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ORACIONES VARIAS Y PARA DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS

1. ACCCION DE GRACIAS

Gracias,
porque en tu cuerpo, mi JESUS,
Tú llevaste todas nuestras enfermedades
y por tu llaga fuimos nosotros curados.
Ayúdanos a siempre creer que tu Palabra
es la verdad y de esa manera batallar
contra toda dolencia, todo síntoma,
toda enfermedad que intente minar
la salud de nuestros cuerpos.

Enséñanos a confesar la Palabra de tu poder,


que es la espada del Espíritu, para combatir
lo que se nos diga, lo que veamos o lo que sintamos.

Enséñanos y ayúdanos a resistir toda incredulidad


para RECIBIR por FE la sanidad que ya
Tú nos diste hace más de 2000 años en
la cruz del calvario.

Queremos siempre vivir por fe y no por vista.


Aumenta nuestra FE para creer que Tú eres el
Dios Todopoderoso y que para Ti nada es imposible;
que es tu perfecta voluntad sanar toda enfermedad
llámese como se llame. Fortalécenos en la debilidad
y ayúdanos a pelear la buena batalla de la FE.

Queremos creer y confesar, no las circunstancias


sino tu Palabra, que es la verdad. En el nombre
de JESUS,
AMEN.

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Doy gracias por la fe que crece cada día y mi alma y mi corazón se
alegran.
Gracias por la alquimia espiritual que en mi existe y atrae la paz y
bendiciones abundante a mi vida
Gracias Señor por mostrarme compasiva(o) y solidaria(o) ante el dolor
de mis familiares y amigos, conocidos y extraños porque ellos son mis
hermanos en Cristo
Gracias Señor por mi salud perfecta y por convertirme en puente de
encuentro de muchas almas que buscan ofrecer lo mejor de si a través
de esta lista y por cada palabra de aliento, alegría y compasión que
reflejamos en cada acto de hoy.

2. "SEÑOR ACEPTA MI ORACION EN MEDIO DE


MIS PRISAS”

Estoy viviendo muy de prisa, Señor, no me detengo en nada, las


circunstancias me van viviendo y no vivo yo las circunstancias.
Paso de una actividad a otra.
Dicen que esto es el mal del siglo, pero no me gusta, Señor, ir tan de
prisa.
Los días y las noches pasan presurosas y creo que dejo de hacer cosas
muy bellas.
Mi vida se desliza vertiginosa; quiero detenerme y ver una puesta de
sol que tiñe de rojo el agua de la laguna, o las nubes sobre las
montañas, quiero encontrar tiempo para visitar a un enfermo; dame
tiempo para leer.
Pero sigo repitiendo; “no tengo tiempo”.
Cuando veo el reloj y son ya las once de la noche, analizo: corrí, corrí
como todos los mortales.
Dejo de disfrutar, de saborear las miradas tiernas de los niños, de
observar los pétalos finos de una rosa.
No tengo tiempo de detenerme a ver los parques, la belleza de las
flores, el ruido de las fuentes y el trino de los pájaros, junto con los
niños que corretean, hacen todo un poema.
Dame fuerza, Señor, para detener mi carrera.

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Quiero sentir la paz para darla a mis hermanos de peregrinar, que,
como yo, corren.
Dejamos lo trascendental por lo transitorio.
En todos los rostros se observa un duro rictus de velocidad que lo va
desfigurando.
Dame, Señor, serenidad para vivir, calma para detenerme y poder amar
a todos.
Sin prisas, sin velocidad, sin atropellamiento.
Te ofrezco mi jornada de hoy, Señor, llénala tu de tu amor, para poder
darlo a los demás. Amén

3. ADORA Y CONFÍA.

No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus
decepciones, por su porvenir más o menos sombrío. Quiere tú, lo que
Dios quiere. Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades el
sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de
Su providencia. Poco importa que te consideres un fracasado si Dios te
considera plenamente realizado a su gusto. Piérdete confiado
ciegamente en ese Dios que te quiere para Sí y que llegará a ti, aunque
no lo veas.

Debes saber que estás en sus manos, tanto más fuertemente dolido, o
cuánto más decaído y triste te sientas. Vive feliz, vive en paz, que nada
te altere, que nada sea capaz de quitarte tu paz; ni la fatiga, ni tus fallos.
Haz que brote y conserva siempre sobre tu rostro una dulce sonrisa,
reflejo de la que el Señor, continuamente te dirige. Y en el fondo de tu
alma coloca, antes que nada, todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Adora y Confía, porque El te tomará en sus brazos y te hará volar, volar
como un águila.

