaciones que han prohijado la
OIT y otras instituciones en la región (OIT/IPEC, 2001; 2003; 2009; PROMUNDO y otros, 2008;
UNICEF, s.f.; Claramunt, 1998; 2002).

Sin embargo, y acaso sea lo más importante, lo cierto es que la doctrina de fondo es la
de la protección de las personas menores de edad, debido a las implicaciones que tienen
para ellas el tornarse víctimas de la ESC. Las personas menores de edad son responsabilidad
de todas las instancias, individuales y colectivas, y su bienestar una obligación de todos y
todas, en particular de los Estados. No está de más recordar que las implicaciones de la ESC
en las víctimas son variadas, pero todas con el elemento común de producir mucho daño,
tanto en el inmediato como en el mediano plazo.

Lo anterior es mucho más claro si se le visualiza en el marco de la trata y el tráfico de per-


sonas, uno de cuyos fines es la explotación sexual y no solo de personas menores de edad. La
explotación sexual puede verse con personas de cualquier edad, género, orientación sexual
u otras características, pero se acude a la denominación ESC para diferenciarla de otras. En
esto, algunos países u organizaciones siguen teniendo la confusión conceptual y es necesario
deslindar para no tratar como igual lo que es diferente. Tal indiscriminación puede llevar no
solo a importantes errores conceptuales sino también a yerros en la planificación y acción
concreta para enfrentar el problema.

También es preciso diferenciar la ESC de otros fenómenos sociales, tales como el abuso
sexual, la violación, el sexo comercial y otros fenómenos de naturaleza sexual. Solo como
ejemplo, podemos afirmar que todo acto de ESC es abusivo, pero no todo acto de abuso
sexual toma la forma de ESC (por ejemplo, la pedofilia). Más adelante retomaremos este
aspecto, cuando se aborde lo relativo a la sexualidad masculina.

Asimismo, está más que clara la determinación que tienen los modernos medios de
comunicación masiva en la vida personal y colectiva, que torna más vulnerables a algunas
poblaciones, al estar más expuestas a ciertos estímulos y de imágenes sociales para las que
no se cuenta con adecuados y notorios decodificadores.

Por estas razones, entre otras, y puede que no sea de nuestro agrado, como conven-
ción hay que homogenizar categorías para un mejor y más oportuno abordaje. Flaco
favor se le hace a todos los esfuerzos por erradicar la ESC si no somos precisos en su
conceptualización.

PUNTO GÉNERO / 77
La explotación sexual comercial y la masculinidad: diferentes caras de la violencia

En un esfuerzo por hilar con las ideas anteriores, es oportuno indicar que en cuanto a
las posibles determinaciones de su génesis, la ESC no se explica solo desde la pobreza. Es
uno de los factores, pero no el único. La ruta crítica que Claramunt (1998) propone para la
situación de las víctimas es muy clara en ese sentido.

Es posible afirmar, entonces, que no toda niña pobre tiene el mismo nivel de riesgo de
convertirse en víctima. Hay otros factores bien más personales o bien más familiares, pasando
por comunitarios hasta los macroestructurales. Es la combinación de ellos los que pueden
deparar las condiciones idóneas para que la persona menor de edad, con mayor riesgo en
las mujeres, caiga en manos de las redes criminales organizadas, que son las que controlan
y lucran con la vida de seres humanos vulnerables y expuestos.

Así, si a la pobreza se le unen familias frágiles en su capacidad de contención y crianza,


comunidades débiles en la protección de sus integrantes, sistema escolar que expulsa a
muchos/as de sus integrantes, una mayor sensación o certeza de impunidad por parte de
la población, una legislación débil o permisiva, la no claridad de políticas y acciones de los
Estados, la tolerancia social o de la población en general (que será abordada más adelante),
es altamente probable que se conforme una ecuación sombría que lleve a la realidad de
más y más víctimas de ESC (para no mencionar otros muchos riesgos).

Por otra parte, no puede explicarse la ESC solo observando las condiciones de la víctima
(oferta), sino también las del cliente explotador (demanda)2. En un sistema de mercado
como el que venimos describiendo, algo se vende si alguien lo compra; y si no, se crea la
necesidad para justificar la oferta. De este modo, si es el caso que muchachas y muchachos
ofrezcan servicios sexuales a cambio de algún pago, aun con conciencia e intencionalidad,
eso no elimina la responsabilidad adulta en todo esto, siendo que aquellas son personas que
requieren de la protección del Estado y de la población en general. No es la voluntad de la
víctima la que determina la gravedad del problema (y sus implicaciones legales), sino la ac-
tuación de la persona, sobre todo hombres adultos, la que debe ser observada y enfrentada.

Esta mirada al cliente explotador, más allá de la persecución de las redes de crimen orga-
nizado y del proxenetismo, ya desde 2001, el Congreso Mundial contra la ESC, celebrado en
Yokohama, era alentada y se llamaba a su atención (Sorensen y Claramunt, 2003); en otras
palabras, junto con la preocupación acerca de las víctimas también estaba la relativa al cliente
explotador. Aquí debe traerse a colación nuevamente el hecho de que la mayoría de clientes
son hombres, razón por la que más adelante serán retomadas algunas interrogantes acerca
de sus condiciones y características.

Ya dijimos que por convención es importante retener y aplicar la expresión precisa de


ESC; pero eso no obsta para olvidar la poca resonancia que tiene para la población mascu-
lina general en Centroamérica, Panamá y República Dominicana (Salas y Campos; 2004). Lo
real es que ESC no les dice nada, no les resuena en su cotidianidad, en tanto manifiestan
que, en su lógica de pensamiento, si hay transacción, los hombres no explotan y más bien
pagan, dan de comer a personas y sus familias. Además, el hecho de que la expresión alude
a personas menores de edad, les lleva a un imaginario en el que las víctimas no son infantes
sino “muchachas” que son o parecen mujeres. En páginas más adelante se hará una breve

2 Se apela a esta jerga, propia del sistema de mercado que es el que sostiene en gran medida a la ESC.

78 / PUNTO GÉNERO
José Manuel Salas Calvo

referencia a la concepción del cuerpo que tienen hombres indagados, cuando se refieren
a las víctimas de ESC.

BREVE REFERENCIA AL MARCO NORMATIVO

En las últimas décadas, sobre todo luego de los grandes eventos internacionales –
Estocolmo, 1996; Yokohama, 2001 y Río de Janeiro, 2009–, se ha consolidado un marco legal
y normativo bastante sólido. Con el concurso de diversas instancias, nacionales y regionales,
se logró alcanzar algunas leyes y reformas a otras leyes que depararon un marco normativo
bastante actualizado en Centroamérica, Panamá y República Dominicana. Esto fue mucho
más evidente en la segunda parte de la década anterior (OIT/PEC, 2006).

De esta forma, todos los países de la región tienen legislación acerca del tema, aunque
cada uno con condiciones específicas atendiendo sus particularidades. En ese sentido, del
2006 a la fecha el panorama general no ha cambiado, pero se han aprobado algunas norma-
tivas específicas importantes (Antenaza, 2014)3. En todos ellos existen leyes para prevenir y
sancionar la trata y el tráfico de personas (la más reciente es la de El Salvador que fue apro-
bada en octubre de 2014); se han introducido algunas reformas en los códigos penales, para
sancionar aspectos relacionados con la discriminación, el trabajo infantil, el trabajo peligroso
(en todos los países se cuenta con listados de trabajos peligrosos).

En lo que a las políticas públicas se refiere, todos los países han aprobado hojas de ruta,
aunque la mayoría está desactualizada. Asimismo, están vigentes los comités de erradicación
del trabajo infantil y protección del trabajo adolescente, con excepción de Nicaragua.

Se puede afirmar que la aplicación de esta abundante legislación sigue siendo una de las
principales debilidades del sistema, obedeciendo ello a diversas razones: dificultades para
el acceso a la justicia, desconocimiento de los derechos, falta de capacitación a operadores
jurídicos, falta de recursos, entre otras.

No obstante, la homogeneidad conceptual y de alcance en las distintas categorías es


más que evidente el logro de un cuerpo normativo sólido y actualizado. Sería un ejercicio
importante y pertinente revisar si esa misma solidez legal y de jurisprudencia existe en otras
regiones del mundo.

Paradójicamente, por lo menos así lo podemos afirmar para Centroamérica, Panamá y


República Dominicana, aun y con la existencia de esa normativa, se sigue confundiendo a la
ESC con otros fenómenos, como fue ya descrito. Es común en las instituciones, en funciona-
rios, en la prensa, en la vida cotidiana que se le siga llamando prostitución infantil. Esto hay
que erradicarlo, pues aunque la discusión puede ser de tipo formal o nominal, es necesario
para incidir en el imaginario colectivo, en tanto hablar de prostitución infantil es colocar en
personas menores de edad condiciones que no les son propias o adecuadas.

En algunos momentos se recurrió a la expresión ESCI (explotación sexual comercial


infantil) (Claramunt, 2002), para enfatizar en la situación de riesgo de personas menores de
edad; pero sin hacer la distinción entre niñez y adolescencia, siendo que son situaciones

3 Este apartado está basado en la valiosa información que la investigadora proporcionó, que ha sido recopilada
por la OIT y que pronto será publicada.

PUNTO GÉNERO / 79
La explotación sexual comercial y la masculinidad: diferentes caras de la violencia

diferentes, como se verá más adelante. También se ha recurrido a la expresión ESC de niños,
niñas y adolescentes, también con la intención de englobar a toda la población menor de
edad en un solo grupo poblacional y los análisis y medidas propuestas no hace tal distinción.

Es oportuno señalar que si bien se cuenta con toda esta normativa internacional, con los
ajustes del caso, el problema sigue creciendo a tal punto que en países donde hace pocos
años se afirmaba que el fenómeno era prácticamente inexistente, en este momento la si-
tuación es justo la contraria4. Lo cierto también es que la ESC, junto con otras derivaciones
provenientes de la trata de personas, es uno de los negocios ilícitos más lucrativos del mundo,
quizá solo superado por el de las armas y del narcotráfico.

Esto es importante atenderlo, ya que según criterio de hombres entrevistados (Salas y


Campos, 2004)5, al parecer uno de los más importantes persuasores de la conducta delictiva
de la ESC lo es el señalamiento directo y explícito de la cantidad de años que pueden sufrir
aquellas personas que caigan en ESC. De manera más directa, decir “¡La ESC es un delito!” no
suena a nada; lo que sí suena es Meterse con una chiquilla pagándole por sexo, te puede llevar
tantos años de cárcel. El señalamiento de que algo en abstracto es delito no asusta, no persuade.

Ya hemos indicado que la ESC es un delito, como frase intimidatoria, no señala nada a
los hombres, pues muchos consideran que no cometen transgresión alguna, mientras que
“Tantos años de cárcel” los enfrenta a esa probabilidad en forma más directa. La norma que
se pretende le llegue a la población por la vía de la amenaza del encierro, al parecer, sí tiene
su efecto. La discusión es cómo hacerla llegar, por lo menos en el uso del lenguaje, en tanto
la ESC está entremezclada con varias concepciones acerca del ser hombre y su sexualidad
que hacen que aquella se diluya y no se asuma como algo indebido; los datos acerca del
crecimiento de la ESC son una muestra palpable de tal realidad.

Lo anterior nos lleva a la reflexión de que si bien la vía represiva debe utilizarse y no ceder
en ella, esta no es suficiente. Será necesario acudir a otras opciones, en las que la prevención
y la construcción de otros vínculos humanos sea el referente, sobre todo cuando de trabajar
con hombres se trata.

LA ESC COMO MANIFESTACIÓN DE VIOLENCIA MÚLTIPLE

A tono con lo manifestado en las páginas anteriores, no conviene ubicar la discusión


como un simple problema de que haya menores de edad teniendo sexo. Ahí no está la
cuestión, porque lo cierto es que lo tienen. La interrogante es cómo, quiénes están incluidos
y en qué condiciones.

Además, asumirlo de esa forma sería un enfoque moralista, en el que nuevamente la


sexualidad es colocada en el banquillo de los acusados, sobre todo si se habla de personas
menores de edad, que se asumen como asexuadas. Lamentablemente, no son pocas las ex-
presiones que intentan estereotipar el tema de esa forma, con lo que el fondo del problema
se desdibuja y no es apreciado con claridad.

4 En Costa Rica, a principios del año 2000, el Presidente de la República manifestó que en el país el problema era
de “unas cuantas muchachas”.
5 Esta pesquisa se hizo con hombres de la población general y no con clientes explotadores así identificados.

80 / PUNTO GÉNERO
José Manuel Salas Calvo

La ESC va más allá de eso; se trata de una múltiple forma de violencia, en la que se con-
jugan varias de sus manifestaciones, con determinaciones mutuas difíciles de separar. Lo
óptimo es entender sus raíces y sus diversos determinantes. En ella encontramos, al menos,
las siguientes (Calderón y Salas, 2009):

• Sexual. La ESC está en colisión con una vivencia de la sexualidad respetuosa, enri-
quecedora y de crecimiento humano; creemos que esto vale afirmarlo tanto para las
víctimas como para los mismos clientes explotadores. Hay una sexualidad fragmentada
y nada enriquecedora.

• De género. En la ESC hay una direccionalidad definida, porque la gran mayoría de


clientes explotadores son hombres y la mayor parte de las víctimas son mujeres, de
ahí que pueda apuntarse a la ESC como una muestra más de la violencia machista.

• Por edad, ya que es una situación social en la que, sobre todo, personas adultas en
lugar de proteger a las menores de edad, más bien ponen en riesgo su integridad
física y emocional y violentan todos sus derechos humanos.

• Estructural, pues como fue anotado en párrafos anteriores, en los países de la región
la pobreza es uno de los factores determinantes de la explotación sexual comercial.
A ella se le suman las condiciones de familias, comunidades y sistemas escolares que
no contienen o protegen.

• Psicológica. Las víctimas, tanto en su ruta hacia la explotación sexual comercial como
en su vivencia ya dentro de ella, reciben severos atentados contra su integridad y su
salud mental y ello no solo dentro del ámbito de la sexualidad.

• Otras, sobre todo si se atienden las consecuencias de límites extremos, como los que
generan la trata de personas y la esclavitud sexual.

Esta múltiple violencia la reciben las víctimas que, reiterando, son en su mayoría mujeres; y,
por tanto, la ejercen en su mayoría clientes explotadores hombres. Es sistemática la literatura
que señala que son muy pocas mujeres (y algunas de ellas en compañía de un hombre) las
que acuden a los servicios sexuales de personas menores de edad, mediando pago.

Por otra parte, el reporte de víctimas masculinas es menor, aunque hay indicios de que
la cifra sube o hay subregistros, como se profundizará más adelante, dadas ciertas manifes-
taciones de la masculinidad hegemónica que se encuentran en estos hombres. Además,
esta autorrepresentación de los individuos tiene su contraparte en la ideología y la dinámica
propia de las instituciones encargadas de abordar el asunto; es factible pensar que en algunas
instituciones los anteojos destinados para detectar el problema no están bien ajustados para
la situación particular de los varones.

Lo curioso es que en la prostitución también la mayoría de clientes son hombres, muy


a tono con la génesis misma de esta expresión de la sexualidad, sobre todo en versiones
modernas.

Siguiendo esta línea de análisis, no puede dejarse pasar el hecho de que hay otros fenó-
menos propios de la sexualidad humana y en los que los hombres son actores principales y

PUNTO GÉNERO / 81
La explotación sexual comercial y la masculinidad: diferentes caras de la violencia

no siempre en papeles de héroes: exhibicionismo, disforias de género, acoso sexual (general


y en el trabajo), voyeurismo, froteurismo, violación (la más conocida o la que se produce en
la guerra, a mujeres y a hombres), otras parafilias y otros delitos sexuales.

La reflexión anterior da suficientes indicios que obligan a volver la mirada hacia ciertas
conductas, prácticas o acciones propias de los hombres y que, dadas ciertas circunstancias,
los mete en problemas (personales, de salud, de convivencia y también legales).

A tono con esa línea de pensamiento, no entraríamos en la discusión nominal de si se trata


de “perversiones”, “aberraciones”, “desviaciones” u otros términos de esa clase. No obstante y
siguiendo su propia terminología, vale la pena prestar atención a lo que al respecto dicen
dos destacados teóricos de la sexualidad:

“Las conductas excepcionales son más comunes en los hombres que en las mujeres. Algunas
de ellas solo se encuentran en hombres y no hay ninguna que solo se dé en el sexo femenino”
(Giraldo, 1988: 198).

“Podemos agregar además que es muy significativo que casi todas las variantes de la
conducta sexual se manifiestan con mucha mayor frecuencia en los hombres que en las
mujeres por razones no del todo conocidas (la proporción es de 5 a 1)” (Gindin, 1991: 242).

Para este segundo autor, además, los posibles trastornos de la sexualidad masculina
tienen una génesis muy diversa, lo mismo que sus características básicas; en su clasificación
incluye las parafilias (Gindin, 1996).

Por todo lo anotado es que surgen interrogantes que exigen de más y mejores respuestas:
¿Qué pasa con la sexualidad masculina? ¿Con la masculinidad? ¿Con las prácticas sexuales
de muchos hombres? Lo cierto es que algo pasa con todo ello y ese algo, conjugado con
las otras variables, abonan el terreno para que la ESC se produzca. Vale decir esto porque si
bien en la ESC juegan factores de tipo personal, psicológico y subjetivo, estos no pueden
dar todas las respuestas que el asunto requiere. Es peligroso caer en la psicologización de
un problema múltiple y complejo.

¿QUÉ PIENSAN HOMBRES ACERCA DE TODO ESTO?

Ante problemáticas como la ESC siempre será muy importante atender las víctimas y
procurar sacarlas de esa condición; también es importante procurar que no haya más de
ellas. Es decir, hay que apostar por una intervención preventiva de primer nivel.

Pero a esa tesis se debe agregar que tal prevención no puede hacerse solo con las
potenciales víctimas. Actuar con el fin de que no hayan más casos de ESC implica también
el abordaje con hombres, en tanto posibles clientes explotadores. No todos los hombres
están en el mismo nivel de riesgo, pero en algunos la probabilidad aumenta. Además, no
es éticamente correcto ni socialmente justo que, de nuevo, el enfrentar el problema se siga
dando sobre la base de las acciones con y realizadas por las víctimas.

En otros términos, se impone el trabajo con los hombres. Para ello, de frente a la ESC, es
necesario saber qué piensan, cómo actúan, cuáles son las ideas y las representaciones predo-
minantes: ¿qué es lo que pulula o invade el imaginario social colectivo masculino? Algunos
procesos individuales y colectivos en la vida de los hombres ofrecen indicios importantes

82 / PUNTO GÉNERO
José Manuel Salas Calvo

para ensayar respuestas a tales interrogantes, en virtud de que conforman la base para que
algunos de ellos, dadas ciertas condiciones, puedan convertirse en clientes explotadores.
Precisamente por eso se investigó el tema.

En esa línea, Salas y Campos (2004) indagaron a hombres de la población general y de diversas
condiciones sociodemográficas de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua,
Panamá y República Dominicana, mediante un diseño metodológico de tipo cualitativo6.

Al respecto, se pueden mencionar algunos de los hallazgos más relevantes. En primer


lugar, la persistencia de una masculinidad convencional y tradicional machista. Los manda-
tos que los hombres reportan acerca de la sexualidad masculina son los consabidos: activa,
siempre lista, fálica, en donde la penetración es el signo de éxito y de eficacia. Con este pre-
texto temático, se intentó cuestionar acerca de qué pasa con la masculinidad, la sexualidad
masculina y el uso del poder de dominación involucrado en ella, clave para acceder a la ESC.
Detrás de todo esto, es posible hallar algunas claves que den pistas acerca de las razones
para que ciertos hombres intenten dominar cuerpos y mentes jóvenes.

También se localizaron notorias evidencias de la persistencia de representarse a la mujer


como objeto. De manera particular, todo lo referente a la preferencia del cuerpo joven, en
especial de mujeres, pero también de hombres7. Algunos de los mecanismos explicativos
de tal dinámica tienen que ver con la persistencia de mitos acerca de esos cuerpos jóvenes.
Uno de ellos es el de la trasmutación de los cuerpos y psiques, mediante el cual la lozanía y
vitalidad del cuerpo joven se le puede trasladar al hombre de más edad, mientras este le
ofrece sabiduría y experiencia a la persona más joven. Es un asunto de mera transacción.

Asociados con el mencionado, otros mitos también aparecen. El de enseñar acerca de


sexo a la persona joven (“convertirla en mujer”); el de que es más fácil dominar a esas per-
sonas, justo por su novatez y fragilidad; el de que las personas jóvenes están ávidas de sexo
y hay que complacerlas.

En este punto conviene retomar un aspecto ya analizado páginas atrás. Por ser general,
ESC es una expresión complicada, a pesar de su uso común, pues no distingue entre la situa-
ción infantil y la adolescente, aun cuando el fenómeno se da con ambas poblaciones. Pese
que se menciona la ESCI o la ESC de niños, niñas y adolescentes, para estos/ as últimos/as no
hay una denominación específica y prevalece la expresión general que “mete a todos en el
mismo saco”, siendo que no son lo mismo, como ya se indicó. Por lo menos en Centroamérica,
Panamá y República Dominicana se acude a la categoría general de ESC, entendida como el
pago por sexo a una persona menor de edad u otras formas.

Por su lado, los hombres indagados lo que más distinguen son los cuerpos. De manera
clara, aunque grosera, uno de ellos lo expresa en forma nítida: “No hay edad mínima, hay cuer-
pos mínimos” (Salas y Campos, 2004: 118). La diferencia que hemos hecho en este artículo está
basada en la diferencia que hombres entrevistados hacen entre el cuerpo infantil y el cuerpo

6 Algunos de estos hallazgos han sido corroborados mediante el trabajo con grupos de hombres (de reflexión,
capacitación, crecimiento personal) de la región, con quienes se ha abordado la temática de la sexualidad
masculina y no necesariamente la ESC.
7 Vale aclarar que estas consideraciones y otras esgrimidas son aplicables también a víctimas masculinas.

PUNTO GÉNERO / 83
La explotación sexual comercial y la masculinidad: diferentes caras de la violencia

juvenil/adolescente; este último es el que más atrae para efectos sexuales (incluso el no pagado)
mientras el primero no es ubicado en ese lugar.

El cuerpo infantil no atrae, el que sí atrae es aquel cuerpo que se parezca o sea perci-
bido como adulto, con lo que no se genera sensación o vivencia de delito o transgresión.
Es oportuno aclarar que una buena parte de la ESC, sobre toda la que implica relaciones
coitales directas, se da con adolescentes o jóvenes menores de edad, en tanto sus caracte-
rísticas sexuales secundarias están desarrolladas. Debe quedar claro que esa preferencia por
el cuerpo adolescente es para efectos de sexo más convencional (coital). Pero esa lógica de
pensamiento no aplica en forma tan clara para otras manifestaciones de ESC con infantes
(pornografía infantil, por ejemplo), la que más bien es rechazada por la mayoría de hombres
(al menos así nos lo dice la investigación referida y esas conductas son ubicadas en el plano
de la patología).

Por tanto, no hay noción de delito, pues por menor de edad se entiende al niño o la
niña; la persona adolescente es casi adulta y muchas de ellas así lo aparentan (Chiquillas con
cuerpo de una mujer de 25). Incluso, al contacto sexual con infantes, mediando pago o no,
se le trata de explicar por la vía de la patología (son pervertidos, enfermos). Este contacto
sexual lo rechazan de plano, como reflejo de lo que sucede en otros ámbitos de la vida social
o en el imaginario colectivo (al respecto, vale reparar en el trato que se da a delincuentes
sexuales en la cárcel si su delito ha sido perpetrado contra niños o niñas). El contacto sexual
con infantes tiene un rechazo prácticamente total.

