Sei sulla pagina 1di 198

XIX Festival Internacional

de Poesía de Cali

MEMORIAS • 2019
La Poesía en Cali es brisa que susurra en verso
MEMORIAS
Maurice Armitage Cadavid
Alcalde de Santiago de Cali

Luz Adriana Betancourt Lorza


Secretaria de Cultura

María Dolores Martínez


Coordinadora Red de Bibliotecas Públicas de Cali

Alejandra Arias
Coordinadora de Proyectos de lectura, escritura y
oralidad, Red de Bibliotecas Públicas de Cali

Humberto Jarrín B.
Director Festival Internacional de Poesía de Cali

Juan David Ochoa y Clara Charria


Coordinadores de Talleres

Milton Fabián Solano


Coordinador de Tertulias

Coordinación editorial: Humberto Jarrín B.


Diseño y diagramación: AgenciaUao - Estudio Creativo Social, Universidad
Autónoma de Occidente.

Impreso en: Ográficas Impresores

ISBN: 978-958-52162-2-8

Memorias del XIX Festival Internacional de Poesía de Cali, 2019 y Ganadores


del XIII Concurso de Poesía Inédita de Cali 2018.
CONTENIDO

Presentación
Prólogo
Poetas invitados

Camila Charry
Abderrahman El Fathi
Karolina Urbano
Fredy Chikangana
Silvia Eugenia Castillero
Jorge Eliécer Ordóñez
Betsimar Sepúlveda
Luis Aguilar
Carlos Fajardo Fajardo
Andrés Neuman
Felipe García Quintero
Luz María Chavarro
Antonio Zibara
Georgia Kaltsidou
Hugo Jamioy Juagibioy
Omar del Valle Astudillo
Ninoska Laya Pereira
Fernando Chelle
Daniela Villa-Ríos Bernal
Jaime Núñez Morales
Ángela Camila González
Esteban Benavides Giraldo
Natalia Arias Olave
Cristhian Arcos Ortiz
Sahateé Salazar Muñoz

Ganadores XIII Concurso de Poesía Inédita de Cali 2018


PRESENTACIÓN
La Poesía en plena Temporada

Al llegar a su mayoría de edad en esta décimo novena


versión, el Festival Internacional de Poesía de Cali se ha
consolidado como un certamen de creciente importancia,
con toda una serie de actividades que incluyeron recitales
de poetas internacionales, nacionales y locales, charlas,
coloquios y debates sobre distintos temas alrededor del
quehacer poético y la vida literaria en general, el XIV
Concurso de Poesía Inédita de Cali –que de nuevo se ha
convocado en cinco categorías–, talleres en sedes de la
Red de Bibliotecas Públicas de Cali, así como en diversas
universidades e instituciones educativas y culturales, y
toda una serie de eventos llamativos y abiertos al público
convocados por las Tertulias y Grupos poéticos de la
ciudad.
Por otra parte, y con la plena convicción de que los
mejores seis meses del año se viven en nuestra ciudad,
recientemente hemos echado a rodar la Temporada
de Festivales de Cali, con más diez eventos de talla
internacional –de la cual forma parte este festival de
poesía– que le recuerda a los caleños la importancia que
tienen sus eventos, la cantidad de asistentes que atraen, los
turistas que llegan, el comercio que mueven.

10
Queremos que un caleño que vive lejos o una persona que
no conoce la ciudad, se anime a venir. ¡Esta Temporada
está para que alquilen balcón en Cali y se dediquen a
disfrutar de la alegría y la cultura de La Sucursal del Cielo!,
reconocida como el destino cultural de Sur América este
2019 por World Travel Awards.

Luz Adriana Betancourt Lorza


Secretaria de Cultura

11
PRÓLOGO

Muchos y variados son los personajes del paisaje y de la


cultura de Cali: están sus ríos, sus montañas, sus tardes
camaleónicas sobre los Farallones, la luz de las cinco de
la tarde que hace guiños entre los párpados de los árboles
en las avenidas y en los parques. Y entre ellos, hay uno
omnipresente y cotidiano, uno que de manera traviesa los
atraviesa a todos: la brisa.
La brisa es la poesía de los elementos, la poesía es la
brisa que susurra en verso, una y otra gozan de una similar
naturaleza; son aéreos pero tocan el suelo, se entrometen
entre los asuntos humanos, entre las cosas y seres del
mundo, lo deambulan y lo agitan con sirocos y polvaredas.
A esta presencia voluble y envolvente deseamos exaltar
en la XIX versión del Festival Internacional de Poesía de
Cali, porque por estos días de septiembre a la brisa de Cali
se le añade el verso, al viento el poema, de ahí que nuestro
lema para el 2019 sea:

La Poesía en Cali es brisa


que susurra en verso

Este lema, con fuertes resonancias espirituales y sonoras


con el haiku, lo compartimos con los poetas invitados a
nuestro Festival, y ellos gustosa y generosamente han
dejado que su palabra poética también se llene de aire y
planee jubilosa con la brisa verbal que hay al interior de
estas páginas.
A usted, apreciado amigo, amante o cultor de la Poesía,
lo invitamos entonces a que participe de los versos que

12
desde distintas naciones nos han llegado luego de tomar
vuelo y que son, al tiempo, de una sola república: la de la
Palabra humana.
Y usted, Poesía colibrí que goza de un movimiento
al tiempo estático y eterno, Poesía, diminuta estrella,
luciérnaga que alumbra en medio de la oscuridad, usted,
Poesía, deidad aérea, diosa eólica, pase y tómese calles
y espacios y sírvase irrigar con sus vientos a esta ciudad
que necesita de otros aires. Revuelva cabezas, arrastre
nubes, pierda pañuelos, agite faldas, resucite hojas, bote
sombreros, y que de su pájara esencia y de su volátil
misterio disfrutemos todos.

Humberto Jarrín B.
Director
Festival Internacional de Poesía de Cali

13
POETAS INVITADOS
Camila
Charry
Noriega
Colombia
Camila Charry Noriega.

Bogotá, Colombia. Es profesional en


Estudios literarios y aspirante a maestra
en Estética e Historia del arte. Ha
publicado los libros Detrás de la bruma;
El día de hoy; Otros ojos; El sol y la carne
y Arde Babel; este último re-editado
en Guatemala y México en el 2018 y
2019 respectivamente y el libro Materia
iluminada, poesía escogida, en edición
bilingüe, español-francés en el 2019.
Es co-editora del fanzine La trenza que
aborda la poesía y el ensayo escritos por
mujeres en Colombia. También hace parte
del comité editorial de la colección de
poesía y literatura Respirando el verano.
Ha participado en diversos encuentros
de poesía y literatura en Colombia,
América, Europa y África. Algunos de
sus poemas han sido traducidos al inglés,
francés, rumano, polaco, portugués,
árabe e italiano. Es profesora de literatura
española y latinoamericana.

17
Patria

El niño recoge espigas de sol.


Vuelve sereno y cantando por el campo.
Revienta sobre su cuerpo el fusil del asesino;
lo embiste la noche.
Vuelan por el aire sus ropas como banderas
de una patria con cualquier nombre.

18
Centro de la casa

Finalmente descubrimos que corremos en pos de sombras tan


efímeras como inconsistentes y no podemos encontrar nada
que sepa satisfacer a la nostalgia…
Arthur Schopenhauer

La casa queda en la frontera.


El salitre sustituye la materia
que los ojos en otro tiempo
llamaron luz.

Sobre la piedra hundida


el salitre, por el peso de la hierba se coagula.

Hemos olvidado todo.

Quisimos echar el río atrás,


devolverle a los huesos su peso,
recobrar el aire que los suspendió un momento
y los batió ahogados entre la carne que se hacía recia.

Pero la casa en la frontera


fue devorada por la hierba
y las fieras la habitaron.
Las vimos acomodarse,
abrir sus fauces,
tajar lo que quedaba.

Nos sucedieron y olvidamos.


La médula rebanada
bien adentro,
siempre fue el centro de la casa.

19
Segovia

Los perros también se acercaron


pero el hedor los alejó,
a ellos, que han aprendido a destilar de lo amargo
el amable vapor de la belleza.
El cuerpo ladeado se entregaba al abismo
suspendido de una rama, sus pies se sacudían
bellamente,
la cabeza inclinada hacia los ojos de sus padres
parecía vieja, aguerrida
en ese cuerpo hinchado y extraordinariamente joven.

Abierto el vientre dejaba ver la sangre seca que retenía


los órganos
como una mueca generosa de la muerte.

Los padres se balanceaban abrazados


tristísimos sobre sus propios pies
bailaban al ritmo del cuerpo que pendía de la rama.

20
La belleza

De lo bello nos conmueve


su feroz manera de palpar
la herida que es el hombre.

Esa es la belleza;
a la intemperie aceptar de ojos abiertos
la vastedad de lo que llega.
Voluntad ciega que nos eleva fuera de los signos,
que nos iguala al parto de las cosas
llamadas a durar apenas el instante
en que se duelen pero cantan.

21
Meditación

Aquí fumando,
mal hábito deseado,
el letargo es contingencia.
Estirar la mano entre el humo y el cenicero,
amputar la ceniza y de la incisión
extirpar el signo.

Los malos hábitos


se aprenden a escondidas,
mirar bajo el vestido de una monja,
en el vino encontrar la salvación
y ante el gesto generoso de los hombres
confirmar la inexistencia de Dios.

Pertenece al artificio,
a la civilización,
el escándalo.

Por acá, solo el humo que fluye,


la pena del fósforo que no atina
al cuajo.
Cuánta carne sobre la tierra.
Cuántos coágulos.

22
Apariciones

Qué mueran los dioses, pero no ese temblor


de las hojas donde nacen.
Nicolás Gómez Dávila

Como signos los dioses,


su voz sin polvo en las palabras
su voluntad que se vacía y reverbera sobre la
vegetación
después de la lluvia;
su ardor en el corazón de mi perro que palpita;
en el reverso de un derrumbe
que quiebra la razón de lo dispuesto a caer.

Están los dioses en las cosas más sencillas.

En la tenacidad del sol


que incendia la tarde y muere trágico
sobre la carne y en los ojos.

En el cuerpo que se hunde entre la hierba


agitada por el viento que ondula;
en esa limpia ceremonia
que es abrirse el pecho y pasar
lenta la lengua
hasta que ese tentáculo prodigioso
de las entrañas descosa la canción.

23
Abderrahman
El Fathi

Marruecos
Abderrahaman El Fathi.

Catedrático y Jefe del Departamento de


Estudios Hispánicos en la Universidad
Abdelmalek Essaadi de Tetuán Doctor en
Filología Hispánica.
Ha publicado en poesía, entre otros,
los siguientes libros: Abordaje; África en
versos mojados; Primavera en Ramallah
y Bagdad. Volver a Tetúan. Su poesía está
incluida en La paz y la palabra. Letras
contra la guerra, (Madrid, 2003); 50
cartas a Dios, PPC Editorial, (Madrid,
2005); Vocesdelextremo, poesía y magia,
Fundación Juan Ramón Jiménez, Huelva,
2009.
Entre los premios recibidos se
destacan Premio Rafael Alberti de poesía.
Embajada de España en Rabat, 2000.
Premio Ibn Al Jatib de creación literaria.
Granada, 2010. Premio La Barraca de
cooperación internacional y creación
literaria. Diputación de Cádiz, 2011.

25
[Evocaré mañanas de caricias]

Evocaré mañanas de caricias


lamentaré furtivos besos
que nunca pude legarte,
invadiré mi vida de ti
de la ausencia temblorosa,
esa fútil emoción alargada
como rizos de agua
en la despejada lluvia,
en la inquietud de vida
huésped de la corteza
cautiva de tu mirada.

26
[Pensé que regresarías]

Pensé que regresarías


serena, para abrazarme,
calmar la frialdad
de tu ausencia como estaca,
las mañanas de asfalto
con olor a cauce en tu mirada
como nube obsesiva
que agita mi lluvia
como ausencia de silencio
en ese ritual del viento
con melenas rojizas
cuando el cielo se peina
en el espejo de tu mañana.

27
[Dibujé tu mirada]

Dibujé tu mirada
a la altura de tus besos,
en cada caricia,
en el otoño de tu ombligo,
al caer la noche
y en el cielo de tus ojos.

28
[Para qué vale amar]

Para qué vale amar


si no lo cuentas.

29
[Te busco en cada verso]

Te busco en cada verso,


en la noche quebrada,
en el suspiro imposible
de una mujer enamorada,
en la plácida soledad
de una canción de amor,
te busco y me consumo
como un hombre enamorado.

30
[Fronteras de amor]

Nunca una frontera


abarcó tanto dolor.
Qué frontera más ancha
qué noche más tensa
en tu frontera,
qué silencio más denso.
Esta noche caminaré descalzo
en tu frontera
me indignaré en silencio
en tu frontera.

31
Karolina
Urbano
Guzmán
Colombia
Karolina Urbano.

Pasto (Colombia), 1974. Profesional en


Filosofía y Letras por la Universidad
de Caldas, Magíster en Filosofía por
la Universidad Nacional de Colombia.
Realizó estudios de Maestría en
Literatura Española y Latinoamericana
en la Universidad de Buenos Aires donde
reside. Ha sido docente en diferentes
universidades de Colombia. Miembro del
Comité Editorial de la Revista de Poesía
Luna Nueva y del Grupo de Estudios Sobre
Colombia y América Latina GESCAL -
PLED. Dirige la editorial Ojo de Poeta.
Ha publicado los libros: Cómo hablar de
lo indecible con alguien imposible (2014)
de microrrelatos y ganador de beca de
Estímulos Alcaldía de Cali 2019, Los
colores de van Gogh (2014) y La pipa del
amor (2016), (2018) de poesía.

33
2

En el amor no hay final


ni principio.
El amor cabe perfectamente
en el universo de una sucia lata vacía
es cuestión de llenarla de mar,
rebosada de lluvia
se derrama en su ebriedad.

