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Uno de los grandes descubrimientos de mi vida, fue cuando conocí la “magia de las palabras”.
Está demostrado que nuestras palabras están estrechamente relacionadas con nuestra actitud, y
esta a su vez con nuestras creencias.
La pregunta sería, ¿qué fue primero el huevo o la gallina? ¿es mi actitud la que da lugar a mis
palabras o son mis palabras las que condicionan mi actitud?
Sinceramente, creo que la influencia se da en las dos direcciones. La manera en que nos
expresamos y como nos comunicamos está afectando a nuestra actitud, de igual forma la actitud
que tenemos ante algo origina nuestra manera particular de comunicarnos.
El uso que hacemos de nuestro lenguaje es una herramienta poderosísima para crear nuestros
resultados en la vida. Aquí y ahora, no voy a hablarte del poder de la comunicación, que es algo
mucho más amplio.
Saber comunicarse correctamente implica aspectos como, hacerse entender, entender a otros,
comprender mejor lo que sucede, saber influenciar, crear conexión con tu interlocutor, fomentar
el respeto, ganarse la confianza de los demás, etc.
Lo primero que aprendí es que si quieres algo, debes pedirlo. ¿A que suena de evidente? Pues
aunque te parezca extraño, muchas veces sucede todo lo contrario.
Nos dedicamos a quejarnos y a decir lo que no queremos, y es entonces cuando nuestro cerebro
se enfoca, precisamente en eso (en lo que no queremos) y abandona cualquier opción de
centrarse en lo que realmente deseamos, perdiendo así muchos de los recursos que tenemos y
podríamos utilizar para alcanzar nuestros deseos. Así de simple.
Neurológicamente, nuestro cerebro tiene unos mecanismos de funcionamiento muy claros, por
ejemplo, no entiende los mensajes en negativo.
¿Qué quiero decirte con esto?
Si yo te digo que pienses en una galleta de chocolate, inmediatamente tu cerebro acudirá a los
archivos donde tiene guardada su representación de lo que es una galleta de chocolate y la
visualizarás.
Pero si te digo que no pienses en una puesta de sol, tu cerebro prescinde del no, y busca es su
archivo la representación que tú tienes de lo que es una puesta de sol y eso es precisamente lo
que visualizarás.
Ha omitido el no completamente. Se hizo un estudio con niños en un colegio y se vio que sustituir
los carteles que indicaban no grites, por otros que decían habla en voz baja, era mucho más
efectivo.