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Abril 2014 versión 1.

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................. 5
MAPA CONCEPTUAL ...................................................................................................... 8
Unidad 1: Modelos de intervención: consideraciones previas ....................................... 10
Introducción ....................................................................................................................... 10
Mapa conceptual de la unidad ............................................................................................ 12
1.1.¿Qué es un modelo de intervención? ............................................................................. 13
1.1.1.Generalidades de los modelos de intervención psicosocial en atención a víctimas del
conflicto armado. ...................................................................................................................... 13
1.1.2.Modelos basados en el concepto de trauma y críticas al TEPT ...................................... 15
1.1.3.Concepto de trauma psicosocial en Martín-Baró ............................................................ 16
1.1.4. Aspectos para la reflexión y el debate. ........................................................................... 17
1.2. Enfoques transversales en el trabajo con víctimas ......................................................... 18
1.2.1. Acción sin daño............................................................................................................... 18
1.2.2. Enfoque diferencial ......................................................................................................... 21
1.2.3. Enfoque de derechos...................................................................................................... 26

Unidad 2:Modelos de intervención psicosocial en el marco del conflicto armado


colombiano y contextos interculturales ....................................................................... 31
Objetivos específicos .......................................................................................................... 31
Introducción ....................................................................................................................... 31
2.1. Modelo 1. “Trujillo: un caso de daños colectivos” .......................................................... 34
Introducción ....................................................................................................................... 34
Mapa conceptual ................................................................................................................ 35
2.1.1. Contexto general. ............................................................................................................ 36
2.1.2. Trujillo: contexto, actores e impactos. ............................................................................ 37
2.1.3. Acciones, estrategias y procesos de reconstrucción en Trujillo...................................... 43
2.1.4. Síntesis del Modelo implementado. ............................................................................... 48
2.1.5. Avances, dificultades y retos. .......................................................................................... 50
2.1.5. Resumen. ......................................................................................................................... 51
2.1.6. Bibliografía y Webgrafía para profundizar. .................................................................... 52
2.2. Modelo 2: “Intervención en casos de daños socioculturales” ......................................... 53
Introducción ....................................................................................................................... 53
Mapa conceptual ................................................................................................................ 54

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

2.2.1. Identificación de los impactos culturales. ....................................................................... 55


2.2.2. Los procesos de acompañamiento e intervención. ........................................................ 60
2.2.3. Reflexiones respecto a los modelos enunciados............................................................. 69
2.2.4. Resumen. ......................................................................................................................... 71
2.2.5. Bibliografía y Webgrafía para profundizar en la unidad. ............................................... 72
2.3. Modelo 3: “Mujeres en el Oriente Antioqueño: del dolor a la construcción de ciudadanía”
.......................................................................................................................................... 72
Introducción ....................................................................................................................... 73
Mapa conceptual ................................................................................................................ 74
2.3.1. Contexto General ............................................................................................................ 75
2.3.2. La respuesta de la gente.................................................................................................. 77
2.3.3. Reflexiones en torno al modelo ...................................................................................... 82
2.3.4. Resumen .......................................................................................................................... 84
2.3.5. Bibliografía y webgrafía para profundizar. ...................................................................... 85

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

FICHA TÉCNICA-IDENTIFICACIÓN

Nombre de la institución: Fundación Universitaria


Claretiana
Nombre del curso: Modelos de intervención psicosocial

Facultad de humanidades y ciencias


Dependencia académica:
religiosas
Especialización en Gestión de
Programa académico:
Procesos Psicosociales
Nivel académico (semestre): 2

Número de créditos: 2

Nombre del autor del módulo: Vanessa Marín Caro

Versión y fecha de elaboración: Julio de 2015


Facultad de humanidades y ciencias
Dependencia académica:
religiosas
Especialización en Gestión de
Programa académico:
Procesos Psicosociales
Nivel académico (semestre): 2

INTRODUCCIÓN

La intervención psicosocial ha tenido un desarrollo progresivo a partir de la emergencia


de diversas problemáticas sociales y contextos que han generado la necesidad de un
abordaje interdisciplinario de las mismas, actuando desde las esferas de prevención
hasta la instalación de capacidades en las comunidades para que sean ellas las artífices
de su transformación y puedan generarse cambios duraderos.

En el contexto colombiano específicamente, situaciones derivadas de las condiciones


de pobreza, marginación y exclusión social, y la vivencia en un contexto de conflicto
armado han sido problemáticas a partir de las cuales se ha desarrollado la intervención
psicosocial, generando propuestas y modelos según las especificidades de la situación,
la diversidad del territorio colombiano y la multiculturalidad de su población.

Teniendo en cuenta que la intervención psicosocial se puede realizar en diversos


campos y con varias poblaciones, este módulo se centra en aquellas situaciones
derivadas del conflicto armado que requieren de una intervención particular. Este

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

énfasis tiene que ver con la actualidad de dicha problemática en el contexto nacional,
la magnitud de las afectaciones generadas y la necesidad existente en el campo laboral
de contar con profesionales cualificados en el tema, que asuman de forma responsable
y pertinente los procesos de intervención con dicha población.

Partiendo de lo anterior, se hará referencia a casos específicos en los que de manera


exitosa o no se han puesto en marcha diversos mecanismos y estrategias para abordar
una problemática en particular, que si bien está mediada por un contexto similar de
conflicto armado y violaciones a los Derechos Humanos, tiene unas repercusiones
específicas en la población según sus condiciones particulares. Características como
género, contexto urbano o rural, hecho victimizante, reconocimiento social de la
problemática, acceso efectivo a la justicia o perpetuación de la impunidad, son factores
clave para entender los impactos de forma diferenciada en la población y con ello
establecer en conjunto la mejor forma de intervención.

Es entonces a estas experiencias en casos específicos a lo que se llamará modelo de


intervención, con lo cual se pretende identificar el contexto en el que surge, las
estrategias que emplea, los avances y las dificultades en su implementación y el
impacto en la población a la cual estuvo dirigido.

Intencionalidades formativas

PROPÓSITOS

 Brindar fundamentos teóricos y metodológicos de modelos de intervención


psicosocial que han generado desarrollo y transformación social en el ámbito
internacional, nacional y local.
 Generar un espacio de diálogo y retroalimentación en el que los estudiantes
conozcan la experiencia de diversos actores participantes en los procesos de
intervención psicosocial
 Posibilitar un espacio de reflexión transdisciplinar en torno a lo psicosocial que
genere análisis e intervenciones pertinentes a partir de las necesidades de las
poblaciones y comunidades colombianas.

OBJETIVOS

 Reconocer diversos modelos de intervención psicosocial a partir de la


socialización de experiencias implementadas en diferentes escenarios a nivel
local, nacional, e internacional.

COMPETENCIAS

 Reconoce y analiza los fundamentos conceptuales y herramientas metodológicas de


diferentes modelos de intervención psicosocial implementados en los escenarios
públicos y privados de la región, el país y el extranjero.

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

 Implementa en su práctica profesional los enfoques diferencial, de derechos y


acción sin daño.
 Adquiere competencias para el diseño, formulación y ejecución de proyectos
sociales teniendo en cuenta el reconocimiento de experiencias y de modelos de
intervención psicosocial que han sido claves para el desarrollo y transformación
social.
 Establece puntos de reflexión en torno a la implementación de modelos teniendo en
cuenta la transdisciplinariedad, la participación y agencia de las comunidades y
grupos sociales, y la interculturalidad.

METAS

Al terminar el curso, el estudiante:

 Tendrá la capacidad de reconocer la aplicabilidad de los diferentes modelos de


intervención, de acuerdo a las particularidades y necesidades del entorno social y
cultural en el que se encuentra inmerso.
 Tendrá una mirada crítica respecto al rol del profesional psicosocial en los procesos
de intervención y acompañamiento a las personas y comunidades víctimas del
conflicto armado y violaciones a los Derechos Humanos.
 Tendrá la capacidad de formular e implementar modelos de intervención psicosocial
según los contextos específicos y necesidades a abordar.

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

MAPA CONCEPTUAL

MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Reflexión centrada en

Atención a población víctima del conflicto armado en Colombia

A partir de

Consideraciones previas sobre la Análisis de situaciones específicas en


conceptualización de lo que es un modelo las que es posible identificar un modelo
de intervención (Unidad 1) de intervención (Unidad 2)

Identificación de las generalidades, conceptos Caracterizadas por un contexto,


clave y factores fundamentales en la ventajas, dificultades, retos en la
identificación, construcción y aplicación de un implementación del mismo y rol de los
modelo de intervención profesionales

Como Por su relevancia se


abordaran los casos de

Posturas teóricas Enfoques y principios La Masacre de Bojayá y Oriente


éticos Trujillo Guatemala Antioqueño

- Concepto de trauma Intervenciones Intervención


- Enfoque de acción sin daño Intervención en interculturales, con enfoque
- Intervenciones basadas en situaciones de con enfoque de género y
- Enfoque diferencial
el Trastorno por estrés daños colectivos diferencial en perspectiva
postraumático situaciones de de
- Enfoque de derechos
daños construcción
- Concepto de Trauma de ciudadanía
socioculturales
psicosocial de I. Martín-Baró

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Unidad 1: Modelos de intervención: consideraciones previas

Objetivos específicos

1. Conocer diversas posturas respecto a la conceptualización de lo que es un


modelo de intervención psicosocial con población víctima del conflicto armado
2. Adquirir elementos de análisis que permitan integrar los enfoques diferencial,
de derechos y de acción sin daño a las diferentes intervenciones que se realizan
con la población víctima del conflicto armado.
3. Asumir una postura crítica y reflexiva sobre el papel y responsabilidades de los
profesionales que llevan a cabo acciones de intervención con la población
víctima del conflicto armado.

Introducción

Esta unidad presentará elementos que dan claridad y limitan los alcances de lo que se
entiende por modelos de intervención. A su vez abordará aspectos que se deben tener
en cuenta en cualquier tipo de intervención con población víctima del conflicto armado.
Por lo anterior, los contenidos aquí desarrollados serán elementos clave para la
reflexión y el análisis de los modelos de intervención, en experiencias específicas, que
se plantearán en las unidades siguientes.

De esta manera se lleva a cabo en esta unidad un reconocimiento de diferentes


conceptualizaciones de lo que se entiende por modelo de intervención, no con el
propósito de unificarlas o generar una conceptualización propia, sino con el fin de
identificar las principales características y aspectos que deben tenerse en cuenta a la
hora de planear una intervención con una población específica, manteniendo siempre
como foco de atención el reconocimiento hacia la diversidad y multiculturalidad, las
particularidades de los diferentes contextos en los que se puede dar la intervención, el
respeto hacia los derechos de las víctimas y la responsabilidad de los profesionales en
potenciar los recursos propios de los individuos y comunidades.

También se abordarán tres enfoques que se consideran primordiales para desarrollar


un trabajo pertinente y que de verdad aporte a la transformación social, estos son: el
enfoque diferencial, el enfoque de derechos, y el enfoque de acción sin daño. Se
considera importante abordarlos en tanto cualquiera que sea el modelo diseñado y
escogido para implementar, es fundamental que cuente de forma transversal con la
presencia de estos elementos, que se han ido sistematizando a partir de las

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

dificultades y aprendizajes que la misma práctica de acompañamiento con población


víctima ha arrojado.

Finalmente se exponen algunos puntos, a partir de lo expuesto durante la unidad, que


recogen aspectos importantes para la reflexión y el debate en torno al quehacer
profesional en el acompañamiento a personas víctimas del conflicto armado.

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Mapa conceptual de la unidad

MODELO DE INTERVENCIÓN
PSICOSOCIAL

En el trabajo con a población víctima

Son un marco de referencia Implican condiciones que faciliten Pueden propiciar


para entender las una acción transformadora, para lo transformaciones y acciones
afectaciones, reacciones y cual se requiere una práctica reparadoras, o por el
dinámicas de las personas y contextualizada y pertinente, contrario, profundizar las
comunidades y permitir así la integrando otros enfoques de condiciones de vulneración a
formulación de las mejores trabajo. los derechos de las víctimas.
estrategias de acción.

Algunas posturas Algunos son Esto implica

Enfoque de Enfoque Enfoque de


Basadas en el concepto Trauma psicosocial acción sin daño diferencial derechos Capacidad Revisión
de trauma individual de I- Martín Baró crítica de permanente y
los adecuación de
profesional los planes de
es y trabajo a las
Se centra en la Considera que el Procura aportar Hace Reconoce a
equipos de necesidades de
clasificación de impacto de la a la superación referencia a las victimas
trabajo la población y
síntomas y recurren guerra trasciende de las actuar frente como sujetos
características
frecuentemente al las afectaciones situaciones a los impactos de derechos y
del contexto
Trastorno por Estrés individuales, pues problemáticas generados resalta la
Postraumático como las dinámicas de sin generar según implicaciones
foco de intervención. ésta situaciones de condiciones subjetivas de
revictimización específicas los derechos a
la verdad, la
justicia y la
Es criticado por
reparación.

Patologizar el Permite identificar que


sufrimiento, disociar lo
individual y lo social,
culturales victimizante
aplicarse
indistintamente en No existe un único modelo características del hecho

comunidades para la intervención, pero si Edad, género, Implicaciones

culturalmente un reconocimiento a la
distintas, poner a las necesidad de trascender los
víctimas en un lugar modelos médicos y
pasivo frente al enfocarse en las condiciones
proceso. contextuales y necesidades
de las personas afectadas
por la guerra.

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

1.1.¿Qué es un modelo de intervención?

En términos generales se puede decir que un modelo es: una interpretación específica
respecto a las consecuencias y afectaciones generadas en una población debido a la
ocurrencia de determinado evento. En este caso se reflexionará entorno a la violencia
política y su impacto en las personas y comunidades que se han visto afectadas de
alguna forma por ella. Por lo tanto, se puede considerar que:

un modelo de intervención es el marco de referencia que permite entender


e interpretar las diferentes reacciones de las personas ante un suceso, las
afectaciones que de él se desprenden, las dinámicas que surgen a partir
del mismo y, por consiguiente, las formas más pertinentes de intervenir o
de realizar la labor profesional correspondiente desde una perspectiva
psicosocial.

1.1.1.Generalidades de los modelos de intervención psicosocial


en atención a víctimas del conflicto armado.

Tan amplio como el debate respecto a la conceptualización de qué es lo psicosocial,


resulta la conceptualización de lo que es un modelo de intervención en este campo o la
descripción de los mismos. En este sentido, no puede hablarse de un número
determinado de modelos o de la existencia de algún tipo de manual que explique cuál
usar y cómo hacerlo ante determinada situación. Por el contrario, al hacer una
revisión de la literatura al respecto, a lo que se tiende más bien es a la descripción de
la forma de actuar particular de los equipos o profesionales, incluyendo las estrategias
usadas ante una situación. Es decir, por modelo de intervención no se puede pensar
en un aspecto homogéneo.

Dentro de las posturas revisadas se puede encontrar entonces que en la elección del
modelo pueden influir aspectos como el contexto, la formación profesional de quien lo
aplica, las exigencias de los programas o agencias de cooperación, entre otros
factores. Para Jaramillo (1996) los modelos de atención psicosocial se pueden
distinguir en cuatro grupos: a). Los que consideran la intervención psicosocial como
acciones aisladas tendientes a la recuperación individual, bien sea con acciones
orientadas hacia lo psicológico o hacia lo social; b). Los de corte psicologista, en los
que se enfatiza la aplicación de los modelos psicológicos, psiquiátricos y terapéuticos
de forma individual y se abordan principalmente las afectaciones sobre cada persona,
considerando que con el abordaje individual se logrará posteriormente un cambio a
nivel social o en la comunidad en particular; c). Los comunitaristas, que contrario al

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

ítem anterior, se centran en los factores sociales y consideran que al intervenir los
factores generales y que afectan al grueso de la población se logrará también un
bienestar individual; d). finamente, expone la visión holística como aquella que
integra las miradas anteriormente expuestas, le da peso a las condiciones sociales,
históricas y culturales en las que se relacionan las personas y cómo éstas influyen en
su bienestar, planteando así que se requiere tanto la atención individual como el
trabajo con la comunidad y la sociedad en general para procurar, además de una
recuperación individual, la garantía de la satisfacción de las necesidades básicas y la
protección y restitución de los derechos vulnerados.

Por su parte, Castaño (1996) señala que la elección en el trabajo psicosocial tiene que
ver con una apuesta ética y política en la que, independientemente de la filiación
teórica o predilección de estrategias de intervención, ―reconozcamos el efecto
profundamente destructivo de la violación de Derechos Humanos, de la guerra y de la
violencia sociopolítica sobre la persona en sí misma, y sobre su ser social‖ (Pág. 45).
Agrega, además, que este trabajo psicosocial tiene que partir de una condición de
respeto hacia los afectados, procurando conocer su cultura, sus condiciones sociales,
reconociendo su sufrimiento y evitando imponer ideas o prejuicios sobre lo que es
mejor para ellos y así no vulnerar con esto su autonomía.

Carlos Martín Beristain (1999) señala que las intervenciones deben estar del lado de la
gente, es decir, no aislarla del contexto social en el que ocurren los hechos, no
desconocer sus formas de vida y acción colectiva pues en ello pueden radicar mayores
o menores condiciones de bienestar. Respecto a la identificación de las necesidades en
la población, este autor resalta la importancia de dos aspectos a saber: en primer
lugar, conocer su cultura, su historia previa a los hechos de los cuales fueron víctimas,
sus formas de relacionarse, sus tradiciones; y, en segundo lugar, poner el foco en la
situación específica que tuvieron que enfrentar. Con ello se evita caer en
reduccionismos psicológicos que consideren que las reacciones de las personas tienen
que ver con un factor individual o rasgo de personalidad, y se podrá tener una visión
más completa para realmente comprender cómo los hechos afectan a la gente, cómo
pueden o no desestructurar su visión del mundo, su seguridad y confianza en ellos
mismos y en los otros, y cuáles son los recursos con los que cuentan, bien sea
individuales, familiares o colectivos para afrontar la situación.

Siguiendo esta perspectiva, Hamber (2011) enfatiza en los impactos de la violencia


política desde una perspectiva psicológica pero coincide con las posturas anteriormente
expuestas al reconocer las implicaciones del contexto, resaltando sobre todo la
perspectiva cultural en el sentido de que, ante la misma situación, puede haber
variadas respuestas por parte de diferentes personas en diferentes contextos y que,
por lo tanto, todos los modelos o categorización de las experiencias según una
perspectiva en particular puede resultar perjudicial si no se tienen en cuenta los
valores propios de la cultura en la cual se está realizando la labor. De esta forma
propone la implementación de lo que él denomina un ―modelo contextual‖ (Hamber,
2011, Pág. 339). Por ejemplo, y para el caso colombiano, el desplazamiento forzado es

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

un hecho victimizante que implica para muchos, además de la pérdida de bienes, la


pérdida de seres queridos, la adaptación a otro ambiente muchas veces hostil ante su
llegada, el cambio de actividad económica para lograr la subsistencia propia o del
grupo familiar, etc., pero tendrá otras implicaciones también si quien resulta
desplazado tiene además de un arraigo familiar y económico con la tierra, un arraigo
cultural y espiritual como sucede con los miembros de las comunidades indígenas. En
este caso puede haber otras afectaciones o no presentarse las esperadas y, por lo
tanto, aunque se trate de un mismo hecho, el modelo de intervención tendrá que ser
diferente.

Agrega este autor que en el reconocimiento de las dificultades o consecuencias que


pueden surgir en las personas, tras la vivencia de un hecho violento o tras haber
sufrido un victimización, debe considerarse si esto constituye una patología (como lo
podrían sugerir las posiciones más psicologístas) o si debe verse mejor como una
forma y estrategia que encuentran para continuar viviendo y tratar de integrar a su
vida dicha experiencia traumática. Estas manifestaciones y repercusiones las ubica
tanto en un plano individual como en un plano social, pues refiere que en la violencia
política la intencionalidad no es solo afectar a los individuos sino también sus formas
de organización social generando ruptura de lazos, desconfianza generalizada,
incentivando percepciones negativas de unos hacia otros y deshumanizándolos
(Hamber, 2011).

1.1.2.Modelos basados en el concepto de trauma y críticas al


TEPT

Por trauma se puede entender la huella (física o psíquica) que deja la vivencia de un
hecho en particular, que tiene un carácter abrupto y una fuerte exigencia de
afrontamiento. Así un evento traumático puede ser un accidente automovilístico, la
muerte de un ser querido, un episodio de violencia intrafamiliar, una catástrofe
natural, o, un secuestro, la desaparición forzada de un ser querido, el presenciar una
masacre, el desplazamiento forzado y un sinnúmero de hechos que ocurren en el
marco del conflicto armado.

Cuando este evento supera las capacidades de la persona para sobrellevarlo y


continuar con su vida de forma efectiva, pueden emerger una serie de síntomas que al
ser recurrentes configuran lo que se conoce como Trastorno de Estrés Postraumático —
TEPT—, en el que el factor estresor es el hecho como tal y hay una serie de
manifestaciones cognitivas, emocionales y conductuales que dan cuenta de la
afectación que ha sufrido la persona a raíz del hecho vivido. Entre las manifestaciones
que se relacionan como características del TEPT se encuentran la reexperimentación de
los hechos vividos (flasbacks o pesadillas), dificultades para dormir, problemas de
concentración, irritabilidad, llanto frecuente, bloqueo emocional, aislamiento, entre
otras.

En relación con este concepto y clasificación psicopatológica, los autores mencionados


(Martín Beristaín, 1999; Hamber, 2011) asumen una postura crítica frente a la visión
que considera y etiqueta las reacciones asumidas por las personas afectadas por la

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

violencia política como síntomas de un trastorno por estrés postraumático —TEPT—.

Estos reparos, hacen referencia en su mayoría a que si bien se pueden presentar


reacciones similares a los síntomas descritos en el TEPT, el concepto se aplica
indiscriminadamente a poblaciones culturalmente distintas; que individualiza el
sufrimiento y niega las necesidades de transformación social para mejorar las
condiciones subjetivas y colectivas de las personas; que dificulta la comprensión real
de las necesidades de la gente e impide comprender lo que representa el hecho para
las víctimas; y finalmente, que no se pueden equiparar dos situaciones tan disímiles
como haber sufrido un accidente automovilístico o haber presenciado una masacre,
pues descontextualiza por completo el hecho y asume la afectación como consecuencia
de una estructura individual, patologizando una reacción que es normal ante un suceso
anormal.

Al respecto Hamber (2011) plantea que

el concepto de trauma y, especialmente, de TEPT se ha convertido en un


recurso habitual que nos dice poco sobre el contexto de la violencia, sobre sus
especificidades culturales, y sobre cómo el tratamiento de la violencia está
inevitablemente relacionado con el contexto socioeconómico, político y cultural.
En algunos países, el concepto de trauma incluso ha empezado a cambiar el
lenguaje personal y local del sufrimiento; es decir, las víctimas empiezan a
expresarse con términos médicos (―padezco un TEPT‖) en lugar de expresarse
como se sienten de verdad porque piensan que es la única forma en que los
profesionales les van a escuchar. (Hamber, 2011, pág. 59)

1.1.3.Concepto de trauma psicosocial en Martín-Baró

Para Ignacio Martín-Baró (1988) no es pertinente hablar, en una sociedad en guerra,


únicamente del impacto individual que este contexto y las acciones propias del mismo
generan en la gente, sino que, considerando que las personas son sujetos históricos y
por lo tanto su subjetividad se configura con elementos del entorno en el cual se
desenvuelven, estas consecuencias se reflejan en toda la población haya sido o no
afectada directamente por las acciones de guerra o haya participado o no en uno de
los bandos en disputa.

Esta afectación general va condicionando el establecimiento de las diversas relaciones


sociales que se ven marcadas por las dinámicas y lógicas que la guerra establece. Es
así entonces como plantea por ejemplo que, en un contexto de polarización, aunque no
se participe directamente de ninguno de los bandos en confrontación, se empieza a
materializar en la cotidianidad una deshumanización del otro, una concepción de la
diferencia como peligrosa, como marca de un enemigo al que hay que desacreditar y
eliminar según sea el contexto en el que se le encuentre.

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Así pues, el trauma psicosocial hace referencia a la afectación en toda la


población a partir de las condiciones históricas y sociales que determinan en
cada uno una vivencia particular del contexto de guerra (estrato
socioeconómico, filiación política, participación directa en la guerra,
padecimiento de alguna victimización, entre otras), afectaciones que no
dependen de las características individuales o estructuras de personalidad
de cada uno pero que generan formas particulares de establecer las
relaciones entre las personas y la sociedad.

Teniendo en cuenta esta particularidad el mismo autor señala, respecto al modelo con
el cual se debe intervenir en esta situación, que

A todas luces aparece la insuficiencia de la psicoterapia, individual o


grupal, entendida como un proceso de intervención psicológica. Por supuesto,
no se trata de abandonar a su suerte a aquellas personas que sufren ya en
carne propia el estrago alienador de la guerra. Lo que se afirma es que este
esfuerzo es insuficiente, incluso en el caso de los mismos individuos
involucrados. Mientras no se produzca un significativo cambio en las relaciones
sociales (estructurales, grupales e interpersonales) tal como hoy se dan en el
país, el tratamiento particular de sus consecuencias, será cuando mucho
incompleto. (Martín Baró, 1988, pág. 83)

1.1.4. Aspectos para la reflexión y el debate.

Los modelos de intervención con víctimas del conflicto armado y la violencia política
pueden llegar a ser tan diversos como cuantos profesionales existan. Es decir, cada
profesional que acompaña o cada equipo que realiza un trabajo con personas o
comunidades afectadas puede tener su propia concepción respecto a la situación a la
que se enfrentan y su propio modelo de intervención.

