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La investidura libidinal – y por tanto la importancia patógena – de las vivencias infantiles ha sido reforzada en
gran medida por la regresión de la libido.
Los síntomas son, ora la figuración de vivencias q realmente se tuvieron y a las q puede atribuirse una influencia
sobre la fijación de la libido, ora la figuración de fantasías del enfermo. Estas fantasías poseen realidad psíquica, por
oposición a una realidad material, y en el mundo de la neurosis la realidad psíquica es la decisiva. Estas fantasías
encuentran su fuente en las pulsiones, y el hecho de que en todos los casos tengan idéntico contenido, lleva a que se
consideren un patrimonio filogenético (“fantasías primordiales”). Los objetos y orientaciones de la líbido no se
resignan por completo, sino que son retenidos en las representaciones de las fantasías.
¿Cómo encuentra la libido el camino hacia los lugares de fijación? Todos los objetos y orientaciones de la libido
resignados no lo han sido todavía por completo. Ellos o sus retoños son retenidos aún con cierta identidad en las
representaciones de la fantasía. La libido no tiene más q volver a las fantasías para hallar desde ellas el camino a cada
fijación reprimida.
La pulsión nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un
representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una
medida de la exigencia de trabajo q es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal.
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Términos de la pulsión:
Esfuerzo (Drang) factor motor, la suma de la fuerza o medida de exigencia de trabajo que ella representa. Es
una propiedad universal de las pulsiones, toda pulsión es un fragmento de actividad.
Meta (Ziel) es en todos los casos la satisfacción (siempre parcial), q solo puede alcanzarse cancelando el
estado de estimulación en la fuente de la pulsión. Si bien la meta permanece invariable, los caminos q lleven a ella
pueden ser diversos. (Pulsiones de meta inhibida: avanzan un trecho en el sentido de la satisfacción pulsional, luego
experimentan una inhibición o una desviación)
Objeto (Objekt) aquello en q o por lo cual la pulsión puede alcanzar su meta. Es lo más variable en la pulsión,
no está enlazado originariamente con la pulsión, sino que se lo coordina solo a consecuencia de su aptitud para
posibilitar la satisfacción. No necesariamente es un objeto ajeno, puede ser parte del cuerpo propio. Este objeto tiene
valor de condición para la pulsión, lleva a que la pulsión se sostenga el movimiento circular. Le hace falta el objeto para
satisfacerse, aunque no se satisface en él. Puede ocurrir q el mismo objeto sirva simultáneamente a la satisfacción de
varias pulsiones. Un lazo particularmente íntimo de la pulsión con el objeto se acusa como fijación de aquella.
Fuente (Quelle) proceso somático interior a un órgano o parte del cuerpo, cuyo estímulo es representado en
la vida anímica por la pulsión.
División de pulsiones yoicas o de autoconservación y las pulsiones sexuales. Esta división surge
del psa, q tomó como su primer objeto las psiconeurosis (neurosis de transferencia) y en ellas obtuvo la intelección de q
en la raíz de todas esas afecciones se hallaba un conflicto entre los reclamos de la sexualidad y los del yo.
Las pulsiones sexuales son numerosas, brotan de múltiples fuentes orgánicas, al comienzo actúan con
independencia unas de otras y sólo después se reúnen en una síntesis más o menos acabada. La meta a q aspira cada
una de ellas es el logro de placer de órgano, solo tras haber alcanzado una síntesis cumplida entran al servicio de la
función de reproducción, en cuyo carácter se las conoce comúnmente como pulsiones sexuales. En su primera aparición
se apuntalan en las pulsiones de conservación, de las q sólo poco a poco se desasen.
La observación nos enseña a reconocer, como destinos de pulsión los siguientes: El trastorno hacia lo
contrario, la vuelta hacia la persona propia, la represión y la sublimación.
El trastorno hacia lo contrario: Vuelta de una pulsión de la actividad a la pasividad, y el trastorno en cuanto al
contenido. Ejemplos, sadismo-masoquismo y el placer de ver-exhibición. El trastorno sólo atañe a metas de la pulsión.
La vuelta hacia la persona propia, el masoquismo es sin duda un sadismo vuelto hacia el yo propio. Lo
esencial en este proceso es el cambio de vía del objeto, manteniéndose inalterada la meta.
