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RELIGION E IMPERIO
El ascenso, expansión y caída del imperio azteca, valles de las tierras altas del México Central hasta las
asombrosamente rápidos, constituyen uno de los episo- tierras bajas tropicales de las costas de Guatemala (Fi-
dios más dramáticos de la historia de la humanidad. gura 7).
Él escenario de este episodio no es menos dramático:
las ásperas mesetas de México Central. El rasgo geo-
gráfico dominante de México es la gran «V» de las
cordilleras mexicanas del Este y el Oeste entre las que
se halla la Meseta Central, la alta meseta del centro
y el norte de México. (Figura 1). Detrás de los dos bra-
zos de la «V» y la meseta, la tierra desciende abrup-
tamente hacia las exuberantes tierras bajas tropicales
de las costal oriental y occidental1.
41
Davies, 1980: 1973; Espejo. 1944: Martines del Río. 1946. Las excavaciones
en curso en México prometen aclarar la cronología temprana de Ia isla.
8
En cualquier caso, a mediados del siglo XIV los me- política totalmente igualitaria. Una vez más, las incon-
xicas estaban instalados en las dos islas de Tenochti- gruencias pueden deberse en parte a la posterior ree-
tlan y Tlatelolco. Por esa época se convirtieron en va- laboración de la historia obra de la élite imperial me-
sallos de la poderosa alianza tepaneca, que controla- xica.
ba la tierra firme al oeste. Anteriormente los mexica La índole contradictoria de las pruebas sobre los pri-
habían servido de vez en cuando a otros estados del mitivos mexicas se debe en gran parte a la naturaleza
valle como mercenarios o tributarios y, si hemos de dinámica de su desarrollo; las instituciones políticas y
dar crédito a sus historias, se habían ganado una re- sociales mexicas sufrieron probablemente continuos
putación de ferocidad42. Mientras actuaban como gue- cambios para adecuarse a su variable suerte y a su
rreros ocasionales al servicio de los tepanecas, se vie- rápida evolución cultural. Las caracterizaciones concre-
ron gradualmente envueltos en los esquemas políticos tas sólo valdrán para un momento determinado. Sin
del tirano tepaneca, Tezozomoc, soberano de Azca- embargo, dada la ausencia casi total de datos arqueo-
potzalco. La participación en Ia alianza tepaneca a- lógicos de importancia, la cronología de la evolución
celeró indudablemente la continua asimilación y la e- mexica sólo puede tomarse en términos muy genera-
volución cultural de los mexicas. Los tepanecas adies- les. La situación se agrava aún más a causa de las
traron a los guerreros mexicas para su posterior papel narraciones que confunden los rasgos de institucio-
de imperialistas militares y proporcionaron un mode- nes tempranas y tardías, y a causa de los intentos de
lo de sociedad enormemente estratificada que alenta- los propagandistas estatales del siglo XV de crear pre-
ría las ambiciones de la naciente clase guerrera me- cedentes históricos o justificaciones alegóricas para el
xica. nuevo orden imperial. No obstante, los estudiosos mo-
Resulta sumamente difícil averiguar la naturaleza dernos han podido ofrecer caracterizaciones genera-
concreta de Ia sociedad mexica antes de su repentina les de la sociedad preimperial mexica a través de un
ascensión al poder imperial, en 1.428, a pesar de las enfoque sumamente crítico de las fuentes primarias 43.
numerosas descripciones de crónicas y códices. En al- Estos análisis de la temprana sociedad mexica descri-
gunos casos, las crónicas posteriores proyectan hacia ben invariablemente una institución particular, el cal-
el pasado, de forma nada convincente, la estructura
43
política y social de la época imperial. En otros casos, Para las fuentes primarias de los mexicas preimperiales véase la nota 32;
los códices y las historias retratan a los primitivos me- para las fuentes secundarias, nota 33. Por desgracia la ma-yor parte del
material primario y su interpretación se refieren a la mi-gración, lo cronología
xicas con una nostalgia casi roussoniana, describién- o las secuencias dinásticas. Sin embargo, Mar-tínez Marín (1964). Bruy (1978),
dolos como un grupo rural con una estructura socio- Castillo T. (1972: 19-46), Davies (1973). Kalz (1966: 173-9 y passím). Caso
(1954), Uchmany (1978), Zant-wijk (1963. 1976), Rounds (1979) y otros
42
estudiosos han tratado de caracterizar los aspectos de la primitiva cultura
Por ejemplo, los señores culhuas contrataron a los mexicas como guerreros mexica y, en algu-nos casos, de comparar las instituciones preimperiales con
durante la época en que los tuvieron sometidos (Anales de Tlatelolco). las im-periales.
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pulli (calpultin en plural), como centro de la vida me- calpultin de la época imperial —y acaso anteriormen-te
xica44. El calpulli era la unidad básica de la pertenen- — aparece una especialización del trabajo, que segu-
cia social en la primitiva sociedad mexica, así como la ramente acarreó diferencias de riqueza y poder51. Las
principal unidad residencial. A mediados del XIV se ci- diferencias entre los calpultin se agudizaron con la es-
tan quince de esas unidades en la flamante capital me- tructura imperial, por supuesto, pero en el siglo XVI
xica, Tenochtitlan45. Los miembros poseían en común probablemente eran mucho más limitadas.
las tierras del calpulli, que eran inalienables, aunque a Entre los antiguos mexicas el papel de los jefes, así
cada familia se le asignaba el usufructo de un determi- como las diferencias de clase, eran mucho menos pro-
nado trozo de tierra, que se transmitía a sus herederos nunciados que en el período imperial. La mayoría de
con tal de que éstos siguieran cultivando las parcelas las descripciones nos pintan una sociedad mexicana pri-
de propiedad común46. Los calpultin servían también mitiva dotada de notables rasgos democráticos: el jefe
como unidades organizativas para otras funciones: ca- del calpulli era elegido por una asamblea general de
da barrio calpulli poseía su propia escuela y su propio los hombres del común (macehualtin) y asesorado por
templo, y los guerreros del calpulli habitualmente lu- un consejo de ancianos52. Se dice que un consejo de
chaban juntos en un escuadrón47. estos jefes elegidos era responsable de las decisiones
Además de sus funciones económicas y organizati- políticas fundamentales de los mexicas y de la elección
vas los calpultin constituían cierto tipo de grupo de pa- de otros funcionarios, cuyos poderes estaban claramen-
rentesco. Nuestras fuentes del XVI, los cronistas espa- te circunscritos. No obstante ese sistema igualitario, si
ñoles, se mostraron bastante perplejos sobre la exacta alguna vez existió, sufrió considerables modificaciones en
índole de lo estructura de parentesco de los calpultin. el siglo XV. Por entonces parece que los candidatos ele-
Alonso de Zorita examinó el problema, observando su gibles para el cargo de jefes de calpulli tenían que ser
papel de parentesco, así como sus otras funciones de miembros de determinada familia del calpulli53. Esta esti-
vecindad en general, de unidades tributarias y de- pulación implica que la jefatura era en gran medida heredi-
más48. Asimismo, aunque los calpultin eran grupos en- taria, lo cual concuerda con la índole estratificada de la
dógamos unificados, tenían en apariencia jerarquía in- estructura de los calpultin.
terna. Historiadores del X I X como Morgan (1.877) y La característica más importante del calpulli era, sobre
Bandeller (1.878, 1.880), adujeron que se trataba de todo, su flexibilidad. Su naturaleza multifacética le permi-
auténticos clanes, pero la estratificación descrita por tió adecuar sus funciones a los rápidos cambios sociales.
las fuentes no se ajusta a las definiciones convencio- Su estructura fluida le permitió absorber e integrar a nue-
nales de una estructura de clan. Una solución al pro- vos elementos étnicos y sociales y, a la inversa, facilitó la
blema, que goza de amplia aceptación, propuesta por marcha de aquellos cuyos deberes o ambiciones estaban
primera vez por Kirchhoff (1.959), es que el calpulli en otra parte. La estratificación interna de los calpultin,
consistía en un tipo de «clan cónico»; un grupo que aunque quizás inicialmente fuera limitada, permitió más
estaba interrelacionado, aunque poseyera una estrati- adelante la formación de una estructura de clase que se
ficación interna de naturaleza hereditaria49. traslapó con estas unidades tradicionales. Aun así, la
Además de la estratificación social y económica en estructura del calpulli brindó a menudo la posibilidad de
el interior de los calpultin mexicas, también había dife- una movilidad social, rasgo crucial tras la repentina as-
rencias entre ellos. Algunos eran más prestigiosos, ri- censión de los mexicas en 1.428 (que ocasionó una ne-
cos y poderosos que otros, y se nos dice que ciertos cesidad urgente y repentina de personal para ocupar in-
calpultin poseían más tierras y mejores50. En algunos numerables puestos burocráticos). La tolerancia organi-
zativa del calpulli con respecto a la movilidad social re-
44 sultó también esencial para la motivación individual en
Hay análisis excelentes, aunque algo contradictorios, del calpulli: Moreno,
1931. Monzón. 1949: Kirchhoff, 1959: Caso, 1963: Carrasco. 1971; Katz, 1966: épocas posteriores, cuando la ideología imperial ofrecía
117-21; Zanlwijk. 1963, 1966, 1976; Castillo F., 1972: 72-7 y passini. Sin la recompensa de mejor condición social y mayor riqueza
embargo, son muy pocas las fuentes pri-marias que se ocupan con amplitud
de los calpullin y todos los etno-historiadores se alienen fundamentalmente a
a quienes se destacaran en la guerra y el comercio.