Ha preponderado una visión médica hacia las afectaciones de las personas que han
tenido que vivir situaciones de gran exigencia emocional, de tensión y de terror, y que
han visto el menoscabo de sus condiciones de vida y vulnerados sus derechos. Ante
esta postura se hacen críticas respecto a que:

basados en un modelo del trauma y contando con el TEPT como guía para la
intervención, se pone a las personas víctimas como sujetos pasivos, se les niega la
posibilidad de comprender las características históricas, sociales y políticas de la
situación que enfrentan y que los afecta directamente, se reduce su capacidad de
agencia y el empoderamiento que cada uno puede tener, disociando el plano individual
del plano social.

El contexto social y político en que ocurren los hechos y violaciones a los derechos
humanos en el conflicto armado, supone una carga aún más grande de tramitar para
las personas afectadas. Saber que hay una intencionalidad en causar daño por parte
del perpetrador, que el causante es otro ser humano, sufrir más de un hecho
victimizante y, como en muchos casos, perder o ver afectadas las redes de apoyo

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

personales, familiares y comunitarias, suponen una exigencia mucho mayor e incluso


niegan la posibilidad de que la víctima logre dar un sentido a dicha experiencia,
imponiendo unas características particulares para diseñar el proceso de
acompañamiento. Estas condiciones son las que han evidenciado las limitaciones de
los modelos médicos y psicologistas, generando un llamado a la construcción de
nuevas perspectivas de trabajo y nuevos enfoques para atender de forma integral las
necesidades de la población víctima.

Finalmente, puede concluirse que no hay modelos estándar, las dinámicas del conflicto
armado son tan variadas y generan tantas repercusiones en la gente que cada caso
merece una atención particular y un abordaje especial. La elección de cuál modelo
aplicar, tendría que estar basada en una postura crítica y reflexiva frente al contexto
de ocurrencia de los hechos, las condiciones previas de las personas y comunidades,
los valores, tradiciones y formas culturales propias, el grado y tipo de afectación en
relación con estos elementos contextuales, los mecanismos y recursos de
afrontamiento con los que cuenta la comunidad, y sobre todo, la identificación de las
necesidades, a partir de la voz, el conocimiento y la capacidad de transformación
propio de la población que se acompaña.

1.2. Enfoques transversales en el trabajo con víctimas

1.2.1. Acción sin daño

Por acción sin daño se reconoce un enfoque de trabajo que fue enunciado inicialmente
en la década de los 90 por Mary B. Anderson, quien participaba en diversos proyectos
de ayuda humanitaria en Asia y África, pero solo hacia la década de 2000 se empieza a
conocer, debatir e introducir en el trabajo que se desarrolla en Colombia de
acompañamiento a diversas poblaciones, siendo más considerado en el campo de
trabajo con población víctima del conflicto armado.

En la sistematización que hace esta autora en el libro ―Acción sin daño: cómo la ayuda
humanitaria puede apoyar la paz o la guerra‖ (2009), se reflexiona respecto a cuáles
son los impactos de la ayuda humanitaria teniendo en cuenta que ésta no es ni buena
ni necesaria en sí misma. Es decir, el acudir a algún lugar afectado por el conflicto
armado, contar con equipos de profesionales para atender un sinnúmero de
situaciones, no necesariamente garantiza que se realice una intervención favorable a
las necesidades de la comunidad. Incluso, el que desde la lógica de la asistencia
humanitaria se considere que es necesario llevar a cabo allí alguna intervención no
quiere decir que para dicha comunidad la intervención sea efectivamente necesaria.

De esta manera, lo que se pone en el foco de la reflexión es la posibilidad, o no, de


que la intervención de los profesionales, la realización de las acciones planteadas y la
injerencia de los diferentes programas y proyectos en determinada comunidad, y ante
determinado hecho, aporten a la superación de la situación problemática o por el
contrario incremente los factores asociados al conflicto, menoscabe la dignidad de las
personas involucradas, se profundicen sus condiciones de vulnerabilidad y se

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

incrementen o generen nuevos daños.

Esta condición de no generar daño está contenida en muchas de las consideraciones


éticas que se discuten en la formación de los profesionales e incluso se encuentra
plasmada en los códigos que rigen el ejercicio de diferentes profesiones, pero se le
considera especialmente en aquellos casos que hacen referencia a atenciones médicas
o a la atención clínica y terapéutica como en el caso de la psicología (Winkler, Alvear,
Olivares & Pasmanik, 2012), dejando de lado la reflexión para aquellas acciones que se
desarrollan en campo, de manera colectiva, con la participación de diversos
profesionales y en las que se antepone la ―buena voluntad‖ que se presupone a las
acciones de ayuda humanitaria o asistencia en casos como los relacionados con el
conflicto armado. Esta reflexión además debe ser competencia de todos los actores
involucrados en la intervención: Entidades del Estado, ONG’s, organizaciones
internacionales, comunidades religiosas, entre otros, e implica la capacidad de
reconocer el contexto y la situación ocurrida, la población con la cual se pretende
trabajar, las capacidades de la organización a la que se pertenece, el potencial positivo
o negativo de las acciones que se pretenden desarrollar y la capacidad de autocrítica
respecto a los proyectos a implementar.

A continuación se presenta un esquema de los principales aspectos a tener en cuenta


cuando se habla de la acción sin daño según los planteamientos de Rodríguez Puentes
(2009)

Tomar decisiones acertadas respecto a las diferentes


acciones y actuaciones a realizar con las comunidades
acompañadas
Propósitos
Potenciar las capacidades locales para la identificación
de necesidades y construcción de soluciones a las
mismas

Reconocimiento del contexto, de las comunidades, de las


prácticas y tradiciones presentes y, en general, de todos
los elementos que caracterizan a la población

Requiere por parte de los


Capacidad reflexiva y autocrítica
profesionales y equipos

reconocimiento de los impactos generados por el


conflicto armado (o por la situación específica que se
presente) y de los posibles impactos (positivos y
negativos) de la intervención

19
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Participación de los actores sociales. Es decir, dar un


lugar privilegiado a las voces locales para la construcción
de los planes de acción, no requerirlos solo para avalar
Principios básicos para el los planes que ya se tienen construidos.
desarrollo de las acciones Comprensión de las interacciones que se dan en el
contexto: diversidad cultural, conflictos y tensiones,
redes de apoyo, presencia, contacto y tipo de relaciones
con entidades del Estado, privadas o de otro tipo.

Dignidad: Reconocimiento del valor intrínseco de cada


persona para no instrumentalizarlos

Autonomía: Reconocimiento de la capacidad que tienen


Mínimos éticos que guían las personas y comunidades de decidir respecto a lo que
la acción es mejor para ellos, sin paternalismo ni generación de
dependencia

Libertad: Posibilidad de decidir sobre sus propios


proyectos de vida

Respecto a la experiencia práctica de las acciones de acompañamiento e intervención


se pueden señalar también, en relación con el enfoque de acción sin daño, algunas
consideración que plantea Anderson (2011) sobre aquellos mensajes, éticamente
incorrectos, que con las actuaciones de los equipos y profesionales se transmiten a la
población, ayudando a mantener y profundizar situaciones o conceptos negativos que
ya están inmersos en las dinámicas del conflicto.

Esto se puede entender partiendo del dicho popular ―una imagen vale más que mil
palabras‖. Es decir, aunque no se haga explicito, las actuaciones en campo transmiten
un mensaje respecto a las posturas éticas de quienes acompañan. Entre las que se
proponen, las más frecuentes y que muchas veces pueden pasar desapercibidas o no
ser consideradas como acciones que ameritan revisión, pueden contarse:

- La falta de respeto, desconfianza y competencia entre organizaciones que


acompañan, programas o Institucionalidad Vs ONG’s. Es común que se hagan
críticas y ataques a veces explícitos y a veces entre líneas por parte de unos
hacia otros y que ello lleve a que no se realice una acción conjunta sino que se
den procesos aislados, muchas veces generando sobreintervención o
confundiendo a la población sobre el quehacer de unos y otros y la legitimidad
de cada uno para obrar.

- Evasión de la responsabilidad por determinadas acciones. Si bien los programas


o planes de acompañamiento presentan características y limitaciones
establecidas, los equipos son responsables también de decidir respecto a
determinadas situaciones y, en consecuencia, asumir lo que las mismas
impliquen. Es decir, por un lado están los lineamientos o aspectos que se salen

20
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

del control y capacidad de decisión personal (tiempos, presupuestos o


dinámicas del conflicto) y por otro lado aquellas actuaciones y las
consecuencias que genera alguna acción directa o decisión en el desarrollo del
trabajo.

- Actitud de confrontación en ―defensa‖ del proceso y de las víctimas: cuando se


trabaja en acompañamiento a poblaciones vulnerables o con víctimas directas,
en zonas donde el conflicto permanece o, en general, en las que hay tensión y
abuso del poder como forma de control, es posible que se incurra en
actuaciones de confrontación o exigencia de respeto frente a la labor
humanitaria que se desarrolla. El riesgo que se corre con ello y mensaje
erróneo que se envía es que la confrontación y demostración de poder es lo que
puede solucionar los conflictos, incrementando así el riesgo y poniendo a las
personas acompañadas en una condición de mayor vulnerabilidad.

Finalmente es importante destacar también que a la reflexión y capacidad autocrítica


de los equipos en campo es pertinente sumar la identificación y transformación de
cuestiones de índole general y que muchas veces se convierten en prácticas
sistemáticas de las organizaciones, instituciones y agencias de cooperación, que
condicionan el actuar de los equipos psicosociales e incrementan de entrada la
posibilidad de realizar una acción potencialmente dañina para población. Entre estos
factores se pueden contar: la continuidad de los programas según la voluntad política
de las administraciones de turno; la continuidad supeditada al cumplimiento de
indicadores cuantitativos; el establecimiento de criterios de inclusión que niega la
participación libre, voluntaria y según la necesidad real y el interés de las personas por
participar; y la generación de iniciativas asistencialistas que abordan problemas
inmediatos pero niegan la posibilidad de promover y generar el desarrollo comunitario
(Winkler, Alvear, Olivares & Pasmanik, 2012).

1.2.2. Enfoque diferencial

Cuando se habla de enfoque diferencial se hace referencia a la necesidad de actuar de


forma pertinente según los impactos que generan los diferentes hechos victimizantes
en los diferentes tipos de población con los que se realiza el acompañamiento
psicosocial.

La corporación AVRE (2009) plantea que el enfoque diferencial

supone contemplar las diferencias y particularidades étnicas, culturales,


etarias y de género para realmente apostarle a la equidad y a la concreción de
análisis integrales que privilegien dichas particularidades, no para caer en
sectarismos o reduccionismos, sino para evitar caer en caracterizaciones
homogeneizantes y, por lo tanto, en la concreción de respuestas y propuestas
de acompañamiento universales que no reconozcan y validen las diferencias
existentes. (Pág. 115)

Atendiendo a la premisa contenida en tal definición, no se pretende en este apartado


establecer un molde con el cual se deben leer las diferentes situaciones a las que se

21
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

enfrentarán los profesionales en campo, pero sí ilustrar respecto a los impactos


particulares y aspectos relevantes del acompañamiento psicosocial según las
necesidades específicas que se presenten.

En el contexto colombiano es además complejo establecer formas únicas de actuar


pues la magnitud del conflicto y las múltiples formas que toma han generado que las
personas no sufran una sola victimización sino que, en la mayoría de los casos, se
mezclen varios hechos que complejizan la situación y requieren del máximo
compromiso de los profesionales para brindar una atención pertinente y efectiva. A
esto se suma que las diferencias se marcan también por el aspecto territorial, pues las
formas de relacionarse y de establecer significados respecto a las vivencias puede
variar de región a región, sobre todo, en el caso de comunidades que comparten una
cultura, tradiciones y cosmovisión particular, como las comunidades indígenas y
afrodescendientes. De manera que, en las consideraciones sobre cómo afecta la
violencia en la subjetividad de las personas, deberán contemplarse aspectos
relacionados con las implicaciones y significados que un territorio puede tener para
ellos, qué afectaciones sobre el mismo ha generado la disputa entre actores armados,
y cómo ha afectado esto a la población, bien sea en la realización de prácticas
culturales, desarrollo de actividades productivas u otras que se relacionan
directamente con el bienestar de la comunidad, tanto a nivel individual y familiar como
comunitario.

Teniendo presente esta claridad cabe plantear algunos casos en los que es importante
hacer un análisis específico de la situación así como una propuesta de
acompañamiento correspondiente con ellos:

 Condiciones de género

Es importante considerar que, la sociedad colombiana está marcada por fuertes


tradiciones religiosas y culturales en las que predomina una visión machista y
patriarcal de las relaciones de género. Esto conlleva a que se generen unos
patrones de identidad, roles y comportamientos determinados por si se es hombre
o mujer biológicamente hablando y la mayoría de las veces las relaciones que se
establecen son asimétricas entre ambos géneros. Por otro lado, la dinámica del
conflicto armado en Colombia se ha caracterizado por el hecho de que muchas de
las sobrevivientes de la guerra son mujeres, pues son los hombres quienes van al
campo de batalla o quienes han sido asesinados y desaparecidos. Estos dos
aspectos generan que las mujeres se vean obligadas a confrontarse con los roles
que tradicionalmente ejercían e incluso que asuman los que sean necesarios para
garantizar su subsistencia y la de su grupo familiar. Caso por ejemplo el de las
mujeres que ante un desplazamiento forzado deben comenzar a trabajar para
proveer económicamente aunque la figura masculina aun esté presente, o que
deban asumir roles de madre y padre cuando esté último fallece o se encuentra
desaparecido. Esto implica entonces un impacto específico y la construcción de un
proceso que acompañe y aporte a dar sentido a todas estas experiencias.

Otro aspecto fundamental en el conflicto armado colombiano, y en relación con los


aspectos de género, tiene que ver con que las mujeres han resultado violentadas y
victimizadas en medio de las confrontaciones siendo usadas como botín de guerra.

22
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Los casos de violencia sexual como forma de demostrar poderío o como forma de
dar un golpe al bando enemigo exigen procesos especiales de acompañamiento.
Son casos que requieren el máximo de sensibilidad pues generan un gran impacto
en las víctimas que sufren un menoscabo considerable de su dignidad, ven alterada
su confianza para establecer contacto con otras personas y muchas veces son
estigmatizadas y hasta señaladas como culpables por lo sucedido. Es decir, son
victimizaciones invisibilizadas y silenciadas.

Sin embargo, el enfoque de género en la intervención con población víctima del


conflicto armado, no tiene que estar dirigida a atender de forma exclusiva aquellas
acciones directamente relacionadas con la confrontación armada, pues dar lugar
únicamente a lo que socialmente cobra relevancia, puede implicar ocultar otras
realidades de violencia contra las mujeres que se dan en el plano de lo privado y de
la esfera familiar que de igual forma influyen en los procesos de intervención con
las mujeres en contextos de guerra. Es decir,

el trabajo con enfoque de género en contextos de conflicto armado implica reconocer


que la violencia contra la mujer se da de múltiples formas, tanto en lo público, como
en lo privado, y que en ambos escenarios impera el poder del más fuerte y se impone
la violencia física y simbólica como mecanismo de subordinación.

Lo anterior evidencia, además del fuerte arraigo machista y patriarcal, cómo las
relaciones sociales y las expresiones más íntimas de las mismas se ven también
permeadas por las lógicas de la guerra: el dominio de unos sobre otros, la violencia
y demostración de fuerza para imponer la voluntad propia, el desconocimiento y
subvaloración de otras formas de ser y estar en el mundo. (Ruta pacífica de las
mujeres, 2008)

En este sentido, el impacto que sobre las mujeres tiene la vivencia en un contexto
de conflicto armado, implica tener en cuenta lo que ocurre en el ámbito familiar,
como espacio en el que se mantiene y reproduce la ideología dominante.

Si se analiza detenidamente una familia, se puede encontrar algunas similitudes


con la organización del estado. Un jefe de la familia en la cual se concentra el
poder y la autoridad, depositario del saber y de la verdad y considerado como el
más capaz para cumplir estas funciones. A través de esta cabeza visible se
establecen las normas que rigen cada unidad familiar, se normaliza sobre el
castigo y la gratificación, lo permitido y lo sancionado para cada uno de sus
miembros. Todo este juego de reglas, relaciones, no está definido solamente
desde adentro de la familia, se encuentra también definido desde la sociedad
política, desde la religión, la cultura, la moral. (Ruta pacífica de las mujeres, 2008,
pág., 36)

En síntesis, lo que tratamos de enunciar es que las familias están profundamente


influenciadas por las estructuras de poder, la división sexual del trabajo y las
relaciones de subordinación y opresión. Se trata de entender que las violencias
contra las mujeres en el espacio de las familias, responden a dinámicas que
producen y reproducen las relaciones de subordinación y opresión en lo público y
en lo privado. (Ruta pacífica de las mujeres, 2008, pág., 36)

23
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

A esta relación entre las violencias, en el ámbito público y privado, a las que son
sometidas las mujeres, las denomina la Ruta Pacífica de las Mujeres (2013) como
continuum de las violencias, en el sentido de reconocer que son diversas las
modalidades: física, psicológica, simbólica, económica, social, cultural; y que así
mismo son diversas las esferas afectadas: individual, familiar y social. Por ello,
enfatizan en que el fin de la guerra no implica el fin de las violencias contra las
mujeres.

Este panorama, abre la puerta entonces a pensar sobre cuáles son los factores que
entran en juego cuando se habla de procesos de intervención psicosocial con
mujeres y con enfoque de género en contextos de conflicto armado, qué aspectos
favorecen o dificultan su participación en dichos procesos, hacia dónde deben estar
orientados, qué repercusión tienen los procesos colectivos para la esfera individual
de las mujeres y viceversa. Todo lo anterior, partiendo de que el conflicto armado
y la violencia hacia las mujeres es una condición que transversaliza sus vivencias, y
que por lo tanto, el enfoque de género debe aportar a la comprensión e
intervención de sus impactos en diversos ámbitos, es decir, debe considerar el
continuum de las violencias que recae sobre ellas.

 Condiciones particulares de los hechos victimizantes

Como se mencionó antes, la prolongación y deshumanización de la guerra en


Colombia supone la comisión de un sinnúmero de actos que afectan a la población
civil, y muchos de estos afectados han sufrido no una sino varias victimizaciones,
por lo cual ante cada caso no se puede hacer una selección y clasificación
minuciosa pues esto supondría también una especie de etiquetamiento del
sufrimiento. Cada caso es particular, cada caso merece la atención específica que
su condición amerite. Sin embargo, algunas consideraciones que se pueden tener
en cuenta según los hechos victimizantes son:

Desplazamiento forzado supone una situación de múltiples pérdidas y sufrimiento


prolongado. La persona que debe desplazarse bien puede
hacerlo sola o en compañía de sus seres queridos. Puede haber sufrido la muerte
de algún familiar o estar bajo amenazas y presiones. De manera que, en este caso,
hay situaciones de separación, duelo, miedo, y todo ello se da mientras se debe
afrontar un proceso de adaptación a un nuevo lugar. Puede surgir también la
necesidad del cambio de roles para poder proveer a la familia, mujeres que se
emplean en oficios domésticos y hombres que se quedan en casa pues en las zonas
urbanas no encuentran lugar para los oficios del campo que acostumbraban. Hay
allí una situación de desarraigo y pérdida de identidad que en muchos casos marca
y perpetúa el sufrimiento emocional de quien debió dejar su territorio y la vida que
en él llevaba.

Desaparición forzada

24
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

es tal vez uno de los hechos victimizantes más complejos para tramitar. Es una
situación que se perpetúa porque se somete a los familiares a una espera continua
e incertidumbre permanente, allí el hecho victimizante no cesa hasta no conocer la
verdad de los hechos y encontrar el cuerpo del ser querido. Muchas veces está
acompañado del silencio y la decisión de no denunciar la desaparición por temor a
las represalias, lo cual incrementa el sufrimiento y agrega sentimientos de culpa
por no hacer nada para procurar el regreso del familiar desaparecido. Otro
agravante para la situación de quienes enfrentan estos hechos tiene que ver con la
estigmatización y muchas veces rechazo social hacia la persona que fue
desaparecida, pues se suele pensar que ―si le pasó, fue por algo‖. En estos casos
de desaparición forzada, no hay lugar al duelo hasta no conocer el paradero o la
verdad sobre la suerte del ser querido, incluso conociendo de la muerte de éste,
muchas veces no es posible recuperar su cuerpo y esto implica que el sufrimiento
se mantenga. El manejo de la información, las tensiones familiares por decidir
buscar o no buscar, son otras de las tantas condiciones que es importante tener en
cuenta al abordar casos de desaparición forzada.

Masacres las masacres constituyen un mecanismo de amedrentamiento contra la


población, en muchos casos se hacen de manera pública y se obliga a las
personas a presenciar el asesinado de sus familiares, líderes comunitarios o
conocidos con el fin de infundir miedo y transmitir un mensaje ejemplarizante. En
ese caso entonces las afectaciones además de individuales pueden ser comunitarias
pues se desarticulan procesos organizativos, se eliminan liderazgos y se infunde la
desconfianza generalizada, por lo cual, en estos casos el acompañamiento debe
pensarse no sólo desde lo individual sino también desde lo colectivo.

Impactos sobre comunidades indígenas y afrodescendientes en estos


casos
además de
los aspectos relacionados según el hecho victimizante, existe un fuerte impacto
cultural, se pierden tradiciones, formas organizativas propias y se imposibilita llevar
a cabo rituales de celebración o duelo (pues muchas veces en un contexto diferente
esto es bien recibido) y demás prácticas propias de la comunidad. El impacto
también puede ser significativo cuando se debe abandonar territorios que guardan
una significación espiritual para las víctimas.

En estos casos, además de los impactos de las acciones violentas por parte de los
actores armados, es pertinente considerar el lugar de exclusión que
sistemáticamente han ocupado estas comunidades, al conflicto armado se suma el
abandono estatal, el racismo y discriminación que niega el lugar de ciudadanos que
le corresponde a estas poblaciones. Actuar sin considerar sus particularidades
puede suponer una acción igualmente perjudicial y representar una posición
hegemónica que introduce formas de actuar contrarias a su cultura. El respeto por
su autonomía territorial, implica también respeto por su autonomía en la toma de
decisiones y en la inclusión de sus factores identitarios en los procesos de
reparación y reconstrucción de sus comunidades. Ello implica la implementación de

25
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

una práctica intercultural. Es de vital importancia considerar aspectos concretos


como: la reproducción de los materiales escritos en los idiomas tradicionales de
cada comunidad y trabajar de la mano de traductores, realizar consultas con la
comunidad respecto a las acciones a desarrollar con ellos y sobre sus territorios,
involucrar en los planes de atención a las figuras representativas de su cultura y
saberes propios como: líderes espirituales, medicina tradicional, entre otros.

Boaventura de Sousa:

Los modelos de intervención en comunidades con identidades étnicas y


culturales diversas implican pensar en modelos ligados a las vivencias culturales
y por tanto deberán ser concertadas y discutidas con las comunidades,
respetando la autonomía y las formas de gobierno. Esto representa desafíos
enormes por ejemplo en material de rutas y protocolos que tengan en cuenta el
tema del idioma, de las costumbres, de los saberes médicos espirituales entre
otros. Todo ello también tendiente a no propiciar acción con daño.

1.2.3. Enfoque de derechos

Cuando se habla de enfoque de derechos se hace referencia a reconocer el papel activo


de las víctimas como ciudadanos titulares de unos derechos consagrados tanto en la
normatividad nacional como en las diferentes disposiciones que ha suscrito Colombia a
nivel internacional en materia de derechos humanos. En este sentido, es preciso
reconocer que la afectación a su integridad personal y vida en relación se ha propiciado
como consecuencia de las vulneraciones que se han cometido en contra de sus
derechos y que, por lo tanto, merecen recibir la atención pertinente desde diferentes
esferas en procura del restablecimiento de los mismos y de su bienestar. Por ello, las
acciones que se desarrollen con las víctimas no pueden partir de consideraciones como
la caridad o la lástima sino del reconocimiento a su situación como sujetos de
derechos.

De esta manera, cobra fundamental relevancia para el caso de las víctimas la exigencia
de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, pues tienen una repercusión
directa en la mitigación de los impactos y daños producidos por las violaciones a los
derechos humanos que han tenido que padecer, es decir, tienen grandes implicaciones
psicosociales para las víctimas y la sociedad en su conjunto.

En cuanto al derecho a la verdad se hace referencia a la importancia de saber no sólo


cómo ocurrieron los hechos, por qué, o el paradero de las personas desaparecidas sino
también el contexto político e intencionalidades que propiciaron dichas situaciones, es
una verdad individual pero también una verdad a nivel social en la que se develan
aspectos y factores desencadenantes de las situaciones que llevaron a la vulneración
de sus derechos. El conocimiento de esta verdad aporta a la mitigación de la angustia
por parte de las víctimas, a la reducción de sentimientos de culpa, a la construcción de
sentido respecto a la experiencia vivida, entre otras. Pero en ello es importante que
se reconozca el relato de las víctimas y la verdad no se construya únicamente con las
declaraciones o silencios de los victimarios. Otorgar la voz y credibilidad a las víctimas

26
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

es un aspecto fundamental para la materialización de este derecho, logrando con ello


la desprivatización del daño y el reconocimiento social de su sufrimiento.