Pero el sexo con una muchacha o un muchacho no es tan refutado. Puede ser más bien
objeto de admiración, pues el hombre tendría el estatus de vigente, de conquistador y de
ser admirado (o envidiado por otros hombres). Tal respaldo del entorno social puede rozar
o alimenta esa fantasía que yace en muchos hombres de ser más hombre por su acceso
a un cuerpo joven, lo que a su vez refuerza la misma fantasía en el “coro” compuesto con
otros hombres, en un círculo de mutuo reforzamiento. Por tal razón, no es nada fortuito que
se siga encontrando en muchos hombres una alta preferencia por las mujeres vírgenes; la
virginidad femenina sigue siendo un bien preciado en esta lógica de pensamiento o en esta
lógica de mercado. Esa virginidad da no solo mayor certeza de lo joven, sino también de lo
“no usado”, de lo que viene con sello de garantía.

Reiterando, entonces, se puede afirmar que en la doctrina de la ESC esa diferencia entre
lo infantil y lo juvenil no es desarrollada de esa forma y lo que interesa es preservar los
derechos de las personas menores de edad, asumidas en su conjunto como vulnerables y
sujetas de protección.

Aunque no por igual para todos los hombres investigados, el sexo se puede comprar o
se puede vender; es decir, quizá sin darse cuenta del todo, aceptan instalar al sexo como
una mercancía más. Es obvio inferir la marcada base ideológica que tiene esta concepción
y que nutre muchos de los elementos constitutivos de la ESC.

Haciendo acopio de lo antes señalado, se tiene el soporte para afirmar que la ESC está
lejos para muchos hombres de ser asumida como delito o dañina. En este marco, la sexualidad
masculina obedece a ciertos mandatos de la masculinidad, mecanismo que permite natura-
lizarla y hacerla formar parte de “lo normal”, por lo que la connotación de delito es bastante
débil. Si no es delito, tampoco hay controversia de si se causa daño a personas vulnerables

84 / PUNTO GÉNERO
José Manuel Salas Calvo

y, mucho menos, de que haya necesidad de cuestionar y modificar algunas fibras de esa
masculinidad y de esa sexualidad.

A todo esto le suma el que haya un aumento de la tolerancia social en Centroamérica,


Panamá y República Dominicana hacia la ESC. Esto puede ser notado en sendas encuestas
realizadas en los países con población general masculina y femenina (Calderón y Salas, 2009).
Uno de los hallazgos más relevantes es el hecho de que gran parte de las personas encues-
tadas (hombres y mujeres) recargan la responsabilidad de la ESC en las víctimas mismas o
en sus familias; de ahí que, por implicación lógica, las medidas que tendrían que tomar los
Estados tienen la misma lógica: es un asunto de la persona (la víctima) y de su familia. No
sorprende, pues, que las acciones por desarrollar con hombres, como potenciales clientes
explotadores, prácticamente no aparecen entre las medidas que las personas investigadas
proponen para enfrentar la ESC.

Haciendo enlace con lo anterior, también hubo referencia a la impunidad que se percibe
por parte del sistema legal judicial de los países; hay mucha desconfianza de esos sistemas,
lo que tendría un doble efecto: por un lado, no se constituiría en un sistema persuasor de
las conductas, en tanto no hay consecuencias para ellas; por otro, las víctimas no tendrían
mayor incentivo para presentar las denuncias correspondientes por temor a que nada pase
y más bien que puedan ser revictimizadas por el sistema.

Para finalizar este apartado, se necesita hacer una breve referencia al cliente explotador.
Vale una acotación puntual. Al igual que no toda persona menor de edad tiene el mismo nivel
de riesgo de ser víctima, no todos los hombres están en la misma posición o cercanía de ser
cliente explotador y para que ello se produzca, tiene que darse la combinación de diversos
factores. Esto establece la llamada ruta crítica del cliente explotador (Salas y Campos, 2004),
que indica que aquellos con un patrón comportamental de cercanía al comercio sexual tiene
más probabilidades de serlo, a diferencia de otros hombres que estén lejos de ese contexto.
“Una chiquilla” no se la ofrecen a cualquier desconocido. Desde el ámbito literario, García
Márquez (2004: 9) nos da un claro ejemplo de ello en su obra Memoria de mis putas tristes:

“El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente
virgen. Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que solía avisar a
sus buenos clientes cuando tenía una novedad disponible…”.

Detrás de todo ello, nuevamente, aparecen ciertos mandatos a la sexualidad masculina


que en algunos opera de manera muy clara, no así en otros hombres. De más está decir que
esta puntual ubicación del nivel de riesgo puede brindar importantes orientaciones para
proponer labores preventivas en el trabajo de la masculinidad y con hombres.

SITUACIÓN ESPECIAL DE LAS VÍCTIMAS MASCULINAS

Esta temática si bien forma parte de todo el conjunto de indagaciones y reflexiones en


torno a la ESC, por sus características especiales, requiere de un tratamiento particular. De
ahí que fuera objeto de una investigación específica, realizada con hombres jóvenes y ado-
lescentes en Costa Rica (Campos y Salas, 2010).

De entrada, hay que reseñar que estos hombres jóvenes reproducen algunos de los
principales componentes de la masculinidad hegemónica y sus derivaciones: sexualidad

PUNTO GÉNERO / 85
La explotación sexual comercial y la masculinidad: diferentes caras de la violencia

genitalizada, las mujeres son de su propiedad, el poder está en manos de los hombres, los
hombres tienen el control de sus vidas, una marcada homofobia.

En ese marco sobresale la certeza que ellos tienen de no ser víctimas de ESC. Manifiestan
ser víctimas de un sistema injusto y que no respeta su orientación sexual y ciertas prácticas
sexuales (en particular el hecho de que tienen sexo con otros hombres). En forma enfática
manifiestan malestar por tener que vender sexo para vivir, estudiar o cumplir con sus metas;
esto fue así expresado, con independencia de su orientación sexual, identidad de género o
expresión genérica.

Se puede afirmar que la institucionalidad costarricense está poco preparada para aten-
der, entender y solucionar la situación de estas personas, en virtud de que los modelos de
atención están pensados y diseñados para las adolescentes y las niñas.

Al mismo tiempo, hay un lío particular con el hecho de que aquí se da el sexo de hom-
bres con otros hombres, lo que genera una compleja gama de manifestaciones, en tanto la
heteronormatividad es puesta en cuestionamiento. Obviamente que hay enorme presión
de la homofobia.

Con estos jóvenes no solo es que hay intercambio sexual, sino que también lo hay en con-
diciones no aceptadas por el entorno y pesa mucho el estereotipo de que son homosexuales.
Lo cierto es que los hay con una orientación homosexual, otros con una heterosexualidad que
incluye prácticas homosexuales, está el caso de un joven que se asume como trans, varios son
travestis y otros que alegan ser totalmente heterosexuales (han tenido solo clientas). Esto hace
que sufran de mucho rechazo por su entorno inmediato (la familia, la comunidad) o bien por
la misma institucionalidad que no tiene herramientas conceptuales y técnicas para abordar
estos casos; es decir, abunda la homofobia y la transfobia. Esta diversidad y complejidad en la
situación de la sexualidad masculina, que no es así en el caso de las muchachas y niñas, lleva
a las personas y a las instituciones a replantearse sus esquemas de pensamiento y de acción.

Para complementar el panorama de un grupo de hombres con claras muestras de


portar la masculinidad hegemónica, debe señalarse el inconveniente que se presenta con
una población que considera no tiene problemas. Es palpable en ellos, pues, la acción del
código masculino en escena: todo está bien, todo está bajo control (Pollack, 1999). Esta es una
escena típica en el trabajo con hombres en diferentes temas o áreas y, en este caso, no hay
excepción: lo mismo puede encontrarse en la vida de pareja, en cómo los hombres asumen
su salud, en la vivencia de la paternidad, entre otros.

Además de la ya indicada autopercepción de no ser víctimas, como sucede en otros


fenómenos como la violencia intrafamiliar o el acoso sexual en el trabajo, donde sí lo son
y sufren las consecuencias (Salas, 2013), consideran que todo lo tienen bajo control (a los
clientes explotadores, por ejemplo), no admiten la presencia y el control del proxeneta o de
redes mafiosas (como sí se da con las muchachas), son muy solitarios (Yo soy como El Llanero
Solitario, manifestó uno de ellos). Siendo muy jóvenes, la verdad es que portan, viven y re-
producen la masculinidad dominante como lo haría algún hombre adulto.

Asimismo, la construcción de un caso de ESC en hombres como estrategia metodológica


y como actividades propias de un proceso de investigación para tener acceso a los sujetos
informantes es algo difícil y complicado. Es dificultoso localizarlos, se ocultan, ocultan a otros

86 / PUNTO GÉNERO
José Manuel Salas Calvo

muchachos y a sus clientes, se movilizan de un sitio a otro (para “no quemarse”). De hecho, para
hacer el estudio con ellos hubo que pasar prácticamente por un embudo que llevó la casuística
a unos pocos, siendo que al inicio se tenía un contacto potencial con más de una centena.

Como ya fue indicado, la ESC en víctimas masculinas es más complejo, debido a que las
condiciones de estos hombres en sus manifestaciones sexuales no se asumen como víctimas,
se sienten y son relegados por el sistema, son muchachos muy solitarios. Esto lleva a la im-
periosa necesidad de repensar el acceso a ellos, desde lo institucional y desde lo ideológico
conceptual; lo cierto es que los esquemas investigativos e institucionales para llegar a estos
hombres jóvenes deben ser modificados y ajustados a sus condiciones particulares.

Además, al igual que en otros escenarios, al no asumirse en el lugar de la víctima, difícil-


mente los hombres verán esa condición en otras personas y la capacidad de empatía o de
identificación con ellas, que en su mayoría son mujeres, se vería reducida. Es una hipótesis,
pero podría pensarse que esa dificultad podría sortearse en tanto si se asumen como víctimas
pueden ver eso mismo en otras personas. Tema delicado que convendría explorar todavía más.

EL MIEDO COMO MOTOR

Según los viejos pilares del patriarcado, el hombre es instituido como centro y señor,
dueño de vidas y haciendas, decide, maneja el poder, y es lo masculino la vara con la que
se mide la realidad. Sin embargo, la historia también muestra la otra cara de la moneda que
sintetizamos como la presencia de un permanente, a veces no tangible, miedo a lo femenino
y al poder de las mujeres en la conformación de la masculinidad patriarcal y que marca la
vida de los hombres. Por eso, mencionar a la misoginia, a la homofobia, al recelo que causa
el acceso de la mujer a posiciones tradicionalmente de los hombres y a todo aquello que
lo cuestione de tal posición, es hacer referencia a manifestaciones de ese recelo recurrente,
viejo acompañante de los hombres en el patriarcado, pero no reconocido y, menos, admitido.

Los ancestrales y poderosos lugares ocupados por las mujeres en el prepatriarcado han
quedado incrustados en la psique masculina, tanto en sus manifestaciones individuales como
colectivas, además de que aquellos lugares no han desaparecido. Al devaluar lo femenino y
sobrevalorar lo masculino, el sistema patriarcal lo que ha hecho es maquillar ese viejo temor
y mucha de su historia es un registro de hechos, acciones y medidas tomadas para poner a
las mujeres en su lugar, que justo es el que no deben ocupar, el de los hombres. Las historias
de terror que al respecto conocemos es una mirada en espejo que los hombres y el patriar-
cado han hecho de su propia situación de miedo y que se procura contrarrestar actuando
sobre las mujeres: son brujas, demonios, seres peligrosos que se deben controlar o eliminar.

Para el tema que nos ocupa, la escena vuelve a aparecer. Es el miedo a no responder a los
mandatos de la sexualidad masculina y la masculinidad hegemónica. Es el miedo a no estar
en control. Es el miedo a adjudicarse el lugar de víctima. Es la homofobia y la misoginia. A
no ser lo importantes que deben ser; la cara visible es el androcentrismo que marca la vida
de sujetos individuales y colectivos.

Es el miedo a no saber con certeza quién es el padre. Por eso se instituye y se exige a las
mujeres virginidad, fidelidad, monogamia, ya que al no contar con la certeza de un dominio
total de su sexualidad eran necesarios artificios socioculturales para controlar esa sexualidad
reproductiva. Pero también en su sexualidad placentera, por lo que se sacan de la manga la

PUNTO GÉNERO / 87
La explotación sexual comercial y la masculinidad: diferentes caras de la violencia

ablación del clítoris, la infibulación y, en otras partes del mundo, esas medidas quirúrgicas no
se hacen en los cuerpos de las mujeres sino en sus mentes y voluntades.

Por la misma razón aparecen algunos de los mitos vistos con anterioridad que permiten,
en la fantasía masculina, tener control o poder sobre personas, procesos o estructuras. Es
más fácil manipular o comprar sexo y no asumir su sexualidad de otra forma más placentera
y enriquecedora, sin tener que estar respondiendo a las demandas y exigencias que se les
plantea a los hombres.

En la ESC, entre otras, se maneja la disyuntiva de que o son muy hombres o son poco
hombres. Los primeros porque pueden pagar y acceder a las deseadas personas jóvenes,
pero, justo por la misma razón, pueden ser los segundos: tienen que pagar porque de otra
forma no pueden acceder a ese sexo. En otros términos, se vive en una contradicción que
hay que resolver y hay temor de no cumplir con expectativas y ordenanzas que los lleva a
comportamientos dañinos para sí y para otras personas.

Pero el dueño y señor no puede sentir miedo, no debe, y si lo siente hay que hacer algo para
no mostrarlo o para desaparecerlo. Pero de este miedo hay poca conciencia y sus manifestacio-
nes no siempre son claras para quien lo vive. Ese miedo a no cumplir con lo ordenado genera
contradicción y angustia. ¿Cómo enfrentarla, cómo resolverla? Como en muchas otras cosas
de los hombres en el patriarcado: por medio de la violencia, aprendida en forma muy eficiente.
Para mantener esas posiciones de mando y control, como es usual, muchos hombres recurren
a la violencia para mantenerse ahí, en tanto su equipamiento personal no les da opciones para
resolver circunstancias vitales de otra forma. De esta forma, el acudir a la vía violenta es la que
le queda más fácil: es la que se aprendió, mientras otras no le fueron enseñadas.

Cuando se trata de la sexualidad, para paliar los efectos del miedo, también se recurre a
la violencia, al poder de dominación, acudiendo a ciertas prácticas o conductas. Y en este
escenario se produce una combinación altamente nociva: la erotización del poder. Lo que
erotiza no es placer del vínculo amoroso o considerado con la otra persona, no excita el con-
tacto con la piel, la mirada o la palabra; lo que erotiza es la sensación de dominar y controlar
a la otra persona. Es muy similar a lo que ocurre en otras escenas de la vida, tales como en el
acoso sexual laboral o la violación (incluyendo la utilizada como arma de guerra, ejecutada
por hombres contra mujeres y contra otros hombres). En forma explícita, González (2013:
346) lo afirma: La violación… es un agregado más del ensañamiento, que no es la violencia
sexual sino violencia mediante el sexo.

Para concluir, podemos afirmar que la ESC es una muestra palpable, pues¸ de todo lo
analizado. Por eso su denominación de múltiple forma de violencia, en la que se conjugan
varios elementos alrededor o tomando como componente principal a la sexualidad. Por
eso, en hombres interrogados al respecto no se detectan conductas reparatorias, no hay
conciencia de daño, lo que se potencia si ello se produce en un contexto que tiene una alta
tolerancia social.

Vale mencionar que este marco es el que permite no transar con las lógicas explicativas
basadas en el expediente de la patología clínica convencional o psiquiátrica. Podemos y
debemos hablar de patología social, en la que un sistema sociocultural todo lo mercantiliza
y las personas son sometidas a ese régimen. Es este sistema el mayor propiciador de que
ciertos hombres, con ciertas características, caigan en ESC. Fuera de él es difícil concebirla.

88 / PUNTO GÉNERO
José Manuel Salas Calvo

En esta lógica de análisis, la ESC es otra forma desesperada de resolver la contradicción


en la que el sistema los encierra. Si, además, ese sistema es tolerante (Así son los hombres), el
círculo se completa con el agravante de que más que solucionar el dilema los puede llevar
a serios problemas legales y personales.

Ese encierro es el que proviene de recibir mensajes contradictorios que, por un lado, le
dicen que está en posiciones de poder y control y, por otro, una sensación y vivencia de
temor, no claramente descifrada, proveniente de la feminidad y de las mujeres. Para zanjar
esto no cuenta con las suficientes herramientas, individuales y colectivas, por lo que se acude
al poder de dominación que se manifiesta por la vía de oprimir y sojuzgar a otras personas.
En el caso de la ESC, se hace con personas menores de edad y mediando la sexualidad, en
forma violenta y dura. Buena parte de estos procesos no están en la conciencia de los hom-
bres, lo que hace que su enfrentamiento sea aún más difícil.

Por tanto, esta problemática social debe ser desafiada con medidas en todos los niveles
posibles. En el micro, en lo privado, en la psique colectiva e individual. Por eso abarcar a la
masculinidad, la sexualidad de los hombres, sus conductas sexuales y su forma de vincula-
ción con otros/as debe ser parte fundamental de cualquier estrategia de trabajo. Llevar a los
hombres a reconocer ese ancestral miedo y las formas que utiliza para neutralizarlo, sobre
todo las asociadas con el uso del poder y la violencia, es tarea fundamental en cualquier
acción que se emprenda.

Capítulo aparte merece la situación de los hombres víctimas de la ESC. Uno de los primeros
y más importantes pasos será instrumentar a personas e instituciones en las realidades propias
de la condición masculina, de la que no escapan los más jóvenes, que permita acercárseles en
forma más adecuada. Su detección es ardua y, una vez efectuada, intentar la desarticulación
en ellos de esa masculinidad dominante, sin perjuicio de observar otras condicionantes de
los riesgos que sufren debido a nuestro ordenamiento social, ideológico y político.

Con los hombres adultos, en tanto posibles clientes explotadores, la tarea va en el mismo
sentido, con un elemento adicional que parece obvio: será necesario llevarlos a que conozcan
realmente las implicaciones legales de sus acciones, pues en la ESC como en otras proble-
máticas el panorama no lo aprecian en forma certera. No conocen el marco normativo y,
aun así, afirman justo lo contrario.

Quizá desestructurar el mecanismo de mercantilización al que ha sido llevada la vida social


de la especie humana es una utopía. Con todo, como dice el poeta, tal utopía nos permite
movernos en su procura; esa es la gran tarea.

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José Manuel Salas Calvo

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PUNTO GÉNERO / 91
Revista Punto Género Nº 6. Mayo de 2016
ISSN 0719-0417 / 93 - 112

Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoíris


en El Salvador

Travestis, marimachas and maricones: The way of the rainbow in


El Salvador
Amaral Palevi Gómez1

Resumen

Este artículo tiene el objetivo de establecer un marco histórico de la organización social de lesbianas, gays,
bisexuales, transexuales y transgéneros (LGBT) en San Salvador, El Salvador. Asimismo, procura contribuir
al resguardo de la memoria histórica de las minorías sexuales en El Salvador. La metodología utilizada
fue la exploratoria, para recuperar la información del movimiento social y organizaciones LGBT (desde
el surgimiento de las dictaduras militares en 1932 hasta el 2015). Las técnicas de investigación fueron
las entrevistas a activistas LGBT y una búsqueda arqueológica documental. Los resultados apuntan a la
organización social de las identidades LGBT en San Salvador y conquistas políticas restringidas.

Palabras claves: El Salvador - LGBT. Minorías sexuales - organización social - memoria histórica.

Abstract

This paper aims to establish a historical context of the social organization of lesbians, gays, bisexuals,
transsexuals and transgender (LGBT) in San Salvador, El Salvador. It also seeks to contribute to safeguard
the historical memory of sexual minorities in El Salvador.The methodology was exploratory to retrieve
information about social movement and LGBT organizations (since the emergence of military dictatorships
in 1932 through 2015). Research techniques included interviews with LGBT activists and documentation
examination. The results point out to the social organization of the LGBT identities in San Salvador and
their limited political gains.

Key words: El Salvador. LGBT - sexual minorities - social organization - historical memory.

Fecha de recepción: Junio 2015


Fecha de aprobación: Septiembre 2015

1 Doctor en Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo. Sus líneas de investigación son Estudios de
Paz, Violencia y Estudios LGBT. Cuenta con experiencia en la gestión de proyectos para el desarrollo comunitario
y docencia. E-mail: amaral.palevi@gmail.com

PUNTO GÉNERO / 93
Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoiris en El Salvador

INTRODUCCIÓN

Las jerarquías de género en El Salvador se puede afirmar que se estructuran desde una mirada
masculina, mestiza y urbana (Lara-Martínez, 2012: 136), que tiende a promover y reproducir la
diferencia y esencialismos sexuales (Martín-Baró, 1992; Vásquez, Ibañez y Murguialday, 1996,
Lara, 2013) entre hombres y mujeres, en los que se conforma el modelo de hombre blanco,
profesional, cristocéntrico, casado con una mujer como lo ideal. Así colateralmente, considero
que el heterosexismo organiza y jerarquiza las identidades de género. Las manifestaciones
de identidades de género masculinas diferentes al modelo anterior son menospreciadas e
invisibles para los discursos oficiales acerca de familia, matrimonio, educación, trabajo entre
los más importantes. Lo antes expuesto propicia discriminación, violencia y muertes para
las minorías sexuales. En este ambiente hostil, pese a los avances políticos y legislativos en
algunos países de América Latina, sobre todo en países del Cono Sur (International Lesbian,
Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association, 2015; Barrientos, 2015), existe un movimiento
social de lesbianas, gays, bisexuales e identidades trans (LGBT) que reivindica derechos al
Estado y deberes a la sociedad en general.

La indagación de temas ligados a la sexualidad en El Salvador es un desafío que pocos


autores se han atrevido a realizar, debido principalmente a la connotación de tabú que se le
ha asignado a este tema por parte del pensamiento conservador imperante en el país. Dicho
pensamiento ha tratado de ocultar el cuerpo, el género y la sexualidad de los discursos públicos,
académicos y oficiales (Lara-Martínez, 2012), dando como resultado una escasa producción
académica en el área de historia en general y en específico respecto de estas temáticas.

Este artículo tiene el objetivo de establecer un marco histórico de la organización social


de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y transgéneros (LGBT) en San Salvador, El Salvador;
visibilizando la existencia de sexualidades disidentes y el tratamiento que el orden sexo-
género binario dominante les proporcionó entre 1932 y 2015. A la vez, busca contribuir al
resguardo de la memoria histórica de las minorías sexuales en El Salvador.

La metodología utilizada fue la exploratoria, determinada por la no existencia de otros


trabajos académicos que aborden la temática en cuestión, y tomando en cuenta que inves-
tigar concerniente a la historia en El Salvador es recurrir a “fuentes inéditas” (Prudhomme,
2010: 92), y más aún cuando se investiga en relación con el cuerpo, género y sexualidad, y
en específico por sexualidades disidentes. Por tales motivos se recurre a producciones lite-
rarias salvadoreñas como fuente de información del “trabajo arqueológico” (Foucault, 1972)
emprendido. También se procuró información en publicaciones nacionales e internacionales
que contienen información del objeto de estudio o categorías para su análisis.

De igual forma se realizaron varias entrevistas a activistas LGBT organizados y responsa-


bles institucionales: Joaquín Cáceres (Asociación Salvadoreña de Derechos Humanos “Entre
Amigos”), Karla Avelar (Asociación Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans con VIH y
Sida en El Salvador –Concavis-Trans–), Vi Rivera (Hombres Trans El Salvador –HT503–), Douglas
Salazar† (Diversidad UES), Cruz Torres (Dirección de Diversidad Sexual, Secretaria de Inclusión
Social). A todos ellos y ellas les agradezco el tiempo y la valiosa información proporcionada
acerca de sus experiencias de vida, acciones institucionales y proyecciones organizacionales,
que al mismo tiempo constituyen el camino del arcoíris del movimiento social LGBT.

