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Desde hace varios años aguarda la hora de su publicación una antología -que ya se ha convertido en
l~yenda editorial rioplatense- del ensayista uruguayo Carlos Real de Azúa (1916-1977) preparada y pro-
logada por' Tulio Halperin Donghi. A "la espera de que la edición de ese libro llegue, Punto de vista ha re-
suelto publicar el texto que sigue, aparecido poco después de su muerte en Escritura (Venezuela), sin cir-
culación entre nosotros por aquellos años y que dirigía otro uruguayo notable, Angel Rama. La obra de
Real de Azúa, un montevideano e·rudito y sutil, se compone de unos pocos y breves volúmenes e innume·
rabies escritos -ensayos, prólogos, artículos--, dispersos en libros y revistas (entre ellos, la célebre Marcha
semanal). Los conocimientos y los intereses intelectuales que animaron esa obra, la colocan en la frontera
de varias disciplinas: la historia, la estética, la teoría política, el análisis literario, el estudio de las ideas. El
lector podrá apreciar en el ensayo que ahora publicamos la inteligencia, la versación múltiple, el gusto por
los matices y los distingos, de .Real de Azúa, así como ese estilo de reflexión, que Rama llamó "arborizan-
te", que se manifiesta hasta la exasperación en el número y la extensión de sus notas.
Al lector sorprendido ante la disposición inusual del texto, queremos avisarle que hemos intentado
unir las notas al cuerpo del ensayo desde un punto de vista formal, tal como nos parece que están uni-
das conceptualmonte. Encontrará el cuerpo del ensayo en negrita y las notas en una Jetr3 más ligera,
pero no más peque:la. Creímos así, no sólo facilitar la lectura, sino respetar la manera en que Real
de Azúa escribió y presentó su artículo.

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'· · · Resumen · · · · " "'
O
' '1 • .• " •• • ' f ' •• \ ., ,1

ebe comenzarse delimitando el modernismo como desit!{¡ante globaliza-


dor de determinados trazos estilísticos, temáticos y de ac~itud vital en un
lote de escritores latinoamericanos cuyo periodo creativo, j enil y definito-
rio, transcurrió entre los años 1885 y 1.905. Así qtipulaáo, 1zs implicaciones
ideológicas que tal corriente comportó han merecido la atenc¡ón, a veces cen-
tral, a veces lateral, de críticos y ensayistas importantes ft.A. Sánchez, J.
Marinello, J. Franco, J.J. Hernández Arregui, A. Rama, J. Romero, entre
otros). Si se trata de siste¡;¡wtizar y aun prolongar sus concl iones, debe par-
tirse de que actitudes personales, trazos estilísticos e insist ncias temáticas
pueden ser obviamente inferidas en su dimensión ideológica, specialmente si
es que se es capaz de guardar las cautelas que impone el rela~·vamente desfa-
sado o por lo menos no siempre ajustado discurso de las fo mas artísticas y
de los conjuntos representacionales de interpretación, valor ·ión y justifica-
ción de la realidad histórico-social. Si de una implantación p rsonal y grupal
en ella se parte, cobra bulto la evidencia de que, extrañado e su pasada in-
tegración en las camadas dirigentes civiles tradicionales, y e to pari passu a
un proceso de adensamiento y especialización sociales que da conciencia
de pertenecer a una incipiente pero bastante disfuncional i telligentsia, en-
frentado a la necesidad de profesionalización como vía de as,wlir algún rol y
aun más modestamente de sobrevivir en un medio más durJ y competitivo
de lo que solía ser, el núcleo modernista se moverá entre p~sturas de estri
dencia y posturas de mimetismo, opciones libertarias y opkiones autorita-
rias, conductas conformistas y conductas rebeldes. Valdrá !la pena marcar
que estas dos últimas implicaron una rebelión doblemente ~mbigua, prime-
ro, por cuanto en último término opera contra la moderniza~·ón dependien-
te y a la vez nace de ella, es innovadora pero también tradici na/isla, insurge
contra beocias oligarquías de largo establecidas y contra las uevas élites fi-
nancieras y comerciales gerentes y muy a menudo las con vnde; segundo:
porque como en toda estricta rebelión, son muy equívocas !:si es que no lo
fueron alguna vez- las alternativas deseables concebidas. Esa· oble ambigüe-
dad, tanto al plano personal como al social, confirmaría la in erencia de que
las actitudes quedan en tales y todo desemboca a lo más en n "manierismo
doctrinal" cuando no existen fuerzas históricas activada:: s~re el que éste
sea capaz de incidir y cualitativamente transformarse. Por ot a parte, la o pe-
rancia de actitudes y textos modernistas como legitimadore de situaciones
de fuerza y represión social es hipotéticamente muy admisi le pero puede
desmesurar con fines de incriminación personal lo que debk ser muy bien
ponderado, esto es, la influencia de los productos culturales! autóctonos en
una sociedad latinoamericana, más allá del círculo de los r¡ismos que los
producen. En general, puede defenderse que la corriente mo · ernista no des-
bordó por ningún contorno decisivo la ideología liberal-conse vadora, social-
mente burguesa en el sentido decimonónico del término, " recimientista"
más que "desarro//ista" y prqgramáticamente mimética de 1o~1 procesos nor-
atlánticos que peculiarizó a los sectores altos y medios de La inoamérica du-
rante el primer cuarto del siglo. Algunos barruntos de compasión y protesta
social, de juvenilismo, de antiimperialismo, integrarán, eso sJ., /a genealogía
de los movimientos mesocráticos o populistas que se dieron ep el continente
entre las dos guerras mundiales y aun más adelante. í Soporata,
!
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1

unque se los coloque en calidad


A poética junto a algunos barro-
cos y manieristas como uno de los
dos momentos de pico de la 1ínea
literaria latinoamericana, los moder-
nistas han sido, desde los años trein-
ta, el objeto de una lateral, abruma-
dora incriminación. Más acá (o más
allá) de sus peculiares excelencias
fueron sus actitudes políticas, sus
opciones ideológicas, su postura an-

------
te la vida y la responsabilidad del es-
critor las que desde su inicio mismo
la crítica sociologizante de nuestra
literatura (su "reduccionismo" im- ! En el caso del modernismo se abre
plícito) vio cargada de las más sitúes- la opción entre: a) las características
tras latencias. A tal extremo esto tan genéricas e incluyentes que son
ocurre que como lote, en verdad inmanejables a los efectos del estu-
·-hay alguna precaria excepción- se dio, tipo las famosas de Onís ("reno-
han acuñado en la antítesis de todas vación de las letras y del pensamien-
las posiciones que desde hace medio to" en el área hispánica e hispanoa-
siglo todo miembro de nuestra "inte- mericana desde 1885) y de.Juan Ra-
ligencia" cree decoroso defender o món Jiménez ("movimiento de en-
aparecer haciéndolo. Sobre ningún tusiasmo y libertad hacia la belleza·'),
grupo ha recaído tan abrumador dic- b) las tan obviamente parciales que
tamen y la misma poesía archicorte- obligarían a dejar de lado mucho
sana del seiscientos se ve como fruto modernismo identificable, caso de las
de una domesticación que era prácti· de Díaz P.odríguez como "primiti-
camente imposible romper. A los vismo y misticismo" (en Camino de
modernistas se les niega el beneficio perfección) o de Santiago Argüello:
de tales compulsiones y esa negativa "reacción contra la impasibilidad
se refleja en una mayoritaria opinión parnasiana y la bajeza naturalista"
de cuya justicia o injusticia pero, so- hacia el "subjetivismo", el ·'idealis-
bre todo, de la realidad en que se mo" y el "impresionismo" (en Los
funda, tendré que ocuparme demasia- modernistas), e) las relativamente
do concisamente. taxativas y abarcadoras (ambas en
El tema de la delimitación del mo- base a cinco elementos) de Rufino"
dernismo no es el tema presente, pe· Blanco Fombona: refinamiento ver-
ro no puedo simular ignorancia de bal, culto a la belleza, exaltación de
que esa cuestión existe y de que cual· la sensibilidad, rebeldía y pesimismo,
quier criterio que se adopte es muy o de Raimundo Lazo: individualis-
capaz de influir en todas y cada una mo, subjetivismo, libertad, idealismo,
de las inferencias que el análisis al· escepticismo, etcétera; esteticismo,
canee. Muchas escuelas y movimien· cosmopolitismo, pesimismo (libresco
tos literarios están afectados por una y vital). Sobre las definiciones del
gran latitud de contornos, pero po· modernismo, el estudio de Luis Mon-
cos, de seguro, como el modernismo guió, en Revista Iberoamericana de li-
H/Punto de V!rta y los modenoistas lo están. 1 teratura, No 13, noviembre de 1943.

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La dispersión geográfica del pro-
ceso, la intensidad y brevedad de su
2
manifestación, son tal vez menos de- Pese a lo muy sabido del punto no
cisivas que la conmixtión de modali- me parece del todo ociosa la siguien-
dades en las que se ejercieron, a veces te lista de rasgos para mí relevantes:
sucesiva y a veces incluso simultánea- 1) busca de la máxima originalidad,
mente, muchos militantes de la es- autenticidad y personalización de
cuela. Por otra parte, como pienso la obra; 2) la ·'voluntad de belleza"
que el modernismo no fue una suerte cotno un valor aislable y cimero, rela-
de marca de tonsura imborrable que tivamente unívoco, merecedor de
sus cultores hubieran de llevar hasta un culto particular y exaltado; 3) la
su senectud, no se me hace por ello postura adversa a cualquier realismo
forzado cortar muchos dilemas iden- ingenuo y literal y a todo lo prácti-
tificando un lote modernista, cuyas co ("insignificante,~ "mediocre" 1

obras juveniles más definitorias, más "trivial", "despreciable,, en José


o menos entre 1885 y 1905, asumie- Asunción Silva, Prosas y versos,
ron con más nitidez que otras deter- Madrid, EISA, 1960, págs. 91-92)--
minados arbitrios técnicos, determi- y todo lo que sigue identificado con
nadas reiteraciones temáticas, deter- "la poesía ', en nombre de la sobre-
minadas tonalidades expresivas, den- n·ealidad, o el sueño, o el misterio,
tro de una corriente más amplia de o la fantasía, o el "idcalis1non, o
cosmopolitización y variadas fertili- la complejidad de la percepción, o
zaciones formales y doctrinarias; la "espiritualidad", o la eterealiza-
dentro también de un nuevo clima de ción de lo real al verse a través del
deliberación, pulcritud y escrúpulo arte, o la subjetivización por la vi-
creativos. 2 Supongo que este criterio sión impresionista y aun a veces
permite pasar sobre el complicado una deliberada voluntad dualista
problema de un "modernismo estric- en representar ·']os aspectos preci-
to" y lo que cabría llamar un "mo- sos de la realidad" y "las formas va-
dernismo rotular", que tanto identi- gas del sueño", Silva, op. cit., pág. 57;
ficaría a todo el período como recu- 4) la curiosidad y el atractivo por
briría presuntas o reales diversidades las "situaciones-límite" --sensoria-
entre un modernismo ortodoxamen- les, psíquicas y éticas en nombre
te entendido, la modalidad más ceñi- de la deseable profundidad y origi-
damente "decadentista", las varieda- nalidad de la experiencia, la veta
des narrativas criollista y naturalista, "decadentista", el gusto por lo de-
un probable "mundonovismo" épico gradado, morboso o crepuscular,
y profético y un "americanismo" en- "la crápula del alma" y "la crápu-
yasístico, discursivo y a veces semi- la del cuerpo" (Silva, op. cit., El
. científico. 3 De acuerdo a estas pau- extraño de Carlos Il.eyles, "Sin ra-
tas de recorte, supongo que sobrena- zón pero cansado", de H. Quiroga)
da aún un conjunto de escritores la simbología de lo religioso y litúr-
-poéticos y prosísticos- cuyas obras gico en función erótica, la exacerba-
ostentan en grado variable, pero ción de la sensualidad, etcétero; 5) el
siempre perceptible, determinados encomio y el regodeo en lo "selec-
trazos. Creo obvio precisar ante us- to", lo "refinado", lo exquisito", lo
tedes que el material de análisis debe "aristocrático" y en sus señas mate-
incluir entonces los textos de Daría, riales; 6) el exotismo, o la nostalgia y Sopare ro 1 iii
u póglna Vl

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sa-Calpe )- a la que debería sumarse cíprocos, lo que no es raro, cierta-
el nuevo rigor formal nacido de fac- mente, en el gremio literario. Pro-
tores como la profesionalización, la blema especial lo plantea el grupo
variedad de influencias y aun el mo- de los "atnericanistas". cuyas obras,
delo de Daría, suscitador y a menu- temática y discursivamente, los colo-
do maleficio de innúmeras vocacio- carían bastante lejos del núcleo mo-
nes. Otros, como Mariátegui, han dernista. Pero si por su ductilidad en
negado el amcricanismo de Chocano, varios géneros coloco a Blanco Jlom-
el más notorio de los ·'mundonovis- bona en él también, debo marcar que
tas", sosteniendo que su exuberan~ otros · ·especialmente García Calde-
cia y su grandilocuencia no son ame- rón, Zumeta, Arguedas, Carlos Artu-
ricanas sino españolas (Siete ensayos ro Torres e incluso Rodó (éste a pe-
de interpretación ... , Santiago, 1955, sar de su ambigua posición ante la
págs. 202-203 ). (A su vez Chocano escuela)- parecen a la distancia los
habló de los modernistas como de más encargados de hacer explícitas
un grupo que le era totalmente aje- las opciones ideológicas que los mo-
no, "una cofradía de elogios mu- dernistas más fluida y confusamente
tuos", Memorias. Las mil y una aven- de alguna manera realizaban. Más to-
turas, Santiago de Chile, Nascimento, davía: puede afirmarse que los. mo-
1940, págs. 118, 121.) En puridad, dernistas se vieron dignificados por el
el "tipo-ideal ' que csf;ipulo incluye pent>atnienLo arnerieanisLa -··de nhí
escritores -·no sólo Chocano sino en el extenso prestigio de Rodó-- mien-
ocasiones Silva· estable u ocasional- tras los americanistas aplicaron las
mente adversos al modernismo (por técnicas y hasta los tics modernistas
lo menos a nivel de las manifestacio- en las ocasiones en que se empeñaron
nes sino de la obra), divididos por in- (lo que en verdad no todos hicieron)
numerables antagonismos y odios re- en la "escritura artista". Soparato /1..

