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ARQUEOLOGÍA recibirá artículos originales, noti- 4. En caso de incluir citas de más de cinco lí- nuevos fechamientos por radio-carbono”, Ar-
cias y reseñas bibliográficas referidas a temas neas, éstas se separarán del cuerpo del texto queología, núms. 9-10, México, INAH, pp. 45-48.
teóricos, metodológicos y técnicos sobre el pa- con sangría en todo el párrafo. No deberán lle-
trimonio arqueológico. Las colaboraciones se di- var comillas ni al principio ni al final (con ex- Lechuga Solís, Martha Graciela
rigirán a los editores, la revista acusará recibo cepción de comillas internas). 1977 “Análisis de un elemento de la estructura
al autor y enviará el trabajo al Comité Dictami- 5. Los guiones largos para diálogos o abstrac- económica azteca: la Chinampa”, tesis de licen-
nador. Si los dictaminadores consideran nece- ciones se harán con doble guión. ciatura en Arqueología, México, Escuela Nacio-
sario modificar o corregir algún texto, se propor- 6. Los números del cero al quince deberán es- nal de Antropología e Historia, INAH.
cionará copia al autor de éste para que realice cribirse con letra.
González, Carlos Javier
los cambios pertinentes. Aceptada la contribu- 7. Las referencias bibliográficas deberán ir in-
1988 “Proyecto Arqueológico ‘El Japón’ ”, Méxi-
ción, se informará al autor y se enviará un for- tercaladas en el texto y citadas entre parénte-
co, Archivo de la Subdirección de Estudios Ar-
mato de cesión de derechos, que deberá re- sis. Contendrán sólo el primer apellido del au-
queológicos, INAH, mecanoescrito.
gresar debidamente firmado a la Dirección de tor, seguido de et al., en caso de que hubiera
Publicaciones en un plazo no mayor de 30 días, más autores, año de publicación; dos puntos y 10. La foliación deberá ser continua y comple-
anexando copia de identificación oficial vigen- página inicial y final de la fuente, separadas por ta, incluyendo índices, bibliografía y apéndices.
te con fotografía. El autor recibirá diez ejempla- un guión corto, ejemplo: (Raab et al., 1995: 293- 11. Las gráficas e ilustraciones deberán ser ori-
res del número de la revista que incluye su tra- 294). La referencia deberá aparecer completa ginales. No se incluirán fotocopias, copias en
bajo, y cinco cuando se trate de más de tres en la bibliografía. El uso de abreviaturas debe- acetatos ni archivos en disquetes de 3.5 pul-
autores. Los dictámenes son inapelables, y los rá ser homogéneo a lo largo del texto. gadas. Deberán ser numeradas consecutiva-
trabajos no aceptados podrán ser devueltos, a 8. Los símbolos de asterisco ( * ) se usarán úni- mente y con referencia o llamada en el texto,
solicitud expresa del autor o autores. camente para indicar la dependencia o institu- descritas todas como figuras. Todas deberán ir
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Requis
quisii tos para l a p
prresen
esenttac
acii ón de originales:
nales: agradecimientos, aclaraciones u observaciones Los mapas y dibujos se entregarán en papel
1. La presentación de los textos propuestos de- generales sobre el artículo. Notas de otro ca- bond, con líneas en negro. En el caso de foto-
berá ser impecable. Se proporcionarán tres co- rácter deberán ir a pie de página con numera- grafías, diapositivas u otro material gráfico, se
pias impresas en papel, acompañadas de su ción corrida. sugiere entregar los originales o bien archivos
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lante). Las gráficas e ilustraciones incluidas se- una resolución de 300 dpi. Sólo se aceptarán
rán entregadas en archivos separados al de los MacNeish, R.S., A. Nelken-Terner e I.W. Johnson archivos con formato TIF o BMP.
textos. 1967 The Prehistory of Tehuacan Valley, vol. II. 12. Los autores proporcionarán lugar de ads-
2. Los artículos tendrán una extensión mínima The non-ceramic artifacts, Austin, The University cripción, número telefónico y dirección de co-
de 15 cuartillas y máxima de 40, incluyendo no- of Texas Press. rreo electrónico de al menos uno de ellos.
tas, bibliografía e ilustraciones; las noticias 13. Editados los textos en pruebas de impren-
no excederán las 15 cuartillas y su contenido ta, los autores serán convocados para dar su
Lorenzo, J. L. y L. Mirambell (coords.)
reflejará sobre todo hallazgos recientes y resul- visto bueno, mediante la lectura de los mismos,
1986 Tlapacoya: 35 000 años de Historia del
tados técnicos; las reseñas no excederán las en un plazo no mayor de los cinco días hábiles.
Lago de Chalco, México, INAH (Científica, 155).
10 cuartillas. Los textos deberán entregarse en
cuartillas de 1 700 caracteres aproximadamen- Cor
Corrrespondencia:
Limbrey, Susana
te, a doble espacio y escritas por una sola cara. Revista Arqueología
Artículos y noticias deberán acompañarse de 1986 “Análisis de suelos y sedimentos”, en J. Coordinación Nacional de Arqueología del INAH
un resumen de media cuartilla (850 caracteres), L. Lorenzo y L. Mirambell (coords.), Tlapacoya: Lic. Verdad núm. 3, col. Centro
y de la traducción de éste al inglés.
35,000 años de Historia del Lago de Chalco, 06060, México, D.F.
México, INAH (Científica, 155), pp. 67-76.
3. Los originales se presentarán en altas y ba- Tels. 5522 4241
jas (mayúsculas y minúsculas), sin usar abre- Fax
viaturas en vocablos tales como etcétera, ver- Oliveros, J. Arturo y Magdalena de los Ríos Correo electrónico:
bigracia, licenciado, doctor. 1993 “La cronología de El Opeño, Michoacán: revistarqueologia@inah.gob.mx
p r e s e n t a c i ó n
L os editores
Ángel García Cook * y Beatriz Leonor Merino Carrión**
Con base en las investigaciones realizadas en el noreste de México —cuenca baja del río Pá-
nuco— en un área de 9,500 km2, a finales de los años setenta y principios de los ochenta, por
el Proyecto Arqueológico Huaxteca y por el Proyecto Definición del Formativo en la Cuenca
Baja del Río Pánuco, se elaboró y propuso una secuencia cultural para el periodo Formativo
para esta región. La cronología está basada en 47 fechamientos por carbono catorce (C14) y en
el análisis tipológico y comparativo de los materiales culturales obtenidos en las exploracio-
nes de superficie y en las diversas excavaciones efectuadas en sitios previamente selecciona-
dos. Esta secuencia cultural cubre casi dos milenios —del 1700 a.n.e. al 200 d.n.e.— y está
representada por siete fases culturales sucesivas, independientes entre sí pero interrelacio-
nadas. La secuencia cultural que proponemos, modifica y amplía la originalmente propuesta
para finales de los años ochenta (1987-1989). Además de indicar la forma de ubicar temporal-
mente cada una de las fases culturales que integran la secuencia, se otorga cierta información
respecto al modo de vida, patrón de subsistencia, diversos eventos sociales y sobre las relacio-
nes observadas al interior del área de estudio y con otros grupos fuera del área, de regiones
cercanas o a gran distancia.
entre 1978 y 1982, y fueron dirigidos por Bea- con materiales culturales conocidos para otras
triz Leonor Merino Carrión y coordinados a dis- regiones.
tancia por Ángel García Cook (fig. 1).
Para el caso del Formativo, cuatro fueron las fa-
Durante el Proyecto Arqueológico Huaxteca ses culturales propuestas: Pujal, de 1600 a 1100
( PAH) se localizaron 525 asentamientos hu- a.n.e.; Tampaón, de 1100 a 650 a.n.e.; Tantuán
manos prehispánicos, correspondiendo 483 a I de 650 a 350 a.n.e., y Tantuán II de 350 a.n.e.
grupos sedentarios y 42 a evidencias de grupos a 200 d.n.e. (figs. 2 y 3).
nómadas (García Cook y Merino Carrión, 1977,
1979, 1989 y Merino Carrión y García Cook, Los estudios del PAH permitieron contar con
1984, 1985, 1987 y 1989). Con base en el análi- una idea de la evolución cultural de las socie-
sis de la documentación obtenida durante los dades que habitaron durante la época prehispá-
trabajos de campo se logró establecer una se- nica en esta región noreste de México y hasta
cuencia cultural, integrada por tres periodos cierto grado las interrelaciones con otros gru-
para los grupos precerámicos y/o acerámicos y pos fuera del área base de estudios. Igualmente
por ocho fases culturales correspondientes a se lograron observar los cambios sufridos a tra-
los grupos humanos sedentarios. Secuencia apo- vés del tiempo, y se trató de delimitar las diver-
yada, en su momento, en 44 fechamientos de sas culturas existentes en el área tanto espacial
C14, además del riguroso análisis comparativo como cronológicamente.
23º 00’
Xicoténcatl
Magiscatzin González
Mante Manuel
Chocoy
Naranjito
2
Tamuín
Pánuco 22º 00’
Valles
Japoy
Cebadilla
Chicayan
Naranjo
Cebadilla
21º 30’
99º 20’ 99º 00’ 98º 30’ 98º 00’ 97º 30’ 97º 15’
Poblados Ríos Caminos 0 5 10 20 km
1500
Cabezas Pánuco Los Ángeles
Tamuín
VI San Lorenzo
El Cristo
?
Las Flores Tamul
1000 Isla B V
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
1000
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
?
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Isla A Tanquil
Zaquil La Salta
IV
1500 Palmillas
Cacahuatal ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 1500
Pitahaya Coy
III
Tecolutla Eslabones ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
d.n.e.
El Prisco
o Tantuán 2000
II
a.n.e. Arroyo II ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Grande ?
Chila
I Laguna
Esteros B
1500 Tantuán
I 2500
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Aguilar
Esteros A
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Tampaón Mesa
1000 Ponce de Guaje
Ojite ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
3000
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Montegordo
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Pavón Pujal
○ ○
Almería
○ ○ ○ ○ ○ ○
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Con la finalidad de conocer a detalle y tratar este periodo —Preclásico o Formativo— exca-
de afinar esta secuencia cultural establecida con vados en años anteriores por el PAH: El Círculo,
base en los resultados del PAH, en 1984 se propu- Agua Nueva, El Lomerío, Tancuiche, Tamacui-
so la realización de otro programa de investiga- che, Oviedo, etcétera (fig. 4).
ción dedicado a la obtención de un conocimien-
to más amplio de los inicios del sedentarismo y De los sitios explorados por el PDFCBP, destaca
en general del Formativo regional. De esta mane- el Hv-24, sobre el cual fue ubicado el actual
ra surgió el Proyecto Definición del Formativo ejido de Amado Flavio Altamirano, lugar en el
en la Cuenca Baja del Pánuco (PDFCBP), dirigi- que se llevaron a cabo cuatro temporadas ma-
do por los firmantes (Merino Carrión 1984, yores de campo. La idea base del proyecto fue
1985; Merino Carrión y García Cook, 1989). determinar el modo de subsistencia de los pri-
Este programa dio inicio en 1984 y concluyó meros grupos sedentarios de la región, además
en 1989 con la última temporada de campo. En desde luego, de contar con mayores elementos
cinco temporadas se exploraron seis sitios con culturales y de ecofactos para caracterizar mejor
presencia de materiales preclásicos —El Sacri- el periodo Formativo regional. Precisamente en
ficio, Tantojón, Altamirano, Vichinchijol, La Re- Altamirano logramos obtener una amplia docu-
forma, Tierrita Blanca—, además de contar con mentación, la cual nos ofrece una visión más
la información de los sitios correspondientes a clara de su desarrollo cultural; aun cuando no
8
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Sig.
Fases de 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
culturales Prod.
Tiem-
po
1500
Tamuín
*
Tamul
1000
Tanquil
1500
Coy *
Tantuán –0–
II
fue posible la obtención de polen en las mues- dor del año 3500 a.n.e.— que lo hacen un buen
tras de sedimentos ni de restos vegetales dadas asentamiento para observar el desarrollo cultu-
las características y composición de los suelos ral del Formativo. Además, salvo la afectación
de la planicie costera,1 las evidencias en la ce- agrícola actual, no existe algún otro daño pos-
rámica, de los artefactos líticos y de los objetos terior a su abandono, ya que el sitio en el que
de concha y hueso obtenidos, nos ayudaron a se localiza el asentamiento prehispánico sólo
tener una idea más clara del comportamiento fue colonizado hasta 1965, momento de reubi-
humano para el periodo Formativo. cación del Ejido Altamirano, que se encontra-
ba a la orilla del río Pánuco a escasos 500 m al
Por otro lado, Altamirano tuvo una ocupación norte.
continua durante el Formativo —de 1700 a.n.e.,
al 200 d.n.e.— con presencia esporádica poste- Con base en la información recuperada por el
rior —del 500 al 600 d.n.e.—, así como algunas PDFCBP —cuatro temporadas en Altamirano
evidencias de ocupación precerámica —alrede- (una en El Sacrificio [Hp426] y una en Tantojón
[Hp427]) sondeos efectuados en 1979 y 1980,
1
Sólo se pudieron recuperar algunos ejemplares de frijol en El Sacrificio y en Altamirano, un número ma-
(carbonizado) así como algunas raspas de maíz. yor de fechamientos, entre ellos 40 correspon-
9
SECUENCIA CULTURAL PARA EL FORMATIVO EN LA CUENCA BAJA DEL RÍO PÁNUCO
23º 00’
Xicoténcatl
Magiscatzin González
Mante
Manuel
Chocoy
San Antonio
22º 30’
Altamira
Tamaulipas
Veracruz Tancol
San Luis Potosí
Tampico
Peñitas
Ébano
Golfo de México
Tamuín
Pánuco 22º 00’
Valles
Jopoy
21º 30’
99º 20’ 99º 00’ 98º 30’ 98º 00’ 97º 30’ 97º 15’
dientes a la secuencia de Altamirano—, se logró PAH se vio incrementada por tres fases más, las
afinar la secuencia cultural correspondiente al cuales se intercalan con las ya conocidas y así,
Formativo de esta región del noreste de México quedan de la siguiente manera (Merino Carrión
y ubicarla con mayor precisión temporal —ba- y García Cook, 1997, 1998, 2002; Castañeda,
sada en 47 fechamientos por C14—. Pudimos 1992, en prensa):
conocer un amplio número de elementos cul-
turales —artefactos y ecofactos— lo cual nos Fase Chajil (1700 a 1400 a.n.e.)
otorga una visión cada vez más amplia del com- Fase Pujal (1400 a 1150 a.n.e.)
portamiento humano durante el Formativo en Fase Chacas (1150 a 900 a.n.e.)
la cuenca baja del río Pánuco (figs. 5 a 7). Fase Tampaón (900 a 650 a.n.e.)
Fase Tantuán I (650 a 350 a.n.e.)
La secuencia de cuatro fases culturales —para Fase Tantuán II (350 a 100 a.n.e.)
el Formativo— propuesta originalmente por el Fase Tantuán III (100 a.n.e. a 200 d.n.e.)
10
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Conviene aclarar que los fechamientos por C14 fechamientos (de Arizona y de Texas) fueron
fueron logrados a partir del año 1980 y hasta enviados sin calibración alguna, posteriormente
1992, año este último al que corresponden las Magdalena de los Ríos los actualizó al corregir-
últimas dataciones. En su mayoría (32 de los 47 los con dos calibraciones utilizando el programa
fechamientos) fueron realizados en el Labora- Calimiter Nacional. En los cuadros y gráficas co-
torio de Fechamiento del INAH, a cargo de la rrespondientes (figs. 8 y 9) se presenta la in-
química Magdalena de los Ríos. El fechamien- formación existente, para entender con mayor
to de doce muestras se llevó a cabo en Estados claridad todos los fechamientos con que conta-
Unidos de Norteamérica: nueve procesados en mos, los cuales consolidan la secuencia de sie-
Arizona y tres realizados en la Universidad de te fases culturales propuestas para el Formativo
Austin Texas, por Austin Long. Estos últimos de la Cuenca Baja del río Pánuco (fig. 10).
11
SECUENCIA CULTURAL PARA EL FORMATIVO EN LA CUENCA BAJA DEL RÍO PÁNUCO
T
0
a III
n
t
u
á III
n
III 500
Tam-
paón
Chacas
1000 *
* * * *
Pujal
* anómala
Chajil 1500
De esta manera, la primera fase para grupos que la separan perfectamente de la presencia
sedentarios en la región, nombrada Chajil, que ocasional de Altamirano durante la fase Coy
hemos ubicado entre el 1700 y el 1400 a.n.e., regional, correspondiente ya con etapas consi-
cuenta con cinco fechamientos; uno de éstos co- deradas como “clásicas”.
loca su inicio bastante más temprano —por 1971
a.n.e.—, lo cual nos indica que con mayores Desde luego que toda la secuencia fue armada
investigaciones en la región pueda confirmarse con la seriación de los materiales procedentes
esta mayor antigüedad para la presencia de los del PAH, y de toda la documentación obtenida
primeros grupos sedentarios. Por el momento en contextos de las 33 excavaciones mayores
y con base en el análisis comparativo de los ma- efectuadas por dicho programa de investigacio-
teriales, preferimos colocar el inicio de Chajil nes. Asimismo se tomó en cuenta la rigurosa
alrededor del año 1700 antes de nuestra era. tipología efectuada con los elementos cultura-
les obtenidos en las excavaciones de algunos
Pujal, segunda fase cultural de la secuencia, es- de los sitios correspondientes al Formativo
tá consolidada por cinco fechamientos. Chacas, explorados por el PDFCBP (cerca de 250,000 ele-
cuenta con doce fechamientos de C14. La fa- mentos culturales), y sobre todo con los ma-
se cultural siguiente, Tampaón está consolidada teriales procedentes de las exploraciones en
con once fechas, y para Tantuán I únicamente Altamirano.
la fechan tres dataciones; mientras que Tantuán
II cuenta con seis, y también tres fechas corres- En la figura 10 se puede observar la ubicación
ponden a Tantuán III, además de dos fe- de las fases culturales que para el Formativo
chamientos más (para capas D y B de Hv-24) propusimos desde el año 1992, y es la que en
12
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
○
H E
○
D E
○
TAMPAÓN G I IVa
○
H F
○
V C
I J G
1000 F
H
CHACAS
D
J I
PUJAL
ML
1500 CHAJIL Merino Carrión-García Cook, 1992.
K
t Fig. 7. Correlación temporal de los diversos estratos de Hv-24, Altamira, Veracruz.
esta ocasión exponemos indicando una de las Formativo con sus investigaciones en esa región
maneras como fue “amarrada” cronológicamen- —Tampico-Pánuco— del noreste de México.
te —con base en los fechamientos de C14— y Se incluyen, igualmente, parte —la correspon-
es, asimismo, la secuencia cultural que veni- diente al Formativo— de las dos secuencias
mos manejando para el Formativo en esa región establecidas para el suroeste y para la sierra
de la cuenca baja del río Pánuco. de Tamaulipas, como resultado de los trabajos
en esas regiones realizadas por Richard S.
En la figura 10 se presenta también, la secuen- MacNeish en la década de los años cincuen-
cia establecida por Jeffrey Wilkerson (1981) pa- ta (MacNeish, 1958).
ra la región de Santa Luisa en el centro-norte
de Veracruz, y las fases propuestas por Gordon Para evitar confusiones y como existen algu-
Ekholm en sus exploraciones de 1944 y las nas publicaciones sobre nuestras exploraciones
de Richard Stockton MacNeish (1954) quien llevadas a cabo en esa región del noreste de
incrementa en tres fases más tempranas el México, se incluye también las fases culturales
13
SECUENCIA CULTURAL PARA EL FORMATIVO EN LA CUENCA BAJA DEL RÍO PÁNUCO
t Fig. 8. Cuadro de fechamientos por C14 para el Formativo de la Cuenca Baja del río Pánuco.
14
0
t
á
a
n
n
T
Tiempo
500
2000
1500
1000
a.n.e.
d.n.e.
–.–.–.
Pujal
I
Chajil
Chacas
II
G
III
Tampaón
Fases culturales
Proc. Hv24
–––––––
–.–.
Tiempo
ARQUEOLOGÍA
Hv24
––––––
J (p5)
500
500
2000
1500
1000
* Anómala
a.n.e.
d.n.e.
–.–.–
–.–.–.–.–
Hv24
n15G
––––––– ––––––– –––––
–.–.–.– –.–.–
n16J
Hv24
–––––––––––––––– –––––––––
–.–
–.–.–
*
n27K
Hv24
––––– –––
–.– –.–.–.–
G
Hv24
––––– ––––––––––––––––––––
n28K n32M 1-n10F n12K0
–.–.–.–.– –.–.–.–
J
I
32 enero-abril 2004
Hv24
––––––––––––––––––
Proc. Hv24 Hv24 Hv24 Hv24 Hv24
––––––––––––
–.–.–.–.–.–.–.–.–.– –.–.–.–
K
Hv24
––––––––––––––––––––––––––––––––– ––––––––––––
–.–.–.–.– –.–.–.–.–.–.
n26K
–––––––––––––––––––
Hv12 Hv24
–––––––––––––
3-II 1 n10F
–.–.–.–.–.–.–. –.–.–.–
I
2-B
Hv24 Hv24
Hv3
–––––––––––– ––––––––––
–.–.–.–.–.–.–.–.–.– –.–.–.–.–.
*
n7J
––––––––––––
Hv24
–.–.–.–.–.–.–.–.–.–
–.–.–.–.–.–.–
–.–.–.–.–.–.–
I
––––––––––––––
––––––––––––––––
–.–.–.–.–
–.–.–.–
III
––––––––––––––––––– ––––––––––––––
–.–.–.–.–.
–.–.–.–
–––––––––––––––
G B.4
–.–.–.–.–.–
–.–.–.–.–.–
<I n23-K J-K n19 K0 I-J
–––––––––––––––––
3-II
Hv12
–––––––––––––––––––
–.–.–.–.–
–.–.–.–.–.–.–
K
–––––––––––––
III
Hp83
––––––––––––––––––––– –.–.–.–
–.–.–.
Hv24 <Hv24 Hv24 Hv24 Hv24 Hv24 Hv24
n18-J
–––––––––––
C
––––––––––––– Hp83 –.–.–
K
–.–.–.–.–.–.–
*
–––––––
1-I
–––––––––––––– –.–.–
*
–.–.–.–
n28 L
––––––––
1.07
–––––––––––––– –.–.–.
J
–.–.–.–.–.–.–.–
–––––––––
t Fig. 9. Gráfica de los fechamientos por C14, para el Formativo de la Cuenca Baja del Pánuco.
H295 Hp427 Hv28
––––––––––––––––––– –.–.–.–
–.–.–.–.–
–––––––––––
n11E
Hv24
–––––––––––––––– –.–.–
–.–.–.– –––––––
F
––––––––––
––––––––
á –.–.–.
a
u
n
*
Hv24 Hv24 Hv24 Hv24 Hv24 Hv24 Hv24
1-n10F fondo J K (G7) n27 K
–––––––
Pujal
–.–.–.
n I
* Anómala
t II
García Cook-Merino Carrión, 2001.
Chajil
Chacas
T III
Tampaón
Fases culturales
Hv24
––––––
J (piso 5)
15
SECUENCIA CULTURAL PARA EL FORMATIVO EN LA CUENCA BAJA DEL RÍO PÁNUCO
Áreas Centro-norte Tampico-Pánuco Sur Oeste de Sierra de Cuenca baja Cuenca baja Áreas
de Veracruz Ekholm, 1944 Tamaulipas Tamaulipas del Pánuco del Pánuco
Tiempo Tiempo
Wilkerson, 1981 MacNeish, 1954 MacNeish, 1958 MacNeish, 1958 MC-GC, 1983 MC-GC 1998
AP
Pithaya ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
1700
300 (Pánuco III)
Palmillas
Eslabones
Tecolutla El Prisco Tantuán
0 Tantuán III
(Panuco II) ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
2000
Arroyo ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
II
Grande ? Tantuán
Chila Laguna II
Esteros (Pánuco I)
B Tantuán Tantuán
500 I I 2500
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Aguilar
Mesa Tampaón
Esteros
A ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
de Tampaón
Ponce
1000 Ojite Guaje Chacas 3000
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Monte Pavón
Pujal
Gordo ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Pujal
○ ○
Almería
○ ○ ○ ○ ○
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
3800
t Fig. 10. Cuadro de secuencias culturales para el Formativo en el noreste de México.
1400 a.n.e. Estos grupos practicaban ya la agri- El estudio de la cerámica ha determinado rela-
cultura —de maíz al menos— completando su ciones con el norte y centro norte de Veracruz
dieta con los recursos que el medio ambiente —área de Pánuco y región de Santa Luisa—,
les brindaban —peces de río, almejas, tortu- así como con el sur de Tamaulipas —cañón del
gas, catán, perro, venado, armadillo, conejo, Infiernillo—, parte media de San Luis Potosí
aves, etcétera—; asimismo eran productores —región de Alaquines—, y el área del Soco-
de cerámica. Los asentamientos son peque- nusco en Chiapas —fase Barra— (Castañeda,
ños —microaldeas— que cuentan con tan sólo 1992, en prensa; MacNeish, 1954; Wilkerson,
tres a siete casas-habitación, distribuidas en el 1981; Romero y Valenzuela, 1945; Lowe, 1967,
meandro del río Pánuco, en el extremo norte 1975; Ceja, 1985; Merino Carrión y García
del actual estado de Veracruz y oriente de San Cook, 1989, 1998, 2002; García Cook y Merino
Luis Potosí —municipio de Pánuco, Veracruz y Carrión, en prensa; García Cook, 1999, y Meri-
municipio de Ébano, SLP—. Las dimensiones no Carrión, 1992; Guzmán y Polaco, 2002).
de los sitios son de alrededor de media hec-
tárea, pueden observarse casas de forma oval y El análisis de los materiales culturales —cerá-
al parecer de uso comunal o para una familia mica y lítica— permitió observar que durante
extensa, ya que sus dimensiones cubren 13 x la fase Chajil convivieron en la región —con
7 m. Éstas contienen al interior un hogar —o seguridad en Altamirano, al extremo norte de
fogón— en los que pudieron observarse abun- Veracruz— dos tradiciones culturales diferen-
dantes restos de animales acuáticos y terres- tes: a) cerámica de pasta y paredes finas —ti-
tres—, además de piedras, carbón y ceniza pos Jabalines gris y Progreso metálico—, así
(fig. 11). como figurillas planas —tipos Armadillo plano
y Armadillo con pastillaje— entre otros elemen-
tos culturales, y b) cerámica de pasta media a
gruesa y paredes también medianas a gruesas
—tipos Granular, Café esgrafiada y Rojo hema-
tita— con figurillas, también de pasta menos
fina —tipos Grison y Miconegro— (Merino
Carrión y García Cook, 2002).
ria— e incluso el frijol común —Phaseolus vul- cercanías de los ríos Moctezuma y Pánuco,
garis—. Para la fase siguiente, La Perra —3000 Tampaón y Pujal. Los asentamientos crecieron
a 2000 a.n.e.— los cultivos agrícolas se in- en dimensiones, cubriendo de media a una y
crementaron, se cuenta con la presencia de dos media hectárea, y algunos más de tres hectá-
razas de maíz (Naltel temprano), así como con reas; se trata de pequeñas poblaciones concen-
la de perro domesticado —Canis familiaris—. tradas, microaldeas y aldeas chicas —siguiendo
Para la siguiente fase, última precerámica, Al- la propuesta de García Cook y Merino Carrión,
magre —2000 al 1500 a.n.e.— se conoce otra 1977b— cuya población se ha calculado entre
especie de calabaza —Cucurbita moschata—, ade- 20 y 50 habitantes, para las primeras y en torno
más de algodón —Gosipium hirsutum—. a 90 y 120 para las segundas. Las casas conti-
núan siendo de forma circular u ovaladas, con
Del mismo modo, en el suroeste de Tamaulipas, piso de lodo o tierra apisonada y cuyas paredes
en el cañón del Infiernillo, desde la fase Ocampo de bajareque fueron “enjarradas” —con recubri-
—4000 al 2200 a.n.e.— los grupos humanos ahí miento delgado de lodo— de acuerdo a lo que
presentes realizaban, además de una recolec- indican las exploraciones. La unidad-habitación,
ción intensiva, una agricultura incipiente, ba- también contaba con hogares de forma circular
sada en los cultivos de calabaza, frijol, chile, que contienen piedras, carbón y cenizas, ade-
ayocote, algodón, guaje, tabaco, girasol y ama- más de huesos de animales. Igualmente se loca-
ranto. Para la fase siguiente —Flacco, del 2200 lizaron, al interior de las casas, algunas “tinas”
al 1800 a.n.e.— es el momento en que ya se —de 0.90 x 0.60 x 0.40 m promedio al inte-
conocía el maíz en esta región. Y para la últi- rior— de forma ovalada y recubiertos de estu-
ma fase cultural precerámica o de grupos semi- co de 3 cm de espesor promedio.
sedentarios —fase Guerra—, sus habitantes
se dedican más a la agricultura y a la recolec- Para la parte final de Pujal, se exploraron otros
ción de plantas y se observa ya poca actividad elementos que al parecer eran compartidos por
de caza (MacNeish, 1958). varias casas-habitación, se trata de “fogones” u
“hornos”, de forma ovalada y de mayores dimen-
La cultura Chajil no manifiesta tratarse de un siones —1.95 x 2.10 m y 0.55 m de profundi-
grupo humano transicional —de recolectores dad—, con paredes y base de lodo quemado,
avanzados a cultivadores incipientes—; las evi- conteniendo en su interior únicamente, ceni-
dencias materiales que caracterizan a estos gru- za, carbón, piedras y algunos tiestos.
pos indican que se trata de gente totalmente
sedentaria, de agricultores —y desde luego A través de la cerámica —la que se incrementa
aprovechando lo que su hábitat les brinda- en cinco tipos, al igual que los de las figurillas—
ba—, con una industria alfarera plenamente es- se puede inferir que estos grupos de la cultura
tablecida. Pujal, además de contar con una cultura mate-
rial propia, observa relaciones con otros grupos
Fase cultural Pujal humanos del norte de México y sureste de Es-
tados Unidos, así como con toda la costa de Ve-
Para la fase Pujal (de 1400 a 1150 a.n.e.) se ob- racruz y de Tabasco y en cierta proporción con
serva un más amplio poblamiento de la región el altiplano central —Tlatilco— y Guatemala
por grupos sedentarios. Se conocen con preci- —Salinas la Blanca—, y se continúan los con-
sión 17 lugares diferentes,2 localizados en las tactos con sitios en el actual Chiapas.
2
Cuando se excaven otros asentamientos correspondientes al
Formativo, con seguridad existirán más lugares con cultural podrá incluso hasta duplicarse, ya que en buena
presencia de materiales culturales relacionados con esta fase parte de esta región —planicie costera— la sedimentación
y el número de sitios contemporáneos con este periodo es muy fuerte.
18
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Los otros dos enterramientos de t Fig. 13. Piezas de cerámica que acompañaban al Entierro 27 o
perros, corresponden a la fase Enterramiento de perro, Altamirano, Veracruz.
Chacas y a Tantuán II. De cual-
quier manera esta costumbre o ritual de sepul- objetos para uso cotidiano como elementos con
tar un perro al inicio de la construcción de una carácter ceremonial y de adorno corporal. El uso
casa se inició desde finales de Chajil y permane- del chapopote se generalizó: lo mismo se usó en
ció durante todo el Formativo. Con otras explo- la decoración de figurillas, como cementante
raciones se podrá precisar si esta manifestación para unir puntas de lanza (o dardo) a su astil,
cultural está presente para otras fases cultura- o para iluminación (fig. 14). La explotación del
les del desarrollo regional. (Merino Carrión y medio ambiente también se incrementó debi-
García Cook, 1997a, 2002) (figs. 12 y 13). do al aumento de la población y a la presencia de
nuevos satisfactores. Se explotaban productos
Del mismo, modo el ajuar utilizado —artefac- ribereños: almejas de ríos, tortugas, catán y otros
tos en piedra, tallada o pulida, y hueso de ani- peces, y algunos mamíferos: jabalí, armadillo,
mal— se incrementó, produciéndose tanto venado, conejo y otros animales de la región.
