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Existen tres etapas claras desde el nacimiento hasta los dieciocho años. Varían de un niño
a otro, pero cada etapa sigue a la anterior, se apoya firmemente en ella y no se pueden
omitir.
I. Primera etapa, desde el nacimiento a los seis años: periodo de la mente absorbente
o inconsciente. Desde los tres a los seis se hace consiente y aparece la memoria,
la voluntad y adquiere rápidamente el leguaje.
II. Segunda etapa, de los 6 a los 12 años: periodo de la adquisición de la cultura.
III. Tercera etapa, desde los 12 a los 18: periodo de la adquisición de la independencia.
Los niños tienen una motivación innata para aprender. Los niños aprenden desde el
nacimiento y los procesos fundamentales de aprender comienzan tempranamente. Lo
primero que se genera es el juego. Este juego espontáneo se inicia como respuesta a las
necesidades de desarrollo. De acuerdo con Montessori, “los niños aprenden por medio
de la participación activa, implicándose de manera práctica y tratando de hacer algo por
sí mismo, especialmente utilizando las manos”.
El juego es una actividad voluntaria, agradable, con una finalidad y espontáneamente
elegida. Es también creativa, implicando solución de problemas, aprendizajes de nuevas
habilidades sociales, nuevo lenguaje y nuevas habilidades físicas. Ayuda a aprender
nuevas ideas y aponerlas en práctica, a adaptarse socialmente y a superar problemas
emocionales. El juego es el trabajo del niño porque es el medio por el cual aprende.
En el método Montessori se tiene una visión del niño como “un explorador innato”, se
plantea que: “el niño es como un salvaje a quién de repente hubieran introducido en un
país civilizado, donde a cada instante ve objetos y costumbres extrañas e ignora sus
nombres, sus fines y sus relaciones”. Hay que aclarar que este espíritu de exploración no
es mera curiosidad, sino que es una necesidad imperante del intelecto humano de
encontrar la causa o las relaciones de las cosas para así poder entender lo que nos rodea.
Sin embargo, a pesar de este gusto del niño por explorar, se ha observado que el alumno
al estar en la clase pierde esta actitud ansiosa de búsqueda y se transforma en una actitud
apática de aburrimiento. Esto se debe sencillamente a que en la escuela de métodos
anticuados no se deja al niño hacer sus propios descubrimientos, el maestro es el que
imparte al alumno la exploración ya hecha. Bajo estas circunstancias el niño se ve
obligado a apaciguar la actividad espontánea de su intelecto.
Ante esto, la Dra. Montessori aclara que el rol del educador debe ser alguien que guía al
niño por las rutas del descubrimiento, porque una cosa es que alguien estimule el interés
del niño a seguir el camino, y otra muy distinta es tener a alguien cerca que esté
dirigiéndolo constantemente y de manera forzada. Es importante que el maestro dé al niño
la suficiente información para estimular su interés y para que pueda utilizar el material,
pero, al mismo tiempo, es igualmente importante que sólo le dé el mínimo necesario de
manera que quede el mayor campo posible para la investigación individual propia del
niño. Si bien se plantea que el método es de autoeducación, en ningún caso se debería
permitir que un niño utilice el material didáctico sin antes haber recibido una instrucción
previa acerca de cómo se usa y cuál es su finalidad, ya que el niño al usar el material de
forma adecuada está formando las conexiones de lo conocido a lo desconocido. El
maestro está ayudando al niño provisionándole el ambiente preparado para que desarrolle
sus funciones de manera autónoma y también hay una función más directa que es la
introducción inicial hacia el material.