(T. de Chardin)

4. ORACIÓN AL COMIENZO DE UNA OBRA O


TRABAJO

3
Señor, te ofrezco este trabajo (tarea, estudio, emprendimiento)
que entiendo hacerlo por tu Amor,
por tu Gloria
y por cumplir tu santísima Voluntad.
Dame la gracia de hacerlo en conciencia,
anteponiendo el deber a todas mis comodidades y mis inclinaciones,
considerando un honor emplear los dones de Tus manos recibidos.
Dame la gracia de hacerlo en paz y con paciencia,
sin desanimarme por el cansancio y las dificultades.
Dame la gracia de hacerlo con alegría y espíritu de servicio.
Dame la gracia de construir con este trabajo(o estudio, etc.) una Nueva
Civilización digna del hombre, más justa y más fraterna, donde Tú seas
conocido, amado y servido.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

5. ANTE EL RUIDO...

Señor: cuando las tormentas


de mis tentaciones me sacudan
y amenacen hundirme,
que tu grito las acalle y me fortalezca
para que no dude ni caiga.
Cuando el ruido del mundo
pretenda imponerme una doctrina
que no es la tuya;
intente hacerme saciar mi sed
en una fuente que no eres tú,
¡grítame siempre tu verdad!...
Grítamela en la voz interior de mi conciencia;
en la predicación de la Iglesia;
en el texto de tu Evangelio.
Que tus palabras me choquen,
me interpelen, se me impongan
como tu grito sobre todas las otras voces...
Señor: que, como tú,

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sepa elevar mi grito de súplica
y de confianza al Padre Celestial,
aún desde la cruz en la que tal vez
en algún momento tenga que estar clavado...
Y un día, Señor, grítame tu voz de vida.
Ordéname surgir de la tumba.
Llámame como a Lázaro.
Grítame infundiéndome Vida nueva.
Padre Hugo Orsi

6. BENDICIÓN DE LA MESA

Gracias, Señor, por todos los dones que nos regalas.


Gracias, en especial, por estos alimentos.
No permitas nunca, Señor, que los maltratemos o estropeemos.
Y que siempre sepamos compartirlos con los más pobres.
Bendice, Señor, a quienes han trabajado para que podamos disfrutar de
estos alimentos
y bendice también a los miembros de nuestra familia,
con quienes vamos a compartir esta comida.
Haz, Señor, que cuantos nos sentamos alrededor de esta mesa
podamos participar un día del banquete de tu fiesta en el cielo.

Gracias, Señor, por todos los dones que nos regalas.


Gracias, en especial por estos alimentos.
Haz que seamos siempre capaces de compartirlos con los más pobres.
Y a todos nosotros mantennos siempre unidos en el amor.
Señor, da pan a los que tienen hambre y hambre de justicia a los que
tenemos pan.

7. BENDICIÓN DEL HOGAR

Dios mío bendice mi casa, para que sea el hogar del amor y de la paz.
Bendice la puerta abierta como dos brazos extendidos que dan la
bienvenida.

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Bendice las ventanas que dejan entrar el sol a raudales cada mañana y
por donde se asoman las estrellas que son luces de esperanza.
Bendice los muros que nos defienden del viento, del frío y que son
nuestros amigos en las horas que pasan.
Bendice nuestra mesa y los sitios de trabajo para que nos ayudes y el
lugar de reposo para que nos guardes.
Bendice el techo que cobija los afanes de hoy y los sueños de mañana
y que guarda para siempre entre los vivos la memoria sagrada de los
que se han ido.
Bendice la luz de la casa: la madre, la fuerza y el aliento...
el padre y que sean benditos los hijos luz y esperanza de ellos.
Bendice los sentimientos, las ternuras, los anhelos que florecerán en
nuestras vidas.
Bendice nuestros pensamientos para que sean puros, las palabras para
que sean rectas, nuestros actos para que nos conduzcan hacia TI.
Bendice nuestras horas de paz y de silencio,
para que fortalezcamos juntos nuestro espíritu.
Bendice nuestros dolores y alegrías porque son el corazón de la
familia.
Señor quédate con nosotros...
en tu morada...
en nuestra casa....

8. DETENERSE

¡Qué bueno es detenerse!


Señor, me gustaría detenerme en este mismo instante.
¿Por qué tanta agitación? ¿Para qué tanto frenesí?
Ya no sé detenerme. Me he olvidado de orar.
Cierro ahora mis ojos. Quiero hablar contigo, señor.
Quiero abrirme a tu universo,
pero mis ojos se resisten a permanecer cerrados.
Siento que una agitación frenética invade todo mi cuerpo
que va y viene, se agita, esclavo de la prisa.
Señor, me gustaría detenerme ahora mismo.

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¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué tanta agitación?
Yo no puedo salvar al mundo.

Yo soy apenas una gota de agua


en el océano inmenso de tu maravillosa creación.
Lo verdaderamente importante es buscar tu Rostro bendito.
Lo verdaderamente importante es detenerse de vez en cuando,
y esforzarse en proclamar que tú eres la grandeza,
la hermosura, la magnificencia, que tú eres el Amor.
Lo urgente es hacer y dejar que tú hables dentro de mí.
Vivir en la profundidad de las cosas
y en el continuo esfuerzo por buscarte
en el silencio de tu misterio.