La vida anímica está en general gobernada por tres polaridades, las oposiciones entre: Sujeto (yo) – Objeto
(mundo exterior), Placer – Displacer, Activo – Pasivo. Coincidencia de dos polaridades: Yo-sujeto (coincide) con
placer y mundo exterior (coincide) con displacer. Podemos destacar q los destinos de pulsión consisten, en lo esencial,
en q las mociones pulsionales son sometidas a las influencias de las tres grandes polaridades q gobiernan la vida
anímica. De estas tres polaridades, la q media entre actividad y pasividad puede definirse como la biológica, la q media
entre yo y mundo exterior como la real y, por último, la de placer-displacer como la económica.
SEMINARIOS
El creador literario y el fantaseo (1908)
El niño juega, crea su propio mundo, inserta las cosas en un nuevo orden q la agrada, emplea en él grandes
montos de afecto. Lo contrario del juego no es la seriedad, sino la realidad efectiva, q el niño distingue bien de su mundo
de juego, y tiende a apuntalar sus objetos y situaciones imaginados en cosas palpables y visibles del mundo real. Sólo
ese apuntalamiento distingue aún su “jugar” del “fantasear”. El poeta hace lo mismo q el niño q juega, crea un mundo de
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fantasía al q toma muy en serio, lo dota de grandes montos de afecto, al tiempo q lo separa tajantemente de la realidad
efectiva.
El adulto cuando deja de jugar, sólo resigna el apuntalamiento en objetos regales, en vez de jugar ahora
fantasea. Mientras q el niño no oculta a los adultos su juego, el adulto se avergüenza de sus fantasías y se esconde de
los otros.
Es lícito decir q el dichoso no fantasea, sólo lo hace el insatisfecho. Deseos insatisfechos son las fuerzas
pulsionales de las fantasías, y cada fantasía singular es un cumplimiento de deseo, una rectificación de la
insatisfactoria realidad. Los deseos pulsiones se dejan agrupar siguiendo dos orientaciones son deseos ambiciosos q
sirven a la exaltación de la personalidad, o son deseos eróticos (no queremos destacar la oposición entre ambas
orientaciones, sino más bien su frecuente reunión)
3 tiempos de la fantasía: El trabajo anímico se anuda a una impresión actual, a una ocasión del presente q fue
capaz de despertar los grandes deseos de la persona y desde ahí se remonta al recuerdo de una vivencia anterior,
infantil las más de las veces, en las q aquel deseo se cumplía, y entonces crea una situación referida al futuro en q van
impresas las huellas de su origen en la ocasión y en el recuerdo. Vale decir, pasado, presente y futuro son como las
cuentas de un collar engarzado por el deseo.
El hecho de q las fantasías proliferen y se vuelvan hiperpotentes crea las condiciones para la caída en una
neurosis o una psicosis; además, son los estadios previos más inmediatos de los síntomas patológicos.
Comparación del poeta con el “soñante a pleno día” y de su creación con el sueño diurno, narraciones q
siguen el arquetipo del sueño diurno interno. Héroe situado en el centro del interés, y para quien el poeta procura ganar
nuestra simpatía, se discierne a su Majestad el Yo, héroe de todos los sueños diurnos así como de todas las novelas.
El poeta atempera el carácter del sueño diurno egoísta mediante variaciones y encubrimientos, y nos soborna
por medio de una ganancia de placer puramente formal, estética. A esa ganancia de placer q se nos ofrece para
posibilitar con ella el desprendimiento de un placer mayor, proveniente de fuentes psíquicas situadas a mayor
profundidad la llamamos prima de incentivación o placer previo. A nivel de las fantasías como del crear poético
muchas situaciones penosas pueden convertirse en fuente de placer.
Premisa universal del pene: Descuido de las diferencias entre los sexos, consiste en atribuir un pene a todos
los seres humanos, aun a las mujeres. El pene ya es en la infancia la zona erógena rectora, y es lógico q la alta estima
q goza se refleja en la incapacidad para representarse sin ese esencial ingrediente a una persona parecida al yo. Si el
varoncito llegara a ver los genitales de una hermanita, sus manifestaciones evidencian q sus prejuicio basta para
doblegar la percepción, no comprueba la falta de miembro sino q asume q “ella tiene, pero es chiquito, ya le va a crecer”.