Entre más llena más vacía


no tiene nada de tenerlo todo.
Así el que ama demasiado es el más solo.

Vacía y llena todo el tiempo


como el que llora de amor o desamor
hace lo mismo
es la misma vieja lata en un rincón cualquiera
abandonada el día que fue bautizada
con fecha, con nombre, con punto,
capaz de iluminar o arrasar de golpe
-como la fe que mueve montañas-
es solo una palabra
que el hombre convierte en milagro

34
3

Recibo el poema como el pan


me alimento, me saboreo
me regocijo.
¿Qué cuerpo puede resistirse
a la tentación del hambre?
El deleite
la saciedad
es la exageración de los gestos
ante la palabra muda.
El amor es como el poema
comen del mismo cuerpo
y rondan la misma soledad
del águila que acecha al espantapájaros
como si fuera su presa.

35
16

Escucho los hombres que se aman


en el piso de arriba
imposible ignorarlos
los audífonos no aíslan
la curiosidad del voyeur
intento imaginar la escena
solo consigo retratos
de noche barata.

Los he visto en el ascensor


con los ojos brillantes
y las marcas del sudor mal lavado
en los pliegues de la camisa.

Los miro sin mirar


saben que los escucho
por eso muerden sus labios
sonríen y achinan los ojos.
Antes de salir del ascensor me dicen:
“que tengas un buen día”.

36
Los colores de Van Gogh

Tu destino depende del color de los sentidos,


el gris se unta de sombra
y recuerdo
es la agonía de los días,
una cadencia de sueños.
Tus pies descalzos viajan
por la brasa azul de las estrellas
y no te conducen al mar.

Tal vez si no hubieras tocado el ocre


el rojo–marrón, rojo–pardo de tu alma
que sembraste en las mejillas
en los labios
en los olores de prostíbulos
y pieles descarnadas,
podríamos tejer tu suerte
con las fibras del lienzo.
Pero quisiste huir por la ventana
iluminando tus ojos con el trigo.

37
El sabor de las cosas

Bajo la lluvia
los olores penetran
el sabor de las cosas
la dureza de estar
la fragilidad de vivir,
como un natural instinto
en forma de corteza.

Distinta es la savia bestial


enrarecida
que sale de lo humano,
un humor que confunde y altera
el orden natural de las cosas.
De ahí que entre las enramadas
olores silvestres
se identifiquen con los muertos,
como un natural instinto
contra el olvido.

38
Diles

Diles que necesito creer


pintar banderas y estocadas
en la ruinosa ciudad a la deriva.
Diles que la soledad
es un pájaro escondido en las entrañas del silencio
un aleteo simple y constante
que alimenta a los mortales.
Que la noche es blanca
como el eco de un rubí en labios de centeno
pálido territorio de recios durmientes
enloquecidos de deseos
que no llegan a la voz.

Si no basta
diles que aprendí a ignorar
los sueños domesticados
de un país lejano.

39
Fredy
Chikangana

Colombia
Fredy Chikangana.

Su nombre en lengua indígena es Wiñay


Mallki/ raíz que permanece en el tiempo.
Poeta y oralitor Quechua, de la Nación
Yanakuna Mitmak, del Cauca, Colombia.
Premio de Poesía Universidad Nacional
1992, Premio Poesía Nosside de Poesía
Global Multilingüe, Italia, 2008. Ha
participado en eventos nacionales e
internacionales de poesía en lenguas
indígenas y sus poemas han sido
traducidos al italiano, francés, inglés,
rumano, portugués, alemán. Ha publicado
los libros: Kentipay llattantutamanta/ el
colibrí de la noche desnuda, año 2008,
Samay Pisccok pponccopi muschcoypa/
Espíritu de pájaro en pozos del ensueño,
año 2010, Voces de Abya Yala, 2012.
Ha trabajado en el fortalecimiento de
identidad Quechua Yanakuna Mitmak y
la “oralitura” que comparte con hermanos
nativos en el Continente Americano. Su
trabajo ha aportado a la recuperación y
construcción de espacios sagrados como
es la “Yachay Wassi” que significa casa del
saber y la palabra en el sur de Colombia.

41
Yakucunamanta

Sucay jahuapi yakuk mucmikuk


Suttin-rimay huauk:
«paylla yakucuna atipay upallalla rimay
Hayk´a yupayuyay…».
Pi-maypas suttin-rimay acumanta
animasachachaymanta
«yuyaycuna ancha mica
Ima yakucuna acllay upallay…».

De los ríos

Navegando sobre un río silencioso


dijo un hermano:
«Si los ríos pudieran hablar,
cuánta historia contarían…».
Y alguien habló desde lo profundo de esa selva
misteriosa:
«La historia es tan miserable
que los ríos prefieren callar…».

42
Wayrayaripay

Wayrayaripay apamuy shimicuna huañukcunamanta


shimicuna llaquiscca illanmiri
yaycuchiycunaima k´atcuraykuna punkuchayaqque
shimicuna ima chacal sonccoy yuyayri
caru-carumanta
anchacuna pisiri nuqamantacay
cchallallacuna yaku pisicausak illay.

Sonido del viento

El sonido del viento trae la voz de los muertos


la voz triste y ausente
la que se mete por las rendijas de la puerta astillada
la voz que atraviesa mi corazón y recuerda
desde lo más lejano
lo mucho y lo poco que soy
la leve agua de la vida y la ausencia.

43
Palabra de abuelo

Palabra de abuelo: «No sigas a ese pájaro gris


que es espíritu y lleva al despeñadero»,
–es pájaro de muerte.
Palabra de abuela: «No juegues con fuego
que hace orinar en cama»,
–es frío dentro de cuerpo.
Palabra de taita: «Haz caso al abuelo»
–hay que pagar pa’ cazar.
Palabra de mamita: «Haz caso a la abuela»,
–hay que pagar para jugar con el fuego.
Palabra de pájaro gris: «Abuelo de mal agüero»,
–es hombre desconfiado.
Palabra de fuego: «Abuela de mal presagio»,
–es mujer maliciosa.
Palabra de mi corazón: «Bienvenido el misterio»,
–alienta este canto.

44
Puñado de tierra

Me entregaron un puñado de tierra para que ahí


viviera.
«Toma, lombriz de tierra», me dijeron,
«Ahí cultivarás, ahí criarás a tus hijos,
ahí masticarás tu bendito maíz».
Entonces tomé ese puñado de tierra,
lo cerqué de piedras para que el agua
no me lo desvaneciera,
lo guardé en el cuenco de mi mano, lo calenté,
lo acaricie y empecé a labrarlo…
Todos los días le cantaba a ese puñado de tierra;
entonces vino la hormiga, el grillo,
el pájaro de la noche,
la serpiente de los pajonales,
y ellos quisieron servirse de ese puñado de tierra.
Quité el cerco y a cada uno le di su parte.
Me quedé nuevamente solo
con el cuenco de mi mano vacío;
cerré entonces la mano, la hice puño y decidí pelear
por aquello que otros nos arrebataron.

45
Espíritu de pájaro

Estos son cantos a la Madre Tierra en tono mayor,


son susurros que vienen de bosques lejanos,
aquellas palabras esquivas que buscan ser gota en el
corazón humano.
Son tonos suaves, como si dijéramos:
«Vamos en silencio por los caminos húmedos
de la vida,
la hierba de la esperanza nos saluda entre la noche
y sus sombras,
nuestras huellas se abrazan a la tierra
y el granizo canta
entre las hojas del árbol.
Somos el fuego de estrellas que se desprenden
de la bóveda azul
anunciando el nuevo tiempo,
aquí estamos tejiendo el círculo
de la mariposa amarilla,
sembrando agua en los lugares desiertos,
en fin, somos espíritu de pájaro
en pozos del ensueño».

46
Aún tenemos vida en esta tierra

Mientras ellas muelen el maíz amarillo


sobre la piedra
nosotros cantamos con flautas y tambores de venado
reímos y nos embriagamos sin prisa
despedimos al sol que huye entre las montañas.
Reímos y danzamos con flautas entre las manos
nos vamos metiendo hacia el fondo de la tierra,
por ese ombligo tibio que arrastra y nos lleva
a la memoria
a ese espacio donde habitan nuestros muertos,
que nos reciben con alegría:
«¡Bebamos!», dice taita Manuel, «y que viva
el maíz».
«¡Bebamos!», dice mama Rosario, «y que viva
la tierrita que nos calienta».
Y mientras danzamos sobre los surcos,
reímos y cantamos con nuestros muertos,
con flautas ahuyentamos las penas
y con chicha endulzamos las noches.
«¡Bebamos sin pena!», gritan,
«que aún tenemos vida en esta tierra».

47
Silvia
Eugenia
Castillero
México
Silvia Eugenia Castillero.

Profesora investigadora del Departamento


de Letras del CUCSH de la UdeG. Ingresó
al Sistema Nacional de Creadores de Arte
de México en 2007. Autora de los libros
poesía Como si despacio la noche (1993);
Nudos de luz (con serigrafías de Rigoberto
Padilla, 1995); Zooliloques, (bilingüe
traduce al francés de Claude Couffon,
1997);. Eloísa, (con traducciones al francés
2012, e inglés 2014); Atrios (2018); En
esa delgada separación (2019). Acreedora
de uno de los premios del Certamen
Internacional Letras del Bicentenario Sor
Juana Inés de la Cruz 2011, en el género
de poesía, con el libro En un laúd –la
catedral (2012). Asimismo fue finalista
del III Certamen de Poesía Festival de la
Lira 2011, de obra publicada, en Cuenca,
Ecuador, con su libro Eloísa. Actualmente
es directora de la revista literaria Luvina
de la Universidad de Guadalajara.

49
El buitre

Está enjuto y comprimido, calvo de tanto encierro.


Todavía conserva su capa negra bordeada de armiño
y su mirar penetrante, pero la vejez se advierte en
su piel, plegada en sí misma sin poder ceñir el gran
volumen de antes. En su celda hay unos cuantos
troncos que simulan un banco; ahí trepa y permanece
con su espinazo cada vez más doblado. Aún percibe
las corrientes de aire, despliega sus alas y vuela como
lo hacía en tiempo de hazañas, cuando se abandonaba
a las columnas de viento cálido agitadas entre las
rocas, hasta ascender muy alto en espiral. Pronto
estrella su cuerpo desplumado contra los barrotes y el
ímpetu cesa. Los guardias acuden a causa del ruido,
él retrocede, se finge minúsculo y esconde su corvo y
filoso pico. Se ha vuelto temeroso, lento y opaco en
sus furores. Desde su captura le suspendieron la carne
para volverlo prudente, su palidez de vegetariano
le da aspecto débil, parece un cuervo melancólico
perchado de un árbol seco.

50
Tajo

Tiene que haber sido el mar con su furia.


Arrastró de tajo las formas, la lengua,
la plegaria matinal. Tiene que haber sido
esa descomunal fuente de cristal en pedazos.
Labriego insoluto, huérfano océano
desbordó la intimidad;
rabioso horadó los herrajes de la noche.
Furia venida del espesor de arenas
y rocas. Con su perfil de resaca
nos dejó sin costa, sin muelles,
en la abstracta posición del alba.

51
El alto cedro

El alto cedro se desprende en ramas heridas, ramas


desvaneciendo entre savia, ramas ardientes, madera
astillada y hueca, vacía su médula por el fuego.
Incisivo. El alto cedro posee entre sus ramas un águila,
o tal vez un nido de águila; el recuerdo del águila y
su nido, el vuelo más alto del águila. No el águila.
Posee en la claridad de su brillo, de su incendio —en
su propio corazón que arde en cientos de lascas— los
rayos del sol, el resplandor del sol, las tribulaciones
del recuerdo. El águila madura —en vuelo— alegre
en su disolución. Entre el querer y el deseo arde ella,
arde en el alto cedro, arde embelesada. En el alto
cedro, en el abismo —entre recuerdos— como vuelo
de águila. Como en un nido. Arde.

52
La mirilla

Frieda llega turbia a la habitación: llega a qué. Mirarlo


a él por la mirilla. Frieda no lo ve, lo sueña. Dice decir,
qué. Dice que la llama, que la seduce. Dice cuándo,
dice para qué. Frieda se detiene en el muro, entre la
cerradura y la invención. Pero adentro él dormita. O
distraído duerme. Dentro hay un bosquejo de hombre.
Una idea de aquél que consiguiera existencia gracias
al nombrar de Frieda. Alrededor los otros la miran,
la creen, la sienten. Todos saben del misterio. Todos
ignoran de Frieda su procedencia. Tiene como rostro
de ángel. Lleva como un rastro de miseria. Una
fealdad seca; una sonrisa forzada. La obstinación de
imponer su sueño la vuelve bella.

53
En esa delgada separación

Las mujeres vivimos pegadas a las paredes


flotando pálidas,
las faldas ahuecadas por las sombras.
Lavamos la blancura para que suelte sémola
y en el invierno se ponga gris y áspera;
de mañana los cántaros vacíos
nos acompañan a la cañada por el agua,
vamos con la blusa fruncida para cubrir los senos,
el vientre hinchado ya no tiene levadura
sólo rencores crecidos.
Hay un hombre que viene todos los días,
se agazapa detrás de las ventanas, debajo de la mesa
y en las noches de lluvia entra en mi cama,
va tejiéndome hoyos en mis medias de lana,
flores en mi delantal liso, sus dedos se alargan
cada vez hasta tocar mis talones.
El bigote le crece y llena de suspiros la casa,
pero al amanecer tiene la cabeza cortada
y dentro una vela para alumbrar el hueco
de sus ojos ausentes.