Mi corazón continúa latiendo, pero de una manera diferente.


No estoy haciendo nada, no estoy apurándome.
Simplemente, estoy ante Ti, Señor.
Y qué bueno es estar delante de Ti.
Amén.
(P. Ignacio Larrañaga)

9. GRACIAS SEÑOR POR LO QUE IGNORAS

Hola Señor, soy yo ¿me recuerdas? Estoy seguro de que sí. Siempre te
he agradecido por lo que me has dado y porque me has respondido
cuando te lo he pedido, pero hoy quiero agradecerte por las peticiones
que "ignoras"...

Así es, aunque suene extraño quiero agradecerte por no hacer caso de
esas peticiones absurdas que muchas veces en momentos tristes o
angustias en mi vida he hecho.
Gracias por no darme el dinero extra que me hubiera quitado la paz.
Gracias por no darme ese trabajo lejano que me hubiera alejado de mi
familia.

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Gracias por no darme fortunas ni fama que me hubieran hecho
insensible y frío.
Gracias por no darme el conocimiento que me hubiera hecho pensar que
no te necesitaba.
Gracias Señor, pues no me das lo que no es bueno para mí, no me das
aquello con lo que me puedo lastimar o alejar de Ti, aunque en el
momento me haya enojado.
Ahora te doy gracias, pues no me das lo que no me es útil.
Gracias Señor por lo que "ignoras"...

10. HAZ MI PASO LENTO, SEÑOR...

Haz lento mi paso, Señor...


Alivia el latido de mi corazón mediante la quietud de mi mente.
Dame en medio de la confusión de mi día, la calma de los cerros
eternos
Atenúa la tensión de mis nervios y músculos, con la música
suavizadora de las corrientes cantarinas que viven en mi memoria.
Ayúdame a conocer el poder restaurador del sueño y tu presencia.
Enséñame el arte de tomar vacaciones de un minuto, detenerme para
mirar una flor, conversar con un amigo, acariciar un gato, leer unas
pocas líneas de un buen libro.
Recuérdame cada día la fábula de la liebre y la tortuga para que pueda
saber que la carrera no siempre la gana el más veloz, para tener presente
que la vida es más que aumentar la velocidad.
Haz que mire hacia arriba a las ramas del impotente roble y que sepa
que creció grande y fuerte, porque creció lentamente y bien, guiado por
tu tiempo y dirección.
Haz lento mi paso... e inspírame para que envíe mis raíces
profundamente en el suelo de los valores perdurables de la vida para
que pueda crecer hacia la felicidad en la tierra, preámbulo de la que
tendré en el cielo.
En este mundo agitado, recordemos quien es la paz en medio de la
tormenta y la quietud en medio del bullicio.
M. Teresa de Calcuta

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11. HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Estoy como Elías, hundido en una total depresión. Sólo, triste y


perseguido. Ya no quiero ni comer. Me he resignado y ya no importa si
lo que viene es la muerte, la sombra o nada. Si le diste al profeta
pruebas de tu presencia y amor, yo también hoy quiero escuchar tu voz
como el susurro de un viento suave.

SI LO HICISTE POR ELÍAS,


HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Me tiré al agua convencido. Igual que Pedro. Anhelo seguirte donde


quiera que vayas. Pero, Señor, me ahogo! Las aguas me cubren y con
urgencia quiero salir. Sálvame Jesús! Que tu mano segura, firme y
amorosa me levante de la tormenta.

SI LO HICISTE POR PEDRO,


HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

No saber qué hacer. La duda duele, carcome.¿ Cuál es tu voluntad? En


verdad es eso lo que me pides? Sufro tu silencio, necesito una
respuesta! Abraham por poco mata a su hijo buscando serte fiel. Dame,
oh Dios, el convencimiento de que todo ya lo hiciste por nosotros en
Jesucristo, hasta entregar la vida de tu propio Hijo por mí.

SI LO HICISTE POR ABRAHAM,


HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Ha llegado la noticia. Sabes, Señor, lo que significa perder a alguien


que amas? Ya no está, y yo le quería y le necesitaba. No era su
momento, tampoco el mío para verle partir. Ni siquiera pude
despedirme. No puedo volver el tiempo atrás! Ya no podré estrecharme
en sus brazos! Ya no escucharé su voz! Ay, la muerte!

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Qué sentiste, Jesús, cuando te contaron que tu entrañable primo y
profeta fue decapitado? No pudiste verlo, ni hablar con El. Era joven,
tenía una vida por delante. Te fuiste solo a orar, tal vez a llorar tu
desconsuelo. El Padre te dio fortaleza, paz, caricias. Enjugó tus
lágrimas y bajaste a alimentar a la gente hambrienta.