Ia Breve y Sumaria Relación de Zorita (1941), en especial a Ias pags. 86 - 90. Tanto por su flexibilidad general, como por sus caracte-
Hay im-portantes referencias diseminadas por otras fuentes y Carrasco (1967) rísticas específicas, dio la casualidad de que el calpulli, uni-
ha compilado otros materiales del XVI relacionados con la naturaleza del
calpulli. dad social básica de la sociedad mexica, se «adaptaba
45
Tezozomoc. Crónica Mexicayolt. 1.975. previamente» al papel imperial que se le confiaría entre
46
Zorita, 1941: 86-8. La situación de la propiedad de Ia tierra apa-rentemente los mexicas. También constituiría posteriormente una ins-
era bastante complicada. Véanse las fuentes secun-darias citadas en la nota titución dúctil en manos de los arquitectos del sistema im-
444 para un examen más a fondo.
7
Sahagún (lib. 2, Apéndice. 1950-69: pt. 3. pags. 179-80) describe el templo del
perial de Tenochtitlán.
calpulli, Duran (lib. 2, cap. 5. 1967: vol. 2, pag. 50) afir-ma incluso que cada .calpulli A finales del siglo XIV, si no anteriormente, otro nivel
poseía tu propia divinidad protectora a lo que se tributaba culto en esos templos de de estructura política se superpuso a los hombres del co-
barrio. Zorita (1941: 111-12) y Pomar (1941: 29) examinan las «cosas de los jóvenes»
del calpulli, donde se instruía a la juventud local en todas las material. Castillo F. mún, los macehualtin, y a sus jefes de calpulli. Hay in-
(1972: 72-3), Kalz (1966: 117-21) y Carrasco (1971: 363-8) pasan revista a otras dicios de que ya antes de establecerse en Tenochtitlan
muchas funciones de la unidad calpulli.
48 existía entre los mexicas un alto grado de liderazgo. Se-
Zorita, 1941: 86-90. 111-12. y passim.
49 51
Algunos antropólogos han aceptado la propuesta de Kirchhoff de que los Monzón, 1.949.
calpultin eran «clanes cónicos» (por ejemplo, Sanders y Price. 1968: 116; 52
Wolf. 1959: M6), pero lo naturaleza de los calpultin y de Ia organización social Véase Zorita (1941: 88-90) sobre la elección del j e f e anciano y el hecho de
mexica e r a n en realidad mas complejas, como ha demostrado Carrasco que no se tomaba ninguna decisión sin consultar a los otros ancianos del
(1971, 1976: 19-16). calpulli.
50 53
Zorita, 1941: 87; Ciarrasco, 1971: 366. Zorita, 1.941.
10
gún los mitos de la migración, cuatro teomamas (portado- ca. No obstante, la presencia de un gobernante clara-
res del dios) interpretaban los deseos de la divinidad pro- mente definido surtió varios efectos que contribuyeron
tectora de los mexicas (Huitzilopochtli) y transmitían sus a preparar a los mexicas para su posterior papel impe-
ordenes al pueblo54. También hay referencias a jefes rial. Según se cuenta, la nobleza mexica, los pipiltin,
guerreros de los calpultin55. Las historias indican, en efec- estaba compuesta en gran medida por descendientes
to, que algunos dirigentes de calpulli alcanzaron una si- de los tlatoque semitoltecas y de hijas de las mejores
tuación de dominio o quizás incluso una soberanía limita- familias de los calpultin62. Los pipiltin guerrearon en los
da 56. ejércitos mexicas y mediante matrimonios polígamos
No se estableció, sin embargo, un sistema formal aceleraron el desarrollo de una clase nobiliaria. Amén
de monarquía hasta 1370, aproximadamente, cuando de esto, la presencia de una línea dinástica de ascen-
el consejo de jefes de calpulli solicitó d e la ciudad dencia tolteca (aunque fuera espuria) constituía un
estado de Culhuacán que les concediese un príncipe de requisito previo imprescindible para una participación
sangre tolteca57. Como hemos visto, la política exterior seria en la política de México Central en el siglo XIV.
de Cul-huacán se basaba en el tráfico de su Con su incipiente clase gobernante, los mexicas pu-
prestigiosa ge-nealogía. Según se cuenta, la ciudad les dieron empezar a desplegar sus ambiciones nacio-
dio un prín-cipe semiculhua, Acamapichtli, que fue el nalistas.
primer sobe-rano tlatoani58, de Tenochtitlan. Por esas A medida que se fue incrementando el papel de los
mismas fe-chas, aproximadamente, la poderosa alianza mexicas en la alianza tepaneca, también lo hizo el
tepaneca concedía un soberano a Tlatelolco, ciudad poder de la clase pípiltín y de los primeros tlatoque. A
hermana de Tenochtitlan, al norte de la isla natal finales del siglo XIV, Tezozomoc, el ambicioso soberano
mexica59. de Azcapotzalco, concedió grandes extensiones de tie-
En las fuentes aparecen Ias contradicciones habi- rra y una parte de los tributos a los mexicas, en re-
tuales, y la verdadera historia del cambio de jefatura a compensa por sus importantes victorias para la alian-
finales del XIV sigue estando confusa. Las referencias za tepaneca63. Este tributo beneficiaba a los tlatoque y
al primer tlaloani, Acamapichtli, son contradictorias, a la élite guerrera, incrementando sus propiedades pri-
tanto en lo que se refiere a su pasado como a su con- vadas. También es probable que algunos de los pue-
dición de gobernante60. Como los mexicas de ambas blos sometidos se convirtieran en mayeque, siervos
ciudades eran tributarios de Azcapotzalco, la capital que pagaban tributo directamente a los guerreros me-
tepaneca, parece que lo más probable es que sus amos
xicas64. Entre tanto, y debido a las victorias tepane-
de tierra firme impusieran a los mexicas los nuevos
gobernantes61. Pero tanto si fue solicitada como im- ca-mexicas, los tributos empezaron a convertirse en un
puesta, esta nueva capa superior de dirigentes repre- claro componente de Ia economía mexica, directamente
sentó otro paso en la emulación mexica de sus vecinos ligado a Ia jerarquía estatal y sus ambiciones militares.
más adelantados. La creciente complejidad de la economía condujo a su
El poder de los tres primeros tlatoque mexicas vez a una mayor importancia de las profesiones inter-
estaba limitado tanto por la autoridad tradicional de los medias, como mercaderes, burócratas y administrado-
calpultin como por los deseos del monarca tepaneca; res.
su principal deber consistía en guiar a los mexicas en Así pues, a comienzos del siglo XV, el papel de los
las guerras entabladas en favor de la alianza tepane- mexicas como vasallos y aliados de la hegemonía te-
paneca había provocado numerosos cambios en la
54
Tezozomoc, 1.975. Durán 1.967 estructura política, social y económica de los mexi-
55
Hay numerosas referencias a «capitanes» que dirigieron Iq mi-gración cas. Todos estos cambios erosionaron el poder del
mexica. Por ejemplo, Historia d los mexicanos por sus pinturas, caps. 12-13, sistema tradicional del calpultin, al tiempo que for-
1941: 223-4; Origen los mexicanos.
