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IKÉTIDES

CORO DE LAS DANAIDES

Zeus

Zeus clarividente,

intercesor de suplicantes,

que velaste

por nuestra expedición,


que zarpó de las bocas de finas arenas del Nilo,

por nosotras,

que debimos escapar de aquella tierra tuya,


vecina de la verde Siria,

forzadas al exilio,

no porque se nos acusara de haber cometido un crimen sangriento

sino porque aborrecemos la endogamia

y rechazamos el matrimonio inmoral con nuestros primos,


los hijos de Egipto.

Zeus

Zeus: restaura el orden.

***

Aquí,

a este puerto de Argos,


tierra de la que,
y lo decimos con orgullo,
proviene nuestra raza

nacida de la vaca aguijoneada por el tábano


que Zeus tocó y preñó, Io, nuestra madre,
aquí nos trajo
Dánao, nuestro padre, guía y consejero,

que sopesó nuestra suerte y juzgó que lo mejor,


para poner fin a nuestras penas,

era venir, sobrevolando las olas.

***

Porque ¿a qué país más auspicioso que este podríamos haber llegado,
con ramas de olivo envueltas en lana en nuestras manos suplicantes?

Polis, tierra y aguas cristalinas,

dioses excelsos, dioses subterráneos


vigías de las tumbas más honradas

y en tercer lugar Zeus sapiente,


guardián de los hogares de los varones devotos:

recíbannos.

Somos un contingente de mujeres suplicantes


que vienen en son de paz.

***

Y que el enjambre masculino y violento de hijos de Egipto


no pise esta costa barrosa

y se pierdan en el mar
sus naves ligeras,

que mueran azotados por furiosos vientos invernales


y truenos y rayos y tormentas de lluvia

y se pierdan en el mar indómito.

Que nunca usurpen,


violando las leyes,
a sus primas.

No los aceptamos en la cama.


No los aceptamos como esposos.

***

Ahora llamamos a Épafo,

becerro e hijo de Zeus vengador,


que tocó y preñó a nuestra madre antigua, Io,

la vaca que pastaba flores


y te dió a luz y te nombró:

Épafo,
hijo del tacto.

Estás del otro lado del mar.

Ven
y que se cumpla el destino.

***

Pero ahora,
también
recuerdo las penas que sufrió nuestra primera madre,
la vaca azuzada por el tábano,
en los campos verdes donde pastaba.

Sus penas. Penas de nuestra raza.


Las mujeres.

Entonces
y aunque pueda parecerles un recurso desesperado,
les presentaremos, ciudadanos de Argos,
pruebas cabales y convincentes.

Escuchen este extraordinario relato...


***

Un augur capaz de distinguir las voces de los pájaros,


al escucharnos, escuchar nuestros lamentos suplicantes,
podría creer oír el grito de la esposa del pérfido Tereo,

Procne,

el ruiseñor perseguido por el gavilán


robado a la tierra y al río,

madre que añora y padece,


madre enloquecida

que por venganza mató con sus propias manos a su hijo

y cerró el destino.

***

Y ahora confesamos que nos complace


cantar los tristes cantos jónicos cubiertas de lágrimas,
nuestras mejillas tiernas, morenas
por el sol de Egipto,
el corazón inconsolable.

Y cosechamos la flor de sufrir


temiendo que no haya quien nos acoja aquí
a nosotras,
que huímos de aquellas tierras
lejanas,
brumosas.

***

Escúchennos
dioses de nuestra raza,
dioses de la verdad:

arrebatado el tesoro de nuestra juventud en las bodas,


odien la violencia de los hombres.
Hagan justicia.

Honramos aquí a las divinidades,


en este altar
que salva de la guerra
y protege a los que escapan de Ares.

***

Ojalá Zeus, que todo lo descubre,


nos sea favorable.

Él, cuyos deseos son siempre ocultos

y también es luz hasta en las tinieblas


de la suerte más negra de los hombres.

***

Zeus, que en cuanto concibe un hecho


irrevocable, se cumple.

Y siempre ocultos los caminos de sus pensamientos


oscuros, intrincados, nos son ajenos.

***

Si así lo quiere, Zeus


echa por tierra las más altas esperanzas
de los que asolan la tierra.

Esto lo realiza sin la ayuda de otras divinidades.


Sentado en su sagrado trono,
desde ahí,
logra lo que quiere
como quiere.

***

Ve cómo se renueva la violencia de los mortales


necios, presas de la locura
de consumar las bodas,
engañados por su propia ceguera,
azuzados por el aguijón
que es imposible de arrancar.