El presente artículo se encuentra dividido en seis apartados. El primero de ellos hace


referencia a lo LGBT antes de 1970, en donde se recurre a fuentes literarias para recolectar

94 / PUNTO GÉNERO
Amaral Palevi Gómez

información. El segundo apartado versa respecto de las acciones de represión política en


la década de 1970 y el surgimiento de la primera discoteca gay denominada Oráculos en
San Salvador. En el tercer apartado nos adentramos a las acciones de la Guerra Interna de la
década de 1980, recurriendo nuevamente a fuentes literarias para recuperar referencias de
la existencia de personas LGBT en los frentes de guerra del Ejército o del Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional (FMLN). En el cuarto apartado, en el periodo de la posgue-
rra, surge lo que podemos denominar como movimiento LGBT salvadoreño por medio de la
organización de dos grupos gay, uno lésbico y uno trans en paralelo. En el quinto apartado se
narra el proceso de diversificación del movimiento y la constitución de varias organizaciones
LGBT. En el sexto apartado se habla de una internacionalización del movimiento y algunas
conquistas políticas restringidas.

1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LO LGBT ANTES DE 1970

La historia contemporánea de El Salvador está marcada por la violencia en sus más diver-
sas formas. Para tener un referente, en 1932 se realizó la masacre de los pueblos indígenas
de la zona occidental de El Salvador, conocidos como Los Izalcos, con un saldo histórico de
30.000 muertos, con la subsecuente fragmentación cultural y social de este pueblo originario
(Audiovisuales UCA, 2007). Con esta masacre se inauguran las dictaduras militares en el país
por más de 50 años.

Antes de la realización de este genocidio el alemán Leonhard Schultze-Jena en 1930, en


tres meses de intenso trabajo, transcribió más de 50 relatos de mitos en lengua náhuat-pipil.
Lara-Martínez (2012), quien tradujo e interpretó dichos textos, nos presenta una traducción
de un relato recuperado por Schultze-Jena que habla de la sexualidad, y en específico el acto
sexual entre dos hombres en la cultura Náhuat-Pipil2. El relato se llama La boda del vagabun-
do (Lara-Martínez, 2012: 84-86). En este relato se presenta un acto de penetración sexual de
un hombre mayor por parte de otro más joven que le ganó una apuesta para casarse con
su hija y poseerlo antes de la boda con ella. El acto sexual descrito en ningún momento se
puede catalogar como homosexual.

Siguiendo el argumento de Bourdieu (1999) acerca de la libido dominandi, como la mayor


expresión de la dominación masculina, considero que la orientación sexual no hace la menor
diferencia, ya que la penetración sexual realizada queda enmarcada en un contexto de ejercicio
de poder y no en un ámbito de procura de placer sexual entre dos hombres. Afirmando así
que los indígenas Pipiles, al igual que los griegos, no distinguieron entre la homosexualidad
y la heterosexualidad (Lara-Martínez, 2012), ya que estos son conceptos acuñados en el siglo
XIX. Los Pipiles solamente reconocían a la persona que ejercía el rol receptivo o pasivo desig-
nado como cuilonpole/cuilontepole/cuiloni y el tecuilonti como el que ejerce el rol activo,
con una clara connotación de jerarquía social de dominador-dominado (Lara-Martínez, 2012).

Con la implementación de las dictaduras militares, los diversos ámbitos de la vida salvado-
reña son impregnados por el ejercicio de la violencia homicida. La cultura de dominación se
caracterizó por ser machista, mestizo-criolla, blanca, hispanohablante, católica conservadora y
heterosexista-normativa. Como punto de quiebre de esa cultura de la dominación, la izquierda

2 Los Pipiles están relacionados a la cultura Tolteca clásica y fueron el grupo cultural de mayor relevancia a la llegada
de los españoles en el actual territorio de El Salvador. Son parte de la macrolengua Yuto-Nahua (Lara-Martínez,
2014).

PUNTO GÉNERO / 95
Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoiris en El Salvador

política de El Salvador, por medio de la “humillación del otro por su afeminamiento” (Lara-
Martínez, 2012: 12) utilizan el travestismo como un medio para denunciar las arbitrariedades
de los militares y la oligarquía. Su máxima expresión se encuentra en los célebres desfiles bufos
de los estudiantes de la Universidad de El Salvador. No obstante, dichas representaciones de
género en vez de colocar en la discusión las temáticas de identidad de género y orientación
sexual, fueron dispositivos de control y protección que hablan “[…] más sobre las fantasías
que genera una cultura heterosexual temerosa para protegerse de sus propias posibilidades
homosexuales […]” (Butler, 2007: 186) y al mismo tiempo cumplen la función de,

[…] suministrar un alivio ritual a la economía heterosexual que debe vigilar constantemente
sus propias fronteras contra la invasión de lo “anómalo”, y que esta producción y resolución
desplazada del pánico homosexual realmente fortalece el régimen heterosexual en su tarea
de autoperpetuarse (Butler, 2005: 185).

Las personas LGBT que existieron en este período se posicionaron con la izquierda po-
lítica o con las dictaduras militares, no obstante sus prácticas sexuales se mantenían en la
marginalidad social. Respecto de este punto, al hablar de marginalidad social se refiere a los
espacios de expresión de su sexualidad confinados a lugares que transitan desde lo marginal a
lo excluido. Muestra de estos espacios es el mítico salón-bar La Praviana en el centro histórico
de San Salvador. Este era reconocido como punto de encuentro de travestis, siendo esta la
forma común y denigrante para designar a los hombres que se presentaban con una expresión
de género afeminada. Muchos de ellos eran pobres que ejercían la prostitución. Todo ello a
pesar de los riesgos y las dificultades de discriminación que se pudieran ejercer sobre ellos.

Otro rasgo característico era la poca presencia de personas jóvenes, los que estaban
más ocultos y debido al contexto social de represión, por ello las fiestas privadas en casas
particulares eran los espacios de socialización que estos tenían. En dichas fiestas se podía
acordar entre los participantes encuentros clandestinos sexuales o la formalización de algún
tipo de relación sentimental. Respecto de las mujeres lesbianas no existe ninguna referencia
a espacios de socialización conocidos hasta el momento.

En este contexto de polarización social entre los proyectos políticos antagónicos de la


derecha militar y la izquierda revolucionaria, el movimiento LGBT no tenía ninguna posibilidad
de existencia y visibilidad en la escena política y social. Por el lado militar se observa la lucha
contra el comunismo y por la parte de la izquierda se observa la supervivencia e intento de
modificar el Estado. Dichas acciones monopolizaban los discursos. Así, la lucha por el poder
político se convierte en un metarrelato hegemónico en todos los estratos de la vida nacional.
La sexualidad en su más amplio sentido y la homosexualidad en un sentido específico fueron
remitidas al silencio político, que colaboró en la perpetuación del heterosexismo.

2. LA REPRESIÓN POLÍTICA Y ORÁCULOS

En la década de 1970, en el contexto de la mal llamada Guerra Fría entre los bloques
capitalista y soviético, El Salvador vive una época de represión política por medio de la
implementación de las doctrinas de seguridad interna. Dicha doctrina consideraba a los
movimientos sociales organizados de campesinos, estudiantes, sindicatos laborales y los
profesores –teniendo a hombres como protagonistas principales–, como el enemigo interno.
Estos movimientos sociales inspirados por la victoria de la revolución cubana iniciaron un
proceso de organización nunca más visto en la historia reciente del país (Martínez, 2004).

96 / PUNTO GÉNERO
Amaral Palevi Gómez

Las doctrinas de seguridad interna y la organización de los movimientos sociales como


era de esperar se confrontan y este choque da como resultado muertes y las desapariciones
políticas, estas se convierten en el día a día de la población. Este tipo de acciones intentó
erróneamente evitar el aumento de la resistencia política y de las organizaciones de izquier-
da. No obstante, resultó todo lo contrario, ya que estas se fortalecieron a nivel de simpatía
popular y a nivel interno se desarrollaron estrategias para evadir a los cuerpos de seguridad
y a los escuadrones de la muerte3.

Si es bien cierto que aún no se inicia el movimiento LGBT en esta década, se da un salto
cualitativo respecto de los periodos anteriores, ya que se crea un espacio de encuentro gay y
travesti por medio de la inauguración de la discoteca Oráculos en San Salvador (Gayelsalvador,
2008). Dicha discoteca surge en 1976, con la clara motivación de crear un lugar de encuentro
diferente a los existentes en el centro de San Salvador o en casas particulares. Estuvo ubicada
en una central avenida capitalina, facilitando el acceso a personas profesionales que deseaban
evitar, probablemente, los riesgos sociales de visitar los puntos de encuentro marginales
del centro de San Salvador. En cuanto a las casas particulares muy probablemente ya no
proporcionaban lo necesario para realizar actividades de grupos grandes, o por la dificultad
de movilización fuera de San Salvador por los retenes militares y los riesgos de supervivencia
que existían en esa época.

El surgimiento de la discoteca Oráculos en San Salvador coincide con el fenómeno


social de proliferación de grupos sociales antes del estallido de la guerra. Para el caso de la
discoteca Oráculos y el sentimiento de pertenencia que esta representaba para su dueño y
comensales de este periodo, está muy alejado de los planteamientos de “intereses de clases”
que Martín-Baró (2008: 211) menciona como una característica de este periodo histórico
en El Salvador. La discoteca más bien era un espacio que brindaba la libertad de expresar
la orientación sexual e identidad de género de sus clientes con cierta libertad. Este espacio
permite soportar el ambiente hostil de la represión política previo al inicio de la guerra interna
salvadoreña que toda la población sufría y a la vez permitía la liberación del peso asfixiante
de las normas heterosexistas de la cultura salvadoreña. Oráculos para muchos de sus clientes
fue el espacio donde descubrieron su identidad y un sentido de vida inmediato frente a la
posibilidad de muerte constante que reinaba en el país.

3. ¿UNA GUERRA INTERNA ÚNICAMENTE DE HETEROSEXUALES?

Al inicio de la década de 1980 las condiciones sociales y políticas en El Salvador promueven


el episodio más oscuro de su historia contemporánea reciente: la Guerra Interna4. Esta guerra
se inició en 1981 y concluyó en 1992, generando un saldo de 75.000 muertes de personas
no relacionadas a los bandos en contienda, así como un millón de personas refugiadas,
exiliadas o migrantes y 500.000 desplazados internos (Sue-Montgomery y Wade, 2006: 129;

3 Los escuadrones de la muerte eran grupos organizados clandestinos de los cuerpos de seguridad del Estado
que se dedicaban a realizar acciones paralelas o encubiertas del Estado contra la población organizada y civil. La
estrategia de los escuadrones de la muerte para disuadir a la población en el involucramiento de las organizaciones
sociales era la realización de procesos selectivos de eliminación de personas y la exposición de sus cadáveres
con muestras de tortura en vías públicas de constante tráfico como la carretera panamericana que atraviesa el
país de occidente a oriente o en espacios naturales como la zona de lava volcánica petrificada del volcán de San
Salvador conocida como El Playón.
4 Hago uso del concepto Guerra Interna para no utilizar el apelativo de “guerra civil”, en el entendido de que ninguna
guerra conlleva a un proceso de civilización o humanización; sino todo lo contrario, es de deshumanización.

PUNTO GÉNERO / 97
Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoiris en El Salvador

Vásquez, Ibañez y Murguialday, 1996: 91; Navas, 2011: 55). Los 11 años de guerra generaron
un desgaste en todos los niveles de la vida cotidiana en El Salvador.

En el contexto machista y heterosexista-normativa, la guerra fue un escenario más para


mostrar quién es un hombre de verdad. Se desconoce la existencia de personas LGBT al
interior de la guerra interna de forma explícita.

Para encontrar algunas pistas acerca de la participación de personas LGBT en la guerra,


recurro a la literatura de denuncia testimonial5, esta se produjo entre 1960 y fines de la
década de 1980, de las que existen algunas referencias puntuales, expresas e implícitas a lo
LGBT. Por ejemplo, encontramos una clara referencia de esta situación en la obra Un día en
la vida (Argueta, 2005), en donde los efectivos del ejército de la Fuerza Armada representan
una exacerbada masculinidad hegemónica (Connell, 2003), la que podía disponer de los
cuerpos y la vida de cualquiera que contrariara su autoridad. Así,

Un día se atrevieron a lo peor. Algo que nos hizo morir: el padre Luna fue encontrado medio
muerto en el camino hacia Kilómetro. Le habían dejado la cara desfigurada, con heridas por
todas partes. Alguien iba pasando por el lugar y vio el hombre desnudo que se lamentaba debajo
de un barranco. Le habían metido un palo en el ano y todavía lo tenía allí (Argueta, 2005: 38).

Pasando de la literatura a los hechos que le dieron vida, se tiene conocimiento que 76% de
prisioneros políticos hombres sobrevivientes a los cuerpos de represión reportaron al menos
una forma de tortura sexual en el periodo de la guerra (Stemple, 2009), y según el Informe
de la Comisión de la Verdad (Organización de las Naciones Unidas, 1993), la violencia sexual
antecedía a la muerte de los prisioneros. La liturgia de la violencia debía realizar un acto
sexual-poder antes de la eliminación de una persona, ya que “sin la sumisión de los cuerpos
por la sexualidad, la soberanía política quedaría truncada” (Lara-Martínez, 2012: 232). O tal
vez, las violaciones masculinas ejercidas por parte de miembros del ejército son un posible
desahogo de una identidad sexual proscrita sin el riesgo de ser degradado al campo de lo
abyecto para quien ejercía el acto sexual de penetración.

Por su parte, en Las mil y una historias de Radio Venceremos (López Vigil, 2006) encon-
tramos nuevamente el carácter travesti del enemigo utilizado por la izquierda política. En
este caso, el travestir a alguno de los militares, representantes políticos o personajes de la
burguesía era utilizado como táctica militar.

Al entonces jefe del ejército, el general Vides Casanova, le pegamos lo de Tuti Fruti 6. Este
General es uno de los mejores estrategas de las filas del enemigo. Es uno de los escasísimos
militares que ha entendido la dinámica de la guerra moderna, su componente político. Pero
lo de Tuti Fruti le descontrolaba la vida. Luego fue peor, desde que apareció Lotario, un Negrón
que lo mataba de celos y que se lo peleaban entre Tuti Fruti y otro oficial. Fíjate qué intere-
sante, Vides Casanova no es maricón. El sí es un tipo todo educado, elegante, de ojos verdes,
y para colmo se puso Esmeralda como pseudónimo. O sea, que tenía todo los ingredientes

5 Género literario que emerge para narrar la realidad latinoamericana al interior de las dictaduras militares y de
la represión política y social que se manifestó en diferentes formas de violencias. En ella se unen la literatura y
la historia con una perspectiva política que rescata la voz de los marginados para evitar su olvido, narrando su
propia historia y como tal accediendo a la memoria. La literatura de testimonio se constituye en un contrapeso
al monólogo discurso oficial de la historia (André, 2002).
6 Ensalada preparada con diferentes frutas.

98 / PUNTO GÉNERO
Amaral Palevi Gómez

para tildarlo de culero. Y así lo sacábamos una y otra vez en la Guacamaya subversiva7,
como culero. Y de tanto machacar, hasta los mismos soldaditos se lo acabaron creyendo
y miraban con desconfianza a su superior [Cursivas del original] (López Vigil, 2006: 429).

Es factible en este punto resaltar las palabras “Vides Casanova no es maricón”, palabras
que aluden al nivel de educación, elegancia y el aspecto físico intentando resaltar que no
era un hombre afeminado pobre que frecuentaba la zona de la Praviana. Dicha frase nos deja
entrever que aquella persona sin nivel educativo, que no tiene elegancia (la que muchas
veces es relacionada con las prendas de vestir), y cuya apariencia física se aleja del estereotipo
de hombre caucásico podría ser designada como culero, loca, maricón, pipián o una de las
100 formas más que existen en el léxico salvadoreño para referirse desdeñosamente a los
“individuos «varones»” que se presumen son homosexuales (Romero, 2009: 72-75).

No obstante, en el período de la guerra, en las Mil y una historias de Radio Venceremos


se encuentra una de las primeras referencias explícitas a la vivencia de lo LGBT.

También se respecta la homosexualidad. Mirá a Nando el sastre, que le ha hecho los uniformes
a media BRAZ 8. Nando pedía permiso como todos y se iba a gatear con su amigo. Y nadie le
reprochaba que fuera maricón (El único problemita con Nando es cuando te quiere medir el
tiro del pantalón con la muy mano… ¡un momento!), Aquí estaba uno que se quiso llamar
Lucha Villa. Venían los cuilios y él se daba riata 9 como todos. Había lesbianas. ¿Quién no
supo de los amores turbulentos entre Trini y no me acuerdo la otra? ¿Y qué? Lo del pluralismo
vale también para los corazones (López Vigil, 2006: 488).

Este testimonio da cuenta de la existencia de personas homosexuales, lesbianas y hasta


trans en las líneas de los frentes armados del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
(FMLN). Ahora bien, la palabra maricón que en forma general tiene un uso peyorativo, se
utiliza previo al comentario explicativo de una posible transgresión en lo sexual a un hombre
que se presume es heterosexual y con dicha acción lo degradaría al campo de la abyección.
El uso del adjetivo cuilios, derivación del culioni anteriormente descrito, es una calificación
para degradar al campo de lo afeminado/travestido a los efectivos de la fuerza armada por
parte de los guerrilleros, y como un medio para reafirmar su masculinidad.

“Lo de pluralismo vale también para los corazones”, aunque esta frase de forma general
da una sensación de inclusión, estamos muy alejados de la realidad. En las líneas del FMLN
existía una homofobia explícita. Al fundamentar su accionar político dentro de las corrientes
ideológicas del marxismo, leninismo, guevarismo y comunismo (Sue-Montgomery y Wade,
2006: 61) el FMLN, siguiendo la línea argumentativa de Wittig (2010: 40), asume de manera
implícita y naturalizada que todos aquellos fenómenos que salieran del marco doctrinario de
la Lucha de Clases, en este caso la homosexualidad, son considerados como problemáticas
burguesas que tendrían fin con el triunfo de la revolución y la dictadura del proletariado.
“Sin embargo, y coherentes en el principio fundamental de la entrega a la lucha revolucio-
naria, si el homosexual guerrillero demostraba valor y compromiso suficiente y reprimía
sus comportamientos en público, podía encontrar cabida en el FMLN” (Vásquez, Ibáñez y
Murguialday, 1996: 187).

7 Nombre de uno de los programas de radio producidos por Radio Venceremos.


8 Brigada Rafael Arce Zablah.
9 Expresión para luchar, golpear o pelear.

PUNTO GÉNERO / 99
Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoiris en El Salvador

Lo anterior acontecía en las áreas rurales de El Salvador, pero al interior de la capital exis-
tía otra dinámica, vinculada a los ingresos económicos, que a nivel individual cada persona
LGBT poseía. En este caso las travestis están confinadas a sitios marginales y excluidos para
poder expresar su identidad de género, recurriendo al ejercicio de la prostitución de calle
como medio de sobrevivencia.

En el contexto de violación a los Derechos Humanos continuos en la guerra, esta pobla-


ción excluida no escapó de los cuerpos represivos. En este sentido se tiene como ejemplo el
accionar de los miembros del ejército, que llegaban a la zona de La Praviana, y bajo presión
y amenazas ejercían violaciones sexuales a las travestis, y además les exigían exorbitantes
sumas de dinero para la época a cada una de ellas (aproximadamente 50 dólares). Las tra-
vestis que no aceptaban pagar esa cantidad eran sometidas a otros tipos de violencias y
agresión, por ejemplo, les cortaban el cabello largo y a otras las llevaban a la base militar, en
donde eran sometidas a un proceso de violación colectiva por parte de los soldados. No en
pocas ocasiones, varias de estas travestis desaparecieron y otras eran localizadas muertas
en la zona conocida como El Playón. En este continuo de agresiones, en 1984 se conoce de
un caso paradigmático de la muerte de un grupo de 12 travestis en la segunda Ave. Norte,
estas fueron brutalmente violadas y asesinadas. Existió una denuncia ante la Comisión de
Derechos Humanos, pero esta fue archivada.

Por su parte, otros hombres que ejercitaban el travestismo que poseían un mejor nivel
económico tienen en Oráculos una plataforma para manifestar su identidad de género sin
los riesgos que conlleva el estar en la calle. De igual forma, los shows de travestis fueron la
táctica para atraer clientes a la discoteca, la que pese a la situación de los primeros años de la
guerra, mantuvo un lapso de cierta bonanza económica (Gayelsalvador, 2008). La utilización
del travestismo en la discoteca sirvió para crear una cápsula de libertad, de identidad y paz
ficticia para sus clientes en cada noche que la discoteca estaba abierta.

En la época de la guerra interna existieron menos espacios para discutir las manifestaciones
disidentes de la sexualidad binaria que en la época anterior. En el ejército era imposible realizar
esta discusión, por ello se realizaba un ejercicio de poder por medio de las violaciones sexuales
que incluían a hombres y travestis. Por su parte, en la filas del FMLN lo LGBT no entraba en
las discusiones políticas, muy por el contrario, si una persona lesbiana u homosexual daba
muestras públicas de estas tendencias era considerado algo anormal, imposibilitándoles en
ocasiones el ascenso a cargos de dirección (Vásquez, Ibáñez y Murguialday, 1994: 267, 271).
Además, las personas trans se exponían a mayores o menores riesgos dadas sus condiciones
económicas. El principal objetivo de la población salvadoreña en el periodo de la guerra
era sobrevivir. Por tal motivo, fue improbable que el movimiento LGBT en El Salvador haya
surgido en esa época.

4. ACUERDOS DE PAZ, POSTGUERRA Y LO LGBT

En 1992 se firman los Acuerdos de Paz. En ese año y hasta 1994 existía en el país una
sensación de que la paz era una realidad, aunque en un sentido de paz negativa (Galtung,
1998). Dicha noción de paz negativa hace referencia, por un lado, a la ausencia del conflicto
armado –que llegó a su fin por medio de una negociación política– y, por otro, a la vigencia
de condiciones estructurales que promovieron la guerra interna. La supraestructura econó-
mica y cultural-machista no fue transformada, sino que solamente fue matizada con tintes
de apertura política y una reconciliación nacional que solo queda en acuerdos políticos para

100 / PUNTO GÉNERO


Amaral Palevi Gómez

la transferencia de tierras, becas de estudio para los desmovilizados de ambos bandos, la no


participación política de los militares y la participación política libre del FMLN (Organización
de las Naciones, 1992).

Se puede afirmar que la organización social de las personas LGBT es un fruto de la


postguerra. Un primer colectivo de gays y travestis comenzó a reunirse para la realización
de un proyecto de atención y prevención del VIH en la comunidad gay, impulsado por la
Fundación Nacional para la Prevención, Educación y Acompañamiento a la Persona VIH/SIDA
(Fundasida) en 1992. El inicio de este grupo estuvo bajo la conducción de Wilfredo Valencia,
centrándose en la capacitación de métodos de prevención del VIH. El 23 de marzo de 1994
William Hernández y Joaquín Cáceres toman la dirección del grupo (conocidos como Grupo
Entre Amigos), otorgándole un carácter más organizativo con el objetivo de promover y
defender los Derechos Humanos de la comunidad LGBT. Hasta 1997 las acciones del Grupo
están amparadas por Fundasida. En 1998 se abren las oficinas independientes del Grupo, el
que comienza a ser reconocido socialmente como Asociación Entre Amigos10.

