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PROBLEMA:
¿Por qué hasta hoy el mayor conflicto de la historia latinoamericana no es investigado en
profundidad?
HIPÓTESIS:
La Argentina tuvo más perdidas que ganancias. Fue una guerra de intereses económicos a
favor del Imperio Británico.
INTRODUCCIÓN
La Guerra de la Triple Alianza o Guerra del Paraguay llamada por los paraguayos Guerra
Grande o Guerra contra la Triple Alianza y por los brasileños Guerra do Paraguai, fue el
conflicto militar en la cual la Triple Alianza —una coalición formada por Brasil,
Uruguay y Argentina— luchó militarmente contra el Paraguay.
Existen varias teorías respecto de los detonantes de la guerra. En esencia, el revisionismo
argentino y la visión tradicional paraguaya atribuyen un papel preponderante a los
intereses del Imperio británico. La visión alternativa pone el acento en la agresiva política
del mariscal Solano López respecto de los asuntos rioplatenses.
El conflicto se desencadenó a fines de 1864, cuando el mariscal Francisco Solano López,
presidente paraguayo, decidió acudir en ayuda del gobierno ejercido por el Partido
Blanco del Uruguay, en guerra civil contra el Partido Colorado, apoyado éste militarmente
por el Brasil. López advirtió a los gobiernos de Brasil y la Argentina que consideraría
cualquier agresión al Uruguay "como atentatorio del equilibrio de los Estados del Plata",
pero tropas imperiales invadieron territorio uruguayo en octubre de 1864.
Sin haber recibido aún ayuda externa, y atacado por las tropas de Venancio Flores, los
invasores brasileños, la escuadra imperial y un importante apoyo logístico del gobierno
argentino, el gobierno uruguayo se vio obligada a rendirse.
Solano López solicitó autorización al presidente argentino Bartolomé Mitre para atravesar
territorio argentino rumbo al Uruguay con sus tropas, solicitud rechazada por Mitre.
Haber permitido que tropas beligerantes atravesaran por su territorio hubiese constituido
un abandono de la posición hasta entonces públicamente neutral de la Argentina; por otro
lado, el gobierno argentino simpatizaba con el Partido Colorado del Uruguay. En
respuesta, tropas paraguayas ocuparon la ciudad de Corrientes en abril de 1865, forzando
a la Argentina a entrar en la guerra, aliada con Brasil y el nuevo gobierno uruguayo. A
partir de ese momento ya puede hablarse de «Guerra de la Triple Alianza».
Fuera de Buenos Aires y Rosario, la entrada argentina en el conflicto fue impopular, hasta
el punto de que gran parte de las tropas enviadas lo fueron forzadamente.
La guerra terminó en 1870 con una derrota total del Paraguay, que conllevó también un
desastre demográfico: según las distintas fuentes, el país perdió entre el 50% y el 85% de
su población y quizá más del 90% de su población masculina adulta.
Paraguay perdió gran parte de su territorio — 169 174 km² — y fue obligado a pagar una
abultada indemnización de guerra: el préstamo de £ 200 000 recibido de Inglaterra debió
saldarse con sucesivas refinanciaciones, llevando la suma a £ 3 220 000.
DESARROLLO
La Guerra contra la Triple Alianza constituyó una de las conflagraciones más grandes que
haya sucedido en la América del siglo XIX, pues arrastró a cuatro países en una de las
vorágines guerreras más sangrientas hasta entonces, siendo el Paraguay el país más
castigado por los hechos de la guerra.
Los antecedentes y las causales que han detonado este conflicto bélico son varios, en
primer término podemos mencionar, las eternas disputas de las coronas española y
portuguesa por las posesiones territoriales en América del Sur, las ambiciones desmedidas
de ambas coronas por atesorar las tierras y las riquezas que encontraron en el nuevo
continente
La jurisdicción paraguaya sobre las Misiones (Argentinas y Uruguayas) era irrefutable,
pero colisionaba con la tesis del gobierno de Buenos Aires de que todas las Intendencias y
las Gobernaciones Subordinadas que integraban el extinguido Virreinato del Río de la
Plata, automáticamente formaban parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta
postura bonaerense chocaba con la decisión paraguaya.
La decisión irrenunciable del Paraguay de constituirse en una nación soberana, manteniendo
relaciones amistosas con Buenos Aires. Sólo después de un cambio en la política interna argentina
que se dio como consecuencia del triunfo del general Justo Urquiza en 1852, posibilitó el
reconocimiento de la Independencia del Paraguay.
