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Santiago de Chile
2016
1
DEDICATORIA
A Ramona.
2
RESUMEN
3
TABLA DE CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN 5
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CONCLUSIÓN 88
BIBLIOGRAFÍA 96
4
INTRODUCCIÓN
Contexto
5
relacionado con la política en la sociedad Latinoamericana en la segunda
mitad del siglo XX a partir de la Revolución Cubana en 1959” (Faúndez 33).
6
oficial de arte chileno. De acuerdo a Nelly Richard, sus integrantes
creativa que cruzan las fronteras en los géneros (las artes visuales, la
interesó
7
plantea la reconceptualización crítica del lenguaje, las técnicas, los géneros
de la tradición artística.
8
Esto conlleva además, a la disolución del ego poético, puesto que tacha su
nombre; pone entre paréntesis; titula sus obras de modo que el hacedor de
ella sea cuestionado y eliminado. En efecto, “paréntesis y tachaduras quieren
ser un problema y un énfasis de la desaparición voluntaria del autor del texto”
(Rioseco 861). Por consiguiente, se vuelve inútil la pretensión de imponerle
un límite al texto y fijar su sentido.
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Además, su poesía guarda relación con la Neovanguardia brasileña: la
poesía concreta. Ésta presenta algunos rasgos que coinciden con la
producción de Martínez, como es la pérdida del predominio del verso; el
poema se acepta como un experimento gráfico-visual, como forma espacial
se transforma en una palabra cosa; se renuncia al significado absoluto y se
permanece en lo relativo perenne, menciona Gonzalo Aguilar (185-205). De
acuerdo a lo anterior, ya no habría más molde que seguir. Sólo nuevas
formas que intentar en la incorporación y predominancia de lo visual. En un
contexto más local, posee como referentes a los autores chilenos como
Enrique Lihn y sus libros objeto, Nicanor Parra y los artefactos, Guillermo
Deisler, RaúlZurita.
Por otra parte, no podemos dejar de señalar a los autores que nuestro
poeta admira y que de algún modo lo han inspirado, algunos de los cuales
son visiblemente reconocidos en los fragmentos o recortes de imágenes que
observamos en sus páginas. Algunos de ellos son: Lewis Carroll, Henri
Michaux, Stéphane Mallarmé, Jean Tardieu, los patafísicos, entre otros.
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Presentación del objeto de estudio
Problema de investigación
12
Analizar y describir los fenómenos de reflexión metapoética que
realiza Juan Luis Martínez en su obra en el contexto de la
Neovanguardia. Especialmente, nos centraremos en:
Marco teórico
Noción de metapoesía
13
del lenguaje metalingüística del lenguaje, en la cual lenguaje es utilizado
para hablar del lenguaje (357). A partir de este antecedente, podemos
extrapolar esta definición para hablar de metapoesía. La teoría entiende este
concepto como “el discurso poético cuyo asunto, o uno de cuyos asuntos, es
el hecho mismo de escribir poesía y la relación ente autor, texto y público”
(Naval 19).
14
desplegada. Lo que quiere decir que es un juego de signos ordenado menos
por su contenido o significado que por la naturaleza misma del significante”
(333). Aunque la situación que plantea el teórico es bastante categórica, no
podemos considerarlo como un hecho, pero sí como una reflexión más que
no ayuda a comprender y abordar la obra de Martínez.
15
cuestionamiento reflexivo de la presencia de éste en su creación artística,
por ende, se produce una reflexión metapoética en la esfera en que la misma
obra habla de su autor.
16
neovanguardistas pretendían “disolver la frontera de los géneros
tradicionales realizando una acción que no se enmarca dentro de ningún
formato establecido (la obra es ‘ni poesía, ni escultura, ni pintura, ni
arquitectura, ni monumento, ni ‘obras públicas’, ni publicidad, ni máxima
popular’ siendo todo eso a la vez” (Richard 52). Esto evidencia en El poeta
anónimo, puesto que la obra reflexiona sobre los diversos códigos que
emplea. Los mismos títulos de los capítulos anuncian de antemano la
reflexión que se producirá acerca de los significantes y los significados de los
signos gráficos y lingüísticos que aparecen en ella. En este sentido, el
metapoema será un tópico importante en la obra, puesto que se reflexiona
acerca del soneto en cuanto a su estructura rígida. En los estudios de poesía
concreta brasileña se critica también esta forma arquetípica. Gonzalo Aguilar
siguiendo a Rancière destaca que
17
Por otra parte, notaremos que al reflexionar sobre los signos se
provoca la ruptura semántica. Se amplían los significantes y el significado no
se comprende como un absoluto: la ruptura semántica y conceptual a la que
apelaba Benjamin en su mención de un arte refractario (de un arte de la
negación y la desviación) se diseñó –en Chile– para escapar del
autoritarismo militar y de las ordenanzas de la censura administrada de la
cultura oficial, pero también para fugarse de ciertos reduccionismos
ideológicos (los de la política ortodoxa) y técnicos (los de la sociología de la
cultura opositora) señala Nelly Richard (17). Así se concreta “la muerte del
sentido, la pérdida cultural del yo, la sutura apenas regenerada de los vacíos
entre espacios, ritmos y cadencias en los que un significante va a reemplazar
a otro hasta llegar al desfallecimiento de la última letra” (Ibíd. 19). Además,
“una vez eliminado el Autor, se vuelve inútil la pretensión de descifrar un
texto. Darle un Autor a un texto es imponerle un límite a ese texto, proveerlo
de un significado último, cerrar la escritura. Pues, al desaparecer el autor
desaparecen las certezas hermenéuticas respecto del texto, señala Barthes.