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el interés por culturas, ámbitos y Le-
mas muy alejados en el tiempo del
aquí y del entonces; 7) la pll¡;na por
la perfección de la escritura poética
--
miento más vasto de actualización,
universalización (lo que se designa
como ·'cosmopolitismo"), intensifi-
cación y personalización que marca~
y pmsística enriquecida lin~üísLica ría durablemcnte la literatura lati-
y sintácticamente por cualidades de noamericana futura.
eufonía, ritmo, relieve y color dentro
de estilos personales que valoran co- .l J•;sto ocurre especialmente cuando

mo metas de calificación la suges- se identifica el modernismo con


tión, el matiz, la rareza, la levedad, la toda una época de la literatura lati-
innovación de formas y estructuras noamcricana1 un rótulo capaz de cu-
(especialmente poéticas). No me brir de esa manera una diversidad de
parece en cambio convincente el pe- escritores que poco tienen que ver
simismo (relevado por Blanco Fom- con él. La pluralidad de direcciones
bona y Lazo) como determinante ca- aquí sefialadas no supone, por su-
racterizador de primera fila. El pcsi- puesto, una arbitraria independencia
rnismo fue en el modernismo un lega- entre ellas; múltiples y varindísimas
do romúnlico, !Údhíndose inscrito fcrtilizacioncs cruzaron sus campos
como lo estit en la peripecia estructu- y constituyen un venero casi inago-
ral del yo en su momento de colisión table para la crítica monográfica. Du-
con la realidad aniquiladora. Más das caben, además, respecto a la tax-
concretamente venía de la última tra- atividad de las modalidades señala-
dición romántica de Bécqucr-Heine .das. Respecto al decadentismo decía
(caso de Rimas y abrojos de Darío, Pedro Emilio Coll (El castillo de El-
de Hurañas, de Roberto Sievra) aun- sinor, p<igs. 35, 60) que lo que sella-
que también de circunstancias perso- ma tal "entre nosotros no es quizás
nales de enfermedad e infortunio co- sino el romanticismo exaltado por
mo en las vidas de Dd Casal y de Sil- las imaginaciones americanas''. A su
va. Especialmente en Del Casal se ha vez Ricardo Latcham sostenía la
tendido a confundir con nihilismo y existencia de un "postro1nanticísmo:'
decadentismo modernistas, lo que que, por lo menos en Chile, "convi~
fue esencialmente desilusión vital y vió decorosamente con el modernis-
tedio románticos. Tampoco le· doy mo de Darío" (Paulus Stelingis: Car-
primer rango a la dimisión de la fun- los Pezoa Véliz, Santiago de Chile,.
ción ética, cívica y militante' tan Imprenta Nascimcnto, s.d., prólogo,
'fuerte en la poesía romántir.a; evi- pú¡;. II). En realidad, y salvo a nivel
dentemente hay un cambio, pero de- de escritura, todo deslinde entre mo-
be señalarse que la postura aristocra- deínismo y romanticismo resulta ex-
tizante e impasible conviene en el tremadamente frágil. El modernismo
modernismo muchas veces y muy ex- fue, a cierto plano, prolongación de
trai'iamcnte con definiciones de re- la postura antropológica del roman-
beldía y protesta social. La estipula- ticismo ·· lo que explicaría tenaces
ción precedente del modernismo prestigios como el de Nútiez de Ar-
tiende a verlo así inscribiéndose co- ce sobre Del Casal y Chocan o (Al-
n1o una manifPstación más Pspecífi- fonso Escudero, prólogo a Antolo-
iv/Punto de Vista ca y reducida dentro de un movi- g(a de Chocano, en Austral, Espa-

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Lugones, Herrera y Reissig, Chocano,
Valencia, Díaz Rodríguez, Larreta,
Gómez Carrillo, Nervo, Jaimes Frey-
re, Pezoa Véliz, Pedro Emilio Coll,
Vargas Vila, Rufino Blanco Fombo-
na, Roberto de las Carreras, Santiago
Argüello y algunos etcéteras. Si de
ios considerados "premodernistas" o
primera generación modernista hay
algunos tan menos "pre" que otros
hasta confundirse con los modernis-
tas mismos, pienso que éstos son
aquéllos que en sus obras aunaron a
la innovación estrófica y lingüística
profundas afinidades globales de
comportamiento e implantación en

------
el mundo con los que les siguieron.
A los anteriores habrá que agregar
así a Silva, del Casal y Gutiérrcz N á·
jera e, incluso, algún trazo de Díaz " l'roblcma especial plantea ]¡¡ pri·
Mirón, un ejemplar claramente mar- mera generación modernista, o pre-
ginal. No, aunque queda el debate, cursora, o "premodcrnista". Creo
a González Prada ni a Martí.' que pese a ocasionales contactos, ni
Hemos de preguntarnos, decía, si González Prada, ni Martí, ni Gavidia,
en tal núcleo literario y en los textos ni Díaz Mirón participaron de la vi-
que produjo es indagable una ideolo- sión y la actitud modernistas, esto al
gía en el sentido cabal -no siempre
el corriente-- del término. Hemos de
preguntarnos también si esa ideolo-
margen (Y se dirá que no es poco) de
su renovación del verso y la prosa ro·
mántico-realistas dominantes aunque
l
gía fue específica del grupo o si se ya exangües. Principalmente en los
adscribe más bien a alguna vigente dos primeros y más importantes, su •
por esos años en el área latinoameri· raigambre, básicamente no trascen-
cana. dida, estaba en el romanticismo y el
No faltan, como es bien sabido. cientismo positivo y, en especial, en
· los que se han ocupado de los condi· la combinación de ambos, si bien se
cionamientos, las· correlaciones y las. dó, sobre todo en Martí, la convic-
consecuencias político-sociales e ideo· ción en la existencia de una esfera o
lógicns del modernismo. Yo mismo mundo ideal, generado y crecido des-
he cuestionado más de una vez algu· de la entraña de la naturaleza y la
nas imprecisiones de su pl¡mteo, pe· realidad, según un famoso pasaje del
ro no puede negarse en modo alguno Ariel de Rodó. Distintos a los nom-
al veteranísimo don Luis Alberto brados son los casos de Gutiérrez Ná-
Sánchcz, y ello desde su Balance y jera, del Casal y Silva, por mucho
liquidación del novecientos (1941) que porten claros signos postromán-
la tarea fundadora de este tipo de in- ticos, en particular los dos últimos.
dagación, dentro, cierto es, de una Por último señalo que también Díaz
óptica sostenida de incriminación Mirón, de larga carrera literaria,
fuertemente ética y personalizada y porta algunos trazos modernistas,
vi 1 Punto de Vl1ta que maneja casi indistintamente kc que como tal serán aludidos.
-:¡..

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rótulos de "modernistas", "novecen-
tistas" y "arielistas". s Tras él la lista
es dilatada y Juan Marinello," losar-
gentinos Jorge Abelardo Ramos y
...
s Si bien dejando un conjunto res-
caLable de ·'calibanCs". Tal vez la
Hernández Arregui, 7 Angel Rama," síntesis de la posición de Sánchez
Jean Franco," José Luis Romero' 0 estó en los dos siguientes pasajes.
continuaron unos la postura incrimi- "El noveccntismo brotó del confort
natoria de Sánchez o señalaron prefe- y lució y luce como flor de inverna-
. rentemente los condicionamientos, dero. Su expresión y su ideario -su
las correlaciones y el impacto socio- estilo- traduce alcr;ría de disfrute,
cultural de un movimiento de tan júbilo de vivir,. ·'Prefirieron lucir,
fragorosa como corta vigencia. brillar, gozar a sufrir y, sufriendo,
Importante creo observar que nin- desarticular la injusticia para re-
guno de los nombrados sigue la pro- construir un orden nuevo" (págs.
clividad de suponer el modernismo 16, 20 de op. cit., edic. 1910, San·
entificado y objetivado en un estilo tiago <.1" Chile, Ercilla). Aunque me
o en una escuela que pudiera permi- he ocupado del dictamen sobre Ro~
tir una puntual y' unívoca deducción dó y su influencia que el ya famoso
ideológica. Tampoco, que yo sepa, alegato contiene, agregaré ahora que
recorre ninguno el camino inverso e1 fenÓn1eno de un importante m.o~
desde una supuesta y cabal ideología vimienLo literario que nace dl'!
a una inferencia artística completa "confort" no es fácil de verificar
que sería capaz de expresarla. 1 1 Pero y tal vez sea invcrificable; que sos-
como en el clima intelectual de estos tener que !u toleranci'l nace del mis-
años la tentación de hacerlo es más mo "confort" puede ser totalmente
que concebible, vale la pena recordar falso cuando el "confort" ··-y ello
que hay muy sólidas razones para de- ocurre casi sien1prc-- debe ser de~
fender el modo relativamente inde- rendido contra meteoros que Jo
pendiente en que se mueve el discur- mnenazan. Su insistencia, por otra
so de las formas artísticas y las fór- parLe, en los renuncios y traicione:;
mulas ideológicas y aun las muchas (aceptación de embajadas, apoyo a
incoherencias, inconexiones, desfasa- mandones, etcétera), de Jos moder-
jes y contradicciones que este doble nistas seguramente pierde dce vista lo
discurrir es capaz de generar. Exis- mucho que de inauténtico aunque
ten, en realidad, muchas pruebas de burbujeante puede tener el idealis-
que estilos y escuelas artísticas son, mo juvenil.
a menudo, ideológicamente ambi-
6
güas o, aun más exactamente, polisé- En Meditación americana (prime-
micas. Pienso por mi parte que, ade- ra edición, Buenos Aires, Procyon,
mán de las razones dadas, ello ocu- rágs. 12-11), Marinello reiteró en lo
rre por cuanto siendo la operación esendal Ia posición de Súnehez. Se~
literaria acción humana intencional ñaló que !nieniras la aspiración de
que se moviliza consciente o sub- Sarmiento, MonLalvo, Síerrn, f lo¡.;~
conscientemente hacia metas y valo- Los, MarLÍ fue conciliar ancha uni-
res, estas metas y estos valores pue- versalidad y devoción a lo propio,
den asumir muy distintas significa- el rnodernisJno "nos etnpuja fuera
ciones según sea el contexto personal del cauee oportuno", "recodo fru~
o social en que se los conCibe. 12 Si grante y descaminado" quü "tomó
el tie111p0 <iiesc, p<HirÍa probnr fcha- ¡... ¡ d f;tlno emnino de d<)Vodún So¡wrulo /Vil
11 p¡'¡u!nu X
~

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irrestricta y deslumbrada por las for-
mas vigentes de la Europa más cul-
ta", etcétera.
.....
l'ranco: The Modern Culture of La-
tin America, 1967, cap. I, en el que
se acuña además la feliz expresión
de "rebelión simbólica" aplicable .al
7
Interesantes resultan algunas ob- movimiento.
servaciones de un ensayista argenti-
10
no relativamente ajeno a los temas de En el reciente Latinoamérica: las ·
historia literaria. Juan José Hernán- ciudades y las ideas, del reci.én falle-
de?. Arregui, en Imperialismo y cul- cido gran historiador argentino, habla
tura (Buenos Aires, Edit. Amerindia, éste (pág. 290) de "exquisitez", más
1957, págs. 71-72.), registró algunos que "disconformismo" frente a las
condicionamientos, correlaciones y nuevas aristocracias del dinero y de
efectos indiscutibles -entre ellos el "rastacuerismo craso'\ poéticamen~
después tan difundido de la aliena- te idealizado.
ción, el de la ambigüedad, etcétera-
11
del. movimiento que califica como Siempre es un peligro olvidar el
"lujo que la oligarquía agrega a su hiato entre estilos e ideologías, lo
curiosidad de arribista. de la cultura", que obliga a re insistir en el fenómeno
aun concediéndole aspectos positi- histórico de la pluralidad o ambigüe-
vos. Aspiración absolutoria y más su- dad ideológica de los .estilos, señala-
perficial, rozando además con la que ble por caso en el neoclasicismo, ab-
llama "generación del novecientos", solutista y burgués alternativamente,
resultan las observaciones de su afín y en el romanticismo, reaccionario
y conmilitón Jorge Abelardo Ramos y liberal sucesivamente. Pero tam-
en Revolución y contrarrevolución bién los. movimientos ideológicos
en la Argentina, Buenos Aires, Edit. presentan latitud de correlaciones es-
Amerindia, 1957, primera edición, tilísticas, lo que ha hecho decir a
págs. 300-30 l. Hauser que la Revolución Francesa
se equivocó al elegir su estilo (The
Ang~l Rama en su estudio Los
8
·socialllistory o{ Art, pág. 635) pues
poetas modernistas en el mercado "la exposición expresa de una con-
económico (Montevideo, Universi- cepción social puede combinarse con
dad de la RejJÚblica, 1%8), realiza las mtís diversas formas estilísticas"
una indagaeión en profundidad del (Hauser: Introducción a la historia
condicionamiento y determinación del arte, Madrid, Guadarral)1a, págs.
esenciales qtw significó la inmersión 52-53). Pero a la vez, para desglosar
del lote modernista en un verdadero lo necesario el proceso de los estilos
mercado de la oferta y la demanda del de las ideologías, es oportuno re-
literarias y la influencia que este fe- cordar el margen de "lógica interna"
nómeno ejerció sobre nuevas formas que preside su desarrollo (idem, pág.
técnicas y temas de la obra literaria 48) y el peso de las leyes formales
misma. tradicionales (idem, págs. 58-59).
Más en general, y esto no agota las
9
Correlaciones sociales, actitudes razones de dcsfasamiento, podría
y comportamientos son los señalados ocurrir que estilos e ideologías res-
viii 1Punto de Vista en el planteo más cercano de ,¡,,. .. ¡ 9 pondieran en parigualdad a algún de-

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'

.~-~-~-
terminante común y superior a ellos,
según lo postulan posiciones de Dil-
they, Whitehead, Sorokin, etcétera.
12
Piénsese en la latitud de direccio-
nes, de versiones que hay en el valor
"orden" del renacentismo, en el va-
lor "grandeza" del barroco, en el va-
lor "libertad" del romanticismo, en
valor "verdad" del reulismo, ctcétew. SrJJUirlH" 1 IX

10/43
,, l.

ba, el sobre o superrealismo, etcéte-


ra, pueden traducir una voluntad
evasionista a las opciones y defini-
ciones que imponen el contorno,
-
de mostrar cualquier corriente artís-
tica y tanto exhibió el modernismo.
Tradujo en éste, como es obvio, una
incapacidad o un desdén por asumir
ei momento, la misma peripecia artística y humanamente los modes-
humana, en nombre de algo más tos pt~ro in canjeables contornos de la
trascendente e importante pero al propia existencia, especialmente los
mismo tiempo menos riesgoso y so- del período infantil y juvenil. Mostró
bre todo más cómodo. Pero puede un dcsent<~ndimicnto o una cons~
también portar esa pretensión con- ciente deserción de los incscapables
secuencias explosivas sobre la imagen deberes que la circunstancia de cada
dominante del mundo, una multidi- hombre y cada sociedad impone. Se-
mensionalidad liberadora y cnrique- ñaló, ademús, la prim.aeía que era caM
.cedora de dilatado impacto. paz de alcanzar una visión literaria,
Algo similar cabe sostener frente a sobreagregada, ni auténtica, ni direc-
todo tipo de postura superindividua- ta, ni personal de la realidad, una cs.
lista, personalísta o acrática que debe pccie de estereotipo vital y merita!,
ser ponderada: su función disruptiva asumido imaginativamente, presLigiaw
debe ser estimada ética y socialmente do por el lustre de grandes nombres
de arreglo a la naturaleza ele las cons- respecto a cualquier pe.rcepción ca-
tricciones, o solidaridades, o confor- paz de elaborar y asumir los elemen-
mismos sociales con los que se rompe tos sabrosos e inéditos o simplemen-
y por sus mismas variantes (Mariálc- te relevantes que estaban en el entor·
gui, por ejemplo, decía que el indi- no. Todo esto, bajo la reserva de que
vidualismo de Chocano no era un in- en términos de facilidad y esponta-
dividualismo liberal sino jerárquico, neidad de la percepción y ello por
al mismo tiempo insoliclarista y ad- lo menos en las áreas más urbanizaM
mirador de la fuerza, la estirpe y el das, la de lo occidental-común, la ele
dinero). lo europeizado necesitara un menos
Todas las posiciones ele línea de- deliberado esfuerzo, menos "explo-
cadentista, el hipersexualismo, el es- ración" que la de lo nativo y espe-
teticismo ético, etcétera, también cífico. Todo esto también, bajo la

son pasibles del dictamen de ambi- otra reserva de que en sus primeras
güedad, pues igualmente pueden instancias y en el caso de Darío, to-
asumir una fuerte y explosiva inci- da esta actitud de decidida ajeniclad
dencia ele disrupción social que fun- y ultraapertura presenta más los tra-
cionalizarse a alguna variante de esa zos de una n1oda repentina, desafianM
"permisividad represiva" de la que te, fulgurante, que los propósitos ele
tanto se habla a partir de Marcuse. una dirección estable; algo así como
No es para esta alegación de am- un ejercicio de universalidad, inforM
bigüedad el hueso más duro de roer mación y ductilidad ostentada en
las tendencias exotistas y evasionistas, una especie de desmantelamiento
el cosmopolitismo de actitudes, el glotón de todas las exquisiteces que
remotismo temático, la universali- en la vidriera literaria se exhibían.
zación de inOuencias y sueitaciones (Interesante sería también el rastreo
r¡ue conjunta o d<~HgloHadanwnLe pun- dd porqué de lu <kHiluuibn, o In nl.o· So¡;uruw 1 xl

