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VICTORIA CAMPS
FUNDACIÓN ECOEM
SEVILLA2007
©Victoria Camps
41018-SEVILLA
www.fundacion-ecoem.com
lSBN, 9i8-84-9351i99-3-8
DLo S-xxxx-2006
(Hecho en España)
(ARISTÓTELES, Política)
a) La concepción del sujeto como un individuo abstracto que, como tal, tiene
unos derechos («todos los hombres nacen libres e iguales”), condición que contrasta
con diferencias y discriminaciones reales. La expresión «todos los hombres» incluye
teóricamente a todos, hombres y mujeres, nacionales y extranjeros. La realidad, por el
contrarío, confirma que, como dijo Orwell, unos son más iguales que otros. Los
derechos son susceptibles aún de la crítica marxista de «formalismo». Son un paso
importante hacia una sociedad más justa, pero se quedan cortos como motor de
cambio de una realidad llena de discriminaciones y dominaciones.
Dos han sido las teorías que han intentado aportar una corrección al
liberalismo con el fin de subsanar los dos problemas expuestos. Una de ellas es el
comunitarismo. Para decirlo muy rápidamente y a riesgo de simplificar, el
comunitarismo propone sustituir al individuo por la comunidad, no ver al individuo
como un ente abstracto, sino «situarlo» en una comunidad concreta a la que le unen
vínculos identitarios y de pertenencia. El tipo de ciudadanía que se deduce del
comunitarismo es la ciudadanía identitaria, que define al individuo por su pertenencia
a una comunidad concreta nacional, religiosa o local. Hay comunitaristas para todos
los gustos, unos más proclives a hacer de su comunitarismo un nacionalismo, otros
que tienden hacia el municipalismo o el énfasis en lo local, y otros que regresan a
las comunidades religiosas. Sea como sea, la vía del comunitarismo para
recuperar a un sujeto más comprometido con el mundo en que vive es decirle
quién es y por qué pertenece a la comunidad a la que pertenece. Es esa pertenencia
-ese privilegio, en muchos casos- la que le llevará más fácilmente a
comprometerse con su comunidad.
A) EL ÁMBITO DE LA FAMILIA
No es ése, sin embargo, el único problema que muestra la familia. Los padres
de hoy sufren en su propia carne el d esconcierto con respecto a cómo educar a sus
hijos. Algunos d e esos padres -los que ya empiezan a ser abuelos- fueron
víctimas, durante el franquismo, de una educación represiva y doctrinaria, que no
quieren ver repetida en sus propios hijos. A su vez, son padres más cultos, con más
preparación, con más recursos, y desean, en consecuencia, que sus hijos no se
vean privados de privilegios a los que ellos no pudieron acceder. La debilidad del
pensamiento ético, en general, que ha dejado de apoyarse en una doctrina religiosa
dogmática, unida a esa necesidad de dar más y exigir menos, ha desembocado en
una educación -si cabe llamarla así- demasiado permisiva y superprotectora, que
rechaza las convenciones y las normas sin encontrarles sustituto válido. Una
educación, en suma, que para desprenderse del autoritarismo ha dejado sin
fundamento a la autoridad imprescindible para educar. Una educación que
confunde los límites que hay que ir fijando para enseñar al niño a discernir por su
cuenta, con la represión pura y dura. Una educación que no sabe, en definitiva,
qué es lo que debe enseñar. Una educación «líquida», para utilizar el lenguaje de
Zygmut Bauman, que transmite mensajes débiles y contradictorios.
«situarlo»
B) EL AMBITO ESCOLAR
C) LA SOCIEDAD DE CONSUMO
D) LA ACTUACIÓN POLÍTICA
Pero la pregunta que me planteo ahora es cómo educar a los ciudadanos. Repito
que son tres cuestiones las que incluye dicha pregunta: 1) qué virtudes o valores deben
ser transmitidos; 2) quién debe transmitirlos; 3) cómo hacerlo. Intentaré referirme por
separado a cada una de ellas.
l. VIRTUDES CÍVICAS
La última ley de educación (LOE), aprobada hace unos meses, incluye, entre las
obligaciones de la escuela, la educación para la ciudadanía. De esta forma, el gobierno
ha asumido la primera responsabilidad de definir los contenidos de la materia, entre los
cuales están los valores o virtudes que deberán cultivarse. No hace falta darle muchas
vueltas para descubrir cuáles son los déficits más sobresalientes en nuestros jóvenes
también en los adultos-, que ponen de manifiesto la escasa o nula formación
ciudadana. Desde mi punto de vista, son sobre todo cuatro los grandes objetivos que
se deberían potenciar a través de la educación para la ciudadanía, uno de ellos
exclusivamente teórico y el otro teórico y práctico al mismo tiempo. Son los siguientes:
Acabo, ahora sí, con unas ideas de Richard Rorty que expresan a la perfección
lo que he pretendido decir. Dice Rorty que educar es, ante todo, socializar en las
«verdades» de los adultos, verdades que, por supuesto, dependen de cosmovisiones
variadas e incluso contrarias. En segundo lugar, educar es «individualizar», permitir
que, más allá del aluvión de opiniones y verdades recibidas, se constituya un individuo
con carácter. Lo cual significa rechazar dos teorías igualmente falsas. Una, que existe
una naturaleza humana invariable, que debe persistir en el tiempo. Otra, que existe la
alienación de una supuesta humanidad esencial, por causa de la represión social,
corno creyeron Roussean y Marx. Lo único que realmente existe es la formación del ser
humano, a través de la socialización, seguida de la auto individuación. La primera
familiariza a los menores con las opiniones de los adultos. La segunda incita a la duda
y estimula la imaginación para que emerja el individuo.
