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FACULTAD DE TEOLOGÍA UEBE

EL PENSAMIENTO TEOLÓGICO DEL


APOCALIPSIS DE JUAN Y SU
APLICACIÓN A NUESTRO TIEMPO
Por José Antonio Pineda Argueta

"Asignación hecha en cumplimiento de los requisitos exigidos


por la el Profesor Don Samuel Serrano como parte de la
calificación de la asignatura Nuevo Testamento III."
junio 10, 2019
TABLA DE CONTENIDOS

I. INTRODUCCIÓN ..................................................................................................... 1

II. ¿QUÉ CLASE DE LIBRO ES APOCALIPSIS? ...................................................... 2


Apocalipsis Como Profecía Cristiana ................................................................................. 3
Apocalipsis Como Apocalipsis (Revelación) ....................................................................... 4
Apocalipsis Como Carta Circular ...................................................................................... 5

III. TEOLOGÍA DEL LIBRO DE APOCALIPSIS ...................................................... 6


El Señor Dios ....................................................................................................................... 6
Jesús es Dios ........................................................................................................................ 8
La Victoria del Cordero y Sus Seguidores........................................................................ 10

IV. EL APOCALIPSIS EN NUESTRO TIEMPO ..................................................... 12

V. BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................... 13
I. INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo de investigación abordaré la teología del libro de Apocalipsis, lo


cual no es tarea sencilla. Es un tema fascinante y extenso, por lo cual es posible extenderse
en diferentes direcciones sin necesidad de salirse de la teología del libro. Debido a esto,
antes de comenzar con los temas correspondientes al trabajo en cuestión, he tratado de
aclarar que clase de libro es Apocalipsis. Por eso, este trabajo consta de dos partes: la
primera se enfoca en el tipo de literatura que es Apocalipsis (una introducción para el tema
central) y la segunda, con las premisas que considero que son fundamentales para la
teología de esta obra: el propósito del libro, lo que dice acerca de Dios, Jesús, su victoria
en la cruz y las implicaciones para nuestros días.

1
II. ¿QUÉ CLASE DE LIBRO ES APOCALIPSIS?

Es importante que comencemos preguntándonos, ¿qué clase de libro es Apocalipsis?,


ya que esta respuesta determinará las expectativas que tenemos del libro. Parte del
problema que los lectores del Nuevo Testamento (NT) tienen con Apocalipsis, es que el
mismo parece ser una anomalía entre los libros del NT, por tanto, no saben como leerlo.
Gran parte de las malinterpretaciones de este libro comienzan por no saber que clase de
libro es. En esta introducción, ubicaremos el tipo de literatura que el libro de Apocalipsis
es, y luego, desarrollaremos su teología.
En la mayoría de los libros antiguos, el inicio del libro es el claro indicativo de que tipo
de libro es. En este caso, los primeros versículos del libro de Apocalipsis apuntan a que
este libro pertenece, no sólo a un tipo de literatura, sino a tres. El primer versículo del
libro, nos habla de la revelación de Jesús Cristo, la cual recibió de Dios, y que llega a sus
siervos por medio de una secuencia de revelación: Dios – Jesús – ángel – Juan – siervos
de Dios (1:1)1. La palabra Apocalipsis proviene del griego αποκαλυψις, que quiere decir
“quitar el velo” y así poder ver. Esta acción de quitar el velo es la misma en que el Señor
quitó el velo a Guiezi, el siervo de Eliseo, para que este pudiese ver “que la colina estaba
llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 R. 6:17). Estos libros o
historias pertenecen al género de literatura antigua judía y cristiana, el cual los eruditos
llaman “el género apocalíptico.”2
El versículo 3 (1:3) describe Apocalipsis como una profecía, con la intención de que
fuese leída públicamente dentro del contexto de adoración. Esta declaración es confirmada
en el epilogo del libro (22:6-7, 18-19), pero el versículo 1:4-6 no deja duda que
Apocalipsis es una carta. Los versículos 4-5a emulan la forma convencional de salutación
de una carta, similar a la del apóstol Pablo y otros líderes cristianos, en las cual se expresa
la situación del escritor y los destinatarios, seguido por un saludo con la frase “Gracia y
paz a vosotros…”. Aunque existen algunas diferencias en el saludo con las cartas de Pablo,
la estructura del saludo de las tempranas cartas cristianas es clara y es confirmada por la
conclusión del libro (22:21), la cual es similar también a muchas de las conclusiones
encontradas en las cartas de Pablo.
Por tanto, el libro de Apocalipsis es una profecía en lenguaje apocalíptico en forma de
una carta circular a las siete iglesias en la provincia Romana de Asia. Esto último está
explícito en el 1:11: la revelación que recibe Juan debe ser documentada y enviada a las
siete iglesias indicadas. Este mandato se aplica a todas las visiones y revelaciones que se
encuentran en el resto del libro. Esto quiere decir que no podemos referirnos a los capítulos
2 y 3 como “las siete cartas a las iglesias”, porque es todo el libro de Apocalipsis que es
una carta circular para las siete iglesias. Los siete mensajes dirigidos individualmente a