***

Esto que nos apremia, lo decimos


llorando, desesperadas,
gimiendo cantos fúnebres.

No hay deshonra en derramar lágrimas


agudas
graves.

Ay.

Desgracia.

***

Colina Apia, tierra apia:


recíbannos.

Aquí entienden nuestra lengua bárbara.

Somos suplicantes.
Vean: rasgamos y hacemos jirones nuestras túnicas de lino de Sidón.

***

Si todo resulta bien


aquí ofreceremos los debidos sacrificios a los dioses,
aquí escaparemos de la muerte.

¡Sufrimos penas terribles!

¿Hasta dónde nos arrastrará esta ola?

***

Colina Apia, tierra apia:


recíbannos.

Aquí entienden nuestra lengua bárbara.

Somos suplicantes.

Vean: rasgamos y hacemos jirones nuestras túnicas de lino de Sidón.

***

remos
mástiles de madera
velas cosidas de lino
abiertas
casa
nos protegió del mar
de las tormentas
llegamos
empujadas por el soplo
del viento
no me quejo

el paso del tiempo


padre omnisciente
favorable

***

Semillas de la sagrada madre,


no iremos a la cama con los varones.
No.

Puras. Insumisas, huiremos de las bodas.

***

Virgen entre las vírgenes, pura


como nosotras, Artemisa
que habitas los templos más venerables,
guíanos,
rechaza con toda tu fuerza esta persecución
de la que somos víctimas.

***

Semillas de la sagrada madre,


no iremos a la cama con los varones.
No.

Puras. Insumisas, huiremos de las bodas.

***
O no
sin ayuda
no de los olímpicos
entregamos
tierra
raza
negra
del sol
de Zeus
de los muertos:

colgadas
ahorcadas

***

Zeus, Io,
cólera invencible de los dioses.

Conozco la ira de la esposa y dueña del cielo


de la que sale el viento
y del viento la tempestad peligrosa.

***

¿O será Zeus culpable de injusticia?


Él, que deshonró a su propio hijo, Épafo,
hijo de la vaca Io.

No desoigas nuestro ruego.


Escucha cómo te llamamos.
Te invocamos. Escucha.

***

Zeus, Io,
cólera invencible de los dioses.

Conozco la ira de la esposa y dueña del cielo


de la que sale el viento
y del viento la tempestad peligrosa.

DÁNAO:

Hijas, cautela.

Llegaron aquí protegidas


pro la prudencia de su anciano padre,
en su barco.

Ahora, en tierra firme, deben ser previsoras.


Tengan esto presente.

***

Veo una polvareda que anuncia,


sin palabras, un ejército.

No cesa en traqueteo de las ruedas.

Veo llegar una multitud con escudos y lanzas,


caballos que conducen carros curvos.

Los señores de esta tierra,


avisados por un mensajero,
vienen a vernos.

Pero no sabemos si en paz


o excitados por un temperamento cruel.

Hijas, lo mejor, ahora


es sentarse en esta colina rocosa consagrada a los dioses.
***

Más poderoso que una torre es un altar:


escudo invulnerable.

Ofrezcan al venerable Zeus las ramas de olivo envueltas en lana


con manos suplicantes.

Y respondan, como extranjeras


hablen con claridad, respeto, compasión.

Sea entendida su necesidad extrema de refugio.


Sea entendido también
que huyeron
sin haber sido acusadas
de cometer un crimen sangriento.

Hablen sin suspicacia,


ni la irreverencia se muestre en sus rostros
modestos, sus ojos dulces.
No se precipiten
ni adornen el relato,
los argivos son muy exigentes.

Recuerden ceder.
No conviene a los débiles ser osados al hablar
y ustedes lo son: mujeres, fugitivas y extranjeras.

CORO

Tomamos en cuenta tus sabios consejos.


Zeus será testigo/es aval de nuestra prudencia.

DÁNAO

Que nos mire con buenos ojos.

CORO

Bueno sería estar junto a él, en su trono.

DÁNAO

Sigamos el plan. No hay tiempo que perder.


CORO

Zeus, ten compasión.


Que no nos destruyan, no nos maten, no perezcamos.

DÁNAO

Si así lo quiere, todo saldrá bien.


Ahora invoquen al ave de Zeus.

CORO

Llamamos a los rayos de sol salvadores.

DÁNAO

El divino Apolo, que fue exiliado del cielo.