56 talecían el papel de la guerra, los tributos y la naciente
Un jefe del mítico país natal de Aztl an llamado Moctezuma (Tezozomoc,
1975), su primer dirigente en la migración, Mexi Chalchiuhtlatonac (Tezozo-
nobleza guerrera.
moc. 1975: 23), y algo más adelante un rey sacerdote Cuauhtlequelzqui (Te- No obstante, todavía a comienzos del siglo XV el
zozomoc, 1975: 36-7) son men-cionados en la Crónica Mexicayotl como diri- creciente poder del tlatoani y de los pipiltin seguía limi-
gentes del período de la migración. Más tarde, Tezozomoc (1975: 46, 60)
describe o un Huitzil ihui tl y un Tenochtzin como gobernantes muy podero- tado tanto por arriba como por abajo: sus ambiciones
sos. Esos nombres aparecen asimismo en otras muchas fuentes, y Huit- territoriales se diluyeron frente a Azcapotzalco, mien-
zil ihui tl y Tenocha, por lo menos, son probablemente dirigentes históricos
reales de algún tipo. Aunque tengamos que desconfiar de la manipulación de tras que en el propio Tenochtitlan los calpultin goza-
esos relatos por los historiadores imperiales posteriores, parece que entre los ban aún de considerable autoridad política y los tierras
mexicas había surgido cierto grado de liderazgo individual antes de su asen-
tamiento en Tenochtitlan.
calpultin seguían siendo Ia base principal de la econo-
57
El titulo de tlatoani significa literalmente «el orador», acaso como remi- mía mexica. Sólo después de la caída de Azcapot-
niscencia de épocas más antiguas en las que quien desempeñaba este cargo zalco pudo la naciente jefatura mexica ganar su batalla
era meramente uno de los portavoces de los ancianos del calpulli. interna contra las instituciones tradicionales de la socie-
58
En realidad las fuentes citan fechas muy diferentes para la supuesta subida
dad.
al trono de Acamapichtli. Davies ha detallado y analizado toda la gama de
esas fuentes. 1.973.
59
Anales de Tlatelolco, 1948: 46-8.
62
60 Relación de la genealogía y linaje. 1.941.
Por ejemplo, pudo haber sido de Coatlinchán, en vez de Culhuacán. (v.gr.
63
Tezozmoc. Crónica Mexicayotl, 1975: 84). Clavijero, lib. 3 1826: vol. I, pags. 122-4. Clavijero pone de relieve los efectos
61 políticos y sociales sobre los mexicas de sus victorias en Xaltocan y las tierras
Esta relación trib utaria queda absolutamente clara en los Anales de Tla-
y los tributos que Ias recompensaron.
lelolco (1.948). En ellos se dice que el primer gobernante de Tlatelolco (Ep- 64
couatzin o Quaquahpitzauac) fue un hijo del rey tepaneca, Tezozomoc, y se Para debates recientes sobre los mayeques como clase social véanse en
describe el pago de tr i b ut o tanto al gobernante de Tlatelolco como directa- especial Hicks, 1974, 1976; Caso. 1963; Berdan, 1975: 56-60; y los ensayos
mente a Azcapotzalco. publicados en Carrasco y Broda, 1976.
11
El sistema religioso de la sociedad mexica se fue del relato de la migración están tan atestadas de con-
asemejando cada vez más a los de sus vecinos me- tradicciones que casi un siglo de erudición etnohis-
soamericanos más «civilizados», al igual que ocurrió tórica no ha podido desentrañar los verdaderos orí-
con la evolución de sus instituciones sociales, econó- genes de Huitzilopochtli y su desarrollo primitivo, en
micas y políticas. A finales del siglo XIV los mexicas algunas fuentes se dice que el dios de la migración
compartían los dioses y los rituales de otras socie- de los mexicas era Mexitli o Meci, que dio su nombre a
dades del México Central. El complicado panteón los mexicas69. Otras fuentes afirman que Meci era un
postclásico incluía antiguas divinidades de la fertilidad
jefe tribal, y no una deidad 70. Pero otras fuentes dan a
y la agricultura (por ejemplo, el primordial dios de la
lluvia mesoamericano, Tláloc, con sus anteojeras, y ese jefe originario el nombre de Huitziton o Huitzilo-
Xipe Totec, patrono de la primavera y la renovación pochtli71. En un pasaje bastante sorprendente de la
de la naturaleza), así como fusiones de dioses-héroes crónica de Sahagún, sumamente fiable, un informante
tolteca-chichimecas (por ejemplo, el familiar Quetzal- comenta que “era sólo un hombre del común, sólo un
coatl y la Serpiente de Nubes, Mixcóatl). Pero las hombre”72.
principales divinidades no eran dioses en el sentido Los estudios recientes han insistido sobre la natu-
occidental; más bien eran conjuntos divinos que po- raleza sintética y algo artificial de Huitzilopochtli. Es-
dían revelarse en un sinfín de aspectos, según las tas investigaciones etnohistóricas señalan que se
concretas asociaciones espaciales y temporales. Por trata de una complicada fusión de dios y héroe, como
ejemplo, Tezcatlipoca (el «espejo humeante»), que otras divinidades postclásicas (por ejemplo, Quet-
dominó la religión postclásica tardía, podía asociarse zalcoatl, Mixcoatl, Xólotl)73. En la mayoría de esos
con la muerte, la noche, el cielo nocturno (y por ende casos el héroe fue posterior al dios, aunque estaba
con las estrellas y la luna), Ia parranda, los banquetes, asociado en cierta medida con él, y a veces tomaba su
los tramposos, los hechiceros, el jaguar, la justicia, nombre. Posteriormente, los logros del individuo se
el castigo, y con otros fenómenos, según el contexto confundieron con los mitos de su divino protector.
concreto (festividad, día del calendario, punto cardi- En el caso de Huitzilopochtli, sin embargo, Bro-
nal, etc)65. Incluido en el mapa cosmológico meso- therston (1974) y Davies (1973: 35-8) han argumen-
americano del calendario y los colores asociados a los tado que el hombre precedió al dios, posibilidad basa-
rumbos, Tezcatlipoca se solapó con otras divinidades da no sólo en Ias afirmaciones de Sahagún sino en otras
mayores o se «desdobló»; al dios Xipe se le llama el varias fuentes importantes74. Las recientes investigacio-
Tezcatlipoca rojo del este, el Tezcatlipoca blanco del nes de Uchmany (1979) y Zantwijk (1976, 1979) han
oeste era un aspecto de Quetzalcoatl, y así sucesi- subrayado tanto la naturaleza compuesta de esta divini-
vamente66. A medida que los pueblos postclásicos dad como su elaboración a lo largo del tiempo. Este últi-
reelaboraron el viejo panteón mesoamericano, también mo autor afirma que el carácter compuesto, la genea-
extrajeron de entre su infinita variedad y complejidad logía mítica y las fábulas de la migración de Huitzilo-
sus propios dioses protectores. Se nos dice que las pochtli reflejan el carácter étnicamente compuesto de los
profesiones, las dinastías, las ciudades estado y hasta propios mexicas. Davies afirma, de forma similar (1973:
los calpultin67 mexicas tenían sus propios patroci- 35-8; 1980: 181-3, 205) que el dios era una fusión de un
nadores divinos. primitivo héroe tribal y de Opochtli, una deidad lacustre
En Ia época imperial, el conjunto del pueblo me- de los pueblos del sur del valle entre los que se insta-
xica tuvo también una divinidad nacional, su beli- laron los mexicas en el siglo XIV.
coso dios tutelar, Huitzilopochtli, el «colibrí de la Reviste especial trascendencia el hecho de que el
izquierda» o «colibrí del sur». Este dios era uno de los dios constituyera un desarrollo tardío propio de los me-
pocos elementos singulares del panteón mexica, xicas, sin importancia para otros pueblos del valle. En
desde que a mediados del siglo XIV los mexicas com- realidad, lo que diferencia a Huitzilopochtli de la ma-
partieron el sistema religioso de sus vecinos del valle. yoría de las otras divinidades tutelares étnicas es el
La verdad es que Huitzilopochtli ocupaba un puesto carácter estrictamente local de sus seguidores —por lo
bastante incómodo en el panteón; más adelante exa- menos antes de la expansión imperial de los mexicas.
minaremos el papel imperial de Huitzilopochtli en su Más aún, si las investigaciones recientes están en lo
politizada forma final. Aquí nos limitaremos a obser- cierto, Huitzilopochtli no estuvo asociado a importantes
var que su primitiva naturaleza es, en el mejor de los dioses del firmamento, como Tezcatlipoca, hasta des-
casos, oscura y que su papel en el siglo XIV fue pro- pués de su transformación con las «reformas» religiosas
bablemente bastante modesto. del primer período imperial. Cabe por ello contemplar
Los mitos imperiales posteriores contarían cómo con escepticismo el destacado papel de Huitzilopochtli
los mexicas se llevaron a Huitzilopochtli durante su en el panteón imperial mexica. La cosmología imperial
legendaria migración, cómo éste los guió y aconsejó lo clasificó como uno de los cuatro dioses mayores del
en sus luchas, y cómo los condujo finalmente a su isla panteón, adoptando alguno de los aspectos principa-
de Tenochtitlan68. Sin embargo, las diversas versiones 69
Cristóbal del Castillo. 1.908.
70
Sahagún, lib 10.
65 71
Nicholson, 1.971. Cristóbal del Castillo 1.908. Torquemada 1.975.