Por su parte, el derecho a la justicia tiene que ver con que se lleven a cabo procesos
de investigación, procesamiento y condena a los responsables de las violaciones a los
derechos humanos, no sólo a los individuos y responsables materiales sino también a
aquellas personas y estructuras que en las esferas políticas y económicas propiciaron o
validaron tales formas de actuar, manteniendo así las dinámicas del conflicto. El efecto
de esta medida sobre las víctimas tiene que ver con el restablecimiento de la confianza
en las instituciones y mecanismos de protección establecidos, desconfianza que está
muchas veces en la base del surgimiento de diferentes conflictos sociales.

En tercer lugar, el derecho a la reparación da cuenta de la asunción de


responsabilidades en materia de protección de derechos y satisfacción de necesidades
por parte de las instituciones del Estado hacia sus ciudadanos. Es un reconocimiento
al daño causado por acción o por omisión. Esta reparación debe materializarse de
forma integral, es decir, reparar tanto los daños materiales como los daños morales,
aun cuando en la mayoría de los casos es claro que la reparación no logrará
restablecer las condiciones previas a la ocurrencia de los hechos victimizantes.

Esto implica que no es suficiente con el reconocimiento de los derechos de las víctimas
y las implicaciones que esto tiene en su bienestar subjetivo, ni con hacer un llamado a
la sociedad en general para la garantía de los mismos. Por el contrario, el enfoque de
derechos, debe dar lugar al posicionamiento de las víctimas como actores clave en la
definición de políticas y acciones que les afectan. Es decir, se debe potenciar su propio
reconocimiento como sujetos políticos, reconocimiento que les permita participar y
ejercer su rol activo de ciudadanos.

Bajo esta perspectiva el trabajo de acompañamiento no se reduce al plano de la


recuperación emocional y el apoyo mutuo, por lo que las intervenciones dirigidas a la
población víctima del conflicto armado tendrán que considerar la dimensión
organizativa y propositiva de la misma. Con ello se hace referencia a la importancia
aportar con estrategias que permitan la identificación de capacidades individuales y
colectivas para la participación ciudadana y la incidencia política y esto puede hacerse
tanto desde los espacios de atención individual como desde los procesos grupales de
acompañamiento. Acciones como la conformación de organizaciones de víctimas y
procesos formativos en temas de participación e incidencia política, son aspectos que
se pueden potenciar y es pertinente incluir en la construcción de los diversos modelos
de atención a implementar, pues parte de la recuperación emocional está dada
también por la posibilidad de pasar de un lugar de marginación y vulneración impuesto
por la violencia, a un lugar de autonomía y reconocimiento como ciudadanos.

27
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

“El enfoque de derechos hace referencia a fortalecer las capacidades de


intervención y participación ciudadana. Los apoyos psicosociales deben tender a
devolver la voz a las víctimas o propiciar que la tengan si nunca han sido
escuchadas. Dicho enfoque debe ser un eje transversal en los modelos de
intervención para que se permita a las víctimas que sean conscientes de lo que
vivieron, pero especialmente de sus propias capacidad para hacer efectivos los
derechos y lograr incidir en políticas públicas y de estado que garanticen la no
repetición de los hechos. El enfoque de derecho debe propiciar la formación de
sujetos políticos” (Arboleda, 2015)

Reflexiones y recomendaciones

Como cierre a esta unidad es importante pensar sobre la responsabilidad que, como
profesional de las ciencias sociales y humanas o de cualquier otro campo, se tiene para
aportar a la transformación de los contextos sociales en los que se encuentran
inmersas las personas y procesos organizativos que se acompañan.

Este quehacer puede propiciar transformaciones subjetivas y colectivas que procuren


mejores condiciones materiales de existencia para las personas, o por el contrario
puede favorecer el enquistamiento de condiciones de injusticia y desigualdad,
perpetuando la imposibilidad de construir escenarios democráticos y de paz en los que
se privilegie el reconocimiento y respeto hacia los derechos humanos de todos los
ciudadanos.

De esta manera, al pensar en el trabajo con población víctima, y específicamente a la


hora de considerar la construcción e implementación de modelos de atención, hay que
poner en el centro la necesidad de que tales prácticas aporten ―[…] no solamente a que
la gente se adapte a determinadas situaciones y consecuencias traumáticas sino
también a cambiar parte de las condiciones que a la gente le está tocando vivir, con
todos los límites y dificultades que eso supone‖ (Martín Beristain, 2004, pág. 37)

Estos límites y dificultades, muchas veces propios de la condición humana y procesos


sociales que se acompañan, sumados a las condiciones materiales en las que se deben
desarrollar los procesos de acompañamiento, pueden suponer situaciones de
revictimización para las personas. Por muy buenas que sean las intenciones de los
profesionales y los planteamientos y formulación de los proyectos, aspectos como la
falta de continuidad, la falta de recursos, la poca formación y experiencia específica
para abordar casos relacionados con las violaciones de derechos humanos en el marco
del conflicto armado, pueden contribuir a la realización de una acción con daño. Es por
esto que la constante evaluación y reflexión deben llevar a posturas críticas en los
equipos y procesos que acompañan con el fin de adecuar sus actuaciones a los
escenarios y verdaderas necesidades de las personas que reciben su atención.

De este esfuerzo por desarrollar una práctica contextualizada y pertinente y de la

28
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

sistematización de diversas experiencias en campo es que han surgido planteamientos


y perspectivas como los de acción sin daño, enfoque diferencial y enfoque de derechos,
que deberían ser considerados e implementados por parte de todas las instituciones y
en todas las acciones que se desarrollan para acompañar procesos individuales y
colectivos con víctimas del conflicto armado.

Síntesis de la unidad

Al hablar de modelos de intervención resalta el hecho que no hay una única


conceptualización al respecto, hay más bien sistematización de experiencias que
permiten identificar las fortalezas y dificultades de los diversos planes de acción
aplicados en un momento dado y con una población determinada. Esto lo que refuerza
es entonces la importancia de tener presente que cada persona y cada comunidad está
constituido, material y subjetivamente, como producto de unas condiciones históricas,
sociales, políticas, económicas y culturales en las cuales se han establecido unas
formas de relacionamiento específico. Estas condiciones, que configuran la
subjetividad y la vida colectiva, son de gran importancia a la hora de identificar los
impactos y los daños generados con ocasión de la vivencia en un entorno marcado por
el conflicto armado o por haber sido víctima directa de una violación a los derechos
humanos. De manera que, el planteamiento del modelo más pertinente en cada caso,
estará determinado por un análisis en que se integren estos factores.

A pesar de no haber un único modelo sí existen unos enfoques que es preciso incluir de
forma permanente en cualquier tipo de acción que se desarrolle con la población
víctima. Estos enfoques son: acción sin daño, enfoque diferencial y enfoque de
derechos. La acción sin daño hace referencia a la necesidad de procurar que la
intervención que se realiza no ocasiones nuevas victimizaciones o incremente el
sufrimiento de las víctimas aun cuando se obre con buena voluntad y, en este sentido,
monitorear y evaluar permanentemente cuáles son esos factores institucionales o
personales que podrían llegar en algún momento a ser dañinos. El enfoque diferencial
tiene que ver con la identificación de los impactos según características específicas de
la población o del hecho victimizante y cómo en cada caso el acompañamiento puede
orientarse de forma diferente para abordar las principales necesidades que la situación
plantea. Finalmente el enfoque de derechos hace referencia al reconocimiento de las
víctimas del conflicto armado como ciudadanos y sujetos de derechos, haciendo
especial énfasis en sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación, que pueden
transitar un camino que del dolor conduzca a su reconocimiento como sujetos políticos
con participación e incidencia en diferentes esferas de la vida pública y comunitaria.

Así se puede concluir planteando que todas aquellas acciones que se establezcan en el
proceso de acompañamiento a población víctima del conflicto armado deben estar lo
suficientemente articuladas y contextualizadas con sus necesidades (determinadas por
ellos mismos), recursos y capacidades para que el modelo de intervención que se
aplique sea sanador, transformador, aporte a la recuperación emocional de las
víctimas, a la reconstrucción del tejido social y a la reivindicación de sus derechos.

29
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Los modelos de intervención deberán pensarse en función de atender las afectaciones sufridas
por las víctimas en todos los ámbitos, por ello es que se hace difícil hablar de un único modelo
o ruta de intervención.

1.2.4. Bibliografía y Webgrafía recomendada para la unidad

Psicosociales en Guerra y Violencia Politica. Madrid: Ex-Libris. Disponible en:


http://www.pauperez.cat/component/option,com_docman/task,doc_details/gid,2/Itemi
d,14/fontstyle,f-larger/lang,Castellano/

Arévalo, L. (2009). Acompañamiento psicosocial en el contexto de la violencia


sociopolítica: Una mirada desde Colombia. En Markez Alonso, I.; Fernández Liria, A.;
Pérez-Sales, P. (Eds.) (2009): Violencia y salud mental. Salud mental y violencias
institucional, estructural, social y colectiva. Madrid: Asociación Española de
Neuropsiquiatría. Pp. 105-118. Disponible en: http://www.psicosocial.net/grupo-
accion-comunitaria/centro-de-documentacion-gac/trabajo-psicosocial-y-
comunitario/experiencias-y-propuestas-de-accion/644-acompanamiento-psicosocial-
en-el-contexto-de-la-violencia-sociopolitica-una-mirada-desde-colombia/file

Arévalo, L. (2010). Atención y reparación psicosocial en contextos de violencia


sociopolítica: Una mirada reflexiva. Revista De Estudios Sociales, (36), 29-39.
Disponible en: http://res.uniandes.edu.co/indexar.php?c=Revista+No+36

Grupo de psicología social crítica (Ed.). (2010). Principios éticos para la atención
psicosocial. Revista De Estudios Sociales, (36), 127-131. Disponible en:
http://res.uniandes.edu.co/indexar.php?c=Revista+No+36

Procuraduría General de la Nación. (2009). Valoración de los programas oficiales de


atención psicosocial a las víctimas del conflicto armado interno en Colombia. Bogotá.
Disponible en: https://www.ictj.org/sites/default/files/ICTJ-Colombia-psychosocial-
impact-2009-Spanish.pdf

Martín Beristain, C. (s.f.). Manual sobre perspectiva psicosocial en la investigación de


derechos humanos. Bilbao: Hegoa.
http://publ.hegoa.efaber.net/assets/pdfs/233/Manual_perspectiva_psicosocial_derecho
s_humanos.pdf?1309420883

30
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Unidad 2:Modelos de intervención psicosocial en el marco del


conflicto armado colombiano y contextos interculturales

Objetivos específicos

1. Identificar los casos de Trujillo, Bojayá y el oriente antioqueño como


experiencias significativas en la implementación de modelos de intervención
para afrontar las consecuencias del conflicto armado.

2. Reconocer los aportes del modelo implementado en Guatemala para el


acompañamiento a víctimas del conflicto armado desde una perspectiva
intercultural

3. Identificar elementos teóricos y metodológicos relevantes en modelos de


intervención con características distintas (daños comunitarios, perspectiva
intercultural y perspectiva de género)

4. Reflexionar frente al papel del profesional en la construcción y aplicación de


modelos de intervención en diferentes contextos sociales y culturales.

Introducción

La presente unidad engloba 4 casos de acompañamiento psicosocial en los que, por las
características del contexto, los hechos ocurridos, y las necesidades de la población, se
implementaron diferentes modelos de intervención, algunos más ventajosos que otros,
con el fin de aportar en la recuperación del bienestar de las personas afectadas y la
reconstrucción de los aspectos comunitarios deteriorados por la guerra. Todos los
casos hacen énfasis en las condiciones del contexto en que se dieron los hechos
violentos y que a su vez condujeron a la implementación de un determinado modelo,
en las características del modelo implementado y en las consecuencias de la aplicación
del mismo.

De esta forma se escogió el caso de la masacre de Trujillo como un caso que


representa la intervención en situaciones de daños comunitarios, el caso de Bojayá
como una experiencia que evidencia la dificultad que existe en nuestro medio de
implementar un modelo con enfoque diferencial étnico, el caso de Guatemala por el
aporte que representa para entender la importancia de una práctica intercultural en

31
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

beneficio de la comunidad, y el caso del Oriente Antioqueño como un modelo


construido bajo una perspectiva de género que propició además el reconocimiento de
las mujeres como ciudadanas y actores políticos.

De esto se desprende que el objetivo global de la unidad no sea el de aportar un único


modelo como el mejor a ser implementado, sino de ilustrar cómo en un mismo
contexto nacional por sus condiciones de diversidad cultural y por las dinámicas
propias del conflicto, se requiere de la apertura de los profesionales para realizar
análisis de contexto adecuados que den lugar a la construcción de estrategias de
acción realmente concordantes con los impactos generados por la violencia y las
necesidades de la población para su afrontamiento. Para ello, la información se recoge
de diversas fuentes y se trata de relacionar con los conceptos abordados en la primera
unidad.

Intervención con enfoque de género y perspectiva de construcción de ciudadanía

32
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Mapa conceptual

MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL EN EL MARCO DEL


CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO Y CONTEXTOS
INTERCULTURALES

Analizados a
partir de

Identificación de Reconocimiento de las Reflexión sobre el lugar


contexto, hechos y necesidades de la del profesional y las
daños ocasionados a la población y su acciones
población participación en los implementadas como
procesos de escenarios reparadores
construcción e o de profundización del
implementación del daño
modelo

A nivel individual,
familiar y colectivo-
comunitario Influidas por
Dinámicas
comunitarias,
características
culturales, formas
Formación profesional,
organizativas,
lineamientos
estrategias de
institucionales,
afrontamiento
capacidad crítica y
reflexiva

Elementos rastreados en

Caso Trujillo Casos Bojayá y Guatemala Caso Oriente Antioqueño

Intervención Intervenciones Intervención


en situaciones interculturales, con enfoque de
de daños con enfoque género y
colectivos diferencial en perspectiva de
situaciones de construcción de
daños ciudadanía
socioculturales

33
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

2.1. Modelo 1. “Trujillo: un caso de daños colectivos”

Introducción

En el marco de lo que se propone como un modelo de intervención se presenta el caso


de la Masacre de Trujillo como una experiencia que permite identificar modalidades de
violencia que generan un daño colectivo en la población afectada, y cuáles son las
formas de intervención que propician la recuperación del tejido social.

En la primera parte se exponen las generalidades del contexto, los actores y las causas
que derivaron en los hechos violentos que afectaron esta población, como elemento
fundamental para entender la importancia de las acciones llevadas a cabo después en
el marco del acompañamiento realizado. En la segunda parte se propone reflexionar
sobre las afectaciones generadas, haciendo énfasis en el concepto de comunidad y
cómo la violencia genera impactos más allá de lo individual, a partir de la aplicación de
modalidades y estrategias de terror que paralizan y fragmentan la capacidad de
movilización social, los lazos de solidaridad y confianza y menoscaban el bienestar
general de toda una población. En un tercer lugar se hace un reconocimiento teórico y
práctico de dos experiencias significativas y que han aportado en la reconstrucción del
tejido social en Trujillo, ellos son el Parque Monumento a las víctimas de Trujillo y la
Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo, enmarcados en lo que es la
reconstrucción de la memoria histórica y los procesos de exigibilidad de derechos de
las víctimas.

Finalmente se propone una reflexión respecto a los aspectos positivos de esta forma de
analizar la problemática y abordarla, es decir, las implicaciones del modelo
implementado y los puntos que aun merecen ser trabajados para procurar una
reparación integral, orientando con ello a la reflexión de los profesionales respecto a
las condiciones en las cuales se encuentran las poblaciones que pueden llegar a ser
objeto de su intervención.

34
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Mapa conceptual
CASO TRUJILLO

El modelo de intervención
comprende

CONTEXTO IMPACTOS ESTRATEGIAS IMPLEMENTADAS

Destrucción del Miedo Detrimento


Actores Hechos tejido social generalizado económ

Debido a Produjo Ocasionado por


-Comprendidos
Armados Civiles
entre 1988 y 1994,
sistemáticos y
continuados.
Destrucción Aislamiento,
-Narcotráfico -Población de la vida en Privatización
-Alianza de la fuerza
(y de Trujillo comunidad. del daño, Afectación a los
pública y los
paramilitares Exterminio de desconfianza, proyectos
paramilitares.
como su -Iglesia los procesos temor, productivos de
estructura organizativos parálisis la población.
-Los principales
armada) y de social. Victimización
hechos victimizantes
Organizados en movilización dirigida
fueron: asesinatos
-Fuerza social, principalmente
selectivos,
Pública solidaridad y a la población
desapariciones
(ejército y apoyo masculina y
forzadas, amenazas
policía) Cooperativas, económicament
asociaciones e activa.
- Procesos de
campesinas,
denuncia y
Realizaron acciones por organización
resistencia por parte
comunitaria
de la población
apoyada por la
Iglesia.
Control del
territorio,
bajo la excusa
de atacar a la
insurgencia

Parque Monumento
Reconstrucción de la
a las Víctimas Lugares de Memoria
memoria histórica

Luchar contra la impunidad, reconstruir


A través de Permiten
el tejido social, romper el silencio y
transformar el miedo.

Asociación de Experiencias
Organización y
familiares de organizativas
Exigibilidad de derechos
Víctimas de Trujillo
—AFAVIT—

35
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

2.1.1. Contexto general.

Los periodos de violencia en Colombia pueden contarse de forma sucesiva


prácticamente desde el surgimiento de la misma como nación. Sin embargo, en la
actualidad la referencia al conflicto armado se realiza principalmente a partir de la
década de los 50, teniendo como hito el homicidio del líder Liberal Jorge Eliecer Gaitán
el 9 de abril de 1948. Este suceso dio pasó a los hechos del ―Bogotazo‖ y de ahí en
adelante a lo que se conoce como la época de la violencia Bipartidista (entre Liberales
y Conservadores), dando paso al surgimiento de las guerrillas como respuesta al
abandono estatal y exclusión política de sectores diferentes a los tradicionales, el auge
y consolidación del narcotráfico y la aparición de los ejércitos de autodefensa como
estrategias asociadas a la lucha contrainsurgente y a la protección de los intereses del
narcotráfico y los grandes terratenientes.

Dentro de las características del conflicto o los componentes importantes para su


análisis es importante considerar que su intensidad, modalidades y acciones han
variado en relación con el lugar y características propias de la región de la cual se
hable: control territorial por expansión del narcotráfico, tenencia de la tierra para
desarrollo de grandes proyectos productivos, control de la población como estrategia
de expansión, o estigmatización y amedrentamiento de la misma en función de la
presencia del bando contrario en la zona, han sido aspectos frecuentes que ponen en
una condición de vulnerabilidad a las diferentes comunidades.

Estas situaciones han determinado que cada grupo en confrontación desarrolle unas
formas de actuar según sus intereses y posición respecto al conflicto, es decir, que
ejerzan de forma intencional determinados mecanismos y modalidades de violencia en
contra de sus adversarios, pero sobre todo en contra de la población civil, con el fin de
dar un golpe al ―enemigo‖ en aquellos territorios controlados por este o de mantener y
afianzar el poder sobre la población en aquellos que ya dominan. Es así como la
población civil ha sido la gran afectada por los dispositivos y acciones empleadas por
todos los bandos, siendo víctimas de acciones como masacres, asesinatos selectivos,
desapariciones forzadas, tortura, secuestros, desplazamientos forzados y despojos,
ejecuciones extrajudiciales, amenazas, atentados a infraestructura, vías de
comunicación, entre otros.

Al respecto, el Grupo de Memoria Histórica en el informe Basta Ya! (2013):

ha observado que la violencia contra la población civil, antes que un daño


colateral, ha sido un recurso empleado de manera premeditada por los actores
armados. Cuando la población civil es contemplada como un apoyo
determinante en el resultado final de conflicto, los actores armados usan la
violencia para lograr la subordinación. Pero cuando la población civil es vista
como la prolongación del enemigo, el objetivo de la violencia es el exterminio y
la desestabilización. Entre uno y otro caso también es posible rastrear
violencias asociadas a dinámicas particulares de la guerra, como los ciclos de
represalias, el desenfreno y el oportunismo ante los resultados operativos, y la
imposición de las acciones bélicas sin importar sus efectos. El GMH (Grupo de
Memoria Histórica) también ha encontrado que la intensidad y el tipo de
violencia varían según el grado de competencia territorial que exista entre los

36
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

actores armados y su anclaje social. En este sentido, es posible afirmar que el


uso de una violencia masiva e indiscriminada o de una violencia selectiva
recurrente obedece a valoraciones y cálculos estratégicos de los actores
armados según el grado de disputa o hegemonía territorial. (Grupo de Memoria
Histórica, 20013, pág. 38)

Teniendo en cuenta lo anterior se puede entonces proponer un análisis respecto a los


hechos ocurridos en la población de Trujillo (Valle del Cauca) en relación con los
actores presentes, los objetivos que perseguían y las formas de violencia en contra de
la población civil que se emplearon. Estos elementos pueden propiciar y dar paso
entonces a la identificación de cuáles fueron los daños que se ocasionaron y cuáles las
estrategias empleadas para la recuperación emocional de las víctimas y la
reconstrucción de su comunidad y tejido social, lo cual configuraría entonces el modelo
de intervención aplicado, objetivo del módulo a partir del conocimiento de casos
específicos como el presente.

2.1.2. Trujillo: contexto, actores e impactos.

 Los hechos que enmarcan el dolor

Trujillo es un municipio ubicado en el norte del departamento del Valle del Cauca. La
relevancia para incluir dentro de esta unidad el modelo de atención psicosocial
empleado allí, radica en que, durante uno de los episodios de violencia que han
azotado el país,

la masacre de Trujillo se ha constituido en un caso emblemático para dar


cuenta de las atrocidades de la guerra y los impactos en la población civil
victimizada por los actores del conflicto, pero también resalta por la fuerza
de su población, de los sobrevivientes, víctimas y familiares de éstas para
generar iniciativas en contra de la impunidad frente a los hechos, y son un
referente en términos de la reconstrucción de la memoria histórica como
aspecto fundamental en el afrontamiento de los impactos generados por la
violencia sociopolítica.

Los hechos a los que se hace referencia cuando se menciona la Masacre de Trujillo se
han ubicado en un periodo de tiempo comprendido entre 1988 y 1994, lo cual no
quiere decir que antes o después no hayan ocurrido situaciones en el marco del
conflicto armado o que no se hayan generado nuevas victimizaciones a la población,
sino que es en este lapso en el que la violencia de los perpetradores se sintió con
mayor fuerza y en el que centraron todas sus acciones para lograr obtener el control y
sometimiento de la población.

Respecto a los actores involucrados, en Trujillo convergían intereses políticos


diferentes: grupos ligados al narcotráfico y el paramilitarismo como estrategia armada
ligada a éste, el ELN por parte de la insurgencia, y las Fuerzas Armadas. Según el
análisis del Grupo de Memoria Histórica (2008), lo que estaba en juego en Trujillo era
cuál de estos actores podía lograr el control territorial, motivo por el cual las acciones

37
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

en contra de la población se dirigieron precisamente a lograr su sometimiento para


asegurarse el botín. Para la consecución de este propósito se logró identificar una
alianza entre el narcotráfico y las Fuerzas Armadas que lograron el repliegue de la
insurgencia y se instalaron con sus mecanismos de terror obteniendo el dominio de la
Zona.

El actor más importante para entender la historia de Trujillo es su comunidad, su


protagonismo y la articulación de la misma a partir de la fe católica y los procesos
organizativos impulsados o respaldados por la iglesia; cooperativas, asociaciones
campesinas, entre otras formas de organización colectiva, hacían parte de la dinámica
del municipio y contaban con gran respaldo, reconocimiento e impulso.

Así pues, en el periodo comprendido entre 1988 y 1994 fue en el que se desplegó toda
una estrategia de alianza entre el paramilitarismo y las Fuerzas Armadas, camuflada
bajo la denominación de ―lucha contrainsurgente‖, que se centró en una
estigmatización y señalamiento de la población con la cual se justificaba y ocultaba la
comisión de los asesinatos selectivos y las desapariciones forzadas. Enfrentamientos
entre militares y guerrilleros servían como excusa para desarrollar acciones en contra
de civiles, para señalar de insurgentes a quienes eran posteriormente desaparecidos y
para desarticular los procesos comunitarios que aglutinaban a la población. Las
movilizaciones y exigencias ciudadanas eran la oportunidad perfecta para estigmatizar
a todo un municipio. Así fue como, además de propiciar la salida de la guerrilla del
ELN del territorio, se pretendió imponer una nueva visión de lo que sería el orden
deseable y la seguridad en el municipio, lo cual requería la eliminación por cualquier
medio de aquellas personas que pudieran cuestionar este propósito, impedir su
afianzamiento o que simplemente no concordaran con él.

Dentro de las modalidades de violencia empleadas, en Trujillo se valieron de aquello


que les permitiera sembrar el terror pero sin llamar la atención frente a las atrocidades
cometidas, por eso no se llevaban a cabo acciones masivas, con un gran número de
víctimas inmediatas, sino que se recurrió a la desaparición forzada y los asesinatos
selectivos como medios por los cuales se lograba ocultar lo sucedido, privatizar el
dolor, y mantener la impunidad. Los familiares de las víctimas prefirieron callar por
mucho tiempo o incluso desplazarse de su territorio, allanando el camino para la
consecución de los objetivos de esta estrategia narcoparamilitar resguardada por las
autoridades Estatales. Y como en Trujillo la comunidad estaba articulada y en sí
misma representaba un actor fuerte, era necesario disminuirla para reducir su
capacidad de acción y de hacerle frente a su situación. Bajo esta premisa fue también
asesinado el Padre Tiberio Fernández, líder espiritual y referente para la población, con
lo cual se demostraba la capacidad de hacer daño de los perpetradores y se lograba la
paralización entera del pueblo al socavarles su identidad ya no sólo en un nivel físico
sino también simbólico.

