hermanos y padres, oigan. El Dios de la gloria se apareció a nuestro antepasado Abrahán, cuando él estaba en Mesopotamia, antes que se domiciliara en Harán, 3 y le dijo: ‘Sal de tu tierra y de tus parientes y ve a la tierra que yo te mostraré’. 4 Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se domicilió en Harán. Y de allí, después que hubo muerto su padre, [Dios] hizo que mudara su domicilio a esta tierra donde ustedes ahora moran. 5 Y, sin embargo, no le dio ninguna posesión heredable en ella, no, ni lo ancho de un pie; pero prometió dársela como posesión, y después de él a su descendencia, cuando todavía no tenía hijo. 6 Además, Dios habló de esta manera: que su descendencia sería residente forastera en una tierra extranjera, y la esclavizarían y afligirían por cuatrocientos años. 7 ‘Y a esa nación a la cual servirán como esclavos
la juzgaré yo —dijo Dios—, y después de estas
cosas ellos saldrán y me rendirán servicio sagrado en este lugar.’ 8 ”También le dio un pacto de circuncisión; y así él llegó a ser el padre de Isaac y lo circuncidó el día octavo; e Isaac, de Jacob; y Jacob, de los doce cabezas de familia. 9 Y los cabezas de familia se pusieron celosos de
José y lo vendieron en [manos de] Egipto. Pero
Dios estaba con él, 10 y lo libró de todas sus tribulaciones y le dio gracia y sabiduría a vista de Faraón rey de Egipto. Y él lo nombró para que gobernara a Egipto y a toda su casa. 11 Pero vino hambre sobre todo Egipto y Canaán, sí, gran tribulación; y nuestros antepasados no hallaban provisiones. 12 Pero Jacob oyó que había comestibles en Egipto, y envió a nuestros antepasados por primera vez. 13 Y durante la segunda vez José fue dado a conocer a sus hermanos; y la estirpe de José vino a serle manifiesta a Faraón. 14 De modo que José envió y mandó llamar a Jacob su padre y a todos sus parientes de aquel lugar, en número de setenta y cinco almas. 15 Jacob bajó a Egipto. Y falleció; e igualmente nuestros antepasados, 16 y fueron transferidos a Siquem y fueron puestos en la tumba que con dinero de plata Abrahán había comprado a precio a los hijos de Hamor en Siquem. 17 ”Justamente cuando se iba acercando el tiempo para [el cumplimiento de] la promesa que Dios había declarado abiertamente a Abrahán, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto, 18 hasta que se levantó sobre Egipto un rey diferente, que no sabía acerca de José. 19 Este empleó astucia estatal en contra de nuestra raza, e injustamente obligó a los padres a exponer a sus criaturas, para que no fueran conservadas con vida. 20 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y era divinamente hermoso. Y por tres meses fue criado en casa de [su] padre. 21 Mas cuando fue expuesto, lo recogió la hija de Faraón y lo crió como hijo suyo. 22 Por consiguiente, Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios. De hecho, era poderoso en sus palabras y hechos. 23 ”Ahora bien, cuando estaba cumpliéndose el tiempo de su año cuadragésimo, le vino al corazón el inspeccionar a sus hermanos, los hijos de Israel. 24 Y cuando alcanzó a ver a alguien a quien se trataba injustamente, lo defendió, y ejecutó venganza a favor del maltratado, derribando al egipcio. 25 Suponía que sus hermanos comprenderían que
por su mano Dios les daba salvación, pero ellos
no [lo] comprendieron. 26 Y al día siguiente se presentó a ellos mientras estaban peleando, y trató de avenirlos en paz, diciendo: ‘Varones, ustedes son hermanos. ¿Por qué se tratan injustamente el uno al otro?’. 27 Pero el que estaba tratando injustamente a su prójimo lo echó de sí, diciendo: ‘¿Quién te nombró a ti gobernante y juez sobre nosotros? 28 No querrás eliminarme de la misma manera como eliminaste al egipcio ayer, ¿verdad?’. 29 Ante esta palabra, Moisés huyó, y se hizo residente forastero en la tierra de Madián, donde llegó a ser padre de dos hijos. 30 ”Y cuando se cumplieron cuarenta años, se le apareció un ángel en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. 31 Pues bien, cuando Moisés vio aquello, se maravilló de la vista. Pero al acercarse para investigar, vino la voz de Jehová: 32 ‘Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abrahán y de Isaac y de Jacob’. Sobrecogido de temblor, Moisés no se atrevía a seguir investigando. 