SI LO HICISTE POR JUAN,


HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Cómo se mueve los relojes y almanaques del enfermo? Lo sabes, acaso,


Dios? Todo es largo, penoso. El mundo es la cama, los remedios y el
techo interminable de la habitación. La gente se cansa, se olvida y ahí
estamos: la enfermedad y yo. Estoy como Job, penando dolencias y
soledad. No quiero insultarte, no quiero perder mi confianza en ti.
Como a Job, déjame escuchar tu clara voz, anhelo con toda mi alma
gritar al viento. Yo sé que mi Redentor vive!

SI LO HICISTE POR JOB,


HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Me equivoqué y "feo", "muy feo". No es solo una metida de pata. He


pecado mucho, he lastimado a otros y siento que no hay ya nada por
hacer. No puedo volver el reloj atrás! Allí están los trozos de todo lo
que rompí. Confianza, simpatías, prestigio... todo, absolutamente todo
se hizo añicos. David asesinó para cometer adulterio. Se hundió en el
barro de la vileza y de la maldad. Ya no podía reparar lo hecho! Urías
estaba muerto. Así estoy yo. Devuélveme el gozo de tu salvación,
clamó el rey. Y tú lo hiciste, Dios de amor. Abominaste el pecado, pero
levantaste al pecador.

SI LO HICISTE POR EL REY DAVID,


HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Llegará el momento final. Hoy, mañana o más tarde. La muerte me dará


su abrazo sin retorno. No habrá tiempo de enmendar ni corregir. El
ladrón clavado junto a Jesús rogó clemencia, reconoció sus errores y el

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Buen Pastor, también dio su vida por él. Antes de morir el ladrón
escuchó de labios del Cristo la promesa de eterna comunión.

SI LO HICISTE POR EL LADRÓN,


HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

DESDE MI NOCHE OSCURA DEL ALMA,


DESDE MI SUFRIMIENTO Y MI VACÍO,
DESDE EL DESCONSUELO Y MIS YERROS, TE DIGO:
CREO, SEÑOR, AYÚDAME EN MI INCREDULIDAD.

Claudio Posse

12. HAZME PAYASO.

Anda, pasa.
Pasa, anda,
no tengo más remedio que admitirte.
Tú eres el que viene cuando todos se van.
El que se queda cuando todos se marchan.
El que cuando todo se apaga, se enciende.
El que nunca falta.
Mírame aquí,
sentado en una silla.
Todos se van, apenas se entretienen.
Haz que me acostumbre
a las cosas de abajo.
Dame la salvadora indiferencia,
haz un milagro más,
dame la risa,
¡hazme payaso, Dios, hazme payaso!
Gloria Fuertes

13. HAZNOS DIGNOS

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Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que tenga necesidad de
alimento.
Cuando tenga sed, mándame a alguien que necesite de bebida.
Cuando tenga frío, mándame a alguien para que lo abrigue.
Cuando tenga un disgusto, ofréceme alguien para que lo consuele.
Cuando mi cruz se vuelva pesada, hazme compartir la cruz de otro.
Cuando me sienta pobre, condúceme hasta alguien que esté necesitado.
Cuando tenga tiempo, dame alguien a quien pueda ayudar unos
momentos.
Cuando me sienta humillado, haz que tenga a alguien a quien alabar.
Cuando esté desanimado, mándame a alguien a quien dar ánimos.
Cuando sienta necesidad de comprensión de otros, mándame a alguien
que necesite de la mía.
Cuando necesite que se ocupen de mí, mándame a alguien de quien
tenga que ocuparme.
Cuando pienso sólo en mí mismo, atrae mi atención sobre otra persona.
Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos que, en todo el
mundo, viven y mueren pobres y hambrientos.
Madre Teresa de Calcuta

14.
INVOCACIÓN A LA CONFIANZA

Ayúdame Señor, a creer que detrás de las nubes está el Sol; que los
desnudos árboles de otoño volverán a vestirse de hojas, si tengo la
paciencia de esperar.

Ayúdame Señor, a comprender que para alcanzar la cima de la montaña


hay que atravesar el largo valle. Que la vela difunde su luz a base de
consumirse poco a poco.

Ayúdame Amado Señor, a desprenderme de las pretendidas seguridades


que no puedo tener y que me hacen tan inseguro; ayúdame a
comprender que mis temores aumentan mi inquietud y mi impaciencia.

Ayúdame Señor, a aceptar mis limitaciones.