Aunque los hechos ocurrieran en el transcurso de varios años, se cometieran crímenes


individuales, se arrojaran los cuerpos de las personas asesinadas al río para dificultar
las investigaciones y borrar cualquier rastro de los crímenes, en Trujillo se habla de
masacre como una forma más política que jurídica de buscar el reconocimiento y
luchar contra la invisibilización que pretendían lograr los perpetradores al asesinar y
desaparecer a más de 342 personas durante este tiempo. Precisamente el propósito
de realizar acciones individuales, y no hechos de grandes proporciones, era ese: no

38
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

llamar la atención de los medios de comunicación, de la justicia o de la comunidad


internacional, sino que, con las desapariciones y los asesinatos selectivos asegurarse
de mantener a la población sometida a partir del miedo.

Finalmente, otro aspecto que cobra relevancia es la ineficacia de la justicia y de los


mecanismos legales para resarcir el daño ocasionado. Por aquella época se logró
exponer el caso de Trujillo ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
logrando que se dispusiera una comisión que investigara los hechos sucedidos y
obligando con ello incluso a que el Estado colombiano reconociera la responsabilidad
que le correspondía, no sólo por la acción de sus uniformados sino por la justicia
inexistente para juzgar y condenar a los involucrados. A pesar de ello, la impunidad
sigue siendo una gran protagonista y solo hasta hace poco se han emitido condenas
relacionadas con estos hechos.

Estos elementos esbozados brevemente1, permiten dar paso entonces a la


identificación de los impactos y afectaciones sufridas en la población, a la vez que al
análisis del modelo que se ha implementado allí para posibilitar procesos de
recuperación emocional en las víctimas, de dignificación de los desaparecidos y
asesinados, y de reivindicación de la memoria colectiva.

 Impactos y afectaciones

Al hablar de impactos y afectaciones producidos en la población civil, derivados del


conflicto armado, hay algunas situaciones que de inmediato son consideradas y
reconocidas como tales. Entre estas se pueden contar la pérdida de vidas humanas, el
desarraigo producido por el desplazamiento forzado, la imposibilidad de elaborar el
duelo en casos de desaparición forzada de un ser querido, entre otras, que se pueden
reconocer y ameritan una intervención especial considerando factores relacionados con
las condiciones de las personas afectadas como con el tipo de hecho del cual se fue
víctima y la forma en que éste ocurrió (a tales aspectos se hizo referencia al hablar de
Enfoque Diferencial en la unidad 1 de este módulo).

En el caso que se está analizando en esta unidad es de suma importancia considerar


las afectaciones a nivel social y comunitario pues representan un rasgo distintivo del
mismo, no sólo por la historia de Trujillo y sus habitantes, sino también por lo que ha
posibilitado en su proceso de reconstrucción. Además, las principales modalidades de
agresión y violencia empleadas estaban dirigidas estratégicamente a causar este daño,
no individual sino colectivo, pues aunque los hechos se asentaran sobre personas
específicas tenían como propósito desarticular a toda la población, diseminarla,
reducirla, y con ello poder facilitar el control territorial en función del accionar de las
estructuras del narcotráfico.

El análisis de los daños entonces se hilará a través de la consideración de tres aspectos


fundamentales: la destrucción de la vida comunitaria y las formas organizativas, la
imposición del miedo y el terror como estrategia paralizante, y la afectación y el
detrimento económico de la población.

1
Para profundizar puede consultarse el informe del Grupo de Memoria Histórica “Trujillo: una tragedia que
no cesa”, publicado en 2008.

39
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

- La destrucción del Tejido social

Para iniciar es importante considerar qué se entiende por comunidad, qué era lo que
existía, qué fue lo que se destruyó y cómo repercute ello en las personas
sobrevivientes. Para Matiza Montero (2004), autora venezolana y reconocida en el
ámbito de la psicología comunitaria

Una comunidad es un grupo en constante transformación y evolución (su


tamaño puede variar), que en su interrelación genera un sentido de pertenencia
e identidad social, tomando sus integrantes conciencia de sí como grupo, y
fortaleciéndose como unidad y potencialidad social. (Pág. 100)

Esta definición entraña un asunto clave y es la relación constante de los miembros del
grupo y la capacidad transformadora del mismo (a ello se refiere la potencialidad
social). Para ser comunidad no basta con que se comparta un territorio, importa más la
vivencia de una historia compartida, la experiencia en un contexto y condiciones
materiales de existencia similares. Este contexto e historia común posibilita que la
comunidad comparta una cultura, necesidades, intereses y proyectos. También resalta
en esta construcción el papel que juega el establecimiento de relaciones
interpersonales presentes, es decir, en las que hay que encontrarse con el otro, verse,
compartir espacios y acciones, pues ello va configurando el sentido de grupo y además
de identificar un ―yo-individuo‖, se identifica un ―nosotros-colectivo‖. A nivel
psicosocial esta construcción de comunidad lo que permite es la generación de un
historia común, que crea lazos de solidaridad, de unión y se mantiene cohesionada aun
cuando a su interior puedan existir diferencias. (Montero, 2008).

Tales características podían encontrarse en Trujillo, una población que, además del
territorio, compartía proyectos e intereses evidenciados en sus formas organizativas,
cooperativas, asociaciones campesinas y en su fuerte capacidad de movilización,
sumando a ello el factor de cohesión que aportaba el componente espiritual,
materializado en el acompañamiento y apoyo a sus procesos comunitarios por parte,
entre otros, del Padre Tiberio Fernández, líder espiritual y figura representativa de la
comunidad.

Así se puede identificar claramente que en Trujillo, además de la afectación


y el sufrimiento de cada persona y cada familia que se veía vulnerada en
sus derechos, se estaba afectando a todo un colectivo, a todo un municipio
y se estaba tratando de destruir su construcción colectiva atentando contra
aquello que da sentido a la comunidad: sus miembros, sus procesos, su
historia compartida.

Este factor no puede ser ignorado a la hora de proponer algún tipo de intervención con
dicha población, pues ello representa un recurso de afrontamiento que hay que
potenciar, ya que está allí la red de apoyo que va a favorecer también los procesos
individuales de afrontamiento. Además, enfocar el acompañamiento hacia aquello que

40
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

resultó fuertemente afectado y que fue el blanco de ataque de sus perpetradores se


convierte en una práctica de resistencia que se impone ante las ansias de destrucción
total impuestas por la barbarie, que ayuda a romper el silencio y a vencer el miedo.

- La paralización producto del miedo y el terror

De la mano de la desarticulación comunitaria se pueden encontrar otras afectaciones,


también de índole colectivo, provocadas por la instauración del miedo y el terror como
mecanismo de sometimiento de la población.

La culpa, la angustia frente a los hechos futuros que pueden afectar en bienestar
individual y colectivo, la privatización del sufrimiento, y la imposibilidad incluso de
exigir justicia o por lo menos atreverse a buscar a los desaparecidos, son situaciones
que golpean y dificultan cualquier proceso de recuperación emocional o comunitario.

En el caso de la Masacre de Trujillo la intencionalidad de los perpetradores,


narcotráfico y fuerza pública, fue desarrollar una estrategia de sometimiento de la
población con fines de control territorial a partir de la ejecución sistemática de una
serie de actos de barbarie. Esto da cuenta de una estrategia de guerra que subsiste
desde tiempos de represión política y dictaduras militares en el continente, hasta el
perfeccionamiento de actos cada vez más incomprensibles en el desarrollo del conflicto
armado colombiano. En estas estrategias la clave es implantar el terror y el miedo; la
función de las desapariciones, las torturas, los asesinatos selectivos y los actos de
sevicia en la mayoría de sus actos, es demostrar el poder incuestionable de quien
ocasiona el dolor, su ejecución sistemática y prolongada en el tiempo busca perpetuar
el daño, impedir que las heridas sanen y que los procesos se reconstruyan. Es decir,
buscan resquebrajar y paralizar a toda la comunidad con el fin de ostentar el control y
dominio absoluto del territorio y su gente.

Tal control a partir del miedo es nombrado por Lira (2000) como ―intervención de la
subjetividad colectiva con fines de control político‖, y aunque sus elaboraciones
teóricas parten de la experiencia de dictadura militar en Chile, tanto las acciones
perpetradas en este caso en Trujillo, como las consecuencias sobre sus habitantes,
corresponden a la persistencia de este tipo de estrategias cuando se habla de control
en medio de la guerra.

Respecto a su funcionamiento Lira plantea que

La violencia es siempre en sus inicios un hecho privado. Es un sujeto


concreto la víctima, sin embargo, al ocurrir simultáneamente en miles de
personas se transforma en un hecho social político2. El sistema represivo utiliza
la violencia privada como un mecanismo eficiente para internalizar el terror, y al
mismo tiempo, dispersarlo a través de la privatización de la violencia,
controlando la conducta colectiva por el temor inducido en los sujetos de ser
potencialmente una víctima de la represión política en sí mismo o en su familia.
(Lira, 2000, Pág. 188)

2
La cursiva corresponde al texto original.

41
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Por esto, en Trujillo no se perpetró una masacre de grandes proporciones en un solo


hecho violento: para afectar individualmente y privatizar el sufrimiento, para que los
demás no actuaran ante el temor de ser también victimizados. Con un solo asesinato
se lograba dispersar el miedo entre los demás, por ello son asesinatos selectivos que
implican líderes, y por ello también quienes se atrevieran a desafiar tal parálisis debían
asumir las consecuencias, como aquel que se atrevió a recuperar el cuerpo del padre
Tiberio después de haber sido arrojado al rio Cauca.
Por esto también las acciones estuvieron cargadas de excesos y sevicia, el
descuartizamiento de los cuerpos de las víctimas, el hecho de arrojarlos al Río Cauca,
el asesinato y/o desaparición tanto de testigos como de víctimas que se atrevían a
denunciar, constituían mecanismos que transmitían e incrementaban el terror en la
población, y consolidaban la estrategia de control a partir del miedo. Es decir, los
excesos cometidos no fueron fortuitos, hicieron parte del plan sistemático de
exterminio y control de la población, y cada uno fue empleado para cumplir con su
función: someter, callar, evitar procesos de denuncia y exigencia de justicia e impedir
acciones de resistencia y organización de la población.

Esas angustias, culpas, sufrimientos silenciosos, y el desempoderamiento social


ocasionados por el terror se instauraron en Trujillo durante varios años, pero no tantos
como para que el miedo se cronificara y causara la parálisis absoluta. Finalmente y
tras reconocer que la no acción generaba la perpetuación del sufrimiento, los
habitantes de Trujillo han ido retomando la acción colectiva como mecanismo en
contra de orden impuesto y forma de acceder a los mecanismos de justicia, tan
esquivos para ellos, que sólo una década después se han reconocido algunas
responsabilidades y se han iniciado procesos de investigación. Las estrategias
empleadas para ello serán abordadas en el siguiente apartado en relación con los
recursos de afrontamiento y capacidades instaladas en la comunidad.

- El detrimento económico y la precarización de la


subsistencia

En el caso de Trujillo la vulneración no se dio únicamente frente al derecho a la vida y


a la identidad de las personas asesinadas o desaparecidas. En el marco del conflicto
armado la mayoría de víctimas mortales han sido hombres y, considerando que el
conflicto tiene su mayor intensidad en la ruralidad, se podría afirmar que en casi todos
los casos la afectación de las familias de las victimas comprende también el plano
económico, pues la ausencia de quien generalmente es el principal proveedor, o los
desplazamientos forzados que obligan a abandonar las labores productivas cotidianas,
implican una exigencia y reacomodación económica que en la mayoría de los casos no
es fácil de sortear.

Además de estas generalidades, la afectación económica en Trujillo estuvo dada


también por la desaparición de prácticamente todas las formas organizativas y
asociativas que aglutinaban a los campesinos y organizaban sus labores productivas
(cooperativas, asociaciones, entre otras).

Así, lo que se vio afectado no fue únicamente la vida de las personas y sus
dimensiones emocionales y subjetivas, el padecimiento fue también
material y al daño moral se sumó el empobrecimiento de la vida cotidiana.

42
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Este detrimento económico de la población originado tanto por la ausencia de quienes


realizaban las labores en el campo como por la desaparición de sus formas
organizativas, se relaciona directamente con los objetivos perseguidos por
perpetradores en su búsqueda de control territorial. Con el exterminio de las formas
organizativas, y por lo tanto de los procesos sociales, de lucha y reivindicación llevados
a cabo por los campesinos, y con la eliminación física de los mismos, tuvieron vía libre
para ejercer el control del territorio, no sólo en términos políticos sino también en lo
que tiene que ver con la explotación y uso del suelo. Tras los hechos violentos en
Trujillo, las tierras abandonadas y despojadas han sido apropiadas por empresas e
industrias madereras tal como lo señala la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
(2012) al referenciar que éstas ―hoy en día están ocupadas por la agroindustria de
pino de la empresa Smurfit Kappa Cartón de Colombia.‖

En síntesis, respecto a los impactos y afectaciones en Trujillo, puede decirse que la


estrategia de control territorial que se desplegó contra ellos incluyó el uso de
modalidades de violencia que, a partir de la arremetida continuada y sistemática
contra miembros y procesos relevantes de la comunidad, pretendió el ataque y
destrucción no sólo de aquellos a quienes afectó directamente sino de todo un
colectivo, imponiendo el miedo, el silencio y hasta la devastación de su espiritualidad,
logrando con ello la fragmentación del tejido social, la desintegración de los procesos
y, durante años, la privatización del sufrimiento. En este sentido, el factor colectivo y
comunitario no se puede desconocer al momento de considerar cualquier acción de
intervención o acompañamiento con ellos.

2.1.3. Acciones, estrategias y procesos de reconstrucción en


Trujillo.

Al identificar que en el caso de Trujillo la dimensión colectiva y el daño comunitario


ocupa un lugar privilegiado en el análisis de contexto y conocimiento de las
necesidades y recursos de la comunidad, es importante que estas mismas condiciones
sean consideradas como aspectos que requieren de la atención y del abordaje en los
procesos de acompañamiento con las víctimas, orientados no sólo a la recuperación
individual sino a la reconstrucción del tejido social y el sentido de comunidad afectado
por los hechos violentos.

En este sentido, cobra relevancia plantear los efectos de la reconstrucción de la


memoria histórica en los procesos de reparación a las víctimas. Martín Beristain
(1999) dice que

En los contextos de guerra y represión política, las poblaciones


victimizadas no han tenido la oportunidad de señalar a los culpables, obtener
un reconocimiento social de los hechos y de su sufrimiento, ni una reparación
social basada en la justicia. Además, frecuentemente la memoria está atada
por el miedo, la desvalorización social o incluso la criminalización de las
poblaciones afectadas. Todo ello conlleva efectos muy negativos en la identidad
individual y social de los afectados, así como efectos sociales más amplios

43
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

derivados de la impunidad. (Pág. 253)

Así, la recuperación de la memoria histórica comprende varios aspectos. Se levanta


como un mecanismo en contra del miedo y el silencio impuesto al permitir que, a nivel
individual las personas afectadas puedan narrar su historia, reconocer sus pérdidas,
hablar de sus muertos, volver a nombrar a sus desaparecidos y retornarles la identidad
y dignidad que les fueron arrebatados; a nivel comunitario permite que se vuelva a
hilar, a articular y a engranar esa historia común y compartida que tiene la comunidad,
no sólo a partir de la historia previa a los acontecimientos violentos sino de la que se
ha ido construyendo a partir del dolor compartido; a nivel social permite la
visibilización de los hechos a través de la verdad construida desde las víctimas, aporta
a que se reconozca la historia y el contexto reconociendo los hechos ocurridos y los
intereses que generaron dichos acontecimientos (políticos, económicos) y propicia que,
a pesar de los esfuerzos de sumir todo en el olvido, se mantengan las exigencias de
justicia y sanción jurídica y moral a los responsables.

Cuando se habla de memoria histórica se presenta la disyuntiva entre olvidar y


recordar, qué recordar y para qué hacerlo. El olvido puede surgir inicialmente como un
mecanismo de protección propio y hacia los demás, hablar respecto a los hechos puede
traer nuevos peligros o aumentar el dolor. Pero recordar también puede brindar la
posibilidad de dotar de significado las experiencias vividas, de desestigmatizar a los
afectados, de reconstruir los lazos de solidaridad y apoyo que se perdieron. Recordar
y realizar un trabajo acompañado y sistemático de reconstrucción de la memoria
histórica permite también que no predomine la historia oficial, en la que se ocultan
hechos o se presentan como datos que no llevan consigo el reconocimiento de
responsabilidades, y facilita que se cuestione la historia del victimario desde la cual los
hechos cometidos eran justificados. (Martín Beristain, 1999)

La memoria histórica no es entonces un recordar vacío y desordenado, implica que


haya un proceso de reconocimiento de los hechos y de lo injusto de los mismos, que
haya un reconocimiento de las víctimas y de los daños, implica que las víctimas llenen
de sentido aquello que se nombra como reparación a partir de sus necesidades

Al respecto el Grupo de Trabajo Pro Reparación Integral (2006), plantea que

Cuando una sociedad afectada por la violencia y la guerra hace memoria,


se pueden producir acciones simbólicas y culturales que permitan a las víctimas
y a toda la comunidad, reconocer y enfrentar las pérdidas con el fin de
elaborarlas. Para superar el olvido y la impunidad, es necesaria la organización
y la participación de la comunidad en la reconstrucción de los hechos históricos.
En este proceso las víctimas cumplen un papel fundamental a través de
diferentes actividades encaminadas, por una parte, a difundir los diferentes
relatos y versiones sobre los sucesos violentos, y por otra, a promover la
participación colectiva para afrontar los hechos y buscar caminos alternativos
de vida digna. Esto permite ampliar el contenido de la memoria colectiva,
logrando un acercamiento a la verdad histórica. (pág. 20)

Este trabajo entonces de reconstrucción de la memoria histórica se inscribe dentro de


aquellas medidas de carácter simbólico que aportan a la reparación Integral de las
víctimas y, en el caso de Trujillo, se pueden identificar acciones tendientes a ello que

44
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

han posibilitado la reconstrucción de los lazos comunitarios, la elaboración de las


pérdidas por parte de las personas afectadas y el reconocimiento de los hechos y
responsabilidades en la comisión de los mismos.

 Los lugares de la memoria

Construir memoria histórica no tiene que ver únicamente con narrar y con escribir.
Hay multiplicidad de vías y de recursos que permiten mantener viva una historia y
resignificar aspectos de la misma. Los espacios físicos, la construcción de
monumentos, el otorgar un nombre que represente y sea significativo para las víctimas
a una calle, una institución, una plazoleta, entre otras tantas posibilidades, establece
ya un sitio de referencia que visibiliza la historia por contar y los hechos por denunciar.
Esto tiene un efecto simbólico en las personas, no sólo en las víctimas sino en todos
aquellos quienes concurren allí.

Fabri (2010), respecto a iniciativas de memoria histórica a partir de espacios y obras


físicas existentes, nuevas, reconstruidas o resignificadas plantea que, como ―el lugar
de memoria es delimitado y marcado, se hace visible a la mirada‖ (pág. 103). Se
convierten también en un lugar de encuentro, donde se pueden restablecer vínculos,
resignificar experiencias e ir construyendo comunidad.

Este es el caso, por ejemplo, del Monumento a las Victimas de la masacre de Trujillo,
allí sus familiares pueden volver a nombrar a sus seres queridos, a hablar de ellos,
tienen un lugar en el cual llevarles flores, y en el caso de quienes efectivamente
pudieron dar sepultura a sus seres queridos, es un lugar que permite la realización de
los ritos y prácticas culturales que dan paso a la elaboración del duelo. Es por lo tanto,
un lugar que tiene efectos simbólicos y reparadores, que redunda en el bienestar de
los sobrevivientes y es, al mismo tiempo, un espacio público que permite que otros
conozcan la historia, que aunque haya sido objeto de varios atentados por parte de
quienes quieren imponer el silencio y que aunque el Estado no se responsabilice de
cumplir los acuerdos que le corresponden en materia económica para su preservación,
se erige como evidencia de lo sucedido y de esa forma impide que se perpetúe el
olvido y se imponga la impunidad. 3

3
Para conocer una reseña del Parque Monumento se puede ingresar a:
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/multimedias/MemoriasExpresivasRecientes/Memoria_H/vall
edelcauca/parquemonumento/index.html

45
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Parque Monumento a las Víctimas de Trujillo. (Fotografía tomada de:


http://static.iris.net.co/semana/upload/images/2015/4/4/x423045_114232_1.jpg.pag
espeed.ic.YV678tnJ_P.jpg)

Por su parte, en relación con la función que cumple el ejercicio de la memoria y el


papel político, individual y colectivo, que ésta tiene, Rabotnikof (2007) plantea tres
formas en que se incita la posibilidad de traer el pasado al presente, es decir, tres
formas en que se puede hacer memoria y que cuentan, cada una, con una función
particular. La primera, tiene que ver con una memoria como elemento identitario que
se transmite intergeneracionalmente y da sentido a una experiencia colectiva. Se
refiere a ella como la forma en que más comúnmente se erige la identidad nacional, un
consenso sobre el pasado que se institucionaliza principalmente en fechas
conmemorativas y datos sobre hechos, pero que no trae al presente las causas y
consecuencias de lo sucedido. La segunda forma que plantea la autora hace referencia
a la memoria como desafío a la historia oficial. La Memoria se convierte así en una
práctica de resistencia, en un ejercicio que rescata los relatos no contados o
intencionalmente silenciados, la historia de las víctimas, es entonces otra forma de
recordar que resalta la importancia de la vivencia para alguien en particular y que
puede controvertir la versión oficial o institucionalizada. Finalmente, retoma el uso o
impacto terapéutico de la memoria, centrado en la posibilidad de evitar las
consecuencias adversas de la negación de la memoria relacionadas con la perpetuación
de lo que Martín-Baró denominó Trauma psicosocial (expuesto en la unidad 1). Esta
última posibilidad, permite una recuperación individual de la identidad y de la vivencia,
una elaboración de las pérdidas y comprensión de lo sucedido para que no vuelva a
pasar, un mecanismo en contra del miedo, en términos generales una forma de
afrontamiento individual y colectivo. (Rabotnikof, 2007)

Entonces, se puede decir que en Trujillo, el proceso de memoria ha tenido claro qué
recordar y para qué hacerlo. Ha sido principalmente una memoria desde las víctimas
que recoge las voces de su población frente a lo sucedido y sus consecuencias, una
memoria como práctica de resistencia que se opone al olvido o a la perpetuación de un
discurso que desconoce la dignidad de sus víctimas y legitima las acciones de los

46
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

perpetradores. Estas prácticas de memoria han posibilitado también una recuperación


individual y colectiva, una forma de enfrentar el miedo, que ha generado espacios en
los que se puede hablar de forma pública de lo sucedido, en los que hay una historia
compartida que permite la elaboración de duelos, la mitigación de angustias y la
generación de formas de afrontamiento. Se desprende de allí también la posibilidad de
reconstruir el tejido social, es decir de restablecer relaciones de solidaridad y apoyo y
formas de participación que fueron violentadas.

Se puede concluir diciendo entonces que la memoria no tiene que ver únicamente con
la reconstrucción o recopilación de relatos, sino que presenta un aporte a la
transformación subjetiva y colectiva de las personas y comunidades afectadas por la
guerra, que se manifiesta de diversas formas y todas con una función reparadora
(rituales, lugares emblemáticos, acciones de denuncia) para rescatar del olvido aquello
que pretende ser negado o no contado, con miras a que en el futuro no vuela a
reproducirse.

 La organización y la exigibilidad de derechos


AFAVIT es la Asociación de Familiares de Víctimas de los Hechos de Trujillo y
constituye un ejemplo de la capacidad de acción, de las potencialidades de las víctimas
y de la fuerza reparadora de las acciones colectivas. Dentro de lo que podemos
nombrar como el Modelo de Intervención en el Caso de Trujillo, la organización de la
comunidad en esta asociación es un claro ejemplo de otra de las estrategias que
pueden favorecer los procesos de reconstrucción del tejido social en comunidades
afectadas por la guerra. La conformación de la asociación se corresponde con la
tradición organizativa que caracterizaba al municipio antes de la ocurrencia de los
hechos, permite reconstruir las redes de apoyo, la solidaridad y la confianza entre las
personas y se convierte en un espacio en el que el dolor no se lleva por separado y en
privado sino que se resignifica y orienta los procesos de visibilización y exigibilidad de
derechos. Es decir, es fundamental en la lucha contra la impunidad.

AFAVIT ha logrado, de la mano de ONG’s, organizaciones de víctimas, miembros de la


Iglesia4 y otros solidarios con su proceso, que los casos e investigaciones se
mantengan abiertos hasta obtener el reconocimiento de la responsabilidad y la
imposición de condenas a algunos de los responsables de los hechos, seguramente
insuficientes ante la magnitud de los mismos, pero que resultan todo un logro ante la
capacidad de las estructuras armadas y de poder, ilegales e institucionales, para
ocultar el daño perpetrado.

4
Como el Padre Javier Giraldo y la Hermana Maritze Trigos.

47
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Este es solo un ejemplo de la capacidad de las luchas colectivas, que se mantiene en


pie a pesar de los hostigamientos, amenazas e incluso asesinatos de sus líderes. Esta
fuerza radica también en que los procesos de organización permiten que las víctimas
puedan reconocerse como sujetos de derechos y que el resto de la población no sea
indiferente ante lo que les ocurre, a esto hace referencia el enfoque de derechos
mencionado en la unidad 1.

