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PRINCIPIOS TÉCNICOS ASOCIADOS A LOS BIOSISTEMAS INTEGRADOS

Las nuevas políticas ambientales en lo relacionado con la gestión integral de los


residuos, en las cuales se delega la responsabilidad al productor de los bienes o
servicios para que disponga y maneje adecuadamente los materiales que se
deriven de su proceso productivo, tanto los generados in situ como los generados
una vez que los consumidores hagan uso de los mismos, abre unas perspectivas
muy alentadoras a la implementación de biosistemas integrados para el
aprovechamiento de estos y la inclusión de la biotecnología, la ingeniería y demás
ciencias naturales, para que investiguen y desarrollen procesos de transformación
que nos permitan darle validez a la frase de los ambientalistas referida a la gestión
eficiente de las materias primas: “de la cuna a la cuna”.

La comunidad europea, desde la década de los noventa, incluyó en su legislación


ambiental la responsabilidad del productor en la gestión integral de residuos, tal
como se puede encontrar en la Ley 10 de 1998 del 21 de abril, sobre residuos,
emanada por la legislación española, y que establece:

“Por otra parte, no se limita la Ley a regular los residuos una vez generados, sino
que también los contempla en la fase previa a su generación, regulando las
actividades de los productores, importadores y adquirentes intracomunitarios y, en
general, las de cualquier persona que ponga en el mercado productos
generadores de residuos… la Ley hace recaer sobre el bien mismo, en el
momento de su puesta en el mercado, los costos de la gestión adecuada de los
residuos que genera dicho bien y sus accesorios, tales como el envasado o
embalaje (Sistema integrado de gestión de neumáticos usados, 2012).

De otro lado, en la búsqueda de estrategias apropiadas para el aprovechamiento


de los residuos, surgen nuevos términos, como los presentados por el doctor
Rodrigo Leygue Alba, presidente del Instituto de Bioprocesos Ambientales de
Brasil, en el VI Congreso Internacional sobre Disposición Final de Residuos
Sólidos y Perspectivas Ambientales en Colombia, celebrado en Pereira a finales
de agosto del 2006, uno de tales términos es la hipersegregación, que así la
plantea el autor:

“La propuesta de la Hiper-Segregación de los residuos sólidos, surge como


alternativa de viabilidad en el tratamiento de residuos sólidos. Así el descarte de
aproximadamente 1.2 Kg/día, por persona, en una ciudad media de 300.000
habitantes da como resultado 360 Ton/día. Por una relación de emergía, se tiene
un valor aproximado de $us 0.5/Kg. Entonces, esto significa un desperdicio de
$us 180.000/día. Una cifra nada despreciable en términos de cualquier ciudad de
nuestro continente…”. (Leygue, 2006)

De allí surge otro término nuevo, “la emergía”, la cual significa a la vez memoria de
energía y energía incorporada y que fue originariamente establecido por D. M.
Scienceman y H. T. Odum como un medio de hacer una distinción de otras
metodologías de energía incorporada.
Dado que puede confundirse con la palabra "energía", algunos autores usan la
notación "emergía" a fin de enfatizar la diferencia. De acuerdo con la escuela de
Sistemas de Emergía, la emergía es "un concepto sistémico que es dependiente
de contexto, y no puede ser enteramente comprendido o utilizado fuera del
contexto de sistemas".

La emergía puede ser definida como "la energía disponible, de una cierta forma,
que fue usada tanto directa como indirectamente en el proceso de elaboración de
un producto o servicio". (Odum, 1996).

La emergía expresa el costo de un proceso o un producto en equivalentes de


energía solar. La idea básica es que la energía solar es nuestra fuente última de
energía, con lo cual, expresando el valor de cualquier producto en unidades
emergéticas, se hace posible compararlo con otro totalmente diferente (http://
es.wikipedia.org/wiki/Emergía, 2006).

Para entender el concepto de emergía, se hace necesario, primero, entender el


concepto de exergía, definido como la proporción real de energía que puede
generar trabajo útil.

Ex = (Energía libre de Gibbs) + (Energía potencial gravitacional) + (Energía


cinética).

La energía libre de Gibbs, es la energía termodinámicamente disponible. Formas


de energía ligadas al calor (como la radiactiva o la térmica) no se pueden convertir
completamente en trabajo, y tienen un contenido en exergía menor que la energía
total.