CORO

Apolo el exiliado nos comprenderá.

DÁNAO

Que sea provisor y nos asista.

CORO

¿A qué otra divinidad debemos invocar?

DÁNAO

Veo el tridente, signo de un dios.

CORO

Poseidón, que nos escoltaste por mar, danos la bienvenida a esta tierra.

DÁNAO

Esa es la imagen de Hermes, el mensajero, al estilo griego.

CORO

Que anuncie al fin nuestra libertad.

DÁNAO

Estamos en suelo sagrado.


Aproxímense a los altares como palomas
asustadas de los pájaros que las rodean,
pájaros de alas idénticas a las suyas
que no temen manchar la herencia de su raza.

¿Cómo habría de ser inocente un ave que devora otra ave?


¿Cómo podría ser inocente un ave enemiga de su propia sangre?
¿Cómo podrían ser puras las bodas celebradas
contra la voluntad de las mujeres y de quien las entrega?

Nadie, ni en el Hades, queda libre de culpa.


Zeus de los muertos juzga las faltas, dicta sentencia y ejecuta la justicia.

Sean astutas al responder las preguntas de los argivos.


Sigamos el plan. No hay tiempo que perder.

REY

¿Quiénes son ustedes? ¿De dónde vienen?


Se ve que no son griegas,
no son griegos sus vestidos tan adornados, tan brillantes
sus collares de piedras exóticas.
¡Qué audacia la suya!
Después de un viaje tan largo, desde tierras tan lejanas,
presentarse aquí sin heraldo, embajador ni consejero.
Es absolutamente extraordinario.
No sé qué pensar.
Explíquenme por qué han venido hasta aquí.

CORO

Lo que dijiste es cierto.


Pero queremos saber con quién estamos hablando.
¿Cuál es tu rango?
¿Sacerdote de Hermes? ¿Rey de la ciudad, tal vez?

REY

Pueden hablar con confianza.


Soy Pelasgo y gobierno estas tierras.
Mi padre fue Pelectón, “hijo de la tierra”.
De mí proviene el nombre de la tribu de los pelasgos,
que cosecha los frutos de estas tierras.
Domino el inmenso territorio que atraviesa
el sagrado río Estrimón
hasta el poniente.
Mi reino abarca el país de los perrebos,
que se extiende más allá de la cordillera del Pindo
y la montaña Dodona, vecina del pueblo de los peones.
Las aguas del mar son la última frontera.
Este es mi dominio: el suelo de Apia, llamada así hace largo tiempo,
en honor a Apis, hijo de Apolo, médico y adivino.

En un pasado lejano, el mago Apis llegó desde la remota Maupacto


y eliminó a las bestias feroces destructoras de hombres.

La historia cuenta que en esta tierra, infecta y maldita


por la sangre derramada anteriormente, brotó una plaga
de serpientes despiadadas, feroces, fatales,
y que fue Apis quien halló el remedio y sanó la tierra para siempre.

En compensación, su nombre es recordado en las plegarias.

Pero ya basta. Lo que dije hasta aquí es más que suficiente.


Les toca a ustedes dar a conocer su origen,
pero les advierto que los argivos despreciamos el palabrerío.

CORO

Somos de la raza argiva


que desciende de la fértil vaca.
Podemos probarlo.

REY

Me cuesta creerlo.
Ustedes tienen aspecto extranjeras,
no pertenecen a nuestra raza. No son griegas.
Más bien se parecen a las mujeres de Libia.
Sólo las aguas del Nilo
pueden criar vástagos como ustedes.
Sus rasgos se asemejan a los que graban los artesanos chipriotas
en las estatuillas con formas femeninas,
o a los de aquellas mujeres nómadas indias que,
según se cuenta, recorren las tierras cercanas a Etiopía
montadas sobre camellos
y no sobre caballos ensillados, como nosotros.
Si estuvieran armadas con arcos y flechas
no dudaría en tomarlas por amazonas,
esas vírgenes salvajes que comen carne fresca.
Me cuesta creer que su origen sea argivo.

CORO

Es famosa la leyenda de la vaca Io,


guardiana del sagrado templo de Hera.
REY

Conozco la historia.

CORO

Entonces sabrás que Zeus se unió a una mortal.

REY

Y Hera se enteró enseguida.

CORO

¿Y cómo se resolvió el asunto entre los olímpicos?

REY

Hera, diosa argiva, convirtió a la mujer en vaca.

CORO

¿Y Zeus no volvió a acercarse a la vaca?