Logo de AFAVIT (Imagen tomada de:


http://trujilloafavitcolombia.blogspot.com/2015/04/quienes-somos-informacion.html)

2.1.4. Síntesis del Modelo implementado.

Para reconocer adecuadamente el modelo implementado en el caso de Trujillo es


importante entonces reconocer tres momentos: Qué ocurrió, cómo y a quiénes se
afectó, y cómo se afrontó.

Partiendo del contexto presentado se puede evidenciar entonces que los hechos
ocurridos en Trujillo fueron la aplicación sistemática de modalidades de violencia
atravesadas por el terror y la sevicia, provenientes de una alianza entre el narcotráfico
y la fuerza pública con un claro objetivo de control territorial, que finalmente benefició
a grandes industrias que se apropiaron de los predios despojados o abandonados por
los campesinos para el desarrollo de sus proyectos económicos.

Estos ataques ubicaron como blanco a la población de Trujillo en dos niveles: individual
y social. El potencial y fuerza de movilización de los movimientos campesinos y
formas organizativas de los mismos fue un objetivo a destruir para poder someter a la
población, y de igual forma se dirigieron acciones violentas contra personas o figuras
representativas para la población. Las afectaciones producidas, por lo tanto, fueron

48
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

también en diversos niveles: individual, familiar y comunitario.

A nivel individual, se produjeron afectaciones en lo emocional y relacional, la


experiencia dolorosa tuvo que ser asumida de forma privada por temor a ser vulnerado
por los actores violentos, en el caso de las personas desaparecidas se imposibilitó la
elaboración del duelo, y en otros casos, en los que se pudo dar sepultura a los seres
queridos fallecidos, el temor, la angustia de continuar padeciendo victimizaciones, y la
impotencia frente a la impunidad de los hechos repercutió en el bienestar de las
personas, perdiendo el ánimo y la fuerza vital.

Estas afectaciones no se pueden leer de forma aislada, cobran más sentido en la


medida en que se les relaciona con otros espacios en los que se desenvuelven las
personas, por ello, las afectaciones también fueron de orden familiar. El principal daño
ocasionado está del lado de la desintegración familiar a causa de las desapariciones o
asesinatos de uno o varios miembros, los cambios de roles en las personas del hogar,
la alteración en la vida cotidiana y en las labores productivas que se desempeñaban.
La familia, como primer nivel de la red de apoyo con que cuenta cada persona se vio
fragmentada y socavada.

A nivel comunitario se atentó contra los líderes comunitarios y espirituales, se


desarticularon los procesos organizativos, por lo tanto se desestructuró el tejido social
y se afectó el sentido de comunidad, produciendo aislamiento y desconfianza entre las
personas del lugar.

Ante este panorama, el primer paso que dio lugar a los procesos de reconstrucción en
Trujillo tuvo que ver con enfrentar el miedo y romper el silencio, esta condición
favoreció que el contacto entre las personas se restableciera y se empezaran a generar
otras acciones que fueron ayudando en el bienestar de las personas. El Parque
Monumento y la Organización de Víctimas son dos experiencias que repercuten en la
subjetividad de las personas y posibilitan procesos de recuperación emocional y
reconstrucción social. En este sentido, las acciones desarrolladas alrededor del Parque
Monumento permitieron que las víctimas volvieran a hablar libremente de sus
familiares, que les devolvieran la dignidad retornándoles el nombre y reconstruyendo
en arcilla sus rostros y cuerpos vulnerados por los hechos violentos, el dolor privado se
hizo público, se recuperó lo que la violencia arrebató, los desaparecidos se volvieron a
nombrar, las familias resignificaron la pérdida y muchos procesos de duelo se
pudieron completar. Algunas personas pudieron encontrar nuevamente un sentido para
su vida aportando al cuidado y protección de este espacio y, a nivel comunitario, se
restablecieron lazos de confianza y se reconstruyeron las redes de apoyo.

49
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Imagen 15 Imagen 26 Imagen 37

2.1.5. Avances, dificultades y retos.

Para finalizar el estudio de este modelo, es importante entonces reflexionar en torno a


los datos presentados de la experiencia de Trujillo en relación con lo que se ha
mencionado sobre lo que se puede considerar como un Modelo de intervención y las
actuaciones que corresponden a los profesionales en tales casos.

Se puede iniciar planteando que en Trujillo el proceso está guiado por la fuerza de la
comunidad que la caracterizaba antes de los hechos y que ante un contexto de estos el
profesional que acompaña no puede hacer caso omiso de esta historia y estos
antecedentes sino que, por el contrario, debe procurar potenciarlos con el fin de que
ello revierta de forma positiva en la comunidad. Esto indica entonces que,

además de identificar los daños y afectaciones individuales, también hay


que estar atentos a los daños y afectaciones colectivas.

Por otro lado, respecto a las acciones llevadas a cabo allí, además del Parque
Monumento y de AFAVIT, existen otras iniciativas que han aportado a que la memoria
de Trujillo se mantenga viva y que pueden ser de interés y aportar elementos valiosos
a la hora de pensar en cómo acompañar una comunidad y cómo propiciar el
fortalecimiento de sus procesos, entre estos se pueden contar: el Informe Final de la
Comisión de Investigación de los Sucesos Violentos de Trujillo8, y los informes que ha
construido el Centro Nacional de Memoria Histórica. Sin embargo, los mencionados en
esta unidad cobran relevancia al ser procesos de construcción propia, al tener en
cuenta la iniciativa de los habitantes y víctimas de Trujillo y al favorecer con ellos su
recuperación emocional. Es decir, las necesidades e intereses de las víctimas se
constituyeron como hoja de ruta para el desarrollo de las acciones. Un ejemplo que
ilustra esta máxima en el caso de Trujillo es la decisión sobre el lugar de construcción
del Parque Monumento: En su momento, además del lugar en el que está construido,
se consideró realizarlo en una de las fincas en las cuales se cometieron muchos de los
horrores perpetrados a las víctimas, perteneciente a uno de los narcotraficantes
involucrados, ante lo cual hubo oposición por parte de los afectados y debió ser
dispuesto otro sitio. Sin embargo, también se hubiera podido optar por este lugar a
partir de la resignificación del mismo, como ha ocurrido con centros de tortura en las

5
Tomada de https://magdalenasporelcauca.files.wordpress.com/2010/01/trujillo-vez3-021.jpg
6
Tomada de https://poemasmyblog.files.wordpress.com/2010/02/trujillo-vez3-026.jpg
7
Tomada de http://4.bp.blogspot.com/-MmPywRW0mak/T5C5uzrEjmI/AAAAAAAAABQ/4tXE-
rBZFW0/s1600/Foto+5.png
8
Este informe, publicado en 1995, recogió la investigación y conclusiones respecto a los casos de violaciones
de Derechos Humanos ocurridas en trujuillo y presentadas en 1992 ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos. El mismo dio lugar a que se estableciera la responsabilidad del Estado en los hechos y
que éste tuviera que reconocerlo públicamente y emprender acciones tendientes a resarcir los daños. El
informe puede consultarse en:
http://issuu.com/comisionjusticiaypaz/docs/comision_de_investigacion_de_los_sucesos_violentos/5?e=0

50
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

dictaduras del cono sur (Argentina, Chile) en las que ahora funcionan Museos de la
Memoria, por ejemplo. Lo que se quiere resaltar es que aquí primó la intención y la
decisión de los familiares de las víctimas. Es decir,

aunque tenga una fundamentación teórica y haya experiencias prácticas


que la sustenten, ninguna acción es reparadora en sí misma si no se
corresponde con las decisiones y consideraciones de las personas
involucradas en ello.

En cuanto a otro punto de afectación, que fue el detrimento económico, faltan aún
esfuerzos por restablecer, mejorar o propiciar adecuadas condiciones de subsistencia
para los habitantes de Trujillo, varias de las ideas o propuestas productivas que se
trataron de implementar dentro de las medidas de reparación a la comunidad no
funcionaron y, como sucede en la mayoría de los casos, el aspecto económico continua
imponiendo limitantes para el desarrollo pleno de las personas.
Finalmente, es importante resaltar que como profesionales especialistas en gestión de
procesos psicosociales se debe tener la capacidad de reconocer diversas experiencias,
no para calcar acciones sino para entender las dinámicas de lo que puede ser una
construcción colectiva de cara al bienestar de la población acompañada, víctima o no.

En síntesis, se puede decir que el modelo implementado tuvo un fuerte componente de


acción colectiva, sustentado en el impacto subjetivo que sobre cada persona tuvieron
estas acciones. La movilización social en sí misma no es transformadora pero en el
caso de Trujillo se basó en la recuperación de las prácticas comunitarias que habían
sido tradicionales en la población. Se respetaron las iniciativas y propuestas de las
personas y esto permitió que el miedo no impidiera las posibilidades de recuperación
individual y comunitaria. Las personas se apropiaron de su dolor y construyeron
mecanismos para afrontarlo, devolvieron la dignidad a las víctimas y las rescataron del
olvido para instaurarlas en la vida presente de la comunidad.

El proceso iniciado en aquel momento no concluyó con la puesta en marcha de las


iniciativas mencionadas, se mantiene hasta el momento y se ha rodeado de otras
personas y organizaciones solidarias. En Trujillo se realizan periódicamente
peregrinaciones que permiten que otros conozcan la historia y que ésta se mantenga
viva. Estas prácticas se convierten en formas de resistencia que les dan sentido de
pertenencia y les han permitido afrontar situaciones adversas como las amenazas e
incluso el asesinato de una de sus líderes, posibilitando que se mantenga visible ante
otros su situación pasada, la actual, y sus reclamos hacia el futuro, pues el
componente de justicia y verdad sigue siendo un reclamo de las víctimas de Trujillo.

2.1.5. Resumen.

Trujillo es un caso emblemático en la historia de violencia de Colombia. Allí resaltan


las afectaciones comunitarias que se desprenden de la lucha por el poder y control de
un territorio en específico, demostrando cómo los actores armados cuentan con
estrategias para el control del territorio y de las poblaciones según los objetivos que se
persiguen.

51
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

El análisis del caso da cuenta de la importancia de implementar un enfoque diferencial


basado en el tipo de daños sufridos por la población, en los que cobra relevancia el
carácter de Trujillo como una población con una fuerte tradición de organización y
movilización social, aspectos que determinan la implementación de estrategias que
propendan por el bienestar colectivo y en las que los intereses, solicitudes y
consideraciones de las víctimas y familiares, son fundamentales para el impacto
positivo de las mismas.

2.1.6. Bibliografía y Webgrafía para profundizar.

Blair, Elsa. (2010). La política punitiva del cuerpo: ―economía del castigo‖ o mecánica
del sufrimiento en Colombia. Estudios Políticos, 36, Instituto de
Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, (pp. 39-66). Disponible en:
http://www.scielo.org.co/pdf/espo/n36/n36a3
Grupo de Memoria Histórica. (2008). Trujillo: Una tragedia que no cesa. Bogotá:
Imprenta Nacional.
Disponible en http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/informes-2008

Rebolledo, O., & Rondón, L. (2010). Reflexiones y aproximaciones al trabajo


psicosocial con víctimas individuales y colectivas en el marco del proceso de
reparación. Revista De Estudios Sociales, (36), 40-50. Disponible en:
http://res.uniandes.edu.co/view.php/648/index.php?id=648

Videos:

CONTRAVÍA - Trujillo: Una tragedia que no cesa (masacre de Trujillo)


https://www.youtube.com/watch?v=Wj4d0r-TkVo
https://www.youtube.com/watch?v=zGXDTxlkAuM PARTE II

Noticias sobre el caso


http://www.elespectador.com/tags/masacre-de-trujillo

52
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

2.2. Modelo 2: “Intervención en casos de daños socioculturales”

Introducción

En el marco del conflicto armado, las poblaciones que han resultado más afectadas son
aquellas con condiciones de vulnerabilidad pre-existentes a los hechos violentos, como
las comunidades alejadas de los centros urbanos, en situación de marginación,
exclusión social y abandono estatal. En el contexto colombiano esta vulnerabilidad
aumenta cuando se trata también de comunidades con un arraigo étnico y cultural
diverso, como las comunidades indígenas y la población afro, por lo que las
consecuencias del conflicto armado generan otro tipo de impactos, repercusiones y
significaciones en su cotidianidad y forma de relacionarse. Para abordar estas
situaciones se toma como referencia entonces los casos de Bojayá (Colombia) y de
Guatemala, este último por presentar un ejemplo de cómo las acciones de guerra
afectaron a la población indígena fuertemente excluida y discriminada aun cuando
constituyen una franja significativa de la población nacional.

A través de la descripción de los casos se expondrá entonces una contextualización


sobre los hechos ocurridos en cada uno mirados desde un enfoque de daños
socioculturales, es decir, la forma en que se afectaron sus costumbres, tradiciones y
significados frente a la vida basados en su propia cosmovisión. Posteriormente se dará
lugar a la identificación de las diferentes formas en que se realizaron las intervenciones
y las propuestas que se han realizado para abordar este tipo de situaciones con estas
poblaciones, para finalmente dar lugar a la reflexión como profesionales en relación a
la importancia de adecuar los modelos de intervención a las características de la
población y no de realizar una intervención basada únicamente en la mirada y
concepción del profesional respecto a lo que generalmente se aplica indistintamente
del contexto.

53
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Mapa conceptual

DAÑOS SOCIOCULTURALES

Identificados en

Caso Bojayá Caso Guatemala

Se evidencian afectaciones como Se evidencian afectaciones como


en en

Pérdida de tradiciones frente al territorio Profanación del territorio

Imposibilidad de realizar rituales de duelo Estigmatización y ataques sistemáticos


al pueblo maya
Ruptura de lazos familiares y actividades comunitarias
Utilización de símbolos y cultura maya
Transmisión de saberes y creencias por parte de los perpetradores

Muertes que cuestionan las creencias básicas de las Violencia sexual contra las mujeres
personas
Desarrollo de prácticas y rituales de
forma clandestina para protegerse

Se consideran dos propuestas de intervención

Propuestas y recomendaciones de la
Comisión para el Esclarecimiento
Implementada Propuesta por Histórico.
por el Estado Bello, et al.
Elementos integradores de la cultura
maya en la puesta en marcha de
estrategias de reparación
Centrado en la reconstrucción
física del pueblo y la reparación Dificultades de socialización de la
económica de las víctimas información y participación de la
comunidad en las decisiones

Basado en el respeto por las tradiciones y


prácticas culturales propias.

Potenciador de los saberes y actividades


cotidianas como mecanismos de
afrontamiento y constructores de Memoria
histórica.
54
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

2.2.1. Identificación de los impactos culturales.

Las afectaciones que se producen a raíz de las violaciones a los Derechos Humanos
implican diversas esferas de las personas y éstas no se ve afectadas únicamente en su
individualidad y ámbito privado, sino que con ello se afectan también sus relaciones
sociales y, la mayoría de las veces, su vida en comunidad. Estas afectaciones tienen
otras implicaciones cuando se trata de contextos multiculturales, por ejemplo en
comunidades afro e indígenas, o en aquellas que comparten una cosmovisión
particular, unas prácticas y tradiciones que se ven fuertemente vulneradas a raíz de los
hechos violentos. A estos impactos de orden sociocultural y los retos y dificultades que
plantea la realización de una intervención psicosocial en este panorama está referido el
presente apartado. Para este propósito se consideran como casos de análisis las
afectaciones producidas en las comunidades de Bojayá-Colombia y los hechos
ocurridos durante el conflicto armado en Guatemala. Para ello, en el análisis se tendrá
particularmente en cuenta la necesidad de aplicar un enfoque diferencial y tener
especial cuidado para no hacer una acción con daño.

 Bojayá: masacre del 2 de mayo de 2002

Considerando la gran cantidad de hechos violentos en el marco del conflicto armado


colombiano, se puede identificar que ninguno de estos sucede de forma aislada, cada
hecho cuenta con un contexto particular y unos antecedentes que determinan su
ocurrencia y, generalmente, después del mismo continúan ocurriendo otros episodios
de violencia como parte de la estrategia de los grupos armados involucrados, y del
mismo Estado, para el logro de sus objetivos. Por eso no se trata aquí de hacer un
recuento de cada uno de los hechos previos que desembocaron en los hechos ocurridos
el día 2 de mayo de 2002 en Bellavista, cabecera municipal de Bojayá. Será preciso
sólo recordar que este día se dieron enfrentamientos entre miembros de las FARC y
miembros de los paramilitares. En medio de estas confrontaciones los habitantes
decidieron refugiarse en la Iglesia, que era la única estructura del lugar fabricada en
concreto, pues las casas y demás sitios eran predominantemente de madera. Allí fue
arrojado por las FARC, de manera no intencional pero igualmente devastadora, un
cilindro bomba que estalló en el centro de la Iglesia causando numerosas muertes en
el instante, y aún más en los días posteriores, como resultado de las heridas
ocasionadas en el hecho. Las personas fallecidas allí fueron en su mayoría mujeres,
niños y ancianos, lo que contradice una de las principales percepciones respecto a las
consecuencias generales del conflicto, y esta es que son los hombres los que más
mueren en razón del mismo, participen o no directamente en él. Este es uno de los
hechos sucedidos en el conflicto armado colombiano que más resonancia mediática ha
tenido, no sólo por la magnitud del mismo sino porque, al ser cometido por los actores
insurgentes que el gobierno combate, fue empleado como argumento para validar su
discurso de guerra y para ello se procuró darle resonancia a nivel nacional e
internacional.

Para identificar claramente las afectaciones de este hecho, en clave de daños


socioculturales, es importante considerar en primera instancia que
El territorio disputado y convertido en escenario de enfrentamientos armados,
de dominio, muerte y miedo, queda, desde la perspectiva de los pueblos y

55
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

comunidades indígenas y afrocolombianas, profanado, alterado y vulnerado. Las


montañas, los ríos, los desiertos, la selva no son simples accidentes
geográficos, sino recursos a los que históricamente se les han atribuido
significados y funciones de regulación y protección. Su destrucción física, así
como su uso inadecuado representan para muchas comunidades indígenas y
negras la devastación de su sistema de conocimiento y protección. (GMH,
2013, Pág. 279)

Entonces aquí, las afectaciones materiales y la pérdida de vidas humanas se relaciona


directamente con la cercanía y la importancia para estas comunidades de otros
elementos de su entorno, que también configuran su subjetividad. Anudando esto, se
presenta el siguiente cuadro que recoge el análisis que realiza el Grupo de Memoria
histórica en varios documentos para entender el conflicto armado en Colombia y
particularmente la experiencia de Bojayá.9

HECHO IMPLICACIONES
Muerte de mujeres Se atenta contra la unidad familiar y comunitaria pues
las mujeres, madres y abuelas suelen ser el centro
articulador en las comunidades negras.
Muerte de Ancianos Se afecta la transmisión de saberes, se rompe con la
seguridad de que la muerte llega como consecuencia de
una larga vida o una penosa enfermedad; su papel de
sabios, su capacidad de interpretación de los sueños no
puede ser asumida por cualquier otro hombre pues son
habilidades que se adquieren por la edad y la experiencia
de vida. Se rompe entonces con la cadena de la vida y
las tradiciones propias de la comunidad.
Muerte de niños Cuestiona las lógicas y concepciones frente a la
invulnerabilidad de los niños en estos contextos por su
inocencia e indefensión, se genera culpabilidad en los
adultos por no poderlos proteger adecuadamente.
Desplazamiento forzado Impide la ritualización de la muerte, no sólo la
realización de un velorio sino la posibilidad de cantarle y
salir con el difunto por las calles del pueblo como es su
costumbre. Ello conlleva la afectación en el proceso de
duelo, la culpa por no poder realizar una acción de
dignificación de la persona ni poder cuidar de su cuerpo.
Despojo de Tierras El despojo se dio no solo por apropiación por parte de
terceros sino por imposibilidad de movilizarse hacia
cultivos y bosques para trabajarlos. Ocasionó
confinamiento de las comunidades, pérdida de identidad
respecto a las labores que desarrollaban, pérdida de
tradiciones al verse afectada la transmisión de saberes
en materia de cosecha y pesca, desnutrición por falta de
productos y capacidad de cultivar y pescar.

9
Los documentos mencionados son: Informe ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. 2013. Y
Bojayá: La guerra sin límites, 2010.

56
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Los anteriores son hechos que cuestionan entonces todas las creencias básicas de las
personas afectadas, las confronta con la imposibilidad de controlar, prever o incidir
sobre el curso normal de la vida aun cuando no participen directamente de los hechos
violentos. Alrededor de esto, señala Bello (2005) que se gestan en las víctimas
sentimientos de culpa por su supervivencia a los hechos: culpa por no haber podido
proteger a quienes murieron, o incluso por estar vivos habiéndose encontrado en el
mismo lugar de la masacre, culpa también por no haber podido cumplir con los rituales
de paso de la vida a la muerte y no proporcionar siquiera un lugar digno de descanso a
aquellos que perecieron, pues el temor y la amenaza de nuevos ataques propiciaron el
desplazamiento de más de 800 familias de la zona.

En este sentido cobra entonces relevancia la referencia nuevamente a su forma


particular de entender el mundo y relacionarse en el mismo, aspecto que si se
desconoce puede llevar a la desvalorización de los sentimientos de estos y profundizar
con ello las dificultades en la elaboración y tramitación de lo sucedido, es decir puede
llevar a realizar una acción con daño. Otro sentido de la culpa tiene que ver también
con la función y el lugar que ocuparían los fallecidos si se hubiera podido cumplir con
los rituales de duelo: no llevar a cabo los respectivos rezos, cantos y demás rituales,
impediría que los ancianos pudieran pasar a ser aquellos ancestros que los resguardan,
y que los niños fuesen los ángeles y querubines que los protegen. Esta ausencia de
ritualización ocasiona entonces que estas personas fallecidas continúen sufriendo y no
cumplan el tránsito entre la vida y la muerte, responsabilidad que es asumida por los
sobrevivientes. (Bello, 2005)

Ya en un plano relacionado con las condiciones materiales de su supervivencia, otro


factor señalado como complejo, para asimilar en la experiencia relacional de las
personas afectadas, es el acceso y reclamación de las correspondientes
indemnizaciones económicas, al respecto plantea la misma autora citada que

El derecho a la indemnización, de otro lado, ha sido asumido por el Estado


como un asunto que se atiene de manera individual, por lo que genera de parte
de quienes lo reciben un sentimiento de deslealtad con la ―comunidad‖, en
tanto que la masacre de una u otra manera afectó la tranquilidad de cada una
de las personas, les truncó sus proyectos de vida y en consecuencia, todos son
víctimas. Esto último tiene sentido, si se comprenden las características de las
familias extensas de esta región, las cuales permitirían afirmar que no hay una
sola persona en Bojayá que no tenga vínculos afectivos y de sangre con los
muertos y que de esta manera, no sea una ―víctima‖ merecedora de
indemnización, aunque esto no pueda demostrarse formalmente como lo exige
la ley. (Bello, 2005, pág. 247)

Es decir, los conceptos estandarizados y normativizados de familia y parentesco,


tienen una connotación diferente en contextos en los que los lazos afectivos no están
dados por la consanguinidad. Familias extensas o lazos de compadrazgo son aspectos
igualmente significativos en la vida de las personas en este contexto cultural, y los
impactos a raíz de los hechos violentos, de la pérdida de un familiar, del
desplazamiento y del despojo de sus tierras, afectan por igual a quienes comparten
una vinculación afectiva, una cotidianidad y una relación de apoyo, aun cuando no
estén mediadas por lazos de sangre. El desconocimiento de estos aspectos genera que
las medidas de asistencia, las rutas de atención y todo el andamiaje institucional opere

57
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

de una forma excluyente que contradice las tradiciones y desconoce el impacto


subjetivo de los hechos, a la vez que violenta y rompe con las tradiciones, los lazos y
las redes sociales de la población, pues los divide en categorías que no corresponden a
su vivencia cotidiana, dejando al margen a algunas personas de la posibilidad de
acceder a garantías de protección y restablecimiento de sus derechos por no cumplir
con estos requerimientos normativos, estandarizados a los parámetros y concepciones
occidentales de familia.

Relacionando esto con las actuaciones de los profesionales que son convocados a
atender a las poblaciones después de los hechos victimizantes, se puede decir que el
desconocimiento de su cultura (demostrado por el mismo Estado) o de las
implicaciones colectivas que puede tener una acción o la realización de un ritual, puede
suponer una doble victimización o la profundización de la condición de marginación y
exclusión de las comunidades, y muchas veces éstas, como en el caso de las
comunidades negras o indígenas, han estado tradicionalmente marginadas y han sido
desconocidas por la institucionalidad. En este sentido la deuda del Estado sería doble,
resarcir el tradicional abandono institucional que niega la satisfacción de los derechos
más básicos de las personas y resarcir el daño ocasionado por su omisión al no haber
prestado la protección necesaria a los habitantes para que el hecho no ocurriera.

 Guatemala: al borde del genocidio

Traer a la reflexión dos casos de países distintos, cuyos hechos ocurrieron en


momentos históricos diferentes, tiene relevancia si no se consideran como hechos
aislados sino que se les pone bajo un lente que permita extraer aprendizajes de los
mismos, en este caso el enfoque diferencial y el acercamiento a la intervención en
procesos multiculturales. Con este propósito se trae entonces a colación el caso de
Guatemala por las graves violaciones de Derechos Humanos sufridas por su población,
predominantemente indígena, y lo que implicó esto no sólo en el surgimiento y
desarrollo del conflicto sino también en las acciones posteriores al mismo.