54
Un cangrejo

Desde el ventanal colgado


el paisaje se empolva,
el foco pende y columpia la luz,
única señal en el caserío,
sólo esa luz moviendo la noche.
Horizontal teje colores ocres,
casi escuchamos rumiar animales;
es la luz que atrae palomillas,
cigarras, mosquitos.
Este vaivén de tonos, este delirio
del tiempo me recuerda
el tatuaje de tu pecho, un cangrejo
corriendo entre los dos, perdido en tus poros,
sumergido en tu sudor; se mostraba sólo
en los abrazos cálidos, pasaba de tu piel a la mía
para luego ausentarse por semanas.
El día en que volvía era como sanar
una herida que sangraba con frecuencia,
hasta que se encajó mar adentro,
dejó su huella en tu piel.
Se robó tu pulso; no sé con qué ademán
agrietó tu cuerpo, la casa, el pueblo.
Todos se fueron,
sólo el foco como un péndulo captura la brisa
y arremeda la marea, dibuja con sus sombras
una telaraña de días y noches,
un ritmo con la cadencia
de tu respiración.

55
Jorge
Eliécer
Ordóñez
Colombia
Jorge Eliécer Ordóñez.

Nacido en Cali, 1951. Licenciado en


Filología Española, Uptc, Tunja. Magister
en Literatura Hispanoamericana del
Instituto Caro y Cuervo, Bogotá. Miembro
fundador de la Corporación Literaria
Si Mañana Despierto y de las revistas
literarias Rosa Blindada y Calipoema,
Cali.
Libros de poesía, entre otros, son los
siguientes: Ciudad Menguante (1991;
1996). Vuelta de Campana (1994).
Brújula Insomne (1997). Farallones
(2000). El Puente de la luna (antología
personal, 2004). Exiliados del Arca
(2009). Manuscrito de Sísifo (V Premio
de Poesía, UIS, 2013). Cuerpos sobre
campos de trigo (XV Premio Nacional
de Poesía Eduardo Cote Lamus, 2014).
La Tarde no Cae (finalista en el Premio
Nacional de Poesía, Ministerio de Cultura,
2015). Nombrar el día (2018).

57
Ciudad

En el ápice de la escalera peatonal,


la mujer con cara de ángel y piernas de elefante,
hace sonar unas pocas monedas,
no habla, es casi un árbol, herido en su corteza.

La soledad del mundo, el cuenco de su voz


en ese cuerpo enfermo que se exhibe sin pudores,
al paso esquivo de los transeúntes,
como si fuera un trofeo de la muerte en su hueso
escondido.

Llueve sobre el parque del trópico


las aves, entreveradas en los zapatos
miran compungidas el paisaje,
los periódicos impúdicos
exhiben la muerte de primera página,
un hombre es convertido en estatua de sal
bajo el semáforo.

Todo busca su instante:


el caballo mecánico que gira en los espejos,
la mano invisible del ladrón en algún cuerpo.
La ciudad tiene un ritmo inesperado,
en su color salmón bajo los puentes,
igual puede fraguarse un crimen o un abrazo.

Cuando anochece y se desatan las fieras


el miedo se atrinchera en los umbrales.

58
Antes de la cólera

Casas de bahareque carcomidas por las polillas


del verano,
algunas cometas fatigadas por el viento.

Se desvanece el día,
animal cansado en los andenes.

Un almendro palpita
en la fermentación de las calles,
hasta el silencio deja oler su caparazón abandonado,
pájaros negros chacharean en la antena parabólica
sobre el tedio que invade los jardines.

Muchachos que alumbran solo por sus dientes


se lanzan un balón de un lado al otro de la tarde.

Brillan los ojos ciegos de las armas


en la única cantina del contorno.
Se entiende que debemos irnos, antes de la cólera,
se rumora bajo el árbol de dominó
que por el río ya no bajan peces, sólo despojos

59
Tema para un tango

Volver a casa con la intermitencia


de un semáforo naranja,
el corazón en ligero vaivén de péndulo
en esa extraña incertidumbre de no saber
si ha florecido el tulipán,
si los peces duermen verticales
bajo su luna de chatarra,
si alguna ventana ha quedado abierta
en la noche de hojas y rumores,
y ante todo, mujer de los silencios,
si aún me esperas
después de mis inútiles travesías.

60
Murciélago

Esa sombra, precipitada sobre mi rostro


en el balcón que zarpa al infinito, rozó mi cara.

Un leve vértigo me produjo su espectro


pero ninguna crónica habla del choque
entre un furtivo murciélago y un poeta que sufre
de insomnio.

Así que poco a poco traté de reponerme,


las bombillas de la calle peatonal, como pequeños
platillos voladores,
siguieron alumbrando el miedo y la desesperanza,
el gato se mantuvo inquieto
jugando con la cola, aún viva, del lagarto fugitivo,
la polilla, en su astro de luz, hacia la muerte
siguió revoloteando en las acacias.

A estas alturas, el murciélago ha de mirar las cosas


bocabajo
recordando mi cara, en su lógica invertida,
como un árbol de piedra, como un monstruo.

61
Despertar de la adormidera:

Cuando niños, la felicidad consistía


en pasar los dedos por la adormidera,
lenta cerraba sus hojas ante nuestro asombro,
lo suyo era una danza, un fluir en si misma
confiada en algún ritmo ajustado de antemano.
Entre tanto el mundo seguía su paso
de lluvia, de trueno, de cometa
a otra velocidad, equilibrando el cosmos.

Ahora que han pasado los años,


con sus tormentas y su caudal de viento entreverado,
he repetido ese pequeño ritual, en el ocaso,
con algo de pudor, mientras pregunto:
¿qué mano o que música habrá de despertarnos?

62
Impresión

Esplendor de la tarde como un pájaro azul


que posado en la rama se vuelve transparente.

La nube solitaria convertida en delfín


por el último roce del sol que se hunde en el agua.

Un péndulo tenue se agita en lejanía,


un cencerro tal vez o un balido extraviado.

Pasado el viento la luz titila


en el borde abismal de la montaña.

Se aquietan los árboles


mientras bandadas de loros bullangueros
retornan veloces a su bosque.

Aquí mi corazón como una esponja


y mi mano tejiendo estas palabras
con la pasión de un navegante solitario
que empieza a remar hacia la noche.

Al fondo, la ciudad abre sus trampas.

63
Betsimar
Sepúlveda

Venezuela
Betsimar Sepúlveda.

Poeta y fotógrafa. Tiene cuatro libros


publicados. Ruta al vientre azul (Venezuela
2004); Cadáver de Lirio (Venezuela 2006)
Profesión de Fe (Colombia 2013). Parte de
su obra aparece en antologías en México,
Colombia, Venezuela, Perú y España.
Ha sido parcialmente traducida al inglés,
francés, portugués, italiano y árabe.
Imparte talleres de escritura creativa en
el centro cultural Comfandi y Promédico.
Dirige el programa Poesía en la esquina del
teatro Esquina Latina de Cali. Conduce el
programa “Entre libros, arte y cultura” de
la televisora de la Universidad del Valle.
Desarrolla trabajo con comunidades en
materia de reconstrucción de la memoria
colectiva a partir de la escritura creativa.

65
[De la nervadura abierta…]

De la nervadura abierta de la luz


cae un pájaro herido de cielo
Desciende como ruina del viento
trueno rojo en el fin de su vuelo
Lloro la belleza de su canto desperdigado por la tierra
Pero la tierra sabe que de pájaros y poetas
se amasa la hostia
en el hambre de Dios

66
[Sobre mi lomo]

Sobre mi lomo
la soledad es una serpiente que muerde su cola
Entumecida y alucinada
hiende flores y plumas en la carne del amor
Reconozco mi nombre en el eco obsceno
en la permanencia del olvido
Muero de miedo
y mi soledad
muere de mí.

67
[Tuve una vez un colibrí…]

Tuve una vez un colibrí en la palma de mi mano


bastaron unos segundos
para que los latidos de su minúsculo corazón
me revelaran el peso y color exactos
de los océanos, los siglos, los vientos y los astros
y fui su néctar y su altura.

Al despegar la estrella fugaz de mis dedos


quedaron dos chispas de pluma
brillando en la geometría de las líneas de mi mano
una tan efímera como la belleza
otra tan frágil como el amor.

Y fue así como vino un día la diminuta flecha


de jade
pequeño colibrí
a enseñarme las eternas formas de la nostalgia.

68
[Voy de la transparencia…]

Voy de la transparencia a la luz


el frío
combate con sus siete rostros de ausencia
con su palabra Nunca
y sus crines blancas de hastío.

Me tiendo boca arriba al sol


a la orilla de ese horizonte impúdico
anticipado y espléndido
que es tu cuerpo
y hay un temblor febril en la línea
que nos diluye hasta adentro.

Somos la proximidad áurea


del delirio animal
ya no sé si voy de la comisura de mi sed
al vértigo de tu muslo primitivo
o viceversa.

Hazme de tu cuerpo
bien sabes cómo hacerlo
amor mío.

69
[En lo alto de un pájaro]

En lo alto de un pájaro
se dilata el aire, traspasándose a sí mismo.
Cruje el maderamen en la boca abierta
de la eternidad
brilla la tarde en su lento giro
ascendiendo con sus huesos celestes
hasta la pupila de aquel pájaro.
Y se va recogiendo uno a uno el canto
para hacerse memoria nocturna
de la mujer que empuja el pedal
del hombre que amansa la piedra.
Hombre y mujer saben que nunca les faltará el alba
si con ellos dos bastara para hacerse esféricos
y constelados
en lo alto de un pájaro.

70
3

Mar,
partir hasta los confines azules del último oleaje
abrir mis venas a la belleza de sus criaturas
quizás salvarme en la ingravidez de su alma.

Hundirme en la insondable luz de sal


ascensión circular de oxígeno
evanescencia de huesos
calma de algas en la garganta
voz anegada de espuma

zozobrar…si más
no tiempo
sólo silencio
hundirse…

…. y siempre el mar

71
Luis
Aguilar
Martínez
México
Luis Aguilar Martínez

Poeta, ensayista, narrador, traductor y profesor


de artes y letras. Autor de más de una veintena
de libros de poesía, tales como Tartaria, Los
ojos ya deshechos, La entranhable costume o
El libro de Felipe, Decoración de interiores,
Gatos de ninguna parte, Eyes already ruined,
No quimio, Diario de Yony Paz, Los cuerpos
imprevistos, Vampires never say good bye,
Debe ser ya noviembre, entre otros, publicados
en México y fuera de él.
Buena parte de su obra está compilada en
Verso Norte (2009); Los primeros once (2010);
Versos veraniegos (2006); Poesía (2011);
Trece mantis en un jardín germano/Dreizehn
Mantis in einem deutschen Garten (2013);
Caravansary (2014).
Su obra poética ha obtenido distintos
galardones como el Premio de Poesía Joven
Manuel Rodríguez Brayda (1988); el Premio
Internacional de Poesía Nicolás Guillén (2010);
el Premio Internacional de Poesía Gilberto
Owen, (2015); el Premio Nacional de Poesía
Toluca (2015); el Premio de Poesía Tamaulipas
/ Juan B. Tijerina (2016). Ha sido traducido
al inglés, francés, portugués, alemán, catalán,
árabe y rumano.

73
[Hablan de amor con la rapidez]

Hablan de amor con la rapidez


del relámpago
y sostienen que la primera vista
es definitoria
[en esta isla la medición del tiempo
es circunstancial desde que se detuvo el tiempo]
se enamoran irreparablemente
en los pasos que separan la ducha
de la cama
y en sus sueños sostienen
que cuando dos se quieren
poco importan distancias
cartas de invitación o la salinidad del agua
[salvo para llegar al otro
si hubiera que andar sobre los mares]
insisten en hablar de amor
con persistencia de ola
pero si no se puede
toman otro baño
opulenta comida
una botella de ron y continúan la lucha
ellos lo saben bien
: el amor
es la verdad más incompleta

74
[En la oscuridad de los cines]

En la oscuridad de los cines


alquilan su cuerpo como alquilar habitaciones
y ven sin pudor a los que se besan
en las filas apartadas
mientras
recuestan el peso de su sexo
en una dentadura fugaz que
por ahora
define el tubular deseo de sus bajos
y el tacto adivina los altos contornos
de su cuerpo
en el resollar interrumpido
por el salivar profuso
el amador dice algo sólo para ocultar
el desacierto que tiembla entre sus labios
el otro contrae sus pupilas
para que no se le salga
el alma por los ojos

75
[En ellos no hay peces]

En ellos no hay peces


ni cumple función alguna
el agua y su misterio evolutivo
[su nado mejor es la paciencia-
no guardan asombros en los ojos
aunque los habitan dioses y mitologías
derrumban portentos de piedra volcánica
y son expertos en carencias
-propias y ajenas
sus sábanas no son algas azules
ni espejean sus pieles en la piazza
[aquí sólo hay parques -a veces-
y siempre una heladería-
saben que la ternura es un pretexto
para la seducción de perros apaleados
se cree sí
que estas criaturas
no besan en la boca

76
[Será que los oficios viejos]

Será que los oficios viejos


van volviéndose
costumbre
o la repetición del acto es la única
certeza
frente al habitante irrepetible de la
cama
lo cierto es que las manos
dicen las mismas
caricias
las historias van sazonadas de
sí mismas
[tener a mano siempre un guión es
importante-
ellos se han acostumbrado al encaje
blanco que la fugacidad del mar confecciona
a las mareas
al placer que dejan sobre su sed de arena
olas en fuga que alebrestan su hacer
tras el desove
acostumbrados al extraño
duermen con una paz que asusta
el extraño duerme siempre
con la mitad abierta de los ojos

77
[Edifican miradores de salitre]

Edifican miradores de salitre


sobre el océano
necesitan que el nuevo visitante
los sorprendan vigentes
en las ínsulas del cuerpo
sus caricias sin miedo
navegan la espera
como quien aborda una plaza
castran el miedo con tacto de ángel
dicen hola a algún desconocido:
qué bueno que llegaste

78
Mantel de tulipanes amarillos VIII

A Roberto Juarroz

La ambición mudo de piel antes del año


La congoja, a un abismo por esquina
Los crótalos cambiaron el labial a su sonrisa
Otra luna [ no naranja ]
regaba el desierto que fue mar en otros senos
La muerte no sólo nos detiene, Roberto:
La muerte nos acaba
La muerte no sólo nos detiene: nos acaba
La muerte no sólo nos detiene: nos acaba, Roberto

79
Carlos
Fajardo
Fajardo
Colombia
Carlos Fajardo Fajardo.

Cali, 1957. Poeta y ensayista. Magíster


y Doctor en Literatura. Cofundador de
la Corporación “Si Mañana Despierto”.
Director de la Colección Pensamiento
Estético Siglos XX y XXI y del seriado
audiovisual Vida y obra de Artista.
Ha publicado varias obras de poesía,
entre ellas: Origen de Silencios, 1981;
Serenidad Sitiada, 1990, Veraneras, 1995;
Atlas de callejerías, 1997; Tierra de Sol,
2003; Navíos de Caronte, 2009; Péndulo
de Arena. Antología, 2013; Ínsula del
viento, 2016; Bajo extraños soles, 2017,
Las espadas de Dios, 2018. Autor de más
de una docena de libros de ensayos entre
los que destacamos el libro La brevedad
de la línea de tu mano. La poesía de
Tomás Quintero, 2018.
Poemas y ensayos suyos han sido
traducidos al inglés, italiano, ruso, turco,
francés, serbio, polaco y portugués.
Ganador del Premio de Poesía Antonio
Llanos, Santiago de Cali 1991; segundo
premio en el Primer Concurso Nacional
de Poesía ICFES, 1984; Premio de poesía
Jorge Isaacs 2003, finalista en el Concurso
Internacional de Poesía Paralelo Cero
2016, Quito, Ecuador; Primera Mención
en el XX Premio Latinoamericano de
Poesía Ciro Mendía, 2016, Colombia.