33 Jehová le dijo: ‘Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás de pie es suelo santo. 34 Ciertamente he visto el maltrato de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido y he bajado para librarlos. Y ahora ven, te enviaré a Egipto’. 35 A este Moisés, a quien repudiaron, diciendo: ‘¿Quién te nombró a ti gobernante y juez?’, a este hombre Dios lo envió como gobernante y también como libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza. 36 Este hombre los sacó después de efectuar portentos presagiosos y señales en Egipto y en el mar Rojo y en el desierto por cuarenta años. 37 ”Este es el Moisés que dijo a los hijos de Israel: ‘Dios les levantará a ustedes de entre sus hermanos un profeta semejante a mí’. 38 Este es el que llegó a estar entre la congregación en el desierto, con el ángel que le habló en el monte Sinaí y con nuestros antepasados, y él recibió vivas y sagradas declaraciones formales para darlas a ustedes. 39 Nuestros antepasados rehusaron hacerse obedientes a él; antes bien, lo echaron a un lado, y en sus corazones se volvieron a Egipto, 40 diciendo a Aarón: ‘Haznos dioses que vayan
delante de nosotros. Porque a este Moisés, que
nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le habrá pasado’. 41 Así que hicieron un becerro en aquellos días y le trajeron un sacrificio al ídolo y se pusieron a gozar en las obras de sus manos. 42 De modo que Dios se volvió y los entregó a que
rindieran servicio sagrado al ejército del cielo, así
como está escrito en el libro de los profetas: ‘No fue a mí a quien ustedes ofrecieron víctimas y sacrificios por cuarenta años en el desierto, ¿verdad, oh casa de Israel? 43 Antes bien, fue la tienda de Moloc y la estrella del dios Refán lo que ustedes tomaron, las figuras que ustedes hicieron para adorarlas. Por consiguiente, los deportaré más allá de Babilonia’. 44 ”Nuestros antepasados tenían en el desierto la tienda del testimonio, así como él dio órdenes, cuando habló con Moisés, de que él la hiciera conforme al modelo que había visto. 45 Y nuestros antepasados, que la recibieron en sucesión, también la introdujeron con Josué en la tierra poseída por las naciones, a quienes Dios echó fuera de delante de nuestros antepasados. Allí permaneció hasta los días de David. 46 Él halló favor a vista de Dios y pidió [el privilegio de] proveer habitación para el Dios de Jacob. 47 Sin embargo, Salomón le edificó casa. 48 No obstante, el Altísimo no mora en casas
hechas de mano; así como dice el profeta: 49 ‘El
cielo es mi trono, y la tierra es el escabel de mis pies. ¿Qué clase de casa edificarán para mí?, dice Jehová. ¿O cuál es el lugar de mi descanso? 50 Mi mano hizo todas estas cosas, ¿no es así?’. 51 ”Hombres obstinados e incircuncisos de corazón y de oídos, siempre están ustedes resistiendo el espíritu santo; como hicieron sus antepasados, así hacen ustedes. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados? Sí, mataron a los que de antemano hicieron anuncio respecto a la venida del Justo, cuyos traidores y asesinos ustedes ahora han llegado a ser, 53 ustedes que recibieron la Ley según fue
transmitida por ángeles, pero no la han
guardado”. 54 Pues bien, al oír estas cosas se sintieron cortados hasta el corazón, y se pusieron a crujir los dientes contra él. 55 Mas él, estando lleno de espíritu santo, miró con fijeza al cielo y alcanzó a ver la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios, 56 y dijo: “¡Miren! Contemplo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios”. 57 Ante esto, ellos clamaron a voz en cuello y se pusieron las manos sobre los oídos y se precipitaron de común acuerdo sobre él. 58 Y después de echarlo fuera de la ciudad, se pusieron a arrojarle piedras. Y los testigos pusieron sus prendas de vestir exteriores a los pies de un joven llamado Saulo. 59 Y siguieron arrojándole piedras a Esteban mientras él hacía petición y decía: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. 60 Entonces, doblando las rodillas, clamó con fuerte voz: “Jehová, no les imputes este pecado”. Y después de decir esto, se durmió [en la muerte].”