Y podríamos decir que la Neovanguardia, no puede exceder al texto, su
gesto ya no es el de la expresión. Sin embargo, existe un lugar en el que se
recoge toda esa multiplicidad de citas, y ese lugar es el lector (Barthes 5).
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Para la interpretación, se requiere a un lector especial, hipotético,
ideal, capaz comprender o incomprender la hermenéutica del texto completo.
Como señala Wolfgang Iser, “el lector ideal, entonces, debe no sólo
completar el significado potencial del texto independientemente de su propia
situación histórica, sino que además debe hacer esto exhaustivamente” (29).
Situación que para esta obra en particular nos parece imposible o insuficiente
porque evidenciaremos que no se propone construir un significado a partir de
su recepción y lectura.
19
expectativas que le muestre el texto debe hacerle suscitar ideas,
cuestionarlas y hasta decepcionarle, porque lo que sí resulta evidente es que
este texto –como la literatura en general- está dirigido hacia la percepción–
(Jauss 3) y todo lo que ella pueda suscitar, más que la obtención de una
clave para el desciframiento del texto. Por ello, notamos que en esta obra se
propone y supone cierta idea de lector que analizaremos en el tercer capítulo
de este estudio.
20
CAPÍTULO I
21
principio– y no planteó como posibilidad de que en verdad el autor de los
poemas fuese otro. Esta situación será analizada en detalle más adelante.
Mientras tanto, podemos reconocer los múltiples juegos que ha suscitado a
partir de sus obras con su estilo de presencia/ausencia: “Me complace
irradiar una imagen velada como poeta; esa noción de existir y no existir, de
ser más literario que real” (64). Es esta imagen velada, como cataloga
Martínez a su propia figura de autor, la que queremos analizar dentro del
corpus de El poeta anónimo en donde se produce una interesante
metarreflexión.
22
etc.’, que sería una tautología, un recurso expresivo que Juan Luis
transformó en pajarístico” (112). Aquí se hace patente cita anterior del poeta
donde indica que los autores solo reproducen palabras ya dichas por otros,
asciendo descender el protagonismo de ellos en sus creaciones.
Mientras tanto, Scott Weintraub señala en La última broma de Juan
Luis Martínez, que la situación que se genera en la obra de Martínez, se
trataría de un “problema de la anonimia” en relación con la figura del autor, a
partir de la cual abren nuevas líneas de investigación futura (23), pero que no
será fundamental para nuestra propuesta de presencia y ausencia.
Por nuestra parte, pensamos que al enfrentarnos con el Poeta
anónimo, de entrada nos parece que pretende suprimir las marcas del autor,
puesto que su título refiere inmediatamente a la ausencia; a un poeta sin
nombre, como llevando a la práctica la idea de que el autor entrara en su
propia muerte, al comenzar la escritura (Barthes 1). Por otra parte, el
planteamiento de la muerte del autor se hace patente a partir de la
composición material y visual que ofrece su obra: “El poeta anónimo está en
una caja negra que claramente evoca el ‘libro-ataúd’ de La poesía chilena”
(Weintraub 21). Entre sus casi 300 páginas destaca el color negro de las
fotocopias sobre páginas blancas –salvo la bandera chilena en papel de
arroz con sus tres colores; único objeto del libro que no está integrado en el
cosido del libro.
Además, debemos considerar el cometido que realizó a su mujer,
Eliana Rodríguez, de publicar su obra luego de que él falleciera luego de una
Juan Luis Martínez se encargó de armar su libro y ordenarlo en vida. Cabe
destacar que el poeta cayó gravemente enfermo luego de haber tenido una
disputa con militares por defender a una mujer en la calle Valparaíso en Viña
del Mar. A partir de esto, debió mantenerse postrado paulatinamente por 10
años hasta su muerte, lo cual indica que tuvo tiempo de planificar su obra
póstuma sabiendo que se iba a morir –a ello se debe también el estilo de
juego que plantea con su presencia/ausencia y el tratamiento del tópico de la
muerte–.
23
Varios de sus amigos y cercanos declaraban estar al tanto de este
trabajo y manifestaban las ansias de conocerlo. Las hojas que lo componen
esperaban el momento de la publicación en fundas de plástico dentro de un
archivador. Por lo tanto, el autor de Poeta anónimo está literalmente muerto
cuando su obra sale a la luz el año 2013 y genera un curiosa sensación de
estar ante una obra póstuma. No por nada, el epílogo –justamente el
Epílogo- lleva por título “Veinte años después”: dos décadas desde su propia
muerte a causa de un infarto fulminante en 1993, pero que En este apartado,
que se denomina como una novela de Alejandro Dumas de 1845, presenta
una serie de reconocidos poetas con sus respectivas fotografías en que se
contrastan y evidencian dos épocas de su vida como las de los autores
Charles Baudelaire a los 20 y a los 40 años; Antonin Artaud en distintas
etapas de su vida -20 y 51 años de edad-.
Llama la atención la ironía del poeta para jugar con su propia muerte y
el estoicismo para enfrentar su propia muerte dentro de la obra –y podríamos
suponer que fue una manera de enfrentarla extratextualmente–. El telegrama
en tránsito, es un juego y una especie de anuncio de propia su muerte. Este
texto nos podría hacer recordar los certificados de defunción de autores
como Gabriela Mistral y Pablo Neruda que el poeta porteño incorporó en La
poesía chilena.
24
Signo troquelado 1
25
Un juego similar sucede con una carta dirigida a Juan Luis, firmada
por un remitente que se presenta como Hugo y se dirige al destinatario
llamado “Juan Luis. Más adelante, observamos una pintura llamada “El
retrato imaginario”, en que el rostro del protagonista de la pintura no aparece
completamente, sólo se atisba uno de sus ojos y parte de su faz. Quizás este
retrato represente lo que declaraba Juan Luis acerca de su propia figura de
autor respecto de la noción de existir y no existir, estar o no estar en su obra.