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Confío en ti como un niño que se siente seguro en brazos de su madre.
Ayúdame a caminar por donde no puedo ver sabiendo que tú estás ahí
conmigo.
A. Pangrazzi

15. LA ORACION DE UNA LEPROSA

Tú, Señor, has venido


me los has pedido todo y yo te le he entregado. Me gustaba leer
y ahora estoy ciega.
Me gustaba pasear por el bosque
y ahora mis piernas están paralizadas. Me gustaba recoger flores, y
ahora no tengo manos. Como soy mujer,
me gustaba contemplar
la hermosura de mis cabellos, la delicadeza de mis dedos, la gracia de
mi cuerpo... y ahora estoy casi calva
y, en lugar de mis largos y hermosos dedos, no tengo más que unos
muñones rígidos e insensibles como si fueran de corcho. Mi Señor,
cómo ha quedado mi cuerpo, antaño tan agraciado.
Pero no me rebelo. Te doy las gracias. Te las daré por toda la Eternidad,
porque, si muero esta noche, sé que mi vida ha sido maravillosamente
plena. He vivido el Amor y he quedado mucho más colmada de cuanto
mi corazón haya podido ansiar,
¡Oh, Padre, qué bueno has sido con tu pequeña Verónica...!
Esta noche, Amor mío, te pido por los leprosos del mundo entero. Te
pido, sobre todo, por aquellos a quienes la lepra moral abate, destruye,
mutila y destroza. Es sobre todo a ellos a quienes amo y por quienes me
ofrezco en silencio porque son mis hermanos y hermanas. Mi Amor: te
ofrezco mi lepra física para que ellos no conozcan el hastío, la amargura
y la gelidez de su lepra moral.
Soy tu hija, Padre mío, llévame de la mano como una madre lleva a su
hijo.
Húndeme en el abismo de tu corazón, para habitar en él, con todos a
quienes amo, por toda la Eternidad.

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16. “ORACION A LA EUCARISTIA "

Señor Jesús:
Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal
como somos.
"Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido
que tú eres el Hijo de Dios" (Jn. 6,69).
Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la
última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra FE.
Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos
llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.
Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.
Siguiéndote a ti, "camino, verdad y vida", queremos penetrar en el
aparente "silencio" y "ausencia" de Dios, rasgando la nube del Tabor
para escuchar la voz del Padre que nos dice: "Este es mi Hijo amado,
en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo" (Mt. 17,5).
Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar
nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la
vida familiar y social.
Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano
y amigo.
Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives
"siempre intercediendo por nosotros" (Heb. 7,25).
Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino
apresurado contigo hacia el Padre. Queremos sentir como tú y valorar
las cosas como las valoras tú.
Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo. Apoyados en esta
ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores
evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer
lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.
Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo
lo que eres.
Quisiéramos decir como San Pablo: "Mi vida es Cristo" (Flp. 1,21).
Nuestra vida no tiene sentido sin ti.
Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos ama", porque "con

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tan buen amigo presente todo se puede sufrir". En ti aprenderemos a
unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración "el amor es el que
habla" (Sta. Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y
actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según
nuestra propia vocación cristiana.
CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una
actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también
reparación, como respuesta a tus palabras: "Quedaos aquí y velad
conmigo" (Mt. 26,38).
Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y
palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio,
amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una
presencia de donación.
El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a
decir esos "gemidos inenarrables" (Rom. 8,26) que se traducen en
actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta
con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.
En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y
nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la
consolación.
Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu
intimidad o "misterio".
Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el "misterio" de
cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro
ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio
activo y fecundo que nace de la contemplación.
Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá
en capacidad de AMAR y de SERVIR.
Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y
adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en
práctica, se hizo la más perfecta Madre.
Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y
amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos
los hermanos.
Amén. Juan Pablo II

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17. ORACIÓN DE LA ALEGRÍA

Qué alegría!
saber que estás de mi parte,
haga lo que haga,
por tu amor.

¡Qué alegría!
sentir que me aceptas como soy,
y que no necesitas que me justifique,
por tu amor.

¡Qué alegría!
comprobar tu fidelidad inagotable,
inamovible como la Roca,
por tu amor.

¡Qué alegría! poder decirte "Te quiero",


y tú creértelo a pesar de todo,
por tu amor.

¡Qué alegría!
hacer contigo de la vida una historia de amor,
hecha de holas y adioses,
por tu amor. Qué alegría!
descubrir que otros te aman y que Tú les amas,
y saber que sus amores,
como el mío te son imprescindibles,
por tu amor.

¡Qué alegría!
poder regalarte algo
de todo lo que tú me has dado antes,
por tu amor.

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¡Qué alegría!
tenerlo todo en Ti,
no teniendo yo nada,
por tu amor.

¡Qué alegría me da Señor,


que me quieras tanto!

18. ORACIÓN DE LA REBELDÍA.

Llego ante Ti, Señor, con humildad


a pedirte rebeldía.
Quiero vivir comprometido con la justicia.
No venderme por nada ni ante nadie.
Resistir la tentación de buscar una falsa paz
de la comodidad y la ceguera.

Hazme un inconforme con el error, la injusticia, el odio,


un insatisfecho con la farsa del mundo,
pero con un gran deseo de trabajar por mejorarlo.

Hazme un indómito de tu Reino,


que es la fe y justicia,
digno de recibir aquellas palabras tuyas;
"En el mundo tendréis apreturas;
mas tened buen ánimo:
Yo he vencido al mundo".