66 72
Véase especialmente Hunt, 1977, para un examen del desdoblamiento de Sahagún lib 1.
Tezcatlipoca y otros conjuntos divinos mesoamcricanos. 73
Para recientes interpretaciones de Ia compleja y confusa naturaleza de
67
Duran, lib. 2, cap. 5, 1967: vol. 2. Huitzilopochtli véanse Uchmany 1978, 1979; Zantwijk (1979), Davies (1973:
68 318). López Austin (1973, passím), Brundage (1979: cap. 6), Carrasco
Véase Ia nota 32. para las fuentes primarias. Se supone que Duran,
(1979) y Nicholson (1971). Brotherston 1.974.
Tovar y Tezozomoc (todos derivados de la perdida «Crónica X») son 74
los más próximos a la versión oficial del Estado mexica. Castillo y Torquemada, antes citados.
12
les de Tezcatlipoca y confundiéndose a menudo con propiciarse. En muchos ritos se trataba a la víctima
Tonatiuh, el propio Sol. Cabe suponer, sin temor a equi- como si fuera el mismo dios al que se estaba hon-
vocarnos, que fue la posterior reorganización de la histo- rando, y así se le dirigía la palabra77. Incluso en el culto
ria y la cosmología por parte del régimen imperial la militarista de ofrenda de corazones, el guerrero victo-
que asignó a Huitzilopochtli tan asombrosas asociacio- rioso se dirigía a su cautivo como a un hijo, tratándole
nes y atributos, al tiempo que sus exhortaciones impe- con gran respeto antes de sacrificar a los dioses el
rialistas y su insaciable necesidad de sacrificios ma- corazón del guerrero extranjero78. Esos guerreros cap-
sivos. Una deidad tan ostentosamente importante, con turados se consideraban la mejor ofrenda posible en la
ambiciones ilimitadas para su pueblo, no parece encajar mayoría de las ceremonias.
fácilmente con los primitivos mexicas, agazapados en su El componente militarista del culto sacrificial nos in-
fangosa isla a la sombra de las poderosas fuerzas que duce también a sospechar que la constante pugna entre
los rodeaban. Sólo con la ayuda de los mitógrafos los estados del México Central influyó en el desarrollo y la
imperiales la divinidad protectora mexica, antes insig- intensificación de los sacrificios humanos. La violenta
nificante, pudo abrirse paso, a codazos, hasta las competición entre ciudades-estado desempeñó, probable-
alturas del panteón. mente desde época pretolteca, un papel fundamental en
Si de los dioses pasamos a su culto, vemos que los la elaboración de todos los aspectos de la religión de
mexicas (como las demás ciudades estado del Post- estado. Los cultos sacrificiales militaristas del Postclá-
clásico Tardío) no sólo heredaron de los toltecas el sico, las divinidades protectoras regionales y las genea-
militarismo y la obsesión por la genealogía, sino también logías toltecas semimíticas indican que la ideología era
su espeluznante versión del ritual religioso mesoame- una parte de la lucha por el poder tan importante como la
ricano. Los sacrificios humanos eran esenciales para los fuerza mi l i t ar y económica (C fr. Demarest, 1976, 1984).
cultos de muchas divinidades y en las principales En realidad, y como veremos, fueron las innovaciones
festividades del ciclo del calendario. Los sacrificios, como ideológicas de los mexicas las que a la larga les propor-
corresponde a la complejidad de Ia ideología, adoptaban cionaron ventaja sobre unos vecinos más consolidados.
aspectos muy diversos. Según el contexto sagrado de Aunque la institución del sacrificio humano fue funda-
la ofrenda, la víctima podía ser decapitada, quemada, mental en la religión del siglo XIV, la escala de estos sa-
ahogada, estrangulada, despellejada viva, despeñada crificios era bastante reducida en comparación con las
desde una gran altura, muerta en combate ritual o por inmolaciones masivas de la época imperial azteca. Es
inanición, empalada en un potro y asaetada con fle- probable que los inexpertos mexicas no sacrificaran
chas, o podían aplastarle la cabeza. Un fraile español sino unos cuantos centenares de víctimas al año. Los sa-
que acompañaba a Ias tropas de Cortes describió así crificios humanos y el canibalismo ritual debían de pro-
Ia forma más corriente de sacrificio público. ducirse solamente con ocasión de los principales ritos
Tenían aquestos naturales templos muy grandes, y encima religiosos del calendario sagrado, y quizás después de
una casa de oración, y a la entrada de la puerta, un poco importantes victorias militares. Probablemente, entre los
antes, tenían puesta una piedra baja, hasta la rodilla, en donde primitivos mexicas la mayoría de las pequeñas cere-
a mujeres o a hombres que hacían sacrificios a sus dioses, los monias, ritos domésticos o cultos de los calpultín iban
echaban de espaldas, y ellos mismos se estaban quedos, a
donde salín un sacerdote con un navajón de piedra que casi acompañados sólo de sangrías y de sacrificios de anima-
no cortaba nada, hecho a manera de hierro de lanza, y luego les. A comienzos del XV acaso se intensificaron los cultos
con aquella navaja le abría por la parte del corazón y se lo en Tenochtitlan a causa de los iniciales éxitos guerreros
sacaba, sin que la persona que era sacrificada dijese palabra; de la élite, de una mayor afluencia de cautivos y del cre-
y luego al que o a la que era, así muertos los arrojaban por las
escaleras abajo, y lo tomaban y hacían pedazos con gran ciente interés por una religión estatal y un ritual encami-
crueldad y lo asaban en hornillos y lo comían por manjar muy nado a enaltecer su prestigio. No cabe duda, sin embar-
suave, y de esta manera hacían sacrificios a sus dioses75. go, de que antes de los cambios generalizados de 1428,
No es asombroso que tales sacrificios y el caniba- ni Ia ideología mexica ni ninguna otra religión estatal de
lismo ritual consternaran a los conquistadores espa- Mesoamérica había podido conformar los actos sacrifi-
ñoles. Pero en el Postclásico Tardío al parecer habían ciales y la cosmología religiosa en un culto imperialista
sido aceptados como una parte necesaria del ritual unificado. Sólo después de la formulación de ese culto,
religioso. La mayoría de las versiones de la mitología bajo la transformada divinidad protectora de los mexicas,
azteca posterior sostienen que el propio sol y Ia propia Huitzilopochtli, pudieron parecer provechosas o justifica-
luna fueron creados por actos de autosacrificio divi- bles las carnicerías masivas del período imperial.
no76. Los sacrificios humanos del Postclásico Tardío La crisis de transformación
han de entenderse desde el punto de vista del sistema
de creencias y del elaborado ritual que transmutaban Como hemos visto, los mexicas habían sufrido pro-
esos actos carnales en ofrendas bendecidas a unos fundos cambios culturales a finales del siglo XIV. Bajo
dioses siempre amenazantes. En muchas ceremonias la tutela de sus vecinos, más asentados que ellos, a su
concretas del ciclo del calendario, Ias víctimas sacri- tradicional estructura calpullin se agregaron nuevas
ficiales eran en realidad personificaciones del dios, y a instituciones políticas y sociales. Los nuevos dirigentes,
menudo vestían como la divinidad a la que había que el tlatoani y los pipiltin, obtuvieron importantes victorias
77
Las principales ceremonias de los sacrificios se describen detalladamente
75
Aguilar. 1954. en Sahagún (en especial en el lib. 2, 1950-69: pl. 3) y en la Historia de las
76
V. gr. Leyenda de los Soles. 1.975. Sahagún, lib 7. Historias de los Indias de Nueva España, de Durán (lib. I, 1.967. vol. I).
78
mexicanos por sus pinturas. Cap 7. Sahagún lib 2. cap 21.