Hechos 8:1-40 “Saulo, por su parte, aprobaba
el asesinato de él. En aquel día se levantó gran persecución contra la congregación que estaba en Jerusalén; todos salvo los apóstoles fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria. 2 Pero varones reverentes se llevaron a Esteban para sepultarlo, e hicieron gran lamentación sobre él. 3 Sin embargo, Saulo empezó a tratar atrozmente a la congregación. Iba invadiendo una casa tras otra y, sacando a rastras tanto a varones como a mujeres, los entregaba a la prisión. 4 No obstante, los que habían sido esparcidos iban por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra. 5 Felipe, uno de estos, bajó a la ciudad de
Samaria y se puso a predicarles al Cristo. 6 Las
muchedumbres prestaban atención de común acuerdo a las cosas que Felipe decía, mientras escuchaban y miraban las señales que él ejecutaba. 7 Porque había muchos que tenían espíritus inmundos, y estos clamaban con voz fuerte y salían. Además, muchos paralíticos y cojos fueron curados. 8 De modo que llegó a haber mucho gozo en aquella ciudad. 9 Ahora bien, en la ciudad había cierto varón, Simón por nombre, que, antes de esto, había estado practicando artes mágicas y asombrando a la nación de Samaria, mientras decía que él mismo era alguien grande. 10 Y todos ellos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención y decían: “Este hombre es el Poder de Dios, que puede llamarse Grande”. 11 De modo que le prestaban atención porque los había asombrado durante mucho tiempo con sus artes mágicas. 12 Pero cuando creyeron a Felipe, que estaba
declarando las buenas nuevas del reino de Dios y
del nombre de Jesucristo, procedieron a bautizarse, tanto varones como mujeres. 13 Simón mismo también se hizo creyente, y,
después de bautizarse, atendía constantemente a
Felipe; y quedaba asombrado al contemplar las señales y grandes obras poderosas que se efectuaban. 14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan; 15 y estos bajaron y oraron para que recibieran espíritu santo. 16 Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces se pusieron a imponerles las manos, y ellos empezaron a recibir espíritu santo. 18 Ahora bien, cuando Simón vio que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el espíritu, les ofreció dinero, 19 diciendo: “Denme a mí también esta autoridad, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba espíritu santo”. 20 Pero Pedro le dijo: “Perezca tu plata contigo,
porque pensaste conseguir posesión de la dádiva
gratuita de Dios mediante dinero. 21 No tienes tú ni parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto a vista de Dios. 22 Arrepiéntete, por lo tanto, de esta maldad
tuya, y ruega intensamente a Jehová que, si es
posible, se te perdone el proyecto de tu corazón; 23 porque veo que eres hiel venenosa y lazo de
injusticia”. 24 En respuesta, Simón dijo:
“Rueguen ustedes intensamente a Jehová por mí para que no me sobrevenga ninguna de las cosas que han dicho”. 25 Por lo tanto, habiendo dado el testimonio cabalmente, y hablado la palabra de Jehová, ellos se volvieron a Jerusalén, e iban declarando las buenas nuevas a muchas aldeas de los samaritanos. 26 Sin embargo, el ángel de Jehová habló a Felipe y dijo: “Levántate y ve hacia el sur, al camino que baja de Jerusalén a Gaza”. (Este es un camino por el desierto árido.) 27 Ante aquello, él se levantó y se fue, y, ¡mira!,
un eunuco etíope, hombre en poder bajo
Candace reina de los etíopes, y que estaba sobre todo el tesoro de ella. Él había ido a Jerusalén para adorar, 28 pero volvía, y estaba sentado en su carro y leía en voz alta al profeta Isaías. 29 De modo que el espíritu dijo a Felipe: “Acércate y únete a este carro”. 30 Felipe corrió al lado y le oyó leer en voz alta a Isaías el profeta, y dijo: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?”. 31 Él dijo: “¿Realmente, cómo podría hacerlo, a
menos que alguien me guiara?”. Y suplicó a
Felipe que subiera y se sentara con él. 32 Ahora bien, el pasaje de la Escritura que leía en voz alta era este: “Como oveja fue llevado al degüello; y como cordero que es mudo ante el que lo trasquila, así él no abre su boca. 33 Durante su humillación apartaron de él el juicio. ¿Quién referirá los detalles de su generación? Porque su vida se quita de la tierra”. 34 En respuesta, el eunuco dijo a Felipe: “Ruégote: ¿De quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro hombre?”. 35 Felipe abrió la boca y, comenzando por esta Escritura, le declaró las buenas nuevas acerca de Jesús. 36 Entonces, siguiendo por el camino, llegaron a cierta masa de agua, y el eunuco dijo: “¡Mira! Agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?”. 37 —— 38 Con eso, mandó parar el carro, y ambos bajaron al agua, tanto Felipe como el eunuco; y él lo bautizó. 39 Cuando hubieron subido del agua, el espíritu de Jehová prontamente condujo a otro lugar a Felipe, y el eunuco no lo vio más, porque siguió su camino regocijándose. 40 Pero Felipe se halló en Asdod, y pasó por el territorio y siguió declarando las buenas nuevas a todas las ciudades hasta que llegó a Cesarea.”