11/43
cienlemente que aquellos que el mo·

~-----··
dernismo propuso al ejercicio de la
13
prosa y la poesía eran, también, pre- Los premodernistas, los modernis·
liminarmente multívocos, sean ellos tas y quienes los juzgaron vieron por
el universalismo, el cosmopolitismo, lo general ligadas al cambio social la
el intenso personalismo y aun anar- pretensión de renovar lingüística y
quismo creativos, la voluntad de in- sintácticamente el españoL Mariáte·
vención, renovación y refin"amiento gui sostenía que González Prada per·
verbales, lo que se dio en llamar el cibió "el nexo oculto pero no igno·
"idealismo", l¿t fuerte acentuación rado que bay entre el conservatismo
erótica, el evasionismo,· el exotisJno, ideológico y el aeadcmicismo lite-
la busca de situaciones 1ímites en rario .. ."' (Siete ensayos, cit. pág.
términos psíquicos o éticos, la abier· 191) y Darío, que hizo utilitarista
ta primacía dada a la belleza sobre y seguidor de Hermosilla a su "rey
todo otro valor. 1 ' • hurgu{~s" afirmó quP e1 "clisé verbal",
Si como pienso, entonces, la filia- "encierra el clisé mental, y juntos
ción escolástica no es capaz de dar perpetúan la anquilosis, la inmovi·
cuenta cabal de la propensión ideo- Iidad" ("Dilucidaciones", parte III.
lór;ica del lote modernista, no queda- prólo¡;o a Rl canto errante). En ge·
ría, no queda otra salida que la de re- neral así se vinculaba la necesidad de
pasar empíricamente los rasgos nüls remover un lenguaje y unas formas
relevantes por su potencialidad de sig- esclerosadas con ese factor de mo-
nificación ideológica que sus textos y dernización que representa una ma-
sus conduelas presentan. Sólo desde yor rrecisión y autenticación del sis-
ahí, sostengo, es dable verificar las Lema de comunicaciones sociales.
ambigüedades y latitudes que ambos Sin embargo es más que discutible,
repertorios de señales contienen; sólo en esrccial desde las correlaciones
desde ahí partir para un juicio de entre neoclasicismo e ilustración,
consistencia de lo que como "ideolo- entre romanticismo y contrarrevo·
gía" pudieran valer. lución, entre revolución y surrealis-
Cosmopolitismo, idealismo "anti- Ino y "realismo socialista", que la
economista", elitismo, religiosidad, relación entre corrientes de innova-
. hispanismo, latinoamericanismo, an- ción literaria que impliquen la rup-
tiyanquismo, compasión social, culto tura de estereotipos perceptivos y
del héroe, han sido identificados con una real· autenticación y flexibiliza·
variables índices de frecuencias y ción de la interacción de mensaje:¡,
densidades en las obras y los com- que el vínculo entre movimientos de
portamientos de los mús connotados progreso o rc~resividad social y co-
modernistas. rrientes de innovación o academicis-
Muy brevemente recordaremos pa- mo literario tenga nada de unívoca.
ra comenzar que todo un espectro La misma ambigüedad de conse-
entre la protesta más agria y la com- cuencias sociales es factible -como
pasión más enternecida se puede lo fue en el modernismo- cuando
marcar en muchas páginas moder- un movimiento artístico programa
nistas (sobre todo en las páginas) o racionaliza su designio de acceder
ante el cuadro de explotación y mi- a otras zonas que las de la realidad
seria social que desplegaba una Amé- más inmediata, fáctica y sensible.
x ¡Punto de V/1ta rica Latina que algunos conocieron El "idealismo", como se le designa-
/{

12/43
________________________..
La condición marginal de la cultura cito y fertilizador que haría hablar
latinoamericana había hecho incluso a Julio Herrera de "nuestro cielo de
tradicional esta paradoja, pero aquí Niza" y de las "barbas israelitas" de
no terminan las exenciones. Si en lo• sauces (Selección, Más y Pi, pág.
puridad, ni nacionalismo temático y 258). Años después sostenía Mariá-
exotismo se incomodaban entre sí tegui, ya en otra instancia ideológi-
(Darío: Autobiografía, Buenos Ai- ca y literaria (Análisis... cit., pág.
res, Edit. El Quijote, 1947, p5gs. 127) que "a las generaciones posbé-
140-141, P.E. Coll: El castillo de El- licas, Europa les sirve ahora para des-
sinor, págs. 67 -68), también se ha ase- cubrir y entender América [... ] El
verado por quienes vivieron la ex- cosmopolitismo -que puede parecer
periencia que fue a través de una a algunos un rasgo común de una y
VlS!On original e indudablemente otra época literaria-- nos conduce al
alienada que los latinoamericanos autoctonismo ".
aprendieron a percibir su propia Cierro este recuento -y ya al
realidad. Alfonso Reyes llamó "in- margen de la argucia·- señalando
depe11dencia involuntaria" a este que incluso la complacencia en lo ce-
proceso de "anclar" en Francia al remonial, lo opulento, lo decorativo,
querer emanciparse nuestros escri- si bien supone prima facie y con
tores de España y "a través" ele fuerza abrumadora la proclividad
aquella descubrir "el propio Nuevo rastacuera por sociedades básica-
Mundo". También Pedro Emilio mente desigualitarias, jerárquicas,
Coll sostendría que "nuestros ojos prácticamente inmóviles, cleslum-
han aprendido a ver mejor y nuestro bradas en sus sectores bajos por el
intelecto a recoger las sensaciones esplendor carismático más que ad-
fugaces. Son las literaturas extranje- venedizo, también puede ser -no
ras algo como un viaje ideal, que nos digo más- suscitad ora de activos re-
enseñan a distinguir lo que hay ele ciamos y demandas sociales amena-
peculiar en las cosas que nos rodean zadoras por parte ele aquellos secto-
y entre las que hemos crecido". Her- res sumidos secularmente en la
nánclez Arregui destacó igualmente oscuridad y la parvedad. Al fin y
que la potencialidad renovadora del al cabo el "efecto de demostración"
lenguaje y la •'proclividad ornamen- que despierta a las sociedades atra-
tal" que el modernismo tuvo promo- sadas no es otra cosa que la masifi-
vió la "exaltación del paisaje ver- cación del impacto de aquel exhibi-
náculo" (Imperialismo y cultura, cit. cionismo con vista a lu demanda
ptír,s. 71·72), en un eompurntisrno bí- dol mercado. Sopurut" 1 XIII

13/43
nía, o Ja reticencia a v1v1r directa- coyuntura universal en la condición
mente el centro de y repositorio de del hombre (J. Herrera y Reissig,
todo lo anhelado, esto es París, en el Prosas, 1910, pñg. 27; P.E. Coll: El
caso de algunos "modernistas" pasa- castillo de Elsinor, págs. 369-370).
jeros o <~stablcs: Quiroga, del Casai, (Que esta percepción pasara sobre los
Silva.) Una postura de este orden, diversificantes de clase, continentes,
juzgada en abstracto, no atenta nun- niveles de desarrollo económico, et-
ca contra el statu quo al no cumplir cétera, no le priva estrictamente de
tarea de develación alguna de las es- su verdad, pues fue desde ella y no
tructuras en las que éste se basa y antes de ella que tales desigualdades
concurre, incluso, a favorecer el pre- y tales especificaciones comenzaron
sunto universalismo d~ las ideolo- a advertirse.) Por otra parte, si el cua-
gías en las que ese statu quo se legi- dro de tensiones era éste, no ha sido
tima y que los sectores más tJenefi- por ánimo de paradoja destacar que
ciados por él subrayan a veces no sin la autenticidad del impulso dominan-
duplicidad y malicia. Como idealis- te en el sector intelectual era el del
mo cultural desdeña la crítica rc- desarraigo personal y temático y que
duccionista a sus estrictos y funcio- toda otra postura hubiera sido men-
nales términos a algo y a algunos. Dí- daz y postiza o que muchos trazos
gase, sin embargo, que en el caso del estilísticos del modernismo venían
modernismo literario latinoamerica- de larga tradición autóctona. (Sobre
no ese verdadero vo/apul< de influen- el primer aspecto: R. Lida, prólogo a
cias y modalidades que involucró, Cuentos, edic. Mejía Sánchez, pág.
surge no sólo de una debilidad de la LVIII, Daría, "alejandrino", alma de
convi~ción sobre el ejercicio de la li- frontera que opta por vivir en varias
teratura como develación de la rea- culturas distintas; Ibáñez: "America-
lidad humano-social sino de una con- nismo y modernismo", en Cuader-
ciencia sustancialmente positiva que nos americanos; sobre el segundo:
obró en las minorías letradas sobre Mariátegui: Análisis del pensamiento
la variedad, la riqueza y la capacidad literario contemporáneo, Amauta,
de sustitución dr.l mundo rcpresenta- Lima, pág. 128, sobre el impresionis-
ciot1al de la cultura en conjunto y de mo de Gómez Carrillo como "rasgo
la especial de algunas sociedades. más peculiar de la América españo-
Ello, sobre todo, en contraste con la la o mestiza".) También Mariátegui,
alta especificidad, uniformidad, po- al reproche de V. García Calderón a
breza, angostura del medio y los me- González Prada de "ser el menos pe-
dios en que se estaba enclavado. Si ruano" de su promoción, después de
de aquí se genera esa sensación de as- preguntarse de si él obedece a ser "el
fixia a que se hará referencia y ese menos español", ~'el menos colonial"
impulso al desplazamiento que a casi afirmaba: "Este parnasiano, este he-
todos los modernistas afectó, tal lenista, mannóreo, pagano, es históri-
reflejo conducta] tradujo una más ca y espiritualmente mucho más pe-
objetiva percepción de la ascendente ruano, que todos, absolutamente to-
vigencia de una Weltliteratur que Goe- dos los rapsodistas de la literatura es-
the había pronosticado tres cuartos pañola anteriores y posteriores a
xii/Punto de V/sta de siglo antes y de una común él..." (Siete ensayos, cit., pág. 189).
/3

14/43
A* 32'&i&F'
Río de la Plata, entre 1890 y 1910
los sin1patizantes del anarquisrrto y el
socialismo fueron numerosos entre
ME'± A&-
nores del dinero que ostentan avaros
mercaderes". Más tarde todo esto
abundó, sobre todo en las obras de
los poetas y prosistas de la nueva ca- Daría y de Chocano. Más articulada
mada: los uruguayos Florencia Sán- la exposición de Díaz Rodríguez en
chez, Ernesto Herrera, Edmundo Sermones /(ricos (Caracas, 1918,
Moritagne, Angel FalCa, Alvaro Ar- págs. 131-149).
mando Vasseur; los argentinos Ro-
16
berto Payró, Manuel Ugarte, Alber- Conocidas son las aserciones de
to Ghiraldo, Alberto Gerchunoff, Darío en los poemas mayores de
etcétera. Si no todos se filiaron en Cantos de vida ... y el famoso pasaje
el modernismo, sí lo hace Leopoldo del Ariel. Pero hay también en los
Lugones, que en la tremante activi- textos de Daría subtemas curiosos,
dad periodística de los primeros afíos como el referente al linchamiento
de Buenos Aires, en determinados pa- de negros o al ex amigo que se rela-
sajes de Las montañas de oro -como cionaba únicamente con "dependien-
"Santa Miseria"- y aun en '1910 en tes rubios" de "casas extranjeras" co-
que concibe un Buenos Aires "Sin mo señal de status (Cuentos, págs.
Iglesia, ni Espada, ni Ley" (edic. 96, 148-149). '.'TierradePorcópolis",
Aguilar, 470) hizo gala de convic- "metalizada n tendrá incluso ocasión
ciones revolúcionarias, más estentó- de agregar en una novela a su larga
reas por cierto que firmes. Dardo Cú- lista de dicterios Rufino Blanco
neo, que ha dedicado un libro a esta Fombona (El hombre de oro, Madrid,
etapa y a aquellas y otras (Gálvez, Editorial América, págs. 95, 165 ).
Ingenieros, Rojas) figuras disidentes, En verdad, pocos se salieron de un
ha llamado al movimiento "roman- carril verbal de rechazo al "univer-
manticismo político" (Buenos Aires, sal yanquizarse" movido por la sed
Ediciones Transición, 1955) viendo de oro y a invocar al "divino desin-
eri él una postura de rechazo al do- terés", como lo hacía Díaz Rodrí,
minio oligárquico y a la dependencia guez en su elogiado Camino de per-
económica, que expresaba por esas fección (Caracas-Buenos Aires, 1942).
vías la asfixia que en su tierra ex-
11
perimentaba. Con todo lo vago roso y perfuncto-
rio· que tenía la efusión latinoameri-
15 cana hay que marcar por ejemplo lo
Fue en el 98 que tomó fuerza el
hispanismo unido en forma prácti- concreto de la experiencia de Choca-
camente indcsglosable con el mito de no en su función de negociador in ter-·
"la Raza". El "Canto a España", de nacional sobre la vanidad e imbecili-
Herrera y Reissig -todavía cabal- dad de las disputas por tierras y lími-
mente romántico- es tal vez expre- tes entre naciones semivacías cuyas
sión de cierta opinión media cuando castitas gobernantes de ocaswn
contrapone "el honor y la fiereza" creían de esta manera jugar u las pug-
con "ol (l[:OÍsmn" y "ol brillo sin ho- nas nerins de ln Ren/polili/1. Su¡umltu 1 XV

llo

15/43
bastante a fondo. Y aun sería facti-
ble en aquellas distinguir las genera-
14
das en una visión básicamente inge- Cual más, cual menos, casi todos
nua y casi preideológica, de otras, en los modernistas miraron en algún
las que opera visiblemente la fertili- momento de su formación con sim-
zación anarquista o .socialista de un patía tibia o firme las corrientes de
pensamiento capaz de desnud.ar, aún protestas y reivindicación social, de
precariamente, las más ostensibles inspiración socialista-marxista o anar-
estructuras económicas y sociales.' 4 quista que iban tomando cuerpo en
Una nueva estimación del legado las ciudades latinoamericanas. Ya un
hispánico, en contraste con el general premodernista, como Díaz Mirón,
desdén del siglo XIX, fue vista como exaltó la "Santa poesía que a los pa-
una de las mayores novedades en la rias anuncia ~tn nuevo día" (Poes{as
actitud generacional. Muy especial- · completas, Porrúa, 1941, pág. 277),
mente gratificadora después de 1898, "A un jornalero" y a "Los par,iasn
reforzó, como es tan. sabido, el vasto (idem, 104, 224). Julián del Casal
prestigio peninsular de Darío y ci- dijo de su preferencia -·-algo ambi-
mentó la dimensión transcontinental gua- por "querer oír a la humana
de una escuela cuya vertiente espa- muchedumbre gimiendo en su per-
ñola dejo aquí de lado.'' petua servidumbre" ("En el cam-
Muy conexo con el hispanismo y po") y otro premodernista, Gonzá-
coetáneo a él, conoció circunstan- lez Prada, articuló en forma mucho
cias solemnes de aseveración un re- más cabal casi todos los temas de
chazo de los Estados Unidos fun- la denuncia y la crítica social que
dado variablemente tanto en su ac- tras él tan larga carrera harían. En
ción externa -de intromisión, de una pieza de ironía, José Asunción
instrumentación, de explotación- Silva atribuyó al "hambre", no al
en los países del ·sur, como en el "mal del siglo", el desajuste de los
desdén por los móviles y compor- más (Prosas y versos, cit., pág. 155).
tamientos economistas, utilitarios, Al pleno modernismo pertenece el
predatorios, vulgares, turbulenta- poema uAnarkos" de un tan notorio
mente democráticos (muchas co- oligarca colombiano como lo fue
millas aquí) de su sociedad nacio- Guillermo Valencia, con cierta sim-
nal.' • patía por la revolución y la lucha
Prolongaron con brío y entona- obrera y Chocano se enorgullecería
ción distinta la ya entonces dilata- años mús tarde de haber fundado en
da tradición de una común queren- sus tiempos juveniles una cooperati-
cia de unidad, grandeza y autentici- va de producción periodística (Me-
dad latinoamericanas; se sintieron morias, cit. 113 ). En el Darío juve-
muchas veces ciudadanos y aun sol- nil, además de en "El fardo", hay
dados de ese conjunto in fieri y ac- numerosos pasajes de simpatía y
tuaron -aún sin demasiada conse- - compasión por los humillados y
cuencia- de acuerdo a esa con- ofendidos y en Chile, y en la poe-
vicción.' 7 sía de Carlos Pezoa Véliz, sobre to-
Se movieron (y esto especialmen- do en sus dos conjuntos "Vida de
te en su etapa juvenil) entre una per- puerto" y "Alma chilena", la de-
cepción original de su contorno es- nuncia de los males sociales es algo
xiv 1Punto dt: V/1ta pacial y las determinaciones que lo más que un simple episodio. En el
¡5

