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Dones Espirituales

La descripción de los dones


1 Corintios 12:7-11

1 Corintios 12:31 dice: “Procurad, pues, lo dones mejores…” Anhelar los mejores dones no
consiste en sentarse a esperar que por arte de magia surja la fe suficiente para poder recibirlos como si
llovieran del cielo. Es cuestión de prepararse diligentemente. Por ejemplo, si anhela el don de
“enseñanza”, habrá que dedicar muchos años para desarrollar dicho.

Los que reciben los dones deben escudriñar con diligencia las Escrituras, los dones nunca pueden
suplantar a la Palabra de Dios, nuestra autoridad mas alta, en realidad, única, y nuestra instrucción con
respecto a la vida, siempre deben ser controladas por la Palabra de Dios y hallarse en armonía con ella.

Los dones del Espíritu son nueve y para su estudio, se clasifican en tres grupos

1. Dones de Revelación:
1.1. Palabra de ciencia.
1.2. Palabra de sabiduría.
1.3. Discernimiento de espíritus.

2. Dones de Inspiración:
2.1. Don de Lenguas.
2.2. Don de Interpretación de lenguas.
2.3. Don de Profecía

3. Dones de Poder:
3.1. Dones de Sanidades.
3.2. Don de hacer milagros.
3.3. Don de fe.

1. Los Dones de revelación:

1.1. Palabra de ciencia: Se refiere a una parte del conocimiento de Dios, que él ha querido revelar. Es el
don que revela la verdad escondida de las cosas y resuelve problemas en un momento determinado.
Esta revelación llega solo por la inspiración del Espíritu Santo. Ejemplo: Josué 7; 1 Samuel 9; 2
Reyes 6:8-12.
1.2. Palabra de sabiduría: La sabiduría es la función que nos permite usar con eficacia los
conocimientos; resolver los problemas de manera que produzcamos bendiciones y victorias. Si
alguien tiene poco conocimiento, pero posee el don de sabiduría puede engrandecer el conocimiento
que tiene para la gloria de Dios. Ejemplos: Hechos 7:10; 1 Co. 6:5; 1 Reyes 3:16-28. Cuando falta
sabiduría es bueno pedirla a Dios Santiago 1:5.
1.3. Discernimiento de espíritus: Este es el don que capacita para discernir espíritus. Discernimos los
espíritus por la manifestación del Espíritu Santo, juzgamos si ese espíritu procede de Dios, o si es
alguien hablando por el espíritu del hombre, o por el espíritu de Satanás. Ejemplos: 1 Juan 4:1; 1
Timoteo 4:1. El apóstol escribe sobre la importancia del discernimiento de espíritus, a menos que
seamos capaces de discernir a quienes entran entre nosotros con espíritus de seducción y doctrinas
de demonios, y oponernos a ellos, de lo contrario, el rebaño de creyentes débiles se verán muy
dañados.
2. Los Dones de Inspiración:

2.1. Don de lenguas: Para los que leen la Biblia sin ideas teológicas preconcebidas, queda claro que
en todos los momentos del libro de Hechos en que se presenta el bautismo en Espíritu, las lenguas
son una señal externa. Las lenguas mencionadas en 1 Corintios 12 y 14 son en esencia las mismas
que menciona el libro de los Hechos, pero el propósito con el que se usan es distinto. Por
consiguiente, se llama “don de lenguas”. El bautismo en el Espíritu Santo es lo que recibe el creyente
para su vida de oración personal que al mismo tiempo hacen una profunda comunicación con Dios.
“Por que el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues, nadie le entiende,
aunque por el Espíritu habla misterios”. 1 Co.14:2. Esto produce progreso a nuestra vida de fe. “el
que habla en lengua extraña, así mismo se edifica” 1 Co. 14:4. La palabra edifica significa
originalmente poner los ladrillos uno sobre uno para levantar una casa. Las lenguas se convierten en
el instrumento mediante el cual es edificada nuestra propia casa espiritual. Hablando del don de
lenguas, cuando se une al de interpretación de lenguas, produce el mismo efecto que la profecía. 1
co. 14:13 dice: “el que habla, en lenguas extraña, pida en oración poder interpretarla”. A través del
don de interpretación, se comprende el mensaje en lenguas en el idioma del oyente, de manera que
estos puedan ser edificados. A través de esta interpretación sobrenatural, pueden darse cuenta de
que Dios esta en medio de nosotros y aumenta nuestra fortaleza.

