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LA TENTACIÓN DE ULISES

Ulises supo temprano que la nave vista en el extremo sur de la isla, luminosa y obscura en
la negrura de su casco brillante con la humedad marina, era también luminosa y obscura
en el propósito de los hombres que la guiaban. Los mensajeros no lo dijeron así. Tal vez
ningún presagio reveló lo inminente. Tal vez en el sentir de los marinos que llegaban sólo
existía la luminosidad de los propósitos divinos ajenos a la sombría angustia humana del
deseo de ser. Sólo él sintió la duda. Sólo él vivió el desgarramiento de la tentación
ineludible. Las normas del mundo de los hombres habían sido violadas y la ira de los dioses
revelaba su despecho de seres inmutables, intolerantes de la creatividad humana propias
de seres transitorios que afirman su autonomía efímera y desafiante. No, los hombres,
apenas un pensamiento en el olvido, no importan, los dioses sí.

Aún en el barco visitante estaba lejos del puerto; la dársena transparente era todavía
un lecho abierto cuando Ulises sintió la angustia de la distancia antes de vivirla, la soledad
de su joven compañera antes de dejarla, el vacío en el alma de su hijo antes que pudiese
éste preguntar por su padre. El hombre quiere ser creador de su destino; quiere vivir la
dimensión terrestre que surge de la fantasía. Es la primera angustia de su existencia y
Ulises quería esa dimensión para sí. Ser hombre en su casa, su isla. Ser hombre en las
profundidades amorosas de su compañera sin otro designio que ser la negación de si
mismo, de ser uno con ella. Ser hombre en el descubrimiento de la voz de su hijo, en la
locura fantástica del relato del anochecer, lúdico y severo, amigo y héroe… ¿Héroe? No, el
quería ser hombre. Recibiría y desconocería a los príncipes de Hélade. Su casa, su ganado,
su ciudad, le necesitaban a él, presente y humano, creador y sabio… en suma padre de su
pueblo.

Sus hombros perdieron altura y sin lucha pudo mirar el cielo y su mano dejó el pliegue de
la túnica; ya podían llegar los visitantes. Estaban lejos aún, pero su dilema estaba resuelto.
¿Dilema? ¿Resuelto? El príncipe de Itaca se debía a su pueblo y debía respetar a los
dioses, someterse a su designio, acatar la maravilla de su voluntad y vivir su estatura
heroica de doble padre. ¿Cómo podría su hijo alzarse a su dignidad si él la negaba,
separando su vida del mundo de los hombres al negar la voluntad de los dioses? ¿Cómo
podría su hijo alzarse a su dignidad si el la negaba, separando su vida del mundo de los
hombres negar la voluntad de los dioses.¿Cómo podría su pueblo reconocer su sabiduría
si él eludía la estatura divina de los actos humanos? Para él príncipe de la Hélade, sólo
cabían el respeto a la inevitable orden divino, el respeto a la trama social del hombre que
niega la personalidad del gesto único y afirma la soledad cósmica del héroe negando al
hombre. Pero para él, Ulises, sólo cabían el sentido terrestre de su existencia (su familia,
su casa, su isla verde y fértil), la negación del yo en el amor que libera en la revelación del
otro, el sentido personal de la existencia que afirma la unidad cósmica negando al héroe y
el orden divino. Desprendió algunas piedrecillas al apoyarse en el parapeto del otero desde
donde contemplaba el mar. Le dolió el pecho al sentir su corazón palpitante y vivió la palidez
en el rubor de su rostro.

En la casa había preparativos para la recepción de los visitantes. La voz de Penélope hirió
sus extrañas. En el barco habían ya bajados las velas y los golpes de remos lo llevaba,
bello y esbelto, al interior protegido del puerto.
El hombre y el héroe se negaban a Ulises; el deseo de ser y no ser, el desgarramiento
distorsionado en un maridaje imposible paralizaban su voz… ¿Cómo ser hombre sin negar
al héroe? ¿Cómo ser héroe sin negar al hombre?

El mensajero la nueva: venían Diomedes, Palamedes… Ulises ya no esta en el otero. Su


dilema no tiene solución; solo cabe negarlo existiendo en un nuevo dominio donde no tenga
cabida ni el héroe ni el hombre. Uniendo a los caballos el arado al revés su pantomima de
roturar los campos es la imagen misma de la locura. Ajeno y extraño, el rostro transformado
por la distancia interna, la voz oscurecida en la perdida del entendimiento, es solo ausencia
sin enojo ni angustia, transparente a las voces y los gestos.

Ni hombre ni héroe. Pero el hombre no puede ser ni hombre ni héroe; basta un destello de
sentimiento, una pregunta por el otro, una debilidad ante lo divino, y la realidad ineludible
de la gran tentación destruye la locura no sentida.

Palamedes sella su destino heroico; ve donde debió permanecer ciego, actúa donde debió
ser retenido por la indolencia, y tomando al hijo de Ulises lo deja en el camino del caballo
que arrastra al contorsionado arado.

Ya no cabe el héroe para Ulises, su desgarramiento se une a su ira. Su hijo es la sanidad


de su espíritu, y la ventana a la única respuesta. La fantasía de la gesta heroica, el porvenir
hecho pasado, el encuentro con lo inevitable aun desconocido, se despliega en la voz y los
ojos de los huéspedes. Esa noche el vino dulce parece adormecer los espíritus y Penélope
y Ulises descubren, sus cuerpos entrelazados y dormidos, en paz con la angustia del cuerpo
y del alma, que se es héroe siendo inocentemente hombre, y se es hombre siendo
inocentemente héroe.

Así Ulises llevará diez barcos y Penélope tejerá su tela infinita.

"El sentido de lo Humano" Humberto Maturana

TALLER
1. ¿Cuál es la intención del texto?-
2. Hablando en términos literarios: ¿Cuál crees que es la metáfora del texto?
3. ¿Cómo es la representación del hombre y del héroe en el texto? (características que le
da a los hombres y a los dioses).
4. Desde el sentido de lo humano y haciendo un paralelo entre lo expuesto en la lectura
(el viaje de Ulises), exponer desde tu realidad como estudiante estas tentaciones que a
diario se te presentan.
5. ¿Qué interpretación le haces a la parte final del texto: “Esa noche el vino dulce
parece adormecer los espíritus y Penélope y Ulises descubren, sus cuerpos
entrelazados y dormidos, en paz con la angustia del cuerpo y del alma, que se es
héroe siendo inocentemente hombre, y se es hombre siendo inocentemente
héroe.”

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