19
SECUENCIA CULTURAL PARA EL FORMATIVO EN LA CUENCA BAJA DEL RÍO PÁNUCO
Desde luego, el ajuar utilitario se multiplicó y Durante Tantuán II —350 a 100 a.n.e.— y Tan-
se distribuyó en una región más grande. Uno tuán III —100 a.n.e. a 200 d.n.e.— el apogeo
de los tipos cerámicos característicos de este regional llegó a su máxima expresión; se cubrió
momento, el Prisco negro, se le ha observado en de asentamientos todo el área explorada —270,
asentamientos tanto de Nuevo León y Tamau- al menos, en los 9,500 km2 explorados—; se mul-
23
SECUENCIA CULTURAL PARA EL FORMATIVO EN LA CUENCA BAJA DEL RÍO PÁNUCO
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27
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48
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
de otras especies para evaluar el sistema cla- estadios constructivos, uno cada quince años.
sificatorio propuesto. Se analizaron las colec- Según Laporte (op. cit.: 222), el grupo 6C-XVI
ciones de hueso trabajado de Cantona, Puebla tiene una gran similitud con los conjuntos ha-
(Talavera, Rojas y García, 2001), Comalcalco, bitacionales de Teotihuacan.
Tabasco (Talavera, Rojas y García, 1998a) Mon-
te Albán, Oaxaca (Talavera, Rojas y García, El entierro 60, PNT-031 corresponde a uno de
1998b) y Cacaxtla, Tlaxcala (Talavera, Rojas y los dos denominados Depósitos problemáticos.
García, 1998c), en donde encontramos artefac- Estos depósitos que son concentraciones de ma-
tos de hueso humano con los mismos atributos terial presumiblemente puro, de desechos pri-
tecnológicos y funcionales que los de Tikal. marios redepositados bajo pisos de plazas o
cámaras, pero que se encuentran sellados por
Presentamos a continuación los experimentos elementos constructivos contemporáneos que
de replica para inferir los procesos de manufac- aseguran su aislamiento de momentos cultura-
tura y la función de algunas herramientas de les posteriores.
hueso humano recuperadas en Mundo Perdido
Tikal, Guatemala, durante la temporada 1980- Lowe y Agrinier los han considerado como:
1982. Con ellos se ofrece una hipótesis sobre
el contexto social en el que fueron utilizados. “...ofrendas terminales”. Aparentan ser tiraderos ce-
remoniales de parafernalia utilizada en ceremonias y
luego desechada, por lo que el material puede estar
Ubicación del hallazgo
quebrado a propósito y enterrarse antes de las opera-
ciones de reedificación o dedicarse a las primeras cons-
Los materiales a los que hacemos alusión en es- trucciones del sitio (1960: 55).
te estudio, provienen de los trabajos de investi-
gación y restauración del Proyecto Nacional Para William Coe:
Tikal, Guatemala en la zona conocida como
Mundo Perdido, durante la temporada de cam- ...los depósitos problemáticos pertenecen a la catego-
po 1980-1982. En específico del entierro ría de caches, escondites y entierros por ser un tipo de
núm. 60 de la operación 37, que se localiza en depósito intencional, con fines propiciatorios o dedi-
el grupo 6C-XVI y que corresponde a un centro catorios (1959: 94-95).
habitacional del Clásico tardío. Con los traba-
jos de exploración fue posible detectar una De acuerdo con Pijoan y Salas (1984: 17-18),
amplia ocupación del Clásico temprano, lo que el entierro secundario múltiple marcado con el
representa una de las áreas mejor conocidas para número 60 (PNT-031), está constituido por lo
dicho periodo, ya que fue cubierta en su tota- menos por 19 individuos que fueron separados
lidad, lo que favoreció la conservación del con- conforme a su edad y sexo en: ocho adultos jó-
junto habitacional. Este conjunto fue fechado venes de sexo masculino; dos adultos de sexo
para el cambio cronológico entre las etapas Ma- femenino; tres adultos de sexo no determina-
nik 2 y 3, es decir para el año 400 d.C. y que ble; un subadulto de sexo femenino; un indivi-
acontece durante el Estadio 9, como lo indican duo de segunda infancia y cuatro infantiles.
los rellenos de las nuevas construcciones y la
presencia de diversos escondites dedicatorios, Los restos óseos de este depósito son princi-
además de los cambios constructivos respecto a palmente fragmentos de cráneo y mandíbula,
las edificaciones de tipo palacio (Laporte, 1987: además de huesos largos, en específico húme-
221 y 228). ros, fémures y tibias, lo que nos permite inferir
que quizás se hayan seleccionado para manufac-
Dicho conjunto habitacional presenta una ocu- turar herramientas posteriormente. Con rela-
pación aproximada de tres siglos, que abarca ción a los fragmentos de cráneo, tenemos que
desde el 300 al 600 d.C., evidenciando veinte en dos frontales, dos parietales y un occipital
50
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
se observan huellas de uso, es decir que se frac- Empleamos diversos sistemas clasificatorios que
turaron intencionalmente para obtener frag- unidos se complementan perfectamente. En
mentos relativamente grandes, con superficies primer lugar, se retomó la tipología tecnológica
convexas y que además fueron cocidos para ha- de Sheets (1975: 369) que ordena los produc-
cer su consistencia más dura y poderlos utili- tos (herramientas) y desechos de manufactura
zar como herramientas. en una sucesión jerárquica desde la forma de la
materia prima, las técnicas de manufactura y
Por lo que se refiere al segundo Depósito pro- los instrumentos hasta el desecho de trabajo re-
blemático PNT-21, es un entierro secundario sultante. En segundo lugar, la clasificación mor-
múltiple, integrado por diversos fragmentos de fológica propuesta por Leroi-Gourhan, (1978:
huesos como: húmeros, fémures, tibias y pe- 184-185) para analizar herramientas trabajadas
ronés, los cuales fueron fracturados intencio- en hueso y asta que consiste en ordenar a los
nalmente para sacar astillas puntiagudas que artefactos por la forma que presenta la punta
después se expusieron al calor con el fin de endu- en el extremo distal y las modificaciones en la
recerlos y probablemente usarlos como bruñi- base. En tercer lugar se aplicó el análisis fun-
dores. Debido a que la totalidad de los huesos cional de huellas de uso de Semenov (1981)
que constituyen este entierro están muy frag- que se basa en registrar las despostilladuras,
mentados, fue imposible determinar el sexo; ralladuras y pulimentos en el borde de traba-
en cuanto a la edad únicamente se pudo deter- jo. Esto, junto con la morfología del borde, las
minar que son individuos adultos. dimensiones de la herramienta y el contexto
arqueológico nos permiten inferir la posible fun-
De acuerdo con las evidencias reportadas por ción de las herramientas de la industria osteo-
Laporte (1987: 231), se puede considerar que dontoquerática. Por último, para poder compa-
no responde a un conjunto habitacional unido rar herramientas de diferentes sitios elaboramos
por el parentesco, sino más bien a un conjunto una cédula gráfica de rasgos cuantitativos y cua-
arquitectónico que involucra actividades de or- litativos (Talavera, Rojas y García, 2001:51)
den ritual, como es el que se refiere al juego de empleando con las modificaciones necesarias a
pelota, en donde sus moradores eran un grupo la morfología de los huesos, la propuesta de San-
especializado y de evidente carácter elitista. Ahí tamaría y García Bárcena (1984). En estas cé-
se realizaban diversas actividades relacionadas dulas se vierte también el tipo de segmento
con esta práctica: preparación ritual, iniciación, óseo, la especie, en el caso de humanos, edad,
habitación o propiamente el juego mismo, como sexo, marcas de entesopatías y patologías en la
demuestra el hallazgo de los murales; abarca la medida de lo posible, las modificaciones tafo-
etapa Manik 2 (400 d.C.) la cual está constitui- nómicas, la información morfológica de la pun-
da por los estadios del 1 al 9; en el estadio 2 (d.C.) ta y la base, así como las huellas de manufactura
se representa a un jugador y la pelota, así como y uso.
los murales completos de jugadores en el esta-
dio 7 (d.C.) y de un marcador en estadios pos- Por ello, dividimos la muestra de herramientas
teriores. de huesos humanos de Tikal de acuerdo con la
forma general de la herramienta, tipo de seg-
Análisis de los artefactos de hueso mento óseo y las características de la superfi-
humano de Mundo Perdido Tikal cie de trabajo.
Cabe destacar que este grupo t Fig. 3. Pulidor para superficies estucadas.
a nivel de forma general de la
pieza, de la punta y huellas de uso es muy si- tir de astas de venado en Tlatilco (fig. 5) en
milar a los ejemplares manufacturados a par- donde se ha inferido que fueron bruñidores
52
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Análisis experimental
de las herramientas de
hueso humano
El curtido de la piel
quen la fermentación y
putrefacción, también se
puede hacer mecánica-
mente con un cuchillo.
6) Fermentado: se realiza
sumergiendo la piel en
cereales mezclados con
agua.
7) Pickelado o piclado: se
emplean sustancias cur-
tientes de origen inorgá-
nico y minerales (como el
cromo y el alumbre). Se
pueden, de la misma for-
t Fig. 11. Proceso de abrasión para preparar el borde activo de la ma utilizar sustancias or-
herramienta. gánicas, como vegetales
que contengan taninos.
Análisis experimental
evisceración, ensanguinación y
esqueletización de la víctima
de la occisión ritual. Debido a
su profundo conocimiento de
la anatomía humana, tal vez
ellos mismo realizaran la ma-
nufactura de herramientas de
hueso y el curtido de las pieles.
Bibliografía
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pelota y pinturas murales. Es posible entonces • Coe, W. R.
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ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
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México, INAH, Departamento de Prehistoria,
Cuaderno de Trabajo, núm. 22.
Sara Ladrón de Guevara* y Vladimir Hernández**
En el presente trabajo se propone que la deidad principal durante el apogeo del sitio El Tajín
fue Quetzalcóatl y no Huracán. Para ello, además de revisar la polémica entre los estudiosos
que han dedicado su atención a este tema, se toman en cuenta datos iconográficos, históricos
y particularmente se revisa la frecuencia de huracanes que azotan la región durante un siglo,
comparativamente con su incidencia en las áreas de Yucatán y el Caribe. Esta revisión ilustra
la poca importancia del fenómeno en el sitio. Después de ella, se concluye que la deidad
asociada al agua en El Tajín aglutina elementos alusivos al relámpago, el trueno, el viento y la
lluvia, pero se insiste en que en la iconografía del sitio predomina la simbología asociada a
Quetzalcóatl. Ésta es sin duda la deidad preponderante en toda Mesoamérica durante el
Epiclásico, periodo en el que floreció el sitio de El Tajín.
José García Payón, José Luis Melgarejo y Román Piña Chan, entre otros, pro-
pusieron que era Huracán el ente de culto principal, pero recientemente, a
partir del proyecto Tajín desarrollado en los años noventa bajo la dirección de
Jüergen Brueggemann, hemos propuesto que se trata más bien del omnipre-
sente Quetzalcóatl quien recibía el culto.
En el presente trabajo haremos una somera revisión de los criterios que incli-
naron a los estudiosos de El Tajín por una u otra vertiente para después tomar
en cuenta el criterio de los meteorólogos. Es decir, revisaremos en qué consis-
te, cómo y con qué frecuencia ocurren los huracanes en la región de El Tajín y
en otras regiones en las cuales durante la época prehispánica se practicaba el
culto a la deidad homónima. Consideramos que estos datos arrojarán luz so-
bre las ideas hasta hoy conocidas de la religión de los habitantes de El Tajín
durante su apogeo.
Desde 1939 el arqueólogo José García Payón sobre las caras de un prisma pentagonal basál-
inició sus trabajos en el sitio El Tajín, labor que tico que apareció en el segundo cuerpo del fren-
continuó hasta los años sesenta. De manera te del Edificio 5, en el área central del sitio.
que mientras García Payón hallaba las decora-
ciones en forma de grecas escalonadas sobre las El bajorrelieve representa a un personaje con
estructuras arquitectónicas y las esculturas en el rostro descarnado que sostiene en las manos
bajorrelieve llenas de volutas, entrelaces y gre- un objeto alargado y sinuoso que desde la inter-
cas, el libro de Ortiz vino como anillo al dedo pretación de García Payón se ha identificado
para interpretar la advocación de esta magnífi- como el relámpago, con lo que la idea de la de-
ca ciudad prehispánica. dicación del sitio al relámpago de algún modo
era confirmada.
De hecho, García Payón equipara al relámpago
con el huracán al señalar que: Por el color rojo del edificio donde se encontró
esta escultura, García Payón asoció a esta es-
[...] los esquemas decorativos en bajos relieves que he- cultura con Tlahuizcalpantecuhtli, sostenedor
mos encontrado en el Tajín, y también hallamos en yu- del rumbo del este en la tradición náhuatl, con
gos y palmas en los que vemos en hermosos entrelaces lo que se le asociaría con Venus, identificado
que simbólicamente representan el viento, fragmen- también con Quetzalcóatl. Por otro lado, identi-
tos de esqueletos y de elementos también antropo- fica a esta escultura con una deidad femenina
morfos disgregados, de piernas, brazos, manos y cabe- para lo que argumenta la carencia de sandalias
zas de víctimas causado por un elemento natural que y la posible representación de un pecho feme-
destruía poblaciones, casas y milpas; estos elementos
nino en uno de sus lados.
humanos con entrelaces unidos a la gran variante mor-
fológica de la greca escalonada en la ornamentación
Sólo puede observarse en el relieve una pier-
arquitectónica de los edificios, me llevan a la conclu-
sión que estos motivos artísticos son simbólicas repre-
na acuclillada y un pie estilizado que parece
sentaciones del relámpago, lo que viene a sostener [...] hundir los dedos en la tierra. Este hecho, si
que el dios principal de ese gran centro de población bien puede deberse al estilo escultórico que
político-religioso, fue el Huracán, de cuya protección ocupa todo el espacio con entrelaces y volutas,
necesitaban constantemente los
pueblos de la Costa del Golfo, pues
sólo así puede comprenderse por
qué en un sitio orográfico de pési-
ma topografía, sin elementos eco-
nómicos a la mano y falta de agua,
pudo erigirse, prosperar y engran-
decerse una enorme ciudad que fue
durante siglos el santuario de una
poderosa deidad, es decir, Tajín o
Huracán, a la que los pueblos diri-
gieron sus plegarias y sacrificios
para pedir protección contra la ac-
ción devastadora de los ciclones [...]
(García Payón, 1963: 246).
nuevamente hizo pensar a García Payón en la En verano, nuestro país es afectado por huraca-
identificación con Huracán, deidad de un solo nes, tanto en el Pacífico como en el Atlántico.
pie, tal como lo consignan los antillanos. Los huracanes se forman principalmente en
regiones de aguas tropicales cálidas (tempera-
Finalmente, en una publicación de 1973, “La turas mayores o iguales 26.5 °C), donde los cam-
ciudad sagrada de Hurakan”, García Payón hace bios de la intensidad del viento en la vertical
un recuento de los diversos estudios relaciona- son débiles (Emmanuel, 1991). México se en-
dos con las espirales y menciona por supuesto cuentra en medio de dos regiones ciclogéneti-
la obra de Ortiz. Reconoce que aun antes de cas: el Pacífico tropical noreste y el mar Caribe.
hojearla siquiera, sabía de la dedicación del si-
tio de El Tajín a fenómenos meteorológicos, Para comentar sobre el comportamiento de hu-
particularmente el rayo y el trueno, revelada en racanes hace un milenio, cuando la ciudad de
su nombre en totonaco, pero finalmente equi- El Tajín estaba en su apogeo, se debe recono-
para el nombre Tajín con el de “ciclón”, que no cer que no hay fuentes de datos confiables so-
es el sentido literal del término ni, muy proba- bre sus trayectorias, intensidad o frecuencia, y
blemente, tampoco del culto original (García existe la posibilidad de que el clima haya varia-
Payón, 1973: 27). El argumento para esta tras- do desde entonces. De hecho, reconocemos que
giversación de significados es una simple exten- recientemente con el cambio climático debido
sión cuando él mismo afirma: “... el nombre de a la adición antropogénica de gases de inverna-
Tajín, fuego, relámpago, es por extensión Hura- dero, hay razones para creer que se afectará la
kán” (op. cit.: 38). intensidad de los ciclones tropicales. A pesar
de esto consideramos que sí es posible inferir
Pero si se tratase de la representación de Hu- sobre su pasado a partir de los datos actuales de
racán, debemos revisar la importancia de este huracanes, pues nos referimos aquí a la propor-
fenómeno en el área. ción diferencial de incidencia de huracanes en-
tre las Antillas, el área maya y el área de El Tajín,
independientemente de su número.
Los huracanes son ciclones tropicales con vien-
tos que exceden los 64 nudos (74 min/hr) y en
Hemos tomado estas tres áreas porque, como
el hemisferio norte circulan sobre su centro en
hemos señalado, es en las Antillas y en el área
sentido contrario a las manecillas del reloj. maya donde la deidad de Huracán fue venera-
da. Compararemos la incidencia de huracanes
Pueden formarse desde simples tormentas en esas áreas con la de El Tajín; para hacerlo de
compuestas, que puede alcanzar la categoría de manera adecuada, hemos subdividido al área
huracán mediante la interacción océano-atmós- de las Antillas en cuatro secciones, cada una de
fera. La variable más importante es la tempe- ellas de dimensiones idénticas a la analizada
ratura superficial del océano ya que ésta debe alrededor de El Tajín, y de la península de Yu-
ser mayor o igual a 26.5º C. El calor y la hume- catán —correspondiente al área maya— de ma-
dad que cede el océano a la atmósfera, propor- nera que los datos sean comparables entre sí.
cionan la energía de los huracanes.
En este análisis se utilizaron los datos viables
Algunas de las principales características de es- de las trayectorias y duración de tormentas tro-
tos hidrometeoros son el ojo, en el cual se tie- picales y de huracanes para la zona del Atlánti-
ne una zona de calma, mientras que alrededor co tropical, correspondientes al periodo de 1851
de éste se encuentra la región de vientos más al 2000 del Atlantic Tropical Storm Tracking
intensos y precipitación, y las espirales de ban- (Unisys Weather Data Information, 1995) y de
da de lluvia que son grandes bandas de nubes y las reconstrucciones de las series de anomalías
zonas de gran precipitación. de temperatura decadalmente suavizadas para
65
¿HURACÁN O QUETZALCÓATL? DIOS DE EL TAJÍN
el hemisferio norte de los últimos mil años, a En las últimas décadas (1963-1993) existe una
partir del trabajo de Crowley y Lowery (2000). tendencia a un mayor números de huracanes
intensos en el Pacífico noreste (Whitney y Hob-
Las tormentas tropicales son categorizadas a good, 1997), tal tendencia parece coincidir con
partir de la escala de Saffir-Simpson (Hasu, predicciones que establecen que en una atmós-
1988), la cual depende de la magnitud de los fera más caliente, como aquella que se tendría
vientos, presión atmosférica central y oleaje. bajo el calentamiento global, los hidrometeoros
llamados huracanes serían más intensos.
Puesto que las series más completas de tra-
yectorias e intensidad sólo comprenden los úl- Esta tendencia del calentamiento global detec-
timos 100 años, se analizaron década a década tada en el siglo XX y debida principalmente a
los datos de la frecuencia y duración de siste- los forzantes de los gases de invernadero, es ana-
mas tropicales para el siglo XX, para las tres áreas lizada a partir de la reconstrucción de la serie
de interés ya mencionadas: El Tajín, penínsu- de tiempo de anomalía de temperatura (fig. 3).
la de Yucatán y El Caribe. Puesto que esta últi-
ma comprende un área extensa en comparación Resultados
con las zonas de El Tajín y la península de Yu-
catán, se decidió fraccionar en cuatro áreas la En la figura 4 se presenta una tabla que mues-
zona del Caribe, de 4° x 4° de longitud y 3° x 3° tra la frecuencia total para cada una de las regio-
de latitud (fig. 2), equivalente aproximadamen- nes seleccionadas para este análisis. Se observa
te a 1.6 x 105 m2. una razón de 1:3 en la frecuencia total del paso
de sistemas tropicales sobre cada una de las zo-
Por otra parte, con base en las reconstruccio- nas. La región de El Caribe es donde cruzan un
nes de la serie de tiempo de la anomalía de tem- mayor número de tormentas tropicales y hura-
peratura de mil años atrás para el hemisferio canes, por lo que es considerada una zona im-
norte, generadas a partir de forzantes climáti- portante de génesis. En la zona de Yucatán se
cos, tales como emisiones volcánicas, irradancia encontró que el paso de estos sistemas es de
solar y gases de invernadero (fig. 3), especula- menor frecuencia, pero con categoría de hura-
remos empíricamente sobre el clima de hace cán. En la zona de El Tajín podemos observar
un milenio. que la frecuencia disminuye aún más. Hemos
35
30
25
C1
C2
20 T Y C3
C4
15
10
-120 -115 -110 -105 -100 - 95 - 90 - 85 - 80 - 75 - 70 - 65 - 60
t Fig. 2. Identificación de las áreas en las que se compara la frecuencia de huracanes. T: Tajín, Y: Yucatán; C1, C2,
C3 y C4: Caribe 1, 2, 3 y 4.
66
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
0.5
0.4
0.3
Variaciones de Temperatura ºC
0.2
0.1
0
1880
1884
1888
1892
1896
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
-0.1
-0.2
-0.3
-0.4 Años
t Fig. 3. Serie tiempo (≈ 1,000 años) de la reconstrucción de la anomalía (desviación a partir del promedio) de
temperatura para el hemisferio norte suavizada decadalmente (Crowley y Lowery, 2000).
de reconocer que en todas las zonas la intensifi- México y El Caribe, ya que la serie de anoma-
cación en general en la frecuencia de huraca- lías de temperatura no excede los 0.2º C (fig. 3).
nes parece tener origen en el calentamiento
global, por lo que hace mil años los sistemas
Conclusiones
tropicales que llegaban a la península de Yuca-
tán y El Tajín no eran necesariamente tan in-
tensos como ahora. A partir de la revisión de la incidencia de fenó-
menos de huracán en estas regiones, podemos
Sin embargo, en el último siglo se ha observa- entender por qué la deidad Huracán tuvo enor-
do un calentamiento global a partir de registros me relevancia en las Antillas, menor en el área
obtenidos de los anillos en los árboles, de las maya y mínima o nula en El Tajín.
perforaciones en las capas de hielo, del polen
del fósil, de sedimentos en lagos y océanos Este último sitio que es el que nos interesa,
(Hartmann, 1994), que puede inducir a un vive más intensa y reiteradamente otros fenó-
mayor número de huracanes. menos meteorológicos distintos a los huracanes.
De hecho, algunos autores han considerado
A partir de estas fuentes es posible especular prueba de la dedicación del sitio a Huracán su
que en los últimos mil años no ha existido una nombre: Tajín, que en totonaco significa “true-
variación importante de la frecuencia de los no”. Sin embargo, el trueno resultado del relám-
sistemas tropicales en las zonas del Golfo de pago o rayo, si bien puede ocurrir a partir de un
67
¿HURACÁN O QUETZALCÓATL? DIOS DE EL TAJÍN
1850 0 1 1 1 4 1 7 4
1860 1 1 3 2 3 2 10 4
1870 0 4 11 5 7 7 30 25
1880 2 8 13 10 6 6 35 31
1890 2 6 10 7 5 9 31 30
1900 0 8 15 9 7 11 42 40
1910 0 4 8 5 6 6 25 21
1920 1 5 8 5 4 5 22 19
1930 7 16 10 10 9 12 41 40
1940 3 7 8 5 4 7 24 20
1950 8 6 12 7 8 9 36 35
1960 4 5 13 9 7 0 29 20
1970 2 14 18 10 12 13 53 45
1980 2 4 7 6 4 4 21 20
1990 4 7 7 4 2 2 15 10
2000 1 1 1 0 2 2 5 5
37 97 145 95 90 96 426 369
t Fig. 4. Frecuencia de tormentas tropicales y huracanes para las zonas de El Tajín, la Península de Yucatán y El
Caribe.
Nota: para ubicar las zonas C1, C2, C3 y C4 ver la figura 2.
huracán, también puede darse en otras circuns- porta un par de círculos como los que portan
tancias menos intensas. deidades teotihuacanas, particularmente Tlá-
loc y por otro lado sobre su pecho y brazos lle-
Creemos que en la religión de El Tajín tuvie- va pintados signos estilizados de ik, el glifo maya
ron enorme importancia los fenómenos meteo- conocido para el viento.
rológicos y parece ser que la deidad de la lluvia
estaba asociada a la del viento, a la del trueno y Hemos hecho alusión al llamado dios Tajín (fig.
a la de la muerte, por eso iconográficamente re- 1) que por tener el rostro descarnado hace alu-
conocemos representaciones que incluyen ele- sión a la destrucción y la muerte, y por traer
mentos de todos estos fenómenos. un elemento alusivo al relámpago evoca la tor-
menta. No es este monumento el único que
Durante el Proyecto Tajín se exploró el edifi- presenta un personaje portando un signo de re-
cio I en Tajín Chico que presenta murales pictó- lámpago en las manos. De hecho, los persona-
ricos en una de sus etapas constructivas en las jes centrales ubicados en los niveles superiores
cuales destaca un personaje azul (figs. 5 y 6) de los tableros centrales del Juego de Pelota Sur
que presenta características del dios de la llu- también lo portan, y en el resto de Mesoamérica
via y del signo del viento. Sobre su cabeza encontramos varios ejemplos de personajes que
68
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
llevan un hacha o un objeto sinuoso que acaso cia de esta asociación en lengua maya, ya que
represente el rayo, así los hay en estelas de el nombre de dicha deidad es Chaac y ch’ac sig-
Izapa, o como los que portan los tlaloques en el nifica en maya yucateco, “cortar con golpe o
mural de Tepantitla en Teotihuacan. Así, estos hacha” (Aviña, 1996: 5).
elementos cortantes asociados al rayo forman
parte de deidades aparentemente asociadas al Así, consideramos que la deidad principal del si-
dios de la lluvia. Lingüísticamente hay eviden- tio de El Tajín era Quetzalcóatl, por ello el gran
número de canchas para practi-
car el juego de pelota, ritual de
la que esta deidad era guía, y
por ello la reiteración casi obse-
siva de espirales en la arquitec-
tura, escultura y pintura. Esto
es congruente además con el
momento de ocupación del si-
tio, el Epiclásico, durante el
cual ocurre en Mesoamérica un
movimiento religioso mesiáni-
co dedicado a Quetzalcóatl.
El culto a Quetzalcóatl en El
Tajín es evidente. Así lo atesti-
guan las 17 canchas para la prác-
tica del juego de pelota, ritual
asociado a su culto, y así lo rei-
teran las grecas escalonadas
que ornan la arquitectura, es-
cultura y pintura en el sitio y
que constituyen la geometri-
t Fig. 6. Dibujo de la misma deidad azul de la figura 5. zación del caracol cortado, su
69
¿HURACÁN O QUETZALCÓATL? DIOS DE EL TAJÍN
insignia. Por otro lado, la historia mesoame- Archivo del Consejo de Arqueología, INAH,
ricana revela una extensión e intensificación del mecanoescrito.
culto a esta deidad a lo largo de su territorio
precisamente en el momento de ocupación de 1973. Los enigmas de El Tajín. 1. La ciudad sagrada de
El Tajín donde los huracanes, como hemos com- Hurakán, 2. Chacmol en la apoteosis del pulque, México,
SEP-INAH (Científica, 3).
probado, no tenían una incidencia importante
comparativamente con las zonas maya y anti- 1963. “Quiénes construyeron el Tajín y resultados
llana donde la deidad Huracán sí recibía culto. de las últimas exploraciones de la temporada,
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Vecinos cercanos**
cercanos
E ste breve ensayo acerca de las relaciones que tuvieron los pueblos que se
asentaron tanto en el Noreste de México como en el Sureste de Estados Uni-
dos está dedicado a los pioneros que hicieron posible que enfocara mis inves-
tigaciones hacia estos temas, entre ellos quiero destacar al doctor Richard S.
MacNeish, quien en sus investigaciones en la sierra de Tamaulipas y en Pánuco
fue un inquisitivo investigador de estos asuntos. Sin embargo, para el área
comprendida por los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí y Veracruz, estos
estudios fueron interrumpidos y es sólo hasta últimas fechas que los hemos re-
tomado; sirva pues este trabajo como un pequeño homenaje para él.
Las investigaciones que he realizado en sitios del estado de San Luis Potosí,
que cuenta con la particularidad de tener fuertes relaciones con lo que los ar-
queólogos norteamericanos han llamado culturas del Sureste de Estados Uni-
dos de América (que en adelante llamaré únicamente el Sureste) —región
formada principalmente por los estados de Texas, Mississippi, Arkansas, Ala-
bama, Louisiana y Oklahoma—, me han llevado a descubrir elementos que
indican que hubo contactos con los estados más cercanos y que sus poblado-
res también tuvieron relaciones con las culturas que se desarrollaron a lo largo
del valle del Mississippi llegando incluso hasta los estados de Tennessee, Ken-
tucky, Carolina del Norte, Illinois, Missouri, Indiana y Ohio. Durante los estu-
dios de Patricio Dávila, en el sitio arqueológico de Tantoc, se localizaron un
gran cúmulo de evidencias que no coincidían con el esquema mesoamericano,
por lo cual en el transcurso de los últimos años nos hemos ocupado de manera
intensiva de esta línea de investigación, retomando las viejas posturas —ol-
vidadas durante muchos años— acerca de las relaciones entre las culturas de
se desarrollaron en el Mississippi y la región de que las encontraron los misioneros, se perciben cier-
Caddo y por otro las que se encuentran en el tos elementos religiosos comunes… (op. cit: 180-181).
Noreste de México; por lo que no podemos se-
guir viendo la frontera política actual como una Y no solamente hizo referencia a las tribus que
frontera cultural a través del tiempo. se encontraban en la frontera entre México y Es-
tados Unidos, sino que también trata de los que
Antecedentes se asentaron más al norte y dice: “…los cons-
tructores de pirámides tenían que venir nece-
Los cronistas del siglo XVI mencionan el origen sariamente del Oriente, porque por allí venían
norteño de los pobladores de México, de don- las migraciones de los ‘Mound Builders’ (Cons-
de se desprende que éstos llegaron por mar, co- tructores de montículos)”, (op. cit.: 216).
mo ejemplo veamos a Sahagún:
Al inicio del siglo XX fueron de interés las rela-
Los primeros pobladores que vinieron a poblar a esta ciones entre el Noreste y el Sureste, Fewkes
tierra de México, que se llama ahora India Occidental, (1907: 284) publica:
llegaron […] con navíos con que pasaron aquella mar;
y por llegar allí, y pasar de allí le pusieron nombre de Los indios del norte de ciertas partes del valle del Mi-
Pantlan, que quiere decir como ya está dicho lugar ssissippi tenían la misma relación que aquellos que
de donde pasan por la mar (1969; t. III: 202-3). construyeron algunos de los montículos como los Toto-
nacos y Huastecos con sus antepasados constructores
Torquemada en su obra Monarquía Indiana, es- de montículos para templos.
crita en el siglo XVII, menciona lo siguiente:
Al inicio de los años cuarenta del siglo XX, el
Estando, pues, poblada esta Provincia de Tula, con el
Museo Americano de Historia Natural de Nue-
origen y principio [se está refiriendo al año 700] que
va York emprendió sus investigaciones en la
hemos dicho, algunos años después de esta poblazón,
vinieron de hacia la parte norte, ciertas naciones de
Huasteca, mismas que tenían la finalidad de
gentes, que aportaron, por la parte de Pánuco. (1975, encontrar las relaciones que, suponían, había
t. I: 254). con las culturas del Sureste:
A finales del siglo XIX se hacía referencia a las Originalmente nuestro plan, desde el inicio del traba-
probables conexiones entre el Noreste de Méxi- jo, era el cubrir en un reconocimiento de superficie
co y los estados colindantes al norte, entre los una porción grande del área costera norte hasta la fron-
tera con Texas buscando las conexiones que unieran
investigadores destaca Miguel Othón de Men-
las culturas de la Huasteca con las del Sureste de los
dizábal, quien menciona que los indígenas que
Estados Unidos (Ekholm, 1944: 330).
poblaron la Huasteca procedían de las orillas
del río Mississippi: En las investigaciones publicadas por Ekholm
menciona cómo piensa que debieron darse las
Los olmecas desembarcaron efectivamente en la mar-
gen derecha del río Pánuco (Pantlán, lugar por donde
relaciones:
pasan) porque no hubieran podido llegar a tal lugar si-
Los muchos ríos y las lagunas que se llenaban parcial-
no embarcados, pero su peregrinación fue terrestre,
mente con la marea cerca de la costa permitieron mu-
auxiliada por las grandes lanchas pluviales usadas sin
chas comunicaciones, además, de que dichas lagunas
duda por sus antepasados en el caudaloso río de Missi-
proveyeron oportunidades excepcionales para la cace-
ssippi, de donde procedían (1924: 179-180).
ría y la recolección de comida (ibidem: 329).
