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El sistema monetario internacional es el marco institucional establecido para efectuar

pagos internacionales, acomodar los flujos internacionales de capital y determinar los


tipos de cambio entre las diferentes monedas. Es un conjunto de acuerdos
internacionales, instituciones, mecanismos, reglas y políticas necesarios para que
funcione la economía global.

El Sistema Monetario Internacional (SMI) es el conjunto de instituciones, acuerdos y


normas que rigen las transacciones comerciales y financieras entre distintos países.

El Sistema Monetario Internacional establece las normas que regulan los flujos
monetarios transfronterizos (esto es, entre distintos países). Entre sus principales
objetivos se encuentran garantizar la libertad de intercambio internacional y prevenir
desequilibrios monetarios que podrían afectar la credibilidad del sistema.

La globalización intensifica los flujos internacionales de bienes, servicios y capitales,


lo que aumenta la necesidad de instituciones que los regulen y faciliten. El sistema
monetario internacional evolucionó en el tiempo y sigue adaptándose a las nuevas
realidades.

Para que funcione el sistema monetario internacional se requiere un alto grado de


cooperación entre los gobiernos de los principales países. Es necesario sacrificar parte
de la soberanía nacional y subordinar algunos de los intereses nacionalistas en pos del
bien común. La historia enseña que la cooperación favorece a todos los participantes,
mientras que la búsqueda de un interés nacional egoísta los perjudica.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), instituciones económicas y muchos expertos


pronostican una próxima recesión económica. Una de las principales causas es el
elevado aumento del endeudamiento mundial. Según el Instituto Internacional de
Finanzas, la deuda global alcanza ya 233 billones de euros, el 324% del PIB.

Para salir del abismo originado por la crisis económica de 2007 los bancos centrales se
vieron obligados a una fuerte expansión monetaria. Con abundante liquidez financiera
en el mercado y un coste irrisorio del dinero, la economía ha recuperado el crecimiento,
pero el ciclo económico no se puede dar por cerrado hasta que el endeudamiento de los
bancos centrales y el tipo de interés vuelvan a la normalidad. La confianza en el Sistema
Monetario Internacional (SMI) y en las principales monedas se mantiene, pero si se
perdiera la confianza en ellas la situación sería muy delicada.

Una vez conseguida la recuperación económica, la Reserva Federal estadounidense está


aumentando el tipo de interés y el Banco Central Europeo ha anunciado que dejará de
comprar deuda y subirá el coste del dinero.

Son muchos los factores de riesgo que pueden contribuir también a una nueva recesión:
la inestabilidad geopolítica, los desequilibrios económicos, el aumento del
proteccionismo, la autoimpuesta política de aislamiento de EE UU y la constante
emisión de dólares para cubrir su déficit o las debilidades del sistema monetario
internacional. La compleja situación actual genera desconcierto y un elevado riesgo de
perder el control del funcionamiento del sistema monetario, lo que aconseja reformarlo
para evitar males mayores.

Con tantas incertidumbres y una deuda global tan elevada es difícil evaluar las
consecuencias del desapalancamiento. ¿Se desestabilizará la economía? ¿Resistirá el
actual el sistema monetario? ¿Cómo saldrán de una nueva crisis los Gobiernos que están
tan endeudados? ¿Hay riesgo de un efecto dominó?

El riesgo de una nueva recesión y posible desestabilización del sistema monetario


afecta a todos los países y exige la coordinación internacional al más alto nivel. Durante
70 años, el dólar ha sido la superpotencia del sistema financiero y monetario mundial,
pero su dependencia de la política interior americana, el elevado montante de dólares
que hay en el mercado para cubrir su permanente déficit y el fuerte peso de la economía
china y otros países emergentes empieza a cuestionar su primacía.

La propuesta de reforma más racional consistiría en que el FMI asuma un mayor


protagonismo impulsando la emisión y uso de los Derechos Especiales de Giro (DEG),
para convertirlos gradualmente en la principal moneda de reserva, y actuar como banco
de los bancos centrales y como prestamista en última instancia. Dado el extraordinario
poder que el FMI tendría, debería ser políticamente más representativo evaluar las
repercusiones sociales de sus actuaciones y rendir cuentas. Pero esta propuesta genera
gran resistencia de Estados Unidos por temor a perder los privilegios que le da la
preeminencia del dólar como principal moneda de reserva.

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