El niño gobernado en lo principal por la excitación del pene ha solido procurarse placer, y sus padres lo han
pillado y aterrorizado con la amenaza de q le sería cortado. El efecto de esta “amenaza de castración” es, en su típico
nexo con la estima q se tiene por esta parte del cuerpo, superlativa y extraordinariamente profundo y duradero. En la
niña puede observarse q comparte la afirmación de su hermano, desarrolla gran interés por esa parte del cuerpo en el
varón, interés q pronto pasa a estar comandado por la envidia.
Cuando el niño parece estar en camino para postular la existencia de la vagina y atribuir al pene del padre la
penetración en la madre como acto por el cual se engendra al hijo en el vientre materno, la investigación se interrumpe,
pues la obstaculiza la teoría de q la madre posee pene como un varón y la existencia de la cavidad q acoge al pene
permanece ignorada para el niño.
Teoría de la cloaca: Si el hijo crece en el vientre de la madre y es sacado de ahí, eso ocurrirá por la única vía
posible, la abertura del intestino. Es preciso q el hijo sea evacuado como un excremento, una deposición.
Si años más tarde este problema es asunto de meditación solitaria o entre dos niños, se llegará a la idea de q el
hijo nace por el ombligo, teoría q se enuncia de manera expresa y luego se la recuerda de manera cc. Los niños han
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olvidado q en años anteriores creyeron en otra teoría del nacimiento q ahora tropieza con el obstáculo de la represión. En
aquella época la deposición de las heces era algo de lo q se podía hablar sin asco y no era ninguna degradación haber
venido al mundo de ese modo.
Concepción sádica del coito: Cuando son testigos del comercio sexual entre sus padres, acerca del cual tienen
una percepción incompleta. Ven en él algo q la parte más fuerte hace con la más débil y la comparan con una riña.
Referentes clínicos:
Pies (zapatos) abochornados: Paciente se ofende pq un joven le echó una mirada despectiva a sus zapatos. Ella creía
que el joven era hijo del médico, y lo subroga a su hermano. Sobreviene en ella el recuerdo de que a los cinco años solía
acompañar a su hermano al baño, dónde lo miraba orinar. Presa de la envidia, un día intentó imitarlo, y se mojó los
zapatos, lo que provocó la burla de su hermano. Esta experiencia comandó su posterior conducta: cuando algo no le
salía bien de primer momento, nunca lo hacía de nuevo
Pequeño Hans: Niño de 4 años, no ha recibido sofocación de sus padres durante su desarrollo. Muesta interés por la
parte de su cuerpo a la que denomina “hace-pipi”. Pregunta a su madre si ella tiene uno, a lo q ésta responde
afirmativamente. Al ver ordeñar una vaca, exclama “de su hace-pipi sale leche”. Categoriza “un perro tiene hace pipi, un
sillón no”. Ante la vista de su hermanita pequeña “su hace-pipi es pequeño, cuando crezca se agrandará”. No ha sido
amedrentado ni tiene cc de culpa, por lo que da a conocer sin recelo sus procesos de pensamiento.
Relación narcisismo/autoerotismo: no está presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable
al yo, sino que éste tiene que ser desarrollado. Las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales, por lo tanto algo
tiene q agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para q el narcisismo se constituya.
1ro autoerotismo estado primordial, siempre permanece un resto autoerótico que no se cede a los objetos.
2do narcisismo se forma el yo gracias a una nueva acción psíquica.
3ro elección del objeto
Separación entre líbido yoica y líbido del objeto prolongación de un primer supuesto que dividió pulsiones
sexuales y pulsiones yoicas, reflejan la función doble del individuo. Individuo tiene una existencia doble, es fin para si
mismo y la vez eslabón en una cadena.
Capítulo II:
Caminos de accesos al estudio de la distribución libidinal. Influencia de la enfermedad orgánica sobre la
distribución de la libido, el enfermo retira sobre su yo sus investiduras libidinales, libido e interés yoico tienen el
mismo destino, el notorio egoísmo del enfermo los recubre a ambos. A semejanza de la enfermedad, el estado del
dormir también implica un retiro narcisista de las posiciones libidinales sobre la propia persona, sobre el exclusivo deseo
de dormir. Por su parte, el hipocondríaco retira interés y libido de los objetos del mundo exterior y los concentra sobre el
órgano q la atarea.