Paralelo a este proceso de organización de travestis y hombres gays, existió un proceso


organizativo de las mujeres lesbianas. Luego de finalizada la guerra, las mujeres organizadas
al interior del FMLN procuran nuevos espacios políticos para canalizar sus demandas, ya sea
al interior del ahora partido político o fuera de este (Navas, 2011: 65-66). En este semillero de
nueva rutas, según Ready (2007), existió un grupo de lesbianas salvadoreñas y extranjeras que
se reúnen, primero para divertirse y luego para reflexionar acerca de la irrupción de la mujer
lesbiana como una identidad política al interior de El Salvador. El nombre con el que fueron
conocidas fue La Colectiva lésbica-feminista salvadoreña de la Media Luna y tienen una vida
institucional entre 1992 y 1997. Su disolución estuvo marcada por las discrepancias con el
movimiento de mujeres y el feminista, estas eran excluidas por el pánico cultural-político del
propio movimiento de mujeres y feministas a ser identificadas como lesbianas. Asimismo,
la salida del país de las mujeres extranjeras que convocaban en mayor medida las acciones
de la colectiva y los vínculos afectivo-políticos que en determinados momentos generaron
disputas y rupturas profundas que no permitieron la continuidad de la vida institucional de
la colectiva.

Simultáneamente a estos movimientos lésbico y gay organizativos visibles, existió otro


denominado Mano Amiga integrado por profesionales gays, grupo cerrado que mantenía
en el anonimato a sus miembros. Este grupo, por lo que se conoce, tuvo una vida asociativa
de dos años.

En junio de 1997 se realizó la primera Marcha del Orgullo Gay. Por medio de invitaciones
fotocopiadas y pegadas en los postes del tendido eléctrico y telefónico del centro histórico
de San Salvador se realizaba un llamado a participar en la Gran Marcha del Orgullo Gay. La
Marcha tuvo un carácter de protesta en recuerdo de la masacre de las 12 travestis por parte
del ejército en 1984 y tiene una participación de 250 personas, aproximadamente, sorpren-
diendo a los propios organizadores que esperaban una participación de 20 a 50 personas.
Su recorrido fue desde el parque Cuscatlán hasta la Plaza Francisco Morazán en el centro
Histórico de San Salvador. Contó con un apoyo económico puntual de la organización Mano
Amiga para suplir algunos de los gastos de su realización. Desde esa fecha hasta la actualidad

10 Para más información www.entreamigoslgbt.org

PUNTO GÉNERO / 101


Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoiris en El Salvador

año tras año se realiza este evento. La Marcha por la Diversidad Sexual, nombre con que se
le conoce actualmente, logró reunir a 6.000 personas en el 2015, según sus organizadores,
con representaciones de colectivos y organizaciones LGBT de todo el país.

La Asociación Entre Amigos también desempeñó la función de semillero para la crea-


ción de otras organizaciones LGBT. Las nuevas organizaciones LGBT que fueron surgiendo a
finales de 1990, la mayoría de sus fundadores pasaron por procesos educativos y formativos
de prevención del VIH, Diversidad Sexual y Derechos Humanos que Entre Amigos brindó.

Al interior de Entre Amigos entre 1999 y 2004 existió un considerable componente de


mujeres lesbianas, siendo liderado por una de las integrantes de la colectiva Media Luna, pero
por situaciones de diferencias y metodologías se desarticuló (Matus, 2011). Muchas de sus in-
tegrantes fueron hacia el movimiento feminista. Las fronteras de las organizaciones de mujeres
lesbianas son muy permeables, por tal situación estas pueden transitar entre el movimiento
lésbico, el feminista y el de mujeres, lo que trae como dificultad su poca visibilidad política, ya
que muchas colectivas han surgido, pero de igual forma desaparecieron en esta época.

5. UN NUEVO MILENIO, LAS MISMAS DIFICULTADES

El nuevo milenio para la población LGBT se inicia con la fase de expansión de la epidemia
del VIH en la población gay y trans, lo que demandó un esfuerzo conjunto con las personas
viviendo con VIH para demandar al Estado protección y acceso a los medicamentos. Estas
demandas consiguen la distribución gratuita de los antirretrovirales por parte del sistema
público de salud por medio de la Ley de Prevención y Control de la Infección provocada por
el Virus de Inmunodeficiencia Humana en el 2001.

En el 2000 surge un colectivo denominado Fraternidad Gay sin Fronteras para trabajar
con hombres jóvenes en procesos educativos que utilizan el arte y la cultura para sensibilizar
y prevenir el VIH-SIDA.

A inicio del 2001 José Francisco García, en calidad de socio fundador de la Asociación
para la Libertad Sexual El Nombre de la Rosa, presenta una impugnación por lesividad a sus
derechos constitucionales de igualdad y libre asociación, ante la Corte Suprema de Justicia
(CJS), originada por la negativa de concesión de la personería jurídica por parte del Director
General del Registro de Asociaciones y Fundaciones Sin Fines de Lucro del Ministerio de
Gobernación. Este manifestaba que dicha Asociación,

[…] violentaban normas de derecho natural, los fines que persigue la familia, la constitución
del matrimonio, las buenas costumbres, la moral y el orden público; como también porque
lo pretendido por la entidad en formación iba en contra de los principios establecidos en
el art. 3 inc. 2° de la Ley de Asociaciones y Fundaciones Sin Fines de Lucro (LAFSFL), el cual
establece que los fines de las asociaciones y/o fundaciones no deben contrariar “el orden
público, la moral, la ley y las buenas costumbres” (Corte Suprema de Justicia, 2009: 1).

En el 2003 las fracciones legislativas conservadoras de derecha y fundamentalista evangé-


licas aprueban una solicitud de reforma de la Constitución Política presentada por el Partido
Demócrata Cristiano, la que plantea lo siguiente:

Art. 32: […] Serán hábiles para contraer matrimonio entre ellos el hombre y la mujer, así
nacidos […] Los matrimonios entre personas del mismo sexo celebrado o reconocidos bajo

102 / PUNTO GÉNERO


Amaral Palevi Gómez

las leyes de otros países, y otras uniones que no cumplan con las condiciones establecidas
por el orden jurídico salvadoreño no surtirán efecto en El Salvador.

Art. 33: […] Regulará asimismo las relaciones resultantes de la unión estable de un hombre
y una mujer, así nacidos y que no tengan impedimento para contraer matrimonio.

Art. 34: […] Se prohíbe la adopción por parejas del mismo sexo (Ayala, 2009: 7-8).

Esta reforma intenta cerrar la posibilidad de que personas del mismo sexo puedan ejercer
el derecho de la unión civil y la adopción. Para que esta reforma sea efectiva, son necesarias
dos votaciones en periodo legislativos diferentes. En el 2003 se logra la primera votación.
En el 2006 esta reforma constitucional no alcanza los votos necesarios para su ratificación,
por lo que es archivada.

A lo largo de esta década la Asociación Entre Amigos sufre ataques, espionaje telefónico
y saqueos de materiales documentales en las oficinas. En 1999 William Hernández recibió
amenazas de muerte, por ser la primera figura pública que asumía su condición de bisexual
y representante del movimiento gay en El Salvador. Por medio de una campaña de presión
política acompañada por Amnistía Internacional William obtuvo protección policial desde
1999 hasta el 2007 (Asociación “Entre Amigos”, 2010).

El Concejo Municipal de San Salvador (2006) se proclama por los derechos humanos de
las diversas identidades sexuales de la ciudad de San Salvador. En esta declaración se hace
un llamado por el derecho de ciudadanía, el aporte de las personas LGBT en diferentes ám-
bitos de la capital, la no discriminación por cualquier tipo de marcador social diferenciador
incluyendo la condición sexual o identidad de género de los habitantes de la ciudad.

En el 2007 la Asociación Entre Amigos presenta una petición ante la Asamblea Legislativa
para declarar el 17 de mayo como Día Nacional contra la Homofobia. El pensamiento con-
servador tergiversa esa propuesta y mediáticamente se expone que esa propuesta estaba
promoviendo la homosexualidad. Con esta base mediática el Partido Demócrata Cristiano
retoma nuevamente el tema de las reformas constitucionales. Acontece un momento crítico
con las campañas realizadas por la Iglesia católica y los grupos conservadores, que propi-
ciaron el aumento de los crímenes de odio homofóbico. Estos crímenes, con una violencia
cuasibarbárica dirigidos a la población LGBT, marcan su punto más elevado en junio de 2009,
donde se reportan alrededor de 10 casos registrados en ese mes y 27 en el año (Asociación
“Entre Amigos”, 2010: 11). El caso paradigmático es la muerte de Tania, adolescente trans que
fuera secuestrada de su lugar de trabajo, torturada por siete días y su cadáver fue expuesto
en una importante vía pública (Ayala, 2009,15-16), al mejor estilo de los escuadrones de la
muerte antes y durante la guerra interna.

El movimiento lésbico, en el final de la década del 2010, estructura colectivas de vida


institucional mayor, a diferencia de la década pasada. Colectivos como Las Desclosetadas,
el Movimiento Lésbico Juvenil –Lesbos– y el Espacio de Mujeres Lesbianas –Esmules– co-
mienzan su trabajo organizativo en 2007, 2008 y 2009, respectivamente. El movimiento de
mujeres lesbianas tiene una clara distinción respecto del movimiento gay o trans. El trabajo
acerca de VIH, que ha sido el foco principal de los anteriores, no es hegemónico en el movi-
miento lésbico, por lo que sus estrategias de incidencia política y liberación del cuerpo de
las mujeres presentan una diversificación de caminos. Por ejemplo, el arte, la comunicación

PUNTO GÉNERO / 103


Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoiris en El Salvador

o la investigación se muestran como ejes institucionales para presentar sus demandas y


reivindicaciones a la sociedad salvadoreña.

Las mujeres trans inician un trabajo organizativo más visible en esta década también, exis-
tiendo una separación del movimiento de hombres gays. A nivel de ejemplo retomaremos el
trabajo realizado por Karla Avelar de Concavis-Trans11, para relatar el proceso organizativo de
las mujeres trans. Esta organización nace debido a las condiciones de discriminación que las
mujeres trans padecen y en específico las mujeres trans viviendo con VIH. Su constitución se
dio por medio de la creación de un grupo de apoyo exclusivo para mujeres trans viviendo con
VIH para evitar la discriminación y culpabilización que personas integrantes de los grupos de
apoyo de personas viviendo con VIH realizaban hacia ellas. Su inicio tuvo muchas dificultades
por la desinformación existente, la falta de local y capacidades organizativas, mas contaron con
el apoyo de la Asociación Entre Amigos en este inicio. Cuando su trabajo comenzó a tomar
forma, la idea de tener un grupo de apoyo resultó ser insuficiente, ya que lo que se necesitaba
era una organización que defendiera y promoviera el cumplimiento de los Derechos Humanos
de las mujeres trans viviendo con VIH o no, en los espacios médico-hospitalarios en específico
y la sociedad en general, para minimizar la poliédrica discriminación de ser trans, ejercer la
prostitución, ser pobre, expresidiaria en algunas ocasiones y convivir con VIH en otras.

En el 2009 fue colocada nuevamente la reforma constitucional en la agenda legislativa


de los partidos políticos conservadores. Los promotores de tal reforma esperaban que su
aprobación fuera un procedimiento de trámite legislativo nuevamente como en el 2003, pero
aconteció exactamente lo contrario. Las organizaciones LGBT existentes conscientes que la
reforma constitucional no radicaba exclusivamente en la prohibición de establecer una familia
homoparental, sino que esta legalizaría la invisibilidad de los Derechos Constitucionales de
las minorías sexuales, crean la Alianza para la Diversidad Sexual, unificando a las diferentes
organizaciones LGBT, de prevención del VIH y de activistas independientes ejerciendo un
contrapeso para debatir, confrontar, exponer y proponer ante la Asamblea Legislativa y la
sociedad en general una alternativa a tal reforma. En esta oportunidad se presenta y vota una
nueva versión de tal reforma, que en nada modifica su sentido discriminatorio (Ayala, 2009).

Un hecho relevante a finales del 2009 fue la resolución de la Corte Suprema de Justicia
(CSJ) a la impugnación de la negativa de otorgamiento de personería jurídica por parte del
Ministerio de Gobernación a la Asociación para la Libertad Sexual El Nombre de la Rosa.
La CSJ declara ha lugar el amparo solicitado contra la actuación del Director General del
Registro de Asociaciones y Fundaciones Sin Fines de Lucro del Ministerio de Gobernación,
reconociendo la violación de los derechos de libre asociación e igualdad (Corte Suprema
de Justicia, 2009) que este había ejercido contra esta y otras organizaciones LGBT. Para este
momento, la Asociación El Nombre de la Rosa ya no tenía vida institucional, pero quedará
para la historia su solicitud y la resolución que benefició a las organizaciones LGBT en fun-
cionamiento en esa época hasta la actualidad.

6. CONQUISTAS POLÍTICAS E INTERNACIONALIZACIÓN

El 2010 se inicia con el cambio político ocurrido un año antes. El otrora movimiento revolu-
cionario de la década de 1980, el FMLN, ocupa la conducción del Órgano Ejecutivo, posibilitando

11 Para más información www.comcavis.org.sv

104 / PUNTO GÉNERO


Amaral Palevi Gómez

una apertura histórica a las personas LGBT para discutir temas respecto de identidad de género
y orientación sexual, y sobre todo la disponibilidad de acceso a los espacios de toma de deci-
siones de políticas públicas (Ayala, 2009). En este sentido se crea una plataforma mínima LGBT
para que el Gobierno Central que asume el cargo ejecutivo en sus 5 años de gobierno.

En el 2010, gracias a la resolución de la CSJ acerca de la obtención de personería jurídica


de asociaciones LGBT, la obtención del estatus legal se da bajo los criterios establecidos
por la ley sin discriminación por orientación sexual o identidad de género. Esto produjo,
para ejemplificar con la Asociación Entre Amigos que por más de 14 años y tres negativas
institucionales para su registro legal, después de esta resolución y el cambio político, en tres
meses concluyera el proceso de registro (Asociación “Entre Amigos”, 2010).

La Presidencia de la República adoptó el Decreto Nº 56 (2010), que establece disposicio-


nes para evitar toda forma de discriminación en la Administración Pública por razones de
identidad de género o de orientación sexual.

En mayo de 2010, con el apoyo de las organizaciones LGBT, el Estado creó la División de
Diversidad Sexual, bajo los auspicios de la Secretaría de Inclusión Social. Su trabajo básica-
mente ha consistido en la asistencia, capacitación y sensibilización en Derechos Humanos,
Género y Diversidad Sexual. Su foco han sido las áreas de educación, trabajo, salud, acceso
a la justicia, seguridad y recreación para la población LGBT. Como un proceso incipiente de
políticas públicas este trabajo no está exento de críticas. Las organizaciones LGBT esperaban
una transformación radical del ejecutivo respecto de los temas LGBT, pero la realidad ha sido
la apertura de pequeños espacios para (re)conocer los Derechos Humanos de las personas
LGBT en las instancias gubernamentales.

El 17 de mayo de 2010 las organizaciones trans convocan a la primera marcha contra la


homo y transfobia. Su punto de partida fue la Plaza Las Américas, conocida como El Salvador
del Mundo hasta el monumento a la Constitución12 evidenciándose su nivel organizativo
y su capacidad de convocatoria política. Su recorrido fue extremamente simbólico, ya que
parte desde el icono de representación de lo salvadoreño: El Salvador del Mundo (López
Bernal, 2011), hasta el monumento de la Constitución que de forma alegórica representa la
Justicia. En otras palabras, son salvadoreños/as que demandan justicia. En esta primera opor-
tunidad las organizaciones trans vistieron al monumento de la Constitución con la bandera
del arcoíris. Esta fuerza organizativa de las mujeres trans también se ha volcado a la creación
de una Ley sobre Identidad de Género, esto crea en cierto momento una división con otras
organizaciones gay que promulgan la necesidad más que una Ley de Identidad de Género,
la creación de una ley de no discriminación por orientación sexual e identidad de género.

El 17 de mayo de 2012 se conforma al interior de la Procuraduría para la Defensa de


Derechos Humanos (PDDH), la Mesa Permanente sobre Derechos Humanos de la población
LGBT (Davenport, 2012: 22). El objetivo general de la Mesa es incidir para que la población
LGBT tenga acceso al pleno goce de sus derechos humanos, además de llevar a cabo otras
acciones tales como: analizar la situación de la población LGBTI en El Salvador, establecer
e implementar los procesos de sensibilización para los funcionarios encargados de la

12 Conocida coloquialmente como la chulona, que es una expresión salvadoreña para designar a una mujer
desnuda, y a un hombre se puede referir como el chulón. Por tal motivo, las organizaciones trans colocaron
en forma de ropa la bandera del arcoíris en la referida estatua.

PUNTO GÉNERO / 105


Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoiris en El Salvador

administración de justicia hacia dicha población, establecer las bases para la elaboración de
una ley para la erradicación de cualquier forma de discriminación a la población LGBTI, entre
sus apuestas más importantes (Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, 2012).

En junio de 2012 se realiza la primera Plegaria Rosa LGBTI en el monumento de El Salvador


del Mundo como un acto para recordar a las personas LGBTI víctimas de los crímenes de odio
por orientación sexual e identidad de género. Esta gestión del duelo colectivo, utilizando
las palabras de Butler (2010), permite que una vida precaria LGBT por la discriminación y el
consecuente crimen de odio se transforme en una vida digna para ser llorada y recordada
en un duelo.

A nivel nacional e internacional, las diferentes organizaciones LGBT conforman alianzas


para promover la defensa de los Derechos Humanos de la población LGBT. Toda esta sinergia
institucional promovió la realización de estudios e investigaciones acerca de la situación
de los Derechos Humanos de poblaciones LGBT13. En este punto se debe resaltar que por
primera vez en el Informe de Desarrollo Humano El Salvador 2013 se explicita la orientación
sexual como dificultad para obtener empleo, tratamiento diferenciado para alcanzar un
bienestar de vida al interior de El Salvador y condición humana que no debe generar actos
de discriminación (PNUD, 2013: xvii,19,167).

En el 4 de mayo de 2013 es asesinada, tras múltiples amenazas de muerte por parte de


supuestos pandilleros, la activista Tania Vásquez, de Comcavis-trans. En el juego perverso que
interactúa la invisibilidad y negación de derechos, los agentes institucionales reproducen el
modelo de violencia a la población LGBT,

[…], ya que al denunciar y solicitar la investigación del caso, las autoridades judiciales
dirigieron la indagación en contra de la organización, ejecutando una orden de cateo para
la sede de Comcavis-Trans. Además de revisar las oficinas, se llevaron las computadoras y
discos duros, criminalizando las labores y señalando que la organización funcionaba como
centro de trabajo sexual de mujeres y transexuales (Comcavis-Trans, 2013: 15).

Debido a esta situación, a pesar de no contar con información, experiencia y desco-


nocimiento de los procesos para presentar una solicitud de audiencia ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, Karla Avelar realiza dicha solitud en donde requirió
audiencia para presentar la situación de violencia contra la población de mujeres trans en El
Salvador. La audiencia es aprobada para presentar su informe el 29 de octubre de 2013. Ante
esta aprobación, Karla Avelar visualiza la necesidad de involucrar a otras organizaciones trans
en este proceso, ya que no era una solicitud a título personal, sino que era una exposición
de la situación del colectivo de mujeres trans en El Salvador.

En noviembre de 2013 un conocido presentador de televisión, en su blog personal, publi-


có un escrito titulado “Una visita a la casa de Fabián y Tulio”. En él presentó una homofóbica
visión de la convivencia cotidiana entre una pareja integrada por mujeres. Dicha publicación

13 Situación de población adulta mayor LGBT en El Salvador (2015). Violaciones de Derechos Humanos de las
Personas Transgénero de El Salvador (2015). Informe de El Salvador sobre Derechos Humanos de las Personas
Trans (2014). The Global Divide on Homosexuality (2013). Sondeo de Percepción de los Derechos Humanos de la
Población LGBTI de El Salvador (2013). Diagnóstico jurídico sobre Derechos Humanos de la Población LGBTI de El
Salvador (2012). Diversidad Sexual en El Salvador (2012). La situación de los Derechos Humanos de las Personas
Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero en El Salvador (2010).

106 / PUNTO GÉNERO


Amaral Palevi Gómez

ocasionó una revolución en las redes sociales, lo que obligó en un primer momento a cerrar
dicho blog. Luego de las manifestaciones públicas de activistas LGBT en los estudios de pro-
ducción de su programa de televisión, dicho presentador solicitó disculpas por los daños
causados, reconociendo su desconocimiento referente a dicha temática y solicitando la
documentación necesaria para incrementar su conocimiento de la población LGBT y mejorar
su nivel cultural al respecto de dicho tema (Serrano, 2013).

Al interior de la Universidad de El Salvador en el 2013 surge un primer colectivo LGBT de-


nominado Diversidad UES, promovido por estudiantes de la Facultad de Medicina. Su trabajo
inicial al interior de la Alma Mater es extremadamente simbólico. Por ejemplo, en mayo de 2014
realizaron el primer conversatorio acerca de Diversidad Sexual en el auditorio de la Facultad
de Derecho, el mismo recinto que vio nacer al FMLN en octubre de 1980. En noviembre de
2014 izaron la bandera del arcoíris en la Plaza Minerva y se realizó el primer conversatorio de
Diversidad Sexual con representantes estudiantiles de otras universidades del área metropolitana.

El 11 de enero de 2014 se conforma un primer colectivo de Hombres Trans denominándose


Hombres Trans de El Salvador o conocidos como HT503. El colectivo surge por la necesidad
de visibilizar la expresión de género diferenciada al movimiento de mujeres lesbianas, y
al mismo tiempo como un paso para visibilizar esa identidad en la palestra nacional. Este
colectivo ha tenido el apoyo de Comcavis-trans para uso de su local para realizar reuniones
de formación, información y fortalecimiento institucional con vistas a la obtención de su
personería jurídica. Una de sus principales apuestas como colectivo es la discusión de la
masculinidad hegemónica, para no reproducir estos mismos patrones en la construcción de
la masculinidad de sus miembros. El colectivo está articulándose con otras organizaciones
de hombres trans a nivel de Centroamérica, lo que marca un proceso diferenciador a los an-
teriores movimientos lésbicos, gays o de mujeres trans que se organizaron de forma solitaria.

Debido al trabajo realizado por las diversas organizaciones LGBT, logran un éxito en el 2014
ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), para que este gire la orden del reconocimiento del
derecho al voto por parte de las personas trans, aunque su imagen del Documento Único de
Identidad (DUI) reflejase una identidad de género diferente a la actual. Al mismo tiempo, las
organizaciones LGBT se organizan para ejercer la función de observadores nacionales en el
proceso electoral. En la primera votación presidencial del 2 de febrero de 2014 se acreditó a
17 observadores LGBT distribuidos en 5 municipios de El Salvador (Aspidh Arcoíris, 2014). En la
segunda vuelta para elegir al Presidente 37 observadores LGBT se desplazaron a 23 municipios
el 9 de marzo de 2014 (Cisneros, 2014). En ambos procesos electorales los observadores regis-
traron que la burla, la risa y las miradas de crítica son los actos de discriminación al momento
que las personas LGBT ejercen su derecho al voto (Aspidh Arcoiris, 2014; Cisneros, 2014).

En el 2015 se celebraron las elecciones para alcaldes y diputados, y en esta oportunidad


aparece una primera candidatura para diputado suplente de una persona LGBT. Un partido
conservador en busca de nuevos cotos de votos presenta como candidato de diputado suplente
a un hombre trans. Por medio del eslogan Hagamos la diferencia sin ser diferentes, pretendió
ser una candidatura representativa de la comunidad LGBT, mas tal situación no progresó.