Además, específicamente trató sobre las tribus
que habitaron el norte de México y dice: Específicamente trataban de relacionar la Huas-
teca con los sitios que se encuentran en la re-
Entre las tribus indígenas de Texas y del Noreste de gión de Caddo, en el actual estado de Texas y
México, a pesar del diferente grado de civilización en Spiro en el de Oklahoma.
74
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Sin embargo, dado que tuvieron que dedicar- posibilidad de que la Huasteca se haya origina-
se al estudio de la Huasteca, por ser ésta poco do en el valle del Mississippi...” (Du Solier et
conocida, se dieron a la tarea de investigar las al., 1947: 16). Éste es uno de los motivos princi-
culturas que se desarrollaron en la región de pales a investigar.1
Tampico-Pánuco, legándonos uno de los estu-
dios de mayor relevancia de esta parte de la 2) Los llevados a cabo por Krieger y Griffin tra-
Huasteca. tan acerca de las relaciones con las culturas
Caddo.
Como resultado de sus investigaciones se esta-
bleció una secuencia cultural que comprende Por su parte, Du Solier durante el primer sim-
seis periodos, la cual aún sigue vigente. posio sobre el área arqueológica Caddo, enfo-
ca la discusión y menciona que: “pude discernir
Además de sus estudios en la región de Tampi- la existencia de una relación entre las dos cul-
co-Pánuco, Ekholm hizo recorridos en la región turas del Sureste, Caddo y Spiro y de la región
sur de la Huasteca, con el mismo interés de ras- Noreste de México, con una referencia espe-
trear posibles relaciones con el Sureste; en uno cial a la región Huasteca” (Du Solier, et al., op.
de los edificios del sitio de Tabuco localizó ori- cit.: 26).
ficios en los pisos de estuco y dice:
En el marco de dicha reunión se hicieron com-
Sin embargo, lo que sí tuvo gran interés aquí, fue un paraciones entre los materiales de Buena Vista
piso de estuco con una hilera curva de hoyos de poste, y los que Orr tenía procedentes de la región
aparentemente los restos de una gran estructura circu- Caddo y de ahí se desprende el siguiente co-
lar. Si esta excavación se hubiera terminado, debería mentario:
haber tenido, con toda probabilidad, la apariencia de
las estructuras encontradas en el Sureste de los Esta- Es también, sin embargo, de considerable interés para
dos Unidos (Ekholm, 1953: 415). la arqueología del este de los Estados Unidos, pues al
conjuntarse con el trabajo reciente de MacNeish en
Además de los estudios realizados en la Huaste- Tamaulipas y Krieger en el área Caddo, indica que la
ca, el equipo del Museo Americano llevó a cabo, cultura Buena Vista posee conexiones importantes en
conjuntamente con el Instituto Nacional de An- tiempo y dirección con determinadas fases culturales
entre las civilizaciones altas de México y las tribus del
tropología e Historia, recorridos en el altipla-
Sureste de los Estados Unidos (ibidem: 27).
no potosino particularmente en la región de
Guadalcázar, así como excavaciones en el sitio
de Buena Vista Huaxcama en la zona media del Será conveniente aquí hacer un pequeño pa-
estado de San Luis Potosí. réntesis para explicar qué significa el término
Caddo, siguiendo a Du Solier, Krieger y Griffin,
(idem):
Esta importante excavación estuvo a cargo, por
parte del INAH, del arqueólogo Wilfrido Du
generalmente implica un conjunto sorprendentemente
Solier y del Museo Americano por los arqueólo-
rico en formas de vasijas, caracterizadas principalmen-
gos estadounidenses Alex Krieger y James Gri- te por el uso común de decoración grabada (líneas in-
ffin. Los trabajos se dividieron de la siguiente cisas, después de pulir o cocer) pero también incluye
manera:
1
Debemos recordar que en ese tiempo, los investigadores
1) Los realizados por Du Solier, quien explica pensaban que la Huasteca abarcaba un territorio mucho
las excavaciones y los análisis de los materia- mayor del que en realidad tiene; ellos pensaban que Buena
les cerámicos localizados en el sitio, así como las Vista también se encontraba en la Huasteca. Este sitio
participa de las culturas que se desarrollaron en la región de
conexiones que este sitio pudo haber tenido con Río Verde y que seguramente tuvo contactos (de orden
otros del México antiguo. Además apuntó “la comercial) con la Huasteca.
75
VECINOS CERCANOS
incisos, punzonados, acanalados, pellizcados y de su- Entre éstos existen un tipo de pipas fabricadas
perficie lisa. en piedra completamente distintas a las tipolo-
gías mexicanas y de ellas mencionan:
Esta cerámica está presente en los estados de
Texas, Louisiana, Arkansas y Oklahoma “pero Aun cuando nosotros no hemos encontrado pipas del
como se mostrará, la técnica decorativa tam- tipo de plataforma, nos han mostrado varias pipas
bién se extiende a través del Mississippi a Ala- de piedra de la colección del licenciado Primo Felicia-
bama y hacia el norte del valle del Mississippi” no Velázquez de la región cercana a Buena Vista llama-
(idem). da Cuecillos. Otras fueron encontradas no muy lejos
hacia el norte en la zona arqueológica de Guadalcázar,
en la que Ekholm y yo encontramos en superficie cerá-
En este primer simposio sobre el área arqueo-
mica parecida a la de Buena Vista (ibidem: 24).
lógica Caddoan, Du Solier menciona que los
materiales cerámicos mostrados en dicha con- En relación con este tipo de pipas, Ekholm re-
ferencia tienen gran relación con aquellos del porta en su informe de campo: “hay dos pipas
Noreste de México, en donde percibe que la de plataforma que tienen un parecido muy fuer-
cerámica de Buena Vista con un complejo con- te con aquellas de los Estados Unidos. Una es de
junto de técnicas decorativas —entre ellas los piedra y la otra de barro” (Ekholm, s/f).
incisos con pigmentos frotados sobre la super-
ficie— es igual que aquellos tiestos del com- En 1943, debido al gran interés que demostra-
plejo cerámico Caddo. ron tener los investigadores en estos temas, se
llevó a cabo la III Mesa Redonda de la Sociedad
Uno de los tipos establecidos por Du Solier en Mexicana de Antropología llamada “El norte
Buena Vista Huaxcama es el gris-negro que tie- de México y el sur de los Estados Unidos”, en
ne un gran parecido con el tipo Barkman graba- donde se presentaron ponencias de destacados
do del noreste de Texas y suroeste de Arkansas; investigadores. Varios artículos están dedica-
se dice que Du Solier llevó dos tiestos del tipo dos al tema sobre las relaciones entre el Nores-
gris-negro y que si fueran encontrados en el Su- te de México y el Sureste de Estados Unidos,
reste de Estados Unidos parecerían imitacio- es por ello que esta publicación es una de las
nes pobres del bajo Mississippi. más importantes acerca de estos conceptos.
Du Solier incluyó dos tiestos gris-negro los cuales si En el campo de la arqueología destacan, entre
fueran encontrados en el Sureste de los Estados Uni-
otros, los estudios de Marquina, Ekholm, Grif-
dos seguramente serían considerados como imitacio-
fin, Du Solier y Krieger (estos últimos realizaron
nes pobres del valle del bajo Mississippi, tipo Coles
Creek inciso (ibidem: 29).
las exploraciones en Buena Vista Huaxcama)
quienes vierten sus conocimientos acerca de
Los autores se refieren a los trabajos de Mac- estas relaciones.
Neish en Tamaulipas y mencionan que:
Ekholm postula que las relaciones debieron
Entre otros resultados interesantes del trabajo de Mac- darse, seguramente desde la Huasteca (recorde-
Neish, está la identificación de un complejo cerámico mos que realizó sus exploraciones en la región
del sitio Pueblito que tiene cierta semejanza con la va- de Tampico y Pánuco) y que hay indicios de que
jilla Caddo (ibidem: 28). este puede ser el punto de origen de las cultu-
ras que se desarrollaron hacia el Sureste, con-
Conforme se desarrollaba el trabajo en Buena jetura no muy apreciada por los investigadores
Vista, se fueron dando cuenta de que había ele- recientes en Estados Unidos; también trató en
mentos que no correspondían con los conocidos esta conferencia acerca de las posibles rutas de
para Mesoamérica y que en cambio, si podían contacto entre unos pueblos y otros mencionan-
compararse con aquellos de Estados Unidos. do que éstas debieron haberse dado a través de
76
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Hay la necesidad de realizar estudios en las dos áreas Ignacio Marquina presentó en esta reunión sus
mencionadas para delinear más claramente las asocia- apreciaciones acerca de la arquitectura entre
ciones culturales identificadas con centros específicos lo que él llamó América Media y el Sureste, ha-
en periodos temporales específicos. Cuando esto se bló de las exploraciones que el INAH había lle-
haya llevado a cabo y el marco cronológico se coordine vado a cabo hasta ese momento en el norte de
entre el Sureste y México, la larga serie de interrela-
México y que se circunscribían únicamente al
ciones culturales podrán ser reorganizadas (Griffin,
sitio de La Quemada en Zacatecas y a la parte
1943: 284).
norte de la Huasteca, así dice que:
Esto únicamente pudo ser realizado por Mac-
Si comparamos estos edificios con los que existen en
Neish, quien tuvo la oportunidad de hacer in-
el Sureste de los Estados Unidos, encontramos un con-
vestigaciones en ambas regiones, ya que los cepto de distribución muy semejante. Se usan tam-
estudios contemporáneos y posteriores abor- bién las plataformas y los altos basamentos, cónicos o
dan problemas muy específicos y locales, pres- piramidales, y la distribución y el arreglo de los ejes
cindiendo de la visión general que el tema conservando la simetría ofrecen el mismo concepto de
requiere. las construcciones de México, existen grandes patios
cuadrados con entradas por los ángulos y el frente y
Por su parte, Du Solier quien además de efec- monumentos centrales, basamentos rodeados de pla-
tuar estudios en Buena Vista, llevaba tiempo taformas octágonos regulares de grandes dimensiones,
77
VECINOS CERCANOS
monumentos de planta circular, y en todos se encuen- Moreno y John Swanton quienes hicieron pre-
tran la misma idea de distribución pensada de ante- cisas comparaciones de elementos etnográficos
mano y arreglada simétricamente [...] De manera que entre el Noreste de México y el Sureste, es in-
como resumen de las ideas expuestas, encuentro ma- teresante anotar las apreciaciones de Jiménez
yor relación de la América Media con el Sureste de los
Moreno al respecto cuando dice:
Estados Unidos en cuanto a los edificios... (Marquina,
1943: 253-254).
Por otra parte, la zona del Sureste y la del Noreste tie-
nen características ecológicas semejantes, pues ambas
Otros dos investigadores que también partici-
son regiones de bosques, y presentan desde el punto
paron en esta mesa redonda fueron Bennet y de vista etnológico suficientes analogías para conside-
Neumann quienes expusieron que hay elemen- rarlas —como quiere Kirchhoff— formando una “su-
tos de las culturas Adena y Hopewell —como per área” (Jiménez Moreno, 1943: 287).
las pipas de piedra— que parecen haber teni-
do contacto con el suroeste de Estados Unidos, Me parece muy importante el uso que se hacía de las
con las culturas Mogollón y Pueblo, así como con conchas en esta región, y sobre las cuales vemos mu-
las del Sureste y aun con los huastecos y totona- chos dibujos tan interesantes, por las semejanzas que
cos del norte de México. tienen con motivos decorativos de Mesoamérica; es-
pecialmente ha sido señalado por algunos, la cierta ana-
Neumann, al referirse a la cultura Adena del logía que parece notarse entre las conchas de la región
sur de Ohio, además de hablar sobre los elemen- de los mounds y las conchas huaxtecas (Jiménez Mo-
tos arqueológicos, también menciona que entre reno, op. cit.: 291).
los años 900 y 1100 d. C. fue cuando aparecie-
ron los primeros elementos braquicraneales los También Jiménez Moreno (1943: 293) puntua-
cuales asocia con los huastecos. lizó que los Caddo, Wichita y Pawnee tenían
especial culto al Sol, a la Luna y principalmen-
Otros datos, interesantes de anotar, son los ex- te a la estrella matutina; también tenían dio-
puestos por Rubín de la Borbolla donde se re- sas dedicadas al viento y al agua. Estos dioses
fieren las semejanzas en forma y tamaño entre evidentemente también fueron venerados por
los cráneos del Sureste y los de los pames, don- los pueblos que se asentaron en el Noreste de
de plantea que ambos conjuntos son mesocefá- México.
licos, a diferencia de Neumann que encuentra
cráneos braquicefálicos. Por su lado, John Swanton —uno de los etnólo-
go con más prestigio en Estados Unidos en esa
Rubín de la Borbolla dice que existen coleccio- época— hizo importantes puntualizaciones
nes de cráneos en el Museo Nacional que es- acerca de las relaciones entre los grupos del No-
tán marcados como pames y que pertenecen a reste de México y Sureste, sin dejar de dudar
una colección muy antigua: siempre que éstas hubieran existido. Así men-
ciona:
Todos coinciden en cuanto a su forma. En lo general
son mesocránicos [...] Hay sí, una enorme cantidad de Es posible que otra importación hacia la región norteña
cráneos de diferentes partes, especialmente en las re- del golfo desde el sur haya sido la deformación craneana
giones del Sureste, donde se ve un predominio de la intencional. Esta era particularmente prominente a lo
mesocefalia en general (Rubín de la Borbolla, 1943: largo del curso del bajo Mississippi pero en algún mo-
168-169). mento parece haberse extendido hacia el este hacia la
costa Atlántica… (Swanton, 1943: 272).
Otra cuestión importante, tratada en esta Mesa
Redonda, es la que se refiere al campo de la et- Continúa con su discusión y dice que para resu-
nografía en donde destacados investigadores mir sólo puede hablar de dos aspectos de estas
intervinieron; entre ellos Wigberto Jiménez relaciones:
78
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Los puntos principales de esta discusión pueden resu- ciones deben ser de gran importancia, desde el punto
mirse de la siguiente manera: de vista etnológico y arqueológico, la región sureña de
Caddo presenta probablemente relaciones más estre-
1. El centro de la fertilización para las altas culturas al chas con algunas culturas mexicanas que con cualquier
norte del Golfo de México parecen yacer a lo largo del otra área de la parte central o este de los Estados Uni-
río Mississippi, aproximadamente entre las desembo- dos (Mason, 1943a: 187-188).
caduras del Missouri y del Rojo.
Por otro lado, al referirse específicamente a las
4. La contribución principal a las culturas Mississi-
semejanzas entre la lengua huasteca que perte-
ppianas parece provenir de México y Centro América,
nece al tronco macro-penutiano y las lenguas
sin embargo, las rutas de acercamiento aun son incier-
tas (Swanton, op. cit.: 274-275).
choctaw y comecrudo que pertenecen al tron-
co sioux-hokano menciona que dichas semejan-
zas deben ser estudiadas muy de cerca ya que
Aun cuando en su postura es reacio a creer en es-
cambiarían en gran medida la situación lingüís-
tas relaciones, sí da ciertos ejemplos de elemen-
tica de Norteamérica. También menciona que
tos que hacen que éstas parezcan inevitables:
las lenguas de la región Timuqua de Florida y
el tamaulipeco están emparentadas y sugiere
En otra parte he puntualizado un rasgo del juego de
pelota que se juega en el Sureste y en México que
que tienen relaciones también con el huasteco.
muestra una semejanza muy curiosa […] Las efigies
de cobre de Etowah, Georgia y en otros grupos de mon- Propone varias posibles rutas en que se pudie-
tículos del Sureste, los recientes descubrimientos en ron haber dado estos contactos:
Spiro, Oklahoma, y los diseños en los pectorales de
concha de Caddo sugieren influencias desde el sur… Hay tres posibles rutas para la transferencia de ele-
(Swanton, op. cit.: 272-273). mentos mexicanos hacia los estados del Sureste: 1, vía
las Antillas; 2, vía los estados del suroeste y la región
En el campo de la lingüística también se hicie- de los Pueblo; 3, vía la costa del Golfo. Toda la eviden-
ron importantes aportes en esta mesa redon- cia apunta a que esta última, es la ruta más corta y
da, los estudios de Barrera Vázquez puntualizan lógica. Las relaciones más cercanas están dadas con la
las relaciones entre el tronco sioux-hokano y las Huasteca, la cultura mexicana más próxima. En Méxi-
co, sólo en la Huasteca se encuentran los pectorales
lenguas mayances como el huasteco que:
de concha redondos. Solamente ahí se encuentran
pirámides elaboradas únicamente con tierra. Algunas
Desde luego, el hecho de la relación del Sioux-Hokano,
cerámicas de la Huasteca tienen semejanza cercana
con el Mayance parece evidente, demostrando ya sea
con aquellas de Marksville […] La forma de viaje bien
1) un común origen, 2) contactos culturales en distin-
pudo haber sido en botes, lo cual explicaría la ausencia
tas épocas, 3) ambas cosas, a no ser que las correspon-
de restos materiales en la región intermedia (Mason,
dencias halladas sean sólo obra de pura casualidad, a
1943b: 349-350).
pesar de que también se hallaron correspondencias
notables entre el Mayance y las lenguas Túnica, Chiti-
machá y Atákapa, que son del gran grupo Sioux-Hokano Sin embargo, los estudios lingüísticos del Nores-
(Barrera, 1943: 187). te de México y el Sureste fueron abandonados.
Por su parte, Alden Mason en sus estudios lin- Por su parte, Richard MacNeish, quien, como
güísticos también menciona que ciertas lenguas ya he mencionado, fue el que tuvo la oportuni-
mexicanas y las lenguas del área de Caddo tie- dad de realizar exploraciones en las costas de
nen similitudes: Tamaulipas y Texas, así como en la Sierra de Ta-
maulipas y Pánuco, elaboró un proyecto donde
Espero poder hacer comparaciones de ciertas lenguas sus principales metas eran el poder establecer
mexicanas con lenguas del grupo Caddoan, que inclu- específicamente las relaciones entre las dos
ye Wichita, Caddo, Pawnee y Arikara. Estas compara- áreas, explicando su propuesta de la siguiente
79
VECINOS CERCANOS
manera: “El área cubierta por el presente reco- 314 [este es el sitio de procedencia] es uno clasificado
rrido se encuentra entre las dos mencionadas como Leland inciso, que es un tipo originario del pe-
áreas [Huasteca y Sureste] y está sobre todo ín- riodo Mississippi del valle central del Mississippi en
timamente ligada con el problema de las rela- el este de los Estados Unidos (MacNeish, 1958: 106).
ciones Sureste-México” (MacNeish, 1947: 1).
Este tiesto lo mandó a los especialistas en la
En los estudios en la sierra de Tamaulipas, así cerámica Mississippiana de donde obtuvo infor-
como en Pánuco presenta dos objetivos primor- mación acerca de la antigüedad y probable re-
diales: 1) buscar el origen de la agricultura, y 2) lación de éste con los que se encuentran en el
encontrar las relaciones con las culturas del Su- Sureste.
reste estadounidense.
Por otro lado, sus estudios realizados en las
Prácticamente todo el reporte está basado en costas de Texas —como ya mencioné— le per-
las relaciones entre las dos regiones y dice: mitieron tener una visión mucho más acertada
en relación a estos asuntos. También mencio-
na que localizó cerámicas con acabado corrugado
Que hubo contactos desde el norte y centro de Texas a
la región norte de la costa de Tamaulipas, en el com-
que aun cuando se pueden comparar con algu-
plejo Brownsville y con la Huasteca, se evidencia con nos tipos locales como el Lorenzo Corrugado:
las numerosas puntas de proyectil en los sitios de la
Huasteca y los de Brownsville (ibidem: 9). …tienen mayor parecido con las del este de Texas del
foco Titus llamadas Leesburg de cuello en bandas…
Uno de los problemas que MacNeish plantea (ibidem: 106).
es la necesidad de realizar investigaciones ar-
queológicas encaminadas a la solución de las Pero su tesis doctoral, presentada en 1948, es
conexiones entre ambas regiones, y que dichos fundamental en el entendimiento de las relacio-
estudios se debían orientar a resolver no sólo nes que hubo entre las dos áreas, a lo largo de
las correspondencias de los materiales cerámi- su exposición va demostrando de una manera
cos y líticos, sino a conocer las rutas de comu- por demás clara los elementos compartidos.
nicación que demostraran cómo se dieron es-
tos contactos o transacciones comerciales. Los estudios realizados por MacNeish son esen-
ciales para el esclarecimiento de muchas de las
Así menciona: “La ruta México-Suroeste-Su- dudas, sin embargo, debido a que esta línea de
reste [planteada por varios autores] se invalida investigación no se ha seguido, habrá que reto-
por el hecho de que la mayoría de los elemen- marla a partir de sus escritos. Cuando MacNeish
tos mexicanos en el Sureste no se encuentran realizó el estudio para su tesis, desafortunada-
en el suroeste…” (ibidem: 11). Concluye que mente muy poco se conocía de la región Huas-
hubo individuos que tenían los conceptos cere- teca.
moniales de la Huasteca, los cuales se pudieron
haber movido a lo largo de la Huasteca a tra- Un investigador de suma importancia para el
vés de la costa del Golfo de México hacia el conocimiento de la región Huasteca es Guy
centro de Texas. Stresser-Péan quien ha realizado innumerables
estudios. Puesto que para la época en que él
Años más tarde este mismo autor hace referen- inició sus trabajos arqueológicos las hipótesis
cia repetidas veces a estas relaciones y clara- que se tenía en las décadas precedentes acerca
mente expone: de estas relaciones, habían perdido en gran me-
dida el interés de los estudios e incluso por mu-
Quizá el tiesto que puede asociarse sorprendentemente chos son negadas, Stresser-Péan, hasta ahora,
de entre los restos del periodo Los Ángeles en Tm c no ha tratado este tema.
80
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Jack Hughes, investigador interesado en las Delgado hace una descripción de las pipas de
relaciones entre estas dos regiones y sobre todo piedra y dice que: “Solamente en el área Caddo,
en las posibles rutas de contacto, en su estudio estado de Texas, se encontró una pipa de for-
publicado en 1947, señala que: ma similar, pero está manufacturada con cerá-
mica y éstas, como se verá, son de piedra” (ibi-
Como un territorio uniforme y sin barreras que se en- dem: 103).
laza desde el área Caddo al este y el área Huasteca al
sur, las regiones forman una de las rutas más evidentes Al describir las pipas menciona que son zoo-
de comunicación por tierra... (Hughes, 1947: 33). morfas, le llama la atención una que represen-
ta una tortuga, específicamente una tortuga ma-
Otro dato por demás interesante es, ya men- rina, “se puede asegurar que esta pieza es un
cionado, que Ekholm reporta pipas de piedra símil de las que se encuentran en la región de
procedentes de las inmediaciones de Buena Vis- los Mound Builders en el estado de Ohio y ve-
ta y dice haber visto las de la colección de Pri- cinos” (ibidem: 108). El sitio de Cueva Vetada
mo Feliciano Velázquez que provenían de Gua- se encuentra a una gran distancia del mar, pero
dalcázar; estas pipas de piedra evidentemente aun más, se encuentra aproximadamente a unos
no son de tradición mesoamericana. En el año 1,500 kilómetros del área de donde son origi-
en que se prepara la apertura del Museo Re- narias dichas pipas.
gional Potosino, llama la atención entre los es-
tudiosos que entre sus colecciones hay una gran Destacan entre ellas el tipo llamado monitor,
cantidad de pipas de piedra que tienen como descrito por Muriel Porter en su ensayo sobre
procedencia la estación de ferrocarril de San Bar- las pipas precortesianas. Este tipo es muy co-
tolo, situado al norte del poblado de Río Verde mún entre los hallazgos en los Grandes Lagos,
y cercano al de Buena Vista Huaxcama. Agustín incluso la piedra con las que están elaboradas
Delgado fue comisionado, en 1954, por el INAH procede de un solo lugar, que ahora se conside-
para realizar una inspección a dicho sitio; en el ra sagrado y exclusivo de los grupos nativos ame-
pueblo le mencionaron que estas pipas prove- ricanos. Se trata de una piedra rojiza llamada
nían de una cueva localizada en el cerro Veta- catlinita; una de las pipas localizadas por Del-
do, al norte de dicha población luego de la visi- gado aparentemente está manufacturada en
ta de Delgado a este lugar, narró: este tipo de piedra, aun cuando no se han reali-
zado análisis petrográficos. Otro tipo interesan-
La pista de una pipa zoomorfa del tipo Hopewell nos te son las pipas de plataforma, que aun cuando
llevó a la estación San Bartolo [vía de ferrocarril San no son tan abundantes, tipológicamente tam-
Luis Potosí-Tampico] lugar en el que se localizó una
bién pertenecen a las culturas del Sureste.
cueva mortuoria de entrada de chimenea, y sitio del
cual provenía dicha pipa zoomorfa. Este hallazgo nos
hizo abandonar la idea de que estas pipas pudiesen es-
Otros elementos localizados en la cueva son una
tar asociadas a elementos mesoamericanos, ya que por serie de puntas de proyectil; algunos artefac-
el material allí existente, nos dimos cuenta de que este tos son reportados de la siguiente manera: “To-
material de hecho pertenecía a las culturas del norte dos los artefactos, especialmente las puntas de
de México y más aún, a los Estados Unidos de Nortea- proyectil, son del tipo que se encuentra en todo
mérica (Delgado, 1991: 96). el norte de México y sur de los Estados Uni-
dos” (ibidem: 112).
En ese entonces este tipo de pipas sólo podían
compararse con aquellas que se manufactura- Hacia el inicio de la década de los años se-
ron en la región de Ohio, atribuibles a la cultu- senta, Brandon alude que las relaciones entre
ra Hopewell, mientras que ahora sabemos que México y el Sureste son muy estrechas, habla
fueron utilizadas por prácticamente todas las acerca de las tribus Caddo del este de Texas co-
culturas que se desarrollaron en el Sureste. mo pobladores que practicaban la agricultura,
81
VECINOS CERCANOS
construían montículos y sus casas eran redon- prano. La rápida y amplia difusión de la aceptación de
das con techo de palma: fumar pipa en la localidad de Río Verde sugiere que el
tabaco debió ser un artículo importante de comercio
Las casas de paja algunas veces recuerdan a las casas desde el Sureste de los Estados Unidos. Algunas for-
mexicanas, las pirámides se parecen a las de América mas cerámicas, el uso de cinabrio frotado en las inci-
Media que tenían un templo de madera encima a la siones y excavados, la pintura al negativo, el uso de
manera de los antiguos Mayas, y se construían en “estuco” en el interior de algunos tipos cerámicos, y
capas sucesivas, probablemente en ceremonias perió- el arreglo de las sub-estructuras en plazas aparente-
dicas de renovación como en América Media; se man- mente pasó de sur a norte (Griffin, 1966: 125-131).
tenía un fuego eterno en el templo, como en México y Las conexiones comerciales entre el Sureste de los Es-
era renovado con una ceremonia del fuego nuevo cada tados Unidos y la región de Río Verde sólo duraron
año, por lo menos en los años en que nosotros tenemos unos cuantos siglos (Heldman, 1970: 260-261).
noticia, en lugar de cada 52 años como en México (Bran-
don, 1961: 143). Sin embargo, con estas investigaciones se rom-
pe el interés por las relaciones entre estas dos
El símbolo del culto a los muertos se extiende sobre grandes regiones culturales.
las naciones, desde los numerosos habitantes del área
Caddo al oeste del Mississippi, a orillas de las grandes Estado de la cuestión
planicies, hasta los pobladores de Georgia —proba-
bles ancestros de algunos de los últimos Creeks— En esta presentación trataré únicamente la ce-
quienes construyeron el pueblo de montículos de
rámica que he determinado que posee grandes
Etowah... (ibidem: 144).
similitudes con diferentes regiones del Sures-
te y aun con sitios que se encuentran mucho
más al norte.
También propone algunas de las probables ru-
tas de contacto entre ambas regiones:
A partir de 19802 en que llegué a San Luis Po-
tosí inicié, como primer acercamiento a la ar-
Así parece que las conexiones deben haberse dado por
queología del estado, un proyecto de Atlas
el mar, a través del golfo, posiblemente desde la penín-
sula de Yucatán, posiblemente desde puertos Toltecas
Arqueológico, con objeto de conocer el terreno
a lo largo de la costa Este mexicana. Algunos arqueó- que estaba pisando. Así indagué que existen
logos sospechan que hubo migraciones de personas, tres regiones —llamadas “escalones” por Octa-
no solo de ideas y modas, desde América Media (idem). viano Cabrera— con distintos sistemas ecoló-
gicos:
A finales de la década de los años sesenta y prin-
cipios de los setenta, Donald P. Heldman rea- 1. El Altiplano de clima semidesértico y que
lizó estudios en el área conocida como Zona tradicionalmente se pensaba habitado única-
Media de San Luis Potosí, teniendo por ca- mente por grupos de cazadores-recolectores
becera el poblado de Río Verde, inmediatamen- conocidos genéricamente como chichimecas.
te al sur de Buena Vista Huaxcama. En sus No obstante, dentro de este escalón, se encuen-
investigaciones llega a interesantes conclusio- tran pequeñas porciones de terreno donde fue
nes acerca de las relaciones que pudieron haber posible la agricultura, aunque sea de manera
mantenido estos pueblos del norte de México incipiente. La región de Villa de Reyes, estu-
con aquellos del sur de Estados Unidos: diada por Beatriz Braniff y Ana María Crespo y
la región de Guadalcázar en la que hemos reali-
La primera cultura que tiene materiales en el desierto zado investigaciones, que expondré más ade-
y probablemente la única con la que los habitantes de lante tuvieron asentamientos permanentes.
Río Verde tuvieron contactos comerciales era la del área
Caddo [...] El uso de fumar en pipa fue traído a Méxi- 2
Los estudios en las tres regiones del estado de San Luis
co desde el área Caddo al principio del posclásico tem- Potosí, los realicé con el arqueólogo Patricio Dávila Cabrera.
82
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
2. La región conocida como Zona Media de cli- características del área. Aun cuando los arte-
ma más benigno, que va de templado a cálido y factos líticos y la cerámica tienen alguna seme-
con abundancia de ríos y manantiales, permi- janza con los de la llamada Mesoamérica, tie-
tió la completa sedentarización. Incluye impor- nen más parecido con aquellos de las culturas
tantes lugares como: Buena Vista Huaxcama, Caddo y aun con los del valle del Mississippi,
San Bartolo y el mismo Río Verde a los cuales más al norte.
ya he hecho referencia.