81
La tierra traía aromas de helechos

Al mediodía oíamos las maderas de los árboles,


su sonido entrando a nuestra casa.
Los hermanos se unían a ese coro que cantaba
junto a nerviosos insectos.
Las telarañas se acumulaban en las alcobas
y fuertes palabras se decían sin ninguna moderación.

En diciembre las hormigas se volvían más temibles,


los reinos del agua hablaban con las piedras del río
y la tierra traía aromas de helechos.

Cantábamos casi sin edad.


Bastaban pocas palabras,
espejismos de hembras en las orillas rumorosas.

No era todo lo que en realidad deseábamos,


pero en los cuerpos de las jóvenes veíamos la luz,
algo de alegría.

Desde los matorrales espiábamos a las más bellas


mientras el río les bañaba sus pechos,
erectos como una bandera

82
De la noche colgaban las estrellas

De la noche colgaban las estrellas,


se reflejaban en la laguna donde íbamos a pescar
renacuajos.
Cada captura era un trofeo.
Comparábamos el tamaño de los renacuajos
que aterrorizados chocaban en la bolsa de plástico.
Luego los lanzábamos al estanque.
Uno a uno a lo profundo iban cayendo,
rayo a rayo morían de hastío.

El viento hoy sigue azotando puertas


pero ninguna estrella se refleja en el agua.

Ahora somos nosotros


los que con temor
rayo a rayo
vamos cayendo

83
Barrio de inviernos

Desde las colinas


nuestras casas avanzan hacia una estación de bruma.
La lluvia golpea las estancias secretas
y el viento se extiende como mantel de plomo.

Alguien cuida amapolas en el azotado jardín,


frágiles maderos quemados en la aurora.

En la profundidad de los recodos


escuchamos a los muertos,
oímos sus voces a la hora de la siesta.
Mientras las casas permanecen bajo los golpes
del agua
la noche se roba el silbo de los pájaros,
la eternidad del día.

Luego, tendidos de espaldas bajo un cielo apacible,


pensamos en nuestros vivos con su luna imantada,
efímeros, como la hierba que crece.

84
Torcaza de la infancia

A Fernando José Fajardo F.

Es agosto.
Elevamos cometas llenas de amor,
paraísos extendidos al cielo,
Torcazas de la infancia.

¡Controla la piola! grita el hermano.


¡Tírala fuerte para verla subir!
Estrella cometa
amarilla y azul
desplomada ahora en el sótano de la memoria,
violentada por las brisas traídas del mar
en las tardes de verano.

Aún sigues perseguida por los chicos de la cuadra


cuando decidiste zafarte de mi voluntad de doce años.

85
Tierra quemada

De repente despertamos con temor


al escuchar los truenos.
-no es lo que pensamos-
En las montañas suena el trino del pájaro
junto al sonido de fusiles.
Lo comentamos como guardando un secreto.
El vuelo del chamón
agita la tranquilidad del hogar.
Es la tierra quemada por el sol impasible,
los aullidos de los perros,
el ruido de cañones
y una madre nerviosa
oyendo boleros en el crepúsculo.

Miramos la montaña
donde disparos inventan la patria.

86
Silbido de la brisa

Si la tarde enciende el fuego del crepúsculo


las nubes penetran a la casa.
En el jardín se escucha el silbido de la brisa
y lagartos temerosos huyen entre sombras.

Abiertas de par en par


las ventanas dan paso a terribles avispas.
Entonces las nubes caen a la mesa,
narran historias de viajes,
se mezclan con las frutas.

Afuera las hojas murmuran.


La cuadra, en el gélido viento,
marcha con la noche.

87
Andrés
Neuman
Galán
Argentina
Andrés Neuman Galán

Nació en 1977 y pasó su infancia en


Buenos Aires. Formó parte de la primera
lista Bogotá 39 y fue seleccionado por la
revista británica Granta entre los mejores
nuevos narradores en español. Recibió el
Premio de la Crítica, el Premio Alfaguara
de novela, el Premio Hiperión de poesía
y el Firecracker Award, Resultó Finalista
del Premio Herralde, alcanzó la shortlist
del IMPAC Dublin Literary Award y
obtuvo una Mención Especial del jurado
del Independent Foreign Fiction Prize.
Es autor de novelas: Bariloche, La vida
en las ventanas, Una vez Argentina, El
viajero del siglo, Hablar solos y Fractura;
libros de cuentos: El que espera, El último
minuto, Alumbramiento y Hacerse el
muerto; poemarios: Métodos de la noche,
El jugador de billar, El tobogán, La
canción del antílope, Mística abajo, No sé
por qué, Patio de locos y Vivir de oído;
aforismos: El equilibrista y Caso de duda;
del diccionario satírico Barbarismos; y del
libro de viajes por Latinoamérica Cómo
viajar sin ver. Sus libros están traducidos
a más de veinte lenguas.

89
Palabras a una hija que no tengo

Entornaré tus ojos si prometes soñarme.


Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre:
a veces necesito saber que tienes miedo.
Cuando sepas hablar, dame mi nombre;
diciéndome papá habrás hecho bastante.
En invierno no abrigues demasiado
tu cuerpo de princesa, más útil y más noble
es irse acostumbrando a resistir.
Acepta golosinas de los desconocidos
(no está el mundo como para negarse)
pero apréndete esto en cuanto puedas:
más frecuente es lo amargo, que te ignoren,
y no los caramelos.
Te enseñaré a leer fuera del aula
y llegada la hora quiero que escribas «mar»
sobre los azulejos del pasillo.
Cuando cruces por fin la calle sola
sabrás que el riesgo y la velocidad
perseguirán tus días para siempre.
No creas que en el fondo no soy un optimista:
de lo contrario tú no estarías ahí
cuidando que te cuide como debo.
Como ves, desconfío
de quienes no veneran el asombro
de estar aquí, ahora.
Existe la alegría, pero duele;
tendrás que conseguirla.
Y cuando la consigas tendrás miedo.

90
La memoria del sauce

Aprendí con mi abuelo a plantar árboles.

«Los sauces necesitan


más agua, Andrés, que vos,
y sus raíces
al principio no son
demasiado profundas.
A veces crecen rápido
y otras veces se estancan en la tierra,
asustados del aire.»

Hoy no existe ni abuelo ni país


ni tampoco ese niño, pero queda
aquel sauce encorvado al que –me digo–
Andrés, hay que cuidar,
estas raíces frágiles,
este miedo a la altura de la vida.

91
Mujer leyendo

Admirar es el verbo
que dice en su doblez
lo que despierta en mí tu quieta pose.
Esa misma doblez está en tus pechos
porque elevas el libro y lo sostienes
juntando bien los brazos, plegando la atención.
Me tienta imaginar el personaje
al que estás abrazando, en qué adjetivos
prefieres detenerte. Me entretengo
calculando la pausa, la cadencia
con que pasas las páginas: sonrío
al comprobar que eres una lectora lenta,
con rodeos de asombro o de pregunta.
Quién pudiera de ti recibir esos ojos
con el mismo deseo, con idéntica hondura.
Eres lo que hace falta. Belleza meditando.
Carne con su temblor y su sintaxis.
Ese lugar en que la inteligencia
y la sensualidad se hacen un nudo.

92
Conversación en tres tiempos

Al niño que yo fui le diría en voz baja:


esa rabia se puede dibujar,
los muñecos que robes harán ruido,
un hemisferio tuyo va a ser huérfano.

Al joven que ya dejo le diría:


no creas que en el tiempo hay un mensaje,
correr es impuntual,
elijamos camisas de colores absurdos.

Al viejo que seré le pediría


que me recuerde así, arrugando papeles
para tantear su cara,
que por favor me cuente si va a venir despacio.

93
La otra vía

Un poema no acude
a un solo andén.

En la estación que sabe demasiado


lo que quiso decir,

descarrilan los trenes.

94
[El talante del día…]

El talante del día, tan ocioso, invita más a estar


que a ser. El viento lleva hojas, quisiera barajarlas,
a unas las aquieta, a otras las elige
para un vuelo fugaz hasta el cristal de la ventana.
El silencio desmiente el movimiento.
Quizá te dormirías, si no fuera imposible
dejar de abrir los ojos para que se te colmen.
Hay algo de oro viejo en cualquier tarde
y en toda paz, otoño: el tiempo es la belleza resistiendo,
a punto de gastarse, en fuga ya.
Un hilo iluminado transita por tu acera.
Se van de ti las hojas, oscurece.

95
Felipe
García
Quintero
Colombia
Felipe García Quintero.

Docente titular de Comunicación Social


de la Universidad del Cauca. Autor
de ocho libros de poesía, los primeros
seis compilados en La piedad (1994-
2013), publicado por Mantis Editores
en Guadalajara. Valparaíso México
publicó Algún latido en su colección
Nueva Biblioteca Hispánica y Ediciones
Santiago Inédito de Chile publicó Animal
de ayer en 2018. En Argentina editó
Mirar el aire (El Suri Porfiado, Bs As,
2016). Y Rafaelli Editore publica este año
en Roma una antología personal bilingüe,
con traducción al italiano de Emilio Coco.
Obtuvo por concurso los premios Encina
de la Cañada (España), Iberoamericano
Neruda 2000 (Chile), y Eduardo Cote
Lamus (Colombia).

97
De noche (1)

Corres, viento blanco, escapado del hueso huido.

En todo late la huella sin piel del aire.

Tu luz das al cuerpo desnudo.

Y donde abreva el costado a oscuras de los días,


tu mirada, sin pausa, surca la tierra.

La ceniza siempre será nuestra.

98
De noche (2)

Cuenta estrellas el latido, reúne pasos del eco.

La dicha indeleble despierta de la lluvia cautiva.

Cada sombra interroga el horizonte.

La esperanza entrega al viento sus espinas.

99
Arador (1)

El bosque abriga la sombra del viento,


acumula cumbres de paciencia.

Ahora, sin término, la magra cosecha da su cuerpo.

Sola, ante los ojos, la mirada es vaho de tanta certeza.


Lo visto que diera su rostro al cielo, donde abreva la
flor final del leño.

Y como aquel clavo, cuando libera el grito deja sus


huellas,
entre el camino otea la mano abierta.

Oscuro el fulgor del hierro en las estrellas.

100
Orillas (2)

Miro atrás del viento, persigo sin cesar el aire quieto.

La soledad que brota de contemplar el agua,


salva el paso del sendero y preludia silencios.

Ni el aire reposa en la mirada


cuando la piedra sostiene el todo del cielo.

Y con alas blancas el polvo teje su sombra de tiempo.

101
Mañana

Arde el viento. Late el aire.

El día empieza con el andar de la montaña


sin paisaje.

La luz toma del cuchillo sus metales.

Sobre las cosas el polvo trenza su cansado brillo.

Como el río de lo visto, en la mirada


es otro el cauce.

102
Viento

1.
¿A quién busca tu mano?
¿Cuál cuerpo, en las alturas, desentierra tu cuerpo?
Tu voz, ¿a quién nombra eterno?

2.
Alguien lejos, dijo un día, ya sin voz:
Yo lo vi venir, llegar a mis manos.
Otro, adentro en su tarde, calla y asiente.

3.
Todo ya es latido y ceniza.

4.
Al aire te nombro.
Temblor
mancha pura de la voz.

Digo ardor
oquedad, delirio.

5.
Déjame en tu viaje acompañar mis pasos
soledad del mundo que entregas
criatura del hambre.

¿Dónde tu puerta es ahora


si en ti mi carne fue comienzo?