16/43
Y en la accwn personales -no en
fuerzas, grupos, clases o equipos-
cualquier esperanza de remedio. 19
No es inseparable de esta recurren·
cia .al azar feliz -a medias crédulo, a
medias desconfiado- la forma en
que retomaron los modernistas la tra-
dición religiosa latinoamericana, tan
soterrada entre los intelectuales de
las últimas décadas del XIX. Pero
en esta opción contra el unidimen·
sionalismo laico y positivista obraba
también el difuso idealismo y aun el
difuso irracionalismo que tantos
fuelles alimentaban.
Me parece que sería una postura
extremista decir que todo esto sea
siniestro. Pero cuando llega el mo-
mento de mirar lo que alguien llama
"the bill of particulars ", los equívo-
cos se sueltan como los vientos en el
pasaje virgiliano. Muchas verificacio·
19
nes han sido muy insistidas y son por Chocano es posiblemente quien
ello fácilmente abreviables. mejor expresa la querencia de "hom-
Chocan o justificó su adhesión a un bres nuevos" e idóneos en política
denostado dictador guatemalteco en (Memorias, cit., pág. 239) contra los
cierta inicial propensión populista y "ropavejeros" de la gestión pública
antioligárquica que él, por lo menos, (ídem, pág. 313) como alternativa ci-
advertía y coincidía con sus primeras vil y progresista (también oligárqui-
posiciones peruanas. En puridad, ca, si se atiende a quienes premiaba
siempre dijo 'preferir a los tiranos como tales) contra la "plutocracia"
personales sobre las "tiranías colec- y el "militarismo" (idem, págs.
tivas" que las oligarquías importa- 36-37).
ban y aun a cualquier "demagogia"
que él veía vacua y dañina per se. 20 2
° Chocano: Memorias, cit., págs. 10-
Pero la preferencia por los jefes res- 11, 223, 224-226 (sobre Estrada Ca-
pecto a una opinión pública cuya brera), ídem 126 (sobre su adhesión a
inconsistencia, cuya irrealidad tan Billinghurst, un caudillo popular pe-
bien conocían, fue una opción casi ruano frustrado por la oligarquía y el
unánime del núcleo modernista. Y estamento militar); ídem, 75.
aunque regularmente la explicaran
21 Vgr. el juicio de Chocano sobre
motivaciones muy claras de craso
interés personal parece justo reco- Buneau-Varilla (Memorias, 248) o la
nocer que en otras oportunidades germanofilia heroico-wagneriana más
pudo pesar el arraigado individua- tardía de María Eugenia Vaz Ferreira
lismo esteticista que casi todos (V. Luis E. Azarola Gil, Ayer, Memo-
profesaban. 21 En otnts, previsiones rias, pág. 1 08). Sop8fat• 1 xvll

17/43
configuraban y un más habitual de-
sentendimiento o extrañamiento a
él.
Unimismándola o no con la pro-
yección euro-norteamericana en el
continente o percibiéndola más di-
fusamente como el corolario de la
plena formalización del capitalismo
en nliestros países . adoptaron una
postura casi oficial de denostación
del proceso; más que visible es su
18
malestar de formarse dentro de es- Así lo destacó Pedro Henriquez
pacios sociales sometidos a un rápi- Ureña en Corrientes literarias en la
do curso de reificación. América Hispánica, Biblioteca Ame-
En una actitud de abierto elitis- ricana, pág. 180, llamándole "pala-
mo cultural y social rindieron culto bra muy socorrida en aquella época".
a lo que variablemente encomiaban La proclividad aristocratizante se
con los adjetivos de "selecto", "ra- muestra en ocasiones y objetos de
ro", "delicado". "exquisito", ''refi- modo proteico, desde el seudónimo
nado" pero sobre todo con el de "El conde de Camours" que usaba
"aristocrático", un término que para Del Casal hasta "el arrabal obsceno"
ellos aunaba, mediante un formida- del "Canto a Lamartine" de Herrera
ble poder recolectivo, todas las ex- y Reissig (Edic. Aguilar, pág. 156) y
celencias imaginables.'' la "aristocracia de las estufas" de que
Difícil es, paradójicamente, sepa- hablaba Darío (Cuentos, cit., p. 193).
rar estas predilecciones (también las La "élite", con "voluntad de pura
verían como "aristocráticas") de belleza" (Daría, "Dilucidaciones",
otra, tan general como ellas, por los prólogo a El canto errante) rechaza-
aspectos visibles y sustanciales de lo ba en nombre del "espíritu de selec-
opulento, lo esplendente, lo suntuo- ción del poeta" toda promiscuidad,
so, lo social y materialmente costoso. aun con los compañeros de lucha
. Con esa pasión por la brillantez encerrados en una mazmorra, según
es lógico que exaltaran y aun hin- lo hacía el incluso menos preciosista
charan las figuras de los reales o po- Chocano (Memorias, cit., pág. 102).
tenciales Héroes que de lejos o de "Pino", 14 elcgantc", "aristocrático"
cerca creyeron identificar; difun- fungían invariablemente como sinó-
dieron en sus primeras definiciones nimos en gentes que parecen haber
cívicas el reclamo por hombres nue- tenido una noción bastante conven-
vos, civiles y limpios, contra las vie- cional y remota de lo que la "aristo-
jas y tradicionales rémoras sociales cracia" puede comportar. Una pro-
que representaban las castas oligár- yección social inequívoca de esta
quicas y las castas pretorianas entre preferencia se ve en Silva, imaginan-
las que se bamboleaba el gobierno de do a "los rudos campesinos", de
sus propios países. Lo que quiere de- "cuerpos deformados" que se. arro-
cir también que, en la medida que los dillarán ante su amada Helena,
males que sufrían sus pueblos los "ElJa", como "ante un ángel" (Pro-
xvi (Punto de VIsta acuciaban, pusieron en la excelsitud sas... , cit. págs. 120-121).

18/43
razonadas e incluso slnceras 22 y
en otras, las 1nás envolventes in·
1
22
f!uencias doctrinarias que iban des- Algunos -y esto no alcanza a ser
de la boga de Nietzsche hasta el ai- disculpa- creyeron que el tirano na-
re general de revisión de las certi- cional delendía del explotador ex-
dumbres democráticas, racionalis- tranjero -en verdad era su aliado- y
tas y progresistas que desde Euro- tuvieron en especial una mirada en-
pa respiraban (aun puede pensarse tusiasta y hasta infantil hacia los lo-
que respiraron deleitosamente),'-' gros que en términos de integración
Preferían, es cierto, los mandama· física, edilicios y materiales y en
ses con ~·encanto: "autoritario" y materia de institutos de educación al-
"meliflua~' son los encomios yux· gunas dictaduras alcanzaron. La pre-
tapucstos que Darío hizo de la pa- dilección por las "dictaduras organi-
labra del por tantos motivos respe- zadoras" pacificadoras e integradoras
table presidente 13almaceda / 4 otras sin la menor preocupación del para
veces ninguna crc:;;ta era necesaria, qu(> y para quién de estos éxitos se
pues en ellos mismos (de los poetas articuló mayormente en obras con-
hablo) toda gracia se investía en tér- temporáneas --algunas levemente
minos de estricta paridad con la pe- rosteriores-··· pero ajenas al área mo-
santez del poder: por la espada y por dernista (El cesarismo democrático,
la lira, por César y por Orfco discurre de Vallenilla Lanzo Cirug(a po/(lica,
el quehacer de la historia." de gnrique Pérez). Incluso, el Idea-
Ninguna de las bellezas del poder riwn tropical, de Chocano (Lima,
les era en verdad indiferente y ello se 1922) es posterior a su etapa estric-
percibe en el tantas veces vocalizado tamente modernista.
rechazo de la acción norteamericana
23
en nuestros pueblos y de los elevados Es uú parún1etro fundamental en
costos culturales de una sociedad la ddinición del pensamiento políti-
muy competitiva. Pues en verdad, si co-social modernista la corriente de
se rastrean los arbitrios que concibie- crítica, revisión o deliberado despres-
ron para enfrentar tanto el proceso tigio del universalismo democrático-
de absorción directo como el proce- liberal-burgués, de sus correlatos so-
so de imitación, se tiene el más gene- ciales y culturales (positivismo, lai-
roso y aun el más contradictorio re- cismo, ciencismo, optimismo, iguali·
gistro de políticas. Tratar a los Esta' tarismo, realismo) y de sus valores
dos Unidos como enemigos era una de sostén (Razón, Progreso, Liber-
cosa, tratarlos como complementa- tad, Ciencia, Democracia, etcétera).
rios era otra. ¿Imponían la réplica Desde América, pero sobre todo des-
ofensiva, la competencia pacífica o de París y bajo la innucncia de lo
la alianza? ¿Precavían contra una to- que se ha llamado The Reactionnary
tal imposición de los intereses euro-. Reuolution parece obvio que la ex-
peas entonces tan ofensivos o esta- periencia de las farisaicas y conven-
ban asociados a ellos sobre un deno- cionales democracias oligárquicas o
minador común que nadie identifi- cesáreas latinoamericanas aumentó
caba muy bien? ¿Si eran "peligro" su receptividad a ellas en gradb mu-
no eran también "lección", también cho más intenso de lo que lo hizo
"modelo" / 6 "n1emento mori''? To· sobre intelectuales pertenecientes a
xviii 1 Punto de VIsta das estas alternativas se las plantea- otras áreas de la tierra. En esta línea

19/43
tendría alto interés estudiar a fondo
y cronologizar temática y tendencial-
mente la extensa labor divulgatoria
de novedades ideológicas cumplida
desde las vías del libro y del periódi-
co por Prancisco García Calderón,
desde la primera hasta .virtualmente
la quinta década de nuestro siglo.
Verdadero caleidoscopio de la vida
intelectual europea, divulgó desde el
socialismo, el sindicalístno, el nacio-
nalismo y el irracionalismo de la be-
/le époque, hasta la boga la tina del
fascismo y sus precursores, el histori-
cismo de Dilthey, el neomed ievalis·
mo de Bcrdiaeff, etcétera, hasta lle-
gar él mismo -debe presumirsec- a
un auténtico amorfismo ideológico
a fuerz'a de estar tan abierto puntual-
mente a toda novedad.
24
Autobiograf{as, cit., pág. 48. Cho-
cano encomió "la belleza constante
del gesto de Piérola" (Memorias,
cit., 109).
25
En "Retorno" (Oda a Mitre y
otros poemas, 1906).
26
En este caso, como en tantos
otros, podían preguntarse que si el
éxito se lograba mediante la mtmeti-
zación en valores y comportamien-
tos con el adversario, con la fuerza
amenazadora, qué precio tendría ese
éxito. La idea de la imitación en frag-
m(mlos de La epopeya del Pacifico,
de Chocano, Soporuta / xl:

20

20/43
ron y a veces se las respondieron las
mismas gentes, no siempre sucesiva
sino, incluso, simultáneamente. Y
aunque nadie se haya preocupado
mucho de los otros ni se cortocir-
cuiten tanto las variaciones, no
------
27 Lo que lleva a p('nsar si tan poco
tiempo antes había puesto más fe en
"latinoamericanizar". Cierto es sí
que en "A Roosevelt" Darío intuyó
\
constituye un caso solitario de Volu- soberbiamente ciertos iactores de
bilidad el tan subrayado de Darío. 27 identidad latinoamericana, sobre
No existían entonces doctrinas todo en su alusión a. ilustres vetas
del "desarrollo pobre" o "autóno- premodernas y no occidentales ("el
mo" ni a los modernistas les hubiera alfabeto pánico", "las huellas de los
placido pero no creo aventurado su- pies del gran Baca", el vivir de "luz,
poner que para que las posiciones an- de fuego, de perfume, de amor"). Sin
te los Estados Unidos resultaran más embargo, parece algo más que idea
unívocas debería haber sobrado un de ocasión la petición d<> la "Saluta-
componente de gran persistencia en ción al AguiJa" (1906) pidiendo que
la mentalidad del modernismo. Me ésta nos traiga en su pico "los secre-
refiero a su adoración, de raíz vita- tos de las labores del Norte 1 y que
lista, por todas las señas del poder los hijos nuestros dejen de ser los ré-
material y social, por toda fuerza de tores latinos 1 y aprendan de los yan-
irreplicable contundencia que quis la constancia, el vigor, el carác-
ejerza sobre las cosas y los hombres. ter".
Estos críticos del economismo bur- Interesante es señalar todavía que
gués y del síndrome fenicio dejaban tal latitud es advertible también en
de serlo cuando en brazos de la ley quienes más persistente y doctrina-
dialéctica de transformación de la riamente hicieron de la acción anti-
cantidad en calidad, el Oro soporta- imperialista un aspecto decisivo y
ba hacerse metafísica (Reyles), mere- aun central de su labor. Puede creer-
cía cantos (Darío), se desplegab en se que fue Manuel Ugarte quien más
las ferias ubérrimas que provocaban plenamente corresponde a esta defi-
los centenarios nacionales (Lugones), nición. Y Ugarte creía que "La
se hacía sangre de héroes capaces de América Latina [... ] tiene todo que
as~ender al cielo mítico (Darío) o aprender de los Estados Unidos y
abría la vía a traba¡os heracleos co- necesita la ayuda técnica de ese gran
mo los del canal de Panamá (Cho- pueblo" (El porvenir de América
cano).28 Latina, Valencia, 1910, págs. 22-23).
Si bajo estos jubilosos producti- También sostenía querer y admirar
vismos y cuantitativismos se filtra- y hallar múltiples aspectos imitables
ban así los valores del Enemigo, 29 se en' los Estados Unidos, distinguiendo
advierte también qué difícil era opo- entre la honradez de su pueblo y "la
nérseles en base a un proyecto defen- injusticia que se comete en su nom-
sivo tan vagaroso como el de Lati- bre" por "políticos expeditivos y
noamérica lo fue para los más con- ambiciosos". Cuando concebía la ad-
notados modernistas. Y es que a ve- víniente sociedad cuya resistencia or-
ces se siente que América Latina era ganizaba sostenía que "De Europa
para ellos poco más que un ámbito poco tenemos que temer, porque
mayor y más respirable que los as- [... ] las influencias de los países que
fixiantes alvéolos nacionales, un es- han prestado hombres y capitales
XX 1 Punto de V/sta pacio más apto para recoger sus se equilibran y funden en un cosmo-

21

21/43
politismo que acabará por formar el
alma de la región" (ídem, pág. 77).

