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Llenarse de Ira?
Angel Manuel Rodríguez
Doctor en Teología
Nadie quiere ser objeto de la ira; y mucho menos de la de Dios. Entiendo por qué
algunas personas se sienten incómodas acerca de este tema. Por causa de la condición
moral y espiritual de la raza humana, todos merecemos y somos por naturaleza objeto
de la ira de Dios (Efe. 2:3). Vivimos en una era de sentimentalismo y permisividad, que
hace difícil aceptar la realidad de la ira de Dios. Por lo tanto, algunos tienden a
redefinirla, al enfatizar que Dios es amoroso por naturaleza, y sugieren que el amor de
Dios y su ira son incompatibles. Pero la realidad es que la ira de Dios no puede ser
borrada de las Escrituras. Deberíamos mantener esto en mente cuando discutimos este
importante tema.
5. La ira de Dios y nosotros: La ira de Dios contra el pecado humano revela su lado
afectivo. Indica que toma al pecador seriamente, que no nos ignora incluso cuando
estamos en rebelión contra él. En otras palabras, toma nuestras acciones tan seriamente,
que al reaccionar ante ellas con su ira nos está mostrando su deseo de interactuar con
nosotros. Ignorar a las personas muestra irrespetuosidad y ausencia de amor; cuando
Dios reacciona ante nuestro pecado, nos está diciendo claramente que somos
importantes para él, que no nos abandona fácilmente, que la relación aún no se ha
terminado. El amor de Dios y su ira no son incompatibles.