Por último, el rol del educador en el desarrollo de la capacidad intelectual del niño supone
potenciarlo. Para lograr el objetivo mencionado el educador debe permitir que el niño sea
activo, dejando que explore sensorialmente. Permitir que perfeccione una actividad por
medio de la repetición y, finalmente, se reconoce la importancia de la motivación y de
cómo afecta en el aprendizaje. Un buen profesor debe hacer un esfuerzo para encontrar
formas de volver a motivar a un niño desmotivado o frustrado. No debe imponer su
voluntad sobre el niño, permitir que ellos experimenten por sí mismos y sus propias
búsquedas, pero acompañándolos en este proceso. El educador también debe tener
conciencia del modelado, los niños aprenden imitando por lo que se debe ser cuidadoso
con las formas de actuar. El educador también debe ayudar al niño a aprender paso a paso
las cosas, dejar que aprendan bien las lecciones dándoles el tiempo necesario para
terminar lo que empezaron. Se debe ayudar al niño a desarrollar la concentración,
proponiendo actividades conforme a sus capacidades y su edad, se debe estimular la
actitud positiva hacia el aprendizaje, teniendo una actitud optimista hacia él y estimulando
que aprenda cosas nuevas. También plantea Montessori que se debe ayudar al niño a
desarrollar habilidades de memoria teniendo actividades para todas ellas (memoria
mecánica, visual, auditiva y para el movimiento). Y finalmente un buen educador
estimula el desarrollo del lenguaje, se debe otorgar tiempo para actividades en donde se
establezcan conversaciones, se dé instrucciones, se les cuente cuentos y se les escuche.
Crear un ambiente seguro y de cariño para que el niño logre establecer relaciones
significativas con otras personas.
Ambiente Preparado
Un ambiente preparado responde a las condiciones básicas para que niños y niñas puedan
aprender de mejor manera a través de un ambiente en armonía con sus expectativas
personales y necesidades educativas, y así, lograr alcanzar un aprendizaje significativo.
La preparación del ambiente tiene una dimensión física importante donde, el ambiente es
proporcionado a la medida de los niños, con estanterías bajas y distintas medidas de mesas
y sillas en las que se sientan los niños individualmente o en grupos. El aula está
subdividida en áreas temáticas donde se exponen los materiales y la bibliografía
correspondientes y permite una gran libertad de movimiento. Los niños pueden trabajar
en grupos o individualmente, respetando, de este modo, su propio estilo y ritmo. La
construcción de espacios en el aula es un ambiente preparado, donde cada elemento
presente en esta, está intencionado a responder ante una necesidad educativa. Tanto las
ventanas, las puertas, escaleras y mobiliario, están diseñados a la medida de los niños,
con el fin de logar un ambiente más amigable en el que puedan desplazarse y
desenvolverse a voluntad. Como características indispensables del aula Montessori
podríamos señalar que; debe ser un espació limpio y ordenado, y embellecido
estéticamente; los materiales deben estar al alcance de los niños y no en estanterías altas
y muebles cerrados; el espacio debe proveer capacidad de movimiento para desarrollar
diversas actividades y dinámicas; también debe proveer la independencia y libertad a
través de espacios de trabajo individual; y en general debe permitir el desarrollo social,
intelectual y emocional de cada niño. Lo que se busca con esta preparación, es crear un
ambiente dinámico que responda a la formación individual y colectiva de los niños,
entregando espacios para su desarrollo según las necesidades de cada uno. El método
Montessori trabaja desde lo individual a lo colectivo, por lo que crear espacios de trabajo
individual por un lado y otros de trabajo colectivo, permite desarrollar las actividades
desde estas dos perspectivas según lo requiera el momento. Esta preparación del ambiente
también está diseñada para desarrollar la construcción social del conocimiento. Cada
estante, mobiliario, alfombra de trabajo, materiales etc., está destinado a un uso
determinado y bajo reglas de convivencia conocidas por cada niño, compartir un espacio
significa interactuar con el resto, respetar los límites y acuerdos, estableciendo dinámicas
propias del curso en el uso de los espacios en el desarrollo de las actividades que se han
propuesto. Al respecto es importante el rol del docente en su capacidad de impulsar o
crear los vínculos existentes entre los niños, el trabajo y el ambiente en el que se
desenvuelven.