Para proponer nuevas fuentes de energía que puedan ser utilizadas actualmente,
su relación de emergía neta debe ser mayor que 1. Para que sea competitiva y
económica, esta proporción debe ser más grande que la proporción de una actual
fuente de energía. Algunas fuentes alternativas de energía que fueron propuestas
para el futuro tienen una proporción de emergía neta menor que uno. Otras tienen
proporciones que son mucho menores que las fuentes de energía usuales que
sustentan la economía (Odum et al., 1988).

Si una fuente de energía tiene una relación de emergía neta menor que 1,
entonces consume más energía de la que produce y por tanto no es una fuente,
es un consumidor. Fuentes como esta pueden existir solamente cuando son
abastecidas ricamente por otras energías con las cuales pueden subsistir.
Calentadores solares de agua son un ejemplo, pues no pueden producir más
energía de la que consumen.

Los conceptos de energía, exergía y emergía, nos permiten por lo tanto abordar
un biosistema de gran importancia en el mundo actual y que forma parte de varios
casos exitosos de biosistemas integrados que ilustraremos más adelante: “la
producción de combustibles a partir de la biomasa”.
Bajo el término de biomasa se incluye toda la materia orgánica que tiene su origen
inmediato en un proceso biológico. La formación de biomasa vegetal a partir de la
luz solar se lleva a cabo mediante el proceso fotosintético; las plantas verdes
captan la energía solar y mediante un mecanismo electroquímico fijan y
almacenan el carbono contenido en el CO2 del aire. Una de las principales
características de la biomasa es su carácter renovable, puesto que la energía
utilizada y las materias primas consumidas (carbono, hidrógeno, nitrógeno, potasio
y fósforo) son renovables (Ballesteros, 1998).

La biomasa es una cantidad de materia orgánica viva o muerta. Las sociedades


humanas han utilizado siempre varios tipos de biomasa para alimentación,
combustible, vestuario y casa. La utilización de energía solar para crecimiento
forestal y productos agrícolas (alimentos, maíz, heno, etc.) es la principal vía de
entrada de la energía solar en la economía. Usar estos productos para generar
combustibles líquidos, gas o electricidad, es viable, pero como requiere mucha
concentración, son necesarias grandes extensiones de tierra (Odum et al., 1988).

La biomasa puede ser usada directamente como combustible. Alrededor de la


mitad de la población mundial sigue dependiendo de la biomasa como fuente
principal de energía. El problema es que en muchos lugares se está quemando la
madera y destruyendo los bosques a un ritmo mayor que el que se reponen, por lo
que se están causando graves daños ambientales: deforestación, pérdida de
biodiversidad, desertificación, degradación de las fuentes de agua, etc.

El uso de biomasa como combustible presenta la ventaja de que los gases


producidos en la combustión tienen mucho menor proporción de compuestos de
azufre, causantes de la lluvia ácida, que los procedentes de la combustión del
carbono. Al ser quemados añaden CO2 al ambiente, pero este efecto se puede
contrarrestar con la siembra de nuevos bosques o plantas que retiran este gas de
la atmósfera.

También se puede usar la biomasa para preparar combustibles líquidos, como el


metanol, el etanol, que luego se usan en los motores. El principal problema de
este proceso es que su rendimiento es bajo: de un 30 a un 40% de la energía
contenida en el material de origen, se pierde en la preparación del alcohol.
En la actualidad se están haciendo numerosos experimentos con distintos tipos de
plantas para aprovechar de la mejor forma posible esta prometedora fuente de
energía.

La emergía neta de producción de biomasa, depende de la intensidad con que es


administrada. La emergía neta disminuye cuando aumenta la intensidad de
manipulación. Subproductos madereros, residuos de la agricultura e inclusive maíz
y caña de azúcar, son consideradas ‟cosechas energéticas‟. Residuos madereros
y agrícolas, como los tallos del maíz, pueden ser quemados para generar
electricidad. Maíz, caña de azúcar y cualquier otro material orgánico pueden ser
procesados para producir metanol y etanol, utilizados como combustible de
automóviles. Después de añadir los requerimientos extra de bienes, servicios,
equipamiento, combustible y electricidad para este proceso, la relación de emergía
neta es menor que 1; esto significa que pueden producirse combustibles a partir
de la producción agrícola y forestal, pero el proceso tendrá que ser subsidiado por
el resto de la economía.
Actualmente, se puede obtener más combustible por unidad de energía a partir de
carbón vegetal, gas natural y petróleo. En el futuro, cuando estas fuentes se
agoten, los combustibles de productos orgánicos quizás sean la única solución.
Sin embargo, existirá una fuerte demanda competitiva por la misma tierra para
producir alimentos, vestuario, residencias y combustible doméstico.
Otra posibilidad es usar la biomasa para obtener biogás (Silva, 2002).
El biogás es un gas combustible que se puede obtener a partir de los desechos
orgánicos (tanto humanos y de animales, residuos agrícolas, aceite de palma y
plantas acuáticas, entre otros). Este gas puede ser utilizado, por ejemplo, como
combustible para motores, en alumbrado y en la cocción de alimentos.
El método más común de producción de biogás es la digestión anaeróbica en un
tanque cerrado llamado „biodigestor‟. La biomasa se mezcla en el digestor con
agua para formar una suspensión, en la cual la digestión anaeróbica se realiza en
dos pasos. En el primer paso, llamado licuefacción, la materia orgánica es
descompuesta por hidrólisis enzimática y fermentada para producir principalmente
ácidos y alcoholes.
Seguidamente, en la etapa de gasificación, las bacterias metanogénicas rompen
los ácidos y los alcoholes, para producir metano y dióxido de carbono, nitrógeno y
ácido sulfhídrico, como se ilustra en la Figura 1.
Figura 1. El proceso de digestión anaerobia.

