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El cuento del elefante y la mosca

Un discípulo y su maestro estaban caminando por el


bosque. El discípulo se sintió perturbado por el hecho de que su
mente estaba en agitación constante.
El discípulo preguntó a su maestro: “¿Por qué la mayoría de las
mentes de la gente están inquietas y solo unos pocos poseen una
mente tranquila? ¿Qué se puede hacer para calmar la mente?”
El maestro miró al discípulo, sonrió y dijo: “Voy a contarte una
historia”.
Un elefante estaba de pie comiendo las hojas de un árbol. Una
pequeña mosca llegó y voló junto a él, haciendo un
desagradable zumbido cerca de su oído. El elefante agitó sus
largas orejas para espantarla. Pero poco después la mosca llegó
de nuevo y el elefante volvió a sacudir las orejas. Esto se repitió
varias veces.
Tras varios intentos fallidos para espantar definitivamente a la
mosca, el elefante se dirigió a ella y le preguntó:
-¿Por qué estás tan inquieta y eres tan ruidosa?, ¿por qué no
puedes quedarte por un tiempo en un solo lugar?“
La mosca respondió:
–Me atrae lo que veo, lo que escucho o lo que huelo. Mis cinco
sentidos me reclaman con todo lo que sucede a mi alrededor y no
puedo resistirme. ¿Cual es tu secreto, elefante? ¿Cómo puedes
mantenerte tan tranquilo y quieto?”
El elefante dejó de comer y dijo:
“Mis cinco sentidos no dirigen mi atención. Tengo el control de mi
atención y puedo dirigirla a donde quiera. Esto me ayuda a
sumergirme en todo lo que hago y, por lo tanto, mantener mi
mente centrada y tranquila. Ahora que estoy comiendo, estoy
totalmente inmerso en el comer. De esta manera, puedo disfrutar
de mi comida y masticar mejor. Yo controlo mi atención y no al
revés y esto me ayuda a estar tranquilo”.
Para mantener la mente tranquila no hay que
distraerse. Desprenderse de lo no esencial es la clave para
centrarse en lo que realmente importa. Siendo conscientes del
momento presente podremos encontrar la paz y la quietud.
Pero, ¿cómo nos desprendemos de lo no esencial?, ¿qué es lo
esencial y qué no?, ¿cómo escuchar en nuestro interior la
respuesta en medio de tanto ruido? En realidad, el primer paso es
bastante fácil: basta con parar y permanecer en silencio. En esta
falta de acción empezaremos a encontrar respuestas.

“Vamos a guardar silencio para que podamos escuchar los


susurros de los dioses”
Ralph Waldo Emerson

Calmar la mente inquieta

La meditación es una excelente herramienta para calmar la


mente inquieta. La meditación reduce el ajetreo incesante de la
mente. De hecho, concentrarse en la respiración es mucho más
fácil de lo que parece y permite tener una conciencia más
profunda de la tranquilidad.
Con la práctica y la persistencia se puede desarrollar la
capacidad de encontrar esa tranquilidad a través de la meditación
sin importar lo que está pasando alrededor. Aprender a meditar te
permitirá calmar tu mente en el trabajo, en el transporte
público, en un situación estresante en cualquier lugar o en medio
de cualquier ambiente ajetreado.

“Se trata simplemente de sentarse silenciosamente, observando los


pensamientos pasando a través de ti. Observando, no interfiriendo,
no juzgando, en el momento en que juzgas, has perdido la pura
observación. Has saltado en el proceso de pensamiento”
Osho
La velocidad de nuestros días
¿Cuántas veces al día tenemos esa sensación de velocidad, de no
tener tiempo para completar nuestra lista de propósitos
diarios? Vivimos más tiempo pero con un ritmo de vida más
acelerado, siendo fácil que perdamos el aliento y la conexión con
nosotros mismos.
Es una época de velocidad, indeterminación y ruido, mucho ruido,
tanto externo como interno (mental). Nos encontramos rodeados
de miles de tareas que hacer que en ocasiones vamos
postergando, bombardeándonos continuamente con ideas e
informaciones procedentes de los medios de comunicación y del
entorno donde nos encontramos. A esto hay que añadir nuestra
voz interna. El pensamiento parece estar siempre
presente. Eckhart Tolle estableció la siguiente aclaración:
«La mente es un instrumento soberbio si se usa
correctamente. Sin embargo, si se usa incorrectamente
se vuelve muy destructiva. Para decirlo con más
precisión, no se trata tanto de que usas la mente
equivocadamente: generalmente no la usas en absoluto,
sino que ella te usa a ti. Esa es la enfermedad. Crees que
tú eres tu mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha
apoderado de ti»
Vivimos hacia atrás y hacia delante, mientras los
instantes presentes se desvanecen en cuestión se
segundos sin apenas darnos cuenta. Sin olvidarnos de
la adicción a nuestro pensamiento que se manifiesta
de forma continua. Nos encanta pensar, crear
hipótesis sobre los hechos y dejarnos atrapar por los
círculos viciosos y laberintos de nuestras creencias.