19. ORACIÓN DE LOS ESPOSOS.

Señor:
Has Señor de nuestro hogar un sitio de tu amor,
que no haya injuria, porque tú nos das comprensión,
que no haya amargura, porque Tú nos bendices,

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que no haya rencor, porque Tú nos das el perdón.
que no haya abandono, porque Tú estás con nosotros.
que sepamos marchar hacia Ti en nuestro diario vivir,
que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio,
que cada noche nos encuentres con más amor de esposos.

Has Señor de nuestras vidas diarias que quisiste unir, una página llena
de Ti.
Has Señor de nuestros hijos, lo que Tú anhelas,
ayúdanos a educarlos y orientarlos por el camino.
Que nos esforcemos en el consuelo mutuo.
Que hagamos del amor un motivo para amarte más.
Que demos todo lo mejor de nosotros para ser felices en el hogar.
Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro,
nos concedas el hallarnos unidos para siempre en Ti.
Amen.

20. ORACIÓN DE LOS PADRES

¡Señor, ya no soy más un niño! Tengo la impresión de que estoy


llegando a la plenitud de mis días. Mi hogar, mis hijos, mi mujer, mi
trabajo, me dicen que ya realicé alguna cosa. Hoy dirijo mis ojos hacia
los hijos que Tu bondad me concedió. ¡No puedo esconder la alegría
incontenible de ser padre! Cuando nació mi primer(a) hijo(a), mi
corazón casi explotó de alegría. Después vinieron otros y otros, y la
alegría continuó.

¡Señor, en este día yo te doy las gracias por los hijos que me diste! No
puedo esconder, en esta hora, una cierta preocupación. ¡Ellos son tan
frágiles, tienen tantas riquezas escondidas en esa fragilidad!

De noche, cuando están durmiendo, voy a contemplarlos en su


dormitorio. Cierro mis ojos y pienso en el futuro. ¿Quiénes serán ellos?
¿Qué les reserva la vida? Quiero ser amigo de mis hijos, quiero

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escucharlos, quiero servir a cada uno de ellos. Quiero reír cuando estén
riéndose. Quiero llorar con ellos.

Señor, haz que yo sepa respetar la personalidad de cada uno de ellos.


Haz, Señor, que yo sea paciente y comprensivo. En este día, imploro tus
más ricas bendiciones para los hijos de mi vida. Amén.

21. ORACIÓN DEL BUEN HUMOR

Concédeme Señor,
una buena digestión
y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa
que sepa aprovecharlo que es bueno,
para que no se asuste ante el error,
sino que encuentre el modo de
poner las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca
el aburrimiento, la murmuración
el suspiro, y el lamento.
Y no permitas que sufra excesivamente
por ese ser tan dominante
que se llama YO.
Dame Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia
de comprender las bromas,
para que conozca en la vida
un poco de alegría
y pueda comunicársela a los demás.
(Atribuida a Santo Tomás Moro)

22. ORACION DEL NAVEGANTE DE INTERNET

Señor Jesús,

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Tu voz calma las aguas en el mar de Galilea. Regálame tu voz,
regálame tu acento y guíame a través del mar del nuevo milenio, este
mar inmenso que todos llamamos Internet.

Frente a esta pantalla desfilan los dolores y las esperanzas, los gozos y
las angustias de millones y millones de mis hermanos. Las noticias, las
empresas, las conversaciones y los correos son otras tantas puertas que
me acercan a las historias y los corazones de tus hijos, aquellos por los
que tú, Jesucristo, rogaste con lágrimas en Getsemaní y con tus llagas y
sangre en el Calvario.

Señor, Internet es una ventana a la humanidad, quizá la ventana más


grande que hemos tenido jamás. Dame tus ojos para descubrir detrás de
cada rostro que llega a mi ventana ese drama grande o pequeño que
vivimos los hombres y las mujeres del tercer milenio cristiano.

Señor, yo te pido que seas tú mi gran portal; condúceme a los lugares,


páginas, chats y correos que puedan hacerme bien y donde yo pueda
hacer el bien. Dame sabiduría y fuerza de voluntad para evitar lo que
pueda lastimar la gracia en mi alma o donde yo pueda hacer daño o
dejar de hacer bien a mis hermanos. ¡Cristo, Palabra del Padre! Cristo,
tú eres el mensaje que esperamos; tú eres la imagen que necesitamos;
porque en ti Dios Padre ha mostrado la verdad de su amor y de su
gloria. Por eso te ruego, te clamo: llena con la noticia del Evangelio
estas conexiones. Saluda desde aquí a tus jóvenes y niños; da un abrazo
de amor a quienes se sienten solos; orienta con piedad a quienes pueden
naufragar en estas aguas; únenos más allá del torrente de bits en un
torrente de gratitud, oración y alabanza.

Jesús, amor de nuestras almas, gracias por oír la plegaria que juntos te
ofrecemos. Junto a María, la Virgen y Madre del Cenáculo, somos un
solo corazón en tu Iglesia, para implorar la gracia divina que nos hará
testigos de la potencia y la belleza de tu Pascua. ¡A ti la gloria y la
alabanza por los siglos! Amén.

