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Comportamiento Organizacional
Por otro lado, Chiavenato (2005) define la cultura organizacional como “el
conjunto de hábitos y creencias establecidas por medio de normas, valores, actitudes y
expectativas compartidas por todos los miembros de la organización”. Indudablemente,
la referencia teórica de este autor permite comprender que la cultura desarrollada en
la organización respalda la mentalidad predominante en la institución. De hecho, se
piensa que a los directivos les corresponde la tarea de ubicar a la organización dentro
de un tipo de cultura según sea su liderazgo y la disposición de asumir un tipo de
cultura determinada.
Del mismo modo, Schermerhorn, Hunt y Osborn (2005) señalan “la cultura
organizacional es el sistema de acciones, valores y creencias compartidas que se
desarrollan dentro de una organización y que orientan el comportamiento de sus
miembros”. Evidentemente, las instituciones como organizaciones comprometidas con
un tipo de cultura adecuada a los fines y propósitos de la educación, para lograr el
mejoramiento de la sociedad deben funcionar de acuerdo con una serie de valores y
creencias que la conduzcan al logro de su visión, misión y objetivos.
Toda organización posee unos elementos que la hacen diferente de las demás.
Al mismo tiempo, que gerentes y subordinados cumplen una función crítica en el
origen, mantenimiento y comunicación de la organización, la misma cultura mediante
sus elementos da forma al comportamiento de los empleados y los controla. De allí
que, Stephen P. Robbins, Hunt y Osborin (2002) señalan “los elementos de la cultura
son suposiciones, valores, símbolos, lenguaje, relatos, normas compartidas y prácticas
de un grupo de personas, las cuales son compartidas y dan forma a la socialización”.
Por otro lado, Chiavenato (2002) refiere “los elementos del Comportamiento
organizacional son: lo cotidiano del comportamiento observable, las normas o reglas
que influyen en los grupos, los valores dominantes difundidos por una organización, la
filosofía administrativa que guía y orienta las políticas de la organización, las reglas de
juego y el clima organizacional”. Si bien el análisis de una cultura orientada a los
resultados manifiesta elementos positivos, también hay reforzadores negativos.
Por esto en las culturas que promueven un alto rendimiento, cuando las
unidades se desempeñan mal en forma continúa, sus administradores deben ser
remplazados, reasignados los trabajadores de bajo rendimiento que hacen caso omiso
del desempeño elevado, para aminorar la presencia de personal que afecte el
desempeño de la organización.
Del mismo modo, el mensaje que los empleados reciben cuando un líder
instituye una política o un procedimiento también sirve de modelo, es decir, de
acuerdo con las exigencias determinan si ésta es o no realmente importante o
necesaria. Igualmente, las culturas organizacionales varían de acuerdo con el grado de
vinculación entre sus elementos, las prácticas y las normas de comportamiento. Por
tanto, la fuerza de cualquier cultura radica en el acuerdo entre su gente respecto a la
importancia de determinados elementos y formas de hacer las cosas.
En relación con el contraste de los conceptos asumidos por los autores para
conceptualizar esta dimensión, se observa que cada uno de ellos recurre a formas
diferentes para expresar sus ideas, pero sin embargo, Chiavenato, coinciden al opinar
que los elementos de la cultura son los componentes de la misma, no obstante, Dublín
concede importancia a la personalidad como elemento fundamental de la cultura de la
organización.