El área de Guadalcázar tiene 33 asentamientos
3. La Huasteca, de clima tropical permitió des- registrados, se trata de asentamientos propia-
de etapas muy tempranas los asentamientos mente dichos y cuevas funerarias, donde des-
permanentes. A través de nuestras exploracio- taca la llamada Cueva del Francés, de ella
nes hemos encontrado que las relaciones con provienen los elementos que voy a comparar.
los grupos del Sureste de Estados Unidos, son Los complejos cerámicos de la Cueva del Fran-
más fuertes de lo que pensábamos, además se cés y los de Buena Vista en la región de Río
presentaron durante todo su desarrollo. Verde se asemejan, en mucho, a aquellos del
Sureste, como podemos ver en ciertos tipos
Como he dicho, en este ensayo trato principal- de cerámicas negras con decoración incisa; ade-
mente de los hallazgos que he realizado en los más, claro está, de las pipas de piedra.
sitios comprendidos en la cuenca de Guadalcá-
zar y las recientes exploraciones en la región Específicamente, el tipo denominado por Du
Huasteca. Iniciaré con las exploraciones que Solier Gris-negro y que se encuentra presente
realizamos en la región conocida como Altipla- en forma abundante en el área de Guadalcázar
no, la cual tradicionalmente se ha etiquetado recuerda al tipo Barkman grabado del noreste
como la porción del territorio mexicano donde de Texas y suroeste de Arkansas.
deambulaban los grupos conocidos como chi-
chimecas, sin considerar que hubiera grupos La cerámica de Guadalcázar presenta una gran
que conocieran la agricultura y por consiguien- variedad de formas, acabados y diseños, entre
te tuvieran asentamientos permanentes. Esta los que destacan: cajetes de acabado negro puli-
realidad es distinta: en el valle de San Francis- do con incisiones que recuerdan en mucho a las
co (Beatriz Braniff y Ana María Crespo) y en la del área Caddo (fig. 2), aun cuando éstas son
cuenca de Guadalcázar existieron asentamien- comunes a muchas partes de México. Otros di-
tos desarrollados con agricultura, pero con ma- seños semejantes están presentes en una serie
nifestaciones culturales distintas, sobre todo en de cerámicas con decoración elaborada al nega-
el área de Guadalcázar donde aun cuando exis- tivo (fig. 3) parecidas a las del sitio llamado Án-
tieron relaciones hacia la gran superárea cultu- gel localizado en el bajo valle del Ohio y con una
ral que es Mesoamérica, existen materiales que cronología que va de 1250 a 1450 d.C., este si-
son diferentes. tio tiene la particularidad de compartir elemen-
tos tanto con las culturas que se desarrollaron
Esta pequeña región conocida como Guadal- en Guadalcázar como con las que se encuen-
cázar, la cual tiene ventajas sobre su entorno tran en la Huasteca y que trataré más adelante.
debido principalmente a su clima, se distingue
de los alrededores por su vegetación, suelos tro- Encuentro también que hay similitudes con los
picales y la precipitación pluvial —alrededor del tipos incisos de la cerámica Cherokee proce-
doble de su entorno inmediato—, por lo cual dente de sitios como Tuskasegee, Garden Creek
estamos ante un verdadero oasis. La zona no se y Warren Wilson, todos ellos en el actual esta-
ha considerado como lo que tradicionalmente do de Carolina del Norte, con una cronología
se conoce como Mesoamérica, sin embargo, los que va de 200 a.C. hasta 1500 d.C., por lo que
edificios y el arreglo de sus espacios tienen se puede apreciar que prácticamente durante
83
VECINOS CERCANOS
detalle de las caras ha indicado a muchos investigado- Tennessee; South Atlantic de Georgia (Brain y
res a pensar que estas vasijas son retratos de gente real Phillips, 1996) y de Tellico (Chapman, 1994).
(O’Brien, 1994: 1).
Además de los objetos muebles —de fácil trans-
He iniciado estudios sobre estos materiales portación— que pueden haber sido comercia-
—muy abundantes por cierto—, en algunos si- dos a través de distintas rutas, conocemos ahora
tios de la región Huasteca. Principalmente asentamientos que reflejan patrones “urbanos”
procedentes de un sitio llamado El Platanito distintos a los de Mesoamérica. Así vemos en
ubicado cerca de las cascadas de Micos en el sitios como Tantoc y Tlacolula, San Luis Potosí;
estado de San Luis Potosí. Tanto en la región El Triunfo y Las Flores, Tamaulipas o aun Ta-
del Mississippi como en el Noreste mexicano buco, Veracruz, que además de tener montícu-
este tipo de cabezas se han encontrado en con- los de tierra totalmente distintos a los que se
textos funerarios. conocen en Mesoamérica, presentan arreglos
en su disposición espacial muy semejantes a los
También en Río Verde encontramos elemen- de los sitios del Sureste. Llama sobremanera la
tos que recuerdan a los del Sureste, entre ellos atención el sitio de Tantoc en San Luis Potosí
las vasijas cabeza. A diferencia de la Huasteca, ya que al compararlo con el de Cahokia en
en la zona media están representando al dios Illinois, presenta semejanzas en sus materiales
viejo o Huehuetéotl ya que tienen arrugas, muebles y su traza arquitectónica es análoga.
mientras que las de la Huasteca en su mayoría
Todas estas comparaciones ya las he mencio-
representan personajes muertos, manifestado
nado en presentaciones anteriores por lo que
por tener los ojos cerrados.
no abundaré en ellas. Trataré ahora de las simi-
litudes entre sitios de la Huasteca con sitios o
De la misma manera, podemos hablar de los ob-
regiones del Sureste.
jetos elaborados en concha, de los que Ekholm
menciona: Mencionaré en la parte mexicana principalmen-
te a La Primavera, San Luis Potosí y Altamira-
Los pectorales de concha redondos labrados del Su- no, Veracruz, ambos de cronología temprana; de
reste son importantes en la relación con América los sitios en el Sureste hablaré en general de los
Media... pero el hecho significativo es que los ornamen- que se encuentran en los estados de Texas, Ala-
tos de concha de la misma forma y técnica general se
bama, Carolina del Norte, Georgia, Illinois,
encuentran principalmente sino es que exclusivamen-
Arkansas, Oklahoma y Mississippi; finalmente
te en la Huasteca (Ekholm, 1943: 281).
haré algunas referencias a sitios tardíos como
Tamohi, San Luis Potosí y Ángel en el estado
Estos pectorales de concha, tanto discoidales de Indiana, Estados Unidos.
como trapezoidales comparten concepciones
estilísticas e ideológicas con la Huasteca, como Los primeros sitios corresponden a las fases Cha-
son la cruz y el hombre pájaro. Incluso, ya para jil, Pujal, Chacas, Tampaón, Tantuán I, Tantuán
la última época prehispánica, los diseños que II y Tantuán III establecidos por Merino y Gar-
encontramos en el tipo cerámico Hun variedad cía Cook para la Huasteca. Cronológicamente
ot establecido para Tamohi en San Luis Potosí abarcan de 1600 a.C. hasta 200 d.C. por lo que
(Zaragoza, 2003a) son muy parecidos a los mo- pertenecen a etapas tempranas: corresponden
tivos de los pectorales de concha discoidales. a lo que conocemos como el Formativo y Proto-
Específicamente, el diseño central que es cruci- clásico para Mesoamérica.
forme podemos compararlo con los tipos: Tibee
Creek de Tennessee, Alabama y Mississippi; Las similitudes entre las cerámicas incisas de
Finkelstein de Oklahoma; Cox Mound de Ten- ambas regiones son sorprendentes. Veamos a
nessee y Alabama; Ruffner style de Alabama y continuación los detalles.
85
VECINOS CERCANOS
Consideraciones
finales
3 4
Estas relaciones y contactos
eran bien conocidos, sin embar-
t Fig. 8. 1) Buena Vista Huaxcama, San Luis Potosí, Du Solier et al., 1947.
2) Deshazo, Nacogdoches County Texas, Fields, 1995. 3) El Álamo, San go durante alrededor de 40
Luis Potosí. 4) La Primavera, San Luis Potosí. años nadie volvió a ocuparse de
ellos, desconozco las causas por
las que los estudiosos se aleja-
ron de esta línea de investiga-
ción, es sólo hasta ahora que se
están reconsiderando —en am-
bos lados de la frontera— las
relaciones que pudieron haber
3 existido entre estas dos gran-
1 des regiones.
2
Por otro lado, la presencia de sitios como Tantoc cultura Mississippi” (1966: 129); Phillips y
refuerzan las hipótesis acerca de las relaciones Brown (op. cit.) por el contrario, niegan la posibi-
y las posibles rutas de migración. Lo mismo po- lidad de que haya existido contacto entre las dos
demos decir de los demás materiales arqueoló- regiones, y por ello desechan la posibilidad de
gicos como la cerámica negra con decoración que las culturas de Mesoamérica compartan con
incisa, la cerámica con decoración al negativo, las del Sureste muchos de sus componentes.
cerámicas estampadas, vasijas-cabeza, objetos
de concha, vasijas con personajes aplicados que Desde mi punto de vista, este Complejo Cere-
forman parte integral de la misma y diseños monial del Sureste no sólo se encuentra den-
compartidos, y la representación del maíz, los tro de la cultura Mississippiana sino que está
cuales van conformando un panorama más cla- formado por una serie de elementos que distin-
ro de las relaciones ideológico-comerciales pro- guen tanto a los sitios del Sureste como a los
ducidas en esta parte del territorio mexicano. del Noreste y los caracteriza durante el periodo
que va de 1000 d. C. hasta la Conquista.
Considero necesario resaltar que la hipótesis
de los investigadores de la primera mitad del Entre las imágenes más comunes dentro de este
siglo XX, se va confirmando con las nuevas ex- complejo, en territorio mexicano y estadouni-
ploraciones que se están realizando. Es impor- dense, están las representaciones de los sacerdo-
tante reconsiderar el esfuerzo realizado por los tes o sacerdotes-guerreros en donde se puede
pioneros para poder tener un panorama más cla- apreciar “una organización socio-religiosa más
ro de la situación. compleja asociada a la cultura Mississippi” (Grif-
fin, op. cit.: 129). Por su parte, MacNeish en su
Aun cuando en un principio se pensaba que las tesis doctoral hace un resumen de los elemen-
relaciones se generaron, desde lo que hemos tos comparables entre una y otra región; de esta
llamado Mesoamérica hacia el Sureste de Esta- manera vemos como el Complejo Ceremonial
dos Unidos, creo que este fenómeno se mani- del Sureste está presente con los siguientes ele-
festó como tradiciones compartidas, que desde mentos: 1) en los personajes de la pintura mu-
mucho tiempo atrás se venían manteniendo ral de Tamohi (Zaragoza, 2003) hay un diseño
entre el Noreste y el Sureste, incluso no se nie- que consiste en un dibujo que recuerda a la vo-
ga que las relaciones hayan existido durante luta de la palabra, pero que no se localiza en la
todo el desarrollo de estas dos regiones. boca sino más bien entre las cejas. Éste tam-
bién está presente en los personajes represen-
Los arqueólogos que han trabajado las culturas tados en los pectorales de concha de Spiro (Mac-
del Sureste, han establecido un conjunto de ele- Neish, 1948: 189); 2) los diseños de caracoles
mentos que se consideran ceremoniales co- recortados con representaciones centrales en
mo: Complejo Ceremonial del Sureste o Culto forma cruciforme rodeados por un círculo, es
del Sur, Griffin (1952: 105) dice que el “cul- otro de los elementos del complejo utilizados
to” es: “La expresión artística de los patrones tanto en los pectorales discoidales del Sureste
socio-religiosos de la cultura Mississippiana.” como en la decoración de cerámicas de la Huas-
No obstante, para Phillips y Brown sería más teca (Zaragoza, 2003, fig. 3).
adecuado describir el fenómeno como “una
mezcla de cultos interconectados, parcialmen- Por otro lado, las cerámicas que he presentado
te sincretizados, en vías de convertirse en una muestran que desde épocas tempranas hay simi-
ideología Pan-Sureste” (1978: 169). litudes en las expresiones simbólicas plasma-
das a través de los diseños de la cerámica entre
Griffin sugiere “que cierta cantidad de ideolo- los grupos asentados en uno y otro lado de la
gías ceremoniales y religiosas Mesoamericanas actual frontera, el compromiso es encontrar
fueron adaptadas dentro de los patrones de la cuáles fueron los mecanismos de contacto que
90
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
llevaron a estos pueblos a relacionarse. De es- como la que se encuentra en el centro de Texas
tas reflexiones, se desprende el hecho de que y norte de Tamaulipas, sin embargo, ésta debió
no puede comprenderse a estas culturas como ser mucho más difícil de transitar que la coste-
entidades aisladas sino que compartieron una ra. “Esto deja a consideración solamente una
forma de vida. ruta posible, la costa de Tamaulipas —el cen-
tro de Texas— el Sureste” (MacNeish, 1948:
No obstante las pocas investigaciones realiza- 217). Aun cuando todas las rutas tienen sus
das, creo que de seguir en este camino encontra- inconvenientes, hay algunas que parecen prác-
remos paso a paso las relaciones que existieron ticamente imposibles, ya sea porque no hay evi-
entre las culturas y porqué no pensar en una dencias de los contactos o porque las condicio-
superárea cultural diferente como ya lo mencio- nes del terreno no lo permitieron.
naba Kirchhoff. Por ello es imperativo realizar
mayores investigaciones en estas regiones de Para finalizar, quiero señalar que debemos tra-
contacto y plantear las probables rutas de migra- bajar más en estos temas, sobre todo en las ru-
ción de ideas y grupos como mencionaba Mac- tas, en ambos lados de la actual frontera y tratar
Neish. Éste es uno de los puntos más impor- de dilucidar que fue lo que sucedió entre el
tantes para la discusión, para con ello poder Noreste de México y el Sureste de Estados Uni-
establecer cómo fue que compartieron sus tra- dos, no sólo con las culturas Caddo y las del va-
diciones y qué mecanismos se utilizaron. lle del Mississippi, sino con todas las del Golfo
de México, incluyendo las de la península de
De gran importancia para entender las rutas me- Florida.
diante las cuales se dieron estas relaciones, son
las referencias hechas por los cronistas de los
Bibliografía
siglos XVI y XVII acerca del origen norteño de
los pobladores de lo que ahora es México. Así
vemos como Sahagún y posteriormente Torque- • Alcorn, Janis
mada hablan que vinieron del norte y Sahagún 1984. Huastec Mayan Ethnobotany, Austin, Texas,
enfatiza que fue por mar; la referencia más só- University of Texas Press.
lida acerca del tráfico marítimo y fluvial tanto
de personas como de mercancías está narrado • Barrera Vázquez, Alfredo
1943. “Sobre el grupo Macro-Penutiano”, en
en La Florida del Inca Garcilaso de la Vega, es-
El Norte de México y el sur de los Estados Unidos,
crita a raíz de los viajes de la expedición de Her- México, III Mesa Redonda de la Sociedad
nando de Soto (descubridor del río Mississippi) Mexicana de Antropología, pp. 186-187.
en 1541:
• Bennett, John W.
[...] entre las muchas canoas [...] se vieron algunas de 1943. “Southeastern Culture Types and Middle
extraña grandeza [...] que había muchas canoas capa- American Influences”, en El Norte de México y el sur
ces de setenta y cinco y de ochenta hombres, que en de los Estados Unidos, México, III Mesa Redonda de
ellas venían puestos de tal suerte que pudiesen pelear la Sociedad Mexicana de Antropología, pp. 223-
todos sin estorbarse unos o otros. De la Vega, 1956, 241.
libro sexto, capítulo III: 399.
• Brain, Jeffrey y Philip Phillips
1996. Shell Gorgets. Style of the Late Prehistory and
Por ello es muy probable que las rutas de comu- Protohistoric Southeast, Cambridge, Massachusetts,
nicación entre ambas regiones, pudieran haber Peabody Museum Press.
sido, preferentemente, a lo largo de las costas
del Golfo de México a través de los ríos Pánuco • Brandon, William
y Mississippi, sin descontar que por tierra pu- 1961. The American Heritage Book of Indians,
diera haber habido, también, rutas establecidas USA, American Heritage Publishing Co.
91
VECINOS CERCANOS
1943. “Relations Between Middle America and the 1966. “Mesoamerica and the Eastern United
Southeast”, en El norte de México y el sur de Estados States in Prehistoric Times”, en Handbook of
Unidos, México, III Mesa Redonda de la Sociedad Middle American Indians, vol. 4, Austin,
Mexicana de Antropología, pp. 276-283. pp. 111-131.
92
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
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1943. “Relations Between Northern Mexico and
the Southeast of the United States from the Point
of View of Ethnology and History”, en El norte de
México y el sur de Estados Unidos, México, III Mesa
Redonda de la Sociedad Mexicana de
Antropología, pp. 259-276.
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Ann Arbor, The University of Michigan.
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1956. La Florida del Inca, México, FCE.
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Caddo Parish, Louisiana, Salt Lake City, Memoirs of
the Society for American Archaeology, núm. 16.
Rubén Maldonado Cárdenas, José Manuel Arias López y Beatriz Repetto Tió*
Los entier
entierrros de la capilla abier ta de Dzibilchaltún,
abierta
Yucatán: condiciones de vida y salud del pueblo
maya al inicio de la Colonia
Colonia**
Artigas señala (1992: 13-15) que en la arquitectura novohispana del siglo XVI
hubo varios tipos de edificios religiosos: el primero y más conocido fue el de la
nave rasa, cuya planta tuvo forma de un rectángulo muy alargado, con la entra-
da principal en uno de sus lados menores y el ábside en el opuesto. Sus am-
plios y alargados muros, con varias puertas laterales, soportaron una variedad
de techumbres y en el interior albergaba el sotocoro y el coro pegados a la en-
trada, la nave para los feligreses y el presbiterio, con el ábside y el altar.
patios de las iglesias eran muy grandes porque las nuevas actividades religiosas, ya fueran frailes itine-
la gente era mucha y no cabía en ellas. Y, apa- rantes o ayudantes indígenas en las labores pastorales.
rentemente, debido a eso tenían su capilla en Dentro de la zona peninsular contamos con ejemplos
los patios. El mismo autor refiere que fray como Tancah en el este, con 19 enterramientos en la
nave de la iglesia o en Tipú donde se documentó un to-
Alonso Ponce en 1580 habla del carácter provi-
tal de 15 enterramientos dentro o al límite de la iglesia.
sional de las capillas abiertas y distingue tres
tipos: 1) las que se anexaban a la portería de las
Los antecedentes más antiguos en relación con
construcciones conventuales, mismas que po-
el hallazgo de restos óseos asociados a una es-
drían interpretarse como un templo sin muros
tructura religiosa cristiana en Dzibilchaltún,
laterales o un presbiterio sin nave; 2) las cons-
están registrados en la publicación de Brainerd
trucciones rudimentarias carentes de medios
(1958: 15). Él refiere haber detectado en un
para custodiar al Santísimo Sacramento y 3) una
pozo de sondeo la presencia de numerosos en-
capilla auxiliar para congregar a los indígenas
tierros bajo el piso del altar de la capilla. Igual-
aunque hubiera iglesia. Para este autor, las ca-
mente, el manuscrito del obispo Gómez de
pillas abiertas de Yucatán fueron del primer
Parada resultado de las constituciones sinodales
tipo, aunque la mayoría de las construcciones
realizadas en la segunda década del siglo XVIII,
religiosas contaban solamente con la “ramada y
hace referencia a la práctica cristiana de ente-
capilla de indios” en el tiempo de la visita del
rrar a los difuntos dentro y en los alrededores
cronista.
de las iglesias.
Para García Targa (2002: 63), en las construc-
ciones franciscanas tempranas del área maya Es así que, un material que se agrega a los ob-
destacan dos elementos: la fachada exenta y la jetos explorados y que de esta manera viene
nave que define como una parte adicional. És- a complementar las investigaciones realizadas
ta última en Yucatán fue una unidad diferen- en torno a las capillas abiertas, son los restos
ciada por el tipo de materiales perecederos uti- óseos inhumados en el área de éstas. Como
lizados en las primeras edificaciones, agregada fuente de información acerca de los grupos hu-
a la parte más importante de la estructura, lla- manos del pasado, los restos óseos han propor-
mada “ramada”. cionado datos necesarios para la comprensión
de una amplia gama de aspectos, desde sus ca-
Lo que sí es importante resaltar es el hecho de racterísticas físicas hasta sus condiciones de vi-
que para Kubler no todas las capillas abiertas da1 y salud. Muestras de ello han sido los datos
fueron capillas de indios, en el sentido que se aportados por las exploraciones hechas en dis-
dio a éstas últimas en Guatemala, donde fun- tintos conventos en varios sitios del país (Miller
cionó como una institución fiscal y social. García y Farris, 1985; Burgos y Arias, 1997; Rosales et
Granados señala que ese tipo de construcción al., 1991; Mansilla y Pompa, 1992; Mansilla
termina en el último cuarto del siglo XVI y la et al., 1992; Beristain, 1996)..
causa principal la atribuye a la notoria dismi-
nución de la población indígena producida por Buikstra y Cook (1980) proponen un enfoque
las epidemias de la época. en los estudios de los restos óseos de una orien-
tación tipológica,, descriptiva e individual, a una
Un aspecto importante relacionado con las edi- orientación hacia los procesos y las poblaciones.
ficaciones religiosas tempranas es el del uso de El enfoque biocultural o bioarqueológico preten-
éstas como sitio de inhumaciones. Al respecto,
García Targa (op. cit.: 72) dice: 1
También conocido como “forma de vida” o “estilo de vida”,
el concepto de “condiciones de vida” se refiere al conjunto
La importancia del espacio religioso se materializaba de patrones culturales, ideológicos y de actitudes que
también en la utilización de determinadas zonas como determinan el comportamiento social del individuo
“campos santos” destinados a personas vinculadas a (Swedlund y Armelagos, 1990).
97
LOS ENTIERROS DE LA CAPILLA ABIERTA DE DZIBILCHALTÚN, YUCATÁN...
de evaluar la condición biológica de las pobla- de las entradas del lado oeste del corral de la
ciones humanas y sus consecuencias para la re- hacienda. Según Folan (1970), la fecha de cons-
producción biológica y cultural de la sociedad, trucción de la capilla y edificios adjuntos pue-
así como considerar los efectos selectivos de la de situarse hacia 1590. Su situación al núcleo de
cultura y la supervivencia de los individuos que la gran plaza central prehispánica, se ha inter-
conforman la población analizada. pretado como un indicador de que el sitio man-
tenía una población de cierta importancia a la
Bajo este enfoque, surgen estudios que se refie- llegada de los conquistadores.
ren a la utilización de múltiples indicadores de
estrés para comprender, entre otros rubros, la La capilla abierta, con una bóveda corta de ca-
salud en las sociedades desaparecidas (Good- ñón corrido, conserva piedras labradas con mo-
man et al., 1984; 1988). Se proponen modelos tivos prehispánicos colocadas en las paredes de
para poner en contexto los indicadores óseos la construcción, circunstancia que se ha con-
del estrés, y los enfoques de varias líneas de in- siderado como la mejor prueba del momento
vestigación que contribuyen a comprender los de la superposición de las culturas indígena y
entornos culturales y ambientales de las lesio- europea.
nes óseas y aquellos procesos biológicos que dan
lugar a su desarrollo (Buikstra et al., 1980; Good-
En el muro sur del presbiterio se notan, por fal-
man et al., 1988).
ta del enlucido, algunos elementos de piedra
con diseños geométricos y flores procedentes
Ubicación del área de estudio de los edificios mayas; en el oriente un nicho y
el altar, y al frente se aprecia una hilada de pie-
En el estudio que Folan (1970) publicó sobre dras correspondientes a la base que delimitó la
la capilla abierta de Dzibilchaltún, refiere que extensión del zócalo del altar y otra que marca
pocas veces una zona arqueológica es descubier- el inicio de la nave (fig. 2). El área de la nave de-
ta por la presencia de este tipo de capillas y que bió haber estado cubierta en la parte superior
éste fue precisamente el caso. por una techumbre hecha de material perece-
dero a base de paja y morillos de madera. La
La búsqueda de material cerámico del periodo parte del ábside, fabricada con gruesos muros
inmediato a la Conquista hizo que en 1941 Geor- de mampostería y una bóveda corta de cañón
ge Brainerd y Wyllys Andrews IV se interesaran corrido, mide desde el exterior unos 11.50 m
en ese sitio, localizado al norte y muy cerca de de ancho por 6.57 m de largo. La nave debió
la ciudad de Mérida. En esa época, una buena medir, según evidencias in situ, unos 14.90 m
cantidad de vestigios todavía estaba a la vista; de largo por 12.38 m de ancho. La bóveda tiene
la bóveda de la capilla parcialmente colapsada unos 7 m de altura. La capilla está orientada ha-
dejaba ver en el muro frontal del presbiterio cia el oeste y en el costado norte del presbiterio
la figura de pie de un obispo, pintada al lado se encuentra otra construcción que debió ha-
izquierdo del altar, así como un arcángel repre- ber funcionado como sacristía que mide 7.16 m
sentado sobre un caballo, situados en la parte de largo por 6.21 m de ancho.
superior de éste; ambos fueron considerados por
Brainerd como un ejemplo del arte colonial del En un artículo en el que Andrews (1991) dis-
siglo XVI. cute las características de las iglesias y capillas
rurales de la etapa colonial temprana, presen-
Excavando el lado norte de la casa cural, Brai- ta las reconstrucciones hipotéticas y plantas de
nerd descubrió una piedra tallada con fecha de algunas de las capillas abiertas que incluye en
1593; también leyó una fecha de 1662 o 1663 su estudio, fabricadas originalmente con ma-
en una piedra asociada con la jamba de una teriales perecederos, según algunas fuentes
98
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
51
ESTR. 39
ALTAR
ESTR. 36
Geographic Society, el INAH ESTR. 45 NORTE
SACBE
Entierro 2
Entierro 3
Entierro II
Crucifijo
Entierro 4
Entierro 8
Entierro 14
POZO 32 AMPLIACIÓN DEL POZO 32
0 0.5 1m
t Fig. 4. Algunos entierros encontrados en el pozo 32 y en la ampliación dentro de la gran cala central de
exploración.
100
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
empleó la edad de fusión de la epífisis con la Las premisas y las definiciones de los concep-
diáfisis (Ferembach et al., 1979). tos relativos al análisis de la salud y de las con-
diciones de vida, han sido incorporados a los
En la asignación de edad en los restos de indi- estudios de tipo bio-psico-social propuestos por
viduos adultos, se usaron principalmente los la antropología física mexicana (Civera y Már-
cambios que sufre la sínfisis púbica y la super- quez, 1998), para el estudio de las sociedades
ficie auricular propuestas por Todd (Meindl y prehispánicas y coloniales, determinándose su
Lovejoy, 1989; Iscan y Loth 1989), así como los importancia como elementos fundamentales
cambios de la extremidad esternal de las costi- para la comprensión del estrés y la salud en cual-
llas (Loth e Iscan, 1989). Es denominado tam- quier sociedad.
bién método multifactorial para la estimación
de la edad, y consiste en utilizar varios paráme- Por ejemplo, una de las premisas de este mode-
tros en un mismo esqueleto para poder realizar lo, apoyado en las propuestas de Frenk y colabo-
este diagnóstico con mayor confiabilidad (Lo- radores, consiste en analizar el fenómeno de-
vejoy et al., 1985). nominado “transición en la salud”, concebido
como un proceso dinámico, en el cual los patro-
nes de salud y enfermedad de una sociedad se
Para la determinación del sexo en restos óseos desarrollan de diversas maneras como respues-
de individuos adultos, se usaron principalmen- ta a un cambio mayor en los ámbitos demográ-
te los parámetros para la pelvis y el cráneo, pro- fico, socioeconómico, tecnológico, político, cul-
puestos por algunos autores (Krogman e Iscan, tural e ideológico (Frenk, 1991).
1986 y Ferembach et al., 1979).
En este esquema se toman en cuenta varios
Para la ordenación del material por grupos de estadios o eras en la transición epidemiológica:
edad, se aplicó la clasificación Hooton (1947) tradicional, de transición temprana, de transi-
(tabla 1). ción tardía y moderna. La población y el medio
ambiente se encuentran estrechamente vincu-
Periodo Rangos de edad en años lados, el primero es la organización social me-
diante la cual los seres humanos desarrollan las
Primera infancia 10 a 30
estructuras y los procesos necesarios para trans-
Segunda infancia 14 a 60
formar a la naturaleza, y el segundo son las fuer-
Tercera infancia 17 a 120 zas evolutivas que modelan al genoma.
Adolescencia 13 a 170
Subadulto 18 a 200 Para la organización social se describen múlti-
Adulto joven 21 a 350 ples dimensiones que van desde la estructura
Adulto medio 36 a 550
económica, hasta la ideológica, que al articularse
bajo un contexto determinado,, condicionan el
Adulto avanzado 56 a 750
nivel de bienestar de una sociedad y de la estruc-
Senil 75 o más tura de clases de una sociedad (Frenk, 1991).
t Tabla 1. Clasificación de los rangos de edad.
Estos elementos constituyen los determinan-
Con base en la distribución de edad y sexo re- tes estructurales del proceso salud-enfermedad
sultante, se procedió a identificar algunas lesio- y juntos detienen o frenan la variación de una
nes óseas, utilizando múltiples marcadores de serie de determinantes próximos, tales como
estrés que se ubicaron en su contexto arqueo- las condiciones de trabajo y de estilos de vida.
lógico con la finalidad de proponer hipótesis En cuanto a las condiciones de vida, la alimen-
sobre su etiología y las posibles condiciones de tación y la vivienda son de especial interés en
vida de este grupo. cuanto a sus efectos sobre la salud de las pobla-
101
LOS ENTIERROS DE LA CAPILLA ABIERTA DE DZIBILCHALTÚN, YUCATÁN...
ciones, ya que éstos se determinan multifacto- duales y permanentes (Cook y Buikstra, 1979),
rialmente. tanto para niños en primera, segunda y tercera
infancia, como en adolescentes, adultos jóve-
Con los anteriores argumentos como base y para nes y maduros.
el estudio de los indicadores de estrés en po-
blaciones desaparecidas, la paleodemografía, la Para el registro de estas dos condiciones se uti-
paleopatología y la paleoepidemiología se han lizó la escala mostrada en la tabla 2.
dedicado a la tarea de realizar in-
terpretaciones e inferencias a partir Defecto Notación Característica*
del análisis de los esqueletos (Buiks-
Hipoplasia 1 Surco lineal horizontal
tra y Cook, 1980).
2 Surco lineal vertical
Como fuente de información acerca 3 Hoyos lilneales horizontales
de los grupos humanos del pasado, 4 Hoyos lineales desordenados
los restos óseos han proporcionado
5 Hoyos simples
datos necesarios para la compren-
sión de una amplia gama de aspec- t Tabla 2. Escala para valoración de las líneas de hipoplasia.
tos,, desde sus características físicas * Buikstra y Ubelaker, 1994.
hasta sus condiciones de vida y salud.
Un primer enfoque encauzó a los antropólogos Las características de las líneas de hipoplasia
físicos al análisis métrico, mientras que los mé- son registradas por tipo y localización. El ancho
dicos y patólogos se dedicaron a estudiar indi- y la profundidad de los rasgos hipoplásico pro-
cadores para diagnosticar procesos mórbidos. porcionan información acerca de la duración y
Durante la década de 1980, Buikstra y Cook severidad de un deficiente estado de salud. De
(1980) propusieron un nuevo enfoque en los la misma manera, se utilizaron las líneas de Ha-
estudios de los restos óseos: de una orientación rris, valoradas a partir de placas radiográficas, así
tipológica,, descriptiva e individual a una orien- como la duración y severidad de la hiperostosis
tación hacia los procesos y las poblaciones. porótica y Criba Obitalia.
El enfoque biocultural o bioarqueológico pre- Para lograr dichos objetivos, se diseñaron tres
tende evaluar la condición biológica de las po- formas de cédulas: en la primera se inventarió
blaciones humanas y sus consecuencias para la el total de los elementos óseos existentes por
reproducción biológica y cultural de la sociedad, entierro y por individuo, señalándose su grado
así como considerar los efectos selectivos de la de conservación, así como los datos sobre sexo
cultura y la supervivencia de los individuos que y edad; en la segunda se dibujó sobre un diagra-
conforman la población que se analice. ma del esqueleto las partes existentes, así como
las posibles lesiones óseas presentes; finalmen-
Como consecuencia, en la valoración de las con- te en la última se registró la información de los
diciones de vida, se tomaron en consideración defectos dentales, tales como caries, cálculos y
algunos marcadores de estrés2 (Lallo et al., 1977; abscesos siguiendo los estándares recomenda-
Goodman et al., 1988; 1984): las líneas de hipo- dos (Buikstra y Ubelaker, 1994).
plasia y opacidad del esmalte en dientes deci-
Por último, se sometieron a discusión los resul-
2
Uno de los mejores indicadores de condiciones de vida, es tados obtenidos anteriormente con datos pro-
el de la esperanza de vida, el cual se obtiene de las tablas venientes de los archivos parroquiales, para
de vida. En este caso no fue posible calcular este estimador saber, por ejemplo, la edad de los individuos al
demográfico directamente de los restos debido a lo
reducido de la muestra, pero sí se utilizó el valor obtenido a momento de morir y la esperanza de vida que
partir de los archivos parroquiales. se tenía para esa época.