El biogás obtenido en esta transformación lo constituye una mezcla de gases


combustibles, y su composición depende del tipo de material orgánico utilizado
para su producción y de las condiciones de operación de los reactores donde
ocurre la transformación.
El biogás contiene aproximadamente un 60% de metano y 40% de dióxido de
carbono; la pequeña cantidad de ácido sulfhídrico da al gas un olor de huevos
podridos. El valor calorífico del biogás es 20 – 30 MJ de energía calórica por m³ de
gas.

Biosistema: compostaje de los residuos orgánicos


La descomposición de la materia orgánica es un proceso esencial para la vida,
que se da continuamente en la naturaleza y de forma espontánea. Por la misma
razón, el compostaje es la forma ideal de reciclar y devolver los restos orgánicos al
lugar de donde provienen originariamente.
Si la madre naturaleza lo lleva a cabo desde la aparición de vida en el planeta,
¿por qué no intentar adaptarlo a las condiciones de vida actual? (Alcolea y
González, 2000).

Figura 2. Ciclo de la materia orgánica en la naturaleza (1), y en el compostaje (2).


Fuente:

Hoy en día en el mundo agrícola se utilizan mayoritariamente abonos inorgánicos,


que a diferencia del compost, se fabrican a partir de fuentes de energía no
renovables como el gas natural o derivados del petróleo, desaprovechando el
potencial de la materia orgánica, mientras por otro lado malgastamos otros
recursos. Por ejemplo, para fabricar una tonelada de abono nitrogenado, se
necesitan tres toneladas de petróleo.
Sin duda el concepto de sostenibilidad que promulga un aprovechamiento racional
de los recursos, queda lejos de la explotación que se lleva a cabo en nuestros
días. En relación con la sostenibilidad, un precepto iraquí, enuncia:
“Para ser buena, una idea ha de seguir siendo buena durante las próximas siete
generaciones. Si no es buena como mínimo para siete generaciones, no es una
buena idea”.
En efecto, hemos de recapacitar sobre la continuidad de futuras generaciones, y
adoptar una postura menos individualista frente al consumo de los recursos
naturales. Un buen comienzo puede ser recuperar el compostaje, ya que no ha
dejado de ser nunca una buena idea para revalorizar los residuos de origen
orgánico.
De forma tradicional, durante años, los agricultores han reunido los desperdicios
orgánicos para transformarlos en abono para sus tierras. Compostar dichos restos
no es más que imitar el proceso de fermentación que ocurre normalmente en un
suelo de un bosque, pero acelerado y dirigido. El abono resultante proporciona a
las tierras a las que se aplica prácticamente los mismos efectos beneficiosos que
el humus para una tierra natural.

El desarrollo de la técnica de compostaje a gran escala tiene su origen en la India


con las experiencias llevadas a cabo por el inglés Albert Howard desde 1905 a
1947. Su éxito consistió en combinar sus conocimientos científicos con los
tradicionales de los campesinos. Su método, llamado método lndore, se basaba
en fermentar una mezcla de desechos vegetales y excrementos animales, y
humedecerla periódicamente.

Figura 3. El proceso de compostaje de la materia orgánica.


Fuente:

La palabra compost viene del latín componere, juntar; por lo tanto, es la reunión de
un conjunto de restos orgánicos que sufre un proceso de fermentación y da un
producto de color marrón oscuro, es decir, que en él el proceso de fermentación
está esencialmente finalizado. El abono resultante contiene materia orgánica, así
como nutrientes: nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio, calcio y hierro, necesarios
para la vida de las plantas.