13
para los mexicas, con lo que se incrementó el papel Tezozomoc no conoció rivales en el valle. Pero, a diferencia
de la guerra y los tributos en su economía y obtuvieron de los posteriores gobernantes imperiales mexicas, Tezo-
en recompensa la propiedad de algunas de las tierras zomoc no se tomó la molestia de legitimar su poder a
conquistadas para la alianza tepaneca. A comienzos del través de un linaje tolteca. Su macroestado carecía, ade-
XV los mexicas casí habían alcanzado la condición de más, de la cosmología imperial unificadora que inspiraría la
aliados de los señores tepanecas de Azcapotzalco, en duradera expansión del imperio azteca. Nada tiene de
lugar de simples vasallos. Coincidiendo con los sorprendente, pues, que el reino de Tezozomoc saltara en
cambios políticos y económicos, la religión mexica se pedazos tras la muerte de éste en 1426.
hizo más militarista y adquirió un carácter más estatal. Los acontecimientos que se suceden desde 1426 a 1428
Su dios-héroe Huitzilopochtli, antaño una divinidad son bastante confusos, tanto a causa de la complejidad
oscura, evolucionó hasta convertirse en una deidad de las intrigas que siguieron a la muerte de Tezozomoc,
protectora del Estado, aunque por el momento no como debido a las narraciones contradictorias que nos han
impresionara en exceso a sus vecinos del valle. transmitido quienes participaron en la lucha por el poder. A la
Pero la naciente estructura estatal de Tenochtitlan muerte del rey estalló en Azcapotzalco una guerra de su-
no era sino un presagió de la inexorable potencia cesión, que finalizó cuando un tal Maxtla se apoderó del
imperial en que rápidamente iba a convertirse tras la trono y, con él, del control de la alianza tepaneca 82. Poco
caída de Azcapotzalco, en 1428. Antes de esa fecha después Chimalpopoca, el tlatoanl mexica, murió por «cau-
sus amos tepanecas limitaban el poder de los mexicas sas no naturales». Las fuentes no concuerdan en lo que a
en los asuntos del valle, la porción de tributos que se los responsables de la muerte de Chimalpopoca se refiere:
les asignaba y sus posesiones en las tierras lo ahogaron unos asesinos, o se suicidó ahorcándose, o
conquistadas. Más adelante, el desarrollo de una bien f u e asesinado en la propia Tenochtitlan 83. Sea como
facción antimexica en la corle del rey tepaneca sea, le sucedió en el poder en Tenochtitlan un nuevo tla-
Tezozomoc, a comienzos del siglo XV, puso de relieve toani, Itzcoatl84.
la existencia de esas limitaciones. Al parecer, ese El nuevo gobernante, con sus sobrinos Moctezuma I y
grupo propugnaba la des-trucción de los mexicas, a Tlacaelel, acaudillaba una facción militante que propug-
quienes consideraba peligro-sos advenedizos 79. Las naba la rebelión contra la alianza tepaneca y su nuevo rey,
trabas externas al poderío de Tenochtitlan se vieron Maxtla. Según las historias mexicas, los miembros de eso
acompañadas de restricciones internas al poder de facción defendían la rebelión por considerar a Maxtla usur-
la élite guerrera; el tradicional sistema calpullin pador y tirano; al parecer también le achacaban un trato
constituía una traba para el desa-rrollo de la autoridad injurioso a su estado e inmoderadas exigencias de mayo-
de la élite, y la importancia económica de la guerra y res tributos85. Parece igualmente probable, sin embargo,
los tributos seguía siendo bas-tante exigua en compa- que los jefes mexicas se hubieran dado cuenta de que la
ración con la agricultura inten-siva lacustre de los guerra civil había debilitado la alianza tepaneca, brin-
campesinos de los calpultin y las actividades de los dándoles la oportunidad de una audaz puja por el poder.
comerciantes mexicas de Tlatelolco. Esos obstáculos La belicosa facción de Itzcoatl prevaleció en Tenochtitlan y
internos y externos al crecimiento y Ia centralización los mexicas entablaron una alianza con Nezahualcoyotl,
del poderío mexica no desapare-cieron hasta después el desterrado príncipe de Texcoco, para dirigir una coa-
de la serie de acontecimientos que siguieron a la lición de ciudades-estado rebeldes contra los tepane-
muerte de Tezozomoc en 1426. cas86. Posteriormente se les unió Tacuba, un centro me-
En la época de su subida al trono, en el decenio de 1977: 57-72).
1370, Tezozomoc había sido el maestro, consejero y 82
Ixtlilxochitl, lib. 2. 1977: cap. 22, págs. 55-6: Tezozomoc, 1975: 100-8;
patrocinador de sus tributarios mexicas, a quienes uti- Historia de los mexicanos, 1941: 229-30; Anales de Tlatelolco. 1948: 55; Relación
lizó como peones en sus grandes planes para la alian- de la genealogía y linaje, 1941: 252; Anales de Cuauhtitlán, 1.975. Nótese que
todas estas fuentes califican de usurpador a Maxtla. Este, uno de los hijos
za tepaneca. Los guerreros mexicas, al mando de su pequeños de Tezozomoc, sólo podía heredar en teoría el trono del vasallaje
tercer tlatoani, Chimalpopoca, ayudaron a Tezozomoc tepaneca de Coyoacán.
83
en la gran guerra contra la otra gran potencia del Estos relatos especialmente contradictorios de la muerte de Chimalpopoca
se dan en los Anales Mexicanos (1903: 50), Anales de Tlatelolco (1948: 55), y
valle, la confederación acolhua. dirigida por la re- en Duran (lib. 2, cap. 8, 1967: vol. 2, págs. 71-2), respectivamente.
nombrada ciudad de Texcoco80. En 1418 los te- 84
Nótese que incluso según las fuentes mexicas (por ejemplo, Durán, lib. 2.
panecas aplastaron por fin esto alianza rival matando cap. 8, 1967: vol. 2, pág. 73), Itzcoatl era hijo ilegítimo de Acamapichtli, el
primer tlatoani mexica, y de una esclava. Eso dificultaba su probable elección
al rey de Texcoco y desterrando a su joven hijo, el príncipe por derechos de nacimiento. Sin embargo Duran refiere que fue elegido por
Nezahualcoyotl81. A partir de entonces la hegemonía de «común consentimiento» sobre Ia base de su valor y de sus «buenos cos-
tumbres» (Durán, lib. 2, cap. 8, 1967: vol. 2, pag. 73). Cabe observar cíni-
79
camente que es muy extraño (y verdaderamente sospechoso) que las fuentes
Véanse, por ejemplo, Durán (lib. 2, cap. 8, 1967: vol. 2. pags. 69-71) y mexicas, tan críticas frente a la «usurpación» del trono tepaneca por Maxtla
Clavijero (lib. 3. 1.826: vol. I, pags. 122-4). Es difícil dilucidar si las fuentes con respecto a sus hermanos mayores, se olviden despreocupadamente de tal
son más fiables en esto o cuando intentan justificar la posterior revuelta objeción en el caso de la elección de Itzcoatl en el mismo Tenochtitlan.
mexica. Sin embargo, y dada la creciente amenaza mexica, es bastante 85
Duran (lib. 2. cap. 8. 1967: vol. 2. pags. 69-72) e Ixtlixochtil (Historia,
verosímil que se desarrollase el partido anti-mcxica de Maxtla.
80
lib. 2, cap. 30. 1977: 77-8) detallan las quejas de los mexicas por el trato irra-
La guerra texcocona-tepaneca es uno de los acontecimientos mejor cional que les daban los tepanecas, que incluían insultos, elevados tributos y la
documentados de la etnohistoria azteca. Una fuente primaria generalmente negativa de los derechos de acceso al agua y a las rutas comerciales.
de fiar (aunque claramente sesgada) sobre la guerra es el cronista texcocano 86
La extensión y la importancia del papel de Texcoco varía, como era de
Ixtlilxochitl, con sus diversos escritos (en especial lib. 2. 1977: 39-54; véase esperar. según Ias fuentes. Las fuentes mexicas atribuyen la victoria a Tla-
también lib. I, 1975: 326-42; 433-9; 536-8).
81
caelel e ltzcoatl, con Nezahualcoyotl como un aliado prestigioso aunque des-
Los años románticos del retiro de Nezahualcoyotl fueron uno de los lemas dibujado (por ejemplo. Duran, lib. 2. cap. 10. 1967: vol. 2, pags. 85-96; Có-
favoritos de Ixtlilxochtil, quien dedicó la mayor parle de los cinco capitulos de su dice Ramírez, Tovar, 1944: 58-72). Naturalmente Ixtlilxochitl, el cronista tex-
Historia de la nación chichimeca en describirlos detalladamente (Ixtlilxochitl, lib. 2, cocano, dibuja el papel del rey de Texcoco, Nezahualcoyotl, como funda-
14
nor. Esta «Triple Alianza» de Tenochtitlan, Texcoco y amigos de apaciguar a los tepanecas—, instigaron a los tepa-
necas de Tacuba básicamente hostiles a Maxtla, o matar a
Tacuba derrotó a los tepanecas en 1428, heredando el Chimalpopoca. Esta historia posee un tono de veracidad. No
reino de Tezozomoc87. Esa Alianza se convertiría en el es muy verosímil que Maxtla deseara llegar al extremo de
imperio azteca y con el tiempo los aztecas mexicas de matar a Chimalpopoca para quedarse luego tan tranquilo mien-
Tenochtitlan dominarían a los estados tributarios de la tras era elegido en su lugar un sucesor mucho menos dócil.