Hasta 1996 Guatemala vivió un conflicto armado que dejó un sinnúmero de víctimas
en su población, cuyas razones no fueron muy distintas a las que han precipitado el
surgimiento de los conflictos en el resto de países latinoamericanos: una fuerte
fragmentación social, producto de la exclusión e incapacidad del Estado para propiciar
la participación política de todos los sectores que podrían tener cabida en un sistema
plenamente democrático, el uso de la fuerza y militarización de la vida cotidiana como
forma principal de resolución de conflictos, el abandono de la educación y la imperante
inequidad social. Ello sumado a la inestabilidad política que llevó al país a tener en su
historia reciente 6 golpes de estado y 15 gobiernos conformados por juntas militares,
como dice Pásara (2003), citando a Arévalo (1998), ―se trata de una sociedad que no
ha desarrollado las formas políticas que le permitan erradicar el recurso a la violencia
como instrumento de poder‖. (pág. 39)

Tras el cese de las hostilidades y la firma de la paz en 1996, la Comisión para el


Esclarecimiento Histórico publicó en las conclusiones de su informe ―Guatemala
Memoria del Silencio‖ (s.f.), que las causas señaladas arriba, entre otras, fueron
desencadenantes del conflicto armado, pues las condiciones de exclusión y

58
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

marginación social y política e incluso el racismo hacia su población indígena,


precipitaron la conformación de grupos insurgentes cuyo propósito era cambiar el
orden social a través de las armas, que fueron consideradas también como la vía
principal para la defensa de los derechos que el Estado no fue capaz de garantizar y
que incluso violó premeditada e intencionalmente. En este transcurrir, el Estado
incrementó su capacidad bélica y magnificó la real capacidad de daño de la insurgencia
para justificar la comisión de los peores actos y atrocidades contra la población civil,
argumentando que estos representaban apoyo o simpatizaban con la insurgencia,
excusa también conocida en un sinnúmero de hechos contra la población en el
contexto colombiano. Esto llevó a dicha comisión a concluir que, durante el periodo de
conflicto armado, la mayoría de la población afectada y de las víctimas directas de las
violaciones a los Derechos Humanos pertenecían al pueblo maya, y que los principales
perpetradores habían sido los miembros del Ejército Nacional, los grupos paramilitares
conformados por estos mismos y otras autoridades militares locales.

De esta forma se pretendió aniquilar tanto física como moralmente a aquello que
representaba el ―enemigo‖ y la forma de hacerlo no era sólo combatiéndolo frente a
frente con las armas sino golpeando a la gente desarmada. Niños, mujeres, ancianos
y pueblos maya fueron sometidos a actos que vulneraron profundamente no sus
derechos y su cultura. La sevicia y la exposición pública de los crímenes se emplearon
para someter a la población, y las masacres fueron una modalidad frecuentemente
empleada por las fuerzas Estatales. Se crearon grupos paramilitares y se cooptaron
espacios de participación comunitaria y cargos de autoridad en las diversas
comunidades.

Las consecuencias de estos años de confrontación no se miden sólo en el número de


desplazamientos, de víctimas mortales o desaparecidas. Estos daños se ubican
también del lado de los daños a la cultura y a los procesos sociales propios de la
tradición maya. Con las afrentas a sus modos tradicionales de vida, de desarrollo de
actividades comunitarias y con la violación a sus derechos, las consecuencias se
visibilizan en la ruptura de los lazos comunitarios, las rupturas en la transmisión de
los saberes debido a los desplazamientos y muertes de líderes de las comunidades, y
la transgresión y vulneración al ordenamiento moral y valores propios. Durante este
periodo, las mujeres fueron usadas como botín de guerra, la violencia sexual hacia las
mujeres maya era una de las modalidades de agresión más comúnmente empleadas, y
además de lo que ello implica para cada una de las mujeres víctima, el hecho afectó a
la comunidad imponiendo una especie de vergüenza colectiva.
Respecto a esta persecución a la comunidad maya, cita el informe que:

las comunidades mayas también fueron convertidas en un objetivo militar


durante los años más cruentos del enfrentamiento. Por el terror y la
persecución, en ciertas regiones y años los mayas se vieron obligados a ocultar
su identidad étnica, exteriorizada en su idioma y su traje. Con la militarización
de las comunidades se trastornó su ciclo de celebraciones y ceremonias, y se
profundizó la progresiva clandestinización de sus rituales. La agresión estuvo
dirigida a menoscabar elementos con profundo contenido simbólico para la
cultura maya, como se pretendió con la destrucción del maíz y el asesinato de
ancianos. Estos hechos vulneraron elementos de la identidad de los mayas y
trastocaron la transmisión intergeneracional de la misma. Asimismo fue
agredida la cultura por la utilización que hizo el Ejército de nombres y símbolos

59
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

mayas para denominar fuerzas de tarea u otras de sus estructuras. (Comisión


para el esclarecimiento histórico, s.f., Pág. 30)

Teniendo en cuenta estas particularidades,

la CEH concluye que agentes del Estado de Guatemala, en el marco de las


operaciones contrainsurgentes realizadas entre los años 1981 y 1983,
ejecutaron actos de genocidio en contra del pueblo maya que residía en las
cuatro regiones analizadas. Esta conclusión se basa en la evidencia de que, a
la luz de lo dispuesto en el Articulo II de la Convención para la Prevención y
Sanción del delito de Genocidio, hubo matanzas de los miembros de los grupos
mayas (Artículo II, letra a), lesiones graves a su integridad física o mental
(Artículo II, letra b), y actos de sometimiento intencional de los grupos
afectados a condiciones de existencia que acarrearon o pudieron haber
acarreado su destrucción física total o parcial (Artículo II, letra c). Se basa
también en la evidencia de que todos esos actos fueron perpetrados “con la
intención de destruir total o parcialmente” a grupos identificados por su etnia
común, en cuanto tales, con independencia de cuál haya sido la causa, motivo u
objeto final de los actos (Artículo II, primer párrafo). (Comisión para el
esclarecimiento histórico, s.f., Pág. 42)

Lo anterior da cuenta entonces, de una forma muy somera, de cómo en Guatemala


existió una vulneración generalizada a una parte de la población, con características
étnicas y culturales particulares, y que por lo tanto al reconocer la responsabilidad del
Estado, en este caso por acción más que por omisión, los procesos de reconstrucción
posconflicto y reparación a las víctimas tienen que tener un fuerte componente
cultural. Estas condiciones, recomendaciones y experiencias de trabajo tanto en este
caso como en el caso de Bojayá, serán la guía para la reflexión en el próximo
apartado.

2.2.2. Los procesos de acompañamiento e intervención.

 Acciones transculturales

Con este nombre denomina Martín Beristain (1999)10, las interacciones que se llevan a
cabo en los procesos de acompañamiento o ayuda humanitaria por parte de equipos
internacionales o, podríamos pensarlo para el caso colombiano, de equipos
conformados por personas de otras regiones, teniendo en cuenta el carácter
multicultural del país.

Para que estas sean exitosas, no sólo en el sentido de lograr realizar las acciones, sino
que estas reporten beneficio para los receptores, es importante considerar algunos

10
Carlos Martín Beristain es Doctor en psicología, con una gran trayectoria práctica y aporte teórico en
materia de acompañamiento psicosocial a víctimas de la violencia política, situaciones de catástrofes
naturales o sociales y temas de Derechos Humanos. Ha realizado un trabajo constante en Colombia
acompañando y asesorando diversos proyectos y organizaciones de víctimas y de Derechos Humanos.

60
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

aspectos que se han identificado en el ejercicio del acompañamiento en diferentes


contextos.

En este sentido, se señala que un aspecto necesario, y que facilita las posteriores
interacciones, es el hecho de esforzarse por conocer las tradiciones, símbolos, e incluso
por aprender el idioma o lengua propios del lugar, pues ello favorece el
establecimiento de un contacto más cercano y más cómodo, no sólo para el profesional
sino principalmente para la comunidad. Este reconocimiento de la experiencia y la
cosmovisión local, tendrá que posibilitar la reflexión y examen de los estereotipos y
prejuicios que pueden interferir con las acciones que se desarrollen. Entender cómo es
su forma de relacionarse puede favorecer el establecimiento de relaciones más
horizontales evitando con ello las relaciones de poder que ubican a las personas
receptoras de la ayuda en un lugar pasivo.

Entender las reacciones de la gente tiene que ver no sólo con reconocer sus
características culturales sino con identificar cómo el contexto les ha
afectado y ha determinado su forma de abordar las cosas, evitando así
generalizar y encasillar a una población por rasgos característicos de la
misma y caer en comportamientos racistas que limitan y sesgan el
acompañamiento, asumiendo posturas excluyentes o autoritarias.

Por ejemplo, expresiones como: ―los costeños son perezosos‖, ―los negros son
bullosos‖, ―los indígenas son displicentes‖ plantean una visión homogenizada de la
forma de relacionarse, desconociendo las particularidades que a nivel regional pueden
existir y que influyen en cómo la gente vive sus procesos y asume diversos hechos de
la vida. Poniéndolo en un caso concreto: En muchos casos de desplazamiento forzado
en los cuales hay un traslado de un entorno rural a un entorno urbano, es la madre o
las mujeres del hogar las que proveen económicamente y además asumen labores
domésticas en su casa. Un profesional que deba atender estos casos podría llegar a
generalizar un estereotipo respecto a que ―en los desplazados impera una visión
machista y autoritaria‖. Este análisis caería en un reduccionismo tal que se estaría
desconociendo aspectos como que muchos de los hombres, con el desplazamiento,
perdieron la posibilidad de desarrollar aquellas actividades que en su lugar de origen,
y según sus tradiciones, les permitían construir su identidad y ser los proveedores de
su familia, por ejemplo aquellas relacionadas con las labores de pesca o cultivo y que
en el contexto urbano resultan imposibles de realizar. Mientras que es más fácil que
sus esposas consigan empleo en asuntos generalmente relacionados con aspectos
domésticos. Lo que estaría allí en juego, más que una postura machista y autoritaria,
podría ser entonces un asunto de identidad alterada por la experiencia del
desplazamiento, en la que se podrían considerar diversas alternativas de
afrontamiento.

Esto permite reconocer entonces que en estos casos entran en juego aspectos como
las distintas formas de relacionarse entre hombres y mujeres, y las diferentes formas
de afrontar las pérdidas y tramitar el duelo. Sin embargo, cada vez más, la
occidentalización de la cultura impone que todo deba mirarse bajo los mismos
indicadores, y que aspectos como el duelo deban llevarse con total discreción, aceptar
las pérdidas de forma estoica y casi sin manifestación emocional, con resignación y
aceptación de lo vivido, contrario a formas más públicas de ritualizacion y
afrontamiento, propias de tradiciones y culturas específicas que deben poder contar

61
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

con la posibilidad de recibir acompañamientos respetuosos de su identidad.

Por ello, en muchos de los procesos, para lograr esta compenetración con la
comunidad es importante incluir en los equipos personas del territorio o que
conozcan sus sentidos. Cuando no se habla el mismo idioma es importante
contar con un traductor y, aun cuando se pertenezca al mismo país o a la
misma región, involucrar personas que tienen un mayor conocimiento y
pueden brindar un mayor acercamiento a las realidades en las que se
pretende acompañar, personas ejerzan papeles de liderazgo dentro de la
comunidad son una buena alternativa para lograr también la confianza de la
población.

Así pues, las principales fuentes de conflicto que enuncia Martín Beristain (1999), en
relación con el establecimiento de una adecuada comunicación con la población, se
ubican del lado de:

- Las diferencias lingüísticas: por lo cual es importante hablar de forma clara y


sin modismos que podrían no tener ningún sentido o ser malinterpretados allí
donde se está realizando el trabajo de acompañamiento.
- Las formas de interacción y cercanía corporal, ya que aspectos como la
cercanía para hablar, saludar de beso, abrazar, tutear, no son siempre usadas
en todas las regiones.
- El manejo del tiempo y el espacio: esto puede implicar rigidez en el
cumplimiento de metas y acciones. Para la comunidad puede ser algo
irrelevante, en relación con el bienestar de sus miembros, el hecho de reunirse
en un espacio al aire libre o incluso en el antejardín (balcón) de alguna de las
casas, o demorarse más en la implementación de alguna estrategia, pues tienen
dinámicas organizativas y formas de actuar regidas por otras circunstancias.
Mientras que esto podría ser interpretado por parte de los equipos de
profesionales e instituciones como falta de interés y de motivación por parte de
la comunidad por ser comportamientos no acordes con sus metodologías de
trabajo.

 La reconstrucción de Bellavista (Bojayá)

Los hechos ocurridos en Bojayá captaron la atención e interés de muchas


organizaciones e instituciones gubernamentales e independientes, lo que llevo a que
allí se presentaran múltiples acciones de intervención, que permiten identificar
aspectos realizados con una connotación tanto positiva como negativa en relación con
el aspecto cultural. Esta cantidad de intervenciones no pasó desapercibida para los
habitantes del lugar quienes identificaron incluso la existencia de muchas entidades del
gobierno de las que no tenían idea que existieran, pues la presencia estatal allí fue casi
inexistente hasta ese momento.

En relación con estas intervenciones, se partirá del análisis de este proceso realizado
por Bello, Martín, Millán, Pulido & Rojas (2005) en el que plantea varios puntos
importantes respecto al trabajo con dicha comunidad tres años después de los hechos
ocurridos.

62
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Un punto relevante que allí se señala tiene que ver con cómo el desarrollo de acciones
de reconstrucción, tanto física del territorio como emocional de las víctimas, debe
integrar las prácticas que para ellos son tradicionales y articulan su experiencia, es
decir, potenciar los recursos propios en la implementación de los modelos de
intervención. Por ejemplo, sus cantos, sus rezos, sus bailes y prácticas comunitarias
son un elemento favorable para construir memoria y reelaborar los hechos, con lo cual
se convierten además de tradición en un mecanismo de afrontamiento. Dar
continuidad a esto procura entonces que haya una articulación entre sus sentimientos
y los retos que impone el iniciar un camino de exigencias frente a las necesidades
surgidas de esta vivencia, se vuelve una experiencia colectiva como lo han sido la
mayoría de sus tradiciones y ayuda a construir una memoria ligada a los elementos
propios de su cultura.

A través de estas prácticas dinamizan la memoria colectiva de los


hechos violentos, dotando de sentido compartido lo ocurrido y facilitando la
comprensión del presente y la construcción del futuro. En las narraciones e
imágenes articulan aspectos contradictorios. En el escenario de violencia,
aparecen la risa, el llanto, la burla y el dolor al mismo tiempo. Estas
prácticas se convierten en simbolismos polifónicos porque en ellos
participan niños, niñas, mujeres, jóvenes y hombres. Son prácticas
culturales que se oponen a las fuerzas hegemónicas que intentan dominar
el territorio, y es a través de ellas que asumen el control de su entorno y se
convierten en sujetos. (Bello et al., 2005, Pág. 148)

Así pues se resalta que en la construcción de redes sociales de apoyo, lo que debería
primar allí no es que se llegue a generar unas nuevas bajo los conceptos
preestablecidos de lo que es una red de apoyo (conformar organizaciones, crear
estructuras, nombrar líderes, entre otras), que si bien es una acción necesaria, se
puede hacer con aquellas formas articuladoras y socializadoras preexistentes.
Contrastando este aspecto con el caso de Trujillo, abordado en el apartado anterior, se
puede establecer que en aquel municipio la reconstrucción de las redes sociales de
apoyo estaba del lado de la reconfiguración de las organizaciones comunitarias y la
capacidad de movilización que tenía su comunidad, mientras que en el caso de Bojayá
estaría más dado por la posibilidad de reconstruir aquellas dinámicas familiares
extensas, dadas no sólo por el parentesco sanguíneo sino también por los lazos de
compadrazgo y camaradería, reactivar las actividades ocupacionales que fortalecían
también la identidad de sus habitantes y permitían la aplicación de los saberes
tradicionales como las actividades de las mujeres bordadoras o las actividades
productivas relacionadas con la pesca y el cultivo. Ello aporta a volver a situar a las
personas en el lugar que ocupan en la vida comunitaria.

En este sentido, los procesos organizativos no pueden darse bajo la misma


lógica que impera en los procesos estatales o de ONG´s en los que hay
unos tiempos determinantes y unas líneas de acción que imponen el curso
de los mismos, además estas comunidades tradicionalmente excluidas,
ignoradas y vulneradas históricamente en la satisfacción de sus derechos
más básicos, no tienen por qué actuar bajo la misma lógica eficientista
cuando su condición de ciudadanos no ha sido apropiada porque
prácticamente nunca les ha sido reconocida.

63
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Así la exigencia por el reconocimiento de sus derechos, por la reparación frente a lo


ocurrido, tiene que incluir también aquello que desde su perspectiva implicaría ser
reparado. Es decir, si su condición de ciudadanos ha sido ignorada por el Estado y sus
derechos nunca han sido garantizados, la reparación no será exigida necesariamente
en estos términos sino referida a aquello que para ellos dignificaba su vida y les fue
violentado: justicia respecto a la verdad sobre los hechos, justicia respecto al
reconocimiento de su cultura y las prácticas que perdieron tendientes al
restablecimiento de las mismas y garantías de una vida digna que incluye también la
dignificación de sus muertos. (Bello, 2005)

Al respecto, decisiones como mantener un toque de queda para transitar por el río en
horas de la noche y hasta el amanecer, perjudicó las labores de pesca de quienes se
dedicaban a esta actividad, y la reconstrucción misma del caserío en un lugar distante
de la orilla del río impuso una barrera para la socialización de las mujeres que
departían mientras realizaban en él las labores de aseo de ropa y otros utensilios del
hogar. Estas decisiones, tomadas principalmente por las entidades estatales
encargadas de atender el caso, no se corresponden con estas propuestas articuladoras
de los saberes y las prácticas tradicionales en el afrontamiento de los hechos violentos.
Respecto a estos asuntos relacionados directamente con la reconstrucción y
reubicación de las familias y el impacto sobre sus formas de vida se pretende
profundizar con una mirada crítica a partir de una de las actividades de aprendizaje
propuestas para esta unidad.

Es preciso mencionar otro elemento al que se le asume como favorecedor en los casos
de reconstrucción del tejido social en una comunidad, y este es, la Memoria histórica.
En el caso de Bojayá se identifica un uso institucionalizado de la misma, pues el
gobierno nacional aprovechó que la responsabilidad directa por el hecho fue de las
FARC, para desconocer la responsabilidad que él mismo tenía de garantizar la
seguridad de la población, utilizando la situación para instaurar el discurso de poder y
de guerra que ha imperado, imponiendo la ―memoria como narración victimizante‖
(Bello et al., 2005, Pág. 169) que les permite obtener protagonismo a partir de la
misma.

Por lo anterior, en estos casos de daños culturales, lo que se entiende por


reparación dista de la construcción normativa que se ha hecho de la misma
y tiene que involucrar íntegramente la cosmovisión de la comunidad en
cualquier acción, sea de donde sea que provenga la ayuda, pues no por
provenir se sectores independientes a la institucionalidad las acciones son
favorables, éstas se convierten en dañinas si imperan en ellas las visiones
parcializadas y dominantes respecto a lo que es ―mejor‖.

 Características del modelo implementado en Bojayá

Para entender y evaluar el modelo implementado es necesario reconocer en primer


lugar las afectaciones sufridas por la población, en este sentido se pueden considerar a
nivel individual familiar y comunitario:

A nivel individual: Pérdida de seres queridos, procesos de duelo alterados por lo


abrupto de la pérdida o por la imposibilidad de ritualizar la misma; afectaciones

64
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

en la salud física derivas de los hechos violentos que dejaron marcas en el


cuerpo por las heridas sufridas o generaron problemas de salud posteriores;
afectación emocional manifestada en sentimientos de angustia, miedo, culpa y
desconfianza hacia los demás.

A nivel familiar: Pérdida o alteración del proyecto de vida familiar;


desintegración de las familias por la muerte de seres queridos o el
desplazamiento forzado; detrimento económico; pérdida de actividades
cotidianas y tradiciones familiares; ausencia de figuras representativas y de
cohesión de la familia (madres, abuelas)

A nivel comunitario: Pérdida de espacios de socialización y reunión;


desconfianza en las instituciones; pérdida de autonomía y prácticas culturales;
afectación sobre el territorio tanto en el nivel simbólico y espiritual como en el
nivel productivo y económico; disminución de espacios y formas de ritualizar las
pérdidas y acontecimientos importantes para la comunidad; pérdida de
liderazgos y figuras representativas y significativas para la comunidad (abuelos,
ancianos); desaparición de espacios significativos espiritualmente (iglesia).

Teniendo en cuenta esta afectaciones la intervención de los equipos para brindar


asistencia y acompañamiento a los habitantes que se quedaron en el lugar tras los
hechos violentos, como a aquellos que retornaron después del desplazamiento,
deberían estar guiadas por esta condiciones surgidas a partir de los sucesos del 2 de
mayo pero también a partir de un conocimiento del contexto y tradiciones culturales de
la población. Sin embargo, la intervención allí realizada tuvo unas características que
no respondieron a esta premisa y generaron otro tipo de afectaciones en la población,
como lo señalan Bello y Millán (2005):

 La mayor parte de la intervención estuvo dada por la presencia de instituciones


del Estado, que nunca habían hecho presencia en la zona y que tenían poco
reconocimiento por parte de la población.
 La intervención se dio a partir de la normatividad vigente en materia de
atención y reparación a víctimas, y atendiendo a los lineamientos de cada
institución, lo cual llevó a que se desconocieran características personales,
familiares y comunitarias propias de su cultura (como la importancia de la
realización de rituales, la existencia de familias extensas y parentescos más allá
de los lazos de sangre, la relación con el territorio más allá de lo productivo y
económico) y que por lo tanto las intervenciones se percibieran como
descontextualizadas y muchas veces fueran revictimizantes o insatisfactorias
para la población.
 Hubo instrumentalización de la Memoria colectiva para favorecer el discurso
Estatal de guerra y contrainsurgencia.
 Las medidas de atención y reparación se centraron en lo económico y la
reconstrucción física del pueblo y no en la reconstrucción de sus valores,
tradiciones, lazos y cultura.
 Se desconoció la autonomía de estas poblaciones aplicando estrategias
inconsultas y que no tenían en cuenta las creencias de los pobladores (ritos
religiosos, reuniones en espacios y con dinámicas ajenas a sus preferencias,
entre otras.)
 Las actuaciones institucionales fueron descoordinadas, cada una priorizó los

65
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

lineamientos a aplicas y desarrollo las acciones que consideró pertinentes según


su área de trabajo.
 Se sobrecargó a la población de actividades, eventos y reuniones, sin propósitos
claros o desconocidos por los habitantes.
 Se ignoró la importancia de dar un adecuado tratamiento a lo sucedido, de
simbolizar y ritualizar los hechos ocurridos, de resinificar el pasado y el
territorio y, por el contrario, se impuso la necesidad de pensar en una
reconstrucción rápida y adecuarse a los proyectos de futuro concebidos desde la
institucionalidad.
 La reconstrucción desconoció sus actividades cotidianas, los usos del territorio y
lo simbólico del mismo. Primó la directriz de no construir en zonas de alto
riesgo sobre la importancia que para los pobladores tenía el estar cerca del río,
tanto por las prácticas de pesca como por el factor socializador que
representaba.
 En el reconocimiento de los derechos se ignoraron las diferencias, necesidades
y expectativas de la población, mediadas por sus propias experiencias y
construcciones sobre lo que les implica bienestar y lo que representaría justicia.

Estas situaciones y prácticas generaron entonces una pérdida de autonomía de la


población y de control sobre su vida en comunidad, ocasionando supeditación y
dependencia a las lógicas y conceptos institucionales. Por lo tanto la insatisfacción
hacia las actuaciones de los funcionarios y la desconfianza hacia los mismos estuvieron
siempre presentes. Este accionar desarticulado y descontextualizado llevó a que se
rompieran lazos y cohesión social a partir de la generación de liderazgos que carecían
de legitimidad, pues eran escogidos con los parámetros de las instituciones y no bajo
los criterios de la población para quienes un líder tenía que ver más con la sabiduría y
capacidad de aconsejar y orientar (Bello y Millán, 2005).

Aunque existieron iniciativas, principalmente de Memoria que incluyeron


prácticas tradicionales para reconstruir y narrar las historias personales y
colectivas de la comunidad, el grueso del modelo estuvo marcado por la
descontextualización, la exclusión en la toma de decisiones y la imposición
de formas de trabajo y parámetros de atención que resquebrajaron aún
más el bienestar individual y comunitario de la población.

 Las acciones en la Guatemala posconflicto.

Al firmar los acuerdos de Paz en 1996, el énfasis se puso en establecer mecanismos


que permitieran un reconocimiento social de la experiencia de conflicto armado y las
consecuencias que había dejado ésta para la población en Guatemala. De esta
manera se generaron dos instancias que elaboraron los informes respectivos respecto
a sus hallazgos sobre el devenir de las confrontaciones así como sobre las
recomendaciones para procurar la recuperación del país en diversos términos. Estos
informes fueron los elaborados por el Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la
Memoria Histórica (REMHI) y por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CHE)
de la cual ya se han citado algunos aspectos.

En este último informe se desatacan entonces algunas recomendaciones respecto a las

66
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

medidas que se deben tomar para garantizar no sólo la adecuada reparación de las
víctimas y reconstrucción social del país, sino para lograr que la paz se mantenga en el
tiempo. De estas medidas, para el caso de las afectaciones psicosociales resaltan
aquellas destinadas a preservar la memoria de las víctimas, las medidas de reparación
y las orientadas a fomentar una cultura de respeto mutuo y observancia de los
derechos humanos.