23. ORACIÓN DEL MONITOR.

Señor, cuando pienso que soy un monitor

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de un grupo que se reúne en tu nombre,
se amontonan en mi memoria muchas palabras tuyas,
dichas desde tu experiencia para mí.

Vosotros no os dejéis llamar "maestro",


porque uno solo es vuestro maestro,
y vosotros sois mis hermanos.
Tampoco os dejéis llamar "jefe",
porque uno solo es vuestro jefe.
Que no ocurra entre vosotros
lo que pasa en otros grupos de la tierra.
Al contrario, el que ocupa un cargo
que sea el servidor de todos.

Cómo transmitir tu Buena Noticia,


si yo no la vivo con ilusión, con fuerza y generosidad?
Cómo ser sal, luz y levadura
si yo mismo ando todavía dudando
y diciéndote "sí pero..."
Conviérteme primero a mí para que pueda anunciar
la Buena Noticia a los que me has encomendado.

Te doy gracias, Señor, porque me has llamado


y elegido para ser monitor de otras personas
en su caminar hacia Ti.
Lléname de tu fuego y de tu Espíritu
y agarra mi mano con tu mano,
para que juntos agarremos muchas otras manos
y muchas personas puedan vivir y sonreír
saboreando la buena noticia de tu Evangelio.

Señor, yo no soy más que un monitor


de un grupo que se reúne en tu nombre.

24. ORACIÓN DEL PAYASO.

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Señor:
Soy un desastre pero te quiero,
te quiero terriblemente, locamente,
que es la única manera que tengo yo de amar
porque, ¡sólo soy un payaso!
Ya hace años que salí de tus manos;
pronto, quizá, llegará el día
en que volveré a Ti...
Mi alforja está vacía,
mis flores mustias y descoloridas,
sólo mi corazón está intacto...
Me espanta mi pobreza
pero me consuela tu ternura.
Estoy ante Ti como un cantarillo roto,
pero, con mi mismo barro puedes hacer otro
a tu gusto...
Señor:
¿Qué te diré cuando me pidas cuentas?
Te diré que en mi vida,
humanamente, ha sido un fallo,
que he volado muy bajo.
Señor:
Acepta la ofrenda de este atardecer...
Mi vida, como una flauta,
está llena de agujeros...
pero tómala en tus manos divinas.
Que tu música pase a través de mí
y llegue hasta mis hermanos los hombres,
que sea para ellos ritmo
y melodía que acompañe su caminar,
alegría sencilla de sus pasos cansados

25. ORACIÓN DEL VOLUNTARIADO.

Gracias, Señor, por haberme llamado


a servir gratuitamente,

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a dar mi tiempo, mis energías y mi amor
a quienes sufren. Aquí estoy, Señor,
envíame. Dispón mi mente y mi
corazón a escuchar sin perjuicios, a
servir hasta las últimas consecuencias.

Envíame, Señor, a pesar de que yo


también soy débil; así comprenderé
que eres tú nuestra fuerza, y mis
hermanos descubrirán tu rostro en mi
presencia discreta, envíame, Señor, y
así comprenderé que la mayor
felicidad está en servirte. Amén.

26. ORACIÓN PARA DESCUBRIR AL OTRO

Señor: enséñame a ver detrás


de cada palabra, de cada hermano,
alguien que se esconde
que posee la misma profundidad o mayor que la mía
con sus sufrimientos y sus alegrías,
alguien que tiene vergüenza, a veces,
de mostrarse tal cual es:
que no le gusta mostrarse ante los demás
por timidez o porque...quizá
lo que mostró una vez fue lo mismo que nada.

Señor: hazme descubrir detrás de cada rostro


en el fondo de cada mirada, un hermano,
semejante a Ti y, al mismo tiempo,
completamente distinto de todos los otros.

Quiero, Señor, tratar a cada uno a su manera,


como Tú lo hiciste con la Samaritana,
con Nicodemo,
con Pedro...

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como lo haces conmigo.

Quiero empezar hoy mismo


a comprender a cada uno en su mundo
con sus ideales,
con sus virtudes y debilidades
también, ¿por qué no?... con sus “manías”!

Ilumíname también para comprender a los que me dirigen,


A los que tienen autoridad sobre mí.
Que comprenda aquellos a quienes estoy sujeto,
de quienes, en cierta medida, dependo.

Ayúdame, Señor, a ver a todos como Tú los ves,


a valorarlos no sólo por su inteligencia,
su fortuna o sus talentos,
sino por la capacidad de amor y entrega que hay en ellos.

¡Que en el “otro” te vea a Ti, Señor!


Señor, que te vea detrás de cada rostro.

27. ORACIÓN PARA EL RESPETO DE LOS


ANIMALES

Señor, apiádate de los hombres,


que por ignorancia maltratan a los animales,
enséñales a amar a los animales como criaturas tuyas.