102
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Un resumen de los resultados obtenidos de la Por último, en el rango de edades que compren-
estimación de edad y sexo se muestran en la si- de entre 0 y 11 años —o sea, entre el nacimien-
guiente distribución (tabla 3 y gráfica 1). to y la pubertad— tenemos a los siguientes
25
20
15
%
10
0
0.5-1 3-7 7-12 12-17 19-20 20-25 30-35
sujetos de sexo indeterminable: uno entre seis trario, Ortner (1983) sugiere que esta condición
meses y un año (1/25 = 4%), uno entre tres y es un marcador indicativo de una adaptación o
siete años (1/25 = 4%) y a dos entre siete y 11 de recuperación exitosa.
años (2/25 = 8%) que representan 28% del
total (7/25). En la muestra analizada obtuvimos 12 por cien-
to (3/25) de afectados por esta condición, lo
Para saber si estos individuos fueron afectados cual ocurrió en el Entierro 10, individuo 2, su-
por algún tipo de factor de estrés, registramos jeto femenino con más de 40 años (fig. 5) y en
algunos de los indicadores que suelen utilizar- el Entierro 11, individuo 1 (fig. 6), adolescente
se, tales como líneas de hipoplasia, caries, abs- femenino de 16 años. Además en el individuo
cesos e infecciones, con la idea de plantear con una edad de más de 40 años se identificaron
algunas hipótesis de los posibles causales próxi- nódulos de Schmorl y osteofitos en las vérte-
mos de muerte. De esta manera se identifica- bras torácicas. Un ejemplo más fue el Entierro
ron algunas lesiones óseas que agrupamos en 4, con una edad de 5 años (segunda infancia) e
cuatro conjuntos. indeterminable (fig. 7), donde se puede obser-
var en una imagen de microscopía electrónica
Líneas de hipoplasia la banda de hipoplasia, que por la anchura y pro-
fundidad, se infiere que los factores de estrés
Es un indicador de estrés episódico o marcador se manifestaron en grado severo.
no específico. Una hipoplasia del esmalte es una
condición que se detecta en la superficie de la Caries, cálculos, desgaste y absceso
corona de los dientes a simple vista, y que con- dental
siste en una serie de líneas, bandas o fosas for-
madas por una disminución en el grosor del es- Estos padecimientos del sistema bucodental
malte (Goodman et al., 1980; 1990). Puede ser son otro grupo de indicadores. Las dos primeras
causado por tres fenómenos: estrés metabólico están relacionadas con la llamada placa bacte-
sistémico, anormalidades congénitas y trauma riana formada alrededor de la región cervical de
localizado. Mientras que la opacidad es una im- la corona de los dientes cuando la limpieza
perfecta mineralización del esmalte. bucal no es suficiente, y la segunda, con el ti-
po, calidad y forma de preparar los alimentos,
Estas líneas o bandas —surgidas entre los 18 y en algunos casos puede estar relacionada con
20 años— se pueden formar desde el nacimien- la actividad productiva que desempeña el
to hasta la fusión de la epífisis
con la diáfisis. Generalmente se
forman después del primer año
de nacimiento; puede ser cau-
sado por los efectos negativos
del destete, aunque más bien
ha sido identificado como sim-
ple casualidad de ocurrencia,
habiendo otra frecuencia máxi-
ma antes de cumplir los cuatro
años de edad. Se ha logrado es-
tablecer una correlación posi-
tiva entre condiciones de vida
y las Líneas de hipoplasia del
esmalte (Lovell y Whyte, 1999;
Lukacs, 1992; 1997). Por el con- t Fig. 5. Líneas de hipoplasia. Entierro 10, individuo 2.
104
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
t Fig. 6. Líneas de hipoplasia de esmalte. Entierro 11, individuo 1. Un tercer grupo de enfermeda-
des bucales relacionadas con
procesos infecciosos está for-
mado por la degeneración pe-
riodontal y los abscesos perio-
dontales. Estas enfermedades
ocurren como resultado de una
inflamación ósea debida a di-
versos factores como, por ejem-
plo, una infección, deficiencias
de tipo vitamínico o irritación
mecánica de las encías. Los abs-
cesos pueden definirse como
un aglomerado de pus, rodea-
do por tejido denso, dentro de
una cavidad ósea (Steinbok,
1976).
La osteoartritis se clasifica en primaria y secun- Entierro 14 (fig. 11), compuesto por dos indi-
daria, la primera es resultado de una combina- viduos, el primero masculino y una edad de 25
106
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
6 17 Masc. Osteomielitis
7 +30 Fem.
8 1 Adulto Masc. Nódulo de Schmorl, procesos artríticos
2 19 Masc.
9 19 Masc. X Procesos artríticos en falanges de la mano
10 1 +15 Indet.
2 +40 Fem. X X X X Nódulos de Schmorl en vértebras torácicas
11 1 16 Fem. X X X X
2 Adulto Masc.
3 17 Masc. Periostitis, entesopatías
12 1 17 Masc. X X
2 +18 Masc.
13 1 Adulto Masc. Periostitis. Faceta de acuclillamiento
2 Adulto Fem. Periostitis, proceso infeccioso en inserción
muscular, faceta de acuclillamiento
2a Adulto Indet.
14 1 15-19 Indet.
2 +25 Indet. Periostitis en tibias
t Cuadro 3. Distribución por edad y sexo en función de algunas patologías. Capilla abierta, Dzibilchaltún, Yucatán, temporada 2000.
109
LOS ENTIERROS DE LA CAPILLA ABIERTA DE DZIBILCHALTÚN, YUCATÁN...
el proceso del destete, que es cuando el sujeto co, relacionados con esfuerzos físicos constan-
comienza a recibir alimentos sólidos y la alimen- tes realizados desde la niñez.
tación materna comienza a ser desplazada; sin
embargo, esta etapa puede variar de acuerdo al Es importante señalar que en la muestra obte-
grupo humano de que se trate y de su compor- nida no hay presencia de adultos maduros (mayo-
tamiento, pero en promedio corresponde a la res de 40 años) ni seniles (mayores de 50 años).
edad en la que ocurre este fenómeno. Esto último podría subsanarse en la medida
en la que se realicen posteriormente excavacio-
Luego tenemos una siguiente etapa crítica, que nes extensivas que permitieran ampliar nuestra
corresponde a la tercera infancia (entre los cin- muestra, o podría significar que individuos de
co y siete años), en la que igualmente los suje- esas edades simplemente no fueron enterrados
tos están adquiriendo algunas aptitudes físicas en ese lugar o también, que nos encontramos
y biológicas importantes. Ésta se encuentra li- ante la presencia de individuos cuya esperanza
gada a la siguiente etapa del desarrollo, la pu- de vida era muy corta.
bertad, en la que los individuos comienzan a
desarrollar sus características biológicas secun- Finalmente, para concluir, hay que señalar que
darias. la reflexión que suscita este tipo de estudios
realizados en función del análisis de diversas
También se encontró un incremento porcen- disciplinas antropológicas, es que las vicisitu-
tual importante en la edad de muerte en los ado- des por las que ha pasado la población maya
lescentes, tanto masculinos como femeninos. son innumerables, pero la capacidad de adap-
Esta etapa se caracteriza especialmente porque tación, recuperación y respuesta, que le ha per-
los individuos adquieren sus rasgos físicos y mitido mantenerse en el escenario histórico
biológicos definitivos y preparan su ingreso a la actual, es más que extraordinaria. Son las es-
etapa de adulto. Todos estos periodos son es- trategias de supervivencia del pueblo maya las
pecialmente críticos y vulnerables a cualquier que deben ser sujeto de estudio para llegar a
variación en el entorno físico y social en el que entender mejor por qué unos grupos humanos
se desenvuelva el ser humano. son capaces de sobrevivir, mientras otros se
extinguen.
Las patologías asociadas a los individuos se pre-
sentaron fundamentalmente en el grupo de ado- Bibliografía
lescentes y adultos. Éstas fueron de tipo dege-
• Aegerter, Ernest y John A. Kirkpatrick
nerativo vinculadas indudablemente con la
1978. Enfermedades ortopédicas, Buenos Aires,
práctica de esfuerzos físicos permanentes y con Médica Panamericana.
secuelas de infecciones mostradas por la pe-
riostitis presente en la mayoría de adultos, mis- • Andrews, Anthony P.
mos que principalmente correspondieron a mu- 1991. “The Rural Chapels and Churches of Early
jeres y hombres en su etapa reproductiva. Colonial Yucatán and Belize: An Archaeological
Perspective”, en The Spanish Borderlands in
Otro resultado general, corresponde a los tres Pan-American Perspective, Columbian
únicos casos severos con líneas de hipoplasia, Consequences, vol. III, Washington, D.C.,
de los cuales dos fueron mujeres. Sin embargo, Smithsonian Institute Press, pp. 355-374.
la mayoría presentó osteofitos en las vértebras
• Armelagos, George J.
lumbares, asociados a nódulos de Schmorl. 1990. “Health and Disease in Prehistoric
Estas afecciones se encuentran en el grupo de Populations in Transition”, en Swedlund, A.C.
las enfermedades de tipo degenerativo, lo cual y George J. Armelagos (eds.), Disease in Populations
nos sugiere la presencia de problemas vincu- in Transition Anthropological and Epidemiological
lados con el estilo de vida de tipo biomecáni- Perspectives, New York, pp. 127-144.
111
LOS ENTIERROS DE LA CAPILLA ABIERTA DE DZIBILCHALTÚN, YUCATÁN...
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114
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Creemos que los datos acerca del pueblo llamado Popoloca han sido tomados como una ver-
dad absoluta, cuando esa no fue la intención de Klaus Jäecklein, el autor más reconocido so-
bre el tema. Aquí presentamos otra opinión basada en la información escrita por fray Bernar-
dino de Sahagún, Wigberto Jiménez Moreno y Paul Kirchhoff principalmente.
El vocablo popoloca fue usado desde el siglo XII cuando los nonoualca chichimeca arribaron a
la región en la que los estados de Veracruz, Oaxaca y Puebla se unen. Consideramos que este
grupo estaba retornando a su lugar de origen, a una locación previamente habitada por los lla-
mados olmeca uixtotin nonoualca y mixteca.
En cambio, la palabra chocho, posiblemente fue utilizada desde que la población de Cholula
abandonó esta ciudad alrededor del siglo VII. Así, los chocho están relacionados con esos habi-
tantes caracterizados como fugitivos. También opinamos que están conectados más con los
grupos que vivían en Teotihuacan y aunque ellos eran también olmeca uixtotin, probable-
mente estaban más próximos a la Mixteca o relacionados con ese grupo.
Como sea, el uso de los términos fue dado de forma despectiva por los mexica y sus aliados.
En consecuencia, sugerimos el empleo de nonoualca chichimeca para referirnos a los popoloca,
y en el caso de los chocho podríamos aplicar el de nonoualca u olmeca uixtotin. Los vocablos
popoloca y chocho los podríamos utilizar sólo en la identificación lingüística.
Partiendo del hecho que chocho, nonoualca y popoloca son términos que se
han utilizado para definir grupos poblacionales para un tiempo y una región
determinada —principalmente desde el Posclásico hasta la fecha, y al sur-
sureste del estado de Puebla—, consideramos necesario hacer algunas reflexio-
nes sobre ellos, con el objetivo de determinar su correcta utilización. A pesar
de la confusión manifiesta en la definición de los términos, los arqueólogos
han adoptado estos nombres para asociar los vestigios encontrados en estos
territorios como pertenecientes al grupo popoloca.
Antecedentes
hacer una contribución para reconstruir la his- En la actualidad diferenciamos entre los popolocas de
toria de ese pueblo. Pero los resultados de sus Puebla y los popolucas de Veracruz. Además conside-
estudios se convirtieron más en una verdad rei- ramos como 2 grupos distintos a los chochos de Oaxaca
terada acerca de lo llamado popoloca, que en la y a los popolocas de Puebla, si bien desde un punto de
vista cultural y lingüístico ambos pueblos estaban es-
ayuda motivadora de un texto de consulta. Vea-
trechamente relacionados. El motivo por el cual se tomó
mos algunas de sus aseveraciones.
esta decisión aparentemente indiscriminada hay que
buscarlo en el hecho de que los 3 grupos se concentra-
Jäecklein (op. cit.) atribuye las muchas dudas ron en las zonas distintas, según se desprende de las
existentes sobre los popolocas básicamente a líneas anteriores (Veracruz, Oaxaca, Puebla) (ibidem).
dos factores principales: a) a los “aztecas”, por-
que durante la consolidación y expansión de su Prosigue Jäecklein:
imperio llamaron “popolocas” a muchos grupos
“no-nahuas” que no tenían nada, o más bien Un dato que condujo sin lugar a dudas, en forma inexo-
dicho, muy poco de común entre sí y b) a los rable a los mexicanistas hacia la confusión, fue el pa-
“mexicanistas o mesoamericanistas”, porque rentesco tanto cultural como lingüístico, así como la
estrecha relación que unió a los grupos de los popolocas
utilizaron esta palabra sin discutir su significa-
de Puebla con los chochos de Oaxaca.
do y extensión real. Este autor dice:
Ello trajo consigo que éstos fueran nombrados con fre-
cuencia como popolocas y que aquéllos lo fueran como
De esta manera en las diversas épocas de la ciencia me-
chochos…
xicanista se englobaron bajo el nombre de “popoloca”
La cuestión se complicó aún más porque los chochos
a los siguientes grupos étnicos: -Pinomes de Tlaxcala
de Oaxaca nombraron a su lengua popoloca, mientras
-Pupulucas de Guatemala -Chuchones de Guatemala
que algunos popolocas de Puebla nombraban a su pro-
-Popolocas de Puebla -Chochos de Puebla -Popolucas
pia habla chocho. Cabe señalar que otros popolocas de
de Veracruz -Chochos de Veracruz -Chochos de Oaxaca
Puebla consideraban la palabra “chocho” como una pa-
-Chuchones de Oaxaca -Tecos de Michoacán -Chucho-
labra utilizada para reñir (ibidem: 197).
nes de Chiapas -Yopes de Guerrero -Tlapanecos de Gue-
rrero -Tenimes de Guerrero -Chinquimes de Guerrero
Asimismo, de acuerdo con este autor, en la li-
-Tecoquines o Tecoxines de Jalisco.
teratura se puede encontrar a los popolocas bajo
Esta problemática, presenta ciertas particula- las siguientes denominaciones: popoloco, popo-
ridades: loque, popoluca popoloca, populaca, pupulaca,
pupuluca, popolloca, pocpolocha, poloca, po-
En algunos casos se describe al mismo grupo étnico loque, poluca y puluca. También, indica que los
unas veces como chocho y otras veces como popoloca. popolocas de San Felipe Otlaltepec, Puebla, se
No existen criterios fijos en los cuales se pueda uno definen como: popolopo, pocoloco, pocoloca,
basar para poder discernir cuál de los dos términos es papocalo, popacola, cocacola, poloco y pola-
aplicable objetivamente en cada caso. Parece ser que ca. Determinando: “El origen de estos diversos
en la ciencia mexicanista antigua ambos términos eran nombres hay que buscarlo en el hecho vergon-
utilizados en forma indiscriminada. Tampoco es cono- zoso para ellos de que dominan poco la lengua
cido en qué criterios se fundamentaron los aztecas para nacional mexicana” (idem). Señalando, “en su
definir a los diferentes grupos no-nahuas, una vez como
propio idioma dicen ellos ngiva” (ibidem, no-
popolocas y otra vez como chochos (ibidem: 194-196).
ta 49).
Así, de acuerdo con Jäecklein (ibidem: 196), va-
Aquí Jäecklein proporciona la máxima defini-
rios autores utilizan los términos para designar
toria, repetida por muchos autores:
una población, desde su traducción original, “ex-
tranjera”, hasta los usados como sinónimos de Además piensan que la palabra “popoloca” viene del
“bárbara”, “inhábil y tosca”, además del estado español. En la literatura se conoce a los chochos bajo
degenerado en que se encontraba. El autor mis- las siguientes variantes: -chocho, -chochón, -chuchón,
mo observa: -hochón, -chocholteca, -chochol, -chono, -chucho.
116
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
No cabe duda alguna que la confusión terminológica a que cultural y lingüísticamente estuvieron relaciona-
que dio lugar la mal utilización de las palabras “cho- dos con aquéllos grupos cuya conquista fue iniciada
cho” y “popoloca” no tenía por qué haberse produci- por los aztecas y completada por los españoles. Para
do, por lo menos en forma tan radical, en la literatura los españoles todos los indios eran potencialmente
científica, si se hubiera sabido: primero, que la palabra chochos. El por nosotros llamado contingente minori-
“chocho” fue introducida por los españoles (ibidem: 197- tario popoloca, comprende aquí también a los chochos
198). de Oaxaca que radicaban al sur de los anteriores en el
norte de Oaxaca, y quienes en el siglo XII d.C. se dife-
renciaron lingüísticamente de los popolocas (ibidem:
Para continuar esa argumentación, retomo una
198) (fig. 1).
de sus notas:
H
poloca o popoloco, dialecto autóctono de Oajaca. Y
on
do
los popolocas mismos o indígenas de esta tribu”. “vul-
N
PA
va de la hembra”, “árbol corpulento”, “nombre de un UA Huajuapan COIXTLAHUACA
Coixtlahuaca
AJ
Tlapa
NOCHIXTLAN
la lengua azteca la palabra “chocholoqui” quiere decir: OLU
LA
OSC
GUERRERO TEP
f) = “tonto, o sin juyzio” (Molina, 1880: 21) (ibidem:
198, nota 58). OAXACA
Fronteras Aproximadas
0 25 50 km
Termina esta anotación y continúa su escrito
como sigue:
t Fig. 1. La región popoloca en el momento de la
Conquista española (según Nicolás León).
…segundo, que fueron ellos los que generalizaron la Tomado de Jäecklein, 1979: 195.
interpretación de la palabra “chocho” hasta un punto
tal que ésta se llegó a conjugar con la interpretación
que, por su parte, daban los aztecas de la palabra “po- Otra interpretación
poloca”, y tercero, que ambas denominaciones eran
inicialmente utilizadas en sentido despectivo para En general, ésa es la percepción dominante
definir la individualidad extranjera; pero más tarde, y del conocimiento histórico acerca de los popo-
tras contactos más intensos, se generalizó su uso abar-
loca, retomada así aun por autores recientes
cando a todo el grupo. El porqué una vez fuera preferi-
(Gámez, 2003), y de la cual debemos hacer al-
da la utilización de la terminología azteca y el porqué
otra vez, por el contrario, fuera preferida la utilización
gunas aclaraciones. Aunque los datos parecie-
de la terminología española, no está claro ni conocido. ran conducir realmente a una confusión, ante
No obstante cabe deducir que el término “popoloca” las muchas dudas externadas por Jäecklein,
se mantuvo en los grupos que fueron conquistados por quizá sólo nos estén mostrando todo lo contra-
los aztecas, mientras que el término “chocho” se im- rio. Somos los investigadores quienes nos he-
puso en aquellos grupos o contingentes minoritarios mos confundido con los testimonios.
117
REFLEXIONES EN TORNO A LOS CHOCHO, NONOUALCA O POPOLOCA: SU DEFINICIÓN
Los “otomíes”, pese a señalar que no carecían pan, lugar de bastimentos, y por otro nombre Xochi-
de “policía” (idem, 4, 46: 602), es decir, urba- tlalpan, lugar de rosas (ibidem, 8, 84: 607).
nidad, Sahagún, los consideraba torpes, toscos
e inhábiles (ibidem, 5, 56: 603). Aunque, como Haciendo un gran paréntesis, bien se podría re-
ya se dijo, estaban contemplados dentro de los cordar la etimología de los famosos “totona-
chichimeca. cos”, quienes serían los habitantes de la región
de los muchos “bastimentos”, en la actual cos-
Asimismo, quizá por hablar algunos de ellos la ta del Golfo, en la parte del norte. Pues refi-
lengua mexicana, introduce a los matlatzincas u riéndose a los tlahuica, Sahagún menciona: “Y
honderos, también conocidos como quaquata o están poblados hacia el mediodía, y los totona-
toluca. E incluye a los ocuiltecas y a los mazaoa- ques y toueyome están poblados hasta el nor-
ques o mazauaques, quienes habitaban la comar- te” (ibidem, 9, 91: 608). Si bien pudiera referirse
ca de Toluca (ibidem, 7, 76: 606). en especial a los “totonaques” específicamen-
te “cuexteca”.
También de lengua diferente, Sahagún mencio-
na a los totonaques quienes: “están poblados a Ahora bien, para el objetivo de su investiga-
la parte del norte, y estos se dicen ser guastecas” ción, al igual de lo expresado para lo no-mexi-
(ibidem, 7, 78: 606). ca, Sahagún también manifiesta:
Al hablar de los cuextecas, toueyome y panteca Estos vocablos ya dichos, tlalhuícatl, totonac, toueyo, de-
o panoteca el mismo fraile escribe: notan en sí poca capacidad o habilidad, y así al que es
inhábil o tosco le llaman de tlalhuícatl o totonac, o cuex-
tecatl, o toueyo, de manera que por le injuriar le dicen
El nombre de todos estos tómase de la provincia que
estos tales nombres, y aun nótanle de otomite, diciéndo-
llaman Cuextlan, donde los que están poblados se lla-
le eres otomite. Sus defectos que tiene son que andan
man cuexteca, si son muchos, y si uno cuextécatl; y por
demasiadamente ataviados, y con rosas en las manos, y
otro nombre toueyome cuando son muchos, y cuando
eran muy tímidos y toscos o torpes (ibidem, 9, 92: 608).
uno, toueyo, el cual nombre quiere decir nuestro próji-
mo. A los mismos llamaban panteca o panoteca, que quie-
re decir hombres del lugar pasadero, los cuales fueron Como puede observarse, esta apreciación sub-
así llamados porque viven en la provincia de Pánuco, jetiva e “imperialista” —dirían algunos, sobre
que propiamente se llama Pantlan o Panotlan, cuasi todo con relación a los mexica—, llevó a con-
Panoayan, que quiere decir lugar por donde pasan, que siderar a todas las poblaciones no-nahuas, a
es a orillas o riberas de la mar; y dicen que la causa todos los pueblos no relacionados con los con-
porque le pusieron el nombre de Panoayan es que diz- quistados directamente, como incapaces, inhá-
que los primeros pobladores que vinieron a poblar a biles, toscos o torpes. Pero, ¿sería así esto en
esta tierra de México,... llegaron a aquel puerto con realidad? ¿Correspondería a todos los grupos no-
navíos con que pasaron a aquella mar; y por llegar allí, nahuas esta definición?
y pasar de allí le pusieron nombre de Pantlan, y de an-
tes le llamaban Panotlan, casi Panoayan, que quiere de-
En comparación, poco menciona el fraile fran-
cir, como ya está dicho, lugar de donde pasan por la
ciscano acerca de los habitantes de las regiones,
mar (ibidem, 8, 83: 607).
en y a los alrededores de los pueblos denomi-
Al indagar más sobre Pantlan, Panotlan o Panoa- nados como chocho, nonoalca o popoloca, tema
yan, Sahagún señala: de este trabajo.
Y en este lugar hacen grandes calores, y se dan muy Curiosamente, de las definiciones despectivas
bien todos los bastimentos y muchas frutas que por únicamente se salvarían dos pueblos: “Estos
acá no se hallan,... y otras muchas frutas admirables, y couixcas y tlapanecas son unos que a uno solo le
las batatas. Hay también todo género de algodón, y ár- llaman couíxcatl y tlapanécatl, y están poblados
boles de flores o rosas por lo cual le llaman Tonacatlal- en Tepequacuilco y Tlachimalácac, en la provincia
119
REFLEXIONES EN TORNO A LOS CHOCHO, NONOUALCA O POPOLOCA: SU DEFINICIÓN
de Chilapan, los cuales hablan lengua mexica- tencia de un pueblo llamado definitivamente
na, y son ricos” (ibidem, 9, 94: 608). Y se apunta así; obviamente, con un espacio territorial y una
“salvarían”, porque quizá esta característica de lengua, totalmente definidos y reconocidos co-
hablar “mexicano” no los incluiría dentro de la mo tales. En la actualidad, propiamente se ha-
esfera de acción e interrelaciones de los pue- blaría de una cultura indígena. Aunque, si bien
blos considerados como popoloca, pero... no del todo muy conocida, tampoco producto
de un invento español; ni derivación de una ex-
El mismo Sahagún despeja la incógnita al es- presión española, ni nada por el estilo.
cribir acerca de otros pueblos:
De tal forma, y de acuerdo con los informantes
Estos yopimes y tlapanecas son de los de la comarca de de Sahagún, para el siglo XVI tenemos empa-
Yopitzinco; llámanles yopes porque su tierra se llaman rentados a los yopes, quienes fueron denomi-
(sic) Yopitzinco, y llámanlos también tlapanecas, que quie- nados “tlapanecas” (por sus costumbres y la
re decir hombres almagrados, porque se embijaban con región que ocuparon), con las poblaciones rea-
color; y su ídolo se llama Tótec Tlatlauhqui Tezcatlipoca, les de los pinome, chinquime y los chochonti.
que quiere decir ídolo colorado porque su ropa era co- Pueblos comúnmente conocidos como tenime.
lorada, y lo mismo vestían sus sacerdotes, y todos los
de aquella comarca se embijaban con color. Estos tales
Los tenime, olmeca uixtotin
son ricos; hablan lengua diferente de la de México, y
son los que llaman propiamente tenime, pinome, chinqui-
y mixteca
me, chochonti, y a uno solo llaman pínotl, chínquitl, chochon.
A estos tales en general llaman tenime, que quiere decir Pero, no todo termina aquí, como muchos qui-
gente bárbara, y son muy inhábiles, incapaces y tos- sieran. Cabe señalar que el fraile español mis-
cos; y eran peores que los otomíes y vivían en tierras mo hizo una distinción entre los mencionados
estériles y pobres, con grandes necesidades, y en tie- “tenime”, pues también los había “toltecas”.
rras fragosas y ásperas; pero conocen las piedras ricas y
sus virtudes (ibidem, 9, 94 y 95: 608). Apoyando, tal vez, una unidad de los pueblos
ya descritos, que definitivamente sí tuvieron
Como se puede examinar, estos pueblos tienen mucho en común, al hablar de los “olmecas,
algo en común que Sahagún los define en con- uixtotin y mixtecas”, Sahagún nos detalla:
junto como “tenime”, término a discutir; pero,
por otra parte, las condiciones geográficas los Estos tales así llamados están hacia el nacimiento del
unifican con los otros grupos más al oriente. sol, y llámanles también tenimes, porque hablan lengua
Aunque, se considera, sí posiblemente con más bárbara, y dicen que son toltecas, que quiere decir ofi-
ventajas que estas regiones; aquellas zonas de ciales de todos oficios, primos y sutiles en todo y que
población de los grupos conocidos como “popo- son descendientes de los toltecas de que arriba se ha
hecho mención.
locas”.
...De estos, porque eran ricos, y no les faltaba nada
de lo necesario antiguamente, se decía que eran hi-
A su vez cabe señalar al margen, eran tan “bárba-
jos de Quetzalcoatl, y así creían los antiguos que el que
ros” estos pueblos que proporcionaron, paradó- era próspero, rico y bien afortunado, que era conoci-
jicamente, elementos sumamente importantes do y amigo del dicho Quetzalcoatl (ibidem, 10, 96-98:
en el ritual mexica tales como: las festivida- 608-609).
des de la deidad Totec, el propio templo de
la deidad Yopi dentro del recinto del Templo Más datos esclarecedores proporciona, con sus
Mayor de Tenochtitlan y el trabajo menciona- escritos el fraile, respecto de estos pueblos:
do de las “piedras ricas y sus virtudes”.
Y estando todos en Tamoanchan, ciertas familias fue-
En el caso del término chochonti, el propio Saha- ron a poblar a las provincias que ahora se llaman Ol-
gún afirmaría, gracias a sus informantes, la exis- meca, Uixtoti, los cuales antiguamente solían saber los
120
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
maleficios o hechizos, cuyo caudillo y señor tenía quinto al octavo significado, la palabra se re-
pacto con el demonio y se llamaba Olmécatl Uixtotli, de fiere a objetos utilizados en animales, princi-
quien tomando su nombre se llamaron olmecas uixtotin. palmente en el hocico (Diccionario de la Lengua
De éstos se cuenta que fueron en pos de los toltecas Española, 1970, I: 199).
cuando salieron del pueblo de Tullan, y se fueron hacia
el oriente, llevando consigo las pinturas de sus hechi-
Las últimas, así como la primera, pueden ser
cerías: y que llegando al puerto se quedaron allí, y no
pudieron pasar por la mar, y de ellos descienden los
descartadas de entrada por razones obvias. Las
que al presente se llaman anahuaca mixteca; y fueron otras tres, números 2, 3 y 4, son factibles de ser
a poblar allí sus antepasados porque su señor que era interpretadas, utilizadas y manipuladas hasta
escogió aquella tierra por muy buena y rica (ibidem, 12, en tono ofensivo. Esto al parecer pudo haber
118-119: 611-612). sucedido. Quizá del adjetivo cerril, aplicado “al
terreno áspero y escabroso”, se prefirió aplicar,
También cabe resaltar la distinción realizada por además, el de “grosero, tosco y rústico” (ibidem,
Sahagún para los grupos mencionados: los tolte- II: 297); para hacerlo sinónimo de “simple, ne-
cas también se llaman chichimecas, y los otomíes y cio o idiota”. Era de esperar esta percepción de
michoacas ni más ni menos; pero los que están parte de los españoles; al final de cuentas, pro-
hacia el nacimiento del Sol se nombran olmeca, venían de “ciudades más civilizadas” y los in-
uixtotin, nonooalca, y no se dicen chichimecas (ibi- dígenas realmente eran considerados por ellos
dem, 138: 614). como unos animales. Concepción posiblemente,
pese a todo, de origen indígena como veremos
Las especulaciones más adelante. Así, los “extranjeros serranos” se
convirtieron para los mexica y españoles en sinó-
Así, las piezas del rompecabezas empiezan a nimo de pueblos atrasados.
reconocerse. Se tiene, sin duda, la mención de
varios grupos con características comunes como Por otra parte y sin lugar a dudas, en el caso de
vivir entre cerros, ser ricos y de lengua diferen- los tan renombrados “olmeca uixtotin”, los gru-
te a la de los “mexicanos”. Agrupados genérica- pos son reconocidos como poblaciones con tal
mente como: los yopimes, yopes o tlapanecas. nombre y formando parte de los tenime. Y po-
Conocidos así, para momentos de la Conquista dría uno acreditar el hecho a la razón simple de
y sobre todo en la parte sur de la actual Repú- que hablaban, como los otros grupos, la “len-
blica Mexicana, propiamente en el estado de gua bárbara”. Pero estos olmeca son registra-
Guerrero. Pero, estos hombres almagrados, más dos también como aquella gente en pos de los
hacia el sureste y, suponemos por la región geo- “toltecas” a su salida de “Tullan”. Este hecho,
gráfica habitada, iban siendo llamados de otra sin duda, los relaciona con los pueblos descri-
forma: pinome, chinquime o chochonti. tos por la Historia Tolteca Chichimeca. Principal-
mente los equipara con los afamados grupos
A estos grupos tlapaneca en general, como ya nonoualca chichimeca. Aunque con la distin-
se mencionó, se les llamaba también tenime y, ción de no ser chichimeca.
aunque Sahagún traduce el término como gen-
te bárbara, fray Alonso de Molina traduce su En consecuencia, tenemos a los olmeca uixtotin
singular Tenitl como: hombre de otra nación y como otro de los pueblos ligados a la tradición
boçal (1992: 99v). Por lo cual, esto hace pensar, cultural que nos menciona la caída de la “Gran
aquí sí, en una concepción más española de la Tula” y la dispersión de sus habitantes los tol-
palabra actualmente escrita bozal. El vocablo teca.
tiene ocho acepciones: 1) dícese del negro re-
cién sacado de su país; 2) bisoño
bisoño, inexperto en Pero aquí también se puede aventurar una di-
algún arte u oficio; 3) simple, necio o idiota; 4) ferente opinión, respecto a la creencia de la ma-
tratándose de caballerías, cerril no domado; del yoría que han supuesto a los uixtotin sólo como
121
REFLEXIONES EN TORNO A LOS CHOCHO, NONOUALCA O POPOLOCA: SU DEFINICIÓN
pueblos habitantes de las costas; deduciéndo- culturas del área olmeca” (1942a: 145). De es-
lo obviamente del significado mismo de la pa- te cuadro interesa para el presente escrito: su
labra, la cual los designa propiamente como ex- época de la “Historia Precortesiana”, donde a
tractores de la sal. los “paleo-olmecas”, representados por “Popo-
locas (principalmente Mazatecos) al final tam-
Una de las actividades importantes en la región bién nahuatizados”, como “Portadores de la
de Tehuacán, antigua y desarrollada posterior- Cultura”, se les asocia con una cerámica corres-
mente también por los nonoualca chichimeca, pondiente a “Teotihuacan III-IV-V (desde 600
sería la producción de sal; sobre todo en la zona A D?)” y a la “Cultura de Teotihuacan y de El
donde se encuentra la población actual de Zapo- Tajín”. Así como, en una segunda parte de esa
titlán Salinas, sin mencionar otras muchas. Por historia, se encuentran los “neo-olmecas”, re-
lo tanto, el término de uixtotin pudiera corres- presentados por “nahua-mixteca”, como los
ponder más bien a estos pueblos anteriores a “Portadores de la Cultura”, con una cerámica
los nonoualca chichimeca, quienes no sólo habi- conocida como “Mixteca-Azteca I-Cholulteca
taban las costas sino también tierra adentro. I (Altar de los Cráneos)-Cerro Montoso (des-
de 1000 A D)”.