Los acontecimientos posteriores ilustran con claridad que
alianza, cada vez más numerosos. probablemente sea más exacta la versión de que
Los acontecimientos que condujeron a la gloriosa as- Chimalpopoca fue eliminado a causa de su sumisión a Maxtla, y
censión de la Triple Alianza poseen muchas de las carac- a instancias de quienes deseaban adoptar una posición más
terísticas de un golpe militar. Itzcoatl era un curtido gue- dura92.
rrero que había alcanzado el rango de comandante supre- Con independencia de los detalles de la ascensión
mo de los ejércitos mexicas durante el período de vasa- al poder de Itzcoatl, no cabe duda de que después del
llaje de Tezozomoc88. Al igual que su facción de guerreros triunfo de la Triple Alianza los nuevos dirigentes inicia-
nobles tenía mucho que ganar de una rebelión contra los ron una amplia serie de cambios que transformaron la
tepanecas: la victoria eliminaría las diversas trabas, ex- sociedad mexica. La mayoría de las principales cró-
ternas e internas, que limitaban el poder de la élite. nicas mencionan las «reformas» imperiales implan-
Las misteriosas circunstancias que rodearon la tadas por las más destacadas figuras del nuevo or-
muerte del tlatoani mexica, Chimalpopoca, apuntan den: el tlatoani Itzcoatl, su sobrino y sucesor Mocte-
también a una conspiración militar, y de hecho los zuma I y Tlacaelel, una monumental figura que, se-
Anales Mexicanos afirman sin rodeos que Itzcoatl, gún cuentan, fue el cihuacoatl (gran sacerdote y
como líder de quienes propugnaban la rebelión contra consejero) de los cuatro primeros gobernantes im-
los tepanecas, envió un grupo de asesinos tacubas a periales. Se nos informa de que los nuevos dirigen-
matar a Chimalpopoca, con objeto de que él y la fac- tes mandaron quemar los textos históricos religio-
ción guerrera pudieran adueñarse del poder89. Otra sos existentes93,y después acometieron la reestruc-
fuente confirma la muerte de Chimalpopoca a manos turación de las instituciones económicas, políticas, so-
de los tacubas, aunque no acusa concretamente a Itz- ciales e ideológicas mexicas.
coatl de complicidad90. Muchos relatos cuentan que
Chimalpopoca se suicidio o que los responsables de
su muerte fueron los tepanecas91. Cabe sospechar,
no obstante, que éstas eran las versiones oficiales
del suceso, tendentes a responsabilizar a los tepa-
necas para justificar mejor la rebelión mexica. El
nuevo tirano tepaneca, Maxtla, no tenía nada que
ganar con la muerte de Chimalpopoca. Nigel Davies
ha señalado la lógica de la versión de los Anales
Mexicanos:
Según otra versión muy distinta de los acontecimientos, el
sucesor de Chimalpopoca, Itzcoatl, y sus partidarios —nada
117
Durán, lib. 2, cap. 11. 1.967. vol. 2
115 118
Chimalpahin. 1.965. Townsend, 1.979.
116 119
León Portilla. 1.963 Townsend 1.979.
19
directamente histórica: 1427, año de la subida al poder de Itz- desconfiara de los «falsos» sabios que «tienen sus pro-
coatl... 120.
pias tradiciones y las conservan secretamente» y por ello
Anteriormente, Henry Nicholson había señalado el ca- «descarrían al pueblo». Así, pues, sólo el sacerdote adies-
rácter sumamente integrado y normalizado de la iconogra- trado en el calmecac (Quetzalcoatl) debía ser reconocido
fía escultórica azteca121. Podemos ahora llegar a la conclu- como legítimo; los otros quedarían desacreditados, al igual
sión de que ello se debía, al menos en parte, a un control que sus «tradiciones secretas». Tras haber reelabora-
estrechamente centralizado por el estado de este aspecto do la historia y el mito escritos, el estado necesitaba
del sistema ideológico. controlar y alterar asimismo la literatura oral. Pronto los
relatos oficiales de la historia y la cosmología se convir-
tieron en las versiones aceptadas, gracias a la confianza
de los sacerdotes adiestrados en el calmeca en los
códices escritos:
Más, señores nuestros (dice)
hay quienes nos guían,
nos gobiernan, nos llevan a cuestas,
en razón de cómo deben ser venerados nuestros dioses,
... y los llamados Quequetzalcoa,
los sabedores de discursos,
es de ellos obligación...
Los que están mirando (leyendo), los que cuentan (o refieren lo que leen)
los que vuelven ruidosamente las hojas de los códices.
Los que tienen en su poder la tinta negra y roja (la sabiduría)
y lo pintado;
ellos nos llevan, nos guían, nos dicen el camino.
Las tierras bajas mayas se caracterizaban por un sistema de deseos económicos y las exigencias de individuos y
mercado escasamente desarrollado. Los mercados existían,
grupos de interés. Nada tan lejos de este ideal como las
ciertamente, pero parece que estaban sumamente localizados y
probablemente no llegaban a integrar diversas regiones... guerras de desgaste contra los enclaves montañosos de
los pueblos no conquistados. Estos, indomables y agre-
En las tierras bajas mayas, el contexto económico hubiera
convertido la conquista y la exacción de tributos en una sivos, no cedían con facilidad ni prisioneros ni tributos.
estrategia indeseable para la Triple Alianza. En dichas áreas se Protegidos por las características naturales de su
desarrollaron enclaves comerciales que permanecieron topogra-fía, templados por años de resistencia a los
neutrales, al menos en un sentido formal. ejércitos de la Triple Alianza, y generalmente pobres en
Así, pues, la incapacidad del sistema de tributos az- recursos, los focos libres apenas ofrecían incentivos y sí,
teca para absorber con eficacia la diferente estructura en cam-bio, todos los obstáculos posibles a la conquista.
económica de los grupos de las tierras bajas mayas Por es-tas razones los ejércitos imperiales los habían
constituyó una barrera para la expansión por el este, soslaya-do anteriormente en su marcha hacia victorias
menos tangible que la de los ejércitos tarascos por el más fáci-les y provechosas.
oeste o los prohibidos desiertos del norte, pero que resul- Los ejércitos de Moctezuma empezaron a atacar siste-
tó igualmente eficaz para impedir ulteriores conquistas. máticamente, uno tras otro, todos los enclaves indepen-
Moctezuma, heredero de una hegemonía tan circuns- dientes: en la campaña sitiaron el reino de Metztitlan al
crita centro los esfuerzos de los mexicas en los enclaves norte, los focos occidentales en Michoacán, a los sal-
independientes del interior de las fronteras de la Triple vajes guerreros montañeses de Yopitzingo (en lo que
Alianza. Estos grupos reacios amenazaban la disgrega- es hoy el Estado de Guerrero), y numerosas ciudades
da estructura interna del imperio y las rutas comerciales, pequeñas en la región de Oaxaca y Tehuantepec.
de transporte y de tributos. Moctezuma quizá pretendía También llevaron a cabo una serie de campañas más
crear un reino más estable y sólido mediante la conquista importantes contra las dos áreas independientes ma-
de esos enclaves independientes y la terminación del yores y más poderosas: el reino mixteca de Tototepec
ciclo de insurrecciones en el seno del imperio. y el amenazador enclave centromexicano de tlaxcal-
Por desgracia, como pronto comprendió el nuevo tla- tecas y huexotzingas Los esfuerzos mexicas sólo
toani, tal política de consolidación no se ajustaba a alcanzaron un éxito limitado contra estos adversarios
los patrones tradicionales de la guerra mexica. La gue- principales, así como contra las zonas libres más
rra ideal mexica consistía en una breve campaña que pequeñas. Por vez primera desde el comienzo del
produjera miles de prisioneros y un rico botín, para período imperial, la suerte de las batallas se volvía a
aportar posteriormente un continuo flujo de diversos menudo en contra de la Triple Alianza. Aparte de algu-
bienes en calidad de tributo. Esas guerras satisfacían la na conquista satisfactoria en Oaxaca, los resultados
necesidad de víctimas del culto estatal así como los de las muchas campañas de Moctezuma II fueron una
30
triste mezcla de victorias pírricas, treguas negociados im-perial siempre había impulsado y recompensado el
y francas derrotas. En verdad, hasta el indomable éxito por medio de un sistema de movilidad social con-
espíritu de los pueblos aztecas iba sucumbiendo gra- trolada. Privilegios especiales, poder, riqueza y presti-
dualmente a la desesperanza a medida que los ejér- gio premiaban no sólo a personas de linaje, sino a
citos de la Alianza se empeñaban en aplastar los in- quienes alcanzaban éxito al servicio del Estado. Los
fructíferos focos de resistencia. El primitivo vigor de guerreros que se distinguían en la batalla, los comer-
las sanguinarias victorias sacrificiales de los mexicas ciantes pochtecatin que sobresalían en el comercio
contrasta agudamente con la descripción del regreso controlado por el Estado o en misiones diplomáticas, y
de las tropas de Moctezuma II de una de esas los administradores políticos o religiosos de excepcio-
campañas del siglo XVI: nal capacidad eran recompensados con distinciones
Esta nueva le fue dada a Motecuhzoma de la muerte de que venían a significar un ascenso en la propia estruc-
sus hermanos y de la pérdida de muchos señores y de cómo su tura de clases. Este sistema de movilidad social cono-
ejército había sido desbaratado. El cual, en sabiendo esta triste cía algunas restricciones debidas a consideraciones he-
nueva, empezó a llorar muy amargamente... Lo cual divulgado reditarias, pero fue capaz, en combinación con la fuerza
por toda la ciudad, todos fueron puestos en muchas lágrimas y
tristeza y en mucho desconsuelo, y así, sabido que ya llegaban de la ideología estatal, de promover una rápida expan-
los que de la guerra habían escapado, todos destrozados y sión. Era asimismo una política que permitió el desa-
muchos de ellos heridos, mandó Motecuhzoma salir a recibirlos. rrollo y la reestructuración de nuevas categorías so-
El recibimiento fue de mucha tristeza, porque los ciales y profesionales, en respuesta a las necesidades
sacerdotes, que solían salir con sus cabellos trenzados con
hilos de color, ese día salieron con el cabello tendido y suelto, y circunstancias, en rápido cambio, de la naciente
y los viejos y cabildos, que solían salir con plumas en lo Triple Alianza.