Signo troquelado 2
26
Por consiguiente, notamos que no es la muerte o desaparición total
del autor, la que aquí se propone, aunque así lo haya expresado el poeta
dentro sus pretensiones como tal: “Me interesa construir un trabajo poético
donde mi participación sea muy mínima, como un instrumento nada más de
esa fuerza autónoma que es el lenguaje” señalo en una entrevista con el
escritor Roberto Brodsky (Poemas del otro 75). No obstante, al tratar esta
ausencia, es decir, al imponer la anonimia en el título de su creación artística,
inevitablemente está destacando metarreflexivamente la figura del autor.
Esta paradoja de intentar hacer desaparecer la figura del autor y de luego
presentarla de una forma evidente, es muy importante, puesto que se
convierte en un señalamiento y un problema en El poeta anónimo.
Ante esta carencia, el foco de atención se vuelca hacia la presencia
autorial y especialmente sobre el nombre, que se evidencia también desde la
portada del libro en el título alternativo puesto en paréntesis, -como si
decreciera su importancia-:(O el eterno presente de Juan Luis Martínez).
Como señala Foucault, el nombre propio aquí es más que una indicación o
un dedo apuntando a alguien. Puesto que el nombre de autor, no es uno
como cualquier otro y cumple una función dentro del texto (336) y esto bien
lo sabe el poeta porteño, ya que como veremos más adelante, tiene plena
conciencia respecto de lo que crea. Tanto así, que nos exhibe su presencia
como autor en la reflexión metapoética dentro de una obra que en su título se
plantea como anónima.
En primer lugar, podemos evidenciar la autorreflexividad del autor con
la revelación de una fotografía del propio autor dentro de su obra. Valeria de
Los Ríos (2009) señala que “el procedimiento fotográfico reflexionar sobre la
representación” (56) en este caso, sobre el creador de la obra. Esta
corresponde al acontecimiento de su Primera Comunión, mientras era
estudiante del Colegio de los Sagrados Corazones de Valparaíso en el año
1950, dato que podemos extraer de la fotocopia de un “santito” que recuerda
este evento, ubicado en una de las páginas anteriores a la fotografía. Parece
paradójico que titule a su obra omitiendo en principio a su autor, y luego no
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solo exponga su nombre, sino que más significativamente aún, su propia
persona y parte de los acontecimientos de su vida por medio de la fotografía.
Además, la fotografía tiene una función indexical, esto es, remitir a la
huella de algo que estuvo ahí, como explica Valeria de los Ríos siguiendo a
Barthes:
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Signo troquelado 3
Signo troquelado 4
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Como señala Jorge Polanco, con este acto de camuflaje inicial y de
insistencia en la presencia “el poeta se recoge en el gesto del ocultamiento,
porque en el entramado con el silencio pervive una opción radical: el
(des)escribirse ante la hoja su escritura estuvo circunscrita al silencio más
difícil: a la inmersión del yo en la fuente inagotable de la poesía” (144 - 145),
porque cuando la poesía está posicionada en primer lugar, el trabajo del
autor se centra en el espesor de la palabra, insiste Polanco.
En segundo lugar, otras referencias claras hacia la autoría de Martínez
son también las pinturas que contienen la letra M como figura central que
corresponde a la inicial de su apellido. En efecto, nos encontramos con “La
figura M de Kepler” de 1618”; “Taples” pintura de 1960 y “M” de 1932 de
Milos Urbásek.
Uno de los apartados más relevantes sobre este tema es “La ausencia
de autor” que se encuentra dentro del capítulo quinto: “Los signos
troquelados”. Esta sección aporta con varias páginas a la reflexión
metapoética del autor. En ella nos encontramos con una reseña en francés
del libro Le silence et sa brisure (1976).
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Signo troquelado 5
Este recorte que el poeta decidió poner en este sitio es clave para
entender, incluso, “su obra” anterior, Poemas del otro. Así lo destaca, Scott
Weintraub en el ensayo titulado La última broma de Juan Luis Martínez:
31
la traducción no-atribuida de Le silence et sa brisure es, en realidad,
parte clave del proyecto lúdico y al mismo tiempo rigurosamente
filosófico de Martínez. Así, el presente texto primero prueba que
Martínez tradujo un poemario escrito por un autor del mismo nombre y
lo hizo pasar por suyo sin que nadie se diera cuenta durante más de
diez años. Luego busca desenterrar y analizar en detalle este
deslumbrante chiste del afterlife poético de Martínez, prestando
atención particular a la manera en que este descubrimiento de la
verdadera autoría de Poemas del otro termina enriqueciendo la
apuesta poética de Martínez (20).
Aquí se revela uno de los secretos que nuestro poeta se llevó a la
tumba, aunque siempre lo reconoció abiertamente en el título; eran poemas
del otro. Weintraub destaca esta situación cuando Joannon, editor de esta
obra, señala que: “Cuando se le preguntó a Martínez por el origen de estos
poemas, él dijo que no los había escrito él, sino que ‘el otro’” (31). Sí, el otro
Juan Luis Martinez –sin tilde-, aquél poeta catalán nacido en 1953, al cual
encontrara en el catálogo de la biblioteca del Instituto Chileno-français de
Valparaíso, desde donde el poeta porteño extrajo el libro. Por consiguiente,
Joannon perdió de vista literalmente que se trataba de otro poeta.