APÉNDICE
CRITERIOS DE EVALUACIÓN
Por medio de este criterio se busca evaluar la capacidad del alumnado, en las
situaciones cotidianas del grupo clase, de utilizar el diálogo para superar divergencias y
establecer acuerdos, así como de mostraren su conducta habitual y en su lenguaje
respeto y valoración crítica por todas las personas y los grupos, independientemente de
la edad, sexo, raza, opiniones, formación cultural y creencias.
Este criterio valorará el grado de participación individual en las tareas del grupo y
el grado de cumplimiento de las tareas que le corresponden. Asimismo, se valorará si
en las relaciones personales, con sus iguales y con los adultos, asume y practica las
normas de convivencia, el diálogo y el respeto a las demás personas.
En primer lugar, el criterio permite evaluar los conocimientos que poseen acerca
de los servicios públicos que ciudadanos y ciudadanas recibimos de las
administraciones. Deberá ilustrar ese conocimiento con ejemplos referidos a servicios
que prestan el Ayuntamiento, la Comunidad Autónoma y la Administración central del
Estado y con argumentos sobre la importancia de la calidad de la gestión de estos
servicios para la vida de las personas. De la misma manera, se pretende valorar si
reconocen que los ciudadanos deben ofrecer su contrapartida, colaborando en el
mantenimiento de las instituciones y de los servicios que éstas prestan a través de los
impuestos.
Especial interés merece la igualdad que debe darse entre hombres y mujeres,
analizando las causas y factores responsables de la discriminación de las mujeres, su
valoración desde los principios de la dignidad de la persona y la igualdad en libertad,
considerando igualmente las alternativas a dicha discriminación y a la violencia contra
las mujeres.
11. Reconocerse miembros de una ciudadanía global. Mostrar respeto crítico por
las costumbres y modos de vida de poblaciones distintas a la propia y manifestar
comportamientos solidarios con las personas y colectivos desfavorecidos.
12. Identificar y analizar las principales teorías éticas, reconocer los principales
conflictos sociales y morales del mundo actual y desarrollar una actitud crítica ante los
modelos que se trasmiten a través de los medios de comunicación.
CONTENIDOS
- Práctica del diálogo como estrategia para abordar los conflictos de forma no
violenta.
2. Participar en la vida del centro y del entorno y practicar el diálogo para superar
los conflictos en las relaciones escolares y familiares.
Con este criterio se pretende evaluar si los alumnos y las alumnas han
desarrollado habilidades sociales de respeto y tolerancia hacia las personas de su
entorno y si utilizan de forma sistemática el diálogo y la mediación como instrumento
para resolver los conflictos, rechazando cualquier tipo de violencia hacia cualquier
miembro de la comunidad escolar o de la familia. A través de la observación y del
contacto con las familias, se puede conocer la responsabilidad con que el alumnado
asume las tareas que le corresponden. Por otra parte, la observación permite conocer
el grado de participación en las actividades del grupo-clase y del centro educativo.
Este criterio pretende comprobar si el alumnado conoce las técnicas del debate,
si se documenta debidamente utilizando distintas fuentes de información y si es capaz
de analizarlas, sintetizar la información para presentar sus opiniones de forma rigurosa,
si argumenta debidamente, considera las distintas posiciones y alternativas en cada
uno de los problemas planteados y llega a elaborar un pensamiento propio y crítico,
presentando las conclusiones tanto de forma oral como escrita.
4. Identificar los principios básicos de las Declaración Universal de los Derechos
Humanos y su evolución, distinguir situaciones de violación de los mismos y reconocer
y rechazar las desigualdades de hecho y de derecho, en particular las que afectan a las
mujeres.
CONTENIDOS
Con este criterio se intenta comprobar que cada alumno y alumna asume y
controla sus propios sentimientos, se pone en el lugar de los otros y utiliza el diálogo y
otros procedimientos no violentos para superar los conflictos en sus relaciones
interpersonales, que razona sus elecciones y que es responsable de sus actos.
7. Analizar las causas que provocan los principales problemas sociales del
mundo actual, utilizando de forma crítica la información que proporcionan los medios de
comunicación e identificar soluciones comprometidas con la defensa de formas de vida
más justas.
Presentación
de Victoria Camps,
Pág. 7
Conferencia
Pág. 15
Apéndice
Pág. 43