Otra vía de acceso al estudio del narcisismo es la vida amorosa del ser humano dentro de su variada
diferenciación en el hombre y en la mujer. Las primeras satisfacciones sexuales autoeróticas son vivenciadas a
remolque de funciones vitales q sirven a la autoconservación. Las pulsiones sexuales se apuntalan al principio
en la satisfacción de la pulsiones yoicas, y sólo más tarde se independizan de ellas; este apuntalamiento sigue
mostrándose en el hecho de q las personas encargadas de la nutrición, el cuidado y la protección del niño devienen los
primeros objetos sexuales: son, sobretodo, la madre o su sustituto. Junto a este tipo y a esta fuente de la elección de
objeto q puede llamarse el tipo de apuntalamiento (tipo anaclítico), la investigación analítica nos ha puesto en
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conocimiento de un segundo tipo: Ciertas personas, señaladamente aquellas cuyo desarrollo libidinal experimentó
una perturbación no eligen su posterior objeto de amor según el modelo de la madre, sino según su persona
propia, se buscan a sí mismos como objetos de amor, exhiben el tipo de elección de objeto narcisista.
Se ama
Según el tipo narcisista: a lo q uno mismo es (a sí mismo), a lo que uno mismo fue, a lo que uno mismo quiere
ser y a la persona q fue una parte del sí mismo propio.
Según el tipo de apuntalamiento: A la mujer nutricia y al hombre protector
Si consideramos la actitud de padres tiernos hacia sus hijos, habremos de discernirla como renacimiento
y reproducción del narcisismo propio, a mucho abandonado. Prevalece una compulsión de atribuir al niño toda clase
de perfecciones y a encubrir y olvidar sus defectos. Pero también prevalece la proclividad a suspender frente al niño
todas esas conquistas culturales cuya aceptación hubo de arrancarse al propio narcisismo, y a renovar a propósito de él
la exigencia de prerrogativas a q se renuncio a hace mucho tiempo. El niño debe tener mejor suerte q sus padres, no
debe estar sometido a esas necesidades objetivas cuyo imperio en la vida hubo de reconocerse. Debe ser de nuevo el
centro y núcleo de la creación “His majesty the baby” como una vez nos creímos.
Capítulo III:
¿Qué se ha hecho de la libido yoica en el adulto? ¿Debemos supone q su monto íntegro se insumió en
investiduras de objeto? Tenemos sabido q mociones pulsionales libidinosas sucumben al destino de la represión
patógena cuando entran en conflicto con las representaciones culturales y éticas del individuo. La represión parte del yo,
precisamente, del respeto del yo por sí mismo, las mismas impresiones y vivencias, los mismos impulsos y mociones de
deseo q un hombre tolera, son desaprobados por otro o ahogados antes de devenir cc. Uno ha erigido en el interior de
si un Ideal por el cual mide su yo actual, mientras q en el otro falta esa formación ideal. La formación de Ideal
sería, de parte del yo, la condición de la represión.
Y sobre ese yo ideal recae ahora el amor de sí mismo de que en la infancia gozó el yo real. El narcisismo
aparece desplazado a este nuevo yo ideal que, como el infantil, se encuentra en posesión de todas las perfecciones
valiosas. Lo que él proyecta frente a sí como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en la
que él fue su propio ideal.
La formación de un ideal del yo se confunde a menudo con la sublimación de la pulsión, q alguien haya trocado
su narcisismo por la veneración de un elevado ideal del yo no implica q haga alcanzado la sublimación de sus pulsiones
libidinosas. La formación del ideal aumenta las exigencias del yo y es el más fuerte favorecedor de la represión.
La sublimación constituye aquella vía de escape q permite cumplir esa exigencia sin dar lugar a la represión.
Instancia psíquica cuyo cometido fuese velar por el aseguramiento de la satisfacción narcisista proveniente del
ideal del yo, y con ese propósito observase de manera contínua al yo actual midiéndolo con el Ideal: conciencia moral.
La incitación para formar el ideal del yo, cuya tutela se confía a la conciencia moral, partió en efecto de la
influencia crítica de los padres y después de la crítica de la sociedad.
El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo primario y engendra una
intensa aspiración a recobrarlo. Este distanciamiento acontece por medio del desplazamiento de la libido a un ideal del
yo impuesto desde fuera, la satisfacción se obtiene mediante el cumplimiento de este ideal. Simultáneamente, el yo ha
emitido las investiduras libidinosas de objeto. El yo se empobrece en favor de estas investiduras así como del Ideal
del yo, y vuelve a enriquecerse por las satisfacciones de objeto y por cumplimiento del ideal.