A partir del libro hallado, Juan Luis Martínez tradujo al español 17
poemas, los cuales incluyó en Poemas del otro. Llama la atención
sobremanera no solo la coincidencia de nombre de ambos poetas, sino que
también la reseña del contenido de la obra. Reproduzco aquí un fragmento
de la traducción que presenta Weintraub:
32
¿Acaso no podríamos aseverar que nuestro Juan Luis Martínez no
posee un carácter y una individualidad hiperconscientes acerca de su figura y
función como autor? Claro que sí, y así lo sigue demostrando su poesía
metarreflexiva. Sumado a lo anterior, en la parte superior de este escrito se
presenta en un fondo negro la silueta de un perfil, como si señalara
gráficamente la presencia sombreada del autor. Ante tal descubrimiento,
Marcelo Rioseco reconoce admirado que desde la tumba Martínez se volvía
a salir con la suya y que como Borges, parecía interminable y que para
entender su proyecto era necesario hacerlo desde el juego y el humor: “Juan
Luis Martínez en un Scriptor Ludens, pero uno de los peligrosos, un
sembrador de bombas, un ‘conspirador sin rostro ni nombre’, un fabricante
de lugares de desaparición que puede poner entredicho todo el aparato
hermenéutico que lo ha estudiado por años” (Rioseco 14).
Una de las consecuencias de este hallazgo es la reorganización de la
bibliografía de Juan Luis Martínez y la reconsideración de los estudios
críticos acerca de su obra poética. Y como declara Scott Weintraub al final de
su ensayo: “Creo firmemente que Martínez es aún más Martínez por haber
traducido un libro escrito por un autor del mismo nombre y hacerlo pasar por
‘suyo’ durante más de una década. En otras palabras, Martínez es más
Martínez cuando no es él mismo. Extraño logro de la impersonalidad, solo se
desaparece volviendo a aparecer” (54).
Ya en años anteriores había confesado una de sus intenciones en una
entrevista en 1991 con el psicoanalista y filósofo Felix Guattari: “Mi mayor
interés es la disolución absoluta de la autoría, la anonimia, y el ideal si puede
usarse esa palabra, es hacer un trabajo, una obra en la que no me
pertenezca casi ninguna sola línea, articulando en un trabajo largo muchos
fragmentos. Son pedacitos incluso que se conectan. Es un trabajo de
Penélope” (Poemas del otro 82). Podríamos decir que El poeta anónimo se
acerca bastante a este ideal pretendido en cuanto a la composición de
signos y fragmentos que se presentan en él y además, se potencia la
33
ausencia del autor, sin embargo para destacar lo anterior, lo lleva a cabo a
partir de su presencia solapada.
Signo troquelado 6
34
del descubrimiento de esta última broma– ni tampoco como un
desplazamiento autobiográfico del autor– o supuesto autor (Weintraub 46).
Mas sí lo leeremos como el artífice consciente del entramado de citas y
signos troquelados de su obra. Es más, apostamos por su propuesta
autorreflexiva. Puesto que en el poema traducido de su ortónimo “Yo”,
pareciera presentarse una clara referencia hacia la figura del autor de El
poeta anónimo:
35
El escrito “Abuso de conciencia” de Jean Tardieu nos trae una
advertencia que nos hace pensar en el “creador de cajitas”, en el Juan de
Dios, en el Juan Luis Martínez: “¡pero no se vaya a pretender que soy yo!
¡Vamos! ¡ todo es falso aquí! Cuando me hayan devuelto a mi casa y mi vida,
entonces encontraré mi verdadero rostro” (En Rayuela de Cortázar (-143)).
Y he aquí, que no sólo él –creemos–, sino que también nosotros, sus
lectores, encontramos ese rostro verdadero: velado, en el eterno presente de
Juan Luis Martínez.
En conclusión, en este primer apartado de la nuestra investigación
hemos abordado la metarreflexión acerca del autor que nos presenta El
poeta anónimo. Hemos analizado esta función dentro del corpus y hemos
evidenciado, que si bien existe una intención de hacer desaparecer al autor,
de ocultarlo por una parte, al reflexionar sobre sí dentro de la obra, se realza
la presencia del mismo. Aunque como el mismo Juan Luis reconoce, su
presencia es velada y, podríamos agregar, insistente. El juego de este autor
funcionó, sigue y continuará funcionando en su estilo lúdico. Pues como
señala una de las citas de sus recortes fotocopiados, podemos aseverar:
“Martínez anunció la victoria”:
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Signo troquelado 7
37
CAPÍTULO II
38
(Rioseco 855). En este sentido hay una suspensión del nivel referencial que
remite a una realidad externa a la obra, y un énfasis en la remisión del
lenguaje a sí mismo.
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consecuencia, eliminar de paso al autor) o para escindirlo en distintas voces
fragmentadas y diversas” (Espinoza, en Rioseco 857).
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se produce una aguda reflexión sobre las posibilidades del lenguaje
como espacio de la cultura. El problema que ocupa su escritura es no
sólo el lenguaje poético, sino la materialidad de la escritura y del arte.
Esta relación produce un tipo de texto definido por su autorreflexividad
y por el cuestionamiento de sus propias posibilidades de expresión y
de significación de lo real (Galindo 162).
Signo troquelado 8
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La fotografía anterior ha sido reciclada; lo que remite a su
reproductibilidad técnica mediante el proceso de fotocopiado. Intitulada por el
puño y letra del poeta “La tumba fotográfica ex/cavaciones textuales”. Vuelve
a estar presente el tema de la muerte y la tumba, mediante un tombeau,
género literario de homenaje póstumo. Aunque más bien, creemos que ésta
representa gráficamente la intención del Poeta anónimo de profundizar a
nivel textual, es decir, realizar un cuestionamiento de los límites del texto, de
la obra poética, en definitiva del significante.