La crisis uruguaya es considerada como la detonante del conflicto que desembocó en la gran
Guerra del 65. Y precisamente la intromisión brasileño-argentina en los asuntos internos del
Uruguay ahondó la gravedad de la crisis arrastrando al Paraguay en el conflicto, del cual terminaría
siendo la víctima de esta insensatez
La situación económica al inicio de la guerra comenzó a resentirse por la imposibilidad de exportar
o importar productos, ya que la única salida del Paraguay al exterior estaba bloqueada por la
Escuadra brasileña, herencia que encontraron los nuevos países sudamericanos luego de su
independencia.
Nos interesa fundamentalmente analizar las cuestiones diplomáticas, primeramente entre los
Reinos de España y Portugal, que a pesar de la firma de varios tratados sobre sus respectivas
jurisdicciones, nunca pudieron solucionarse definitivamente, debido a que el Reino de Portugal,
nunca renunció a un centímetro de sus posibilidades expansionistas y por otro lado, la excesiva
tibieza de la diplomacia española que a espaldas del Paraguay, la Argentina y el Imperio del Brasil,
establecieron según sus conveniencias sus futuros límites con el Paraguay, según quedó
establecido en el Art. XVI del Tratado de la Triple Alianza.
Brasil, en siglo XIX, realizó una política colonial e imperialista sobre los países de la cuenca del
plata, contando con la organización, la ideología, la experiencia y la tradición de dominio del viejo
Estado portugués. Como cualquier potencia de la época, recurrió a las operaciones diplomáticas,
militares y financieras, a fin de asegurar la consecución de sus propios objetivos económicos y
políticos que podían a groso modo, servir a la expansión mundial del capitalismo.
Desde aquel 14 de mayo de 1811 en que los criollos paraguayos tomaron el poder en la provincia
del Paraguay, se inició un proceso de segregación de Buenos Aires confirmado por los siguientes
hechos: la nota a Buenos Aires del 20 de julio de 1811 y la firma del Acta de la Independencia en
1842.
Conocida la pretensión del gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel de Rosas, de restaurar
el Virreinato del Río de la Plata mediante la reincorporación del Paraguay, la diplomacia del
Imperio del Brasil hizo una jugada política, que eliminó cualquier intento de anexión del Paraguay
como provincia: fue el reconocimiento de la independencia del Paraguay en 1844., a pesar del
pedido del gobierno paraguayo, nunca reconoció la Independencia del Paraguay.
Las nuevas naciones latinoamericanas no habían fijado de manera precisa sus límites
internacionales. Como ejemplo, no estaba aún claro si el territorio del Gran Chaco correspondía a
territorio argentino o paraguayo. La herencia hispana y su antiguo orden administrativo no habían
dejado más que dudas en los Estados que nacieron en el fragor de las luchas por la independencia.
Por otro lado, Brasil no ocultaba su intención de expansión sobre antiguos territorios paraguayos y
pretendía además, la libre navegación de la cuenca del Plata. Fue entonces que, cuando el
presidente uruguayo Bernardo Berro le solicita ayuda a su par paraguayo Francisco Solano Lopez
para responder a la sublevación de Venancio Flores, Brasil avisoró la posibilidad de cumplir sus
reclamos.
El Paraguay de la segunda mitad del siglo XIX era un país próspero, con educación pública y un
ejército bien nutrido. Exportaba tabaco y yerba mate, contaba con ferrocarril, telégrafo, fundición
de hierro y tenía una industria papelera y textil naciente. Era gobernada con mano férrea por
López desde 1862.
Corría septiembre de 1864 cuando los brasileros iniciaron su invasión sobre territorio uruguayo
en apoyo a Flores. Mitre, el presidente de la Argentina unificada desde 1862, hizo pública su
neutralidad para evitar conflictos internos, ya que el interior apoyaba al presidente constitucional
uruguayo, del partido blanco. Pero cuando López atravesó con sus tropas el territorio correntino
en 1865 para acudir en ayuda de Berro sin esperar la autorización de Mitre, la declaración de
guerra fue un hecho.
Se conformó entonces la llamada Triple Alianza, que contaba con los ejércitos argentinos,
uruguayos y brasileros. López quedó solo ante ellos tras la renuncia del presidente uruguayo.