28
Por su orden: Carlos Rey les: La
1 muerte del cis,ne (1910); Darío:
Cuentos, págs. 70-74; Odas secula-
res, de Lugones; Canto a la Argenti-
na, de Darío, "A Roosevelt", de Da-
río; Chocano, Memorias sobre Bu-
nau· Varilla, cuyo "genio parece en
parte vaciado en los moldes de Niet-
zsche" (pág. 248). En todo esto de-
be verse el trasfondo de vitalismo
y animismo aunados que es (vgr. "El
coloquio de los centauros") y no el
idealismo ontológico o gnoseológico,
la verdadera filosofía del modernis-
mo.
29
Darío: Cuentos, pág. 316; Lugo-
nes: Obras poéticas completas, Agui-
lnr, ptÍgH. ~3fi-1t1G, suptJrt~r" 1 xxl

22/43
ecos y generar los debidos aplau·
sos, las efusiones verbales a campar·
tir con gobernantes y colegas. Más
prácticamente, asimismo, una suerte
de simili·nación ensanchada que per-
mitía, por serlo, saltar del favor de
uno a otro gobernante como si siem-
pre se fuera de la casa:10 A nivel más
objetivo, en términos de pretender
una mayor consistencia, lo que más
generalmente se advierte es una con·
cepción de la entidad latinoamerica·
na como una especie de molde a llc·
nar o, en otra imagen, de taracea a
componer · con los diversos ingrc·
dientes europeos contemporiÍneos.
Los dos sustratos fundacionales in·
d ígena y español no pasaban muchas
veces de su condición de trasfondos
decorativos sin mucha mayor fun·
ción que justificar el orgullo de lo
diferencial, que dar la pizca de con·
dimento para lucir la originalidad de-
seable y ya estipulada. ·11
No sé hasta qué punto haya sido
percibido que la índole factual de
los anteriores elementos no funda-
ba idóneamen te esa identidad, cuya
esporádica busca fue evidentemente
una elogiable aunque descaminada
empresa generacional. ¿Debía basar·
se la oposición de los dos bloques
contendores y supuestamente horno·
géneos en el tan ambiguo "desinte· 3
° Conocidos son los variados roles
rés", en un "idealismo" genérico o. que desempeñaron en diferentes paí-
en su especificidad "quijotesca", en ses Daría, Mm-tí, Chocano, etcétera.
la tradición latina, en la hispánica o
31
en alguna propia y rescatable? Me Contra "lo criollo" visto por lo ge-
parece que lo muy cterealizado de neral despectivamente, sobre todo en
cualquier proyecto histórico que sus módulos político-sociales (Payró,
se concibiera se estimaba como to- Blanco Fombona, Sánchez, etcétera),
cando tierra con la invocación a la esta concepción de Latinoamérica
"Raza" por mucho que se caiga aquí como un molde a llenar se advierte
en el tembladera! de conceptos más por ejemplo en un pasaje de Chocano
anchos de toda la cultura latinoame- (Memorias, pág. 212) cuando elogia
ricana de entonces. Una latinidad a Costa Rica porque en ella "el con-
amamantada por la Loba, otra re· fort, el buen vivir yanqui" no despla·
xxií 1 Punto de V/sta verdecida desde la luz de los ajenjos zó el "espíritu europeizante".

23/43
en la "cara Lutecia" y una tercera
versión racial hispánica compartie-
32
ron, sin molestarse demasiado entre En el curso entre las tan inverifica-
sí, las apetencias por dar una verte- bles "leyenda negra" y "leyenda ro-
bración · consistente a la deseable sada" del trascendentalismo antieco-
identidad latinoamericana. Y aun nómico, la previsión humanitaria y el
los respaldos de solidaridad y poder predominio de la efusión misionera,
qüc se sentían urgentes se buscaron Lodos los premodcrnistas y modernis-
de este modo tridentino. 32 tas idealizaron a España y al pasado
Que tales presunciones también cspaiwl (Martí, incluso, que l.enía sus
dignificaban con buena conciencia motivos para sacar conelusiones de
el latente blanquismo de los niveles vivencias más <..lirccLas que las de los
altos latinoamericanos es 'evidente, otros). Es difícil saber hasta quó pun-
pero el recoger los erizamientos epi- to Darío, Chocano, Landa, Díaz
dérmicos de las minorías de tez m<ÍS Rodríguez, Herrera y Reissig, Rodó
clara se cohonestaba ~ún mejor con y tantos mi:Ís eran conscientes de
el racismo biologista que venía inci- que con su postura validaban las peo-
diendo en el pensamiento americano res tradiciones de brutalidad, fanatis-
desde el romanticismo y que dictami- mo, codicia, odio y estúpida arrogan-
naba en los pueblos sajones, blancos, cia, a las que parecieron ver como
europeos, germánicos o caucasiCos "hidalgas", "románticas", "poéticasn
-·así variablemente se les llamaba··· e "ideales". Ilasta qué punto tam-
el Herrenvol/¡ mundial del futuro. 33 bién esto reprosentó postergat• el ut·-
Duro y racista este pronóstico, se gente encomio latinoamericano del
sitúa de cualquier manera en las últi- trabajo, la modestia creadora, el es~
mas estribaciones del optimismo del píritu erítico y la racionalidad :·
ochocientos. Ahora bien: presumo otros trazos de conducta que (en
que si a nivel existencial y vital el pe- concurrencia con otras venturas) pu-
simismo de algunos modernistas no dieron hacer de España y los países
difirió en grado apreciable del pesi- latinoamericanos otra cosa que peo-
mismo romántico, otro tipo de pesi- nes ele la historia de los otros.
mismo ··el histórico, el social- se
marca en las obras maduras de los in- 33
Vgr. entre muchísiznos casos posi~
tegrantes más avisados, más cosmo- bies: Blanco Fombona: El hombre
politas o de vida más larga de la es- de oro, págs. 192-193; Darío, que
cuela. Su explanación no es fácil y habla en Prefacio a Cantos de vida ...
sólo aventuro que pueda ser simplista de "mediocridad, mulatería intelec-
explicarlo como la estricta determi- · tual'' y ve a los negros "tan feos",
nación de un subconsciente de capa "pobres simios" (Cuentos, pág. 202).
o grupo social amenazado en sus po-
34
siciones, según una norma interpreta- Aunque sea casi ,lugar común en la
tiva que ha venido a convertirse en sociología del conocimiento no resul-
un peligroso y engañador estereoti- ta empíricamente intachable la in-
po.'• coercible tendencia a la mistificación
¿Se temía por la estabilidad, por por parte de las fuerzas que se cega-
la identidad de un mundo en el que rían a la comprensión de la historia
en verdad ellos, los poetas, los artis- pues el curso ele ésta habría decreta-
tas, los escritores no habían sacado do su perecimiento. No fallaron ¡;ru- Suporotu 1 xxlil

24/43
las mejores suertes pero sentían de
algún modo indeglosables de su vida
y de su creación? Dejo la cuestión
abierta y sólo recuerdo que ya había
en Silva la previsión horrorizada y a
ia vez irónica de una explosión de
los hambrientos del mundo, de una
vislumbrada "zoocracia ". 35 Fue so-
bre todo, empero, a través de los tex·
tos de Daría posteriores a 1900 que
se expidió con más relieve una visión
muy aprensiva de un curso histórico·
social crccientemcnte caótico e hir·
viente, decadente y a la vez brutal,
desgarrado por conflictos irreconci·
liables y por irreparables injusti·
cias. "' Entre ellos se vieron desde en·
tonces amenazados (pues el tema
está lejos de secarse) los más estima·
dos valores y quehaceres, los más
confortables invernaderos de la cul·
tura. Entre los ministerios de esa
conjura el de la impronta del dine·
ro era ya antiguo; antiguo también
desde el liberalismo doctrinario y
desde Tocqueville lo era el tema
del despotismo factible de las masas.
Más nuevo resultaba el de la fuerza a
la vez bárbara y superorganizada que
como rol le tocó desempeñar a la
Alemania guillermina desde los años
noventa. 37 Y nuevo también el de la
violencia irreverente y destructiva del
anarquismo de acción y sus tácticas

~----­
terroristas. "Sordos ímpetus" de
pos· socialmente decadentes que vie· "algo fatal", el "apocalípitico Anti·
ron con lucidez un futuro que los ex- cristo" de la revolución marcaba el
cluía {algunos casos entre pensadores sismógrafo de' Darío inmerso en el
de origen nobiliario son relevantes tumulto europeo, asomando su pezu·
entre 1790 y 1830, especialmente). ña en "el hampa que sacia su cana·
Por otra parte, además de tenerse llocracia en burlar la gloria, la vida,
que suponer un curso ineluctable de el honor", en la "tea" y la "daga"
la historia, lo que es por lo menos ar- de los que "apedrean las ruinas", 38
güible, también, de existir ese cur- Si todo esto suena a presagios de
so, el engranarse positivamente en él máxima, una actitud práctica -co·
{y hay también de ellos bastante m o siempre lo hacen- tendían a fo·
ejemplos) no representaría garantía mentar, y ésta no era otra cosa que
xxiv 1 Punto de VIsta automática de realismo y perspicacia. la pasividad. Una pasividad asesorada

25/43
~~----------------
35
J .A. Silva: Prosas y versos, cit.,
págs. 149-151, y dígase que aun en
los textos de conmiseración obrerista
....
su Canto a Lamartine de la "infame
guillotina" de un proceso que cnto-
y
naba un "himno a la 'razón y otro a
o miscrabilista se perciben a veces las la muerte'' (l'oes(as completas,
notas mezcladas de la simpatía y el AguiJar, pág. 156) filiándose clara-
espanto. mente a través del mismo personaje-
tema en la tradición girondina. So-
36
Por ejemplo: "Cantos de esperan- bre el anarquisrno y su acción: "el
za", en Cantos de vida y esper~Wza; trágico odio del iluso", en Canto a la
"Santa Elena de Montenegro~', en Argentina; "Agencia", en El canto
Poema del otoño, etcétera. errante. Los iérn1inos citados son
de "Letanías de nuestro señor Don
37
"A Francia" (1893), en El canto Quijote" y de "Salutación del opti-
errante. mista", ambos de Cantos de vida y
esperanza. No sería exagerado llamar
" Casi todos los modernistas pare- premonición fascista su interrogación
cen haber rechazado ese antecedente sobre "¿Quién dirá que las savias
probable que representó en· esa línea dormidas 1 no despierten [... ] en el
ideológica la tradición jacobina (Da- tronco del roble gigante 1 bajo el
río: "ese monstruoso ... estruendo que cual se exprimió la ubre de la loba
se llama Marsellesa", Cuentos, pág. romana'?" ("Salutación del optimis-
198); de "la Marsellesa" a "la Car- ta"). Otro pasaje romanizante de Da-
mañola" ("A Colón", 1892) en El río en Cuentos, erlic. Mejía Sánchez,
ca Mo errante; Julio Herrera habla en p:ígs.173-17tl. SopnratU /XXV

20
26/43
por un <liclamen informe pero bas-
tante unívoco sobre el peligro y la
39
inutilidad de toda acción de reforma Daría: "primavera apolínea'' en
social pugnada por la violencia y aun Cuentos, pág. 300; "Los camellos",
por todas las otras vías en que habi- de V~lencia, en su undécima y duo-
tualmente se articulaba. :19 Del famo- dóeima estrofa.
so anarquisn1c de algunos modernis-
40
tas ya se ha señalado más de una vez De la primera actitud "la cachaza
que -muy [ejos.dc la línea kropotki·· del poeta" con la que el narrador de
niana- fue en sustancia un soberbio "El fardo" de Durío se decide a
yoísmo exhibicionista que extendía "filosofar" el doloroso episodio
su desdén a todos los sectores socia- (Cuentos, pág. 34); de la segunda el
les. Pero no fue sólo en ellos que los consejo de Díaz Mirón a "Un jorna-
arrestos de solidaridad y simpatía lero" (Poesías completas, pág. 224)
social por los niveles más desprivile- de colocar "el tiesto con la planta
giados se resolvieron, incluso desde que florece" o el proyecto de Gómez
el principio o en la reflexión o en Carrillo de convertir al obrero en ar-
concebir arbitrios de tipo cstetizan- tista (El modernismo, pág. 137).
te y ruskiniano."' No sé que se haya advertido la misma ·
¿En dónde se generaron estas po- ambigüedad de posición del Lugones
siciones, estas proposiciones, estas más revolucionario con la estridente
omisiones, tan obvia e ideológica- introducción a Las montañas de oro
mente cargadas? Más acá de la sus- no sólo por lo poco que tiene que ver
citación libresca,· tan poderosa' en la ese fortissimo de litanismo y tremen-
cultura latinoamericana que pudo dismo progresista con el resto de la
fomentarlas y que indudablemente obra, sino por el implícito equívoco
lo hizo ¿qué fue lo que las prolongó ele su manifestación final: "Y decidí
hasta ese paisaje de ideas y compor- ponerme de parte de los astros". Tras
tamientos que ha dado lugar a la 1915 se vería cuáles eran los astros
corriente de incriminación dominan- bajo los cuales Lugones se puso. Otra
te? Y aun algo que importa m<ís. percepción: la de la lejanía entre el
¿qué fuerza las ensambló, pero de tema y la peripecia personal concreta
modo tan débil, tan lleno de con- es la que se desprende de otro famo-
tradicciones que hizo imposible so poema social del período: el
-junto con otros determinantes- "Anarkos." de Valencia. Pero mucho
que alcanzaran la estatura de una más directa es la postura conservado-
ideología cabal? ra y cancelatoria de todo gesto de
Creo que la implantación origina- cambio social en el argumento ad
ria de los modernistas en sus respec- homincm con que Daría remata iró-
tivas sociedades, el abanico de fun- nicamente su pú~inu "¿Por qué?"
ciones que desde ésta se abría no lo (1892), Cuentos ... , cit., págs. 17 4-
esclarece todo pero debe ser, de cual- 17 5. Permanecía, con todo, en algu-
quier manera, el punto de partida del nos, una suerte de mala conciencia
intento. Siempre, en especial, que se por las miserias y carencias cuya reali-
tenga en cuenta que ese enclave so- dad escamoteaba una literatura abo-
cial básico no dibuja un campo cerra- cada al despliegue de los aspectos
do a experiencias más particulares ni más luminosos y exaltantes de la rea-
xxvi 1 Punto de ViJta tampoco a otras más generales, ni a lidad,, según lo prueba un revelador