Silenciar nuestra mente


Ignoramos quizás lo más importante, que la salida de estas
trampas autoimpuestas se encuentra acallando a nuestra
mente. Solo renunciado a la idea tan extendida y contagiosa de
que la solución se encuentra fuera o lejos de nosotros mismos,
descubriremos donde se esconde esa felicidad tan esperada.

Así, buscamos soluciones por doquier, de mil maneras posibles,


casi siempre centrados en algo externo, sin darnos cuenta de que
se encuentran en el aquí y ahora. En ese fondo casi inexplorado
de cada uno de nosotros y que tanto miedo nos produce mirar.

De lo que puede disponer el hombre es del presente, del aquí y


ahora y sin duda, es lo que más desperdiciamos. Para aprender a
valorarlo contamos con la ayuda de la atención plena.

“Todas las miserias del hombre se derivan de no ser capaz de


sentarse en silencio, en la soledad de una habitación.”

Blaise Pascal-

¿Qué es la atención plena?


También conocida como “conciencia plena” y es la piedra
angular del budismo Theravada.
Es un conjunto de prácticas que tienen en común fijar la
atención en el momento presente, sin juzgar y con una actitud
bondadosa y amorosa hacia aquello que se contempla. En la vida
cotidiana, la palabra más utilizada para referirse a esta filosofía es
meditación. .
Meditar es “saber lo que estás experimentando mientras
lo estás experimentando”.
También se ha definido como “la capacidad humana universal y
básica, que consiste en la posibilidad de ser conscientes de los
contenidos de la mente momento a momento.”
En todas las definiciones “modernas” encontramos
siempre tres términos: conciencia, experiencia presente y
aceptación .
Utilizar la meditación es beneficioso silenciar nuestro ruido
mental, es decir, callar y calmar nuestra mente y ver con claridad.
Nos encontramos pensando constantemente sobre el
pasado y planificando el futuro, y en eso ocupamos gran parte de
nuestro día.
Si meditamos, aprenderemos a conectar con nuestro presente y
vivir las experiencias segundo a segundo.
La meditación implica llegar a un estado de conciencia que nos
permita prestar atención a la experiencia del momento. Y es una
manera de relacionarnos con la totalidad de la experiencia.
Además, esta práctica nos aporta un medio con el que podemos
reducir nuestro nivel general de stress (sufrimiento) y aumentar
nuestro bienestar.
La relación mente-cuerpo
Un aspecto importante a destacar en la práctica de la
atención plena es la importancia de la unidad de mente y cuerpo.
A través de ella se relacionan las sensaciones físicas con la esfera
cognitivo-emocional.
En la práctica de la meditación, esta unión es básica y crucial.
Ambas entidades se comunican activa y continuamente,
configurando la visión de un ser vivo integrado que interactúa con
su medio interno.

Cómo practicar meditación cada día.

Se puede practicar de diversas formas. Desde la práctica


más ortodoxa o tradicional como la meditación vipassana, hasta l
los ejercicios aislados de respiración realizados en un contexto
informal, como puede ser el hogar o el trabajo.
Algunas prácticas que podemos incorporar en nuestro día
a día son:
Meditar mientras caminamos.
Media hora de paseo consciente mientras entrenamos no
solo a nuestro cuerpo sino también a nuestra mente es meditar.
En casa.
Elegir un espacio agradable, cómodo y tranquilo, un
momento del día y comprometernos con nosotros mismos.
Meditación desayunando
Sentados en un lugar tranquilo, sin distracciones y
desayunar con total consciencia, prestando atención a los
diferentes sabores, olores , el tacto de los alimentos que
tomemos. Con ello, conectaremos con nuestro presente.
La práctica permite que desarrollemos una relación
especial con nosotros mismos y por consiguiente con la manera
en la que experimentamos nuestra vida y nos relacionamos con
los demás.

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