Luego de esa elección parlamentaria, el 15 de abril de 2015 la Asamblea Legislativa


vuelve a aprobar la reforma constitucional de los Arts. 32, 33 y 34. Ahora esta reforma se
encuentra a la espera de su ratificación por mayoría calificada en el periodo legislativo 2015-
2018, aguardando el momento oportuno para que los partidos políticos conservadores la

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Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoiris en El Salvador

conviertan en una moneda de cambio por otros asuntos de interés político. El 14 de mayo
de 2015 los diferentes colectivos y organizaciones LGBT presentan ante la Corte Suprema de
Justicia un recurso de amparo de inconstitucionalidad, asumiendo que la reforma aprobada
de los artículos 32, 33 y 34 de la Constitución, lacera el principio de Igualdad en las personas
salvadoreñas LGBT, establecido en el artículo 3 de la Constitución.

A MANERA DE CIERRE

El movimiento LGBT es una realidad. Hoy nadie puede ignorar la existencia de un mo-
vimiento social que vela por los Derechos Humanos de las personas LGBT. En 20 años de
estructuración se han organizado hombres gays, mujeres trans, lesbianas y hasta hace pocos
años hombres trans y jóvenes LGBT a nivel de la capital. El cuestionamiento de los patrones
binarios de la sexualidad y los esencialismos de género, por parte de las personas LGBT or-
ganizadas, ha promovido diferentes estrategias de visibilidad y acciones políticas.

Respecto de la organización política de las identidades LGBT podemos proponer cuatro mo-
mentos u “Olas”, utilizando las palabras de los antropólogos brasileños Simões y Facchini (2009)
al referirse al movimiento LGBT de Brasil. La Primera Ola comprendería el periodo antes de 1992,
caracterizándose por la “invisibilidad” social de la homosexualidad, el surgimiento de la discoteca
Oráculos como un espacio de sociabilidad homosexual. No obstante, las condiciones sociales y
políticas del país no fueron las idóneas para el surgimiento de una organización política LGBT.

La Segunda Ola, entre 1992 y 1999, se puede llamar como “Power Gay”, retomando el
eslogan de la primera marcha LGBT realizada en San Salvador en 1997. Entre las características
más importantes que se pueden resaltar se encuentra la organización de colectivos y grupos
gays, que incluían a mujeres trans, y la existencia de un colectivo lésbico de corta duración.
El mayor logro del movimiento LGBT incipiente en este periodo fue el de poder sobrevivir a
todas las dificultades sociales, políticas, organizacionales que existieron.

La Tercera Ola, entre 2000 a 2008, la podemos nombrar como “LGBT”. La principal carac-
terística en este periodo histórico fue la diversificación del propio movimiento. Así podemos
observar la separación de hombres gays y mujeres trans, denotando el surgimiento de la
identidad política trans con este hecho. Aunque continuaron compartiendo el facto que el
VIH era uno de sus principales ejes articuladores tanto para las identidades gays como trans.
Las colectivas de mujeres lesbianas en esta época se consolidaron.

La Cuarta Ola, de 2009 hasta la fecha, se puede denominar como “Diversidad Sexual”. Su
principal característica es el surgimiento del movimiento LGBT como actor político en la palestra
nacional, el que realiza demandas a la agenda pública del gobierno de respeto de los Derechos
Humanos de las personas LGBT. En este periodo se promueve una visibilidad internacional de
las demandas de respeto y protección de los Derechos Humanos y acceso a la justicia para
esclarecer los casos de violencia homofóbica que afectan a todas las identidades LGBT, pero con
especial incidencia en las identidades trans, tanto femeninas como masculinas. También en este
periodo se presenta una apertura del Ejecutivo para abordar cuestiones de orientación sexual
e identidad de género, esto ha promovido acciones para cierto reconocimiento institucional,
como lo fue el Decreto Ejecutivo Nº 56 de 2010, la creación de la Dirección de Diversidad Sexual
en 2010, reconocimiento del derecho al voto en 2014, la legalización de sus organizaciones y
la creación de la Mesa Permanente sobre Derechos Humanos de la población LGBTI al interior
de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos en 2012.

108 / PUNTO GÉNERO


Amaral Palevi Gómez

No obstante, a pesar de las conquistas políticas restringidas obtenidas por parte del
movimiento LGBT, aún hace falta mucho para la transformación de las políticas y discursos
públicos existentes impregnados por el heterosexismo normativo que naturalizan la homo-
fobia, y promueven colateralmente los crímenes de odio contra personas LGBT.

Una de las limitaciones del movimiento LGBT es la centralidad geográfica que este tiene
en San Salvador. Los mayores actos de visibilidad y demanda de reconocimiento se efectúan
a nivel de la capital. No obstante, se reconoce que han existido y existen colectivos en otros
departamentos de El Salvador, pero su vida institucional es poco conocida. La organización
o fortalecimiento de otros colectivos LGBT fuera de San Salvador es un reto para el propio
movimiento. Esta historia también es necesaria conocerla y resguardarla.

En el contexto del patriarcado en el siglo XXI, el movimiento LGBT en El Salvador, diverso


en sus orígenes y mucho más en sus expresiones, tiene como uno de sus retos enfocarse
en la creación de estrategias políticas internas y externas para canalizar de mejor manera
sus energías y luchas. Estas estrategias políticas deberían permitir, en un futuro próximo, la
representación de personas LGBT en cargos de elección popular como alcaldías y la Asamblea
Legislativa, en calidad de propietarios y no únicamente de suplentes.

A pesar de los avances políticos y sociales de las personas LGBT en otros países de América
Latina, en El Salvador, la invisibilidad, la negación, el rechazo institucional hasta cierto reconoci-
miento restringido, se podría caracterizar la forma cómo el Estado ha tratado a las identidades
LGBT en los periodos analizados. La invisibilidad de estas identidades ha sido posiblemente
la norma tácita para no dar atención a las personas LGBT. Cuando tales identidades están
visibles, a estas se les intentan negar sus derechos, como el caso de la legalización de sus
asociaciones y organizaciones en las dependencias correspondientes del Estado.

Este artículo es un primer boceto, inacabado, de la organización social y política del movimiento
LGBT. Aunque la idea inicial era la construcción de un panorama general de la organización del
movimiento LGBT en El Salvador, en más de uno de sus apartados no pasó de ser una crónica que
recopila acciones que los colectivos, asociaciones y organizaciones LGBT han realizado hasta la
fecha. Inacabado, ya que al momento de ser escrito la historia misma del movimiento continúa
aconteciendo, y a cada mes y a cada año existen nuevas informaciones para ser registradas.

Entre las deudas pendientes que deja este artículo, pero que al mismo tiempo se pueden
transformar en propuestas para nuevas investigaciones se encuentran: el análisis del movimiento
LGBT desde una perspectiva interseccional (Piscitelli, 2008) que aborde las categorías de género,
generación, raza-etnia, clase social y geografía, entre las más sobresalientes, para comprender la
interacción entre las múltiples formas de subordinación, opresiones, negociaciones y adaptaciones
que atraviesan al propio movimiento y a las identidades políticas LGBT que lo integran. El mercado
de consumo, los locales de comercio y sus relaciones con la organización social LGBT también es
una temática de interés para ser investigada, para corroborar si las palabras del sociólogo francés
Frédéric Martel se cumplen en El Salvador: “la liberación gay empieza a menudo con los bares
y los clubs, es decir, con el comercio y el mercado” (2014: 20). El estudio de la migración de las
personas LGBT debido al rechazo de su orientación sexual y expresiones de género, es un tema
que no ha sido lo suficientemente investigado. El análisis de la política sexual (Carrara, 2010) al
interior de El Salvador y sus interrelaciones con el movimiento LGBT es otra temática para ser
abordada. Para un posterior estudio se encuentra establecer un diálogo comparativo entre países
de América Latina y El Salvador, respecto de la organización y politización de identidades LGBT.

PUNTO GÉNERO / 109


Travestis, marimachas y maricones: el camino del arcoiris en El Salvador

Para finalizar, se reconoce que la construcción de la memoria histórica del movimiento


LGBT no puede ser hecha únicamente por una persona, se requiere un esfuerzo colectivo,
que incluya actores del movimiento social y académicos, tanto adentro de El Salvador como
afuera del país, para impedir que el silencio que ha sido cómplice del tabú y este de los ho-
micidios promovidos por la homofobia, no cobre más vidas de personas LGBT.

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Revista Punto Género Nº 6. Mayo de 2016
ISSN 0719-0417 / 113 - 126

Rua declinada no masculino: sexualidades, mercado


imobiliário e masculinidades no Centro de São Paulo (Brasil)

Street declined for male: sexualities, real estate market and


masculinities in downtown São Paulo (Brazil)
Bruno Puccinelli1

Resumo

Este artigo aborda teoricamente dados empíricos sobre a produção de centros e periferias no centro de
São Paulo tendo como vetores diferenças de gênero e suposições baseadas em sexualidade. Tal abordagem
temática discute a existência de uma “rua gay” em São Paulo: a Frei Caneca. Em contraste, a região Repubica
aparece como portadora de um tipo de homossexualidade menos legítima e interessante, portadora de
masculinadade feminizada. Em tais regiões da cidade se reúnem a maioria das opções de lazer noturna,
compras e encontro entre homossexuais. Uma quantidade considerável de ruas e conjuntos de ruas
nestas regiões são chamadas genericamente de “gay”, apesar da presença de público assim definido ser
complexa e variável. Suas identidades variam entre lésbicas, bissexuais, travestis, transexuais e aquelas
que não têm uma identificação bem marcado, mas tais expressões são marcadas de forma desvalorizada
a depender do espaçoque se ocupa. O argumento do artigo analisa esse ponto.

Palavras-chave: gênero - sexualidade - espaço - estudos urbanos.

Abstract

This article addresses theoretically empiric data about the production of centers and peripheries in
downtown São Paulo, taking as vectors gender and sexuality-based assumptions of differences. Such
thematic and epistemological approach comes from produced data which discusses the existence of
a “gay street” in São Paulo: the Frei Caneca Street. Contrastingly, Repúbica region appears as carrier of a
type of homosexuality less legitimate and interesting masculine-feminized homosexuality. This article is
based in two São Paulo city districts, located in the central region of São Paulo, República and Consolação.
Such districts congregate most options for night leisure, shopping and meeting among homosexual
behaving people. A considerable amount of streets and sets of streets on this region are generically
called “gay”, although presence of identity-defined audiences is complex and variable. Their identities
vary among lesbians, bisexuals, transvestites, transsexuals and queer people, and those who don’t have
a well-marked identification.

Key words: gender - sexuality - space - urban studies.

Fecha de recepción: Agosto 2015


Fecha de aprobación: Diciembre 2015

1 Sociólogo, pesquisador no PAGU - Núcleo de Estudos de Gênero da Universidade Estadual de Campinas (Unicamp),
onde desenvolve doutoramento no Programa de Doutorado em Ciências Sociais do Instituto de Filosofia e
Ciências Humanas (IFCH). E-mail: monobruno@hotmail.com

PUNTO GÉNERO / 113


Rua declinada no masculino: sexualidades, mercado imobiliário e masculinidades no Centro de São Paulo (Brasil)

INTRODUÇÃO

Na língua portuguesa, a palavra “rua” é feminina. Não há gênero neutro em português, ou


algo é masculino, ou é feminina, a possibilidade mais próxima de uma atribuição de gênero
equânime na língua são as adjetivações chamadas comum de dois, como no caso da palavra
poeta, utilizável tanto para homens quanto para mulheres. Mas no linguajar corrente, coloquial,
as coisas sempre são “ela” ou “ele”. Assim como tantos outros objetos cotidianos como cadeira,
mesa, colher, rua também é uma coisa generificada. Esse tipo de qualificação de um objeto,
atribuindo-lhe diferença de gênero no termo que lhe faz alusão, é comum na língua portugue-
sa e em outras línguas de origem latina aparentadas, como o espanhol, o francês e o italiano.
Cidade, por exemplo, é substantivo feminino nessas três línguas: a cidade, la ciudad, la ville, la
città, respectivamente. Em todos esses casos, cidade é substantivo feminino, a cidade é mulher2.

Do panorama citadino, voltemos à rua. Etimologicamente rua é “substantivo feminino”,


derivado do latim “ruga”, dobra da pele em forma de sulco. Tal forma que dá nome à coisa-rua
remete a um meio cone, aberto para escoamento de água. Rua, neste caso, vem dessa forma
em “L”, forma sulcosa; mas os sinônimos de rua, vala e sarjeta, também substantivos femini-
nos, remetem a espaços de sujeira ou degradação: vala pode ser o lugar em que se enterram
mortos, enquanto sarjeta é o espaço da rua onde se encontram bêbados e moribundos. Na
sarjeta estão aqueles que decaíram, na vala os que faleceram.

De suas propriedades de escoamento de água para espaço de trânsito nas cidades,


poderíamos dizer que a rua-mulher, é passagem e estase a homens, é lugar de mudança
através do masculino. A historiografia brasileira3 mostra como a separação entre casa e rua,
por exemplo, aparta público e privado, masculino e feminino, político e apolítico como
dimensões diferentes da vida social. A rua, substantivo feminino, seria transformada pela
ação dos coletivos masculinos de homens que trabalham e interferem nas decisões mais
importantes, no presente e no futuro. A rua, portanto, declina no masculino4.

Tomo esse ponto para pensar como os espaços de uma grande cidade são generificados e
só podem ser entendidos em sua complexidade se considerada essa dimensão como essencial
para a produção de sentido, diferença e discriminação. São formas pelas quais espaços e sujeitos
são caracterizados como mais femininos ou mais masculinos. Este artigo trabalha teoricamente
dados empíricos de pesquisa de doutorado em andamento acerca da produção de centros
e periferias numa região central da cidade de São Paulo, tendo como vetor a assunção de
diferenças baseada em gênero e sexualidade. Tal aproximação temática e epistemológica se
dá a partir de dados produzidos que problematizam a ideia da existência de uma “rua gay” em
São Paulo. A Rua Frei Caneca, a tal “rua gay” da cidade, existe como forma legítima enquanto

2 Andréa Barbosa (2012) argumenta como a cidade de São Paulo pode ser interpretada como sendo feminina em
contraponto ao estereótipo que aloca megalópoles globais como símbolo de poder, dureza e aridez, atributos
tidos como masculinos. O argumento da autora se baseia em uma ampla análise fílmica da cidade, mas ajuda a
refletir sobre a congruência de gênero e espaço citadino.
3 Ver, em especial, os escritos de Gilda de Mello e Souza (1987) O Espírito das Roupas: A Moda no Século XIX. São
Paulo: Companhia das Letras, acerca da moda no século XIX e as implicações na circulação pública de homens e
mulheres e Roberto DaMatta (1997) sobre as diferenças no Brasil entre o político e o privado, instâncias alocadas
respectivamente na rua e na casa, entre homens e entre mulheres. Tal perspectiva se coaduna com a teoria crítica
adotada nesta análise.
4 Agradeço o insight a Bruna Mantese de Souza (2015), antropóloga que em sua pesquisa sobre um espaço feminista
de acolhida de mulheres que sofreram agressão afirma que a violência declina no feminino.

114 / PUNTO GÉNERO


Bruno Puccinelli

possibilidade de trânsitos de homossexualidade masculina que obedece a determinadas normas


de gênero. Em contrapartida direta, a região da República5, aparece como portadora de uma
homossexualidade masculina afeminada e, também por esse motivo, menos legítima, mais
pobre, mais negra, mais suja e mais doente, portanto, menos interessante.

A pesquisa na qual se baseia esse artigo se centra em dois distritos6 da cidade de São Paulo
localizados na região central, República e Consolação. Tais distritos congregam a maior parte
das opções de lazer noturno, compras e opções de encontro entre pessoas com condutas
homossexuais7 na cidade. Parte considerável das ruas e conjuntos de ruas são genericamente
chamados de gays, ainda que a presença de públicos identitariamente definidos seja complexa
e variável. Neste sentido, a atribuição identitária provinda dos movimentos LGBTs não condiz
ispsis litteris com o observado em campo, mesmo quando termos semelhantes são utilizados
como definidores de homossexualidade masculina, por exemplo. “Gay”, termo comum, tem
nuances que incluem diferenças produzidas em termos de espaço e gênero. Neste artigo
pretendo mostrar como definições de identidades sexuais são produzidas contextualmenmte
e dentro de determinadas situações. Seguindo as indicações de Avtar Brah (2006) acerca da
produção contingente de diferenças, algo também apontado por Stuart Hall (1996) no que
refere à questão da identidade na pós-modernidade, ou Michel Agier (2011) no que concerne
a pensar sobre a pesquisa em espaço urbano. A cidade não está dada. Sigo aqui também as
indicações de Gillian Rose (1993) e Doreen Massey (2008) no debate da geografia feminista,
a qual contesta não apenas o estatuto generificado do espaço construído na disciplina, bem
como isso reproduz os meios de produção do conhecimento por homens na academia. Nessa
questão, e de forma mais incisiva, Judith Butler (2003) dá indícios de como tal forma performa
a naturalização de um espaço generificado. Partindo desses pontos de vista diversos academi-
camente, mas congruentes no debate crítico acerca da produção do espaço, tento demonstrar
como este nunca está pronto, é sempre performado, generificado e definido contingencialmente.

Mas que espaço é generificado? E que impactos tal processo introduz no espaço, na cidade
e nas pessoas?

GENTRIFICAÇÃO E GENERIFICAÇÃO: ONDE RUAS, GÊNERO E CIDADES SE ENCONTRAM.

Jon Binnie & Beverley Skeggs (2004), sociólogos ingleses, mostram como uma região da
cidade de Manchester, localizada no centro e conhecida historicamente por ser espaço de
moradia e presença da classe trabalhadora, aos poucos passou a ter novas características.
Na década de 2000, com terrenos mais baratos, alguns bares e restaurantes direcionados a
públicos homossexuais masculinos alocados genericamente na categoria “gay” se instalaram

5 O que estou chamando de região da República é um conjunto de ruas e praças ao lado da Praça da República,
localizada a cerca de dois quilômetros da Rua Frei Caneca e mais próxima do marco zero da cidade. Dados
adicionais serão inseridos adiante.
6 Distrito é a divisão oficial da cidade em núcleos administrativos de bairros e têm grande variação de escala,
podendo ser bem restritos, como o distrito da República, bastante populoso, ou maiores e com menor número
de moradores, como é o caso do Grajaú, na região sul da cidade. De forma geral distritos e bairros têm pouca
diferença na percepção das pessoas.
7 Sigo a sugestão aproximativa de John Gagnon (2006) Uma interpretação do desejo. Rio de Janeiro: Editora Garamond,
em relação à homossexualidade sem tomá-la como identidade, prévia ou pós-analítica, mas como parte de uma
conduta sócio-comportamental compartilhada entre sujeitos definidos de diferentes maneiras. Sobre isso, vero
debate sobre possibilidades identitárias em relação à homossexualidade masculina no Brasil ensejada por Peter
Fry (1982) em um ensaio clássico (“Da hierarquia à igualdade: a Construção da Homossexualidade no Brasil” in Para
Inglês Ver: identidade e política na cultura brasileira. Rio de Janeiro: Zahar)

PUNTO GÉNERO / 115


Rua declinada no masculino: sexualidades, mercado imobiliário e masculinidades no Centro de São Paulo (Brasil)

num conjunto de ruas, alterando o perfil da região. Os autores mostram como esse proces-
so transforma aquele espaço da cidade, tão reconhecido como algo próprio a Manchester,
tornar-se referência internacional e europeia de oferta de serviços diferenciados e arrojados.
Essa região passa, então, a ser comparada à oferta de serviços direcionados ao público “gay”
em cidades como Amsterdam e Barcelona, tornando-a menos inglesa e mais cosmopolita. Aos
poucos, no entanto, a presença “gay” acaba por tornar esse conjunto de logradouros centrais
de Manchester em um espaço seguro para um público inesperado: mulheres que se definiam
heterossexuais. Segundo a análise empreendida pelos autores, as mulheres passam a ocupar
a região por poderem caminhar sem serem importunadas por outros homens e, assim, se
sentirem seguras. Podemos dizer que a região central de Manchester, nesse processo tornou-
-se mais feminina dentro de uma lógica de cosmopolitismo que permite uma expressão de
masculinidade homossexual enquanto desautoriza masculinidades heterossexuais invasivas e
agressivas. Isso também elevou os valores dos terrenos, tornando esses espaços de encontro,
lazer e consumo interditos à classe trabalhadora, comum na região antes deste processo de
gentrificação e generificação. Adoto aqui uma perspectiva mais aberta da noção de gentrificação,
uma possibilidade de tradução do termo gentrification, mas que também poderia ser traduzido
como enobrecimento. Para além de pensar esse processo como comandado por atores que
detém maior poder político ou econômico na dinâmica da cidade, interessa entender como
gênero impacta na possibilidade, ou não, de melhoria e investimento urbano.

Há semelhanças e diferenças em algumas regiões centrais da cidade de São Paulo em re-


lação ao caso de Manchester. No que tange à apropriação e reconhecimento de algumas ruas
como “gays”, investimentos em novas opções de lazer noturno e incremento imobiliário nos
últimos dez anos, por exemplo, podemos observar algo semelhante, mas muito mais intenso
na capital sul-americana. Isso inclusive impacta o entendimento que as pessoas têm de onde
se localiza o centro da cidade e como este é caracterizado e valorizado. Há dois exemplos de
formas de apresentação dessas regiões de São Paulo em diferentes mídias que ajudam a en-
tender o processo pelo qual as formas de generificar a cidade ajudam a gentrificá-la: folhetos
de propaganda de novos empreendimentos imobiliários e guias com mapas que direcionam
o turista gay estrangeiro aos espaços de interesse na cidade8. Se por um lado ambos os meios
constroem uma ideia de centro que se desloca, em relação ao seria o centro oficial da cidade,
tornando-o, portanto, mais desejável, por outro produzem uma rede de sexualidade desejável
traçada nos mapas desse centro. De forma geral, lugares como bares, restaurantes e casas
noturnas na região que compreende as ruas Frei Caneca e Augusta ganham centralidade nas
opções ofertadas a esses turistas, enquanto espaços como a Praça da República e o Largo do
Arouche, historicamente conhecidos pela presença de lugares de frequência de “gays”, ficam
invisibilizados. A fim de tornar a explanação mais clara irei resumidamente destacar alguns
pontos que informam, e formam, as regiões, ruas, bairros e cidades surgidos da assunção de
sexualidades como marco de definição. Esses espaços estão localizados dentro dos distritos
da República e Consolação, contíguos na cidade de São Paulo.

Esses dois distritos estão entre os mais povoados da cidade de São Paulo e possuem
uma ocupação e urbanização iniciadas na segunda metade do século XIX, algo antigo para
o padrão de desenvolvimento da cidade. São distritos que compreendem bairros repletos
de comércio, bares, restaurantes, edifícios residenciais, hotéis, edifícios de escritórios, opções

8 Para os objetivos deste artigo não irei me ater à questão das representações imagéticas dessas regiões, também
foco de minha pesquisa. Aqui irei trabalhar com a produção do espaço generificado, e recortado por outros
marcadores sociais da diferença, a partir de discursos de diferentes interlocutores.