27/43
pasaje de Díaz Rodríguez en Sermo- gancias del anarquismo estético
nes líricos (págs. 187-189) en que (l3lanco Fombona, Diario de mi vi-
tras insistir en la belleza de los buca- da, Madrid, 1929, p:í¡(. 224; ltoberto
rales en flor de un cafetal dice: "To- de las Carreras) o 6Lieo-social (F'er-
do, como en la literatura. Casi, ca- nando Santívún: Memorias de un
si como en la literatum, Sólo que, a tolstoiano ), de confusiones que ha-
la sombra de los bucarales que van cían a grupos obreros de Chile reci-
por la literatura extendiendo su rojo bir a Chocano como un "poeta soda-
dosel florido, no hay nada, o punto lista" (Memorias, pág. 295), el mo-
menos que nada, mientras. que, de- dernismo militante haya rehusado
bajo y a la vera de estos otros buca- concebir cualquier otra forma de mo-
rales, hay algo, si no mucho: está el dernización económico-social que
rancho en cuyo estrecho recinto se aquella de tipo burgués que inicial y
extingue, pudriéndose en promiscUi- convencionalmente rechazaba. Diga-
dad paradisíaca una familia alcohó- n1os que otra, aun borrosamente so-
lica; se alzan las paredes en ruinas, cialista, debió parecerles gobernada
a las que se acogieron, después de la potencialmente por los mismos prin-
súbita muerte del peón, cinco huérfa- cipios reehazados, en especial respec-
nos y una viuda, es decir, más de seis to al arte y a los arlistas. Si a poten-
hambres ... ", etcétera. Considerada, cialidades y opciones más o menos
empero, la actitud modernista como hipotéticas se hace referencia, vale la
un todo, es evidente que su compor- pena marcar por fin que en ciertos
tamiento social se modeló bajo el modernistas algo laterales, caso de
impacto de los profetas del pesimis- Blanco Fombona, seplantearía, años
mo y del escepticismo históricos, po- después, la prospectiva de las situa-
lítico-sociales, del siglo XIX, de Toc- ciones postrevolucionarias (Camino
queville a BourgeL y Brunetiere, de de imperfección, p:ígs. 367-368). La
Nietzsche a Burckhardt. Ese pesimis- división de la revolución triunfan te en
mo y ese escepticismo incidían muy burócratas conservadores y ultrarre-
especialmente sobre las creencias de- volucionarios era lo sustancial de
mocráticas y revertían en posiciones su predicción, dentro de un juicio
de relativismo y preocupación (ver, despectivo común sobre el capitalis-
por ejemplo, el "Ashavero" de Da- mo y el marxismo como ideologías
río, Cuentos, págs. 213-218), Todo y fuerzas "faltas de vida espiritual",
esto explica que pese n las extr.¡wn- de "gr,:;.ndes ideas". Sopurutu 1 xxvli

28/43
esos prestigios ideológicos de la épo· patriciado doctoral y letrado que re-
ca, ni a. tradiciones intelectuales a las tenía todavía importantes posicio-
que ya hice ocasional referencia. Me- nes. Había sido bastante fluida la
nos todavía, a esa proclividad de la cooptación para él desde el nivel me·
"inteligencia" a darle alcance univer- dio y aun desde sectores más bajos
sal a los valores que manipula y a a través del ,;í.mbito identificador de
conductas y preferencias de grupo las reducidas promociones universi-
cuyo recuento no es prescindible. tarias y tratándose como se trataba
Como se ha dicho ya muchas ve- de sociedades de tan reducidas élites
ces, la promoción más auténticamen· dirigentes· que cada uno de sus in-
te modernista surgió en una etapa tegrantes se hallaba sometido a una
histórica latinoamericana en la que la dispersa y aun opresiva multifuncio-
estabilización política lograda en al- nalidad41 (algo que explica, como es
gunas naciones mayores: los lucros natural, una corriente de continuas
retenidos in situ del crecimiento adscripciones). Si en términos de
"umbilical" o "hacia afuera" y el de· poesía y literatura se piensa, esta
sarrollo urbano. de ciertas capitales multiplicidad sólo permitía condi-
promovieron una perceptible euro- ciones de labor que daban· carác-
peización material en las cúpulas de ter esporádico y casi siempre frag-
la estratificación social y en los nive- mentario a buena parte de la pro-
les medios. Una nueva burguesía lo· ducción: las obras más ámbício-
cal, de origen inmigratorio (aunque sas y maduras resultaron casi siem·
ya algo lejano) y enriquecida sobre pre fruto de cierto heroísmo y aun
todo en la actividad comercial se de cierta excentricidad a la vida pÚ·
ensanchó con pocas soluciones de blica que no era común pero quepo-
continuidad y aun sin firmes distin- día darse en algunos dilatados lapsos
gos a un esbozo de "burguesía ge- de exilio político."
rcn te'' c1n prcsario-bancario-fi nan- Otra y muy distinta va a ser la
ciera y agraria, vinculada a la extran- condición de los escritores de la pro-
jerización de la propiedad de los sec- moción modernista, muchos de cu-
tores productivos, la especulación y yos integrantes o no pasaron por la
las concesiones del Estado en térmi- universidad o lo hicieron fugazmen-
nos de tierras, subsuelo y transpor- te. Originarios buena parte de ellos
tes. Correlativo al ascenso de estos de los sectores medios tradicionales
dos (o un) sectores, se marcó la de- pero ahora extrañados a los verdade-
cadencia de los viejos patriciados ci- ros círculos de conducción nacional,
viles y letrados, por mucho que al- abocados a abrirse paso y a sobrevi-
gunos de sus inte¡,'tantes sobrevivie- vir en un mundo mucho más áspero
ran airosamente en la actividad pro- de lo que hasta entonces había luci-
fesional y en el liderazgo político. do, se ha señalado cómo casi todos
Desde este cuadro tan sabido debe ellos se sintieron más o menos en-
pasarse ahora a que el fenómeno granados y sujetos a un mercado de
regular fue el de que el intelectual demanda y oferta literarias que im·
y el escritor de mitad del siglo y aun puso a una parte de ellos la faena pe-
del cuarto que siguió se había in- riodística regular y hasta abrumadora
tegrado coÍ1 relativa facilidad, ya e incluso promovió, como en el caso
fuera por droit de lla!Ssance ya por de "la crónica", nuevas estructuras
xviii 1 Punto da Vl1tn droit de conquíite a ese remanente de mensaje literario. Que este proce-

29/43
41
Fue la condición de Bello de Sur-
'
miento, de Lustarriu, de Montalvo,
de Mitre, incluso de Martí entre los
más eminentes. En Henríquez Ure·
ña: Corrientes... , cit., pág. '239, lista
de los escritores que fueron presi-
dentes. ·
42
Estas condiciones de creación de
las generaciones premodernistus fue-
ron en realidad bastante advertidas
por las promociones que las sucedie-
ron. Herrera y Reissig, por ejemplo,
hacía referencia a ellas cuando pon-
deraba el valor de la generación patri-
cia letrada (los Ramírez, su tío Julio,
etcétera), Epílogo wagneriano a "La
política de fusión", Montevideo,
Cl!ludio GurCÍll B.u., p1ígs. G1-G5. Sopuruw/ XXIX

30/43
so de espccializ<lCiÓn) diversificación
y adensamienlo sociales -que inclu-
43
so esta autenticación de un curso de Con su famoso don de síntesis de-
las letras que antes era poco verifica- cía Pedro Henríquez Ureña que "la
ble- fue visto por casi todos los afec- transformación social y la división
tados por éi en forma peyorativa, del trabajo disolvieron el lazo tradi-
aun corno inminencia esclavizadora,.J cional entre nuestra vida pública y
parece ruera de duda, en tanto resuiR nuestra literatura" (Das corrientes li-
tan muy inseguros todos los ulterio- terarias ... , cit., pág. 176) aunque es
res pasos de un discurso· reflexivo claro que como toda síntesis el aser-
que no podía quedar en tal juicio. to no precisa cuál era ese vínculo
Porque es difícil, en puridad, saber específico y las modalidades de su
en qué antítesis a la condición inde- rompimiento. En cuanto al sentido
seada del mester periodístico o de la de la obligación periodística y de la
formalidad burocnítica concibieron especialización no conozco testimo-
los modernistas su mejor, su aspira- nios de que se le haya juzgado como
blc destino. Pudo ser la condición el verdadero progreso que era, desde
del señor letrado medieval o rena- el diletantismo y la multiplicidad pa-
centista económicamente indepen- tricia: todos pudieron haber confesa-
diente, que Silva buscó en rescates do, de llegar vivos hasta entonces, lo
algo descocados, Chocano por medio que confesó Rufino Blanco Fombo-
de especulaciones financieras y que na en 1933: "el haber incurrido en el
Larrela y Díaz Rod!Íguez disfruta- delito feo, de lesa majestad artística,
ron.44 Pudo ser la de "enünencia a que nos constriñe nuestra época:
gris", o primer ministro, o Goethe de escribir en los periódicos" (Camino
algún Wein1ar tropical, junto a un de imperfección, pág. 380). La con-
dictador benévolo. Pudo ser la de vicción gidiana de que "son los lí-
protegido por algún Mecenas genero- mites los que fortifican" parece
so y sin tareas de tanta responsabili- haber sido extraña a los modernistas,
dad: por lo menos Darío entrevió al- si bien el afirmar su eventual verdad
guna vez así su destino. 4 ~ no quiera decir que u escala indivi-
T¡unpoco es más fácil establecer a dual la habitual dispersión, disconti-
qué sector preciso de la estructura nuidad e inconexión de la labor
social apuntaba (si es que a alguno periodística no pueda ser y haber si-
apuntaba) el ya referido rechazo mo- do frustrante a las posibilidades de
dernista al proceso de reificación y algunos, abocables a obras más am-
despersonalización que el capitalismo biciosas y orgánicas. Luis Alberto
que irrumpía estaba promoviendo."' Sánchez destacó tal adversidad pla-
En ocasiones podría creerse que la neando a partir de 1912 en la tarea
implicada era una avarienta, estólida de Francisco García Calderón (con
y muy tradicional burguesía na- motivo de su muerte, en 1953, suple-
tiva.47 En otras, toda la cúspide do. mento de El Dla, de Montevideo).
minante y dirigente consolidada, in-
44
cluida en ella la porción letrada y po- Observaciones de Díaz Rodríguez
lítica, con muy contadas excepciones en Sermones /(ricos, o p. cit., pág.
-las más de ellas tácticas- por cier- 236, sobre lo negativo de la falta de
XXX/ Punto de VIsta tas figuras. 48 Atisbos hay asimismo "ocio con pasar" al escritor.

3/

31/43
45
Rama ha marcado agudarnente la do suponer que lo aspirado por los
postura dual de atracción y desdén más connotados modernistas no fue
hacia el público que fue coÍnún a los el trascender su nueva condición ha~
modernistas (op. cit., págs. 22-28). cia una plena función crítica y crea~
Esquivándolo se aúnan en Dado, dora dentro de una pluralidad de éli-
en las páginas iniciales de El canto les sociales y masas fluidas y recepti-
errante 1 las dos perspectivas desea~ vas, capacPs de retribuir t~n Lórminos
bies del señorío y la protección del materiales y de prestigio e influencia
mecenazgo. Evoca a Roosevelt que -esto es: la recreación del viejo
"corona de rosas a los poetas", a vínculo literatura-política, del lide-
Hpríncipes, políticos, n1illonarios, razgo y docencia sobre otras dirncn-
poderosos de la tierra que les mani- sione:,--. No por eso, entonces, Sino,
fiestan una plausible deferencia"; por lo menos para la mayoría, una es-
también a la esperanza de que la her- pecie de reverencia espiritual que le se~
mandad de poetas "aún pudiera reno- rían debidas con1o una "{dile de la
var algún trecenazgo". Vale la pena fineza" en una sociedad mucho más
marcar que esta pretensión por una jerárquica y estática que la que supo-
clientela dadivosa, corta e ilustre, ne la otra alternativa.
podía vertirse. en el ejemplo más os-
46
tentoso de la plástica-pictórica, "es- J.L. Romero, op. cit., pág. 290,
cultórica" sin demanda entre esos habla de "exquisitez" más que de
"reyes burgueses que viven podridos "disconforn1ismo" en el rechazo de
en sus millones" (Darío, Cuentos, las nuevas jerarquías del dinero.
edic. cit., pág. 109). Sintetizando:
47
se podría decir que a la nueva con- Destaco, por ejemplo, que el Ca-
ciencia de intep·ar un grupo social milo lrmtiu, de El hombre de oro de
de especificidad más marcada que. la Blanco l_;'ombona, si como ·símbolo
que antes tenía -esto es: una intelli- del proceso de reificación se ve, no
gentsia incipiente y a la vez disfun- es ní mucho menos un en1prcsario ca~
cional a los intereses dominantes de piLalista o un "burguós nacionaP' a la
la sociedad- a vt~ce·s, incluso, sin moderna.
querer serlo, se tradujo en malestar.
Pero en malestar también, J.a percep- 48
Es de marcar, por ejemplo, la ad~
ción de estarse haciendo un buceo , miración a Caro por parte de Choca-
esos poetas escritores, no por su ac- no y Silva, a Rafael Núñez, benefac-
tividad céntrica misma, sino por cri- tor del último y (!(, Darío (A ttlobio-
terios adscriptos: el favor, la pro- graf(a, cit., págs. 87, 104, 109).
tección de un gobernante que impo- Cuando murió N úñez, el e argo que
nía funciones variadas: el periodis- ocupaba Darío fue automáticamente
mo oficial, la diplomacia, los nego- suprimido~ o poco n1cnos. Mitre fue
cios, la alta -burocracia, las gestiones admirado sonoramente por Darío,
especiales, etcétera> casi nunca favo- Lugones y Choca no (aunque atacado
rables -incluso la diplomacia, como por Blanco Fombona en nombre de
so verá- al trabajo literario. Sintct.i- la cenl<:nnria querella snnmnrLininnn-
znndo Laml>iún, "" pan;c(; Hvonl.ura- holivariatlll, ¡,;¡ etiJiejo d<: lreH filceu, Sop/lffl(ll 1 XXXI

32/43
de un rechazo eSencialmente enfático
a los nuevos sectores advenedizos, "fe-
nicios., y "rastacueros", en nombre de
un orden tradicional ya idealizado. 49
Muy a menudo también el actor
exorcizado es el burgués genérico co-
mo categoría cultural de quien
"piensa bajamente" (Baudelaire) o
" no compren de na da" . M'as pro ba·
ble es todavía que la contundente
percepción de un mundo dominado
por el dinero no hayá hecho distingos
muy precisos y entonces aun más
trabajosos de lo que todavía hoy
son.so
Lo indudable es que aquel conjun·
to de creadores en el que la queren-
cia de actualidad, de universalidad y
de intensidad de vida había dado un
verdadero salto cualitativo respecto a
todo lo precedente, sintió casi sin
disidencias la irrespirabilidad de sus
ambientes y la urgencia de otra aco-
modación. Los testimonios sobre la
·'asfixia del medio", según el tema se
estereotipó, no faltan. 51 Si esto se
admite como auténtico -y no hay
.razones de peso para no hacerlo·- el
impacto convergente del intenso in-
dividualismo, de la falta de todo ho·
rizonte histórico para una seria ac·
ción colectiva, la espantosa fragili-
dad de algunas que se ensayaron, la
caída general de nivel de una ética
introrregulada que la "época alu-
pág. 152) y todo el lote grupal de vial" registró, la misma abundancia
"Los próceres" obj<~to del tributo de de cohonestaciones que a mano esta-
Lu¡,ones en Odas seculare.>. Sería in- ban para cubrir cualquier conducta"
teresan le de indagar la proyección explican de modo más que abundoso
subconsciente de la nueva generación el drástico descenso moral con el que
en el rol de los intelectuales funda- nuestra primera "inteligencia" desa-
dores (un Bello, un Mora, un Sar- rraigada comenzó a andar. Desde esa
miento) según se marcaría -por conjunción de determinaciones se
ejemplo en el caso de Daría y de despliegan el escapismo, el confor-
Lugones- en la reiteración del tema mismo, el proteísmo, el exhibicionis-
del escultor y su obra, el símbolo mo, los gestos de fútil rebeldía que
más idóneo, sin duda, entre todas las la postura incriminatoria le ha se-
xxxii 1 Punto de Vl1ta artes, para tal proceso. ñalado."
a página XXXVI
33