Pasemos a dar otros elementos que nos permi-
tan hacer un marco de referencia a los pueblos Los nonoualca o paleo-olmeca
tema de este trabajo.
Jiménez Moreno (1942a: 136-140) manifiesta
Los olmeca históricos la unión del término “los mudos”, significado
al parecer etimológico de nonoualca, con el
Como todos sabemos Jiménez Moreno, desde nombre olmeca; su convivencia con los tolteca
1942, definió el término olmeca: chichimeca en Tula; su distinción por su espe-
cial devoción al dios Quetzalcóatl; por una ma-
Olmeca es un gentilicio derivado de Olman, “(donde)
nera peculiar de raparse el pelo y, al parecer,
está el hule” (Olli mani), o “donde se coge el hule”. por haber sido supervivientes de la antigua po-
Etimológicamente, el término tiene una clara conno- blación de cultura teotihuacana. Con todo esto
tación geográfica, puesto que está ligado al territorio estamos de acuerdo. Pero además, los identi-
en que se produce dicha resina, es decir, la costa de fica con gente de origen mazateco-popoloca
Veracruz y de Tabasco. Además del hule, se daban en basándose en la fundación de su pueblo en Coz-
la región olmeca ciertas plantas que Sahagún mencio- catlán, precisamente en el centro de una re-
na, como el teonacaztli o hueynacaztli y el yolloxochitl, cuya gión predominantemente de esa filiación; y la
distribución se extendía hasta incluir provincias de las existencia de hablantes, en el siglo XVI, de
regiones mazateca y chochopopoloca de Oaxaca y Pue- “popoloca en Teotihuacán” y “chuchón en Ta-
bla. Como zona olmeca por excelencia —u olmeca
cuba”. Aunque estas últimas características se
xicallanca— se menciona, además de Cotaxtla, toda la
consideran corresponderían más bien a los no-
faja costera que se extiende entre el Xicallanco de Bo-
ca del Río, Ver, y el otro que todavía existe frente a
noualca pero chichimeca.
Ciudad del Carmen, Campeche. Los habitantes de esa
región en el siglo XVI eran nahuas, chocho-popolocas y Ese autor concluye: “Los nonoalca parecen
mazatecos, mixtecos, chinantecos y zapotecos y sobre identificarse con los mazateca-popolocas, par-
todo, mije-popolocas (1942a: 119-121). cialmente nahuatizados, y haber sido también los
últimos representantes de la cultura teotihua-
Como resultado de su análisis, después de una cana, especialmente en la época Teotihuacán
serie de convincentes argumentaciones, este IV-V”. A los autores de esta cultura, Wigberto
autor concluye con un cuadro como “Hipótesis Jiménez Moreno (1942a: 139) les llama tam-
de trabajo sobre los sucesivos portadores de las bién “paleo-olmecas”.
122
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
listas de etnias por Jäecklein. Con lo cual ha- el imperio de Tula, a partir del cual prevalecen influen-
bría una forma de conectar esas menciones. cias alteñas o chichimecas.
Continuando con la información de la Historia De ser así las cosas, resultaría entonces contra-
Tolteca Chichimeca, estos nonoualca chichimeca dictoria la información recopilada por Sahagún
fundaron los señoríos de Cozcatlan, Teotitlan, al dar a entender a los nonoualca como chichi-
Teouacan, Tzoncoliuhcan, Tlalitlan, Apzolco y meca y como todo lo contrario. En efecto, pare-
Nextepec (Cravioto, 2002: 80), los cuales abar- ciera existir una diferencia, no manifestada por
caban territorios de los estados ya menciona- Sahagún, entre los “nonoualca chichimeca” y
dos, donde, como ya se vio, se ha determinado los “nonoalca” que no se dicen chichimeca. A
la existencia de grupos de habla “chocho”, “po- no ser, como ya se apuntó, que los primeros fue-
poloca”, “mazateca” e “ixcateca”; componentes ran descendientes de los segundos. Esto, al
lingüísticos de la familia “otomangue” (Hop- parecer, seguramente sucedió pues, mención
kins, 1984). En una convivencia de estos gru- aparte, algo se ha escrito acerca de la posibilidad
pos, además, con otras poblaciones de filiación de que grupos originarios de la región olmeca
mixteca, mixe-popoloca y nahua. nonoualca hayan migrado hacia el norte y cen-
tro de la República Mexicana y, después de un
tiempo, hubiesen regresado a la misma región.
Pero, Jiménez Moreno (1942a: 124), ya había se-
Entre otros autores, están Toscano, 1942; Kir-
ñalado que parte de esta región se identifica
chhoff, 1942; Jiménez Moreno, 1942 y 1942a;;
con la Mixteca de la costa del Golfo, conoci-
Weitlaner, 1942;; Cravioto, 2001. Resulta tam-
da como “Mixtequilla”. Donde se encuentra la
bién sugerente, dentro de la secuencia histórica
población de Mixtán, lugar original del gentili-
de los pueblos de Chiapas de Vivó (1942: 29),
cio “mixteca”. Además, llama la atención al
el registro de la migración “olmeca-otomangue
hecho de que rasgos típicos, como las deforma-
(chiapaneca)”, hacia el año 500, y “chorotega”,
ciones craneanas, mutilaciones dentarias, rapa-
por 900, así como la migración olmeca de Soco-
do de la cabeza, confesión de pecados, sodomía,
nusco (“tapachulteca, ¿xinca?, conguac”), hacia
etcétera, atribuidos a los “olmecas costeños” o
el año “¿800?”.
a los “nonoalca” en las fuentes, se encontraban
también representados entre los huastecos y
los totonacos y otros pueblos habitantes del área En otro conciso trabajo acerca de estas pobla-
olmeca, en el momento de la Conquista, pe- ciones, Kirchhoff (1940: 87-90) propone tres
ro no a los olmeca que vivían en Cholula. (ibi- interpretaciones en cuanto a los nonoualca chi-
dem: 122). chimeca, después de tratar sobre su recorrido y
lengua: En la primera, estos grupos hablaban el
llamado “mexicano-nonoalco”, el cual imponen
Por lo cual concluye Wigberto Jiménez Moreno sólo en parte del territorio ocupado mientras
(ibidem: 122-123): los habitantes de la región, los mazateca y cho-
cho popoloca, no son expulsados y continúan
…los vocablos olmeca o nonoalca, en su sentido más hablando su idioma materno. En la segunda, los
amplio, sirvieron, sin duda, para designar a la antigua nonoualca chichimeca hablaban el mazateco y
población de la costa atlántica: huaxtecos y totonacos,
chocho-popoloca; los segundos se quedaron en
nahuas antiguos, nonoalcas de Zongolica (= mazateco-
los alrededores de Tenpatzacapan y los prime-
popolocas); mixtecos de la Mixtequilla, Cozamaloapan
y Mixtán; mije-popolocas, chinantecos y zapotecos
ros siguieron adelante. Según esta interpreta-
nororientales, y aun mayas. En efecto, la historia pre- ción los chocho-popoloca y mazateca serían los
cortesiana de México puede dividirse en dos grandes descendientes de los nonoualca-chichimeca.
períodos: el primero en que predominan las influen- Además, abre la posibilidad de considerar mi-
cias costeñas u olmeca-nonoalca, el cual termina con Teo- graciones popoloca y mixteca desde el valle de
tihuacán y el Tajín; y el segundo que se inaugura con México hacia el sur del estado de Puebla y al
124
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
estado de Oaxaca, para después retornar. Seña- “no parecen haber hablado otro idioma de filia-
lando por otra parte que no es posible decir si ción no-nahua”. De tal forma se podría deducir
los popoloca, chocho y pinome de las fuentes que este lenguaje es el hablado también por
del siglo XVI en Teotihuacan, Tacuba y Tlaxcala los olmeca y los xicallanca o, por lo menos, lo
son restos de aquellos migrantes o de grupos más probable, ya era utilizado como lengua fran-
que se quedaron atrás en su viaje original hacia ca entre esas etnias diferentes.
el sur. En la tercera interpretación, la más acep-
tada por él, la masa de los nonoualca-chichimeca En el caso de los chicome altepetl, siete pueblos,
hablaban el chocho-popoloca y el mazateco y los quauhtinchantlaca-moquiuixca, los toto-
por lo tanto probablemente tenía parentesco miuaque, los acolchichimeca, los tzauhcteca, los
con la mixteca y cuicateca, así como con la otomí zacateca, los malpantlaca y los texcalteca, la His-
(totomiuaque, quauhtinchantlaca, texcalteca, toria Tolteca Chichimeca menciona que estos
etcétera); pero sus jefes hablaban, además, un “tepilhuan”, “los príncipes chichimeca”, rezongan
idioma de la familia nahua. como insectos: —“Pilli mío, Icxicouatl, tlatouani,
a ver, escucha. Le respondió: —Así sea. Y luego
Los tolteca chichimeca ya se agacha a escuchar, escucha al xicotli y al
pepeyolli, que para hablar gruñen;... Y luego le
También de acuerdo con la Historia Tolteca Chi- dice a Quetzalteueyac: —Mi pilli, hablan los
chimeca, estos grupos llegaron, después de los tepilhuan chichimeca” (ibidem: 163). Así, los Te-
nonoualca chichimeca, a establecerse a Tulla pilhuan Chichimeca hablan como jicote o abe-
Tlachiualtepetl Cholollan, dominio de los “ol- jorro; quizá “entre dientes”.
meca”, de los “xicallanca”. (La localización pro-
puesta por Kirchhoff de ese territorio se en- A causa de un canto expresado por ellos, en la
cuentra plasmada en el mapa 5, de la edición crónica, se ha deducido su origen otomí: “¡El
de 1976.) otomitl sólo comió y tuvo el camino!” (ibidem:
169). De hecho, la misma historia indica que
Algunas referencias en esta parte de la historia los tolteca chichimeca al “darles de comer maíz”
conducen a varias conjeturas que a continuación a estos grupos, esto es “educarlos”, aprendie-
se exponen. Según la crónica, los tolteca chichi- ron náhuatl: “De inmediato los chichimeca
meca trataban como parientes a los olmeca y a empezaron a medio hablar” (idem y nota 3). Kir-
los xicallanca (Kirchhoff et al., 1976: 154), aun- chhoff (1947: XXXI) pensaba que era el otomí
que los chichimeca fueran los maceualli, los sir- o por lo menos parientes de éstos.
vientes (ibidem: 156) de los segundos, lo cual
implicaría un grado de parentesco. Asimismo, Y aquí, con especial importancia, cabe resaltar
en los diálogos entre los tolteca y los olmeca xi- la nota de Reyes, Odena, Kirchhoff (idem: nota
callanca, no se advierte el uso de una lengua 4) respecto de esa traducción: “En la edición
distinta; de lo cual sí se hace referencia en la de 1937: ‘hablaron confusamente’; en la edi-
establecida por los tepilhuan chichimeca y los ción de 1947: ‘desvariadamente’. El término
tolteca chichimeca, como veremos en el si- naua, popolochic literalmente significa ‘per-
guiente párrafo. Esto hace pensar en el uso de der-parte’. Los naua llamaban popoloca a los
un mismo idioma, confirmando lo estipulado idiomas extranjeros. En Amatlán de los Reyes,
por Kirchhoff. Veracruz, al balbuceo de los niños se lo llama
popolotza.”
Al parecer esta lengua fue el náhuatl, o un idio-
ma de la familia nahua como ya se mencionó, Esta definición de la palabra popolochic da la
pues, de acuerdo con la crónica, el “intérprete” clave para solucionar uno de los problemas cen-
lo utilizó para comunicarse con los tolteca. Para trales de este escrito. Como se puede advertir,
Kirchhoff (1947: XXXI), los tolteca chichimeca: efectivamente el término popoloca se refiere
125
REFLEXIONES EN TORNO A LOS CHOCHO, NONOUALCA O POPOLOCA: SU DEFINICIÓN
más a lo lingüístico que a las características, tan minantes del siglo XVI: los pueblos de la llama-
subjetivas, del “carácter” de una población. Es da Triple Alianza y los españoles. Ambos con
ese aspecto interpretativo el cual permite emi- sus respectivos intereses y razones. Pero…
tir el siguiente enunciado: el término popoloca
se deriva de la expresión “popolochic” o “per- Los chochonti
der parte”.
De ser cierta la aseveración propuesta arriba,
Los popoloca los ya descritos chochonti también deberían ser
reconocidos propiamente como popolloca. Por
La palabra popoloca, al derivarse de la expre- lo menos, así se entendería, pues se ha dedu-
sión anteriormente expuesta, por lo demás, da cido del recorrido de los nonoualca chichimeca
a entender la posible referencia al hecho de que por los pueblos del sur de Puebla (Kirchhoff,
la población tolteca chichimeca “perdió la par- 1940: 83-84), relatado principalmente por la His-
te” de los nonoualca chichimeca. Esto es, se toria Tolteca Chichimeca. De acuerdo con los auto-
desprendió de “su complemento”. En ese sen- res de la edición (1976, notas 8 y 9 de la página
tido, los nonoualca chichimeca serían la par- 137):
te privada de una totalidad conocida como “la
Gran Tollan”. La Historia Tolteca Chichimeca En la Histoyre du Mechique (Garibay 1965:115) se dice
(1976: 131-132) hace referencia de los pueblos que en Quauhquecholan se estableció Matlacxochitl,
componentes de ésta. Entonces sí, la población compañero de Quetzalcoatl, en su huida a Tlapallan.
migrante sería, a los ojos de los que permane- Y: “En la Relación de Ueuetlan del año de 1579 (Austin,
Texas), se asienta que el nombre de este pueblo se de-
cen o de quienes los ven partir, verdaderamente
be a que “pasaron unos viejos que iban camino, los
la de los “popolloca”, el pueblo quebrantado, la
cuales quedaron en este dicho pueblo”. Como se des-
parte perdida.
prende de esta nota y la anterior, en su recorrido los
nonoualca fueron dividiéndose y dejando personas en
En tal tenor, la traducción del término como los lugares que tocaron, y como se ve en el párrafo 51
“pérdida” de don Joaquín Paredes Colín (1995: de la H.T.CH. Esto, a veces, no sucedió de modo pa-
32) encontraría significado. Pero no con el con- cífico.
tenido que él le daba. No era una población
extraviada, sin saber a donde ir ni “débil” ni No obstante este comentario, entonces ¿por
“decadente”, sino desestimada y, quizá, conde- qué son llamados chochonti?
nada por otra. Por lo menos la expresión así se
hubiese entendido en un principio. Después el Con la idea prejuzgada de que chocho es sinó-
enunciado, obviamente por otros intereses, iría nimo de popoloca, la traducción más común,
tomando el carácter peyorativo; seguramente aceptada y adecuada a la interpretación ya men-
asignado por los conquistadores mexica, prin- cionada, es la proporcionada por fray Alonso de
cipalmente, y retomado por los españoles. De Molina de: “ Chochol boçal hombre o muger”.
la difusión se encargarían ambos. Pero, cabe señalar, por gran mayoría existen
otras palabras derivadas del verbo: “Chocholoa.
Así, deberíamos en realidad nombrar a la pobla- ni. Andar dando faltos, o huyr muchas vezes, o
ción, que se asentó en la región serrana de Pue- hazer el officio que le es encomendado cõ mu-
bla, Veracruz, y Oaxaca, a partir de la segunda chas faltas y defectos”” (Molina, 1992: 21r).
parte del siglo XII, propiamente como nonoual-
ca chichimeca. Los nonoualca del norte. Esta idea de dar saltos era sugerente. Y más,
cuando en la relación de palabras del vocabula-
Esto pareciera dar fin al trabajo. Concluiría con rio se enlista la palabra: chocholli. Talón o pie
señalar que el término popoloca es un vil re- de venado (idem). El glifo de Cholula y su gen-
truécano histórico utilizado por dos grupos do- tilicio en el Códice Xolotl (1980, TII: planchas:
126
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
I, II, I-II bis, V, VI, IX-X.) vinieron a la memo- tual estado de Puebla, así como en el norte del
ria, así como el párrafo insinuante de David A. estado de Oaxaca. Después de un tiempo, por
Peterson (1987:102): relaciones económicas principalmente, regre-
saría con condiciones sociales más estables. Se
Finalmente, con algún riesgo de ser tomado demasia- debe tomar en cuenta, además, que no siem-
do en serio y así adherir a la ya excesiva confusión, no- pre la población conocida como macehuales, los
sotros podríamos citar un largo [y quizá propiamente] sustentadores de la sociedad prehispánica para
ignorado nombre posible para lo que es la comúnmen- ese momento, huía o se desplazaba en su totali-
te llamada Cholula. La HTCh muestra un nombre dad, no sería raro que muchos de éstos perma-
glífico para la ciudad: un cerro increíble, fino, con lo
necieran en las tierras de labor; a diferencia de
que parece ser una rana sentada en lo alto. El Cerro de
los grupos sociales relacionados con el poder, los
la rana debería ser, en Nahuatl, Tamazoltepec. Así, con-
cuales sólo permanecerían por su preferencia y
sidere el glifo de Cholula en el Códice Mendoza, un
documento temprano de la posconquista: éste es la apoyo a las ideas del grupo conquistador.
pierna de un venado. ¿Qué tienen en común la rana y
el venado, entonces? Obviamente, ambos son grandes Al pasar el tiempo, nuevamente la situación se
saltadores. Y ¿Qué significa el nahuatl choloani? Como repetiría con la llegada de los nonoualca chichi-
Molina nos dice, significa saltador así como fugitivo. meca, primero, y con los tolteca chichimeca des-
Como todo documento propiamente escolar, conclu- pués. La población huiría ante los grupos con-
ye, más investigación es necesaria. quistadores y retornaría en los tiempos de paz.
Se sabe que el asentamiento conocido como Independientemente de las causas por las que
Cholula bien puede ejemplificar varios de los permanece una población en las tierras recién
episodios de migración poblacional como: su conquistadas por otros, la estancia continua de
abandono calculado arqueológicamente alrede- ésta, conservando los rasgos culturales de una
dor del año 600; su reocupación por el 900; y región, hace suponer en pueblos con su filiación
un nuevo apogeo después del 1100. La Historia original. Esto es, en nuestro caso, serían pue-
Tolteca Chichimeca (1976: 209) menciona además blos conservando por mucho su filiación olmeca.
una población fugitiva de Cholula para 1235 y Si bien transformada por los continuos tratos
1246. Por lo tanto, sí había motivos para ser de- con otras culturas, manteniendo ciertos aspec-
nominada como la ciudad de los que huyeron tos definitorios. De forma específica, se habla-
muchas veces. ría de los “paleo-olmecas” ya referidos más atrás.
Alianza del valle Poblano-Tlaxcalteca. Allí se di- dregal (ibidem: 55); más sin embargo, en el do-
bujó la pata de un venado para referirse al cumento mexica se le coloca al personaje un
cholulteca, el toponímico del pequeño huejote emblema con una mano en movimiento, para
para el huexotzinca y una mano dentro de un dar la idea de la acción de amasar tortillas. En
círculo para los tlaxcalteca (fig. 2). náhuatl, tlaxcaloa significa hacer tortillas. Aun-
que no es de extrañarse que se refieran más a
Tlaxcalhuia o hacer tortillas de maíz para otro
(Molina, 1992: 145r), en un sentido más des-
pectivo y burlón. Esto es, nuevamente se juega
con las palabras. De un hombre habitante de
los peñascos o entre peñas, se le convierte en
un amasador de maíz; de un texcalteca en un
tlaxcalteca. Que después les haya gustado más,
o mejor dicho les hayan impuesto la divisa es
otra historia.
Tlaxcalla
Tlachiualtepetl Cholollan
(1976: 181 y 185). Otro documento que pre- olmeca uixtotin y nonoualca, quienes posterior-
senta a la población de Cholula con el toponí- mente se vieron afectados no sólo por los no-
mico de un cerro de adobes y una rana es el noualca chichimeca sino además por los tolteca
Mapa de Cuauhtinchan núm. 3 (Yoneda, 1991: chichimeca, en específico por los totomiuaque.
141 y 143).
En el caso de la propuesta de Paddock (1987:
De tal forma, partiendo de la información pre- 27) se prefiere utilizar los nombres proporciona-
cedente, se podría entonces establecer que la dos por los cronistas indígenas y españoles, por-
población conocida en el siglo XVI como cho- que remiten a poblaciones específicas relacio-
chonti estaba relacionada con la existente, des- nadas con un espacio y tiempo determinado. En
de siglos anteriores, en la ciudad prehispánica todo caso, en lugar de “tetlamixteca” bien se
reconocida como Cholula. En qué porcentaje puede utilizar el de olmeca uixtotin, nonoualca
no se sabe, pero debió ser uno muy alto. Jiménez chichimeca o el de tlapaneca para abarcar a los
Moreno la asociaría con la población “paleo- grupos allí considerados. Si se trata de sus ca-
olmeca”; aquel grupo inmediatamente anterior racterísticas lingüísticas se pueden consultar,
a los “neo-olmecas”, el de los popolocas y maza- entre otros a Escalante, 1995; Fernández, 1956;
tecos, identificados como nonoualca, cuyos res- Hopkins, 1984; León, 1905; Manrique, 1989;
tos arqueológicos serían los de Teotihuacan III, Weitlaner, 1942; Zúñiga, 1988, los cuales con
IV y V (Caso, 1942: 39). Aunque esto no deja el término otomangue resolverían el asunto.
de ser una mera hipótesis y más investigación es
necesaria, cabe anotar también que según Leh- Empero, a esos grupos correspondería el terri-
mann, los tiranos olmecas de Cholula hablaban torio asignado por Jäecklein (1979: 199) a sus
el idioma chocho (apud. Jäecklein, 1979: 207). “popolocas históricos”:
Los popoloca históricos era la zona sur del estado de Puebla, la zona norte del
estado de Oaxaca y tal vez la zona este del Estado
Jäecklein (1979: 198-199) introduce el térmi- de Guerrero. Hoy en día estamos de acuerdo en conside-
no de los “popolocas históricos” y señala: rar como punto central de la ubicación de los popolocas
históricos, la parte meridional del altiplano de Puebla,
Cronológicamente pueden ser situados en la época clá- especialmente la zona comprendida en el triángulo que
sica temprana o más todavía. Los popolocas históricos forman las ciudades de Acatlán, Tepeaca y Tehuacán.
constituyeron un contingente notable dentro de los gru-
pos minoritarios de la familia mixteca. Paddock llama Un triángulo conocido como el Área Central Po-
a este grupo “tetlamixteca” y engloba bajo este nom- poloca, pero que quizá se caracterice más bien
bre a los chochos, popolocas, amusgos, triques, ichcate-
por una continua interrelación cultural entre
cos, mazatecos, chinantecos y cuicatecos. Todos ellos
los chocho, los popoloca y los mixteca. Además
son relacionados con los mixtecos. Algunos grupos es-
pecializados dentro de estas minorías, formados princi-
pareciera delimitar sólo esa área, olvidando la
palmente, pero no de forma exclusiva, por los chochos parte colindante con el estado de Veracruz, de
y popolocas, constituyeron la base para la reconstruc- la cual únicamente trata de paso la población
ción de los popolocas históricos. de Tepeji de la Seda o de Rodríguez y sus go-
bernantes con los glifos de Quetzpalli, Lagarti-
Pero, no se está en conformidad con ninguno ja y Mazatzin, Pequeño Ciervo.
de estos autores. Como ya se ha expuesto, los
popoloca son los llamados nonoualca chichime- Aquí se debe hacer una nota aclaratoria, dice
ca y aparecen a finales del siglo XII; mientras Jäecklein: “Sin embargo cabe también la posi-
los chocho son un grupo propiamente relacio- bilidad de que esta sección del mapa se refiere
nados con Cholula, desde muy temprano quizá a los mazatecos, cuyo manifiesto interés por los
relacionados con poblaciones teotihuacana, ciervos produjo un gran efecto entre sus con-
129
REFLEXIONES EN TORNO A LOS CHOCHO, NONOUALCA O POPOLOCA: SU DEFINICIÓN
quistadores aztecas, motivo por el cual no los idioma utilizado como “lengua franca” entre
llamaron popolocas sino mazatecos, hombres ellos, posiblemente el náhuatl o uno de la fa-
ciervos” (1979: 200). Pero esto último pudiera milia nahua.
ser sólo la repetición de una creencia, tal vez,
más reciente. De acuerdo con la Relación Geo- El grupo mayoritario parece corresponder al
gráfica de Teutitlan (Castañeda, 1581: 191- hablante de la lengua nonoualca, pues según
213), Matzatlan San Cristóbal (ibidem: 197) es Chimalpahin (1982: 166): “Señalan allí cuál fue
cabecera sujeta a Teutitlan en jurisdicción y doc- su patria de donde salieron, lugar llamado Tla-
trina (idem: 204). En su apartado trece se es- pallan [“Mar hacia el Este”], en donde se ha-
cribe: “Matzatlan quiere decir ‘lugar de piñas’, bla el idioma nonohualco, de modo que hay que
porque se dan en él muchas. Hablan los natu- entender que decir Nonohualco es como decir
rales la lengua matzateca y, pocos, la mexicana” Tlapallan.”
(ibidem: 205). Con lo cual debemos de llamar a
sus pobladores, correctamente, como los habi- Posiblemente este idioma nonoualca se refie-
tantes entre piñas: del mexicano matza(tli) y ra al hablado por los nonoualca chichimeca y,
—tlan, “entre piñas” (loc cit, nota 29). por lo tanto, sea la denominación original del
popoloca.
Por otra parte, se conviene con Jäecklein en re-
cordar a las cerámicas Anaranjada delgada y de Si consideramos a los nonoualca chichimeca co-
“estilo mixteco-Puebla” como realizadas en la mo descendientes de los antiguos pobladores
regiones de Ixcaquixtla y Acatlán; las cuales son de esa región, pues parte de la población había
atribuidas a los olmeca históricos por Jiménez emigrado a Tula y se encontraba de regreso, en-
Moreno, quien indica: tonces tempranamente tuvieron que ver con
el propio nonoualca, la lengua original hablada
Arqueólogos pueden buscar los orígenes del grupo en la región por los olmeca, uixtotin y mixteca.
olmeca en la mixteca Baja desde Huajuapan y Tzila-
Por lo tanto se puede deducir la exportación de
cayoapan hasta Izúcar y Huehuetlán, y aun el área de
este idioma a las regiones del Norte; y su regre-
Atlixco, donde la antigua Cuauhquechollan estaba si-
tuada (Jäecklein, 1979: 200).
so, pero ya transformado a través del tiempo;
de allí su diferencia con el chocho a su llegada.
Conclusiones Este último tal vez sí, en ese momento, hablado
como lengua mayoritaria.
La población conocida como popoloca recibe
esa denominación a partir de finales del siglo De tal forma, el idioma conocido como chocho,
XII, cuando hizo su arribo a la región donde se quizá sea un remanente más antiguo de aquel
unen los actuales estados de Puebla, Veracruz conocido como nonoualca y que, por las condi-
y Oaxaca. De acuerdo con las fuentes históri- ciones culturales posteriores, se transformó en
cas, esa región corresponde a Tlapallan; aquel el nonoualca chichimeca mejor conocido como
lugar donde Quetzalcóatl decidió partir desde popoloca. Quizá también un reducto relacio-
la Gran Tulla. Si tlapaneca se deriva de este tér- nado con éste sea el idioma conocido como me-
mino, entonces se podría incluir a parte de la xicano nonoualca.
gente de Morelos y Guerrero para acordar con
Sahagún. Los chochonti, posiblemente por el uso coti-
diano de chochon, y en especial por el empleo
Correctamente su nombre sería el de nonoual- del término por parte de los españoles, se con-
ca chichimeca; se considera que la población virtieron en chochos o chocho. Quizá un lugar
estaba compuesta por varios grupos o pueblos relacionado con esta población, ¿su capital?, sea
hablantes de diferentes lenguas, pero con carac- el registrado como Mazacholco (¿El lugar del
terísticas culturales similares, así como con un venado fugitivo?) en los mapas de los linderos
130
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
1991. Un pueblo popoloca, México, Conaculta-INI • Kirchhoff, Paul, Lina Odena Güemes y Luis Reyes García
(Presencias, 41). 1976. Historia Tolteca Chichimeca, México, Centro de
Investigaciones Superiores del Instituto Nacional
• Jiménez Moreno, Wigberto de Antropología e Historia, INAH-SEP.
1941. “Tula y los toltecas según las fuentes
históricas”, en Revista Mexicana de Estudios • León, Nicolás
Antropológicos (antes Revista Mexicana de Estudios 1905. “Los Popolocas”, en Anales del Museo Nacional
Históricos), t. V, núms. 2-3, México, Sociedad de México, segunda época, t. II, México, Imprenta
Mexicana de Antropología, mayo-diciembre-1941, del Museo Nacional pp. 103-120.
pp. 79-83.
• Manrique, Leonardo (coord.)
1942. “Relación entre los olmecas, los toltecas y los 1989. Atlas cultural de México. Lingüística, México,
mayas, según las tradiciones”, en Mayas y Olmecas, SEP/INAH/Planeta.
132
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Comentarios y debates
Comentarios a un texto de Francisco Rivas Castr o:
Castro:
“Car tografía antigua y sitios ar
“Cartografía queológicos en la
arqueológicos
región de Reyes Metzontla, sur este de Puebla”
sureste
Blas Román Castellón Huerta*
Con el promisorio título de “Cartografía anti- una circulación de datos que sirvan tanto para
gua y sitios arqueológicos en la región de Reyes plantear problemas arqueológicos, como para ve-
Metzontla, sureste de Puebla”, publicado en rificar sobre el terreno los datos escritos. Sin
el número 29 de esta revista, el arqueólogo Fran- embargo, cabe señalar que esta deseable retro-
cisco Rivas ha presentado una serie de datos alimentación muy pocas veces ocurre. Se ha
alusivos, que me parece pertinente comentar. observado antes que el libre tránsito entre la ar-
Mi interés por este tema deriva principalmen- queología y la etnohistoria se entorpece por el
te de mi trabajo arqueológico, etnográfico e his- empleo de unidades culturales distintas, así
tórico por varios años en la región de Zapotitlán como técnicas diferentes, que complican el po-
Salinas, Puebla. También proviene de haber sible diálogo (Nalda, 1996). Este mismo autor
proporcionado algunos datos a solicitud del au- apunta que los arqueólogos que emplean fuen-
tor, pero como no tuve acceso al escrito original tes escritas y pictografías, tienden casi siem-
de su artículo, aprovecho este espacio para ex- pre a lugares comunes como la confirmación de
presar mi opinión sobre el ensayo mencionado. la existencia o ubicación de sitios, pero rara vez
abordan problemas de demografía, migraciones,
El tema es relevante, tratándose de una región o historia económica regional, pues en realidad
hasta ahora poco atendida por los historiadores no confían en los datos escritos, y además por-
y arqueólogos. Recientemente, se han publica- que los arqueólogos buscan casi siempre com-
do en Arqueología otros trabajos de este corte, pa- pletar trabajos de tipo monográfico.
ra la cercana zona de Tehuacán, que comentan
la cartografía histórica en relación con datos ar- Me parece que el artículo presente es diagnósti-
queológicos conocidos (Castillo, 2002; Cravioto, co de esta tendencia de los arqueólogos a tomar
2002). Creo que la identificación y empleo de únicamente los datos que consideran pertinen-
mapas y lienzos coloniales con fines arqueoló- tes, y dejar “para un futuro” el planteamiento
gicos e históricos debe entenderse como una de problemas sobre desarrollo y estructura so-
actividad constante de archivo y trabajo de cam- cial de las sociedades de su interés. En gene-
po hacia problemas comunes. Esto requiere de ral, el texto está presentado en tres segmentos
distinguibles: a) comentario de mapas y lien-
* Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH.
zos del siglo XVI relacionados con la región; b)
blasca@servidor.unam.mx presentación de algunos datos históricos y et-
135
COMENTARIOS Y DEBATES
Mextepec
Tilantongo
Tzapotlan
t Fig. 1. Distintas techumbres de paja: a) techos con cuatro vertientes, vista lateral; b) techos de cuatro vertientes
vista frontal y lateral; c) techo con “oreja popoloca”; d) techos con “oreja popoloca” vistas lateral y frontal.