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En efecto, como explica Federico Schopf, en su creatividad artística, el
poeta recoge
Por otra parte, las citas, que componen esencialmente esta obra
potencian lo fragmentario en su conjunto. No obstante, el sumario y los
títulos de los capítulos intentan otorgar cierta unidad a los recortes
heteróclitos. Lo que constituye un gesto duchampiano del objet trouvé o
ready made, es decir, lo único que hace el artista es escoger el objeto y darle
título.
43
De acuerdo a Nelly Richard, estos trabajos de reconceptualización
artística que utilizó el arte de “avanzada” mediante los procedimientos
fragmentarios y ensamblantes como el recorte, montaje y collage “nos
hablan de los procesos de transferencia cultural y de las cadenas de
traducción de signos que caracterizan a la experiencia latinoamericana de
una cultura periférica, con sus discontinuidades de contexto entre el original
metropolitano y sus reciclajes locales” (18). Dichos procedimientos son
susceptibles de ser reconocidos en Martínez, incluso podrían ser expresión
de los desencajes entre arte y política frente a las fracturas de
representación (19). Esta es una temática que no abordaremos en
profundidad en esta investigación, sino que nos limitamos a enunciarla para
quien se interese en estudiarla.
Como explica Matías Ayala siguiendo a Barthes, con las citas “se
potencia lo fragmentario y lo alusivo, pero no la claridad semántica. La
descontextualización y recontextualización es la estrategia dominante para
confundir el sentido, ya que se borran las huellas del origen y el fragmento
queda ‘suspendido’ en el papel al no saberse con qué iba encadenado”
(158). En efecto, esto es lo que sucede con los signos troquelados, al
provenir desde diversos autores, contextos no identificados y tratar tópicos
diversos. Por consiguiente, se crea el efecto de fragmentariedad y se dificulta
la posibilidad de otorgar sentido o se produce un sentido diverso del original
que proviene del montaje de fragmentos recontextualizados.
44
relación con el lector (10). De acuerdo a Zúñiga siguiendo la propuesta de
Zambra señala que “Martínez provocó un ensanchamiento del horizonte,
puesto que hizo que la poesía invadiera territorios de las artes visuales, y así
todo se volvió más difícil de catalogar. Como gesto de provocación, me
parece insuperable” (on line).
Por ende, notamos que el objeto poético del cual trata la obra de
Martínez se ve escindido, puesto que las partes que componen el todo, no se
ensamblan indefectiblemente: “no todos los elementos presentes son
necesarios o tienen una posición necesaria para aprehender el sentido que
tradicionalmente se espera del conjunto. Tampoco sus partes se ensamblan
perfectamente. […] respecto a la obra vanguardista parece no haber ningún
código ni orden previo del mundo. Ni mundo” señala Schopf (20). Algunos
45
Signo troquelado 9 Signo troquelado 10
46
Como percibimos, la procedencia de los recortes es heterogénea, sus
fuentes originales son imposibles o en todo caso difíciles de rastrear.
Tenemos, en primer lugar, a estrella de la bandera chilena, que en su
soporte original, según lo que se observa, debería ser de tela. Luego, a la
derecha: un fotomontaje con la cabeza de Arthur Rimbaud; el cuerpo con la
caricatura de Charlie Chaplin y la cita desconcertante que irrumpe sobre su
cuerpo. Dicha frase es de la autoría del propio Martínez, pues ya la
conocíamos desde La Nueva novela. Enseguida, vemos el retrato de un
prócer de la patria, Manuel Rodríguez, convertido en caricatura con las
inscripciones sumatorias, al modo cotidiano que un almacenero de barrio
saca cuentas de las ventas realizadas a sus clientes. Finalmente, una página
que contiene una lección de gramática inglesa, que nos otorga el título de la
obra a la cual pertenece, pero no la posibilidad de ubicar al autor de A Short
Gramar of the English Tongue.
. Como se aprecia en estos signos recogidos aparentemente de forma
azarosa y de acuerdo a lo que señala Federico Schopf, “el montaje de estos
materiales de tan diverso origen rompe la apariencia de conjunto orgánico y
suficientemente homogéneo que tenían las obras poéticas tradicionalmente,
tanto desde el punto de vista de los recursos expresivos como del contenido
representado o referido. Ya no hay necesariamente una correspondencia
básica entre el sentido de cada parte y el todo” (19). Así, los signos
troquelados que componen la obra no se relacionan con una temática
exclusiva, ni tampoco puede establecerse con claridad su referente ni su
significado. Sí podríamos mencionar que ante tal fragmentariedad y
heterogeneidad de fuentes, el lugar donde se propicia alguna relación de
sentido, si es que pudiera establecerse, es en el sumario, es decir en el
conjunto de apartados. Allí, se puede apreciar de modo general el contenido
de la obra poética de Martínez y en donde el lector de Poeta anónimo puede
intentar vincular los recortes fotocopiados. Pues la tarea de hilarlos recae en
el lector.
47
El sumario corresponde a una especie de índice. En él existe una
clara referencia a la obra misma: en el conjunto de los capítulos se observa
una predominancia referida al tópico de la muerte –tumba–, la poesía misma
y a las fases del signo: significado y significante. La invitación al viaje, título
tomado de un poema de Baudelaire es la invitación a recorrer las páginas de
este libro en la que se anticipan la reflexión sobre la poesía, las máscaras
que perviven en estas; los poetas y su honor que ya no tendrían tal valor,
considerando su ausencia; los signos y los silencios; los insurgentes lectores
perdidos en la desolación del nonsense.