33/43
------~----------
49
Ese rechazo a Jo "fenicio" es bas-
tante anterior a los modernistas,
por lo menos en el Río de la Plata,
.....
una muy genérica de adaptación y
conformismo que cruelmente recuen·
ta Darío en "Primavera apolínea"
una región sometida típicamente al (Cuentos... , cit., págs. 297-300,
proceso de dependencia y moderni- 1912) o la vuelta al "solar" o "las
zación. Algunos como Silva, aplasta- raíces" o la dureza del trabajo del
do por el peso de las "deudas sagra- campo o la aceptación de una exis-
das" de sus proveedores externos, tencia en derclicción y total cxposi-
conocíeron algo más que ambient.alw cwn, tcn1a existencial romúntico
mente la dureza del trato capitalis- (muy articulado, vgr., en Múrmol)
taque se consolidaba. que retorna tan tardíamente como
en 1927 en Porfirio Barba Jacob
50 Llamándole "burguesía n a los sec~ (García Prada: Poetas modernistas,
tores de cúspides que gobernaron cit., págs. 310, 336). La adaptación
Latinoamérica desde la Independen- y aun la domesticación fue, ·empero,
cia hasta la hora populista -por lo la poslura general en cuanto :-;e ma~
menos- identificamos y homogenei- nifcstaba en las funciones de scr.'un-
zamos una cantidad de estratos socia- dón, burócrata, consejero, escriba,
les con pautas de conducta y valores agente y más habitualmcn le funcio-
muy diferentes. La burguesía de Lu- nario diplomático de gobernantes de
cio Vicente López en La gran aldea toda laya moral y significación polí-
tiene mucho parecido con la de Blcst tico-ideolbgica. Así se ha recordado
Gana pero muy poco con la de los más de una vez el apoyo y aproba·
nuevos ricos de La Bolsa de Marte!; cibn del déspota guatemalteco Estra-
si se construye Ufl ''tipo con algu-
H da Cabrera por Chocano -al que ca-
nos rasgos de cada núcleo éste es si le cuesta la vida-, Gómez Carrillo
clamorosamente irreal, tan "cons- y Darío, que le dedicó una trabajosa
truido" desde lejos como el "rey bur- "Palas Athenea" (está en Baladas y
bués" de Darío "utilitario" y lector canciones). Su sucesor Jorge Ubico,
de "críticas hermosillescas". contó con el entusiasmo de Santiago
Argüello, que vio sus obras editadas
51
Testimonios en Silva, Prosas y ver- en tirada oficial. Se ha recordado
sos... , págs. 12-13, Manuel Ugarte: igualmente la transacción, el halago y
Escritores iberoamericanos del 900, el servicio al larguísimo y abomina·
Santiago, Ercilla, págs. 8-9, quien ble gobierno de Juan Vicente Gómez
afirma que no se evadía el escritor de casi todos los modernistas y nove-
"por amor a lo exótico" sino "del centistas venezolanos, con la excep-
medio en que se ahogaba"; otros re- ción indeclinable de Rufino Blanco
cuerdos de Ugarte en Dardo Cúneo: Fombona. (Contra Estrada Cabrera
El romanticismo, cit., pág. 95. Las militaron a su vez Rafael Arévalo
variantes de esta postura radical de Martínez, Tulio Cestero y el colom-
disidencia son muchas y no exclu- biano Vargas Vila.) Se ha recordado
yentes: a la del escape imaginati- también con especial desprecio los
vo tipo Del Casal y del uruguayo encomios a Victoriano Huerta de
Paul Minelly o la del desafío ;marco- un Díaz Mirón envejecido en des-
dundysta ml1s inmlentc le siguieron plnnL\~H matoniles, el.l:ólora. Ln Auto· Sapam•l XXXIII

34/43
~----------~------·----
biouraf{a de Darío, aun en un plano
úc vig<~ncia muy espccíricamenle
nes, sí, como Rodó, que sin embargo
en su hartazgo del Uruguay también
centroamericano, es espejo de este concibió una vida de desarraigo fe-
comportamiento pn\cticamen te irrcs- liz. Pero mucho m:ís comunes eran
pons:üJle Uel poeta, eorr1o cortesano, las posturas como las que registró
consejero o periodista alquilón, ins- la Autobiografía de Darío cuando re-
tánemncnte integ-rado a la escasísima cuerda con irrestai'iable humor las
clase\ diri¡~ent.e culta como favorito, primeras definiciones de In adoles~
protegido, segundón y parásito. De ccncia -habitualmente tan grave- o
aquí, desde aquí, se ganaba el "exilio cuando amortigua lodo juicio morid
dorado" de la diplomacia, de la que en In frase "las inquinas eran excesi-
Díaz Rodríguez afirma que tuvo ma- vas" o cuando sólo considera ~-aun
la influencia sobre la literatura mo~ no haciéndolo- "romántico, poco
dernist.a (Semwnes /{ricos, p:íg. 2~0) pníclico" no traicionar y abandonar
y que no siempre, dada la insolvencia n un protector vencido ( op. cit., pág.
frecuente y la irresponsabilidad ad- 66). No cabe allí, me parece, identifi-
ministrativa Lie muchos minicstados car un recurso de ironía. De Díaz Mi-
de aquellos tietnpos, podí::1 significar rón, rnarginal al grupo, recordé su
-como el caso de Daría lP docu- último agachamiento nada menos
menta- el fin de los apuros económi- que huertista; mucho más duradero y
eos del escritor. responsable fue su porfirismo, des-
puós de haber sido uno de los gran-
:;
2
Los modernist;1s -y esto lo visua· des objetores parlanwnlarios de Díaz.
!il':a escasamente la eorricnte de incri~ Chocano, al tiempo de narrar sus
minación- se rnovicron en ese venia· múltiples avatares subrayaba que a
dero l>nchc o hial.o que se abrió entre él la vida política sólo le había inte-
el etícismo religioso o "espirituar' resado como sport, no para partici-
rornúntico y nuevas motivaciones de par en el Poder Público (Memorias,
ética social que dieron marcas tan págs. 13-17), y menos para sujetarse
altas como Mariátegui. Por otra par- a ninguna disciplina (Memorias, págs.
te, el pragmatismo, el decadentismo, 115, 10). En HJ20, tras la caída de
el biologismo, el materialismo ético Estrada Cabrera, tuvo que ser salvado
ofrecían coartadas para cualquier ti- del fusilamiento por una apr-esurada
po de conducta con mucha mayor conscripción de relumbrones; tras
fuerza que antes y aun que posterior- ello se pasa inmediat.amente a Pan-
mente. l~n verdad, llama la atención cho Villa y comparte -hay que supo-
en sus vidas el aire general de lo que ner que no por motivos ideológicos-
con matices de precisión diferentes las turbulencias non sanctas del cau-
podría llamars<~ gratuidad, hedonis- dillo. Del otro lado del Atlántico
mo, diletantismo, frivolidad, dispo- algunas vidas ofrecen fantásticos
nibilidad, indiferentismo, esteticis- ejemplos de la disección. Sobre Gó-
mo ... traducible, según es obvio, en mez Carrillo, un caso cimero, vale la
la escasa seriedad, peso existencial, pena repasar el juicio que su persona-
univocidad é irrevocabilidad que des- lidad mereció a José Carlos Mariáte-
pués integraron la noción compuesta gui en ocasión de su muerte (Análisis
xxxiv/Punto de Vista de "compromiso". Hubo excepcio- del pensamiento literario ... , cit., pág.

35/43
127). Pero Gómcz Carrillo mismo ha- siónn- el conservaListno y el confor-
bía teorizado sobre la fuerza y la po· mismo modernista tantas veces de-
sitividad del diletantismo (El moder- nostado. Tal esclarecimiento od1rrirh1·
nismo ... , cit., págs. 31-32). Pero aun . cuando muchos modernistas se rein-
figuras de nH~jor madera éLica, caso tegraron plenmnente a sus grupos de·
de Blanco F'ombona, serían alguna origen -muchos no sali(~ron de
vez elogiadas por pertenecer a la es- ellos- o, lo que es más común, subie-
tirpe de los que "desenvuelven su vi- ron a la clase superior a través del
da sin· grandes escrúpulos mentales, matrimonio, la función diplomática
en formas vigorosas y libres" (Pedro o la participación en el poder local.
Emilio Col!: El castillo de Elsinor, En este proceso, cierto es que las
cit., pág. 188). dieLadmas y el probable rol de poe-
ta áulico representaron un factor
53
Si la incriminación posterior ha distorsionante, estando tan en juego
juzgado casi toclas estas actitudes como eslaha el caro valor de In liber-
como falencias ele un supuesto idca- tad, incluso: el miedo a la clomcstici-
lismp inicial -y hay razones, recién dad. Mayor peso, no ohsla!Ü(~ 1 sos-
referidas, para sOstenerlo- lan1bión pecho que tuvo ·¡a índolt~ ambigua de
las hay para sospechar que, especial- las dictaduras misnuts y sus conexio-
mente a plano de inconciencia ideo- nes y dependencias posibles con la
lógica y de conducta concreta de gru- clase alta, o con la media (nunca con
pos (A. Hauser: Introducción a la la baja) o, tercero o sumado a los
historia del arte, Madrid, Guadarra- otros, a un tipo de gobierno susten-
ma, págs. 51-53) obraran latencias tado con los intereses de un séquito
y posibilidades que, primero en for· de arribistas y actuando fuera de to:
ma independiente y Juego en dialéc- da norma o precedente (un tipo ele
tica de implicación recíproca, contri- gobierno pura el que cabían los tér-
buyen a explicar llanamente -Hin las minos de "prebendismo" y "sulta-
cluvcH de lu "lruidúu'' y lu jjdirni~ niHmo"). So¡wmtll /XXXV

36
36/43
Muchos anillos faltan en el proce-
so discursivo para que pudiera llegar-
se con total seguridad al capítulo de
las conclusiones. Pero como éste ya
urge déjcscmc ascvcntr que por todos
-------
54 No fueron "lcgilirnación cognitiva
de las pautas de orientación valoratiR
va" (Parsons).
los motivos antedichos es práctica-
mente imposible sostener que la obra " Esa debilidad de elementos cogni-
y la acción modernistas hayan confor- tivos tendería incluso a quitarle su
mado una ··'ideología', esto es: que carácter de ideología a una posición
el contenido representacional que doctrinal de la que nos hemos ocu-
ellas contienen fuera capaz de de- pado más de una vez, la última en el
sempeñar las funciones cognitivas prólogo al A riel de Rodó en la edi-
(o interpretativas), estimntivns y nor- ción de la Biblioteca 1\yacucho.
mativas que una ideología cumple."
Cuando más, y eso con el refuerzo la- S(¡ Eslo es: con el condicionamiento

teral del "arielismo", pudo nlcnnzar a o circunscripción "burguesa" o "el a~


significar una subideologín de clevn- sista '' dn todas sus metas, su índole
do nivel axiológico y expresivo· pero mimdiea, su visualización del proce-
no más (sus nlcances cognitivos eran so latinoamericano como una reitera-
casi nulos), con curso dentro del gru- ción del proceso de las naciones
. po generacional y social en el que tu- "avanzadas" y el énfasis en un incre-
vo bullanguera aunque también pasa- mento de todos los índices (en modo
jera boga." Sustnncialmente, los alguno un desarrollo rccstructurador,
ideales modernistas (de éstos sí pue- bien que no estuvieran acuñadas las
de hnblarse) se movieron dentro de diferencias) como vía de acceder a
la bastante laxa ideología liberal- la plena "civilización". Agr6gucse to-
conservadora que los sectores altos y davía el concebir u 1\mérica Latina
n1edios latinoamericanos recibieron como una suerte de recipiente a ple-
prácticamente hecha del ochocientos nil"icar con aportes culturales y dc-
europeo."' En este compuesto, ya mogrúficos diversos y cuya sínte-
de por sí poco estructurado, las posi- sis significaría la nueva . peculiari-
ciones modernistas introdujeron va- dad u originalidad comunes. En los
riantes de desigual disonancia (juve- trámites políticos hacia el cumpli-
nilismo, antieconomismo, latinoame- miento del proyecto una doble gran
ricanismo, hispanismo, antiyanquis- resistencia, en especial al militarismo
mo ), las más de ellas localmente sus- visto prespenglerianamente como
citadas. Que aun con estos aditamen- cruza de "socialistno" y "burocra-
tos no llegaran a formalizar una ideo- cia" (García Calderón) y a la demo-
logía es mi insistencia, y ya parPcerá cracia misma, sospechada o despres-
abundar en exceso que subraye tres tigiada en base a argumentos que
motivos básicos. poco tenían que ver con la realidad
Primero: porque a despecho de latinoamericana y demasiado con la
vulgarizaciones, cualquier conjunto argumentación clásica de la reacción
de creencias, ideas o representaciones europea (incompetencia, imposición
no importan por sí "ideología" (y de la vulgaridad mayoritaria contra las
aun su antónimo "utopía") si no "excelencias", etcétera). Creo que
cumplen mínimamente con las fun- ha sido el argentino Ramos, aun
xxxvi/Punto de Vitta ciones antes mencionadas, por lo me- hablando de "novecentistas", el úni-

37/43
____________________....
co que haya fijado para el lote que rrador posible de aquél, como el
nos interesa una precisa filiación que delineara Blanco Fombona en al-
ideológica en lo que él llama el "pro- gún momento de su actuación en Ve-
yecto nacional-liberal" (Revolución nezuela (Diario de mi vida, págs. 79-
y ... , cit., págs. 300-301), lo que im- 84) y que recomendaba, dentro .de
plica más o menos decir: ufanismo o · grandes contornos de rechazo del bu-
triunfalismo patriótico, perfecciona- rocratismo y la plutocracia, de fe en
miento de una economía dependien- las élites para la "creación de idea~
te e integración y secularización reli- les'', de sentimiento de raza", algu~
0

giosa, educativa y territorial de la nas políticas más concretas de inmi-


masa pobladora nacional. y sus agre- gración (blanquismo contra mestiza-
gados. Puede presumirse que tendría je), de protección al indio, de educa-
que S€)r a través de los "amcrkanis· ción (especial izaciún, pracLicismo,
tus" y en especial de Rodó, García anLiubogadisn1o), dn indusLriali"taeión
Calderón, Blanco Fombona y Argue- y pron1oción de la el ase me Uiu, de re~
das que habría que reconstruir el curso a especialistas, técnicos y
proyecto ideológico que la genera- financistas extranjeros. Todo culmi-
ción, por las razones que anoto, no naba eón pragmáticas más bien con-
llegó a proponer literalmente a Lati- tradictorias de "espíritu de latini-
noamérica y que probablemente no dad" contra los Estados Unidos y de
hubiera divergido demasiado del de "americanismo contra las codicias de·
los positivistas y científicos de la ge- Europa ' 1, de lazos con Europa, de re-
neración anterior. Esto se advierte sistencia y a la vez estudio e imita-
incluso cuando se aprecia algún bo- eión de los Ji:studos Unidos, eteótcra. S"P•r~t•lxxxvll