103
Luz
María
Chavarro
Colombia
Luz María Chavarro

Nació en el Agrado-Huila. Hace 23 años


vive en Cali, ciudad de viento. Psicóloga la
UCC. Magíster en Literaturas Colombiana
y Latinoamericana, Univalle.
Varios son los reconocimientos
lietarios obtenidos, entre ellos, Primer
puesto Concurso Departamental de Poesía
José Eustasio Rivera; Primer puesto en
poesía, Concurso Escritores Autónomos,
y Concurso Santiaguino; Mención de
honor Concurso del Festival Internacional
de Poesía de Cali. Ha publicado La prisa
detenida, prologado por José Zuleta. Otras
publicaciones son: El cartero de Neruda,
una búsqueda del encuentro con el otro,
Univalle (2018); El fuego y el viento, en
Memorias del taller La Tertulia (2015); La
Poesía en la modernidad, revista Pensar
La UCEVA (2013) y La Santiago es una
Poesía 2.0 (2017); La escuela, escenario
de encuentro en época de invierno,
revista Actitud, Universidad Antonio
José Camacho (2008). Poemas suyos han
aparecido en revistas como Clave, Luna
Nueva, Plenilunio, Ágorasalom y en el
solidario blog NTC Cali.

105
Raíces

Estancia del silencio


casas de paja y barro
blanqueadas.

El polvo de la calle abraza al niño,


entre sus dedos corren juegos simples,
revela sueños cuando “pica por ti, por mí”.

Sinuosos caminos del parque


donde transitan encuentros,
excusa para el tinto de la tarde.

Atrás quedan las comadres,


canastos de domingo repletos de historias,
intimidades del pueblo, periódico en su risa.

Desde el cerro Caracol


llega la brisa vestida de guayaba,
en mi asiento de cuero templado a pulso
me recuesto…
las manos cansadas sobre el vientre,
desobedientes, los ojos cuentan faroles en el cielo,
dormilantes chicharras se unen
a los rumores del día.

El beso de la noche
abriga el corazón
de la montaña luminosa.

-A mi pueblo El Agrado (Huila)

106
[Traspasar la lluvia]

Traspasar la lluvia
abrir su seno
-caricia enardecida de la tierra-
acercar nubes a los ojos perdidos
sembrar el pasado
sentir el árbol
aletear en la semilla

Para atraer la lluvia


basta la noticia de amor
que añora la hierba

Asentar la mirada
Despojar la brisa
atender la certeza del trino
el escándalo rosa en las plumas
darse al anhelo de nuevos hilos

Apagar el sol
silbar en el techo
recoger de la lluvia
las preguntas del cielo

107
[Lanzada al mar…]

Lanzada al mar y a los pájaros


la montaña se hace noche entre los pinos
sus bordes, olas suspendidas
Detrás de las montañas
el sol crea cenefas de colores
arrulla las miradas, aves cansadas
que migran llenas de silencio
El viento llega fuerte, sus dedos
se han trenzado a la nube
pequeña olvidada en la mudanza

Parpadean los ojos de la tarde


largo sonido detiene la brisa
en la ciudad dos campanas quedaron suspendidas
el día es una gota que se recoge en silencio
he vuelto a ser sombra
atrapada en el cuadro

108
[La lluvia desata…]

La lluvia desata el tiempo


golpea las baldosas
echa a volar a las torcazas

En medio del remolino


alguien escribe torcaza
atrapa su vuelo en una hoja
y la lanza al viento
intuyendo el gorjeo que se escapa
el silencio anidado en cada palabra

Otro contempla la escena


y en sus ojos gotas de lluvia
caen súbitas, atortoladas, íntegras
torcazas liberadas de un verso

109
[Va desorientado]

Va desorientado
vagando con el viento
su mirada tiene ese rasgo de locura
que es familiar y nos cautiva

Lleva en la espalda un costal


que descarga en ciertos lugares
a horas ciertas

Busca atrapar dos


y a veces tres pares de alas

Toca la puerta, alguien abre


solo eso basta para que nazca de nuevo

110
[Amaino]

Amaino
para ver dos amantes
algo puede romperse en la espera
o el roce en la mirada
apartar el calor de los labios

Ansían tanto horizonte


que un puñado
-de mi brisa cortante-
los engaña y corren
tras su propia sombra

Alzo mis pasos de la escena


hilvano esta madeja
alguien pudiera venir a trasegar
los secretos del sendero

111
Antonio
Zibara

Colombia
Antonio Zibara.

Poeta de amplia trayectoria en el escenario


poético regional, nacido en Cali y autor
de varios volúmenes de poesía, entre los
que destacamos los libros de poemas
Identidad secreta (1980), Ciudad de los
ausentes (1986), Al sigilo de la máscara
(1989), El Árbol digital (1993), y En
el lomo del viento (1995) El sol y sus
mudanzas (2004), Peldaños de arena
(2006), Esa pausa del viento (2008). Sus
poemas han sido traducidos al francés
y publicados en Les cahiers du Lez, en
Montpellier. ). Es coautor de la Antología
Poesía del silencio. Su obra figura en
revistas literarias y antologías regionales
y nacionales.
El profesor Julián Malatesta se refiere
al poeta Antonio Zibara de la siguiente
manera: “Todo lo que nombra la poética de
Zibara es común, es familiar y no obstante
es inédito, es inusual, se nos revela por
primera vez. Es un entorno al inicio,
quizá a ese instante donde las palabras
salen a hacer su faena, vulnerables al azar
y activas en el misterioso diálogo donde
todas las cosas interrogan su memoria”.

113
La Vendedora de frutas

La vendedora de frutas
Deja caer una naranja sobre el pavimento
Y estalla un pequeño sol sin crepúsculo.
¿Qué hora es?
Tampoco es mediodía.
Son todas las horas
En su rostro ungido y borrado
Por el viento.

114
Clave.

En cada puerta
Siento tu llegada
A veces
Crujen cerraduras
Y me oprime la dicha
Parece que vivieras
En el misterio de una llave.

115
En la Selva

(Dedicado a su hermano Manolo)

Si bien es cierto que la ciudad es gris


Y despiadada,
Que su relojería acecha calles, borra rostros,
Horada geométricas ventanas;
Entonces, qué será la selva donde el contacto
Con el aire es prodigio de serpientes enroscadas
En el sueño de las ramas,
Donde la piel se vuelve áspera junto a una charca
Con espejos sentenciados en el barro,
Y cada segundo se escucha el viaje del relámpago,
El viento en el agua de la ciénaga,
El latir de esos animales con furor …
Aquel hombre desea ser la música,
La historia del jaguar,
La escritura en la corteza de los árboles.

116
Banquete

Sentados a la mesa
Alfonsina cree decidida en el suicidio
Penélope relee la carta de Ulises
Y escribe la palabra Paraíso
Poe apura un trago
Y asimila las siete vidas del gato
Bob Dylan escribe sobre la arena devastada
Vallejo cree en los árboles
En el delirio que traduce formas del hombre
Jesucristo abre los brazos
Y predica estatura
“en la hora de nuestra muerte”
Baudelaire nos recuerda
Aquel pequeño tigre
Alrededor de una cueva filial y tenebrosa.

117
Silueta

Escucha como gime esa tela


De qué abrupta manera
Traduce un puñal
Convoca tijeras
En las modas del viento
Su destino es la forma
De un vestido diseñado
A nivel del armario
En una vitrina que desdibuja
El piso y el alba.

118
Arte de amor

Si quieres sentir su alma


Ama su cuerpo
Busca la felicidad
En el conflicto,
Un Dios en el muro
Grato y cercano
En el centro piedras que escuchan
Raíces de silencio
Antiguo pregón en los techos
Inocencia en las ramas
Con fugaz equilibrio.

119
Georgia
Kaltsidou

Grecia
Georgia Kaltsidou.

Nació el 1961 en Thessaloniki, capital


histórica de la provincia de Macedonia
al norte de Grecia, patria de Aristóteles y
Alejandro Magno. La memoria de su sangre
milenaria le obliga a recorrer a menudo los
parajes del mito para acompañar a Prometeo
en Cáucaso, conversar con Diógenes dentro
de su tinaja, pelear mano a mano con las
Amazonas, e ir al encuentro de Medea.
Docente de Lengua y Cultura griegas en
el Instituto Caro y Cuervo, y alemán, en el
colegio Andino y Goethe Institut de Bogotá.
Varias antologías han incluido sus poemas.
Ha participado en numerosos Encuentros
de Poesía en Colombia y fuera de Colombia.
El año 2008 el gobierno de Grecia le otorgó
el galardón de Embajadora del Helenismo.
Actualmente está dedicada a la traducción de
textos literarios y a escribir su novela histórica.
La Editorial Caza de Libros publicó el 2012,
en castellano y griego, su primera antología
poética “Destellos Λαμπυρίσματα”, y el año
2014, “La vida sería una bella alternativa”.
En septiembre de 2018 Uniediciones del
Grupo Editorial Ibáñez publicó su tercer
libro “Y dijo la Pitia”.

121
Desde entonces

El hombre salió a abrazar


al hombre en la calle
y él lo recibió con desprecio
y golpes

Afligido llegó a la casa


y su perro corrió a recibirlo
con júbilo y saltos

Desde entonces
el hombre abraza solamente
a los perros de la calle
y saluda
a través de las rejas
de su ventana
a los hombres

122
Destino

Dondequiera que toques la tierra


le duele
Sus cielos están heridos
y la espuma de las olas
huele a podrido

Los hombres han renunciado


a cualquier tipo de saludo
y se dedican
a la matanza por salario

Temis indignada
disputa con Creonte
el destino de las leyes
mientras los cuerpos descompuestos
con la cara mirando al cielo
esperan ser atendidos

Antígona nauseabunda
por tanta indiferencia
grita desde su tumba
que quizás
teníamos que ser
solamente humanos

123
Dices

Dices que amas la luz


y te refugias en espacios oscuros

dices que amas el sol


y caminas por la sombra

dices que amas el calor


y mantienes tu corazón en frío

dices que amas la Libertad


y esperas ser atendido por esclavos

dices que amas el canto de los pájaros


y no te conmueve su aleteo enjaulado

dices que amas las flores


y las dejas marchitar en sitios sin colores

¿cómo quieres entonces que te crea


cuando dices que me amas?

124
Helena

Fabricamos
dioses a la imagen
de Frankenstein
para elevar la estética

Exiliamos a Helena
para entronar
imitaciones imperfectas

Construimos laberintos
para asegurar
contra todo mal
los pensamientos en decadencia

Y mantenemos las crisis


en temperaturas altas
de hielo y fuego

¿Cuándo volveremos
a sentir
aquellas miradas cálidas
y las palabras que nunca
aprendieron a herir?

125
Medusas

El Mundo
cantina sucia
que empantana los ideales
alimentando a traidores

Los hombres
temerosos
de la única muerte
aunque mueren
tantas veces a diario

La cotidianidad
un cuadro
de héroes cansados
para matar medusas

Un collage de humanos
adictos a la indiferencia
sin fuerzas para salir
a defender la vida

¿Cuándo llegará el día


en que un manojo
del Infinito
tendrá lugar
dentro de lo pequeño?

126
Sangre de olivo

La brisa esparce el aroma marchito


de la albahaca
y la lira de Orfeo estremece las entrañas
llenas de sangre de olivo

La memoria atrapada por las Eras


se hace Tiempo
y recuerdos pálidos se asoman
sin voz sin testigos

Sombras extraviadas en su periplo


salen de conchas deshabitadas
borradas por el olvido

Sus pulmones incrustados en las rocas


respiran aún el aroma de la tierra amada
pegada en las suelas
de sus zapatos viejos

127
Hugo
Jamioy
Juagibioy
Colombia
Hugo Jamioy.

Indígena del Pueblo Camuentša Cabëng


Camëntšá Biyá (Hombres con pensamiento
y lengua propia, Sibundoy Putumayo).
Fundador y actual Director del Centro de
Memoria y Biblioteca Indígena Ikʉ de la
Sierra Nevada de Santa Marta, en donde
reside. Oralitor en lengua indígena Camentšá.
Hijo de Mamá Pastora, maestra tejedora, y de
Taita Ramón, un hombre de medicina a través
de la planta sagrada del Yagé. Obtuvo la
Beca de Investigación en Literatura Indígena
de Colombia del Ministerio de Cultura en
el 2006. Ha publicado las obras: Mi fuego
y mi humo/ Mi tierra y mi sol (1999); No
somos gente (2001); Binÿbe Oboyejuayeng/
Danzantes del viento (2005). Sus textos
han sido traducidos al portugués, italiano,
inglés, francés, y han sido publicados en
diversas revistas literarias de nuestro país y
en el extranjero. Fue coordinador del proyecto
Oralitura de la Red Nacional de Talleres
Kiterarios RELATA; actualmente participa del
proyecto Los escritores visitan las bibliotecas
públicas, de la Biblioteca Nacional. Pronto
publicara los libros preguntas y respuestas
sabias de un niño Camëntšá (diálogo con su
hijo cuando tenía entre 3 y 4 años de edad)
y Hablando junto al fogón, ambos en versión
bilingüe Camëntšá/Español.

129
Fshantsiñ

Ndoñ quetsatajuatsëntšná
atšbe šošón
jabuachán chaotsenangmen
fshantsiñ;

nÿe
sëndëbuatëmbá
chabe Mamá chabotsebobonshanam
básetemorscán.

En la tierra

No es que esté obligando


a mi hijo
a trabajos forzados
en la tierra;

solamente
le estoy enseñando
a consentir a su madre
desde pequeño.

130
Ndoñ nÿetsquenach

Nÿe sëntseboš jauyanam


atšbe bonshan šošón
ndoñ nÿetsca luarëng
acbiñ quenatsmën
pero chë luarëng
ndayanac acbiam montsebuajón.

No todos los lugares

Solo quiero decirte


hijo de mi vida
que no todos los lugares
son tuyos
pero cada uno de ellos
guarda algo para ti.

131
Somos danzantes del viento

La poesía
es el viento que habla
al paso de las huellas antiguas;
la poesía
es un capullo de flores hecho palabra;
de su colorido brota el aroma
que atrapa a los danzantes del aire
en sus entrañas guarda
el néctar que embriaga al colibrí
cuando llega a hacer el amor;
la poesía
es la magia de las orquídeas;
sus bellos versos hechos colores
se nutren de la vida pasada de los leños viejos;
la poesía
es el fermento de la savia para cada época
los mensajeros llegan, se embriagan y se van
danzando con el viento.