1
Utilizaré la versión Reina-Valera 1960 para los textos bíblicos, a excepción cuando indique lo contrario.
2
Everett F. Harrison, Introducción al Nuevo Testamento (Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2007), p. 451.

2
cada iglesia (2-3) son introducciones para el resto del libro, el cual está dirigido a todas
las siete iglesias. Por consiguiente, debemos hacer justicia a los tres géneros literarios—
apocalíptico, profético y carta circular—del libro. Comenzaremos con el género literario
profético, luego el apocalíptico y finalmente el de carta circular.

Apocalipsis Como Profecía Cristiana

Para comprender este libro, necesitamos situarlo en el contexto de profecía cristiana


del primer siglo. Es muy probable que el escritor, Juan (ya sea el discípulo u otro Juan3),
haya estado activo como profeta en las iglesias a las cuales escribió, ya que revela
conocimiento local específico de cada una de ellas.4 Podemos asumir que Juan profetizaba
en el contexto de un servicio cristiano. Durante la reunión los profetas daban oráculos
dados por Dios a la congregación, declaraban la revelación que acaban de recibir (1 Co.
14:28-33). También, los profetas cristianos recibían visiones, las cuales informaban a la
congregación más tarde como un reporte de la visión (Hch. 10:9–11:18).
Podemos distinguir dos tipos de profecía según estos ejemplos en el NT: oráculos de
parte de Dios o Jesús y reportes de visiones, en los cuales los profetas han recibido
revelación para luego ser comunicada a otros. Todo el libro de Apocalipsis es el reporte
de una visión que también incluye oráculos proféticos, por ejemplo: en el prologo (1:8) y
epílogo (22:12-13,16,20) y en las cartas a las siete iglesias (2:1–3:22).
Aunque el Apocalipsis se asemeja al tipo de profecía que Juan pudo haber dado en
persona, es una composición mucho más elaborada y estudiada, no sólo porque Juan tuvo
visiones extraordinarias y excepcionales, sino por que las ha transmitido después de un
largo proceso de reflexión y transcripción. Esta creación literaria no está diseñada para
reproducir la experiencia de la visión, sino para comunicar el significado de la revelación
que el vidente recibió.
La mayoría de la profecía cristiana primitiva era oral, no escrita. No obstante, Juan
tenía suficientes modelos para poner por escrito su profecía, las Escrituras hebreas y los
apocalipsis judíos. El escritor se consideraba a sí mismo, no solamente un profeta
cristiano, sino también como un profeta siguiendo la tradición profética del AT. Juan
estaba convencido que su escrito era la culminación de dicha tradición, ya que escribió
bajo la luz de la expectativa profética cumplida del AT, la victoria del Mesías, Jesús. Esto
es lo que lo convierte en un profeta cristiano dentro de la tradición profética del AT.5

3
En este trabajo no abordaré el tema del autor. En todo caso ver Harrison, pp. 463-468.
4
Richard Bauckham, The Theology of the Book of Revelation (Cambdridge, United Kingdom: Cambridge University
Press, 1993), p. 2.
5
Ibid, p. 5.