El primer paso del proceso de compostaje, es disponer de una cantidad adecuada


de residuos orgánicos. Estos materiales nos aportarán la materia orgánica,
minerales, y microorganismos para que, en las condiciones de aireación y
humedad apropiadas, se produzcan las reacciones de descomposición. A partir de
este montón de residuos, empezarán a trabajar los diferentes grupos de
microorganismos, rompiendo las moléculas de las más simples a las más
complejas, transformándolas en compost. De hecho, se trata de un proceso
natural, como cuando en un bosque caen las hojas de los árboles y se
transforman en humus.

Para hacernos una idea del flujo de materiales, veamos la siguiente relación: si
tratamos 100 kg de residuos orgánicos, al finalizar el compostaje obtendremos
entre 30-40 kg de compost, algo menos de la mitad del material inicial; el resto se
evapora en forma de vapor de agua y CO2.

Durante el proceso, como consecuencia de la oxidación del carbono a CO2, se


produce energía en forma de calor. Esta, queda retenida en la masa de residuos
que se están transformando, de forma que el material se va calentando, llegando a
alcanzar los 75º C en las zonas interiores del montón.

Cuanto mayor es la cantidad de residuos que se composta, mayor es la energía


liberada, favoreciendo la subida de la temperatura. Este punto del proceso es muy
importante porque las altas temperaturas alcanzadas nos higienizan el material, es
decir, se destruyen los patógenos, protozoos y semillas que resultan perjudiciales
para la salud o los cultivos. Si el proceso se desarrolla correctamente, cuando las
moléculas se han descompuesto, la actividad microbiana disminuye y vuelven a
bajar las temperaturas del material hasta equilibrarse con el ambiente.

Biosistema: cultivo de hongos comestibles y medicinales sobre residuos


agrícolas
Durante el desarrollo de las actividades productivas de la mayoría de los cultivos
agrícolas, así como de industrias relacionadas con su transformación, se generan
de modo colateral grandes cantidades de material que, por lo general, tienen
consideración de subproductos de la actividad central y carecen de importancia
económica. Dentro de la amplia gama de estos subproductos agroindustriales
predominan los de naturaleza lignocelulósica (Muez y Pardo, 2001).

Tomando en cuenta la producción de residuos de cosechas y de procesamiento


industrial, se puede estimar que un 75 al 80% de todo el esfuerzo que hace el
hombre en la agricultura, está representado por subproductos (Sánchez, 1995).

Estos subproductos fibrosos han despertado interés como posible fuente de


alimentos para animales, para la producción de alimentos para consumo humano,
la producción de energía y de fertilizantes.

Una secuencia ideal sería utilizarlos mediante una transformación biológica,


primero, como alimento (humano o animal), luego, usar las excretas de estos
organismos como fuente de energía (biodigestores), y la biomasa residual del
biodigestor podría ser aplicada como fertilizante en los cultivos (Sánchez, 1995).

En la zona cafetera colombiana, se generan permanentemente residuos agrícolas,


como producto de las diferentes actividades que allí se desarrollan, por ejemplo:
en el cultivo del café, durante la etapa de limpia, se genera una gran cantidad de
material verde, durante la época de cosecha se genera pérdidas de hojas y al
someterse el fruto a los procesos de beneficio e industrialización se producen
materiales de desecho que representan el 90.5% del peso del fruto fresco,
utilizándose en forma de bebida sólo el 9.5% (Calle, 1977).

Los principales subproductos sólidos generados durante el beneficio del fruto e


industrialización del grano de café son: la pulpa, con una producción media de 2
toneladas frescas/Ha-año, el cisco, la película plateada y la borra (Rodríguez y
Jaramillo, 2005).

Cuando se presenta renovación de los cafetales por zoqueo, se presenta una


buena disponibilidad de madera que usualmente es utilizada como combustible,
con una producción media de 2 toneladas secas/Ha-año (Rodríguez y Jaramillo,
2005).

Asociados al cultivo del café se tienen cultivos de plátano (donde se generan


hojas, vástago y pseudotallo), cultivos de maíz (donde se generan ‟el capacho‟ y la
‟tusa‟), cultivos de fríjol (donde se generan ‟vainas‟ y hojas).

Todos estos residuos generados durante la actividad agrícola, ocasionan un


impacto ambiental adverso si son arrojados a fuentes naturales de agua o si se
disponen en el suelo sin un tratamiento apropiado.