En una guerra que se iba a caracterizar por su desmesura, Mitre fue nombrado como General en
jefe de los ejércitos aliados. En un principio los combates tuvieron como escenario el territorio
argentino, pero pronto se trasladaron al Paraguay. Decenas de miles de soldados murieron en
terrenos selváticos o con esteros, diezmados por la férrea defensa paraguaya y por enfermedades
como el cólera, la disentería y el paludismo. Sólo en la batalla de Tuyutí cayeron alrededor de
17.000 hombres del ejército aliado.
Curupaytí fue otro terrible escenario, en el que los aliados fueron tremendamente derrotados y en
el que contaron con más de 4.000 bajas. Pero los recursos humanos y materiales de los aliados
terminaron imponiéndose, masacrando al pueblo paraguayo, hasta el último de sus hombres.
Las fuerzas de la Triple Alianza entraron en Asunción en enero de 1869, e instalaron un gobierno
pro-aliado, pero recién un año más tarde, lograron vencer y matar al líder paraguayo en Cerro
Corá, el 1° de marzo de 1870.
En Argentina, muchas fueron las voces que se alzaron en contra de la guerra, como las de Juan
Bautista Alberdi, Carlos Guido y Spano y Olegario Andrade, entre otros. Gran parte del pueblo
argentino entendía que Paraguay no era un enemigo histórico de nuestro país, como si lo era el
Brasil, con el que inclusive habíamos entrado en guerra durante la fallida presidencia de Rivadavia.
Este rechazo generó numerosas sublevaciones en el Interior. Felipe Varela llamó a la rebelión en
contra del gobierno central, a tal punto que Mitre se vio obligado a sofocarlo. Arredondo y Pozo
de Vargas fueron combates en los que los caudillos fueron derrotados.
LAS LUCHAS EN TERRITORIO PARAGUAYO.
Desde 1866. Paraguay, librado a sus solos recursos, cortada toda comunicación con el
exterior, se limitó a una desesperada acción defensiva que sólo prolongaron el coraje de
sus soldados y la ceguera y el despotismo de López, confiado en su eficaz sistema de
fortificaciones.
La ofensiva aliada al suelo paraguayo (las tropas argentinas sumaban ya 25.000 hombres)
fue seguida por tremendos encuentros, generalmente desfavorables a Paraguay. Se
sucedieron así Estero Bellaco (2 de mayo de 1866), Tuyuti (24 de mayo de 1866),
Boquerón y El Sauce (16 y 18 de junio). Señalamos, como dato curioso, el empleo que las
fuerzas de la Triple Alianza hicieron, en alguna oportunidad, de globos cautivos.
Una entrevista entre Mitre y López celebrada en Yataiti-Corá, no produjo ningún resultado
favorable, ya que el mandatario argentino no quiso negociar al margen del Brasil (cosa
que Brasil hizo luego) y la guerra siguió su curso.
Al finalizar la guerra, Brasil obtuvo todos los territorios que deseaba y Paraguay quedó
transformado en un estado satélite del Brasil, hasta el punto que el ministro
plenipotenciario brasileño, José Maria da Silva Paranhos Júnior, era llamado casi
oficialmente en Brasil «virrey del Paraguay» (o Virrei do Paraguaí). La ocupación brasileña
perduró hasta 1876, tras la firma del Tratado de Cotegipe, por el cual Brasil ocupaba
nuevos territorios y obtenía «reparaciones» y diversas concesiones económicas.
Por último quisiera agregar que la Guerra de la Triple Alianza fue una de esas empresas en que
todos los socios terminan en la ruina arrastrando consigo a la competencia. Ostensiblemente,
sin embargo sólo el Paraguay terminó derrotado en ella. Y eso es cuestionable, es el episodio
más traumático de toda su historia. Los presuntos victoriosos de la contienda, Argentina y
Brasil - el Uruguay fue un socio siempre menor - hicieron descomunal sacrificio en la búsqueda
de un objetivo elusivo que se dibujaba progresivamente y que al final resultó nimio, pues de la
guerra no lograron algo inasequible por medios racionales.
CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
Paraguay: Queda arrasado tras perder el 70% de la población total y el 90% de la
población masculina. La mujer paraguaya se ve obligada a cumplir los roles del hombre, y a
abandonar sus convicciones religiosas y morales para repoblar el país. Todo esto lo hacen de
forma totalmente voluntaria. Además, a Paraguay le corresponde pagar sumas por las
pérdidas en la guerra y sanciones económicas que se le imponen. Pierde muchas industrias.