116 / PUNTO GÉNERO


Bruno Puccinelli

culturais e oferta de equipamentos urbanos como hospitais, terminais de ônibus, linhas


de metrô, etc. Nesses distritos, por exemplo, estão o Teatro Municipal da cidade e parte da
Avenida Paulista, dois dos principais símbolos arquitetônicos de São Paulo, amplamente
utilizados como meio de valorizar outros estabelecimentos que buscam se aproximar destas
edificações. Apesar de uma maior presença de moradores de classe média e média alta no
distrito da Consolação do que no distrito da República, local de moradia de pessoas com
menor renda, há ruas que destoam desse perfil mais genérico das duas regiões. Além disso,
o processo citado anteriormente tem alterado sensivelmente esse perfil, impactando em
rápidas mudanças no perfil sócio-econômico de ambos os distritos. Antes de seguir tratando
das ações e contextos contemporâneos, no entanto, é necessário regressar algumas décadas
a fim de situar a questão da homossexualidade na cidade e nas duas regiões e como as dife-
renças produzidas na relação entre ambas impactam o entendimento de suas identidades.

Mais antigo, o distrito da República também compreende a ocupação “gay” pública de


mais tempo na cidade. Ao menos desde a década de 1950 há dados que atestam a região
como espaço de encontro e lazer por públicos homossexuais em uma das primeiras pesqui-
sas sociológicas sobre o tema no Brasil9. Posterior a esse período há o trabalho de impacto
de Nestor Perlongher (2008) acerca da prostituição masculina na região, permitindo um
panorama mais amplo da região em termos de classe, raça e gênero em interface com a
ocupação urbana na década de 1980. Neste trabalho já há informações sobre tráfico e usuários
de drogas, por exemplo, uma das características pelas quais a região central de São Paulo
tem sido estigmatizada como perigosa, suja e pobre até os dias de hoje. Tal perfil está em
franca mudança. Para os fins desse artigo irei considerar em especial a tríade formada pela
Praça da República, Avenida Vieira de Carvalho e Largo do Arouche, região que chamarei
genericamente de “República”.

O distrito da Consolação surgiu um pouco depois da República, quando a urbanização da


cidade passou a seguir em direção à via que hoje é a Avenida Paulista, muito em função da
burguesia cafeeira que passava a se instalar nessa avenida. A presença de públicos homos-
sexuais à região é também mais recente, bem como os registros de pesquisas sobre o tema
que fornecem dados sobre a Consolação. Cito em especial os trabalhos de Isadora Lins França
(2006), Alexandre Vega (2008) e Ane Talita da Silva Rocha (2013), antropólogos que, de formas
diversas, mapeiam a mudança dos espaços de sociabilidade e lazer direcionados a “gays” da
região sul da Avenida Paulista para a região central dessa avenida, ocupando principalmente
as ruas Augusta e Frei Caneca. Em minha pesquisa de mestrado (Puccinelli, 2013) procuro
analisar as transformações pelas quais a região passou com foco na Rua Frei Caneca, a qual
se atribui uma identidade “gay”. Um marco dessa atribuição foi a inauguração do Shopping
& Convention Center Frei Caneca em 2001, processado dois anos depois pela ação de um
segurança em expulsar um casal de rapazes por estarem trocando carinhos. O local já era

9 “Homossexualismo em São Paulo”, tese de José Fábio Barbosa da Silva defendida na Universidade de São Paulo
(USP) e perdida durante a ditadura civil-militar brasileira (1964 – 1985). O trabalho dos historiadores James Green
e Ronaldo Trindade em recuperar a pesquisa de Silva permitiu sua publicação na íntegra em 2005. Antes disso
apenas algumas poucas cópias de um artigo pulicado em 1959 na revista Sociologia, volume XXI, número 4
(alocada na Fundação Escola de Sociologia e Política de São Paulo) circulava em meios restritos. Sobre os impactos
específicos da ditadura civil-militar ver o artigo de Edward MacRae (1983) “Os respeitáveis militantes e as bichas
loucas”, in Eulálio, Alexandre: Caminhos Cruzados: linguagem, antropologia e ciências naturais. São Paulo: Brasiliense.,
o livro deste com Peter Fry (1982) e a coletânea de artigos de Renan Quinalha e James Green (2014).

PUNTO GÉNERO / 117


Rua declinada no masculino: sexualidades, mercado imobiliário e masculinidades no Centro de São Paulo (Brasil)

conhecido por apelidos10 que remetiam à homossexualidade de seus frequentadores e a


expulsão, em conjunto com o processo e com um protesto no local, ajudaram a disseminar
tal identificação, inclusive internacionalmente.

Ao mesmo tempo, o mercado imobiliário em expansão no país e também em São Paulo


passou a mirar na região como espaço para a construção de novos edifícios residenciais, por
exemplo. Ocorre que, como a urbanização do distrito da Consolação é relativamente antiga,
não havia terrenos livres e tão baratos para o levantamento desses empreendimentos. Além
disso, a presença cada vez menor de prostitutas na Rua Augusta ajudou a valorizar os em-
preendimentos e multiplicar as opções de compra. Dados junto a corretores de imóveis na
região dão conta de que a disseminação da ideia de uma presença gay na região ajudou a
sedimentar a vinda de novos compradores e moradores desses empreendimentos. Também
uma valorização da ideia de morar no centro da cidade, um espaço cosmopolita e de cabeça
aberta, busca atrair compradores, localizando como centro essa região. Isso ocorreu ini-
cialmente na Rua Frei Caneca, a “rua gay” da cidade, seguida com mais intensidade na Rua
Augusta e chegando à Rua Paim11. Esse contexto se assemelha com as mudanças analisadas
por Binnie & Skeggs (2004), salvo o fato de que a região não se tornou mais segura para alguns
segmentos dentre seus frequentadores12. Como já citado, essa região compreende as ruas,
Frei Caneca, Augusta e Paim, além da Avenida Paulista. A fim de simplificar a explanação irei
chamá-la de “Augusta”.

Desde 2013 o mercado imobiliário residencial começou a migrar para a região da


República, onde atualmente está com cinco empreendimentos espalhados em diferentes
ruas. Apesar dos guias turísticos direcionados a gays estrangeiros quase não citarem a região
República, agora ela começa a fazer parte de um ideário de região central interessante para
morar, inclusive pela presença “gay”. Mas a citação à homossexualidade masculina como
aditivo positivo nesses diferentes contextos mercadológicos não se dá da mesma forma e
nem o mercado busca atingir todo e qualquer “gay”. O termo em si, usado genericamente,
esconde as especificidades da circulação de sujeitos assim classificados, principalmente
no que concerne a uma definição de espaço generificado positiva e negativamente. Isso,
em parte, corresponde a uma valorização simbólica de ruas e espaços da cidade, tomando
uma presença identitária como a totalidade das características da rua que possam ser de
interesse de futuros compradores, como no caso da presença “gay”. Semelhante ao que
Binnie & Skeggs (2004) descrevem, o uso mesmo do termo “gay” ajuda a criar especulação
imobiliária residencial e comercial pelo que consegue congregar de masculinidade e alto

10 Dentre alguns nomes podemos citar Shopping Frei “Boneca” ou Shopping “Gay” Caneca.Apesar dessa ampla
divulgação popular do centro comercial o shopping insiste em se afirmar oficialmente como destinado “às famílias”,
atribuindo a estas um sentido contrário a quaisquer noções de homossexualidade ou homoparentalidade.
11 A Rua Augusta em sua porção central por muito tempo foi conhecida pela presença de prostituição de mulheres
em casas noturnas e nas ruas, o que a caracterizou desde a década de 1970 até meados dos anos 2000 como
lugar marginal e perigoso de São Paulo. A abertura da casa noturna Vegas, em 2005, é um dos marcos das
mudanças no oferecimento de bares, restaurantes e casas noturnas mais sofisticadas e que trouxeram para a
região frequentadores com perfil sócio-econômico maior. O Vegas, já fechado, abriu as portas onde antes era
uma casa de prostituição, processo que seguiu a demolições desses espaços e construção de novos edifícios
residenciais.
12 Durante a assunção da identidade “gay” da Rua Frei Caneca e o processo de mudança de perfil na Rua Augusta
a violência direcionada a pessoas LGBTs ficou mais evidente e passou a circular em mídias de grande circulação.
Isso, em parte, está relacionado à maior expressão que as denúncias por redes sociais ganharam no Brasil, mas
também ao fato da região ter se tornado ponto de referência da presença LGBT, o que torna crimes de ódio mais
frequentes.

118 / PUNTO GÉNERO


Bruno Puccinelli

poder aquisitivo a esse sujeito homossexual genérico. Avtar Brah, neste caso, ajuda a pensar
como a alteridade é construída em contexto: os sujeitos “gays” idealizados e produzidos na
região da Augusta entre interlocutores e propagandas de novas edificações a valorizam, bem
como nos empreendimentos imobiliários mais recentes na República; no entanto, a menção
à homossexualidade masculina desta última região, República, pelo termo “bicha”, a desvalo-
riza em narrativas diversas. Aqui, processos de gentrificação espacial então intrinsicamente
ligados a processos de valorização da homossexualidade pela via de uma masculinidade
normatizada. A rua, e a cidade, para serem valorizadas, precisam estar declinadas no masculino.

A seguir, trato das falas de dois interlocutores de pesquisa que ajudam a pensar sobre que
rua/espaço/cidade “gay” emerge do processo até agora contextualizado.

DOIS PONTOS EQUIDISTANTES? ADRIANO E ELIEL

Em 2013 conversei mais detidamente com frequentadores dos espaços de lazer da região
Augusta, em especial com a aglomeração formada num bar de esquina na Rua Frei Caneca.
A intenção era compreender a dinâmica de ocupação dos espaços da rua e como quem a
ocupava para se divertir entendia a ideia de estar numa “rua gay”. De forma complementar,
conversei com moradores da região, alguns empresários e acompanhei a expansão do mer-
cado imobiliário atento a como essas diferentes dimensões de análise se complementavam
na compreensão do que fosse a homossexualidade do logradouro. Em grande medida, o que
está estampado nos diferentes discursos é uma ideia sedimentada de (homo)sexualidade
legitimada pela performance de gênero de quem fala em contraposição a de quem se fala:
o interlocutor detém o conhecimento empírico necessário para se definir e definir outrem.
Os interlocutores construíam um “eu” e um “outro” no qual este sempre estava desqualificado
por suas expressões supostamente mais femininas. É importante atentar que a auto-atri-
buição de uma identidade “gay”, neste caso, necessariamente incluía se definir masculino e,
portanto, desejável. E, assim, aquele que fala está no centro, enquanto de quem se fala está
numa periferia de desejo e interesse sócio-sexual.

Essa produção de diferenças inclui outros marcadores acionados junto à performance de


gênero, como classe, raça e lugar de origem na cidade. Além disso, a contraposição a tipos e
lugares indesejáveis ficou mais clara na conversa com pessoas como Adriano, por exemplo.
Alto, branco, olhos e cabelos claros, de porte atlético, auto-definido como gay, Adriano tem
26 anos e se formou em Jornalismo numa universidade privada. Atualmente se dedica ao
teatro, atuando como ator e produtor, mas realiza pequenos trabalhos como modelo fo-
tográfico, os quais podem ser vistos em sua página pessoal no Facebook13. Adriano me foi
apresentado por um amigo que conhecia meus interesses de pesquisa e sabia da frequência
deste interlocutor na Rua Frei Caneca, frequência essa que já se encerrou atualmente. Mora
com os pais, ambos médicos, no Paraíso, região sudeste da cidade.

Escolhi trechos dessa conversa com Adriano por ela representar grande parte dos discur-
sos sobre a “rua gay” e a região, contrapondo-a à região República, ainda que pouco tenha
estado nesta última. É importante apontar também que essa contraposição é espacial e
focada nos sujeitos indesejáveis que estão há alguns metros de Adriano, ou seja, teoricamente

13 Rede social na internet cujo mote é divulgar conteúdos pessoais como opiniões, fotos e desejos e interagir com
amigos e outras pessoas.

PUNTO GÉNERO / 119


Rua declinada no masculino: sexualidades, mercado imobiliário e masculinidades no Centro de São Paulo (Brasil)

estaríamos todos na mesma região, mas a partir da narrativa de Adriano o outro indesejado
e afeminado está alocado na República.

Para a conversa eu havia sugerido irmos ao shopping ou a um bar de esquina que fica
bastante cheio nas noites e aos finais de semana, o “bar d’A Lôca”14. No entanto, como melhor
lugar para conversarmos Adriano o bar Frey Café & Coisinhas15, bastante próximo ao Shopping
Frei Caneca, por ser “mais arrumado”: “o Bar d’A Lôca também é gay, mas é muito ‘cagado’16”.

Adriano relaciona o poder aquisitivo a uma maior tolerância, informação e “cultura”.


Segundo ele, na região e no shopping era clara a circulação de pessoas com menor poder
aquisitivo e, portanto, menos informação e formação:

“Pessoas de menor poder aquisitivo são mais ignorantes, têm mais preconceito, são muito
tadinhas, cagadinhas17. Mas ainda assim acho que há pessoas de menor poder aquisitivo
com a mente mais aberta no Frei Caneca. Mas na minha opinião a pessoa ter mais grana,
ser de família, faz com que seja mais de boa com o fato de ser gay, de ela mesma ser gay. Na
verdade o shopping se tornou um ‘antro gay’, mas isso é bom, porque as pessoas podem se
cumprimentar com beijos, trocar afeto sem maiores problemas. No começo achei um shop-
ping normal, depois que fui percebendo em dois lances de paquera. Um deles foi no banheiro
do shopping. Eu estava no mictório e o cara do lado começou a mostrar o pau duro, tentar
pegar em mim, caí fora e me toquei que rolava bastante disso lá. [risos] Não venho aqui para
passear. Porque, assim, tudo está atrelado ao dinheiro, ao poder aquisitivo. Quanto menor
a classe social, mais bicha pco, bicha poc-poc18, menos educação e cultura. Porque há gays
afetados e gays homens, mas estes são difíceis de reconhecer que são gays”.

Eu: “E como você definiria a Rua Frei Caneca, onde ela fica na cidade?”

Adriano: “A rua fica no Centro, na velha Augusta, na baixa Augusta, teoricamente mais
pobre. A Augusta tem ar de Centro, tem mendigo, puta, dá medo de ser assaltado mais
lá para baixo. Já a Frei Caneca é gay, então se você desce a rua não fica com tanto medo
porque gay não é violento, você se sente em casa. A rua é tranquila mesmo estando cheia.
A Frei Caneca é acolhedora, você se sente à vontade. Mesmo os funcionários do comércio
daqui têm a cabeça mais aberta de tanto ver gay e a rua se tornou uma forma do gay ter
seu espaço, toda cidade tem um espaço gay, o de São Paulo, o mais famoso, é aqui, a Frei
Caneca. No Centro tinha uma rua gay antes da Frei Caneca, não lembro o nome, mas a
rua gay agora é aqui, porque no Centro isso é minoria, o gay é muito marginalizado e a
Frei Caneca é a melhor opção”.

14 O “bar d’A Lôca” é um bar simples que ganhou esse nome por estar próximo à casa noturna “A Lôca”, de grande
frequência gay em alguns dias da semana. Seu nome oficial é “To-Zé”, mas quase nenhum de seus frequentadores
o chama assim. A maior parte das pessoas que consomem nesse bar fica em pé na calçada, mesmo com espaço
interno para assentá-las.
15 O bar “Frey Café & Coisinhas” oferece um cardápio mais “sofisticado” e caro, tem preocupação com decoração dos
espaços e a presença de Djs.
16 “Cagado” é um termo êmico depreciativo. Foi utilizado por Adriano como meio de diferenciação em termos de
classe, apontando para a falta de higiene de quem é assim definido no plano simbólico, ou seja, alguém cheio
de merda.
17 Corruptela para “coitadinhas”, pessoas que seriam tão pobres que dariam pena em quem as observa.
18 Tanto “ploc-ploc” quanto “poc-poc” são adjetivos que acentuam a afeminação de uma bicha, fazendo referência
ao som de saltos altos. “PCO” é uma abreviação de “pão com ovo”, expressão que referencia pobreza e esse tipo
de comida como única opção de alimentação.

120 / PUNTO GÉNERO


Bruno Puccinelli

No excertos destacados das falas de Adriano a Rua Frei Caneca que surge é identificada,
positivamente, com alguns lugares, como o Frey, escolhido por ele para a conversa, mas nega-
tivamente em relação a outros espaços, como o “bar d’A Lôca”. É Centro, Augusta, e tem em si
uma circulação de pessoas de menor poder aquisitivo, mais “ignorantes”, “tadinhas”. Mas, ainda
assim, há algo de positivo nessa ocupação menos desejável. No entanto, Adriano diz que não
deseja morar lá, prefere bairros mais tradicionais da cidade, como o Paraíso e o Jardim Europa19.

Importante atentar para os termos que Adriano utiliza ao se referir a essas pessoas de menor
poder aquisitivo, sempre no feminino. São expressões que juntas ajudam a pensar acerca de
classe e raça, já que Adriano relaciona tais sujeitos “bichas” (e não gays) à suposta pobreza
material, de formação e aponta exemplos dentre pessoas mais negras em relação à sua cor. A
rua é gay, ele é gay e o lugar em que ele está é gay, mas os “outros” não. A “sua rua” é masculina.

Alguns meses depois convidei Adriano para ir a uma casa noturna na região República e
ele aceitou. Eu o esperava num bar nas imediações e, apesar de ele poder se deslocar até a
região de metrô preferiu ir de carro. Ao chegar ao bar fez questão que eu entrasse no carro
para procurarmos algum estacionamento mesmo estando a duzentos metros da casa noturna.
No caminho teceu comentários sobre as pessoas que circulavam pela região, enfatizando o
perigo e a sujeira da rua e das pessoas, algo que parecia lhe saltar aos olhos.

Ideia semelhante me apresentou Fernando, mais categórico inclusive na definição de Centro


como localidade da Frei Caneca e, portanto, de pessoas indesejadas. Conheci Fernando por
indicação de colegas, por ele ir frequentemente à Frei Caneca, principalmente ao Bar d’A Lôca
e à própria A Lôca. Com 24 anos de idade, auto-identificado como gay, descendente nipônico,
Fernando residia na Penha, bairro da Zona Leste, e trabalhava na Avenida Paulista. Por sua su-
gestão fomos até o Shopping Center 320, que para ele trata-se do mesmo espaço sobre o qual
eu queria conversar, a região da Frei Caneca. Perguntei-lhe o que era a Frei Caneca:

“Para mim se resume ao shopping. Bar d’A Lôca só se for para encontrar os amigos, não gosto de
lá. Prefiro o bar Barão da Itararé, é mais tranquilo, dá para ir com o namorado, tem um público
diferenciado. No bar d’A Lôca tem muita ploc-ploc, acho desnecessária essa bichice21 toda”.

Fernando diz que o shopping tem um histórico gay e até pessoas do interior do estado
conheceriam essa fama, mesmo sem nunca terem ido ao local: “lá tem muito gayzinho, mas
é um lugar mais aberto. No shopping sempre encontro amigos, mas não vou passear lá. Lá
é meio despudorado, você vai no banheiro e vê um pessoal no mictório”.

Disse ter ido apenas duas vezes N’A Lôca:

“N’A Lôca é cheio de calopsitas22, gente com o cabelo colorido. Mas eu curto mesmo é ir
na The Week23 quando tem a festa Gambiarra. Há diferença entre o público de um lugar e

19 Bairros localizados na zona sul da cidade e cuja característica é a presença de moradores de maior poder aquisitivo.
20 O Center 3 é um shopping localizado na Avenida Paulista no quarteirão entre as ruas Augusta e Frei Caneca.
21 Expressão depreciativa que enfatiza a afeminação e exagero gestual dos sujeitos assim definidos.
22 Fernando se refere ao pássaro branco de penugem amarelada no topo da cabeça, comparando-o a pessoas que
teriam cabelos descoloridos ou tingidos de cores chamativas, frequentadoras d’A Lôca.
23 Uma grande casa noturna que se define como gay localizada no bairro da Lapa, Zona Oeste, e conhecida pela
presença de frequentadores de maior poder aquisitivo. França (2012) tem uma interessante análise comparativa
entre diferentes festas e casas noturnas de São Paulo que inclui um detalhamento sobre a The Week.(Consumindo

PUNTO GÉNERO / 121


Rua declinada no masculino: sexualidades, mercado imobiliário e masculinidades no Centro de São Paulo (Brasil)

de outro, na The Week a classe econômica é maior, se percebe pela conversa, também se
percebe a formação da pessoa. Na verdade de balada gay na Frei só conheço A Lôca. Tem
o Bofetada, mas é bar, o clima lá é legal, descontraído, o público é diferente d’A Lôca, menos
exagerado. E bar gay mesmo, para mim, só tem o bar d’A Lôca”.

E a Frei Caneca difere muito da Augusta?

“Muito! A Frei Caneca é gay, tem mais opções de baladas e coisas mais bonitas, a rua é mais
bonita. A Augusta é mais submundo, mais dark, de construção antiga. Lá circula um pessoal
mais…indie, rock, over, exagerado. Mas o pessoal das duas ruas circula entre elas. Mas é
impossível não saber que a Frei Caneca é gay, isso está em guias turísticos. Aqui é a região
gay de São Paulo. Aqui é Zona Sul, a Paulista é Zona Sul, mas a Frei Caneca é mais Centro.
Eu moro na Penha, aqui é muito mais elitizado que lá, e eu viveria de boa aqui, até porque
no meu bairro eu só moro, não faço nada por lá, saio mais por aqui. Além daqui há gays
também no Centro-República, lá tem uma concentração de gay sujo, se você conversar
muito tempo pode até pegar uma doença, Aids, por exemplo. Lá as pessoas se vestem de
maneira mais chamativa, mais colorida, são menos instruídas, tem gente muito magra,
tipo com cara de doente mesmo. Na República também está cheio de travestis e garotos
de programa, coisa que não se vê aqui na Paulista”.

Eliel fala de outro ponto de vista e ajuda a compreender melhor os trânsitos na cidade, as
duas regiões destacadas aqui e as expressões de discriminação e masculinidade acionadas
por Adriano e Fernando. Eliel tem estatura mediana, pele que seria classificada como parda
ou indígena, olhos escuros e rasgados e reside com os pais no Jardim Miriam, região sul
periférica na cidade de São Paulo. De 27 anos, Eliel trabalha como representante comercial
de uma empresa de alimentos e se define como “jovem da periferia” ou “jovem LGBT da
periferia”. Com relação à sua sexualidade Eliel se define como “gay”, mas essa palavra não
é tão acionada como forma de se apresentar. Ele prefere utilizar a forma de se apresentar
pessoalmente como meio de reforçar seus locais de “origem”: uma região distante do centro
e a militância LGBT. Eliel é bastante articulado com as políticas municipais que envolvam
pessoas LGBTs e isso influi em suas falas, mas seus trânsitos ajudam a compreender como a
cidade se caracteriza em termos de sexualidade legitimada.

Quase todos os domingos Eliel está com o namorado e um grupo de amigos no Largo
do Arouche, por eles chamado de “Vieira” em referência a uma avenida próxima ao local.
O Arouche está próximo à Praça da República e faz parte da região República, sendo um
dos lugares de maior frequência numérica de públicos homossexuais, principalmente aos
domingos. Num olhar breve se observa uma quantidade significativa de pessoas que pode-
riam ser classificadas com relação à cor/raça como negras ou pardas, num contraste claro
com a presença maciça de pessoas brancas na região Consolação. Parte das vestimentas e
dos estilos de cabelo também denota um público mais popular, de menor poder aquisitivo,
semelhante ao descrito por Adriano e Fernando. Essa semelhança, apesar de pontual, registra
um conhecimento mais generalizado dos tipos de pessoas que frequentam cada região. Mas
Eliel e seus amigos se circunscrevem à República?

Há pelo menos outros três lugares que estão dentro de um circuito de preferência no trânsito
de Eliel e seus amigos: o Parque do Ibirapuera (zona sul), uma praça no Tatuapé (zona leste)

lugares, consumindo nos lugares: homossexualidade, consumo e subjetividades na cidade de São Paulo. Rio de
Janeiro: EdUERJ.)