2.2. Interpretación de lenguas: Nadie puede comprender un mensaje dado en lenguas, mientras
Dios no revele su significado por medio del Don de interpretación. Ejemplo: 1 Co. 14:2,13.
La interpretación de lenguas es diferente a una traducción normal. La traducción da generalmente el
significado de lo que se ha dicho en otro idioma, palabra por palabra; en cambio, la interpretación
aclara el significado general de lo dicho en idioma extraño. Por ejemplo, es posible que un mensaje
en lenguas sea corto, y su interpretación larga. Pero otra vez puede ser el mensaje en lenguas corto
y la interpretación larga.

2.3. Don de Profecía: Hay dos clases de manifestaciones del don de profecía:
a) profecía bíblica: la proclamación de un mensaje recibido para edificación, exhortación y
consolación. 1 Co.14:3.
b) Pronunciaciones inspiradas por el Espíritu Santo por una revelación dada al momento. La profecía
se distingue de la predicación en que ésta es el producto de la revelación conocida, mientras que la
profecía es el resultado de una iluminación o inspiración espontánea. 1 Co. 14:29; Hechos 27:10-11;
2 Pedro 1:21.

3. Los Dones de Poder:

3.1. Dones de sanidades: Tener los dones de sanidad indica el hecho de tener virtud extraordinaria
para sanar a los enfermos por medio de la oración de fe. Todo creyente puede orar por sanidad
divina y muchas veces Dios contesta esta oración, se entiende que no siempre sanará aquellos por
quien se ore, pues tiene que tomar lugar la soberana voluntad de Dios y la actitud y condición
espiritual del enfermo. Ejemplo: Hechos 8:6,13; 28:8-9; Salmo 103:3; Is. 53:4-5; Mateo 8:16-17; 1
Pedro 2:24; Marcos 16:15-18.

3.2. Don de hacer milagros: La palabra milagros se refiere a sucesos notables o sorprendentes que
tienen lugar por intervención directa de Dios, sin que sigan las leyes de la naturaleza generalmente
conocidas. Un milagro es una suspensión temporal de las leyes corrientes en la naturaleza por la
intervención de un poder sobrenatural y divino. Ejemplo: Juan 14:12.
La Biblia está llena milagros: el cruce del mar rojo; Abraham y Sara.

3.3. Don de fe: La fe dada como don es en si misma una obra directa e inmediata del Espíritu, y esto
significa que él ha depositado fe divina en el corazón del creyente. Esta fe fuerte y ferviente, superior
a toda imaginación humana, se produce a fin de que Dios pueda realizar grandes milagros. El
creyente no la posee de manera permanente, sino que se manifiesta a través de él cuando surge una
necesidad, según el momento y el lugar dispuesto por el Espíritu Santo.
Debe distinguirse de la fe salvadora y esa confianza en Dios sin la cual es imposible agradarle.
Hebreos 11:1; Romanos 6:23; Mateo 17:20; Hechos 3:4-6; 1 Reyes 18:33-35. Romanos 10:17.

Demás Dones espirituales

La Biblia da listas de dones espirituales además de los nueve dones principales, que ya he
mencionado arriba. Por ejemplo en la carta del apóstol Pablo a los romanos nos entrega una lista
adicional.
Romanos 12:6-8 comienza diciendo: de manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que
nos es dada, si el de profecía, úselo conforme a la medida de la fe;…

Veamos los dones en lista del versículo 7 y 8 que son:

1). Don de servicio


2). Don de enseñaza
3). Don de exhortar
4). Don de repartir
5). Don de presidir
6). Don de misericordia

1). Don de servicio:

A mi ver, no debe limitarse a los cuidados materiales y financieros de una congregación, pues la voz
se aplica a muy variados ministerios en el texto del Nuevo Testamento. Sin duda abarca el servicio
material, pero puede incluir también los más elevados ejercicios del ministerio. (Romanos 12:7;
Hechos 6:1; 16:1-2, 2 Corintios 8:4; 9:12; Romanos 15:25-27).