132
Todo es bueno

Hijo, me decía el abuelo,


en esta vida nada es malo
todo lo que miras en lo natural te ayuda a vivir;
cuando el sur o el norte
el este o el oeste soplan
el danzante del viento abre sus manos
y sobre sus brazos posa el colibrí
dejándose llevar por el vaivén;
mas tarde, los cántaros del cielo
riegan el cuerpo del betiye
mojan el plumaje del mensajero
calman la sed del viento
y juntos hacen danza y canción;
son hermanos
retoñaron en algún lugar de la tierra
ellas te pertenecen a ti
y tú a ellas
para ti también hacen danza y canción
pero tal vez estés olvidando tu lengua.

133
Anuncios

Rompe el aire Kinde,


en el patio de mi casa
sentado espero tus anuncios;
danzando tus alas
alguien de mi casa
volará el viaje sin retorno;
suspendiendo tu cuerpo
los pasos de un caminante
brindarán su estancia;
cantando tu trompeta
llamas diminutos cristales del alto gris;
debo entrar a mi rancho
tal vez mi madre esté llorando;
por hoy ya no danzarás más;

colibrí de verano, vuelve


quiero saber más;

aletea tus pasos,


danza con otro ritmo tus alas
florecerá un retoño;

no cantes tu trompeta,
suspende tu cuerpo,
disfruta del verano ,
también mi madre
quiere sentarse conmigo
a esperar tus anuncios.

134
Nday biyañ

Mënté muentš sëntsemna or


Atše yentšangbiam sëntsoyebuambná
Cbotjá muentša utabná
Nday biyañ
Chëngbe otjenayan tmojuabem?
šontsinÿan tmojuabem
Ingles biyañ, ni mo españoliñ ndoñ
Atšbeng
atšbe pueblo entsabeman
Camëntšá biyañ
Chca
Chcá ndocnaté quemochatenoyeonan

En Qué Lengua

Hoy que me encuentro en su oficina


abogando por la vida de mi Pueblo
le pregunto señor presidente:
¿en qué lengua
están escritos sus sueños?
parece que están escritos
en inglés, ni siquiera en español;
los míos,
los de mi pueblo
están escritos en Camëntšá
así,
jamás nos entenderemos.

135
Omar
del Valle
Astudillo
Chile
Omar del Valle Astudillo.

Talcahuano, Chile, 1969. Trabajador


Social, Poeta y Gestor Cultural. Entre los
años 1987 a 1989 reside en Argentina.
Ha publicado los siguientes libros de
poesía “Ojos de Luna”, “Alto Horno”,
“Naufragios”, “Noche Adentro”, “Hacia
Allá Hacia el Origen”.
Durante su periplo vital ha producido
y coordinados múltiples eventos, como
los Encuentros Nacionales de Escritores
“Orillando el Bío Bío desde la Comuna
de Hualpén”; el colectivo “Mal de Ojo”;
el ciclo de Encuentros “de Huérfanos con
Esperanza”, que posibilitó reunir en torno
a la conversación, el debate y la crítica
cultural, a connotados intelectuales,
escritores, músicos y artistas de Chile.
Durante el año 2018 y 2019 ha participado
en encuentros y realizado presentaciones
de su último libro “Intemperie”, en
diversos países latinoamericanos.

137
Arribada aquí

Aferrada a soles,
a climas,
a vientos desatados,
a espejismos de otras Estaciones.

Al centro de este mundo con crecientes marejadas


donde aviesos tripulantes osan invertir el curso
de las aguas y quebrantan la embravecida
Ley de las Tormentas.

La embarcación de todos los perdidos


Yace aquí encallada, haciendo aguas,
a la espera
de un tiempo
Mejor.

138
Los aherrojados

Aquí se multiplican los derrumbes


las perplejidades.

Los enigmas,
Las errancias, de estos descielados
en su fosa insondable.

Estos guerreros arrojados


a los despeñaderos de la confusión.

Estos
asistentes de Sísifo
en la diaria obra del traslado
por los escondrijos
de la noche interior.

Estos
hacedores de intemperie y frío
en lo Profundo,
en lo Nocturno,
en lo Convulsionado,
de la humanidad…

Estos
Aherrojados al peso de la bruma,
sin Ariadna alguna
que los saque de aquí.

139
Ha de dolerle mucho…

Ha de dolerle mucho
El corazón a Dios…”
Ha de irritarle mucho
ese costado, esa llaga,
esa marcha implacable;
La magnitud de todo el desvarío.

Ha de impacientarle tanto el infortunio,


La tempestad airada en su nevisca,
La intensidad del llanto en los confines.

Ha de sangrar eterno en su mirada


hasta la asistencia urgente ante el deshielo.

Ha de incomodarle mucho
el cúmulo de ruinas en su espalda.

Han de punzarle mucho estas miradas,


el sobrecogimiento, el estallido,
La enorme violencia de estas horas;

Ha de oprimirle mucho el desamparo,


Las desolaciones fríamente incalculadas,
La exploración del hielo y su gravamen;

Ha de incendiarle toda
La intensidad de frío en su calor.

140
Desviviéndonos...

Perdíamos el tiempo en laboriosamente


desentrañar el origen de los nudos ciegos
y de las complejidades
de los caos.
Nos desvivíamos observando el lluvioso paso
de los días
con sus tribulaciones, escribiendo poemas
que nadie nunca,
por salud mental ni emocional debiera leer.
Como animales enjaulados nos veíamos.
Cansados del trabajo rutinario.
Resignados a recostarnos en frágiles camastros,
entrelazados junto al ser amado en unos jergones
faltos de calor.
Cuerpos económicamente productivos y
políticamente dóciles hipotecando su emancipación.
La domesticación de nuestros instintos.
La encarcelación de nuestras emociones.
Lo represivo de nuestra forma de vivir.
La naturalización del trabajo con tanto desquicio
persiguiendo la acumulación de capital.
La debilidad de nuestra fuerza.
La renuncia a nuestros planes de conquista
no de tierras, sino, del Proudoniano pan.
Nuestra resignación y nuestros traumas
Sin cabida en las prestaciones
del Programa de Salud Mental.

141
No adelantar

Para prevenir el riesgo de choques y caídas


no apresuro el paso, ni me desespero para llegar a
tiempo
al lugar acordado para el trabajo o una reunión.

Unas veces se retrasan los medios de transporte


y otras, las que son las más, me retraso yo.

Evitar la desesperación de la tardanza.


Apaciguar el stress.
Hacer esperar al mundo entero si fuese necesario
pese al griterío,
para que ejercite con premura la paciencia,
así como el silencio y la contemplación.

Mantener apacible hasta lo más que se pueda


el ritmo de la sangre en las arterias.

Desacelerar hasta alcanzar a detener


la velocidad de nuestros electrones, capaces de
producir energía atómica y electricidad,
con tal de no traspasar los límites de lo impuesto
y verse explosionado y explotado
por el sistema opresor.

Mantener en alto, hasta las altas cumbres,


la posibilidad y el derecho
de disfrutar el simple y primitivo instinto
de la respiración.

142
Luminarias de otro tiempo fuimos

Con nuestra difunta resistencia, quedando


la casa oscurecida.

Huesos fracturados fuimos.


Alma y cuerpos olvidados y caídos en esta
travesía por el tiempo.

Encadenados,
Subidos a la fuerza al sistema de consumo.
Llevados, sin mediar juicio ni explicación alguna,
a las plazas de abastos, para ser rematados
como animales cautivos,
e igualmente cautivados, por la obsesión y órdenes
emitidas por los parlantes para rápida y
ciegamente avanzar.

Obligados a cargar con el entramado inquieto


de arriesgados sentimientos.
Presos de nuestras visiones obsesivas,
dejados llevar por el impulso de correr
y explosionar;
como si los sentimientos y visiones, y el peligro
de arriesgarse por la consecución
de todo lo añorado;
fuesen culpas o ropajes
con los que tuviésemos,
eternamente todos que cargar…

143
Ninoska
Laya
Pereira
Venezuela
Ninoska Laya Pereira.

Nació en Caracas, Venezuela. Abogada,


investigadora y docente universitaria
especializada en derechos humanos,
específicamente en derechos de los pueblos
indígenas, migración y género. Desde el
año 2017 reside en Colombia, y trabaja
por el proceso de paz desde la Misión de
Naciones Unidas en Colombia. A finales
de los años noventa formó parte del Taller
de Creación Literaria de la Universidad de
Los Andes. En el año 2008 se involucra
con las actividades del Taller de Poesía
del área de cultura de la municipalidad
de La Plata, Argentina, en donde estuvo
residenciada durante algunos años. Ha
participado en festivales de literatura
en varios países de Latinoamérica y
sus poemas han sido difundidos en
diversos eventos y revistas literarias en
Venezuela, Colombia, Estados Unidos
y Argentina. Autora de los poemarios
inéditos La fragilidad del silencio y
Destino de pájaro. Con el poemario Los
aromas dulces resultó ganadora del VII
Concurso para Obras de Autores Inéditos,
mención Poesía, de Monte Ávila Editores
Latinoamericana.

145
Difícil de pronunciar

Martín me enseñó a mirar hacia arriba.


Su presencia muestra el tiempo de construir la casa,
solo y descalzo
en el altar que no necesita escobas,
sabe que es necesario aprender
el lenguaje de los paisajes abiertos,
sortear la visita de la lluvia
para no hundir los pies.

Y así, aunque el tiempo se lleve los ojos,


llegan las respuestas para los hijos y la cosecha.

Le pedí que me enseñara


a pronunciar tristeza.

Me dijo: “Difícil,
mejor nombres de estrellas”

Y dibujó sus formas


en el piso circular de mi casa.

146
Sobre la fragilidad del silencio

Pájaro /come / en mis ojos


llora / aquí adentro
Patricia Guzmán
I

Para atraer colibríes


hay que poner agüita con azúcar
y esperanza.

Las mujeres de la selva


saben que son implacables y voraces
frente a la dulzura,
como la presencia de Dios.

Esperábamos al atardecer su visita


entre risas,
nuestra manera de orar frente al espejo.
Hasta que llegaba la fragilidad
y el silencio.

Era la presencia divina


tocándonos,
a miles de latidos pequeños por minuto.

Mientras consumían tres veces


el propio peso,
tan necesitados de ternura.

La esperanza es que venza


nuestro destino de pájaro.

147
Macacos

A veces parece que la verdad


está hecha de verde y lluvia.
Transitas por la calle y esperas,
llena de humedad, el silencio que ampara
del ruido en el que nadie se encuentra.

¿Y recuerdas la tarde del canto de los monos


bravos en la cúspide de los árboles
gritándose, sin saber de nosotros
que vivimos con la certeza de esa tarde,
en la que el peligro estaba lejos?
Tranquilos desciframos qué puede haber
detrás de la furia desconocida.
Parece que vivir es tener esa verdad adentro.

148
Destino de pájaro

VI
De los miles que navegaron
el invierno del Mediterráneo
eres la más pequeña.

Pienso en tus manitas mojadas


buscando el abrazo en el puerto.

Alguien en la patera recuerda


como te llamabas
antes del naufragio.

Otra sobreviviente
con nombre de virgen.

Seguro serán miles.

Un ejército que viene a probar


que es posible vencer al desamparo.

149
Certeza de aguacero

Del aguacero de julio


surge la contemplación,
la incertidumbre del origen
de los vendedores de paraguas
invisibles antes de las primeras gotas,
cuando es inevitable el vértigo.
A la orilla de la tormenta
surgen estratégicamente del metro
para aliviar la necesidad del resguardo
a un módico precio. Prefiero a veces
contemplar mi propia soledad,
y pensar que el agua que cae
del cielo de Caracas
no es la misma que me hace buscarte.
Tal vez porque no cae sobre la misma tierra
y no esparce el olor que avisa
la subida del río: me queda la fortaleza
asentada por el hambre que habla
de ese invierno. La certeza en la casa
del calor después del aguacero

150
La fuerza

A Aquiles

Caen los árboles más viejos


y desde Cacurí, desde Tencua,
trescientos kilos de madera
vienen, por segundo, al vacío,
a poner sonido a la fuerza.

—no hay altares suficientes para este cielo,


no hay creencias que se sostengan
frente a este templo.

151
Fernando
Chelle
Pujolar
Uruguay
Fernando Chelle Pujolar.

Mercedes, Uruguay, 1976. Poeta, narrador,


crítico literario y docente universitario.
Autor, entre otros, de los libros: Poesía de
los pájaros pintados (2013); Muelles de
la palabra (2015); Las otras realidades
de la ficción (2016); SPAM (2017); Las
flores del tiempo (2018); Cadencias
que el aire dilata en la sombra (2018)
y Palabra en el tiempo (2019). Su
obra poética forma parte de diversas
antologías. Sus poemas, ensayos y críticas
literarias se han publicado en revistas,
periódicos y portales literarios de más
de treinta países. Ha recibido numerosos
premios y reconocimientos, entre los
que se podrían destacar: el libro de oro
de la literatura colombiana (2019); el
premio internacional sacra leal de poesía
(2019); VIII Premio Internacional de
Poesía Caños Dorados (2017). Vinculado
a la Universidad Francisco de Paula
Santander. Es coordinador del Laboratorio
de escritura PALABRA ESCRITA y forma
parte del programa radial, de carácter
cultural, “Diáspora” de la UFPS.

153
Continuidad de los patios

¿Será que todas las infancias son recuerdos


de un patio
basto como la noche y más largo que la vida?
En mi verde infancia,
los patios de la memoria se continúan
y llegan hasta esta página
como los robles de la cabaña del monte
hasta el terciopelo de aquel alto sillón.
Son largas extensiones de flores y conejos
con horizontes de perros y
sombras que picotean la tierra
hasta perderse en un pino inclinado donde viven
los pájaros.
Todos los patios de mi niño son un gran patio
soy testigo de enredaderas, de enanos de jardín
de naranjos que al evocarlos adquieren color
y movimiento.
¿Será que todas las infancias son recuerdos
de un patio
basto como la noche y más largo que la vida?