3
Apocalipsis Como Apocalipsis (Revelación)

“Apocalipsis” es un género de literatura revelatoria con una estructura narrativa, en el


cual la revelación proviene de un ser sobrenatural y es dada un ser humano, manifestando
una realidad trascendental la cual es temporal—hasta el punto que prevé salvación
escatológica—y espacial—hasta el punto que involucra otra realidad supernatural.6
Aunque esta definición no aplica a todos los apocalipsis, ya que no todos abordan el tema
de historia y escatología, el de Juan lo hace casi de manera exclusiva, enfocándose en el
juicio y salvación final y el impacto de éstos en la situación actual en la que escribe.
La revelación divina que el escritor recibe consiste en la actividad de Dios en la historia
para alcanzar sus propósitos para el mundo. Juan utiliza el género apocalíptico como
vehículo profético, situándolo dentro de la definición de género apocalíptico citada arriba.
Hay muchas formas en el que el escrito de Juan pertenece a la tradición apocalíptica
(utiliza formas literarias y elementos específicos que corresponden a la tradición
apocalíptica), pero nos enfocaremos en indicar dos de los elementos más perceptibles. El
primero de estos es que la obra de Juan es una profecía apocalíptica, ya que comunica la
revelación de una perspectiva trascendental de este mundo al dirigirse a una situación
concreta histórica—los cristianos viviendo en una provincia romana de Asia al final del
siglo I. Con esto, Juan le da sus lectores una palabra profética de parte de Dios y los
prepara para discernir los propósitos divinos en la situación en la que se encuentran y así
responder adecuadamente. En otras palabras, Juan los capacita para que vean la situación
presente desde una percepción al desvelar el contenido de su visión, la cual experimentó
desde una perspectiva fuera de esta realidad (1 R. 22:19-23; 1 Enoc 14-167; Apocalipsis
de Abraham 9-188).
En segundo lugar, el libro de Apocalipsis pertenecer a esta tradición judía apocalíptica
porque comparte la misma pregunta: ¿quién es el Señor del mundo? Los libros judíos de
tradición apocalíptica trataban con las promesas de Dios que no se habían cumplido, el
juicio del mal, la salvación de los justos y el triunfo del señorío de Dios sobre el mundo.
El apocalipsis de Juan aborda todas estas preguntas, y las contesta, afirmando que a pesar
que el imperio romano está en el poder, Dios eventualmente triunfará sobre el mal y
establecerá su reino eterno.

6
J. J. Collins, Apocalypse: The Morphology of Genre (Missoula, MT: Society of Biblical Literature, 1979), p. 9.
7
Richard Laurence (1883), The Book of Enoch. John P Pratt, obtenido mayo31, 2019 de
http://www.johnpratt.com/items/docs/enoch.html
8
G.H. Box (1919), The Apocalypse of Abraham. Jewish Roots of Eastern Christian Mysticism, obtenido mayo 31,
2019 de https://www.marquette.edu/maqom/box.pdf.

4
Apocalipsis Como Carta Circular

Una característica especial del género literario de una carta es identificar la situación
de sus lectores, aunque estos no son personas específicas sino iglesias El libro completo
de Apocalipsis es una carta circular dirigida a siete iglesias específicas: Éfeso, Esmirna,
Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Juan ha empleado un método
particularmente original al escribir esta carta circular, ya que se dirige de manera
específica a cada iglesia, al mencionar una serie de mensajes específicos por parte de Jesús
a cada una de ellas (2–3). Cada mensaje presenta características relevantes a la situación
de cada una de las iglesias.9 Estos mensajes nos muestran que cada iglesia es muy
diferente, y cada una está enfrentando diferentes problemas y reaccionando de diferentes
maneras a problemas comunes.
Jesús habla individualmente a cada iglesia, pero estos mensajes solamente son la
introducción al resto del libro. Esto queda claro al leer las promesas hechas a los
vencedores con la cual cada mensaje termina. Jesús hace una promesa de salvación
escatológica (específica a la situación única de cada iglesia) “al que venciere”
(2:7,11,17,26; 3:5,12,21). En cada una de las diferentes situaciones de las iglesias, el
llamado es a ser victorioso, aunque el escritor no nos dice de qué. Qué es lo que hay que
vencer se clarifica en el resto de libro, en el cual los vencedores aparecen y es revelado
que fue lo que vencieron y en que consiste dicha victoria.
Por tanto, el llamado a vencer dirigido a cada cristiano en cada una de las siete iglesias
es un llamado a emprender la batalla escatológica descrita en los capítulos centrales del
libro, y así lograr el destino final, el cual está detallado al final del libro. En cierto sentido,
todo el libro es acerca de la manera en que los cristianos de las siete iglesias pueden, al
salir victoriosos de las situaciones específicas de sus iglesias, ser parte de la nueva
Jerusalén. Mientras que el libro completo explica en que radica esta guerra y como debe
ganarse, el mensaje a cada iglesia advierte a esa iglesia cual es su sección específica dentro
de la guerra. A la vez, Juan desea mostrarle a cada cristiano en las siete iglesias que los
problemas locales son y deben ser vistos a la luz de la batalla cósmica de Dios contra el
mal y del propósito escatológico para establecer su reino eterno.