Es realmente importante seguir los intereses del niño puesto que el niño, a través de su
interés, nos dice qué es lo que necesita desarrollar, nos está diciendo qué es lo que
necesita, por así decirlo, aprender y perfeccionar. Como hemos visto, de los 0 a los 6 años
se dan en el niño los llamados periodos sensibles, al observar al niño y ver qué es lo que
le interesa, estamos respetando el periodo sensible en el que se encuentra y de esta forma
estamos ayudándolo a su desarrollo normal.
Una pieza fundamental de ver qué le interesa al niño y brindárselo es que esto nos va a
ahorrar como padres muchas rabietas. Muchas de las rabietas de los niños vienen dadas
porque no se les permite seguir su fuerza interna, y cuando el niño no puede hacer lo que
su fuerza interna le pide, entonces se rebela y aparece lo que denominamos rabietas.
Si nosotros damos al niño lo que el niño necesita, el niño va a tener cosas que hacer, por
así decirlo, va a poder trabajar. De esta forma estamos evitando algo de lo que muchos
padres se quejan, de que el niño no para de hacer travesuras. Si el niño se pone a hacer
travesuras constantemente es porque no sabe qué hacer.
CONFIANZA EN EL NIÑO
María Montessori descubrió que el niño tenía muchas más capacidades de las que la
sociedad le otorgaba, que podía hacer muchas más cosas de las que se pensaba.
Poco han cambiado las cosas a día de hoy, son muchas las personas que no confían en el
niño y en sus capacidades, que no se atreven a darles un vaso de vidrio, que no se atreven
a unten mantequilla con un cuchillo. Si le has explicado a tu hijo como llevar un vaso de
vidrio y se le cae, no pasa nada, el niño está aprendiendo. Confía en tu hijo y vuelve a
darle un vaso de vidrio. Él ha aprendido ya con su experiencia que tiene que tener más
cuidado al transportarlo.
El niño tiene que tener libertad, puesto que el niño tiene que poder elegir qué hacer. Esto
es muy importante, porque como hemos visto es la fuerza interna del niño la que guía al
niño en su desarrollo y la que le dice qué necesita hacer. Pero es importante saber qué
libertad no es hacer lo que a uno le plazca, es libertad dentro de unos límites.
En casa, los padres han de poner los límites, estos límites tienen que ser coherentes, claros
y firmes. No debe de haber muchos límites, pero los que hay, tienen que ser firmes.
Cuando aplicamos el método Montessori, tenemos que tener en cuenta que el fin del niño
es hacer las cosas por sí mismo, «Enséñame a hacerlo sin tu ayuda». Para lograr esto,
tenemos que ayudar al niño a que consiga hacer las cosas por sí mismo, no hacérselas
nosotros. Un ejemplo muy claro es a la hora de vestirse.
Al principio, permitir que el niño haga las cosas por sí mismo conlleva una gran carga de
paciencia, hay que respirar profundo y ver el fin que queremos conseguir en el niño.
Otra cosa bien distinta es que el niño no pueda hacer esa cosa en concreto el solo y
requiera de nuestra ayuda. Es entonces cuando ayudamos al niño solamente en el punto
que él no puede realizar solo.
De ahí surge la importancia de crear un buen ambiente para el niño. Una parte
fundamental por tanto, es adaptar el ambiente en el que se desenvuelve el niño. La parte
clave pasa por adaptar el hogar al tamaño del niño de forma que él pueda ser lo más
independiente posible. En relación con la adaptación del entorno, hemos de ir habitación
por habitación habilitándola poco a poco al tamaño del niño.
Bibliografía
Bonnefont, J., Falcone, C., Giangrandi B., Mingo, G., Naretto, D. y Souper, C. (2017).
“El método Montessori”. Recuperado de:
https://www.academia.edu/34880747/El_M%C3%A9todo_Montessori_TEOR%C
3%8DA_DE_LA_EDUCACI%C3%93N_CAROLINA_DATTARI