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El Sistema Monetario Internacional establece las normas que regulan los flujos
monetarios transfronterizos (esto es, entre distintos países). Entre sus principales
objetivos se encuentran garantizar la libertad de intercambio internacional y prevenir
desequilibrios monetarios que podrían afectar la credibilidad del sistema.
Para salir del abismo originado por la crisis económica de 2007 los bancos centrales se
vieron obligados a una fuerte expansión monetaria. Con abundante liquidez financiera
en el mercado y un coste irrisorio del dinero, la economía ha recuperado el crecimiento,
pero el ciclo económico no se puede dar por cerrado hasta que el endeudamiento de los
bancos centrales y el tipo de interés vuelvan a la normalidad. La confianza en el Sistema
Monetario Internacional (SMI) y en las principales monedas se mantiene, pero si se
perdiera la confianza en ellas la situación sería muy delicada.
Son muchos los factores de riesgo que pueden contribuir también a una nueva recesión:
la inestabilidad geopolítica, los desequilibrios económicos, el aumento del
proteccionismo, la autoimpuesta política de aislamiento de EE UU y la constante
emisión de dólares para cubrir su déficit o las debilidades del sistema monetario
internacional. La compleja situación actual genera desconcierto y un elevado riesgo de
perder el control del funcionamiento del sistema monetario, lo que aconseja reformarlo
para evitar males mayores.
Con tantas incertidumbres y una deuda global tan elevada es difícil evaluar las
consecuencias del desapalancamiento. ¿Se desestabilizará la economía? ¿Resistirá el
actual el sistema monetario? ¿Cómo saldrán de una nueva crisis los Gobiernos que están
tan endeudados? ¿Hay riesgo de un efecto dominó?