9
N.T. Wright, Revelation for Everyone. (Louisville, Kentucky: Westminster John Knox Press, 2009), pp. 10-41.

5
III. TEOLOGÍA DEL LIBRO DE APOCALIPSIS

La teología del libro de Apocalipsis demanda el estudio apropiado de sus imágenes


para comprender su significado. Las muchas distorsiones con respecto a la naturaleza de
las imágenes han llevado a diversas malinterpretaciones del libro. Esto se debe a que
Apocalipsis no contiene un discurso o argumento teológico como el resto del NT, no
obstante, esta no es razón para suponer que su profundidad teológica es menor. Al poder
apreciar correctamente el método y concepción de la teología del libro de Apocalipsis, nos
daremos cuenta que, no solamente es una de las obras literarias más extraordinarias del
NT, sino también que es uno de los logros teológicos más significativos del cristianismo
primitivo. De tal modo que su excelencia literaria y teológica son inseparables.
La teología del Apocalipsis es sumamente teocéntrica. Nuestro estudio comenzará con
Dios y terminará con Dios.

El Señor Dios

Desde el inicio de su escrito, Juan presenta a Dios en términos de tres: “Gracias y paz
a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante
de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de
los reyes de la tierra” (1:4b-5a). Esta manera de saludar tiene un significado altamente
teológico, ya que sitúa a Jesús con Dios, afirmando la diferencia entre el Dador divino de
bendiciones y las criaturas que reciben bendiciones. Esto muestra la normalidad con la
que los primeros cristianos incluían a Jesús con Dios, porque el es la fuente de salvación
que viene desde el Padre a los humanos.
El prólogo de Apocalipsis termina con una declaración divina: “Yo soy el Alfa y la
Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el
Todopoderoso” (1:8). Esta declaración incluye tres de los cuatro nombres más importantes
de Dios en Apocalipsis: ‘el Alfa y la Omega’, ‘el Señor Todopoderoso’ y ‘el que es y que
era y que ha de venir’. Su importancia no sólo se debe al hecho de estar justo antes de que
Juan comience el relato de su visión (1:9–22:6), sino también porque es una de las dos
ocasiones en que Dios mismo habla. La segunda ocasión (21:5-8) incluye una declaración
personal similar: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin” (21:6).
Estas dos auto declaraciones de Dios corresponden a dos auto declaraciones por parte
de Jesús. El patrón es el siguiente:

Dios: Yo soy el Alfa y la Omega. (1:8)


Jesús: Yo soy el primero y el último. (1:17)
Dios: Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. (21:6)
Jesús: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin. (22:13)

6
El patrón es impresionante, sin embargo, tanto su significado como el notable hecho
que la única designación de Dios que aparece en Apocalipsis hecha por sí mismo también
aparece como una auto designación de Jesús, las abordaremos en el siguiente capítulo.
Aquí nos enfocaremos en los nombres aplicados a Dios.
Las tres frases—el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin—deben
ser consideradas equivalentes. Considerando que el alfa y omega son la primera y la última
letra del alfabeto griego, no es difícil observar que el significado de ‘el Alfa y la Omega’
es equivalente a ‘el primero y el último y a ‘el principio y fin’. El patrón también muestra,
si estas tres frases son utilizadas de manera equivalente, que Apocalipsis contiene siete
menciones de las auto declaraciones de Dios y Jesús (no contamos la mención adicional
de ‘el primero y el último’ en 2:8 ya que es un eco de 1:17).
El número de repeticiones no es coincidencia, porque los patrones numéricos tienen
significado teológico, especialmente en Apocalipsis. Siete es el número que señala lo
completo. De la misma manera en como las siete bienaventuranzas a través de libro (1:3;
14:13; 16:15; 19:9; 20:6; 22:7,14) apuntan a la bendición completa concedida al lector u
oyente que obedece fielmente el mensaje de Apocalipsis, las siete recurrencias de un
significativo título divino indica la totalidad del ser divino al cual el título apunta.
La forma ‘el primero y el último’ proviene de Isaías, dónde es utilizada como una auto
declaración “Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy
el primero, y Yo soy el último, 10 y fuera de mí no hay Dios” (Is. 44:6); “Óyeme Jacob, y
tú Israel, a quien llamé: Yo mismo, Yo el primero, Yo también el último”11 (Is. 48:12). En
estos capítulos de Isaías, este nombre encapsula la realidad que el Dios de Israel es el
Creador exclusivo de todas las cosas y el Señor soberano de la historia, en contraste con
los ídolos de Babilonia. A diferencia de los dioses falsos, producto de manos de hombres,
Dios es el verdaderamente único, a quien todas las naciones están sometidas, y nada ni
nadie puede impedir sus propósitos (Is. 40:12-26). Es precisamente esta exclusiva fe
monoteísta que determina la perspectiva profética de Apocalipsis, por tanto, la
importancia del nombre ‘el Alfa y la Omega.’
Dios precede a todas las cosas como Creador y las traerá a su cumplimiento; Él es el
origen y el fin de toda la historia; Él tiene la primera palabra en la creación y la última en
la nueva creación.
La forma ‘el principio y el fin’ ha sido utilizada en la tradición griega de la filosofía
para manifestar la eternidad suprema de los dioses12, pero luego fue adoptada por los