REY

Lo hizo adoptando la forma de un toro en celo.

CORO

¿Y qué hizo entonces la poderosa Hera?

REY

Envió un guardián omnividente a vigilarla.

CORO

¿Cuál era el nombre de ese pastor omnividente de una sola vaca?

REY

Argos, quien murió a manos de Hermes.

CORO

¿Y qué más hizo Hera contra la desgraciada vaca?

REY
Envió un tábano, para castigarla y espantarla.

CORO

En el Nilo es llamado estrido.

REY

Y el tábano la impulsó a una carrera interminable, que la llevó muy lejos de aquí.

CORO

Nuestras versiones de la historia son idénticas.

REY

De hecho, llegó a Canopo y después a Menfis.

CORO

Zeus la preñó con sólo tocarla.

REY

¿Y qué criatura se jacta de ser el becerro del dios?

CORO

Épafo, “hijo del tacto”.

REY

¿Cuál fue la descendencia de Épafo?

CORO

Libia, que cosechaba los frutos de tierras inconmensurables.

REY

¿Y Libia tuvo descendencia?

CORO

Belo,
que tuvo dos hijos y fue el padre de nuestro padre.

REY
¿Cuál es el nombre de su ilustre padre?

CORO

Dánao, hermano del que engendró cincuenta hijos

REY

¿Y cuál es el nombre de su tío?

CORO

Egipto.

Ahora que conoces nuestra estirpe, recíbenos como hijas de tu raza.

REY

Entiendo que forman parte de la familia de Argos


desde tiempos remotos e innumerables generaciones.
¿Qué infortunio las obligó a cometer la osadía
de abandonar la patria de sus primos?

CORO

Los males que se ciernen sobre la humanidad son imprevisibles


e incontables. No existe una calamidad igual a la otra,
como no existen dos plumas del mismo color.

Nos fugamos desesperadas, súbitamente, sin rumbo


y terminamos aquí, en Argos, este refugio,
nuestro antiguo hogar.

Fue el odio a la unión nupcial lo que nos arrancó de Egipto.


Huimos como moscas.

REY

Reconozco sus ofrendas, los ramos frescos envueltos en lana blanca.


¿Qué quieren de mí, suplicantes?

CORO

Escapamos de los egipcios y nos negamos a convertirnos en sus esclavas sexuales.

REY

¿Por aversión a ellos o por ser ilícito un contrato de esta clase?


CORO

¿Qué mujer querría ser comprada como amante de su amo?

REY

Así se fortalece e incrementa el poder de los hombres.

CORO

Ellos pueden prescindir de nosotras cuando se les antoja.

REY

Entonces ¿cómo puedo cumplir con mis deberes de rey


y al mismo tiempo asistirlas?

CORO

No nos entregues a los hijos de Egipto.

REY

Lo que me piden implica un peligro,


un peligro terrible.
Podría desartarse una guerra.

CORO

La justicia es nuestra aliada.

REY

Eso si su causa es justa.

CORO

Rey, respeta los altares de tu ciudad.

REY

Estos altares oscurecidos por las sombras de los ramos anuncian la inminencia de una desgracia.

CORO

También sabemos que la venganza de Zeus, protector de suplicantes, es implacable.


Perseguida
acorralada por el lobo la vaca
al pastor
pide
muge
hijo generoso
somos exiliadas
suplicantes

REY

Esos altares oscurecidos por las sombras de los ramos anuncian la inminencia de una desgracia. Veo
que son suplicantes.

Espero que ofrecerles hospitalidad, extranjeras,


no desencadene una guerra.
La ciudad de Argos no está dispuesta a afrontar una guerra.

CORO

Temis
hija
cuidadora
auxilio de todo daño

Rey sabio
anciano
aprende
respeta a las jóvenes
nosotras
suplicantes

Tu decisión
devoto
aman los dioses

REY

Esta ciudad pertenece a sus ciudadanos. No es sólo mía.


Llegada la hora de mancharse su nombre
y el de nuestros dioses, los hombres decidirán qué hacer.
No puedo asegurar nada sin consultar al pueblo.

CORO


pueblo
ciudad

ciudad
pueblo

caudillo imperativo

trono
tu cetro
cielo del altar
de la patria
hogares
dioses
un gesto cumple
ninguna injusticia

REY

Ninguna injusticia habrá de nuestra parte.


No vamos a desatender sus súplicas, aunque sabemos que tendrá consecuencias.