Señor, apiádate de los animales domésticos,


que a menudo son entregados indefensos a la indiferencia o crueldad
humana,
no les dejes solos ante sus penas.

Señor, apiádate de los animales silvestres,


que hambrientos y sedientos son perseguidos,
muéstrales un refugio seguro.

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Señor, apiádate de los animales de granja,
que crecen en insoportables estrecheces,
líbrales pronto de sus cárceles.

Señor, apiádate de los animales de los mataderos,


especialmente de aquellos que son sacrificados sin anestesia,
acógeles en su gran dolor.

Señor, apiádate de los animales de experimentación,


no soportes que tengan que sufrir infinitamente,
sálvales de su tormento.

Padre, apiádate de todos los animales


y de todas las criaturas que suspiran hacia la redención,
envía al mundo amor y paz.
Amén.

28. ORACION PIDIENDO LUZ

Alúmbrame, buen Jesús,


con la claridad de tu lumbre interior,
y quita de la morada de mi corazón toda tiniebla.
Refrena mis muchas distracciones,
y quebranta las tentaciones que me hacen violencia.

Pelea fuertemente por mí,


y ahuyenta las malas bestias
que son los apetitos halagüeños,
para que venga la paz con tu virtud,
y resuene la abundancia de tu alabanza
en el santo palacio;
esto es, en la conciencia limpia.

Manda a los vientos y tempestades.


Di al mar: sosiégate; y al cierzo:
No soples; y habrá gran bonanza.

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Envía tu luz y tu verdad
para que resplandezcan sobre la tierra,
porque soy tierra vana y vacía
hasta que Tú me alumbres.
Derrama de lo alto tu gracia;
riega mi corazón con el rocío celestial;
concédeme las aguas de la devoción
para sazonar la superficie de la tierra;
porque produzca fruto bueno y perfecto.

Levanta el ánimo oprimido


por el peso de los pecados,
y emplea todo mi deseo en las cosas del cielo:
porque después de gustada suavidad
de la felicidad celestial,
me sea enfadoso pensar en lo terrestre.

Apártame y líbrame de la transitoria


consolación de las criaturas;
porque ninguna cosa criada basta
para aquietar y consolar
cumplidamente mi apetito.
Úneme a Ti con el vínculo inseparable del amor;
porque Tú solo bastas al que te ama,
y sin Ti todas las cosas son despreciables.

29. POR LOS POBRES

Me puse de rodillas para orar, antes de acostarme,


y oré así: "Señor, bendícelos a todos;
alivia el dolor de cada corazón entristecido
y haz que los enfermos vuelvan a estar sanos".
Al día siguiente, me desperté
y reanudé mi vida, sin ninguna preocupación.

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Durante todo el día, no intenté
enjugar ninguna lágrima de ningún ojo.
No intenté compartir la carga
de ningún hermano, en su camino.
Ni tan siquiera fui a visitar
al enfermo que yacía en la casa de al lado.
Sin embargo, otra vez, al acostarme,
oré así: "Señor, bendícelos a todos".
Pero, mientras así oraba, oí junto a mi oído,
una clara voz que me decía:
"Detente, hipócrita, antes de orar.
¿A quien has tratado de ayudar hoy?"
"Las mejores bendiciones Dios las da siempre
por medio de las manos de los que aquí le sirven".
Entonces, cubrí mi cara con las manos y lloré:
"Perdóname, Dios, porque te he mentido;
permíteme vivir un día más,
que yo trataré de vivir de acuerdo con mi oración".

30. SOLO TU, JESUS, ME ATRAES

"Jesús, mi Dios, mi redentor,


mi amigo, mi íntimo amigo, mi corazón, mi cariño: aquí vengo para
decirte, desde lo más profundo de mi corazón y con la mayor sinceridad
y afecto de que soy capaz, que no hay nada en el mundo que me atraiga,
sino Tú sólo, Jesús mío.
No quiero las cosas del mundo.
No quiero consolarme con las criaturas.
Sólo quiero vaciarme de todo y de mí mismo, Para amarte sólo a Ti.
Para Ti, Señor, todo mi corazón, todos sus afectos, todos mis cariños,
todas sus delicadezas.
Oh Señor, no me canso de repetirte: nada quiero, sino tu amor y tu
confianza.
Te prometo, te juro, Señor, escuchar siempre tus inspiraciones, vivir tu
misma vida.

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Háblame muy frecuentemente en el fondo del alma y exígeme mucho,
que te juro por tu corazón hacer siempre lo que Tú deseas, por mínimo
o costoso que sea.
¿Cómo voy a poder negarte algo si el único consuelo de mi corazón es
esperar que caiga una palabra de tus labios, para poder satisfacer tus
gustos?
Señor, mira mi miseria, mi debilidad.
¡Mátame antes de que te niegue algo que Tu quieras de mí!
¡Señor, por tu Madre! ¡Señor, por tus almas! Dame esa gracia..."
P. Arrupe

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