10
Énfasis míos. La Reina-Velara 1960 lee ‘yo soy el primero, y yo soy el postrero’, la Nueva Versión internacional
lee “Yo soy el primero y el último”. He decidido cambiar ‘postrero’ por ‘último’ para enfatizar la cita literal de Juan.
De todas maneras, la palabra hebrea para ‘postrero’ y ‘último’ es ‫( אֲַחרוֹן‬akjarón), que significa “posterior,
ultimo. LogosKLogos (2018), Biblia Interlineal, LogosKLogos, obtenido junio 8, 2019 de
https://logosklogos.com/strong_hebrew/314.
11
Ibid.
12
David E. Aune, Word Biblical Commentary, volumen 52 (Dallas, Texas: Word Books Publisher, 1997), p. 102.

7
escritores judíos como Josefo, quien llama a Dios ‘el principio y el fin de todas las
cosas’.13
La designación ‘El Que es y que era y que ha de venir’, con tres verbos, se repite tres
veces (1:4,8; 4:8) y ‘El Que es y el que era’ (11:17; 16:5). Nuevamente encontramos un
patrón numérico, el cual es intencional. Esta designación es una interpretación del nombre
divino YHWH. En el AT, la única interpretación del nombre está en Éxodo 3:14, la cual
asocia el verbo ‘ser’, y lo interpreta con la frase ‘Yo soy el que soy’. También fórmulas
afirmando existencia con tres tiempos verbales eran utilizadas con respecto a los dioses
griegos o el dios supremo de filosofía,14 que muy probablemente influenció la
interpretación judía del nombre de Dios.
Juan interpreta el nombre divino indicando que su eternidad de Dios no está separada
del mundo, sino que su eternidad está relacionada con el mundo. Este es el Dios de la
Biblia que decide, que su futuro es su venida al mundo, y que su creación encontrará su
futuro en Él (21:3). Además, esta interpretación del nombre divino muestra continuidad
con el significado de Ex. 3:14, el cual no se refiere solamente a la existencia misma de
Dios, sino también a su compromiso de ser quién será en su historia con su pueblo. Juan
ha logrado desarrollar la fe de los israelitas en el Dios en la historia con la fe escatológica
de la venida de Dios y el cumplimiento de todas las cosas.
La frase ‘el Señor Todopoderoso” aparece, una vez más, siete veces en Apocalipsis
(1:8; 4:8, 11:17; 15:3; 16:7; 19:6; 21:22). Juan utiliza este nombre (comprar Ap. 4:8 con
Is. 6:3) como equivalente de la forma ‘YHWH de los ejércitos’, la cual era utilizada con
frecuencia por los profetas del AT, porque denota el poder inigualable de YHWH sobre
todas las cosas y, por lo tanto, su supremacía sobre el rumbo de los eventos históricos. El
uso de este nombre en Apocalipsis revela el deseo de Juan de continuar en la tradición
profética del AT. El adjetivo ‘todopoderoso’, se refiere mucho más que simplemente a su
omnipotencia, sino a su control existente en todas las cosas.