No tiene otra opción que recurrir a la banca londinense, cosa que no había hecho nunca,
endeudándose. Un país que lucia prometedor, queda totalmente devastado, se pierde una
generación completa causando tal retroceso que aún hoy en día, más de 120 años después,
se mantiene vivo en la memoria del pueblo paraguayo. Probablemente otra seria la situación
del Paraguay actual de no haber sido por esta guerra.
Argentina: La guerra le es completamente inútil a Argentina. No logra ningún tipo de
expansión territorial; gran cantidad de caídos; sus soldados supervivientes vuelven trayendo
consigo una epidemia de fiebre amarilla y cólera, y hay un aumento de la deuda exterior por
el financiamiento de la guerra. Quizá el puerto de Buenos Aires haya conseguido un
beneficio leve a causa de que Paraguay no estaba más en condiciones de competir, pero las
desventajas superan ampliamente las ventajas.
Uruguay: Similar a Argentina, agregándosele toda la incertidumbre que acarrea el
ocupamiento de Montevideo por Brasil.
Brasil: Aunque también pierde una numerosa cantidad de hombres y se endeuda con Gran
Bretaña, Brasil anexa todos los territorios que tenía en litigio con Paraguay, se queda con sus
industrias y mantiene su provincia de Matto Grosso.
Devolución de los Trofeos de Guerra tomados por el Uruguay a la República del Paraguay, realizada en mayo de
1885.
En 1885, durante la presidencia de Bernardino Caballero, la República Oriental del Uruguay, siendo
presidente el general Máximo Santos, realizó la devolución de los trofeos de guerra al Paraguay y la
condonación de su deuda de guerra. La delegación fue presidida por el Ministro de Guerra,
general Máximo Tajes, y acompañada por la Banda de Músicos y una Sección del Batallón 5° de
Cazadores. Por este gesto, la plaza San Francisco de la ciudad de Asunción cambió su nombre por
el de Plaza Uruguaya.[cita requerida]
El 16 de agosto de 1954, el presidente argentino teniente general Juan Domingo Perón, entregó en
Asunción al presidente paraguayo generalAlfredo Stroessner los trofeos de guerra que las fuerzas
argentinas habían conquistado a las paraguayas. Los trofeos devueltos fueron trasladados en los
rastreadores de la Armada Argentina
La guerra que enfrentó a la Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay,
entre 1865 y 1870, respondió más a los intereses británicos y de acabar con
un modelo autónomo de desarrollo como el paraguayo, que podía devenir en
un "mal ejemplo" para el resto de América latina, que a los objetivos de
unificación nacional y defensa del territorio proclamados por sus
promotores.
Conclusión
Aquí, finaliza esta obra con la esperanza de que haya servido para echar un poco de luz sobre
las oscuras circunstancias que en numerosos pasajes presenta este tramo de la historia
nacional.
Sin lugar a dudas, esta guerra retrasó un siglo no solo al Paraguay, sino a todos los países
beligerantes, sin tener en cuenta el enorme agujero económico que causó, debiendo acudirse
en tal sentido a los empréstitos ingleses, quienes salieron beneficiados en la operación.
Con respecto a este punto, es imposible y sería tonto afirmar que esta haya sido la causal
principal de la guerra, aunque probablemente haya tenido su peso en las decisiones
adoptadas por los aliados.
Entonces, ¿cuál fue la causa verdadera de la alianza contra el Paraguay? Pues bien, la
respuesta a esta interrogante sigue en la nebulosa a ya casi 140 años de finalizada la
contienda. Sin embargo, a la luz de los documentos históricos es posible dar conjeturas
acerca del objetivo de los aliados. Primero: la economía paraguaya era posiblemente la más
fuerte de la región, nuestro país no contaba con deuda al inicio de la contienda (ni externa ni
interna). La producción nacional cubría perfectamente las necesidades del mercado interno y
el excedente era destinado a la exportación, lo cual hacia que los productos extranjeros,
principalmente los procedentes del Imperio Británico, no logren ingresar masivamente a
nuestro circuito económico tal y cual ocurría en los países vecinos. Segundo: el algodón
paraguayo estaba siendo reconocido por su excelente calidad en el mercado europeo,
amenazando quitar mercado al de origen inglés. Tercero: con la llegada al poder del entonces
General Francisco Solano López, a la muerte del padre de éste, la política de no intromisión
en los conflictos regionales fue cambiada por considerarse que el equilibrio de poderes en el
Plata era de vital importancia para la seguridad de la República del Paraguay. Cuarto: existían
problemas limítrofes tanto con la Argentina como con el Brasil, que no fueron solucionados
definitivamente por Don Carlos Antonio López y estos temas fueron heredados por su sucesor.