¿Qué hacer?
Siento miedo.
¿Debo actuar?
¿No debo actuar?
¿Debo dejar todo en manos del destino?

CORO

Allí
desde lo alto
dios celeste
protege
venga
al que busca al prójimo
no halla justicia
somos suplicantes de Zeus

REY

Si los hijos de Egipto, alegando ser sus parientes más cercanos,


y así, según sus leyes, sus dueños,
no hay por qué contradecirlos.

Demuestren que ellos no tienen autoridad sobre ustedes,


y que la fuga a la que se lanzaron no violó la ley patriarcal.

CORO

Nunca nos sometimos al poder de los hombres.


En plena noche cerrada, guiadas porlas estrellas,
huímos de la amenaza del matrimonio.
Fue nuestra única opción.

Respeta la justicia. Respeta lo sagrado.

REY

No me tomen por juez. No soy un juez.


Mi poder depende de las decisiones del pueblo.
No se diga en el futuro
que por compadecerme de un contingente de extranjeras
fui artífice de la destrucción de nuestra ciudad.

CORO

Tu sangre
nuestra sangre
Zeus observa
juzga imparcial
reparte
injusticia al injusto
beatitud al devoto

Así es.
¿De qué tienes miedo?

REY

Tenemos que asegurarnos que todo resulte bien para la cuidad


y también para nosotros.

Tenemos que imitar al buzo


que se sumerge en las profundidades abismales
con mirada penetrante.

Hay que evitar la guerra


y no desatar la ira del Vengador omnidestructor.

No podemos permitir que los egipcios las arranquen de los altares de nuestros dioses.

El Vengador persigue a los culpables en la tierra y más allá del Hades.

CORO

Sé justo con nosotras.


Ninguna injusticia.
Fuimos forzadas al éxodo
y fuimos perseguidas por hombres sin dios.
La violencia de estos hombres es legendaria,
pero tu poder sobre estas tierras es absoluto.

No presencies un acto impío:


no permitas que nos alejen de estos altares
como arrastran a los caballos sujetos por una brida
apretada y ornada con una diadema.

No corras el riesgo de desafiar la furia de los dioses.


Sabes que las consecuencias de tu decisión
será la deuda que pagarán tus hijos y sus descendientes.

Zeus es dueño y señor de la justicia.

REY

La guerra es inevitable.
Habrá una gran guerra
contra los dioses o entre los hombres.
Todo por defenderlas.

Aquí me planto
Mi decisión es firme como las sogas y los nudos
que amarran una nave al noray.

Habrá sufrimiento suficiente para todos.


Será inevitable.

Pero si saquean nuestra casa y nos hunden en la ruina,


Zeus compensará los daños,
como acontece con las palabras:
pueden ser ásperas, inoportunas, y después suavizarse.

No debe derramarse la sangre de nuestra familia.


Es imprescindible ofrecer sacrificios
para ganar el socorro del oráculo.
Debemos matar muchos animales
para satisfacer a muchos dioses.
Sólo así nos defenderemos contra la calamidad.

¿O me equivoco?

Prefiero ser víctima de la ignorancia que genio del mal.

Igualmente, a pesar de mi desconfianza sobre el porvenir,


espero que esto resulte bien.

CORO
Escúchanos por última vez

REY

Las he escuchado y las escucho ahora

CORO

Nuestros vestidos
ceñidos
y estos cinturones…

REY

Tan propios de la vestimenta femenina…

CORO

Estos cinturones pueden ser nuestro último y más digno recurso…

REY

¿Qué quieren decir?

CORO

Danos una garantía

REY

¿Último recurso…?

CORO

Como tributo a estas imágenes divinas…

REY

No me hablen con enigmas.

CORO

Danos una garantía de tu protección.


Si no, vamos a colgarnos de estas imágenes,
vamos a ahorcarnos con los cinturones.

REY

¿Ahorcarse? ¿Qué están diciendo?


Sus palabras se clavan como espadas en mi corazón.

CORO

Es así. Ahora lo sabes.


Si no nos proteges nos ahorcaremos.

REY

Se avecinan tiempos adversos.

Dudo
y me veo arrastrado por un torrente irrefrenable de males y desgracias,
un mar inhóspito, ruinoso y sin fin.
No hay puerto a la vista.

Abandonarlas a su suerte sería condenarlas al suicidio


y ese suicidio sería una mancha imborrable para nuestra tierra.
Enfrentarme a sus parientes, los egipcios, y defender los muros de la ciudad también terminará en un
derramamiento de sangre
y será amargo el sacrificio de manchar la tierra
con sangre de los varones por culpa de las mujeres.