154
Muelles de la palabra

La evanescencia de la palabra me salva del mundanal


ruido,
las hay sentimentales, impresionistas, pintoras,
son muelles del verbo eterno
que nos roza en la garganta, en los pulmones.
El himno gigante sigue anunciando
y corre, se ramifica y como siempre
se dilata en nuevas sombras.
Las páginas brillan, ahora resplandecen
y se modifican,
pero son páginas, no humo, perfume, sonido
o viento.
La palabra, cabalga sus nuevos corceles,
compañeros del poeta
que sigue cantando, gritando, viviendo,
ahora despojado del métrico corsé y de la rima
represora,
ahora lejos del mármol y las escalinatas
camina por las calles con todo el pecho al viento.
La palabra ya no quiere ser el queso de las ratas,
quiere estar ahí, inmediata y cotidiana,
enamorada de los guantes, las calles,
la sopa y las colmenas.
Preferí beber tus ismos,
zurcirte, engarzarte y presentarte
pura, directa y palpitante,
con un verbo libre que viaje
hacia asideros que lo terminen de nacer,
donde habitan mis cómplices, mis hermanos.

155
Sobre la faz de las aguas

Como esos gritos que habitan


la desolada bastedad del mar
son mis recuerdos,
y el mar, como la rosa, es sin porqué
renace porque renace
es porque es
y esa es la cuestión
el origen
la poesía
renace porque renace.

156
Oda a la página en blanco

La página en blanco es generalmente blanca


y el blanco alude a su vacío
a la nada que contiene
a la posibilidad infinita de discursos
a la ausencia de letras, de palabras.

La página en blanco
es una invitación a la fiesta del lenguaje
quiere que la violen
pide que la transgredan
que la irrespeten
para dejar definitivamente de ser
ese vacío infinito del universo
ese material poroso sin corazón
ese desdichado fragmento de la nada.

157
Cosmos, 1984

Una luz dulce de mandarina en otoño


calienta el viejo patio de mi niñez,
la fantasía es un colchón de hojas en el suelo
murmurando con un viento de lenguas invisibles,
lo poético ya está allí
es el silencio de ese patio a plena luz
ese niño amando su soledad
absorto en el diamante
que deja al pasar un caracol,
lo mágico es ese lugar sin mar
sin pantalones blancos
sin perfumes corrompidos,
la felicidad,
es la sombra de un árbol
donde viven los pájaros
la sombra que se arrastra en silencio
con olor a mandarinas
para comunicarse
con el viento
las hojas
y las ramas de diamante.

158
Arrepentimiento

Lo confieso, he asesinado mariposas.


Solía salir junto a mi hermano
cuando el sol calcinaba la siesta
armado de una rama,
cuanto más frondosa mejor.
El día, que caía cuesta abajo
a morir en el río, se fragmentaba en mariposas
las había amarillas, naranjas en su mayoría
y otras que parecían tener un reloj entre las alas.
Venían volando por la claridad esquivando invisibles
como si supieran de la existencia del gigante
que las esperaba.
Venían zigzagueando su tiempo de serpentina
regalando su frágil belleza, sin prever
la precipitación de rama, de naturaleza violentada.
Venían con el sol de las chicharras
en su baile arrítmico y silencioso
a morir a plena luz en lúdico asesinato.
¡Qué pena da confesarlo!
he asesinado mariposas
he sido un vil soldado
que levantó sus armas
contra la belleza.

159
MESA DE
JÓVENES POETAS
Daniela Villa-Ríos
Nacida en la ciudad de Cali, Colombia.
Desde pequeña ha tenido un gusto
marcado por la literatura, los idiomas y
el dibujo clásico. Terminó sus estudios
de secundaria en el Liceo Francés Paul
Valéry y seguidamente se instaló en la
ciudad de Montpellier, Francia, donde
estudió Lenguas Extranjeras y Artes
Plásticas en la Universidad Montpellier
III. Actualmente es estudiante de
Comunicación Social y Periodismo en
la Universidad Autónoma de Occidente.
Segundo Lugar Premio Poesía en
Español en el XVIII Concurso Literario
“Escritores Autónomos”.
Olvido

Bajo la oscura sombra de la ciudad,


El joven gris abraza sus rodillas.
Cala. Tiene frío.
Cómo la esperanza rígida
Que tiempo atrás feneció en la basura.

Su respirar se marca por el andar de otros,


Pues el olvido le ha borrado los huesos.
Se alimenta de penurias y uñas rotas.
Y sus sueños los tejes dos navajas.

La ciudad se mueve, pero el joven queda.


Y a veces lo notan los niños,
Cual falaz fantasma de Navidades Pasadas
Que sólo sus tiernos ojos divisan.

Y con la boca torcida, sus padres los halan:


“No lo veas” palabras de mordaz desprecio,
“Ni lo toques. Que la pobreza aúlla y contagia”.

Y así el joven gris muere día a día,


Sus cristalinos ojos mirando al vacío.
Quieto, callado, aún con frío.
Tiritando silente. Olvidando su olvido

163
Muerte Errante

Frío hirviente en la nuca


Que se desvanece con la niebla.
Y la mortecina dama
Que ronda y espanta,
Avanza sus pasos en crisantemos.

Midas oscuro, lo que tocas lo salvas.


Retiras el recuerdo de un nombre
Perdido ya en cifras de guerra.
Cual Caronte en su río de ánimas,
Que en óbolos cobraba su diezmo,
Simulacro de un ruin firmamento
Que en sangre trazó su recuerdo.

164
Dios te Salve, Reina

En mi Valle, Céfiro sopla


Siendo aire, sol y tormenta.
Y cuál sílfide llegas entre tanta grandeza,
¡Cómo te adoro y admiro!

Dios te Salve, Reina.


A ti y a esas manos surcadas por el Tiempo.
Que la música te dance al compás del Viento,
Y la fuerza del roble te sostenga.

Dios te Salve, Reina,


Guerrera de temple duro
Y amor por sus nietas.

Que hoy, con años, sonríes y te muestras,


Y la brisa del amor te peina esas ondas del Danubio.
Que con blancas perlas adorna tu cabeza.

Dios te Salve, Abuela, mi Reina,


Que la corona por siempre es tuya.
Así como lo son estas palabras,
Y el amor eterno de mi corazón.

165
Jaime Núñez

Licenciado en Literatura de Univalle y Máster


en Historia y Ciencias de la Antigüedad de la
Universidad Complutense de Madrid. Profesor
del Colegio Jefferson. Galardonado en: Premio
concurso de poesía Universidad Javeriana de Cali
“La ciudad después de la ciudad” 2005; Segundo
premio concurso de poesía Universidad Autónoma
de Occidente “Escritores Autónomos” 2019. Hizo
parte de la antología de poesía “La Palabra Canta”
publicada por la Editorial Taller del Escribano
2003. Miembro fundador de la Red Nacional de
Estudiantes de Literatura.
A un sauce

En memoria de Hipólito Erazo

A ti, luz que aviva y sombra que cobija,


he venido a preguntarte por qué los árboles
son eternos.
Dime tú, bosque-árbol, con ese rumor de hojas
que el viento agita,
dime, si el fruto puede ser un tronco lleno de esencia,
ese alimento primero que forma todas las cosas.
Dime, si como tú, grande y terreno, deificado
y solemne,
podrá unir el pasado y el presente.

Duro jayán,
sauce firme que se yergue en la memoria,
háblame de esos siglos que recoges en tus raíces.
Háblame de cómo tus ramas altas cantan las voces
del ancestro
y las echas a volar como un pájaro ígneo
que ilumina esta noche entre las verdes hojas
que te coronan.

Háblame de los días en los que el fuego


desveló los ojos cándidos de un niño que te escuchaba.
¡Oh tú, árbol!
verde rumor antiquísimo y sereno,
déjame que me cubra con tus hojas
ese tropel de mariposas que bajan desde tus ramas
hasta el valle.

167
Voces del río

Yo, en mi íntimo fluir, me quedo pensando.


Logro ver mi cuerpo de agua, de voces y rostros
ancestrales
y de presencias siempre renovadas, en un ir y venir
de múltiples historias.
Siento este cuerpo que ha soportado el peso
del trasegar,
el peso de un pasado que revive hoy, que vislumbra
futuros.
Por todo eso sé que soy el río Pance y también
todos los ríos del mundo.
Mi nombre Pance contiene todos sus nombres.
Para decirte algo de ese misterio de ser el río que soy,
me detengo en mis corrientes
en ese movimiento perpetuo de vida y muerte
que me habita por siglos.
Soy los rostros que han mirado en mí desde siempre.
Soy ese otro que les devuelve su imagen, su historia,
su devenir.
Soy el tejido de la memoria de estos territorios
que he visto transformarse, derrumbarse, reinventarse;
fluyen conmigo las culturas y los pueblos,
la gente que gana y pierde batallas en mis orillas,
la que se adentra en mis aguas.
En ese ceremonial diario de la existencia corre
toda esa memoria
con la fuerza que destruye y renueva la vida.

168
De las formas del fuego y el amor

Ahora mi carne es una plenitud de astros,


la vía láctea que extiende infinitamente sus brazos.
Ahora mi sangre fluye, hierve y se empina.
Ahora un beso no es sólo una palabra que se abre
y se cierra,
es un choque de estrellas que ilumina la galaxia.
Ahora tengo tu certeza, esa claridad, ese rayo
que no cesa,
tu hondo rumor de agua pacífica.

Tu mirada, redoblante continuo,


fuego inagotable porque ama, llama voraz,
pájaro ígneo que busca mis brazos.
Tú, pequeño planeta encendido, fulgor que inventa
y no destroza,
redondez que atrapa el tiempo, lo retiene
en sus labios
y me lo ofrenda en un beso.

Déjame que te cante canciones,


déjame ser un puerto continuo,
ese sueño que nunca concluye.

169
Ángela Camila González
Cali, 2001. Estudiante de Filosofía de la
Universidad del Valle. Ganadora del XII
Concurso de Poesía Inédita de Cali 2017
y 2018, Fue seleccionada por la fundación
BiblioTec dentro del programa Litclub
para viajar a Nueva York y participar en
la cumbre de niñas en la ONU dentro del
programa HerStory. Invitada al evento
Viernes de Letras de la Universidad
del Valle, 2018. Participa del Proyecto
Aula Flexible del Museo la Tertulia y
Mi comunidad es Escuela. Sus textos en
verso han sido publicados en la revista
Lexikalia, Barbarie ilustrada y Mango.
El pintor de la línea del Ecuador

Antes, cuando caminaba por la senda


el pintor me cantaba la libertad
lo ilícito de un amor a ciegas.
La brizna recogía el olor a café
junto con los latidos oídos
su anhelo era el firmamento de mis labios
y el puchero de cuando era niña.
Decía ―entonces no vendrás―.
No hubo café, ni corazón.
Solo pensamientos torrenciales
en la risa de un niño
posada en el rostro de un hombre.

171
La brizna del DC-3

Otro pintor disemina el recuerdo


Que dejó en los muros de mi cuidad
Borra su nombre
Que estaba recitado para el aturdimiento
¿Por qué fue tan confiado?
¿Alguna vez creyó en lo que pintaba?
Ahora su imagen se contorsiona
Entre las llamas de la noche
Y ese fulgor me salpica de silencio.

172
Lo que pasa en la noche solo escriben los gatos
I
Los gatos ya no pasan el puente de la noche
prefieren quedarse en la otra cara de la luna.

II
Ayer la noche escapo de casa
por qué asesine a las letras
rodaron por la escalera de la duda.
Las ultime sepultándolas en el poema.
(No necesariamente
está compuesto de palabras muertas).

III
La tarde me quema
con un cigarrillo de próximas estrellas
el fulgor que lo mantiene prendido
es el sol huyendo en el horizonte.

IV
Escribo de cómo la noche se consume la tarde
con hielo, con vino y sin remordimiento.
Mientras un gato memoriza lo que escribo.
Luego ira y se lo dirá entre maullidos de
sepulcro a la muerte.
Todos esperan su próximo libro.

V
Llego la noche
Sin embargo, minutos antes pasó un gato
por el muro de ladrillos desangrados.
Perdió sus siete vidas
y su último deseo fue ser mi sombra.

173
Esteban Benavides
Desde temprana edad sus padres literatos
de la Universidad del Valle lo incentivaron
por el arte en general y por el arte poético.
Graduado como Profesional en Cine y
Comunicación Digital de la Universidad
Autónoma de Occidente. Mención especial
en el Concurso “Palabras Autónomas”
por sus poemas Red Social, Una Amistad
Duradera y Hoja. Actualmente trabaja
como Coordinador Audiovisual de una
productora caleña, además se encarga de
realizar sus propios proyectos de gestión
cultura y audiovisual.
Fruto de mi tierra

En las alturas surgen tus frutos,


arábigo o caturra,
de tu olor efímero a penetrante.

Piccolo, píquele en Quindío


cántale en Nariño
báilalo en el Valle
broca, bronca, vete de su grano.

De Buenavista a Filandia
de Caicedonia a Jamundí
de la Unión a Ipiales.

De patrones, recolectores, seleccionadores,


vendedores, a consumidores.

Libra a libra, en balanza


adiós a la tierra llega a las casas.

Tostión baja, media, alta


una a taza dulce o ácida,
en clever, italiana o francesa,
sin nada o con panela.

Vamos por uno, dame un expreso.

De la tierra a tu boca
de Colombia para el mundo,
café de vida, excusa de amores,
aroma y sabor de nuestra tierra amada.