2) El soneto
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Puesto que, “el poeta no tiene más modelo, celeste o humano, para imitar”
(201 Aguilar).
Signo troquelado 13
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Signo troquelado 14
50
Shakespearean, Miltonic y Petrarchan. Llama la atención que el mismo
escrito esté estructurado en citas que conforman bloques blancos dentro de
la página negra, con lo que se hace visible la estructura del soneto. Por su
parte, “The shakespearean sonnet” contiene el poema 116 de William
Shakespeare, organizado en las estrofas propias del soneto. Subyacen a
éstas, el recorte vertical que contiene el orden de las rimas consonantes. Por
consiguiente, la rima obligada en el soneto rompe la sintaxis del verso;
descuartiza su sentido en pos de cultivar la estructura rígida, tan valorada en
otra época.
Tal como Nicanor Parra adopta una postura irónica frente a esta
tradición estricta de la poesía y específicamente del soneto con su antisoneto
“Los cuatro jinetes del apocalipsis”, así también, Martínez se burla y se
rebela contra los mecánicos procedimientos que conlleva la confección del
soneto, creándolos a partir de textos reciclados de otros autores, incluso en
otros idiomas, lo que podemos entender como un experimento gráfico-visual,
en que no se pretende normar de manera particular la construcción de algún
poema, sino que se pretende mostrar que no son necesarias las reglas
mecánicas, ya que la libertad de crear y romper los cánones hace infinita la
producción literaria y artística.
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Signo troquelado 16
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En él, nos encontramos nuevamente con la organización de estrofas al
estilo del soneto. Se utiliza el recurso anafórico de un mismo verso repetido,
sin producirse el mínimo cambio. La rima, por su parte, no está designada
con letras sino con símbolos, –que por lo demás corresponden al logotipo de
la editorial Penguin–. La rima consonante se identifica con tres símbolos de
pingüinos. Ello provoca una tensión entre la palabra y el ícono, puesto que el
ícono reemplaza a la coincidencia de letras finales del verso y este símbolo
posee la cualidad de parecerse a lo que designa, al pingüino, mientras que la
palabra carece de esta condición.
53
En los dos retratos de la página anterior, se produce la situación
inversa, pues aquí las imágenes son tratadas como textos. Éstas al ser
recortadas y seccionadas en cuatro, simulan las dos estrofas de cuatro
versos y las dos finales de tres versos, aplicándosele así el soneto como
molde. En efecto, “la forma ya no antecede al poeta, quien no tiene dónde
depositar su deseo mimético. El verso no puede recostarse más en un
modelo idealista y tradicional, queda solamente la dialéctica inmanente de un
verso nuevo que pueda reconstruir el ‘ritmo esencial’, razón última del trabajo
poético” (Aguilar 202).
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Por otra parte, la predominancia de la lengua inglesa –en este caso- y
la de otros idiomas a lo largo del Poeta anónimo realza el significante por
sobre el significado, lo que también genera un extrañamiento en el lector
hispanoparlante. Quizás el autor tenía la intención de posibilitar la circulación
más amplia de su obra-. Es interesante el subtítulo de la página “Exercises
on finding the meaning”, puesto que se produce una paradoja que podríamos
comparar con el Poeta anónimo en general, ya que es como si este mismo
nos desafiara a encontrar significado y al mismo tiempo nos confrontara con
significantes que no significan, que se resisten a la interpretación, ya sea por
la ausencia de autor, sea por las frases discontinuas.
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3) Significante y Significado
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Esto es, el significante se corresponde con la imagen acústica, que
por ser una representación sensorial, no sólo la asociaremos con el signo
lingüístico –texto–, sino que también, para efectos de nuestro análisis, la
entenderemos como la imagen sensorial, susceptible de ser provocada por
signos como un dibujo, una fotografía, un objeto, entre otros.
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aquí, sino las sensaciones que puede provocar el significante de este recorte
en la obra de Martínez
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De una manera similar, en la siguiente página se muestra un diagrama
con los retratos de William Shakespeare creados por diversos artistas. En
éste se produce un cuestionamiento de la semejanza como criterio de
identidad. Una roca puede parecer un animal, un retrato puede parecerse al
retratado, pero varios retratos son muy distintos entre sí. Los retratos
heterogéneos en sus colores, matices, estilos, épocas, autores, etc. refieren
a un mismo contenido: el retrato del dramaturgo inglés. Por consiguiente, se
realza el significante de sus signos, mediante la variedad que se muestra,
aludiendo al mismo referente en términos Peirceanos.
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A través de lo anterior, se constituye una reflexión respecto de los
propios signos que componen el libro. Se trata de una reflexión metapoética
en la que se destaca el comportamiento especial que tienen dentro de la
obra. Esto es, de que los significantes no remitan a un referente externo o a
un significado en el sistema de la lengua, sino que a sí mismos, no son
transparentes sino que opacos.
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A través del canto de los pájaros, el espíritu humano es capaz de
darse a sí mismo juegos de significación en número infinito,
combinaciones verbales y sonoras que le sugieran toda clase de
sensaciones físicas o de emociones ante el infinito. (Develar el
significado último del canto de los pájaros equivaldría al
desciframiento de una fórmula enigmática: la eternidad
incesantemente recompuesta de un jeroglífico perfecto, en el que el
hombre jugaría a revelarse y a esconderse a sí mismo: casi el Libro de
Mallarmé).
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“swan” en que el cuello del cisne tiene forma de s y juega a la vez con el
nombre Juan de Juan Luis Martínez.