La composición química de los residuos generados en la zona cafetera y de otros


residuos que se generan en Colombia en el sector agrícola (residuos del cultivo de
la caña de azúcar, del cultivo de arroz, del cultivo de algodón, entre otros) hace
que estos sean apropiados para ser utilizados en el cultivo de hongos tropicales.

La producción mundial de hongos (entre comestibles y medicinales) se ha


incrementado en más de 18 veces en los últimos 32 años, desde 350.000
toneladas en 1965, hasta cerca de 6‟160.800 toneladas en 1997 (Royse, 2003),
entre los cuales se destaca el cultivo de los géneros Agaricus, Lentinula, Pleurotus
y Auricularia. El gran valor proteínico de los géneros cultivados, aunado a su valor
medicinal, permite que estos hongos tengan un mercado abierto en el ámbito
internacional y unos buenos precios de venta (Rodríguez y Jaramillo, 2005).

Los hongos son potentes agentes biológicos que convierten los residuos orgánicos
incomestibles, presentes en la naturaleza, directamente en alimentos humanos
palatables. Además, ellos proveen un camino para la producción de alimentos sin
tener el recurso de la luz solar e independiente de la ruta fotosintética
(Rajarathnam y Bano, 1991).

Su eficiencia de conversión en proteína por unidad de área y por unidad de tiempo


es muy superior, comparado con las fuentes de proteína animal (Rajarathnam and
Bano, 1991).

Además, el sustrato agotado una vez terminada la cosecha representa un material


muy atractivo y con varias alternativas para su disposición biológica.
Los hongos disminuyen el contenido de lignina, que es el principal componente de
la materia leñosa y la cual está ligada a la celulosa formando complejos
lignocelulósicos que impiden que los rumiantes puedan utilizar la celulosa como
fuente de energía. Una vez delignificado el sustrato por la acción de los hongos,
se puede utilizar en la alimentación animal.

La producción de hongos tropicales contribuye de una forma innovadora a


presentar alternativas, desde el punto de vista económico, social, ambiental y
nutricional, para el manejo y aprovechamiento integral de los residuos
agroindustriales, protegiendo el medio ambiente, generando empleo, dando valor
agregado a los residuos sólidos, y obteniendo un producto de interés en los
mercados internacionales por sus excelentes cualidades alimenticias y
medicinales.

Biosistema: producción de abono orgánico mediante el proceso de


lombricompostaje

Los microorganismos juegan un papel protagónico en los procesos de


transformación de la materia orgánica. Para el caso concreto de los procesos de
compostaje, la población fúngica desempeña un papel importante en la etapa
inicial del proceso de descomposición de materiales orgánicos, por su actividad
saprofítica ya que atacan la lignina y la celulosa transformándolas en
carbohidratos simples u oligosacáridos. Debido a la carencia de carbohidratos
fermentables, en esta etapa las bacterias permanecen numéricamente limitadas y
metabólicamente latentes. Cuando la microflora bacteriana inicia su actividad
vegetativa, hay variación del pH del sustrato creando un medio adverso para los
hongos; el efecto inmediato es que dejan de proliferar, pero no desaparecen
(Compagnoni et al., 1988).

Tanto los hongos como gran parte de las bacterias, aunque son disociantes en lo
que respecta al pH, poseen una condición que los iguala: un mismo nivel medio de
temperatura, son organismos mesofílicos, prosperan y viven a temperatura
ambiente (Compagnoni et al., 1988). Entre las bacterias y los microhongos
transforman la celulosa y hemicelulosa en azúcares simples.

En esta etapa se lleva a cabo una serie de reacciones exotérmicas que elevan la
temperatura de la masa orgánica. Esta elevación térmica no representa ningún
problema para los actinomicetos ni para una parte de las bacterias ya que son
termófilos; en cambio para la gran parte de los microhongos, este nivel de
temperatura no es adecuado, produciéndose con ello la eliminación de los
microorganismos mesófilos (Compagnoni et al., 1988).

Los microorganismos mueren, se rompe la membrana celular y el contenido


citoplásmico se difunde en el medio. Algunos componentes internos de la célula
(antibióticos, fitohormonas, fitoauxinas, citoquininas), en presencia de estas
temperaturas quedan inactivados y descompuestos, con lo que pierden su
actividad bioestimulante. El resultado es que en todos los tipos de compost, en
general, se aprecia un nivel aceptable de ácidos húmicos, pero se observa la
carencia de bioestimulinas (Compagnoni et al., 1988).