122 / PUNTO GÉNERO


Bruno Puccinelli

e a “Augusta” (referência à Rua Peixoto Gomide no trecho em que liga as ruas Augusta e Frei
Caneca). É interessante considerar este último lugar, a “Augusta”, como parte das preferências
de Eliel na Consolação, principalmente utilizada nas madrugadas de sexta-feira e sábado.

As ruas, dias e períodos de ocupação são pontuais e determinam maior ou menos apreço
pelo espaço. A “Augusta” de Eliel não é boa como a “Vieira” e nisso os discursos de Adriano e
Fernando se coadunam com o dele:

“Tem um monte de gente que vai na ‘Augusta’, se droga e fala mal da ‘Vieira’, mas também
vai na ‘Vieira’. Um monte que acha que estar na Augusta é ser superior. Lá só tem drogado,
‘A Lôca’ é famosa porque só tem drogas”.

A ênfase, neste caso, é a discriminação da República pelas pessoas que circulam pela
Consolação, inclusive pessoas que estão sempre na República. Os lugares ocupados na
Consolação teriam o poder de tornar alguém superior pela simples presença, incluindo aí
uma superioridade masculina dentre performances subjetivas e avaliação de outras pessoas
como desejáveis.

CONSIDERAÇÕES FINAIS

Tanto o título como as argumentações deste artigo podem indicar tratar-se de uma
explanação localizada, de um contexto muito particular e que não tem necessariamente
respaldo com outros universos de definição dos espaços das cidades ou que impossibilitaria
a comparação com esses outros universos. Isso em parte é verdade. Mas a forma como brasi-
leiros e aqueles que vivem em São Paulo definem de forma generificada as coisas, limitados
pela linguagem, não dão conta da forma como qualquer pessoa generifica o espaço. Isso
fica mais claro quando observamos com atenção os escritos de Doreen Massey acerca da
generificação do espaço e as formas sempre políticas que esse processo infere. Pensando a
partir do inglês, língua na qual coisas possuem gênero neutro, mas que não têm neutralida-
de na definição gendrada, a geógrafa tece importantes comentários sobre como, de forma
geral, o espaço é feminino. Esse ponto aparece mais claramente quando Massey disserta
acerca das grandes narrativas que imprimem ao tempo o poder de mudar, alterar, produzir
discursos, enquanto ao espaço caberia a imobilidade, a passividade e a aceitação. Não é de
hoje que esses dois polos costumam exemplificar o que seria masculino (potente, público e
político) em contraposição ao que seria tido como próprio do feminino (impotente, doméstico,
apolítico). Também não é de hoje que movimentos feministas diversos contestam a ideia
de político como algo próprio do masculino e doméstico como algo afastado do político.

Binnie & Skeggs (2004) também mostram como um espaço da classe trabalhadora,
masculina, passa a ser reconhecido como gay para, posteriormente, ser valorizado como
espaço seguro para mulheres. Perlongher (2008), antropólogo argentino radicado no Brasil,
demonstra como a ocupação das ruas do centro da cidade de São Paulo por homens que
se prostituem podem, a princípio, imprimir um espectro masculino a tais espaços; a atua-
ção como michês, no entanto, pode aproximá-los das mulheres que vendem seus corpos e
feminizá-los enquanto pessoas que fazem sexo com homens; a mediação do dinheiro, por
outro lado, reimprime-lhes a masculinidade na justificativa do sexo por meio monetário,
objetivo; os usos sexuais, performances públicas e aparência para conseguir clientes reforçam
o espectro do masculino que pode estar em jogo e, atuando como marcas de virilidade e
tensores libidinais, se tornam potências masculinas. Esse ponto, em especial, nos interessa

PUNTO GÉNERO / 123


Rua declinada no masculino: sexualidades, mercado imobiliário e masculinidades no Centro de São Paulo (Brasil)

no que tem de manejo de marcadores sociais da diferença que imprimem maior ou menor
masculinidade a sujeitos e espaços: a dinâmica social, no caso dos prostitutos descritos por
Perlongher, produz espaços como esquinas, trechos de ruas e áreas urbanas que são mais
masculinas do que outras. Há ruas declinadas no masculino.

A antropóloga Regina Facchini (2008), Hunza Vargas Salamanca (2010) e Puccinelli (op. Cit.),
em diferentes contextos históricos, espaciais e nacionais, mostram processos semelhantes de
atribuição de masculinidades a ruas, bairros e cidades que atuam como parte da definição de
si e de outrem como sexualmente atraentes, socialmente legítimos ou potencialmente con-
tamináveis. Não à toa a ideia de “doença” surge em algumas falas como algo próprio daqueles
sujeitos reconhecidos como homossexuais, mas mais femininos, pobres e com possibilidade de
ter “aids”. A doença aqui se sobrepõe ao vírus que lhe causa e ganha uma agência que inexiste
à sua transmissão: a possibilidade de ser contraída numa conversa ou apenas na proximidade
com esses sujeitos, essas bichas. Tal processo tem impacto, inclusive, em como as ações de
prevenção em lugares de sociabilidade de homens com condutas homossexuais na cidade
de São Paulo são espacializadas, com quase total atuação na região República. Mas o que o
descrito e analisado até agora teria a ver com o mercado imobiliário na cidade?

Grande parte do investimento em novos edifícios residenciais no centro de São Paulo


ocorre na região Augusta, como dito anteriormente, com foco principal nas ruas Augusta,
Frei Caneca e Paim, sendo que a segunda rua, a Frei Caneca, foi a primeira a receber tais edi-
ficações. Ainda que se possa argumentar pelo menor valor desses logradouros em relação a
outros no entorno, é fato que a identificação com o público “gay” ajudou muito a tornar viável
a escolha dos terrenos, definição de perfil das unidades e direcionamento de campanhas
publicitárias. Por conta do espaço exíguo deste artigo não poderei aprofundar este tópico;
no entanto, basta saber que há em todos os folhetos de propaganda referências à região
como “cosmopolita”, espaço de vivências e trocas ligadas a outras experiências citadinas in-
ternacionais, como Nova Iorque e Londres, por exemplo. A existência de uma frequência “gay”
certamente possibilitou a concretização desta região como um espaço internacionalizado.

Por outro lado, na Rua Frei Caneca não é qualquer tipo de “gay” que circula. As falas
destacadas anteriormente mostram como o “gay” idealizado na região é majoritariamente
branco, de maior poder aquisitivo, o que lhe confere também maior bagagem educacional
e cultural, tem gostos sofisticados e, principalmente, é masculino. Entender-se como homos-
sexual masculino, como “gay”, é afastar-se daqueles que são entendidos como afeminados,
bichas, mesmo estando no mesmo espaço, num raio de poucos metros. Um rapaz entendido
como bicha, nos termos aqui apresentados, ainda que esteja num bar ao lado daquele que
se define como “gay”, será alocado na região República. Não só isso, esse rapaz da região
República não estará no centro de interesses de quem se define como “gay”, portanto na
região Augusta. Interesses esses que incluem, em alguma medida, viver no centro da cidade,
ainda que as falas destacadas não versem sobre isso. No entanto, as propagandas dos novos
edifícios enfatizam as vantagens e sofisticação de morar nesse centro e suas rápidas vendas
evidenciam que há respaldo nesse discurso. As bichas, homossexuais afeminados e tidos
como mais pobres, negros e potencialmente doentes, não estão no centro, são periferizados.

Interessante notar como muitos marcadores da diferença são acionados e competem


na definição generificada de um espaço da cidade. Anne McClintock (2010), antropóloga
zimbabuena, ao tratar dos diários de Massa no século XIX e sua obsessão sobre as mulheres
trabalhadoras em Londres, mostra como essas mulheres, moradoras da periferia da cidade,

124 / PUNTO GÉNERO


Bruno Puccinelli

são bestializadas, masculinizadas e aproximadas às ideias racistas que viam a África como
lugar de selvagens. Tais mulheres, na análise de McClintock, estão mais próximas da África
do que de Londres. Em nossa análise a rua mais feminina também é mais negativa e o que
valoriza o logradouro, em níveis de sentido diversos, é ela ser declinada no masculino. Dessa
forma, centro e periferia, masculino e feminino se coadunam e formam sujeitos e espaços
sexualmente desejáveis que resvalam para outros sentidos de interesse. No geral, essa
dinâmica corresponde a uma atribuição de centralidade a si mesmo, operando com uma
auto-valorização que aloca desejo e masculinidades hegemônicas. Nas narrativas destacadas
não há menção a si que aloque os sujeitos enquanto bichas ou valorize a região da República,
por exemplo. O caso de Eliel altera um pouco esse espectro: tida como espaço de realização
de seus contatos afetivos, políticos e recreativos, a República surge menos desvalorizada e
outra diferença em relação à Augusta entra em operação. No entanto, mesmo a República e
ruas adjacentes não são isentas de desvalorização por sua suposta afeminação. Rua, quando
declinada no feminino, declina.

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PUNTO GÉNERO / 125


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126 / PUNTO GÉNERO


TEMA IV

masculinidades y
ACADEMIA
Revista Punto Género Nº 6. Mayo de 2016
ISSN 0719-0417 / 129 - 141

Los estudios de la(s) masculinidad(es) en la academia


universitaria. El caso de México

The masculinity/masculinities studies in University academia. The


Mexican case
Elva Rivera Gómez1 y Cirilo Rivera García2

Resumen

A más de dos décadas de la expansión de los estudios feministas contemporáneos y, posteriormente, los
estudios de la(s) masculinidad(es) es necesario conocer los avances, los obstáculos que han enfrentado
estos, así como los nuevos retos en las comunidades científicas mexicanas. Desde el enfoque feminista se
presenta un primer esbozo del estudio de los hombres, masculinidad(es) y género y su desarrollo en México.

La disertación contempla los enfoques epistemológicos que han permeado los estudios de las
masculinidad(es) desde la década de los noventa a la actualidad; las líneas y resultados de investigación
en algunos posgrados del área de ciencias sociales y humanidades en las universidades públicas e insti-
tuciones de educación superior. El trabajo forma parte de la línea de investigación Género e Historia del
Cuerpo Académico Consolidado de Estudios Históricos de la BUAP e Historia, Género y Educación de la
Maestría en Estudios de Género en la Universidad Autónoma de Tlaxcala.

Palabras clave: feminismo - estudios de las masculinidades - academia - universidades - México.

Abstract

It is important to know about the progress and obstacles that contemporary feminist studies have faced
after more than two decades and masculinity studies more recently have had. In addition, it is important
to know about the chalenges that there are in Mexican scientific comunities. The first draft of the study
of men, masculinity (ies), gender and its development in Mexico is presented from the feminist approach.

The lecture will consider the epistemological approaches that have permeated studies of masculinity
(ies) from the nineties to the present; topics and research results in some postgrads in social sciences and
humanities in public universities and colleges. This task is a part of Gender and History research about the
Consolidated Academic Board of Historical Studies at BUAP and History, Gender and Education Master in
Gender Studies at Universidad Autonoma de Tlaxcala.

Key words: feminism - masculinity studies - academia - universities - Mexico.

Fecha de recepción: Agosto 2015


Fecha de aprobación: Septiembre 2015

1 Doctora en Historia y Estudios Regionales por la Universidad Veracruzana. Profesora Investigadora del Colegio
de Historia de la FFyL de la BUAP. Integrante de la Red Internacional de Estudios de las Masculinidades. E-mail:
elva.rivera@gmail.com
2 Maestro en Educación por la BUAP. Profesor de la Maestría en Estudios de Género de la Universidad Autónoma
de Tlaxcala. Fundador del Colectivo Construyendo Equidad y del Programa de radio “Varones en la Intimidad”.
E-mail: ciriga73@gmail.com

PUNTO GÉNERO / 129


Los estudios de la(s) masculinidad(es) en la academia universitaria. El caso de México

EL FEMINISMO Y LOS ESTUDIOS SOBRE LA MASCULINIDAD(ES) EN LAS UNIVERSIDADES

Como palabras iniciales es importante destacar que la teoría feminista y sus corrientes
han contribuido en la construcción del conocimiento crítico al cuestionar el androcentrismo
de la ciencia. Asimismo, han criticado las interpretaciones biologicistas, misóginas, sexistas
y racistas que han sustentado –y sustentan– la epistemología moderna y contemporánea
en las disciplinas e investigaciones.

El feminismo como teoría –y las feministas– ha roto con los paradigmas epistemológicos de
la ciencia patriarcal recurriendo a diversas estrategias en las instituciones de educación supe-
rior, entre las cuales destacan: a) La legitimación del feminismo como parte del desarrollo del
conocimiento científico humanista. b) La formación de especialistas y profesionales por medio
de cursos, seminarios, cátedras, diplomados y posgrados. c) La introducción de una agenda de
investigación y d) La promoción de vínculos entre la academia y el movimiento amplio de las
mujeres –y ahora de los hombres– que retoman al feminismo como una epistemología en sus
investigaciones y, además, como parte de la transformación de su vida personal.

En la década de los ochenta del siglo XX en las instituciones de educación superior en


México, en especial en las Ciencias Sociales –bajo la influencia de la teoría feminista–, los
estudios de la masculinidad inician tímida y aisladamente el estudio de lo que hoy se llama
diversidad sexual: la homosexualidad y el movimiento gay.

En el contexto de la crisis del Estado benefactor y el inicio de la economía neoliberal la


teoría feminista acuñó el concepto género. Fue entonces que un sector de este transitó de los
estudios de la mujer a los estudios de género. Así también los organismos internacionales y el
plan de acción de las Conferencias Internacionales de la Mujer3 (Beijing, 1995) de Población
(Cairo, 1994), entre otras, incorporaron la categoría de género en el diseño y operación de
los programas sociales de los gobiernos para coadyuvar a resolver las problemáticas de las
mujeres e involucró a los hombres en la atención de políticas sociales, tanto en el espacio
privado como público.

En la década de los noventa el feminismo en las universidades mexicanas tuvo sus propios
quiebres epistemológicos: permanecer como estudios de la mujer o transformarse en estudios
de género. El debate entre las académicas feministas condujo a la disputa académica y teórica
para validar la permanencia de los estudios de la mujer. Otras optaron por transformarse en
estudios de género. Esta coyuntura posibilitó la creación de Centros y Programas de Estudios
de Género. Tal fue el caso de la fundación del Programa Universitario de Estudios de Género
de la UNAM y de otros estados de la república mexicana.

En este contexto la introducción de la categoría género visibilizó el estudio de la condición


de otra parte de la población, los hombres. A este respecto Cazés4 (1998) destaca que antes hubo
un antecedente de estudios en el pasado donde sustancialmente se investigó a los hombres,

3 En esta conferencia se incorporaron acciones para involucrar a los hombres en la participación de las políticas de
igualdad. En la artículo 107. c) Alentar a los hombres a que participen en condiciones de igualdad en el cuidado
de los hijos y el trabajo doméstico y a que aporten la parte que les corresponde de apoyo financiero a sus familias,
incluso cuando no vivan con ellas (1985: 44).
4 Murió en diciembre de 2012. Sus aportes fueron muy importantes en la Antropología Social. Acuñó el concepto
estudios de género de los hombres. Participó en la fundación de la Academia Mexicana de Estudios de Género
de los Hombres (AMEGH).

130 / PUNTO GÉNERO


Elva Rivera Gómez y Cirilo Rivera García

la hombría, la virilidad y la masculinidad. Por ello advierte que el inicio de los estudios de los
hombres, de masculinidad(es), tienen este antecedente –la década de los noventa– “cuando
dio marcha a la intervención de algunos hombres ligados a intelectuales y activistas del feminismo,
en la reflexión y la investigación de la condición masculina” (Cazés, 1998: 106).

¿Qué pasa en la academia en relación con la autorreflexión del ser hombre? Es una
interrogante que pocos intelectuales sociales se hacen a partir de su praxis académica y
política, y más aún cuando algunos de ellos olfatean y coquetean o utilizan mercantilmente
estos estudios para convertirse en intelectuales o vacas sagradas sin un compromiso ético,
humanista y de transformación personal. Por ello bien vale la pena retomar las palabras de
Cazés cuando plantea por qué estudiar(se) como hombre desde el enfoque de género.

“[…] a mi juicio se plantea hoy como elemento importante para el desarrollo académico
y político de los estudios de género, es la presencia creciente de hombres que buscamos
comprender nuestra condición y nuestras situaciones de vida desde la óptica y la experiencia
de quienes somos, como género, somos portadores de la opresión […]” (Cazés, 1998: 107).

Este autor reconoce la herencia epistemológica del feminismo en el estudio del tema de
los hombres y de género como académico y activista al afirmar:

“[…] somos académicos y activistas5 que actuamos con base en una crítica de la cultura
proveniente del marxismo o de los movimientos de las décadas de los sesenta y los setenta, y
que hemos comprendido la necesidad de apoyar los movimientos con que las mujeres han ido
abriendo los espacios sociales, políticos, culturales, que les han sido vetados durante milenios. Y
que hacemos esto con la convicción de que así estamos en el camino de las transformaciones
profundas en las relaciones entre los seres humanos, cuyo planteamiento original forma parte
del feminismo, del que nos es imprescindible estar cerca para avanzar hacia la convergencia
más adecuada, alejándonos de la opresión y de la enajenación” (Cazés, 1998: 107).

Es importante conocer desde dónde, qué enfoque y qué metodología se estudia la


condición masculina. En la propuesta de Cazés, la metodología de género en los estudios
acerca de la condición masculina implica explicar a los hombres en momentos históricos,
sociedades y culturas concretas. Y propone los siguientes principios metodológicos para el
desarrollo de programas académicos de los estudios de género en los hombres: los aportes
de la teoría de género6, desigualdades entre hombres y mujeres, desigualdades de los hom-
bres y entre ellos (poderes y privilegios), es decir, en su opinión el estudio de género es un
estudio de ejercicio del dominio de género (jerarquización de género, espacios y las formas
de opresión de género, de la desigualdad y de los pactos entre los hombres), los pactos
patriarcales fundados en la virilidad y fundadores de la violencia, analizar la contribución
de los estudios de los hombres y la aplicación de la teoría y la metodología de género por
parte de ellos. Por tanto, apunta el autor, es pertinente ante la urgencia de deconstruir con-
cepciones y actitudes masculinas patriarcales, tanto en la vida pública como en la intimidad de
la privada […] (Cazés, 1998, pp. 113-114). En este sentido es importante señalar que en la
academia universitaria mexicana está pendiente un estudio en torno a las premisas teóricas

5 En el caso de los académicos que impulsaron estos estudios en las universidades mexicanas, la mayoría provino
de la clase media urbana.
6 Seguimos la propuesta de Scott en el señalamiento que hace en torno al empleo de la categoría género. Hay
autores como Cazés que denominan la teoría de género. Propuesta que es discutida al interior de la teoría
feminista contemporánea.

PUNTO GÉNERO / 131


Los estudios de la(s) masculinidad(es) en la academia universitaria. El caso de México

y metodológicas que sustentan las investigaciones sobre los estudios de las masculinidades
en los estudios de posgrado7.

El eje central de análisis del estudio de la masculinidad, sostienen Gloria Careaga y Salvador
Cruz, es el poder, concepto fundamental en el estudio de género y, particularmente en el campo
de la masculinidad (Careaga y Cruz, 2006: 11).

Al finalizar el siglo XX y principios del siglo XXI los estudios de los hombres, los varones
y las masculinidades se posicionan en el discurso político, académico y –sobre todo el
último– en las políticas públicas8. En las universidades se inició la reflexión de este tópico
en los seminarios, cursos y líneas de investigación9.

El Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la UNAM desde 1993 abrió


una línea de investigación. El “Proyecto de estudios de la masculinidad y sus implicaciones
sociales” en el que participó Daniel Cazés. A partir de esto se derivaron algunas publicaciones.
Un trabajo pionero fue “La dimensión social del género: posibilidades de vida para mujeres
y hombres en el patriarcado”, en Antología de la Sexualidad Humana (1994).

Así también el PUEG desarrolló cuatro seminarios donde además no solo fue un espacio
de reflexión entre integrantes de la academia de diversas instituciones sino también de
vinculación con las ONG y las instancias gubernamentales. Las temáticas estudiadas fueron
las siguientes: El ejercicio del poder y la masculinidad; Modelos de desarrollo y masculini-
dad; Políticas públicas y masculinidad; Masculinidad y participación y Acción ciudadano.
Este ejercicio interinstitucional fue muy importante, refieren Careaga y Cruz […] no solo de
reflexión teórica y de incidencia en los proyectos de intervención social y en el diseño de las políticas
públicas (Careaga y Cruz, 2006: 15).

El apoyo del PUEG de la UNAM en la institucionalización de los estudios de género fue


vital en las universidades del interior de la república mexicana. Este fue el caso del Centro
de Estudios de Género de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, pues en 1998 se
realizó el Primer Seminario “Masculinidad y Cultura” (Rivera, 2006), donde confluyó la acade-
mia, el sector gubernamental y la sociedad civil como un ejercicio de aprendizaje colectivo
e inter­institucional a nivel estatal.

7 Se requiere de una revisión más profunda para analizar las propuestas metodológicas que plantea Cazés, desde
el uso de los conceptos y metodología que se han privilegiado hasta ahora en cada disciplina e institución
académica.
8 A partir de la CIPD (1994) en el Cairo, se impulsaron acciones de reflexión en la agenda pública acerca de la
importancia de incorporar a los hombres para la construcción de la igualdad, un ejemplo de ello fueron: en
la Comisión de Naciones Unidas sobre el Estatus de las Mujeres en su documento: “El papel de hombres y
niños en el logro de la igualdad de Género”. En México, a partir del 2012, la Ley Federal del Trabajo establece
la Licencia de Paternidad en el artículo 132, fracción XXVII Bis. Que dice: “Otorgar permiso de paternidad de
cinco días laborables con goce de sueldo, a los hombres trabajadores, por el nacimiento de sus hijos y de igual
manera en el caso de la adopción de un infante”.
9 Derivado de la formación en los estudios feministas en el Taller de Antropología de la Mujer del Colegio de
Antropología Social de la Universidad Autónoma de Puebla impartido por Marcela Lagarde y más tarde dirigido
por María Eugenia D’Aubeterre y Patricia Castañeda Salgado, este se transformó en Seminario de Estudios de
Género. Así, en 1996, la primera tesis que abordó el tema de las masculinidades desde el enfoque feminista
fue A todos los que quieren y aman el juego del hombre: el juego, una forma de expresión de la masculinidad de los
obreros de la Volkswagen, de Fernando Huerta Rojas (Rivera, 2010).

132 / PUNTO GÉNERO


Elva Rivera Gómez y Cirilo Rivera García

Más tarde, en el PUEG este programa continuó con la reflexión teórica en esta temática.
En el 2000 Javier Alatorre coordinó el área de Masculinidad. Los objetivos fueron, entre otros:
estimular la investigación, la capacitación y acción en masculinidad con el propósito de lograr
una sociedad más equitativa entre los sexos. Alatorre señaló que en el seminario principalmente:

1. […] revisamos los distintos aportes teóricos en esta área y las principales tensiones que
tienen que desarrollarse para poder entender los procesos de construcción y reproducción
de la masculinidad. […] han participado profesores nacionales e internacionales como
Teresita de Barbieri, Matthew Gutmann, Ondina Fachel y Victor Seidler. Al Seminario asisten
investigadores(as), representantes de instituciones gubernamentales y no gubernamentales,
esperamos apoyar las labores de investigación, enseñanza y desarrollo de acciones y políticas
públicas en México sobre la masculinidad.