137
COMENTARIOS Y DEBATES
No
identificado
¿Tehuacán?
No
identificado
No
¿Chila? identificados
¿Miltepec?
Aztatla
t Fig. 2. Lienzo de Tlapiltepec. Fragmento que muestra el área al norte de Aztatla, Oaxaca, en la actual zona sur de
Puebla.
de Cutha (el cerro de la máscara) ubicado cer- Además, la lengua parece ser el elemento im-
ca de Zapotitlán Salinas. Sin embargo, esto im- portante en el nombre de la población, cuya
plica problemas insalvables, ya que el topónimo identificación es aún incierta (Johnson, comuni-
no representa una máscara, sino la parte baja cación personal). Este mismo autor ha indica-
de un rostro con la lengua saliente, así como do anteriormente otro punto importante: Cutha
un cerro con la punta salpicada por puntos. En tiene su periodo de auge en el Postclásico tem-
opinión de Nicholas Johnson, estos puntos po- prano y no concuerda con la cronología de las
drían representar parte del verdadero nombre comunidades representadas en los manuscritos
del lugar, y el rostro con la lengua no parece del grupo de Coixtlahuaca, al cual pertenece
ser una máscara, por una razón: no tiene ojos. el Lienzo de Tlapiltepec, que se ubican durante el
138
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Posclásico tardío, por consecuencia no puede Reynoso, s.f.: 27-31). La gente de la región le
ser contemporáneo de los pueblos representa- llama órgano al “tetecho” (Neobuxbaumia tetetzo),
dos en este lienzo (Johnson, 1997: 264). Mi un cactus columnar abundante en esta zona.
conocimiento arqueológico de Cutha me per-
mite apoyar esta afirmación, pues considero que En una opinión distinta, se afirma que el signi-
el desarrollo importante de este sitio ocurrió ficado de Metzontla es “lugar de mucho ma-
entre 600 a 900 d.C., y posteriormente otros guey viejo”, de metzollin: maguey viejo, y tla:
sitios asentados en el valle sustituyeron en im- abundancial (Veerman-Leichsenring, 1991: 13).
portancia política a esta antigua ciudadela. Esta última autora consigna que los popolocas
de Metzontla reconocen al menos ocho varie-
La identificación del glifo de Zapotitlán en este dades de maguey (kàçû), y que ellos se llaman
mismo lienzo es aún más improbable, pues esta a sí mismos con el término ngíwà: popolocas.
población y Cutha no pudieron tener la misma Acerca del nombre del cerro Metzontla, anti-
jerarquía de manera coetánea, y se puede ob- guo asentamiento prehispánico, Rivas aporta un
servar claramente que el topónimo señalado por interesante dato que designa a este cerro como
Rivas tiene como elemento importante un ave Nandayo, según él: “cerro o madre del maguey
con pico grueso, posiblemente dentro de un tem- y el quiote”. Aquí cabe anotar que los popolocas
plo, espadañas o puntas en el cerro, y sólo dos de Metzontla llaman a este cerro con el térmi-
ramas de un árbol en la parte superior, que di- no Na’ndáyû, de na: cerro, y ndáyû: puntiagudo
fícilmente tendrían relación lingüística con (Veerman-Leichsenring, 1991: 466). Parece más
Zapotitlán. En ambos casos los topónimos van probable que esté relacionado con la forma del
unidos a parejas de linaje y están conectados cerro, pero es también posible que el elemen-
por líneas de distintos colores que de acuerdo to quiote (la inflorescencia del maguey) esté pre-
con Johnson (1994) indican relaciones genealó- sente.
gicas. Es claro que aún persiste el problema de
identificación de topónimos de la región de Za- Cutha seguramente era de habla popoloca, y
potitlán que se traduce en náhuatl como “lugar posiblemente anterior a la separación de este
donde abundan los zapotes”; es posible, como idioma y del chocho, pero la región de Zapoti-
ocurre con frecuencia, que el término original tlán durante el siglo XVI, tenía población de ha-
de este lugar en idioma popoloca, tuviera un bla popoloca, náhuatl, y mixteco. Para ilustrar
sentido distinto al conocido actualmente. esto, elaboré a partir de una fuente del siglo
XVI, la tabla que, sin mencionar los créditos de-
Hay que señalar que la región de Metzontla, es bidos, reproduce Rivas Castro en la página 146.
la misma de Zapotitlán, a cuya esfera política Esta tabla fue extraída de mi tesis doctoral (Cas-
y territorial pertenece, posiblemente desde la tellón, 2000: 62) con una grave omisión:
época de Cutha. Rivas propone que el nombre
náhuatl de Metzontla significa “donde abun- El número 3 debe leerse: Chiazumba (sujeto a
dan los metzontetes”, pencas de maguey secas Tequixtepec), 60 tributarios, idioma mixteco,
empleadas como combustible especial para ce- a ½ legua de Huapanapan.
rámica y como techo para casas. Debo suponer
que se apoya en datos de campo, pero etnográfi- El número 4 debe leerse: San Francisco Huapa-
camente se ha documentado que para cocer la napan, 230 tributarios, idioma mixteco, a 1 ½
cerámica se empleaban combustibles de dis- leguas de San Pedro Chiatzumba.
tintas calidades: madera, vara, y órgano “metzon-
te”, este último es leña gruesa de órgano seco y El número 5 debe leerse: San Pedro Chiatzum-
poco peso que resulta ideal para la capa externa ba (Atzumba), 140 tributarios, idioma mixteco,
cuando se cuece la cerámica. La leña más maci- a 1 ½ leguas de Huapanapan y ½ legua de Aca-
za y pesada se coloca al interior (De la Lama y titemoapa.
139
COMENTARIOS Y DEBATES
Esta última entrada se omitió, y no se presen- la Nueva España, para reclamar como suyas las
tan los totales de población que son 2,052 tri- tierras que el presbítero Francisco Javier de Vega
butarios, posiblemente cabezas de familia, a y Corral, vecino de Puebla, había adquirido, al
finales del siglo XVI. parecer indebidamente, de manos de Joseph
Tenorio, este último vecino del “paraje” de Los
Pero los problemas más evidentes de este en- Reyes. Estas tierras habían sido rentadas duran-
sayo se presentan en sus comentarios del do- te más de 20 años a varias personas que recono-
cumento sobre un conflicto de tierras a media- cían a Joseph Pacheco como legítimo poseedor
dos del siglo XVIII que incluye un mapa del área de las tierras. El asunto no carecía de interés,
en litigio (Rubio Mañé, 1993). Estos proble- pues al interior de estos terrenos también ha-
mas se derivan de un pobre conocimiento del bía huertos de árboles frutales, salinas, tierras
terreno en que se ubica el mapa en cuestión, de labor y sobre todo minas, que había descu-
así como de la falta de estudio sobre el contex- bierto Joseph Tenorio. Con el fin de reconocer
to político e histórico del documento citado. la extensión de estos terrenos y determinar a
su legítimo propietario, se citaron testigos y se
nombró a Maximiliano Gómez Daza, vecino de
Es falso, como se afirma aquí, que “los parajes
Acatzingo, como agrimensor.
y mojoneras descritos coinciden con las del si-
glo XVI”, error que se repite en la página 151:
La diligencia se llevó a cabo el 10 de julio de
“Este documento es un expediente del Ramo
1738, con un total de nueve vértices o mojo-
Tierras, que se hizo precisamente para delimi-
neras reconocidas. Los trámites del litigio se
tar los linderos del señorío de Zapotitlán Sali-
prolongaron más allá de la muerte de Joseph
nas, actual cabecera municipal”. En realidad,
Pacheco y demás implicados, y sólo se resolvie-
el documento citado y el mapa anexo, represen-
ron 82 años más tarde, hasta 1820, cuando se
tan un caso más complejo que gira en torno a
reconoció a Pacheco y a sus herederos como ver-
un conflicto por la posesión de una estancia para
daderos dueños de estas tierras. De este mis-
pastar ganado menor, que quedaba en medio
mo documento, se desprende que el cacique
de las tierras del cacique de Zapotitlán, Joseph
Pacheco también tenía litigios con los indios
Pacheco, a mediados del siglo XVIII, y las mo-
del común del pueblo de San Martín Zapotitlán
joneras del mapa anexo se refieren a los límites
quienes igualmente reclamaban para sí, buena
de esa estancia, no a los límites del “señorío de
parte de las tierras de su cacicazgo, especial-
Zapotitlán”. Lo anterior se puede constatar fá-
mente las que quedaban al norte del área en
cilmente si se observa que el pueblo de Zapoti-
litigio. El pueblo de Los Reyes está represen-
tlán queda fuera de los límites del mapa que
tado dentro de los límites del mapa, pero no
Rivas reproduce en la figura 4.
era conocido como Metzontla, nombre que se
reservaba al cerro que sirvió de mojonera. Mu-
El documento que Rivas expone sólo en parte, chos otros aspectos derivados de este documen-
es sin duda una rica fuente para conocer la geo- to, incluyendo la ubicación precisa de las mojo-
grafía histórica de la región de Zapotitlán, sus neras del mapa, su arqueología, y la ubicación
recursos naturales, la genealogía de los caciques, del desaparecido pueblo de San Miguel, serán
y los problemas políticos de siglos anteriores. tratados con detalle en otro espacio (Castellón,
Como este documento merece un estudio más 2004).
amplio, aquí sólo haré una rápida sinopsis del
mismo, y después haré algunos apuntes en re- Si el autor tuviese un conocimiento más ade-
lación al artículo comentado. cuado del terreno, podría identificar fácilmen-
te los puntos mencionados en un mapa actual.
En 1738, Joseph Pacheco, cacique de Zapoti- También hubiese notado que el vértice “I” del
tlán, presentó una petición ante la audiencia de mapa, conocido como Corral de Piedras, no es un
140
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
sitio arqueológico, como supone en la nota 6, La zona indicada en el mapa de Gómez Daza
sino un afloramiento circular de rocas calizas, cubre un área aproximada de 75 km² y es parte
de más de 300 m de extensión en la falda suro- de la cuenca del río y valle de Zapotitlán donde
este del Cerro Grande, y sobre una pendiente he realizado mi trabajo arqueológico en los últi-
de más de 45°. Este lugar está frente al antiguo mos años. Dentro de los límites de ese mapa, he
camino entre Zapotitlán y Los Reyes, y siem- localizado hasta ahora más de 20 asentamientos
pre ha servido de referencia topográfica en la arqueológicos de distintos periodos y extensión.
región. En la figura 4, se reproduce el mapa de Destaca la presencia de grupos de casas del pe-
Gómez Daza, indicando que se trata de un pla- riodo Posclásico en los alrededores del área, pero
no del siglo XVI, lo cual es un error manifiesto. su parte central, donde hay dos grandes lomas
de más de 7 km de extensión que corren hacia
Precisamente, son los aspectos arqueológicos el norte, existen muy pocos vestigios antiguos.
de esta cartografía comentada los que están es- Esto indicaría que desde la época prehispánica
casamente representados en el artículo de Ri- tardía, estas tierras eran empleadas para acti-
vas. El sitio de Metzontla, por ejemplo, tiene vidades de extracción (salinas, canteras, leña,
múltiples terrazas habitacionales y un pequeño caza, etcétera), y en la época posterior a la Con-
centro ceremonial en su cúspide, con una posi- quista continuaron siendo empleadas para las
ble cancha de juego de pelota. Pertenece a la mismas actividades, así como para el pastoreo
fase Venta Salada temprana (700 a 1150 d.C.), y matanza de chivos. El descubrimiento a ini-
y su arquitectura es semejante a la observada cios del siglo XVIII, de minas de plata y manga-
en Cutha, con restos de columnas, clavos arqui- neso dentro de estos terrenos, avivó sin duda
tectónicos, y tumbas ya saqueadas en forma de los conflictos por la posesión de estos parajes.
cista. Por supuesto, no es contemporáneo de la
actual población posclásica y colonial de Los El mapa que presenta Rivas en la figura 3 es
Reyes. La arqueología de la región popoloca es prácticamente ilegible, y no tiene que ver con
muy extensa y poco conocida. El sitio de Met- la “frontera popoloca”, como reza el pie de ilus-
zontla es sólo uno de muchos asentamientos tración. La población de Miahuatepec ahí in-
que proliferaron entre el sur de Puebla y noro- dicada, no existe, y el cerro del mismo nombre
este de Oaxaca en los inicios del periodo Pos- está mal situado. No se aprecian en el mismo
clásico. El biólogo Carl Purpus (1926), dio bre- la ubicación de los sitios arqueológicos men-
ve noticia de 17 sitios que se extienden desde cionados, y están ausentes la mayoría de los si-
Cutha, al norte, hasta la zona del río Hondo en tios antiguos conocidos. Para ilustrar mejor esta
los límites con Oaxaca, al sur, pero debe haber situación, presento aquí un nuevo mapa con la
muchos más. Muchos de estos sitios están en ubicación de los sitios y elementos anterior-
la parte alta de cerros, y parecen resguardar ru- mente comentados (fig. 3).
tas bien establecidas entre la Mixteca Alta y
Baja como sugiere Johnson (1997). Tal es el caso Es verdad como dice Rivas, que “debemos plan-
de los cerros de Rinconada y Coatepec, descri- tear proyectos de carácter interdisciplinario para
tos por este autor, pero también está el cerro estudiar a detalle la historia antigua de la re-
La Yerba, o sitio Tr 334, descrito por MacNeish gión” (p. 151). Al principio me referí a los pro-
(1972: 454), recientemente documentado por blemas de comunicación entre la arqueología y
mis trabajos como Z87, así como otros cercanos las fuentes escritas, pues los arqueólogos lle-
a la zona de Acatepec, que parecen haber teni- van a cabo estudios de campo empleando regis-
do como destino a Cutha en la parte norte. El tros de sitios y artefactos asociados, y usando
mayor problema que aún persiste es la tempo- unidades de tiempo y espacio que son ajenas al
ralidad de estos sitios, ya que por la falta de es- lenguaje del etnohistoriador, más familiarizado
tudios arqueológicos, la gran mayoría no están con nombres, lugares, y hechos que sugieren un
descritos. ambiente social más fácil de definir. La comu-
141
COMENTARIOS Y DEBATES
Autopista
México TEHUACÁN
Oaxaca
1500
2500
Rí
oS
ala
do
Ajalpan
2000
Altepexi
Zapotitlán
1 San Gabriel
Salinas
Río Zapotitlán Chilac
Atzingo Zinacatepec
San Juan Raya
Mapa Miahuatlán
2000 Siglo 2
XVIII
San Fco.
3
Xochitepec
Acatepec Los Reyes
Metzontla
Caltepec PUEBLA
5
4
San Pedro Santiago
Atzumba Coatepec Río Hondo OAXACA
Miquixtlahuaca Acatitlán
Tlacuilotepec
• Leach, Edmund
1978. Cultura y Comunicación: La Lógica de la Conexión
de los Símbolos, Madrid, Siglo XXI.
• Nalda, Enrique
1996. “Arqueología y etnohistoria: supuestos y
posibilidades”, en R. Brambila y J. Monjaráz-Ruiz
(comps.), Los arqueólogos frente a las fuentes, México,
INAH (Científica, 322), pp. 21-36.
• Purpus, Carl
1926. “Ruinen, Hölen und Gräberfunde in der
Östichen Sierra de la Mixteca”, en Baessler Archive
Beiträge zur Völkerkunde, Berlin, Band X: 50-61.
• Veerman-Leichsenring, Annette
1991. Gramática del Popoloca de Metzontla (Con
Vocabulario y Textos), Ámsterdam, Atlanta, Rodopi.
144
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
n o t i c i a s
Guiller
Guillermomo Pér
Pérezez Castr o Lira (1952-2003)*
Castro
In memoriam
Daniel Juárez Cossío**
Intentar el bosquejo de una vida no es tarea fá- bros de la memoria, acaso quizás para aligerar
cil, particularmente cuando sólo conservamos la carga durante la marcha; sin embargo, como
fragmentos dispersos de algunas experiencias sombras retornan desbordando los recuerdos.
compartidas. Así ocurrió con Guillermo, con El Más allá de esta reflexión, me he propuesto des-
Guarus, a quien conocí durante las excavaciones enterrar los fragmentos de la vida de Guiller-
en el claustro de San Jerónimo; años ya distan- mo, en un intento por reconstruirla, tratando
tes que parecen evocar amaneceres inciertos, de esbozar con ella, a la manera del observador
atenazados sólo en la certeza de los sueños. participante, el espacio que como generación
compartimos, espero aproximarme a este pro-
Trazar una vida también es tarea compleja, pues pósito.
a la vera del camino, los recuerdos suelen disper-
sarse para quedar abandonados entre los escom-
Por la vieja calzada de Tlacopan
La historia de sus abuelos maternos nos con- orillaron a huir, siguiendo el rumbo de Ciudad
duce hasta Almoloya del Río, donde nació su Juárez en una infructuosa búsqueda de sus alle-
señora madre, Soledad Lira Velázquez, hija de gados paternos. Vida dura y difícil la de aque-
Francisco Lira Rodríguez y Gaudelia Velázquez llos años en pos de oportunidades tanto en la
Archundia. Doña Gaudelia nació en la hacien- zona fronteriza como en la Unión Americana,
da de la Gavia, allí su padre, de origen vasco, se hasta que don Guillermo logró conseguir un
desempeñaba como administrador. Problemas empleo en el ferrocarril. Debió ser en los años
familiares obligaron a que doña Gaudelia tomara cuarenta cuando doña Soledad y don Guillermo
el rumbo de la “ciudad”, decidiendo avecindar- se conocieron allá en Tacuba, allí crecieron sus
se en el cercano pueblo de Tacuba para cons- hijos Guillermo y Lourdes; nunca más regresa-
truir su casa en las actuales calles de Golfo de ría a la aventura norteña.
Gaves. Las aficiones de su marido al juego mer-
maron su patrimonio, cuando éste perdió la casa En la escuela primaria Adolfo Cienfuegos y
en una apuesta. Sin embargo, el tesón de doña Camus, Guillermo inició su educación básica,
Gaudelia y la miscelánea que administraba, le posteriormente ingresó a la escuela secundaria
permitieron hacerse de otro terreno en Golfo núm. 15, Alberto Einstein, ambas instituciones
de Bengala 59, casa que habitó Guillermo du- en Tacuba. La preparatoria la cursó, entre los
rante su infancia y adolescencia. años de 1968 a 1970, en el plantel núm. 4 Eras-
mo Castellanos Quinto por el rumbo de Obser-
La familia paterna parece seguir la ruta trazada vatorio, destacándose, desde entonces, por su
por un sino trágico. Su señor padre, Guillermo afición a la lectura y la historia.
Pérez Castro de la Rosa, fue el tercer hijo del
matrimonio formado por Rafael Pérez Castro y En la ENAH
Herlinda de la Rosa, originarios de Ciudad Juá-
rez, Chihuahua y la ciudad de Zacatecas, res- En 1972, tras una corta estancia en la Facultad
pectivamente. Don Rafael fue militar de carrera de Filosofía y Letras de la UNAM donde inició
y responsable en el almacén de artillería del los cursos de historia, Guillermo decidió inscri-
ejército. Poco antes de cumplir cuarenta años y birse a la ENAH para estudiar la carrera de ar-
siendo muy pequeños sus hijos, murió a conse- queología. Como toda coincidencia, al igual que
cuencia de un lamentable accidente mientras otras tantas suelen acompañarnos marcando al-
uno de sus oficiales limpiaba un rifle; doña Her- gunos senderos por los que transitamos, el 28
linda no soportó la pena y falleció apenas unos de abril del año que Guillermo y su generación
meses después, dejando en la orfandad a sus ingresaron a la ENAH se publicó en el Diario
cuatro pequeños hijos: Guadalupe, la mayor de Oficial, la Ley Federal sobre Monumentos y Zo-
cinco años, Rafael de tres, Guillermo de dos y nas Arqueológicos e Históricos. La referencia
Óscar con apenas seis meses. Iniciaba la década me parece significativa en términos de las opor-
de los años veinte cuando los pequeños queda- tunidades de aprendizaje e investigación que
ron desamparados: Guadalupe fue asistida por implicó para nuestras generaciones tal suceso,
una tía, mientras que Rafael y Guillermo fue- particularmente con la reordenación en algu-
ron trasladados a la Ciudad de México para nas áreas del INAH y la creación del Registro
internarlos en un orfelinato de Tacubaya, del Público de Monumentos y Zonas Arqueológi-
pequeño Óscar nunca, nunca se volvió a saber... cos e Históricos, bajo cuyo ámbito se sujetó la
delimitación de sitios, así como la elaboración
Cu ando adolescentes, un cuñado de doña Her- de propuestas para su declaratoria.
linda recogió a los hermanos para llevarlos a
vivir con su familia en Zacatecas donde per- Apenas en 1971 se habían desencadenado nue-
manecieron algunos años. Sin embargo, diver- vas protestas estudiantiles que culminaron
sos problemas con los parientes adoptivos los en el trágico 10 de junio, incorporando así, a
146
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
te más próximo a esta visión, había sido el pro- del Papaloapan, el INAH tuvo oportunidad de
yecto Cholula de 1966 dirigido por Miguel formular un amplio programa de salvamento
Messmacher, cuyo posicionamiento crítico fren- bajo la dirección de Agustín Peña Castillo. Con-
te a la “vieja escuela mexicana de arqueología” viene recordar que por aquellos años se reorga-
le ocasionó la cancelación del proyecto. nizó la Sección de Salvamento, originalmente
en el Departamento de Prehistoria para incor-
Entre los objetivos planteados por el proyecto porarse al de Monumentos Prehispánicos diri-
Tula, se concibió abordar el estudio de las eta- gido por Eduardo Matos Moctezuma. Desde allí
pas prehispánica, colonial y moderna respecto se establecieron técnicas específicas para es-
a sus cambios cualitativos y cuantitativos, to- tudios regionales, soportadas con el auxilio de
mando como marco de referencia los factores fotografía aérea y excavaciones selectivas, cuya
económico y superestructural en su proyección sección estuvo a cargo de Jorge Gusynier Alonso.
a escala regional, en este caso la Teotlalpan, si-
tuada hacia la porción central de la cuenca del Ese mismo año, Agustín efectuó una inspec-
río Tula. La crítica sustentada por Eduardo Ma- ción preliminar durante la primera quincena de
tos Moctezuma, en aquellos años, centraba su octubre. Una revisión del informe permite si-
atención en el énfasis que se había dado a la re- tuarnos en el contexto de los problemas con-
construcción monumental, aspecto que, en su siderados pertinentes, particularmente porque
opinión, ocasionó la pérdida del enfoque social la zona de embalse afectaba una porción del
de la arqueología (Matos Moctezuma, 1974). área nuclear olmeca, definida entre los cursos
del Papaloapan, en Veracruz y el Tonalá, en Ta-
Bajo esta concepción se propuso estudiar no basco. Kent Flanery había localizado, durante
sólo la llamada microárea, definida por el “cen- sus recorridos en los valles centrales de Oaxaca,
tro ceremonial”, sino también aquellos otros restos del Preclásico de filiación olmeca, llega-
sitios que mantuvieron estrecha relación con dos probablemente siguiendo la ruta de la Chi-
Tula, en un intento por establecer cronologías nantla. Durante el periodo Clásico, esta última
relativas y su caracterización. En este contex- región mostraba influencias teotihuacanas y
to, se tomó la decisión de trabajar en el conjunto zapotecas, mientras que hacia el Posclásico, des-
habitacional de Dainí bajo la supervisión de tacó la presencia de chinantecos en el distrito
Agustín Peña Castillo, sitio localizado a 1.5 km, de Tuxtepec, época durante la cual los aztecas
aproximadamente, hacia el norte del centro mantuvieron control sobre este amplio territo-
ceremonial, donde Guillermo se incorporó al rio. Los estudios en aquella región habían sido
equipo de trabajo para realizar trabajos de pros- parciales, lo cual significaba una valiosa oportu-
pección y análisis de materiales (Peña Castillo nidad para llenar los vacíos existentes median-
y Rodríguez, 1976), dado que, desde el 1 de te prospecciones sistemáticas y excavaciones
septiembre de 1974 formaba parte de la plan- controladas que permitieran el estudio de pro-
tilla de investigadores del Departamento de cesos sociales.
Monumentos Prehispánicos.
La Chinantla se localiza en la planicie costera
Salvamento en Presa Cerro del Oro del Golfo, sobre la fértil cuenca baja del Papa-
loapan, antiguamente ocupada por los distritos
Ese mismo año de 1974 y como parte de los Cuicatlán, Tuxtepec y Choapan. En esta región,
programas estratégicos que desarrollaba el go- la atención del proyecto, formalizado hacia fina-
bierno federal, se inició la construcción de la les de año, se enfocó hacia la porción norteña:
presa Cerro del Oro, en la confluencia de los Ojitlán y Usila. Conviene recordar las numerosas
estados de Oaxaca y Veracruz. Dada la magni- críticas que esta obra de infraestructura recibió,
tud de la obra y con el apoyo del ingeniero Jor- particularmente por el desalojo que implicaba
ge A. Tamayo, vocal ejecutivo de la Comisión la reubicación de casi 22,000 chinantecos de la
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ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
zona de San Lucas Ojitlán hacia Uxpanapa, co- Arqueología. En él se refleja su cercana partici-
mo se consignó en diversos estudios de la épo- pación con los estudios preliminares y su aproxi-
ca (Sánchez, 1974). mación hacia el trabajo de campo; destaca en
este sentido, la identificación, en Arroyo Tla-
Las evidencias apuntaban que alrededor del año cuache, de la tumba que años atrás había explo-
1300 d.C., la región era ocupada por asenta- rado Del Peón Caso y Valenzuela. Sus primeros
mientos dispersos agrupados en dos señoríos: escritos están vertidos en un lenguaje coloquial
Chinantla Grande y Chinantla Pichinche. El y reiterativo, cuyo tono remite a la conversación
primero hacia el poniente, cuyos restos yacen con el amigo a quien narra las experiencias y
en las inmediaciones del poblado San Felipe anécdotas de la jornada, donde las palabras pa-
de León, subdividiéndose más tarde, hacia recen insuficientes para describir el mundo que
1464, para dar origen al grupo de Guatinicames se le ofrece a la mirada atenta. Alguno de sus
que fundaron los pueblos de Huaxotla, Leque- párrafos recuerdan vagamente los relatos de
xola, Zacatepec y Oyancitepetl y de los cuales aquellos viajeros del siglo XIX, y en ese tono
se conservan referencias del siglo XVI. describe su encuentro, en Santa Rosa, con el
presidente del Comisariado Ejidal, quien, en
Paul Henning había explorado, en 1912, Pue- palabras de Guillermo, “les otorga amplios po-
blo Viejo al sur de Tuxtepec, donde localizó ras- deres para caminar e investigar por el pueblo y
gos mixtecos. Para 1916 Enrique Juan Palacios sus alrededores”, incluso, los acompaña duran-
exploró El Castillo en la misma región. Juan te largo rato.
Valenzuela y Lorenzo del Peón Caso explora-
ron en 1942 Arroyo Tlacuache, donde localizan El resto del año lo dedicará al análisis de la ce-
tumbas con objetos mixtecos y retomaron la ex- rámica bajo la asesoría de Florencia Müller, jefa
ploración de El Castillo. Finalmente, en 1953, de la Ceramoteca del Departamento de Prehis-
Agustín Delgado exploró en la Chinantla los pánicos; también participa en el seminario que
sitios de Cuasimulco, Loma Colorada y Monte se organiza en las oficinas de Prehispánicos,
Flor. donde el equipo de trabajo analiza y discute los
diversos problemas que plantea el proyecto.
Entre los planteamientos propuestos por Agus-
tín Peña Castillo destacaba la comprensión del El proyecto Cuenca de México
proceso de transición de niveles de agriculto-
res incipientes a sociedades aldeanas, dada la Hacia finales de 1975, mientras Guillermo de-
fuerte presencia de cerámicas de clara filiación sarrollaba sus actividades en la presa Cerro del
Preclásica, como Tres Zapotes y La Venta. Oro entre los chinantecos, en el Departamento
de Monumentos Prehispánicos Jürguen Brügge-
Al iniciar el año de 1975 se integró el equipo mann se encargaba de estructurar el ambicioso
de trabajo con Enrique Terrones González, Ma- proyecto Cuenca de México y organizar el equi-
ría del Carmen Rodríguez M., Sergio Gutiérrez po de trabajo, cuyo antecedente inmediato era
Franco, Ignacio León Pérez y Guillermo, quien justamente el programa iniciado desde el De-
se haría cargo de la prospección y topografía. partamento de Registro Público de Monumen-
Los primeros meses del año fueron dedicados tos y Zonas Arqueológicas para delimitar sitios
a investigación documental, análisis cartográfico reportados en el Ajusco, Los Reyes, Tlapacoya
y fotointerpretación. A mediados de abril el y Acozac.
equipo se encontraba en campo.
El objetivo central del proyecto planteaba la
De esta época se conserva, aunque incomple- importancia de recuperar, sistemáticamente,
to, el diario de campo de Guillermo en el Ar- la información arqueológica derivada de estos
chivo Técnico de la Coordinación Nacional de sitios condenados a desaparecer bajo la amena-
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NOTICIAS
zante expansión urbana. En este sentido y qui- ma como Margarita Treviño, Estela Ivonne
zás lo novedoso de la propuesta para su momen- Saldaña Hernández, Carolyn Baus Reed de Czi-
to, radicaba en estudiar los sitios de manera trom y Pedro Ortega Ortíz.
planificada y no a través de rescates, con alcan-
ces claros en cuanto a la investigación y con el Al año siguiente, en 1976, Jürguen formalizó el
apoyo de un equipo interdisciplinario, aspecto proyecto para poner a prueba sus modelos ar-
que permitiría conocer su distribución tempo- queológicos experimentales. En su primera eta-
ral y espacial a partir de modelos explicativos. pa, el modelo propuesto se planteaba desde
la dicotomía: estructura urbana/estructura al-
Este procedimiento implicaba caracterizar los deana, cuyos indicadores deberían reflejar las
asentamientos e identificar el área nuclear con relaciones de producción a partir de la identifi-
su entorno productivo mediante estudios estra- cación de áreas de producción agrícola, formas
tigráficos, paleodemográficos y seriaciones cerá- de explotación del medio ambiente, sistemas de
micas, entre otros aspectos, bajo el enfoque de control, actividades ceremoniales y organización
modelos explicativos construidos desde el ma- religiosa.
terialismo histórico que, a diferencia de las va-
riantes del positivismo, sus premisas partían de Así las cosas, el proyecto se organizó a partir de
la naturaleza biológica del hombre a través de la cuatro secciones de trabajo. El programa de res-
cual se intenta definir su dimensión histórica y cate a cargo de Humberto Besso-Oberto, el
social. programa de investigación arqueológica coordi-
nado por Jürguen Brüggemann, el programa de
El proyecto contemplaba la publicación de es- investigación etnohistórica dirigido por Eduar-
tudios de caso, cuya posterior correlación per- do Corona y un área de apoyo, el laboratorio de
mitiría la construcción teórica en cuanto al análisis de material arqueológico bajo la respon-
desarrollo social y cultural de la Cuenca de Mé- sabilidad de Constanza Vega. Al programa de
xico. Resulta oportuno señalar que el proyecto rescate se incorporaron Lilia Trejo de la Rosa
contó con el apoyo de un interesante grupo ex- para Tláhuac, Humberto Domínguez en Ecate-
perimental de investigación, organizado en el pec y Rosalba Nieto Calleja para la delegación
Departamento de Prehistoria: el Taller de Adies- Xochimilco.
tramiento Avanzado en Arqueología (TAAA),
cuyos estudiantes, bajo la dirección de los De particular importancia para el proyecto fue
profesores Pedro Armillas, Jeffrey R. Parsons, el estudio de la región chinampera en Tláhuac
William T. Sanders y Richard E. Blanton, ela- y Xochimilco a cargo de Graciela Lechuga So-
boraron un primer listado de asentamientos lís, al cual se incorporó Guillermo en el mes de
para Teotihuacan, Texcoco, Iztapalapa, Chalco- marzo para realizar prospecciones en el Ejido
Xochimilco y Zumpango. Japón, cuyos objetivos planteaban la identifi-
cación arqueológica de recursos humanos a par-
Si bien el proyecto de Jürguen y la formulación tir de estudios paleodemográficos, y de recursos
del modelo etnohistórico se encontraba en pro- ambientales a partir de estudios paleobotánicos.
ceso, el programa de rescate se mantenía vigen- Conforme al modelo propuesto, la identifica-
te, al cual se integraron Alicia Blanco, Humberto ción arqueológica de los medios de producción
Besso-Oberto y Gerardo Cepeda, este último debería entenderse mediante los sistemas de
para atender un salvamento en Azcapotzalco. producción agrícola, instrumentos de trabajo,
Las crecientes obras de infraestructura y las conocimientos astronómicos, calendáricos, et-
expectativas generadas por el proyecto Cuen- nobotánicos y sistemas constructivos.
ca de México rápidamente se conocieron entre
el reducido medio estudiantil, lo que facilitó En cuanto a la identificación arqueológica de
la incorporación de otros estudiantes al progra- las relaciones de producción, se hacía necesario
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ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
localizar los campos de cultivo así como talleres Molina, quien se desempeñaba como director
y su relación con la configuración urbana, esta de la ENAH.
