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Dado que la balanza de pagos está sujeta al principio de partida doble como cualquier
registro contable, siempre debe estar en equilibrio o con saldo cero. No obstante, esto no
implica que necesariamente la cuenta corriente o de capitales estén equilibradas.
No hay razón para que la cuenta corriente se equilibre siempre automáticamente; sin
embargo, todo déficit o superávit en la cuenta corriente se debe compensar con un superávit
o un déficit de la cuenta de capital. Por ejemplo, si las importaciones exceden a las
exportaciones la diferencia de valor debe ser financiada con préstamos extranjeros, con
reservas internacionales o vendiendo oro, y estos movimientos quedan registrados en la
cuenta de capitales.
Por lo tanto, el hecho que exista un déficit en la balanza de pagos, señala que las reservas
internacionales del país han disminuido en un monto exactamente igual al correspondiente
déficit, en tanto que la existencia de superávit muestra que las reservas se han incrementado
en la misma cuantía del superávit.
El déficit público es la diferencia entre los gastos y los ingresos del estado. Por lo tanto, si
el objetivo es reducir el déficit se puede lograr tanto recortando los gastos como
aumentando los ingresos. Estamos muy acostumbrados a contemplar cómo los dirigentes
políticos prefieren disminuir el déficit mediante la primera opción., y cómo ignoran la
segunda. Desde la aparición del problema de las cuentas públicas, el gobierno ha adoptado
numerosas y diversas medidas que pasan por recortar el gasto público: rebaja del salario de
los funcionarios, eliminación del chequé bebé, aumento de la edad de jubilación,
congelamiento de las pensiones, eliminación del régimen transitorio para la jubilación
parcial, reducción del gasto farmacéutico, modificación de la ley de Dependencia,
reducción de la ayuda al Desarrollo, reducción de inversión pública… Y apenas unas pocas
medidas para aumentar los ingresos públicos, entre los que destaca un aumento del IVA
que es una medida altamente regresiva (es decir, trata por igual a ricos y a pobres,
perjudicando por ende a los segundos al partir de una situación inicial inferior).
Gastos públicos
Una simple ojeada a la batería de recortes de gasto nos basta para darnos cuenta de que
todos ellos perjudican a la clase trabajadora y a los que menos recursos tienen. Salen
perdiendo los funcionarios, las madres trabajadoras, los pensionistas, los beneficiarios del
gasto sanitario público, los beneficiarios de las medidas de dependencia, los países
subdesarrollados… En definitiva, salen perdiendo todas aquellas personas que se benefician
del Estado del Bienestar. Si recordamos el funcionamiento del Estado del Bienestar
consistente en recolectar recursos de toda la ciudadanía para favorecer a las personas que
menos renta tienen, concluimos sencillamente que los recortes del gasto público perjudican
a este último grupo. Al fin y al cabo, a las personas más adineradas no les afectará que
reduzcan los servicios públicos de sanidad, de dependencia, de pensiones o cualquier ayuda
de otro tipo ya que podrán acceder a estos servicios en el mercado (que exige un precio más
alto pero que se pueden permitir). Las personas con menos recursos, en cambio, no podrán
acudir al mercado y el abastecimiento de tales servicios se verá restringido.
http://eduardogarzon.net/6-sencillas-medidas-para-reducir-el-deficit-aumentando-los-
ingresos-publicos/
http://www.banrep.gov.co/es/contenidos/page/qu-balanza-pagos