Jesús es Dios

La visión de Juan comienza con una cristofanía. El Cristo resucitado aparece como un
rey glorioso (1:12-16) y revela su identidad: “Yo soy el primero y el último; y el que vivo,
y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves
de la muerte y del Hades” (1:17b-18). En la sección anterior mencionamos las auto
designaciones de Dios y Jesús. Las podemos ver a continuación:

Dios: Yo soy el Alfa y la Omega. (1:8)


Jesús: Yo soy el primero y el último. (1:17)

13
Flavio Josefo, Josephus The Complete Works, (Nashville, Tennessee: Thomas Nelson, 1998), p. 278.
14
D. E. Aune, Prophecy in Early Christianity and the Ancient Mediterranean World (Grand Rapids: Eerdmans,
1983), 280-281.

8
Dios: Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. (21:6)
Jesús: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin. (22:13)

Este patrón revela la notable magnitud con la cual el Apocalipsis identifica a Jesús con
Dios.
Los dos títulos, ‘el Alfa y la Omega’, ‘el principio y el fin’ usados acerca de Dios, lo
nombran como el eterno en relación con el mundo. Él precede y ha hecho todas las cosas,
como Creador, y las traerá a su cumplimiento escatológico. Por tanto, la declaración—
‘Yo soy el primero y el último’— comienza afirmando la participación de Jesús con el ser
eterno de Dios, el origen y fin de todas las cosas, y luego afirma, como Él, ‘el que vive’
(1:18), comparte con Dios su eterna existencia. Mientras que de Dios se dice que Él es ‘El
Que es y que era y que ha de venir’ (1:8) o que Él es ‘Al Que vive por los siglos de los
siglos’ (4:9,10; 10:6; 15:7), Jesús dice ‘estuve muerte; mas he aquí que vivo por los siglos
de los siglos’ (1:18). Su vida eterna fue interrumpida por la experiencia de la muerte
humana, y comparte la vida eterna de Dios a través de su triunfo sobre la muerte. Por
tanto, su auto declaración en 1:8 establece su señorío como su poder sobre todas las cosas,
la declaración correspondiente de la participación de Cristo en el señorío divino en 1:18
se refiere a la autoridad sobre la muerte y el Hades que ha ganado a través de su muerte y
su resurrección, ‘Yo tengo las llaves de la muerte y del Hades.’
El título ‘el primero y el último’ proviene de Isaías, y hace referencia a la participación
de Jesús en el acto creador de Dios de todas las cosas, ya que Cristo precede a todas las
cosas como su fuente. Esta convicción de Apocalipsis concuerda con el resto de la
literatura del NT (Jn. 1:1-3; 1 Co. 8:6; Col. 1:15-17; He. 1:12). Esta convicción tiene su
origen en la identificación de Cristo con el Verbo o la sabiduría de Dios por medio de la
cual Dios creó el universo. A la vez, Apocalipsis ha unificado esta convicción con otro
desarrollo cristológico de la iglesia: la identificación de la venida escatológica de Dios
con la esperada parousía (presencia) de Jesucristo. Estos dos acontecimientos tienen el
efecto que incluyen a Cristo como agente divino en la creación de Dios de todas las cosas
y el cumplimiento escatológico de todas las cosas. De esta manera Jesús es ‘el Alfa y la
Omega’, ‘el primero y el último’, ‘el principio y el fin’, demostrando indudablemente que
Jesucristo pertenece a la plenitud del eterno ser de Dios”.
También, este título (el primero y el último) esta relacionado con el monoteísmo del
mensaje profético de Isaías. Yahvé declara: “Yo soy el primero, y Yo soy el último, y
fuera de mí no hay Dios’ (Is. 44:6).15 Esto hace mucho más relevante el hecho que Jesús
utiliza este título para identificarse en Apocalipsis 1:17. Esto no lo convierte en un
segundo dios, sino que lo hace parte del ser eterno del Dios de Israel, quien es la única
fuente y el fin de todas las cosas.