última identificada por sus espacios militares,
políticos, religiosos y aun étnicos, aspecto que Así, bajo la coordinación de Roberto García
podría ser deducido por sus relaciones proxima- Moll, Ramón Carrasco Vargas y Guillermo ini-
les. Resulta evidente, a partir de estos plantea- ciaron las excavaciones de rescate en agosto de
mientos, la cercana influencia de Pedro Armillas 1976 en el sector denominado Gran Claustro.
y Ángel Palerm. Entre abril y julio, Guillermo Dado que el propósito era recimentar los pila-
colaboró con Graciela y también se delimita- res del antiguo convento, se planteó la realiza-
ron sitios en San Gregorio Atlapulco y en julio ción de una cala perimetral al pie de los mismos.
se trasladaron los materiales a la ceramoteca de Mediante las primeras horadaciones que habían
Tecamachalco con Florencia Müller para clasi- practicado personal de la Secretaría de Obras
ficar el material. Públicas, se tenía la certeza de localizar muros
y elementos que integraban las casas del conven-
San Jerónimo y la arqueología to durante los siglos XVII y XVIII. Paralelamente,
histórica se realizaron calas en muros y se retiraron apla-
nados modernos de cemento para determinar
A mediados de 1976 dio inicio la obra de res- las modificaciones del inmueble a lo largo de
tauración en el claustro del ex Convento de San su evolución arquitectónica.
Jerónimo, realizada conjuntamente entre la
Secretaría de Obras Públicas y la Secretaría de De esta manera quedaron expuestos vanos de
Patrimonio Nacional. Entre las primeras acti- puertas y ventanas, basas de columnas que deli-
vidades se tenía previsto recimentar las pilastras mitaban antiguos corredores, brocales de pozos,
que enmarcaban el patio construido hacia fina- arranques de escalinatas, hornillas y tinas de
les del siglo XVIII, de tal manera que al horadar barro vidriado entre otros elementos arqui-
el patio, quedaron al descubierto restos arqui- tectónicos. Hacia febrero de 1977 se concluyó
tectónicos del antiguo convento. La impor- la primera fase del rescate, cuya valoración,
tancia del hallazgo motivó a Guillermo Bonfil dada la importancia de la información recu-
Batalla, entonces director general del INAH, a perada, llevó a replantear el programa de sal-
promover la integración de un equipo multi- vamento para transformarlo en un proyecto de
disciplinario de investigación. investigación más amplio y a largo plazo, pues
la exploración de contextos coloniales se vis-
Al finalizar el mes de julio, Eduardo Matos Moc- lumbró como una oportunidad excepcional. Por
tezuma solicitó a Guillermo y otros compañeros otra parte, también se argumentó la necesidad
de Prehispánicos —Hilda Castañeda Saldaña y de recuperar la información relativa a los ma-
Manuel Gándara Vázquez—, su incorporación teriales y sistemas constructivos, así como a la
al equipo de trabajo, solicitud que respondía a organización y distribución de espacios, ele-
la visión de Augusto Molina Montes, entonces mentos a partir de los cuales debería fundamen-
director de Monumentos Históricos, para que tarse la propuesta del proyecto arquitectónico
fuesen los arqueólogos quienes efectuaran y para su rehabilitación.
controlaran las calas y pozos de sondeo. La coor-
dinación del proyecto quedó en manos de Ro- Bajo esta nueva perspectiva, Guillermo deci-
berto García Moll. dió iniciar la elaboración de una propuesta como
trabajo de tesis profesional, entre cuyos obje-
Mientras se realizaban los trabajos de rescate, tivos, siguiendo los enfoques del materialismo
Guillermo recibió su carta de pasante el 13 de histórico, comunes durante esta época, plan-
septiembre de 1976, expedida por el inolvi- teó analizar la formación socioeconómica pre-
dable y muy querido maestro Javier Romero hispánica (azteca), la formación socioeconómica
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NOTICIAS
en los diferentes niveles de piso que podían atender la creciente demanda de rescates ori-
reconocerse en la “estratigrafía”, producto de ginada por la especulación de predios urbanos,
las diversas modificaciones a su traza; también situación que, por otra parte, impulsó la crea-
en cuanto a la recuperación de una importante ción, en el Departamento de Salvamento Ar-
colección de vasijas y otros artefactos relacio- queológico, de la Sección de Arqueología His-
nados con la vida cotidiana de las monjas en tórica encabezada por Guillermo, cuyo
clausura. A ello debemos agregar, de manera propósito, según su visión, no debería limitar-
significativa, el estudio de archivos y fuentes se al trabajo rutinario sino que debía propiciar
documentales, cuyo análisis puso en perspec- la formación de investigadores, altamente ca-
tiva otra manera de aprehender los contextos, pacitados en este campo.
más acorde quizás, con los planteamientos de
la historia de las mentalidades o la microhistoria, De aquellos años, sólo nos limitaremos a esbo-
por mencionar sólo algunos de los enfoques no- zar un recuento de su participación en la Sec-
vedosos. ción, pues gran parte de los materiales se hallan
dispersos o resultan de difícil acceso. Durante
Resulta claro entonces, atribuir al interés de al- este lapso se efectuaron excavaciones en el
gunos arquitectos e investigadores, la organi- anexo de la casa de los condes de Heras y Soto,
zación de una modesta Sección de Arqueología entre 1983 y 1984, con el propósito de adecuar
Histórica al interior de la Dirección de Monu- los espacios para instalar allí el Consejo del
mentos Históricos en 1980, aspecto que favore- Centro Histórico de la Ciudad de México.
ció la participación de arqueólogos en diversos
programas de conservación. Entre los traba- En 1984 se realizaron exploraciones en el atrio
jos más destacados que recordamos de aque- del ex Convento de la Asunción, en la delega-
llos años, fueron la exploración de la Acequia ción Milpa Alta. Al año siguiente, el salvamento
Real a cargo de Elsa Hernández Pons; la locali- en el antiguo Colegio Carmelita de San Joa-
zación del emplazamiento ocupado por la Ca- quín en la delegación Miguel Hidalgo. Como
tedral primitiva, cuya tarea fue realizada por parte de las acciones encaminadas, primero a
Alejandra Rodríguez Díez y Guadalupe de la la beatificación y después canonización de Juan
Peña Vilchez; excavaciones en los ex conven- Diego, se practicaron excavaciones en el pre-
tos de San Juan de Dios y Grande de San Fran- dio atribuido a su casa y conocido como El Ce-
cisco, bajo la responsabilidad de Marisol Sala rrito, donde se localiza la capilla dedicada a la
Díaz y Daniel Valencia; así como la Casa del quinta aparición de la Virgen de Guadalupe en
Marqués del Apartado y el ex convento de San- el municipio de Cuauhtitlán de Romero Rubio,
ta Teresa la Antigua, ambos dirigidos por Elsa Estado de México. En el pueblo de San Mateo
Hernández Pons. Conviene acotar, como así lo Iztacalco, municipio de Cuauhtitlán Izcalli, se
señala Elsa en su balance (Hernández, 1996), exploró el atrio del templo parroquial con el
que una parte significativa de los programas propósito de localizar la barda. Algunos sondeos
desarrollados al interior de la Dirección de Mo- en la capilla de San Antonio y de los Santos Lu-
numentos Históricos no se formalizaron me- gares, perteneciente al Convento Grande San
diante la elaboración de un proyecto, así como Francisco, en las calles Eje Central —antes
tampoco fueron entregados los informes res- San Juan de Letrán— y Venustiano Carranza,
pectivos, lo que ocasionó la pérdida de valiosa así como en el ex Colegio Jesuita de Cristo, en
información. Donceles 99.
Muy por encima de lamentaciones para quie- En 1986 se realizaron sondeos en una construc-
nes resulten corresponsables ante tales hechos, ción civil con restos de arquitectura del siglo
la experiencia mostró que el número de inves- XVIII en la calle de Limón 16, situada en el án-
tigadores rápidamente resultó insuficiente para gulo sudoeste de la Plazuela de la Santa Cruz y
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NOTICIAS
Soledad de Nuestra Señora. También se traba- la traza del Arzobispado Metropolitano y cár-
jó en lo que fuera la residencia de los marque- cel de la inquisición; pero indudablemente, el
ses de Aguayo, localizada en República de El hallazgo que acaparó la atención, fue el cuauh-
Salvador, Roldán y Talavera. Se iniciaron explo- xicalli de Moctezuma I, cuyos resultados fue-
raciones que se extendieron por cuatro años, ron dados a conocer rápidamente (Pérez Cas-
en el ex Colegio Jesuita de San Francisco Ja- tro et al., 1989).
vier, sede del Museo Nacional del Virreinato
en Tepotzotlán. En 1989 Carlos Salas y su equipo iniciaron los
trabajos en el ex Convento de la Encarnación,
En 1987, en la casa de Leona Vicario, anexa al Aduana Mayor y Consulado, sede de la Secre-
Palacio de Inquisición en República de Brasil y taría de Educación Pública, mientras Guillermo
Colombia, espacio que sería destinado al Mu- se ocupaba del salvamento en la Casa de la Pri-
seo Juan Cordero del INBA. La casa de Torres mera Imprenta de América, en Moneda y Li-
Quintero 17, inmueble del siglo XIX atribuido cenciado Verdad, edificio bajo la custodia de la
al arquitecto Lorenzo de la Hidalga frente al Universidad Autónoma Metropolitana y que
templo de San Sebastián para instalar el Museo sería destinado a centro cultural de educación
del Deporte. La casa de Topacio 11, en Misio- continua. En este último inmueble se reportó
neros y Topacio al sur de la Plaza del Aguilita. una pieza escultórica con la representación de
La casa de Regina 143 que se destinó a jardín de una cabeza de serpiente, similar a la registrada
niños. Paralelamente a la coordinación, super- en la casa de los Condes de Santiago de Cali-
visión y apoyo a estas actividades, Guillermo maya (Pérez Castro, 1990). Esta casona es inte-
fue nombrado representante, por la Dirección resante ya que su fábrica original parece remon-
de Salvamento Arqueológico, ante el Consejo de tarse al año de 1524, sobre un solar cedido al
Arqueología, cargo que desempeñó hasta 1989. conquistador Andrés de Soria y aparentemen-
te situado sobre una estructura del recinto dedi-
En 1988 se trabajó en el ex Convento de Santa cado a Tezcatlipoca. Para 1527 la construcción
Inés, en Academia 13, cuyos espacios mostraban albergó un obraje donde se fundieron las cam-
adaptaciones atribuidas al arquitecto Manuel panas de la catedral primitiva, por lo que el
Tolsá y sería destinado al Museo José Luis Cue- sitio se conoció como Casa de las Campanas.
vas. En el antiguo edificio del Real Estanco de Hacia 1536 se transformó en el taller de im-
Tabaco, conocido como La Ciudadela, Carlos prenta fundado por Joan Paoli que funcionó
Salas realizó un amplio rescate. Hacia media- hasta bien entrado el siglo XVII, cuando fue ad-
dos de año dieron comienzo las exploraciones en quirido por el Convento de Santa Teresa de la
el Palacio Arzobispal, en Moneda 14. Este últi- Orden de Carmelitas Reformadas.
mo inmueble albergaba oficinas de la Secretaría
de Hacienda y era restaurado por la Secreta- Finalmente, los últimos trabajos de los cuales
ría de Desarrollo Urbano y Ecología. Anterior- tenemos referencia, corresponden al inicio de
mente, Guadalupe de la Peña Vilchez había la década de los años noventa, cuando se intervi-
practicado algunas calas y pozos de sondeo en no el ex Convento Franciscano de San Gregorio
los corredores y el patio, sin embargo, la in- Magno Atlapulco, en la delegación Xochimil-
formación recabada aún era insuficiente para co, y en 1992 las excavaciones en el ex Cole-
comprender la organización de los espacios ar- gio de Niñas en 16 de Septiembre y Bolívar,
quitectónicos. Guillermo asumió entonces la sede del Club de la Asociación de Banqueros.
dirección del proyecto, entre cuyos resultados
destacan, además de localizar restos de las cons- Al recordar la sensible pérdida de Guillermo y
trucciones civiles del siglo XVI, presumible- repasar a grandes rasgos su trayectoria, quizás
mente propiedad de los conquistadores Mar- el mejor homenaje que podemos ofrecerle
tín López y Andrés Nuñez, parte de lo que fuera consista en revisitar, con actitud de análisis y
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ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
reflexión, no sólo la contribución que hizo a la Eduardo Matos Moctezuma (coord.), Proyecto Tula,
disciplina, sino de manera particular al desa- segunda parte, México, INAH-SEP.
rrollo mismo de la arqueología histórica, a la cual
dedicó su vida. Esta posición, con toda segu- • Pérez Castro Lira, Guillermo
ridad, nos ayudará a situar en perspectiva tanto 1989. “Noticias sobre la arqueología histórica”, en
Arqueología, núm. 5, México, INAH, pp. 211-216.
los antecedentes como la proyección de este
enfoque específico a lo largo de poco más de • Pérez Castro Lira, Guillermo et al.
tres décadas, donde Guillermo, sin duda algu- 1989. “El Cuauhxicalli de Moctezuma I”, en
na, fue uno de sus impulsores. Arqueología, núm. 5, México, INAH, pp. 131-151.
Este recuento y reencuentro a su vez, deja tam- • Pérez Castro Lira, Guillermo
bién de manifiesto una obra trunca, dispersa y 1990. “Una escultura mexica en la antigua casa de
en su mayoría inédita. Apenas en esta semblan- la imprenta”, en Arqueología, núm. 2, segunda
za hemos citado unos cuantos trabajos que fue- época, México, INAH.
ron publicados en las revistas Arqueología y Actua-
lidades Arqueológicas, sin embargo, en los archi- • Sánchez, Bartolomé
vos de la Coordinación Nacional de Arqueología 1974. “El desalojo de los chinantecos”, en Estudios
Indígenas, vol. III, núm. 4, México, INI.
y de Salvamento, se conservan algunos escritos
que Guillermo preparaba para su publicación
durante los últimos años de su vida; escritos
que esperaban su paciente revisión limitada por
el severo padecimiento que lo sumió en la os-
curidad; escritos que corregía apoyado por sus
padres y hermana, quienes, transformados en
amanuenses, se dedicaron a registrar la luz de
su memoria.
Bibliografía
Como poseedor de una biblioteca, Aureliano se sabía recibiera capacitación alguna. A partir de ese mo-
culpable de no conocerla hasta el fin; esa controversia mento, y trabajando bajo las órdenes del arqui-
le permitió cumplir con muchos libros que parecían re-
tecto Ignacio Marquina como jefe del Depar-
procharle su incuria.
El tiempo no rehace lo que perdemos, la eternidad lo tamento de Monumentos Prehispánicos, José
guarda para la gloria y también para el fuego. Luis Ramírez inició un largo viaje con la pesada
carga de 8 mil ejemplares que incluían enton-
“Los Teólogos” ces todos los informes técnicos donde se di-
Jorge Luis Borges bujaba claramente la historia de la arqueología
mexicana.
José Luis Ramírez Ramírez, mejor conocido co-
mo Pepe, nació en el Distrito Federal en 1945, Pero él no se conformó con cuidar lo que le ha-
es hijo único de padres que se dedicaban al co- bían encomendado y, como un arqueólogo, se
mercio. Su primer trabajo fue en la industria dedicó a recopilar información dispersa en otras
textil, era tejedor de tela de punto, mientras oficinas del INAH y en otros archivos. Así, logró
estudiaba comercio y contaduría privada. Poste- rescatar los informes entregados por los investi-
riormente, Pepe ingresó al Instituto Nacional gadores al entonces Departamento de Publica-
de Antropología e Historia, en 1968, precisa- ciones, que llegaban directamente ahí, enviados
mente como contador privado y después empe- por los propios autores, para ser publicados en
zó a hacerse cargo del Archivo Administrativo los Anales del Instituto, aquellos de la primera
que finalmente se convirtió en el Archivo Téc- época cuando los arqueólogos tenían dividida
nico–Administrativo, gracias a los constantes la República Mexicana por regiones atendidas
esfuerzos para unir la historia de los trabajos ar- por ellos utilizando el apelativo de inspectores
queológicos con la historia burocrática relacio- de Monumentos Prehispánicos. Entre estos
nada con ellos. personajes se encontraban grandes nombres de
la arqueología mexicana como José García Pa-
Este conocido personaje de la arqueología nacio- yón, Jorge R. Acosta, Pedro Armillas, Henrich
nal recibió el archivo de manos de otro compañe- Berlín, Franz Blom, Alfonso Caso, Roque
ro que le proporcionó, como única herramienta Cevallos, Daniel Rubín de la Borbolla, Ignacio
práctica para su manejo, un manual que clasi- Marquina, Wilfrido Du Solier, Agustín García
ficaba los ejemplares del 1 al infinito, sin que Vega, Alfonso Medellín, Hugo Moedano, Eduar-
do Noguera, Enrique Juan Palacios y Alberto
* Coordinación Nacional de Arqueología Ruz Lhuillier.
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ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
Algunos de estos notables personajes fueron los opuso con argumentos sólidos, incluso contra
jefes directos de Pepe en el Archivo Técnico de la voluntad de un director general, y esto le valió
la Dirección de Monumentos Prehispánicos. amenazas sobre la permanencia en su cargo.
Otros más fueron sus maestros y amigos, pero a Afortunadamente para él y para nosotros, Pepe
quien más admira es a Jorge R. Acosta, a quien logró mantener el archivo y volver a Monumen-
acompañaba en sus viajes a Tula y a Monte Al- tos Prehispánicos, oficina que había quedado
bán a pesar de que no le daban permiso porque acéfala momentáneamente de la urdimbre bu-
desde entonces ya era indispensable para el rocrática del instituto.
Consejo de Arqueología y para la Dirección de
Monumentos Prehispánicos. Don Jorge, como Esta misma pasión por mantener la cohesión
él le llama respetuosamente, le insistió duran- del archivo, la ha llevado también a enriquecer
te años para que lo visitara cuando trabajaba en el acervo a su cargo. De esta forma, el archivo
Palenque, sin embargo, nunca pudo ir, a pesar ahora integra fondos especiales como el de Mo-
de la insistencia y la disposición de don Jorge numentos Prehispánicos, el cual fue publicado
de pagarle el viaje completo. en 1987. Otro fondo más corresponde al de Jor-
ge R. Acosta e incluye documentos importan-
El jefe de quien más aprendió Pepe fue de su tes y personales generados por este gran per-
tocayo José Luis Lorenzo, quien se caracteri- sonaje de la arqueología mexicana. La labor de
zaba por traerlo “cortito”; de este ilustre maes- incrementar el acervo también lo ha llevado a
tro supo que el orden y el mantener al día el recuperar archivos y documentos personales de
archivo era la clave para acrecentarlo y conser- gente como Florencia Müller y César Lizardi.
varlo, así como para atender los requerimien- Más recientemente ha logrado que se incorpo-
tos de los investigadores. De hecho, el mismo re parte del bagaje personal del doctor Román
Lorenzo peleaba constantemente con Pepe y el Piña Chán, otro de los investigadores prominen-
motivo principal era la concepción particular tes del país.
que tenía cada uno sobre la pro-
piedad y composición del archi-
vo. Para el maestro Lorenzo, el
Archivo Técnico debería estar
separado del Archivo Adminis-
trativo ya que consideraba que
el primero pertenecía al Con-
sejo de Arqueología —del cual
Lorenzo era presidente— y, por
otro lado, el Archivo Adminis-
trativo debería estar en otra ofi-
cina. Pepe Ramírez siempre se
negó a esta separación y des-
membramiento, y su obstina-
ción incluso pudo ocasionar que
fuera separado del Instituto, y
no precisamente por iniciativa
de José Luis Lorenzo, sino por-
que en una reestructuración del INAH, el direc- Los documentos escritos no son la única infor-
tor general había decidido que parte del archi- mación que Pepe Ramírez ha rescatado; también
vo debería ir a la Dirección y la otra parte se ha sido constante en la recuperación de planos
distribuiría en cada una de las unidades admi- y levantamientos arquitectónicos de sitios y mo-
nistrativas recién creadas. Sin embargo, Pepe se numentos arqueológicos y su empeño se ha
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NOTICIAS
dinación de Arqueología es una caja de sorpre- cuando estaban en marcha los macroproyectos
sas y que debe ser como un laberinto del que arqueológicos, entre 1993 y 1994. La costa del
solamente él conoce los confines, como los bi- Golfo aún es territorio inexplorado para este
bliotecarios que retrató Humberto Eco en El personaje, únicamente conoce El Tajín, y lo hizo
nombre de la rosa. hasta 1995, invitado a colaborar para ordenar
parte del archivo del proyecto arqueológico.
Muchos de estos trabajos forman parte también
del Archivo, muchos han sido regalos persona- Pepe quiere jubilarse, ahora añora concretar un
les al encargado, y éste las ha ingresado para la viaje siempre postergado por diversos motivos,
consulta y el conocimiento de otros investiga- que incluye ver desde Quiahuiztlan el mar don-
dores. También su trabajo ha inspirado tesis de de desembarcó Hernán Cortés; observar los la-
maestría y doctorado que tratan sobre la histo- drillos de Comalcalco donde trabajó Ponciano
ria de la arqueología mexicana. Otras publica- Salazar, eterno compañero de cigarros y café du-
ciones han salido de este Archivo. El incansable rante las horas de oficina; recorrer las crujías y
Pepe colaboró con Roberto García Moll para in- los patios del Palacio que restauró don Jorge en
tegrar el Índice del Archivo Técnico de la Dirección Palenque y, quizá, llegar hasta la Acrópolis de
de Monumentos Prehispánicos, publicado por el Yaxchilán, lugar donde Roberto García Moll, a
INAH en 1987. Asimismo, aparece como colabo- quien Pepe aprecia bastante, trabajó durante
rador en una antología de materiales arqueoló- veinte años.
gicos y parte del acervo ha sido fundamental
para la Revista de la Coordinación Nacional de Ar- Pepe Ramírez ha atesorado documentos duran-
queología del INAH y para la revista Arqueología te casi 35 años, gracias a él, generaciones de
Mexicana. Hoy en día, gracias a la iniciativa del investigadores como cualquier interesado en el
licenciado José Muñoz Bonilla, entonces Direc- pasado de este país, han sido beneficiados de
tor de Planeación, Evaluación y Coordinación esta fascinación por la conservación de un ar-
de Proyectos, y de Beatríz Leonor Merino chivo que conjunta gran parte del pasado prehis-
Carrión, y con el valioso apoyo del doctor Ale- pánico, así como la historia de cómo se ha ido
jandro Martínez Muriel, coordinador de Ar- reconstruyendo el México antiguo.
queología, se inició la producción de la serie
Arqueología: diálogos con el pasado, que es una obra
En su afán de mantener en uso el Archivo Téc-
dedicada a distintas zonas arqueológicas como
nico cuando deje el INAH, Pepe ha emprendido
Xochicalco, La Quemada y Monte Albán, don-
algunas actividades. Gracias a su colaboración y
de se conjuntan fotografías y textos de los pri-
a la iniciativa del arqueólogo Ángel García Cook,
meros trabajos realizados, así como información
entonces director de Arqueología, se termina-
proporcionada por los investigadores que actual-
ron de microfilmar los textos, existentes hasta
mente trabajan en ellas.
ese momento, del Archivo Técnico; también se
construye una base de datos para catálogo, con-
Lo paradójico de la vida profesional de Pepe es sulta y restauración del acervo y, finalmente,
el hecho de que, a pesar de saber como nadie capacita a personal para que pueda continuar
lo que se ha hecho en cada uno de los sitios ar- con su trabajo de más de tres décadas. José Luis
queológicos, solamente ha visitado algunos de Ramírez Ramírez tiene la esperanza de que
ellos. Teotihuacan, Tula y Monte Albán los co- llegue alguien como él, que tenga la misma pa-
noció gracias a Jorge Acosta, su arqueólogo sión y que haga que la memoria de la arqueolo-
favorito, quien solía pedirle que lo acompaña- gía mexicana siga manteniéndose como hasta
ra; también conoce Xochicalco y Cantona. De ahora y se dé a conocer al resto de la gente. Por
Cacaxtla únicamente ha visto el domo porque lo pronto, creo que muchos esperamos que con-
se observa desde Xochitécatl, el cual visitó tinúe en su lugar durante más tiempo.
informes del Archivo Técnico
Exploración del montículo de San Pedro de los
Pedro
Pinos, 1921
1921*
Eduardo Noguera
El monumento mide 7 m de altura, cubriendo Como puede comprobarse, no existe plano de-
una base aproximadamente de 100 m por lado; finido en esta construcción debido a la adición
en su parte sur presenta vestigios de pisos reve- [anexión o adosamiento] de uno de los edifi-
lando su carácter artificial y fue por allí que se cios sobre el original [fig. 3]. El primer edificio,
iniciaron los trabajos de descubrimiento [fig. 2]. mejor construido, que está representado por los
pisos y paredes de cemento [argamasa] y afec-
tando sus lados [piramidales] forma piramidal
construidos en tepetate, soporta una segun-
* B/311.32(251-5)/1 San Pedro de Los Pinos. da construcción hecha de piedra. Los espacios
1
El registro fotográfico original consta de 17 fotografías y un
corte. Presentamos una selección de estas imágenes
2
modificando su numeración. Se agregan algunas palabras entre corchetes. (N.e.)
160
ARQUEOLOGÍA 32 enero-abril 2004
del cuarto VII, yendo a terminar por el caño del estado hacia el oeste. A [el] que forma parte
cuarto V [fig. 7]. de este cuarto es un muro construido de tepe-
tate al que siguiéndosele se ve que se prolonga
Cuarto VII. Es en realidad parte del cuarto VI y hacia el norte y probablemente formando la
afecta más o menos las mismas dimensiones y pared exterior de un nuevo edificio o prolon-
la misma orientación [fig. 7]. gación de este mismo.
Cuarto VIII. Nuevamente presenta una plata- Cuarto X. Este cuarto tiene sus pisos a un nivel
forma circundada al sur por muros, los cuales inferior que el de los cuartos que lo rodean y el
están destruidos en su lado norte y a continua- cemento [estuco] del piso está en mejores con-
ción en el cuarto IX sigue su piso encontrán- diciones de preservación. Por sus lados sur y
dose roto el norte, pero continuando en buen este, el paño de los muros está bien conservado,
más en el norte se halla destrui-
do. Es curioso el detalle, que en
esta parte la pared no presenta
paño, pero el piso continúa por
debajo de la pared quizás repre-
sentando la construcción de di-
cho muro sobre un piso que se
construyó con anterioridad.
pequeño cuarto que contiene un piso al mismo recodo coincidiendo éste con el piso del cuarto
nivel que la plataforma y sus paredes tienen II. De allí se siguió hacia el norte encontrán-
paño de cemento [estuco] en su exterior, mas dose el cemento [estuco] de la pared muy des-
el interior de dichas paredes se halla destruido truido. A pocos metros de allí se halla un muro
o no existen. Este pequeño cuarto mide 1.30 de piedra descansando sobre tierra suelta. De-
m por lado [fig. 8]. trás de este muro sigue la pared [muro] XVI,
mas a poca distancia, en su par-
te de enfrente, se halla una es-
pecie de columna construida
con lozas bien labradas.
5
No aparecen en el original. (N.e.) t Fig. 10. Cerámica y objetos de piedra.
165
INFORMES DEL ARCHIVO TÉCNICO
En menor cantidad, pero abundando la varie- construcción. Según él, representa un templo
dad de formas, se encontró cerámica de un ter- azteca dedicado al dios Mixcoatl, patrón de esa
cer tipo. Su dibujo es más cuidadoso y el color región. Cita el mapa de Santa Cruz en donde
más variado. Rojo, azul y blanco en distintas figura este templo bajo un signo jeroglífico y
combinaciones forma el exterior de las vasijas. en las actas de cabildo del año referentes a fes-
Desgraciadamente sólo pedacería se encontró tividades de este lugar trata de mostrar y hacer
para poder decir acerca de su forma; aparente- coincidir estas ceremonias con las ofrecidas al
mente la forma más general era de pequeñas dios Mixcoatl.
cazuelas.
Sea esta conclusión exacta o no, no deja de tener
En cuanto a los clavos arquitectónicos poco hay sumo interés este descubrimiento y el trabajo
que decir. Son del mismo tamaño, forma y ma- del señor Castillo para averiguar el significado del
teria que los encontrados en otras excavaciones, monumento lleno de mérito y validez.
especialmente en la ya mencionada de Santa
Teresa. Algunos conservan aun restos de la mez- En todos los casos, no queda lugar a duda que
cla o pintura de que estaban revestidos y su el edificio en estudio es una construcción az-
parte más delgada, la que iba incrustada en las teca construida poco tiempo antes de la llega-
paredes, está lisa. Es de mencionarse el hecho da de los españoles a playas de América como
que solamente en la parte sur del montículo lo demuestra el carácter típico azteca de la ar-
fueron hallados. quitectura y los numerosos fragmentos de ce-
rámica atestiguando su origen azteca. Además,
Alrededor de siete cabecitas [de figurillas] se quizás por temor a que ese templo sufriese la
descubrieron. El tipo principal fue el Azteca, misma suerte que otros numerosos edificios re-
una de tipo Teotihuacano y otra del de tran- ligiosos de ser destruidos por el fanatismo de
sición. los conquistadores, fue artificialmente cubier-
to y así en el transcurso de los años los procesos
El resto de los objetos presenta tan poco inte- naturales, como lluvia y viento aportaron semi-
rés que creo más oportuno omitir su descrip- llas que lo cubrieron de vegetación y fue olvi-
ción para dar cabida a la historia y teoría acerca dado por todos.
de este momento, no obstante que ya algo se
ha dicho sobre este particular. Anexo
A:6 muro exterior compuesto de piedra tallada interiores servirán de soportes a los pisos y pa-
en su exterior y el interior relleno de piedra redes superiores, pues por ejemplo, la pared
con una mezcla de lodo. Enseguida B: viene un interior G sostenía al muro superior sur del cuar-
relleno de tierra común con fragmentos de pie- to X.
dra. C: es otra pared de piedra y tepetate,
menos bien acabada que A, pero de la misma Contrariamente a lo que se esperaba, no se en-
altura e inclinación, la cual es seguida de un re- contró ningún objeto completo de cerámica o
lleno de adobe. D: representa un relleno de ado- piedra en la parte interior del montículo, ex-
be de bastante espesor el que separa el muro cepto algunos fragmentos de cerámica de tipo
E, compuesto en su totalidad de piedra. Azteca, pero ninguno de otra civilización. Por
todo esto, es de concluirse que se trata única-
F: el segundo relleno de tierra seguido de G, mente, y como se pudo comprobar desde el
relleno de adobe y H: un muro de tepetate. principio de las excavaciones, de una construc-
ción azteca hecha no muchos años antes de la
Se pudo comprobar por medio de este corte que llegada de los conquistadores.
toda la elevación es artificial y que los muros
6
Aparecen con minúsculas en el dibujo del corte transversal
(fig. 10). (N.e.)
r e s e ñ a s
Un mundo de obsidiana. Minería y comer cio de
comercio
un vidrio volcánico en el México antiguo
Ricardo Leonel Cruz Jiménez*