Cuando al biocompostaje microbiano-enzimático se asocia a la acción de la


lombriz, el fenómeno queda automáticamente corregido. La lombriz destruye
también la célula fúngica, pero a la temperatura de su tubo entérico, evitando la
inactivación de todos los compuestos bioestimulantes presentes en el citoplasma
de los hongos. La disminución de la carga microbiana de las células fúngicas
constituye un factor positivo a los efectos de fertilización del suelo, ya que evita la
formación de mohos en el terreno, perjudiciales para el desarrollo de la planta y
para la fisiología de la absorción radicular; por lo tanto, en el lombricompuesto es
importante destacar que la variedad y el número de microorganismos determinan
su acción fertilizante, y que esa flora desempeña funciones en la absorción
radicular del vegetal (Compagnoni et al., 1988).

El lombricompuesto es un conjunto de organismos vivos y sustancias orgánicas.


Se caracteriza por ser inodoro, estable, fácilmente almacenable y transportable;
tiene una gran capacidad de retener la humedad haciendo crecer abundantemente
toda clase de plantas. Varía según las características físicas, químicas y
microbiológicas del lecho. Esta carga ejerce un control benéfico sobre los
patógenos responsables de enfermedades en los cultivos. También es de destacar
que el lombricompuesto es un extraordinario enmendante y regenerador de suelo,
pues mejora su estructura y textura, al tiempo que lo hace más permeable al agua
y al aire (Hormazábal, 1985).

El desecho de la lombriz es una materia orgánica muy utilizada, debido a sus altos
contenidos de nitrógeno, fósforo y potasio. Además de sus propiedades
nutricionales, este material orgánico es rico en microorganismos, debido a que las
lombrices provocan la selección y proliferación de éstos (Atlavinyte y Luganskas,
1970, citados por Velazco y Fernández, 1989), del orden de 108 células por
gramo.

Las lombrices están íntimamente relacionadas con los ciclos del nitrógeno y el
carbono en el suelo. Los lombricompuestos son ricos en nitrógeno, tienen una alta
concentración de NH4+, NO3-, Mg y P (Parle, citado por Parkin y Berry, 1994), los
lombricompuestos frescos tienen una alta concentración de NH4+, pero con el
tiempo ésta disminuye y se incrementa la concentración de NO3- indicando una
alta actividad de microorganismos nitrificantes (Parkin y Berry, 1994).

El lombricompuesto no sólo debe analizarse como abono orgánico, sino que se


debe evaluar en cuanto al aspecto físico, y contenidos químico y microbiológico.
Esto permitirá establecer los efectos benéficos de la aplicación de material
orgánico al suelo: hecho favorable para la fertilidad pues mejora la capacidad de
intercambio catiónico, las posibilidades de formas de vida que dependen de
sustancias orgánicas como sustrato y las agregaciones de partículas minerales
(Gómez, 1993).
Un segundo beneficio es el aporte al suelo de elementos minerales esenciales y
no esenciales para la vida de las plantas superiores. Y un tercer beneficio está
relacionado con la carga microbiana que constituye un inóculo de
microorganismos, los cuales contribuyen a la fertilidad del suelo, como es el caso
de las bacterias que intervienen en el ciclo del nitrógeno (Gómez, 1993).

Biosistema: depuración de aguas residuales biodegradables utilizando micro


y macroorganismos

El agua es indispensable para la vida en la tierra y también lo es para el desarrollo


industrial y agrícola de las sociedades humanas. Desde que el hombre existe ha
procurado aumentar sus recursos de agua y se ha preocupado por hacer
inofensivas para la salud las aguas usadas. El tratamiento de estas se hacía en
forma natural utilizando la capacidad de autodepuración de los cursos de agua o
del suelo (Bebin, 1986).

La autodepuración consiste en fenómenos físico-químicos y biológicos. Todos los


sistemas actuales de depuración del agua, incluso los más perfeccionados, no son
más que la transposición y la intensificación de esta doble acción depuradora de la
que la naturaleza nos ofrece el modelo (Bebin, 1986).

La depuración biológica de las aguas residuales se basa en la capacidad de los


microorganismos, que viven en el agua, de alimentarse de los compuestos
orgánicos más variados, componentes principales de la contaminación del agua
(Bebin, 1986).

Los progresos recientes en los conocimientos de la bioquímica bacteriana, han


logrado modificar enormemente las técnicas de depuración y han permitido
emplear microorganismos anaeróbicos, los cuales se han utilizado con éxito
durante los últimos años en su aplicación a residuos, debido a sus ventajas
respecto al tratamiento aeróbico tanto en economía y facilidad de aplicación como
por la obtención de un producto de gran valor energético como el metano (Zegers,
1987). Estos sistemas son cada vez más utilizados para tratar los efluentes
biodegradables en más del 90%, pero muy concentrados, procedentes de la
agroindustria (Bebin, 1986).