cabeza, atadas al cabello de la coronilla, este día salieron sin La insistencia de Moctezuma en contar con una
plumas, sino con insignias de mucha tristeza. Los levitas, que estructura de clase rígida, fuera o no consciente, era
solían salir con incensarios... este día no hubo incensarios,
sino Iágrimas y desconsuelo; no se tocaron caracoles, ni coherente, en efecto, con su estrategia militar de
bocinas, ni flautas, como solían, ni tambores, sino todo sordo y consolidación interna. Al reducir las recompensas
sin alegría. económicas y sociales al éxito personal, las reformas
Entre tanto, y en un frente totalmente distinto, Moc- hubieran estabilizado el cambio interno, al tiempo que
tezuma II había emprendido otro desafortunado pro- eliminaban el aspecto material de los incentivos
grama de consolidación y estabilización: intentó centra- personales para la expansión externa. El nuevo orden
lizar el poder político y detener los rápidos cambios social era más acorde con el crecimiento limitado y la
sociales que erosionaban la estructura de clases de la reorganización interna que caracterizaron el reinado
sociedad mexica. Las reformas sociales y políticas de de Moctezuma. Esta nueva política representaba
Moctezuma se acomodaban tanto a su política general también el reconocimiento inconsciente de que el
de consolidación como a su talante personal, aristo- expansionismo mexica había tocado techo.
;
crático y autocrático según la mayoría de los testimo-
nios. Desde el comienzo de su reinado impuso despia- Moctezuma también se afanó por aumentar su
dados recortes de la estructura de clases. Empezando propio poder y por centralizar su control de la hege-
por la cima, sus decretos más drásticos (e impopulares) monía azteca. Dentro del propio Tenochititlan, redujo
purgaron la corte de todos los consejeros y jefes que no las obligaciones y el poder de otros altos funcionarios
fueran de la más alta cuna. Algunos relatos refieren del Estado. El consejero regio y gran sacerdote, el
incluso que ejecutó a todos los funcionarios de su pre- cihuacoatl, se convirtió en poco más que un mero
decesor, Ahuítzotl, más liberal que él en lo social. Es- administrador de los decretos reales, y Moctezuma
tas «reformas» se extendieron después hacia abajo redujo el papel de su Consejo a algo puramente
por todos los niveles de la jerarquía administrativa, formal. Las elaboraciones de un ceremonial, protocolo
militar y religiosa. A la clase mercantil, cultivada y y ritual cortesanos contribuyeron a engrandecer y
protegida por gobernantes anteriores, cuyo ascenso casi hasta a divinizar al tlatoani. La espléndida
había sido muy rápido, se le ordenó ahora no eclipsar exhibición de la corte real mexica coincidió con un
con su comportamiento y sus trajes a sus superiores de aumento efectivo de su poder y su supervisión de
alta alcurnia. Sahagún dice que se advirtió a los todos los aspectos de la vida en Tenochtitlan.
pochtecatin que la nobleza guerrera podía matarlos si Y, lo que es aún más importante, el tlatoani de Te-
los comerciantes olvidaban cuál era su lugar. Se limi- nochtitlan llegó a ser el único poder independiente de la
taron explícitamente los honores concedidos a gue- Triple Alianza. Durante los primeros decenios de la
rreros de baja extracción. Así, pues, los trajes, las in- alianza entre Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba, la dinas-
signias y los privilegios rituales quedaron vinculados tía de Texcoco, antigua y prestigiosa, tuvo considerable
más estrechamente a criterios hereditarios, para dis- influencia en las decisiones y la política del naciente
tinguir y engrandecer a la nobleza. Todas estas refor- imperio. Con el transcurso de los años el poder político y
mas miraban a aumentar las distancias sociales para militar de Texcoco se fue reduciendo gradualmente, aun-
luego inmovilizar la estructura de clases, deteniendo que siguiera siendo grande su papel económico y cultural.
así el ciclo de continuo cambio interno que había En 1515 Moctezuma puso fin a cualquier apariencia
caracterizado los primeros tiempos del imperio. diplomática de igualdad entre las capitales. Ese mismo
Estos cambios representaron una mudanza radical año intervino en el delicado proceso de seleccionar al
de la política mexica. Como hemos visto, el sistema siguiente tlatoani texcocano, llegando a instalar en el
trono n su propio favorito. Según fuentes texcocanas,
31
este acto enfureció y desilusionó a gran parte del pueblo, ¿Sabéis lo que os decís? ¿No tienen los mexicanos
empacho y vergüenza? ¿De cuándo acá se han vuelto sin
conduciendo a un cisma en el poder de Texcoco. La juga- vigor ni fuerzas, como mujercillas flacas? ¿Deprenden
da era coherente con el riguroso control que Moctezuma II ahora a tomar la espada y la rodela, el arco y la flecha?
ejercía sobre sus otros aliados y tributarios y constituía un ¿Qué se ha hecho el ejercicio de tant os años desde la
paso lógico hacia la consolidación de la disgregada fundación de esta insigne ciudad? ¿Cómo se ha perdido y
afemi nado, p ar a que quede yo avergonzado delante de
estructura del imperio, pero le costó una importante baza: todo el mundo? ¿A qué fueron allá tantos y t a n valerosos
el entusiasmo agresivo de los aliados texcocanos, que señores y capitanes, y t an ejercitados y experimentados
habían supuesto una contribución fundamental a las en guerra? ¿Es posible que ya se les ha olvidado el orden y
victorias de la Triple Alianza. el reforzar sus escuadrones, para romper por todo el
mundo? ¡No puedo creer sino que se han echado a dormir
Al igual que el programa militar de ataques a los encla- adrede, para darme a mí esta bofetada y hacer burla de
ves internos, la nueva política de estabilización social y mí!»
centralización del poder de Moctezuma fue probable- Mundo llamar a Ci uac oatl y a los demás de su
mente la respuesta necesaria a la debilidad interna y a la consejo, y contándoles el caso, teniéndose por muy
afrentado, mundo que a todos los que volvían de aquella
limitación exterior de la Triple Alianza. Pero, al igual que guerra no se les hiciese recibimiento alguno, ni se tocase caracol,
la nueva política militar, las reformas sociales y políticas ni otro ningún instrumento, ni pareciese hombre o mujer en su
constituyeron desoladores fracasos, que sólo sirvieron llegada en toda la ciudad, ni se hiciese ni mostrase pesar ni
para desmoralizar aún más a los ya atribulados ciuda- tristeza de su pérdida, ni de su venida contento ninguno. Y así fue
que al tiempo que se trujo la nueva de su llegada, toda la ciudad
danos de la alianza. El desplazamiento de los funciona- se puso en extraño silencio, y que en todo ella, ni en los templos,
rios, guerreros y mercaderes en ascenso en la época de no pareció hombre, ni mujer, ni sacerdote, ni persona que les
Ahuítzotl originó amplio resentimiento entre esos impor- pudiese decir cosa de esta novedad. Los cuales yendo al templo a
tantes grupos. Además, los mexicas plebeyos y la peque- hacer sus ceremonias acostumbradas, solieron de él para ir a besar
las manos del rey. Las puertas les fueron cerradas y echados con
ña nobleza se enfrentaba ahora con la disminución de los mucho oprobio de las casas reales. Y así, avergonzados, se fueron a
incentivos personales para participar con ardor en las sus casas y ciudades.