15
Ver nota 10.

9
La Victoria del Cordero y Sus Seguidores

La identificación de Cristo con Dios es igual de importante que su humanidad, la cual


es referida por el uso particular su nombre humano, Jesús. La mención de Jesús sucede
catorce veces en Apocalipsis (1:1,2,5,9 (dos veces); 12:17; 14:12; 17:6; 19:10 (dos veces);
20:4; 22:16; 22:20,21) y siete de estas en la frase ‘el testimonio de Jesús’ (1:2,9; 12:17;
17:6; 19:10 (dos veces); 20:4). Juan está enfatizando que lo que importa más de la
humanidad de Jesús en Apocalipsis es el testimonio que dio y el que sus seguidores
continúan dando.
La palabra Cristo (Mesías) se menciona siete veces (incluyendo Jesucristo). La palabra
‘Cordero’ que se refiere a Jesús, se menciona 28 veces, cuatro veces siete. Siete de estas
es en frases emparejando a Dios y el Cordero (5:13; 6:16; 7:10; 14:4; 21:22; 22:1,3). El
número cuatro, después de siete, es el número más comúnmente y consistentemente
utilizado en Apocalipsis. Así como siete es el número de lo completo, cuatro es el número
del mundo, con sus cuatro ángulos (7:1; 20:8) y sus cuatro divisiones (5:13; 14:7). Los
primeros cuatro juicios en cada serie de siete afectan al mundo (6:8; 8:7-12; 16:2-9). Por
lo tanto, las cuatro veces siete menciones del ‘Cordero’ apuntan al alcance mundial de su
victoria total.16 Esto es correspondiente con el hecho que la frase con la cual Juan
denomina a todas las naciones del mundo es en base a cuatro (‘linaje y lengua y pueblo y
nación’, y aunque la frase varía en cada una de las menciones, siempre es en base a cuatro)
y se repite siete veces (5:9; 7:9; 10:11; 11:19; 13:7; 14:6; 17:15). Su primera aparición
establece su conexión con la victoria del Cordero (5:9).
El papel de Jesús en el libro de Apocalipsis es de instaurar el reino de Dios en la tierra.
En palabras del verso 11:15, que ‘los reinos del mundo’ (gobernados por el mal) vengan
‘a ser de nuestro Señor y de su Cristo’. Este es una labor de salvación y juicio, los cuales
son caras de una misma moneda. Es el proceso que inicia en la vida y muerte terrenal y
termina con la parousía de Cristo. La victoria ya ha sido lograda por la muerte y
resurrección, pero necesita ser continuada por sus seguidores en el presente y completada
en el futuro ante su parousía.
Para entender como el libro de Apocalipsis manifiesta la manera en como Jesús
instituye el reino de Dios en la tierra, es fundamental tener la convicción que Jesús ha
ganado la victoria sobre el mal por medio de su muerte y resurrección. Esta convicción
está detallada en el capítulo 5, que es la continuación de la visión del gobierno de Dios en
el cielo en el capítulo 4. Luego de leer acerca de la soberanía de Dios en el cielo, surge la
pregunta de cómo esta soberanía se concretará en la tierra. Juan ve en la mano derecha de
‘El Que’ está en el trono un rollo sellado (5:1). Este rollo contiene los propósitos de Dios
para establecer su reino. Su contenido, de hecho, es lo que le será revelado a Juan como
el contenido de su profecía para las siete iglesias, pero sólo existe una persona que puede
abrir el rollo y proclamar su contenido, el Cordero.

16
Bauckham, p. 67.

10
El Cordero inmolado se presenta como un contraste entre lo que Juan escucha (5:5) y
lo que ve (5:6). El escrito escucha que ‘el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha
vencido. Estos dos títulos mesiánicos evocan a una fuerte imagen militar y nacionalista
del Mesías como conquistador de naciones, destructor de los enemigos del pueblo de Dios
(cf. 1 Macabeos 4:1-11). No obstante, esta imagen es reinterpretada por lo que Juan ve:
un Cordero cuya muerte sacrificial (5:6) ha redimido a personas de todas las naciones
(5:9-10). Al fusionar las dos imágenes contrastadas, Juan ha forjado un nuevo símbolo de
victoria por medio de sacrificio. Esto no quiere decir que las imágenes aludidas en 5:5
deben ser rechazadas, ya que Jesús realmente es el esperado Mesías de David (22:16). Sin
embargo, mientras este último era asociado con violencia militar y nacionalismo extremo,
es reinterpretado por la imagen del Cordero. Ciertamente, el Mesías ha vencido, pero lo
ha hecho por medio del sacrificio y para beneficio de todas las naciones (5:9). Esto quiere
decir que el medio por el cual el Mesías davídico ha vencido es demostrado por la imagen
del Cordero, mientras que el significado de la imagen del Cordero permanece en el hecho
que su muerte sacrificial fue la victoria sobre el mal. Debemos entender que todo lo que
está opuesto a Dios ha sido vencido por el Cordero. Consecuentemente, la aclamación del
Cordero victorioso se expande en anticipación de los frutos escatológicos de su victoria
para incluir a toda la creación que adora a ‘El Que está sentado en el trono’ junto con el
Cordero (5:13). La continua y definitiva victoria de Dios sobre el mal, la cual el resto del
libro de Apocalipsis describe, no es más que el desarrollo de la victoria decisiva del
Cordero en la cruz.
No obstante, es con la victoria de la muerte del Cordero con la cual Juan está enfocado
y da por sentado que el sacrifico de Jesús ha liberado a los cristianos del pecado (1:5) y
los ha convertido en pueblo de Dios (1:5; 5:9-10). Lo importante acerca de la iglesia—
convertida por Dios en un reino de sacerdotes a su servicio (5:10 NVI)—es el papel que
debe desempeñar en la venida universal de Dios. El hecho que el gobierno de Dios está
presente en la tierra por medio de la iglesia no quiere decir que la victoria de Cristo ha
sido completada. Mientras los poderes del mal estén presentes en la tierra la victoria total
no se ha logrado. No obstante, aquellos que reconozcan el gobierno de Dios tienen una
función que desempeñar en el desarrollo de la victoria del Cordero.