En el tratamiento anaeróbico de estas aguas intervienen muchos tipos de


microorganismos, a diferencia de la mayoría de biotecnologías, esto no debe
sorprender puesto que las materias primas utilizadas en el proceso son, de
ordinario, mezclas complejas de materiales y es improbable que una sola especie
pueda degradar toda la gama de compuestos distintos. De modo que en estos
sistemas se presenta una compleja interacción entre muchos tipos de
microorganismos en la que cada uno desempeña un importante papel (Prentis,
1987).
Las bacterias metanogénicas cumplen un importante papel en la digestión
anaeróbica, pues son las encargadas de la etapa final del proceso, en donde la
materia orgánica presente en el sustrato es convertida en CO2 y CH4, pero su
baja velocidad de crecimiento hace que sean necesarios largos períodos de
tiempo y se deba tener una especial atención para el primer arranque del reactor
(Zegers, 1987).

El éxito del primer arranque, de cualquier tratamiento anaeróbico, depende casi en


su totalidad de un crecimiento adecuado de las bacterias metanogénicas y de que
el material celular metanogénico generado sea retenido en el reactor como lodo
bacterial (Zegers, 1987).

Desde el punto de vista microbiológico, los digestores pueden considerarse como


cultivos de bacterias que se desarrollan a expensas del material alimentado
(Valles et al., 1980). La diferencia fundamental entre un proceso aeróbico y otro
anaeróbico en la depuración de aguas residuales orgánicas, es la orientación
preferencial del metabolismo microbiano en cada caso. Las bacterias aeróbicas
dedican la mayor parte de su energía metabólica a reproducirse (40-60%),
mientras que las bacterias anaeróbicas orientan su consumo de energía a la
producción de un compuesto potencialmente útil para el hombre, como lo es el
metano y sólo se reproducen en una mínima proporción (5-10%) (Pérez, 1990).

Es evidente, pues, que sólo asegurando un rápido crecimiento de la población


bacteriana anaeróbica, puede lograrse la máxima producción de gas, y ello
requiere, en primer lugar, la presencia de macro y micronutrientes en la proporción
adecuada. Por ello, la relación C/N es un índice altamente significativo en lo que
se refiere a la digestibilidad y al rendimiento potencial de un determinado material
orgánico. Su valor óptimo está comprendido entre 25 y 30 (Valles et al., 1980).

Los procesos biológicos utilizados en la depuración de aguas residuales como el


sistema de tratamiento anaeróbico, tienen su fundamento en la densidad de la
población microbial o biomasa, cuyo crecimiento depende de la existencia, en el
medio, de ciertos elementos, indispensables para la síntesis celular, por lo tanto,
cualquier proceso de tratamiento biológico necesita nutrientes y estos deben ser
suministrados según el grado de actividad microbial deseado (Rojas, 1987).

La investigación y el desarrollo de sistemas biológicos para el tratamiento y/o


aprovechamiento de residuos orgánicos, resulta importante para nuestro país
dada la necesidad de conservar el medio ambiente, el cual se constituye en un
patrimonio común, y por la conveniencia de detener la creciente degradación
ambiental de las zonas rurales cafeteras, originada por la contaminación de los
cursos superficiales de agua, a raíz de la disposición inadecuada de las aguas
negras y las aguas residuales del proceso de beneficio húmedo del café.

En el marco del desarrollo sostenible, aplicado a sistemas de tratamiento de aguas


residuales, es preciso diseñar sistemas integrales que combinen diferentes
métodos de tratamiento, Por lo general, un solo método no es suficiente para
lograr la depuración del agua residual a valores que no ocasionen impacto
biológico.

El objetivo de implementación de los sistemas de postratamiento, además de


cumplir con la normatividad ambiental vigente, la cual día tras día es más exigente
en lo relacionado con la calidad de los vertidos, es proteger los recursos naturales
de nuestra zona. En el postratamiento se busca la eliminación de materia
orgánica, sólidos suspendidos y remoción de nutrientes, teniendo en
consideración aspectos como la versatilidad del sistema, su facilidad de operación
y economía del mismo.

El jacinto de agua (Eichhornia crassipes), la lechuga de agua (Pistia stratiotes), el


helecho acuático (Salvinia molesta), la espadaña (Typha angustifolia) y las
lemnaceas, son plantas acuáticas que han mostrado capacidad de eliminación de
contaminantes de aguas residuales.