Dentro de los aspectos que interesan al analizar las consideraciones sobre las que se
elaboran las recomendaciones, resalta por lo menos la nominación que se hace de las
víctimas como actores claves en el proceso que se entraría a desarrollar, ello
permitiría suponer que se tendrían que implementar mecanismos que aseguraran que
aquellas acciones dirigidas a su bienestar estuvieran orientadas por la consulta y el
consenso con las mismas. Así mismo resulta de vital importancia el reconocimiento
que hacen a la necesidad de fomentar una cultura del respeto, en tanto esto se
corresponde con una acción tendiente a erradicar el carácter racista, de exclusión y de
marginación social que se identificó como una de las causas del conflicto armado y
generadora de acciones que tendieron al exterminio del pueblo maya.

Así se postula en el mencionado informe, que la memoria sería el fundamento de la


identidad nacional y aportaría entonces al fortalecimiento de un proyecto común de
nación. Para ello se planteó como necesario el reconocimiento de las responsabilidades
(y culpas si se quiere) tanto por parte del Estado y sus diferentes organismos, como
por parte de la insurgencia, en la comisión de actos que violentaron de una u otra
manera la integridad de quienes resultaron victimizados, enarbolando una solicitud de
perdón y dignificando el buen nombre de los afectados.

En relación con otras medidas para materializar esto se planteó como recomendación
instaurar acciones de conmemoración a las víctimas, relacionadas con la realización de
actos públicos, monumentos y asignación de nombres de personas víctimas a obras
como colegios, centros hospitalarios y vías públicas, agregando además que estas
deberían ser acordes a las tradiciones, formas de socialización y de memoria colectiva
de la comunidad maya, con lo cual se esperaría que dichos actos puedan tener la
connotación y el sentido apropiado para ser reparadores según las características
culturales del país en general y de las comunidades afectadas en particular.

Este enfoque diferencial, que por lo menos en lo enunciativo se corresponde con la


necesidad de reconocer y dar lugar a la multiculturalidad del país, añade que las
medidas de reparación deberán contar con un enfoque territorial, es decir adecuarse a
las particularidades del lugar en el que serán implementadas las medidas, sobre todo
aquellas de carácter simbólico y colectivo y que en la planeación de las mismas deberá
ser prioritaria la participación de los beneficiarios para el establecimiento de los
criterios entorno a los cuales girarán dichas acciones de reparación colectiva. En
cuanto a las demás medidas de reparación de orden general y de carácter individual,
se establecen aquellas relacionadas con la restitución material de bienes y tierras, la
indemnización económica y la rehabilitación psicosocial y en salud tanto física como
mental.

Finalmente, este informe recomienda que el mismo sea reproducido socializado y


enseñado a través tanto de la distribución impresa como de la cátedra en instituciones
educativas. Lo importante de este punto es que se señala que debería hacerse tanto

67
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

en castellano como en al menos 20 de los idiomas maya, y que además de la difusión


escrita debe contarse también con la tradición oral para su conocimiento y apropiación.

Estos son pues algunas de las observaciones y recomendaciones que se realizaron a la


oficialidad Guatemalteca para implementar un proceso de reconstrucción y
reconciliación en el país, cuyo existo estaría dado por la materialización e inclusión del
respeto y el reconocimiento a la diversidad cultural y valor de la misma.

Sin embargo, en un análisis sobre este proceso, Sieder (2000) concluye que la
participación de la sociedad civil en la implementación de las recomendaciones no fue
suficiente, así como tampoco fue amplio el conocimiento que tuvieron respecto a los
contenidos de las mismas, es decir que no se cumplió aquel aspecto fundamental de
difundir, incluso en varios idiomas maya y con apoyo de la tradición oral, las
conclusiones y recomendaciones para la reparación, sumado a que siguen existiendo
problemas de concentración de la tierra y políticas económicas que empobrecen a la
mayoría de la población. Además el trabajo de las ONG’s, principalmente
internacionales, carece muchas veces de un conocimiento real y consolidado del área y
la población con la que trabajan, por lo cual señala que deberían enfatizar en el
fortalecimiento de las instituciones y grupos locales con las que desarrollan el trabajo
articulado. (Sieder, 2000)

En contraposición a esto, puede encontrarse un modelo, aplicado por una organización


independiente que recoge y aplica de forma continua un enfoque transcultural para el
acompañamiento a las comunidades y víctimas del conflicto armado. Este trabajo de
la organización Médicos Descalzos Chinique, parte del reconocimiento de la profunda
vulneración y afectación sufrida por el pueblo maya en el marco del conflicto armado
atendiendo a que al menos un 83% de las víctimas pertenecían a alguna comunidad
maya y que se generó un fuerte deterioro de los lazos comunitarios, de amistad y
solidaridad entre las diferentes comunidades debido a las acciones de reclutamiento
forzado por parte del ejército que obligaba a que se atacaran entre unos y otros, y
considerando que las condiciones de vulnerabilidad no han cesado, pues no se han
llevado a cabo procesos de reparación integral, y factores determinantes en el
deterioro de la calidad de vida de las personas continúan presentes como lo son: el
racismo, la pobreza extrema, el saqueo de los territorios y la reproducción de prácticas
comunitarias, familiares e interpersonales que reflejan una alteración en las normas y
valores producida por la violencia.

Bajo estas condicionen han desarrollado entonces, desde 1999, un programa de


atención en salud mental, que procura la superación del modelo psiquiátrico occidental
predominante y que aborda las afectaciones producidas por diversos hechos sin
considerar los aspectos culturales, simbólicos y comunitarios que configuran la
identidad de la población maya.

El modelo involucra el paradigma médico maya, para el cual la salud mental se


relaciona con factores culturales, espirituales, e históricos y su abordaje terapéutico
contempla el universo simbólico de las personas activado a través de la ritualización.
En síntesis, los principales aspectos del modelo radican en:

 Una mirada desde aspectos físicos, psicológicos y espirituales que


intervienen en el bienestar del ser humano.

68
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

 Integración de los conocimientos tradicionales empleados por los guías


espirituales de las comunidades para la prevención y restablecimiento
del bienestar individual y comunitario.
 Establecimiento de un trabajo en red y que posibilite la recuperación de
la dimensión pública de las actividades de los guías espirituales
(clandestinizada por la persecución a la que fueron sometidos durante el
conflicto)
 Inclusión del sistema médico maya para la clasificación, descripción y
tratamiento de las problemáticas identificadas.
 la consideración que las dificultades de salud mental están ligadas a
aspectos relacionados con la cultura. Es decir, las dificultades surgen allí
donde hay una contradicción con necesidades, formas de relación,
situaciones vividas, entre otras, que dan cuenta del ser humano como
ser en relación con otros y con todo un sistema simbólico de referencia.

Para comprenderlo mejor, es pertinente citar la forma en la que definen y


describen algunas de las necesidades y dificultades presentes en la población.

―Las seis principales psicopatologías identificadas, que demandan


atención prioritaria en la población indígena del Quiché, que están
nombradas y descritas desde el sistema médico maya, con particulares
manifestaciones físicas, psicológicas y culturales, son: - Muqu’n y Paq’ab’
Chuch Tat: son ocasionados por la trasgresión de normas y reglas
culturales que regulan la convivencia y las relaciones sociales, inclusive con
los ancestros y con la naturaleza; - Molem: son las consecuencias
psicosomáticas de la insatisfacción de necesidades básicas para la vida, de
la pobreza extrema; - Moxrik: resulta de la pérdida de valores e identidad
cultural, que lleva a la búsqueda desenfrenada por imitar otros modelos de
vida y a la insatisfacción de nuevas necesidades. – Xib’rikil: resultado de la
vivencia de eventos traumáticos que conllevan la pérdida del espíritu; -
Q’ijalxik: los signos y síntomas de este padecimiento son producto de la
desorientación vocacional o evasión del ―don‖, de la insatisfacción y
frustración producida por no seguir las inclinaciones que mejor se
desarrollan nuestras capacidades.‖ (Médicos Descalzos Chinique. s.f.)

Este recuento del modelo empleado en el acompañamiento a la población


maya, víctima del conflicto armado en Guatemala, permite reconocer la
importancia y las generalidades de la actuación desde una perspectiva
transcultural, en la que no hay la imposición de una mirada sobre la
situación y necesidades de la población, sino un diálogo de saberes que
parte del conocimiento de la cultura y cosmovisión de la comunidad para
fortalecer y trabajar de la mano con aquellas prácticas propias que les son
favorables y le dan sentido a su existencia.

2.2.3. Reflexiones respecto a los modelos enunciados.

69
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Los dos casos presentados surgen de contextos diferentes y periodos históricos


distintos, pero su validez para ser abordados en una misma temática radica en los
elementos trabajados alrededor del impacto cultural generado por la violencia política.

Uno de los elementos comunes tiene que ver con la marginación, exclusión y
condiciones de pobreza a las que las poblaciones mencionadas fueron sometidas por
parte de las instituciones de gobierno central, condición de abandono que las hace
particularmente vulnerables. Este olvido y abandono genera también un obstáculo para
cualquier proceso de intervención puesto que quienes se acercan a ella lo hacen desde
una mirada hegemónica y desconocedora de las realidades locales, como se ilustra en
el caso de Bojayá principalmente, ya que nunca existió un reconocimiento y exaltación
de estas formas culturales, que permitiera un conocimiento previo sobre las mismas y
que, a la vez, posibilitara que los profesionales las tengan en cuenta a la hora de
analizar los daños ocasionados y las estrategias de acción para mitigarlos.

Esta mirada hegemónica ha conllevado a que se privilegie el tema de la reconstrucción


física y las medidas materiales de reparación, en las que se desconocen los valores,
tradiciones, y prácticas cotidianas de los habitantes, no se tiene en cuenta el carácter
colectivo del daño ni el arraigo cultural del territorio y la forma en que los hechos
violentos les afectan como colectivo más que como individuos. Es decir, los equipos
parten de un lineamiento institucional o guía metodológica previamente establecida,
acordes a unos supuestos homogéneos más o menos aplicables a comunidades en las
que no hay una identidad cultural que resalte sobre esos supuestos. De tal forma que
se convierten en unos planes y unos criterios que no dan cuenta de un acercamiento o
conocimiento previo de la comunidad, la forma de dar sentido a sus experiencias y las
acciones que pueden ser significativas según su postura frente al mundo, acciones
que, por demás, pueden profundizar los daños culturales ocasionados por el conflicto,
pues se les niega nuevamente la posibilidad de ser autónomos sobre su territorio y sus
procesos colectivos.

Los retos del acompañamiento se centran entonces de este lado, el de


dotar de sentido las acciones psicosociales llevadas a cabo, privilegiando la
participación, la construcción colectiva y la mirada de las personas
afectadas pues son ellos quienes conocen, desde su vivencia, los elementos
que verdaderamente pueden favorecer su recuperación emocional y la
reconstrucción de sus redes sociales y comunitarias.

Las situaciones enunciadas sirven también para realizar una lectura más profunda en
torno a la posibilidad real que se tiene de implementar una acción sin daño cuando se
abordan contextos de los cuales poco conocimiento se tiene, allí la formación
profesional no proporciona tantas herramientas como lo haría la compenetración con
dicha cultura, pues las formas académicas de entender el mundo y los modelos y
estrategias comúnmente socializados están basados principalmente en una lectura
―occidental‖ de las situaciones y las personas, es decir que no tiene en cuenta las
representaciones diversas que sobre un mismo aspecto pueden tener otras
comunidades, además la formación se imparte principalmente en las grandes ciudades
que muchas veces no se piensan las problemáticas más allá de los entornos urbanos
homogenizantes. Con ello no se pretende afirmar que hay que vivir allí y adoptar la
cultura y formas de vida como propias, sino por el contrario, entender la diferencia
como un punto de encuentro en el que se puede dialogar y socializar saberes.

70
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Por estas razones, la exposición de estos casos ha tendido más bien a explicar los
hechos y las posturas de quienes se han preguntado por lo transcultural, que a definir
cada acción realizada como correspondiente o no a estas premisas, pues se propone
realizar una reflexión colectiva a partir de los documentos que serán abordados en las
actividades de aprendizaje, con el fin precisamente de dar la palabra a las diferentes
lecturas y experiencias profesionales sobre el tema.

2.2.4. Resumen.

Los casos de Bojayá y Guatemala, como experiencias en las cuales hubo daños
culturales tras la vivencia de hechos relacionados con el conflicto armado, invita a
preguntarse cuáles son las causas que hacen que estas poblaciones tengan mayores
condiciones de vulnerabilidad y, en medio de ello, cuáles son las mejores estrategias
de intervención para procurar no vulnerarlos aún más.

Ambas experiencias muestran cómo el desconocimiento y abandono estatal de estas


poblaciones no radica únicamente en la exclusión histórica a la que han estado
sometidos, sino también en la poca diligencia para acercarse a su vivencia y construir
con ellos procesos que sean realmente reparadores y dignifiquen su condición, no a
partir de lo que se ha estandarizado en materia de protocolos de atención sino a partir
de dar lugar y reconocimiento a su tradición, entendiendo que nadie más que ellos
saben cuáles son las formas en que su territorio y sus miembros se sentirían
dignificados.

Queda como conclusión que el abordaje desde esta perspectiva es aún una propuesta
incipiente, sobre todo en el medio colombiano y que, a pesar de las recomendaciones y
sistematizaciones de experiencias, siguen primando las exigencias y requerimientos
técnicos por parte de los equipos que acompañan sobre el reconocimiento y posibilidad
de incidencia de la población en el diseño de medidas para ser aplicadas a su propia
condición.

Lo anterior permite dilucidar la multidimensionalidad del enfoque diferencial y la


responsabilidad que implica intervenir en contextos culturalmente distintos al propio o
culturalmente distintos a los occidentales.

Reconocer que el país posee una diversidad étnica y cultural implica que se
hagan esfuerzos para que las actuaciones con estas comunidades
correspondan a lo que para ellos es significativo y esto pasa
necesariamente por dar la palabra a los sujetos y comunidades, por
ponerlos en el centro de la discusión y construcción de propuestas y por
integrar la perspectiva profesional a su forma de entender el mundo y
situarse en él.

Para los profesionales es entonces un reto a la hora de ejercer, pues integrar el


enfoque diferencial no quiere decir que exista un manual para intervenir en
determinado tipo de situaciones, sino que es una reflexión y una invitación a abrir la
perspectiva profesional y académica a todas las posibles situaciones que pueden

71
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

generar o incrementar, bien sea el dolor o el bienestar, en una determinada persona o


comunidad. Sólo esta perspectiva amplia puede aportar a la construcción de procesos
de intervención verdaderamente reparadores y respetuosos con el dolor del otro.

2.2.5. Bibliografía y Webgrafía para profundizar en la unidad.

Documental. Bojayá: La guerra sin límites. Centro Nacional de Memoria histórica


https://www.youtube.com/watch?v=ZRsV8mwWA_w

Duque, V. (2005). De víctimas del conflicto a promotores de cambio: Trabajo


psicosocial y reconciliación en Guatemala. Conferencia Internacional ''From dealing
with the past to future cooperation. Regional and global challenges of reconciliation''
Recuperado desde http://www.corteidh.or.cr/tablas/14997a.pdf

Kox, V. (2013). Guatemala: De la Memoria del Silencio a la Memoria Histórica. Ciudad


de Guatemala: Centro de Análisis forense y ciencias aplicadas. Recuperado
desde:http://www.ziviler-friedensdienst.org/sites/ziviler-
friedensdienst.org/files/anhang/publikation/zfd-guatemala-de-la-memoria-del-silencio-
la-memoria-historica-2362.pdf

Grupo de Memoria Histórica. (2010). Bojayá: La guerra sin límites. Bogotá: Taurus.
Disponible en: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/2014-01-29-15-08-
26/bojaya-la-guerra-sin-limites

Bello, B., & Millán, C. (2005). La intervención institucional en contextos culturalmente


distintos: Lógicas en tensión y contradicción. PALIMPSESTO, 250-260. Disponible en:
http://www.bdigital.unal.edu.co/14258/1/3-8079-PB.pdf

Londoño, N., et al. (2005). Salud mental en víctimas de la violencia armada en Bojayá
(Chocó, Colombia). Revista Colombiana De Psiquiatría, XXXIV(4), 493-505. Disponible
en: http://www.scielo.org.co/pdf/rcp/v34n4/v34n4a03.pdf

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. (s.f). La memoria una matriz de


transformación y dignificación en Procesos de resistencia civil. Disponible en:
http://www.psicosocial.net/grupo-accion-comunitaria/centro-de-documentacion-
gac/trabajo-psicosocial-y-comunitario/experiencias-y-propuestas-de-accion/430-la-
memoria-una-matriz-de-transformacion-y-dignificacion-en-procesos-de-resistencia-
civil/file

2.3. Modelo 3: “Mujeres en el Oriente Antioqueño: del dolor a la


construcción de ciudadanía”

72
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Introducción

En este apartado se abordará el caso del Oriente Antioqueño como experiencia de


apoyo psicosocial que incluyó espacios formativos, de organización y de apoyo mutuo
como respuesta a las necesidades de un contexto específico, y que se orientó a la
reconstrucción del tejido social a partir de potenciar en las víctimas su condición de
ciudadanas.

En la presentación de los hechos y del modelo se resalta y se aborda la perspectiva


hacia la reconciliación como un punto importante en la estructuración del mismo,
según las características del conflicto y los actores de éste en la zona, y se plantean los
debates y cuidados que es necesario tener para garantizar el respeto por los derechos
de las víctimas, sin caer en considerar la perspectiva de la reconciliación como una
orientación hacia la impunidad o el perdón y olvido.

Finalmente se sintetiza el modelo implementado a partir de sus premisas básicas,


líneas de acción y metodologías empleadas, para dar paso a la reflexión respecto a los
aportes que deja esta experiencia para los profesionales que deben pensar formas de
acompañar a diversas poblaciones en el ejercicio de su labor.

En esta síntesis resalta que la perspectiva de género fue fundamental para posibilitar
un trabajo psicosocial acorde al contexto y las consecuencias que se derivaron de las
condiciones de conflicto armado. Como se contextualizó en la primera unidad,

el enfoque de género hace parte también de lo que se puede considerar como


particulares, bien sea previas y también como consecuencia de los hechos
violentos, sobre un grupo poblacional en particular.

Este enfoque es preciso traerlo a colación pues la experiencia en el oriente antioqueño


estuvo liderada por mujeres y fue dirigida principalmente hacia ellas, teniendo en
cuenta los impactos específicos que sobre este grupo poblacional tuvo el conflicto y los
objetivos de recuperación emocional y construcción de ciudadanía que se tenían con
las estrategias implementadas.

73
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Mapa conceptual
Caso Oriente Antioqueño

Caracterizado por

Contexto social y político Perspectiva de Sistematización del modelo de


reconciliación intervención

Subregión del departamento, de Existencia de un movimiento cívico Perspectiva de reconciliación


Desarrollado por una
importancia por su riqueza natural y como alternativa a la política articulación
vías de comunicación con otras regiones tradicional, en defensa del territorio y interinstitucional para
los derechos de la población. brindar apoyo a las
Basada en mujeres afectadas en la
elaboración de las
vivencias e impactos de
Padeció Sufrió la guerra

Necesidad de generar espacios de


Disputas por el territorio entre Amenazas, asesinatos y convivencia y paz al identificar
diversos grupos armados (insurgencia, desplazamientos por parte de los que muchos de los victimarios
Generó
paramilitarismo y ejército), con el fin actores armados, no sólo de sus eran de la misma zona.
de asentarse en la zona, expandir el miembros sino en general ocasionados
poder ostentado, combatir al a toda la población.
“enemigo” o favorecer la
implementación de megaproyectos. Implica
Procesos de formación de
mujeres como Promotoras de
Vida y Salud Mental

*Reconocimiento de causas
estructurales que generan
violencia

Las cuales
*Respeto y garantías hacia los
derechos de las víctimas para
que la reconciliación no se
convierta en impunidad

Aplicaron su formación
implementando Grupos de
Ayuda Mutua en todos los
municipios de la región

Fortalecieron las redes comunitarias


e incentivaron la participación de las
demás mujeres en espacios de
participación e incidencia política

74
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

2.3.1. Contexto General

 Contexto político y social del Oriente Antioqueño


El Oriente Antioqueño, subregión ubicada cerca de Medellín, la ciudad capital del
departamento, es una subregión rica en recursos naturales, con diversidad de climas y
suelos, con vías de comunicación desarrolladas y de importancia nacional (autopista
Medellín-Bogotá) y que comunica con otras zonas del país (magdalena medio).
Características que la han convertido en una zona de interés para el asentamiento de
industria local y para la generación de grandes proyectos, principalmente
hidroeléctricos, por la abundancia de fuentes hídricas en el sector.

En cuanto a las características de su población, se puede decir que su abundancia en


recursos naturales se corresponde con una abundancia también en la movilización
social y participación política de los habitantes de la sub-región. En la década de los
80’s el Movimiento Cívico de Oriente, representó una fuerte acción colectiva para
hacerle frente a los perjuicios que los grandes proyectos tenían en la región,
solicitando que se respetaran y consensuaran decisiones respecto a las
indemnizaciones y reubicaciones que éstos pudieran acarrear, y se permitiera la
incidencia en la toma de decisiones sobre sus territorios. Fue así como este
movimiento representó una fuerza política alternativa que generó lideres
independientes a los partidos políticos tradicionales, aspecto que siendo favorable para
el proceso democrático y de defensa de los derechos de los habitantes del oriente
antioqueño, representó una amenaza para la política tradicional y propició amenazas e
incluso asesinatos de estos líderes, dando inicio a lo que sería una época de
victimización hacia la población por parte de grupos armados, incluido el Ejército
Nacional, en búsqueda del control del territorio y lo que ello implicaba.

Hacia la década de los 90’s se dio una expansión y consolidación de la insurgencia en


la zona, específicamente de las FARC y el ELN, y principalmente en las zonas rurales,
pero ello coincidió también con la llegada de un frente paramilitar que empezó a
generar desplazamientos y otros hechos victimizantes señalando a la población de ser
colaboradora de la guerrilla. El Instituto Popular de Capacitación (2006) dice al
respecto que

Las acciones de los nacientes grupos paramilitares en el Magdalena Medio


(por el apoyo de la alianza entre terratenientes, empresarios, narcotraficantes y
políticos de la región) desplazaron y asesinaron campesinos sindicados de ser
auxiliadores de la guerrilla y se apropiaron de sus tierras, desplazaron así
mismo a aquellos que se habían apropiado de algunas parcelas de los
terratenientes. El éxodo masivo de campesinos y el enfrentamiento a la
guerrilla y su repliegue en la zona, crearon todo un escenario de pacificación y
monopolización de tierras sin precedentes en el país. (IPC, 2006, Pág. 52)

Esto ilustra una vez más cómo los señalamientos por parte del paramilitarismo y el
mismo Estado, respecto a la vinculación de la población como apoyo de la insurgencia,
han propiciado los ataques contra la misma para procurar el control y apropiación de

75
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

los territorios, sobre todo, de aquellos que tienen alguna importancia estratégica para
la expansión de dichos grupos o porque representan una posibilidad de desarrollo
económico por su riqueza natural o por la posibilidad de instalar megaproyectos. En
aras de este objetivo estratégico se conoce ya la implementación de modalidades de
violencia que por los graves daños e impactos que generan sobre la población
posibilitan el dominio por parte de los grupos armados. Es así como se imponen las
masacres, amenazas, asesinatos selectivos y desplazamientos forzados como
mecanismos de terror que paralizan a la población y los dejan a merced de quienes
ostentan el poder de las armas. En este sentido, dice Rangel (1998), citado por el IPC
(2006) que

Es posible que los paramilitares le estén apostando a que del horror no se


recupera nadie y que solo la sevicia y la brutalidad ofrecen una garantía para
que las poblaciones que han sido sus víctimas le quiten definitivamente el
respaldo a la guerrilla. (IPC, 2006, Pág. 55)

Así pues, el Oriente Antioqueño no fue ajeno al desarrollo y agudización del conflicto
que se dio en diversas zonas del país. La presencia de la insurgencia, las acciones
armadas del paramilitarismo y la ofensiva del Ejército, muchas veces en coordinación
con estos últimos, determinaron que la población civil quedara en medio de la lucha
por el poder y los territorios, siendo víctimas de las acciones violentas y sufriendo las
consecuencias de ser señalados y estigmatizados como colaboradores de uno u otro
bando. Al igual también que en otros casos, las principales víctimas fueron
campesinos, líderes comunitarios y mayoritariamente hombres.

 Los daños y afectaciones


El modelo que se pretende abordar en este aparte hace referencia a un trabajo
desarrollado principalmente con mujeres para aportar en la tramitación de las
afectaciones emocionales sufridas por las mismas en el marco del conflicto armado en
el Oriente Antioqueño. Por ello es importante reflexionar respecto a aquellas
afectaciones particulares o las implicaciones que esta violencia tiene en clave de
perspectiva de género, lo que quiere decir, reflexionar sobre las consecuencias de la
violencia política sobre los roles y prácticas cotidianas de las mujeres, mediadas por un
contexto predominantemente masculinizado y patriarcal.

En los apartes anteriores se ha planteado que la mayoría de las víctimas mortales en el


marco del conflicto armado, suelen ser hombres. Esto implica, que quienes sobreviven
a los horrores de la guerra y deben cargar con el peso de la sobrevivencia, la lucha por
la subsistencia y por mantener la vida propia y de los suyos, son muchas veces las
mujeres de los hogares desintegrados por la violencia.
De allí se puede considerar entonces la afectación que se da sobre diversos ámbitos de
las afectadas. La más general es aquella que implica, al igual que para los otros, la
afectación a los proyectos de vida, debido a la desconfiguración de redes sociales,
familiares, y en muchas ocasiones, al desplazamiento y desarraigo que se suscita por
el miedo, las amenazas o como estrategia para afrontar el hecho y continuar viviendo.
En el caso del desplazamiento, adaptarse a un nuevo lugar implica ya pensar en
reacomodar los planes y las intenciones de vida a un nuevo contexto y unas nuevas
condiciones, así como quedarse en el lugar de los hechos y del peligro, también genera
exigencias para acoplarse a la nueva situación.

