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HISTORIA DE LA DIABLADA

A partir de ese proceso histórico, la Diablada tal como la conocemos, tiene su contexto temporal
a inicios del siglo XX (1904) con énfasis en el departamento de Oruro, así como Potosí y La
Paz. Paulatinamente se ha expandido a todo el país en eventos de diferente índole cultural y
educativa. Asimismo, se tiene que desde fines de 1800 ya existía la práctica artesanal de los
mascareros, que iniciaron con una larga tradición de creatividad dando vida a las máscaras de
diablo que llevan los bailarines.
La presencia de los personajes de la Diablada se dinamiza en relación a su desarrollo en el
tiempo. En el siglo XIX la Diablada tenía como personajes principales a: “El Ángel”, “Lucifer”,
“Las Chinas” y “Los Diablos”. En el siglo XX se añadieron: “Lucifer”, “Satanás”, “La China
Supay”, “Las Chinas Diablas”, “Diablesas”, “Diablillos” y “Diablillas” (representados por niños),
“El Cóndor”, “Los Jukumaris,” “Osos” y “La Muerte”. En el siglo XXI se añaden “Los Ñaupas”,
“Las Virtudes” y “Las Tentaciones”.
El nombre de la danza proviene también por la máscara y el traje que lo caracteriza. Los diablos
llevan máscaras de lucifer con imágenes de sapos, dragones, serpientes, cuernos, colmillos
felinos, ojos saltones, y peluca de crines de caballo, capa o un juego de tres pañuelos grandes
y pechera ricamente bordada; en las manos guantes blancos o bordados con dragones,
pañuelos, faja con numerosas monedas perforadas en la cintura; el pollerín se caracteriza por
consistir de cinco hojas ricamente bordadas buzo con una raya roja a los costados y botas en
blanco con apliques rojos. Los colores de los trajes son vistosos y llevan diseños de dragones
y serpientes.
El Arcángel San Miguel es el enviado celestial que vino en defensa de la Virgen, suele ser un
bailarín excepcional, con cierta autoridad y mando en la coreografía, muchas veces de
imponente estatura. En cuanto a la indumentaria lleva una máscara “celestial” ojos vidriosos,
con casco de lata al estilo romano, cabellera femenina que le llega hasta media espalda, espada
curvilínea y relampagueante; escudo bruñido con reflejos de espejo, polainas, alas, falda de
seda blanca o celeste, guantes blancos.
La China Supay, baila en hileras dinámicas jóvenes a partir de los 20 años transformándola en
un personaje elegante, sexy que utiliza corsés ceñidos y polleritas cortas. La China Supay, lleva
máscara que solamente cubre la mitad del rostro con diadema, el lagarto en la careta y los
bordados sapos, dragones, serpientes y cuernos, orejas en punta, ojos azules grandes y tez
blanca, capa y pechera, faja con monedas sujetadas, y pollera con bordados y botas.
La presencia de los animales también es fundamental: Siendo que el Cóndor es un símbolo
patrio que forma parte del escudo boliviano, también se personifica a esta ave, quien baila con
botas y moviendo las alas. El Oso andino, surge de la personificación del jukumari, está hecho
de lana y actualmente lleva una careta diablesca; existen dos tipos: el Oso (blanco) y el Jukumari
(marrón oscuro o negro), un personaje suelto que abre campo y que interactúa con el público.

La danza de los diablos, inicialmente habría sido acompañada con instrumentos musicales de
viento autóctonos, hoy en día los llamados bronces o las bandas de metales son fundamentales.
Para el acompañamiento se emplea cinco diferentes géneros musicales: la marcha de órdenes
(diablada propiamente dicha); mecapaqueña, un huayño alegre (mal denominado cacharpaya);
el denominado carnaval oriental, bailado al “estilo diablo”; Cueca y la Cacharpaya, un huayño
triste de despedida del carnaval que se la ejecuta el “Domingo de Tentación”.

A partir de la Diablada se nota una fuerte cohesión entre todas las personas que la bailan y la
aprecian. A través del tiempo se ha enriquecido y diversificado dándole diferentes matices
regionales; sin embargo, el contexto cultural, histórico y geográfico propiciado en Bolivia, en
especial por el intenso trabajo en la minería, brindó las condiciones adecuadas para que
surgiera la Diablada como una de las expresiones más emblemáticas. Si bien existen bailes que
incorporan la figura del diablo en diferentes coreografías alrededor del mundo, la Diablada
boliviana tiene sus peculiaridades ya que la composición iconográfica observada en la
indumentaria y especialmente en las máscaras tienen características bien definidas y propias
de la Diablada que se baila en Bolivia.

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