En la Figura 4 se presenta lo que sería un biosistema integrado para el


aprovechamiento de las plantas acuáticas generadas en el proceso de
postratamiento.

Figura 4. Biosistema integrado para el aprovechamiento del jacinto de agua.


Fuente: Adaptado de Rinker et al., (2004).
Dado que las plantas acuáticas son susceptibles a ciertas enfermedades y
parásitos, y las concentraciones densas de una sola especie favorecen la
transmisión de enfermedades, en general, el mantenimiento de la estabilidad de
un sistema de postratamiento ocurre cuando está constituido por varias especies.
Así pues, los sistemas de postratamiento que involucran varias especies de
plantas acuáticas pueden mostrar mayor capacidad de eliminación de
contaminación y mayor estabilidad que los que están constituidos por una sola
especie.

BIOSISTEMAS RELACIONADOS CON EL MANEJO INTEGRAL DEL AGUA Y


DE LOS RESIDUOS SÓLIDOS AGROINDUSTRIALES

A continuación se ilustran ejemplos de biosistemas para el manejo integral del


agua, de residuos sólidos orgánicos y de residuos de industrias alimenticias, y que
dan un panorama de la gran aplicabilidad de los mismos en el medio y de su
interrelación con los módulos que ofrece la maestría en el área de biosistemas.

Figura 5. Biosistema: manejo integral del agua.


Fuente:

El agua proveniente de la fuente puede ser, dependiendo de sus características


físico-químicas y microbiológicas, utilizada directamente en la producción agrícola
y ganadera, a la vez que debe ser tratada en un sistema de depuración para ser
utilizada para el consumo humano (viviendas) y para la industria. Las aguas
residuales de las viviendas y de la agroindustria, por sus características físico-
químicas, pueden ser tratadas mediante biodigestión anaerobia, produciendo un
efluente que podrá se postratado con macrófitas y un biogás que puede ser
convertido en energía eléctrica, de utilidad para alimentar los motores del sistema
de tratamiento, y brindar luz y calor a las viviendas.

La biomasa utilizada en el sistema de postratamiento genera un agua con unas


características que la hacen apta para la producción agrícola o ganadera, o como
fuente para un proceso de potabilización y biomasa adicional que puede ser
utilizada para la producción de abono orgánico y biomasa de lombriz, mediante la
lombricultura. El abono orgánico se utiliza para la fertilización de los campos
agrícolas, y las lombrices para la alimentación animal.

Figura 6. Biosistema: manejo integral de residuos orgánicos.


Fuente:

La biomasa generada en los campos agrícolas se puede utilizar para la producción


de pectinas, cuando éstas contienen altos contenidos de sustancias pécticas (las
cuales tienen su aplicación en el área de la alimentación y de la cosmética) o
cuando tienen un alto contenido de celulosa, se puede emplear como sustrato
para el cultivo de hongos que tienen aplicación en la alimentación humana y en la
elaboración de medicinas alternativas, o cuando tiene altos contenidos de
azúcares y de grasas, en la producción de biocombustibles como el bioetanol y el
biodiésel.
Los residuos de los hongos se pueden utilizar para la alimentación animal al igual
que el sustrato agotado. Las excretas de los animales se llevan a un biodigestor
para su tratamiento y los efluentes son postratados con macrófitas. El biogás,
como en el ejemplo anterior, se puede utilizar para generar energía eléctrica que
se utiliza en el proceso de producción de los hongos.

La biomasa de plantas se puede utilizar como sustrato para el cultivo de los


hongos y repetir el ciclo para la producción de abono orgánico para los campos y
generación de biomasa de lombriz para la alimentación animal y cerrar el ciclo
productivo.

Figura 7. Biosistema Manejo integral de residuos en una industria de alimentos.


Fuente: Adaptado de Pauli (1996).

En este ejemplo, los desechos sólidos de una fábrica de producción de cerveza se


utilizan como sustrato para el cultivo de hongos comestibles, y el residuo de este
proceso para la alimentación de rumiantes. También el desecho de la fábrica se
puede utilizar para la producción de lombrices, y esta biomasa para la
alimentación animal.

Las excretas del proceso de producción animal son tratadas en un biodigestor, y el


biogás transformado en energía eléctrica para la generación de vapor para el
proceso productivo de la cerveza.
El CO2 generado es utilizado como materia prima en el proceso de producción de
espirulina, un alga con alto contenido de proteína de aplicabilidad en alimentación
humana.

Los desechos líquidos se tratan mediante procesos aerobios, y el efluente se


postrata con macrófitas, y después es llevado a un estanque de producción
piscícola.
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