76
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Dentro de los cambios de roles y actividades cotidianas es frecuente encontrar que


aquellas mujeres tradicionalmente dedicadas al hogar, o labores típicas del entorno
rural, tuvieron que preocuparse también por la consecución de los recursos
económicos para proveer a la familia, es decir, insertarse en dinámicas laborales,
muchas veces con fuerte exigencia y mal remuneradas. Esto genera entonces una
doble carga, doméstica y laboral, que a veces supone también la desarticulación de
espacios para compartir en familia y la desprotección de los hijos. Sumando a todo
esto, se pueden incluir las dinámicas y exceso de trámites en que deben incurrir las
víctimas para que les sean reconocidos sus derechos y que exige nuevamente una
inversión considerable de tiempo, dinero y energías. (Grupo de Memoria Histórica,
2013.)

En este contexto, la función de las mujeres como sostén afectivo del hogar
supuso además la represión de sus sentimientos, la negación de espacios y
tiempos para tramitar sus duelos y demandar los cuidados y apoyos que
requieren. Varias mujeres mencionaron que ante sus hijos tuvieron que
mantenerse fuertes, contener sus lágrimas, ocultar hechos e inventar historias
a fin de protegerlos del sufrimiento y hacerles menos dura la experiencia y las
pérdidas. (Grupo de Memoria Histórica, 2013, pág., 306)

Ante este panorama se requieren siempre iniciativas y estrategias que permitan un


apoyo y sostén colectivo ante estas situaciones,

la desprivatización del dolor es una de las condiciones más favorables para la


tramitación de lo sucedido, pues permite reconocer la experiencia propia en la
experiencia de los otros y reconstruir redes de apoyo y solidaridad que ayuden
a soportar la carga impuesta por los hechos.

En estas consideraciones se han sustentado algunas de las alternativas de apoyo a las


víctimas del conflicto armado, y a la implementada específicamente en el Oriente
Antioqueño se hará referencia en el siguiente punto.

2.3.2. La respuesta de la gente

A pesar de la fuerte vulneración a los derechos humanos sufrida por la población del
Oriente Antioqueño, su historia de movilización y participación política se hizo sentir
también frente a estos hechos. A pesar del miedo y las intimidaciones surgieron
procesos en favor de la democratización, el respeto por los derechos y la promoción de
la paz. Una de estas iniciativas tiene que ver con la Asociación Regional de Mujeres del
Oriente antioqueño —AMOR— quienes además de su trabajo de participación política
generaron espacios para abordar las afectaciones emocionales de las mujeres,
propiciando un espacio de libre participación y escucha entre ellas, que además diera
paso a la construcción de una organización regional de víctimas del Oriente
Antioqueño. Esta iniciativa tuvo una orientación clara hacia los procesos de
reconciliación, con base en las experiencias de no-violencia para enfrentar la crisis
humanitaria propiciada por el conflicto armado y como camino para la promoción de la

77
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

convivencia.

 La perspectiva de la reconciliación
El modelo implementado en el Oriente Antioqueño, con un enfoque orientado hacia la
reconciliación, parte de una apuesta por la generación de espacios de convivencia y
reestructuración de redes sociales deterioradas por la guerra.

Hay que anotar, que asumimos que reconciliación es diferente de perdón y


olvido. Está claro que no implica impunidad. La reconciliación, la entendemos
como una reconstrucción del tejido social y como una superación de las
polarizaciones y divisiones generadas por la guerra; como un proceso que tiene
elementos psicosociales, elementos subjetivos y elementos sociopolíticos.
(López, B. & Bedoya, V., 2006, pág. 221)

Esto quiere decir que la apuesta por la reconciliación requiere de un trabajo sobre
varias condiciones, individuales y colectivas. A nivel psicosocial se hace referencia al
acompañamiento en el afrontamiento de las pérdidas y los dolores surgidos en la
guerra, y al respeto por la vivencia y las afectaciones personales de quienes resultaron
violentados en sus derechos y su calidad de vida. El paso inicial allí tiene que ver con
la recuperación de la dignidad de las víctimas, el reconocimiento a su sufrimiento y su
lugar como personas, que es el primer valor que les resulta arrebatado cuando el
poder del otro y de las armas se impone sobre ellos. En este camino entonces se
propende por la superación del miedo, la recuperación emocional, el reconocimiento de
lo vivido, y la apropiación de los derechos que como víctimas tienen. Es decir, los
componentes de verdad, justicia y reparación son fundamentales en el resarcimiento
del daño y, por lo tanto, en la real posibilidad de construcción de espacios de
convivencia.

Las víctimas tienen que ser entonces personas empoderadas de su propia vida para
poder llegar a hablar de convivencia en escenarios en que confluyen incluso
victimarios, y estos últimos tienen también que afrontar un proceso de reconocimiento
de sus responsabilidades para establecer relaciones simétricas en las que el poder
demostrado por unos, a partir del miedo y la violencia, no siga sometiendo a aquellos
otros menguados por sus actos.

En términos sociopolíticos, la perspectiva de la reconciliación no atañe solo a víctimas y


victimarios, tiene que ver con el reconocimiento de los derechos del otro, los derechos
de todos, con la superación de las problemáticas estructurales que atentan contra la
vida digna de las personas y generan las condiciones para que las situaciones de
violencia, de cualquier tipo, sigan surgiendo; tiene que ver también con la apuesta por
la paz no sólo a nivel micro sino a nivel general, propiciando las salidas dialogadas y
negociadas entre los actores en confrontación, incluyendo, claro está, al mismo Estado
como el llamado a generar estos espacios y abanderar esta postura.

La reconciliación pierde su rumbo si se plantea como algo impuesto, en el


que se conserva el poder de quienes lograron dominar y vencer con las
armas, si no se consideran garantías políticas y jurídicas para la
participación de todos en las dinámicas sociales. Si estas condiciones no se
abordan en conjunto, la reconciliación quedaría reducida al perdón y olvido.
(Villa, Tejada, Sánchez & Téllez, 2007)

78
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Para estos autores,

La reconciliación implica, también, cambios profundos y dolorosos de una


sociedad cruzada por la injusticia social, en la que los actores del conflicto no
son sólo los que han escogido el camino de las armas para resolver esa
injusticia o los que han apelado a las armas para defenderse de los que se
armaron por causa de la injusticia. Según Bloomfield (2003) no puede ser
impuesta ni reglamentada, porque es un proceso voluntario que parte de una
toma de conciencia del daño que ha implicado la violencia directa (la guerra),
pero también del dolor, la exclusión, la miseria y el daño que ha generado la
violencia estructural, que posibilitó condiciones para que se diera la primera.
(Villa, Tejada, Sánchez & Téllez, 2007, página 21)

Y el objetivo de esta perspectiva de la reconciliación se dirige

hacia la capacidad de reconocimiento del rostro humano del otro


(contrincante, enemigo o victimario), develando la verdad y buscando las
formas para que se asuma la responsabilidad por las acciones violentas, como
la reparación que permita reconstruir tanto la relación personal y comunitaria,
como las reglas de equidad y convivencia en una sociedad que no puede seguir
pasando por el tamiz de la indiferencia los hechos, las vivencias, sus conectores
psicosociales, sociopolíticos y económicos que, quiérase o no, hacen parte de su
propia historia. (Villa, Tejada, Sanchez & Tellez, 2007, página 21)

 Procesos de formación y ayuda mutua

Teniendo en cuenta el horizonte trazado con la perspectiva de la reconciliación se


propusieron entonces las iniciativas formativas y de apoyo mutuo en la región del
Oriente antioqueño partiendo de que

además de resaltar los efectos nefastos que ha tenido el conflicto armado


en la zona —expresados en la generación de una crisis en la dignidad humana y
en la ruptura del tejido social—, es necesario destacar la impronta que le
confiere al mismo, el hecho de haber sido una ―guerra entre hermanos‖, en la
que víctimas y victimarios son de la región, muchas veces son conocidos,
vecinos, parientes o compartieron alguna vez cualquier espacio de socialización.
(CINEP, Conciudadanía & AMOR, 2007, Pág, 51)

Fue de allí y de la preocupación que manifestaban las mujeres por las afectaciones
emocionales y alteraciones en su vida cotidiana, a raíz del conflicto armado, que se
articularon esfuerzos entre el CINEP, Conciudadanía y la Asociación Regional de
Mujeres del Oriente Antioqueño —AMOR—, para generar unos espacios de escucha y
formación que permitieran potenciar las capacidades de las mujeres participantes en la
elaboración de sus vivencias y la promoción de espacios tendientes a la construcción
de paz, a la vez que se procuraba la reproducción de estos encuentros en los
diferentes municipios de la zona.

79
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

En la sistematización de dicha experiencia11 se da cuenta de cómo el proceso inició con


la intención de formar unas mujeres, pertenecientes a AMOR, como promotoras de
vida y salud mental (Provísame), considerando la salud mental en todo el entramado
de relaciones sociales en las cuales están inmersas y que tejen su subjetividad, y no
tomando el proceso como un espacio que apuntara solo a la individualidad. Por ello,
además de permitir la mitigación del sufrimiento, el proceso contaría con una apuesta
por la formación y la construcción de ciudadanía.

Estos grupos de mujeres serían entonces las que prestarían el apoyo psicosocial a
otras mujeres en otros municipios y procurarían la participación o conformación de
espacios locales y regionales de construcción de paz, con el fin de desarrollar acciones
también de incidencia que posibilitaran tanto el reconocimiento de las necesidades de
las víctimas como el establecimiento de condiciones de vida más favorables.

El proceso contó con cuatro líneas de acción:

 Línea pedagógica: que implicaba los espacios de capacitación a las líderes para
que pudieran brindar apoyo a otras mujeres, fortalecer la organización a la que
pertenecían y adquirir herramientas para la participación en otros espacios de
construcción de paz. Se centró en unos principios pedagógicos que permitieran
la construcción conjunta y apropiación de los saberes a partir de la propia
experiencia de las mujeres, de manera que, partiendo de la identificación de las
consecuencias e impactos del contexto de violencia, pudieran reconocer
también su capacidad para la transformación de los mismos. Estos principios
fueron: ―Primero la persona‖, es decir, el reconocimiento a la integridad y
singularidad de cada participante; ―el conocimiento no se transmite, se
construye‖, con lo cual se hace referencia a la construcción colectiva a partir de
la reflexión que involucra la experiencia personal de los participantes; ―aprender
haciendo‖, sin partir de una concepción memorística del proceso formativo sino
por el contrario considerándolo como un espacio de reflexión de la propia
experiencia; ―nadie educa a otro, nadie se educa solo‖, hace alusión a la
interdependencia y la posibilidad de aprender al poner en diálogo diferentes
saberes académicos y vitales que incrementan no sólo su conocimiento teórico
sino también su autoestima y capacidades personales.

 Línea de investigación: posibilitó la construcción y sistematización del modelo


implementado, a partir de un proceso de diagnóstico que diera cuenta de las
condiciones y necesidades de las mujeres.

 Línea de fortalecimiento organizativo: a través de la cual se propendió por la


organización y la articulación con otros procesos e instancias, se realizaron
actividades y encuentros deliberativos para la toma de decisiones de las
mujeres y se promovieron espacios de organización de las víctimas.

 Línea de recuperación de la verdad y la memoria: en esta se posibilitaron


espacios para reconocer los hechos ocurridos y qué tipo de afectaciones

11
Para ampliar la información que se va a exponer a continuación se puede consultar el documento
completo en http://www.psicosocial.net/grupo-accion-comunitaria/centro-de-documentacion-gac/428-
entre-pasos-y-abrazos

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

generaron a nivel individual, familiar y social, así como las prácticas de


resistencia empleadas con el fin de partir de allí para generar procesos de
reconstrucción social.

De esta manera, no sólo se abarcaría la esfera individual de las participantes, sino que
se permitiría la generación de habilidades y se daría un impacto en lo personal, lo
familiar y lo sociopolítico. Por ello se consideró de vital importancia el desarrollo del
proceso a través del mecanismo grupal y con una perspectiva que ubicara las vivencias
y dificultades en un contexto social que no sólo afecta a quien sufre sino que altera las
relaciones de toda la población. Así, se permite que desde estos espacios, las
participantes generen solidaridad y reconstruyan redes de apoyo a partir de lo que
implica compartir con otro un sentir y reconocer que la guerra afectó de forma similar
a otras personas con las que tejen lazos de confianza.

En este sentido, la técnica central implementada fueron los Grupos de Ayuda Mutua —
GAM— que sirven como estrategia de soporte emocional y como fuente de generación
de mecanismos de resistencia. Las Promotoras de vida y Salud Mental —Provísame—
adquirían el compromiso entonces de formarse para implementar los GAM en sus
comunidades, transitaban un camino de reconocimiento como sujetos de derechos y se
fortalecían en la participación en diferentes espacios comunitarios.

Las habilidades que se lograron desarrollar en las participantes del proceso tienen que
ver con aspectos como: autocuidado (de la salud) y autoprotección (seguridad),
habilidades comunicativas, manejo de conflictos, coordinación de grupos, manejo de la
información, identificación de necesidades de atención terapéutica o especializada,
realización de análisis de contexto y diagnósticos, capacidad de incidir en espacios
sociales y comunitarios y de posicionar el tema de los derechos de las víctimas en los
mismos, entre otras.

La metodología usada consistió entonces en la realización de 25 talleres que se


denominaron PASOS. Estos PASOS contaban con una temática y metodología
específica que daba las herramientas conceptuales y metodológicas a las líderes para
su posterior reproducción en los diferentes municipios. La réplica de estos PASOS y el
acompañamiento a otras mujeres se dio a través Grupos de Ayuda Mutua, orientados
por las líderes ya formadas, con otras mujeres de los distintos municipios. A estos
espacios, en los que se brindó el acompañamiento psicosocial para el cual habían sido
preparadas se les denominó ABRAZOS.

Este trabajo en cadena posibilitó que se abarcara un gran número de personas además
de sus familias y que se tejiera una red de apoyo que iba configurando nuevamente un
tejido social maltrecho por la guerra.

De esta forma las mujeres, que preocupadas por la afectación emocional


empezaron a transitar un camino de recuperación y formación, fueron
encontrando nuevos sentidos del trabajo colectivo, y con el trabajo de
incidencia política y construcción de organizaciones de víctimas en sus
municipios, adquirieron un nuevo lugar en la sociedad y el territorio que
habitaban, caminaron entonces desde un lugar de dolor, hacia un lugar de
ciudadanas.

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

En relación con los efectos de esta propuesta sobre las mujeres participantes, se
pueden reconocer aspectos importantes en los siguientes testimonios, contenidos en el
libro ―Entre pasos y abrazos‖ del Cinep, Conciudadanía y AMOR (2007), que recopila la
experiencia y el trabajo implementado:
―Las PROVÍSAME son mujeres que acompañan nuestro dolor en grupos de
mujeres víctimas donde podemos hablar sin secretos. Son mujeres que nos dan
ánimo, nos enseñan, nos acompañan, nos dan cariño. Son mujeres que nos
tratan bien, nos quieren y escuchan.(TA)‖ (pág. 14)

―La PROVÍSAME es otra víctima que ya está más recuperada y nos motiva para
que nosotras también nos recuperemos (TA)‖. (Pág. 15)

―Ellas nos dan apoyo, y nosotras también les damos apoyo a ellas, porque ellas
también son víctimas (TA)‖. (Pág. 15)

―Para mí los Abrazos fueron un grupo de apoyo mutuo, donde todas éramos
amigas y no se diferenciaba la Provísame que estaba liderando el proceso del
resto de Abrazadas, sino que éramos todas como un grupo de apoyo que
siempre estábamos ahí. (P 02)‖ (Pág. 15)

―Los Abrazos yo siempre los disfruté al máximo, o sea, para mí era una dicha
hacer los Abrazos, porque observaba en las Abrazadas las mismas etapas de
sanación que yo he vivido. En el Abrazo nos sanamos juntas y crecemos como
personas. (P 03)‖ (Pág. 15)

2.3.3. Reflexiones en torno al modelo

La experiencia presentada da cuenta de un reto importante que se vio de forma


marcada en el Oriente Antioqueño, pero que corresponde a una necesidad imperante
en todo el contexto colombiano ante la posibilidad de transitar un camino hacia la paz,
este reto tiene que ver con la posibilidad real de construir escenarios de convivencia y
reconstrucción de tejido social en territorios donde confluyen tanto víctimas como
victimarios.

Esta situación se identificó como relevante en el Oriente Antioqueño al evidenciarse


que muchas de las personas que hacían parte de los grupos armados, que operaban en
la región, hacían parte de la misma y que, por lo tanto, el proceso de recuperación
emocional y del tejido social tenía que estar atravesado por la construcción de
relaciones de sana convivencia, premisa que orientó el trabajo con un enfoque de
reconciliación. (CINEP, Conciudadanía & AMOR, 2007)

Es de gran importancia resaltar cómo este enfoque, aun así, privilegia los derechos de
las víctimas y el reconocimiento de condiciones estructurales generadoras de violencia,
como aspectos que deben ser tratados con total rigurosidad, para no caer en un punto
de vista que considere la reconciliación como un proceso de perdón y olvido, situación
que de darse estaría contribuyendo más a la perpetuación de las relaciones de
inequidad e injusticia que han mantenido sometida a la mayoría de la población
colombiana.

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

Sobre este punto recae entonces la necesidad de los profesionales de reflexionar sobre
las posturas éticas que asumen al trabajar en contextos de violencia política, sobre el
compromiso con la transformación social y cómo su ejercicio profesional aporta en ello,
pues implementar un modelo o una perspectiva de una forma acrítica y sin considerar
las repercusiones que el mismo puede tener a nivel subjetivo en las víctimas, puede
hacerlo quedar en un rol contrario al que se espera de su labor, profundizar con ello el
daño ocasionado y minar el camino para el reconocimiento de los derechos de las
víctimas.
Otro aspecto importante del modelo relacionado en esta unidad, tiene que ver con la
sistematicidad, trabajo en red y multidimensionalidad con que se implementó. Esto
permitió que el impacto no fuera únicamente sobre aquellas personas que ya contaban
con un liderazgo o participación en procesos de carácter socio político, sino que, con
las propias habilidades instauradas y potencializadas en las primeras mujeres
capacitadas como promotoras de vida y salud mental, se logró desdoblar el trabajo y
propiciar un espacio de encuentro, ayuda y formación en la mayoría de municipios de
la región afectados por el conflicto armado. En esta sistematicidad, un punto clave se
puede ubicar en la relación y coordinación interinstitucional que permitió materializar y
sostener durante un periodo de tiempo considerable la iniciativa para llevar a cabo las
diferentes fases del proceso. Este es un punto que vale la pena resaltar en tanto

los profesionales que trabajan en acompañamiento a cualquier tipo de


población deben procurar el establecimiento de diálogos y canales de
comunicación entre diversas instituciones, para articular las acciones
llevadas a cabo con el fin de que estas tengan un mejor impacto sobre las
personas beneficiarias de las mismas.

Esta articulación debe incluir tanto a las organizaciones gubernamentales y a la


institucionalidad como a aquellas independientes, ONG’s y comunitarias, resaltando
que estas últimas deben contar con la autonomía necesaria y condiciones de igualdad
en la participación para que se fortalezcan y puedan continuar con su propio camino
una vez la intervención en dichos lugares cese por una u otra razón.

De esta manera el caso del Oriente Antioqueño evidencia unas condiciones


contextuales particulares, así como un modelo específico de intervención en respuesta
a las necesidades identificadas y a las características de la población beneficiaria, que
deja además un proceso de sistematización que permite conocerlo y aplicarlo según la
pertinencia y necesidades en otras situaciones o lugares.

Resalta en el modelo, su construcción bajo una perspectiva de género entendida esta


como la consideración de las particularidades entre hombres y mujeres tanto en sus
relaciones cotidianas, prácticas y costumbres como en la identificación de los impactos
producidos por los hechos violentos, especialmente en las mujeres hacia las cuales
estaba dirigida la intervención, para resaltar y potenciar sus capacidades así como para
favorecer su participación en diversos espacios de construcción e incidencia social.
Esta perspectiva reconoce entonces que las mujeres han tenido formas específicas en
que han sido excluidas de la vida social y política, lo cual se configura como una forma
de violencia también que impone silencios y formas de afrontar los hechos que les
ocurren, aun cuando muchas veces son ellas quienes cargan con el peso de haber
perdido a sus esposos e hijos en la guerra. Las mujeres han sido entonces

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

tradicionalmente segregadas al lugar de espectadoras, siendo los hombres u otras


figuras de autoridad las que asumen su representación ante diversas instancias,
invisibilizando así las particularidades que pueden contener sus relatos y experiencias
de vida sobre el devenir del conflicto y las propuestas para su superación.

Desde este punto de vista el camino para las mujeres incluye entonces dos
elementos importantes: la recuperación emocional y afrontamiento de las
huellas dejadas por la violencia y la apertura de caminos de participación que
den reconocimiento al lugar que tienen en la defensa de sus derechos y
validen sus posturas como sujetos de transformación social.

El acompañamiento en este camino, como lo propone el modelo expuesto genera


entonces cambios en los diversos ámbitos de la vida de las mujeres. A nivel individual
se posibilita el desarrollo de nuevas habilidades, el reconocimiento de potencialidades,
la reconstrucción de proyectos de vida y el mejoramiento de su autoestima. A nivel
familiar, aporta a la resignificación de los roles de hombres y mujeres al interior de la
misma y al reconocimiento de prácticas y costumbres que en la esfera privada también
han vulnerado a las mujeres y que, muchas veces, han sido ignorados por contar con
una especie de validación social amparada en los sesgos machistas y patriarcales
según los cuales la mujer vela por el bienestar de la familia al interior del hogar y por
ello tiene limitada su participación social. Finalmente a nivel comunitario, posibilitó la
creación de espacios de solidaridad, comprensión y ayuda mutua que ayudaron en la
construcción de nuevos liderazgos, en el fortalecimiento de nuevas redes de apoyo y
en la aparición de sujetos políticos, individuales y colectivos, que favorecieron el
surgimiento de nuevos referentes de liderazgo y la aparición de espacios de
participación e incidencia a ser ocupados por mujeres.

2.3.4. Resumen

El modelo de intervención psicosocial implementado en el Oriente Antioqueño, tuvo


que ver con una alianza interinstitucional que posibilitó la apertura de espacios en los
que mujeres y lideresas de la región pudieron abordar su preocupación por las
afectaciones sufridas por ellas en medio del conflicto armado. Se identificó además que
en el desarrollo de este conflicto, muchos de los actores armados pertenecían a la
misma región, lo cual hizo necesario trabajar desde una perspectiva de reconciliación,
teniendo especial cuidado en hacer las reflexiones necesarias para que ello no
condujera a una aceptación de la impunidad.

Así, esta propuesta formó y capacitó un grupo de mujeres como promotoras de vida y
salud mental —Provísame—, que asumieron el compromiso de desdoblar su labor
realizando grupos de ayuda mutua en los diferentes municipios de la región, y
fortalecer y promover la participación de las mujeres en organizaciones o espacios de
promoción de paz, convivencia y en pro de los derechos de las víctimas. Con ello se
aportó no sólo a la elaboración y tramitación del dolor sufrido sino que se recorrió un
camino de construcción de ciudadanía por parte de las mismas, reforzando así la
importancia de vincular diferentes ámbitos de la vida de las personas en los modelos
de intervención, pues las afectaciones de la guerra giran en torno no sólo a lo

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MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

individual sino también a lo familiar y a lo político-social.

2.3.5. Bibliografía y webgrafía para profundizar.

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Síntesis de la unidad

La segunda unidad del módulo, extensa en sus contenidos, presentó diversas


experiencias que ayudan a entender que las dinámicas del conflicto armado en el país
no han sido homogéneas y que, por lo tanto, las afectaciones sobre la población
tampoco lo son. Estos dos aspectos obligan entonces a que los modelos de
intervención sean construidos desde una perspectiva contextualizada, que priorice las
características propias de la población con la cual se trabaja y respete sus expectativas
y necesidades.

También se resalta un punto crítico que tiene que ver con la perspectiva intercultural
que aun cuenta con poco desarrollo en nuestro país, debido no sólo al olvido al que
han sido sometidas las poblaciones afrocolombianas e indígenas, que no las ha hecho
sujetos de atención institucional, como por la predominante occidentalización y
homogenización del conocimiento en diversas áreas. Esto supone un especial reto
para los profesionales, pues una práctica desconocedora de la tradición y cultura de
una comunidad tiene a incrementar los daños y a ocasionar otros aún mayores.

Finalmente se puede concluir resaltando que todos los modelos presentados reafirman
que las afectaciones sufridas en el marco del conflicto armado se dan en los diversos
ámbitos de la vida de las personas (individual, familiar y comunitario) y que por lo
tanto las acciones a desarrollar deben estar enfocadas en todos ellos, pues son
aspectos interdependientes que, en la medida en que van siendo abordados, van
propiciando la movilización de recursos en todos ellos a la vez. Es responsabilidad del
profesional identificar entonces cuál es la mejor forma de hacerlo, dando voz a las

85
MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

víctimas y poniéndolas en el centro de la intervención como actores merecedores de


reconocimiento por su potencial creador y de cambio y por su condición de sujetos de
derechos.

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