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En efecto, en una conversación entre Martínez y Felix Guattari (1991),
el poeta porteño reconoce una función especial de su poética:
JLM : Hay una frase de Breton que dice que la historia de la poesía
moderna es la historia de las libertades que se han tomado los poetas
respecto del yo.
FG : Ciertamente. En las sociedades industriales capitalistas que han
perdido la polisemia de la expresión, el yo tiene que ir siempre pegado
a las personas. Hay una responsabilidad de la persona. Hay una
puesta en cuerpo social de la persona, mientras que el poeta introduce
lo que yo llamo una heterogénesis.
JLM : Y esa es su función fundamental.
FG : Yo diría que casi es una función militante.
JLM : Así entiendo mi trabajo e intento socavar lingüísticamente esa
estructura vertical, porque por ahí se puede perfectamente llegar a
Dios (4).
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pretende destacar el significante, puesto que éste se conforma en cadena,
linealmente, se avanza sobre él, pero no se asciende hacia el sentido.
Porque al poeta no le interesa la estructura vertical. Esta situación podría
ampliar nuestro tema de investigación y llevarnos al plano de lo político más
directamente si analizásemos la excavación de tumbas y la relación
detenidos desaparecidos durante la dictadura militar.
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rompe con las formas establecidas mediante un juego, nos entrega a los
lectores unos textos poco asibles si se busca en ellos, soluciones un sentido
estable y único. Su obra metarreflexiva, es más bien un texto a la deriva que
navega sin ruta marcada en ningún lugar. Y podríamos ahondar un poco
más en esta idea, pensando cierta cercanía con el misticismo que se deja
entrever en su propuesta. Pues mediante la renuncia al sentido como modo
de llegar a Dios, que estaría más allá del sentido y la razón. Incluso,
podríamos realizar una lectura política comprendiendo esto como la puesta
en crisis los signos porque nos oprimen.
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lectores y receptores de su obra, padecemos la “desolación de la quimera”
como se titula el séptimo capítulo del libro.
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CAPÍTULO III
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-¿Es cierto que La nueva novela ha entusiasmado mucho a unos
físicos extranjeros?
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milagros concedidos por el Espíritu Santo y su popular manifestación de
gratitud por medio de las placas.
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En el Poeta anónimo nos encontramos con un sumario que permite
una lectura lineal que consta de ocho apartados numerados (aunque no sus
páginas). A partir de estos se pueden generar relaciones insospechadas
(Quezada 16) por lo que se hace necesario que el lector actualice su
enciclopedia (Eco 75). Y esto en Martínez se debe realizar casi de manera
literal, puesto que el lector se encuentra con recortes de citas provenientes
de fuentes, temáticas, autores e incluso idiomas heterogéneos. En ella se
observamos retratos de personajes históricos, filosóficos, literarios, artísticos,
etc., que es necesario ir reconociendo en la medida de lo posible, ya que
como hemos señalado en el capítulo anterior, el rastrear todas las citas se
vuelve una labor insostenible. O sea que el libro supone que uno reconocerá
algunas y otras no, y nos desafía para que podamos probar hasta dónde
podemos llegar a reconocer o identificar, incluso intentando llegar a la fuente
de origen. Además, una vez que logramos reconocer algunas de estas
fuentes, sopesamos la descontextualización que presentan en el texto.
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Mediante la propuesta lúdica del autor, subyace un Horizonte de
expectativas textual, esto es “un ámbito de visión que abarca y encierra todo
lo que es visible desde un determinado punto” (Gadamer 21). En este caso,
el punto parte desde el texto. Es decir, considera un rol específico del lector:
que este participe de los juegos dispuestos. Porque la función predominante
de la literatura es estar dirigida a la recepción. Por ello, el destinatario de
esta, de algún modo se encontraría previsto. Así, el propio texto postula al
destinatario como “condición indispensable no sólo de su propia capacidad
comunicativa concreta, sino también de la propia potencialidad significativa
que éste tiene. En otras palabras, un texto se emite para que alguien lo
actualice; incluso cuando no se espera (o no se desea) que ese alguien
exista concreta y empíricamente” (Eco 77). Es como si Juan Luis Martínez
previera a un lector utópico que no existe pero que podría aparecer, a partir
de la cadena de artificios que articula en su obra.
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En este sentido, desde nuestra propia experiencia como lectores de
Poeta anónimo contribuimos a la actualización de su obra. Nuestro estudio
intenta ser una muestra concreta de ello, a partir de la reflexión metapoética.
En esta experiencia de lectura y relecturas hemos podido identificar algunos
patrones que propone el texto, como son los modelos de distribución de citas
o recortes en cuatro partes, semejando la estructura del soneto, como
también el calce de estas cuatro partes reunidas en una imagen completa
como se aprecia a continuación:
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En estas ocho páginas, observamos en la primera mitad, cuatro alas
que calzan luego en el espacio negro del cuadro titulado Flügel (ala).
Originalmente, en el libro aparecen sucesivamente las alas y en las
siguientes, los cuadros negros luciendo la ausencia de las pinturas
respectivas. Situación similar ocurre con los retratos de los poetas
cultivadores de sonetos. Cada pintura, o más bien la fotocopia, está
seccionada intencionadamente por el autor, en cuatro partes. Luego, los
cuatro nombres de los poetas son reunidos en la página contigua:
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Signo troquelado 38 Signo troquelado 39
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Signo troquelado 40
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el texto, que puede parecer simple, a primera vista, requiere un ejercicio
atento del lector para reconocerlo a medida que se avanza en la lectura, ya
que no hay números de página, ni de figuras que nos ayuden a enlazarlas.