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IV. EL APOCALIPSIS EN NUESTRO TIEMPO

Apocalipsis ofrece una diferente manera de percibir el mundo la cual lleva a las
personas a resistir y desafiar los efectos de la ideología dominante. Además, esta singular
perspectiva que abre una ventana hacia lo trascendente, también resiste cualquier poder
absoluto o estructuras o ideales en este mundo. Este es la manera más fundamental en la
cual la iglesia ha sido y siempre será llamada a ser contra cultural.
El libro de Apocalipsis está sumamente enfocado con la verdad de Dios. Por tanto, no
debemos construir nociones diferentes de cómo percibir el mundo, especialmente en esta
era postmoderna que reduce toda verdad absoluta a cuestiones de preferencia personal.
Apocalipsis no nos da justificación alguna para considerar imágenes falsas por verdaderas,
sino que busca imágenes que se ajustan a la verdad. Nos recuerda que el testimonio de la
iglesia hacia el mundo es veraz si es un testimonio del verdadero y único Dios. En las
sociedades occidentales este testimonio de la verdad no se enfrenta a una ideología
totalitaria que declara tener verdad absoluta y suprimir el Evangelio. En su lugar enfrenta
a una desesperada posibilidad relativista por la verdad y una negligencia consumista de la
relevancia de la verdad. El testimonio de la iglesia será de valor si conoce la verdad por
la que está dispuesta a morir.17
El libro de Apocalipsis clama que a la verdad a la cual está orientado es estrictamente
teocéntrica. Con esto muestra el poder de una visión teocéntrica para enfrentar la opresión,
la injusticia y la humanidad. Esto viene a ser una visión pura de la trascendencia de Dios
que resiste efectivamente la tendencia humana a caer en idolatría que consiste en crear
absolutos de los aspectos de este mundo. La adoración del verdadero Dios es el poder de
resistir la deificación militar, el poder político y la prosperidad económica.
También, el Apocalipsis resiste la ideología dominante no solo al hacer referencia a
Dios sino también al hacer referencia a la nueva creación y la nueva Jerusalén. Al tener la
perspectiva de un mundo con posibilidades a la trascendencia divina crea un mundo
oportuno para la venida del reino de Dios. Igualmente permite tener una perspectiva desde
la tierra, de todas aquellas víctimas en la historia. Por tanto, la teología de Apocalipsis se
dirige tanto como a los poderosos y los pobres y oprimidos.
Este libro no responde a la ideología dominante de este mundo promoviendo un
cristianismo de retirada a un exclusivo grupo que deja el mundo al juicio divino mientras
se consuela a sí mismo con sueños mileniales. En todo caso, el libro de Apocalipsis esta
orientado a la venida del reino de Dios en y para todo el mundo y llama a todos los
cristianos a participar activamente en la venida del mismo. Esta participación está
ilustrada en forma de testimonio, la cual debe ser verbal, pero, aún más importante, en la
forma de vivir de cada uno de nosotros.

17
Bauckham, p. 160.

12
V. BIBLIOGRAFÍA

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Publisher, 1997.

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