2. Investigación: estamos realizando investigación sobre sexualidad masculina y paternidad.

3. Capacitación: estamos desarrollando un modelo de capacitación para prestadores de


servicio del sector salud para incorporar a los hombres a las acciones en salud sexual y
reproductiva (Alatorre, 2000).

A pesar de estos avances en este campo de conocimiento, en la academia universitaria


mexicana aún prevalece la exclusión, las resistencias, la misoginia, el androcentrismo y se
cuestiona al feminismo por su crítica al pensamiento racional patriarcal en las instituciones
de educación superior10. Al respecto coincidimos con Núñez (2004) cuando advierte que los
estudios de las masculinidades vive un proceso similar al de los estudios feministas, pues “los
hombres” sujetos genéricos son excluidos del conocimiento de diferentes formas:

1. […] en los cuerpos tradicionales del conocimiento, sobre todo cuando los comportamien-
tos resultantes de una socialización de género se consideran producto de su “naturaleza” o
cuando se les trata como seres universales.

2. […] como poseedores de conocimiento, cuando se les priva de la posibilidad de conocer


de otras maneras, conocer por medio de sus emociones, de sus dinámicas deseantes, de
sus experiencias corporales, en la medida que se les conmina a actuar racionalmente y a
despreciar o reprimir las características simbólicamente “femeninas”.

3. […] en la medida en que no se conozcan a sí mismos en tanto sujetos genéricos, y no


sean capaces de encontrar una relación entre sus malestares, sus “problemas sin nombre”,
y su construcción genérica.

4. […] en la medida en que se les prive de credibilidad como seres capaces de producir co-
nocimiento (“objetivo”) por considerárselas incapaces de “objetividad” en la medida en que
son considerados simbólicamente femeninos […]

5. […] por la concepción misma de lo que cuenta como conocimiento y por las concepciones
sobre la razón y la objetividad. Las experiencias de los propios “hombres” y sus saberes sobre
su experiencia como “hombres”, es decir, como sujetos genéricos, o sobre su socialización

10 Consuelo Miqueo, Ma. José Barral y Carmen Magallón (2008), reúnen trabajos académicos de investigaciones
de diversos países, que presentan resultados de orden cuantitativo y cualitativo que develan las inequidades en
el campo científico, además se señalan las diferentes formas de exclusión de las mujeres investigadoras a partir
del modelo androcentrismo científico.

PUNTO GÉNERO / 133


Los estudios de la(s) masculinidad(es) en la academia universitaria. El caso de México

como sujetos genéricos, muchas veces se excluyen porque se les considera “subjetivas”, así
como “no masculinas” (Núñez, 2004: 29-30).

La exclusión de los saberes de las mujeres y los hombres como sujetos genéricos ha obli-
gado a un sector del feminismo, y a los hombres que se adhieren a esta corriente, a reflexionar
respecto de la masculinidad, es decir, la manera en cómo se configuran y reconfiguran las
identidades genéricas a partir de las transformaciones estructurales, económicas, sociales
y culturales que generan cambios en las relaciones de género. De tal forma que en México
tenemos desde hace unos años obras colectivas y foros académicos donde se han analizado
los aspectos teórico-metodológicos de estos.

Como resultado del debate epistemológico de la masculinidad, Amuchástegui propone,


en términos metodológicos, el empleo del concepto “Construcción de la masculinidad” para:

[…] designar una serie de discursos y prácticas sociales que pretenden definir al término
masculino del género dentro de configuraciones históricas particulares, diferenciándolo de
las propias experiencias de los hombres, que no están reducidos a someterse a tal construc-
ción y que manifiestan innumerables formas de resistencia (Amuchástegui, 2006: 175).

Es importante señalar que tanto los estudios feministas como los estudios de la mascu-
linidad no son “aceptados”11 por la academia tradicional, por eso hay disputas en el campo
de las ciencias sociales y resistencias para reconocer sus aportes. A pesar de la reorganiza-
ción –con tintes académicos reformistas– que se ha impuesto en el sistema de educación
superior en México, estos estudios han tenido que adecuarse a las políticas financieras en la
gran mayoría de las instituciones en el país.

Por ejemplo, el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer del Colegio de México


(PIEM-COLMEX) tuvo que sortear una reestructuración y reubicarse en el Centro de Estudios
Sociológicos, a pesar de tener una trayectoria muy importante en la formación de los estudios
de las mujeres, este no pudo mantener su autonomía académica. A pesar de esta situación,
es importante apuntar que este espacio académico formó a especialistas en los cursos de
verano y de especialización, y además ha contribuido a la expansión de estos estudios en
otros centros universitarios. Un aporte al estudio de las masculinidades fueron los trabajos
pioneros de Ana Amuschástegui e Ivonne Szasz (2007), y recientemente este programa fundó
la Revista Interdisciplinaria de Estudios de Género (2015).

Por otra parte, en la Universidad de Guadalajara, Juan Carlos Ramírez12 (2008) condujo los
trabajos del Segundo Congreso sobre varones y masculinidades en el 2006, donde además
fue la sede y fundación de la Asociación Mexicana de Estudios del Género de los Hombres
(AMEGH). Él es pionero en los estudios de la violencia y las masculinidades. Una obra colectiva
coordinada con Griselda Uribe Vázquez fue publicada en 2008.

11 Nos hemos encontrado casos de algunas/os estudiantes de posgrado que presentan sus proyectos de investigación
desde las teorías feministas o de género como categoría de análisis, son menospreciados por los comités
académicos o simplemente ignoran sus proyectos.
12 Sus primeros trabajos se dedicaron al tema de la salud sexual y reproductiva, posteriormente incursionó a los
estudios de las masculinidades. En la página de la UdeG, el Centro de Investigación no registra las publicaciones
del autor. Por tanto, esta es una forma de invisibilizar sus resultados de investigación, tanto al interior como al
exterior de la comunidad académica.

134 / PUNTO GÉNERO


Elva Rivera Gómez y Cirilo Rivera García

Reconocer las investigaciones de las feministas en la academia no ha sido fácil. Lo mismo


enfrentan los estudios de las masculinidades. Por ejemplo rastrear en los portales institucio-
nales13 los temas de tesis y sus respectivas direcciones en los posgrados de los pioneros en
los estudios de la masculinidad ha sido difícil. Suponemos que prevalece en estas los sistemas
clásicos del resguardo físico y la digitalización implica tal vez riesgos como el plagio. Esta
situación impidió indagar ampliamente las investigaciones en la gran mayoría de posgrados
del área de ciencias sociales y humanidades, en especial sobre los y las tesistas de alguno de
estos académicos y académicas14.

Guillermo Núñez Noriega, del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.


C., en Sonora, desarrolla la Línea de Género y Grupos Vulnerables desde el 1 de septiembre
de 1997. A pesar de su experiencia y aportes en el campo de las masculinidades, la línea
no aparece registrada oficialmente15. En la misma situación se encuentra Fernando Huerta
adscrito al Centro de Estudios Interdisciplinarios de Género y a la academia de Arte y
Patrimonio Cultural de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Uno más es el de
Rodrigo Parrini Roses de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. En su caso, se
da cuenta que en el 2011 impartió el Seminario Teorías y metodologías para el estudio de
las masculinidades en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Si de reflexión y crítica académica se trata es vital subrayar que los congresos, coloquios
y encuentros son un espacio de reflexión de los estudios relativos a la masculinidad, los va-
rones, y los hombres. El primero de ellos fue organizado por Guitté Hartog y Elva Rivera en la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en el 2004, donde se fundó la Red Internacional
de Estudios sobre varones y masculinidades y, más tarde, se inició la publicación digital de
la Revista La Manzana (Rivera, 2006).

La Asociación Mexicana de Estudios del Género de los Hombres (AMEGH) fue impulsada
por un grupo de académicos e integrantes de la sociedad civil que decidieron en el 2005 ins-
titucionalizarla como Asociación Civil. El primero en presidirlo fue Guillermo Núñez Noriega.
Esta asociación ha construido un repositorio digital que alberga tesis de posgrado y de grado,
artículos y ensayos acerca de tópicos dedicados a los estudios de género de los hombres. Sin
embargo para tener acceso a esta base de datos y material se requiere de un pago simbólico16.

13 En las dos últimas décadas en México, gracias a la Ley de Transparencia, se ha transitado a la digitalización de la
información, la que ha coadyuvado a dar a conocer parte de la documentación oficial y consultar sus acervos
virtuales. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), por medio del Programa Nacional de Posgrados
de Calidad (PNPC), ha impulsado la digitalización de la información, entre estas se ubican las tesis. Parcialmente
solo algunos posgrados y centros de investigación han ubicado en sus portales virtuales una sección de tesis.
Por lo que para complementar la información se requiere de la consulta física de cada una de las bibliotecas para
ampliar la información respecto de este tema.
14 Por ello es importante contar con un portal digital que albergue de manera gratuita el repositorio de tesis de
grado y posgrado. En cambio en la redes de los colectivos que trabajan la temática desde la sociedad civil sí
aparecen las líneas de acción y entrelazados entre redes colectivas.
15 Para algunos cuerpos académicos –grupos de investigación reconocidos al interior de las instituciones educativas
en México–, los estudios de las mujeres, género y de las masculinidades tienen poca relevancia; los aportes a
la ciencia social y de las humanidades aún no es reconocida como área de conocimiento en la evaluación del
Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). De tal manera que
es necesario investigar a profundidad si son o no reconocidos y visibles estas investigaciones en las universidades
y centros de investigación.
16 Es importante señalar que la mayoría de las investigaciones de grado y posgrado han sido desarrolladas con recursos
públicos federales o estatales. Por tanto, el acceso a estos debería ser libre. En el contexto del neoliberalismo las
Asociaciones Civiles u Organizaciones de la Sociedad Civil se han visto obligadas a autofinanciarse. Esto también

PUNTO GÉNERO / 135


Los estudios de la(s) masculinidad(es) en la academia universitaria. El caso de México

Por tanto, sus congresos (2006-2013) han sido un espacio de vinculación entre la academia
y la sociedad civil. Rivera (2014) recomienda realizar investigaciones a futuro para conocer la
incidencia de los estudios de género y de las masculinidades y los resultados obtenidos en el
binomio academia-sociedad civil, ante la ausencia de una formación feminista de quienes se
dedican a la capacitación en temas de la perspectiva de género y masculinidades financiados
por las instituciones públicas.

A esta iniciativa se suman dos trabajos que abordan el análisis de los hombres activistas
con el feminismo. El primero de ellos es un trabajo colectivo coordinado por Tania Escalante e
Ignacio Lozano (2014), dicho trabajo aborda reflexiones teóricas, experiencias de trabajos con
hombres desde diferentes aristas: sexualidad, violencia, homofobia, entre otros. El segundo,
David Pinilla (2014) analiza en su investigación las formas en que los hombres participan
en el activismo en grupos para detener la violencia masculina, igualdad de género y en la
diversidad sexual.

Por otra parte, la mayoría de los académicos universitarios, en particular los científicos
sociales, hasta ahora no han incorporado en sus investigaciones a los hombres como sujetos
genéricos. De tal forma que estos no forman parte del corpus teórico metodológico de sus
investigaciones. Por ello, Núñez reconoce, que:

[…] entre los “hombres” existen saberes subyugados sobre sí mismos como sujetos genéri-
cos. Las historias y saberes sobre su subjetividad, su identidad y sus prácticas suelen quedar
excluidos del conocimiento, sobre todo si implican saberes que son objeto de represión y
negación social que no caben en las definiciones dominantes de “conocimiento” ni de ser
“hombres” (Núñez, 2004: 30).

En los primeros años del siglo XXI la creación de las Maestrías en Estudios de Género del
Colegio de México (2010) y la Maestría en Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco han sido espacios académicos de formación en la investigación
feminista y en los estudios sobre la masculinidad(es). Además han contribuido a generar
nuevas líneas de investigación en otros posgrados de ciencias sociales y humanidades, cuyos
cursos, seminarios y dirección de tesis son un aporte más de las académicas feministas y de
académicos que se adhieren a este campo epistémico.

LOS ESTUDIOS DE LAS MASCULINIDADES EN LOS POSGRADOS EN MÉXICO, UN


PRIMER ACERCAMIENTO

El desarrollo de los estudios feministas a los largo de las dos últimas décadas del siglo XX
posibilitó que en el nuevo milenio en algunas universidades se diera paso a la creación de líneas
de investigación acerca de estudios de género y masculinidad, y además su institucionalización
ha generado el desarrollo de investigaciones en los estudios de posgrados17.

ha forzado a buscar recursos alternos mediante cuotas “simbólicas”. De tal forma, deberíamos reflexionar hasta
dónde estas políticas públicas han orillado a mercantilizar no solo los estudios feministas, de género y los estudios
de las masculinidades. Luego entonces habría que preguntarse qué hacer para compaginar el binomio academia
del sector público-sociedad civil.
17 A continuación se presenta la primera recopilación de tesis de posgrado desarrolladas en instituciones de educación
superior en México. Resta mencionar que está pendiente un análisis acerca de los enfoques y metodologías en
estas investigaciones.

136 / PUNTO GÉNERO


Elva Rivera Gómez y Cirilo Rivera García

En el 2001 Nelson Minello del Centro de Estudios Sociológicos del COLMEX obtuvo el
grado de Doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Antropología Social por el Centro
de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS-Occidente), con la
tesis La masculinidad en México al fin del milenio.

En el Colegio de México las disertaciones doctorales en Ciencias Sociales del Centro de


Estudios Sociológicos en el tema que nos ocupa fueron las siguientes: Calvario, José Eduardo
(2014). Género y masculinidad, juegos de poder y configuración del peligro en el poblado Miguel
Alemán, Sonora, y la de Lara Carmona, Vanessa Lizbeth (2012). Masculinidades en el trabajo.
Lógicas de acción y definiciones subjetivas de varones enfermos. Ambas fueron asesoradas por
Nelson Minelo.

En el Doctorado en Estudios de Población de esta misma institución se localizaron las


tesis de Gallego Montes, Gabriel (2007). Patrones de iniciación sexual y trayectorias de em-
parejamiento entre varones en la ciudad de México. Una mirada biográfica-interaccional en el
estudio de la sexualidad, asesorada por la Dra. María del Rosario de Fátima Juárez Carcaño;
y la de Rosas Mujica, Carolina Alejandra (2006). Varones al son de la migración. El papel de la
migración internacional en la configuración de la/s masculinidad/es: Estudio cualitativo en una
localidad veracruzana y en Chicago, bajo la dirección del Mtro. Manuel Ángel Castillo García.

En la Universidad Veracruzana se han sustentado las tesis doctorales de De Keijzer Fokker,


Benno George Álvaro (2010). Masculinidades, violencia, resistencia y cambio, en el Doctorado
en Salud Mental Comunitaria, y como director de tesis el Dr. Roberto Castro Pérez, del CRIM
de la UNAM. Así también en el Doctorado en Historia y Estudios Regionales de esta misma
universidad se presentaron las siguientes disertaciones: Cancino Barffusón, Sergio René
(2012). Permanencias, cambios y tensiones en el proceso de visibilización de la homosexualidad
masculina en Xalapa, Veracruz 1969-2000; Guzmán Ibáñez, María de Lourdes (2009). Violencia
conyugal y dominación masculina. Veracruz (1990-2005), y Belmonte Juárez, Gregorio (2007).
Construcción de masculinidades e incidencia en el embarazo en adolescentes del Valle del Yaqui
2000-2004. Todas bajo la dirección de la Dra. Rosío Córdova Plaza.

En el Colegio de Michoacán, en el Centro de Estudios de Antropología, se presentó


la tesis doctoral de Oscar Misael Hernández Hernández (2007). La producción de hombres
ordinarios. Procesos históricos y construcción de las masculinidades en Tamaulipas. Además, es
importante reconocer la contribución de Misael (2008) al campo de estudios que nos ocupa
el balance historiográfico en las investigaciones de las y los especialistas internacionales y
nacionales en torno a los aspectos teórico-metodológicos empleados en los estudios de las
masculinidades en México.

La Maestría en Estudios de Género del Centro de Estudios Sociológicos del COLMEX,


desde su creación en el 2005 a la fecha ha tenido cinco generaciones y se han sustentado
61 tesis: 10 (2012-204); 13 (2012-2010); 11 (2009-2007); 16 (2007-2005); 11 (2005-2003). En
estas disertaciones prevalecen los estudios sobre las mujeres. Son escasas las dedicadas a
los estudios de las masculinidades y hombres. Entre estos se ubican las siguientes: García
Reyes, Fidel (2014). Visibilizar a los invisibles: representación y militancia en la fotografía y pintura
expuesta en los primeros 25 años de la Semana Cultural Lésbico-Gay en el Museo Universitario
del Chopo, bajo la asesoría deAna María Tepichin y la codirección del Dr. Rodrigo Laguarda;
Giraldo Aguirre, Sebastián (2014). Padres en suspenso. Proceso de decisión, significados y prác-
ticas de paternidad de algunos varones gay en la Ciudad de México; González Romero, Martín

PUNTO GÉNERO / 137


Los estudios de la(s) masculinidad(es) en la academia universitaria. El caso de México

Humberto (2014). Hombres de la nación. Masculinidad y modernidad en tres novelas del México
independiente, 1857-1869; Amezcua Juárez, Pascal Dominique (2012). Experiencias de género en
las narrativas autobiográficas de Gioconda Belli y Sergio Ramírez. Un estudio sobre masculinidades
y feminidades dentro del sandinismo; Viveros Pérez, Francisco Eduardo (2012). Masculinidad
y cáncer. La (re)significación de la(s) masculinidad(es) en las experiencias del cáncer genital. Las
dos últimas asesoradas por Nelson Minelo.

Entre el 2005 y 2009 se identificaron los siguientes trabajos: Mena Méndez, Paulina (2009).
Ser padres solteros en la Ciudad de México el Área Metropolitana; Montoya Gómez, María Victoria
(2009). Amancebamientos y concubinatos. El discurso normativo y las representaciones de lo fe-
menino y lo masculino. La Ciudad de México y sus alrededores, 1777-1805, cuya asesora fue Pilar
Gonzalbo; Flores Zúñiga, Claudia Ruth (2007). Algunos elementos del ejercicio de la masculinidad
en un grupo de sacerdotes de la Iglesia católica; Narváez Lozano, Alfredo (2007). Ciudadanía y
orientación sexual: cambio social en la inclusión de la homosexualidad en el México de inicios del
siglo XXI. Asesorada por María Soledad Loaeza Tovar; Rodríguez Pérez, Ana Gabriela (2007).
El espacio apropiado: territorialización del bar Pluma blanca en Hermosillo, Sonora, asesorada
por Nelson Minelo; y la tesis de Parrini Roses, José Rodrigo (2005). Panópticos y laberintos:
Subjetivación, deseo y corporalidad en una cárcel de hombres.

En la Maestría en Estudios de la Mujer UAM-Xochimilco de la primera generación


1998-2000 a la séptima generación 2008-2010, de ochenta tesis sustentadas solo dos se
dedicaron a los estudios de masculinidades. La primera es de Celmy Teresa, Noh Poot (2007)
“Homosexualidades entre varones de Mérida, Yucatán: una sexualidad estigmatizada”, ase-
sorada por el Dr. Nelson Minello del Colegio de México; y la de Bolaños Ceballos, Fernando
(2008) “La imagen de un fenómeno en movimiento: Un acercamiento a la intervención con
hombres que ejercen violencia contra la pareja”, asesorada por Dra. Martha Torres Falcón
de la UAM-Azcapotzalco.

En la Maestría en Demografía del COLMEX identificamos los trabajos de Colín Paz, Yeimi
Alejandra (2005), que presentó la tesis El aborto ¿Un duelo para los varones? Un estudio de casos.
Cuyo asesor fue Juan Guillermo Figueroa Perea, y en la Maestría en Estudios de Asia y África
la disertación de Escalante Sandoval, Miguel Fernando (2003), Masculinidad y representaciones
del sexo entre hombres en Japón.

Y por último en CIESAS, Montiel, Oscar (2009), disertó en torno al tema Trata de personas:
padrotes, iniciación y modus operandi. Este trabajo es pionero en México y además, obtuvo
el premio “Sor Juana Inés de la Cruz” de INMUJERES.

PALABRAS FINALES

El feminismo ha aportado a la academia e investigación en las instituciones de educa-


ción superior un campo de estudios, mediante visibilización del papel desempeñado por
las mujeres en la ciencia: sujetos y objeto de estudio; además ha criticado los paradigmas
androcéntricos: misoginia y sexismo que permean en el campo de las ciencias. En el campo
de las humanidades y ciencias sociales ha propuesto el estudio de las mujeres desde diversas
dimensiones históricas, sociales, económicas y culturales, entre otros.

El feminismo trajo al debate teórico el tema del patriarcado: el poder y las relaciones
de dominación y subordinación entre las mujeres y los hombres, y con él la crítica a la

138 / PUNTO GÉNERO


Elva Rivera Gómez y Cirilo Rivera García

masculinidad tradicional, la que privilegia el papel de los hombres en el mundo de lo público


y los excluye de sus afectos a vivir una paternidad amorosa, a reproducir la violencia en sus
diversas modalidades, a inhibir el cuidado y atención de la salud sexual y reproductiva, por
mencionar algunos de los temas.

Los hombres profeministas –de la Academia Mexicana de los Hombres– han retoma-
do el feminismo histórico –como teoría– para explicar los procesos socioculturales que
lo ha construido con reproductores de una masculinidad hegemónica y buscar nuevas
formas de relaciones con las mujeres y los hombres. Desde la premisa por transformar el
conocimiento y analizar los problemas emergentes, se organizan los primeros seminarios
y talleres acerca de los estudios de las masculinidades, en especial en la UNAM, la UAM y
el Colegio de México.

Los aportes tanto de los estudios feministas como de las masculinidades se han con-
cretado en un nuevo campo de investigación, de docencia y en especial de profesionales
tanto de pregrado como posgrado. Por eso es necesario que en los centros universitarios y
de investigación se promueva:

1. Crear cátedras, seminarios y cursos curriculares tanto en las licenciaturas como en


los posgrados donde se analicen las diversas posturas teóricas del feminismo y de las
masculinidades.

2. Promover y financiar investigaciones interdisciplinarias en cada una de las Facultades,


Institutos y Centros de Investigación, por medio de las líneas de investigación para
diagnosticar la problemática que enfrentan las mujeres y hombres en el entorno local
y regional, y posibilite la elaboración de propuestas incluyentes donde estén presentes
las diversas posturas epistémicas feministas y de la masculinidad.

3. Es necesario revisar autocríticamente si los hombres que estudian a otros hombres


o las masculinidades están en proceso de cambio o mantienen las resistencias que
dictan y reproduce el sistema patriarcal, que tanto cuestiona el feminismo y un sector
de los estudios de los varones y las masculinidades.

4. Reconocer los aportes de las feministas en los estudios de los hombres y la masculinidad
en cada institución, y visibilizar sus contribuciones teóricas en este campo de estudio.

5. En las y los estudiosos/as del feminismo y la masculinidad debemos evitar la competencia


y la invisibilización de la producción científica de los/as otros/as que no coinciden o
discrepan con nuestras posturas y acercamientos metodológicos –quién sabe, quién
cita a quién, quién investiga y publica más, quién dirige o está en tal o cual grupo o
red académica–, pues estas son formas de reproducción de la mercantilización del
conocimiento propio del sistema patriarcal que se presenta como los indicadores de
“alta producción científica” en el contexto neoliberal de la investigación.

6. Crear un sitio web gratuito interinstitucional que resguarde los resultados de investi-
gación de los estudios feministas y masculinidad con servicio interno y externo para
visibilizar la contribución de las y los especialistas en la generación del conocimiento
en esta área de estudios.

PUNTO GÉNERO / 139


Los estudios de la(s) masculinidad(es) en la academia universitaria. El caso de México

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PUNTO GÉNERO / 141


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