175
Las flores del poeta

Colibrí,
de flor en flor
entre margaritas, gerberas,
girasoles y tulipanes.

Los rayos solares


glorifican el reflejo de tu cuerpo.

Zumba que zumba,


cada flor se engalana en tu visita.

Sin un verso ni un adiós,


de beso largo despojas el néctar,
vas por otra.

Cada una suspira y sueltan su aroma,


así con cada visita,
un adiós y regresas la siguiente semana.

Entre ellas murmuran:


un sagaz conquistador,
un colibrí de pico blanco y largo,
de plumaje esmeralda,
de alas tornasol
naranja, violeta y azul,
con vuelo elegante
va como poeta errante.

176
La barrera entre los dos

Entre noches y días,


entre aquellas añoranzas
nos pensamos e ignorarnos
tenernos tan cerca
a la vez tan lejos.

Te invito a quitar la barrera,


el orgullo acumulado
aquellos prejuicios
lo que nos separa.

Suficiente realismo mágico


entre el ayer, el hoy y el mañana.

Suficiente recordarte
entre los susurros del viento
los cantos de las olas
los rugidos de la tierra.

Unamos esfuerzos,
carcajadas,
los besos,
los destinos,
nuestros sueños,
Unamos nuestros cuerpos.

Hagamos lo que une,


evitemos lo que nos separa,
hagamos de esta vida más amena
que la muerte espera.

177
Natalia Arias
Poeta, música, profesional en Derecho
y Lengua Francesa, políglota, música.
Premio Festival Internacional de
Poesía de Cali (2010). Galardonada
varias veces en el Concurso Escritores
Autónomos. Ha publicado, entre otros,
en “Clave”; “Escritores Autónomos”;
“Cali es una poesía”; en su fanzine “Un
camino nómada” (2017);
“Liberoamericanas, 140 poetas
contemporáneas”, publicada en España
y Argentina y traducida al Catalán,
Gallego, Euskera y Portugués (2019);
en su recueil de poesía bilingüe “La
poésie est dans l’air”; “Montaña, selva
y playa” (2018); “Sendero Jaguar”
(2019). Traducida al árabe.
Neblina

Respiramos esencia de nube,


espíritu eterno de universo.

La neblina trae poesía de galaxia,


pero algunos le llaman “aire puro”.

Inhalan versos mis pulmones.

-Con razón las abuelas


subían a las cimas
a encontrar respuestas-

Una nebulosa me abriga el corazón,


la vía láctea se me posa en la espalda.

Un astro sin nombre


palpita en mis hombros…
y cada partícula de aire que entra a mi cuerpo
trae la grandeza del espacio
como manifiesto.

179
Heliotropo

Mensajero de viento,
tu alma está sobrevolada
por pistilos de heliotropo
y te elevas…

En tu ascenso,
regresas el canto
a los arroyos escondidos
bajo el follaje de la selva.

Tu grácil recorrido
libera una estela
de míticas semillas:
brotan árboles legendarios.

Por eso, al evocarte,


se desborda en mi memoria
una familia de bejucos
en búsqueda de tu burbuja…

Atestiguo la extensión de tu portal


y desaparece ante mí, toda posibilidad de distancia.

Qué privilegio brindas:


si quisiera abrazarte ahora,
tan sólo tendría que cerrar los ojos.

180
Viento

El viento es el suspiro que la montaña le causa al mar,


a veces trae desventura,
a veces es feroz como ahora
que el remolino envuelve
y se cierran los ojos ante el horizonte.

Por fortuna,
la oscuridad es el preámbulo de luz,
me lo recordó la mañana…

Cayó en mi cabeza
la primera gota de la tormenta
y no me preocupo,
para qué…
al menos, he sentido al cielo
un poco más cerca.

181
Cristhian Arcos
Ingeniero Ambiental de la Universidad
Nacional de Colombia Especialización
tecnológica en Gestión de la Asistencia
Técnica Agropecuaria.
Ha tomado el Taller de Escritura
Promédico con Betsimar Sepúlveda y el
Taller de Escritura de Comfandi de Julio
César Londoño.
Hasta la próxima

Este no es un adiós, es un hasta la próxima. Hasta la


próxima noche que tu aroma se cole por mi nariz y se
impregne en mi alma. Hasta la próxima tarde que el
sol se apague y tu presencia agüe mis ojos. Hasta la
próxima mañana que te contemple y un petirrojo cante
porque nos volvimos a encontrar. Hasta entonces,
no más, no menos, sino hasta entonces; guardaré tu
sonrisa en mi corazón, para alegrarme todos los días,
y tu mirada en mis sueños, para verte todas las noches.

[Ella está hecha de flores…]

Ella está hecha de flores blancas, rellena de arcoíris


y ternura. Mide veintitrés besos, dos abrazos y un te
quiero. Le gusta dibujar mariposas en el aire, sentir
la brisa en sus cabellos y pintar el mundo de alegría.
Ella suele ir por las calles saboreando el tiempo,
sembrando sueños, emanando dulzura; su morada
es el paraíso. Su boca huele a poesía y cada vez que
sonríe los árboles se abrazan y las mañanas se quedan
atrapadas entre sus sábanas. Ella no merece alas,
no merece cielo, ella es un pedacito de cielo… Un
pedacito de cielo al alcance de este mortal

183
Pequeño diccionario

Río: es una gota que estudia para ser mar


Lluvia: cuando las nubes se enamoran de la tierra,
ya no quieren solo mirarla, sino que bajan y la visitan
Agua: es un diamante derretido
Mentira: es cuando le dices a tu novia algo que no es
cierto para que no se enoje tanto
Sol: el que me calienta un poquito
Luna: es una niña que camina en la oscuridad
¿Qué es un ingeniero? Un ingeniero es un señor muy
curioso, muy curioso, que de vez en cuando también
encuentra respuestas
Bicicleta: cuando yo estaba más pequeño lloraba
mucho; entonces, mi tío Willy me regalo una bicicleta,
y ya no lloré más
Montañas: es la tierra que extiende sus brazos para
acariciar las nubes
Libro: es una casita llena de letras
Amor: yo duermo con mamá, ella me cubre del frío
y me protege del coco
Tristeza: es un domingo sin sol
Nube: es una garza que vuela muy lento
Cementerio: ahora ya no veo a mi papá, pero lo
visito, en un lugar lleno de flores
¿Para qué sirven las verduras? Dicen que las
verduras sirven para ser fuertes y vivir mucho tiempo;
yo se las di a mi perrito
Escuela: es una casa muy grande a la que debes ir
con la misma ropa todos los días.
Guerra: es lo que sucede cuando te cansas de amar
Presidente: es un señor al que le gusta la guerra
Perdonar: es lo que mi abuelita dijo que hay que

184
hacer todas las noches antes de ir a dormir
¿Quién inventó los médicos? Los médicos los
inventó un niño muy chiquito que quería salvar el
mundo
¿Qué es salvación? un abrazo de mamá
Girasol: es una luz que se cultiva
Colibrí: es el cupido de las flores
¿Para qué sirven las almohadas? Para no llorar tan
solo
Frío: es cuando la noche se mete por mi ventana
Mariposa: es una flor que seduce al viento
Arcoiris: es el sol acariciando la lluvia
Beso: es un suspiro de alma

185
Sahateé Salazar
Nació en 1996 en la Sucursal del cielo,
mejor conocida como Cali, que hace
parte del Departamento del Valle del
Cauca, famoso por sus cañaduzales
dulces, además de sus bellos y cálidos
sus paisajes. Actualmente, estudia
una Licenciatura en Literatura en
la Universidad del Valle. Terminó
un diplomado en “Enseñanza de la
Literatura Infantil”. Es amante de los
gatos, cinéfila, lectora, escritora habitual
y una enamorada del arte en general.
Crecimiento

El dolor es un viaje,
nace muy adentro,
en donde se encuentra la raíz,
la sangre,
la supuración oscura de una herida,
tiembla una estrella en el cielo,
se rompe la bóveda celeste,
y en esa soledad tan profunda somos corriente,
ardemos con el fulgor de la vida,
escalamos con fuerza hacia otras fronteras,
nos corresponde este ritual,
labrarnos un nombre,
lanzarnos al abismo,
besar la muerte.

187
Cotidianidad

“Todo el día yo pienso en poder parar,


al mediodía pienso en decir no,
luego pienso en la vida y continuar.
Y me callo con boca de arroz”
Chico Buarque

No me acostumbro todavía a caer en esta secuencia,


el laberíntico misterio de todos los días al levantarme,
¿Quién me despertará de este sueño limitado
que es la vida?
¿Será dios?
Quién dice que se sabe vivir un día a la vez,
Salgo a envejecer un día más,
me renuevo en los amores y las risas,
y siempre que la vida me siga dando la oportunidad,
salgo a morir un poco cada mañana.

188
“Lo que el viento se llevó”

Era una brisa tempestuosa,


un frío aterrador se llevó mi oxígeno,
la casa fue azotada una tarde cualquiera,
una tarde de calles desoladas,
hubo mucho ruido,
confusión,
miedo,
el viento arreciaba en las calles,
la casa estaba triste,
yo y mi madre tratábamos de ser pájaros,
de planear solas,
buscábamos encontrar un océano,
un nuevo arrecife,
pero dolía este viento que arrasó nuestra vida,
la soledad que compartíamos,
o al menos el secreto,
eso era lo más importante,
soñar con la brisa marina
y el sol en el rostro de nuevo.

189
GANADORES XIII
CONCURSO DE POESÍA INÉDITA
DE CALI 2018



CATEGORÍA PERSONAS ADULTAS

La Jaula

El lugar es como un cubro azul


Hay un patio con un árbol
Tengo el mareo de la antesala a la pelea
Hay una revisión tras otra
Buenos días, doctor
“repítame que acabo de decir”
No hay nadie afuera, ¿me escuchas?
Hay gritos en forma de aves, de viento frío. Silencio
Animales que se tragan una muerte tras otra
Es el espejismo negro que respira como una bestia
Con su vida propia
Ojos alargados y mudos
Se cierran las horas de visita
Cuando se van todos me vuelven a ver
El hormigueo esculpe un pasaje en relieve
“son las 6 pm. A las 10 deben dormirse todos”
¿Sabrá el enfermero que es una estatua más
Que es una matera, o un adoquín?
El sentido de la realidad se pierde
cuando te contratan
Cuando estas dentro de la pintura de la sala
de espera
Cuando crees que el tiempo es eso
Desde ahí veo el cuadro
Sonrío y espero un turno.

Primer Lugar: Leonardo Erazo

192
CATEGORÍA ABIERTA

Luciérnaga en su aura

La luz hace remolinos en los insomnios del teclado.


Rozan los dedos como tallos de guadua, doblados sobre un
rio seco de palabra.

La luz llama a las voces guardadas


en la memoria de las manos.
En instantes, un acordeón de signos
invade el blanco.
Una ondulación de letras
talla la madera de la página:

Las ausencias en los zaguanes de la casa,


los recuerdos rotos en sus esquinas,
las sonrisas detenidas en los retratos
y el aroma ausente del hijo lejano.

Como fantasmas de ojos desmesurados aparecen


en la sala, en la cocina, en el patio del saúco,
los pensamientos evadidos, las soledades grises
de las rosas y el dolor con botones de nostalgia.

La luz de la luciérnaga tatuada brilla en su aura.

Las imágenes llueven dentro de la boca,


en la página brota por fin, un verso.

Primer Lugar: Gloria María Medina

193
CATEGORÍA PRIVADOS DE LA LIBERTAD

La promesa oscura

No te prometo el amor que traza tu corazón


Que utiliza cuentos, como carga eterna de carruaje,
Nunca hace su parada en la estación del juicio…
Y prefiere avanzar sobre vías de esperanza

¿Quieres saber qué es el egoísmo?


Es encerrarte en el vuelo de la promesa oscura
Que desciendo vertiginosamente
Al universo funesto de la realidad…

Cuando el juego instintivo del corazón


Empieza a tocar las puertas promisorias
Se abre la morada infinita de ilusiones,
Y engaña la razón son su espejismo de paredes

Hablar con la promesa de pertrecho


Es más nocivo que callarlas con la prudencia
Es menos trágico dejar que el silencio
Haga más eco en el tiempo de tu espera

Te prometo hablar…
Mientras el viento oportunista y envidioso no sople
Evitaré que las fuerzas de sus olas invisibles
Arrastre palabras distraídas, que no regresarán…

Primer Lugar: Jamir Enrique Espitia

194
CATEGORÍA JUVENIL

Estigma

Un círculo de arena
ha encontrado su hogar
en mi pierna.
no recuerda cómo llegó allí
si fue yerra de esclavo
o pedernal disuelto en el sol.
solo sabe que acuestas de vanidad
la noche se tiene sobre él
como un murciélago
hambriento y despojado
de alas.

Mi pierna
mi antigua pierna
es la mitad oculta
de la mujer que va al mercado
y disimula olvidar
el círculo de arena,
su marca de vergüenza.

Primer Lugar: Isabella Romero Castaño

195
Este libro,
Memorias del XIX Festival Internacional
de Poesía de Cali,
se diseñó en el Estudio Creativo Social
de la Universidad Autónoma de Occidente y
se terminó de imprimir
en la ciudad de Cali
en el mes de septiembre de 2019.


Poesía c olibrí que goza de u n movimiento
al tiempo estático y eterno, Poesía, diminuta
estrella, luciérnaga que alumbra en medio
de l a oscuridad, u sted, P oesía, deidad
aérea, diosa eólica, pase y tómese calles y
espacios y sírvase irrigar con sus vientos a
esta c iudad que necesita d e otros aires.
Revuelva c abezas, arrastre nubes, pierda
pañuelos, agite faldas, resucite hojas, bote
sombreros, y que de su pájara esencia y de
su volátil misterio disfrutemos todos.

Humberto Jarrín B.
Director

Organiza:

Potrebbero piacerti anche