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Signo troquelado 41 Signo troquelado 42
Signo troquelado 43
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En efecto, el texto en su postulación del destinatario, ha presagiado y
posibilitado la confusión del lector ante su obra, por ello se pregunta ¿Qué es
esto? ¿Poesía? ¿Bricolage? ¿Qué lograré con esta lectura? ¿Qué pretende
el texto? ¿Para qué habrá incluido esto… y esto? ¿Por qué en este orden? y
a modo de respuesta la pregunta que nos cuestiona de manera gráfica y
metarreflexiva acerca del género de su propia creación. ¿Y su respuesta? la
obra misma.
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Por último, nos encontramos con un crucigrama sin completar que se
titula en alemán Lektüre. En éste se presenta un crucigrama con el rostro de
un hombre, en el centro una serie de flechas en diversas direcciones y la
sola indicación de la palabra “situation”. En un costado fuera del crucigrama
el rostro joven de Arthur Rimbaud. El epígrafe sobre el crucigrama intenta dar
contexto con la frase: “Resulta aquí que el individuo está apostando su
orgullo para el tratamiento de los contenidos de la experiencia posible, así
como la administración, elemental para una posible sociedad. B. an A., Paris
den 7 s. 40”.
Este recorte que refiere al acto que realiza el lector podría equivaler a
una metáfora y una proposición de la obra para ser leída. Porque esta obra
manifiesta una idea de lector y porque el horizonte de expectativas del texto
se manifiesta en los patrones, en las pistas que nos entrega para realizar una
praxis de lectura muy participativa, en la que se podrán completar algunos
casilleros del crucigrama, seguir algunas flechas, pero probablemente nos
quedaremos con la incertidumbre de si era lo que se esperaba rellenar o el
Poeta anónimo aún nos depara más bromas y sorpresas.
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CONCLUSIÓN
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En cuanto a las características de la obra que estudiamos, podemos
mencionar que Poeta anónimo, libro cosido de hojas sin foliar contiene casi
únicamente fotocopias de recortes de diversas fuentes y de las temáticas
más variadas. Estos han sido dispuestos intencionadamente por su autor y
se encuentra encabezados por títulos designados por el autor junto a un
trigrama del I ching. Sólo un objeto encontramos entre las páginas del libro:
la bandera que ya conocían los lectores/receptores de la obra de Martínez en
Poesía chilena.
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Mediante un gesto de ocultamiento de la figura del autor, se realza la
creación artística por sobre su creador. Por ende, la poesía se percibe en
primer lugar. Weintraub entiende este gesto como una especie de anonimia
en que se disuelve la autoría. Incluso podríamos haber pensado en el
concepto de la muerte del autor que propone Barthes y que podría basarse
en la remezcla de escrituras y citas de diversos autores que presenta el
Poeta anónimo. Sin embargo, esta situación de cuasi desaparición no es
permanente a lo largo de las páginas puesto que, a pesar de este intento de
camuflaje, se nos muestra al propio autor con una insistencia en su
presencia. A partir de esta tensión se genera la metarreflexión sobre el autor.
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metarreflexiva, aún en su ausencia sabe realzar su presencia y plasmarla
con gran intensidad.
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La función metalingüística del lenguaje señalada por Jakobson es clave para
analizar los rasgos metarreflexivos en las páginas dispuestas por el poeta
porteño. Cuando predomina esta función el lenguaje en la obra, se utiliza
para referirse a sí misma. Bajo esta óptica pudimos evidenciar tres temáticas
en las que se produce una metarreflexión directa. Estas son: los signos
troquelados, el soneto y el significado y significante.
En efecto, uno de los apartados de la obra lleva por título “Los signos
troquelados”, con éste creemos que se alude directamente al modo de
confección de la obra, la cual está constituida por recortes de textos, dibujos,
fotografías, etc., extraídos desde variadas fuentes, como periódicos, libros,
revistas, entre otros. Con ello, se pone en cuestión la noción de autoría
original y se presentaría más bien, el autor como copista.
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Sumado a lo anterior, en la reflexión metapoética se puede vislumbrar
que se tematiza en torno al signo, específicamente destaca lo referido al
significante y al significado, las dos fases del signo que mencionara
Ferdinand de Saussure en su Curso de Lingüística General. Así, entendimos
el significante primero como la imagen acústica o representación sensorial,
por ende dentro de esta clasificación consideramos no sólo el signo
lingüístico sino que también las imágenes –signo icónico, de acuerdo con
Peirce–, que pueblan grandemente esta obra póstuma de Martínez.
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Para esta interrogante encontramos con una tensión particular que se
produce en ella que se manifiesta en la imposibilidad de producir sentido y la
invitación a buscarlo. De ello, se desprende la condición indispensable de
participar activamente en la lectura, cooperando en el proceso lector con
movimientos conscientes para seguir el juego propuesto: reconocer y
disfrutar los chistes, identificar las fuentes, autores, rastrear alguna fuente,
rendirse ante otras; actualizar una y otra vez la propia enciclopedia para
intentar relacionar la fragmentariedad de los recortes desplegados. El lector
de Martínez en esta obra puede identificar algunos patrones estructurantes
de sus signos troquelados, identificar tópicos como la muerte, la guerra, la
autoría.
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Este estudio ha intentado ser un aporte para la lectura del Poeta
anónimo. Una de las que posibilita su obra, pero que para nada limita la
proliferación de perspectivas que nos pueda provocar este poeta
hipersconciente, lúdico y el mejor teórico-crítico de su obra poética. Quedan
pendientes, entonces, las lecturas de arte y política para este libro, las del
contexto histórico en que fue producido, la de la concatenación de toda la
obra de Martínez con esta, su última obra póstuma conocida hasta este
instante. Porque sin duda Juan Luis Martínez “Aseguró su victoria”.
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