Una parte del sentimiento de sí es primaria, residuo del narcisismo infantil, otra parte brota de la omnipotencia
corroborada por la experiencia (el cumplimiento del ideal del yo) y una tercera, de la satisfacción de la libido de objeto
El yo y el ello (p. 33): Génesis del ideal del yo: identificación primera, y de mayor valencia del individuo, la
identificación con el padre de la prehistoria personal. Es una identificación directa e inmediata no mediada y más
temprana q cualquier investidura de objeto.
El niño en época tempranísima desarrolla una investidura de objeto hacia la madre y muestra el ejemplo
arquetípico de una elección de objeto según el tipo de apuntalamiento anaclítico; del padre, el varoncito se
apodera por identificación. Ambos vínculos marchan un tiempo uno junto al otro, hasta q por el refuerzo de los deseos
sexuales hacia la madre, y por la percepción de q el padre es un obstáculo para estos deseos, nace el complejo de
Edipo. La identificación con el padre cobra ahora una tonalidad hostil. La identificación es ambivalente, puede
darse vuelta hacia la expresión de ternura o hacia el deseo de eliminación. Se comporta como un retoño de la primera
fase oral, en la que el objeto anhelado se incorpora por devoración y asi se aniquila como tal.
Ps de las masas y análisis del yo, capítulo VII- La identificación: El psa conoce la identificación como la
más temprana exteorización de una ligazón afectiva con otra persona. Desempeña un valor en la prehistoria del
complejo de Edipo. El varoncito manifiesta un particular interés hacia su padre, querría crecer y ser como él, lo toma
como su ideal. Contemporáneamente, emprende una investidura de objeto de la madre según el tipo de apuntalamiento
anaclítico. Muestra entonces dos lazos psicológicamente diversos: uno con la madre, una directa investidura
sexual de objeto; con el padre, una identificación q lo toma por modelo.
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La identificación es la forma primera, y la más originaria, del lazo afectivo; bajo las constelaciones de la
formación de síntoma, vale decir, de la represión y el predominio de los mecanismos del Icc, sucede a menudo q la
elección de objeto vuelva a la identificación, o sea, q el yo tome sobre si las propiedades del objeto. Identificación
elección de objeto.
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PULSIONES PARCIALES. Tenemos q admitir q también la vida sexual infantil, a pesar del imperio q ejercen las
zonas erógenas, muestran componentes q desde el comienzo envuelven a otras personas en calidad de objetos
sexuales. De esa índole son las pulsiones del placer de ver y de exhibir, y de la de crueldad.
Con independencia aun mayor respecto de las otras prácticas sexuales ligadas a las zonas erógenas, se
desarrollan en el niño los componentes crueles de la pulsión sexual. La crueldad es cosa enteramente natural en el
carácter infantil, la inhibición en virtud de la cual la pulsión de apoderamiento se detiene ante el dolor del otro, la
capacidad de compadecerse, se desarrollan relativamente tarde. Gobierna una fase de la vida sexual, q
describiremos como organización pregenital.
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realiza por apuntalamiento en los modelos de la temprana infancia y en segundo, el narcisista, q busca al yo propio y lo
rencuentra en otros)
OBJETO SEXUAL DEL PERÍODO DE LACTANCIA. El trato del niño con la persona q lo cuida es una fuente
continua de excitación y de satisfacción sexuales a partir de las zonas erógenas y tanto más pq esa persona
dirige sobre el niño sentimientos q brotan de su vida sexual, lo acaricia, lo besa, lo mece, y claramente lo toma como
sustituto de un objeto sexual de pleno derecho. Pero ya sabemos q la pulsión sexual no es despertada solo por
excitación de la zona genital, lo q llamamos ternura infaliblemente ejercerá su efecto un día también sobre las
zonas genitales.
ANGUSTIA INFANTIL. La angustia de los niños no es originariamente nada más q la expresión de su añoranza de
la persona amada; por eso responden a todo extraño con angustia. En esto el niño se porta como el adulto, tan pronto
como no puede satisfacer su libido la muda en angustia.