38/43
nos respecto a u na faja del espectro
de la realidad humana y social que ha
de tener sustancial anchura.
Segundo -y es el caso modernis-
la- tampoco :-;e mticulará una ideo~
logía de no existir la fuerza histórica
------
"Si como "estilo" (muy discutible-
mente) lo consideráramos, habría
que marcar su eontraste con la o.sten~
sihle función ideológica legitimadora
social que la reclame con ansia y has~ que tuvieron en Latinoamérica el ba-
la con imperio al estimarse meneste- JToco, el neoclasicismo ilustrado, el
rosa de expresión, valoración y legiti~ romanticismo y aun el realismo posi~
mación." A este no poder ser los tivista. Por otra parte, esta fuerza his-
"funcionarios de la ideología" de al- tórica, que pudo requerir una ideolo-
guna clase o sector social que la de- gía mucho más lcgitimantc y especí~
mande con ciertas condiciones de fica, delwrín hn!Jersc aproximado en
"especificidad, autoridad y coheren· carncterísticas a una oligarquía rno·
cía" (Apter) debe desglosarse, como dernizudora y activadora del tipo de
el más grave, la falencia en llenar el la japonesa, ello siempre que hubie-
tercer requisito. ran sido su¡wrables las discontinui-
Tercero: creo haber subrayado lo dades estructurales, la condición de
suficiente las contradicciones, ambi- dependencia y la alienación ideológi-
giiedades y latitudes que obran en ca. 1\n este cuadro, sí, hubiera podi-
los supuestos ideatorios del moder- do resolverse el contradictorio afún
nismo.'·" En verdad, el tema de la de oponerse e imitar (ver nota 26).
incoherencia ideológica es un punto
demasiado importante e inexplora· "No es difícil demostrar que, por lo
, do como para ser indagable aquí y tncnos a determinado nivel de idonei~
sólo señalaré que, entre otras mani~ dad y cre<Jtividad, antiyanquismo e
[estaciones, la incoherencia y aun la idealismo anlicconomista eran incom-
insolvencia (es decir, el no respon- patibles (fue una de las críticas de la
der a las realidades básicas a coho- derecha antiarielista inicialmente ar-
nestar o a contestar en un tiempo so- . ticulada por Riva Agüero) o que re-
cial. dado) se resuelven frecuente- belión-simbólica o real y juvenilismo
mente,'" y tal vez esto ocurre en el eran poco compatibles con elitismo
caso de cada modernista importante, aristocratizante y con los habituales
en una especie de "manierismo doc- desdenes a la democracia (aunque es-
trinal" capaz de ser armado con el ta contradicción buscaba salvarse en
conjunto de juicios y proposiciones la postura anarco-aristocrática que
que aquel realizó. Es dceir: "lengua~ pcculiarizó a tanl.os modernistas) o
jc de actitudcsH y no ·'lenguaje re~ que rebelión y renovación e hispanis-
ferencial" -todo lcngu<~jc ideológi- l.no no iban forzosamente de la ma~
co los aúna- según el famoso distin- no, ni mud1o menos que el rechazo
go de I vor Richards. 1' 0 del "aluvión inmigratorio" y el de
Respecto al contexto doctrinal los prestigios culturales tradicionales
más amplio a que hacía mención es eran en último término contradic-
probable que las posiciones moder- torios, etcétera.
nistas hayan operado dentro de él
59
según tres maneras principales: De esa incoherencia hay ejemplos
1) Cohonestaron en la cierta me- variados hasta nuestro tiempo y pe-
xxxviii/Punto de VIsta dida -sin duda no desmesurada- culiariza especialmente a algunos ex-

39/43
--------~-----------
tremismos de derecha y su frecuente
conmixtión de elementos anticapita-
!istas y antimarxistas, nacionalistas y
....
sificación social- al nivel profesional
-relntivo dPsarraigo social del inte-
lectual-- al nivel latinoamericano ¡;lo-
libreempresistas, antiimpcrialistas y bal y sus trazos idPológicos -varíe~
antisemitas. Esa incohen~ncia tendría Jad d<~ direceiones del "novecenLis~
su índice cuando todos esos ingre~ mon, tradición laLinoamericana dt~l
dientes (siempre que sean profesados "sincretismo" ideológico y estilísti-
a determinado plano de autentici- co, extensión y variedad del reperto-
dad: está la alternativa del "tartufis- río representacional disponible, rela-
mo". en la profesión de algunos) re- tiva falta de contrastación entre la
sulten t~o tanto "formalmente" con- ¡·calidad y las opciones doctrinales r.n
tradictorios o incompatibles entre grado de apreciar su funcionalidad o
sí -·es difícil que ello ocurra dada 1\, su disfuncionalidad, etcétera-. En
enorme multivocidad y latitud del todo este punto, esas subideologías
lenguaje, los valores y los lemas polí- personales parecen haber estado. a
ticos-- no tanto por eso, digo, sino medio camino entre aquellas grandes
por la incapacidad de apoyar, verte- ideologías abiertas, generadas en Eu-
brar, concretarse en comportamien- ropa y luego universalizadas y las
tos y preferencias viables Y. estables posteriores "ideologías totales" de
de algún grupo social medianamente profesión y exigencias ilimitadas. In-
amplio (e incluso de enfrentar las teresante como ejemplt> resulta el
preferencias y comportamientos de texto de Julio Herrera y Reissig
otro u otros). También sería un sig- Ep[logo wagneriano a "La politica
no de esa incoherencia el aparecen· de fusión", un verdadero planteo ¡;e-
encapsulados y marginados respecto neral del país uruguayo en el que se
a las opciones ideológicas habituales aúnan un firme acento ciencista,
y dominantes e incluso necesitar realista, racionalista y positivista con
para su compaginación de un refucr- un abierto desdén por el stalu quo
zo sustancial de ese esoterismo histó- cultural y sus notas de asfixiante lo-
rico capaz de asociar en las sombras calismo, rutina y vanidad provincial.
las fuerzas más. visiblemente antagó- Su rechazo de las pasiones políticas
nicas a la luz del día. tradicionales y del tradicionalismo
en general, sus trazos antiinmigrato-
60 rios y antide1nocráticos aunque a la
En estas modalidades de lo que lla-
mo "manieristno doctrinal,, su análi- vez antiimperialistas y universalistas,
sis habría de tener en cuenta toda la llegan a confluir en una compleja
red de mediaciones que va desde el actitud de negación de la élite doc- ·
nivel personal -enclave social origi- toral de la que él mismo salía y cuya
nal, formación; necesidades de sobre- incapacidad creadora reprueba, si
. vivencia, longitud misma de la carre- bien con alta ecuanimidad. hacia
ra literaria- al nivel local -caracte- algunas figuras (Berro) y aun con ad-
rísticas y trudieimH!S del, "cuadro nn- miración desmedida hacia oLru (D.
cionnl", wudo d" tleHttt-rollo y div.,r- CÜ11d ido ,lullninó ), s"'""ulu 1 xxxlx
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que su prestigio alcanzó, las postu- también la participación de Lugones
ras y actitudes menos articuladas, en la etapa de las "legiones" del pro-
menos confusas aunque efectivas, fascismo uriburista (1929-1935 ), esa
que tras el telón ideológico osten- influencia, en términos globales, fue
sible muchos adoptaban. Creo que muy débil. 61 Y si al caso de Lugones
a esta categoría pertenecen la con- se hace referencia, vuelvo a recordar
vicción elitista, las reservas a la de- que el modernismo no fue una marca
seabilidad de la democracia, los ges- de tonsura imborrable, una clase que
tos de desprecio racista, la insisten- explique las actitudes de un escritor
cia en la positividad de todo lo es- hasta el fin de su vida. Por el contra-
timado cotno "aristocrático". rio, todo lo examinado aquí no sólo
2) Ornamentaron con alguna con- debe perspectivarse desde la naturale-
glomeración lúcida -y fue el caso del za social relativamente desarraigada
"arielismo "-- Ia condición más bien que la "inteligencia" latinoamericana
rutinaria y exangüe del liberalismo iba adquiriendo sino --y muy en es-
y el conservatismo ochocentistas y su pecial- desde las características de
conmixtión occidental posterior a los fenómenos esencialmente juveni-
1830, especialmente en su versión les y aun desde su insanable volubili-
franco-británica. dad."' No sólo el conglomerado arie-
3) Despertaron o removieron la- lista sino todas sus expresiones coetá-
tencias que abrieron esa sistematiza- neas deben visualizarse como expre-
ción ideológica o prolongaron desde sión de una juventud intelectual· y
ella otras cadencias, otros elementos universitaria no trabajadora-manual y
capaces de fertilizar compuestos también relativamente desclasada, al
ideológicos posteriores, de la índole no estar sometida -según va ocu-
de los radicalismos mesocráticos pos- rriendo crecientemente en las socie-
teriores a 1915 y aun a 1940. En ese dades actuales de alto desarrollo"'
rubro deben incluirse los rasgos de ·pero ya lo hacía en el 900 en grado
compasión y protesta social, el juve- perceptible- a las constricciones y
nilismo, el incipiente rechazo de los dcterminacion0s de un rol social
valores burgueses y un latinoameri- propiamente dicho; al no estar, en
canismo y un antiimperialismo que suma, comprometida sino por la
cobrarían n1ayor contundencia y fir- a veces resistida mediación familiar,
meza doctrinal (no siempre más con "la vida" y con el statu qtto. 64
amplitud de apelación) al determi· Permítascme ' marcar todavía que
nurse en otros factores y al fijarse el univers•lismo esencialmente gn·
diferentes metas. seoso que ·tal condición iacilit:a no
Mucho más imprecisa creo en cam- es exactamente la universalización
bio la medida en la que determinadas eficaz que toda ideología plenamen-
actitudes modernistas pudieron alen- te tal requiere. Otros tiempos hay
tar y prestigiar a los movimientos na- -digo todavía·- en los que la defi-
cionalistas de derecha o parafascistas nición juvenil se hace compromiso
latinoamericanos de los años 30 y mucho más serio y menos revoca-
40. Mi opinión es la de que, salvo ble pero esos tiempos touavía esta-
cierto empleo de la parafernalia his- ban muy lejos de los que los mo-
panista y mesiánica de Darío, en el dernistas vivieron.
nacionalismo católico de México,
x.l 1 Punto de VlstcJ Centroamérica y la Argentina; salvo Montevideo, 22 de marzo de 1977
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En verdad, las suscitaciones ideo~ Por otra parte, el nivel ídeatorio de
lógicas de estos grupos fueron estric- las doctrinas del staW quo no incluía
tamente foránceas, sobre todo hispa- básicamente ninguna explanación
no-francesas (mucho más débilmen- solvente de la condición especial la-
te italianas y alemanas) tanto en su tinournericana, pues ésta se dio re-
vertiente primera laico~maurrasiana cién art.iculacla después de 1930.
como en la posterior dominante his- El modernismo y sus afines "ameri-
pánica, ortodoxa, tradicional. Vale eanislas'' realizaron algún aporlc;
la pena contrastar adernús, quP n la
1
pPro t•sLe no fue n1ucho rncís allú
postura de Lugoncs, muy n1al retri- qw.~ el debute entre la "infancia" y
buido por el golpe de banqueros y te- la "enfennedad" como clave expli-
rratenientes, se opusieron la con- cativa de los males comunes ü el
ducta opositora -tibia- de Lan·eta recurso a los determinantes pSico-
y la más franca de Ricardo Rojas. En soeiales, raciales y geogrúficos. r.Ja
el norte, lus Vallenilla Lanz, padre e colaboración n1odernista, en ge-
hijo, teóricos del gomccismo y del nend, sólo adornó, cuando más,
perezjimenismo, nada tienen ele mo- ciertas "situaciones" políticas in-
dernistas, como no sea la coetanei- i,{~rio res, sin gran convicción perso-
dad al núcleo del primero. Otros, en nal por parte ele los que la presta-
la misma relación, militaron en una ban ni t;¡l vez gran crccluliclacl por
especie de democristianismo de de- parte de los qm' la percibían. No
recha, como el peruano Víctor An- creo, por ejemplo, a falta de prue-
drés Bclaúndc, famoso por sus cho- ba en contrario, que muchos se
ques con Gromyko en la ONU, y sintieran tentados a valol·ar la dic-
que propuso el corporativismo como tadura de Juan Vicent.e Gómcz por
sustitutivo del "cesarismo burocráti- el brillo ele sus agentes diplomáti-
co" vigente en su país (La crisis pre- cos. En las naciones del tipo de las
sente: 1914-1939, Lima, 1940). latinoamericanas del 900 es necesa-
rio usar mucha cautela al apreciar
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Creo que para la ponderación ele la influencia de la intelectualidad
cualquiera de estas funciones debe autóctona puesto qué lüs más efec-
plantearse el tema de las reales, efec- tivos prestigios culturales son forá-
tivas incidencias e influencia de los neos, irradian desde focos exterio-
grupos modernistas. Pienso, en sínte- res al área. Esto dicho, creo sin {~m­
sis, que no existía en las sociedades burgo que la aportación de moder-
latinoamericanas ni el grado de movi- nistas y americanistas tuvo influen-
lización ni el nivel de tensiones que cia en algunos aspectos y en espe-
exigieran -y posibilitaran al mismo cial en una apreciación más ecuáni-
tiempo- la función legitimadora de me y diríase "sociológica" de las mo-
una ideología conservadora bien per- nocracias tradieionales del continen-
filada y adecuada al medio ..Es decir: te (vgr., la discriminación de Blanco
que existiera un vacío de consenso Fombona entre Gómez, Rosas, Gar-
que sí hubiera podido tratar de cía Moreno, Francia, Guzmán Blan-
amortizar o cancelar abierta y· deli- co, Porfírio Díaz e, incluso, Leguía,
beradamente determinados ingne- Motivos y letras de Esp~1'ia, págs.
dientes, vgr., racistas o elitistas, sus- H-15, /11 espejo de tres faces, cit.,
pcnHos en lu posturu moderniat.u. et.cút.w·a). b> So¡)l/flllll /XII
!¡Q_

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63 Sobre este punto, en especial: (1906) y desde el énfasis celebratorio
/\!ain Touraine: La sociút.é posl- de Odas sectllares (1910), e incluso
industrielle, París, Dónocl, 1\)()9. las recurrencías a definiciones pasa~
das: el Buenos Aires ideal de las Odas
64
Este car~ctt!r relativamente extre- "sin lh~esia, ni Espada, ni Ley". El
mista y romántico juvenil que hemos caso Lugones autoriza a señalar có~
señalado en el arielismo no se marca mo lo q\le se da por una posición de-
sólo en él e involucra en puridad al finitoria no es otra cosa que un desa-
r:nodcrnismo in totum en sus expresio~ juste juvenil que se extrema al impul-
nes más literales, según lo dan las ca- so de la magnificación poética hasta
rreras relativamente extensas de Da- engañosos acentos mesiánicos y apo-
río, Chocano y Lugoncs y la prueba calípticos -erostratismo en sustan-
suspensa que importan los breves cur- cia- sujeto muchas veces a renacer
sos de vida de Silva, del Casal, Herrera en otra dirección al azar de una in-
y Reissir;, et,c(Hcra. Este aire de defi~ rlucncia o lectura decisiva (la de Niet-
nición juvenil e inauléntica, pegadiza, zsche en el caso de Lugones). Si señalo
mercurial, básicamente prologal al el carácter juvenil y tantas veces epi-
encuentro del auténtico quicio per- telial de las definiciones modernistas,
sonal marca por ejemplo el rápido insisto también en que el modernis-
tránsito de Lugones desde el gesto mo no fue una marca de tonsura im-
revolucionario y tremendista de la la- borrable sobre escritores que pronto
bor periodística y poética de 1897 al lo abandonaron y que toda interpre-
tono despegado y discursivo del diá- tación que prorrogue hasta la madu-
logo sobre las huelgas entre Quijote rez la definición modernista llevará a
xlii 1Pun ro da V/Ha y Hamlct en Lunario sentimental resultados básicamente falaces.

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