2). Don de enseñanza:

El que enseña dará el tiempo necesario para profundizar en la Palabra, siendo capaz de una
exégesis exacta y de una clara definición de doctrinas. Una cadena de enseñadores a través de los
siglos es el único medio para conservar la fe en medio de los cambios de ambiente y de
pensamiento que produce constantemente la sociedad humana, y aun dentro la llamada sociedad
cristiana. 2 Timoteo 2:2,15.

3). Don de exhortar:

El que exhorta es llamado a aplicar los principios de la Palabra a las necesidades de los creyentes
en las circunstancias de su día. No se trata de aplicar el palo limpio a las espaldas de los oyentes,
sino de una comprensión de las ondas necesidades espirituales que en efecto existen y que han de
remediarse, no por ideas carnales, sino por la medicina y el alimento de la Palabra revelada. El
ejercicio del don requiere simpatía, firmeza, corazón y claridad de expresión.

4). Don de repartir:

La iglesia local tiene responsabilidades de orden material frente a casos de pobreza y necesidad, de
modo que el repartir constituye un carisma tanto como lo demás. Si el hermano que es ayudado
percibe un espíritu mezquino, o una actitud condescendiente, se sentirá lastimado. Por eso la
condición esencial para el ejercicio de este don es la sencillez o la liberalidad en dar con
generosidad. (1 Corintios 13:3; Romanos 12:8; 2 Corintios 8:5; 2 Co. 9:6-7).

5). Don de presidir:

Cualquiera que tenga carisma de guiar. El ejercicio de autoridad de presidencia en la iglesia local
requiere una dosis especialmente fuerte gracia y de humanidad, pues al yo carnal le gusta
destacarse y mandar. Aquí se trata de un verdadero don del Espíritu. Que debe ser reconocido, sino
hay diligente preocupación por la grey y por el adelanto de la obra del Señor no existe señal
manifiesta de que el Espíritu Santo haya puesto a tal persona como sobreveedor de la grey.
(Hechos 20:28) base obligada para toda ordenanza y reconocimiento.

6). Don de misericordia:

Este don es un poco diferente a los anteriores en un detalle importante: mientras aquellos tienen
que ver con el cuidado de las necesidades de otros mediante la aplicación en su caso de dinero o
cosas concretas que las cubren, como alimentos, ropa, medicamentos, un techo para cobijarse.
Ejercer misericordia es ponerse uno mismo a lado o en lugar del otro, sufrir lo que sufre, o sea,
darse a él. Implica un alto nivel de riesgo personal casi siempre, por que compromete no solo lo que
cada uno de nosotros tenemos, sino lo que somos. Es el don del que cuida enfermos u rescata
marginados, de quien está dispuesto a pasar largas horas con ellos, aun con riesgo de su propia
vida.

Todos los creyentes hemos de ejercitarnos en el amor y las buenas obras, ayudando al necesitado
siempre que haya oportunidad para ello, pero el don de la misericordia implica darse por entero a
las personas que sufren, en la compasión de Cristo. Y recordemos que en fondo, el ejercer de dicho
don requiere que tratemos a las personas tal como Dios nos trató a nosotros en su misericordia, no
porque lo merecíamos, sino por que precisamente por que estábamos necesitados y en su amor y
compasión nos buscó y nos salvó por su sola gracia. (Mateo 5:7; Ro. 12:8).

Toda habilidad, talento, destreza y dones personales se deben a la gracia y bondad de Dios, su
providencia en nuestra persona y Su fidelidad en nuestro legado y experiencia.
Que el Señor te prospere y te use a través de los Dones del Espíritu Santo para su obra.

Hno. Fredy Monterroza.

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