Quinto: si bien el Paraguay tuvo excelentes gobernantes como el Doctor Francia, Don Carlos
Antonio López y su hijo Francisco Solano, todos ellos cometieron el error de no preocuparse
de algo fundamental para el futuro político de un país; se trata, de la creación de una clase
gobernante.
En estos cinco puntos arriba citados, se encuentra probablemente la chispa que encendió la
mecha que acabó con el enfrentamiento de países hermanos.
Ahora bien, cabe preguntar, ¿por qué fracasó el Paraguay? Como en la anterior pregunta
pueden enumerarse varios causales posibles, pero en esta oportunidad trataré de realizar un
descarte de las mismas. Primero: la supremacía numérica del enemigo quien además,
contaba con armamentos mucho más modernos que el escuálido ejército paraguayo. Sin lugar
a dudas, esta sería la primera opción de muchos, pero a la luz de los hechos es probable y
hasta me atrevería a afirmar que esto es falso, pues en numerosas ocasiones las tropas
paraguayas han rechazados enemigos que en número eran ampliamente superiores, dándose
relaciones de 1 a 10 en algunos casos. Segundo: El Mariscal López, fue apresurado a la hora
de iniciar la ofensiva, sin antes tener mejor formado su ejército. A mi criterio personal, también
puede rechazarse esta afirmación, pues si bien López actuó sin contar con jefes militares lo
suficientemente preparados, ante la superioridad numérica del enemigo existe un principio de
guerra conocido por cualquier militar que consiste en que para paliar esta desventaja debe
tomarse al adversario por sorpresa. Tercero: la incompetencia de los jefes paraguayos. Este
punto, merece mayor atención, pues muchos comandantes paraguayos carecían del valor
requerido para la misión que se les era encomendada, pero al cien por ciento es imposible
afirmar que por esta razón se perdió la guerra, pues se contaba también con hombres de la
talla del General Caballero o del General Díaz.
Ahí están, las tres posibles causas por las que se perdió la guerra y ninguna ha llenado mis
expectativas. Por tanto, enumero la cuarta afirmación, sostenida por numerosos analistas
militares e históricos: el desastre de Tuyutí. En la mencionada batalla existió una planeación
espectacular por parte del Comando Paraguayo, y también fue asignada a Jefes de
reconocida trayectoria como el caso del General Resquín. ¿Cuál fue el error? Muy sencillo,
falta de coordinación y atraso en la ejecución de la misión, ocasionando de esta manera la
pérdida del elemento sorpresa permitiéndose la reacción del enemigos que arrasó con las
tropas nacionales.
Con respecto al porqué el Comando Aliado no terminó la guerra en las numerosas
oportunidades que se le presentó, ya se han enunciado numerosos cuestionamientos y
quedará a cargo del lector establece su propia conclusión de acuerdo a su apreciación de los
hechos.
Ahora bien, la importancia del estudio de la historia radica en conocer el pasado, establecer
comparaciones con el presente y de esta manera, proyectar el futuro. A eso me abocaré en
estas últimas líneas.
Nadie puede negar, que el Paraguay sigue hasta hoy día sometido a las decisiones que
pudiera tomar su gran vecino Brasil o mismo la Argentina. Inclusive, existe un interés
exacerbado en nuestro país, y no solo de parte de nuestros vecinos sino de parte de
numerosas potencias extranjeras.
¿Por qué ocurre esto? Me atrevo a dar respuesta a esta pregunta. En primer lugar el
Paraguay cuenta con la mayor reserva de agua dulce a nivel mundial. Y como segundo punto
se destaca su envidiable ubicación geopolítica (en el centro exacto de Sudamérica), casi
equidistante de todos los puntos del continente. De esto, ya se habían percatado los
españoles en la época colonial, quienes establecieron como capital de la conquista Asunción.
De allí, surge el interés hasta desmesurado de ciertas potencias en nuestro país.
Pero bien, retornando a nuestro tema histórico, termino afirmando que la guerra no fue culpa
de López, quien pudo ahorrarse muchos problemas y hasta pudo salvarse la vida de haberse
rendido a las fuerzas aliadas. Además, un presidente con tanta aceptación tantas veces
demostrada por el pueblo paraguayo no puede ser un tirano tal y cual han tratado de pintarlo
los países invasores.
¡Viva el soldado paraguayo, que defendió su patria hasta VENCER O MORIR!
anexo