La ira de Zeus, protector de suplicantes, es ineludible.

Dánao, anciano padre de estas vírgenes


lleva estos ramos a los altares de toda la ciudad.
Que los argivos sepan que están aquí como suplicantes
y que me obedeces.
Hazlo ya.

Sus ofrendas despertarán la compasión de los de Argos


y su hostilidad contra la violencia de los egipcios.
Entonces los ciudadanos se pronunciarán a favor.

Nuestro pueblo siempre está dispuesto a ayudar a los más débiles,


Dánao, colabora con nuestra causa,
no puedo quedar expuesto a las acusaciones del pueblo.
Cuando un asunto público no se resuelve bien la culpa siempre recae sobre el gobernante.

DÁNAO:

Somos afortunados por haber encontrado tan juicioso benefactor.


Pero somos criaturas del Nilo,
nuestro aspecto es muy diferente del suyo, los de la raza de Ínaco.
Necesito protección.
Te pido que me asignes un guía y un grupo de soldados de escolta.
Sin quererlo, el amigo puede matar al amigo, dice el refrán.
REY:

Ustedes acompañen a este extranjero en su misión.


No se detengan ni se dirijan a nadie en el camino, no hace falta.
Este navegante está aquí para reverenciar a nuestros dioses.

CORO:

Rey, enviaste a nuestro padre a a ciudad a cumplir su parte,


¿Qué debemos hacer nosotras?

REY:

Dejen aquí los ramos, signos de su aflicción.

CORO:

Confiamos en tí, aquí los dejamos.


Todo queda en tus manos.

REY:

Crucen el llano hasta llegar a aquella colina, es de los dioses

CORO:

Una colina no es un templo. Es un lugar abierto donde seremos presa fácil de cualquier ataque.

REY:

No las dejaré a merced de las aves de rapiña.

CORO:

¿Y si un grupo de soldados, esos hombres más aborrecibles que serpientes ponzoñosas,


nos rodean y nos emboscan?

REY:

Quien brinda confianza merece confianza.

CORO:

El miedo nos abruma, nos confunde.

REY:

Las mujeres siempre sienten miedo en estos casos.


CORO:

No más palabras, alivia nuestros pesares con hechos.

REY:

Su padre regresará pronto.

Yo iré a persuadir a los ciudadanos


para que simpaticen con su causa
y le enseñaré a su padre cómo se debe hablar en la asamblea.

Ustedes permanezcan aquí y recen para que sus deseos se cumplan.


Ojalá pueda llevar a cabo mi cometido.
Y que la suerte nos acompañe-

CORO:

rey de reyes
feliz de los felices
poderoso entre los poderosos
Zeus
esplendor
que nos engendraste
aparta
lejos
de nosotras
la violencia de los hombres

descarga tu violencia
en el mar púrpura
su nave negra
que nos acecha
atormenta
zozozbra
hunde

somos de aquella mujer que amaste


Io
que tocaste y preñaste

somos hijas de esta tierra


hijas de aquella mujer

seguimos sus huellas, vinimos a este prado verde donde pastaba


custodiada por Argos panóptico
la vaca que se lanzó a la carrera
Io, la vaca perseguida por el tábano insidioso
mujer
espanto
vaca
locura
Io que conoció tierras y razas
cruzó el estrecho encrespado subida a olas salvajes
hasta dar con puerto

la suerte así lo quiso

y cruzó Asia
Frigia de rebaños de ovejas
Misia, la ciudad de Teutas
las praderas de Lidia
la frontera montañosa
Cilicia, Panfilia
y ríos de fluir eterno
tierras y más tierras de inmensa riqueza
hasta la isla fértil, sensual
de Afrodita, Cipris
sembrada de trigo en abundancia

y siguió corriendo nuestra madre


la vaca picada por el dardo del alado pastor
corrió por los campos nutricios
los valles bañados por agua de nieve
sacudidos por la fuerza terrible del viento Tifón
hasta llegar al Nilo
incontaminado
trastornada
deshonrada
doliente
su cuerpo torturado con heridas sangrantes

víctima de Hera

Io

todos los mortales quedaban sobrecogidos


por su extraña apariencia
una bestia semihumana
un portento
mitad vaca, mitad mujer

causaba pavor
todos quedaban atónitos

entonces
Zeus de poder sin fin en todo tiempo y lugar
ayudó a Io, la errante

entonces Io se detuvo

la inspiración del dios la liberó de todo mal


y rendida a una suave violencia/fuerza/firmeza
recibió el esperma
origen de la vida
engendró
así fue
un hijo virtuoso
virtuoso y siempre feliz

en su honor la tierra entera bramó estas palabras:


“es hijo de Zeus fuente de vida”
y así Zeus puso fin al mal infringido por Hera ingobernable

Io fue liberada

y su hijo Épafo
fue el primero de nuestra raza

padre soberano que sembraste nuestra semilla


autor supremo, te llamamos
Zeus de sabiduría perenne
que no debe obediencia a nadie
gobierna sobre los más fuertes
no respeta el poder del que está bajo su poder
que realiza lo que se propone
de palabra y de hecho
rey del cielo, te llamamos

entra DÁNAO:

Hijas, ánimo, alegría, traigo buenas noticias.


El pueblo votó a nuestro favor de manera unánime.

CORO:

Querido padre, feliz mensajero, ¿cómo fue la asamblea?

DÄNAO:

Mi corazón rejuveneció al ver todas las manos alzadas


y tembló el aire en un solo voto, un solo movimiento.
Contra la calamidad, el flagelo que representaría una guerra
eso votó el pueblo y Zeus puso el sello a sus palabras.
Podemos radicarnos aquí como ciudadanos,
con igualdad de derechos y en libertad.

Nigún hombre, ni nativo ni extranjero, podrá hacerlas cautivas


y sufrirá la deshonra del destierro quien se niegue a socorrerlas.
El rey de los pelasgos persuadió a los suyos con buenos argumentos.

Les advirtió de aquella ira que no se aplaca con el tiempo,


la ira de Zeus de suplicantes, y de la terrible desgracia de manchar la tierra con sangre
argiva y extranjera. Fue muy elocuente.

CORO:

¡Les lluevan los bienes por los bienes recibidos!


Zeus avale nuestros deseos.
Que la ciudad de Argos jamás sea devorada por el fuego,
que sea inmune al influjo de Ares lujurioso, hambriento de heridas, feroz,
que nunca se harta de los gritos de dolor
y ciega a los hombres que deambulan por los campos regados en sangre.

Agradecemos la firmeza en la justicia del pueblo


compadecido ante este rebaño de mujeres indefensas,
que no hayan despreciado nuestra causa como se desprecia un capricho
y hayan votado por nosotras y en contra de los hombres de la raza del Nilo.

El ojo de Zeus, dueño celoso de la venganza, lo observó todo.

((El peso de la discordia es una amenaza implacable sobre todos y cada uno de los hogares.))

Los argivos nos respetan como hermanas de su sangre.

Los dioses lares sean amistosos,


suyas las palabras dulces que les regalamos.

Que jamás la peste se robe a sus varones.


Jamás la guerra ensucie con sangre la tierra.
No sea segada la flor de su juventud.
Ni Ares, que asola e incendia las flores, el amante de Afrodita, pueda arrancarla en su esplendor.
No se apaguen nunca los fuegos en los altares de los sabios.
Que esta ciudad devota de Zeus, protector de los extranjeros, esté siempre bien gobernada.
Que para ella nazcan, uno tras otro, sus jefes.
Artemisa, que hiere de lejos, proteja a las mujeres durante el parto.
Que nunca parta en dos la ciudad Ares mortífero armado con espadas venenosas y llantos y gritos de
guerra. Ese dios odioso de la alegría, el canto, el baile, la fiesta, que no se presente.
Que no haya enfermedades. Ni amargura.
Apolo el licio sonría a los jóvenes.
Que la tierra sea fértil todo el año y se cosechen sus frutos, y el ganado sea fecundo, que lo obstengan
de los dioses.
Canten los poetas, poseídos por el frenesí, al compás de la lira, en los grandes templos.
La asamblea de gobierno
firme origen
del bien común
salde, con los extranjeros
en un juicio justo
el dilema
el malentendido

lejos los hombres de ser víctimas de Ares


sin convertirse en Ares
perpetuar las costumbres antiguas
continuar
sacrificando toros
con coronas de laurel en las cabezas
por nuestros padres

conducirlos a la muerte según sus ritos

El ciudadano ilustre convertido


en carnicero y cocinero
la pieza trozada y repartida entre todos
y el premio guardado
las vísceras
para el verdugo

reírse de los animales


a sangre fría

Esta es la tercera norma de la ley escrita megavenerada.

DÄNAO:

Sus rezos serán bien recibidos. Son sinceros.