LA BARRERA DEL INCESTO. En virtud del diferimiento de la maduración sexual, se ha ganado tiempo para erigir,
junto a otras inhibiciones sexuales, la barrera del incesto, y para implantar en él los preceptos morales q excluyen
expresamente de la elección de objeto a las personas amadas de la niñez. El respeto de esta barrera es sobretodo una
exigencia cultural de la sociedad.
Pero la elección de objeto se consuma primero en la representación y es difícil q la vida sexual del joven q
madura pueda desplegarse en otro espacio de juego q el de las fantasías, o sea en representaciones no destinadas a
ejecutarse. A raíz de estas fantasías vuelven a emerger en todos los hombres las inclinaciones infantiles, solo q ahora
con un refuerzo somático. Y entre estas, en primer lugar y con la frecuencia de una ley, la moción sexual del niño hacia
sus progenitores, casi siempre ya diferenciada por la atracción del sexo opuesto: la del varón hacia su madre y la de la
niña al padre. El amor sexual a los padres, no sexual en apariencia, y el amor sexual se alimentan de las mismas
fuentes, vale decir, el primero corresponde solamente a una fijación infantil de la libido.
Dora:
Ataques de tos nerviosa y afonía total. Los tratamientos médicos no habían funcionado. ¿Son los síntomas
de la histeria de origen psíquico o somático? Hasta donde yo alcanzo a verlo, todo síntoma histérico requiere de la
contribución de las dos partes. No puede producirse sin cierta solicitación somática brindada por un proceso normal
o patológico en el interior de un órgano del cuerpo, o relativo a ese órgano. Pero no se produce más que una sola vez –y
está en el carácter del síntoma histérico la capacidad de repetirse- si no posee un significado psíquico, un sentido. El
síntoma histérico no trae consigo ese sentido, sino que le es prestado, es soltado con él, por así decir, y en cada
caso puede ser diverso de acuerdo con la naturaleza de los pensamientos sofocados que pugnan por expresarse.
Dora tenía en vista un fin que esperaba alcanzar mediante su enfermedad: hacer que el padre se alejara de la
sra K, con la que suponía mantenía una relación. Quizás esperaba alcanzarlo causando espantando al padre o
despertando su compasión. Yo estaba plenamente convencido de que habría sanado enseguida si el padre le hubiera
declarado que sacrificaba a la señora K. en bien de su salud.
Como las acusaciones contra el padre se repetían con monotonía, y al hacerlas ella tosía continuamente, tuve
que pensar que ese síntoma podía tener un significado referido al padre. Por lo menos uno de los significados de un
síntoma corresponde a la figuración de una fantasía sexual.
Muy pronto se presentó la oportunidad de atribuir a la tos nerviosa una interpretación de esa clase, por una
situación sexual fantaseada. Cuando insistió otra vez en que la señora K. sólo amaba al papá porque era “un hombre
de recursos” yo noté que tras esa frase se ocultaba su contraria; el padre era “un hombre sin recursos”, osea, que el
padre no tenía recursos como hombre, que era impotente. Le expuse a contradicción en que caía cuando, por un lado,
insistía en que la relación con la señora K. era un vulgar asunto amoroso y, por el otro, aseveraba que el padre era
impotente. Su respuesta fue que ella bien sabía que hay más de una manera de satisfacción sexual. Cuando le
pregunté si se refería al uso de otros órganos que los genitales para el comercio sexual, me dijo que sí; y yo pude
proseguir: sin duda pensaba justamente en aquellas partes del cuerpo que en ella se encontraban en estado de
irritación (boca y garganta) Con su tos espasmódica, que, como es común, respondía al estímulo de un
cosquilleo en su garganta, ella se representaba una situación de satisfacción sexual entre las dos personas cuyo
vínculo amoroso la ocupaba tan de continuo.
Las menos chocantes entre las llamadas perversiones sexuales gozan de la más amplia difusión en nuestra
población. No es asombroso, pues, que nuestra histérica de diecinueve años tuviera conocimiento de la existencia de
esa clase de comercio sexual (la succión del miembro viril), hubiera desarrollado una fantasía inconciente de esa índole y
la expresara a través de la sensación de estímulo en la garganta y tos. Un hecho notable proporcionaba en ella la
precondición somática para la creación autónoma de una fantasía que coincide, por otra parte, con el obrar de
los perversos. Recordaba muy bien que en su infancia había sido una “chupeteadora”; el padre se acordaba de
haberle quitado esa costumbre, mantenida por ella hasta su cuarto o quinto año de vida.
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