sangrientas guerras, así como en la administración civil
del Estado. Mientras tanto, entre los aliados de los mexi- A la desilusión que acompañaba a la derrota se le
cas, la escasamente velada degradación de sus dirigen- unían, pues, animosidades internas cada vez mayores.
tes originó resentimientos y menguó los entusiasmos. Aún más nefasta que la pérdida de fe en sí mismos
Todas estas reacciones negativas frente a los programas de los mexicas fue la amenaza de una posible erosión
políticos y sociales se produjeron en el momento en que el de su fe en la cosmología imperial. El culto estatal
Estado necesitaba más desesperadamente un fanático exigía y prometía al mismo tiempo victorias constantes
apoyo del pueblo, para afrontar los problemas económicos y un crecimiento ininterrumpido. Huitzilopochtli y el
y demográficos y encarar la ardua tarea de aplastar los panteón exigían para su alimento un abastecimiento
arraigados enclaves independientes. ilimitado de guerreros capturados, y, a su ver, habían
Tanto el cambio de la estrategia militar como la prometido la invencibilidad a los ejércitos mexicas y
reestructuración de la jerarquía social y política preten- riquezas incalculables para Tenochtitlan. La ideología
dían consolidar el imperio a costa del dinamismo que le imperial había conducido a un ciclo de conquistas que
había dado origen. Las reformas políticas y sociales cobraba nuevos ímpetus con cada victoria inicial de la
erosionaron las motivaciones militares, empeorando la Triple Alianza. Más tal situación podía invertirse fácil-
actuación de los ejércitos aztecas en su lucha contra los mente si se repetían los reveses y derrotas. Las de-
enclaves independientes. El resquemor causado por los rrotas significaban menos cautivos, lo cual a su vez re-
decretos de Moctezuma I I , las decepciones de las cam- dujo el alimento de los dioses, lo que no sólo provocó
pañas militares mexicas y las periódicas escaseces y su ira, sino que además los debilitaba, con lo cual dis-
hambrunas se combinaron para crear una atmósfera de minuía el apoyo divino para futuras campañas. El celo
malestar social. A medida que la tensión creció y que y la confianza de los ejércitos imperiales habían de-
cada grupo pretendió echar a los otros la culpa de los crecido enormemente al no contar con la total segu-
muchos fracasos, aumentaron los conflictos internos. La ridad del apoyo divino, por lo que en los últimos dece-
carga emocional negativa de la incapacidad de los ejér- nios de la Triple Alianza se inició otro ciclo de refuer-
citos de la Triple Alianza para derrotar a los reinos zo negativo que amenazaba los cimientos mismos del
independientes condujo a peores resultados en guerras imperio azteca: el contrato sagrado entre los dioses
sucesivas. Este ciclo de refuerzo negativo se aceleró con hambrientos y sus belicosos colaboradores mexicas.
rapidez cuando las campañas contra los tlaxcaltecas no La debilitación del sagrado vínculo del culto de los
lograron someterlos. Un relato de la reacción de Moctezu- sacrificios condujo inexorablemente a la derrota, al
ma II con motivo de la derrota a manos de los tlaxcaltecas resentimiento del pueblo y al rencor entre los mexicas
ejemplifica las disensiones causadas por los reveses y sus dioses. Ante el fracaso de todos los intentos de
militares: estabilización, tanto los guerreros como su jefe
Moctezuma II parecían percibir el declive del predo-
La cual nueva vino a Motecuhzoma de cómo su ejér-
minio mexica:
cito quedaba perdido y desbaratado y que en todo el
tiempo que se había podido defender contra los tlaxcal- Y así entraron a la ciudad los que venían de esta guerra y
tecas traían los mexicanos presos, de su parte, fueron al templo, donde la oración fue lamentar y quejarse de sus
cuarenta indios tlaxcaltecas, y la parte de Tezcuco, veinte, dioses, sin ofrecerles ningún sacrificio De allí fueron a las casas del
y la de los tepanecas, quince, y los tlatilulcas, sólo cinco. rey, donde lo hallaron con mucha tristeza y lo saludaron.
Lo cual, oído por Motecuhzoma, levantóse de su asiento
con g r a n i ra y enojo: Les dijo: —«¿Qué decís vosotros?
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Esta era la situación de la Triple Alianza, del imperio Este desastre ideológico, uni do a las contraproducen-
azteca, en vísperas de la conquista española. El impe- tes tentativos de Moctezuma de estabilizarla estructura
rio, circunscrito por barreras externas y limitado por la interna del Estado, habían desencadenado una serie
debilidad de su estructura interna, no podía esperar de acontecimientos que condujeron a la derrota y la
mantener durante mucho tiempo una política de desesperación.
expansión exterior. Pero los planes de consolidación A medida que se debilitaba la situación psicológica
mil itar interna y de estabilización social y administrativa del imperio, se reforzaba la de sus enemigos. Los tlax-
de Moctezuma II habían fracasado. La paradoja que caltecas, cercados y asediados, lucharon fanáticamen-
derrotó a Moctezma II consistió en que la expansión, ya te, inspirados por su culto de estado al dios Cam-
imposible de lograr, seguía siendo la piedra angular de los naxtli, culto que a lo largo del tiempo funcionó mucho
sistemas ideológico, social y político mexicas. Resultaba mejor que el de los mexicas a Huitzi-lopochtli Mientras
imposible transformar el sistema imperial mexica en un los tlaxcaltecas blandían su arma ideológica, en el
estado estable sin destruir los valores fundamentales oeste se reforzó la hegemonía tarasca, al desarrollar
que lo mantenían unido. Los efectos de la cosmología im- una metalurgia utilitaria que probablemente incluyó el
perial y de un siglo de crecimiento ilimitado eran irre- uso del bronce; gracias a esa ventaja adicional los
versibles, sin más. Y por ello los intentos de Moctezuma tarascos podían haberse convertido en una amenaza
II de evitar que el imperio caminase hacia el desastre para toda Mesoamérica. Entre tanto se produjeron una
estaban condenados al fracaso. serie de rebeliones como secuela de cada desastre,
Con la aparición de Cortés y los conquistadores, en derrota o estancamiento militar mexica, a medida que
1519, la evolución independiente de la civilización mesoa- los oprimidos tributarios veían la oportunidad de
mericana llegó bruscamente a su fin. El empuje español sacar provecho de las crecientes dificultades del
arrasó los estados del Nuevo Mundo, débiles y fuertes, imperio.
crecientes y menguantes. En el caso de la Triple Con independencia de cuál pudiera haber sido el
Alianza, esta pereció ante la furiosa embestida de los futuro de las culturas mesoamericanas, está claro que
pocos centenares de hombres de Cortés. El disgregado la era de la Triple Alianza se acercaba a su fin. Las
imperio se hizo pedazos a medida que los estados reformas imperiales y el culto estatal habían lanzado
tributarios se rebelaron o dieron su apoyo a los espa- al pueblo mexica, desde sus humildes y atrasados
ñoles, ofuscados por la perspectiva de cualquier fuerza comienzos, a una carrera verdaderamente irreversible.
que pudiera librarlos de la opresión azteca. Es muy signi- Huitzilopochtli, el sanguinario protector del Estado,
ficativo que en el ataque final a Tenochtitlan el puñado había presidido uno de los episodios más extraordi-
de hombres de Cortés encabezara un ejército de decenas narios de la historia humana. Impulsados por la fuerza
de miles de aliados indígenas, en su mayoría tlaxcaltecas de su ideología, los ejércitos de la Triple Alianza
sedientos de venganza. habían dominado toda Mesoamérica. Pero al final, ni
Cabe especular, por supuesto, sobre lo que habría los dioses, ni el estado supieron amoldarse a los
ocurrido con la evolución cultural mesoamericana de no límites inevitables con los que toda unidad política se
haber llegado los españoles. En el caso del estado mexi- topa. El pueblo mexica fue traicionado por sus creen-
cano, sin embargo, la tendencia parece clara. Presiones cias más fundamentales. A la llegada de los españoles,
demográficas, problemas económicos y debilidad logísti- el imperio azteca estaba siendo sofocado por las
ca y administrativa azotaban la hegemonía azteca. La mismas fuerzas que lo habían creado.
expansión exterior estaba bloqueada. Los intentos de una
consolidación militar interna se habían limitado a reducir CONRAD, G. DEMAREST, A.
los focos de resistencia dentro del imperio, pero sin Religión e Imperio. Dinámica de la
eliminarlos y se había pagado un terrible precio por estas expansión Azteca e Inca.
guerras de desgaste: el mito de la invencibilidad mexica y Madrid.
de la total eficacia de su culto estatal quedó destrozado. Alianza Editorial. 1.988.