Pero escuchen ustedes, y no tiemblen

Allá, vean, muy lentamente se aproxima un contingente marino.


Se acerca a la costa con sigilo. No las invada el temor.
La nave que lidera la flota, la más grande, se destaca del resto. Ahí está.
Ahí están las velas, los correajes que las sujetan, las defensas.
La nave es sólida y el timonel es hábil.
La proa guía el rumbo y anticipa la presencia del enemigo.
Del otro lado está el timón.
La nave se desliza, obediente, dócil.

Abajo veo la tripulación: hombres de muslos negros que sobresalen de túnicas blancas.
Hijos de Egipto.
Reman sincronizados y el ruido de las palas se apaga en el agua.
Las velas ya están plegadas y listas para el desembarco.
Calma. Pediré ayuda.
No hay que perder el control.
Si llegaran a enviar a un heraldo para reclamarlas, no olviden la fuerza y el derecho que son suyos.
No olviden que el que descree de los dioses será castigado a su debido tiempo.
No tardaré mucho en volver.

CORO:

Es imposible que no sintamos miedo. Las alas ligeras de las naves no dan tiempo. Huir de ellos nunca
fue posible.

DÄNAO:

Los argivos están determinados a luchar por ustedes, si es necesario.

CORO:

Nada los detendrá.


El rencor insaciable que alimenta la guerra llegó con esas naves oscuras, llenas de hombres lascivos y
asesinos.

DÁNAO:

Son muchos, pero aquí también hay hombres, de brazos fuertes y morenos/tostados.

CORO:

No te vayas, te lo suplicamos, no nos dejes solas.


Somos mujeres, no somos del ejército de Ares. Ellos sí.
Los egipcios son cuervos de temperamento iracundo, corazón impuro, tramposos, sin dios.

DÁNAO:

Ojalá los dioses los odien tanto como ustedes.

CORO:

Los dioses no son un obstáculo. Esos cuervos no soltarán la presa que ahogan con sus garras. Si la
obtienen. Son perros procaces, hombres arrogantes que no conocen dios. Perros en celo.

DÁNAO:

Los lobos son más fuertes que los perros y la espiga es superior al fruto del papiro.

CORO:

Los egipcios son bestias dominadas por los más bajos instintos.
No tenemos salvación.
DÁNAO:

Calma. Hay tiempo para prepararnos. El desembarco de una armada no es una operación sencilla.
La costa es escarpada y ya está atardeciendo. Los pastores de naves y hasta el piloto más experto se
angustian con la llegada de la noche. No hay un puerto donde amarrar y bajar a tierra.

Sean valientes. Volveré pronto. Acompañado por una embajada. Sé que el pueblo de Argos va a
escucharme: aunque soy anciano, mis ideas y mis palabras son jóvenes.

Pase lo que pase, ni aun abismados sus corazones en el terror, olviden a los dioses protectores.
Muestren su coraje.

CORO:

Venerada y amada tierra Apia y sus colinas,


¿dónde ocultarnos y continuar huyendo?
¿Habrá un claro sin sol?
¿Una caverna oscura como una boca?
¿En Apia? ¿En los confines?
Mejor ser cenizas que vuelan sin alas en una columna de humo o nubes
que se guardan en la morada del cielo.

Pero el mal ya está entre nosotros y no hay escapatoria.


Nadie escapa a la muerte.

Preferimos ahorcarnos a que nuestros primos nos toquen como esposos.

Antes que eso, muertas en el Hades.

Antes, una caída abrupta en el vacío suspendido en las alturas de las nubes y los picos nevados,
donde viven las cabras y los buitres, que nos garantice la muerte. Que los buitres y los perros salvajes
se alimenten de nuestros cadáveres y se hagan un banquete.

Preferimos matarnos a caer en sus manos sangrientas.

Somos enemigas del matrimonio.


El matrimonio se aprovecha de las pasiones.
Sólo la muerte nos liberará de esta desgracia./Sólo con la muerte seremos libres de esta desgracia.

La muerte, antes que acostarnos con los egipcios y se nos imponga el matrimonio con unos genocidas.

La violencia propia de los machos guía, como si fueran ciegos, a nuestros perseguidores incansables.
Sus gritos guerreros y su soberbia anuncian que vienen a raptarnos.

Zeus omnipotente patrono de Argos y de suplicantes,


arma a nuestros defensores
y combate cuerpo a cuerpo contra nuestros enemigos.
CORO DANAIDES Y EGIPCIOS

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